PAISAJE Y EXPRESIÓN RUPESTRE EN LA SOBREPIEDRA, UN SITIO ARQUEOLÓGICO DEL NORORIENTE DE GUANAJUATO

July 1, 2017 | Autor: C. Viramontes Anz... | Categoría: Arte Rupestre, Arqueología de cazadores-recolectores
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Descripción

Lic. Manuel González Valle Presidente Municipal de Querétaro

M. en A. Raúl Iturralde Olvera Rector

Lic. Alfonso de María y Campos Castello Director General del INAH Corrección de Estilo: Cristina Quintanar Miranda Diseño: Daniel Guerrero Granados Dibujo en portada: Gustavo Ruiz Villa, digitalizado por Sonia Granados © Municipio de Querétaro Blvd. Bernardo Quintana No. 10000, Fracc. Centro Sur Código Postal 76090, Querétaro, Qro., México © Instituto Nacional de Antropología e Historia Córdoba No. 45, Col. Roma Código Postal 06700, México, D.F. © Universidad Autónoma de Querétaro Centro Universitario, Cerro de las Campas s/n Código Postal 76010, Querétaro, Qro., México ISBN: 978-968-03-0363-2 Primera Edición, octubre 2008 Impreso en México Time and Region. Historical and Social Studies Vol. II

Estudios Históricos y Sociales

ÍNDICE Presentación Diego Prieto Hernández

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El Centro Norte de México en el contexto mesoamericano. Introducción Carlos Viramontes Anzures

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Ana María Crespo Oviedo (1938 – 2004). In memoriam María Rosa Avilez y Véronique Darras

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Ana María Crespo: una pasión por la arqueología del Centro Norte Carlos Castañeda López, Luz Maria Flores Morales, Juan Carlos Saint-Charles Zetina, Carlos Viramontes Anzures

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El Epiclásico en El Marqués, Querétaro. Un grano de arena Fiorella Fenoglio Limón, Enah Fonseca Ibarra e Israel Hinojosa Baliño

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Asentamientos prehispánicos en El Colorado, Querétaro Juan Carlos Saint-Charles Zetina

77

El aprovechamiento del espacio dentro de la Sierra Gorda en la época prehispánica Elizabeth Mejía Pérez Campos y Alberto Herrera Muñoz

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Observaciones astronómicas en el Centro Norte de México. Los casos de El Cerrito, Querétaro, y Cañada de La Virgen, San Miguel de Allende, Guanajuato Francisco Salvador Granados Saucedo

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El patrón de asentamiento en el valle de Acámbaro, Guanajuato, durante la fase Chupícuaro Reciente (400-100 a.c.): metodología y primeras interpretaciones. Brigitte Faugère y Véronique Darras

177

Arqueología e identidad en Cañada de la Virgen, Guanajuato Gabriela Zepeda García Moreno y Dehmian Barrales Rodríguez

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Vasija antropomorfa localizada en Ocampo, Guanajuato Carlos Alberto Torreblanca Padilla y Luis Cristóbal Colón Lujan

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Tiempo cíclico y deidades agrarias en Plazuelas, Guanajuato María Elena Aramoni Burguete

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Paisaje y expresión rupestre en La Sobrepiedra, un sitio arqueológico del Nororiente de Guanajuato Carlos Viramontes Anzures y Luz María Flores Morales

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¿Fuera o dentro de Mesoamérica? Sociedades y territorialidad en el Centro Norte de México durante el siglo XVI M. Nicolás Caretta y Antonio Motilla

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Danza, canto y peyote. El mitote entre los cazadores recolectores del Noreste de México Leticia González Arratia

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Los huicholes en la Gran Chichimeca. Especulaciones en torno a las relaciones entre huicholes y guachichiles Enriqueta M. Olguín La conquista y colonización de Querétaro a través de la toponimia María Elena Villegas, Rosa Brambila Paz y Beatriz Cervantes Territorios etéreos. El papel de los antepasados en la construcción del paisaje sagrado entre los chichimeca otomíes del semidesierto queretano Mirza Mendoza Rico y Alejandro Vázquez Estrada Dioses, cruces y xitaces. La peregrinación de los otomíes del semidesierto queretano hacia el cerro Zamorano Imelda Aguirre Mendoza

