\"Otros ricotes\", en Tríptico de la expulsión de los moriscos...

July 25, 2017 | Autor: Rafael Benitez | Categoría: Moriscos
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Descripción

Parte 111

Otros ricotes

Otros ricotes Introducción

Doquiera que estamos llorarnos por España, que en fin nacimos en ella y es nuesu·a patria natural; en ninguna parte hallamos el acogimiento que nuestra desventura desea, y en Berbería, y en todas las partes de África, donde esperábamos ser rcccbidos, acogidos y ragalados, allí es donde más nos ofenden y maltratan. No hemos conocido el bien hasta que le hemos perdido; y es el deseo tan grande, que casi todos tenemos de volver a Espafia, que los más de aquellos, y son muchos, que saben la lengua corno yo, se vuelven a ella, y dejan allá sus mujeres y sus hijos desamparados. Miguel de CHRVANTES, Don Quijote de la Mancha, 11 parte, cap. LIII.

Los moriscos vivieron sobre ambas orillas del Mediterráneo, la cristiana y la musulmana. Algunos lo hicieron solo de forma mental, ya que sin llegar a cruzar el mar su referente ideológico, religioso e incluso político les orientaba hacia el norte de África, hacia el mundo islámico'. Pero muchos lo hicieron de forma física, unos voluntariamente a pesar de las prohibiciones existentes; la mayoría, varios centenares de mi-

les, obligados por los decretos de expulsión de 1609-1613, Cuántos de estos regresaron a tierras de la Monarquía Hispánica es una pregunta Una introducción sobre el asunto, con referencias bibliográficas, puede verse en: i>, en la otra orilla, mediante una serie de preguntas que nos aportan información sobre con quién se relacionaron en el trabajo, en la amistad, en el matrimonio, qué signos exteriores adoptaron en sus vestidos, en su lengua, y, en especial, sobre su actitud religiosa: ¿Islamizaron, y hasta qué grado? ¿Tuvieron que ser instruidos en el islam, fueron circuncidados? Otra serie de preguntas se interesan por su actitud «aquende», al regresar al mundo cristiano. Por supuesto, por su comportamiento religioso. Además, un aspecto específico que preocupa a los inquisidores es la presencia de moriscos cautivos que se hacen pasar por «moros de allende». l. Ilernard VINCENT, «El río morisco», en El 1ío morisco, Valencia, PUV, Biblioteca de Estudios Moriscos, 2006.

ÜTUOS RICOO'ES. INIBODUCCIÓN

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El abanico de posibles identidades que los moriscos podían adoptar era amplio -la suya de moriscos, la de moros o turcos, la de cristianos, la de renegados-y da pie a variadas posibilidades de comportarse. Por nuestra parte debemos también preguntarnos qué es lo que les impulsa a asumir esa identidad, ¿Son sinceros o es una estrategia? ¿Funcionó esa estrategia? RI primer caso es el de un morisco expulsado que regresa voluntariamente para integrarse en la sociedad española. El manchego Diego Díaz, de Daimiel, en el Campo de Calatrava, salió expulsado hacia Francia, de donde regresó una primera vez, para volver a ser deportado hacia Argel. En una confusa odisea, regresa a La Mancha, se casa con una murciana cristiano-vieja y pasa desapercibido, e incluso es bien considerado por sus convecinos, hasta que una denuncia mal fundamentada y fruto de la enemistad le lleva ante el tribunal inquisitorial. Allí declara con orgullo: «Soy de los antiguos moros de las Cinco Villas de Calatrava que residen en Castilla hace más de 300 años [... ] y que se volvieron de su voluntad cristianos'.» El segundo modelo de comportamiento es el de los que regresan como corsarios y al ser capturados afirman ser moros, con el doble sentido de musulmanes y naturales del norte de África. He localizado diversos casos de moriscos valencianos expulsados que adoptan esta postura. Sus declaraciones, y las de otros de compañeros de aventura, permiten acercarnos al interesante mundo del exilio morisco, difícil de conocer. Frente al comportamiento de los que quieren disimular su identidad morisca y se hacen pasar por moros, para finalmente reconocerla y pedir clemencia al tribunal, el caso dramático de Francisco Pérez, alias Alí. Se trata de un morisco granadino deportado en 1570 del Reino de Granada a La Mancha con unos nueve años, que consigue con gran esfuerzo rehacer su vida en Villanueva de Infantes -con desplazamientos a Murcia para trabajar la seda-, casarse, construir una familia, para, teniendo unos 50 años, ser expulsado de España. En Francia, hacia donde se dirigieron, fueron rechazados y, finalmente, se asentaron en ArgP.1. Rehace de nuevo su vida, tiene nietos nacidos allí, y un buen día, a principios de septiembre de 1615, un corsario mallorquín le cautiva en la costa argelina mientras estaba pescando. A bordo reconoce ser morisco del Reino de Murcia y l. Sobre los moriscos del Campo de Calatrava y su permanencia en Espafia véase la obra de TI.·evor DADSON, Los moriscos de Villarrubia de los Ojos (siglos XV-XVIII). Historia de una minoría asimilada, expulsada y reintegrada, Madrid/Frankfurt, Jberoamericana/Vervuert, 2007.

