Pablo Neruda y Jorge Teillier, La contraposición entre el entorno natural y el ambiente de ciudad

June 20, 2017 | Autor: C. Sandoval Villa... | Categoría: Pablo Neruda, Poesia Chilena, Jorge Teillier
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Descripción

Universidad Alberto Hurtado Licenciatura en Lengua y Literatura Seminario de Poesía Chilena Carolina Sandoval

Pablo Neruda y Jorge Teillier: La contraposición entre el entorno natural y el ambiente de ciudad A través del siguiente trabajo analizaremos algunas de las representaciones poéticas que surgen a partir de la manifestación de la ciudad en la poesía chilena contemporánea, específicamente, en Para ángeles y gorriones de Jorge Teillier y Residencia en la Tierra de Pablo Neruda. Lo anterior tiene por objetivo evidenciar diversas temáticas que permitirán comprender los fundamentos retóricos que dieron vida a estas composiciones, para lo cual consideraremos, a modo de profundización, los poemas “Walking around” de Neruda y “Bajo un viejo techo” de Teillier.

De esta manera, tendremos en cuenta, para la construcción de este informe, la representación de la ciudad como contenido y escenario en la producción poética, junto a la dicotomía entre naturaleza y civilización, que es representada en el sentimiento de rechazo o comunión generado por el entorno natural. En este sentido, abarcaremos el estremecimiento de la soledad y desamparo provocado por el ambiente de la ciudad, expuestos en Residencia en la tierra y al mismo tiempo, presentaremos las manifestaciones de una poesía lárica, reflejada en la enfatización del recuerdo y la nostalgia como un medio para recobrar el paraíso perdido de la infancia, en Para ángeles y gorriones.

A partir de lo señalado anteriormente, es importante mencionar que las obras aludidas se encuentran insertas dentro de dos temporalidades heterogéneas en la historiografía chilena. En

primer lugar, la realización de Residencia en la tierra abarcó entre los años 1925 y 1932, culminando con su publicación en 1935 que, a su vez, marcó un antecedente en una vanguardia y modernismo incipiente. Y en segundo lugar, Para ángeles y gorriones, se desarrolló entre los años 1953 y 1956, siendo este último su año de difusión que, por lo demás, se encontraba subyugado a los idearios de la Generación del 50’. No obstante, como característica análoga, debemos mencionar que ambos poetas provienen de la zona sur y rural de Chile, siendo Neruda oriundo de Parral, y Teillier originario de Lautaro. Esta particularidad marca un precedente que, independiente de las temporalidades de cada obra, sitúa a ambos poetas en una disyuntiva entre la dependencia de su lugar de origen y el traslado a la ciudad como desarraigo. Ahora bien, Jorge Teillier Sandoval nació en la zona sur y rural de Chile, específicamente en Lautaro el año 1934. Después de sus estudios básicos viaja a Santiago para convertirse en profesor de Historia, lo cual marca un precedente, pues el hablante lírico en gran parte de su obra, se muestra en una disyuntiva entre la dependencia de su lugar de origen y el traslado a la ciudad como experiencia de desarraigo. De acuerdo a esto Teillier se caracterizó por vivir gran parte de su vida como un poeta romántico y moderno, “en una especie de semimarginalidad” (Nómez, 142), caracterizado por una existencia vacilante. A partir de lo señalado anteriormente, es importante mencionar que en su primer libro Para ángeles y gorriones, desarrollado entre los años 1953 y 1956 -siendo este último su año de difusión- aparecen los temas que se repetirán en toda su producción. Según Nómez, casi siempre aparece la imagen de una aldea que es la imagen del universo “y en cuyo reflejo se superpone otro paisaje que transforma la infancia recordada en una visión original y mítica” (142), dicho de otro modo, el mundo poético actual se condensa y construye de acuerdo a la memoria real y ficticia del pasado. En este sentido, en gran parte de la poesía de Teillier nos encontramos con el

