Os outros lados da fronteira: La historia del alto Madeira en el siglo XVIII desde el estudio de sus relaciones interétnicas

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Descripción

UNIVERSIDAD PABLO DE OLAVIDE DE SEVILLA DEPARTAMENTO DE GEOGRAFÍA, HISTORIA Y FILOSOFÍA PROGRAMA OFICIAL DE POSGRADO EN HISTORIA DE AMÉRICA LATINA MUNDOS INDÍGENAS, 2013-2014

OS OUTROS LADOS DA FRONTEIRA: La historia del alto Madeira en el siglo XVIII desde el estudio de sus relaciones interétnicas

LOUISE CARDOSO DE MELLO DIRECTOR: DR. JUAN FERNÁNDEZ MARCHENA

SEVILLA 2014

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Para este trabajo, en las transcripciones de las fuentes primarias en español se ha adaptado la ortografía a su uso moderno, con excepción de los términos de referencia topográfica y étnica. Para las transcripciones en portugués se ha procedido de la misma forma, considerando que se ha aplicado el Acuerdo Ortográfico, en vigor en Brasil desde 2009 y de implementación obligatoria a partir de 2016, y para los nombres de los grupos étnicos se ha empleado la "Convenção para a grafia dos nomes tribais", acordada en la I Reunión Brasileña de Antropología, en Río de Janeiro (Brasil), en 1953.

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ÍNDICE

Introducción .................................................................................................................... 8 Capítulo 1: El alto Madeira como región geográfica, etnocultural e histórica ....... 25 1.1 Marco geográfico ................................................................................................ 28 1.1.1 Geomorfología y edafología...................................................................... 28 1.1.2 Hidrografía y bioclimatología ................................................................... 34 1.2 El alto Madeira en la Prehistoria: Una mirada desde la Arqueología y la Antropología Lingüística ........................................................................................... 48 1.3 Tiempos históricos: Movimientos, acercamiento y penetración en la región del alto Madeira en los siglos XVI y XVII ...................................................................... 63 Capítulo 2: Un Paititi de infieles: la colonización de los Llanos de Moxos ............. 87 Capítulo 3: El alto Madeira en el siglo XVIII .......................................................... 106 3.1 La primera mitad del siglo XVIII: las primeras expediciones y exploraciones al alto Madeira ............................................................................................................. 108 3.1.1 Los primeros exploradores del alto Madeira ........................................... 108 3.1.2 The Gold Rush ......................................................................................... 128 3.1.3 Intentos de asentamiento en el alto Madeira ........................................... 136 3.2 Transformaciones y permanencias en las relaciones interétnicas a la luz de las reformas ilustradas y los tratados de límites a partir de la segunda mitad del siglo XVIII ................................................................................................................. 148 3.2.1 El Tratado de Madrid (1750) ................................................................... 150 3.2.2 Las reformas pombalinas, el Directorio de Indios y el fin del Regimiento de Misiones ......................................................................................................... 168 3.2.3 El Tratado Preliminar de San Ildefonso (1777) ...................................... 188 3.3 Ruptura y formación de alianzas interétnicas en el último cuarto del siglo XVIII ................................................................................................................. 200 3.3.1 El ocaso de Pombal y de la Compañía de Comercio del Pará................. 200 3.3.2 Los Mura: de enemigos indómitos a aliados “voluntarios” .................... 206 3.3.3 Desde el viaje filosófico al fin del Directorio de Indios ......................... 220 Unas palabras finales para continuar… ................................................................... 232 Fuentes y referencias bibliográficas.......................................................................... 236

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ÍNDICE DE TABLAS, GRÁFICOS Y MAPAS Fig. 1: Marco geográfico ................................................................................................ 27 Fig. 2: Topografía de la región del alto Madeira ............................................................ 33 Fig. 3: Descripción geográfica de las principales cuencas hidrográficas del complejo Madeira-Mamoré-Guaporé ............................................................................................. 38 Fig. 4: Sección del “Mapa Geográfico da Capitania do Matto Grosso e parte das suas confinantes S. Paulo, Goyaz, Pará, Rio Negro, Provincia de Moxos e Chiquitos”, de Antônio José Rodrigues, (1819) 1919 ............................................................................ 39 Fig. 5: Índice pluviométrico medio del alto Madeira en los meses de Enero a Marzo .. 41 Fig. 6: Índice pluviométrico medio del alto Madeira en los meses de Abril a Junio ..... 42 Fig. 7: Índice pluviométrico medio del alto Madeira en los meses de Julio a Septiembre ........................................................................................................................................ 43 Fig. 8: Índice pluviométrico medio del alto Madeira en los meses de Octubre a Diciembre ....................................................................................................................... 44 Fig. 9: Distribución documentada y estimada de terra preta en Amazonia. .................. 47 Fig. 10: Mapa de las localidades y yacimientos arqueológicos mencionados en este apartado. ......................................................................................................................... 53 Fig. 11: Mapa de distribución de las principales familias lingüísticas (existentes y extintas) en la región del alto Madeira y área circundante. ............................................ 62 Fig. 12: Relación y localización de los grupos indígenas en la zona del bajo Madeira según las fuentes etnohistóricas del siglo XVII.............................................................. 83 Fig. 13: Sección del “Mapa Geográfico da Capitania do Matto Grosso e parte das suas confinantes S. Paulo, Goyaz, Pará, Rio Negro, Provincia de Moxos e Chiquitos”, de Antônio José Rodrigues, de 1819, representando el curso del río Madeira ................... 85 Fig. 14: Relación de misiones, etnias y población existentes a finales del siglo, hacia 1696, en la Provincia de Moxos, según el padre Diego de Eguiluz. .............................. 92 Fig. 15: Relación etnográfico-demográfica del sur de los Llanos de Moxos hacia 1679. ...................................................................................................................................... 100 Fig. 16: Gráfico de la densidad poblacional del sistema Mamoré-Grande-Chenesí en la provincia de Moxos hacia 1679. ................................................................................... 101 Fig. 17: Mapa de las misiones de Moxos en el siglo XVII. ......................................... 105 4

Fig. 18: Mapa del río Amazonas en 1707 del padre Samuel Fritz y sección del bajo Madeira. ........................................................................................................................ 109 Fig. 19: Relación de grupos indígenas en el río Madeira hacia 1714 según el padre Bartolomeu Rodrigues. ................................................................................................. 110 Fig. 20: Repartimiento de mano de obra indígena por la administración lusitana en Amazonia en la primera mitad del siglo XVIII. ........................................................... 127 Fig. 21: Relación de grupos étnicos en el complejo Madeira-Mamoré-Guaporé según las fuentes etnohistóricas de la primera mitad del siglo XVIII. ......................................... 147 Fig. 22: Extracto del “Mapa dos confins do Brazil com as terras da Coroa da Espanha na America Meridional”, de 1749. .................................................................................... 155 Fig. 23: Mapa de las misiones de Moxos en los siglos XVII y XVIII. ........................ 166 Fig. 24: Extracto del “Mapa del Río Mamoré o Madera, en la América Austral del dominio de la Corona de España”. ............................................................................... 167 Fig. 25: Repartimiento de mano de obra indígena en Amazonia según el Directorio de Indios. ........................................................................................................................... 173 Fig. 26: Cuadro demográfico de la capitanía de Mato Groso hacia 1775. ................... 176 Fig. 27: Fundación y traslado de asentamientos por luso-brasileños en la región del alto Madeira en el siglo XVIII. ............................................................................................ 186 Fig. 28: Mapa geográfico de América Meridional de D. Juan de la Cruz, de 1775. .... 195 Fig. 29: “Descripción geográfica de la Frontera que corre desde la ribera occidental del Río Panamá, hasta más abajo de la unión del río Guaporé con el Mamoré. La línea de puntos de carmín denota la divisoria con arreglo al tratado Preliminar de Límites de 11 de Octubre del año de 1777” ........................................................................................ 198 Fig. 30: Cuadro demográfico de la villa de Borba a Nova hacia 1783......................... 203 Fig. 31: Cuadro demográfico de las capitanías de Río Negro y Pará en 1783 . ........... 204 Fig. 32: Cuenca amazónica, con destaque para el río Japurá. ...................................... 210 Fig. 33: Cuadro demográfico de la población Mura en la villa de Borba en 1787....... 218 Fig. 34: Relación de grupos étnicos mencionados en las principales fuentes etnohistóricas de la segunda mitad del siglo XVIII. ..................................................... 229

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Abreviaturas AGI

Archivo General de Indias

APAMNH

Anthropological Papers of the American Museum of Natural History

ANBR

Arquivo Nacional (Brasil)

ARCJ

Archivo de la Compañía de Jesús

BL

British Library

BNRJ

Biblioteca Nacional do Rio de Janeiro

BSGLP

Boletín de la Sociedad Geográfica de La Paz

BMPEG

Boletim do Museu Paraense Emílio Goeldi

IHGB

Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro

MExFC

Arquivo do Museu do Exército do Forte de Copacabana

NA

The National Archives

RBLA

Revista Brasileira de Linguística Antropológica

RIHGB

Revista do Instituto Histórico Geográfico Brasileiro

REAA

Revista Española de Antropología Americana

RMP

Revista do Museu Paulista

SDGM

Serviço de Documentação Geral da Marinha

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Dedicated to Hugh Biggie

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Introducción Este trabajo de investigación propone el estudio de las relaciones interétnicas en la región del alto Madeira a lo largo del s. XVIII, una zona fronteriza entre los dominios de las coronas portuguesa y española, con la entonces Provincia de Moxos, que actualmente comprende los territorios del estado de Rondônia (Brasil) y los departamentos de Pando y Beni (Bolivia), respectivamente. El objetivo de este estudio es analizar los procesos de transformación social y de etnogénesis resultantes de los contactos entre los distintos grupos humanos de la región en el marco de las políticas coloniales castellana y lusitana. Al intentar, inicialmente, identificar los grupos humanos, para entonces examinar sus interrelaciones, se ha visto que el primero solamente es posible en el contexto del segundo, pues la construcción de la identidad o la identificación de un grupo sólo cobra sentido ante la construcción de la alteridad. A fin de cuentas, las identidades y clasificaciones étnicas son contrastivas y se establecen a partir de las interacciones entre los grupos1. En esta monografía se ha planteado un enfoque transdisciplinar desde los parámetros de la Historia, o mejor, la Etnohistoria, y la Antropología. Al sugerir una perspectiva distinta al análisis de la historia del alto Madeira, se pretende sacar a la luz nuevos aportes para una “historia despoblada” de una zona de fronteras polisémicas. A título de préstamo del método de la Historia Cultural, la “confrontación” de las metodologías de la Historia y de la Antropología, transcendiendo los parámetros de la interdisciplinaridad hacia los de la transdisciplinaridad, responde a un intento de no limitarse a la yuxtaposición de informaciones y conocimientos, sino hacer que emerjan nuevos datos2 - o al menos nuevas lecturas de los mismos. Consideramos que la etnohistoria como herramienta de trabajo puede ayudar a revelar el dinamismo de los distintos contextos históricos, y a través de ellos, los procesos migratorios históricamente identificables, involucrando tanto a sectores

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Oliveira, Roberto Cardoso, Identidade, Etnia e Estrutura Social, São Paulo, Editora Pioneira, 1976; y Barth, Fredrik, "Introducción" en Barth, Friedrik (org.), Los grupos étnicos y sus fronteras, Fondo de Cultura Económica, México, 1976 en Almeida, Maria Regina Celestino de, "Índios e mestiços no Rio de Janeiro: significados plurais e cambiantes (séculos XVIII-XIX)", Memoria Americana, nº.16-1, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, jan./jun. 2008, p. 23 2 Morin, Edgar, Nicolescu, Basarab y Lima de Freitas, “Carta da Transdisciplinaridade”, 1° Congresso Mundial sobre a Transdisciplinaridade, Convento da Arrábida (Portugal) 1994.

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coloniales como a los grupos indígenas 3 . En esa línea, mi intención es estudiar las relaciones interétnicas no de forma estática en el tiempo y en el espacio, sino en un contexto de constante contacto, movimiento y transformación. Por un lado: las analogías, que están muy presentes en esta monografía; por otro: el análisis de los sujetos foco de la investigación no con respecto a otros grupos, sino a través de ellos, prestando especial atención a las relaciones, interacciones y su circulación. Sin cualquier pretensión de ahondar aquí en un debate epistemológico sobre el método comparativo, al estudiar una zona de frontera me he permitido además, a lo largo de este estudio, algunas comparaciones, especialmente en lo que a la administración colonial española y portuguesa se refiere. Asumo esta postura con base en el planteamiento de Pedro Armillas, respaldado por Ângela Domingues en su trabajo sobre las relaciones interétnicas en el norte de Brasil en la segunda mitad del siglo XVIII, verdadero divisor de aguas a mi parecer, según el cual la comparación entre la colonización lusitana y la castellana en Amazonia se legitima en el hecho de que su particular ecología (incluyendo la distribución geográfica de recursos naturales y densidad demográfica, entre otros factores) juega un papel fundamental en la orientación de la expansión europea 4 . Y es importante resaltar que se habla de una orientación y no de cualquier tipo de determinación en sí. Adicionalmente, la historiadora portuguesa resalta que a partir de 1808, con el traslado de la corte y la apertura de los puertos brasileños, se inicia una nueva fase en la producción científica de y sobre Brasil5. La autora añade que además de eso, con la autorización de viajes y de la permanencia de extranjeros, instituciones europeas como la Royal Society o Kew Garden patrocinaron viajes de exploración y publicaciones6. Fruto de esta nueva política científica y editorial es la obra del humanista (e historiador) Robert Southey, “History of Brazil”, de principios del siglo XIX. Dada la antigüedad,

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Oliveira, João Pacheco de (org.), A Viagem da Volta. Etnicidade, política e reelaboração cultural no nordeste indígena, Rio de Janeiro, Contra Capa Livraria, 1999, p. 8, 18-19 en Gomes, Flávio, "Migrações, populações indígenas e etno-genese na América Portuguesa (Amazônia Colonial, s. XVIII)", Nuevo Mundo Mundos Nuevos [Online], Debates, 31 de enero 2011. URL: http://nuevomundo.revues.org/60721?lang=pt#quotation (consultado el 25/09/2013) 4 Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos. Colonização e relações de poder no Norte do Brasil na segunda metade do século XVIII, Comissão Nacional para as Comemorações dos Descobrimentos Portugueses, Lisboa, 2000, pp. 18-19 5 Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas. Mecanismos de Poder, Governação e Informação no Brasil Colonial, Centro de História de Além-Mar (CHAM), Lisboa, 2012, p. 194 6 Sin embargo Domingues cuestiona el objetivo final de este cientifismo desde su connotación estratégica y soberanista (Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 194)

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su trabajo es de mucho interés por la contemporaneidad a los acontecimientos y porque en ella encontramos referencias a fuentes que nunca se han vuelto a ubicar. Por lo tanto, vemos que es difícil dibujar una línea que marque el inicio de la literatura históricocientífica, por lo menos en lo tocante a la historia de la Amazonia. Un ejemplo de ello es la obra manuscrita del naturalista Alexandre Rodrigues Ferreira de finales del siglo XVIII, que trae la historia del río Madeira, además de una vastísima información en los temas de botánica, zoología, y otros. Sus manuscritos, que se encuentran esparcidos por diversos archivos de Brasil y Europa y muchos de ellos en muy mal estado, fueron recopilados y transcritos por José Paulo Monteiro Soares e Cristina Ferrão, en 2008, facilitando mucho la labor del historiador. Sin embargo, dejando a un lado la producción científica proveniente de las expediciones de finales del siglo XVIII y primera parte del XIX, a partir de la segunda mitad de 1800, se observa un nuevo tipo de producción historiográfica y geográfica, ya en un contexto de confirmación del territorio nacional, desarrollada por eruditos y miembros del gobierno, del cual son ejemplo los diccionarios geográficos y corográficos de Alfredo Moreira Pinto, Lourenço Amazonas, y Barão de Melgaço. De carácter enciclopédico, estos diccionarios al describir los lugares recogen su historia, contrastando algunas fuentes etnohistóricas, aunque de no sencilla remisión, con el conocimiento popular y la producción de sus contemporáneos. Esta postura ante las fuentes primarias es tratada de forma distinta por la producción historiográfica, también a manos de eruditos y hombres del gobierno, quienes en sus recopilaciones, se preocupan por la fidelidad a las fuentes etnohistóricas, aunque con cierto criterio crítico en formato de notas a pie de página. Estas transcripciones son fundamentales en el estudio de la historia amazónica, puesto que en muchas ocasiones, por pérdida o mal conservación, son las únicas versiones reminiscentes. Un ejemplo de ello son las crónicas de José Gonçalves da Fonseca (1749) y de José Moraes (1759), recogidas en la obra de Cândido Mendes de Almeida (1874). Esta tendencia se prorroga hasta mediados del siglo XX, con las obras de Capistrano de Abreu, que recoge, por ejemplo, la crónica de la expedición de Francisco de Melo Palheta (1723), y la magistral obra con sus 10 volúmenes y ganadora de premios del jesuita Serafim Leite, acerca de la presencia y labor jesuíticas en Brasil. Sin embargo, desde el primer cuarto del siglo pasado, se da lugar a una producción etnográfica de cuño profesional. Mientras por un lado, se considera el año 10

de 1808 como punto inicial de la apertura y divulgación científica de Brasil al “mundo” (Europa), para nuestra región de estudio, esto sólo se haría efectivo medio siglo, si no un siglo más tarde, con el inicio de las obras de la ferrovía Madeira-Mamoré, a la que acuden muchos de todas partes de Brasil y extranjeros, como Franz Keller. Sin embargo, 1909 es un momento decisivo para la historia e historiografía de la región con el inicio de los trabajos de la Comisión Rondón. A partir de esta fecha y de los estudios de Roquette Pinto, etnógrafo de la comisión, se inaugura una nueva fase de investigación inicialmente extranjera, de la cual son frutos los trabajos de antropólogos y lingüistas como Nordenskiold, Paul Rivet, Curt Nimuendajú, pasando al siguiente cuarto del siglo XX con Levi-Strauss, Alfred Métraux, y muchos otros hasta nuestros días. Esta “fiebre etnográfica” se culmina en la iniciativa de la Smithsonian Institution, con su “Handbook of South American Indians”, en seis volúmenes, en la década de los 40. De l959 es el libro “Desbravadores”, del historiador, sacerdote y profesor Vitor Hugo. Se trata de una obra de referencia para la historia de nuestra región. Pese a los sesgos de su discurso, sobre todo de carácter etnocéntrico y religioso-moralista, es distinguible su escepticismo en el manejo de las diversas fuentes de las que hace uso, provenientes de diversos archivos consultados. Con fuerte tradición en la historiografía local de Rondônia (Brasil), se nota, sin embargo, una hesitación progresiva en citarlo por parte de los historiadores de otras partes del país, ante la incertidumbre acerca de la omisión de algunas fuentes. A partir de 1960, los trabajos centrados en nuestra región se desarrollan y diversifican hacia distintas vertientes, geográficas, arqueológicas, etc. Trabajos pioneros como los del geógrafo americano William Denevan, para la zona de los Llanos de Moxos, cambian la comprensión acerca del paisaje arqueológico y abre un abanico de posibilidades para la historia y etnoarqueología de la región. Aunque no específicos a nuestro marco geográfico, es importante mencionar los importantes trabajos en el ámbito de la arqueología amazónica a lo largo de la segunda mitad del siglo XX de Betty Meggers, André Prous, entre otros. Ya en la década de 1980, tenemos las primeras obras de dos autores de referencia en la historiografía de la región. Por un lado, el historiador Miguel Menéndez enfocó su proyecto de maestría en lo que él califica como el área cultural MadeiraTapajós. Su obra proporciona una comprensión de la etnografía de la zona en los siglos XVIII y XIX y de la dinámica de los grupos étnicos a través de las fuentes 11

etnohistóricas. Es difícil encontrar una crítica a su trabajo, pero sí una brecha para ser rellenada por futuros estudios, que serían los demás contingentes humanos además del indígena en ese área cultural, como los esclavos negros, las poblaciones de quilombos y los mestizos. Este factor es algo más presente en la obra de la historiadora y antropóloga Denise Maldi Meireles, quien ha dedicado su carrera al estudio del valle del Guaporé, tratando en su disertación de maestría de la ocupación histórica del estado brasileño de Rondônia, y de un estudio etnográfico del grupo étnico de los Pakáas Novos en su tesis doctoral, entre las cuales figura el divisor de aguas “Guardiães da Fronteira”. En los años 90, salen a la luz la producción de algunos de los principales historiadores y arqueólogos amazónicos de la actualidad, como es el caso del historiador y antropólogo Antônio Porro, entre los mayores especialistas en la etnohistoria de la Amazonia brasileña. También de suma importancia es la iniciativa de la célebre antropóloga luso-brasileña Manuela Carneiro da Cunha, “História dos Índios no Brasil”, un conjunto de trabajos de los principales especialistas indigenistas en las áreas de arqueología, lingüística, antropología, historia, etc. Relevante para nuestra región son las monografías de la arqueóloga Anna Roosevelt, los antropólogos Greg Urban y Philippe Erikson, y de los historiadores Miguel Menéndez y Marta Rosa Amoroso, contenidas en ese compendio y bastante citadas en esta monografía. En ocasión del 500º aniversario de los descubrimientos portugueses, se organiza en Lisboa la Comissão Nacional para as Comemorações dos Descobrimentos Portugueses. De hecho, es difícil pensar en mejor forma de celebrarlo que con la obra de la historiadora portuguesa Ângela Domingues, “Quando os índios eram vassalos”, otro divisor de aguas en lo que al estudio de las relaciones interétnicas en la Amazonia brasileña se refiere. En los últimos 20 años se han venido desarrollando muchas investigaciones de trasfondo histórico y arqueológico en nuestra región a ambos lados de la frontera. En esta línea se sitúan los proyectos de investigación de la antropóloga ruso-boliviana Vera Tyuleneva, de la arqueóloga Maria Coimbra, de las campañas arqueológicas lideradas por Eurico Miller, y muchos otros. Los principales centros universitarios que estudian actualmente la región son la Universidade Federal de Rondônia (UNIR), la Universidade de São Paulo (USP) y su Museu de Arqueologia e Etnologia (MAE), el Museo Paraense Emilio Goeldi, la Universidade Federal do Mato Grosso (UFMT) y la Universidade Federal do Pará, entre otros. Cabe destacar la producción científica local de Rondônia, como los trabajos de los historiadores Dante 12

Ribeiro da Fonseca y Marco Antônio Domingues Teixeira, de los etnógrafos Osvaldo de Paiva, Wany Sampaio y Vera Silva, de la arqueóloga Angislaine Costa, entre muchos otros. En la actualidad aún se conocen poco las identidades, percepciones y políticas asumidas por los indígenas en los procesos coloniales7. Tampoco sabemos cómo tanto las micro-sociedades indígenas como los sectores coloniales, incluyendo a los esclavos negros, vieron las políticas de colonización desde sus propias lógicas y culturas, (y como respondieron a las mismas) adaptando sus patrones de asentamiento, migración y parentesco8, así como las relaciones sociales y de poder. Otro tema aún poco estudiado son los distintos significados de las fugas y de la formación de nuevas comunidades de prófugos9. En esa línea, el estudio de la etnogénesis pretende señalar las capacidades creativas y adaptativas de los grupos indígenas confiriéndoles voz y agencia dentro de una historia de dominación10. La elección tanto de nuestro marco cronológico como geográfico supone desde un primer momento un problema y un desafío en lo que a la factibilidad de la investigación se refiere, debido a la escasez de fuentes etnohistóricas. Sin embargo, la relectura de esas fuentes y especialmente de aquellas más numerosas de las áreas circundantes hace emerger un rasgo propio y singular del alto Madeira para ese período, que es la característica de reducto, conforme veremos a lo largo de este trabajo, en sus más diversas expresiones. De manera que para el marco cronológico, se ha elegido el siglo XVIII en su totalidad, puesto que enmarca desde las primeras exploraciones e intentos de asentamiento en el alto Madeira, trayendo a cuenta las primeras fuentes etnohistóricas existentes sobre la región, hasta el último cuarto del siglo, con la caída de Pombal, la conclusión de los trabajos de demarcación de límites, la extinción de los Directorios y el inicio de la decadencia de la región. En lo tocante al marco geográfico, es importante aclarar que debido a la movilidad, fluidez y permeabilidad de los límites y fronteras entre los grupos étnicos

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Gomes, Flávio, "Migrações, populações indígenas e etno-genese na América Portuguesa (Amazônia Colonial, s. XVIII)", Nuevo Mundo Mundos Nuevos [Online], Debates, 31 de enero 2011. URL: http://nuevomundo.revues.org/60721?lang=pt#quotation (consultado el 22/10/2013) 8 Ibid. 9 Ibid. 10 Hill, Jonathan, “Introduction” en Hill, Jonathan (ed.); History, Power & Identity. Ethnogenesis in the Americas, 1492-1992, University of Iowa Press, 1996, pp. 1-19 en Jong, Ingrid de, y Rodríguez, Lorena, "Introducción", Memoria Americana, Cuadernos de Etnohistoria, Dossier Mestizaje, Etnogénesis y Frontera, nº 13, Buenos Aires, 2005, p. 10

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resulta difícil y poco relevante hablar de marcos geográficos muy específicos y delimitados. La historiadora Maria Regina Celestino de Almeida llega a referirse a la “falacia de la existencia de fronteras rígidas entre espacios y poblaciones dentro y fuera de las administraciones española y portuguesa en las Américas” 11 . Además de eso, considerando el marco cronológico elegido (el siglo XVIII), hay que añadir el (des)conocimiento del alto curso del río Madeira y la (in)definición de sus nacientes, que son un tema muy presente en las fuentes etnohistóricas oriundas de las expediciones de reconocimiento y partidas de demarcación de límites. Las convenciones hechas - la principal considerando como naciente del Madeira la confluencia de los ríos Beni y el Mamoré-Guaporé12 - carecían de su debida repercusión y siguieron hasta muy adentrado el siglo XIX como inconcluyentes. Por citar algunos ejemplos, en el “Mapa Geográfico da Capitania do Matto Grosso”13, de 1802, y en el "Mapa Geográfico da Capitania do Matto Grosso e parte das suas confinantes S. Paulo, Goyaz, Pará, Rio Negro, Provincia de Moxos e Chiquitos” 14 , de 1819, se identifica al río Beni como “rio Beny ou Madeira”, de manera que al referirse al alto Madeira estaríamos prácticamente a los pies de los Andes. Con vistas a no comprometerme con convenciones toponímicas, el marco geográfico de este trabajo corresponde al complejo Madeira-Mamoré-Guaporé, denominado en adelante “región del alto Madeira”, y delimitado con base en 3 factores: hidrográfico, topográfico e histórico-cultural. El primero de ellos delinea los ejes por donde se articulan los distintos grupos étnicos, sus interacciones y la actuación de la empresa colonial. En Amazonia, las redes hídricas conforman una especie de sistema arterial, por lo menos hasta mediados del siglo XIX, permitiendo y delimitando la penetración, el tránsito, el contacto y la colonización de los distintos grupos humanos.

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Almeida, Maria Regina Celestino de, "Índios mestiços e selvagens civilizados de Debret: reflexões sobre relações interétnicas e mestiçagens", Varia História, Belo Horizonte, vol. 25, nº 41, jan/jun 2009, p. 86 (Traducción personal). 12 Éste a su vez también es motivo de discordia. En las fuentes encontramos la confluencia de los ríos Mamoré y Guaporé con distintas denominaciones: simplemente Mamoré, o Guaporé (o Iténez), como Madeira y finalmente Guaporé-Mamoré. 13 Anónimo, Mapa Geográfico da Capitania do Matto Grosso (1802), Arquivo do Museu do Exército do Forte de Copacabana (en adelante MExFC), cajón 4, localización 003941.012 (copia de ejemplar perteneciente a la Bibliothéque Nationale de Paris, 1928) 14 Rodrigues, Antônio José, Mapa Geográfico da Capitania do Matto Grosso e parte das suas confinantes S. Paulo, Goyaz, Pará, Rio Negro, Província de Moxos e Chiquitos (1819), MExFC, cajón 4, localización 0003865.003 (copiado por Ed. Thompson, dibujador de la Comisión Rondon, 1919)

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David Davidson lo caracteriza como “a kind of water-born society in formation” 15 . Solamente a partir del ciclo del caucho, se dará lugar a la explotación y colonización de las áreas de “tierra firme”. En segundo lugar, la topografía configura por un lado, el núcleo de esta región, es decir el tramo de 17 cachuelas, que ejerce de condicionante en la conformación de nuestra región como reducto, y por otro, su delimitación, con la Sierra de los Parecis-Pacáas Novos al este y a oeste - aunque más allá de nuestro marco geográfico - los contrafuertes andinos. Por último, apoyándonos en su configuración histórico-cultural entre los siglos XVI-XVIII, extendemos nuestro marco geográfico por sus dos extremos, el oriental, hasta el río Ji-Paraná (o Machado), prácticamente coincidiendo con la actual frontera administrativa entre los estados de Rondônia y Amazonas (Brasil), y el meridional, hasta la confluencia de los ríos Guaporé y Mamoré. No obstante, adelanto que este marco es flexible como lo son las fronteras y relaciones interétnicas que en él se desarrollan y sobreponen, siendo muchas veces sobrepasado con vistas a no limitar la capacidad de análisis de dichas relaciones en sus variados ámbitos. Como veremos a lo largo de este trabajo, otro problema que se ha procurado sortear es la condescendencia con nuestras propias categorías – y así, limitaciones culturales del pensamiento estructural. De la misma forma que los códigos culturales y la concepción europea seiscentista de frontera y espacio se vieron completamente desestructurados al constatar que el indígena habitaba un espacio indefinible, incomprensible y flotante 16 , nosotros también nos vimos obligados a replantear las cuatro categorizaciones tradicionales siguientes, que acabaron volviéndose tópicos centrales en el hilo de discusión de esta monografía: la frontera, la territorialidad, la etnicidad y la etnogénesis. Procedamos a una reflexión crítica sobre ellos a fin de “aterrizar” estos conceptos y convertirlos en herramientas teórico-metodológicas para, entonces, emplearlos en este estudio. De manera general, el análisis del discurso colonial puede elucidar muchos de estos sesgos etnocéntricos en las crónicas del siglo XVIII. Denise Maldi Meireles menciona como el, a simple vista, sencillo hecho de usar

“Un tipo de sociedad fluvial en formación” (traducción propia). Davidson, David, "How the Brazilian West was Won: freelance & State on the Mato Grosso frontier, 1737-1752", Colonial roots of Modern Brazil. papers of the Newberry Library Conference, University of California Press, Berkely, 1973, p. 66 en Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 82 16 Finazzi-Agró, Ettore, Os limites do discurso colonial. O índio como fronteira nos séculos XVI e XVII, Congresso de Americanistas, 48, Estocolmo, 1994, en Maldi, Denise, "A questão da Territorialidade na Etnologia Brasileira", Sociedade e Cultura, 1(1), jan./jun. 1998, p. 7 15

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el término “nação” (nación) para referirse a las tribus y/o grupos indígenas refleja la idea que tenían los europeos de que los indígenas tenían territorios definidos; otros ejemplos que da son la connotación de “reducción”, designando un espacio de civilización, reducido y concentrado en contraste con la inmensidad y dispersión de lo salvaje, y las analogías entre caciques y reyes 17 , a las que habría que añadir la interpretación de las jerarquías sociales como relaciones de vasallaje. Ângela Domingues pone en evidencia como los luso-brasileños ignoraron en un principio la influencia del “pajé” (chamán)18; posiblemente por la presencia de ese mismo sesgo. La importancia de hacer hincapié y teorizar sobre el espacio en el estudio de las relaciones interétnicas se fundamenta en los trabajos de geógrafos e historiadores como Milton Santos, David Harvey, Denise Maldi Meireles, Maria Regina Celestino de Almeida, Guillaume Boccara, Francisco de Solano, Ingrid de Jong, Lorena Rodríguez, entre otros. Para la antropóloga e historiadora Denise Maldi Meireles, por ejemplo, el espacio es la representación de la idea que una sociedad tiene de sí misma19. La autora añade que la frontera, al ser a la vez un componente material e ideológico, es una representación colectiva esencial en el establecimiento de la diferencia y la percepción de la alteridad20. De manera que los límites de una frontera surgen, varían y se anulan según los diferentes significados dados por los distintos grupos y actores. Un ejemplo de ello, es el empleo en esta monografía del término “colonial” en su sentido de frontera, para referirse a todo lo que es exógeno o no-indígena y distinguir y delimitar los ámbitos de presencia y penetración de los colonos en la región del alto Madeira una acepción muy disímil de la frontera de carácter político, por ejemplo. Independientemente de su fuerte cuño marxista y sin querer entrar en el debate de la Teoría de los Sistemas, es relevante citar a los dos geógrafos por no defraudar nuestra óptica denominada “transdisciplinar”. Milton Santos, en sus reflexiones sobre el espacio y su método de estudio, alega que lo que nos permite conocer y definir los elementos en un espacio es la relación que existe entre ellos, y que tratar de hechos y elementos de manera aislada supondría permanecer en un plano abstracto 21 . David Harvey clasifica tres tipos de relaciones entre elementos en un espacio dado: seriales, o 17

Ibid., pp. 8-9. Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 169. 19 Maldi, Denise, "A questão da Territorialidade na Etnologia Brasileira", Sociedade e Cultura, p. 2 20 Ibid., p. 3 21 Santos, Milton, Espacio y Método, Coleção Espaços, Nobel, São Paulo, 1985, (trad. De Luis Urteaga de capítulos Introducción, 1, 2 y 3), p. 10 18

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sea, relaciones de causa-efecto en las que un elemento causa la modificación en el otro; paralelas, según las que un elemento afecta una relación preexistente entre otros elementos; y en feedback, es decir, el movimiento y las modificaciones de cada elemento se dan a partir de su propia estructura interna22. Si aplicamos esta tipificación de las relaciones al objeto de estudio de este trabajo, veremos que se producen estas dos últimas, en detrimento de la primera, es decir, de las relaciones seriales, la cual se reduce a una interpretación historiográfica simplista que explica las transformaciones sociales como consecuencia exclusiva – o efecto - del contacto con el hombre europeo. Milton Santos, en sus tratados de Geografía, llega a la misma conclusión que Miguel Menéndez, por ejemplo, en su disertación de maestría sobre la etnohistória del área intermedia del Tapajós-Madeira23, y a la que llegaremos también para nuestro caso de estudio, es decir, que la acción externa/exógena - en este caso, el contacto - es meramente un detonador, un vector que provoca un nuevo impulso en la dinámica de las relaciones interétnicas, pero no capaz de lograrlo solo. Otra categoría trascendental en este trabajo y que también requiere una reflexión es la de “territorialidad”. Robert David Sack define este concepto como interrelación entre el espacio y la sociedad, es decir, como una expresión geográfica primaria del poder social y una estrategia geográfica de control y poder 24. En este estudio se propone el uso del concepto de territorialidad en oposición al de terriotrialización, aquí interpretados desde su designación etic y emic, respectivamente. Mientras el primero, se refleja desde una perspectiva colonial en la imposición de fronteras y la delimitación y apropiación del territorio, el segundo se plasma, desde una perspectiva nativista, en la relación intrínseca y adscriptiva entre el territorio y la identidad del grupo. En esa línea, Denise Maldi Meireles señala que hay fuertes indicios que apuntan que tanto el patrilinaje como la patrilocalidad, por ejemplo, asocian respectivamente la filiación y el nacimiento al territorio25. Sin embargo, es importante destacar que estos significados no son absolutos, ni exclusivos o excluyentes, sino que sirven meramente a fines explicativos y, como se verá, en ocasiones se sobrepondrán. 22

Harvey, David, Explanation in Geography, Arnold, Londres, 1969 en Santos, Milton, Espacio y Método, Coleção Espaços, Nobel, São Paulo, 1985, (trad. De Luis Urteaga de capítulos Introducción, 1, 2 y 3), p. 11 23 Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", Revista do Museu Paulista (Nova Série), (em adelante, RMP), v. 28, 1981-1982, p. 289-388. 24 Sack, Robert D., Human territoriality: its theory and history, Cambridge University Press, 1996, p. 5 en Maldi, Denise, "A questão da Territorialidade na Etnologia Brasileira", Sociedade e Cultura, p. 5 25 Maldi, Denise, "A questão da Territorialidade na Etnologia Brasileira", Sociedade e Cultura , p. 14

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Fredrik Barth define el concepto de “grupos étnicos” como “categorías de adscripción e identificación que son utilizadas por los actores mismos y tienen por tanto, la característica de organizar la interacción entre los individuos”26. El autor da otras definiciones, pero la que más nos interesa es la que explica que se trata de una comunidad cuyos miembros se identifican a sí mismos y así son identificados por otros, es decir, son grupos adscriptivos y exclusivos27. Es en ese ámbito que podemos hablar de límites étnicos, o sea, de los rasgos culturales que definen al miembro del grupo y al “extranjero”. A lo largo de esta investigación, veremos cómo los límites étnicos, al igual que los límites político-geográficos, son fluidos y móviles, y así como sus características culturales, se irán modificando. Esta transformación, no obstante, no supone la anulación de la alteridad, de lo extranjero, sino que redefine sus rasgos, permitiéndonos inferir sobre las formas y los contenidos de las relaciones interétnicas28. Mills habla de la “movilidad cultural” para ilustrar el movimiento, la fluidez entre los elementos en un contexto de contacto nuevo entre dos mundos29. Boccara señala que algunas etnias amerindias son constructos coloniales resultantes de un doble proceso de etnificación30 y de etnogénesis, el cual el autor define como las capacidades de adaptación y creación de las sociedades amerindias en el ámbito de nuevas configuraciones sociales que se dan no sólo a través de los procesos de fisión y fusión sino también mediante la incorporación de elementos alógenos, así como las transformaciones de los significados de ego en cuanto grupo (o Self) 31 – y consiguientemente de alter. Por otro lado, Lévi-Strauss asigna poca importancia a las denominaciones (tanto a los autónimos como los exónimos) puesto que se rigen por una norma arbitraria que él denomina convention32. Sin embargo, en este estudio asumimos una postura contraria a ésta, analizando los procesos de etnogénesis que engloban desde

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Barth, Fredrik, "Introducción" en Barth, Friedrik (org.), Los grupos étnicos y sus fronteras, Fondo de Cultura Económica, México, 1976, pp. 10-11 27 Ibid., pp. 11-16 28 Ibid, p. 16 29 Mills, Kenett, “In Between: reflexiones sobre el mestizaje cultural y la movilidad en los Andes Coloniales”, Ponencia presentada al Taller El Mestizaje como problema de investigación. Universidad Nacional de Quilmes, Argentina, 18 y 19 de noviembre de 2004, en Jong, Ingrid de, y Rodríguez, Lorena, "Introducción", Memoria Americana, p. 16 30 Proceso de cristalización de elementos culturales y políticos anteriormente fluidos” (Boccara, Guillaume, “Mundos nuevos en las fronteras del Nuevo Mundo”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Debates, 08 de febrero de 2005, http://nuevomundo.revues.org/426, consultado el 03/11/2013) 31 Ibid. 32 Lévi-Strauss, Claude, Histoire de Lynx, Ed. Plon., 1991, pp. 14-15, en Boccara, Guillaume, “Mundos nuevos en las fronteras del Nuevo Mundo”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos

