Otro frente estratégico de movilización contra el franquismo. La Juventud Comunista de Catalunya más allá de la Gran Barcelona

May 20, 2017 | Autor: C. Ferrer González | Categoría: History, Communism, Social History, History of Communism, Franquismo, Youth Movement
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Descripción

ÍNDICE ACTAS XIII CONGRESO DE LA ASOCIACIÓN DE HISTORIA CONTEMPORÁNEA

PRESENTACIÓN

45

TALLER 1. Los procesos de nacionalización española. Siglos XIX y XX

49

TALLER 3. Corte y Monarquía en la Europa del siglo XIX

209

TALLER 4. El franquismo en construcción (1936-1953). Visiones y balances

251

TALLER 5. Violencia política y control social en el primer franquismo. Moralización y disciplina. Una perspectiva de género

417

TALLER 6. Espacios y experiencias de encierro y castigo en la España contemporánea

603

TALLER 7. El mundo rural en la España contemporánea: conflictos, consensos, vigencias

813

TALLER 8. Víctimas y disidentes en las dictaduras ¿Rehenes de las democracias? Nuevos retos en la transmisión de la historia reciente

845

TALLER 9. Cercanías de una conmemoración: el 150o aniversario de la Revolución Gloriosa, 1868-2018

965

TALLER 11. Populismos. Identidades nacionales e identidades de clases

1135

TALLER 12. Democracia y autoritarismo en el mundo rural (1850-2000)

1261

TALLER 13. Los problemas de la construcción del estado contemporáneo en España durante el siglo XIX

1361

TALLER 14. Las izquierdas en los procesos de transición de la dictadura a la democracia en la Península Ibérica y América Latina

1467

TALLER 15. La España del Frente Popular. Acuerdos y controversias

1597

TALLER 16. El factor internacional en la modernización educativa, científica y militar de España

1709

TALLER 18. Propiedad / (re)apropiación. Historiadores y agentes mnemónicos: conocimiento y usos del pasado

1865

5

Actas del XIII Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea

TALLER 19. ¿Del mito al logos? Revisionismos, crisis y nuevas miradas al carácter modélico de la transición en España

2041

TALLER 20. Opinión pública, medios de comunicación y propaganda en el siglo XX

2149

TALLER 21. Religión, laicismo y modernidad: perspectivas transnacionales

2377

TALLER 22. Las relaciones hispano-marroquíes en perspectiva: el legado científico y cultural

2559

TALLER 23. El ferrocarril en España: un largo debate

2639

TALLER 24. El desarrollo de la ciudadanía social y el Estado interventor en España (1890-1975)

2741

TALLER 25. El lugar de la nación 25 años después de “comunidades imaginadas”

2823

TALLER 26. Del compromiso ideológico a la sociedad de consumo reconciliada: los intelectuales y la Transición cultural española

2915

TALLER 27. “The Dreamers”: género y compromiso juvenil

3027

TALLER 28. Ciencia historiográfica, transferencia del conocimiento y humanidades digitales: metodologías de investigación, documentación digital y revistas de historia 3131 TALLER 29. Paradojas de la reacción. Medios modernos para combatir la Modernidad 3205 TALLER 31. Ciudad, modernización y lógicas de la innovación en el mundo contemporáneo 3279 TALLER 33. Asia y el Pacífico en clave comparada: estudios coloniales, postcoloniales y transnacionales

3363

TALLER 34. Repensar el fascismo español: nuevos enfoques y perspectivas

3463

TALLER 35. "Laberinto de pasiones": las relaciones España-Europa desde 1945

3613

TALLER 36. Crisis y cambios sociales: impactos en el proceso de modernización en la España del siglo XX, 1898-2008

3721

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TALLER 14 Las izquierdas en los procesos de transición de la dictadura a la democracia en la Península Ibérica y América Latina

INTRODUCCIÓN, Carme Molinero y Pere Ysàs

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1. LA PARÁBOLA DEL SINDICATO EN ESPAÑA. LOS MOVIMIENTOS SINDICALES EN LA TRANSICIÓN “LARGA” A TRAVÉS DEL CASO DE CCOO (1975-1986), José Babiano y Javier Tébar 1471 2. LA CONSTRUCCIÓN DEL “CALIFATO ROJO”. EL MOVIMIENTO VECINAL EN CÓRDOBA (1963-1986), Javier Contreras-Becerra 1485 3. MILITANTES, SACERDOTES ESCORADOS A LA IZQUIERDA Y DEMÓCRATAS EN ESPAÑA ENTRE 1965-1985 FRENTE A LAS NUEVAS PREOCUPACIONES DE LOS OBISPOS, Juan Antonio Delgado de la Rosa 1499 4. OTRO FRENTE ESTRATÉGICO DE MOVILIZACIÓN CONTRA EL FRANQUISMO. LA JUVENTUD COMUNISTA DE CATALUNYA MÁS ALLÁ DE LA GRAN BARCELONA, Cristian Ferrer González 1509 5. NACIÓN, NACIONALIDADES Y ESTADO. SIGNIFICACIÓN Y PAPEL DE LA CUESTIÓN NACIONAL EN EL SOCIALISMO ESPAÑOL EN (LA) TRANSICIÓN (19741982), Andrea Geniola 1521 6. LA CONSTRUCCIÓN DE LOS BARRIOS DEMOCRÁTICOS EN BARCELONA (19751986): LA DIALÉCTICA ENTRE EL MOVIMIENTO VECINAL DE POBLE-SEC Y MONTJUÏC Y LAS INSTITUCIONES MUNICIPALES, Arnau López Espinosa 1535 7. CRISIS DE MILITANCIA EN EL CAMBIO DE CICLO DE LA TRANSICIÓN: LA EXPERIENCIA DE LA ORGANIZACIÓN DE IZQUIERDA COMUNISTA, Joel Sans Molas 1545 8. LAS OBRERAS CATÓLICAS EN LAS ORGANIZACIONES DEL PUEBLO. LAS MILITANTES DE LA HOAC/F EN LA LUCHA POR LA DEMOCRACIA, Sara Martín Gutiérrez 1559 9. LOS SINDICATOS EN LAS TRANSICIONES DE ESPAÑA Y CHILE. UN ESTUDIO COMPARATIVO, Pablo R. Selma Páez y Rodrigo Araya Gómez 1571 10. EL COMPROMISO DE LOS ARQUITECTOS ESPAÑOLES POR LA DEMOCRATIZACIÓN URBANA POLÍTICA A FINALES DEL FRANQUISMO, Céline Vaz 1585