testimonio de un testigo que busca una edad dorada que se acaba, y cuya mirada escéptica, tiñe el presente y el futuro, con la tonalidad nostálgica del desarraigo. De acuerdo a lo dicho anteriormente, se afirma que el núcleo fundador de la obra de Teillier descansa en la tradición de la poesía lárica o “poesía de lo lares” entendida como una visión personal del mundo natural y cultural. En ésta, “los poetas de lo lares” vuelven a integrarse al paisaje, haciendo una descripción del ambiente que los rodea, según el mismo Teillier, debido, talvéz “al origen provinciano de la mayoría de ellos” (49), que han sentido un desarraigo de su espacio de origen. De esta forma, atacados por la nostalgia, el mal poético por excelencia, vuelven a la infancia y a la provincia, pero más que eso, tienen un “rechazo inconsciente a las ciudades, estas megápolis que desalojan el mundo natural y van aislando al hombre del seno de su verdadero mundo” (Teillier, 49), pues en la ciudad, según ellos, el yo estaba pulverizado y perdido. En este sentido, volver a la tierra, o basarse en ella dentro de su temática, no significa que la poesía lárica sea descriptiva y detallista, funcionando como mera enumeración naturalista conducente a una especie de criollismo poético. La poesía lárica es más bien, un complejo proceso de interpretación del significado de las costumbres y ritos, que tal como dice Teillier, “han sido transmitidos de generación en generación” (Teillier, 50), pues el poeta no se siente solo, sino siempre rodeado de un mundo físico al cual pertenece y que le pertenece. Dicho mundo, está formado por recuerdos y antepasados que lo acompañan en su tránsito terrestre, lo cual podemos apreciar en Otoño Secreto “cuando las amadas palabras cotidianas/ pierden su sentido/ (…) es bueno saludar el plato y el mantel puestos sobre la mesa/ y ver que en el viejo armario conservan su alegría/ el licor de guindas que preparó la abuela” (1-14). Otra característica fundamental de la poesía lárica es que los poetas ya no se sitúan como centro del universo, con el yo desorbitado y romántico “al estilo de Huidobro o Neruda” (Teillier, 51) sino que son observadores, cronistas y transeúntes, dicho de otro modo, habitantes más de la

tierra. En este sentido, el lenguaje poético utilizado en la poesía lárica, no se diferencia del de la vida cotidiana, no se buscan palabras complejas o efecticistas, sino más bien, frases y giros corrientes, mediante un habla coloquial. Como ya señalé anteriormente, los poetas de los lares, pretenden solidificar su obra dentro del mundo del pueblo, el campo y las aldeas. Por omisión, se repudia entonces el mundo “mecanizado y estandarizado del presente, en donde el hombre medio sólo aspira a las pequeñas metas del confort como el auto, la televisión” (Teillier, 52), en este sentido, el hablante lírico busca conservar las cosas reales, en vías de extinción, frente a esa invasión de la irrealidad que son impuestas en serie. Este es un punto interesante, pues de ahí la nostalgia característica de la poesía lárica, una nostalgia que nace por la búsqueda del reencuentro con una edad de oro, con un paraíso perdido que alguna vez estuvo sobre la tierra. Neruda por su lado nace en Parral el 12 de Julio de 1904 bajo el nombre de Neftalí Ricardo Reyes Basoalto. Respecto a su obra, es interesante remarcar el viaje poético que realiza el autor a lo largo de su producción literaria por medio de los diversos hablantes que conforman su heterogénea y peculiar realidad de hombre, como por ejemplo: la imagen del adolescente en Crepusculario, el amante en Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada, y el testigo presente en Residencia en la Tierra. Estos cambios serían las “vidas” o “personas” del poeta, donde la palabra es el resultado de lo que el poeta hace, y este hacer es, a la vez, fruto de lo que el hombre siente, vive o piensa. En esta trayectoria, en Residencia en la Tierra II, libro al cual pertenece el poema que analizaremos, Neruda intenta encontrar un sentido a la existencia buscando en su propia interioridad las respuestas necesarias, donde, utilizando técnicas de influencia vanguardistas, participa en la noción de “crisis generalizada y promueve un corte radical con el pasado” (Yurkievich 1), la vanguardia, de esta forma no influye en el poeta de manera eufórica, pues no

