Otelo Engano Celos y Muerte

June 23, 2017 | Autor: Paula L | Categoría: Shakespeare, Shakespearean Drama, Literatura, Othello
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Descripción



OTELO: ENGAÑO, CELOS Y MUERTE
"Otelo: el moro de Venencia" es una tragedia de cinco actos escrita por William Shakespeare (1564-1616) en el año 1604. La tragedia, según Aristóteles, se define como:


La imitación de una acción de carácter elevado y completa, dotada de cierta extensión en un lenguaje agradable, llena de bellezas de una especie particular según sus diversas partes, imitación que ha sido hecha o lo es, por personajes en acción, la cual, moviendo a compasión y temor, obra en el espectador la purificación propia de estos estados emotivos

Esta tragedia se desarrolla principalmente en Chipre, a excepción del primer acto que transcurre en Venecia; este cambio de lugar tiene origen en el trasfondo bélico y político de la obra: su protagonista, Otelo, es un apreciado general veneciano al que se lo requiere en un conflicto en Chipre. Sin embargo, la obra no gira en torno a este tema, en cambio, lo discutido son los celos y la honra. Otelo se enamora y casa a escondidas con Desdémona, hija del senador Brabancio. Dicho amor se verá interferido por las acciones de Yago, que manipula a Otelo con mentiras llevándolo a creer que Desdémona es desleal y, a raíz de esto, asesinarla. Inmediatamente después Otelo descubre la verdad por medio de Emilia y la tragedia culmina con su suicidio.
Iago es el alférez de Otelo y si bien no es el protagonista, tiene un rol muy importante, lo cual notamos desde un principio: a pesar de que su primera aparición en escena no es con una presentación detallada, podemos caracterizarlo desde sus primeros parlamentos pues expresa fuertes opiniones dialogando con Rodrigo (hidalgo enamorado de Desdémona). Para empezar, desde que despotrica contra Cassio y el moro, al comienzo de la primera escena, notamos que está muy lejos de ser un hombre calmo, más bien podríamos decir que es rencoroso, envidioso y egocéntrico: reacciona terriblemente ante la decisión de Otelo de designar a Cassio como teniente pues él se cree (y se manifiesta) superior y más calificado para el puesto a causa de sus experiencias en el frente de batalla: "(…) Y yo (de quien sus ojos han visto la prueba en Rodas, Chipre y otros territorios cristianos y paganos) tengo que ir a sotavento y estar al pairo por quien no conoce sino el debe y el haber, por tenedor de libros(…)"
También podemos afirmar que es manipulador: conoce muy bien a quienes lo rodean, lo cual le permite llegar a un grado muy alto de persuasión, logrando modificar los pensamientos y opiniones de las personas y, por consiguiente, también sus comportamientos. Al mismo tiempo notamos que es hipócrita pues utiliza un discurso diferente en cada persona para lograr ésta persuasión. Una manifestación de su hipocresía la encontramos en el siguiente fragmento de un parlamento del diálogo con Rodrigo:


Porque, señor, tan verdad como sois Rodrigo, que a ser yo el moro, no quisiera ser Iago. Al servirlo, soy yo quien me sirvo. El cielo me es testigo; no tengo al moro ni respeto ni obediencia pero se lo aparento así para llegar a mis fines particulares. Porque cuando mis actos exteriores dejen percibir las inclinaciones nativas y la verdadera figura de mi corazón bajo sus demostraciones de deferencia, poco tiempo transcurrirá sin que lleve mi corazón sobre mi manga para darlo a picotear a las cornejas. ¡No soy lo que parezco! (Shakespeare, 1943; 10)