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PAISAJE Y EXPRESIÓN RUPESTRE EN LA SOBREPIEDRA, UN SITIO ARQUEOLÓGICO DEL NORORIENTE DE GUANAJUATO Carlos Viramontes Anzures* Luz María Flores Morales** El arte rupestre de la época prehispánica, localizado en el territorio de lo que actualmente es el estado de Guanajuato, es muy heterogéneo y responde a las particularidades del complejo proceso de poblamiento de la región Centro Norte de México, iniciada probablemente desde el Protoneolítico.1 Las primeras sociedades agrícolas se establecieron en la porción sur del estado alrededor del 500 a.C.2 Guanajuato, como parte medular del Centro Norte de México, fue un lugar en el que habitó una diversa gama de sociedades a lo largo de la época prehispánica, tanto de recolectores cazadores como de agricultores. Los restos materiales que dejaron estas sociedades, a partir de los cuales el arqueólogo se acerca al estudio del pasado, son de muy diversa índole. Destacan los sitios arqueológicos de manifestaciones rupestres, mejor conocidos como de arte rupestre, en los cuales las distintas sociedades, tanto de sedentarios mesoamericanos como nómadas y seminómadas norteños, dejaron plasmada una parte fundamental de su forma de pensar y entender el mundo que los rodeaba. Investigador del Centro INAH Querétaro. Investigadora del Centro INAH Guanajuato. 1 Las primeras etapas de poblamiento en lo que actualmente es el estado de Guanajuato aún no están bien identificadas y, hasta la fecha, no se ha realizado ningún proyecto de carácter arqueológico cuyo objetivo sea el estudio de las sociedades de recolectores cazadores tempranos. Sin embargo, por las evidencias acumuladas en entidades vecinas como Querétaro y San Luis Potosí, es posible plantear que los primeros grupos humanos llegaron por lo menos durante esa etapa, si no es que antes. 2 Castañeda, Carlos, Beatriz Cervantes, Ana María Crespo y Luz María Flores, “Poblamiento prehispánico en el centro norte de la frontera mesoamericana”, Antropología Nueva época, núm. 28, INAH, México, 1989, pp. 28-33. *

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En este escenario podemos distinguir diferentes tipos de representación formal que están directamente relacionadas con el tipo de sociedad que los creó. Así, varios de los sitios arqueológicos con manifestaciones rupestres elaboradas mediante la técnica del petrograbado, están íntimamente vinculados con sociedades agricultoras de corte mesoamericano de los periodos Epiclásico y Posclásico Temprano (600/750 al 1200 d.C.) tal es el caso de los grabados en roca de Cerro del Chivo, Cerro del Sombrero y Plazuelas, por citar los ejemplos más representativos. Los diseños más comunes en estos petrograbados son: volutas y líneas en espiral y onduladas, que forman parte de la tradición gráfica denominada Tradición Lerma. En contraparte, las sociedades nómadas y seminómadas apelaron mayoritariamente a la pintura rupestre en cuevas, frentes y abrigos rocosos. Los motivos plasmados suelen ser esquemáticos, casi siempre en disposición estática y con tres tonalidades básicas: naranja, rojo y guinda. Es notoria una particular inclinación por la representación de la figura humana asociada a círculos de diferentes diseños (sencillos, radiales internos o externos, concéntricos, etcétera) algunos de ellos tal vez representaciones solares. Este tipo de producción gráfica fue denominada por Brigitte Faugère Tradición Pintada México Semiárido, y se encuentra diseminada a lo largo y ancho del Centro Norte, asociada a grupos de recolectores cazadores del periodo Postclásico. A partir de nuestras investigaciones en Querétaro y Guanajuato, nos fue posible comprobar la persistencia de esta tradición gráfica rupestre en la región semidesértica de ambas entidades. Asimismo, identificamos otros estilos pictóricos vinculados con sociedades de recolectores cazadores, como los que denominamos Rojo Lineal Zamorano y Policromo Victoria. El primero es, hasta donde sabemos, un tipo de representación exclusivo de las inmediaciones del macizo  También se han reportado otro tipo de petrograbados conocidos como maquetas, que aunque no forman parte de la Tradición Lerma, suelen ser comunes tanto en Guanajuato como en Querétaro, a lo largo de la cuenca del río Lerma medio y San Juan. Véase: Faugère, Brigitte, Las representaciones rupestres del Centro-Norte de Michoacán, Cuadernos de Estudios Michoacanos 8, Centre Française D’Etudes Mexicaines et Centraméricaines, México, 1997 y Viramontes, Carlos, “Las representaciones de agua en el arte rupestre de los pueblos agricultores de Querétaro durante la época prehispánica”, Las Maravillas del Agua, Sonia Butze y Carlos Viramontes (coordinadores), Gobierno del estado de Querétaro, Comisión Estatal de Aguas, INAH, México, 2006.  Faugère, op. cit.

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rocoso del Pinal del Zamorano (Querétaro), mientras que el segundo lo hemos ubicado en el sector nororiente de Guanajuato, específicamente en las inmediaciones del valle intermontano de Victoria. Es importante agregar que el estilo Policromo Victoria se estableció más como una propuesta de trabajo que como un hecho establecido, pues hasta 2005 sólo se conocían un par de sitios arqueológicos en esa región, de los cuales sólo uno presentaba motivos policromos. Entre 2005 y 2007, en el marco del proyecto Arte rupestre en la cuenca del río Victoria, hemos localizado y registrado en las inmediaciones del valle intermontano de Victoria, una treintena de sitios con manifestaciones rupestres que presentan motivos del estilo Policromo Victoria. La intención del presente trabajo es dar a conocer un sitio arqueológico conocido con el nombre de La Sobrepiedra o Donicó, cuya gráfica rupestre pertenece a este último estilo. Constituye una especie de síntesis en la que se concentran las características básicas de la representación rupestre en Victoria: una iconografía significativa, el empleo de la policromía y, quizás lo más importante, el uso deliberado de formaciones rocosas conspicuas, que sugieren la integración simbólica de un paisaje con connotaciones sagradas. Antecedentes en la investigación del arte rupestre de Victoria El primer investigador que llamó la atención en torno a la riqueza del arte rupestre de la región fue Emilio Bejarano, quien a mediados de la década de 1970 realizó calcos del sitio arqueológico de Arroyo Seco. A fines de esa misma década, Gloria Blancas Tomé visitó la zona y reportó Viramontes, Carlos, Gráfica rupestre y paisaje ritual. La cosmovisión de los recolectores cazadores del semidesierto queretano, Colección Obra Diversa, INAH, México, 2005; Viramontes, Carlos, El lenguaje de los símbolos. El arte rupestre de las sociedades prehispánicas de Querétaro, Serie Historiografía Queretana, Archivo Histórico de Querétaro, Querétaro, México, 2005.  Bejarano, Emilio, “La Prehistoria y el Preclásico”, Conferencia presentada en: Historia Regional de Guanajuato. Guanajuato, Ciudad de Guanajuato, 1978. Es importante señalar que aunque no existe un informe escrito de la visita de Bejarano a Victoria, existe en poder de la Sección de Arqueología del Centro INAH Guanajuato, la calca de un fragmento del Grupo 2, Conjunto XI del sitio arqueológico de Arroyo Seco. En una esquina del calco aparece el nombre de Bejarano y la fecha “octubre de 1974”. En la ponencia referida líneas arriba, hace hincapié en la cantidad e importancia de las pinturas rupestres de Victoria, aunque no especifica a cuáles se refiere. 