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OTRO FRENTE ESTRATÉGICO DE MOVILIZACIÓN CONTRA EL FRANQUISMO. LA JUVENTUD COMUNISTA DE CATALUNYA MÁS ALLÁ DE LA GRAN BARCELONA1 CRISTIAN FERRER GONZÁLEZ2 Universitat Autònoma de Barcelona Resumen La irrupción de una movilización obrera y estudiantil de nuevo cuño en los años cincuenta impuso un cambio en la estrategia de lucha de los comunistas contra el franquismo. El trabajo entre las masas fue ganando complejidad y, junto al obrero, el frente estudiantil cobró protagonismo. A lo largo de los sesenta el Partido Comunista de España (PCE) y el Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC) realizaron un esfuerzo organizativo —y no sólo propagandístico— para ampliar su influencia a éstos y otros sectores: a los previos, se le sumaron el de comarcas, campesino o el de mujeres. Entre ellos, uno de los que centraría sus esfuerzos fue el trabajo entre los jóvenes a través de sendas organizaciones juveniles: la Unión de Juventudes Comunistas de España (UJCE) y, en tierra catalana, la Joventut Comunista de Catalunya (JCC). Palabras clave: antifranquismo, comunismo, movimientos sociales, movimiento juvenil, movimiento obrero, movimiento estudiantil, movimiento campesino, organizaciones juveniles, industrialización. Abstract When a new kind of labour and student movements emerged on the 1950s, communists had to change their struggle strategy against Franco’s dictatorship. Work among the masses began to be more complex and the student’s front took prominence besides the workers’. During the 1960s the Spanish Communist Party (PCE, in its initials in Spanish) and the Unified Socialist Party of Catalonia (PSUC) made an effort to increase their influence beyond the Great Barcelona. This included sectors as farmworkers or women, focusing on the youth as a strategic mobilization front. They did it through the Communist Youth Union of Spain (UJCE) and, in Catalonia, the Catalan Communist Youth (JCC). Key words: Anti-Francoism, communism, social movements, youth movement, labour movement, student movement, farmworkers movement, youth organizations, industrialization.

1 Esta

investigación forma parte del proyecto HAR2015-63657-P financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad español, así como de mi tesis doctoral en desarrollo. 2 Investigador predoctoral en el Centre d’Estudis sobre les Èpoques Franquista i Democràtica de la Universitat Autònoma de Barcelona (CEFID-UAB) y miembro del Grup de Recerca sobre l’Època Franquista (GREF), podéis poneros en contacto conmigo en [email protected].

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Cristian Ferrer González

1. LA JUVENTUD COMUNISTA EN LA HISTORIOGRAFÍA Resulta evidente que las organizaciones comunistas juveniles no han centrado la atención preferente de los investigadores. Si bien disponemos de estudios desde diversas perspectivas y de gran interés sobre las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) (VIÑAS 1978; FERNDÁNDEZ SORIA, 1992; CASADO GÓMEZ, 2007), a estas alturas solamente podemos dar cuenta de una monografía que haya centrado su análisis en la Juventud Comunista durante la dictadura franquista (DOMÈNECH, 2008).3 En este sentido, el presente texto ni podría ni pretende ser una historia pormenorizada de la JCC. En gran parte el esfuerzo sería baldío, puesto que disponemos de una excelente monografía al respecto. Su ambición es más modesta. Se trata de señalar el papel fundamental que la JCC jugó en un microcosmos particular fuera del área industrial de Barcelona:4 la ciudad y el hinterland de Tarragona. Las fuentes que se manejarán aquí son fragmentadas. Aunque he consultado las series documentales completas de la JCC depositadas en el fondo del PSUC del Arxiu Nacional de Catalunya, he tenido que recurrir a otras fuentes para tratar de reconstruir el proceso de formación y desarrollo de este movimiento juvenil. Por un lado, he utilizado la documentación del PSUC disponible en el Archivo Histórico del PCE, especialmente los informes de organización en comarcas y la correspondencia entre los comités de base y la dirigencia del partido. Por otro lado, en el Archivo Histórico del Trabajo – Fundación 1o de Mayo he podido consultar los boletines clandestinos que la JCC publicaba, algunos de ellos de muy corta vida y de difícil localización. Un cierto número, aunque no todos, están también disponibles en la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica del Ministerio de Educación español y muchos otros lo están en el Arxiu Històric de la Comissió Obrera Nacional de Catalunya, que han sido también objeto de esta investigación. Por último, he consultado el dosier sobre «comunismo» elaborado por el Gabinete de Enlace entre el Ministerio de Información y Turismo y el Ministerio de Presidencia del gobierno, disponible en el Archivo General de la Administración. Con todo, este texto no es más que una aproximación fragmentada e incompleta a un frente de trabajo estratégico del PSUC a partir del caso tarraconense.

2. LA CIUDAD, EL CAMBIO ECONÓMICO Y EL CAMBIO SOCIAL Promovido por el Instituto Nacional de Industria, Tarragona experimentó a lo largo de los sesenta un acelerado proceso de industrialización, especialmente intenso en el sector petroquímico.5 Si bien Reus contaba con una larga tradición textil y, el Camp de Tarragona en su conjunto, de producción vitivinícola, la ciudad de Tarragona antes de 1955 no contaba con ninguna industria puntera y su tejido industrial se fundamentaba en pequeñas empresas del subsector químico, del textil y alimentarias, en su mayoría de capital extranjero. La entrada de divisas tras la implementación del Plan de Estabilización de 1959 favoreció la industrialización intensiva de la zona. Sin duda, las facilidades fiscales y a la política pública de construcción de macro polígonos contribuyeron decisivamente y, para los inversores, aquella fue una operación altamente rentable. Por otro lado, la demanda de mano de obra atrajo enormes contingentes desde las zonas limítrofes y, especialmente, desde otras regiones. Entre 1955 y 1975 la población de Tarragona aumentó en un 157 %. En 1970 uno de cada dos jóvenes de 15 a 24 años y el 62,6 % de adultos hasta los 44 que residían en Tarragona habían nacido en otras provincias. La absorción poblacional que padecieron los municipios vecinos no afectó a su sector primigenio. Tras un proceso 3 Hay

referencias parciales sobre la JCC en ARCIL, MAYAYO y SEGURA 2003; HERBERA, 2006: 17-80; HERAS, 1991. el texto utilizo el término de «Gran Barcelona» para referirme al conglomerado metropolitano que tenía en radio de unos 50 kilómetros la ciudad de Barcelona como centro neurálgico. Tomo el término acuñado en su estudio clásico por BALFOUR, 1994: 59 y ss. 5 He reseguido el proceso industrializador a través de las “Memorias de Gestión de Gobiernos Civiles” de Tarragona correspondiente a los años 1960, 1962, 1963, 1965, 1966 y 1968 conservadas en el Archivo General de la Administración (AGA), Gobernación, cc. 44/11314, 44/11331, 44/11463, 44/11696, 44/12141 y 52/00487; MARGALEF, 1979; LLOP TOUS, 2002: 33-130; MOLINERO, 1997: 298-301. 4 En