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la construcción de etnicidades a sus reinvenciones y nuevos significados. Veremos, además, cómo estas transformaciones se producen conforme van cambiando los contextos socio-políticos y económicos, las estrategias identitarias y las relaciones de poder33. Complementariamente, no se puede hablar de etnicidad o de relaciones interétnicas en el mundo colonial sin tratar del concepto de mestizaje. No obstante, es fundamental evitar, en primera instancia, que se confunda el proceso de mestizaje con el de aculturación, y en segundo lugar, que la categoría del mestizo anule u ofusque el rol del intermediario en la articulación de las relaciones interétnicas - quien para Ângela Domingues está intrínsecamente relacionado al sertão34 y la frontera35. Contrariamente a lo expuesto, en los estudios de caso nos depararemos más bien con metamorfosis etnoculturales, que se construyen y se reinventan en el marco de las relaciones interétnicas, que a su vez se desarrollan en determinados contextos históricos (políticoeconómicos), sin que ello suponga necesariamente la extinción de las identidades indígenas36. Evaluaremos, además, si se aplica para nuestro caso de estudio la premisa de que el mestizaje está intrínseca y primordialmente relacionado a fenómenos políticos, conforme apunta Boccara37. Este estudio intenta contestar a tres preguntas principales y otras secundarias. Primeramente, busca conocer la diversidad de los grupos étnicos, cómo se interrelacionaban cuando se produjo el contacto con el europeo y cómo esas relaciones cambiaron, con la introducción y la conformación de nuevos grupos sociales e identidades étnicas. En segundo lugar, se aspira a identificar cuáles fueron los procesos de etnogénesis y los mecanismos de respuesta, adaptación y resistencia de los grupos indígenas (y, como veremos, también no-indígenas) en el contexto político-

Boccara, Guillaume, “Mundos nuevos en las fronteras del Nuevo Mundo”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos 34 Término de difícil traducción y que he elegido dejarlo como tal por la fuerza de su connotación, que se enmarca en el discurso colonial para referirse al interior no desbravado y desconocido, asociado al salvajismo e incivilización. 35 Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas. Mecanismos de Poder, Governação e Informação no Brasil Colonial, Centro de História de Além-Mar (CHAM), Lisboa, 2012. En ese libro la autora hace un análisis profundo del fenómeno de intermediación cultural en el norte de Brasil. 36 Almeida, Maria Regina Celestino de, "Índios mestiços e selvagens civilizados de Debret”, Varia História, p. 106 37 Boccara, Guillaume, “Mundos nuevos en las fronteras del Nuevo Mundo”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos 33

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administrativo colonial. Finalmente, partiremos de la hipótesis anteriormente referida38, según la cual los cambios en las relaciones intertribales responden a una dinámica propia preexistente de los grupos étnicos, pero, proponiendo una inversión, demostraremos que a pesar de que estos cambios se instigaran inicialmente por el contacto con el colonizador, la etnogénesis de los grupos étnicos y de nuevos grupos sociales emerge según las relaciones político-económico-social que estos entablan. En otras palabras, no son las relaciones interétnicas que cambian debido a la dinámica interna de los grupos étnicos, sino su dinámica interna que se transforma cuando y pues éstos se relacionan. En un segundo plano, argumentaremos en qué sentido la actuación de las administraciones coloniales en lo que a las reformas políticas y los tratados de límites de 1750 y 1777 se refiere, afectó - o no - a los distintos grupos étnicos en el alto Madeira. Asimismo, se intentará demonstrar cómo la región del alto Madeira se conformó desde finales del siglo XVII – y se extendió hasta mediados del siglo XIX – por un lado, como un área geográfica e histórico-cultural, y por otro, como una “zona de frontera”

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(por no decir “periférica”), en contraste con las “zonas centrales”

conquistadas, asumiendo un sentido de reducto, donde las estrategias, las negociaciones y las asimetrías se desarrollaron con respecto a las fronteras etnoculturales y no las políticas; o lo que en palabras de Boccara sería un “complejo fronterizo”, transcendiendo la concepción de frontera strictu sensu hacia un espacio de fronteras múltiples y sus respectivos hinterlands40. Por último, valoraremos si la incorporación en la sociedad colonial, la disminución y la transformación de las diferencias culturales entre los grupos suponen una anulación de la etnicidad o una transformación de las identidades étnicas. En un estudio de las relaciones interétnicas en las fronteras de la América Meridional en el siglo XVIII, Glória Kok llega a la conclusión de que la construcción de nuevas identidades, es decir, la etnogénesis se forjó en el contexto colonial de guerras de resistencia y de incorporación de productos coloniales por grupos amerindios con

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Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, p. 289388. 39 Jong, Ingrid de, y Rodríguez, Lorena, "Introducción", Memoria Americana, , p. 12 40 Boccara, Guillaume, Fronteras, mestizaje y etnogénesis en las Américas, 2003, en Jong, Ingrid de, y Rodríguez, Lorena, "Introducción", Memoria Americana, p. 14

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interferencias en el circuito comercial ibérico 41. Sin embargo, para el caso estudiado veremos cómo ese contexto se muestra mucho más amplio, comprendiendo, además, mecanismos de respuesta y de adaptación, que pueden ser o no mecanismos de resistencia bélica. La metodología empleada en este trabajo de investigación consiste en el estudio de diferentes tipos de fuentes. En primera instancia, a partir de fuentes secundarias y terciarias se ha elaborado el marco histórico en el que se producen las interacciones entre los distintos grupos humanos, así como el aparato analítico - y crítico - de los diferentes tipos de interrelaciones. Posteriormente, se han analizado las fuentes etnohistóricas para reconstruir el panorama etnográfico de la región a lo largo del siglo XVIII y para explotar y revisar estudios de caso para cada uno de los tipos de relaciones interétnicas anteriormente definidas. Por último, se ha auxiliado de fuentes etnográficas recientes y del siglo XX para el contraste de los datos etnográficos extraídos de las fuentes primarias y para la elucidación de antiguas y nuevas teorías, así como líneas de investigación sobre la etnografía de la zona. En lo tocante a las fuentes etnohistóricas, se ha consultado, en España, el Archivo General de Indias, en el que se han encontrado fuentes provenientes de la administración del gobierno, referentes sobre todo a las relaciones internacionales entre Portugal y España, que se han usado en su gran mayoría para explicar la cuestión de límites entre las dos coronas y la administración de las misiones y de los indígenas de Moxos. Sin embargo, el grueso de las fuentes utilizadas en este trabajo han sido consultadas en Brasil, en algunos de los principales archivos de Río de Janeiro, a saber la Biblioteca Nacional, Arquivo Nacional, Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro, Serviço de Documentação Geral da Marinha y Museu Histórico do Exército e Forte de Copacabana. Lamentablemente, no ha sido posible consultar el Arquivo Histórico do Itamaraty o la Biblioteca y Mapoteca do Ministério das Relações Exteriores, ya que éstos estaban en obras. Por último, también se consultaron The National Archives y British Library, en Londres, en el primero encontrando sobre todo abundante cartografía de la región de estudio, pero del s. XIX, y algunas noticias referentes a las minas de oro en Mato Groso, mientras que en el segundo se han encontrado importantes

Kok, Glória, “Relações Interétnicas nas fronteiras da América Meridional no século XVIII”, Seminário Temático Os Índios na História: Fontes e Problemas, XXIV Simpósio Nacional de História, São Leopoldo (RS), 15-20 de julho de 2007 41

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recopilaciones de crónicas de viajeros y expediciones por el río Madeira de los siglos XVIII y sobre todo XIX, y sobre las misiones de Moxos, además de fuentes referentes a la administración del gobierno portugués durante la segunda mitad del siglo XVIII. Futuramente, en la continuidad de esta investigación, sería necesario consultar adicionalmente otros archivos en Brasil, como el Arquivo Público do Mato Grosso y el Arquivo Público do Pará, en Portugal, el Arquivo Histórico Ultramarino, Arquivo Nacional da Torre do Tombo y la Biblioteca Pública de Évora, y en España, el Archivo Histórico Nacional, así como otros archivos de interés en la capital. Toda fuente aludida y analizada en este estudio viene acompañada de una valoración y complemento críticos. Al tratar fuentes etnográficas de principios del siglo pasado, nos encontramos con algunas dificultades que son importantes considerar, tales como la “desactualización” epistemológica y de los datos, los sesgos etnocéntricos, las generalizaciones y las simplificaciones. Por otro lado, conforme se ha mencionado anteriormente, las fuentes etnohistóricas investigadas resultaron ser provenientes en su gran mayoría de la administración del gobierno y de viajeros. Ambos tipos de fuente también deben ser puestas en tela de juicio sobre todo en lo que al discurso en relación al indígena y al mestizo se refiere42. En el caso particular de las crónicas de viajeros e itinerarios de navegación, hay que resaltar, por un lado, las diferencias entre un cronista/autor y otro, y las imprecisiones de los registros en términos de grafía, topónimos, etc.43, y por otro lado, cuando, para nuestra satisfacción, la información de diferentes relatos coinciden, no podemos descartar el recurrente hecho de que los expedicionarios de los distintos viajes muchas veces eran los mismos, pues se requería que se conociera el territorio, en este caso, el río Madeira y su navegación, y no eran muchos los que reunían dichos atributos44. Este trabajo está estructurado en tres capítulos, siendo el primero, un capítulo introductorio, dedicado a la definición del alto Madeira como marco geográfico y a su configuración como una región histórico-cultural. Este capítulo está dividido a su vez en tres subapartados: el primero centrado en las características físicas de la región, mientras en el segundo, desde aportaciones lingüísticas y arqueológicas, se pretende 42

Para un estudio sobre la imagen del indígena en el discurso colonial, véase Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas. Mecanismos de Poder; y Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos. 43 Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, p. 292. 44 Amoroso, Marta Rosa, "Corsários no caminho fluvial" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, Cia. das Letras/ Secretaria Municipal de Cultura/FAPESP, São Paulo, 1998, p. 229

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comprender el panorama etnolingüístico y las dinámicas migratorias precolombinas, llamando la atención, al mismo tiempo, a la situación de la Arqueología en la región del alto Madeira y sus perspectivas de cara al futuro; el siguiente se refiere a las distintas vías de penetración en la región del alto Madeira y al proceso de ocupación de las áreas circundantes tanto de grupos indígenas como no-indígenas, en los siglos XVI y XVII. Ese capítulo, inusualmente extenso para un capítulo introductorio, cumple la función adicional de demostrar la complejidad de las relaciones interétnicas y migraciones previas y/o inmediatas al contacto en época colonial, que no es otra que la base argumentativa de la hipótesis central de esta monografía. Considerando que cualquier estudio sobre fronteras que sólo trate de uno de sus lados sería víctima de una perspectiva y análisis parciales, se ha reservado el segundo capítulo para analizar la penetración y ocupación colonial al otro lado de la frontera, en los Llanos de Moxos en los siglos XVI y XVII. En el tercer y último capítulo nos encontramos con un dilema metodológico. Dedicado al análisis de las relaciones interétnicas a lo largo del siglo XVIII, en ese capítulo central, a la hora de crear categorías explicativas para los distintos tipos de relaciones y sus estudios de caso, se ha visto que al ser homogeneizadoras también eran limitantes. El intento de clasificar los tipos de relaciones, como se ha hecho en muchos estudios, como “relaciones entre indígenas y blancos”, “entre indígenas y europeos”, “con el gobierno colonial” o “los no-indígenas” no sólo reflejan una realidad estática artificial, sino que excluye a muchas categorías intermedias, como los mestizos, los cunhamenas, los indígenas reducidos o aldeados, los luso-brasileños que no formaban parte del gobierno, sin contar a otros contingentes como los soldados indígenas, etc. Ante esta problemática, se ha elegido no hacer uso de dichas categorías y, en contrapartida, seguir un hilo diacrónico, con el objetivo de no comprometer la comprensión o la organización argumentativa; de ahí el título de esta monografía. Por lo tanto, en el capítulo central de esta monografía, trataremos de la historia del alto Madeira desde la perspectiva de las relaciones interétnicas en 3 subcapítulos. El primero, dedicado a la primera mitad del siglo XVIII, aborda las primeras expediciones y exploraciones, así como los primeros intentos de asentamiento en la región por los distintos actores: misioneros, sertanistas y bandeirantes y el gobierno; el segundo, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, comprende sobre todo el período entre 1750 y 1777, centrándose en las reformas políticas pombalinas así como la cuestión de 23

límites y los tratados entre las coronas de Portugal y España, resultantes del cambio en la actuación de los respectivos gobiernos en nuestra región de estudio. Éste es uno de los temas de mayor incidencia en las fuentes etnohistóricas para el alto Madeira en el siglo XVIII, y, por lo tanto, no puede ser negligenciado. Finalmente, el último apartado de este capítulo trata de las transformaciones en las relaciones interétnicas en el último cuarto del siglo XVIII, desde el fin del mandato del Marqués de Pombal hasta la extinción del Directorio de Indios.

Tras haber sometido a reflexión las herramientas analíticas básicas para este estudio, y haber puesto en cuestión los postulados teóricos de lo que viene a ser nuestro marco geográfico, se invita a la relectura de la historia del alto Madeira para el siglo XVIII, una historia hasta ahora de la expansión colonial en un espacio ideológicamente percibido como vacío45, discontinuo, sin actores y sin acción, que, al final, no es otra que la historia del sertão.

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Maldi, Denise, "A questão da Territorialidade na Etnologia Brasileira", Sociedade e Cultura, p. 6

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Capítulo 1: El alto Madeira como región geográfica, etnocultural e histórica “[...] partimos dos Tupinambaranas; caminhamos sete dias sem haver aldeia nem gente.”46 Muchos trabajos han tratado de las consecuencias inmediatas del contacto entre los amerindios y los europeos, entre las que se destaca la rápida reducción demográfica de las poblaciones indígenas, por motivos biológicos, bélicos, y un largo etcétera. El resultado de cinco siglos de contacto lo podemos comprobar en la actualidad: un panorama etnográfico que está lejos de acercarse al de la prehistoria tardía de Amazonia. Robert Hames y William Vickers, en la publicación que organizaron titulada “Adaptative responses of native Amazonians”, ya decían que los indígenas de la actualidad aparentan ser más cercanos a los amerindios de cerca de 2.800 a.C. que a los pueblos prehistóricos tardíos en lo que a la adaptación ecológico-cultural se refiere47. No obstante, lo que nos interesa es ahondar en estas explicaciones causales e indagar sobre los mecanismos, las estrategias y los procesos socio-políticos y económicos que subyacen estos cambios. Anna Roosevelt sugiere, por ejemplo, que la despoblación y la migración de los grupos indígenas de los ricos suelos aluviales de las vegas amazónicas hacia el interior del continente durante el período de expansión colonial hicieron que sus economías dejasen el cultivo de semillas en detrimento de sistemas menos intensivos de cultivo de raíces ricas en amida, y de obtención de proteína animal en la caza y pesca, propios de las economías de un período prehistórico inicial 48 . En otras palabras, una población que se encuentra reducida a niveles de extinción que podríamos llamar apocalípticos, considerando su tamaño inicial y la velocidad de esa disminución, y que busca respuestas estratégicas de reorganización de las relaciones sociales, de poder, de trabajo, etc.

Garcia, Rodolfo, “O Diário do Padre Samuel Fritz”, Revista do Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro, vol. LXXXI (en adelante, RIHGB, LXXXI), Rio de Janeiro, (1691) 1917, 390 47 Hames, Robert y Vickers, William, Adaptative responses of native Amazonians en Roosevelt, Anna Curtenius, "Arqueologia Amazônica" en Cunha, Manuela Carneiro da (org.), História dos Índios no Brasil, Cia. das Letras/ Secretaria Municipal de Cultura/FAPESP, São Paulo, 1998, p. 57 48 Roosevelt, Anna Curtenius, "Arqueologia Amazônica" en Cunha, Manuela Carneiro da (org.), História dos Índios no Brasil, pp. 70-82 46

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No obstante, antes de hablar de Amazonia y alto Madeira en el siglo XVIII es fundamental comprender su diversidad etnolingüística y sus dinámicas intrínsecas previas a la colonización para entonces poder inferir sobre sus formas de interrelación, adaptación, permanencia y resistencia. En este intento, la definición de la región aquí denominada alto Madeira como área geográfica, histórica y cultural queda plasmada como herramienta esencial en el desarrollo de nuestra argumentación y, por lo tanto, requiere su debida explicación y justificación, como haremos a continuación.

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Fig. 1: Marco geográfico

1.1

Marco geográfico 1.1.1 Geomorfología y edafología Estudios geomorfológicos de finales de la década de los 90 en la región del alto

Madeira han proporcionado una comprensión global de los procesos responsables de la morfología actual del sistema fluvial Guaporé-Mamoré-Madeira. Ésta es controlada por diversos factores del medio físico, como los climáticos y la litología, los cuales a su vez están relacionados a movimientos tectónicos originarios del Cenozoico, en función de la orogénesis Andina, formada por la colisión de las placas Suramericana y de Nazca49. Asimismo, los movimientos neotectónicos a lo largo del sistema fluvial controlan la morfodinámica de la red de drenaje y su sistema deposicional50. De manera que el eje compresivo (de las placas) E-O, conforma un padrón ortogonal de lineamiento en 3 orientaciones: eje extensional NO-SE (formando el cauce y la depresión del Guaporé), el eje compresivo NE-SO (causando el levantamiento regional del alto Madeira), y el eje de la falla inversa N-S (configurando el cauce del río Mamoré), ambos resultantes del primero 51 . Estos lineamientos además de controlar todo el sistema deposicional holocénico del Guaporé-Mamoré-Madeira, permiten sugerir una edad PleistocenoHolocénica para esta importante actividad neotectónica regional52. Partiendo de un análisis geomorfológico de lo “macro” a lo “micro”, el sistema fluvial Guaporé-Mamoré-Madeira se articula en una extensa área organizada en 5 grandes compartimentos morfoestructurales regionales53: a) Cuenca Subandina del Beni: se extiende por gran parte del territorio al norte de Bolivia, entre la cordillera de los Andes al suroeste y el Escudo Brasileño al este, bordeado por el río Guaporé. Se trata de una zona de transición, también denominada cuenca periandina, resultante de la fuerza tectónica Lima, M. I., “Lineamentos estruturais na sequência cenozóica Solimões e suas relações com o Cráton Amazônico e a Bacia do Alto Amazonas”, en SBG, Congresso Brasileiro de Geologia, 35, Belém, 1988, Anais, 6, 2396-2406.; Campos, J. N. P., y Teixeira, L. B., “Estilo tectônico da Bacia do Baixo Amazonas” en SBG, Congresso Brasileiro de Geologia, 35, Belém, 1988, Anais, 5, 2161-2172; Quadros, M. L. E. S. et al., “Considerações preliminares sobre a evolução dos sistemas de drenagens dos rios Guaporé, Mamoré e Madeira, Estado de Rondônia en SBG/Núcleo Norte, Simpósio de Geologia da Amazônia”, 5, Belém, 1996, Anais, 242-245; en Souza Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação morfoestrutural e neotectônica do sistema fluvial Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”, Revista Brasileira de Geociências, 1999, 29 (4), 469-476 50 Souza Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação morfoestrutural e neotectônica do sistema fluvial Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”, Revista Brasileira de Geociências, 469-476 51 Ibid. 52 Ibid. 53 Ibid. 49

convergente entre las placas Suramericana y de Nazca. El área de los Llanos de Moxos, en la actual Bolivia, por ejemplo - de la que trataremos en este estudio -, queda comprendida entre los ríos Guaporé y Beni, siendo cerca de 50% de su vegetación de sabana de tipo gramínea, 30% de sabana de palmera o tapizante, y lo restante, de islas y selvas de galería 54. Esta área de sabana también se extiende por la zona de interfluvio entre los ríos Beni y Madre de Dios55. b) Depresión del Guaporé: delimitada a NE por la Chapada de los Parecis y a SO por la Cuenca del Beni. Su litografía se caracteriza por sedimentos areno-argilosos, a veces laterizados. c) Alto Estructural de Guajará-Mirim - Porto Velho: Según geólogos como Mello y Costa, esta área engloba tanto las unidades del Altiplano Residual del Guaporé como del Altiplano Disecado Sur de Amazonia56. d) Altiplano Rebajado de la Amazonia: Superficie aplanada, ligeramente ondulada y bastante disecada, resultante de las sucesivas fases erosivas, alcanzando altitudes entre 100 y 600 metros por encima del nivel del mar57. Caracterizada por llanuras de inundación y sabanas, las cuales se encuentran sobre depósitos pleistocénicos, habiéndose desarrollado bajo condiciones climáticas propias de clima seco predominantes del Cuaternario Tardío (46 – 18 mil BP)58 y por la falta de cobertura selvática59. e) Planicie Amazónica: Se trata de una planicie de inundación holocénica, aquí representada por los sedimentos aluviales de los cursos medio y bajo del río

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Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, University of California Press, Berkeley and Los Angeles, 1966, p. 15 55 Ibid., p. 15 56 Mello, D.P., Costa R.C.R., Natali Filho, T., “Folha SC-20 Porto Velho. Capitulo 2: Geomorfologia”, en Brasil. Ministério das Minas e Energia. Secretaria Geral, Rio de Janeiro, Projeto RADAMBRASIL, 1978, 187-254 en Souza Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação morfoestrutural e neotectônica do sistema fluvial Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”, Revista Brasileira de Geociências, 469-476 57 Apostila SEDUC-RO 2013, “Geografia e História de Rondônia”, Diatismo e Conhecimento, Nova Editora, s/l., 2013 58 Absy, M. L., “Mudanças da vegetação c clima da Amazónia durante o Quaternário”, en Ferreira, E. J. G., et al. (coord.), Bases científicas para estratégias de preservação e desenvolvimento da Amazónia, Instituto Nacional de Pesquisas da Amazônia, Manaus, 1993, 2, 3-10 y Hammen, V. D. “The Pleistocene changes of vegetation and climatic in tropical South America”, Journal of Biogeography, 1, 1974, 3-26; en Souza Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação morfoestrutural e neotectônica do sistema fluvial Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”, Revista Brasileira de Geociências, 469-476 59 Apostila SEDUC-RO 2013, “Geografia e História de Rondônia”, Diatismo e Conhecimento

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Madeira, al este del río Ji-Paraná60. Su altitud media varía entre 90 y 200 m y su litografía se caracteriza por sedimentos areno-argilosos, cuyo terreno es disecado por el río configurando un paisaje de barrancos de 5 a 10 metros de altura, en los cuales se infiltra el agua causando desmoronamientos fenómeno también conocido como el de las terras caídas (tierras caídas)61. Esta planicie está constituida por una superficie plana morfoclimática (típica de selva), resultante de oscilaciones climáticas del período Cuaternario con climas más secos, sucedidos por climas más húmedos. En lo tocante a su litografía, las áreas de tierra firme también se caracterizan por sedimentos areno-argilosos, las áreas de vegas por una acumulación areno-argilosa reciente, mientras los barrancos presentan una constitución argiloferruginosa62.

Por otro lado, desde un enfoque regional, el sistema fluvial Guaporé-MamoréMadeira ha sido subdividido en 3 dominios morfoestructurales, con base tanto en la geomorfología fluvial como en las estructuras neotectónicas63: a) Dominio I: cuenca hidrográfica del Guaporé y parte del Mamoré, paralelo al curso de aquél, establecido sobre la unidad geomorfológica Llanuras y Pantanos del Medio y Alto Guaporé de Kux64. Según Quadros, este dominio puede subdividirse a su vez en otros 2 segmentos: el primero extendiéndose desde la naciente del Guaporé (en la Chapada de los Parecis) hasta la barrera estructural de Costa Marques constituida por la exposición de afloramientos rocosos del embasamiento cristalino; mientras el segundo se extiende desde este punto hasta la ciudad de Guajará-Mirim, donde hay otra barrera

Irion, G., et al., “Quaternary geology of the Amazonian Lowland”, Geo-Marine Letter, 15, 1995, 172178 en Souza Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação morfoestrutural e neotectônica do sistema fluvial Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”, Revista Brasileira de Geociências, 469-476 61 Lima, Abnael Machado de., Terras de Rondônia: Aspectos físicos e humanos do Estado de Rondônia, Off-7 Edição Gráfica Ltda., Porto Velho, 1997, y Procópio, Argemiro, Amazônia: ecologia e degradação, Ed. Alfa-Ômega, São Paulo, 1992 62 Apostila SEDUC-RO 2013, “Geografia e História de Rondônia”, Diatismo e Conhecimento 63 Souza Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação morfoestrutural e neotectônica do sistema fluvial Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”, Revista Brasileira de Geociências, 469-476 64 Kux, H.J.H., et al., “Folha SC-20 Guaporé. Capitulo 2: Geomorfologia”, en Brasil. Ministério das Minas e Energia. Secretaria Geral, Rio de Janeiro, Projeto RADAMBRASIL, 1978, 187-254 en Souza Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação morfoestrutural e neotectônica do sistema fluvial Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”, Revista Brasileira de Geociências, 129-164 60

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estructural 65 . Otra característica morfoestructural de la zona son los lagos inclinados en las cabeceras de los principales afluentes, resultantes del proceso de levantamiento del suelo y colmatación del curso fluvial66. b) Dominio II: corresponde al Alto Estructural Guajará-Mirim – Porto Velho, extendiéndose desde la cachuela Guajará-Mirim67 hasta la ciudad de Porto Velho. Caracterizado por un fuerte control estructural, ejerce considerable influencia sobre la hidrografía de los río Guaporé, Mamoré y del alto Madeira, siendo responsable del cambio de dirección de los cursos fluviales, del estrechamiento de las planicies de inundación y por la aparición de terrazas erosivas68. Su paisaje está marcado por una fuerte erosión fluvial, de valle encajonado con accidentes y caídas69. De hecho, el levantamiento del relieve ha causado el represamiento del curso fluvial del río Mamoré, siendo el responsable de los altos índices de inundación de su llanura aluvial 70 , condicionando a su vez el paisaje histórico-cultural de los Llanos de Moxos, conforme veremos más adelante. c) Dominio III: llanura aluvial del río Madeira a lo largo del megalineamiento estructural Madre de Dios-Itacoatiara (NE-SO), asociado a la evolución de la Planicie Amazónica71.

Con excepción del Dominio III, toda la región del sistema fluvial MamoréGuaporé-Madeira está sujeta a levantamientos regionales relacionados a la tectónica Andina. Dos ejemplos significativos de ello son la Chapada de los Parecis - Pacáas Novos, con una orientación NO-SE que pertenece al sistema matogrosense del Macizo Central Brasileño, con una altitud entre los 600 y 900 metros, y puntos culminantes por

Quadros M. L. E. S., Silva Filho, E. P., et al., “Considerações preliminares sobre a evolução dos sistemas de drenagens”, 242-245; en Souza Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação morfoestrutural e neotectônica do sistema fluvial Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”, Revista Brasileira de Geociências, 129-164 66 Souza Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação morfoestrutural e neotectônica do sistema fluvial Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”, Revista Brasileira de Geociências, 129-164 67 Significa “cachuela pequeña” en tupi, en oposición al sufijo “assú”, que significa “grande” (Navarro, E. A., Método moderno de tupi antigo: a língua do Brasil dos primeiros séculos, Global, São Paulo, 2005) 68 Souza Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação morfoestrutural e neotectônica do sistema fluvial Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”, Revista Brasileira de Geociências, 129-164 69 Ibid. 70 Ibid. 71 Desembocadura del río Madeira en el río Amazonas. 65

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encima de los 1.000 metros 72 ; y el tramo de cachuelas, ubicado entre las ciudades brasileñas de Porto-Velho y Guajará-Mirim, formado a partir del afloramiento de rocas cristalinas73. Sus caídas más grandes son las primeras, más concretamente las de Santo Antônio (1ª), Teotônio (2ª) y Jirau (5ª). De manera general, según el IBGE (Instituto Brasileño de Geografía y Estadística) en gran parte de las márgenes de los ríos Guaporé, Mamoré y Madeira, incluyendo su afluente derecho Ji-Paraná (o Machado) predominan suelos topográficamente muy removidos y muy limitados en lo que al potencial agrícola se refiere74. Adicionalmente, se enumeran las diferentes causas de la insuficiencia agrícola de los suelos, entre las que cabe destacar: su acentuada infertilidad, altos índices de sales solubles, suelos llanos, suelos pedregosos o rocosos, textura arenosa, tipografía montañosa o escarpada, riesgos de inundación y deficiencia de drenaje75. Cabe destacar que en las fuentes etnohistóricas se alude con bastante frecuencia a la infertilidad de la región del alto Madeira, mientras por otro lado, se habla de un tipo de barro rojizo muy utilizado por los amerindios.

72

Lima, Abnael Machado de., Terras de Rondônia Mayumi Tizuka, “Geoarqueologia e paleohidrologia da planície aluvial holocênica do rio Madeira entre Porto Velho e Abunã/RO”, Amazônica, 4 (1), 2012, 252-257 74 IBGE, Produção da vegetação e da silvicultura, IBGE, 1997 e IBGE, Anuário Estatístico do Brasil, IBGE, 1997 75 Ibid. 73

32

Fig. 2: Topografía de la región del alto Madeira

33

1.1.2 Hidrografía y bioclimatología La región de estudio está formada por tres cuencas hidrográficas principales: la cuenca del río Madeira, del río Guaporé y del Mamoré. a) Cuenca del río Madeira: El río Madeira tiene una extensión de aprox. 3.370 km76, siendo cerca de 1700 km en territorio brasileño, aunque sólo 1.500 km sean navegables. Recorre los estados brasileños de Rondônia y Amazonas, hasta desaguar en el río Amazonas por su margen derecha, constituyendo su afluente más caudaloso por su parte austral77. Su descarga varía entre 40.000 m3/seg en el período de lluvias y 4.000 m3/seg en los meses secos78. Ello demuestra la importancia de las lluvias en el régimen de crecida del río. El río Madeira es el cuarto más grande del mundo en términos de caudal y pertenece al grupo hidro-geomorfológico de los nueve mega-ríos globales de tipo “anabranching” 79 . De forma que contribuye con cerca de 15% del volumen de agua del Amazonas y con 50% de su carga sedimentaria80. En su delta se encuentra la isla Tupinambarana. Su profundidad varía según las estaciones lluviosas, pudiendo sobrepasar los 13 metros en algunos puntos y su anchura puede variar entre 440 y 9.900 metros81. Se trata de un río de llanura aluvial tropical, de aspecto embarrado82, en cuyo medio curso al alcanzar los sustratos rocosos se originan correderas y cachuelas (alto Madeira). Con base en el análisis sedimentario de su caudal, el principal brazo que conforma el río Madeira es el río Beni, que nace en la cordillera andina en Bolivia. Este río mide aproximadamente 1.600 km83 y por su desnivel también presenta cachuelas y angostos. En la confluencia de este río y el MamoréGuaporé recibe el nombre “Madeira”. La estación lluviosa es de diciembre a

76

Aquí se incluye todo el cauce del río Beni, en Bolivia. Apostila SEDUC-RO 2013, “Geografia e História de Rondônia”, Diatismo e Conhecimento 78 Lima, Abnael Machado de., Terras de Rondônia 79 Latrubesse, E., Stevaux, J. C., y Sinha, R., “Tropical rivers”, Geomorphology, 2005, 70, 187–206; y Latrubesse, E., “Patterns of anabranching channels: The ultimate end-member adjustment of mega rivers”, Geomorphology, 2005, 101, 130–145, en Mayumi Tizuka, “Geoarqueologia e paleohidrologia da planície aluvial holocênica do rio Madeira” 80 PCE Engenharia, Levantamento topobatimétrico do rio Madeira para acompanhamento da evolução do leito (2ª etapa do programa de levantamentos e monitoramento hidrossedimentológico do rio Madeira e do futuro reservatório da UHE Santo Antônio), Porto Velho, 2011, en Mayumi Tizuka, “Geoarqueologia e paleohidrologia da planície aluvial holocênica do rio Madeira” 81 Apostila SEDUC-RO 2013, “Geografia e História de Rondônia”, Diatismo e Conhecimento, 82 Mayumi Tizuka, “Geoarqueologia e paleohidrologia da planície aluvial holocênica do rio Madeira” 83 Apostila SEDUC-RO 2013, “Geografia e História de Rondônia”, Diatismo e Conhecimento 77

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mayo, pero dada su extensión, hay variaciones de un extremo a otro. Además, sufre las inundaciones provenientes del río Amazonas que invade su cauce pudiendo subir el nivel de agua en 17 metros84. b) Cuenca del río Guaporé: Nace en la Sierra de los Parecis, en el estado brasileño de Mato Grosso, con una altitud aproximada de 1.800 metros, y tras confluirse con el río Mamoré (12º lat. sur), ya en el estado federal de Rondônia, se une al río Madeira85. Su caudal es de 1.716 km de extensión y su orientación inicial es N-S y, desde la ciudad de Vila Bela, SE-NO, cuando sus medio y bajo cursos ejercen de frontera natural entre Brasil y Bolivia (a lo largo de aproximadamente 970 km), donde se le denomina Itenes86. c) Cuenca del río Mamoré: El río Mamoré nace en la cordillera de los Andes, en Bolivia. De orientación SO-NE, su anchura varía entre 150 y 170 metros mientras su profundidad de 2 a 10 metros87. De manera que el valle del MamoréGuaporé se extiende desde la falda de la Chapada de los Parecis y Pacaás Novos hasta los contrafuertes andinos, con una altitud media que varía entre 100 y 200 metros. Las crecidas de estos dos ríos inundan decenas de kilómetros de las tierras más bajas, formando lagos temporales88. Entre las 6 cuencas restantes formadas por los afluentes del Madeira89 se destaca la del río Ji-Paraná (o Machado), con una superficie de más de 92.500 km2. 90 El río Machado es un afluente de la margen derecha del río Madeira, de orientación SE-N y de 800 km de extensión, que nace en la Chapada de los Parecis, de la confluencia de los ríos Barão de Melgaço (también denominado Comemoração de Floriano) y el río Apediá (o Pimenta Bueno)91. En la sesión de tablas abajo ( Fig. 3) se señalan los principales afluentes y accidentes geográficos 92 de las cuencas arriba mencionadas, en el sentido de sus cursos de agua:

84

Ibid. Ibid. 86 Ibid. 87 Ibid. 88 Lima, Abnael Machado de., Terras de Rondônia 88 Apostila SEDUC-RO 2013, “Geografia e História de Rondônia”, Diatismo e Conhecimento 89 Cuenca del Jacy-Paraná, cuenca del Abuná, cuenca del Mutum-Paraná, del Jamari y del Aripuanã. 90 Apostila SEDUC-RO 2013, “Geografia e História de Rondônia”, Diatismo e Conhecimento 91 Lima, Abnael Machado de., Terras de Rondônia 92 Se han seleccionado los principales afluentes y accidentes geográficos con base en su relevancia y ocurrencia en las fuentes etnohistóricas y, consiguientemente, en este trabajo. 85

35

Cuencas Hidrográficas Río Madeira (Caiary)* Principales afluentes Margen izq. Margen dcha.

Correderas

Principales accidentes Islas Saltos

Río Aripuanã

Periquitos

Jacaré

Teotônio (2ª)

Río Capaná

Río das Araras

Morrinhos (3ª) (Jacundá)

das Araras

Jirau (5ª)

Río Baetas

Río Mataurá

Macaco

Uruá

Ribeirão (10ª) (Mamoriné)

Río Maguarany

Río Anhangatini

Río Arraias

Río Manicoré

Río Pauanema

Río dos Marmelos

Río Aponiã

Río Aruapiará

Igarapé Cuniã

Río Maici

Río Marassutuba

Igarapé Maparaná Río Caripunas Río São Lourenço Igarapé São Simão José Alves Río Ferreiros/dos Ferradores Río Abuná Río Beni

Río Ji-Paraná

Três Irmãos (6ª) (Arapacoa) Pederneiras (8ª) (Mayarí) Araras (9ª) (Tamanduá) Chocolatal (Amayari) Guajará-assu (16ª) Guajará-mirim (17ª)

do Genipapo dos Muras

Paredão (7ª) (Paricá) Misericórdia (11ª) (Vaynumu) Madeira (12ª) (Tepuca)

de Santo Antônio

das Lages (13ª)

dos Periquitos

Pau Grande (14ª)

do Botuque

Bananeira (15ª) (Papagayo)

das Flechas

Igarapé Mururé

Santana

Río Jamari

Jaci-Paraná

Río Caracol

Três Irmãos

Río Jaci-Paraná

7 de Setembro

Igarapé Cirilo

Misericórdia

Río Mutum-Paraná Río Castanho

15 de Novembro Marina Anús (ou Confluência)

Igarapé da Araras

Cachuelas Santo Antônio (1ª) (Aroaya) Caldeirão do Inferno (4ª) (Guara-assu)

Río Ribeirão * La información acerca del río Madeira ha sido extraída de las fuentes abajo mencionadas además de Pinto, Alfredo Moreira, Apontamentos para Dicionário Geográfico do Brasil, vol. 2, Imprensa Nacional, Rio de Janeiro, 1896. Los nombres indígenas se encuentran en cursiva y entre paréntesis y provienen de Felippe da Cunha a João Pereira Caldas, [s/f], Arquivo Nacional (en adelante ANBR), Secretaria do Governo da Capitania do Pará (89), Cód. 100, Microfilme 390-2004

36

Río Mamoré-Guaporé Principales afluentes Margen izq. Margen dcha. Río Yata Río Laje Río Bananeiras Río Pacaás Novos Igarapé Grande Río Sotério

Correderas Lages (13ª) Guajará Açú (16ª) Guajará Mirim (17ª)

Principales accidentes Islas Ilha das Capivaras

Cachuelas Pau Grande (14ª) Bananeiras (15ª)

Río Guaporé Principales afluentes Margen izq. Margen dcha. Río Machupo Igarapé da Coca Río Itonamas Río Cautário Río Baures Río Cautarinho Río San Simón Pequeño Río São Miguel Río Bacabalzinho Río Branco Baía Rica ou São Simão Río Massaco Río Mequéns Río Corumbiara Río Branco Río Piolho Río Cabixi

Principales accidentes Islas Comprida

Río Mamoré Principales afluentes Margen izq. Margen dcha. Río Iruiame Río Macobi Río Yacuma Río Ibare Río Apere Arroyo Colorado Río Tiamuchi Río Yacapan Río Chenesí Río Grande Río Ichilo Río Sipiri

Principales accidentes Islas Soares Saldanha

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Río Ji-Paraná Principales afluentes Margen izq. Margen dcha. Río Machadinho Río Tarumã Río Urupá Río São João Río Boa Vista Río Lourdes Río Jaru Riozinho Río Preto Río Ricardo Franco Río Rolim de Moura Río Luiz de Albuquerque

Principales accidentes Cachuelas 02 de Novembro

Fig. 3: Descripción geográfica de las principales cuencas hidrográficas del complejo Madeira-Mamoré-Guaporé93

El mapa a continuación ilustra el complejo Guaporé-Mamoré-Madeira y sus principales accidentes geográficos (Fig. 4):

93

Fuente: Mapa Geográfico da Capitania do Matto Grosso e parte das suas confinantes S. Paulo, Goyaz, Pará, Rio Negro, Província de Moxos e Chiquitos, de Antonio José Rodrigues (copiado por Ed. Thompson, desenhista da comissão Rondon), MHEx.FC, 1919 (1819), 0003865.003; Mapa Geográfico da Capitania do Matto Grosso (Reprodução, na mesma escala, de um exemplar pertencente à Bibliothéque Nationale de Paris, 1928), s/a, 1802MHEx.FC, 003941.012; y Apostila SEDUC-RO 2013, “Geografia e História de Rondônia”, Diatismo e Conhecimento.