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un sitio al que denominó Abrigo Número 1 de Victoria. Posteriormente, Ana María Crespo realizó el registro fotográfico y dibujos a mano alzada de los motivos gráficos de Arroyo Seco y otros sitios arqueológicos de arte rupestre de Guanajuato y Querétaro, como Cueva de San Ignacio, Cueva de Indios, Cueva Longa, El Tecolote, Cueva de los Monos, La Mojonera, Cerro Redondo, Cueva del Sombreretillo y Peña del Meco. Entre 1985 y 1988, dentro de las actividades del proyecto Atlas Arqueológico Nacional (AAN) en el estado de Guanajuato, se registraron ocho sitios de estas características en las inmediaciones de la población de Victoria, y cuatro más en un radio aproximado de siete kilómetros. Sin embargo, debido a la necesidad de un registro más exacto de los sitios arqueológicos localizados por el AAN, entre 1997 y 2000 Ana María Crespo y Carlos Viramontes realizamos calcos de 15 conjuntos pictóricos del sitio de Arroyo Seco, así como de Las Golondrinas I.10 En el marco del proyecto Arte rupestre en la cuenca del río Victoria, coordinado por Carlos Viramontes y Luz María Flores, a partir del 2004 se agregaron al registro de Arroyo Seco ocho conjuntos pictóricos más, con lo que se dio por concluido el registro de este sitio. También se han localizado y registrado alrededor de 30 sitios de arte Es posible que se trate del sitio denominado “El Tecolote”, ubicado al noroeste del valle intermontano de Victoria. Blancas Tomé, Gloria, Atlas de arte rupestre del estado de Guanajuato, Archivo del Centro INAH Guanajuato, 1978.  Crespo, Ana María, Informe de actividades del proyecto Atlas de Pintura Rupestre en el estado de Guanajuato, rendido al Arq. Jorge Angulo Villaseñor el 27 de junio de 1981, Archivo del Centro INAH Guanajuato, México, 1981.  Atlas Arqueológico Nacional estado de Guanajuato. Memoria 1985-1988, Efraín Cárdenas (coordinador), Departamento de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicas, INAH, México, 1988. Los sitios registrados en el valle intermontano de Victoria entre 1985 y 1988 son: Victoria I, Victoria II, Las Golondrinas, La Piedra del Tejabán, La Sobrepiedra o Donicó, Jacalasúchil Norte, La Zorra y Los Cerritos. Cabe aclarar que las cédulas de registro de Victoria I y II indican una misma ubicación geográfica, mientras que La Zorra y Los Cerritos habían sido reportados anteriormente como un solo sitio (denominado como Arroyo Seco por Bejarano desde 1974, véase nota 6) en virtud de su cercanía y sus características iconográficas; el sitio reportado como Jacalasúchil Norte no existe en las coordenadas reportadas. Tomando en cuenta lo anterior, los sitios registrados se reducen a cinco. Los sitios arqueológicos reportados fuera del valle son: Cueva el Copudo, Las Higueras, Cerro Los Amoles y Cueva de la Mesa Segura. 10 Ver el Anexo gráfico de Viramontes, Carlos, Los paisajes rituales de los recolectores cazadores de Querétaro. Un estudio de la gráfica rupestre de Querétaro, Tesis de Doctorado en Antropología, Escuela Nacional de Antropología e Historia, INAH, México, 2002. En este trabajo, el sitio de Las Golondrinas I aparece con el nombre de Jacalasúchil, por ser ésta la población más cercana al sitio arqueológico. 

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rupestre, principalmente en el municipio de Victoria, que incluyen más de 140 paneles pintados y varios miles de motivos pictóricos.11 Entre los sitios registrados, destaca el que se denomina La Sobrepiedra, motivo del presente trabajo

Figura 1. Localización del sitio arqueológico La Sobrepiedra.