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Otro frente estratégico de movilización contra el franquismo. La juventud comunista de Catalunya más allá de la gran Barcelona de mecanización y de expansión de las zonas de regadío, la producción agrícola aumentó, si bien su valorización tendió a la baja. Así, las nuevas factorías pertroquímicas y de productos asociados convivieron con la tradicional industria textil y la agroalimentaria. La ciudad contaba, además, con un sector de la construcción importante producto de la misma construcción de los enclaves industriales que fue nutrido, en buena medida, por trabajadores precarios procedentes de la inmigración des del mezzogiorno español. Así las cosas, en los años setenta Tarragona se había convertido en una moderna metrópolis, en la segunda área industrial de Catalunya. La industrialización cambió la fisonomía de la ciudad y transformó su tejido social. La cara b del enriquecimiento por parte de los industriales, fue el cambio drástico de vida que la industrialización trajo consigo. Rafael Fernández Martínez, gobernador civil de la provincia, en un informe elaborado en pleno proceso industrializador, relataba: «Subsisten los mismos problemas sociales [. . . ] muy poco se ha avanzado en lo que respecta a la situación de la vivienda, prosiguiendo la anarquía de construcción de barracones y chabolas [. . . que] han adquirido extraordinario desarrollo, de manera especial en Reus y Tarragona».6 Las organizaciones antifranquistas tuvieron que trabajar en aquel contexto, a mundo contra él, y, en ese proceso, se convirtieron en algo distinto a la vez que transformaban el marco en el que se movían. En este sentido, considero de interés traer a colación el caso de la JCC en Tarragona, puesto que fue la principal organización juvenil de masas del antifranquismo en una región, ciertamente, particular en dónde el desarrollo de la JCC también lo fue. Resulta además sugerente porque la JCC consiguió ser ahí mucho más que las juventudes del PSUC: se erigió en el centro articulador de la práctica totalidad del movimiento antifranquista, tal como se desgranará a lo largo de este texto.

3. EL GÉNESIS DE UN NUEVO MOVIMIENTO JUVENIL La reconstrucción de las juventudes comunistas se inició en los primeros años sesenta. Las JSU habían sido abandonadas a principios de la década anterior, casi podríamos decir que habían caído en desuso, por la necesidad de fortalecer al partido. La renovada UJCE —que recuperaban la histórica denominación de las juventudes del PCE— era producto del cambio estratégico adoptado por los comunistas. Éstos habían iniciado un gran período transitorio después de la huelga de marzo de 1951 en Barcelona y del fracaso del jornadismo de 1956-1958, período en que, sin embargo, las oscilaciones en la línea estratégica fueron permanentes. Un periodo que podemos dar por concluido tras las huelgas de Asturias de la primavera de 1962 en que el PCE y el PSUC fijaron definitivamente su política de actuación en el movimiento obrero a través del nuevo instrumento surgido de la propia acción huelguística, las Comisiones Obreras (CCOO).7 Tras el III Pleno del Comité Central, celebrado en octubre de 1961, el PCE aprobó la reconstrucción de la UJCE: «Todo el mundo reconoce el papel jugado por la juventud en los últimos acontecimientos» huelguísticos de 1962, decía, por lo que se instaba a todos los comités del partido a impulsar espacios de organización autónoma para la juventud comunista con el fin de potenciar el antifranquismo como movimiento social y no exclusivamente político.8 La estrategia de los comunistas por fomentar el trabajo en el movimiento obrero a través de CCOO tuvo su propio correlato juvenil con el impulso de las Comisiones Obreras Juveniles (COJ). En esta primera etapa de desarrollo de las JC,9 las COJ fueron la base desde dónde crecería el nuevo 6 Después

de interceder entre los responsables de l’Arxiu Històric Provincial de Tarragona (AHPT) y la Subdelegación del Gobierno en Tarragona, di con la pista que permite desmentir que esta documentación hubiese desaparecido, tal y como inicialmente se me informó. Sin embargo, el proceso de catalogación es lento y falto de recursos económicos, por lo que es de suponer que la consulta íntegra y sistemática de estos interesantes documentos va para largo. Las citas provienen de los extractos recogidos en Heras, 1991: 29-30, fechados probablemente a mediados de 1962. Agradezco a Pedro Heras su amabilidad al atender mis dudas al respecto. 7 En ello coinciden la mayoría de estudios sobre la temática. Sin voluntad de ser exhaustivo, cfr. BALFOUR, 1994: 80-81; BABIANO, 1995: 233 y ss.; MOLINERO e YSÀS, 1998: 141, 154 y 262-263; MOLINERO e YSÀS, 2010: 30-31; TREGLIA, 2012: 123; DOMÈNECH, 2008: 46. 8 Partido Comunista de España: “Carta a todos los comités del Partido sobre las medidas para acelerar la reconstrucción de la Unión de Juventudes Comunistas de España”, 25/7/1962, AGA, Ministerio de Información y Turismo (MIT), Gabinete de Enlace (GE), Comunismo, c. 42/9099, cp. 8. 9 Me referiré a las organizaciones comunistas juveniles de ámbito local como «JC» y, a partir de 1970, utilizaré JCC, por