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ÜTROS RICOTES. INTRODUCCIÓN

:~ llamarse Alí, aunque en España le conocían como Francisco Pérez. Alí mantuvo con firmeza que, dado que Felipe III le había expulsado por ser moro, él lo era y lo quería seguir siendo. Sin negar su condición de morisco, aunque en algunas fases de su proceso puso en duda haber sido bautizado, se aferró a su identidad de moro, entendida aquí como musulmana, asumida plenamente en el destierro argelino. Como conclusión, los casos analizados nos muestran que era difícil escapar a tu «nación1>, a tu casta, a tu «generación», a tu linaje. El morisco podía sentirse integrante de la comunidad islámica, vestir de turco, hablar árabe, ir alas mezquitas de Argel... pero él se sabía, se autoidentificaba como morisco, y además de una determinada región de España. Y los otros moriscos le reconocían, y llegado el caso le denunciaban, como tal. Y en Argel, por poca relación que tuvieran con moros y turcos, estos los identificaban como tales moriscos. Al regresar es cuando se ven ante la decisión de optar por una identidad. Para los capturados en corso, la opción de hacerse pasar por moros ofrecía la ventaja de evitar el paso por el tribunal inquisitorial, y facilitaba su regreso a tierras islámicas, algo vedado a los cristianos. Evidentemente, en los ejemplos analizados los reos acaban reconociendo su carácter morisco. Otros pasarían desapercibidos a los ojos del Santo Oficio y mantendrían su asumida identidad mora, entendida como norteafricana. Pero hay que destacar la facilidad con que compañeros, amigos e incluso familiares denuncian ante el tribunal la presencia de moriscos disimulados bajo identidades falsas. En definitiva, en este mundo de frontera, el morisco jugaba con la ventaja de poder optar por identidades alternativas, y con la desventaja de ser sospechoso en ambas orillas. En el fondo su carácter morisco, y de una determinada región de España, era su identidad básica.

Capítulo 9

La odisea del manchego Diego Díaz

Fray Jean de la Tour, de la Orden de los Mínimos, recordaba su estancia en Toledo mientras escuchaba la confesión que, en castellano, estaba haciéndole aquel español que provenía, precisamente, de la distante diócesis toledana'. Estaba facultado para poder absolver, en todo el territorio de Aviñón, cualquier pecado, incluso los reservados a la Sede l. El proceso de Diego Diaz se conserva en el Archlvo Diocesano de Cuenca, leg. 437, n. 0 6169, Había sido ampliamente citado por l'vlercedes GARcÍA-AnnNAL en su libro Inquisición y moriscos. Los procesas del Tribunal de Cuenca, Madrid, siglos xx1, 1978, p.140-150. Reproduzco el texto tal y como se publicó dentro de la parte dedicada a «Moriscos», en Ricardo GARCÍA CÁRCBL,]udios y moriscos, de la serie «Los olvidados de la historia», Barcelona, Random I-Iouse Mondadori, 2005, p. 145-256. Habfa aparecido anles, en 2004, en la colección por suscripción del Círculo de Lectores. Debo hacer la salvedad de que la colección iba dirigida al gran público y pedía un estilo narrativo que a su vez exigía algunas libertades en el tratamiento de las citas que no es el estricto de una publicación académica. Sin embargo, la edición por Richard !CAGAN y Abigail DYTIR (Inquisitorial inquiries: brief Uves of secret Jews and other heretics, Baltimore, The John Hopldns University Press, 2004, cap. 5, p. 119-151. Traducción espafiola: Vidas infames: herejes y criptojudios ante la Inquisicion, San Sebastián, Nerea, 2010) de una gran parte del proceso me ha inclinado a mantener el texto sin cambios y sin notas, salvo esta primera en que se relaciona la bibliografía en que se fundamentaba el trabajo: Jean-Pierre DEDIEU, ~, con stt hermana. Además afirma haber