El sitio arqueológico Se trata de uno de los más singulares sitios arqueológicos de manifestaciones rupestres de la región y se localiza en la falda noroeste del Cerro Boludo, a dos kilómetros al sureste de la población de Victoria y a 1773 m.s.n.m. Los motivos pictóricos están dispuestos sobre un gran bloque rocoso de forma más o menos elipsoidal, que mide casi cuatro metros de alto por seis de largo. Las fracturas naturales y la erosión han formado una pared vertical orientada hacia la puesta del Sol y coronada por una saliente a manera de techo; también se han formado Flores Morales, Luz María y Carlos Viramontes Anzures, Proyecto������������������ Arte rupestre en la cuenca del río Victoria. Primer informe parcial, Archivo Técnico del Consejo de Arqueología, INAH, México, 2005. Viramontes Anzures, Carlos y Luz María Flores,. Arte rupestre en la cuenca del río Victoria, Segundo informe parcial, Archivo Técnico del Consejo de Arqueología, INAH, México, 2007. Todos los sitios cuentan con una cédula de registro que incluye una descripción amplia de los sitios, el entorno y los motivos pictóricos, así como calcos de los paneles y los motivos pintados, registros fotográficos y de video, etcétera. 11

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un par de covachas localizadas en la parte inferior de la roca.12 Frente a esta roca se yergue otra formación rocosa singular: una columna de piedra tallada por los elementos atmosféricos que le han otorgado una forma caprichosa y que hace evidente el sitio arqueológico desde varios kilómetros a la redonda. Los lugareños lo conocen con el nombre de “El Guardián”. Para la descripción y análisis de los paneles pintados de La Sobrepiedra, hemos integrado conjuntos y grupos pictóricos en función de su disposición espacial en la superficie rocosa. Así, al bloque elipsoidal lo hemos identificado como Conjunto 1 y ostenta la mayor parte de las pinturas en el frente oeste (Grupos 1 y 2), principalmente en la pared vertical y en el techo del abrigo, pero también en las estrechas oquedades que se localizan en la base del bloque; en el costado este se identificaron los Grupos 3, 4 y 5. Al contrario, la columna de piedra, denominada Conjunto 2, a pesar de su singular silueta, presenta motivos menos abundantes y más convencionales, pero significativamente diferentes de los que encontramos en el Conjunto 1. Las calcas a escala de los grupos pictóricos pueden consultarse en el Anexo Gráfico, al final del texto. Conjunto 1. La pared donde está dispuesto el Conjunto 1 tiene en su superficie una gran cantidad de grafismos, la mayor parte muy deteriorados por los escurrimientos y las filtraciones de agua, que han cubierto la superficie con carbonatos y oxalatos, además de manchas oscuras provocadas por la humedad. Pese al avanzado grado de deterioro, es posible observar motivos monocromos, bicromos y policromos, con hasta tres colores en un mismo grafismo, situación excepcional en el arte rupestre de la región y que evidencia su pertenencia a una práctica propia de las inmediaciones de Victoria. La mayor parte de los grafismos está compuesta por motivos figurativos antropomorfos, plasmados en gran variedad de formas. Los motivos zoomorfos y fitomorfos son prácticamente inexistentes, y los no figurativos, es decir, geométricos y abstractos representan un porcentaje reducido. Es importante aclarar El trabajo de registro y documentación de este sitio se realizó durante las temporadas de campo 2005 y 2006 del proyecto Arte rupestre en la cuenca del río Victoria. Para este trabajo se contó con la valiosa ayuda del arqueólogo Juan Carlos Saint-Charles, así como de los estudiantes de la licenciatura en Arqueología de la Universidad Veracruzana María Arnaud, Victoria Arrieta, Diana López, Sergio Tejeda, Fernando Salinas, Elizabeth Hernández, Tania Junquera, Ivonne Gallegos y Horacio Olivares Rivero. 12

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Figura 2. Sector noroeste del Cerro Boludo. Imagen: Google Earth, 2007.

Figura 3a y 3b. Vista general de los Conjuntos 1 y 2.

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que si bien los motivos pictóricos de la época prehispánica conforman la mayor parte del universo registrado, también hay algunos de la época colonial e incluso del siglo XIX. Hemos dividido al Conjunto 1 en cinco grupos, de los cuales los Grupos 1 y 2 se encuentran en el frente occidental del bloque rocoso, mientras que los Grupos 3, 4 y 5 están en la pared opuesta.

Figura 4a y 4b. Disposición de los Grupos pictóricos del Conjunto 1.

Grupo 1. Orientado de manera general hacia el Oeste, se localiza sobre una pared casi vertical que, en su base, forma una covacha de aproximadamente un metro cincuenta de profundidad. En el sector izquierdo se observan algunos grafismos muy deteriorados, un antropomorfo y un diseño con características antropomorfas, que lleva la cabeza adornada con una especie de antenas, tal vez la representación