38

Fig. 4: Sección del “Mapa Geográfico da Capitania do Matto Grosso e parte das suas confinantes S. Paulo, Goyaz, Pará, Rio Negro, Província de Moxos e Chiquitos”, de Antônio José Rodrigues, (1819) 191994

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Mapa Geográfico da Capitania do Matto Grosso e parte das suas confinantes S. Paulo, Goyaz, Pará, Rio Negro, Província de Moxos e Chiquitos, de Antônio José Rodrigues, (1819) 1919, MExFC, cajón 4, localización 0003865.003 (copiado por Ed. Thompson, dibujador de la Comisión Rondon)

El clima de la región es predominantemente ecuatorial caliente y húmedo, con 3 meses secos, mientras que en la parte extremo-oriental de nuestra región, entre los ríos Jamari y Ji-Paraná se da un clima caliente y húmedo, con 1 a 2 meses secos 95. Sin embargo, según la tabla de Koppen, el clima de la región queda representado como predominantemente tropical húmedo con la estación seca en invierno, siendo que parte del tramo inicial de las cachuelas se rige más por el clima tropical monzónico (Aw y Am, respectivamente)96. El índice pluviométrico anual aproximado es de 2.500 mm97 y la temperatura media anual varía entre 24º y 26º C; sin embargo, en los meses de junio a agosto, la amplitud térmica aumenta considerablemente como resultado del anticiclón polar de trayectoria continental y consiguiente frente polar 98, haciendo descender las temperaturas mínimas a 8º C, e incluso 0º C en la Chapada de los Parecis99. Los meses de julio y agosto coinciden con los meses más secos, mientras que la época de lluvias es desde septiembre a mayo, con un nivel pluviométrico anual superior a los 2.000 mm100. En los mapas de precipitación a continuación (Fig. 5, Fig. 6, Fig. 7 y Fig. 8) en los que representamos el índice pluviométrico medio de la región durante todo el año, se puede corroborar dicha información; a simple vista se observa que los meses de junio a agosto son los más secos, mientras que los meses de diciembre a marzo son los más lluviosos. Es importante señalar que los metadatos representan el período entre los años 1950 y 2000, de manera que debe ser usado como referencia y no por sus valores absolutos al referirnos al siglo XVIII.

95

Lima, Abnael Machado de., Terras de Rondônia Koppen, Wilheim, et al., Manual de Climatologia, 1930, 5 vols. 97 Apostila SEDUC-RO 2013, “Geografia e História de Rondônia”, Diatismo e Conhecimento 98 Este fenómeno regional es conocido como “friagem”. Para más detalles sobre este fenómeno, véase Marengo, J. A., Nobre, C. A., Culf, A. D., “Climatic Impacts of ‘Friagens’ in forested and deforested areas of the Amazon Basin”, Journal of Applied Meteorology, 1997, 36, 1553-1566. 99 Lima, Abnael Machado de., Terras de Rondônia 100 Ibid. 96

Fig. 5: Índice pluviométrico medio del alto Madeira en los meses de Enero a Marzo101

101

Metadatos correspondentes al período entre 1950-2000.

41

Fig. 6: Índice pluviométrico medio del alto Madeira en los meses de Abril a Junio102

102

Metadatos correspondentes al período entre 1950-2000.

42

Fig. 7: Índice pluviométrico medio del alto Madeira en los meses de Julio a Septiembre103

103

Metadatos correspondientes al período entre 1950-2000.

43

Fig. 8: Índice pluviométrico medio del alto Madeira en los meses de Octubre a Diciembre104

104

Metadatos correspondentes al período entre 1950-2000.

44

Cerca de 70% del estado brasileño de Rondônia está cubierto de selva tropical pluvial, mientras las sierras y altiplanos poseen una vegetación de sabana tropical con líneas de selva y selvas en galería, con árboles de hasta 15 metros de altura (cerrado y cerradão). Sin embargo, en la región se encuentra una vegetación muy variada, entre la que cabe destacar la selva umbrófila abierta (o de pino)105, predominante y caracterizada por la presencia de palmeras, lianas y bambús; la sabana (cerrado), sobre todo en las zonas de mayor altitud como la sierra y las faldas de la Chapada de los Parecis y a oeste del río Ji-Paraná, caracterizada por árboles bajas y tortuosas de cáscara gruesa y rugosa, hojas grandes y un revestimiento del suelo con una vegetación gramínea continua, y finalmente, la vegetación de tipo aluvial106, en el valle del Guaporé, determinada por la duración del período de inundación, presentando fisionomía arbustiva o herbácea107. Por lo tanto, debido a las inundaciones periódicas (sobre todo de febrero a mayo), el paisaje del valle del río Guaporé y del pequeño trecho del río Mamoré (Dominio I) consiste de extensas áreas llanas de pantano, caracterizadas por una vegetación de gramíneas108. En lo tocante al paleoclima de Amazonia en el Holoceno, se trata de un tema todavía poco conocido, aunque progresivamente más estudiado. Hay especulaciones acerca de una posible contemporaneidad entre la paleofauna y la ocupación humana, basadas en el registro arqueológico tanto antrópico como paleofaunístico 109 . En la región del tramo de cachuelas del Madeira, hay presencia de registro arqueológico a lo largo de prácticamente todo el Holoceno, con indicios de ocupaciones que datan desde su inicio, consistiendo de los sitios más antiguos de terra preta (tierra negra)110 en toda la Amazonía. Arqueólogos como Miller, Kipnis y Heckenberger señalan que se trata de un indicio de una secuencia de ocupación larga e ininterrumpida, mientras que otros como Eduardo Neves, defienden ocupaciones más cortas e intensas aunque sucesivas y

105

Selva de transición entre la selva amazónica y las áreas extra-amazónicas. También denominada “Área de Formaciones Pioneras de Influencia Fluvial”. 107 IBGE, Produção da vegetação e da silvicultura, IBGE, 1997 e IBGE, Anuário Estatístico do Brasil, IBGE, 1997 108 Souza Filho, Pedro W. M., et al., “Compartimentação morfoestrutural e neotectônica do sistema fluvial Guaporé-Mamoré-Alto Madeira, Rondônia-Brasil”, Revista Brasileira de Geociências, 109 Miller, E., Arqueologia nos empreendimentos hidrelétricos da Eletronorte: resultados preliminares, Eletronorte, Brasília, 1992; y Scientia Consultoria Científica, Projeto Arqueologia Preventiva nas áreas de Intervenção do AHE Santo Antônio, RO, São Paulo, 2008; en Mayumi Tizuka, “Geoarqueologia e paleohidrologia da planície aluvial holocênica do rio Madeira” 110 La terra preta es resultante de la acumulación de restos orgánicos, cerámicos y de carbón, siendo así evidencia de la actividad antrópica. Es conocida por ser muy fértil y por eso aún muy aprovechada por los agricultores locales. 106

45

duraderas111. Según Miller, por ejemplo, ese sedentarismo se hubiera visto posibilitado por la concentración de recursos acuáticos en la región. En un estudio reciente publicado por la Royal Society el 8 de enero de 2014, entre cuyos autores figura Neves, se sugiere que la distribución de terra preta en Amazonia se da sobre todo cerca de los cursos fluviales, en una línea de 10 km desde su margen tierra adentro, y especialmente en zonas elevadas mirando hacia el río a partir de 25 m de altura 112 . En ese artículo se estiman la probabilidad y los patrones de distribución de terra preta en Amazonia, los cuales, según afirman, son bastante predecibles113. Sin embargo, los resultados apuntan que la probabilidad de terra preta es bastante inferior en Amazonia Occidental que en Amazonia Oriental, llegando a ser casi nula en importantes sitios arqueológicos como los Llanos de Mojos, las zonas de concentración de movimientos de tierra así como la zona de mayor concentración de petroglifos 114 . Los autores creen que este fenómeno puede estar relacionado con la situación de crecidas de los ríos, la cual, aunque más duradera, es menos intensa en Amazonia Oriental, produciendo un medio más estable y permitiendo asentamientos más permanentes115. Finalmente, sugieren una hipótesis que apunta a la existencia, o mejor, la ausencia de terra preta en el suroeste amazónico como indicativo de una frontera cultural, explicando que las sociedades a oeste de esa línea poseían distintas técnicas de subsistencia, como veremos en el capítulo 2116. En el mapa a continuación (Fig. 9) se ilustran por un lado las zonas de terra preta documentadas y por otro la probabilidad de su distribución:

Heckenberger, M., Petersen, J., y Neves, E., “Village permanence in Amazonia: two archaeological examples from Brazil”, Latin American Antiquity, 1999, 10 (4), 353-376; Kipnis, R., “Amazonian anthropogenic soils’ antiquity at upper rio Madeira, northwestern Amazon, and its implications for the colonization of South American Neotropics”, Abstracts of the SAA 76th Annual Meeting, Sacramento, 2011; y Miller, E., Arqueologia nos empreendimentos hidrelétricos da Eletronorte: resultados preliminares, Eletronorte, Brasília, 1992; en Mayumi Tizuka, “Geoarqueologia e paleohidrologia da planície aluvial holocênica do rio Madeira” 112 McMichael, C. H., Palace, M. W., Bush, M. B., Braswell, B., Hagen, S., Neves, E. G., Silman, M. R., Tamanaha, E. K. y Czarnecki, C., “Predicting pre-Columbian anthropogenic soils in Amazonia”, Proceedings B, 8 de enero de 2014, vol. 281, nº. 1777 113 Ibid. 114 Ibid. 115 Ibid. 116 Ibid. 111

46

Fig. 9: Distribución documentada y estimada de terra preta en Amazonia.

47

1.2

El alto Madeira en la Prehistoria: Una mirada desde la Arqueología y la Antropología Lingüística Pese a que la investigación en muchas zonas de Amazonia se haya desarrollado

bastante en las últimas dos décadas, en el libro, “Os índios antes de Cabral”, el célebre arqueólogo brasileño Eduardo Neves, citando al también renombrado antropólogo Eric Wolf, atribuye justamente a la escasez de trabajos en las áreas de la Arqueología, de la Antropología Cultural y de la Etnohistoria, la tendencia a considerarse que la historia de las poblaciones indígenas está sólo y directamente relacionada a la expansión de los europeos en Suramérica117. En este apartado, analizaremos, en una primera instancia, la relevancia y las perspectivas arqueológicas de la región del alto Madeira, así como algunas hipótesis levantadas por la Arqueología con respecto a la ocupación y circulación en la región. En segundo lugar, proseguiremos a la contraposición de las discusiones, principales teorías y recientes refutaciones de estudios etnolingüísticos, y sus conclusiones en lo que a las migraciones prehistóricas en Amazonia se refiere, siempre con foco en la región del alto Madeira. Con ello pretendemos demostrar primeramente la diversidad etnolingüística de la región, en segundo lugar, la complejidad de los procesos migratorios y de dispersión, y finalmente, su anterioridad a la colonización. Con base en esto, haremos hincapié en la dinámica intrínseca y preexistente entre los distintos grupos y etnias, y en la inseparabilidad de los fenómenos sociolingüísticos entre sí y con el estudio de las relaciones interétnicas. Hallazgos arqueológicos recientes demuestran la relevancia de asentamientos arqueológicos y las perspectivas y posibilidades futuras de esta disciplina en la región del alto Madeira. La antropóloga e historiadora del arte rusa Vera Tyuleneva, en sus “Cuatro viajes a la Amazonia boliviana”, describe diversos yacimientos arqueológicos donde se encontraban a ras del suelo material lítico, cerámico, así como petroglifos118. Por ejemplo, en el poblado de Villa Bella, en la provincia de Vaca Diez en el departamento de Beni, se hallaron afiladores, en la misma provincia, en la ciudad de 117

Wolf, Erik, Europe and the People Without History, University of California Press, Berkeley, 1982, en Neves, Eduardo Góes, “Os índios antes de Cabral: arqueologia e história indígena no Brasil”, en Luis, Aracy Lopes da Silva, y Grupioni, Donizete Benzi (orgs.), A temática indígena na escola: novos subsídios para professores de 1º e 2º graus, MEC/MARI/UNESCO, Brasília, 1995, pp. 171-196 118 Tyuleneva, Vera, Cuatro viajes a la Amazonia Boliviana, Foro Boliviano sobre Medio Ambiente y Desarrollo, La Paz, 2010

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Guayaramerín, se identificó un extenso yacimiento de terra preta y en él, fragmentos de hachas de piedra119. Es difícil ignorar el hecho de que esas dos localidades tienen sus homónimos al otro lado de la frontera, en Brasil - lo que resultaría interesante, sin embargo, sería inquirir acerca de los componentes histórico-ideológicos que subyacen esta relación. En la provincia de Iturralde, Tyuleneva cuenta que obtuvo información acerca de la existencia de tres cementerios prehispánicos, a orillas del río Beni, a saber: en la localidad de Babachau entre las poblaciones de Puerto Salinas y San Marcos, en las inmediaciones de Puerto Copacabana, y finalmente, en Cachichira; estos cementerios sufren un proceso de erosión fluvial, el cual, al mismo tiempo que destruye los yacimientos, saca a la luz restos de cerámica, entre los que se destacan los fragmentos de urnas funerarias120. En lo que a los petroglifos se refiere, en la última década se han realizado trabajos interesantes sobre este tema en el estado de Rondônia121. A partir de fuentes locales, Tyuleneva obtuvo referencias sobre la presencia de petroglifos en varias cachuelas en la región, pero las que sí pudo constatar fueron en la cachuela Chocolatal (como se llama a la última parte de la cachuela Ribeirão, en el río Madeira), entre la comunidad religiosa denominada Arca de Noé y el poblado de Nueva Esperanza, en la provincia Federico Román, ya en el departamento del Pando, así como en la cachuela Carmen, en el río Negro (tributario del río Abuná), en la misma provincia122. Ella añade que en estas dos regiones, se dan formas iconográficas tanto comunes, tales como las geométricas (espirales, círculos concéntricos, círculos con puntos en el centro, líneas onduladas) como peculiares, como es el caso de unas representaciones en forma de ancla, que en su opinión sugieren un origen reciente y una posible alusión a las navegaciones en los tiempos históricos123. La morfología de los grabados descritos por la autora parece encuadrarse dentro de los parámetros del Estilo A, según la

119

Ibid., pp. 19-23 Ibid., p. 25 121 Para un estudio más profundizado de los petroglifos y sus yacimientos en Rondônia, véase por ejemplo Coimbra de Oliveira Garcia, Maria, y Garcia, Hosé da Silva, "Pedras que guardam segredos: catalogação de sítios arqueológicos na região centro-leste de Rondônia", Revista Veredas Amazônicas, jan/jun., 2012, vol. II, nº. 1, 33-66; Herrera de Figueiredo Iza, Edgar Romeo; Correa da Costa, Manoel Augusto, y Coimbra de Oliveira Garcia, Maria, “Formação Pedra Redonda e ocorrências arqueológicas associadas”, Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/pedraredonda.html; y Miller, Eurico T., “Adaptação agrícola pré-histórica no alto Rio Madeira”, en Meggers, B. J. (ed.), Prehistoria sudamericana: nuevas perspectivas, Taraxacum, Santiago, 1992, pp. 219-229 122 Tyuleneva, Vera, Cuatro viajes a la Amazonia Boliviana, pp. 21-23 123 Ibid. 120

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clasificación elaborada por el arqueólogo brasileño, Eurico Miller, en sus investigaciones acerca de los petroglifos en la zona del bajo Abuná y su confluencia con el río Madeira; el Estilo A se caracteriza por la combinación de las técnicas de percusión directa (picoteado) y lijado (alisamento/lixado), incluyendo además de las formas mencionadas por la antropóloga, figuras zoomorfas complejas y abstractas, y máscaras estilizadas124. Las referencias etnohistóricas a los petroglifos se remontan al menos a la primera mitad del siglo XIX, como es el caso de José Agustín Palacios, quien, al pasar en 1846 por la cachuela Pau Grande, en la confluencia de los ríos Mamoré e Yata, escribió: “Sobre los peñascos de la cachuela, se ven grabados varios jeroglíficos y una cruz en medio de dos PP.”125

Debido al componente abstracto general de los grabados y al carácter subjetivo y cultural de su interpretación, es difícil saber si esos grabados a los que se refiere José Palacios eran una especie de señal o inscripción de los padres portugueses, o petroglifos prehistóricos amerindios. De todas formas, esta descripción nos remite a una referencia en Capistrano de Abreu acerca de marcos demarcatorios en el río Madeira a 400 leguas de su boca 126 ya en fecha temprana (1639), aunque no queda claro si se tratan de marcos/líneas imaginarias o no. En el caso hipotético negativo, ello supondría una penetración colonial inicial en el río Madeira muy anterior a la que se tiene referencia. Ante esta duda, cabe citarla:

Miller, Eurico T., “Adaptação agrícola pré-histórica no alto Rio Madeira”, en Coimbra, Maria O. Garcia, y Garcia, Hosé da Silva, "Pedras que guardam segredos: catalogação de sítios arqueológicos na região centro-leste de Rondônia", Revista Veredas Amazônicas, jan/jun., 2012, vol. II, nº. 1, pp. 48-49 125 Palacios, José Agustín, Exploraciones realizadas en los ríos Beni, Mamoré y Madera y en el lago Rogo Aguado durante los años 1844 al 47. Descripción de la provincia de Mojos, Imprenta de “El Comercio”, La Paz, (1844-47), 1893, p. 28, en Tyuleneva, Vera, Cuatro viajes a la Amazonia Boliviana, p. 22 126 Según Costa, aproximadamente 2.640 km río Madeira arriba (Costa, Iraci del Nero da, “Pesos e medidas no período colonial brasileiro: denominações e relações”, Boletim de História Demográfica, 1 (1), Núcleo de Estudos em História Demográfica (NEHD/USP), São Paulo, 1994). Pero esta medida en leguas no parece condecir con las demás medidas proveídas por Acuña, sino fruto de cierta exageración, si nos basamos en la extensión total del río Madeira, como vimos en el apartado anterior, y en el naturalista Alexandre Rodrigues Ferreira (finales del siglo XVIII), que afirma que desde la confluencia del Beni hasta la boca del río Madeira hay 237 leguas (Soares, José Paulo Monteiro y Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues Ferreira: a expedição philosóphica pelas capitanias do Pará, Rio Negro, Mato Grosso e Cuyabá, Documentos da Biblioteca Nacional do Rio de Janeiro, vol. 3, Kapa Editorial, Rio de Janeiro, 2008). 124

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"[...] pois de 1639 que senhoreava [el rey de Portugal] o rio das Amazonas até a laguna onde se achavam os marcos pertencentes à coroa de Portugal e 400 léguas da boca do rio Madeira até o dito marco, como diz o padre Acuña no seu livro Maranhão [...] Sua Majestade [...] tinha poderes neste Estado para fazer entregar e repor tudo o que tocasse a seus domínios e senhorios [...]."127

En un artículo publicado en noviembre de 2013 en la Revista Brasileira de Lingüística Antropológica, el arqueólogo Eurico Miller trata de petroglifos subacuáticos, sobre todo en el río Madeira, que aún en los períodos de sequía más graves siguen sumergidos; él explica que probablemente fueron elaborados en el período llamado “Péssimo Climático” (Pésimo Climático), causado por la regresión marina y provocando una semiaridez severa, aproximadamente 4.300-4.050 B.P.128 Sin embargo, y a modo de introducción a lo que trataremos a continuación, el tema central de este artículo es bastante más amplio; él trata de defender y demostrar con base en el registro arqueológico en conjunción con estudios lingüísticos y etnohistóricos, la relación cultural entre yacimientos del complejo Madeira-Guaporé-Mamoré y culturas arcaicas de la costa de Ecuador, concretamente cuatro: las tradiciones Valdivia 129 , Machadilla 130 (originaria de las tierras altas), Chorrera

131

(desde Guatemala) y

Jambeli132. Asimismo, apoyándose en la analogía comparativa de las técnicas, tipología y los motivos decorativos de la cerámica proveniente de las cuatro regiones arriba citadas y la cultura Jomon de Japón, se las ha identificado a todas como pertenecientes a una 127

Abreu, J. Capistrano de, Caminhos antigos e povoamento do Brasil, Edições Demócrito Rocha, Fortaleza, 2004, p. 157 128 Miller, Eurico T., "Algumas Culturas Ceramistas, do Noroeste do Pantanal do Guaporé à Encosta e Altiplano Sudoeste do Chapadão dos Parecis. Origem, Difusão/Migração e Adaptação – do Noroeste da América do Sul ao Brasil", Revista Brasileira de Linguística Antropológica (en adelante, RBLA), vol. 5, n.º 2, dez/2013, 339 129 Estrada, Emilio, Nuevos Elementos en la Cultura Valdivia: sus Posibles Contactos Transpacíficos, Publicación del Sub-Comité Ecuatoriano de Antropología, Guayaquil, 1961; Meggers, Betty J., Evans, Clifford, y Estrada, Emilio, Early Formative Period of Coastal Ecuador: the Valdivia and Machalilla Phases, Smithsonian Contributions to Anthropology, Washington, D.C., 1965, vol.1; en Miller, Eurico T., "Algumas Culturas Ceramistas", RBLA, 340 130 Meggers, Betty J., Evans, Clifford, “The Machalilla Culture: An Early Formative Complex on the Ecuadorian Coast”, American Antiquity, 1962, 28(2), 186-192, en Miller, Eurico T., "Algumas Culturas Ceramistas", RBLA, 340 131 Coe, Michael, D., “Archeological Linkages with North and South America at La Victória, Guatemala”, American Anthropologist, Menasha, 1960, 62, 363-93, en Miller, Eurico T., "Algumas Culturas Ceramistas", RBLA, 340 132 Estrada, Emilio, Meggers, Betty J. y Clifford, Evans, “The Jambelí Culture of South Coastal Ecuador”, Proceedings 115(3492), Smithsonian Institution, U.S. National Museum, Washington [S.N.], 1964 en Miller, Eurico T., "Algumas Culturas Ceramistas", RBLA, 340

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misma cultura Jomon, originaria en Japón (14/13.000 - 7.200 B.P.), siendo la Valdivia una variante, desarrollada en Ecuador cerca de 5.800 B.P 133 . Según Meggers 134 y Machida y Arai135, las migraciones desde la Isla Kyushu, en Japón – o nunca mejor dicho, las emigraciones – fueron desencadenadas por una gran erupción del volcán Kikai, aproximadamente 6.300 B.P. (Jomon Medio), tornando la isla inhabitable durante muchos siglos. La fase Valdivia se desarrolló en el Optimun Climaticum (7.500 - 4.300 B.P.), resultado de la transgresión marina, y llegó a su fin en el Pésimo Climático136, con la reducción de los recursos naturales y de subsistencia137. Según Miller, su difusión se orientó, probablemente, en primer lugar por el litoral Pacífico hacia el Norte de Latinoamérica (Puerto Márquez, Purrón, Monagrillo) y por la costa del Caribe hasta la Fase Mina, luego por la costa del pacífico sur y norte (Kotosh-Wairajirca, La Florida, Qaluyu, Tafi, etc., en los Andes) en seguida, por el golfo de México hasta Stallings Island (Orange y Woodland), y finalmente hacia el suroeste y este amazónico, por el Ucayali y Llanos de Moxos, llegando hasta el pantanal del valle del Guaporé (fase Bacabal, y otras) y al bajo Amazonas (fase Ananatuba, y otras)138. Sin embargo, es importante aclarar que con esa argumentación no nos estamos limitando a los postulados marginalizantes del difusionismo cultural, sino todo lo contrario, puesto que también se tienen datos que apuntan que la cultura Valdivia ha coexistido e interactuado con otros complejos culturales autóctonos, desechando la hipótesis de que las demás tradiciones cerámicas derivan sólo y necesariamente del Formativo Antiguo de la tradición Valdivia139.

133

Miller, Eurico T., "Algumas Culturas Ceramistas", RBLA, 344 Meggers, Betty J., “Las culturas formativas de la costa del Ecuador: nuevas perspectivas” Miscelánea Antropológica Ecuatoriana, Guayaquil, Segunda Época 1(1),16-39, en Miller, Eurico T., "Algumas Culturas Ceramistas", RBLA, 338 135 Machida, Hirochi y Arai, Fusao, “Widespread late quaternary tephras in Japan with special reference to archaeology”, Quaternary Rechearch 22 (3), 1983, 133-146, en Miller, Eurico T., "Algumas Culturas Ceramistas", RBLA, 338 136 Parece ser que el Pésimo Climático fue un fenómeno al menos de proporciones hemisféricas y posiblemente el responsable de la decadencia no sólo de la cultura Valdivia, sino también de la Caral (Miller, Eurico T., "Algumas Culturas Ceramistas", RBLA, 339). 137 Ibid. 138 Ibid. 139 Ibid., 345 134

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Fig. 10: Mapa de las localidades y yacimientos arqueológicos mencionados en este apartado.

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A pesar de su tradición anterior a las investigaciones arqueológicas para el contexto amazónico (primera mitad del s. XX) - y quizás por eso la desatención -, creo que a la llamada a la interdisciplinariedad de Eduardo Góes Neves, citada al principio de este capítulo, habría que añadir la importancia de los estudios lingüísticos. Por otro lado, es inevitable constatar que mientras se desarrollan nuevas herramientas, métodos y teorías, su objeto de estudio se vuelve cada vez más intangible ante la extinción de las lenguas y sus etnias. Otra justificativa de la relevancia de los aportes lingüísticos para este trabajo se basa en el hecho de que el territorio correspondiente al actual estado de Rondônia, incluyendo así la región del alto Madeira, presenta una de las más grandes concentraciones y diversidad lingüísticas de Brasil140. Las áreas donde se encuentran concentraciones de lenguas aisladas - así como diversidad - suelen ser interpretadas como focos de dispersión muy antiguos, siendo uno de éstos posiblemente en el noreste boliviano y el suroeste de la amazonia brasileña, en los alrededores de la Chapada de los Parecis y la sierra de los Pacáas Novos141. Adicionalmente, hallazgos arqueológicos a finales de la década de los 70 en la región del alto Madeira, concretamente en las cabeceras de la cachuela Teotônio, permitieron la atribución de la zona como centro formativo tanto de la Subtradición Jatuarana como de la tradición Polícroma (con terra preta desde cerca de 3.000 B.P.)142. Este complejo cultural se ve reflejado en toda la extensión del río Madeira143, llegando más allá de la confluencia con el río Beni y hasta la ciudad de Guajará-Mirim144 (lo cual corresponde accidentalmente – ¿o no? – al marco geográfico de este trabajo). Sin embargo, en la constante búsqueda por la “tierra natal”, especulativamente – dado el aún insuficiente registro material disponible - se propone su origen en los contrafuertes andinos, concretamente en la cuenca del alto Beni o del Madre de Dios; los grupos habiendo abandonado la región estimulados por cambios ecológicos y económicos 145 , y consiguientemente político-sociales. Esta teorización corresponde a la hipótesis que explica que lo que se produjo fue un movimiento gradual desde las cabeceras de los ríos hacia las zonas de menor altitud, hacia las áreas de vega 140

Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, Cia. das Letras/ Secretaria Municipal de Cultura/FAPESP, São Paulo, 1998, p. 91 141 Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas", p. 99 142 Miller, Eurico T., "Algumas Culturas Ceramistas", RBLA, 346 143 Sin sobrepasar el medio curso de los ríos Mamoré y Guaporé hacia arriba. 144 Ibid. 145 Ibid.

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(hipótesis de las “Cabeceras” o “Periférica”), proceso posiblemente relacionado a la mayor importancia atribuida a la agricultura frente a la recolección146. Es interesante observar como esa Hipótesis de las Cabeceras, a la que alude, entre otros, Greg Urban, representa un proceso adaptativo inverso a lo que parece haber sucedido en el ecosistema verticalizado de los Andes centrales. Hay muchas discusiones acerca de las rutas de migración, focos de origen, y relaciones entre las distintas lenguas, familias lingüísticas y etnias, que convienen ponderar. Los grupos Arawak, por ejemplo, parecen haber sido los de dispersión más antigua, extendiéndose por la cuenca del Orinoco, el área desde el litoral de las Guayanas hasta la Isla de Marajó y ocupando la mitad occidental de la cuenca amazónica, a oeste de los ríos Negro y Madeira 147 , y desde el complejo MadeiraMamoré-Guaporé hacia el sur hasta el alto y medio Paraguay148. Otro de los grandes grupos lingüísticos de Brasil, los Tupi ocuparon, además de la cuenca del Paraná y de casi todo el litoral brasileño, el centro-este de la cuenca amazónica, teniendo como límite norte, salvo excepciones, al mismo río Amazonas149. Basándose en la similitud lingüística y su comparación con lenguas actuales de una misma familia, se supone, por ejemplo, que el área general de dispersión de la mayor parte de los grupos Macro-Tupi – entre 3 y 5 mil años B.P. – se encuentra entre los ríos Madeira y Xingú, y que estos grupos Tupi, con los que se depararon los primeros conquistadores ibéricos, habían migrado por el actual territorio de Paraguay, y remontado la costa brasileña hacia el norte150. Siguiendo esta línea, el anteriormente citado Eurico Miller, apoyándose en la lingüística tupi151, propuso como “tierra natal” del tronco tupi a la región denominada, no sin intención, la “mesopotamia GuaporéMadeira y Aripuanã”, al acoger seis de sus diez familias lingüísticas. Asimismo, el arqueólogo brasileño añade que trabajos muy recientes de finales de la década pasada, muestran un núcleo de origen Proto-Tupiguaraní, antecesor del Tupi-guaraní152, en la

146

Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas", pp. 100-101 Porro, Antônio, O Povo das Águas, Vozes, Petrópolis, 1996, pp. 17-18 148 Cortesão, Jaime, Raposo Tavares e a formação territorial do Brasil, vol. 1, Portugalia Editora, Lisboa, 1966, p. 33 149 Porro, Antônio, O Povo das Águas, pp. 17-18 150 Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas", p. 91 151 Rodrigues, Arion D., Línguas Brasileiras. Para o conhecimento das línguas indígenas, Loyola, São Paulo, 1986, en Miller, Eurico T., "Algumas Culturas Ceramistas", RBLA, 334 152 Tupi-guaraní se refiere tanto a la familia lingüística, del tronco Macro-Tupi, como a su cultura. 147

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zona del alto Ji-Paraná, con dataciones por ejemplo, para el yacimiento RO-JI-15: Urupá de 5.100 B.P.153 No obstante, esos movimientos migratorios forman parte de una dinámica mucho más amplia y compleja, y probablemente se produjeron a lo largo de los siglos y en desplazamientos sucesivos. De manera que antes de llegar a las costas brasileñas, los grupos Tupi ya se habían dispersado hacia otras direcciones precedentemente, y es posible que en una primera instancia hacia la zona del río Amazonas y del bajo Xingú, y en un segundo momentum154 hacia el alto Amazonas, ocupando las cuencas de los ríos Napo y Purús 155 . El renombrado etnohistoriador brasileño, Antonio Porro, llama la atención a la posición geográficamente simétrica entre los Tupi y los Karib, aquéllos ocupando la zona entre el este del río Madeira y el sur del medio y bajo Amazonas156. Pero autores como Aryon Dall’Igna Rodrigues van más allá y sostienen una relación genética entre las lenguas Tupi y Karib, ésta, según Greg Urban, habiéndose separado y distinguido de la primera aproximadamente 6 mil años B.P. 157 Los Karib son de dispersión más reciente y, además de las regiones norte y este de Amazonia, ocuparon todo el macizo guayanés158, de donde, según la lingüista María Eugenia Villalón159 , posiblemente son originarios160. Otro gran grupo lingüístico de interés especial para la región que tratamos aquí es el Pano, concretamente los grupos Pano surorientales, de la región limítrofe entre Bolivia y Rondônia. Ciertamente mucho más numerosos en el pasado, actualmente el grueso de este grupo se encuentra muy reducido y en muchos aspectos se asemejan más a sus vecinos Tupi o Takana (Araona, Kavineña, Ese Eja, Reyesano, Takana)161 que al

153

Miller, Eurico T., "Algumas Culturas Ceramistas", RBLA, 345 El término “momentum” debe entenderse aquí como complemento al de dispersión, ambos tomados de la Física, sin embargo en lo que al marco conceptual - no al objeto de estudio - se refiere. 155 Cortesão, Jaime, Raposo Tavares e a formação territorial do Brasil, p. 25 156 Porro, Antônio, O Povo das Águas, p. 25 157 Rodrigues, Aryon Dall'Igna, "Evidence of Tupi-Carib relationships", en Klein, H, H. E. M. y Satrk, L. R., (orgs.), South American indian Languages, University of Texas Press, Austin, 1985, pp. 371-404, en Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas", pp. 93-95 158 Porro, Antônio, O Povo das Águas, pp. 17-18 159 In memoriam (16/05/2013) 160 Villalón, María Eugenia, "A spatial model of lexical relationship among fourteen Caribbean varieties", en Key, Mary R., Language change in South American indian languages, University of Pennsylvania Press, Philadelphia, 1991, pp. 54-94, en Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas", p. 93 161 En las cuencas del Madre de Dios y Beni (Melatti, Julio Cezar, "Beni", Áreas Etnográficas da América Indígena, DAN-ICS-UnB, Brasilia, 2011). 154

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restante de su familia162. Trabajos de autores como Marie Richie Key y Victor Girard apuntan a una correlación entre la familia Pano y la Takana de Bolivia163, sosteniendo un origen en el suroeste amazónico164. Aún hay otros estudiosos, como es el caso de Jorge Suarez, que al incluir la lengua Moseten en esta filiación - una lengua encontrada en el río Mamoré - desplaza el área de dispersión hacia el sur, o como Miggliaza y Campbell que llegan incluso a proponer una relación entre Pano, Takana y los Yanomami, del norte de Brasil y Venezuela165. El antropólogo americano Greg Urban estima una profundidad cronológica de 2 a 3 mil años para estas dos familias, y una supuesta lengua ancestral proto-Pano-Takana de varios millares de años, originaria de las cabeceras de los ríos Madre de Dios y Ucayali166. Lathrap, por otro lado, defiende que los grupos Pano, hace no mucho más de 1000 años aún compartían la misma lengua y cultura167. Este planteamiento es respaldado por estudios un poco más recientes, del cambio del milenio, que explican que el hecho de que las lenguas Pano tengan mucha similitud entre sí indica poca profundidad cronológica y una expansión y diferenciación recientes168, y probablemente en oleadas sucesivas, la última aportando ya influencias Guaraní, desde la zona del Guaporé169. Sin embargo nos preguntamos, ¿qué procesos preceden a esas migraciones?, o ¿qué factores influyen en ellas? Fácilmente podemos pensar en varios condicionantes: el

162

Erikson, Philippe, "Uma singular pluralidade: a etno-história pano" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, Cia. das Letras/ Secretaria Municipal de Cultura/FAPESP, São Paulo, 1998, p. 240 163 Para estudios más profundizados sobre lenguas Takana véase Guillaume, Antoine, "Reconstructing the category of "associated motion" in Tacanan languages (Amazonian Bolivia and Peru)", Historical Linguistics 2011: Selected papers from the 20th International Conference on Historical Linguistics, Osaka, 25-30 July 2011, John Benjamins Publishing, 2013, vol. 326, 129-151; y bibliografía. 164 Key, Marie Richie, Comparative Tacanam Phonology with Cavinaña phonology and notes on PanoTacanan relationship, Mouton, Haia, 1968; y Girard, Victor, Proto-Takaan phonology, University of California Press, Berkeley, 1971; en Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas", p. 97 165 Suarez, Jorge A., "Macro-Pano-Tacanan", International Journal of American Linguistics, 29(3), 1973, pp. 137-54; y Migliazza, Ernesto, y Campbell, Lyle, "Panorama general de las lenguas indígenas en America", en Morón, Guillermo (org.), Historia General de América, 10, Período Indígena, Italgrafica, Caracas, 1988; en Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas", p. 97 166 Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas", p. 97 167 Lathrap, D.W., The upper Amazon, Praeger, New York, p. 187, en Fleck, David, W., "Pano Language and Linguistics", Anthropological Papers of the American Museum of Natural History (en adelante, APAMNH), nº. 99, p. 21 http://digitallibrary.amnh.org/dspace (consultado el 12/12/2013) 168 Loos, E. E., “Pano” en Dixon, R. M. W. y Aikhenvald, A.Y. (eds.), The Amazonian languages, Cambridge University Press, Cambridge, 1999, pp. 227–249, en Fleck, David, W., "Pano Language and Linguistics", APAMNH. 169 Lathrap, D.W., Gebhart-Sayer, A., y Mester, A. M., “The roots of Shipibo art style: three waves of Imiríacocha or there were ‘Incas’ before the Incas”. Journal of Latin American Studies 11, 1985, 61, en Erikson, Philippe, "Uma singular pluralidade: a etno-história pano", p. 245

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aumento de la presión demográfica, la búsqueda o disputa por recursos naturales, agotamiento de suelos, de medios de subsistencia, hostilización de relaciones interétnicas/intertribales, conflictos belicosos, nuevas alianzas con otros grupos, presión de otros grupos en movimiento, dinámica económico-social interna de los grupos, etc. Es interesante notar que todos esos “detonantes” están relacionados y que resultaría difícil ponerlos en orden, mucho más sin caer en una perspectiva unicausal y excesivamente simplista. Lo que se intenta señalar no es que no existan causas concretas para explicar las migraciones y desplazamientos, sino la complejidad del fenómeno. A modo de ejemplo, Lathrap se apoya en uno de los puntos anteriores para explicar las olas de migración Pano, las cuales atribuye a la expansión de los Arawak Maipure170 de la zona de los Moxos, aunque, luego, hace uso de otros para justificar su “éxito o fracaso”, tal como la capacidad de adaptación y ocupación del interior del continente gracias al maíz y a la agricultura itinerante171. Otro esfuerzo de análisis más profundo de los trasfondos sociales de dichas migraciones y movimientos lo encontramos en el etnólogo Philippe Erikson, quien comenta que los contactos entre los grupos Tupi y Pano (parece ser que se refiere a los noroccidentales, de los que trataremos a continuación) fueron esencialmente belicosos y que éstos sólo dejaron de “desentenderse” con la llegada del hombre blanco y la consiguiente formación de nuevas alianzas en el marco de la actividad misionera, tanto para asimilarla - y ser asimilados - como para repudiarla172. En lo tocante a la migración y dispersión de los grupos Pano, Erikson prosigue, contrariamente a Urban, llamando la atención al hecho de que el territorio presentemente ocupado por los Pano (zona del río Ucayali) fue probablemente ocupado por olas sucesivas de migración Pano, aproximadamente entre 1900-1700 años BP, desde la región del Guaporé y Beni (alto Madeira), de manera que esos grupos surorientales representarían un pequeño resquicio, actualmente de inferior número y separados de la mayor parte de los demás Pano por un pasillo de poblaciones Arawak; pero aun así muy próximos a su foco de origen173.

