¿Otro modelo de desarrollo rural es posible? Condicionantes y oportunidades para la Agricultura Orgánica en Argentina desde una visión histórica.

June 14, 2017 | Autor: Silvia Lilian Ferro | Categoría: Sustainable agriculture, Agricultural Economics, Agroecologia
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Cuartas Jornadas de la Asociación Argentino Uruguaya de Economía Ecológica – Buenos Aires – Noviembre 27 y 28 de Noviembre de 2009

¿Otro modelo de desarrollo rural es posible? Condicionantes y oportunidades para la Agricultura Orgánica en Argentina desde una visión histórica.

Dra. Silvia Lilian Ferro 1- La coyuntura El comercio mundial de agro-alimentos y de recursos energéticos no renovables, bienes estratégicos que lo caracterizarán seguramente durante la mayor parte del Siglo XXI, está periódicamente sacudido por crisis y vaivenes impredecibles a la luz de la falta de planes de contingencias de los países del Norte Global para prevenir y amortiguar los cíclicos y crecientes colapsos del sistema financiero global. Argentina, una vez más, se convierte en el escenario privilegiado donde se manifiestan las crisis y tensiones del comercio mundial de agroalimentos, ámbito con el que se encuentra íntimamente vinculada dado su histórico protagonismo en ese plano. Recientemente, durante el año 2008, se expresaron en simultáneo procesos íntimamente relacionados entre si: la asunción por parte de la FAO de un escenario de crisis alimentaria global y el lock-out de los productores sojeros argentinos iniciado en Semana Santa de ese año, ante la modificación del esquema de derechos de exportación impulsado por el Gobierno Nacional en un escenario de rentabilidades extraordinarias que el sector venía obteniendo desde la devolución del peso argentino en febrero de 2002. Ambos procesos tienen en común su originaria y estrecha vinculación con el ascenso del capital financiero en la segunda ola global que se inicia en la década de los ’70 del Siglo XX y que devendría en actor agrario protagónico de la agriculturización en distintos escenarios rurales del Sur Global 1 , originando innumerables conflictos sociales y políticos además de su gran responsabilidad en el acelerado deterioro ambiental de los territorios involucrados. En la etapa actual y ante la anunciada caída de un orden económico global basado en el predominio del capital financiero, se impondría la necesidad de rediseñar la producción, comercialización y distribución de alimentos en un mundo con el mayor porcentual de hambre de toda su historia paradojalmente en el momento de mayor producción de los mismos gracias a las innovaciones tecnológicas. Algunas alternativas, en tímido desarrollo previo, comienzan a ser tenidas en cuenta en los distintos planos de decisión. Esta coyuntura puede constituirse en la bisagra para pensar, de cara al Bicentenario, en la necesidad de dar un giro sustantivo en el diseño del modelo de desarrollo rural en clave de sostenibilidad ambiental, social, política

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-Por citar algunos casos emblemáticos: los conflictos con Monsanto en India por la producción de aceite de soja que documenta Vandana Shiva y la crisis humanitaria desatada en Africa por la acción predadora de multinacionales en busca de volcar la mayor superficie cultivable posible a los cultivos destinados a los agro-combustibles, especialmente en Nigeria. LIBRO DE DOCUMENTOS COMPLETOS – CD ROM – ISBN 978-987-22038-4-9