da cuenta de los cambios impuestos por la era industrial y la tecnología en el hábitat urbano como sucedía con los primeros vanguardistas-, sino más bien, podemos encontrar una modernidad interiorizada, donde, tal como propone Yurkievich, se detectan y plasman las relaciones dislocadas debido a la idea de inadaptación, junto a temáticas relacionadas con la precariedad, la insignificancia y la incertidumbre. En este sentido, el desplazamiento desde el campo a la ciudad es singularmente significativo. En el caso de Neruda, inicialmente, el poeta deseaba alejarse de su destino provinciano, para lo cual, observaba a la ciudad como una oportunidad de experiencias enriquecedoras. Sin embargo, pese a este anhelo experiencial, su enfrentamiento con la vida urbana se vuelve paulatinamente paradójico: “Sucede que me canso de ser hombre / Sucede que entro en las sastrerías y en los cines / marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro / navegando en un agua de origen y ceniza”. De esta manera, el hablante lírico se excluye de ese ambiente, aproximándose a la naturaleza de sus inicios y describiendo negativamente la vida en la ciudad moderna. Por otro lado, Jorge Teillier se antepone a las ansias de experimentación y fundamenta su poética, desde un principio, en la representación de los lares, a través de los cuales sus poemas remueven los recuerdos de su procedencia mediante la infancia perdida: “Esta noche duermo bajo un viejo techo, / los ratones corren sobre él, como hace mucho tiempo, / y el niño que hay en mí renace en mi sueño”. En una primera instancia, el hablante lírico evoca a un espacio y tiempo inaccesible físicamente, por lo que recurre a su reminiscencia, a través de la cual trasgreda lo cotidiano, pero, a su vez, invoca esa cotidianidad. A modo de profundizar en la contraposición entre el entorno natural y el ambiente de la ciudad, es primordial establecer las características particulares de cada poeta y sus respectivas obras. En el caso del hablante lírico de “Walking around”, éste describe a seres ignorados, sobrevenidos por la cotidianeidad y la rutina que, a su vez, se encuentran alienados y sin

interacción: “Sin embargo sería delicioso / asustar a un notario con un lirio cortado / o dar muerte a una monja con un golpe de oreja”. Por esta razón, a diferencia de Teillier, Neruda denuncia categóricamente a la ciudad, pero no la enfrenta a una representación idealizada de la provincia o del origen. Así, la ciudad y la modernidad se transforman en el argumento principal de Residencia en la tierra, el cual se encuentra cargado de una negatividad que enuncia la relación y experiencia concreta del poeta con la ciudad: “Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas / a hospitales donde los huesos salen por la ventana, / a ciertas zapaterías con olor a vinagre, / a calles espantosas como grietas”. De esta manera, desde sus primeros poemas, el hablante lírico manifiesta la representatividad de lo imperfecto y confuso, profundizando en el inmenso desorden producto de la modernidad, y el vacío existencial que produce esta ciudad desolada. Neruda, a través de Residencia en la tierra, se desplaza entre los recuerdos regeneradores de la naturaleza natal y la permanencia destructora de la urbe, trasladándose, así, del ser al no ser. Vale decir, de la experiencia restauradora de lo originario y el reconocimiento del desamparo en lo extranjero. En este sentido, si Neruda recurre a lo natural y primigenio es para ahondar en su devastada experiencia del destierro urbano. En cambio, como lo mencionamos anteriormente, Teillier contrapone la vida en la ciudad (indirectamente) con la época dorada de la infancia en la provincia. Así, los lugares representados en Para ángeles y gorriones poseen un carácter verídico para el poeta que se entrelazan con imágenes simbólicas, mentales y sensoriales a través del hablante lírico: “Aspira de nuevo el olor de los muebles de roble, / y mira lleno de miedo hacia la ventana”. Sin embargo, ese recuerdo cándido e inalterable que se rescata por medio de la memoria, solamente se mantiene momentáneamente, pues culmina gradualmente con su desvanecimiento: “Pues sabe que ninguna estrella resucita”. Esta representación se sustenta en la carencia de intensidad que posee el presente que, frente a la búsqueda de lo perdido, el pasado se enfrenta a él como un lugar