170

Una de las subdivisiones del tronco Arawak. Otra familia de este tronco, por ejemplo, es la Aruan, del suroeste amazónico (Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas", p. 95). 171 Lathrap, D.W., Gebhart-Sayer, A., y Mester, A. M., “The roots of Shipibo art style, 61, en Erikson, Philippe, "Uma singular pluralidade: a etno-história pano", p. 245 172 Erikson, Philippe, "Uma singular pluralidade: a etno-história pano", p. 247 173 Erikson, Philippe, "Uma singular pluralidade: a etno-história pano", pp. 240-244

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En su trabajo publicado en octubre de 2013, en la American Museum of Natural History Anthropological Papers, el lingüista David Fleck pone en tela de juicio no sólo las fechas de dispersión inicial Pano sino también su naturaleza y foco de origen, distinguiendo cinco movimientos de fisión y migración de las dos ramas Pano, la rama principal (Mainline branch), originariamente del noreste boliviano, y la Mayoruna (Mayoruna branch), del alto Amazonas 174 . Teniendo en cuenta nuestra región de estudio, caben destacar el segundo movimiento, que según el autor se produjo con la escisión del grupo Kasharari (alto Madeira) de la rama principal – actualmente su lengua más divergente - y el cuarto, que correspondería a la separación de los subgrupos Pano de Bolivia con respecto a los grupos Nawa (ambos de la rama principal), aquéllos formados por el Chakobo/Pakawara (dos dialectos de la misma lengua), Karipuna (quizás un dialecto de los dos anteriores) y Chiriba (una lengua muy poco conocida de Bolivia, con referencia de tan sólo 7 palabras, que la acercan, de forma inconclusa, a las lenguas Pano)175. Fleck, se atreve a lo que él clasifica como “Tentative Classification of Possibly Panoan Languages/Dialects Lacking Linguistic Data”, es decir, un intento a modo de ilustración de una suerte de cuadro clasificatorio de las lenguas Pano, considerando etnónimos que carecen de datos lingüísticos, pero que, sin embargo, han sido recogidos en fuentes secundarias, algunas etnográficas, y otras pocas etnohistóricas176. Según esta clasificación habría que añadirle al subgrupo Pano boliviano el Kapuibo (una subdivisión de Pakawara, basándose en Cardús177), el Sinabo del río Mamoré (hay un grupo/lengua homónimo en el río Ucayali), con base en la misma fuente anterior, y Chumana (relacionado al Chiriba, según Hervás 178 ). En un apéndice, el antropólogo enumera en una extensa lista las variaciones, los homónimos y sinónimos de las distintas denominaciones de lenguas y dialectos en las fuentes, lo cual nos permite contrastar con la lectura de estudios lingüísticos de la primera mitad del siglo pasado y

174

Fleck, David, W., "Pano Language and Linguistics" Ibid. 176 Ibid 177 Cardús, J., Las misiones franciscanas entre los infieles de Bolivia: descripción del estado de ellas en 1883 y 1884, Librería de la Inmaculada Concepción, Barcelona, 1886, en Fleck, David, W., "Pano Language and Linguistics" 178 Hervas y Panduro, L., Catálogo de las lenguas de las naciones conocidas y numeración, división, y clases de estas según la diversidad de sus idiomas y dialectos, vol. I: lenguas y naciones americanas, Imprenta de la Administración del Real Arbitrio de Beneficencia, Madrid, 1800, en Fleck, David, W., "Pano Language and Linguistics" 175

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sacar algunas conclusiones. Por un lado ciertas aclaraciones, tales como: los Sinabo del río Mamoré, que concluimos ser los mismos a los que Naterrer se refiere por su variante “Shenabu” en la primera mitad del s. XIX, en el río Madeira arriba de la Cachuela del Pão (y también situados en las inmediaciones de la Cachuela Caldeirão do Inferno), o por su sinónimo “Gritones” en Métraux179. Y por otro, refutaciones teóricas, como a Créqui-Monfort y Rivet, que consideraban el Chakobo, Sinabo, Kapuibo y Karipuna como subtribus de los Pakawara180. Finalmente, Fleck indica la ubicación de los grupos anteriormente aludidos, citando fuentes sobre todo etnográficas del siglo XX o del siglo XIX, pero ocasionalmente etnohistóricas, de manera que esas informaciones nos resultan de poca utilidad para el presente trabajo. En oposición a la tendencia percibida como predominante en los trabajos de fines del siglo pasado y principios de este, y también al postulado enunciado al principio de este capítulo, Fleck finalmente sostiene un origen proto-Pano en el centro-este de Perú y extremo-oeste de Brasil, es decir, en la zona principal de concentración Pano en Amazonia en la actualidad, al noroeste de nuestra región, lo cual hubiera permitido una dinámica de dispersión más simple, desestimando, al mismo tiempo, la teoría de una relación Pano-Takana cuyas pruebas son insuficientemente demostrables desde los datos lingüísticos de que se disponen181. Otros muchos grupos lingüísticos ocupaban la cuenca amazónica; suelen ser grupos de menor distribución geográfica y de ubicación más periférica con relación a las principales vías de comunicación fluvial, posiblemente representando o una situación de presión por otros grupos, o estratos de poblamiento más antiguos 182 - o ambos. De ello son ejemplo los grupos del tronco Jê (al sur), los Nambikwara 183 y los Txapakura, cuyo origen probablemente se remonte a la serranía de los Pacáas Novos, en el actual estado de Rondônia 184 . El Instituto Social Ambiental (ISA) clasifica como grupos Txapakura aún existentes a los Wari’ (o Pakáas Novos), Torá, Moré (o Itene) y

179

Métraux, Alfred, The native tribes of Eastern Bolivia and Western Mato Grosso, Smithsonian Institution Bureau of American Ethnology Bulletin 134, United States Government Printing Office, Washington, 1942, pp. 45-53 180 Créqui-Montfort, G. de, y Rivet, Paul, Linguistique Bolivienne. Les dialectes pano de Bolivie. Le muséon, n.s., vol. 14, pp.19-78. Louvain, 1913, en Métraux, Alfred, The native tribes of Eastern Bolivia and Western Mato Grosso, pp. 45-53 181 Fleck, David, W., "Pano Language and Linguistics” 182 Porro, Antônio, O Povo das Águas, p. 26 183 Ibid. 184 Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas”, p. 98

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los Oro-Win185. Sin embargo, hay que añadir a los grupos históricos, entre los cuales cabe destacar a los Urupá, Jarú, Kitemoka, Napeka, Rokorona y Tapakura, estos cuatro últimos del norte-noreste de la actual Bolivia186. De hecho, Mauro Leonel defiende que el territorio actual de Rondônia era mayoritariamente Txapakura 187 . En el siguiente mapa (Fig. 11) se representa la distribución de las principales familias lingüísticas analizadas y que se encuentran no sólo en nuestra región de estudio sino también en su área circundante.

185

Danaga, Amanda Cristina, "Uma etno-história dos Torá do Baixo Rio Marmelos (AM)", (Grupo de trabalho: Coletivo Madeira: (re)integrando etnologia, arqueologia e linguística no conhecimento dos povos indígenas na bacia do alto rio Madeira), IV Reunião Equatorial de Antropologia e XIII Reunião de Antropólogos do Norte e Nordeste, 04 a 07 de agosto de 2013 , Fortaleza-CE. 186 Birchall, Joshua et al., Multi-verb constructions : a view from the Americas, Brill's studies in the indigenous languages of the Americas, v. 3, Boston, Brill, 2011, en Danaga, Amanda Cristina, "Uma etno-história dos Torá do Baixo Rio Marmelos (AM)" 187 Leonel, Mauro, Etnodicéia Uruéu-au-au, Edusp/IAMÁ/ FAPESP, São Paulo, 1996, en Danaga, Amanda Cristina, "Uma etno-história dos Torá do Baixo Rio Marmelos (AM)"

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Fig. 11: Mapa de distribución de las principales familias lingüísticas (existentes y extintas) en la región del alto Madeira y área circundante.

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Como hemos podido razonar, los fenómenos sociolingüísticos pueden y deben ser estudiados de manera indisociable. Tenemos al menos que considerar la posibilidad de que, en lugar de seguir, ellos conduzcan a otros fenómenos culturales tales como las relaciones sociales, comerciales, y la integración política, es decir, que las transformaciones lingüísticas no necesariamente se producen para facilitar las relaciones interétnicas, sino que ocurren porque ya se ha establecido una relación188. Veremos, más adelante, que si nos desvinculamos de este funcionalismo teleológico, podemos hacer otra lectura de las relaciones interétnicas, a partir de los procesos tanto sociales como lingüísticos, conforme hemos propuesto como hipótesis central de este estudio.

1.3

Tiempos históricos: Movimientos, acercamiento y penetración en la región del alto Madeira en los siglos XVI y XVII En el capítulo anterior hemos hablado, entre otros temas, de las migraciones

indígenas prehistóricas. Sin embargo, como veremos en este, las migraciones no sólo continuaron en época colonial, sino que se aceleraron y probablemente se incrementaron. La autora anteriormente citada, Denise Meireles, distingue cinco momentos de migración amerindia en la cuenca del río Madeira en el período colonial: la primera en el siglo XVI, con los Guarayo-Pauserna desde el norte del Paraguay y Santa Cruz de la Sierra hacia el valle del Guaporé189, las dos siguientes más a finales del siglo XVI y sobretodo en el siglo XVII, con los Tupinambá, provenientes de la costa brasileña hacia la boca del río Madeira, y los Txapakura, desde el alto y medio río Blanco (en la actual Bolivia) al valle del Mamoré; y otras dos posteriores, ya en el siglo XVIII, es decir, los Munduruku y Parintintin (Kawahib), que vinieron desde el río Tapajós hacia el oeste, y los Tupi-Kawahib, igualmente del Tapajós, asentándose en el río Ji-Paraná y sus tributarios 190 . Acerca de la migración Txapakura, Mauro Leonel habla de una frontera Tupi-Txapakura, resultante del desplazamiento de estos grupos desde las márgenes del medio y bajo Mamoré en dirección a las nacientes de sus

188

Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas", pp. 101-102 Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, século XVIII, Editora Vozes, Petrópolis, 1989, pp. 127-128 190 Meireles, Denise Maldi, Populações indígenas e a ocupação histórica de Rondônia, Monografia (História), Universidade Federal de Mato Grosso (UFMT), Cuiabá, 1984, 14, en Silva, Gracilene Nunes da, Narrativas de uma identidade em mudança: ritos de passagem dos Karitiana, dissertação de mestrado, UNIR, Porto Velho, 2013, 49 189

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principales afluentes, es decir, hacia la Sierra de los Parecis, cuyas faldas se encontraban pobladas de grupos Tupi191. Eso habría generado una presión bilateral, dando lugar a nuevas dinámicas inter e intratribales así como nuevos procesos de etnogénesis, los cuales dificultan, en su opinión, la clasificación de esos grupos 192 . Además de eso, Antônio Porro añade que, probablemente, desde el segundo cuarto del siglo XVI hasta inicios del XVII, una serie de movimientos mesiánicos sucesivos llevaron a muchos grupos Tupi desde el nordeste Amazonia adentro193. A los movimientos de mediados del siglo XVII, Miguel Menéndez añade el de los Tapajós, y es interesante el hecho de que no habla de “desplazamiento” o “migración” sino de “expansión” y para los Tupinambás incluso de “tupinización” de las tribus con las que entablaron relaciones (concretamente los Munduruku y Mawé)194, seguramente apoyándose en los cambios en la organización político-social de los demás grupos indígenas con quienes tuvieron contacto. Sin embargo, sabemos que en el caso de los Tupinambá, ellos se vieron presionados por la colonización europea de la costa, pero ¿y los Tapajós, también lo fueron?, ¿o se habrían visto presionados por otros grupos viniendo desde la costa, como los propios Tupinambá?, siendo así, ¿de qué forma pueden transformar las relaciones intra e interétnicas estos movimientos y migraciones?, al fin y al cabo, ¿conviene hablar de un proceso de expansión, o más bien de retracción? En este apartado, intentaremos abarcar algunas de estas preguntas y además, señalar primeramente, que previo a la colonización, los grupos indígenas ya tenían y participaban de complejas redes político-económico-sociales, en segundo lugar, la reordenación así como el surgimiento de distintos y nuevos roles político-sociales entre las sociedades en contacto articuladados en función de las nuevas relaciones emprendidas, y finalmente, la presencia y actuación omisas del poder colonial - una realidad que, no obstante, sufriría una transformación a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. La inclusión de la región del alto Madeira en el plan colonial, aunque de forma muy poco estable, se produjo a partir de la primera mitad del siglo XVIII. La ocupación 191

Leonel, Mauro, Etnodicéia Uruéu-au-au, en Danaga, Amanda Cristina, "Uma etno-história dos Torá do Baixo Rio Marmelos (AM)" 192 Danaga, Amanda Cristina, "Uma etno-história dos Torá do Baixo Rio Marmelos (AM)" 193 Porro, Antônio, As crônicas do rio Amazonas, Vozes, Petrópolis, 1993, en Porro, Antônio, O Povo das Águas, Vozes, Petrópolis, 1996, p. 57 194 Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, Cia. das Letras/ Secretaria Municipal de :Cultura/FAPESP, São Paulo, 1998, p. 282

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más consolidada de la región se concretizó a mediados del siglo XIX, con el boom de la actividad cauchera. Sin embargo, los primeros ensayos de penetración (del no-indígena) en la zona son bastante anteriores, y se produjeron desde finales del siglo XVI, pero sobre todo entre la segunda mitad del siglo XVII y la primera del XVIII, por tres vías principales: a) Por el sur, desde la capitanía de São Paulo, encabezada por la actuación de los intermediarios seculares, es decir, los bandeirantes y sertanistas195, en busca de oro, indígenas (esclavos) y drogas do sertão196, para el comercio. Esta iniciativa privada es la que conllevó, por ejemplo, en los años treinta del siglo XVIII el descubrimiento de minas auríferas en el valle del Guaporé, provocando un giro en la política colonial para la región, lo cual, a su vez, se vería directamente reflejado en el alto Madeira. b) Por el norte, pasando por el río Amazonas desde el Pará, encabezada por un lado por los misioneros, concentrándose sobre todo en el bajo curso del río Madeira, y por otro, por los mismos particulares (seculares) anteriormente referidos, haciendo incursiones a lo largo del río Madeira en búsqueda especialmente de esclavos y drogas do sertão, y a los que habría que añadir a los productores extrativistas independientes del Pará, asentándose en sus haciendas a lo largo del medio y bajo curso de dicho río. c) Desde el suroeste, posiblemente la más antigua de todas, proveniente de los dominios castellanos, enmarcada breve e inicialmente en la política de expansión colonial y territorial castellana197, y luego, en una segunda instancia, asumida por la empresa jesuítica de civilización. Los paulistas son considerados elementos clave por la historiografía en la formación del territorio nacional brasileño198. Bandeiras como la de Raposo Tavares ya recorrían, aunque de manera irregular los confines de los imperios luso-castellano desde

195

Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 47 Término que hace referencia a los productos extraídos del sertão brasileño, tales como el cacao, el clavo, la canela, la castaña do Pará, la zarzaparrilla, etc. 197 Debemos recordar que antes de 1750, la demarcación de límites para el territorio de Amazonia occidental entre las coronas española y portuguesa se regía aún por el Tratado de Tordesillas (1494). Para otras zonas de frontera como la meridional y la septentrional, ya se habían realizado intentos “preliminares” y “provisionales” de acuerdos territoriales como el Tratado de Lisboa (1681), y los tratados Provisional y Suspensivo de Lisboa (1700) y de Utrecht (1713), respectivamente. 198 Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 46 196

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principios del siglo XVII. En 1648, el paulista, partiendo de São Paulo y pasando por el Paraguay, alcanzó el Mamoré y, después, bajando por el Madeira hasta el Amazonas, llegó a Belém do Pará, tardando tres años en concluir su viaje 199 . Por otro lado, Alexandre Rodrigues Ferreira, en su relación cronológica de los acontecimientos del río Madeira, habla de expediciones anteriores de reconocimiento y exploración convocadas por el gobierno y comandadas por sus oficiales, tal es el caso de la de Pedro Teixeira a quien le acompañó el padre Acuña: “O primeiro de entre os nossos que descobriu a sua foz [del río Madeira] foi o sobredito capitão mor Pedro Teixeira, quando no ano de 1632, subiu de ordem do governador do Estado Jácome Raimundo de Noronha, a reconhecer a parte superior do rio das Amazonas até o Quito; donde voltou no seguinte ano de 1639. Disse tão somente a foz do rio da Madeira, porque é certo que então se não fez mais do que dar fé dela, nem também se tratava de reconhecer semelhante rio.”200

Aunque antecedentes, estas expediciones eran más bien de reconocimiento y raramente – salvo excepciones – se desviaban del curso principal del Amazonas para adentrarse en sus tributarios. Otro ejemplo de incursiones encabezadas por la iniciativa privada son las expediciones destinadas a la captura de indígenas para venderlos como esclavos en el bajo Amazonas y litoral; de ellas son ejemplo la de Domingos Monteiro Pucu a los Tupinambarana, Conduris y Arawak, entre los años de 1662 y 1666, la de João de Moraes Lovo y Faustino Mendes a los Abacaxi y otras tribus entre el Tapajós y el Madeira, en 1691, y ya adentrando en el siglo XVIII, la de João de Barros Guerra a los Torá del río Madeira, en 1716201. Todas estas tribus se encontraban o bien reducidas o bien en proceso de descimento (reducción)202, de manera que las misiones fundadas en el bajo Madeira a finales del siglo XVII (Tupinambarana, Abacaxis, Iruri, etc.) se volvieron, de hecho, puestos de abastecimiento de indígenas amansados203.

199

Cortesão, Jaime, Raposo Tavares e a formação territorial do Brasil, p. 124 Soares, José Paulo Monteiro y Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues Ferreira 201 Porro, Antônio, As crônicas do rio Amazonas, p. 62 202 En adelante, “descimento”. Se refiere al proceso de reducción mediante la coacción, realizado por los misioneros u otros intermediarios como los sertanistas, a cambio de protección y mejores condiciones de vida, incluyendo útiles materiales, especialmente herramientas de hierro, aguardiente, etc. (Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 55). 203 Porro, Antônio, As crônicas do rio Amazonas, p. 62 200

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La carta regia del 29 de noviembre de 1694 fue el instrumento mediante el cual se repartió el territorio de Amazonia entre las distintas órdenes religiosas, los jesuitas quedándose con todo el territorio al sur del río Amazonas (entre los ríos Tocantins y el Madeira), los capuchinos, con la margen septentrional de ese río y el territorio en su interior (entre el Amapá y el río Trombetas), los mercedarios la zona desde este punto hasta el río Urubu, y finalmente, los carmelitas “recibieron” las grandes cuencas de los ríos Negro y Solimões. Veremos como la actividad inicial de los misioneros en el siglo XVII se dio, por un lado, con bastante independencia, por ejemplo con la iniciativa privada en los descimentos por las tropas paracoloniales, mientras por otro, en muchas ocasiones lado a lado con la iniciativa gubernamental en las tropas de rescate204. De todas formas, las tropas de rescate también estaban constituidas por la propia sociedad civil colonial; las solían conformar dos cabos, un misionero, un escribano, algunos soldados y muchos hombres deshonrados que tenían alianzas de amistad o comerciales con ciertos grupos indígenas, muchas veces suscritas por lazos matrimoniales205. Estos sertanistas más poderosos e influyentes podían tener su propia red de vasallos y consiguientemente soldados (paramilitares). De manera que los límites que separaban la actividad privada de la gubernamental eran muy fluidos; al hablar de una no significa que la otra estuviera alienada, sino que actuaban indirectamente la una a través de la otra. Tanto era así que, según resalta Domingues, hasta mediados del setecientos los sertanistas tenían la función institucionalmente establecida de suplir a la sociedad paraense de esclavos indígenas206. Las principales fuentes etnohistóricas conocidas para el río Madeira en el siglo XVII provienen de los padres Acuña, Bettendorf, y en menor medida en Fritz y el secular Hériarte. En su viaje por el río Amazonas, en la expedición de Pedro Teixeira, en 1639, Cristóbal de Acuña nos da la primera referencia a los Tupinambarana (Tupinambá) 207 y a muchos otros grupos del río Madeira. El padre proporciona una

“Tropa de resgate”. La ley del 21 de abril de 1688 legitimaba el “rescate” de indígenas cautivos de grupos rivales, denominados “presos de corda” (“presos de cuerda”), según el discurso colonial, bajo el pretexto de salvarles de los rituales de antropofagia y/o la esclavización por enemigos del reino (Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 54). 205 Ibid. 206 Ibid., pp. 49-50 207 Siendo que no hay consenso entre los estudiosos, se ha elegido referirse a los Tupinambás de la isla de los Tupinambarana como “Tupinambarana”, para diferenciarlos de los demás Tupinambás que se extendían anteriormente por el litoral noreste y sureste, y por considerar la probable importancia de la localidad en la etnogénesis del (“nuevo”) grupo. 204

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valiosa información acerca no sólo del “gentío” que habitaba la isla, sino también de su historia y sus relaciones con otros grupos étnicos: “[…] poblada toda de los valiente Tupinambás, gente que de las conquistas de Brasil, en tierras de Pernambuco, salieron derrotados muchos años hay, huyendo del rigor con que los Portugueses les iban sujetando./ Salieron tan gran número de ellos, que despoblando a un mismo tiempo ochenta y cuatro aldeas donde estaban situados, no quedó de todos ellos ni una criatura que no trajesen en su compañía./ Cogieron siempre a mano izquierda las faldas de la Cordillera, que viniendo desde el estrecho de Magallanes ciñen toda la América: y descabezando cuantos ríos tributan de ella en el Océano, llegaron algunos a entrarse con españoles del Perú que habitaban en las cabezas del río Madera./ Estuvieron con ellos algún tiempo, y porque un español acotó a uno, por haberle muerto una vaca, aprovechándose de la ocasión del río, se arrojaron todos por sus corrientes, uniendo a dar en la isla que al presente habitan./ […] Dicen también que como salieron tantos, que no pudiendo por aquellos desiertos sustentarse todos juntos, se fueron dividiendo en tan dilatado camino, que por lo menos será de más de novecientas leguas, quedando unos a poblar unas tierras y otros otras, de quienes sin dudas estarán bien llenas todas aquellas Cordilleras./ Pues siendo ellos, sin comparación, muchos menos que los naturales de este río, de tal suerte les asolaron, y sujetaron a todos aquellos con quienes tuvieron guerras, que consumiendo naciones enteras, a otras obligaron a dejar de miedo su natural, e irse peregrinos a tierras extrañas.”208

Si consideramos la noticia de Acuña y la de su fuente (los propios Tupinambarana) por su objetividad, descartando las exageraciones – que pueden ser tanto posibles como probables -, cuando habla(n) del desplazamiento hacia el este manteniendo al suroeste la “cordillera”, en realidad no se puede saber si el padre cree tratarse de la cordillera de los Andes, cuyo conocimiento geográfico es probablemente europeo y asociado a los dominios y presencia castellana, o de la Chapada de los Parecis, aludido en las fuentes etnohistóricas del siglo XVIII también como

208

Acuña, Cristóbal de, Nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas, Madrid, (1641), 1891, pp. 167-168

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“Cordilheira Geral” 209 (Cordillera General), que conforma las cachuelas del alto Madeira-Guaporé, donde probablemente, como se dijo, se hubieran encontrado a los españoles desde finales del siglo XVI. Luego prosigue explicando cómo el grupo tuvo que fragmentarse y que se asentaron por toda la cordillera. Esta afirmación, además de sostener el argumento de la Chapada de los Parecis, pone en evidencia la necesidad de adaptarse al nuevo entorno, es decir, apunta a la fragmentación del grupo, aparentemente grande (84 aldeas) como mecanismo político-social de - y para reformular su propia organización económica. Esta reestructuración también afectó a la organización político-económica y social de otros grupos con quienes tuvieron contacto, y en función de las nuevas relaciones establecidas, fueran ellas belicosas, de alienación, de alianza o de sujeción. No obstante, es difícil no pensar que lo que vemos aquí tiene muchos rasgos en común con los mitos de origen, es decir, una migración primordial, la separación del grupo y la difusión y poblamiento del territorio, de manera que todos provienen del mismo antepasado común. A lo largo de este estudio veremos que estos mitos de origen son muchas veces reinventados por los distintos grupos para explicar – y posiblemente entender – su origen, su historia y, por qué no, su destino. Mauricio de Hériarte también hace referencia a esta migración de los Tupinambás hacia occidente, pero diferentemente de Acuña, señala que, el año de 1600, se desplazaron en tres grupos motivados por la búsqueda del paraíso. Esta distinta versión de la historia puede deberse a diversos motivos, siendo el principal la degeneración gradual de los hechos al contar y reportar una historia, pero por otro lado, también puede interpretarse como un mito en evolución, que va ganando cuerpo, contenido y significado según el tiempo trascurrido y quien lo cuenta. En su descripción de la “Provincia de los Tapinambaranas”210 dice además que:

O “Cordilheira das Gerais” o “Chapada Grande” (“Gran Altiplano”), Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira pela escolta que por este rio subio às minas de Mato-Grosso, por ordem mui recomendada de Sua Magestade Fidelíssima no anno de 1749, escripta por José Gonçalves da Fonseca no mesmo ano", en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874 210 (Tupinambarana) 209

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"Ces indiens parlent une langue générale211 au lieu que les autres qui sont sur la même rivière ont plusieurs différentes [...]./[...]/ Il y a quantité de villages et habitations de leur nation et ils tiennent des autres comme les Arabes, Apucuitauas, Iaras, Goduis et Cariatos, soumis comme des sujets et des vassaux, car ils leur payent tribut [...]./[...]/ Aprés avoir conquis, sur les habitans ils s'aperçoivent et s'allierent ensemble par le mariage, mais ils ne laissent pas de reconnaître la superiorité des Tapinambaranas et l'avantage qu'ils ont par dessus eux [...]./[...]/ [...] ils ont sept ou huit femmes car ceux qui sont sujets a leur domination leurs dorment volontiers leurs filles, les craignant beaucoup de même que plusieurs nations, parce qu'ils sont vindicatifs."212

Las alianzas arriba mencionadas incluyen a las mujeres tanto en la red de intercambio como de tributación, posiblemente a cambio de protección, reparto o uso de recursos naturales y económicos, etc. De esta forma, podemos observar no sólo el tipo de relaciones que se entablaban entre los distintos grupos étnicos, sino también cómo se producían. Sobre eso, el padre Acuña confirma lo que dice Hériarte y añade que: “Son gente de grande brío en la guerra, y bien lo mostraron los que llegaron a estos parajes, donde al presente habitan, pues siendo ellos, sin comparación, muchos menos que los naturales de este río, de tal suerte les asolaron, y sujetaron a todos aquellos con quienes tuvieron guerras, que consumiendo naciones enteras, a otras obligaron a dejar de miedo su natural, e irse peregrinos a tierras extrañas./[…]/ […] son hijos, y nietos de los primeros pobladores, ya se van acomodando a las bajezas y mañas de los de la tierra, con cuya sangre están mezclados./ Nos mostraron todos grande agasajo, dando

211

La lengua general (língua geral) era una especie de lengua franca que mezcla el tupi y el portugués. También conocida como nheengatu o lengua general amazónica, en oposición a la lengua general paulista, que era hablada más al sur. El nheengatu se habla aún hoy en la cuenca del río Negro. Antônio Porro explica que la lengua general fue gramaticalizada por los jesuitas a partir de los Tupinambá e introducida en Amazonia a través del catecismo (Porro, Antônio, O Povo das Águas, p. 68) 212 “Estos indígenas hablan una lengua general mientras los demás que están en el mismo río tienen muchas otras distintas […]. Hay varios poblados y viviendas de su nación y tienen a otros como los Arabe, Apucuitana, Iara, Godui y Cariato sumisos como sujetos y vasallos, puesto que les pagan tributos […]. Después de haber conquistado, ellos se reconocen y se alían junto a los habitantes a través del matrimonio, pero no dejan de reconocer la superioridad de los Tupinambarana y la ventaja que éstos tienen sobre ellos […] tienen siete u ocho mujeres, pues aquellos que son sujetos a su dominación les entregan sin oposición a sus hijas, temiéndoles al igual que muchas naciones, porque son vengativos.”; Hériarte, Maurice, Description du Maragnon, Pará, Curupá et de la rivière des Amazones, (1662), 1869, Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro (en adelante IHGB), Lata 194, documento 01 (Traducción propia).

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muestras de que en breve se habían de reducir a vivir entre los Indios amigos del Pará; cosa que será sin duda de mucho útil para conquistar todas las demás naciones de este Río, si se hubiere de poblar; pues a sólo nombre de Tupinambás no hay ninguna de ellas que no se rinda.”213

En este trecho el padre “enumera” las diversas consecuencias de la llegada de pueblos exógenos – aún considerados los “extranjeros” antes de los europeos -, tales como los conflictos bélicos, la sumisión y expulsión de otros grupos del mismo territorio, así como las alianzas. Con base en su descripción de los Tupinambás de Pernambuco, éstos eran un grupo bastante numeroso, lo cual requiere cierto nivel de organización económica y, sin duda, político-social. Esta organización y jerarquización sociales intrínsecas de los grupos indígenas fueron aprovechadas por los colonizadores, absorbiendo sus relaciones de “vasallaje”, incorporándose a sus alianzas y declarando guerra justa214 a sus enemigos. Los Tupinambarana dan noticias en primera mano de diversos grupos indígenas que conocían y/o con quienes tenían algún tipo de contacto. Igualmente que en la Antropología del Parentesco, hay que llevar en consideración que la información etnográfica extraída en este caso es la de los “otros” a partir de “ego”, éste siendo los Tupinambarana, mientras aquéllos, los demás grupos, es decir, los no-Tupinambarana. De esta forma no estamos tratando de autónimos, de manera que no se puede saber cómo estos grupos se autodenominaban, sino que los podemos conocer solamente a través de los Tupinambarana; esas denominaciones pueden variar mucho, no sólo conforme la familia lingüística, pero sobre todo, según las relaciones que trababan (alianza, enemistad, comerciales, “vasallaje” 215 , matrimonial, etc.). Ellos dicen que existían siete provincias muy pobladas al norte, que vivían pacíficamente y con quienes tenían relaciones comerciales, proveyéndose por ejemplo de sal y: “También afirman que con otra nación […] tuvieron paces mucho tiempo, habiendo comercio entre ellos de lo que cada una en su provincia

213

Acuña, Cristóbal de, Nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas, pp. 168-169 Mecanismo legal de captura de esclavos, mediante el cual, se legitimaba el apresamiento de indígenas por motivos de oposición al cristianismo, alianza con grupos indígenas enemigos del reino, practicar la antropofagia, robar, y rechazo a servir como auxiliar en las guerras justas (Carta regia del 17 de octubre de 1653, en Porro, Antônio, O Povo das Águas, p. 61). 215 El propio término “vasallaje” aparece entre comillas por tratarse a su vez de un concepto etnocéntrico europeo aplicado a las relaciones jerarquizadas entre distintos grupos indígenas. 214

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abundaba, y lo principal de que los Tupinambás se proveían era de sal, que los amigos les traían por sus rescates, que afirmaban venirles de otras tierras vecinas a las suyas, cosa que si se descubriese sería de gran utilidad para la conquista, y poblaciones de este río./ Y cuanto aquí no se halle, se ha de descubrir en gran abundancia en un río de los que bajan de hacia el Perú; de donde el año de treinta y siete [1637], estando ya en la ciudad de Lima, […] bajando por uno de los ríos, que en este principal216 desaguan, dieron con un gran cerro todo de sal, de que los moradores tenían en estanco, sustentándose ricos, y abundantes, con las pagas que por ella recibían, de los que de más lejos venían a contratar./ Y no es nuevo en el Perú, y en todas sus Cordilleras, tener cerros de sal de piedra excelente, […].”217

Esto no quiere decir que los Tupinambarana necesariamente tuvieran relaciones comerciales con los pueblos del oeste y centro-oeste del Virreinato del Perú, sino que participaban de una amplia red comercial que incluía a éstos, además de holandeses218 y luso-brasileños, posiblemente llegando, por ejemplo, hasta las actuales comarcas de Potosí y Oruro, donde se encuentran las principales reservas salíferas en Bolivia. Si bien, si consideramos su comunicación fluvial desde Lima, como sugiere el texto, esta especulación se ve prácticamente impugnada. Eludiendo al evidente cliché boliviano, conviene comentar, sin embargo, que en las fuentes etnohistóricas encontramos varias menciones al comercio/intercambio de sal en la Provincia de Moxos por ejemplo, como la noticia que da José Gonçalvez da Fonseca sobre el cirujano Francisco Rodrigues da Costa, que en 1747 viajó desde Mato Groso a la misión de Exaltación de los Cayuvavas – lo cual estaba prohibido por ley - para negociar la compra de sal, puesto que la población se encontraba en gran penuria de este proveimiento219. O en el "Extracto del expediente sobre la demarcación de límites con el Portugal en la América Meridional (1796)", de autoría de D. Vicente Aguilar y Jurado y D. Francisco Requena, en el que se lee:

216

(Posiblemente habla del Amazonas, pero ¿podría ser el Madeira?) Acuña, Cristóbal de, Nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas, pp. 170-171 218 Bettendorf, João Felipe, "Crónica da missão dos Padres da Companhia de Jesus no Estado do maranhão", RIHGB, LXXII, 1ª parte, 1910, 465-466 en Porro, Antônio, O Povo das Águas, Vozes, Petrópolis, 1996, p. 131 219 Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará”, en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, p. 353 217

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“Lo que acaso tendrían allí [los luso-brasileños en el Guaporé] serían algunas estancias y pequeñas provisionales casas en que recibir mientras en continuación de sus clandestinas entradas en el territorio conocidamente de España, se aprovechaban de sus ganados y abundantes salinas no con la prudencia y economía necesarias para conservar estas producciones, sino con el desorden y exceso que eran […]. Así es que las provincias de Mojos y Chiquitos están hoy tan escasas de sal y ganados que les falta mucho para su precisa subsistencia en estos dos ramos […].”220

Volviendo al texto de Acuña, conviene resaltar la utilización ambigua a lo largo del mismo del concepto de “rescate”, que en el discurso colonial, como ya hemos visto, se refería al rescate de presos de corda221. Consiguientemente, los indígenas rescatados solían ser tratados – jurídicamente - como indígenas libres222, mientras que la obtención de esclavos indígenas se producía a través de su captura en guerras interétnicas justas y su posterior venta o negociación 223 . Sin embargo, es probablemente esta segunda situación la que vemos referida en Acuña con el término “rescate”, según la cual la sal, entre otros víveres, era usada como moneda de cambio por los traficantes para la compra/permuta de indígenas como esclavos, en este caso, “rescatados” por los Tupinambarana. Por otro lado, tenemos el término “regatões”, para designar a los “comerciantes fluviales”. En lo tocante al tipo de comercio que se desarrollaba en la parte central del río Amazonas, concretamente entre las confluencias de los río Negro, Solimões y Madeira, podemos apoyarnos en Hériarte: "les indiens trafiquent [...] des esclaves qu'ils amenent des lacs d'Eraquary224 de la rivière d'Orinoco et de celles de Madeyras [...]."225

Además de esclavos, cuenta que intercambiaban lozas y remos 226 . Ese intercambio se hacía a través de los “amigos”. Pero, ¿quiénes eran estos amigos?

220

Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, Compañía Literaria, Madrid, 1996, p. 213 221 Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 54 222 Porro, Antônio, O Povo das Águas, Vozes, Petrópolis, 1996, p. 61 223 Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 54 224 Lagos de Araguaris (Porro, Antônio, As crônicas do rio Amazonas, en Porro, Antônio, O Povo das Águas, p. 129), aunque curiosamente, el término “lacs” en francés también hace alusión a una trampa, es decir, una especie de nudo corredizo usado en la caza. 225 “los indígenas trafican […] esclavos que ellos traen de los lagos de Araguaris, del río Orinoco y del de las Maderas […].”; Hériarte, Maurice, Description du Maragnon, Pará, Curupá et de la rivière des Amazones, (1662), 1869, IHGB, Lata 194, documento 01 (Traducción propia).

73

¿Integrantes de otras naciones, como sugiere Acuña al principio del texto?, ¿o los “regatões”? Probablemente una mezcla de ambos, y nunca mejor dicho; el rol de los intermediarios, como la figura del cunhamena (“cuñamena”)

227

, representa la

complejidad y la variedad – y creatividad – de las respuestas adaptativas de los distintos grupos sociales en contacto, ya en el siglo XVII en Amazonia. Los cuñamena eran mestizos que formaban alianzas guerreras y comerciales con grupos indígenas a través del matrimonio muchas veces poligámico, al margen de los rituales católicos, ejerciendo de intermediarios entre el indígena y el no-indígena, éste secular o no, y que aprovechando las relaciones “suscritas” de amistad y enemistad con grupos rivales llevaban a cabo el comercio de productos, esclavos, así como descimentos, proveyendo por ejemplo a las misiones de indígenas228. Los Tupinambarana también le hablan a Acuña sobre dos naciones en la “banda sur en tierra firme”: los Guayazis (Guayazes), también llamados “enanos”, y los Mutayus, cuyo rasgo principal es que tenían los pies al revés, “de suerte que quien no conociendo los quisiese seguir sus huellas, caminaría siempre al contrario que ellos”229. Este recurso se ha visto en otras partes del mundo, por ejemplo entre los Vietcongs en la Guerra del Vietnam, para despistar al enemigo, usando sandalias invertidas, en las afueras de Saigón (Ho Chi Minh City). Por otro lado, aquí conviene citar los estudios de Silvia Balzano 230 y Mario Califano 231 sobre los Sirionós – grupos de cazadores recolectores tupi-guaraní situados en la zona periférica de los Llanos de Moxos232 en los siglos XVII y XVIII 233 – que han examinado la alta incidencia en el grupo de la condición genética Talipes equinovarus, popularmente conocida como “pie zambo” o “pie torcido”.