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y económica, así como en una renovada estrategia de inserción al comercio regional y mundial de agroalimentos. 2-Los contextos Esta “segunda ola global” 2 se caracteriza por la consolidación de un nuevo sistema mundial de acumulación del capital, que impacta de manera fundamental en los países desarrollados y aquellos en «vías de desarrollo» cerrando el ciclo del crecimiento económico por vía de la industrialización sustitutiva de importaciones (ISI) de las décadas anteriores y renovando una división internacional del trabajo jerárquica y asimétrica. El proceso de valorización financiera en desmedro de la actividad productiva en general-y en especial de la actividad industrial- propio de esta etapa, afectó tanto al Norte como al Sur en el escenario atlántico. En América Latina y en el espacio MERCOSUR en particular, este reordenamiento de fuerzas económicas estuvo vehiculizado y posibilitado por la violencia política contra amplios sectores sociales que se resistían a ceder conquistas sociales y laborales materializadas en la etapa anterior signada por Estados de Bienestar, que habían desarrollado una industrialización considerable (por ende vastos sectores obreros) y contra las organizaciones sociales y políticas que se posicionaban en defensa de políticas económicas previas que habían incrementado la participación del sector asalariado en la riqueza nacional. Desde la segunda mitad de la década del ’70 se acelera el proceso de desindustrialización en Argentina (BASUALDO, 2006: 156). Este proceso de origen global y de profundo impacto regional, tendrá en Argentina y en gran parte de los países del área MERCOSUR dos consecuencias funcionalmente complementarias e interrelacionadas: la desindustrialización en los escenarios urbanos y la agriculturización en el ámbito rural motorizada por la demanda y los precios internacionales de commodities en alza en el período. Tanto una como la otra son las dos caras de la misma moneda: el avance del capital financiero por encima del industrial. En el escenario agrario esto acarreó un progresivo incremento de formas de inversión de orígen rentístico- pooles de siembra, fideicomisos y una 2

-Los historiadores económicos O`ROURKE and WILLIAMSON (1999) periodifican el proceso globalizador en dos “olas” entendiendo que desde mediados del Siglo XIX hasta principios del XX-entre 1870-1913-se produce la primer ola globalizadora [first global boom] en la que serán los cambios tecnológicos en los transportes marítimos y en las comunicaciones los que posibilitaron un inédito movimiento de mercancías, trabajadores y capitales a escala mundial; especialmente provenientes de países otrora desarrollados del Norte Global en dirección a los países en crecimiento del Sur Global, por ejemplo Argentina quien poseía uno de los mas atractivos “espacios vacíos”[great plains] el cual junto al Valle del Mississipi en EUA, Sur-Oeste de Canadá y Australia conformaría ese sistema mundial de grandes llanuras, tan atractivas para la visión geopolítica del capital financiero británico actor económico protagonista de esa etapa. Argentina se inserta exitosamente en dicho proceso a partir de una economía primario-exportadora.

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variada morfología de sociedades comerciales, fuertemente asociadas al cultivo de la soja-que agudizaron las históricas asimetrías en la estructura socio-agraria argentina. Desde los acontecimientos iniciados en la Semana Santa del 2008 quedó dramáticamente expuesto el “complejo de insostenibilidades” que conlleva la agriculturización sojera. Mientras la insostenibilidad ambiental de este modelo está siendo debatida colectivamente con intensidad progresiva y su insostenibilidad económica y política quedó al descubierto ante la opinión pública durante el lock-out del 2008, existen otras insostenibilidades como las sociales, que aún no son captadas como un problema de primera magnitud para el equilibrio del desarrollo rural argentino. A raíz de esto se ha iniciado por parte de actores públicos, el debate político, técnico y económico acerca de las posibilidades de expandir la “agricultura orgánica” vía reconversión agraria a la manera europea a la mayor superficie cultivable posible. Otros enfoques surgidos del paradigma de la Agroecología en desarrollo en el espacio latinoamericano hace ya varias décadas ponen el foco de a discusión en la amenazada soberanía alimentaria, el desequilibrio ambiental y en la necesidad de acometer conjuntamente un ordenamiento territorial sustentable. 3-Los tópicos en los debates: •

¿Una “PAC” en el ámbito MERCOSUR es factible?

El MERCOSUR es una de las regiones supranacionales más importantes del mundo en cuanto a provisión de agroalimentos y a su vez cinco países del área están posicionados en el Top Ten mundial de los productores de soja según los datos publicados por la USDA 3 : 2° Brasil, 3° Argentina,6° Paraguay,8° Bolivia y 9° Paraguay. Si bien en estos países se combinan producción de soja transgénica y convencional hay un predominio de la primera modalidad en la región, por lo que las demandas de las organizaciones sociales y ambientalistas demostrando el daño ambiental y en la salud humana que esa “especialización productiva” ocasiona en sus poblaciones, es también un factor común en los países señalados. La Unión Europea, primer importador mundial de alimentos, es también el principal cliente del MERCOSUR en ese rubro, e impone fuertes regulaciones a la entrada de los agroalimentos a su espacio comercial. Uno de las principales es que éstos sean producidos bajo el sistema orgánico, tal como se realiza dentro del sistema agrario comunitario desde la implantación de la Política Agrícola Común y sus sucesivas reformas. La PAC es la principal política común de ese espacio económico desde hace mas de cuatro décadas, e implicó un drástico y profundo proceso de reconversión agraria en los territorios nacionales baso su órbita. Los objetivos de esta política, desde el Tratado de Roma en adelante, son cuatro: 1) incrementar la productividad agrícola, 2) garantizar un nivel de vida equitativo a la población rural, 3) estabilizar los mercados y 4) garantizar la seguridad de los 3