Iago procura no revelar su verdadera identidad ni sus verdaderas intenciones, podemos decir que es una persona verdaderamente misteriosa. Aquí le dice a Rodrigo que él nunca permitirá que sus "actos exteriores" muestren lo que verdaderamente pasa dentro de él, dado que eso lo dejaría vulnerable.
Aparentemente, es este enojo lo que desencadena un deseo de venganza que lleva a Iago a intentar hacer miserable la vida de Otelo. Sin embargo, este no es el motivo que declara: él se manifiesta como un aliado de Rodrigo, siendo su falso propósito el lograr que Rodrigo esté con Desdémona. Es así que acude a Brabancio para anunciar que su hija ha escapado con Otelo, implicando con esto que Rodrigo es un mejor pretendiente y sugiriendo así que Otelo no es tan bueno como parece.
Esta primera idea para separar a Desdémona de Otelo fracasa, aumentando así el enojo de Iago y resultando esto en un nuevo plan, que detalla en sus últimas palabras del acto tercero de la escena primera. En éstas, el mismo reafirma claramente los rasgos de su etopeya que logramos deducir de sus primeros parlamentos, sobre todo el conocimiento que tiene sobre quiénes lo rodean; lo cual, lógicamente, también refleja su gran inteligencia y audacia.
La idea general del plan es hacerle creer a Otelo que Desdémona lo engaña con Cassio. Es importante notar que habla de "engañar (…) los oídos de Otelo susurrándole" (Shakespeare, 1943; 27): no planea engañarlo directamente ni lo hará, su influencia sobre Otelo es muy discreta. Cuando Iago proclama "¡El infierno y la noche deben sacar esta monstruosa concepción a la luz del mundo!" (Shakespeare, 1943; 27) nos permite saber que es consciente y está a gusto con lo malvado que son sus objetivos, dado que se refiere a su plan como una "monstruosa concepción" y lo asocia con términos que connotan maldad, como lo son el infierno y la noche.
Existen diversas hipótesis sobre cuáles son los motivos de Iago para sentir este odio hacia Otelo que lo lleva a elaborar el plan. El motivo más evidente para establecer sería el rencor y decepción debido a no haber sido nombrado teniente por Otelo, sumado a la sospecha de la infidelidad de Emilia con el moro (sospecha declarada al comienzo de la cita anterior).Otra hipótesis es la planteada por Orson Welles, quien produjo una película de Otelo, y plantea que Iago secretamente desea a Otelo pero termina hiriéndolo porque está celoso de Desdémona. Afirma que Iago básicamente corteja a Otelo y lo aparta de Desdémona. Nosotras adherimos a esta hipótesis debido a que hemos encontrado diversos fragmentos que, a pesar de su ambigüedad, la respaldan, como por ejemplo: "odio al moro; mi causa está arraigada a mí corazón" (Shakespeare, 1943; 26) y "soy siempre vuestro" (Shakespeare, 1943; 63) También hay críticos que no atribuyen el plan al odio que Iago siente por Otelo. El poeta Samuel Taylor Coleridge dice que Iago es "un ser cercano al demonio, pero no exactamente el demonio", y de su comportamiento manifiesta que es "maldad sin motivo".
Por la complejidad de este personaje y su participación en la obra podríamos decir que es el protagonista. Sin embargo, Iago no presenta una evolución a lo largo de la obra ni un cambio de fortuna, esta diferencia que hace a Otelo el protagonista.
Otelo, como moro en Venecia, es una persona honrada, estimada y admirada. Esto se demuestra claramente en su diálogo con el consejo al ser acusado por secuestrar a Desdémona y ser necesitado en Chipre. Otelo no solo se caracteriza de esta forma; Iago, en sus últimas palabras en la escena tercera, acto primero, describe a Otelo de forma acertada: es sincero, manipulable y confía fácilmente en los demás. Al comienzo de la obra Otelo se manifiesta como una persona confiada de sí, orgullosa y esperanzada. Esto se nota especialmente en sus primeros parlamentos: ante el anuncio de la acusación de Barbancio, Otelo no duda de haber actuado bien ni espera un desenlace desfavorable. Lo que notamos en sus palabras no es soberbia, sino simplemente seguridad en lo que dice.
En cuanto a la visión que tiene el Dux sobre Otelo, sin lugar a dudas es positiva: cuando Otelo es acusado por Brabancio, el Dux subestima la palabra de Brabancio y solicita más pruebas en lugar de directamente condenar a Otelo (como probablemente hubiera hecho si se tratara de un moro cualquiera). Sin embargo, estos gestos del Dux hacia Otelo no se explican por afinidad que tenga con él sino por necesidad, como bien dice Iago "el Estado no puede, sin riesgos, privarse de sus servicios (…) no hallarían, ni aun al precio de sus almas, otro de su talla para dirigir sus asuntos" (Shakespeare, 1943; 13).
Al comienzo de la obra se revela que Otelo se casa a escondidas con Desdémona. Ellos, a pesar de estar enamorados, presentan una gran diferencia de edad. Se podría decir que exteriorizan una relación de padre e hija. Él es un hombre hecho, tiene grandes experiencias; mientras que Desdémona recién se está lanzando al mundo. También podemos notar que, si bien Otelo y Desdémona se declaran enamorados, no están verdaderamente compenetrados en su amor. Según Gustavo Landauer:


(…) el amor entre Otelo y Desdémona no reside en la unión de dos almas, no reside en el conocimiento, sino, por el contrario en el desconocimiento mutuo, en la extrañeza, en el recato con que se miran dos almas unidas por la nostalgia, sí, pero no por una íntima compenetración.