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de un tocado de plumas. En el techo de la covacha hay varios motivos antropomorfos esquemáticos en posición estática, de color rojo y amarillo, además de algunas líneas y manchas. Grupo 2. Es el más significativo del sitio y ocupa toda la pared occidental del abrigo, el techo y un remetimiento localizado en la parte inferior derecha (vista de frente). Para efectos prácticos de representación en este texto, el panel pintado se dividió en 8 lienzos: los 6 primeros están dispuestos de izquierda a derecha, mientras que el lienzo 7 corresponde a las pinturas del techo del abrigo, y el 8 presenta las pinturas ubicadas en la parte superior del remetimiento mencionado; los motivos aislados se encuentran en la pared sur del bloque rocoso. Una de las principales características del Conjunto 1 fue el empleo de diversos colores para plasmar los grafismos, principalmente rojo, amarillo, negro y blanco. Si bien no podemos decir que los grafismos policromos sean muy abundantes, sí resultan significativos. Además, en este panel podemos encontrar diseños antropomorfos únicos en la región. Por regla general, los diseños antropomorfos son esquemáticos y están dispuestos en posición estática, aunque algunos muestran cierto dinamismo. A veces ostentan cabellera (o tal vez tocado de plumas) o llevan insinuados manos, pies y dedos, sexo masculino, etcétera. Es posible apreciar diversos tipos de tocados: desde aquellos formados por dos líneas rectas, quebradas o curvas que salen directamente de la cabeza, o bien por una serie de líneas también rectas. En ocasiones es una sola línea gruesa a manera de un gorro cónico, pero quebrada en el extremo, o bien dos líneas gruesas, también quebradas. Otras veces, la cabeza presenta dos protuberancias, una a cada lado del cráneo. Una práctica común fue representar la cabeza como si estuviera de perfil, con una línea gruesa que surge de la parte superior y cae hacia un lado. El decorado de manos, pies o tocado puede ser policromo. En ocasiones, los diseños antropomorfos están delineados de un color y rellenos de otro, generalmente en combinaciones de rojo y amarillo. Otros ostentan atributos externos en dos o tres colores: hay un pequeño grupo que alterna diseños antropomorfos negros y rojos coronados por un medio círculo que cubre la parte superior de la cabeza, plasmado en un color diferente. Lamentablemente, sólo tres de ellos se pueden observar bien, aunque hay restos de pintura que evidencian que en

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algún momento fueron más. Finalmente, hay un par de elementos que llaman la atención: dos motivos circulares decorados y policromos, que podrían representar escudos. En este panel hay algunos motivos coloniales, principalmente cruces, además de una inscripción de carácter histórico que corresponde a un evento del siglo XIX: en 1847, el general Tomás Mejía y otros militares conservadores encabezaron la revolución de la Sierra Gorda. Su derrota trajo como consecuencia dramáticos cambios sociales así como una nueva organización política de la región, incluyendo el cambio del nombre de la población de San Juan Bautista Xichú o Xichú de Indios a Victoria, para conmemorar el éxito de las tropas federales sobre los sublevados. La derrota definitiva tuvo lugar en la Cañada de Moreno, paraje cercano a San Juan Bautista. En La Sobrepiedra hay una inscripción con una fecha, probablemente “noviembre 17 de 1848” (el 8 del final de la fecha está algo deteriorado), acompañada de las palabras “El C Capitán”. El resto del mensaje está borrado pero es probable que se refiera a algún evento ocurrido durante ese movimiento armado.13 Grupo 3. Se encuentra en la pared oriental del bloque rocoso y está integrado por varios diseños sugerentes: una figura humana finamente delineada (de las cuales existen muy pocos ejemplos en la región) algunas figuras bicromas, una de mayor tamaño que el promedio, con un tocado dividido en dos, una figura con características antropomorfas de cuya cabeza sale una línea ondulada y, finalmente, una figura de perfil con ciertos rasgos zoomorfos. Grupos 4 y 5. Los grafismos que integran los grupos 4 y 5 del Conjunto 1 son más convencionales. Destaca un motivo cuadrangular y un círculo radiado; completan este panel varios motivos antropomorfos esquemáticos y otros elementos que, por el deterioro, ya no es posible establecer su forma original. Conjunto 2. Ubicado, como ya se ha dicho, en una formación rocosa singular a manera de columna de piedra, las pinturas que se encuentran aquí son un poco más convencionales que las del Conjunto 1. Grupos 1 y 2. El Grupo 1 está compuesto por dos diseños con forma de estrella, con el centro sin color, excepto una que tiene un punto rojo. Completan el Grupo 1 una serie de triángulos dispuestos uno junto al No es la única inscripción de este suceso en la región, pues cerca del poblado de Palmillas, hay otra pintura rupestre que presuntamente celebra la habilidad del general victorioso José López Uraga. Posteriormente, López Uraga traicionaría la causa liberal y se sumaría al ejército francés durante la intervención de 1860. 13

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Figura 5. Columna de piedra que contiene al Conjunto 1, Grupos 1 y 2

otro, verticalmente, además de una línea que acompaña este diseño y varias líneas aisladas. El Grupo 2 está compuesto por varios motivos zoomorfos, además de un círculo hecho de puntos (con punto central), una figura antropomorfa y varias líneas más. En las inmediaciones de este grupo hay algunas pocitas, además de terrazas delimitadas por grandes bloques de piedra, probablemente de uso ritual, pues no se encontraron materiales domésticos que permitieran establecer la presencia de algún campamento de carácter permanente o estacional. La iconografía rupestre Como ya se comentó, un elemento distintivo de la iconografía rupestre del sitio fue el empleo de cuatro colores básicos: rojo, negro, amarillo y blanco. La mayor parte de los motivos están plasmados en rojo y amarillo, pero también son relativamente abundantes los diseños de color negro. Los grafismos blancos suelen estar vinculados a tradiciones tardías, posteriores a la época del contacto con los grupos otomíes que colonizaron el nororiente de Guanajuato a partir del siglo XVI, pero en La Sobrepiedra se encuentran algunos que podrían pertenecer a la época prehispánica. La mayor parte de los motivos monocromos son rojos o amarillos. Se encuentran también elementos bicromos, principalmente antropomorfos, que incorporan en el diseño combinaciones de rojo y amarillo, rojo y negro, negro y blanco, rojo y blanco, etcétera. Como algo poco común, 313