-Siglas en ingles del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, primer productor mundial de soja. LIBRO DE DOCUMENTOS COMPLETOS – CD ROM – ISBN 978-987-22038-4-9

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abastecimientos y proveer a los consumidores comunitarios alimentos sanos a precios razonables. Mas allá de los “chequeos” oficiales a la PAC y los actuales debates públicos intramuros, respecto del nivel de cumplimiento de sus objetivos (CARRETERO, 2001), las políticas proteccionistas de la UE, concurrentes a este proceso interno, implicaron en el plano internacional fuertes desventajas para la producción agraria del Sur Global. Otros bloques comerciales del Norte Global como Estados Unidos y Canadá, sumaron medidas similares que no son más que una reestructuración agraria mundial basada en desiguales relaciones de fuerza entre el Norte y el Sur Global expresadas claramente en los acuerdos en el seno de la Organización Mundial de Comercio (antes GATT) y sus periódicas Rondas Comerciales. Las diferencias de institucionalidades vigentes en ambos espacios, Unión Europea-MERCOSUR, como la construcción de una institucionalidad comunitaria con autoridad mayor a cada Estado Nacional en el primer paso y en el segundo la resistencia persistente a construirla de ese modo preservando la vía de la integración en base a acuerdos pero sin perder la lateralidad entre los países miembros; dificulta en este caso la imposición “de arriba hacia abajo” de una posible reconversión agraria uniforme hacia la agricultura orgánica en los espacios nacionales implicados. En el mejor de los escenarios de un impulso común a este proceso en el área, si no se tienen en cuenta las asimetrías en las reglas de juego cristalizadas en los organismos multilaterales que regulan el comercio internacional, la posible promoción de la agricultura orgánica desde el MERCOSUR podría devenir en un impulso político-económico a un simple cambio de forma de producción, de la convencional a la orgánica, sin que se afecte la subalternidad de un bloque “especializado” en producir y vender commodities con escaso valor agregado en el plano del comercio internacional. En la actual configuración de modelos económicos nacionales fuertemente dependientes del formato agroexportador como caracterizan a la mayoría de los países miembros de este bloque económico regional, la provisión de alimentos sanos a precios razonables no tendría como prioridad a los consumidores de sus espacios nacionales, sino que en un potencialmente generalizado sistema productivo orgánico, necesariamente dependiente de financiamiento público local para lograr escala, podrían ser beneficiarios privilegiados los consumidores externos en desmedro de los consumidores internos, tal como ocurre en la actualidad. •

¿Qué rol podría tener la agricultura orgánica en la eliminación de las asimetrías entre estratos socio-agrarios y por ende en la consecución de un desarrollo rural sostenible?

El resultado macroeconómico en las últimas décadas de existencia hegemónica del modelo sojero-exportador iniciado en los primeros años de la década de los ‘70 no posibilita pensar que por sí mismo propicie una distribución de la riqueza más equitativa entre sectores sociales, y está evidenciado que acrecienta las desigualdades socio-económicas desde todas las variables con que se quiera optar para su análisis: aquellas básicas como captación de la renta generada, acceso a la propiedad, uso y control de los