Otelo conoce a Desdémona gracias a Brabancio, quien lo invitaba a su casa dado que lo apreciaba por sus servicios a Venecia. Otelo logró enamorarla a través de los relatos de sus experiencias de vida, ella quedó maravillada frente a su valentía y fortaleza: antes de llegar a ser el respetado hombre que nosotros vemos, Otelo tuvo una vida muy dura; estuvo al borde de la muerte, fue prisionero y tras eso fue vendido como esclavo, todo esto hizo que viera paisajes muy diferentes ("vastos antros y de desiertos estériles, de canteras salvajes de peñascos y de montañas cuyas cimas tocaban el cielo" (Shakespeare, 1943; 21)) pero aún así conociera una única realidad ("fuera de lo que concierne a las acciones guerreras y a los combates, apenas puedo hablar de este vasto universo" (Shakespeare, 1943; 19)).
Es en la escena tercera del acto tercero en que Iago comienza a sembrar dudas en Otelo, gradualmente introduce en él la posibilidad de que Desdémona sea infiel. Es importante notar que Iago tiene una manera muy retorcida de lograr esto, manifiesta lo contrario a sus verdaderas intenciones: dice que no quiere cambiar la visión de Otelo ni sugerir algo que puede no ser verdad, cuando eso es justamente lo que busca hacer. Iago se expresa de esta manera para mantener su apariencia de hombre honrado pues es esta apariencia la que hace que sus palabras parezcan más creíbles. En la siguiente cita podemos ver claramente la importancia que Iago le da a la honra:


Mi querido señor, en el hombre y en la mujer el buen nombre es la joya más inmediata a sus almas. Quien me roba la bolsa, me roba una porquería, una insignificancia, nada; fue mía, es de él y había sido esclava de otros mil; pero el que me hurta mi buen nombre, me arrebata una cosa que no le enriquece y me deja pobre en verdad.(Shakespeare, 1943; 54-55)

Entendemos por "buen nombre" a la honra, esta puede definirse como el valor de las personas ante sus propios ojos y a los ojos de su pueblo. En ocasiones la honra, se refiere a la castidad, es decir, si la mujer es "honrada" o promiscua. En otros casos, esta se refiere a la honestidad personal, aunque también puede cuestionar si una persona es un buen amigo o no. En esta obra encontramos un ejemplo muy claro, ya que Iago utiliza la deshonestidad personal (mentiras y engaños) para persuadir a Otelo de que Desdémona es sexualmente deshonrosa, mientras que pretende desear lo mejor para el que, según él, es su amigo.
Iago utiliza la palabra "joya" para hacer referencia a la honra como algo muy valioso, difícil de conseguir, que nadie desea perder, pero que todos quieren obtener. Shakespeare explica, mediante las palabras de Iago, que quién le quita la honra a alguien no es más honrado por hacerlo, sino que lo único que logra es dejar a este sin ella, vacío.
El otro gran tema de la obra son los celos y es también en esta escena que Iago los define:


¡Oh, mi señor, cuidado con los celos! Es el monstruo de ojos verdes, que se divierte con la vianda que le nutre. Vive feliz el cornudo que, cierto de su destino, detesta a su ofensor; pero, ¡oh, qué condenados minutos cuenta el que idolatra y, no obstante, duda; quien sospeche y, sin embargo, ama profundamente! (Shakespeare, 1943; 55)