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Cristian Ferrer González movimiento juvenil a partir de la década siguiente. Las primeras COJ aparecieron en 1967 y lo largo del año siguiente se habían extendido ya por las barriadas de las principales ciudades: desde Barcelona, Badalona, Sabadell o Terrassa, proliferaron mucho más allá del segundo cinturón metropolitano. A inicios de 1968 ya existían grupos de la COJ en Reus y en las barriadas tarraconenses de Torreforta y Bonavista, aunque sería en 1969 cuando saldrían a la luz pública durante las acciones del 1o de mayo.10 Sin embargo, hasta 1969 la JC era fundamentalmente una realidad circunscrita a la Gran Barcelona. Ciertamente, existían ya algunos núcleos incipientes en Lleida, Tarragona o Reus, aunque en realidad la documentación tiene a no diferencias entre JC y COJ. Además, la dependencia de los comités locales del PSUC y su trabajo más político-propagandístico que social hace que difícilmente podamos comparar su grado de desarrollo al de organizaciones como las de Badalona, Sabadell o, especialmente, Terrassa. En la Gran Barcelona, la JC había estado actuando fundamentalmente en dos frentes: COJ y las llamadas Comisiones de Estudiantes de Bachillerato (CEB). La organización de los bachilleres en comisiones no llegó a producirte en Tarragona, pero sería a través de estos sectores a inicios de los setenta que la JC tarraconense incrementó sus contingentes y pudo ir más allá de la base tradicional de los comunistas. Allí donde existían, las estructuras orgánicas entre estos CEB y las JC a menudo eran indistinguibles. Ello acarreó un gran coste represivo durante el Estado de Excepción de 1969.11 El hecho aceleró el proceso de coordinación nacional de las JC dispersas en el territorio catalán. Barcelona, Terrassa, Sabadell, Badalona, Baix Llobregat, Blanes, Manresa, Lleida, Baix Ebre y Reus eran las agrupaciones participantes en la reunión constituyente de la JCC.12 De quienes concertaron la cita, sólo la JC de Mataró no pudo finalmente acudir. Resulta sorprendente que no asistiera ningún delegado de Tarragona, a pesar de contar con un pequeño grupo organizado dependiente del comité local del PSUC. Pedro Heras ubica la primera etapa de la JC tarraconense muy intensamente vinculada a la de Reus y, especialmente, a la persona de Josep Colomé, quien fuera responsable de la JC reusense, por lo que no podría descartarse que Reus acudiera a la asamblea constituyente de la JCC en representación de las comarcas del Camp de Tarragona en su conjunto. En cualquier caso, hasta primeros años setenta la JC tuvo escasa actividad y siempre supeditada al PSUC. El comité local del partido parecía no comprender la necesidad de mantener dos estructuras orgánicas y los jóvenes que ingresaban a través de la JC eran transferidos al poco tiempo al PSUC. En un informe sobre la situación del partido en comarcas, se leía sobre Tarragona: Queda por realizar la formación de una dirección amplia de la juventud y el que los camaradas de la dirección local del Pdo. dejen «volar por sus propias alas» a estos camaradas jóvenes, entre cuyos dirigentes hay chicos estupendos. Es natural que los camaradas del Pdo. les ayuden tal como hasta ahora han venido haciendo, pero no deben perpetuar el método de asistir a todas y cada una de las reuniones que llevan a cabo los camaradas jóvenes.13 El primer espacio propiamente juvenil en el que actuaron los comunistas en Tarragona fue el Club de Jóvenes (ROVIRA i GÓMEZ, 2010). Constituido en 1965 al amparo del Arzobispado, el Club contaba con secciones excursionista, teatral, musical, deportiva y se realizaban sesiones de cine-fórum, amén de conferencias. Sus locales estaban situados en la parte alta de la ciudad y devinieron en un espacio de encuentro de la juventud tarraconense ideológicamente plural: convivían en él catalanistas, cristianos, trotskistas y comunistas, bajo hegemonía inicial de la Juventud Obrera Católica (JOC).14 Sin embargo, la primera JC tarraconense nació con un problema de extracción social que no se superaría hasta primeros años setenta: ser las siglas que se dieron. J: “Carta de Sitges”, 26/3/1968, Archivo Histórico del Partido Comunista de España (AHPCE), Nacionalidades y Regiones (NyR), Catalunya, jj. 1873-1874; HERAS, 1991: 32. 11 NÚÑEZ, M: “Carta de Saltor”, 8/3/1969, AHPCE, NyR, Catalunya, j. 1899. 12 “Acta de la reunión constituyente de la Juventud Comunista de Cataluña”, 6/1970 [30/5/1970], AHPCE, Organizaciones juveniles, JCC, c. 153. 13 SERRADELL, J: “Carta de Miró”, 4/6/1969, AHPCE, NyR, Catalunya, jj. 1912-1913. 14 SERRADELL, J: “Carta de Miró”, 3/7/1969, AHPCE, NyR, Catalunya, c. 58, cp. 5. 10 PARDELL,

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Otro frente estratégico de movilización contra el franquismo. La juventud comunista de Catalunya más allá de la gran Barcelona Los jóvenes en Bonavista solían empezar a trabajar muy pronto (16-18 años) y de militar en alguna parte preferían hacerlo directamente en el PSUC y CCOO, donde lo hacían sus propios compañeros de trabajo, sintiéndose por ello más cómodos. También es cierto, que a la hora de relacionarse siempre existió una cierta falta de sintonía entre los jóvenes comunistas de los barrios como Bonavista o Torreforta, con los que lo hacían en el centro de la ciudad pues, en general tenían orígenes, niveles culturales, formas de vida, gustos y problemáticas bastante diferentes. Por otro lado, otro factor a tener en cuenta era el de la lengua: a la hora de expresarse los de los barrio eran en su mayoría castellanoparlantes y los del centro de la ciudad catalanoparlantes.15 Y es que, de hecho, era en los espacios vivenciales donde las COJ y las JC estaban conseguido articular más exitosamente un movimiento amplio de jóvenes en demandas de tipo estructural y en el seno de las organizaciones de barrio.16 En Tarragona, sin embargo, aquello no había ocurrido todavía. La debilidad del PSUC hasta muy avanzados los años sesenta no hacía viable desviar recursos hacia otras estructuras organizativas y, en todo caso, los jóvenes obreros participantes del incipiente movimiento vecinal —en virtud de jóvenes del barrio— en Bonavista, Torreforta o la Floresta, optaban por hacerlo todavía a través del PSUC —un partido ciertamente joven en su composición— en lugar de en unas JC recluidas en el centro de la ciudad y faltas de autonomía orgánica real. En efecto, la estela que dejaban las CCOO en su extensión territorial era recorrida por los jóvenes obreros en las barriadas y éstos, de un modo natural, tendían a agruparse en torno a otros jóvenes como ellos. Lo hacían en las parroquias, clubes de futbol u otros espacios juveniles de los barrios y no tanto en la ciudad. A esos grupos se les llamó COJ. Sin embargo la dinámica que adquirió los años siguientes la JCC dejó caducas las COJ y, salvo en casos con una alta capacidad de movilización y diversificación en sus actuaciones como en Terrassa, éstas tendieron a desaparecer en los años setenta. La dirección del PSUC destacaba que «las COJ se han transformado en lugares de enfrentamiento [. . . ] faltas de jóvenes trabajadores de las grandes empresas», hecho que las reducía a «clubes de discusión ideológica».17 En los años setenta la juventud obrera participaría directamente en CCOO puesto que su actuación perentoria para reforzar el movimiento obrero no necesitaba ya de una estructura organizativa propia, sino de un tejido social específicamente juvenil al que la JCC contribuyó ampliando los límites del movimiento. En el entorno juvenil no era tan central la fábrica como lo era el barrio y, a través del engrandecimiento de otros movimientos como el estudiantil o el campesino, el límite se ampliaba hasta la ciudad y la comarca. A inicios de la nueva década, tanto el partido como las recién formalizadas JCC fueron objeto de la represión. Primero lo fue el PSUC, en agosto de 1970, cuyos miembros más activos fueron detenidos y objeto de torturas por parte de la policía.18 Un año después, en julio y septiembre de 1971, cayeron diversos militantes juveniles en Reus y Tarragona. La crisis que ello abrió en el seno de una organización conceptualizada como por la dirección del PSUC como «óptima»,19 se acentuó tras la macha de Josep Colomé a realizar el servicio militar. La JCC quedó como un grupo formalmente constituido pero sin una actividad y vida política regular. La situación de atonía se alargó hasta que surgió un nuevo espacio que permitió fortalecer la organización: el movimiento de bachilleres (HERAS, 1991: 59).