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recursos productivos, inequidad tributaria 4 , estructura regresiva del impuesto y aquellas mas innovadoras como el enfoque de género, el ordenamiento territorial etc. Pero también cabe advertir que la asimétrica distribución de las oportunidades de desarrollo seguirá retroalimentándose independientemente tanto si lo que se cultiva es soja o una agricultura mas diversificada bajo certificación de “orgánica”, mas allá del impacto positivo en el necesario conservacionismo y en el nivel de empleo agrario, dadas su características intrínsecas de producción y comercialización. Es decir, que aquellos sectores con acceso a capital y tecnología y que ya estén insertos en los circuitos largos de comercialización, como la exportación, se apropiarán en mayor medida de las potenciales medidas promocionales que por vía estatal se implementen, para abaratar sus costos de transacción-como las certificaciones estatales gratuitas de productos orgánicos, reducción de cargas fiscales, facilitación de comercialización, etc- y los demás sectores sin acceso históricamente a esos recursos seguirán adscriptos sin grandes modificaciones a la agricultura de subsistencia y a la canalización de sus excedentes mediante esquemas de comercialización en circuito corto. Solo la intervención estatal vía una explícita y concreta normativa que delimite claramente los sujetos agrarios a la que se destina y que se enfoque en la definición de reglas de juego que prioricen la entrada de los sectores subalternos adscriptos a la pobreza rural- como la población rural criolla rural y periurbana y los Pueblos Originarios-a la agricultura orgánica como oportunidad de acceso a la propiedad rural, a los créditos, a las subvenciones estatales, a la transferencia focalizada de conocimientos y tecnologías, como se viene haciendo desde el Siglo XIX en adelante para los sectores gringos, puede alterar las profundas asimetrías existentes en pos de la equidad y por ende de la sostenibilidad en el desarrollo rural. •

¿El fomento de la reconversión agraria desde la agricultura convencional a la agricultura orgánica resolvería por si misma los problemas de producción, comercialización y distribución de alimentos al conjunto de la población del país?

Como ya es de conocimiento público la expansión de la soja desestructura la diversificación productiva del campo argentino, la sostenibilidad ambiental y la soberanía alimentaria. En el campo de la política alimentaria internacional este concepto podría definirse como: Todo país tiene derecho a producir para el autosustento y luego para el comercio. De la misma manera se debe respetar su derecho a alimentarse según sus costumbres” (ALLEART, 2001: 68).En los esquemas agro-exportadores del Sur Global —y especialmente en el de Argentina esta relación deseable está invertida: se exporta todo lo posible y lo que queda, generalmente de menor calidad, volcado al mercado interno y a precios internacionales a pesar de haber sido producido a costos de 4

- En la provincia de Santa Fe el sector agropecuario, uno de los sectores que mas rentabilidad ha obtenido en los últimos años, está totalmente eximido de Impuesto a los Ingresos Brutos desde el acuerdo fiscal de 1994 y paga Impuestos Inmobiliarios con base a avalúos de 1992 que no han sido actualizados a la fecha. LIBRO DE DOCUMENTOS COMPLETOS – CD ROM – ISBN 978-987-22038-4-9