maravilloso desde donde proviene el poeta. De esta manera, por medio del recuerdo, la cotidianidad del presente se hace perceptible y se recupera. Así, observamos dos momentos recurrentes, íntegramente, en la antología poética de Teillier. En primer lugar, la infancia como un momento ingenuo e incorruptible y, en segundo lugar, la reminiscencia o recuerdo de éste. En este sentido, la poesía del autor se desplaza entre la polaridad de la felicidad del tiempo recordado y el sufrimiento de su disgregación: “Esa noche oí caer las nueces desde el nogal, / escuché los consejos del reloj de péndulo, / supe que el viento vuelca una copa del cielo, / que las sombras se extienden / y la tierra las bebe sin amarlas, / pero el árbol de mi sueño sólo daba hojas verdes / que maduraban en la mañana con el canto del gallo”. Para finalizar, comentaremos que, según lo propuesto, hemos analizado algunas temáticas que se desprenden de “Walking around” de Pablo Neruda y “Bajo un viejo techo” de Jorge Teillier. En este sentido, es importante destacar que para Neruda, la vida posee un carácter reiterativo, la que es acometida por remembranzas inconclusas, y que no logran ser lo suficientemente poderosas para enlazarlas con su presente ni proyectarlas con el futuro. En cambio, observamos que Teillier es un sujeto desterrado que subsiste en la ciudad moderna y que, ilusoriamente, regresa de manera incesante al tiempo de la infancia y al espacio que con anterioridad habitaba, queriendo reencontrarse con lo ya inexistente. Asimismo, este poeta tiene conocimiento de su tierra de la infancia, pues está consciente que ese mundo físico al cual perteneció (y pertenece) también le corresponde. De esta manera, el poeta regresa a los recuerdos de su tierra como muestra de rechazo a la modernidad que, además, permiten la búsqueda de la armonía en esa naturaleza, convirtiendo a su infancia en una imagen onírica y deseable permanentemente. Además, igualmente es imprescindible mencionar que las alteraciones del ambiente urbano y moderno no meramente incomunican a los hombres entre ellos, sino que también a través de su alienación, los excluye de su entorno natural y de su origen. De esta

manera, particularmente, Neruda exterioriza esta enajenación de la ciudad por medio de la disconformidad de la rutina y el tedio que provoca lo cotidiano, sin embargo, al evocar situaciones pasadas no logra extraerlas del todo para la construcción de un presente o futuro solvente en el poema. Así, el poeta denuncia a la ciudad, enumerando y describiendo la desolación, la incomunicación y la sensación de asilamiento, pero no idealiza el espacio físico de origen para enfrentarlo con el ambiente citadito y urbano. En cambio, Teillier utiliza la figura ingenua del niño, la situación de cotidianeidad y de ensimismamiento del hombre adulto para enfrentar pasado y presente, o, ambiente natural y entorno urbano. Así, el hombre adulto necesitará irrefutablemente a este niño para sobrellevar la abstracción de la ciudad que, en definitiva, la poesía plasmará esta búsqueda de la infancia como un resguardo contra el presente.

Bibliografia

Anónimo. Biografía Jorge Teillier. 04 de Julio 2013. .

Neruda, Pablo. Residencia en la tierra. Santiago: Bruguera, 1986 Nómez, Naín (ed.). Antología crítica de la poesía chilena (págs.141-157). Santiago: Lom, 2000.

Teillier, Jorge, Los poetas de los Lares, Nueva visión de la realidad en la poesía chilena, Boletin de la Universidad de Chile, 1965.

Teillier, Jorge. Para ángeles y gorriones. 04 Julio 2013 .

Yurkievich, Saúl. “Residencia en la Tierra: Paradigma de la Primera Vanguardia”. A través de la Trama. Muchnik: Editores, 1984.

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