4. EL CONFLICTO DE LOS BACHILLERES Las protestas contra la Ley General de Educación (LGE) del ministro Villar Palasí revitalizaron el movimiento estudiantil, después de años de estancamiento. En el periodo de elaboración 15 Entrevista

a Ma . Carmen Almonacid, recogida en BARDAJÍ, 2015: 136. sobre organización”, 4/1969, AHPCE, NyR, Catalunya, c. 52, cp. 3. 17 LÓPEZ RAIMUNDO, G: “Fem convergir en un sol torrent les forces que s’oposen a la dictadura”, V Reunión Plenaria del CC del PSUC, 9/1970, Arxiu Nacional de Catalunya (ANC), PSUC, c. 4. Original en catalán. 18 “Informe (Tarragona)”, 9/1970, AHPCE, NyR, Catalunya, c. 63, cp. 16. 19 “Carta de Serós sobre algunes organitzacions del P. a Comarques”, 2/4/1971, AHPCE, NyR, Catalunya, c. 59, cp. 3. 16 “Reflexiones

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Cristian Ferrer González de la ley ya se generó desasosiego entre los estudiantes.20 Además de las universidades, el descontento se extendió, por primera vez, a los centros de educación secundaria y profesional. Ello era una muestra patente de la hegemonía de la oposición entre grandes segmentos de la sociedad y, además, que la socialización antifranquista se iniciaba a muy corta edad. Las protestas de 1972 fueron muy amplias. Incluso las Comissions Pageses dieron cabida a las demandas de los estudiantes en su prensa. Lo hicieron a través de las reivindicaciones de los payeses como estudiantes de peritaje agrícola y técnicos agrarios. En algunos casos, muchos payeses acudían a las manifestaciones junto a sus hijos.21 El movimiento estudiantil tarraconense empezó a gestarse en el curso 1971-1972 en dos centros de estudios: el instituto y la delegación universitaria en la ciudad. Un grupo de profesores marxistas de la universidad —algunos de ellos habían pertenecido al PCE (internacional) y otros militaban en el PSUC— contactaron con sus compañeros en el instituto para organizar asambleas y grupos de debate con el fin de elegir delegados de curso de forma abierta. El alumnado del Curso de Orientación Universitaria (COU) permanecía todavía al margen del incipiente movimiento al no estar organizados políticamente. Pero a través de contactos personales con universitarios tarraconenses en Barcelona se estimuló la realización de reuniones entre estudiantes de COU en que se discutía sobre la LGE, así como de política en general (HERAS, 1991: 75-76). El 14 de febrero de 1972 se convocó una jornada de lucha en contra de la LGE en la que esos contactos previos florecieron.22 En Tarragona secundaron la huelga los últimos cursos del instituto de segunda enseñanza y los estudiantes de COU, así como los de formación profesional (maestría industrial). En la Escuela Normal de Magisterio el seguimiento fue desigual por cursos, mientras que en la Facultad de Letras y Ciencias de la delegación universitaria ubicada en la plaza Imperial Tárraco el seguimiento fue prácticamente total. Tres días antes, los estudiantes lo habían decidido en una asamblea celebrada de forma abierta y el día 14 se dispusieron a visibilizar su protesta con una manifestación por la Rambla Nova, pero la permanente presencia de la policía armada no lo hizo posible. Distinta era la situación en la Universidad Laboral «Francisco Franco», en que inicialmente no se secundó la huelga. Sólo un joven alumno fue dispuesto a hacerla y se dedicó a recorrer todas las clases dando a conocer a sus compañeros lo que estaba ocurriendo en la ciudad. Les exhortaba a reunirse con él en la cafetería para contarles más, cita a la que acudieron, según esta fuente, 300 alumnos. Aún asumiendo un cierto optimismo en los datos aportados en los informes del PSUC, puede conceptualizarse el seguimiento global de la jornada como elevado para una ciudad como Tarragona: unos 2.000 estudiantes secundaron la huelga contra la LGE.23 A lo largo de aquella mañana, como se ha comentado, los estudiantes realizaron diversos intentos de manifestación en la calle. Unos 500 alumnos consiguieron realizaron una sentada en el balcón del Mediterráneo, en la que «los grises cargaron brutalmente, dispersándolos». Entonces, un centenar de estudiantes se reagruparon en la catedral y se dispusieron a ocuparla. «Los grises penetraron en la catedral, pistola en mano, y la desalojaron practicando 16 detenciones».24 Algunos de los detenidos fueron liberados tras la mediación de un clérigo que se presentó en la comisaria. Además del sacerdote, algunos profesores de los detenidos se personaron también en la comisaría para exigir la liberación de sus estudiantes. Al denegárselo la fuerza pública, decidieron que ocuparían ellos mismos la catedral, pero finalmente la policía dejo a los jóvenes en libertad y no se produjo ocupación alguna. La participación del profesorado de enseñanza media en las protestas no fue un caso aislado debido a la precariedad laboral que padecían, pues se calcula que un 80 % era no numerarios (MOLINERO e YSÀS, 2010: 122). Esto ocurrió durante la mañana. Por la tarde se organizó una nueva manifestación cuyos activos estaban ciertamente más mermados. Sin embargo, cerca de 300 estudiantes se manifestaron a lo largo de la Rambla Nova sin que ni la policía armada ni la guardia urbana intervinieran y, en cambio, se dedicaran simplemente a desviar el tráfico para que pasara la manifestación. En Reus, dónde el contingente de estudiantes era ciertamente menor al de Tarragona, el seguimiento de la huelga se circunscribió a unos 150 estudiantes de instituto y unos 100 alumnos 20 “La

nueva Ley de Educación”, Nova Lleida, no 1, 8/1971. conflicte dels estudiants de l’Escola de Pèrits Agrícoles”, La Veu del Camp Català, no 33, [1/]1972, suplemento. 22 NÚÑEZ, M: “Carta de Saltor”, 5/2/1972 y 7/2/1972, AHPCE, NyR, Catalunya, c. 59, cp. 5. 23 SERRADELL, J: “Carta de Miró”, 21/2/1972, AHPCE, NyR, Catalunya, c. 59, cp. 5. 24 Ibid. 21 “El