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moneda local. La importancia de esa pérdida de poder adquisitivo del salario durante 2002 se intensificó espectacularmente debido a que la cadena agroalimentaria local trasladó al mercado interno los precios internacionales de materias primas y de alimentos. Esto afectó especialmente al asalariado urbano debido a las restricciones de producción de alimentos para el autoconsumo. Por ello fue la agroindustria el primer sector en captar una renta extraordinaria, ya que las diferencias de costos de producción en un peso devaluado y la venta de sus productos y servicios a precios internacionales en el mismo mercado interno donde los produjo, licuó aun más el poder adquisitivo del salario –para los que tenían la suerte de tenerlo– y colocó en el umbral de la supervivencia biológica a amplios colectivos de excluidos y desempleados. El empobrecimiento abrupto de la calidad de vida del sector asalariado y de los sectores medios urbanos fue un sacrificio impuesto por las medidas macroeconómicas y cambiarias de entonces. Estas estuvieron destinadas a generar competitividad en dos sectores económicos considerados estratégicos para superar la crisis económica terminal, herencia de las políticas macroeconómicas de la década del ‘90.De esta manera, se posibilitó que el sector agroexportador obtenga márgenes de competitividad inéditos para generar un shock de recuperación, esperando que éste lo sacaría del estado agónico en el que había entrado desde mediados de los ’90, también como resultado de políticas económicas como la de convertibilidad. Por todo ello cabe resaltar el carácter “construido”, en primer lugar por políticas estatales domésticas y en segunda instancia por coyunturas de precios internacionales, de los márgenes de rentabilidad o de retraso de los diferentes sectores sociales y de actividad económica. En ese sentido es necesario poder observar que el problema no es la soja en sí misma, ni podrían serlo por sí mismos el maíz, el algodón o cualquier otro vegetal o especie animal comercializable. El problema son las reglas de acceso a los recursos productivos que afectan diferencialmente a los distintos estratos socio-agrarios y el el uso de agrotóxicos derivados de la tecnología de los OGM que amenazan seriamente la conservación ambiental y la salud humana. Aunque la opción lógica para remediar sus rasgos negativos sea la intervención reguladora estatal, limitando el crecimiento de los actores financieros en desmedro de las formas familiares de producción agraria, los hechos del 2008 en Argentina muestran que el laissez faire-tan liberal —que formó parte constitutiva en el mismo génesis del desarrollo rural protagonizado por los farmers desde la primera ola global, y que sustentó las representaciones ideológicas de las corporaciones empresarias agrarias a lo largo del Siglo XX (MACKLER,2008) es muy resistente a cambiar a pesar del escenario mundial presente diametralmente opuesto en sus prospectivas al que originó el liberalismo decimonónico. Así como hace más de tres décadas una simultánea crisis internacional y nacional de precios agotó las chances de la economía del algodón del Noreste argentino, la actual Economía de la Soja no está exenta de tal posibilidad.Pero la avidez por absorber la creciente, aunque fluctuante, rentabilidad proveniente del mercado internacional en las cíclicas coyunturas favorables de precios internacionales de determinados commodities rechazando cualquier regulación estatal, parece ocultar a los mismos protagonistas de la agro-exportación, a pesar del gran caudal de experiencia

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histórica nacional y regional acumulada, las fuerzas autodestructivas y paroxísticas que contiene a corto plazo el modelo que defienden Aunque quizás ese “ocultamiento” sea aparente y ante la lectura-por parte de los cuadros técnicos de estos mismos sectores hegemónicos y concentrados- de los cambiantes escenarios internacionales en el mercado mundial de agroalimentos, la emergencia de centros de poder multilaterales que incidirán en ellos y la ya inocultable insostenibilidad ambiental, política, social y económica que el modelo sojero plantea en los escenarios domésticos, la agricultura orgánica se convierta en la nueva posibilidad de diversificación de rentas. Esto es fácil de notar cuando observamos la evolución de la ganadería orgánica de la cual Argentina es el segundo productor mundial detrás de Australia 5 y podemos notar como se sigue incrementando en superficie, volúmenes y calidad -también es el caso de la apicultura y de algunas producciones frutícolas y vitivinícolas-para volcarse a la exportación ya que sus principales mercados de destino en la Unión Europea exigen que sean certificadas como producción orgánica, mientras el mercado interno consume generalmente carne proveniente de feed lots. En el mismo plano habría que situar el tema de lo sellos de calidad y de origen cuyos productos difícilmente sean accesibles al consumo interno. •

¿Qué actores y sujetos agrarios habría que “construir” para esta nueva etapa?

Señalamos antes aquí, el carácter construido de las formas de inserción a los mercados internacionales a través de las políticas comerciales estatales y regionales y los acuerdos internacionales que cada uno de los países firman propiciando o desalentando determinado tipo de producción en desmedro de otras. De la misma forma, las relaciones de propiedad de los recursos de un determinado país son también construidas por las políticas públicas, y como consecuencia de todo ello actores colectivos y sujetos productivos, son ubicados en diferentes relaciones de fuerza en una determinada estructura productiva también como resultantes de políticas públicas y medidas estatales tanto por acción como por omisión de las mismas. En el marco de la primera ola global el Estado-Nación en consolidación construyó políticamente las condiciones de posibilidad de la inserción de Argentina en el comercio internacional de agroalimentos. Las políticas de atracción de grandes flujos inmigratorios extranjeros de origen preferentemente europeos de ese período muestran una militante política estatal en ese sentido: entrega gratuita de decenas de miles de pasajes, reparto de tierras y útiles de labranza, contratación de compañías colonizadoras europeas que reclutaran interesados en emigrar también europeos, legitimación del uso de la violencia armada de los recién llegados 5