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encontramos dos círculos radiales, tal vez representaciones de sendos escudos: uno de ellos es concéntrico, delineado en rojo y relleno en amarillo y con rayos exteriores negros y rojos, dispuesto entre cuatro antropomorfos: dos delineados también en rojo y rellenos en amarillo, uno delineado en amarillo y relleno en rojo y uno más, de color rojo y de mayores dimensiones que los anteriores, con dedos y cabello (o tocado) rojos y amarillos; el otro es un círculo negro vinculado a un antropomorfo dispuesto de perfil relativo, con rayos externos negros y relleno con manchas rojas y amarillas. En La Sobrepiedra observamos una síntesis de la iconografía rupestre que encontramos en otros sitios de la región; como ya hemos apuntado en otros trabajos, la repetitiva representación de la figura humana es una constante.14 Abundan los diseños antropomorfos arquetípicos comunes en casi todos los sitios arqueológicos de Guanajuato y Querétaro. Se trata de figuras sumamente esquemáticas en disposición estática, en las cuales se representó la cabeza y el tronco con una línea recta, casi siempre vertical; los brazos y piernas aparecen dispuestos hacia abajo en líneas quebradas, formando ángulos rectos en la mayoría de los casos, en ocasiones los brazos pueden aparecer hacia arriba y, ocasionalmente, uno hacia arriba y otro hacia abajo; pocas veces exhiben detalles como manos, pies o dedos.15 Algunos ostentan cabelleras o tocados de diferentes diseños, también muy esquemáticos. Otros presentan un diseño algo más complejo, como el empalmado de dos o hasta tres antropomorfos superpuestos o continuos, aprovechando la línea central que hace las veces de tronco para incorporar ahí mismo otro juego de brazos o piernas. Los motivos bicromos generalmente están compuestos por este tipo de diseños, pero la silueta se delineó con algún otro color. Hay algunos, al parecer plasmados en un mismo evento pictórico, conformando una escena en la que se observan tres antropomorfos de frente: dos negros y uno rojo, con una especie de cabellera que alterna los colores blanco y rojo. Aparentemente, esta escena estaba compuesta por más elementos, pero en la actualidad sólo es posible percibir claramente estos tres. Viramontes, Carlos, “Las representaciones de la figura humana en la pintura rupestre del semidesierto de Querétaro y oriente de Guanajuato”, El arte rupestre en México. Antología 1990-2004, Lorena Mirambell y Pilar Casado (ed.), INAH, México, 2005, pp. 369-394. 15 Este es el tipo de representaciones características de la Tradición pintada México semiárido propuesta por Faugère (op. cit). 14

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Figura 6. Algunos diseños antropomorfos significativos.

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Para resumir, habría que decir que, si bien, en muchos casos se respetaron las reglas de representación pictórica de la figura humana en los motivos antropomorfos arquetípicos monocromos, observamos que también existió cierta libertad en el trazo de algunos de estos diseños. Finalmente, habría que agregar que la preocupación principal fue la representación de la figura humana, pues destaca sobre todos los demás elementos pictóricos, por lo menos en el Conjunto 1. Por su parte, el Conjunto 2 presenta una situación diferente, pues los motivos plasmados en la columna que sirvió como soporte a las pinturas aparentemente no tienen mucho que ver con los del Conjunto 1. Se trata de seis zoomorfos, dos diseños a manera de estrella, una hilera de triángulos dispuesta verticalmente, un círculo formado con puntos, algunos otros diseños no figurativos y sólo una figura antropomorfa. Lo anterior sugiere que pudo haberse dado una concepción simbólica o de apropiación diferencial de los soportes que contienen los Conjuntos I y II. Discusión En tanto que el objetivo del presente trabajo no es presentar el análisis del paisaje arqueológico del valle intermontano de Victoria en su totalidad, nos limitaremos a resaltar las cualidades básicas de la disposición espacial de La Sobrepiedra, mismas que sugieren una síntesis de las características de los sitios de arte rupestre dispuestos en el valle. En este sentido, nos interesa destacar las regularidades que observamos en la disposición de los sitios, pues resulta probable que esta regularidad se deba a la existencia de un código conocido, sancionado socialmente y aplicado en un espacio natural al que se le atribuyeron connotaciones simbólicas.16 Para entender los criterios en la disposición de los sitios de manifestaciones rupestres de Victoria se deben tomar en consideración dos aspectos fundamentales: a) las antiguas sociedades de recolectores-cazadores integraban el entorno natural a su cosmovisión transformándolo conceptualmente en paisaje sagrado con connotaciones rituales; Criado Boado, Felipe, “Del Terreno al Espacio: Planteamientos y Perspectivas para la Arqueología del Paisaje”, CAPA 6, Criterios y Convenciones en Arqueología del Paisaje, Grupo Universitario en Arqueología del Paisaje, Universidad de Santiago de Compostela, Primera Edición, 1999, p. 11. 16