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Otro frente estratégico de movilización contra el franquismo. La juventud comunista de Catalunya más allá de la gran Barcelona de formación profesional. En el instituto, los chavales tuvieron que enfrentarse al profesorado que, al contrario que en Tarragona, se mostró frontalmente opuestos a la huelga. Los huelguistas no pudieron acceder al instituto, pues los profesores cerraron las verjas con llave, y éstos optaron por realizar una asamblea en plena calle. Los jóvenes iban explicando a los transeúntes los motivos del paro hasta que, finalmente, fueron disueltos por la policía, que había sido advertida de los hechos por el director del centro. En la escuela de maestría industrial, un militante de la JCC había realizado un mitin ante sus compañeros del grupo nocturno el día anterior —en su mayoría obreros— y decidieron que secundarían la huelga: la abonaron un centenar. Además del instituto y de la escuela de formación, se sumaron también los centros privados de La Salle —con el beneplácito de la dirección del centro— e incluso un colegio femenino de monjas. La idea inicial de los estudiantes era recorrer en manifestación la calle Monterols, pero «fue tomada por los grises», por lo que dieron un rodeo y se concentraron en la vecina plaza Prim junto a 200 trabajadores que se solidarizaron con los estudiantes.25 El despliegue de la LGE siguió motivando movilizaciones durante los años posteriores. La JCC fue en buena medida la responsable de ensanchar el movimiento estudiantil hacia los centros de enseñanza media que, a su vez, engrandeció a la propia JCC. Una de sus principales denuncias fueron por la falta de plazas educativas para los bachilleres debido a la escasez de centros de formación. Aquella era una realidad que obligaba a la juventud rural a desplazarse diariamente hacia las ciudades cercanas, con el consecuente coste adicional para las familias, y que, en cambio, dejaba fuera de los centros a muchos estudiantes en distritos obreros superpoblados. El motivo último en ambos casos era el mismo: la falta de inversiones en infraestructuras educativas. Denunciaban, además, la existencia de listas negras de estudiantes que habían destacado en los años anteriores en las luchas contra la LGE y a los que se les denegaba el ingreso en el instituto.26 La JCC de las comarcas de Tarragona había liderado el conflicto en los institutos de enseñanza media en más de treinta centros, así como en la universidad. Como puede verse por la gran variedad de centros que secundaron la huelga —desde colegios de formación para obreros, hasta colegios privados y religiosos— el conflicto fue muy transversal y el liderazgo que ejerció la JCC y el prestigio que se ganó entre los estudiantes, la puso en disposición de realizar actuaciones mucho más amplias en el futuro. Una buena muestra de ello es la reunión que organizó en Aleixar (Baix Camp) con la participación de más de 500 jóvenes estudiantes de todas las comarcas tarraconenses con el fin de tratar la problemática del sector estudiantil.27 En 1974 resurgió el conflicto estudiantil alrededor de la selectividad. Se denunciaba la construcción de una universidad elitista bajo el subterfugio que ésta estaba masificada. Se reivindicaba la supresión de la selectividad y la completa gratuidad de los estudios universitarios, la elaboración democrática de los planes de enseñanza en colaboración profesores-estudiantes, se pedía la amnistía a los damnificados por motivos políticos (las referidas listas negras de alumnos), así como el derecho de reunión y asociación tanto del profesorado como de los estudiantes. En Tarragona los profesores de instituto redactaron un escrito conjunto en el que se oponían a la selectividad y pedían democratizar el COU. Paralelamente, diversas asambleas de bachilleres fueron realizadas, en las que se decidieron manifestarse por la ciudad. También en la facultad universitaria se sumaron a las protestas y el 9 de mayo de 1974 secundaron la huelga general universitaria, resultando completamente paradas las facultades de Letras y Ciencias que, junto a los bachilleres, se manifestaron por la Rambla Nova de Tarragona.28 Junto a la JCC, había otros grupos que tenían en el movimiento estudiantil su espacio de actuación preferente. La Liga Comunista (LC) había jugado un papel importante en las movilizaciones contra la selectividad en 1973, que ocasionaron el cierre de la universidad durante una temporada. El PCE(i), a través de su organización juvenil, la Joven Guardia Roja (JGR), tuvo una presencia reducida pero muy influyente en la Universidad Laboral, pero ninguna en la delegación universitaria desde septiembre de 1973, cuando sus miembros se mudaron a Barcelona para 25 SERRADELL,

J: “Carta de Miró”, 21/2/1972, AHPCE, NyR, Catalunya, c. 59, cp. 5. Comunista de Catalunya: “I Conferencia Nacional”, informe del CC de la JCC presentado por Llorens Grau, 8/1973, p. 9, ANC, PSUC, uc. 1271 (III), c. 75. 27 PARDELL, J: “Algunes informacions de les Organitzacions del Partit a Comarques”, 4/1973, AHPCE, NyR, Catalunya, c. 63, cp. 1/1. 28 “Movimiento estudiantil: la lucha contra la selectividad”, Lluita, no 13, 5/1974. 26 Joventut

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Cristian Ferrer González terminar la licenciatura. Por su parte, la LC había quedado prácticamente desarticulada tras la detención de uno de sus dirigentes a finales de 1973 y el resto del grupo se integró en el PCE(i) en abril de 1974. Sin embargo, este sector universitario de la JGR tuvo muy corta vida, pues se disolvió en el PSUC a finales de año (HERAS, 1991: 78). Así pues, la JCC contribuyó a la irrupción del movimiento estudiantil que, a su vez, reforzó a la organización juvenil comunista, amén del partido. La importancia, pues, del movimiento de bachilleres fue su dimensión pública y no exclusivamente recluida en su espacio de desarrollo natural, el instituto. Contrariamente, la movilización de los bachilleres, junto con el movimiento universitario tarraconense —estrechamente ligado a grupos barceloneses que contribuyeron a extender las reivindicaciones más allá de la Gran Barcelona— fue a disputar el control del espacio público a las autoridades franquistas. Entre 1972 y 1974 las manifestaciones estudiantiles públicas se duplicaron, al tiempo que la conflictividad sociopolítica en general incrementó de manera notoria. Las factorías que más conflictos protagonizaron en aquel período fueron las del ramo del metal y de la construcción, aunque la irrupción de una inédita conflictividad en industrias que hasta el momento no habían destacado por su combatividad, ponía de manifiesto la impericia de la dictadura para desactivar la contestación y la capacidad del antifranquismo para movilizar a cada vez más amplios segmentos de la sociedad.