-Datos publicados por el PRODAO (Proyecto de desarrollo de la agricultura orgánica argentina) Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. Visto en 2009 en: http://www.alimentosargentinos.gov.ar/03/revistas/r_41/cadenas/Organicos_Pc cion_organica.htm. LIBRO DE DOCUMENTOS COMPLETOS – CD ROM – ISBN 978-987-22038-4-9

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hacia criollos y aborígenes residuales de las Campañas del Desierto y del Chaco si éstos ofrecían alguna resistencia, compra de cosechas, entrega a título casi gratuito de grandes extensiones de tierras a compañías extranjeras para que organicen poblados y colonias agrícolas; y así podríamos seguir mencionando sin solución de continuidad medidas públicas nacionales y provinciales en ese sentido. Como en las grandes praderas del Medio Oeste estadounidense, en las grandes praderas rioplatenses y especialmente en Argentina los flujos inmigrantes que se establecieron, gracias a políticas públicas proactivas, en los espacios rurales- y también en los urbanos-provendrán mayoritariamente de diferentes regiones de Europa (y minoritariamente de otros espacios) estableciéndose en un área de millones de hectáreas fértiles previamente “vaciadas” de los Pueblos Originarios por la vía militar. Estos actores provenientes del flujo inmigratorio de origen europeo se constituyeron a lo largo del Siglo XX en el sector socio-agrario hegemónico por haber sido beneficiados cíclicamente por coyunturas externas, por políticas comerciales y económicas domésticas, y aun contabilizando los ciclos negativos en uno u otro sentido, llegan al presente en la cúspide de la estructura agraria argentina en términos de condiciones de producción y rentabilidad. El hecho de ser —en ambos casos— una inmigración selectiva por motivos de “raza” alentada a inmigrar ex profeso por los gobiernos receptores para crear una estructura social nueva con una composición étnica diferente a las preexistentes, motivó la certeza de ocupar ya desde su aluvional llegada, un papel social de predominio étnico que naturalmente no hubiesen tenido jamás en sus países de origen profundamente estratificados. Además, los emigrantes a estas latitudes eran precisamente los más empobrecidos en sus países de origen. Así, las diferencias étnicas, lingüísticas, nacionales y hasta de clase entre los inmigrantes europeos, quedan en suspenso a la hora de verse frente a esos “otros” criollos y de pueblos originarios a quienes la clase política y gubernamental local ubicó ex a priori peldaños más abajo que los recién llegados. La actual estructura de propiedad en el agro argentino que se constituyó en esa etapa no se ha modificado sustancialmente a la fecha debido a la histórica ausencia de políticas públicas, a excepción de las llevadas a cabo en los dos primeros gobiernos de Juan Perón, que equilibrasen las posibilidades de los sectores nativos crónicamente subalternos. La segregación étnica y sus implicancias económicas resultantes de la etapa iniciada desde la segunda mitad del Siglo XIX es visible fácilmente en la actualidad: farmers abocados a la agricultura familiar-empresarial de exportación/población criolla y de pueblos originarios en la agricultura de subsistencia “campesina” y en el asalariado rural estacional y permanente. Tanto actores como procesos que en el presente son vistos como “nuevos” no lo son. Formaron parte, desde el primer momento, del andamiaje del desarrollo rural argentino desde mediados del S. XIX. A finales de ese siglo, tanto el subcontratismo, como el arrendamiento y los fondos de inversión administrados en formas que hoy se conocen como pools de siembra ya existían. Solo varió la escala de sus operaciones, la superficie total de área