226

Ibid. Para un estudio más profundizado sobre el cunhamena, véase por ejemplo Sommer, Barbara, "Cracking down on the cunhamenas: renegade Amazonian traders under Pombaline reform", Journal of Latin American Studies, Cambridge University Press, 38, 2006, 767-791 228 Sommer, Barbara, "Cracking down on the cunhamenas”, 767-791; y Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 50 229 Acuña, Cristóbal de, Nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas, p. 170 230 Balzano, Silvia, “La concepción del cuerpo en el cazador sirionó”, Scripta Ethnologica, 11, 103- 115, Centro Argentino de Etnología Americana, Buenos Aires, 1986/87, en Melatti, Julio Cezar, "Mojos e Chiquitos", Áreas Etnográficas da América Indígena 231 Califano, Mario, “Fuentes históricas y bibliográficas sirionó”, Scripta Ethnologica, 11, 11-40, Centro Argentino de Etnología Americana, Buenos Aires, 1986/87, en Melatti, Julio Cezar, "Mojos e Chiquitos", Áreas Etnográficas da América Indígena 232 Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, p. 54 233 Holmberg, Allan, Nomads of the long bow: the Siriono of Eastern Bolivia, Smithsonian Institution, United Sates Government Printing Office, Washington, 1950, p. 9 227

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Se pueden conjeturar diversas hipótesis con base a esto, todas ellas, sin embargo, carentes de corroboración. Basándose en el hecho de que el nombre “Mutayu” no es el autónimo del grupo, sino su denominación por los Tupinambarana, reflejando simplemente cómo los veían, lo que les representaban, o sea, la relación que tenían con ellos (amigos, enemigos, “vasallos”, etc.), podríamos especular, por ejemplo, sobre una localización precedente de los Sirionó en la región anteriormente denominada “Mesopotamia” de Amazonia – al menos para el Tronco Tupi - dando origen al mito, o bien un contacto entre los Tupinambarana y los Sirionó u otros grupos intermedios en la red de relaciones intertribales, en ocasión de la migración de aquéllos hacia dominios españoles al abandonar el litoral en el siglo XVI. Según, Acuña, estos dos grupos tributaban a los Tupinambarana con hachas de piedra, usados posiblemente en la técnica agrícola de la coivara (slash-and-burn)234, o mediante el empleo de su fuerza de trabajo en el cultivo de las tierras235. Otro hecho curioso es que la denominación al grupo étnico como “Mutayu” describa una relación y organización del trabajo muy similar a la mita (realizada por los mitayos), originariamente de los Andes Centrales y muy extendida en el Imperio Inca y en el período colonial hispánico. Contrariamente a lo que relata Acuña, dos décadas más tarde, Hériarte constató que la “banda del sur” del bajo Madeira ya no se encontraba poblada236. Fue solamente el 22 de marzo de 1688 cuando los jesuitas lograron financiación para la primera misión en el río Madeira, la aldea de los Tupinambarana (hoy Parintins), fundada por los padres Manoel Pires y Gorzoni, aunque antes de eso, en 1669 (año de fundación) y 1672 ya se produjeran los primeros intentos de remontar el bajo Madeira237. Cuenta João Felipe Bettendorf que en 1683, el padre Jódoco Peres sería el primero en hacerlo, alcanzando en 9 días el asentamiento de los Iruri, desde donde se llevó al hijo del principal para bautizarlo y enseñarle portugués y la lengua general en el Colegio de Pará 238 . Esta estrategia formaba parte del proceso de colonización y de construcción de alianzas entre los grupos indígenas, a través de sus “élites”, y los misioneros así como el gobierno, en las que la asimilación y la aculturación de aquéllos 234

Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, University of California Press, Berkeley and Los Angeles, 1966 235 Acuña, Cristóbal de, Nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas, p. 170 236 Hériarte, Maurice, Description du Maragnon, Pará, Curupá et de la rivière des Amazones, (1662), 1869, IHGB, Lata 194, documento 01. 237 Hugo, Vitor, Desbravadores, 2ª edição de Vitor Hugo, [s/l], 1991, p. 18 238 Bettendorf, João Felipe, "Crónica da missão dos Padres da Companhia de Jesus no Estado do maranhão", RIHGB, LXXII, 1ª parte, 1910, 463-467

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jugaban un papel fundamental. Esta práctica también fue empleada en la política colonial castellana, tal es el ejemplo del célebre Inca Garcilaso de la Vega 239. Yendo aún más lejos, ella nos remite, aunque analógicamente, al sistema de gobierno decimonónico conocido como Indirect Rule, aplicado por el Imperio Británico en África, según el cual la metrópoli estimulaba e “invertía” en el afianzamiento del poder de las élites locales tradicionales, a cambio del establecimiento de confianza, estabilidad de las relaciones, así como diversos tipos de alianzas, y por supuesto, dependencia. Este sistema se desarrolló en respuesta a un contexto de poca presencia o actuación directa del Estado (metrópoli), situación muy similar a la que encontramos en los confines de Amazonia antes de mediados del siglo XVIII. Cinco años después, en 1688, los misionarios José Barreiros y João Ângelo Bonomi regresan con el hijo del principal para fundar casa e iglesia en la aldea de los Iruri, encontrándose, al menos, con cuatro más, a saber: la de los Paraparixana, Aripuanã, Onicoré y de los Tororises, con sus respectivos principales y cada una conteniendo más de 20 pequeñas aldeas240. Según Antônio Porro, Iruri era el nombre genérico de estos cinco grupos y también la denominación específica de uno de ellos, y se reivindicaba un antepasado común 241 . Más adelante, veremos como también encontramos este caso de denominación genérica en el siglo XVIII, con los Mura. El trecho a continuación describe ese mito de origen y al mismo tiempo revela el trasfondo (o superestructura) ideológico e mitológico de las redes de relaciones y organización social (o estructura): "São repartidos os Irurizes em cinco aldeias, cada uma delas com o seu principal; dizem que procedem de uma mulher que veio prenhe do céu e pariu cinco filhos, dos quais o primeiro se chama Iruri, o segundo Onicoré, o terceiro Aripuana, o quarto Surury, o quinto finalmente Para-Parapichara [...]. Governam-se as aldeias dos Irurizes com principais eletivos, de tal sorte que o mais capaz entre eles é o que sucede pela morte de seu principal; e nas aldeias só os que são parentes podem ter casa à parte, porque os vassalos

239

Vega, Garcilaso de la, Los comentarios reales, Espasa-Calpe, Madrid, (1609) 1985 Hugo, Vitor, Desbravadores, 2ª edição de Vitor Hugo, [s/l], 1991, p. 22 241 Porro, Antônio, O Povo das Águas, Vozes, Petrópolis, 1996, pp. 86-87 240

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moram em roças dos que os governam, com o que as aldeias contêm somente principais, os quais elegem sobre si um cabo, que é como cabeça de todos.”242

En lo que a la organización política de estos grupos se refiere, observamos a un tipo de liderazgo carismático, es decir, en el que el poder no es hereditario, aunque eso no necesariamente quiera decir que se trasmita fuera de determinados linajes, los cuales a su vez, parecen tener bastante importancia puesto que sólo los parientes vivían en las aldeas apartados de las parcelas de cultivo y de los demás. Porro sugiere que es posible que los “vasallos” no fueran propiamente un pueblo sometido, sino simplemente parte de una jerarquía más amplia243. Eso es muy posible, como ya se ha dicho antes, y puede tratarse de un sesgo en la interpretación/comprensión de esa categoría por el cronista. Un ejemplo de esta jerarquía, lo encontramos también en Bettendorf cuando cuenta como se desarrolló la reducción (descimento) de los Paraparixana: “[...] mandou um mensageiro dar parte ao principal Mamoriny como era chegado o principal Paraparixana [...] começaram a vir para a aldeia com grande número de índios carregados de mil curiosidades [...]. Atrás destes ia uma tropa de mancebos a mil maravilhas [...] levando seus arcos e flechas pela mão [...]; após deles começaram a vir os moradores da aldeia de Paraparixana, os quais traziam nas mãos umas varas rachadas e abertas pela ponta, em sinal que tinham vassalos, e eram fidalgos entre os seus e por isso também cada qual deles levava uns pajens244 diante de si com arcos e flechas pelas mãos; finalmente ao cabo de todos estes fidalgos vinha o Paraparixana, vestido de seda verde, com um terçado arvorado em uma mão, e assim como levava diante de si grande número de pajens, também o seguia em ordem uma grande multidão de vassalos./ [...] o principal Mamoriny que lhes estava explicando [a los padres] os passos daquela entrada e os nomes dos principais [...] foram à casa do Paricá, onde se lhes armaram as redes e os jacazes245, e assentados aqui todos, pediu o principal Mamoriny licença aos padres de os ir visitar, e assim como ele foram também em sua companhia os mais principais da aldeia, e assentados uns defronte aos outros mandou logo o 242

Bettendorf, João Felipe, "Crónica da missão dos Padres da Companhia de Jesus no Estado do maranhão", RIHGB, LXXII, 1ª parte, 1910, 464-465 en Porro, Antônio, O Povo das Águas, Vozes, Petrópolis, 1996, pp. 86-87 242 Hugo, Vitor, Desbravadores, 2ª edição de Vitor Hugo, [s/l], 1991, p. 22 243 Porro, Antônio, O Povo das Águas, Vozes, Petrópolis, 1996, pp. 86-87 244 Paje. 245 Especie de cesto grande, donde se llevaban las hamacas entre otros utensilios.

77

principal Paraparixana dizer ao Padre João Ângelo que ele era chegado [...].”246

Este fragmento refleja, entre otros detalles, la existencia de un jefe “principal” en la cumbre de una compleja jerarquía político-social, en la que parece haber otros jefes de rango inferior, quienes a su vez tienen sus propios “vasallos”. Sin embargo, no se puede saber si había un jefe supremo con respecto a los cinco grupos247. De todas formas, esta jerarquización queda representada también a través de toda una indumentaria simbólica y ritual, como el orden según el cual van arribando, primero los jóvenes “armados” de sus arcos y flechas, a modo de infantería, seguidos de otro grupo, formado por los habitantes de la aldea Paraparixana, identificados iconográficamente como “vasallos” del principal, pero a su vez “hidalgos”248, con sus propios “vasallos”, o más específicamente sus pajes. Esa especie de “nobleza”249 parece estar directamente relacionada al concepto de localidad, como observamos en la dicotomía aldea-campo250. Por otro lado, una vez que desconocemos el significado dado por los cronistas a los agrupamientos sociales, resulta difícil teorizar sobre las relaciones intertribales, si no sabemos si hablan de linajes, clanes, mitades exogámicas, tribus, grupos, y tampoco afirmar que se tratan de jefaturas, aunque características extraídas de las referencias analizadas hasta ahora como la jerarquización social, la territorialidad, los mecanismos de tributo y el gran número de aldeas y probablemente de la población, aparentan indicar que sí251. En 1691, tras un período de ausencia por cuestiones de salud, el padre João Ângelo Bonomi volvió a la misión de los Iruri y fue recibido “como um anjo no céu”252. Este retorno divinizado, como si de una reencarnación se tratara, nos recuerda el “surto mesiánico” del que fue protagonista el padre Samuel Fritz. Antônio Porro, en su libro

246

Bettendorf, João Felipe, "Crónica da missão dos Padre da Companhia de Jesus no Estado do maranhão", RIHGB, LXXII, 465-466 en Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 23 247 Porro, Antônio, O Povo das Águas, pp. 86-87 248 Hidalgo aquí debe ser entendido por su significado etimológico, como “hijo de alguien (noble)”, por la importancia de las relaciones de parentesco y el linaje en la estructura de poder, no por su significado medieval (etnocéntrico). 249 Las analogías que sugiero aquí son meramente ilustrativas, y en mi opinión, inofensivas, siempre que cumplan más que nada una función de “traducción” (explicación). 250 Campo debe ser entendido como áreas destinadas al cultivo. 251 Porro, Antônio, O Povo das Águas, pp. 70-89 252 Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3, Ed. Itatiaia, Rio de Janeiro, 1943, p. 392

78

“O Povo das Águas”, habla del fenómeno del mesianismo253 en Amazonia y explica que el mesianismo generado en torno al padre Fritz tiene sus orígenes en el estado de penuria y privación, y en las consiguientes crisis aculturativas de los grupos indígenas, y en la propia experiencia vital y mitológica específicas de la cultura indígena, pudiendo tener manifestaciones revivalistas y proféticas, en la personificación del héroe civilizador

254

. Según el etnohistoriador esto se refleja en la fundamentación

reivindicatoria y nativista de que, como expresó Bettendorf, los indígenas se habían de convertir en blancos y los blancos en indígenas 255 . Esta inversión de las relaciones interétnicas dentro de un nuevo orden también la encontramos denunciada por Guamán Poma al hablar del “mundo al revés” y de la necesidad de volver a los tiempos precoloniales (no excluyendo a los incas), reivindicación igualmente de fuerte cuño nativista y revivalista256. Al ausentarse nuevamente el padre João Ângelo Bonomi, varios Iruri fueron engañados y capturados por tropas de rescate, lo cual suscitó gran desconfianza por parte de los indígenas hacia los misioneros 257 . Serafim Leite llega a plantear la posibilidad de que los misioneros estuviesen inmiscuidos en esta captura, o mejor, este tráfico de mano de obra indígena, dada su sospechosa ausencia y omisión258. De hecho, la participación de las órdenes religiosas en la trata de indígenas era notorio, tanto de manera independiente a través de los descimentos por los misioneros como mediante alianzas con los sertanistas259. De todas formas, este acontecimiento marcó el inicio de la decadencia y el posterior abandono de la misión, al menos por los misioneros, quienes se dirigieron a otras misiones del bajo Madeira: la de los Tupinambarana (ya establecida) y la de los Abacaxis, ésta sustituyendo la de los Iruri 260 con cerca de 500 indígenas 261 . Con respecto a la articulación de los grupos en el bajo Madeira hacia

253

Para un análisis más detallado sobre los fenómenos mesiánicos véase además Porro, Antônio, As crônicas do rio Amazonas, Vozes, Petrópolis, 1993; y Porro, Antônio, "Mitologia heroica e messianismo na Amazônia seiscentista", Revista de Antropologia, São Paulo, 1987-89, 392-489 254 Porro, Antônio, O Povo das Águas, pp. 71-72; y Schaden, Egon, A mitologia heroica de tribos indígenas do Brasil, MEC, Rio de Janeiro, 1959, 58-59, en Porro, Antônio, O Povo das Águas, p. 134 255 Porro, Antônio, O Povo das Águas, p. 134 256 Poma de Ayala, Felipe Guamán, Nueva crónica y buen gobierno, København, Det Kongelige Bibliotek, 1615, GKS 2232 4º, http://www.kb.dk/permalink/2006/poma/info/es/frontpage.htm (consultado el 05/11/2013) 257 Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3: pp. 392-393 258 Ibid. 259 Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 55 260 Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3: pp. 392-393 261 Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 302

79

finales del siglo XVII, Miguel Menéndez argumenta que, posiblemente, los Iruri, debido a su número y localización tenían el control de la zona a través de un intenso comercio con otras tribus (y europeos) en la margen norte del Amazonas, limitando el territorio de influencia tanto de los Tupinambás como de los Iruri al este, hasta el afluente Abacaxis, donde se encontraba el grupo homónimo, con base en la ausencia de noticias concretas sobre la relación entre estos grupos en las fuentes etnohistóricas 262. Frente a eso, el historiador brasileño atribuye a los Tupinambá el control del sur de la Isla Grande (o Tupinambarana), extendiéndose desde el río Abacaxis, al este, hasta la zona del río Tupinambarana (o Mamuru)263. Aparte de la actividad in crescendo de los misioneros en el bajo Madeira en el último cuarto del siglo XVII, los religiosos también dan registro de una presencia blanca secular en las aldeas, tal es el caso del padre Bonomi que menciona a hombres blancos en la extracción del cacao en la aldea de los Iruri, y Bettendorf que comenta que en la aldea de Tupinambaranas vivía Sebastião Vieira con esclavos suyos, y hace referencia a las bandeiras organizadas en el río Madeira, particularmente al territorio de los Maraguá, cerca del río Tupinambaranas264. Según Miguel Menéndez, a partir de 1691 ya no hay referencias a los Tupinambá como etnia 265 . Fritz, en su diario (1691) menciona brevemente a la Isla Grande (Tupinambarana), a la cual ya no se refiere como habitada por los Tupinambarana (antiguos habitantes), sino por los “Guaiarises” (Guayazes) 266, según Acuña, antiguos tributarios de aquéllos, conforme vimos anteriormente. Parece ser que hubo una rápida retracción de este grupo, atribuida por Miguel Menéndez al aumento del contacto con el hombre blanco267. Ante este nuevo cuadro en el que los Guayazes rellenan el espacio dejado por los Tupinambarana, nos preguntamos ¿y qué fue de sus otros tributarios, los Mutayus? ¿Qué pasó con las alianzas matrimoniales intertribales? Profundizando en la explicación dada por Miguel Menéndez, pueden surgir nuevas hipótesis, como la posibilidad de que el incremento del contacto con el hombre blanco haya, entre otras consecuencias, roto las alianzas que los Tupinambarana tenían con al menos los dos otros grupos, desestructurando así su organización social y política, y 262

Ibid., 315-318 Ibid., 314 264 Ibid. 265 Ibid. 266 Garcia, Rodolfo, “O Diário do Padre Samuel Fritz” RIHGB, LXXXI, 353-398 267 Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 315-318 263

80

especialmente su mecanismo de reproducción social. Otro posible efecto del aumento de la expansión colonial, complementario a la hipótesis anterior, puede estar relacionado al rápido descenso demográfico mencionado por el propio Fritz y parafraseado al principio del capítulo, de forma que la población Tupinambarana en descenso demográfico habría sido absorbida a través de las alianzas matrimoniales por sus “vasallos”, considerando que conforme la jerarquía social y las propias fuentes etnográficas, si ejercían de intermediarios con los blancos habrían tenido más contacto que sus vasallos y consecuentemente habrían sido más afectados por las devastadoras epidemias. De todas maneras, de momento, estas cuestiones aún quedarán por estudiar.

81

ETNIAS/GRUPOS INDÍGENAS

DENOMINACIÓN EN FUENTE Abacatis

INTERPRETACIÓN PERSONAL -

Abacaxis

-

Idem Idem

-

Aperas

Idem

-

Apucuitarás*

Apucuitauas

-

Idem

-

Arabes

-

Idem

-

Rio Madeira

-

Idem

-

Río Amazonas

-

Cayanas* Idem

-

Río Madeira

-

Posiblemente Aripuanã y Manicoré³ Desde el Madeira río abajo -

-

-

Tributarios de Tupinambarana

-

-

-

-

-

Tributarios de Tupinambarana

Abacaxis Aguas Anamaris*

Araquizes

AUTOR

FECHA

FUENTE

Acuña

1639

Bettendorf

1662

Tupinambás Padres jesuitas

Acuña

Hériarte

1639

1662

Tupinambás

-

Aratús* Aripuanã

Bettendorf

1698

Padres jesuitas

Acuña

1639

Tupinambás

Buraís* Cabayanas³ Curanaris*

LUGAR

Río Madeira

Río Amazonas Prov. de Tupinambaranas Rio Madeira Prov. de Tupinambaranas

Prov. de Tupinambaranas Río Madeira Prov. de Tupinambaranas

-

ESPECIFICACIÓN GEOGRÁFICA -

-

-

-

-

Isla Tupinambarana Desde el Madeira río abajo

-

-

-

Tributarios de Tupinambarana

-

-

-

-

-

Tributarios de Tupinambarana

MARGEN

-

Curiatos

Hériarte

1662

-

Cariatos

-

Erepunacas*

Acuña

1639

Tupinambás

Idem

-

Goduis*

Hériarte

1662

-

Goduis

-

Acuña

1639

Tupinambás

Idem

-

Idem

Numas¿? (Hériarte)

-

Guaranaguacas* Guarinumas

Río Amazonas

-

Guayazes

Fritz, S.

1691

-

Guaiarizes

-

-

Guayazes

Acuña

1639

Tupinambás

Guayazis

-

Río Madeira

Iruri

Bettendorf

1698

Padres jesuitas

Karipunas Acuña

1639

Bettendorf

1662

-

-

Caripunás

-

-

Tupinambás

Maraguas Maraguas

Idem

Padres jesuitas

Río Amazonas Idem

-

Idem

-

Río homónimo³

-

Desde el Madeira río abajo Isla Grande [=Tupianambarana] Al sur de isla Tupinambarana Entre río Aripuanã e isla Tupinambarana² e islas del Madeira (ex. de las Araras), compartida con Jaquezes4. Misión Iruri: boca del Matuará (Iruri)³.

Desde el Madeira río abajo Desde el Madeira río abajo (hoy Mamuru)³

OBS. -

-

Grupo genérico Iruri²´³ -

Tributarios de Tupinambarana

Grupo genérico Iruri²´³

-

Matayus*

Acuña

1639

Tupinambás

Idem

Numas

Hériarte

1662

-

Idem

Sirionó¿? (Autónimo¿?) Guarinumas¿? (Acuña)

Onicoré

Bettendorf

1698

Padres jesuitas

Idem

-

Oreguatús*

Acuña

1639

Tupinambás

Idem

-

Río Amazonas

-

Paraparixana

Bettendorf

1698

Padres jesuitas

Idem

-

Rio Madeira

-

Idem

-

Punouys* Acuña

1639

Tupinambás

Quimauís*

Río Madeira

-

Río Amazonas

Quimaus

-

-

Desde el Madeira río abajo Desde el Madeira río abajo

Tributarios de Tupinambarana Grupo genérico Iruri²´³ Grupo genérico Iruri²´³ -

Tupinambaranas*

Hériarte

1662

-

Tupinambaranas/ Tapinambaranas

-

Tororises

Bettendorf

1698

Padres jesuitas

Idem

-

Idem

-

Idem

-

Río Amazonas

-

Idem

-

-

Iaras

-

Río Madeira Prov. de Tupinambaranas

Posiblemente Aripuanã y Manicoré³ Isla Tupinambarana Desde el Madeira río abajo -

-

-

Tributarios de Tupinambarana

Idem

-

Río Amazonas

Derecha

Entre el Purus y Madeira¹

-

Idem

-

Ríos Madeira y Amazonas

-

-

-

Tupinambás Urubutingas*

Acuña

1639

Tupinambás

Uruthians* Yaras*

Hériarte

1662

-

Zapucayas* Acuña Zurinas*

1639

Tupinambás

Prov. de Tupinambaranas

Al sur de isla Tupinambarana Posiblemente Aripuanã y Manicoré³ Desde el Madeira río abajo

Rio Madeira

-

-

Grupo genérico Iruri²´³ -

Fig. 12: Relación y localización de los grupos indígenas en la zona del bajo Madeira según las fuentes etnohistóricas del siglo XVII. Leyenda: ¹ Porro, Antônio, O Povo das Águas, p. 128 ² Ibid., pp. 86-88 ³ Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 312-313 4 = Mawés (Lorenz, Sonia da Silva, "Saterê-Mawê", Centro de Trabalho Indigenista - CTI/SP, s/l, s/f.) * (Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 289-388) Ultima vez que se les hace referencia a estos grupos indígenas (**) Fuentes: - Acuña, Cristóbal de, Nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas - Porro, Antônio, O Povo das Águas, pp. 86-128 - Bettendorf, João Felipe, "Crónica da missão dos Padres da Companhia de Jesus no Estado do maranhão", RIHGB, LXXII - Garcia, Rodolfo, “O Diário do Padre Samuel Fritz”, RIHGB, LXXXI, 390 - Hériarte, Maurice, Description du Maragnon, Pará, Curupá et de la rivière des Amazones, IHGB, Lata 194, documento 01. - Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 289-388

83

En el cuadro que acabamos de observar (Fig. 12), resumimos a modo de ilustración y resumen, a los grupos indígenas así como su localización, según las fuentes etnohistóricas del siglo XVII. Se ha decidido no incluir como fuente el “Mapa del Gran Río Marañón o Amazonas” (Fig. 4), elaborado por Fritz en 1707, considerando una diferencia cronológica con su diario de 16 años, es decir, de una generación. A continuación representamos una sección del mapa de Antônio José Rodrigues, elaborado a principios del siglo XIX, destacando el río Madeira y su bajo curso (Fig. 13).

84

Fig. 13: Sección del “Mapa Geográfico da Capitania do Matto Grosso e parte das suas confinantes S. Paulo, Goyaz, Pará, Rio Negro, Província de Moxos e Chiquitos”, de Antônio José Rodrigues, de 1819, representando el curso del río Madeira268

268

MExFC, cajón 4, localización 0003865.003 (copiado por Ed. Thompson, dibujador de la Comisión Rondon, 1919), 1819.

85

Podemos concluir y confirmar la hipótesis antes levantada de que, hasta mediados del siglo XVII, más que de una migración desde el oriente, podemos hablar de una expansión de los Tupinambá en el bajo Madeira269. Ante tal posicionamiento, nos apoyamos en que, a pesar de que esta expansión probablemente haya sido estimulada por el contacto con el europeo en el litoral orientándolos hacia el oeste, la etnogénesis Tupinambá (o Tupinambarana), es decir, su configuración políticoeconómico-social e ideológica se reestructuró a partir de su relación con los nuevos grupos en contacto, con la construcción de relaciones interétnicas jerarquizadas y redes comerciales, configurándose en un marco expansionista. Algunos estudios hablan de la expansión de los Tapajós para la misma época 270 . Con base en esto podríamos, adicionalmente, refutar la explicación unicausalista del contacto con el europeo como “detonador” de la expansión o dislocamiento de los Tupinambá, y ratificarla dentro de una dinámica más compleja y articulada de movimientos y presiones de otros grupos en el contexto y a lo largo de esa migración.

Finalmente, hasta aquí hemos podido ver la multiplicidad de fronteras existentes en una misma región: fronteras lingüísticas, etnoculturales, intertribales, intratribales, económicas, e incluso geográficas. Pero lo que no se puede es estudiar una frontera sin cruzarla.

269 270

Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 315-318 Ibid.

86

Capítulo 2: Un Paititi de infieles: la colonización de los Llanos de Moxos "[...] temen estos bárbaros el comercio con otros que no sean sus parientes, por la fama que no deja de llegar de los misioneros, de muy lejos llevada en lengua de infieles que los conciben monstruos horrorosos."271 “100 años de ignacianidad”. Como señala William Denevan, éste fue el tiempo que duró la empresa jesuítica en la Provincia de Moxos, desde 1668, con la expedición acompañada por el padre Juan de Soto hasta la expulsión del último jesuita en 1768272. En el apartado anterior, hablamos de las distintas vías de penetración y aproximación coloniales a la región del alto Madeira. Al tratar de la tercera de éstas hemos decidido reservarle un capítulo aparte. La exploración y colonización de los Llanos de Moxos se inició, aunque débilmente, ya en el segundo cuarto del siglo XVI. Pero su ocupación “efectiva” se produjo solamente a partir del último cuarto del siglo XVII, encabezada por los misioneros jesuitas, mediante la fundación de misiones semipermanentes – y semiadaptadas al clima -, debiendo cambiar de emplazamiento periódicamente según la temporada de lluvias e inundaciones273 y en búsqueda de aires más salubres. No obstante la semipermanencia de los asentamientos es simplemente una de muchas respuestas adaptativas de los grupos de los Llanos de Moxos al régimen de las inundaciones estacionales. Estudios pioneros tales como el del geógrafo William Denevan han demostrado una gran variedad de prácticas económicas de aprovechamiento de los suelos y de asentamiento. De hecho, el registro arqueológico tanto material como paisajístico demuestra el uso y el asentamiento en lomas artificiales, islas, diques, carreteras, montículos y campos de drenaje274. El autor añade que el propio uso de las hamacas era un recurso empleado ante la inundación275. En la misma línea de discusión de esta monografía, hay todo un debate acerca de las causas de las transformaciones y abandono de dichas prácticas económicas de

271

Eguiluz, Diego de, "Relación de la misión apostólica de los Mojos", en Saldamando, Enrique Torres, Historia de la Misión de Mojos en la República de Bolivia escrita en 1696 por el P. Diego de Eguiluz, Imprenta del Universo, C. Prince, (1696) 1884, p. 30, British Library, Londres (en adelante BL), referencia 1560/4651. 272 Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, p. 31 273 Ibid., p. 58 274 Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, p. 59 275 Ibid., p. 60

87

utilización del suelo y consiguientes patrones de asentamiento, que se incluyen a su vez en un debate mucho más amplio entre los determinantes y condicionantes ecológicos. Pero a fin de cuentas, el impulsor de dichas transformaciones ¿fue la conquista española?, ¿fueron causas naturales y/o de sustentabilidad ecológica? o ¿fueron los factores sociales intrínsecos a los propios grupos previamente al contacto con el europeo? La respuesta a estas preguntas escapa al ámbito de esta investigación y de la metodología empleada, sin embargo, la problemática es tenida en cuenta, pues las huellas en el paisaje no se restringen a los Llanos de Moxos, sino que también se encuentran, por ejemplo, en la Sierra de los Parecis (calzadas elevadas) y más al norte en el interfluvio del Beni y el Madre de Dios276 y en las localidades bolivianas de Guayaramerin y Villa Bella, donde se han observado respectivamente grandes zonas de sabanas con zigzags de calzadas elevadas, y de zanjas y trincheras circulares en la selva densa277. Lo que sí veremos en este capítulo es cómo, contrariamente a lo que sucedió en el río Madeira - en su bajo curso desde finales del siglo XVII y en su medio y alto curso desde principios del siguiente -, la penetración del no-indígena fue inicialmente llevada a cabo por el gobierno colonial, y en una segunda instancia, por los misioneros jesuitas, casi 150 años después, siendo 27 de las, al menos, 29 expediciones iniciales realizadas en los siglos XVI y XVII encabezadas por aquél278. En segundo lugar, haremos un breve estudio sobre la etnografía de los Llanos de Moxos al principio del proceso colonizador, poniendo en evidencia su diversidad étnica, demografía y organización social. Con ello pretendemos por un lado reflexionar acerca de la dinámica de algunos grupos y sus cambios, y por otro, bosquejar las bases de las relaciones interétnicas sobre las que se cimentaron la colonización y ocupación de los llanos bolivianos a través de las misiones jesuitas, en contraste con las misiones efímeras del alto Madeira. Y finalmente, en un contexto en el que colonizar es poblar, pretendemos con ello razonar si se puede hablar de “éxito civilizatorio” en los Llanos de Moxos, según los parámetros coloniales, ya desde finales del siglo XVII. En lo que viene a ser de las misiones de los Moxos en el siglo XVIII, en este trabajo, mi propuesta es analizarlas conjuntamente - aunque de manera secundaria - dentro del marco de las relaciones interétnicas en el alto Madeira.

276

Área originalmente ocupada por tribus Takana como los Chama (Tiatinagua y Guakanahua), Toromono, Caviña y Araona (Ibid., p. 54) 277 Ibid., p. 15 278 Ibid., p. 31

88

La primera expedición española hacia el oriente de los Andes organizada por el gobierno de que se tiene noticia fue la de Maldonado, visitando a los indígenas Toromoro entre los ríos Beni y Madre de Dios en 1539 279 . Esta expedición sería la primera de muchas hasta 1569, consideradas sin embargo fracasadas – partiendo del principio de que buscaban reinos ricos en oro entre otras riquezas280 -, y ninguna logrando alcanzar las sabanas al este del río Beni 281. Esta política colonizadora y expansionista culminó en 1561 con la fundación de Santa Cruz de la Sierra, y la consiguiente designación de la Provincia de Moxos, la cual quedó jurídicamente delimitada entre los ríos Beni, Guaporé, los contrafuertes andinos y los altiplanos de Chiquitos, y su exploración asignada al gobierno (y gente) de Santa Cruz, mediante el real decreto de 1573282. Por lo tanto, el contacto con algunas tribus de los Llanos de Moxos se produjo ya desde finales del siglo XVI, como fue el caso de tribus Txapakura y Timbu, contactadas entre 1580 y 1583 en la expedición liderada por el gobernador de Santa Cruz, D. Lorenzo Suárez de Figueroa, y los Toros 283 (Moxos), en la expedición hacia el sureste de los Llanos, a mando de Gonzalo de Solís Holguín, también gobernador de Santa Cruz de la Sierra hacia 1617284. La segunda expedición de este gobernador en 1624, terminaría una vez más por desestimar la ilusión de El Dorado 285 , según Denevan 286 , relegando la exploración de los Llanos a un segundo plano, la cual sólo se reemprendería a partir de

279

Ibid., pp. 28-30 Expansión colonialista guiada por la ideología seiscentista caracterizada por mitos como el Paititi y El Dorado. 281 Aunque hay referencias de que en 1563 Diego Alemán habría llegado al río Viane (Beni) y avistado grandes sabanas (Ibid.). 282 Ibid. 283 Encontramos las denominaciones “Toros”, “Torocosi”, “Morocosi” y “Mojocosi” para designar a la tribu - según las fuentes - “principal” con quien se encontraron los primeros exploradores de la zona; más tarde los Jesuitas los llamaron “Moxo”/”Mojo” (Ibid.); por otro lado, cuenta Garcilaso de la Vega que la etimología viene de “Musu”, o mejor dicho, un mal entendido, según el que la primera persona a quien se preguntó cómo se llamaban, entendiendo que le preguntaban qué tenían, contestó “muha”, o sea, "comezón", y añade Hervás que se ofendían cuando se les llamaba así (Vega, Garcilaso de la, Historia General del Perú o comentarios reales de los Incas, Imprenta de Villalpando, Madrid, 1800-1801, vol. 7; y Hervás y Panduro, Lorenzo, Catálogo de las lenguas de las naciones conocidas, y numeración, división y clase de éstas, según la diversidad de sus idiomas y dialectos, Imprenta de la Administración del real Arbitrio de Beneficencia, Madrid, 1800-1805, vol. 1, p. 4, en Southey, Robert, História do Brasil, vol. 3, Editora Itatiaia Limitada, Belo Horizonte, 1981, p. 118). 284 Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, pp. 28-30 285 El mito de El Dorado es aludido aquí en simetría con el mito del Gran Paititi, éste como una versión meridional de aquél (Franch, José Acina, y Ollero, Héctor Sáinz, "Los Indios Moxo y sus vecinos", en Palau, Mercedes, y Sáiz, Blanca (coords.), Moxos. Descripciones exactas e historia fiel de los indios, animales y plantas de la provincia de Moxos en el virreinato del Perú por Lázaro de Ribera 17861794, Ediciones El Viso, Madrid, 1989, p. 14) 286 Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, pp. 28-30 280

89

1675, encabezada ahora por los jesuitas, quienes también veían en Moxos su Paititi, pero de infieles. Aunque los ignacianos de Santa Cruz de la Sierra hubiesen logrado permiso para establecer misiones tanto en la zona de Moxos como de Chiquitos desde 1597, ninguna de las expediciones anteriormente mencionadas fundó asentamientos en los Llanos bolivianos287. Denevan explica que lo que mantuvo a los misioneros jesuitas apartados de la zona por casi 1 siglo288 fue entre otros motivos el temor y los ataques de los indígenas, puesto que había noticias de misioneros que habían sido asesinados o desaparecido289. No obstante, según el geógrafo americano, a lo largo del siglo XVI, al menos desde la fundación de Santa Cruz de la Sierra en 1561, ya existían relaciones entre los colonos y los indígenas de Moxos, las cuales se definían grosso modo por dos tipos: una que consistía de expediciones de captura de esclavos – nótese que los indígenas temían ser esclavizados por los jesuitas - y otra de relaciones de intercambio, esencialmente de algodón y esclavos (indígenas cautivos) por herramientas de metal 290 . Es posible que tengamos delante y desde muy temprano una transformación de las relaciones interétnicas, en la que tanto los indígenas, por un lado, como los colonos por otro, han identificado las necesidades y codicias ajenas con una finalidad de beneficio pero también de supervivencia, en el sentido de que si no tenían posibilidades de enfrentarse a los colonos en sus expediciones de captura, quizás una alternativa era proveerles de esclavos, ganándose así un aliado, si bien comercial, pero definitivamente bélico. Un ejemplo de este tipo de alianza lo encontramos en 1667, cuando los Moxo pidieron ayuda militar a Santa Cruz de la Sierra en una guerra intertribal contra los Cañacure a cambio de esclavos. Este acercamiento “voluntario” iniciado por los propios indígenas marca el principio de un nuevo período, puesto que 8 años más tarde, los padres José de Vega, Pedro Marbán y el célebre Cipriano Barrace entraron en Moxos fundando la 1ª reducción en 1684, la misión de Loreto291.

287

Ibid., pp. 30-31 Hay que recordar que en ese período los franciscanos sí estaban activos en Apolobamba (Ibid., pp. 3031) 289 Ibid. 290 Ibid. 291 Eguiluz, Diego de, "Relación de la misión apostólica de los Mojos", en Saldamando, Enrique Torres, Historia de la Misión de Mojos, p. 15 288

90

En su “Relación de la misión apostólica de los Mojos” 292 , el padre Diego de Eguiluz describe las 6 primeras misiones establecidas y existentes en los Llanos bolivianos hacia 1696, así como su fundación y población. En la tabla a continuación (Fig. 14), resumimos la información contenida en esa fuente para ilustrar el estado de la colonización de los Moxos a finales del siglo XVII, además de su diversidad étnica.

292

Ibid.

91

MISIÓN

Loreto2

Trinidad3

San Ignacio4

San Francisco Javier

San José5

Borja6

FECHA

1684

1687

1689

1691

1691

1696

GRUPOS REDUCIDOS (GRAFÍA SEGÚN FUENTE)

OBS. FUENTE ( ), PERSONAL[ ]/ LUGAR DE ORIGEN

Mayuarana Huarayus Tapacuras Baures Yugueguaras Toros Chumacacas Punduyares Punuanas Cañacures Casabeonos Morochionos

[Guarayo] [grupo Txapakura] [Moxo] [Chamacas¿?] Valle del Beni

Canisies

[Canichana¿?] Del Norte

Chiriguas

[Chiriguanos] Del oeste

Vitumuanas

Del este

Churima

(ca. 3.000 pax.)

Merohionos Coserremonos Chucucupeonos Churimanas Moporouboconos

[Morochionos¿?] [=Churima¿?] -

POBLACIÓN LENGUAS

BAUTIZADOS LIBRO DEL PADRÓN¹

Moxo y otras

Moxo y Chiriguana

LIBRO DE BAUTISMOS¹

3822

1341

3 grandes grupos (Moxo, Panubocano, -¿?)

CATECÚMENOS -

2800

1900

Moxo y otras

TOTAL

1556

912

1114

>1444

OFICIAL

ESTIMADA

3822

-

2253

3712

3014

-

>3000

-

>4000

200 (niños)

2800

LOCALIZACIÓN APROXIMADA

Guarayo Txapakuras Baures Toros Chamacas Punduyares

(76) (52) (75) -

-

Fundibularios

-

Al Norte, en la sierra

-

-

Al Norte

-

-

A Oriente

Canichana Cayuvavas Ducuicumas Curuguanas Caridionos Morochinas Cayapimas Suruguanas Paririnas Barisinas Caririnas

4-5.000 (62) 12.800 (7)

Al Norte

7.000

Cerca del río Apere

Gumalpacas

-

Al Norte

Yocomanes

-

Al Norte

-

-

Al Norte A Oriente

A Oriente y Sur de la misión A Oriente de la misión

-

Churimanas y Moporouboconos

POBLACIÓN/ PUEBLOS ( )

-

Similar a la de Borja -

GRUPOS VECINOS NO REDUCIDOS

3000

-

20 etnias 23.800 (272) 20.548 Fig. 14: Relación de misiones, etnias y población existentes a finales del siglo, hacia 1696, en la Provincia de Moxos, según el padre Diego de Eguiluz.

TOTAL (mín.)

21 etnias reducidas

-

-

Leyenda: ¹ Cuando hay divergencia de información entre libros (Bautismo y Padrón General) 2 Nuestra Señora de Loreto

8819

3 La

6270

Santísima Trinidad Padre Santísimo San Ignacio de Loyola

4 Nuestro

19.089

5 San 6 San

José de los Maharenos Francisco de Borja.

- (No mencionado)

92

Procediendo al análisis de la información de la tabla, en lo tocante a la demografía, observamos que la aproximación entre las cifras totales para las etnias amansadas y para las no reducidas no es sino un reflejo de lo poco que se conocía a éstos en los Llanos de Moxos. En esa misma línea, es importante resaltar que los datos demográficos arriba dilucidados, especialmente para los grupos indígenas no reducidos, deben ser leídos únicamente como base de referencia y cifras mínimas, de lo contrario pueden ser engañosos, como es el caso de la población total de etnias no reducidas en comparación con el número total de pueblos, según el cual la media de 87,5 individuos por pueblo no corresponde al tamaño general de la población de la mayor parte de los grupos referidos. En “Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia” 293 , Denevan lleva a cabo un estudio del asentamiento aborigen en los Llanos de Moxos, en el cual además de los avances con respecto a la geografía de la zona y la arqueología del paisaje, realiza un estudio demográfico de la Provincia de Moxos hasta adentrado el siglo XIX. Para la época que nos concierne en este apartado, es decir, el siglo XVII, con base también en Eguiluz, que da cuenta de cifras demográficas para los años de 1691 y 1692 registradas por el gobernador de Santa Cruz de la Sierra, Benito de Ribera y Quiroga en visita a la Provincia de Moxos, Denevan llega a los siguientes números: Población indígena en misiones en la década de 1690294 Año 1691 1692 1696

Población 13.052 20.000 19.759

Como podemos observar, los números finales no son exactamente iguales, quedando el cálculo de Denevan entre nuestra cifra mínima “oficial” y estimada. Pero esa pequeña diferencia apenas es relevante, pues al tratarse de una cantidad mínima lo que pretendemos evidenciar son unas cifras, por un lado, muy bajas de indígenas no amansados con respecto a los reducidos hacia finales del siglo XVII, reflejando la imprecisión de los datos proveídos, y por otro, muy altas para éstos si comparadas con las misiones del curso bajo, medio y por supuesto alto del río Madeira y del valle del

293

Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, University of California Press, Berkeley and Los Angeles, 1966 294 Ibid., p. 116

93

Guaporé, incluso más de medio siglo más tarde, conforme iremos viendo a lo largo de este trabajo. Para los grupos no reducidos, Denevan se apoya en fuentes adicionales como Altamirano y Orellana y propone una cifra total de al menos 100.000 indígenas en los Llanos de Moxos para la misma época295. El cálculo en el que se basa el autor se explicita abajo (para alcanzar la suma final, hay que añadir las cifras para la población reducida en la tabla anterior): Poblaciones no reducidas en la década de 1690296 Año 1687 1693-6 1700 1700 1700

Grupos Moxo (vide Fig. 14) Movima Baure Itonama

Poblados 50 272 80 124 23

Población Fuente 4.000 Orellana 24.000 Eguiluz 20.000 Altamirano 40.000 Altamirano 6.000 Altamirano

Sin embargo, con base también en el relieve y paisaje antropogénico, es decir, en los estudios acerca de las decenas de miles de campos drenados y centenas de kilómetros de carreteras elevadas y canales, que apuntan a una gran población y densidad demográfica, el geógrafo calcula que al menos antes de finales del siglo XVI habría millares de indios en Moxos, posiblemente medio millón297. Por otro lado, José Franch y Héctor Ollero consideran esa cifra todavía conservadora, y estiman una población hasta dos veces más grande, de un millón de habitantes previamente al contacto298. Centrándonos a continuación en el contenido etnográfico de la tabla, tenemos al menos 30 grupos étnicos distintos299 de los que se tenía conocimiento, de manera que podemos apenas hacernos una idea de la diversidad y densidad étnica de la zona. Según Franch y Ollero, es muy probable que muchas de las “naciones” indígenas mencionadas por Eguiluz fuesen subgrupos de los Moxo, del tronco lingüístico Arawak, mientras que

295

Altamirano, Diego Francisco, "Historia de la misión de los Mojos", en Ballivian, Manuel V. (ed.), Documentos históricos de Bolivia: Historia de la misión de los Mojos, Imprenta de El Comercio, La Paz (ca. 1710) 1891; y Orellana, Antonio de, “Carta del padre Antonio de Orellana sobre el Origen de las Misiones de Mojos” (1687), en Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, p. 116 296 Ibid. 297 Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia , p. 120 298 Franch, José Acina, y Ollero, Héctor Sáinz, "Los Indios Moxo y sus vecinos", en Palau, Mercedes, y Sáiz, Blanca (coords.), Moxos, pp. 18-19 299 En términos generales, puesto que no sabemos si eran tribus, grupos o etnias, etc.