Existen muchas formas de interpretar está definición de los celos. Una de ellas sería que, recordando los ojos verdes de los gatos, Shakespeare comparara a los celos con ellos. Debido a que estos juegan con su presa antes de devorarla, tanto como los humanos juegan con los sentimientos en su mente mientras los celos van destruyendo sus pensamientos, seguridades y relaciones. Es el tipo de monstruo que ataca y devora cada parte de nuestras vidas, corroe a los amantes y resulta difícil escapar de las ruinas que provoca. También podría usarse el color verde (que significa inmadurez o incapacidad de manejar la pasión amorosa), para hacer referencia al color de la piel enfermiza, intoxicada, como el verde del agua estancada, o como la mala sangre en una crisis de celos. O bien, podemos ver los celos personificados como el "monstruo de ojos verdes", haciendo referencia a una bestia, para demostrar lo destructivo que puede ser este sentimiento.
Los parlamentos citados forman parte de un extenso diálogo entre Iago y Otelo, donde el primero da muchos rodeos para llegar a manifestar sus sospechas. Éstos rodeos también funcionan para intrigar a Otelo, pues así se introducen las ideas lentamente, logrando que se asienten más en su mente. Esto inmediatamente lo notamos en Otelo: en un principio dice "Cámbiame por un macho cabrío el día en que entregue mi alma a sospechas vagas y en el aire" (Shakespeare, 1943; 55), sin embargo, eso es justamente lo que hace ni bien Iago sugiere la posibilidad de que Desdémona lo engaña con Cassio. Si bien Otelo no afirma en ese momento tener dudas sobre ella, notamos que cambió su forma de verla en el trato que tiene cuando vuelve a entrar: ya no se dirige a ella con expresiones cariñosas ("Desdémona mía" ni "Querida esposa") y comienza a darle respuestas cortantes.
Anteriormente en esta escena vemos a Casio que, devastado por su destitución, se dirige a Desdémona para explicarle su situación e intentar recuperar su puesto por medio de ella. Es importante notar que ésta idea surge en realidad de Iago, que se la sugiere a Casio al final del acto segundo, no para ayudarlo sino con la intención de que Otelo sienta celos al ver a su esposa y él hablando. Desdémona escucha atentamente los planteos de Cassio y no duda en ayudarlo, se muestra como una persona amable y leal; su deseo por ayudar se explica simplemente por la amistad que los une, no porque exista algún deseo sexual. Su determinación por conseguir que Otelo perdone a Cassio se ve claramente en la siguiente cita: "Certifícate que cuando hago una promesa de amistad la cumplo hasta el último artículo" (Shakespeare, 1943; 50-51). Al suplicar por el perdón de Cassio ella insiste en que Otelo debe fijar una fecha para citar a Casio y concederle su perdón. Obviamente, esta insistencia de Desdémona reafirma las sospechas de Otelo, tal como Iago quería.
Otro momento crucial para la evolución de Otelo en la obra es cuando finalmente obtiene la "prueba" de la infidelidad de Desdémona: el pañuelo. La importancia de este elemento radica en que es el primer regalo que Otelo hace a Desdémona, representando así una muestra de su amor. Además, puede considerarse como un símbolo del pasado de Otelo: el moro le relata a Desdémona que dicho pañuelo fue entregado a su madre por una egipcia, con una especie de hechizo que haría que, mientras ella lo tuviera, su padre se mantendría sometido a su amor pero, en caso de perderlo, le sería infiel. Para el moro, este objeto simboliza la fidelidad de Desdémona.
Estos motivos son los que llevan a que el pañuelo posea un gran valor sentimental, tanto para la joven como para el Moro. Iago es consciente de esto y por tanto convence a su esposa, Emilia, de robárselo a Desdémona. Ella, sin saber el motivo, cuando encuentra la oportunidad toma el pañuelo y se lo entrega a Iago, quién astutamente hará que quede en manos de Cassio; él sabe que Otelo se molestará cuando se entere de que su esposa ya no lo tiene y que creerá que le ha sido infiel, puesto que Otelo le ha expresado que "cuando dude he de adquirir la prueba; y adquirida que sea, no hay sino lo siguiente…, dar en el acto un adiós al amor y a los celos" (Shakespeare, 1943; 55).
El peso tan grande que se le da al pañuelo y la consideración de él, por parte de Otelo, como una prueba certera de una infidelidad, hace que se refleje la capacidad de las mentes celosas de cegarse y confiarse de situaciones que muchas veces no reflejan la realidad. En este caso, un pequeño incidente fue magnificado y considerado como una prueba de traición.
Otra de las causas de los celos se desarrolla en el acto cuarto, en el que Iago cita a Cassio para conversar con él e incentivarlo a hablar sobre Blanca, la amante del mismo. Teniendo como objetivo que Otelo interprete que las palabras de Cassio son en referencia a Desdémona.
Lo cierto es que la supuesta infidelidad de Desdémona hacia Otelo, originan en él un enorme enojo e ira. Dichos sentimientos, su indignación y sus celos, lo llevan a reaccionar de manera violenta y enunciar injurias a Desdémona. La golpea y manifiesta estar sorprendido ante el aparente cambio de personalidad de la misma "¡Paciencia, tú, joven querubín de labios de rosa, cambia de complexión! ¡Cambia, así, y adquiere una fisonomía siniestra como el infierno!" (Shakespeare, 1943; 80), así como también su deseo de que la misma jamás hubiese nacido. La califica con penosos adjetivos "pérfida", "puta", "ramera" y "prostituta".
Desdémona, quien al comienzo de la obra se muestra desafiante y aventurera, sufre una transformación hacia un ser ingenuo, incrédulo e inocente. Estas características se observan claramente cuando, ante la agresión y discusión con Otelo, Desdémona mantiene una conversación con Emilia, en la cual atónita, temerosa y muy angustiada, expresa su duda de si es posible que una mujer le sea infiel a su esposo y suplica ser perdonada en caso de haber actuado en contra de su matrimonio.
Lo que permite conocer la razón de por qué ella jamás tuvo la idea de que Otelo sospechaba de una supuesta infidelidad de su parte: su principal valor es el amor, el matrimonio y cuando este está en peligro ella no se opone a ser insultada. Esta pasividad de Desdémona frente a los insultos de Otelo se continúa hasta el final de la obra: cuando está a punto de matarla, lejos de intentar huir o alertar a alguien, ella se limita a pedir piedad a Dios. Sin embargo, esto culmina en su asesinato.
Al continuar la escena segunda del acto quinto presenciamos la muerte de Emilia a manos de Iago. Esto no es por libre albedrío sino como respuesta a la confesión de Emilia (luego del asesinato de Desdémona, ella le explica a Otelo que ha sido engañado por Iago y en verdad Desdémona nunca le fue infiel). Podríamos considerar su confesión como una reivindicación de su a traición a Desdémona. También podemos notar la ironía que hay en que Emilia traicione a su amiga por mantener su matrimonio y termine siendo justamente su esposo quien la mate.
Seguido del asesinato de Emilia tenemos el suicidio de Otelo que se da como consecuencia de los acontecimientos mencionados anteriormente (el asesinato de Desdémona y la confesión de Emilia).
El final de Iago es el único "exitoso" de la obra, a pesar de terminar preso, logra su cometido: vengarse de Otelo.