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sembrada en el país, el grado de avance tecnológico en maquinarias e insumos y el tipo de producción demandada por el comercio internacional. Del trabajo de campo realizado por la autora para una investigación de mayor alcance, se desprende que desde los primeros años de la expansión del cultivo de la soja fueron los mismos productores familiares los primeros actores en adoptar esta modalidad-pool de siembra- basada en juntar capitales iniciales para el arrendamiento de la tierra y el subcontratismo en todas las fases del proceso de trabajo implicado en las EAP. Cuando los pequeños pooles constituidos localmente se consolidaron- siendo gestionados y administrados inicialmente por integrantes de la generación farmer profesionalizada nacida con la expansión de la soja y proveniente de las familias tradicionalmente abocadas a la agricultura de exportación-comenzaron a atraer progresivamente inversiones de fideicomisos, fondos de inversión y ahorristas urbanos. Vemos así a “pequeños propietarios” 6 combinando también la gestión tradicional de sus EAP como propietarios/productores, con la inversión de sus utilidades en la gestión técnica y administración económica de pooles que arrendaron tierras cada vez mas lejanas de sus propiedades familiares y extensiones que superan largamente en la mayoría de los casos la extensión de su propiedad familiar en sentido estricto. Otros fueron organizados por profesionales de agronomía y carreras afines residentes en pueblos semirurales o en las ciudades enclavadas en la Región Pampeana (Córdoba, Santa Fe y Rosario) en las que desde el boom de la rentabilidad de la soja a partir del año 2001, florecieron los “Estudios Privados de Asesoramiento Agronómico” que invierten un capital inicial reunido entre los socios iniciadores y atraer poco después otros capitales que les permitieron la expansión de su escala empresarial y financiera. Esta modalidad persiste hasta nuestros días conviviendo con la posterior entrada “desde afuera” de capitales de inversión, muchos de origen extranjero i y otros de origen local/urbano, que integran grandes pooles que llegan a administrar- muchas veces en sociedad con productores propietarios o siendo estos los responsables principales de inmensas extensiones de tierras en arrendamiento para cultivar soja distribuidas a lo largo del territorio argentino. En contraste en los sectores subalternos del agro argentino y especialmente en lo que se denomina pobreza rural están sobrerepresentados criollos e integrantes de Pueblos Originarios, así como no es usual que miembros de estos estratos accedan a la profesionalización agraria ni al empleo rural calificado.

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-Esta clasificación de “pequeños”, “medianos” y “grandes” productores, vigente en los Censos Agropecuarios locales, está muy discutida ya que la agriculturización sojera y su práctica asociada: el arrendamiento; dinamitó la eficacia de basarse en la posesión de superficie tamaños y rentabilidades. La mayoría de los productores sojeros del Litoral Pampeano tienen propiedades de tierras mucho menores que las que arriendan, entonces podemos encontrar productores millonarios poseedores de 100ha en la pampa húmeda – por combinación con el arriendo y también por el exponencial crecimiento del valor de las tierras volcadas a la sojización- mientras en otras ecorregiones mas áridas 100hs apenas podría garantizar la subsistencia o una rentabilidad exigua. LIBRO DE DOCUMENTOS COMPLETOS – CD ROM – ISBN 978-987-22038-4-9

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Fuente: Revista Clarín Rural del 11/10/2008 En la disposición de ésta gráfica —quizás la más perfecta síntesis visual de la estructura agraria argentina— ¿quiénes aparecen pactando como iguales?: El profesional urbano a la izquierda y el farmer en el centro de la gráfica y con el tamaño más grande. Ambos pertenecen claramente al tipo étnico descendiente de inmigración europea, y quien aparece atrás en situación subalterna y asalariada (peón) pertenece al tipo étnico criollo, que es pequeño, graficado de espaldas y cargando agroquímicos, vinculados al cultivo de soja en la “chata” del patrón. Puede observarse aquí claramente tanto la jerarquización étnica rural y urbana como la masculinización de la representación sobre quiénes son considerados actores agrarios y en qué relaciones de poder. 4-Conclusiones Iniciales Así como en 1912, en pleno apogeo de la economía primarioexportadora, la rebelión de los chacareros “El Grito de Alcorta” en plena pampa húmeda santafesina mostró que la total mercantilización de las relaciones de fuerza en el agro ponía serios obstáculos a un desarrollo sostenible y que el Estado debía necesariamente intervenir para regular las relaciones de capitaltierra y trabajo vigentes en esa etapa; también la última de las revueltas farmer, LIBRO DE DOCUMENTOS COMPLETOS – CD ROM – ISBN 978-987-22038-4-9