94

otras pertenecerían a otros grupos lingüísticos como el Pano, Takana, Tupi-Guaraní e incluso Macro-Jê300. En lo tocante a los grupos inicialmente reducidos, entre los más conocidos y estudiados se destacan los Moxo, Baure (también Arawak), Cayuvava, Canichana, Itonama y Movima, los cuatro últimos constando de lenguas aisladas301. Con base en lo que hemos visto en el apartado 1.2, se supone que estos grupos de lenguas aisladas son muy antiguos en los Llanos bolivianos, mientras que los Moxo y los Baure han llegado relativamente tarde a la zona, probablemente desde el Norte302. Por otro lado, había otros grupos étnicos, considerados por autores como Denevan como “tribus marginales” con respecto a las “tribus de la sabana”, anteriormente enumeradas, como los Sirionó, de quienes hablamos en el capítulo anterior, los Moré (o Itene), de la familia Txapakura, los Maropa, de habla Takana, los Chákobo y los Guarayo 303 , mencionados también por Eguiluz, a los que habría que añadir los grupos de la Fig. 14 y muchos más, como veremos a continuación. En lo que a los grupos no reducidos se refiere – por no decir “marginales” -, es importante reconocer que poco podemos inferir sobre ellos, entre otros motivos por la falta de fuentes y de un estudio más profundizado. Algunos lingüistas de la primera mitad del siglo XX, como Créqui-Montfort, Rivet y Métraux, relacionan, por ejemplo, la terminación de etnónimos en “-bo” y “-nawa” al grupo lingüístico Pano304. En la tabla considerada, también observamos una alta incidencia del sufijo “-ono”, propio del tronco lingüístico Arawak para referirse al plural. Ello indica que las denominaciones enumeradas en la tabla (Fig. 14) se tratan de exónimos, es decir, de términos de los indígenas Mojos para referirse a otros grupos. En lo que a la dinámica entre algunos grupos se refiere, Eguiluz menciona las incursiones desde la misión de Trinidad en 1693 para amansar a los Guarayo, los Baure y los Yegueguara, destacando el fracaso en reducir a estos últimos por su enemistad y belicosidad305. Cuenta también que los Coserremonos y los Chucucupeonos (en proceso de amansamiento en la misión de San José hacia 1696) eran “enemigos mortales de los

Ibid., p. 12 Ibid., p. 13 302 Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, p. 15 303 Ibid., p. 54 304 Fleck, David, W., "Pano Language and Linguistics", APAMNH. 305 Eguiluz, Diego de, "Relación de la misión apostólica de los Mojos", en Saldamando, Enrique Torres, Historia de la Misión de Mojos, pp. 20-24 300 301

95

nuestros” 306 , refiriéndose probablemente a los grupos ya reducidos, en este caso los Churimas, que a su vez hablaban la misma lengua que los de Borja, donde estaban reducidos los Churimanas y donde aún no se hablaba la lengua general Moxo. Entre los grupos indígenas más alejados, en un momento dado incluso periféricos a los Llanos de Moxos, el padre menciona a los Morochionos, provenientes del valle del Beni, y los Fundibularios307, los cuales dice que indudablemente son los indígenas que antiguamente huyeron del Perú308. El jesuita cuenta, además, sobre el encuentro entre el padre Agustín Zapata y los Cayuvava, de cuyo relato podemos extraer valiosa información acerca de la organización tanto social como política del grupo. Eguiluz explica que los Cayuvava: "[…] por ser de extraña lengua no les pudo hablar el padre, ni hallar intérprete, y así le pidió por señas el Padre Agustín, un muchacho que le dieron luego con buena voluntad, y se lo llevó para enseñarle la lengua moxa, con ánimo de volver a ellos con este intérprete [...]."309

Ya hemos visto esta práctica de entregar normalmente a un joven del grupo sea a un misionero o a un colono, entre los Iruri y veremos otros casos más adelante. En el ejemplo ya estudiado de los Iruri, ese intercambio también tenía finalidades lingüísticas, pero estas finalidades, incluyendo la del intercambio en sí, deben ser entendidas como parte de una más amplia, que es la de establecer alianzas. Es una pena que no tengamos más información acerca de este pasaje; sería interesante, por ejemplo, conocer el status social del muchacho, si era pariente del principal, como en el caso de los Iruri, o incluso cautivo, como veremos posteriormente. José Franch y Héctor Sainz argumentan que los Cayuvava, así como los Moxo y los Baure constituían cacicazgos, y que éstos dos últimos tenían las mayores poblaciones en el momento de la llegada de los españoles310. De hecho, el padre Zapata da noticia de al menos siete pueblos de Cayuvava, aparentemente liderados por un cacique principal

306

Ibid. , p. 41 El nombre de ese grupo hace referencia a un término usado en portugués para definir a los individuos que empuñaban una honda, especie de arma arrojadiza, pero no sabemos cuál es la relación entre el significante y el significado. 308 Ibid., pp. 23-24 309 Ibid., p. 36 310 Franch, José Acina, y Ollero, Héctor Sáinz, "Los Indios Moxo y sus vecinos", en Palau, Mercedes, y Sáiz, Blanca (coords.), Moxos, p. 12 307

96

llamado Paititi311, y con cerca de 1.800 personas cada uno, y el más grande unas 2.000, es decir más de 12.000 individuos312. Uno de estos pueblos, probablemente el principal, era muy grande y tenía plaza y calles, donde cuenta Zapata que: "[…] halló a toda la gente de él junto a la puerta de un templo dedicado al demonio, a quien actualmente estaban ofreciendo sacrificios, puestos sus dioses todos en la puerta del templo, vestidos muy curiosamente de plumas, con unas mantas vistosas, todas labradas como las que usan de gala los indios de nuestro Perú [...]."313

Este trecho representa otro aspecto del nivel de complejidad social y en este caso ideológica de algunas de las etnias indígenas moxeñas, con todo un aparato cultual (el templo, la indumentaria, y probablemente oficiantes) y ritual (los sacrificios), y lo que parece ser un panteón de dioses. A partir de lo que nos dice el texto, aunque parcamente, parecen verse rasgos propios de la cultura andina, como los tejidos y la indumentaria representativa del cóndor. Es cierto que el padre ya había mencionado anteriormente a grupos que se pensaban huidos del Perú tras la conquista, pero, lamentablemente, a falta de un estudio más profundizado en esta monografía de otras fuentes no solamente etnohistóricas que lo corrobore, no se nos permiten grandes elucubraciones acerca de esta cuestión. En este caso, cualquier afirmación con respecto a una proveniencia de los Andes sería tan poco científica cuanto las que defienden sin base lo contrario. En cuanto a los patrones de asentamiento, quizás más relevante que su antigüedad es indagar acerca de sus procesos, es decir, si cambiaron o no tras el contacto gradual con los españoles, y en caso afirmativo, cómo y en qué sentido lo hicieron. Por poner un ejemplo, el territorio supuestamente ocupado por los Movima en el siglo XVII es el que posee más calzadas y campos drenados de todo el Beni, no obstante, las crónicas jesuitas describen a ese grupo como poco desarrollado, de manera que se puede especular un desplazamiento de otro grupo, como los Moxo, por los Movima 314 . Adicionalmente, Eguiluz nos da alguna luz sobre los patrones de asentamiento de algunos grupos al

311

No sabemos hasta qué punto se trata de una mezcla de mito y realidad, puesto que los jesuitas llamaban “Misiones del Gran Paititi” a las que se situaban entre los ríos Mamoré, Yacuma y Beni, éste a su vez, llamado río Paititi, y finalmente el Lago Rogoaguado, también referido como Laguna Paititi (Ibid., p. 14) 312 Eguiluz, Diego de, "Relación de la misión apostólica de los Mojos", en Saldamando, Enrique Torres, Historia de la Misión de Mojos, p. 34 313 Ibid., p. 35 314 Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, p. 52

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comentar acerca de las actividades de amansamiento de indígenas realizadas por los padres en las áreas o arcos de influencia de las misiones jesuitas. Por ejemplo, menciona las expediciones de 1695 del padre Agustín Zapata, que de camino a los Cayuvava, se encontró con sus enemigos los Canichana que se habían juntado, según Eguiluz, para obligar a los jesuitas a doctrinarles315. Estipular los motivos de unión de un grupo previamente más disperso disponiendo de tan poca información es difícil y en este caso no menos paradójico, considerando que tanto la fragmentación del grupo como su unión pueden ser una estrategia adaptativa. Mientras la primera puede ser una forma de resistencia a la expansión de otro grupo, al arrinconamiento y consiguiente reducción de recursos naturales y al declive poblacional resultante de ello y de epidemias contagiosas, la segunda igualmente puede ser una respuesta en contextos de expansión y conflicto con un grupo rival/vecino dando lugar a nuevas alianzas, o de decrecimiento poblacional por epidemias. Trataremos más adelante de otros estudios de caso que lo ejemplifican. De la misma forma, el éxito o fracaso de cualquiera de las dos estrategias también depende de la organización estructural del otro grupo, supuestamente en expansión. El proceso colonial, civilizatorio, o expansionista puede encontrar en sociedades de organización más compleja una mayor resistencia en términos político-económicos, tecnológicos y definitivamente bélicos, pero al mismo tiempo, estructuras de poder traducibles y más fácilmente reemplazables. De manera general, en las expediciones lideradas por los misioneros, además de nuevos “bárbaros” que civilizar, se buscaban nuevos parajes y suelos más sanos y propicios al asentamiento y proliferación de las misiones, y nuevas rutas sobre todo para el comercio, como una alternativa al camino hacia el Perú que pasaba por Santa Cruz de la Sierra, conocida por su dificultad y dilación316. En el capítulo anterior hemos hecho mención a la insalubridad de los Llanos de Moxos - en gran parte inundables en época de lluvias - al compararla con los ambientes enfermizos de ciénagas formados en las vegas del alto Madeira, que rebosa pocos meses después. Sobre esto nos habla también el padre Eguiluz:

315

Eguiluz, Diego de, "Relación de la misión apostólica de los Mojos", en Saldamando, Enrique Torres, Historia de la Misión de Mojos, p. 32 316 Ibid., pp. 25-30

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“La parte que hoy ocupan [los habitantes de la misión de San Ignacio] es el escurridero de Oriente y Poniente, y por eso es tan húmeda y enferma." 317

Adicionalmente, hay otras fuentes etnográficas del siglo XVII que no han sido recogidas en la tabla aquí estudiada, tal es el caso de Altamirano318 (especialmente para la primera década de 1700), como hemos visto previamente, y la “Relación de los Padres de la Misión de los Infieles de Mojos”319, firmada por Pedro Marbán, Cipriano Barrace y Clemente Ygarza, en 1679, en la que se mencionan a muchos otros grupos indígenas aunque especialmente en la parte sur de los Llanos de Moxos. Por la época de su publicación, parece ser que ella no fue recogida en el estudio demográfico de Denevan citado previamente, acrecentando, ahora, datos referentes no tanto a cifras generales de población sino a la etnografía y los patrones de asentamiento. A continuación (Fig. 15) hemos intentado organizar la información contenida en esa fuente con la finalidad de poner en evidencia su contenido tanto etnográfico como demográfico:

317

Ibid., p. 30 Altamirano, Diego Francisco, "Historia de la misión de los Mojos", en Ballivian, Manuel V. (ed.), Documentos históricos de Bolivia 319 Relación de los Padres de la Misión de los Infieles de Mojos, de Pedro Marbán, Cipriano Barrace y Clemente Ygarza, del 12 de julio de 1679, Col. Monumenta Peruana, Archivo Romano de la Compañía de Jesús (en adelante, ARCJ), Roma, en Tormo, Leandro, “Situación y población de los Mojos en 1679”, Revista Española de Antropología Americana, (en adelante, REAA), Madrid, 1972, vol. 7 (2), 151-159, http://revistas.ucm.es/index.php/REAA/article/view/REAA7272220151A/25400 (consultado el 15/09/2013) 318

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FUENTE

AÑO

Mariquionos

Chacara Yumo 4 pueblos 2 pueblos 2 pueblos 3 pueblos

MEDIA DE POBLACIÓN MÍN. MÁX. 35 40 24 25 80 90 40 50 80 90 40 50 20 40 50 18 20 40 50 40 15 20 40 60 50 60 30 40 60 80 80 100 200 116 300 60 70 30 30 40 25 30 200

Tubiranos

-

-

Chaymunianos

2 pueblos

Apereanos Siyoboconos Mayureanas Cuniquianos Punuanas Chuchimanas Chahamonos Bosionos Uyonos Moeboconos

2 pueblos 2 pueblos Varios pueblos juntos 3 pueblos 3 pueblos juntos -

26

> 55

GRUPOS (ETNIAS, TRIBUS¿?)

Suberianos/ Suberinos

"Relación de los Padres de la Misión de los Infieles de Mojos", de Pedro Marbán, Cipriano Barrace y Clemente Ygarza320

Guanapeanos

Aracureonos

Casaboyonos

1 6 7 9

Aperucanos Suberionos Sebaquerianos Sebaquerionos Tatiruonos Chamaynanos

TOTAL

PUEBLOS (TRIBUS, SUBGRUPOS¿?)

70

OBSERVACIÓN (FUENTE)

-

Río Grande

Río Mamoré, desde confluencia con río Grande hacia arriba

Río Grande Margen opuesta a Sebaquerianos Río Grande Río Chenesí Arriba de Marquionos

80 60 150 200 70 -

80

LUGAR

Enfrente a confluencia de ríos Grande y Chenesí Río Grande

90 80 300 100 140

Río Ybare Entre ríos Ybare y Grande Río Grande Río Grande Río Grande

Lengua distinta Se conocen como Moxo y hablan otra lengua No se han visitado Desconocidos -

3.591

Fig. 15: Relación etnográfico-demográfica del sur de los Llanos de Moxos hacia 1679.

320

Fuente: Relación de los Padres de la Misión de los Infieles de Mojos, 12 de julio de 1679, Monumenta Peruana, ARCJ, en Tormo, Leandro, “Situación y población de los Mojos en 1679”, REAA, 151-159

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La tabla que acabamos de analizar muestra un número relativamente bajo de población con respecto a la cantidad de pueblos enumerados. De manera que, en general vemos núcleos de asentamientos relativamente pequeños en términos demográficos, con una media de 65 individuos por pueblo. Sin embargo, si observamos el gráfico abajo (Fig. 16) notamos un cuadro un poco distinto, en el que constatamos que la aplicación de generalizaciones y medias aritméticas nos pueden alejar de la realidad:

9 25% 8 21,9%

Número de pueblos

7 6 15,6% 5 12,5% 4 9,4% 3 6,3% 2 3,1%

3,1%

3,1%

1 0 0-20

21-40

41-60

61-80

81-100 101-120 121-140

≤200

≤300

Densidad demográfica de los pueblos (hab.)

Fig. 16: Gráfico de la densidad poblacional del sistema Mamoré-Grande-Chenesí en la provincia de Moxos hacia 1679321.

En este gráfico vemos que 45,9% de los pueblos que se han podido contabilizar322, es decir, casi la mitad, tenía entre 20 y 60 habitantes, siendo que más de la mitad de éstos tenía entre 20-40 individuos, en otras palabras, una densidad poblacional por pueblo inferior a la media previamente calculada. En ese sentido se puede entender la categorización de Denevan entre “tribus de las sabanas” y “tribus marginales”, puesto que este cuadro es bastante distinto al ilustrado para los grupos más estudiados de los Llanos de Moxos, especialmente los Cayuvava, los Moxo y los Baure, con pueblos de hasta

321

Fuente: Fuente: Relación de los Padres de la Misión de los Infieles de Mojos, 12 de julio de 1679, Monumenta Peruana, ARCJ, en Tormo, Leandro, “Situación y población de los Mojos en 1679”, REAA, 151-159 322 No se han tenido en cuenta las cifras demográficas únicas para más de 1 pueblo, por no representar la población por pueblo, como es el caso de algunas de las referencias de la tabla.

101

2.000 personas. Otra característica que nos llama la atención es la gran cantidad de pueblos en las márgenes y confluencias de los cuatro ríos citados (incluyendo el Ybare). Según Pedro Marbán, las aldeas se situaban muy próximas las unas de las otras, pudiendo encontrarse de cinco a seis aldeas en cada cinco o seis leguas323. En la misma línea que Franch y Ollero proponen para muchos de los grupos mencionados por Eguiluz, parece suceder lo mismo para los grupos indígenas citados por Marbán, Barrace y Ygarza en el sistema Mamoré-Grande-Chenesí, es decir, que son subgrupos de un mismo grupo étnico, especialmente si nos basamos en lo que cuentan los 3 padres en su “relación de infieles” tras mencionar al último de hasta 26 grupos: "Hasta aquí son de una lengua, pero hay otras naciones de distinta lengua, amigos de aquella y que se reputan por Mojos, los cuales no entran en este número."324

Desde el punto de vista geográfico, según los mapas de relieve325 y etnográfico326 elaborados por Denevan, los grupos mencionados por los padres Marbán, Barrace y Ygarza se ubican en una zona en el límite entre las sabanas y los bosques selváticos, una zona ocupada al norte mayoritariamente por los indios Moxo y poco representativa en lo que a las huellas antrópicas sobre el paisaje se refiere (montículos, carreteras, diques, terrazas, etc.)327. Los padres hablan del grupo Mayureanas; aunque sea difícil afirmarlo, basándonos en su localización geográfica quizás se trate del mismo grupo citado por Eguiluz, los Mayuarana, reducidos en la misión, no muy lejana, de Trinidad. Es importante resaltar el carácter subjetivo de la grafía de las denominaciones étnicas en las fuentes etnográficas de los siglos XVII y XVIII en general, pero concretamente en esta, hay que añadir su carácter inconcluyente. Por ejemplo, mientras por un lado se distingue a los grupos Sebaquerianos de los Sebaquerionos, se les refiere indistintamente a los Suberianos como Suberinos.

Marbán, Pedro, “Relación de la provincia de la Virgen del Pilar de Mojos o carta de los Padres que residen en la Misión de Mojos para el padre Hernando Cavero de la Compañía de Jesús, Provincial de esta provincia del Perú, en que se le da noticia de lo que han visto, oído y experimentado en el tiempo que ha que están en ella”, Boletín de la Sociedad Geográfica de La Paz (en adelante BSGLP), 1 (2), La Paz, (1676) 1898, 120-161, en Franch, José Acina, y Ollero, Héctor Sáinz, "Los Indios Moxo y sus vecinos", en Palau, Mercedes, y Sáiz, Blanca (coords.), Moxos, p. 12 324 Tormo, Leandro, “Situación y población de los Mojos en 1679”, REAA, 156, 325 Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, p. 7 326 Ibid., pp. 41-56 327 Ibid. 323

102

La antropización del paisaje en el marco económico de los grupos indígenas está directamente relacionada con sus patrones de asentamiento. No sólo en el registro arqueológico, sino también en las fuentes historiográficas encontramos referencias a la existencia de lomas, montículos, carreteras, campos de drenaje y canales 328 . Ello demuestra una continuidad de algunos – aunque pocos - patrones de asentamiento (y económico) tras la conquista castellana. No obstante, de manera general, se nota una discontinuidad en los patrones de asentamiento, tal es el caso de los campos drenados, los montículos y las carreteras, las cuales con la introducción de caballos y el ganado vacuno, capaces de cruzar los campos inundados, perdieron su utilidad y fueron abandonadas329. Si tenemos en cuenta la organización del trabajo en torno de estos tipos de obras, podemos deducir que su abandono ciertamente tuvo un impacto en la sociedad. En ese sentido, otra lectura que se puede hacer desde el análisis del paisaje antrópico, tanto desde la Arqueología como desde las fuentes etnohistóricas es referente a la dinámica político-social del grupo, especialmente en lo que concierne a las relaciones intertribales. Por poner un ejemplo, los Moxo tenían extensas redes de intercambio, manteniendo contacto regular con los Chiriguano de la zona de Santa Cruz, de los cuales obtenían sal, con los Moseten en el alto Beni con quienes intercambiaban sal, cuentas y cuchillos330 e incluso con tribus a los pies de los Andes y de las tierras altas de Chiquitos, de donde provenían probablemente las piedras encontradas en los Moxos, prácticamente inexistentes en el área y su entorno331. La comunicación entre asentamientos y pueblos es una de las funciones claras de las carreteras, según Denevan332. Además de eso, otras probables funciones serían la comunicación entre las zonas de cultivo, ceremoniales, de enterramientos e interfluvios, aunque se cree que se trataba más bien de una circulación a nivel local y no de grandes desplazamientos333. Las reducciones jesuitas de que hemos tratado en este capítulo en el cambio de siglo, representadas en el siguiente mapa (Fig. 17), son el preámbulo de una empresa civilizatoria que en menos de 50 años lograría prácticamente triplicar su número de 328

Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, p. 70 Ibid., p. 83 330 Castillo, Joseph de, "Relación de la provincia de Mojos", en Ballivián, Manuel V. (ed.) Documentos para la historia geográfica de Bolivia: Época Colonial, col. 1, Las Provincias de Mojos y Chiquitos, J. M. Gamarra, La Paz 1906, p. 328; y Marbán, Pedro, “Relación de la provincia de la Virgen del Pilar de Mojos”, BSGLP, 140, en Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, p. 47 331 Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, p. 47 332 Ibid., p. 81 333 Ibid. 329

103

misiones y aumentar la reducción de “infieles”. Podemos observar cómo hacia finales del siglo XVII su penetración en los Llanos de Moxos se concentraba en la parte sur, extendiéndose a lo largo de la primera mitad del siglo siguiente hacia el norte y noreste, es decir, hacia la frontera portuguesa. Adicionalmente, apoyándonos en Boccara334, podemos sugerir una relación entre el dualismo llano/selva y el de grupos pacificados/grupos indómitos, lo cual refleja la forma como los grupos amerindios de los Llanos de Moxos y su nivel civilizacional eran percibidos por el discurso colonial. Este sesgo, o más concretamente, esta etnicización subsiste incluso en Denevan, en su distinción entre las tribus de la sabana y las tribus marginales. Independientemente de la subjetiva conclusión de si la colonización de los Llanos de Moxos fue un éxito o no, lo que nos interesa es traer al debate el por qué no se logró colonizar la región del alto Madeira o quizás por qué eso sí fue posible en los Llanos de Moxos. En ambos casos, ¿fue por una iniciativa gubernamental y una política colonial distintas?, ¿o fue gracias a una iniciativa y actividad misioneras diferentes?, ¿habrá sido debido a la propia organización económico-social preexistente de algunos grupos indígenas moxeños?; de momento, estas son preguntas que quedan por contestar.

La imagen de las pródigas misiones de Moxos y de sus millares de indígenas sería una preocupación constantemente presente en el discurso luso-brasileño dieciochesco. Una inquietud que se vio incrementada a partir del segundo cuarto del siglo XVIII y que culminaría a mediados del siglo con los pleitos territoriales y la amenaza de un conflicto eminente entre las dos coronas en los confines de sus Imperios, conforme analizaremos a continuación.

Boccara, Guillaume, “Mundos nuevos en las fronteras del Nuevo Mundo”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos 334

104

Fig. 17: Mapa de las misiones de Moxos en el siglo XVII.

105

Capítulo 3: El alto Madeira en el siglo XVIII "[...] não haveria lugar onde não existissem os Jesuítas de assento ou de passagem, embora as aldeias e seus oragos desaparecessem com a mesma facilidade que apareceriam.”335 Contrariamente a lo que pudimos analizar al otro lado de la frontera lusocastellana, al plantearnos nuevamente la cuestión acerca de si se puede hablar de una colonización para la región del alto Madeira en el siglo XVIII, tenemos una respuesta distinta: probablemente no. Pero, para contestar a esta pregunta de forma argumentativa, podemos partir del propio discurso colonial setecentista con respecto a la región del alto Madeira, caracterizado por la constante alusión a la destemplanza de su clima, las inundaciones y la insalubridad de los “aires”, la consiguiente susceptibilidad a enfermedades, así como la infertilidad de su suelo y la ausencia de frutos, a lo que habría que sumar la peligrosidad del paso y abastecimiento en el penoso tramo de sus 17 cachuelas. En otras palabras, una descripción que curiosamente se asemeja mucho a la que hacían los españoles de la zona de Moxos, como vimos en el segundo capítulo de esta disertación. Otro argumento en el que apoyarnos es la sucesión de intentos fallidos de asentamiento en la región y la alternancia geográfica de los mismos a lo largo del siglo XVIII. En contraste con la empresa castellano-jesuítica en los Llanos de Moxos, caracterizada por un modelo de evangelización que contaba con la presencia más permanente de los religiosos, como vimos anteriormente, en el alto Madeira los intentos de colonización se encuadran, por lo menos hasta 1757, en la clasificación de la historiadora Leny Anzai como “missões volantes” 336 (misiones volantes), o dicho de otro modo, podríamos hablar de “aldeas movedizas”337, si queremos abarcar todo el período del siglo XVIII. De manera general, las fuentes etnohistóricas del siglo XVIII para el río Madeira, especialmente su alto curso, consisten en crónicas de viajeros y relatos de expediciones de reconocimiento y demarcación. Esto se plasma en diversos ámbitos. Por un lado, en el tipo de presencia colonial en la región a lo largo del siglo, es decir, una actuación cada 335

Coutinho, J. M. da Silva, Relatório sobre alguns lugares da Província do Amazonas especialmente do rio Madeira, Manaus, 1861, pp. 8-11, en Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 26 336 Anzai, Leny Caselli, "Missões de Chiquitos e Moxos e a capitania de Mato Grosso", Revista Lusofona de Ciências das Religiões, ano VII, nº. 13/14, 2008, pp. 257-258 337 Los términos “aldea” y “grupos (no) aldeados” son empleados para referirse respectivamente a las reducciones y grupos (no) reducidos, a partir de 1757, con el fin del Regimiento de Misiones.

106

vez mayor de seglares en detrimento de los reglares. Por otro lado, la naturaleza y el contexto de las crónicas se dejan reflejar en su discurso y contenido, los cuales responden, entre otros, a fines político-territoriales, económicos y geográficos, en detrimento del interés por detalles sociológicos, etnográficos o cotidianos. No obstante, la actividad reglar es de decisiva importancia en la penetración del alto Madeira y los primeros ensayos de asentamiento - aunque fugaces - desde sus bases más consolidadas en su bajo curso. Veremos, adicionalmente, que en la primera mitad del siglo XVIII, la actuación reglar es compartida y en muchas ocasiones liderada por los comerciantes, productores, bandeirantes, sertanistas, paulistas, paraenses y portugueses, entre otros actores particulares, mientras que a partir de la segunda mitad del siglo la intervención gubernamental se refuerza, controlando y limitando a los primeros. Este cambio es fruto de reformas que se producen desde mediados de siglo, en el marco del nuevo programa político de gobiernos “ilustrados”. En este capítulo central analizaremos las relaciones interétnicas en el ámbito de los procesos de etnogénesis en la región del alto Madeira, sus formaciones y transformaciones a lo largo del siglo XVIII en consonancia con la actuación de los distintos actores y frentes de colonización, así como la administración colonial. Con vistas a contemplar los cambios en la iniciativa colonial y en el marco políticoadministrativo de las coronas lusitana y castellana arriba mencionados, analizaremos inicialmente la primera mitad del siglo XVIII, en su principio marcada por la iniciativa regular, representada por los misioneros jesuitas con la fundación de la primera misión del alto Madeira, y la actuación secular de los actores particulares antes enumerados. Progresivamente, esta actuación y empresa serían sobrepujadas por la iniciativa del gobierno, la cual se culmina a partir de la década de 1750, período enfocado en el siguiente apartado, en el cual nos centraremos en las reformas administrativas y territoriales y averiguaremos en qué grado influyeron en las relaciones interétnicas, así como los procesos de etnogénesis derivados. Por último, en el apartado final, dedicado al último cuarto del siglo XVIII, observaremos el fracaso de muchas de estas medidas y el inicio de una fase de decadencia en la región. Por otro lado, analizaremos la complejización del entramado social desde la rearticulación de alianzas interétnicas e intertribales, con nuevas relaciones de poder, nuevos procesos de etnogénesis y etnicidades reconstruidas y reformuladas.

107

3.1

La primera mitad del siglo XVIII: las primeras expediciones y exploraciones en el alto Madeira En un estudio del discurso de las crónicas de los viajantes de la primera mitad del

siglo XVIII, Ângela Domingues señala que estos relatos han contribuido a otorgarle al imperio portugués características específicas que le acercarían al español en detrimento del resto de Europa, la cual, según la autora, se encontraba en un contexto de consolidación de los estados nacionales a nivel interno, lo cual se plasmaba a nivel externo en un imperialismo de carácter agresivo y direccionado al Atlántico Sur 338 . Acerca de estas expediciones y sus crónicas trataremos a continuación. 3.1.1 Los primeros exploradores del alto Madeira A principios del siglo XVIII las actividades misioneras seguían concentradas en el bajo Madeira, particularmente en las misiones de Abacaxis y Canumã (ésta al menos desde 1712)339. Éstas tenían una relación estrecha con la misión de Tupinambaranas340. Asimismo, había aldeas de indígenas amansados en los ríos Andirás, Guarinamá y Acuriatós341. Si partimos del mapa de Samuel Fritz (Fig. 18) de los primeros años del siglo XVIII vemos un panorama un poco distinto del bajo curso del río Madeira y su sertão, donde se mencionan a algunos grupos étnicos por primera vez, como los Arara y los Papateruana, además de los Abacaxi, Curiató, los Guayaze (ocupando la Isla de los Tupinambaranas o Isla Grande), los Aripuanã y más al sur los Iruri, de quienes ya hemos tratado en capítulos anteriores. Las dos misiones que se pueden observar parecen ser la de los Tupinambaranas y la de los Iruris. Sin embargo, de ser así, nos damos cuenta de que este mapa refleja una situación probablemente anterior a su fecha de elaboración (1707), probablemente hacia 1696, considerando por un lado, como ya hemos visto, que en ese año la misión de los Iruris es abandonada y prácticamente trasladada a la de los Abacaxis, situada en la confluencia del río homónimo y el Canumã342, y por otro, que las referencias a los Iruri de Bettendorf (1698) provienen de compilaciones de información de años precedentes proveída por los padres jesuitas de las respectivas misiones.

338

Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 238 Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 28 340 Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, pp. 393-400 341 Hugo, Vitor, Desbravadores, pp. 25-26 342 Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 289 339

108

Fig. 18: Mapa del río Amazonas en 1707 del padre Samuel Fritz y sección del bajo Madeira343.

343

Fritz, Samuel, El gran rio Marañón o Amazonas con la Misión de la Compañía de Jesús, 1707, Biblioteca Nacional do Rio de Janeiro (en adelante, BNRJ), ARC.026,05,036 Cartografia

109

La primera referencia en el siglo XVIII a los grupos indígenas del alto Madeira la encontramos en la carta del padre Bartolomeu Rodrigues al padre Jacinto de Carvalho, con fecha de 1714, en la cual se citan a más de 74 grupos o etnias distintas desde la boca del río Madeira hasta la “terra dos Guarajus”, grupo que tradicionalmente se ha situado en el valle del medio-bajo Guaporé, en cuyo trayecto se tardaban 3 meses344. En la tabla a continuación ( Fig. 19) hemos esquematizado la información extraída de esta fuente:

GRUPOS ÉTNICO

RIO MADEIRA MARGEN IZQUIERDA DERECHA

GRUPOS ÉTNICO

Oantas

Guareces

1 M E S

Capanás 2

Cajaripunás* Guarajus5 9

Rio Aripuanã (o Pociçari)

Jacareguá Cujés5 Tiuans5

Rio Ipitiá

M E S E S T. trayecto río arriba:

Arara

Manis Curupus Purerus Jaguaretus Abacaxis¹ Pamas* Camateris Guarajus5

Jãoens5

Pamas5´*

GRUPOS ÉTNICO

Iruri4 Aripuanã4 Anhangatiinga4 Terari4 Unicoré4 Muras* Mucas* Toras2´3´5 Aruaxis³ [Araras] Jaraguaris³

Guajaris

Purupurus5

AFLUENTES

3 meses

18

-

4

Leyenda: ¹ Antiguos Chichirinins [autónimo¿?] ² O Toratoraris: llamados por los demás grupos como "Formigueiro" (Hormiguero), de tan populosos que eran. ³ Viven juntos 4 Grupos reducidos, de los que ya quedan muy pocos en la selva. 5 Grandes grupos que ocupan un amplio territorio * Grupos mencionados por primera vez (Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área TapajósMadeira", Revista do Museu Paulista, 289-388

344

Rodrigues, Padre Bartolomeu, Carta ao Padre Jacinto de Carvalho, 1714, en Morais, Alexandre J. de Mello, Chorographia histórica, chronográphica, genealógica, nobiliária e política do Império do Brasil, Typographia Americana, Rio de Janeiro, 1858-1863, vol. 4, pp. 361-372, en Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3: pp. 393-400

110

Fig. 19: Relación de grupos indígenas en el río Madeira hacia 1714 según el padre Bartolomeu Rodrigues345.

Analizando la tabla arriba representada, lo primero que nos llama la atención es la diferencia entre la cantidad de tribus en una y otra márgenes, es decir, la margen derecha se refleja mucho más poblada. Por otro lado, es importante enfatizar que, en esta tabla, la ubicación de las tribus en una margen no es simétrica con respecto a la margen opuesta, con excepción de algunos grupos que habitan ambas márgenes, como es el caso de los Guarajus (Guarayo)346 y los Pama. En lo que a la margen izquierda se refiere, vemos a los Guajaris, que corresponden a los Guayazis (Guayazes) mencionados por Acuña y Fritz, y como resalta Miguel Menéndez, se observa ya un desplazamiento de este grupo hacia SO347. Con respecto a los Purupurus, hay referencia posterior acerca de su reducción en la misión del alto Madeira en 1724348. Sobre los Capanas, en Fonseca este término es usado como referencia toponímica a un igarapé (río pequeño) y lago, al norte de la Isla de las Onças, en el medio Madeira349. Sin embargo, pese a la ausencia de más referencias más allá de los Guarayo, el propio Rodrigues es consciente de que el motivo por el cual no cita a más grupos no es porque no los hubiese, sino muy al contrario: “Daqui para cima se não sabe de mais Gentio, não é porque o não haja; porque assim como até aqui tudo é povoado de Gentio, será verossímil que o seja também para cima, pois que ninguém tem passado daqui que possa dar relação dele.”350

Remontando por la margen sur o derecha, están los Abacaxis, que Menéndez considera como grupo distinto al reducido en la misión en el bajo Madeira, dada su localización y por su relación con los Chichirinins. Al norte de éstos, se encuentran los Jaguaretus, que por otro lado, el autor cree que es posible que sean relacionables con los Jaguaretes reducidos también en la misión de Abacaxis, por el padre Sampaio, en 1720. Ante esta aparente ambigüedad, es importante llevar en consideración algunos factores,

345

Ibid. Menéndez asocia ese grupo a los Guarasug’wä (Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etnohistória da área Tapajós-Madeira", RMP, 311). 347 Ibid., p. 282 348 Caeiro, José, Primeira publicação após 160 anos do manuscrito inédito de José Caeiro sobre os jesuítas do Brasil e da Índia na perseguição do Marquês de Pombal (século XVIII), Escola Tipográfica Salesiana, Salvador, 1936, p. 495, en Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 282 349 Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, p. 312 350 Rodrigues, Padre Bartolomeu, Carta ao Padre Jacinto de Carvalho, pp. 361-372, en Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, p. 393 346

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como la movilidad de los padres en el río Madeira desde las misiones en su bajo curso durante los descimentos y rescates de los sertanistas, que además, era de costumbre que se hiciesen en localidades más alejadas - como veremos más adelante -, y la imprecisión geográfica de la fuente aquí tratada que no detalla la ubicación de estos dos grupos, aunque parezca tratarse del medio Madeira. Adicionalmente, en la margen derecha, nos encontramos por primera vez referencia a los Mura, cuya presencia se vuelve, desde entonces, constante en las fuentes etnohistóricas. También es Rodrigues, pero no el jesuita, sino el lingüista que estipula la localización original de los Mura entre los ríos Manicoré y Maici, afluentes de la margen derecha del río Madeira 351 . En lo tocante a su lengua, los Mura son de una familia homónima, pequeña, de la que forma parte por ejemplo el Pirahã, con una profundidad cronológica de no más de 2 mil años352. Urban sugiere además que si se agrega a la familia Mura el Matanawi, lengua considerada aislada, se podría desplazar su foco de origen río Madeira arriba353. Asimismo, se citan a los subgrupos que corresponden al grupo Iruri, es decir, los Aripuanã, Unicoré, Iruri, a los que, según Menéndez, se suman los Terari y Anhangatiinga354. El historiador identifica el río Ipitiá, donde ha situado Rodrigues a los Arara, como siendo el río Preto o Machado355. De ser así, observamos un movimiento hacia el sur de este grupo, partiendo de su ubicación inicial a finales del siglo XVII y principios del XVIII según Fritz. Ya acercándose a la boca del río Madeira, el padre Rodrigues da cuenta de muchos otros grupos indígenas que habitaban los ríos Canumã, Guarinamá, Magués (actual Maués-Açu) - y sus afluentes Comandís, Sapopés y Ubuquaras -, Andirá y Acuriatós (actual Mariaquã). Esta información no ha sido incluida en la tabla pues la mayoría de los ríos arriba enumerados son afluentes de la margen derecha del bajo Madeira y/o medio Amazonas, cerca de la desembocadura de aquél, pero fuera del ámbito geográfico de este estudio para el siglo XVIII. A título de ejemplo, de los 47 grupos que

351

Rodrigues, Aryon Dall'Igna, Línguas brasileiras: para o conhecimento das línguas indígenas, Edições Loyola, São Paulo, 1986, p. 78, en Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, pp. 93-95 352 Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 98 353 Ibid. 354 Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 282 355 Ibid.

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cita se encuentran los Carapaiana, Maraguá, Monçaú, Muraá, Muragua, Piraguá, Pixuna, Sapopé, Ubuquara y muchos otros356. El gran número de grupos situados en esos 5 ríos refleja la concentración de la actividad misionera en la zona así como en el bajo Madeira, como hemos dicho al principio, y consiguientemente el mejor conocimiento de esa área. En lo que a las misiones y las reducciones (o descimentos)357 se refiere, el padre da información acerca de las reducciones que él había llevado a cabo en las distintas misiones. En la misión de los Tupinambaranas, se encontraban por él reducidos los Arerutu, los Comandi, Ubuquara, Japucuitabijara y Monçaú, desde el río Maués, los Puraiuaniá y Capiurematiá, desde el río Acuriatós, y los Mujuariá; y en la misión de los Andirás, parte de la “nación” Amoriá y Acaiuniá358. Desde el río Canumã, se cuenta que se le acercaron los principales de los Pixuna y Carapaiana para hablar de su reducción. Sobre los “descimentos voluntarios”, el padre Rodrigues explica los motivos de acercamiento a las misiones de algunos grupos: “Outros [indígenas], perguntando-lhes se queriam ser batizados, respondiam com estas palavras: que para isso vieram das suas terras. Indo há poucos tempos a visitar a Aldeia dos Andirases, achei onze inocentes da gente nova e perguntando a seus pais se queriam que lhes batizasse seus filhos, respondeu um, por todos, que se não quisessem que seus filhos se batizassem os não trariam à minha presença.” 359

En este extracto, vemos la importancia del bautismo para la salvación de los individuos. Pero ¿en qué consistía esa salvación?, ¿de qué se querían salvar? Debemos recordar el fuerte poder coactivo de las enfermedades y epidemias en las sociedades amerindias, ante las cuales no surtían efecto los rituales chamánicos, pero sí los jesuíticos. En este contexto podemos cuestionar hasta qué punto se puede hablar de “descimentos voluntarios” o “reducciones voluntarias”, una discusión, en sus raíces, filosófica360, y en la actualidad más bien, neuropsicológica 361 , en la que partimos del

356

Rodrigues, Padre Bartolomeu, Carta ao Padre Jacinto de Carvalho, pp. 361-372, en Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3: pp. 393-400 357 Aquí se distingue a la misión de la práctica de la reducción, la primera como lugar físico de reducción de grupos indígenas, y la segunda, la acción de atraer, captar y/o reducir a los grupos, equivalente al concepto “aldeamento” en portugués. 358 Ibid. 359 Ibid., p. 395 360 Vide Spinoza, Thomas Hobbes y John Locke. 361 Vide Benjamin Libet, Steven Pinker, Kathleen Vohs, Jonathan Schooler, etc.