conocido a Jaime c;:ahat en Cherchell, y haberse relacionado entre ellos bastante tiempo antes de la última embarcación. Incluso del sexto morisco, Alí, que queda al margen de las declaraciones de sus compañeros, y del interés de los inquisidores posiblemente por ser esclavo del Virrey, l. Proceso de Miguel Boris 1 alias Amete, esclavo de Urrutia, 1624. AHN, Inquisición, leg. 548, exp. 21.

CAPTUHADOS COMO CORSARIOS

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sabemos por el testimonio de un moro, Cuehuh Alí, que era cuñado de t;:ala, por haberse casado en Cherchell con una hermana suya. No había sido solo una relación de vecindad, reforzada por importantes vínculos matrimoniales. Según confiesa Jaime Faraig, él, juntamente con Joan Mu9a y Jaime t;:ahat, había participado en una primera expedición corsaria hacia Rosas, en la costa catalana, en torno a San Juan, 24 de junio, de 1612, «aunque no cautibaron gente sino solo tomaron un bajel cargado de arroz porque la jente avía saltado en tierra». Precisión importante para disminuir su ya grave culpabilidad. No se puede precisar si es la misma a la que se refiere Mu9a, que reconoce haberse embarcado en una saetía cuyo patrón le dijo que iba a Francia, pero que tuvo un mal encuentro con cristianos que la desarbolaron -«les quebraron el árbol»- obligándoles a volver a Argel. Su intención, dijo a los inquisidores, era quedarse en Francia, es decir, volver a tierras cristianas.

También Pedro Faraig en una de sus declaraciones reconoce haber realizado más actividades corsarias en compañía de Jaime c;:abat. Hacia el otoño de 1611 había salido en una nave de un renegado marsellés, llamado el patrón Gaspar, con más de 70 hombres, hacia el estrecho de Gibraltar, por donde navegaron cerca de dos meses sin conseguir ninguna presa, tras lo cual regresaron a Argel. Sin tanta precisión, y sin poder identificarla con la empresa anterior, Jaime t;:ahat acabó reconociendo que hacía un año poco más o menos, lo que la sitúa hacia el mes de abril de 1612, había salido de Argel en corso «a robar christianos y otras pressas que topasen en la mar, en compañía de otros moros y muchos moriscos de los expulsos deste Reyno» de Valencia, pero que una tormenta les había obligado a refugiarse en un puerto a dos jornadas de Argel, llamado Huytalauner. Allí conoció al inglés Roberto que había ido a comprar manteca. Meses después se lo encontró en Argel y le propuso salir «en corso con él a robar», con el resultado conocido. No era, pues, la primera vez que los moriscos que embarcaron en la desdichada saetía capitaneada por Robert, alias Mohamed, realizaban actividades corsarias conjuntamente. Puede, por tanto, suponerse sin mucho riesgo que Jaime Lochet, alias c;:ahat, animara a sus cinco compañeros a participar en Ja empresa patroneada por el inglés, que acababa de renegar según Je habían dicho al propio t;:ahat los otros marinos ingleses, poco antes de embarcarse. La cohesión del grupo de moriscos valencianos parece haberse afirmado en Berbería por la amistad, el matrimonio y Ja actividad corsaria.

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CAPTURADOS COMO CORSARIOS

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A pesar de su esfuerzo para aculturarse en la nueva sociedad que les acogía, los lazos «nacionales» no solo se mantienen sino que se refuerzan vía matrimonial. Incluso más allá de la estrecha comunidad valenciana, las relaciones y la identificación de los moriscos corno tales, dentro de su diversidad de origen, se manifiesta en una reveladora anécdota de otro morisco cautivo en Valencia, el murciano Domingo de Salas. Tenía 1~ años en 1624, lo que significa que fue expulsado de niño. En una de sus confesiones ante el tribunal de Valencia, dice haber conocido en Argel, además de a Alonso Méndez y a su hermano, también murcianos, a Miguel Boris, alias Amete, de Perpuxent. «Allá -explica- siendo todos muchachos, jugando de
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