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iniciada en la Semana Santa del 2008, puso en evidencia pública los límites de la agriculturización sojera y los costos humanos y ambientales de una inserción en el mercado mundial basada exclusivamente en la exportación de commodities. La persistencia de superhábits en la balanza de pagos debido a la exportación de oleaginosas conviviendo con amplias franjas de la población sumidas en la pobreza, nos indica que el crecimiento de las exportaciones y de sus ganancias no se vincula por sí sola —y mucho menos por “derrame”— a la expansión del bienestar del conjunto. Deben mediar los mecanismos redistributivos a través del Estado. El peligro radica que la misma lógica existente se traslade a la expansión de la agricultura orgánica. La metáfora beckeriana de la especialización diferencial del Sur global en base a sus ventajas comparativas por dotación de abundantes recursos naturales en contraste con el Norte Global industrializado en base a innovación tecnológica es una contradicción en si misma. El valor agregado y la innovación tecnológica no crecen desde el suelo sino desde las aulas y los laboratorios, así como el Silicon Valley no es una formación geológica y en palabras del economista coreano Ha Joon Chang: “no hay razón natural para que Japón construya autos”. En definitiva, la única especialización productiva que otorga ventajas comparativas sostenibles a un modelo económico nacional o de bloque regional es la progresiva calificación de los trabajadores-urbanos y rurales- y la inversión pública en I+D. En este sentido calificación no implica utilizar el concepto perverso de “capital humano” al que voces de la Economía Crítica impugnan desde hace ya mas de una década porque implica poner la creatividad y energía humana al servicio de las mercancías cuando éstas deberían ser, por el contrario, insumos para el desarrollo humano. Por analogía reducir la función social de los llamados recursos naturales a transformarse en botín de un esquema de inserción en comercio internacional como un mero agroexportador de granos mercantiliza condiciones ecológicas que deberían estar al servicio del bienestar de la población y no a la inversa. Adoptar el discurso neoclásico como legitimación de demandas sectoriales conlleva el contrasentido de intentar convencer a una sociedad de que debe sacrificar su bienestar y calidad de vida en pos de insertarse en el comercio mundial en una posición subalterna: la de especializarse en vender commodities, a costa de arrasar su equilibrio agroecológico, para alimentar otros mercados internos y por ende otros sistemas productivos nacionales que sí se basan en una fuerte inversión pública para lograr un alto valor agregado en sus alimentos. También aquí realizar el giro copernicano, es decir trasladar el eje del análisis de los factores externos a los factores internos que amenazan la posibilidad de basar un desarrollo agrario en formas de producción sostenibles que tengan como prioridad la provisión de alimentos sanos y seguros para el consumo del mercado interno en primera instancia y luego los mercados globales en base a acuerdos comerciales multilaterales mas justos y complementarios de sus respectivas producciones, que propicien mecanismos políticos integradores en las escalas regionales y no simplemente de modelos de crecimiento económico sesgados siempre “hacia fuera”, sentarán las bases para un desarrollo rural más equitativo y por ello mismo perdurable

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generacionalmente.

5) Bibliografia • • • • • •





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LIBRO DE DOCUMENTOS COMPLETOS – CD ROM – ISBN 978-987-22038-4-9

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Cuartas Jornadas de la Asociación Argentino Uruguaya de Economía Ecológica – Buenos Aires – Noviembre 27 y 28 de Noviembre de 2009

European Cultures. Europe and Latin America.Vol.7, Number 2, Hamburg, Germany.

publicado en: Cuartas Jornadas de Economía Ecológica de ASAUEE : Asociación Argentino Uruguaya de Economía Ecológica / compilado por Horacio A. Feinstein y Walter A. Pengue. - 1a ed. - Buenos Aires : Asociación Argentino-Uruguaya de Economía Ecológica, 2009. CD-ROM. ISBN 978-987-22038-4-9 1. Economía Ecológica. I. Feinstein, Horacio A., comp. II. Pengue, Walter A., comp. CDD 304.2 Fecha de catalogación: 29/10/2009

LIBRO DE DOCUMENTOS COMPLETOS – CD ROM – ISBN 978-987-22038-4-9

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