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cuestionamiento del “libre albedrío” de los amerindios cuando la decisión de reducirse era la única que les quedaba ante su propia extinción. Un ejemplo de esta voluntariedad coaccionada lo encontramos en el siguiente trecho: “Uma índia também nova (que foi a que mais trabalho me deu) estando gravemente enferma, sendo instruída nos mistérios de nossa santa fé, posto que os confessava e cria, contudo no tocante ao batismo de nenhuma sorte vinha em o aceitar, mostrando-lhe eu que sem o batismo era impossível salvar-se, e perguntando-lhe (já depois de cansado) qual era a razão porque tanto repugnava o único remédio da sua alma, descobriu a soberba com que o demônio a enganava dizendo: não quero ser batizada porque logo meus parentes hão de dizer que já estive tão doente que com medo me deixei batizar.”362

Al final, cuenta el padre, que la indígena se dejó bautizar, muriéndose horas después 363 . Este miedo consciente de las enfermedades contra las cuales el bautismo parecía ser el único remedio es otro ejemplo que pone en evidencia el etnocentrismo del concepto de “descimento voluntario”. Voluntarios o no estos descimentos y bautismos no necesaria y exclusivamente representaban una rendición, sino una reinvención cultural, según la cual se producen distintas formas de resistencia adaptativa. En un artículo recién publicado en 2013, Jonathan Hill, parafraseando al antropólogo James Clifford, define el concepto de etnogénesis como el proceso de reconstrucción auténtica de nuevas identidades sociales mediante el redescubrimiento creativo y la reconfiguración de componentes tradicionales

364

. Con esa definición se alinea lo que llamamos

alternativamente “reinvención cultural”, de la cual es ejemplo la práctica ancestral del infanticidio entre algunos grupos contactados por el padre Rodrigues, una práctica tradicional entre muchos grupos amerindios que cumple variadas finalidades, entre ellas el control de la reproducción social, pero que conforme se sigue practicando se apropia de distintos y nuevos significados en un marco de resistencia adaptativa. Sobre eso, el jesuita nos proporciona algunos ejemplos concretos:

362

Ibid., p. 396 Ibid. 364 Clifford, James, "Looking Several Ways: Anthropology and Native Heritage in Alaska", Current Anthropology, 2004, 45 (1), en Hill, Jonathan D., "Long-Term Patterns of Ethnogenesis in Indigenous Amazonia", The Archaeology of Hybrid Material Culture, 2013, 165. 363

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“No fim desta narração, terá lugar o último caso que agora há poucos dias me sucedeu nesta Aldeia dos Tupinambaranas. A 24 de março uma índia nova de nação Monçaú, chegando-lhe os anúncios do parto se ausentou de casa e voltando sem a criança, posto que reparassem os de casa, não me deram parte do sucesso. Passada uma grande chuva que neste meio tempo veio [...] perguntei à índia pelo filho, respondeu-me que por nascer morto o enterrara no mato; não me fiando eu no seu dito, mandei desenterrar a criança que se achou sepultada ao pé de uma árvore, bastante longe da Aldeia. Vendo eu que ainda vivia a batizei. [...] Fosse o que fosse, hoje são 2 de Maio, ainda ela está viva e bem disposta. [...] Aqui se me ofereceu outro caso que passo a referir por ter seu principio um menino que estava presente. Vendo este sucesso, rompeu nestas palavras: 'Também a mulher principal dos Sapopés disse que, em parindo, havia de enterrar seu filho’. [...] Ao Padre Lourenço Homem, ouvi dizer que sendo missionário nos Abacaxis mandara desenterrar uma criança que sua mãe tinha enterrado no mato e achando-a viva a batizara, a qual pouco depois faleceu.”365

Yuxtaponiendo la fuente que acabamos de estudiar con una carta del padre Jacinto de Carvalho366 – si recordamos bien, el destinatario de la carta del padre Rodrigues -, de 1719, pero inédita en portugués hasta 2012, logramos una comprensión más amplia de la situación de las reducciones en el bajo Madeira a principios del siglo XVIII. El padre Carvalho habla de los rituales funerarios de algunos grupos amerindios del bajo Madeira, como los Abacaxi, descritos como caníbales empedernidos, y los Verutirj, interpretados por Porro como siendo los Iruri, de los que describe un ritual propio de sociedades jerarquizadas, confirmando así la información encontrada en Bettendorf: "[...] os Verutirj ainda não cristianizados levavam o cadáver para uma ampla espelunca, onde também guardavam carnes e peixes numa rede, arco, flechas e todas as outras coisas necessárias a viver confortavelmente, e se o cadáver era

365

Rodrigues, Padre Bartolomeu, Carta ao Padre Jacinto de Carvalho, pp. 361-372, en Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, pp. 397-399. 366 Porro, Antônio, "A ‘Relação’ de Jacinto de Carvalho (1719), um texto inédito de etnografia amazônica", Boletim do Museu Paraense Emílio Goeldi (en adelante, BMPEG), Ciências Humanas, Belém, set.-dez. 2012, v. 7 (3), 761-774

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de alguém de maior nobreza ou da ordem dos cavaleiros, dois servos e duas servas o acompanhavam, sendo com ele sepultados”367.

El trecho nos habla no sólo de una diferenciación social, sino de distintos niveles jerárquicos, como la nobleza y la orden de los caballeros, o mejor dicho, guerreros, que eran sepultados con algunos “vasallos” y acompañados de ajuar funerario. Sin embargo, hay que cuestionar la objetividad de esta descripción en cuanto a los sesgos etnocéntricos, especialmente llevando en consideración el uso del término “caballero” para describir a una sociedad donde, en fechas tan tempranas, probablemente no hubiera jinetes. Sobre los Iruri que sí habían sido cristianizados, el padre dice que estaban reducidos, junto de los Unicoré y los Arara en la misión del río Canumã368. Diferentemente a la conclusión de Menéndez sacada del análisis del Diario de Samuel Fritz, encontramos otra vez nombrada la “nación” de los Tupinambaranas, cuya población es descrita como amplia y su territorio vasto. Por otro lado, no podemos descartar la posibilidad de que el padre Carvalho al hablar de “nação dos Tupinambás”369 (nación de los Tupinambarana) se refiriera a todas las “naciones” indígenas reducidas en la misión homónima y que no se trate del mismo grupo situado en la Isla Grande (o Tupinambaranas) a quien, más de 50 años antes, se encontró Acuña y se refirió Hériarte. Sobre los grupos que comenta el padre Rodrigues haber reducido en la misión de los Tupinambaranas, como los Comandis, además de los ya reducidos Abacaxis y lo que parece ser los Curiatós (Coroici), cuenta el padre Jacinto constar más de 15 mil cristianizados 370 . Esta información parece exagerada, pero de ser acertada, supone un cambio brusco en la idea que se tenía de las misiones del bajo Madeira a principios del siglo XVIII con respecto a su tamaño y proporción. El padre Carvalho habla de “residencias” como las de los Andirás y los Maués, que según él, florecían371; y sobre los Abacaxi, vuelve a hablar de cifras desproporcionales: “De todas as dilatadíssimas províncias a que esses rios levam, a mais poderosa é certamente a que é habitada pelos Abacaxis [Abecoarj], [...]. [...] O alimento comum a esses povos é a carne humana, razão pela qual o seu entretenimento é

367

Ibid., 769 Ibid, 772 369 Ibid .,769 370 Ibid. 371 Ibid., 771 368

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ir à caça ou à pesca [sic]372 dos povos vizinhos; para esse fim, juntando um exército de trinta mil homens, vão assediar as terras alheias e, embora no combate às vezes sejam vencidos, no mais das vezes saem-se vencedores; assam a carne dos inimigos mortos, devoram-na e depois penduram-lhe os ossos nas muralhas e as caveiras as colocam ao redor, sobre umas tábuas suspensas no alto; estes são os enfeites que ostentam em suas casas, razão pela qual não havia quem não se horrorizasse só ao pensar em ir para tal província; mesmo assim, lá adentrou o missionário373, [...] com suas pregações e ensinamentos, fez com que em cinco povoados cada um desse sepultura aos ossos que tinha pendurados em casa ou amontoados fora dela, e fossem libertados aqueles pobres prisioneiros mantidos em cárcere para serem devorados à mesa [...].”374

Analizando este extracto de la carta del padre Jacinto, en lo que a la articulación de los grupos del sertão del bajo Madeira y del Abacaxis se refiere, parece ser que los Abacaxi, mediante guerras rituales, con cautivos, rituales y sacrificios humanos, y su supuesta superioridad poblacional, ejercían cierta predominancia sobre los demás grupos en la zona. Debemos recordar que en el apartado 1.3 hablamos sobre una posible hegemonía de los Iruri hacia finales del siglo XVII, los cuales con el abandono de su misión se trasladaron a la de los Abacaxis. El análisis de los procesos de etnogénesis que se pudieron producir en la misión de los Abacaxis va más allá de la dialéctica entre autónimos y exónimos. No obstante, las transformaciones en las relaciones intra e intertribales/étnicas derivadas de la llegada de un nuevo grupo a una localidad aunque indudables son aquí apenas imaginables. En lo tocante a su organización socio-política, no sabemos si el trecho abajo se refiere a los Abacaxi o a otro grupo del sertão del Madeira, pero lo que sí nos muestra es una organización en aldeas con principales, y por encima de éstos un jefe religioso o chamán, a los que los distintos subgrupos tributan con prisioneros de guerra: “Num daqueles arraiais, vivia uma mulher chamada Cunhã Moacara, ou seja, no idioma do país, “Mulher de grande nobreza”. Era ela sumamente respeitada e venerada por todos, tanto que ninguém jamais lhe fazia qualquer ofensa, por menor que fosse; [era] bem adestrada nas bruxarias do demônio [...]. A ela 372

Ibid. El autor habla en tercera persona (Ibid., 771) 374 Ibid., 771-772 373

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todos acorriam como a um oráculo e os Tubixabas375 de todos os povoados lhe obedeciam como se fosse sua rainha, e ao retornar da guerra lhe tributavam os prisioneiros mais gordos.”376

Si a esta economía basada en la guerra le sumamos la existencia de un posible sistema defensivo en las aldeas (murallas o palizadas), puede ser que, de hecho, se tratase de una sociedad fundamentalmente guerrera. Sin embargo, los Abacaxi no eran los únicos grupos que cundían el terror entre los demás grupos. El padre Carvalho también habla de los Iaoensi, grupo no identificado, asociados por Porro a los Yauei o los Jaquezes377. Sin embargo, si nos referimos a la relación del padre Rodrigues ( Fig. 19), posiblemente podemos sugerir una correspondencia con los Jãoens, de la margen izquierda del río Madeira. El cronista por un lado les compara a los Abacaxi por su gusto por el canibalismo, y por otro les distingue por su lengua (diferente de la de los demás) y en lo que a su estrategia bélica se refiere, más caracterizada por la guerrilla378. A pesar de ello, el padre también logró reducirlos. Es importante enfatizar la asociación que hace, y que no sabemos si objetiva o no, entre la belicosidad e “incivilidad” o “salvajismo” de los grupos con la práctica del canibalismo. No obstante, sí es importante recordar que el canibalismo era una justificativa suficiente para declararles guerra justa. En 1716, el gobernador del Pará, Cristóvão da Costa Freire organizó una expedición de guerra a mando de João de Barros da Guerra contra los indígenas Torá, debido a las hostilidades que éstos habían practicado contra las misiones de Canumã y Abacaxis379. Los Torá supuestamente ocupaban el río Maici, entre los ríos Machado y Marmellos380, es decir un territorio vecino a los Mura, conforme se propone en la Fig. 19. De ser así, recorrían un largo trayecto en sus acometidas en el bajo Madeira y, según Gonçalves da Fonseca, llegando hasta el Amazonas a interceptar los barcos que iban del Pará al río Solimões a buscar cacao381. De los grupos Torá envueltos en el conflicto, algunos escaparon y otros, mediante acuerdo de paz, fueron reducidos en

375

Término usado para referirse a los principales (Ibid., 767) Ibid., 772 377 Ibid., 773 378 Ibid. 379 Soares, José Paulo Monteiro y Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues Ferreira 380 Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 282 381 Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará”, en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874, BNRJ, Río de Janeiro, OR 293 376

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la misión de los Abacaxis382 y en otra en la boca del río Xingú (Porto Moz)383. De esa misma época, se tienen noticias de la intervención de un arrendatario del gobierno del Pará, el capitán Manuel Franco Tavares, en el descimento de cerca de 400 indígenas de distintos grupos y lenguas a la misión de los Abacaxis, bajo supervisión del padre Sampaio; entre estos grupos se encontraban: los Goyapinas, Maraguas, Pixunas, Iaraguarizes (Jaguaretus/ Jaguaretés)384, Ihorazes, y Aroaxiazes385. Este pillaje resultó en la venta en el Pará de más de 80 indígenas como esclavos386. Esto demuestra, asimismo, la volatilidad de las alianzas entre los misioneros y los sertanistas, como apunta Ângela Domingues387. Como hemos podido observar, ya en el primer cuarto del siglo XVIII contemplamos un aumento de la actividad colonial a lo largo del curso del Madeira, una actividad protagonizada ya no sólo por los misioneros, sino gradualmente por el gobierno y la corona portuguesa. Esto se puede comprobar en una carta de D. João al gobernador João da Gama, del 5 de noviembre de 1727, en la que se solicita información acerca de las misiones que había en el río Madeira, su religión, la extensión de sus territorios, distancia desde el Pará, posibilidades de descimentos futuros y quiénes podrían llevarlos a cabo y administrarlas388. Vitor Hugo considera la carta del padre Bartolomeu Rodrigues un preludio a la expedición de Francisco de Melo Palheta nueve años más tarde - según el historiador, la primera bandera oficialmente “eficaz” del Madeira -, puesto que despertó el interés del gobierno por explorar ese río hasta sus cabeceras389. Sin embargo, José Gonçalves da Fonseca, cronista de la expedición de Luiz Fagundes Machado de 1749, cuenta que este cambio en la iniciativa por parte del gobierno paraense fue debido a la noticia de la presencia de europeos en el alto Madeira:

382

Soares, José Paulo Monteiro y Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues Ferreira 383 Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 282 384 Caeiro, José, Primeira publicação após 160 anos do manuscrito inédito de José Caeiro, p. 487, en Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 282 385 Informação do Maranhão Pará e Amazonas, para El-Rei do Pe. Visitador Manuel de Seixas, 13 de abril de 1718, en Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 4, apênd. G, Ed. Itatiaia, Rio de Janeiro, 1943, p. 388 386 Hugo, Vitor, Desbravadores, pp. 33-34 387 Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 51 388 Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 305 389 Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 32

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"No ano de 1723 governando o Estado do Pará390 João da Gama da Maia, teve este noticia por alguns homens que iam contratar gentio ao rio Madeira, que acima das suas cachoeiras havia habitações de gentes europeias, sem constar ao certo se de portugueses ou de espanhóis [...].”391

De todas formas, el naturalista Alexandre Rodrigues Ferreira coincide con Gonçalves da Fonseca – y como veremos a lo largo de este capítulo, bastante a menudo – en que la expedición de Palheta no supuso grandes avances en cuanto al reconocimiento del curso superior del río392. Por otro lado, Maldi Meireles enfatiza que es gracias a esa expedición que tenemos el documento más antiguo luso-brasileño, aunque anónimo, sobre las misiones de Moxos393. Por orden del gobernador y capitán general del Pará, João da Maia da Gama, en 1722 el sargento-mayor Francisco de Melo Palheta fue encargado de reconocer las cabeceras del río Madeira394. La crónica que nos trae Capistrano de Abreu parece ser de un narrador anónimo, aunque se considera que algunas partes pueden ser de autoría del propio Palheta395. La expedición, compuesta de 118 hombres, alcanzó la boca del río Madeira el 2 de febrero de 1723 y recorrió todo su curso, pasando por el Guaporé y adentrándose en el Mamoré ya en dominios españoles396. Siguiendo el trayecto de la expedición río Madeira arriba, la crónica relata que en el paso de la expedición de Melo Palheta por la misión de Abacaxis, el padre Sampaio, su misionero le suministró herramientas, víveres y más de 200 indígenas remeros. Esta 390

Estado del Maranhão y Gran-Pará posteriormente Estado del Gran-Pará y Maranhão (1751), hasta la década de 1770, cuando se divide en Estado de Pará y Rio Negro y Estado del Maranhão y Piauí (cada uno formado por las 2 capitanías homónimas). Su incorporación efectiva al territorio brasileño se daría con la independencia de Brasil en 1822 (Chambouleyron, Rafael, "Conquista y colonización de la Amazonía Brasileña (s. XVII)", en Santos Pérez, José Manuel, y Petit, Pere ed., La Amazonía Brasileña en perspectiva histórica, Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2006, 11-22). 391 Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará”, en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874, BNRJ, Río de Janeiro, OR 293, p. 353 392 Soares, José Paulo Monteiro y Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues Ferreira; y Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará”, en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874, BNRJ, Río de Janeiro, OR 293 393 Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, p. 99 394 Soares, José Paulo Monteiro y Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues Ferreira; y Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará”, en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874, BNRJ, Río de Janeiro, OR 293 395 Pinto, Emanuel Pontes, “Viagem e descobrimento ao rio Madeira e suas vertentes por Francisco de Melo Palheta, Revista Veredas Amazônicas, 2 (2), 2012, pp. 69-86 396 Anônimo, “A bandeira de Francisco de Mello Palheta ao Madeira”, en Abreu, J. Capistrano de, Caminhos antigos e povoamento do Brasil, Edições Demócrito Rocha, Fortaleza, 2004, pp. 143-159

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aparente generosidad ignaciana no era más que su obligación, conforme las 2 provisiones de 1718 que ordenaban la remoción de los misioneros que no entregasen sus indios al servicio del Estado397. Pero el hecho de que fuera necesaria una legislación que lo dictara demuestra entre otras cosas su necesidad ante la no conformidad y desobediencia de muchos padres, como veremos más adelante. Además, los indígenas remeros eran una necesidad constante en dichas expediciones, dada la alta incidencia de fugas, e imprescindibles para su continuidad. En el medio Madeira, la expedición hizo campamento (arraial) en un asentamiento abandonado de los Juma (grupo lingüístico Karib), delante de la Isla de las Onças, en la que se erigieron un almacén, un puesto de guardia y una iglesia, con la invocación de Santa Cruz de Iriumar398. José Gonçalves da Fonseca cuenta que cerca de su campamento, en el río Urupuny399, habitaban los Mura, y que se podía avistar los incendios que provocaban por las noches400. Posiblemente, esta práctica era usada para la caza. Tras casi 4 meses de preparativos para poder franquear los obstáculos hidrográficos del alto Madeira en el campamento, llegó, finalmente, el socorro solicitado a Belém401, acompañado del Padre Sampaio, quien también estaba de paso en dirección al alto Madeira402. En el tramo de las cachuelas, concretamente en la 5ª, llamada Mamiu (hoy Salto do Jirau) se relata el encuentro con los indígenas Pama, con quienes no consiguieron entenderse hasta que su língua (“lengua”) o intérprete empezó a “falar-lhe em língua de outro gentio seus conhamena” 403 . El término “cunhamena”, del que ya hemos tratado, es una palabra tupi para referirse a pariente político masculino (male inlaw)404. No obstante, es importante resaltar que más que denominar a una u otra persona o grupo de personas, el término alude al tipo de relación que se tenía con ellas, el cual, en

397

Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 35 Anônimo, “A bandeira de Francisco de Mello Palheta ao Madeira”, en Abreu, J. Capistrano de, Caminhos antigos e povoamento do Brasil, p. 143 399 O Urupuná, cerca del río Baetas, según el editor cândido Mendes de Almeida (Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará”, en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874, BNRJ, Río de Janeiro, OR 293, p. 305) 400 Ibid. 401 Anônimo, “A bandeira de Francisco de Mello Palheta ao Madeira”, en Abreu, J. Capistrano de, Caminhos antigos e povoamento do Brasil, p. 144 402 Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3: 400-401 403 Anônimo, “A bandeira de Francisco de Mello Palheta ao Madeira”, en Abreu, J. Capistrano de, Caminhos antigos e povoamento do Brasil, p. 148 404 Sommer, Barbara, "Alliance in the Sertão: The Competition for Power and Prestige in EighteenthCentury Grão-Pará", en Mello e Souza, Márcia (coord.), “Panel Sertões, Cities, and Lands: Perspectives on the Minor Nobility in Seventeenth and Eighteenth Century Colonial Amazonia”, Congresso Internacional Pequenas Nobrezas Nos Impérios Ibéricos do Antigo Regime, Lisboa, 18-21 de Mayo de 2011. 398

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este caso, parecía ser de alianza a través de lazos matrimoniales. Sin embargo, es difícil hacer afirmaciones cuando desconocemos el significado de cuñamena no sólo en el discurso colonial, sino especialmente en el del cronista, de forma que no podemos descartar la posibilidad de que se quisiera referir simplemente a una relación de alianza o amistad. Lo que sí se nos permite inferir es acerca de las relaciones intertribales, desarrolladas en el ámbito de los conflictos y alianzas, éstas no necesariamente matrimoniales, sino también comerciales, guerreras, etc. En esa línea llamamos la atención a la cuestión de la inteligibilidad lingüística, que puede contribuir mucho en la comprensión de las relaciones intertribales. Mientras, por un lado, puede ser un indicador de filiación lingüística, al tratarse de dialectos de una misma lengua o de la misma familia lingüística (y posiblemente con no mucha profundidad cronológica), por otro, y especialmente si se trata de lenguas distintas, son un indicador de relaciones intertribales, en tanto que su inteligibilidad mutua sólo es posible pues los grupos se relacionan. Más arriba del tramo de cachuelas del río Madeira, en un enclave indeterminado del Mamoré-Guaporé, los miembros de la expedición relatan otro encuentro, pero con un grupo distinto de indígenas, los Cavaripuna: "[...] Procurando ao principal daquela nação [...] seis pessoas, a saber, um índio de meia idade, com dois filhos maiores, duas crianças e a índia mãe desta família. [...] lhes mandou perguntar se entre eles havia algum principal, ao que respondeu o índio pai da família que não, e que temido dos brancos pelo não cativar viviam separados, cada um por um por seu norte distinguidos e de sua nação, solitário ele vivia naquelas brenhas, mas que sabia que o principal Capejú que da outra banda do rio vivia desejava muito de ter fala de brancos para se comerciar; [...] disse que quatro dias e que ele mesmo o iria chamar e que esperássemos depois de passada a última cachoeira e que por firmeza de sua palavra deixaria na nossa companhia sua mulher e filhos [...]" 405

A partir del análisis de este trecho podemos extraer algunos ejemplos de temas anteriormente abordados en este trabajo. Inicialmente, vemos la disrupción de la organización social del grupo como consecuencia del contacto con el hombre blanco. Sin embargo, este fenómeno se muestra mucho más complejo que una simple relación de causa-efecto. Parece ser que no se trata de una decisión colectiva, sino que una estrategia Anônimo, “A bandeira de Francisco de Mello Palheta ao Madeira”, en Abreu, J. Capistrano de, Caminhos antigos e povoamento do Brasil, p. 150 405

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adaptativa de uno o algunos núcleos familiares, mientras la otra parte del grupo, al otro lado del río, había optado por la vía del contacto con los blancos. Sería interesante poder conocer los motivos que respaldan esta discordia de tomadas de estrategia, pero solamente se nos permite considerar que en ambos casos se trataran de estrategias de supervivencia y adaptación, aunque distintas en sus medios, iguales en sus fines. En segundo lugar, tenemos otro ejemplo de la práctica del “rehén”, conforme se refiere el propio discurso colonial, posiblemente en representación de confianza y del comienzo de relaciones amigables o de alianza. Como vimos en la

Fig. 19, al principio de este apartado, el padre Rodrigues en 1714 había mencionado también en la margen izquierda del alto Madeira a los Cajaripunas. Basándonos en fuentes posteriores del siglo XVIII que ubican tanto a los Cavaripunas406 como a los Karipuna en el tramo de las cachuelas o mencionan su reducción en la misión del alto Madeira, podemos asumir que estos grupos corresponden a los Karipuna407. El etnómio Karipuna (Caripuna y/o Carapuna) es otro ejemplo de denominación genérica colonial designada a diversos grupos; además del grupo étnico del río Madeira hay referencias a Caripuna en los ríos Solimões (Acuña)408 y Blanco409. De hecho, muchas de las etnias que se conocen a partir del siglo XVI son creaciones coloniales410. El término “Caripuna”, o más concretamente “cari” - vocablo tupi - tiene distintas definiciones (hombres blancos, europeos o los “civilizados”, etc.411), sin embargo, todas coinciden en la representación del otro. De manera que el significante “caripuna” es un concepto exclusivo en todos sus significados, análogo al concepto de “extranjero”, puesto que no se trata de un autónimo de ninguno de los grupos que lo utilizan, sino de una representación de la alteridad, originalmente aborigen, pero luego incorporada por el discurso colonial. Esta transformación de significados culturales refleja nuevas percepciones y designaciones tanto del “extranjero” como de “ego” en cuanto grupo, y se

406

Ibid. Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", 311 408 Acuña, Cristóbal de, Nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas, pp. 144-146 409 Porro, Antônio, Dicionário etno-histórico da Amazônia colonial, Instituto de Estudos Brasileiros, São Paulo, 2007, pp. 31-32 410 Taylor, William B., y Pease, Franklin (eds.), Violence, Resistance, and Survival in the Americas, Smithsonian Institution Press, 1994 en Boccara, Guillaume , “Mundos nuevos en las fronteras del Nuevo Mundo”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos 411 Porro, Antônio, Dicionário etno-histórico da Amazônia colonial , pp. 31-32 407

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plasma en la superposición de los dualismos entre clanes, tribus y etnias por nuevos como el de indio X blanco, indígena X no-indígena, y posteriormente índio X brasileiro. De camino de vuelta a Belém, la expedición se encontró nuevamente a los Karipuna, pero esta vez, al otro bando, del principal Capejú: “Pediram todos se queriam batizar, ao que o nosso Cabo lhes disse, aprendessem primeiro a doutrina cristã, para o que lhes deixava um índio catequista; isto sim, se batizaram os filhos menores por serem crianças e o mesmo Sargento-mor que é o dito nosso Cabo e o Capitão foram padrinhos daqueles inocentes./ [...]. O índio a quem o Cabo lhe encarregou lhes ensinasse a doutrina, se chama Manuel Camacho, o qual é de boas práticas e muito fiel aos brancos, a quem deixamos com este gentio e com ferramentas bastantes para ensinar também a fazer roças e plantar [...]./ Também fica praticado para se descerem os da nação Apamas 412 e a Matiris 413 cujas povoações são cunhamenas desta nação Cavaripunnas e agora já estarão juntos e descidos para roçarem sobre o rio, que são confinantes umas às outras, a quem também o nosso Cabo mandou dar ferramentas e outros mimos." 414

En este texto nos deparamos con otro ejemplo de lo que se considera un “descimento voluntario”, o en otras palabras, “descimento coaccionado”, según el cual, normalmente los indígenas demuestran el interés en ser bautizados. No sabemos cuáles fueron los motivos diversos – o mejor dicho, adversos – que conllevaron esta voluntariedad, pero sí hemos visto antes que el grupo ya estaba en proceso de disrupción. En este segundo encuentro con los Karipuna, fueron los expedicioneros quienes dejaron con los amerindios a “uno de los suyos”, en ese caso un indígena, pero no tanto en calidad de “rehén”, sino más bien en tarea evangelizadora (y “civilizadora”). De una forma o de otra, ese indígena sería el intermediario articulador del proceso de alianza y reducción - lo cual es un ejemplo más de la multiplicidad y complejidad de roles de los distintos actores sociales en el contexto de las relaciones interétnicas. Finalmente, se menciona la relación de alianza existente entre los grupos Pama, Matiri y Karipuna, aquéllos cuñamena de éste. Según el antropólogo Giglioli, los Pama

412

Pama Camateris o Mura o Matanawi¿? 414 Anônimo, “A bandeira de Francisco de Mello Palheta ao Madeira”, en Abreu, J. Capistrano de, Caminhos antigos e povoamento do Brasil, pp. 158-159 413

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eran un subgrupo de los Karipuna 415 . Los Karipuna pertenecían al grupo lingüístico Pano416, mientras que los Matiris, no se tiene certeza a qué grupo correspondían. Si nos referimos a la Fig. 19, Rodrigues sitúa contiguamente a los Karipuna y a los Pama a un grupo denominado Camateris, de forma que una posible interpretación es que se trate del mismo grupo417. Por otro lado, basándonos en las tribus que posteriormente fueron reducidas en la primera misión del alto Madeira y en la inexistencia de cualquier mención a los Mura en la crónica de la expedición de Palheta - un grupo muy presente en el discurso colonial dieciochista sobre todo por su violencia y carácter aterrador - podemos sugerir la posibilidad de que se tratara de los Mura o de los Matanawi, éste considerado por unos una lengua aislada y por otros una lengua de la familia lingüística Mura418. No obstante, la hipótesis de Menéndez parece más acertada, especialmente si tenemos en cuenta que tanto el etnónimo Matiris como Camateris son exónimos fonológicamente similares provenientes de diferentes grupos étnicos, posiblemente de distintas familias lingüísticas. A principios de agosto de 1723 419 , la expedición de Palheta llegó con sus 10 embarcaciones a la misión de Exaltación420. La reducción impresionó bastante a los lusobrasileños por su organización, cantidad de indígenas reducidos e iguarias421, aunque se nota cierto exagero en el discurso del cronista cuando dice, por ejemplo, que había tanto ganado vacuno que podía llegar de 3 a 4 mil cabezas por cada indígena422. Asimismo, describe la organización del trabajo en la misión, según la cual se les asignaba a los indígenas un área de cultivo, y éstos convocaban a jornaleros indígenas para labrar sus tierras, cuya mano de obra era solicitada a los regidores; una vez finalizado el trabajo, se les pagaba a los jornaleros423. Los regidores eran 2 y parecían estar en la cumbre de una jerarquía social, sucedidos de 2 capitanes, y éstos a su vez de 2 alcaides. Como veremos Giglioli, Enrico, “Appunti sulle condizioni attuali delle tribu indigene dell'alto Madeira e regioni (Brasilie e Bolivia)”, en Landi, Andrea (org.) Archivio per l'Antropologia e la Etnologia, Florence, 1906, vol. 36, 49, en Métraux, Alfred, The native tribes of Eastern Bolivia and Western Mato Grosso, p. 45-53 416 Fleck, David, W., "Pano Language and Linguistics", APAMNH 417 Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 311 418 Urban, Greg, "A história da cultura brasileira segundo as línguas nativas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 98 419 Carta de un misionero en Exaltación de Cavibabas a su superior, 8 agosto 1723, Archivo General de Indias, Sevilla, Audiencia de Charcas (en adelante AGI, Charcas), leg. 264, doc. 5 420 Testimonio legalizado del auto de la Audiencia de La Plata, 23 de octubre de 1724, AGI, Charcas, leg. 264, doc. 1 421 Anônimo, “A bandeira de Francisco de Mello Palheta ao Madeira”, en Abreu, J. Capistrano de, Caminhos antigos e povoamento do Brasil, pp. 155-156 422 Ibid., p. 155 423 Ibid., p. 156 415

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más adelante, en la misión de Magdalena, hay referencias de que estos alcaides eran los antiguos principales de las tribus reducidas. En el caso de que esto también fuera así en Exaltación, aunque se tratara de una incorporación y transformación de la estructura de poder de los grupos reducidos, es muy probable que estos nuevos status hubiesen surgido como regalías en el contexto de amansamiento y en realidad, estuviesen acotados y relegados dentro de una jerarquía mucho mayor en la sociedad colonial. Esta organización del trabajo indígena era muy distinta a la llevada a cabo por la administración colonial lusitana424. Antônio Porro considera que el trabajo indígena fue la base para el desarrollo de la economía misionera en Brasil, mediante el Regimento das Missões (1686-1757), con el que habría alcanzado su edad de oro, sobre todo en la primera mitad del siglo XVIII, excluyéndose de la competencia del Estado o de la iniciativa privada 425 . La organización de la mano de obra indígena se realizaba de la siguiente manera: se inventariaba una vez al año a los hombres de 13 a 60 años para designarles a las reparticiones, conforme ilustrado en el gráfico abajo (Fig. 20) 426:

Repartimiento de mano de obra indígena masculina entre 13 y 60 años de edad

33%

33%

Misión (nucleo residente) Sector Privado (secular)

9%

Sector Privado (regular)* 25%

Sector Público

* Considerando una población de 100 personas.

424

Para un estudio más profundo sobre el trabajo indígena en la primera mitad del siglo XVIII, véase Alden, Dauril, The Making of an Enterprise: the Society of Jesus in Portugal, its empire, and beyond, 15401750, Stanford University Press, Stanford, 1996; Mello, Marcia Eliane Alves de Souza e, Fé e Império: as Juntas das Missões nas conquistas portuguesas, Editora da Universidade Federal do Amazonas, Manaus, 2009; Leonardi, Victor, Entre Árvores e Esquecimentos: história social nos sertões do Brasil, Paralelo 15/Editora UnB, Brasília, 1996; Schwartz, Stuart B., Da América Portuguesa ao Brasil, Difel, Lisboa, 2003; etc. 425 Porro, Antônio, O Povo das Águas, p. 39 426 Ibid.

126

Fig. 20: Repartimiento de mano de obra indígena por la administración lusitana en Amazonia en la primera mitad del siglo XVIII427.

En lo que al sector privado se refiere, de 1/3, el misionero podía designar 25 a su servicio, y los restantes eran repartidos como mano de obra a los habitantes de las aldeas, haciendas y poblaciones circunvecinas para labores agrícolas y de transporte (sobre todo como remeros)428. El último tercio era repartido a las autoridades, siendo designado tanto a los servicios públicos como a los cabos de las tropas destinadas al sertão429. La ley de repartimiento preveía una serie de prerrogativas que, sin embargo no eran cumplidas, tales como: el carácter voluntario del repartimiento, la remuneración en especie, carga horaria limitada a determinado número de meses y nunca en años consecutivos, uso de mano de obra indígena femenina solamente en tareas domésticas, etc.

430

Los

incumplimientos y abusos de esta legislación significaban que, en la práctica, había muy poca distinción en el trato a los indígenas esclavos, capturados en las guerras justas, y los indígenas libres431. Según el cronista, la riqueza de la misión de Exaltación se debía a la organización del trabajo, en la que al padre la única administración que le confería era la de los sacramentos. Este planteamiento también es compartido por muchos historiadores actuales, que resaltan que una diferencia rotunda entre las políticas coloniales de las coronas castellana y lusitana era la condición jurídica del indígena: mientras la legislación castellana (desde 1504) declaraba al indígena libre y en igualdad de derechos con respecto a los demás súbditos, la corona lusitana sólo lo hizo mucho más tarde432, casi 2 siglos y medio después. En este estudio planteamos que, de hecho, éste es uno de los factores que contribuyó al fracaso hasta el siglo XIX y consiguiente retraso de la empresa colonial en el lado portugués de la frontera suramazónica. Pese a la bienvenida recibida por los portugueses, Palheta, antes de irse, desaconsejó a los jesuitas a remontar el Guaporé recordando que todo y todos desde la boca del Itenes (Guaporé) y Mamoré hacia abajo pertenecían a la corona lusitana433. Por otro lado, la visita a las misiones de Moxos no fue bien acogida por el virrey del Perú,

427

Ibid. Ibid., pp. 66-67 429 Ibid. 430 Ibid. 431 Ibid. 432 Solano, Francisco de, “Contactos hispanoportugueses en América a lo largo de la frontera brasileña”, Revista de Indias, CSIC, Madrid, Anexo 4, 1990, 208 433 Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, p. 102 428

127

quien un año después finalmente autorizó a los indígenas de Moxos a empuñar armas de fuego 434 , recibiendo la aprobación del rey de Castilla el 25 de julio de 1725 435 . Sin embargo, los ignacianos ya habían solicitado dicha autorización meses antes de la visita de Palheta, concretamente el 8 de abril de 1723436, la cual había sido denegada437. Esto retrocede las primicias de tensión en la “frontera”, quizás dado al aumento de la presencia de los bandeirantes en la zona de Cuiabá y el valle del Guaporé a finales de la década de 1710. Denise Maldi Meireles enfatiza que Palheta había dejado una impresión de vulnerabilidad en la frontera luso-castellana, de manera que diez años más tarde, en 1733, una real cédula prohibía la navegación del río Madeira 438 . Sin embargo, a esta vulnerabilidad hay que añadir otros factores, como la irresolución con respecto a los límites territoriales – no se sabía a ciencia cierta si las minas de Cuiabá y Mato Grosso se situaban en dominios españoles o no439 -, el proteccionismo y valor estratégico de los nuevos yacimientos metalíferos que se descubrieron en el valle del Guaporé, cuya extracción necesitaba ser controlada y protegida de los intereses castellanos, y finalmente, el intento de prevenir el despoblamiento del Pará ante la fiebre del oro en Mato Groso440. Lo cierto es que, desde al menos 1737, ya se habla de la necesidad de expulsar a los portugueses de las minas recién descubiertas de Mato Grosso441. Eso demuestra que pese a que el río Madeira quedara vedado por ley durante 21 años, en la praxis, eso no logró impedir el tránsito de sertanistas, bandeirantes y exploradores como veremos a continuación. 3.1.2 The Gold Rush Desde mediados del siglo XVII la corona portuguesa decidió incentivar la búsqueda de metales preciosos ofreciendo como recompensa títulos de nobleza y cargos

434

El virrey del Perú a Su Majestad, 13 de noviembre de 1724, AGI, Charcas, leg. 218, doc. 13 Real Cédula, 25 de julio de 1725, AGI, Charcas, 181, doc. 3 436 Memorial del procurador de la Compañía de Jesús en Perú, 8 de abril de 1723, AGI, Charcas, leg. 382, doc. 5 437 Carta al Consejo de Indias, 5 de julio de 1723, AGI, Charcas, leg. 158, doc. 46 438 Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, p. 102 439 El marqués de Torrenueva al capitán general de Santa Cruz de la Sierra, 08 de octubre de 1738, AGI, Charcas, leg. 161, doc. 20 440 Menéndez, Miguel, “Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira”, RMP, 305 441 El gobernador de Buenos Aires al Secretario del Estado, 23 de agosto de 1737, AGI, Charcas, leg. 161, doc. 17 435

128

militares (además del debido apremio y comisión)442. Este cambio de la política lusitana se encuadra en un contexto de vuelco en las relaciones con España, déficit del reino lusitano y crisis europea443, y acabó produciendo resultados fructíferos, considerando que un siglo más tarde, hacia 1750, Brasil era el mayor productor mundial de oro, con una producción media anual de 500 mil onzas (15,5 t.)444. La producción minera de Mato Grosso, según la clasificación de Coppola, se insiere en el segundo ciclo del oro brasileño, cuando ya sus procesos y métodos de extracción fueron reglamentados (1730)445. Hacia finales de la década de 1710 la bandera de Pascoal Moreira Cabral descubrió oro en la zona de Cuiabá 446 . En el expediente castellano sobre la demarcación de límites de 1796, se señala a los paulistas como principales instrumentos de usurpación de los portugueses desde 1724, con su llegada a Cuiabá, fundando la villa de Bom Jesus de Cuiabá447 hacia 1729448. Este descubrimiento atrajo la atención de muchos, incluyendo el gobierno, bandeirantes, sertanistas, oportunistas, entre otros, pero también la mirada de las viejas y nuevas potencias extranjeras. Tanto es así que ya en 1726 se conocen las primeras noticias de Cuiabá por la corona británica, aunque su localización siguiese poco conocida: "[…] to inform your grace in what part of the Brasils the new mines were discovered. But since find [sic], they are within the district of Cuiaba, which they say is up the country not very remote from Nova Colonia."449

Sin embargo el “gold rush” hacia el oeste luego empezó a frenarse ante los primeros indicios de agotamiento de las minas, y a redireccionarse hacia el norte a la 442

Veiga, Marcello Mariz da; Silva, Alberto Rogério B.; y Hinton, Jennifer J., "O garimpo de ouro na Amazônia: aspectos tecnológicos, ambientais e sociais", en Extração de ouro: princípios, tecnologia e meio ambiente, CETEM/MCT, Rio de Janeiro, 2002, 271-272 443 Ibid. 444 Coppola, M., “Gold Rush in Brazil”, Randol at Vancouver ‘94 - Latin America Mining Opportunities, Vancouver, 31 de oct. – 02 de nov., 1994, 43-50, en Veiga, Marcello Mariz da; Silva, Alberto Rogério B.; y Hinton, Jennifer J., "O garimpo de ouro na Amazônia, en Extração de ouro: princípios, tecnologia e meio ambiente, 271-272 445 Ibid. 446 Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 307-308 447 Futuramente capital de la provincia de Mato Groso. 448 "Extracto del expediente sobre la demarcación de límites con el Portugal en la América Meridional (1796)", Servicio Histórico Militar, Madrid, Colección de documentos, sig. nº. 5.1.1.4 en Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, Compañía Literaria, Madrid, 1996, pp. 95-115. 449 “[…] informar a su eminencia de la ubicación donde fueron descubiertas las minas en Brasil. Se ha constatado que están dentro del distrito de Cuiabá, que se encuentra en el interior del país, no demasiado lejos de Nova Colonia.”; Brigadier General James Dormer to State Secretary, June 15 th 1726, The National Archives, Londres (en adelante, NA), SP 89/33, f. 131 (traducción personal).