El "éxito" de Iago es relativo, pues si tuviéramos que ponernos en el lugar de Dios y juzgarlo, iría al Infierno. Teniendo como referencia el Infierno de Dante Alighieri en "La Divina Comedia" y las acciones de este personaje, lo ubicaríamos en el último y más terrible círculo, el de los traidores. Para ser más exactas, ubicaríamos a Iago en Ptolomea pues, si bien no traicionó a sus huéspedes, eran todas personas(Rodrigo, Otelo, Emilia) con las que él eligió relacionarse y hacerles mal, todo en pleno goce de consciencia..
Otro traidor en esta obra es Emilia, pero no podemos juzgarla de la misma manera que Iago, ya que ella actúa cegada por amor a su esposo, lo cual hace que su traición no sea de la misma índole, no era consciente de lo que estaba haciendo. Por este motivo decidimos enviarla al segundo círculo, el de los lujuriosos.
Otelo, desde nuestro punto de vista, también debería ser enviado al infierno, más concretamente al anillo del medio del séptimo círculo (asignado para los suicidas). Creemos esto debido a que, si bien Otelo cometió diversos errores (como por ejemplo su soberbia) que deben ser penados, el que más concretamente se corresponde con un círculo del infierno fue su suicidio.
Desdémona, a nuestro juicio, debería ser enviada al purgatorio pues, si bien sus intenciones siempre fueron puras, tuvo una actitud egoísta con su padre al no tenerlo en cuenta cuando decidió casarse con Otelo. Le damos especial importancia a este hecho debido a que, al final de la tragedia Graciano revela que éste casamiento fue un golpe literalmente mortal para Brabancio. Consideramos que este hecho no es lo suficientemente grave como para enviar a Desdémona al infierno pero sí para no permitirle entrar al paraíso.

Bibliografía:
Landauer, Gustavo. Shakespeare. Buenos Aires: Editorial Americalee. 1947


Shakespeare, William. Otelo el moro de Venecia. Buenos Aires: Espasa-Calpe. 1943
Landauer, Gustavo. Shakespeare. Buenos Aires: Editorial Americalee. 1947
Lucía Bertoletti – Michelle Green – Paula Leguísamo
Valentina Melo – Florencia Saret – Alfonsina Sobrero
5°DC - Literatura
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