5. JÓVENES OBRERAS Y PRECARIAS En el trabajo de organización constatamos una debilidad remarcable: el insuficiente trabajo del Partido entre las mujeres. Los comités del Partido en las empresas, barriadas y ciudades subestiman seriamente esta gran labor. Y esto es un error, al que debemos ver cómo remediar.29 Josep «Román» Valmeline SA era una empresa textil fundada en 1974 dedicada a la sastrería fina y sitia en las inmediaciones de Tarragona.30 Surgió como absorción de una industria anterior llamada Seidensticker, dedicada a la confección de camisas. Durante los años sesenta las obreras de Seidensticker, motivadas por cambios horarios impuestos unilateralmente o modificaciones del destajo, habían realizado diversas acciones, tales como trabajo lento, huelgas o encierros, todo ello con el fin de negociar mejoras laborales. En las elecciones sindicales de 1971 la candidatura vinculada a CCOO copó los siete enlaces en disputa, a pesar que las menores de 21 años — mayoría en la fábrica— no tenían derecho a voto ni a ser elegidas enlace sindical.31 Cuando la empresa fue comprada por nuevos accionistas —como los anteriores, también alemanes— a inicios de 1974, las trabajadoras se organizaron de manera preventiva por si la nueva dirección pretendía dar marcha atrás a sus derechos conquistados. Valmeline contaba a esas alturas con una plantilla de 331 trabajadoras, en su mayoría residentes en las barriadas de Torreforta y Bonavista. Pese a la crisis y reconversión del sector de los años cincuenta, en 1968 el sector textil aún ocupaba en España a 91.000 personas, de las que el 75 % eran mujeres (MOLINERO, 1997: 304). En su mayoría eran jóvenes obreras y sólo un pequeño grupo de hombres trabajaba en el sector, que ocupaban los puestos de especialización y salarios mayores. Contrariamente, a las jóvenes de Valmeline no se les reconocía un jornal fijo, sino que su remuneración iba en función de unos topes de trabajo estipulados por la empresa. Se calcula que el salario de una obrera textil era un 20 % inferior al de un varón en el mismo puesto (CORAL y GUTIÉRREZ, 2014: 241). «El trabajo era duro porque era un trabajo a destajo y en cadena, [eso] significa que las piezas iban pasando, y si te encontrabas mal, tus piezas quedaban atrasadas, y en el descanso o al final tenías que acabarlas», recordaba una trabajadora de Valmeline. «Era un esfuerzo de trabajo muy grande, estaba todo medido, a base de décimas de segundo. Te decían que aquella pieza debía hacerse 29 SERRADELL,

J: Informe de Román sobre organización presentado en el II Congreso del PSUC, 11/1965, p. 21, AHPCE, NyR, Catalunya, c. 50, cp. 1/2. 30 Los datos sobre Valmeline y el desarrollo del movimiento huelguístico, salvo cita expresa, proceden de DUCH y FERRÉ, 2009: 167-174; FERRÉ: 2012: 2-4; CUADRADA y GUTIÉRREZ, 2014: 241-247. 31 “Carta de Serós”, 14/7/1971, AHPCE, NyR, Catalunya, c. 59, cp. 4.

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Otro frente estratégico de movilización contra el franquismo. La juventud comunista de Catalunya más allá de la gran Barcelona en veinte segundos, y debías hacerla en aquel tiempo».32 El 2 de julio de 1974 257 obreras de Valmeline iniciaron paros parciales en la cadena de producción como muestra de disconformidad con el sistema de tiempo del trabajo y por el anuncio de reducción de plantilla que acababa de hacer la empresa. Contrarias a la reestructuración, las obreras también reivindicaban un salario fijo de 350 pesetas diarias más pluses por productividad, así como vacaciones pagadas y que se les reconociera la antigüedad a aquellas incorporadas antes de la absorción de Seidensticker. Las negociaciones no llegaron a buen puerto y el día 11 la totalidad de las trabajadoras permanecieron de pie en su puesto de costura, sin tejer una sola prenda. Días antes de las vacaciones de verano, la empresa protagonizó un lockout, confiando que así se enfriara el conflicto. En efecto, el conflicto laboral se paralizó temporalmente durante las vacaciones del 14 al 31 de julio, pero el día de la reincorporación nadie acudió a trabajar. La huelga se alargó durante tres días más, dos de los cuales los piquetes ocuparon la fábrica para impedir que nadie trabajase. La respuesta de la empresa no fue otra que echar a la mitad de la plantilla: 162 chicas fueron fulminantemente despedidas y otras 182 fueron suspendidas tres días de empleo y sueldo.33 A partir de ese momento, las jóvenes de Valmeline trasladan el conflicto de la fábrica a la calle, tras un frustrado intento de canalizar sus demandas a través del sindicato vertical. Vestidas con la bata roja de trabajo, recorrían en pequeños grupos las industrias y barriadas de Tarragona buscando la solidaridad del resto de trabajadores y vecinos. En muchas empresas se empezó a recolectar dinero para ellas, acumulando en la caja de resistencia más de 100.000 pesetas. A diario se concentraban enfrente del sindicato vertical en la Rambla Nova y en numerosas ocasiones pidieron audiencia, siempre denegada, con el gobernador civil. El 10 de agosto las despedidas se reunieron delante de la empresa. En la asamblea abierta ahí celebrada, las trabajadoras que se sumaron a la huelga anunciaron que la abandonarían si las despedidas eran readmitidas, demanda que no fue aceptada por la dirección de Valmeline, que procedió a despedir a las huelguistas. El día 12 éstas ocuparon la fábrica, provocando el violento desalojo de la policía. Cerca de las 200 costureras despedidas vestidas de rojo se concentraron delante del sindicato tarraconense el 14 de agosto. No estaban solas, las acompañaban otros 600 obreros. La mayor manifestación registrada en la ciudad desde la guerra civil acabó disuelta por la policía armada. Una actitud distinta mostraron las fuerzas del orden en una nueva concentración que se produjo el día 21 con cerca de 1.000 manifestantes, en que no cargaron.34 El 7 de septiembre, tras dos meses de conflicto, Valmeline accedió a reincorporar a las 200 muchachas en sus puestos de trabajo y se comprometió a negociar un nuevo convenio.35 El de las costureras de Valmeline fue un conflicto ideológicamente plural: participaron en él activistas de CCOO y grupos autogestionarios organizados alrededor de la publicación El Topo Obrero. Muchas formaban parte o estaban en la órbita del PSUC y de la JCC (HERAS, 1991: 114). Aunque las Plataformas Anticapitalistas y la Organización de Izquierda Comunista (OIC) —formación a la que muchos activistas de Plataformas pertenecían— no tenían presencia en Valmeline, éstas sí que jugaron un papel en las protestas contribuyendo a extenderla en los barrios a través de su presencia en el tejido vecinal de las barriadas obreras de la zona (BARDAJÍ, 2015: 141). Pese a las desconfianzas mutuas, la colaboración entre las formaciones de la izquierda antifranquista fue en aumento, pues «las relaciones con otros grupos u organizaciones denominadas izquierdistas han experimentado una mejoría».36 Lo que resulta de interés en las huelgas de Valmeline es, por un lado, el grado de organización y capacidad movilizadora de las jóvenes obreras; y, por otro, la dimensión ciudadana que cobró la huelga. La JCC jugó un papel desdibujado en el conflicto laboral en sí, teniendo un papel compartido con activistas de grupos católicos y autonomistas obreros, sin embargo, la dimensión ciudadana del conflicto es difícilmente explicable sin el empuje dado por la JCC. De aquella JC menuda y recluida en espacios periféricos a finales de los sesenta, se pasó a un movimiento 32 Entrevista