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b) el ritual era una actividad básica en la reproducción de estas sociedades y la gráfica rupestre resultado de actividades rituales, se manifestaba en espacios generalmente vinculados a elementos conspicuos de la naturaleza: cerros, montañas, manantiales, ríos, arroyos, abrigos, cuevas, frentes y afloramientos rocosos y, en general, lugares con una significación especial en el marco de la cosmovisión. Estos elementos significativos del paisaje se constituyeron en un lenguaje visual que definía la estructuración de un territorio con connotaciones simbólicas.17 Al profundizar en los principios ordenadores que rigieron la disposición espacial de los sitios de manifestaciones rupestres, es posible determinar los patrones que definen e identifican los paisajes sagrados y los espacios rituales, pues ciertos paisajes expresaban un sentido específico para los individuos que conocían el código visual y simbólico. El paisaje es un “…producto socio-cultural creado por la objetivación, sobre el medio y en términos espaciales, de la acción social tanto de carácter material como imaginario…”.18 Así, los lugares donde se plasmaron los motivos rupestres y los accidentes geográficos que los sustentan, no fueron elegidos de manera fortuita, pues se constituyeron en espacios de representación social con una decidida intencionalidad de transformar conceptualmente el entorno. De acuerdo con Teresa Chapa, el simbolismo de una sociedad impregna variados aspectos de la vida cotidiana, materializándose tanto en objetos y lugares específicos, como en el entorno que conforma el espacio vital de los grupos humanos. De tal forma que la práctica del arte rupestre interacciona con variados aspectos de la vida y ejerce un papel importante ligado a la ordenación del mundo, tanto de los vivos como de los muertos, en el marco más amplio de la cosmovisión.19 Por su parte, Felipe Criado considera que el paisaje, como producto social, está conformado por tres elementos que a su vez configuran tres dimensiones del paisaje: el espacio en cuanto entorno físico o matriz de la acción humana; el espacio como construcción social y sobre el Viramontes, 2005, op. cit. Hay que recordar que la gráfica rupestre puede responder a distintas motivaciones, donde las derivadas de actividades rituales son sólo una parte, tal vez la más significativa. 18 Criado, op. cit., p. 5. 19 Chapa Brunet, Teresa, “Nuevas tendencias en el estudio del Arte Prehistórico”, Rupestre/web, http://rupestreweb.tripod.com/tendencias.html, 2003. 17

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que se producen las relaciones entre individuos; y el espacio como entorno simbólico, base para comprender la apropiación humana de la naturaleza.20 En conclusión, el paisaje es un espacio social y socializado, en evolución y en tensión, en el que es posible reconocer una compleja red de relaciones multidireccionales y dinámicas, donde el objetivo no es el paisaje en sí, sino la comprensión de las sociedades antiguas en una amplia interacción con el entorno.21 En este sentido, una de las particularidades que hacen significativa la gráfica rupestre de Victoria es precisamente su disposición espacial. Hasta el momento, la mayor parte de los sitios de manifestaciones rupestres localizados en la región semidesértica de Querétaro y Guanajuato se caracterizan por la dificultad de su acceso: suelen encontrarse en escarpados cañones o cañadas escondidas a la vista, así como cerca de las cimas de cerros y montañas. Pero en Victoria sucede todo lo contrario: los sitios arqueológicos ubicados en el valle intermontano, se localizan en la base de los escarpes y cerros. Esto hace pensar que los creadores de las manifestaciones rupestres decidieron de manera intencional que fueran de fácil acceso y, seguramente, tenía que ver con la función a que estaban destinados: un arte ritual de carácter público. En La Sobrepiedra se conjugan una serie de características, como su ubicación topográfica, que hacen de este lugar uno de los más significativos de la región. Se encuentra en la falda noroeste del Cerro Boludo, a unos cuantos metros del piso del valle, disposición que coincide con varios de los conjuntos pictóricos más relevantes de las inmediaciones. Esta disposición también sugiere que se buscaron dos aspectos básicos: la visibilidad y la intervisibilidad. Las singulares formaciones rocosas donde se plasmaron las pinturas hacen evidente que los autores pretendían que el lugar fuera visto casi desde cualquier posición del valle y viceversa. Asimismo, es significativo que desde La Sobrepiedra se puede observar con facilidad el sitio de gráfica rupestre de Arroyo Seco, el más importante de la región. La orientación del principal panel pintado de La Sobrepiedra, así como la singular conformación de su topoforma a manera de abrigo abierto, Criado, op. cit. Orejas, Almudena., “El estudio del Paisaje: visiones desde la Arqueología”, Arqueología del paisaje, Teruel, España, 1998, pp. 9-20. 20 21

