PABLO: DESPUÉS DEL NAUFRAGIO

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Descripción

PERSONAJES BÍBLICOS 8

Mª Auxiliadora Pacheco Morente

PABLO: DESPUÉS DEL NAUFRAGIO


El apóstol Pablo había estado preso varios años injustamente, sin
conseguir que se le dejara en libertad. Ante esta situación, echó mano del
único recurso que le quedaba, apelar al César. Por eso fue puesto a cargo
de un centurión llamado Julio, con otros presos que debían ser conducidos a
Italia, siendo acompañado por Aristarco (Hch. 27:1, 2). Julio, sabiendo que
Pablo estaba preso por motivos de conciencia, no por ser un vulgar
malhechor, trató a Pablo humanamente, permitiéndole visitar a sus amigos
(27:3). Después la navegación prosiguió sin incidentes, haciendo trasbordo
en una nave que se dirigía hacia Italia (27:4-6). La navegación empezó a
ser lenta y dificultosa, por estar ya cercana la época en la que sería
imposible navegar (27:7-8).
Viendo lo que sucedía, Pablo aconsejó sensatamente a Julio que desistiera
de seguir navegando, e invernaran, previendo que estaban en riesgo sus
vidas y propiedades. Pero el centurión prefirió hacer caso del piloto y el
patrón de la nave, y seguir navegando, porque al parecer el puerto en el
que estaban no era de los mejores para invernar. (27:9-12). Así, un consejo
sabio fue desechado por unas supuestas mejores condiciones de invernada,
desechando los riesgos que implicaba esa decisión.
Tomada ya la decisión de zarpar, al principio parecieron ir bien las
cosas, pero al poco se levantaron malos vientos que comenzaron a arrastrar
la nave, como había advertido Pablo. Ya lo único que podían hacer era
intentar sortear la tempestad lo mejor posible. Primero reforzaron la nave,
y los siguientes días empezaron a tirar por la borda todo lo que no fuera
imprescindible (7:13-19). La situación había llegado a un punto en que el
que ya habían perdido toda esperanza de salvación (7:20).
Pero Pablo, a pesar de las circunstancias tan negativas que le rodeaban,
no había perdido ni su fe ni su confianza en Dios, y había continuado en
una comunión íntima con el Señor, rogando por las personas que estaban en
la nave. Por ello, Dios pudo hablarle y darle un mensaje para él y las
demás personas que se encontraban con él en la nave. Levantándose, señaló
el error en el que habían incurrido, pero dijo que Dios le había prometido
salvar la vida de todos los que viajaban con él, aunque deberían naufragar
en una isla (7:20-26).
Los marineros tuvieron un intento fallido de abandonar la nave, que fue
abortado por indicación de Pablo. Al amanecer siguiente, Pablo exhortó a
todos a comer para tener fuerzas para lo que se avecinaba, y después de
comer y quedar satisfechos, echaron el trigo al mar. (7:27-38). Al hacerse
de día, ocurrió como había anunciado Pablo, y encallaron en una isla, pero
todos llegaron a tierra sanos y salvos (7:39-44).
Una vez en tierra, supieron que se encontraban en Malta, y los naturales
los socorrieron. Pablo, queriendo ayudar, echó unas ramas al fuego, pero le
mordió una víbora. Después del naufragio, cuando parecía que ya no parecía
que pudieran suceder más cosas malas, le atacó una serpiente venenosa, que
en ese tiempo eran comunes en Malta. Los naturales esperaron que sufriera
los efectos de la mordedura, pero Pablo fue librado milagrosamente (28:1-
6). La serpiente simboliza al Diablo, que siempre está buscando el momento
más adecuado para atacarnos. Cuanto más en un momento de desastre, de
debilidad. Pero Dios tenía otros planes para Pablo, como ya le había
declarado, y le salvó.
Los náufragos fueron acogidos por el gobernador de la isla, un hombre
llamado Publio. Pablo, sabiendo que su padre estaba enfermo, agradecido por
su hospitalidad, oró por él y Dios le sanó. Entonces las demás personas de
la isla, durante el tiempo que permanecieron en ella, le trajeron los
enfermos para que orara por ellos, y al partir los proveyeron de las cosas
necesarias. En la tierra del naufragio, Dios hizo prosperar a Pablo y sus
acompañantes, una primera prueba de que todavía tenía obra suya que
cumplir.
En nuestras vidas, somos muchos los que hemos sufrido naufragios. Unas
veces por malas decisiones nuestras, otras por malas decisiones de otros, o
por la maldad de este mundo. Pero nunca debemos desesperar, aunque el
Diablo intente destruirnos en nuestro momento de mayor debilidad. Dios
nunca abandona a aquellos que confían en Él, y tiene planes y futuro para
todos los que quieren servirle. Y Él puede darnos un nuevo comienzo en
cualquier momento de nuestras vidas, y hacernos fructificar en lo que en un
primer momento parezca la tierra de nuestro exilio, de nuestro naufragio
particular. Como dice un dicho: "El mañana empieza hoy".
Pensemos pues en los momentos de prueba: ¿cuándo está Dios más cerca, en
los momentos de paz, o en los de dificultad? ¿Qué hemos de hacer cuando
todo parece derrumbarse a nuestro alrededor? ¿Cuándo se acaban los planes y
los propósitos de Dios para nosotros?
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