a Ángeles de la Fuente, trabajadora de Valmeline, recogida en DUCH y FERRÉ, 2009: 170. Original en catalán. 33 El Abc del 16/8/1974 eleva la cifra a 175, pero probablemente fuera un cálculo aproximado. El órgano intercomarcal del PSUC habla de 162 despidos: “Solidaridad con VALMELINE”, Demà, no 11, 8-9/1974. 34 “Nuestra lucha: Valmeline (Antes ‘Seidensticker’)”, Lluita, no 15 (no especial), 8/1974; “Solidaridad con VALMELINE”, Demà, no 11, 8-9/1974. 35 “Victoria en Valmeline”, Lluita, no 16, 10/1974. 36 “Guión para la discusión sobre la actividad unitaria de la JC de Catalunya”, 8/1974, ANC, PSUC, uc. 1300 (II), c. 85.

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Cristian Ferrer González juvenil estructurado capaz de interpelar a adultos de toda condición antes de la muerte del dictador. He ahí la función clave que debía desarrollar la JCC en el antifranquismo, tal como lo habían codificado los comunistas: ser el eslabón que hiciese posible convertir la huelga general en huelga nacional o, como se denominó a partir de 1974, en Acción Democrática Nacional (TREGLIA, 2012: 331 y ss.).

EPÍLOGO Cuentan que un lord inglés cabalgaba rumbo a Oxford cuando, desorientado, preguntó a un siervo que encontró por el camino. «Disculpe, buen hombre, ¿podría indicarme el camino a Oxford?» El siervo se disculpó: «Lo lamento milord. Camino, sí; Oxford, también; camino a Oxford, no». El siervo fingía no alcanzar a articular las dos ideas que tenía en su mente para responder al caballero. Los atomizados y quizá inarticulados episodios que he mostrado a lo largo del texto creo permiten comprender desde distintas perspectivas el alcance de la JCC en Tarragona. Resulta evidente que la JCC fue la principal organización juvenil antifranquista, también fuera de la Gran Barcelona, i cuyo rol en Tarragona resultó trascendente. Su desarrollo fue paralelo al del propio movimiento antifranquista. Durante la década en que se formaron las primeras agrupaciones de base de la JC, su ámbito de actuación preferente fue en el movimiento obrero, fundamentalmente a través de las COJ. Sin embargo, la experiencia de las COJ pusieron de relieve la dimensión vivencial de los trabajadores, siendo capaces de concentrar su actuación mejor en las barriadas obreras que en las propias fábricas, siendo CCOO donde los jóvenes trabajadores se organizaban. Con la nueva década, se coordinaron las agrupaciones locales y se eligió un Comité Ejecutivo: era el nacimiento de la JCC como tal. A partir de entonces, su campo de actuación preferente —si bien el obrero siguió siendo el frente preferente del antifranquismo en general— pasó a ser el movimiento estudiantil. A través de éste, la JCC arraigó fuertemente en el territorio tarraconense, contando con organización en veinte poblaciones de la zona. En su seno reunía a estudiantes, ciertamente, pero también a obreros y jóvenes de origen rural, de los que a penas hemos tenido espacio para mencionar en este escrito. A nivel catalán la JCC alcanzó en 1972, tras las movilizaciones contra la LGE de Villar Palasí, más de un millar de militantes. Gracias a su capacidad de penetración entre los más jóvenes y a su notable extensión territorial, la JCC estuvo en disposición de liderar la movilización en los institutos de enseñanza media y de contribuir decisivamente a la misma extensión de la Assemblea de Catalunya a través, precisamente, de la tupida red tejida por la JCC en las poblaciones del Camp de Tarragona. Si bien la represión a nivel general interrumpió su crecimiento cuantitativo en número de militantes, su participación en los frentes de masas, especialmente en el movimiento estudiantil en Reus y Tarragona, hizo que la JCC fuera una organización imprescindible. Tras la muerte de Franco, la JCC experimentaría un crecimiento organizativo sin parangón. Y en Tarragona, la JCC fue uno de los nódulos fundamentales sobre los que se articuló el movimiento antifranquista. Su función principal fue la de reforzar la retaguardia del movimiento obrero en los barrios y de movilizar a contingentes de jóvenes cuando era menester. Así se mostró en los casos arriba reseñados, siendo la pieza clave que permitía que las protestas saliesen de sus propios márgenes y se acercasen a aquel ideal de Acción Democrática Nacional que para los comunistas debía ser la movilización que acabase con la dictadura. Una parte sustancial del frente estratégico que abordar la JCC, el abordado en esta investigación, fue exitosa; pero, sin embargo, no logró la tan ansiada penetración en el Ejército con el fin de conseguir, al menos, su neutralidad durante el proceso de cambio político. Sin duda, aquel fue un hándicap que condicionó todo el proceso que abrió la muerte del dictador y en que la JCC no fue capaz de cumplir el rol estratégico que debía acometer.

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