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permite dominar el resto del valle y la entrada a sus dos ramales desde una posición de privilegio. De tal forma, las singulares formaciones rocosas en donde se ubicó el sitio, la orientación y disposición topográfica, la accesibilidad, visibilidad e intervisibilidad, hicieron de La Sobrepiedra un lugar privilegiado para plasmar los motivos iconográficos de una manufactura singular. El carácter abierto de este sitio hace pensar que aquí se realizaba algún tipo de ritual cuyo acceso era público, al contrario de lo que parece suceder en otros sitios que se encuentran en las cañadas, alejados de las zonas de tránsito y habitación, donde quizá se realizaban rituales más íntimos, en lugares que debían permanecer ocultos a los ojos de la comunidad y que posiblemente eran conocidos sólo por los iniciados. De tal forma, el contraste se da básicamente en dos tipos de sitios, que tentativamente podríamos calificar como abiertos y ocultos, aún cuando no estamos todavía en condiciones de establecer el tipo de ritual o rituales que se realizaban en ellos. No obstante, el carácter ritual de La Sobrepiedra se hace evidente por la recurrencia de ciertos grafismos: las figuras antropomorfas esquemáticas de la Tradición México Semiárido. De acuerdo con Solveig Turpin, una de las características principales para definir si se trata de un arte ritual consiste en determinar la existencia de una agregación estacional o programada de población: … la agregación programada o estacional mediante la cual gente dispersa se congregaba para diversos propósitos […] solía basarse en el ritual que les permitía comunicar y reificar su condición social. La actividad ritual, por su parte, contribuía a la consagración de los centros o nódulos de nucleación cíclica y definía espacios o sitios sagrados reconocidos por la comunidad y que influyeron su configuración física y social.22

Para aplicar esta propuesta se requieren dos condiciones básicas: que existan evidencias de ocupaciones estacionales o programadas de poblaciones agregadas relativamente grandes, y que el espacio sagrado haya sido marcado por una actividad ritual evidente, como la gráfica rupestre. La redundancia, la repetición y una iconografía estándar Turpin, Solveig, “La nucleación cíclica y el espacio sagrado: la evidencia del arte rupestre”, Arte rupestre del noreste, William Breen Murray (compilador), Fondo Editorial de Nuevo León, Monterrey, 2007, p. 180. 22

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regida por reglas son las características básicas que identificarían el arte ritual.23 En las inmediaciones del valle intermontano de Victoria hemos localizado campamentos estacionales de recolectores cazadores que hacen pensar que era un lugar en el cual diversos grupos se reunían periódicamente, en los que la práctica de la gráfica rupestre era una más de las actividades que formaban parte del o los rituales realizados. La abundancia de sitios de manifestaciones rupestres, la constante repetición de los mismos motivos (la figura antropomorfa esquemática), así como las características singulares en donde fueron plasmados, sugiere el carácter ritual de estos espacios. Comentarios finales El análisis iconográfico y espacial de todos los sitios arqueológicos de manifestaciones rupestres registrados hasta 2007 en Victoria y sus inmediaciones está actualmente en proceso. Sin embargo, nos parece importante dar a conocer las características de La Sobrepiedra en tanto que sintetizan los aspectos básicos de los numerosos sitios arqueológicos que se encuentran en el valle intermontano de Victoria. Esto nos ha permitido establecer que hay lugares que fueron privilegiados en virtud de su particular disposición espacial y por sus peculiares formaciones rocosas, situación que observamos también en sitios como Arroyo Seco.24 Lo anterior indica que estos lugares no fueron elegidos de manera azarosa, accidental, ni en función de decisiones individuales, sino que se siguieron ciertas convenciones sociales que responden a un patrón establecido. De manera general, los diseños representan un sistema estandarizado de expresión gráfica, en el cual observamos la intencionalidad de repetir motivos pictóricos que formaron parte de un sistema de comunicación visual, conocido y sancionado socialmente por el grupo que los creó. En este sentido, la repetitiva representación de la figura humana (con algunas variantes) y la homogeneidad temática y técnica permiten sugerir la existencia de un código visual, tanto en términos de paisaje como iconográfico. Faltaría todavía establecer si existió un patrón en la disposición de los motivos en el panel, y si esta disposición responde 23 24

Turpin, op. cit. Viramontes, 2000, op. cit.

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a un tipo de lenguaje, con reglas sintácticas y un código que podría descifrarse a partir de la comparación etnográfica y etnohistórica con otras sociedades de recolectores cazadores del Centro Norte o del Occidente de México. Independientemente de lo anterior, consideramos que la constante repetición de la figura humana es reflejo de una práctica muy difundida que sintetizaba algunos aspectos básicos de la cosmovisión de los recolectores cazadores. Su disposición en sitios de fácil acceso, como los que encontramos en el valle intermontano de Victoria, permite establecer diferencias conceptuales con relación a aquéllos que se encuentran en lugares escarpados de la Sierra Gorda. Aunque el proceso de localización y registro de sitios con manifestaciones rupestres en Victoria se encuentra casi concluido, aún falta mucho por hacer. Se está trabajando tanto en la ordenación y clasificación iconográfica, así como en la aplicación de un modelo de análisis espacial que dé sentido a la concentración, poco usual, de sitios de esta naturaleza en un valle de dimensiones tan reducidas como lo es el valle intermontano de Victoria.

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ANEXO GRÁFICO Calcos de los paneles pintados de La Sobrepiedra, Victoria, Guanajuato. Conjunto 1

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Conjunto 2

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