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cuenca del Guaporé. Segundo el historiador británico, Robert Southey, los primeros yacimientos auríferos fueron descubiertos sobre el río Sararé en 1734, por el paulista Antônio Fernandes de Abreu y en el Galera (otro afluente del Guaporé) por los hermanos Fernando y Artur Paes de Barros 450. Los bandeirantes y sertanistas también encontraron oro en los ríos Alegre y Corumbiara; además de movidos por la fiebre del oro, buscaban otros medios de ganarse la vida, mediante la captura y comercio de drogas del sertão e indígenas, sobre todo a los Pareci, Cabixi, Mequens y Corumbiara, entre muchos otros grupos que habitaban el valle del Guaporé451. A lo largo de la década de 1730 se fundaron núcleos de poblamiento alrededor de las yacijas mineras, como es el caso de San Francisco Xavier, donde hacia 1736 ya vivían cerca de 500 personas, Pouso Alegre (futura capital de la capitanía), entre muchos otros asentamientos dispersos, también llamados “arraiais” (campamentos), como el de Isla Comprida 452 . Estos núcleos de asentamiento suplían las minas de los medios de producción y subsistencia, por un lado, y de fuerza de producción por otro, al ejercer de punto de partida de las tropas de rescate. Esta fuerza de producción se constituía de mano de obra indígena, pero especialmente de la negra, cuya introducción en la región, produjo muchos cambios no sólo en la economía, sino también en las relaciones interétnicas, y consiguientemente en el conjunto de la sociedad y su demografía. Desde el principio, tanto el coste como el abastecimiento de víveres supusieron un problema. Pero esa situación de escasez se veía contrabalanceada por las oportunidades que prometía la abundancia de oro, que, según se cuenta, se encontraba a ras del suelo453. No obstante, en cuestión de menos de una década el oro empezó a agotarse, lo cual, sumándose a una inflación desenfrenada, volvía penosa y prácticamente insostenible la subsistencia de los

campamentos

auríferos

(arraiais). Esta inflación

estuvo

probablemente relacionada a la especulación, por un lado, suscitada con la fiebre del oro, y, por otro, derivada de la dificultad de manutención de la economía de la región. El aprovisionamiento de las minas de Cuiabá y Mato Groso se daba sobre todo a través de

450

Southey, Robert, História do Brasil, p. 176 Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, século XVIII, p. 104 452 Ibid., pp. 103-116 453 James Dormer al Secretario del Estado, 15 de junio de 1726, NA, SP 89/33, f. 131 451

130

los monzones del sur (monções) por la ruta transcapitanial (fluvial y terrestre) São PauloGoiás454 hasta Cuiabá y el valle del Guaporé (futuramente capitanía de Mato Groso). Este contexto de decadencia metalífera fue promovedor de nuevas exploraciones organizadas por bandeirantes y sertanistas, entre la que cabe destacar la de Manuel Félix de Lima, que en 1742, salió desde el río Sararé, navegando por el Guaporé, Itonamas, recorriendo todo el curso del Madeira hasta llegar a Belém del Pará. Inicialmente, estaba constituida de 50 hombres, entre los cuales había paulistas, como João Barbosa Borba Gato, Antonio de Almeida Moraes, Mateus Correia Leme y Francisco Leme do Prado, reinóis455, forajidos, endeudados, así como indígenas y esclavos456. No obstante, en vista de los peligros de los “gentíos” de la zona, menos de 36 hombres concluyeron la expedición457. Se llega a visitar algunas misiones castellanas en el Guaporé (San Miguel) y en los Moxos (Magdalena), las cuales se describen exhaustivamente y, una vez más, se exaltan por su prosperidad, cantidad de habitantes, desarrollo de la producción agropecuaria y artesanal, y especialmente por su potencia militar, con verdaderos ejércitos de caballeros y arqueros, como era el caso de la misión de la Magdalena. En ésta, por ejemplo, se hace mención de que a los caciques de los grupos reducidos se les asignaban el cargo de alcaides 458 . Éste es un ejemplo más de la asimilación e incorporación de las estructuras político-sociales, especialmente de poder, en las nuevas “micro-sociedades” que se constituyen - o se reconstruyen - en las misiones, un fenómeno del que hemos tratado anteriormente. Además de la visita a las misiones se describen, aunque con bastantes menos detalles, encuentros fortuitos con indígenas en el bajo Guaporé y en el alto Madeira. Por poner un ejemplo, Southey nos hace llegar la referencia a un encuentro entre una indígena con dos niños, que, ante la supuesta demostración por parte de Manuel Félix de tomar a uno de los pequeños, le ofrece a uno de ellos, de color claro y pelirrojo, a cambio de regalías 459. Manuel Félix interpreta que el niño no era hijo de la indígena; pero no son pocas las referencias a individuos o incluso grupos enteros de piel clara, pelirrojos e

454

La Capitanía de Goiás fue creada en 1737, en el contexto del Gold Rush y la prohibición de la navegación del río Madeira. 455 Equivalente a “peninsular”; término usado en aquel entonces para referirse a los nacidos en Portugal (Southey, Robert, História do Brasil, p. 177) 456 Ibid., pp. 177-178 457 Ibid. 458 Ibid., p. 186 459 Ibid., p. 179

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incluso con pecas460. Esto puede tener varias explicaciones, la más plausible siendo el fruto del imaginario colonial acerca del exotismo indígena y de la estereotipación de un grupo con base en características de un sólo individuo. Pero otras podrían explicarse por la existencia de mestizos, cautivos de otros grupos indígenas y/o no-indígenas, o simplemente de albinos. Por otro lado, quizás sea más interesante preguntarnos el motivo por el cual la indígena elegiría a un niño y no al otro. Sin embargo, esta es una cuestión difícil de contestar puesto que, en este caso, desconocemos el significado para los actores envueltos de entregar a un niño. Posibles respuestas podrían ir desde el simple hecho de que no fuera hijo de la indígena (un cautivo por ejemplo), hasta un rechazo o especial aprecio por el niño por distinguirse y/o no encuadrarse en los padrones “etnobiológicoculturales” de su grupo. A partir de la fundación de la villa de Cuiabá con su incipiente maquinaria estatal, también se organizaron expediciones gubernamentales de reconocimiento desde el sur, Guaporé abajo. En 1743, el oidor de Cuiabá, João Gonçalves Pereira, convocó 2 expediciones para el reconocimiento estratégico del valle del Guaporé, con la intención de establecer relaciones comerciales con el dominio castellano461 y, según Denise Maldi Meireles, con vistas a una posible invasión. Las expediciones fueron comandadas respectivamente por Francisco Leme do Prado (miembro de la expedición de Manuel Félix) y José Barbosa de Sá, llegando a algunas misiones castellanas, como la de Exaltación, y dando noticias de muchas otras en los ríos Baures y Mamoré 462. En lo tocante al contenido etnográfico, la “relación” del cronista José Barbosa de Sá, escrita en la década de los 70 del siglo XVIII, enumera sobre todo a los grupos amerindios de las cuencas de los ríos Cuiabá y Paraguay463. En la visita de Manuel Félix a las misiones jesuitas del oriente peruano, pese a su cálida acogida, ya se pudo denotar un cambio en la actitud de los castellanos, por orden

460

Por ejemplo, la descripción de una tribu de los Karipuna, en Fr. José Maria de Macerata, Descrição das diversas nações de índios que residem em diversos lugares da província de Mato Grosso, Cuyabá, 5 de dezembro de 1843, IHGB, Lata 763, Pasta 19 461 Ferreira, Mario Clemente, “Colonos e Estado na revelação do espaço e na formação territorial de Mato Grosso no Século XVIII: notas de uma investigação”, Congresso Internacional O espaço atlântico de Antigo Regime: poderes e sociedades, Lisboa, 2-5 de novembro de 2005, p. 3 462 Sá, José Barbosa de, Rellaçao das povoaçoes do Cuyabá e Mato Grosso de seos principios thé os prezentes tempos, 1775, en Presotti, Thereza Martha, “A conquista dos sertões do Cuiabá e do Mato Grosso: os numerosos reinos de gentios e a ‘guerra justa’ aos paiaguá (1719-1748)”, Anais do XXIII Simpósio Nacional de História – História: guerra e paz, ANPUH, Londrina, 2005, p. 2 463 Ibid.

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de Santa Cruz464. A partir de estas fechas, la corona española dio inicio a una política de ocupación efectiva del Guaporé por los jesuitas, estableciéndose en su margen derecha, con el traslado de la misión de San Miguel a este río y posteriormente la fundación de las misiones de Santa Rosa y San Simón465. Con esto, se les asignaba una función defensiva a las misiones por un lado, y por otro a los misioneros e indígenas, como sus guardianes. En 1749, por ejemplo, el padre castellano Raymundo Laines, misionero de esta última, intentó levantar cruz en la Isla Comprida (medio Guaporé) 466. Sin embargo, él fue impedido de su misión por João de Souza de Azevedo, que se encontraba de paso por la isla, tras haber previamente conducido una comitiva de casi 200 personas entre blancos, mestizos, esclavos y soldados entre Belém y Mato Groso 467 destinada a custodiar las minas468. Hay referencia de que en la Isla Comprida había un arraial (campamento) con 12 habitantes, 6 blancos (3 de ellos de Portugal) y 6 mestizos 469 . Estos “régulos do sertão”470, como define Ângela Domingues, eran desertores de Mato Groso por deudas o delitos, que vivían fuera del control de la sociedad colonial y de la jurisdicción civileclesiástica, subsistiendo de la captura y comercio de indígenas, entre otras “drogas”: "O seu exercício é entrarem pelos sertões vizinhos até onde lhes rasteja sinal de haver gentio, e depois de indagarem a força e situação de qualquer aldeia ou esperam alguma maloca que sai ao campo na diligência de colher sustento, saindo-lhe de repente e atemorizando-os com tiros os fazem prisioneiros, ou se a aldeia ou arraial de qualquer gentio é de pequeno número, a horas de silêncio lhe dão assalto e depois de algum estrago de mortes amarram os que não puderam fugir [...] reservando o melhor dela para o seu uso, vendem o que lhes resta para o povoado por meio de passadores que moram nos pantanais

464

Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira”, en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874, BNRJ, OR 293, p. 321 465 Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, pp. 85-114 466 Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira”, en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874, BNRJ, OR 293, pp. 393-394 467 Ibid. 468 Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 298 469 Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira”, en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874, BNRJ, OR 293, p. 392 470 “Régulos del sertão” (Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, pp. 49-50).

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[...] para deste detestável negócio lhes resultar o que necessitam para vestuário e de pólvora e chumbo para repetição de novos insultos."471

La práctica arriba descrita demuestra la existencia de una red comercial extensa, en la que entre el comprador y el producto, situados a ambos extremos de esta cadena comercial, se encontraban al menos dos intermediarios, los sertanistas a un lado, y los “pasadores” al otro. Estos pasadores solían ser los propios indígenas, aliados de los sertanistas. Tal es el caso de los cuñamenas, aliados a través de múltiples lazos matrimoniales472, que a su vez solían ser mestizos, hijos de hombres blancos y madres indígenas, hijas de principales o esclavas en la sociedad colonial - los más poderosos pudiendo llegar a controlar ejércitos privados de hasta 700 hombres 473. Los rescates pero también las guerras justas - se volvieron un pretexto para fomentar las guerras intertribales, y en muchas ocasiones, a falta de capturas los propios proveedores o pasadores, así como sus iguales y “vasallos” se volvían el objeto de apresamiento 474 . Asimismo, en muchas ocasiones, los servicios de estos régulos del sertão eran contratados por los jesuitas, para recuperar a indígenas desertores de las misiones475. De hecho, tenemos referencia a casos en los que misioneros de reducciones castellanas contrataban a sertanistas luso-brasileños: "[...] costumam muitas famílias [ameríndias] lembrar-se da liberdade dos seus matos para os quais se voltam abandonando a vida civil em que deixam os parentes e se embrenham por aquelas vizinhanças para onde a fim de se reunirem fazem os padres algumas expedições de desertores e naquela ocasião se andava em semelhante diligência com a circunstância de ser recomendada a dois homens pardos portugueses que do Mato Grosso se vieram refugiar naquela aldeia [San Miguel] onde foram admitidos à proteção dos padres a benefício deste ministério em que se ocupam."476

471

Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira”, en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874, BNRJ, OR 293, pp. 392-393 472 Sommer, Barbara, "Cracking down on the cunhamenas”, Journal of Latin American Studies, 767-791 473 Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 54 474 Porro, Antônio, O Povo das Águas, p. 61 475 Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira”, en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874, BNRJ, OR 293, pp. 392-393 476 Ibid., pp. 359-392

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El extracto que acabamos de leer, retrata no sólo la contratación del servicio de dos mestizos de Mato Groso por los ignacianos, sino su alojamiento dentro de la misión. Con base a esto, podemos suponer que las relaciones entre castellanos, en este caso representados por los misioneros, indígenas reducidos y los luso-brasileños eran mucho más comunes y fluidas de lo que inicialmente se pudiera pensar, sobre todo considerando las trabas políticas y económicas impuestas por la administración colonial, o al menos sus esfuerzos. Esto demuestra además, el rol de los sertanistas de articulador entre distintos ámbitos culturales, el castellano, el portugués y el amerindio (y probablemente otros), los cuales se configuraban en un espacio cultural nuevo caracterizado por fronteras múltiples y más allá de una, la frontera colonial. De manera general, la deserción a los dominios españoles, así como la rebelión y los ataques a comunidades luso-brasileñas eran formas de resistencia a las que recurrían los amerindios reducidos ante la actuación de las tropas de rescate 477 y los abusos y negligencia por parte de los misioneros. Tal fue el caso de los indígenas habitantes de la Isla Comprida, que tuvieron que refugiarse en la misión castellana de San Nicolás, en la cabecera del río Baures 478 . Sin embargo, los indígenas no eran los únicos prófugos. También encontramos referencias a misioneros del lado portugués que habían “cruzado” la frontera a refugiarse en dominios castellanos. De ello son ejemplos los casos del misionero de la expedición de Gonçalves da Fonseca que pide - y recibe - “asilo” en la misión castellana de Santa Rosa479, y de otro misionero que, algunos años después de la expedición de Palheta, llegó a la misión de Exaltación acompañado de una tropa, huyendo desde Bahía por crímenes graves, y que tras un largo viaje, solicitaba la entrada al Virreinato del Perú, la cual le fue denegada480. Como se ha dicho anteriormente, la figura del intermediario emerge de manera indisociable de la configuración del espacio del sertão y su frontera 481 . Posiblemente podamos plantear que, al menos en la primera mitad del siglo XVIII, mientras del lado portugués, los guardianes de la frontera, más que los indígenas, eran los sertanistas, en tanto que régulos de tierras de nadie, del lado español, lo eran los misioneros, con su 477

Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 56 Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira”, en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874, BNRJ, OR 293, p. 397 479 Ibid., pp. 359-392 480 Anónimo, Cópia manuscrita sobre visitas às missões dos padres da Companhia de Jesus, (s/l), (s/f.), IHGB, Lata 762, Pasta 16. 481 Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 49 478

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actuación bien consolidada y en expansión, y los indígenas moxeños, amansados y armados. Mientras tanto, la empresa luso-jesuítica al otro lado de la frontera encontraba dificultades en consolidarse. 3.1.3 Intentos de asentamiento en el alto Madeira Sería el mismo padre Sampaio el que, en la década de 1720 fundaría la primera misión en el alto Madeira. La misión de Santo Antônio das Cachoeiras estaba inicialmente situada entre el río Jamari y la primera cachuela del Madeira, llamada entonces Aroaya (actualmente Santo Antônio) 482 . Era considerada la más remota y laboriosa entre todas las misiones de la Compañía, tanto en términos de trabajo como de molestias483. Dos años después de haberse fundado, se tiene noticias de 338 indígenas en la misión, entre Mura, Pama y Torá, todos catequizados aunque la mayoría catecúmenos 484 . Sin embargo, parece ser que el padre Sampaio no logró - otra vez proteger a sus núcleos de amasamiento de los sertanistas, y en una incursión se capturaron a varios Mura y se los vendieron como esclavos en el Pará485. A pesar de los intensos esfuerzos de evangelización de los supuestamente indomables Mura, los reminiscentes del grupo al enterarse de lo ocurrido, no sólo rompieron alianzas sino que acometieron contra la misión, cuya destrucción quedó recogida en una partida jurada del padre auxiliar en la misión, Manuel Fernandes, a la Junta de Misiones con fecha de 1738, y tras la cual se tuvieron que trasladar los misioneros con tan sólo 100 indígenas cristianos486. Por segunda (o tercera) vez la misión se desplazó río abajo, un poco antes de la boca del río Ji-Paraná (o Machado), en un enclave, según autores como Baena y Amazonas, llamado Camuan487, otros como Vitor Hugo488, Araretama, mientras fuentes etnohistóricas la sitúan en un riachuelo llamado Aponião489. Ya Noronha menciona el 3º

482

Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira”, en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874, BNRJ, OR 293, p. 321 483 Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3: 401 484 Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 41 485 Ibid., pp. 59-60 486 Ibid. 487 Amazonas, Lourenço da Silva Araujo, Dicionário Topográfico Descritivo da Comarca do Amazonas, Recife, 1852, p. 60-62, en Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 61; y Baena, Antônio, Compendio das Ervas da Província do Pará, Typographia de Santos & Irmãos, Pará, 1838, en Pinto, Alfredo Moreira, Apontamentos para o Dicionário Geográfico do Brasil, vol. 2, Imprensa Nacional, Rio de Janeiro, 1896, p. 659 488 Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 39 489 Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira”, en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, 1874, BNRJ, OR 293, p. 321

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de 4 traslados a un enclave denominado Piucam o Paraxião, en la boca del río JiParaná490. Como podemos constatar, además del peligro constante de incursiones de grupos no reducidos, como los Mura, la misión también estaba a la merced de los sertanistas y las tropas de rescate, por un lado, y de la insalubridad de su entorno y las subsecuentes enfermedades por otro. Ante esta situación, a las muertes y bajas, respectivamente, se les había que sumar las deserciones. Hay referencias, por ejemplo, de que hubo momentos en que algunos jefes Torá quisieron volver a sus antiguos campamentos en el río Maici491. No queda muy claro cuántos traslados sufrió la misión de Santo Antônio en el río Madeira, pero ciertamente estuvo en 4 o 5 enclaves distintos. Tampoco parece haber acuerdo en cuanto a su fundación y localización iniciales. Autores como Vitor Hugo, por ejemplo, dicen que ya antes de 1728, el padre Sampaio hubiera establecido un núcleo de indígenas amansados cerca de la primera cachuela del río Madeira, de emplazamiento indeterminado, y que al volver en 1728, esta vez acompañado del padre auxiliar Manuel Fernandes, eligieron un lugar más al norte de la primera ubicación, llamado Araretama, antes del río Jamari pero también de localización indeterminada492. Esta posición se ve defendida por otra referencia, que cuenta que ya en 1724 un gran grupo de indígenas Purupurus, de la margen izquierda del Madeira (vide Fig. 19) había sido reducido en la misión de Trocano 493. Por otro lado, en los “Apontamentos para o dicionário geográfico do Brasil” 494 , se describe una primera fundación en 1728 cerca de la cachuela de Santo Antônio, luego trasladada a la boca del río Jamari. Sin embargo, entre todas estas referencias, la que parece más aceptable, es la de José Gonçalves da Fonseca de 1749, que identifica la primera fundación, como expresamos inicialmente, en una ensenada entre la primera cachuela del río Madeira y el río Jamari, apoyándose entre otros factores, en la presencia de muchos cítricos en ese paraje495, cultivo asociado a la colonización europea, por tratarse de especies alóctonas496.

490

Noronha, José Monteiro de, "Roteiro da viagem da cidade do Pará até as últimas colônias do sertão da província (1768)", RIGHB, 150, Rio de Janeiro, jul.-set. 1989, nº. 364: 490 491 Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 62 492 Ibid., p. 39 493 Caeiro, José, Primeira publicação após 160 anos do manuscrito inédito de José Caeiro, p. 495, en Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 282 494 Pinto, Alfredo Moreira, Apontamentos para o Dicionário Geográfico do Brasil, p. 659 495 Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira", en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293

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De una forma o de otra, podemos observar que por los diversos motivos previamente explicitados, se produjeron sucesivos movimientos río Madeira abajo, el siguiente de los cuales fue hacia la desembocadura del río Baetas, ya bajo el nombre de Trocano, conforme José Moraes, en 1742497. Según este cronista, la corona portuguesa debería preocuparse no sólo de conservar la misión en su lugar sino de fundar otras, especialmente más allá de las cachuelas, para asegurar sus dominios, señalando además la negligencia del gobierno portugués hacia los ignacianos y sus peticiones para sortear las carencias y amenazas a las que estaban sujetos498. Sin embargo, una excepción a este caso - o mejor, descaso -, se produjo cuando José da Gama envió a los misioneros de Trocano dos pedreiros499 (especie de cañones), para ahuyentar a los Mura a base de tiros; este hecho fue “mal” interpretado por el Marqués de Pombal 500 como un intento de armamiento por parte de los jesuitas, o al menos se usó como una excusa más para respaldar su expulsión. Es importante resaltar que la localización y denominación no sólo de los distintos grupos étnicos, como de las misiones jesuíticas se presentan muchas veces de manera bastante confusa en las fuentes etnohistóricas y, para las últimas, incluso en los catálogos de la Compañía de Jesús 501 . En el Catalogus Maragnonensis 502 del Archivo de la Compañía de Jesús, la misión de Santo Antônio das Cachoeiras permanece con ese nombre hasta 1740; el siguiente, de 1744, ya trae la denominación de Trocano. De hecho, en su paso por el alto Madeira, en 1742, Manuel Félix cuenta haber avistado los destrozos de la misión de Santo Antônio, así como la persistencia de indígenas “salvajes” en el entorno 503 . Sin embargo, los relatos oriundos de la expedición de Manuel Félix proporcionan pocos detalles o precisiones geográficas y etnográficas. Esta falta de cientificismo, cuya preocupación es latente en las crónicas de expediciones organizadas por el gobierno, se explica en parte por el carácter improvisado y por el propio fin de la 496

Para más información sobre las especies vegetales y animales introducidas por los europeos, véase Denevan, William M., The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia, pp. 58-142 497 Moraes, José, "História da Companhia de Jesus da Província do Maranhão que as reaes cinzas da Fidelíssima Rainha Senhora nossa D. Mariana d'Austria oferece seu autor o Padre José de Moraes, filho da mesma província, anno de 1759", en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874, BNRJ, OR 077, 004, 025. 498 Ibid. 499 Tipo de artillería que tenían los jesuitas en el río Amazonas (Ibid.). 500 Ibid. 501 Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 302 502 Catalogus Maragnonensis, Brasilia, 27, 123v., Archivum Societatis Iesus Romanorum, Roma, en Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3: 392 503 Southey, Robert, História do Brasil, p. 192

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expedición, el cual desde luego no era prestar cuentas al gobierno colonial. Por otro lado, al tener contacto con las misiones castellanas, y tras una estancia de al menos 3 semanas en la misión de la Magdalena, el sertanista guiado por el oportunismo, se advirtió del potencial de la información que había recogido, y una vez de vuelta a Portugal, intentaría sacarle provecho ante la corona lusitana. No obstante, para su infortunio, fue encarcelado, puesto que, como hemos visto anteriormente, la navegación del río Madeira – y las relaciones comerciales con los castellanos – estuvo prohibida por ley hasta 1752. A pesar de ello, todavía en el año de 1749, el gobierno del Pará organizó una segunda expedición de reconocimiento a mando de Luiz Fagundes Machado504, la cual en adelante será referida por su cronista, José Gonçalves da Fonseca. En 9 meses de viaje, la expedición compuesta de cerca de 100 miembros entre blancos e indios recorrió el río Amazonas desde Belém del Pará hasta São Francisco Xavier en la capitanía de Mato Grosso 505 . La información contenida en la crónica de dicha expedición consiste especialmente de información geográfica y etnográfica del alto Madeira, pero en lo tocante a ésta hay especial destaque para la región del alto y medio curso del río Guaporé incluyendo las misiones castellanas en este río y en los Moxos. Siguiendo el mismo trayecto de la expedición, procedamos al análisis de su contenido etnográfico. La itinerancia de la misión de Santo Antônio das Cachoeiras no parece ser exclusiva del alto curso del río Madeira; al acercarse a su confluencia con el Amazonas, Gonçalves da Fonseca cuenta que, en 1745, la misión de Abacaxis también tuvo que trasladarse, en este caso a la margen izquierda del Amazonas, con la designación de Itacoatiara506, siendo luego elevada a villa, bajo el nombre portugués de Serpa507. Moraes explica ese traslado por motivos de insalubridad del lugar y de los aires508. Sea como fuere, se marchaban pero no abandonaban las molestias. Al encontrarse a la población de Itacoatiara, José Gonçalves da Fonseca perfila una imagen poco optimista:

504

Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3: 401 Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira", en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293, p. 352 506 Significa “piedras pintadas” en tupi (Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do GramPará até a boca do Rio Madeira", en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293, p. 290). 507 Moraes, José, "História da Companhia de Jesus da Província do Maranhão”, en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874, BNRJ, OR 077, 004, 025. 508 Ibid. 505

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“Pelas mortandades que tem experimentado não só pela malignidade do clima, mas pelos dois contágios de bexiga509 e sarampo, que afligiram o Estado desde o ano de 1743 até o presente de 49, se acha com menos da terça parte dos habitadores, os quais só de índios de guerra e serviço passavam de mil em tempo que os administrava o Padre João de S. Paio da Companhia [...].”510

Adicionalmente – y quizás más realista - a la carta del padre Jacinto Carvalho, recogida en el apartado 3.1.1, esta es la segunda referencia que se tiene a una población de más de cuatro cifras para la misión de Abacaxis511 hacia finales de la década de 1710 e inicio de 1720. Ya en el medio curso del río Madeira José Gonçalves da Fonseca al pasar por la misión de Trocano constató la ausencia de los padres, quienes estaban “rescatando” indígenas en el río Negro 512 , posiblemente de las etnias Uaupés, Uariquenas, Barés, Baianas y Mabanos513, entre muchas otras. El descimento de amerindios desde tierras más lejanas era una práctica muy común que cumplía, entre otros fines, el de dificultar las huidas de los indígenas a sus campamentos originales. Las misiones se configuraban así como espacios multilingüísticos, multiétnicos y culturales, en los que se podían mantener ciertas estructuras de poder, como hemos visto con los alcaides moxeños, y donde se producía la convivencia entre distintos grupos, muchas veces, enemigos. Al describir la misión castellana de San Miguel, Gonçalves da Fonseca hace una analogía entre las casas de los indígenas y una senzala (hogar de esclavos), puesto que en ellas vivían juntos entre 3 y 4 familias de distintos grupos étnicos - aunque enfatiza que no hubiese mezcla interétnica - y de distintas lenguas, sin que hubiese una lengua general 514 . Es en este contexto que podemos hablar de complejas micro-sociedades –

509

(Varicela) Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira", en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293, p. 290 511 Hacia 1768, Itacoatiara estaba poblada de grupos Iruri y Arara provenientes de la antigua misión de Abacaxis (Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 302). 512 Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira", en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293 513 Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 54 514 Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira", en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293 510

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complejas, no tanto por su organización político-social, pero sin duda en lo que a las relaciones interétnicas se refiere. Desde la misión de Trocano, en menos de un día de viaje ya se podían encontrar a los Mura, hasta el punto de que para protegerse, su misionero vivía en una casa atrincherada515. No obstante, la presencia de “gentíos salvajes” río Madeira arriba no era la única, sino que también se encontraban hombres blancos, venidos del Pará, como hemos visto en el capítulo 1.3, y ya en el medio y bajo curso del Guaporé, venidos desde Cuiabá y São Paulo más tardíamente. Tal es el caso de los propietarios de haciendas Joaquim Ferreira Chavez y Tristão da Cunha Gago, miembros de la expedición de Manuel Félix, que habían desertado a los pantanales del medio Guaporé tras recibir plaza de soldado en Mato Groso como castigo por su expedición ilegal por el Madeira516. El cronista menciona que esas haciendas usaban sobre todo mano de obra indígena “rescatada” de los entornos, con excepción de la de Ferreira Chavez, cuya mano de obra era de esclavos negros de Guinea517. Esto demuestra que a pesar del alto contingente de negros introducidos en la región para la explotación de las minas, la mano de obra indígena inicialmente resultaba más accesible debido a los altos costes tanto de los propios esclavos negros como de su transporte. Otra vía de introducción de esclavos negros en el alto Madeira, aunque posterior, fue desde el Pará, sin embargo, como veremos más adelante, ese suministro nunca llegó a alcanzar las previsiones gubernamentales deseadas. Otro ejemplo eran los productores de cacao provenientes del Pará, José João, que habitaba la isla que lleva su nombre, y Antônio Correa, en la isla de los Araras, poblada también por la etnia homónima518. Sin embargo, es de los Mura que constan ataques en la isla, tanto a los miembros de la expedición como a sus habitantes “amerindo-lusobrasileños”, resultando en la muerte de al menos cinco indígenas domésticos del productor paraense. Probablemente esas factorías de cacao, al igual que las misiones pero desde una mirada aún más microscópica, también consistían micro-sociedades al estar conformadas por nuevas agrupaciones y distintos grupos, a saber: luso-brasileños,

515

Ibid. Ibid., pp. 406-407 517 Ibid, p. 414 518 Ibid. 516

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indígenas probablemente del Pará, indígenas Arara 519, y contactos ocasionales con los Mura. De manera general, las reducciones y haciendas520, y probablemente las factorías eran los principales destinos de los indígenas rescatados. Lamentablemente se desconoce la dimensión y el arraigo de estas factorías, aunque sí se sabe que los cacaotales – y castañales - se extendían por las márgenes del medio y alto Madeira521. Es importante resaltar que esta presencia colonial estaba limitada al curso de los ríos Madeira y Guaporé, siendo prácticamente inexistente la penetración hacia el interior del continente522. Acerca de esa presencia seglar - y secular - en el alto Madeira, aunque esporádica, y de su importancia en la producción extrativista de las drogas do sertão, Gonçalves da Fonseca hace referencia al río Jamari, destacando que: “Este rio Jamary é de maior nome no Pará, do que outro qualquer dos que desaguam no Madeira, e a razão é porque este rio tem grande abundância de cacau silvestre, que os moradores do Pará vêm colher no tempo de estar sazonado, juntando-se para este efeito quatro e cinco canoas para incorporadas resistirem às invasões dos Muras [...].”523

Sin embargo, poco antes de alcanzar la desembocadura del río Ji-Paraná524, dan noticia de una suerte de puestos de vigilancia cubiertos de paja, que según Gonçalves da Fonseca, son usados por los indígenas para registrar lo que se pasa en el río y para buscar playas para la pesca525. De ser así, ello indicaría una presencia más intensa en la región, aunque de manera estacional, en el contexto del tránsito de barcos extractores de cacao. 519

Arara es una denominación genérica que encontramos para muchos grupos étnicos de la Amazonia. Siendo así, los Arara del río Madeira pertenecen a un grupo distinto de aquellos de los ríos Tocantins y Xingu de lengua Karib (Leonel, Mauro, Etnodicéia uruéu-au-au: o endocolonialismo e os índios no centro de Rondônia, Iedusp/Iamá/Fapesp, São Paulo, 1995, en Fonseca, Dante Ribeiro; Monteiro, Lucineide Rodrigues; Kara’yâ Pew Arara, Sebastião; y Macieira, Maria do Socorro Beltrão, "Diálogo: memória mítica do poco Karo e colonização de Rondônia", Revista Igarapé, 2, UNIR, Sept. de 2013, http://www.periodicos.unir.br/index.php/igarape - consultado el 07/12/2013) 520 Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 55 521 Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira", en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293 522 Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 307-308 523 Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira", en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293 524 “Machado do mar” (Hacha del mar) en tupi, debido a los mariscos que se parecían a las ostras empleadas como herramienta para cortar pequeños palos (Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira", en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293). Sin embargo, hay que recordar que los indígenas que acompañaban la expedición provenían del Pará. 525 Ibid.

142

Tampoco se puede descartar que fueran usadas alternativamente por los propios sertanistas, en defensa de los Mura. La expedición, además de describir las 17 misiones castellanas de los Moxos, entre otras del área montañosa de Apolobamba, visitó las misiones de Santa Rosa y San Miguel en el río Guaporé. Acerca de la misión de Santa Rosa, resalta la desilusión de los indígenas recién reducidos con respecto a la administración castellana, al no haber recibido los útiles que se les habían prometido, debiendo ellos recurrir a sus antiguas herramientas de piedra, como cuando aún no habían sido “civilizados”526. Al acercarse a ambas misiones, el primer contacto con los indígenas reducidos era bastante similar; eran recibidos por la saludación aparentemente usual, en castellano: "Amigos, amigos cristianos por la gracia de Dios", seguido del nombre de la misión, “San Miguel, San Miguel,…”527. En esa expresión de saludo, se pueden identificar 3 elementos claves de identidad (identificación de sí mismos) y de alteridad (identificación de los otros) por parte de los indígenas reducidos: Amistad/Enemistad, Cristiandad/Incivilidad y Reducción/Salvajismo. Estos dualismos son rasgos culturales ideológicos del proceso de etnogénesis en el contexto de las relaciones entre indígenas reducidos y no-indígenas. Rasgos culturales adscriptivos y exclusivos que posiblemente han sucedido a algunas dicotomías 528 como tribu/linaje, etnia/lengua y “vasallaje”/alianza, y precedido a otras como status jurídico/raza, clase social/patria y Estados aliados/ Estados enemigos. Otra inferencia que podemos hacer en esta reflexión es acerca de la frontera, o mejor, de su inexistencia en cuanto límites territoriales entre imperios. Muy al contrario, las fronteras que sí se dejaban percibir eran otras, es decir, aunque se tratara del mismo significante – “frontera” - tenía distintos significados (culturales). Podemos observar, así, que en la primera mitad del siglo XVIII las fronteras en la región del alto Madeira eran más bien etnoculturales y coloniales, o en otras palabras, antes de castellanos o portugueses, eran cristianos, y eso, ya de por sí, constituía una alianza tácita avalada por la fe ante la barbarie. Por otro lado, veremos cómo esta situación se irá cambiando conforme nos acercamos a mediados del siglo XVIII. Complementariamente, a partir de esa “inflexión”, consideramos otra referencia a la misión de San Miguel, que relata que mientras los indígenas evangelizados no se asustaban al avistar a los portugueses, los

526

Ibid., pp. 359-392 Ibid. 528 No necesariamente dualismos. 527

143

“bárbaros” huían aterrorizados gritando “Cristiano, Cristiano”529. Éste es otro ejemplo de distintos significados culturales para un mismo significante: “cristiano”; un rasgo cultural de significado adscriptivo, como vimos anteriormente, ahora en su significado exclusivo. No obstante, esto no significa que dentro de las misiones o entre misiones, estos elementos de identidad y estos roles coloniales fueran los mismos o tuviesen los mismos significados que acabamos de señalar. Probablemente, no los eran. Sería muy interesante conocer la forma como los indígenas reducidos veían y se identificaban ante otros indígenas reducidos de su propia misión y de otras así como a los indígenas no amansados, y vice-versa. Puesto que los rasgos culturales que los definen como grupo o unidad con respecto a otros grupos se configuran según cómo se relacionaban. La carta del jesuita Bento da Fonseca, redactada 1 mes antes del inicio de la expedición de José Gonçalves da Fonseca, cuenta que tras fundar la misión de Santo Antônio das Cachoeiras, el padre Sampaio también llegó a las misiones castellanas del Perú, y que después de eso se produjeron (al menos) dos viajes por el río Madeira, respectivamente de los luso-brasileños Manoel Teles, Joaquim Ferreira Chaves 530 y Miguel da Silva, y Gaspar Barbosa Lima, quienes habían bajado desde las minas de Mato Grosso al Pará531. Muchos de ellos recibieron un castigo a su llegada por haber infligido la ley que prohibía la navegación por el Madeira; tal es el caso de Joaquim Ferreira Chaves, conforme vimos anteriormente, que desertó a Mato Groso tras recibir plaza de soldado en el Pará 532 . Adicionalmente, analizando fuentes documentales castellanas, encontramos referencias a expediciones al río Mamoré llegando a Santa Cruz de la Sierra en 1741, y al río Beni, el año de 1749 o 1750, alcanzando el río Apurimã (Abunã/Abuná); según los castellanos, los portugueses habían registrado todos los ríos navegables de la región 533 . Es muy probable que tras la fundación de la misión en el alto Madeira, el

529

Anónimo, Cópia manuscrita sobre visitas às missões dos padres da Companhia de Jesus, (s/l), (s/f.), IHGB, Lata 762, Pasta 16. 530 Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 298 531 Carta do Padre Bento da Fonseca sobre o descobrimento do Rio Amazonas a um Padre que esteve no Maranhão, Lisboa 14 de junho de 1749, en Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, 9: 395-396 532 Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira", en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293, pp. 406-407 533 Relación de las poblaciones y fortificaciones que desde la línea de Alejandro VI al poniente han formado los Portugueses comprendiendo solamente lo que se han intentado desde la altura de la Asunción del Paraguay hacia el Norte, 1750, Archivo General de Indias, Sevilla, Audencia de Buenos Aires (en adelante, AGI, Buenos Aires), leg. 535, doc. 4

144

tránsito tanto de los padres 534 como de otros, regatões, etc., se produjera con mayor frecuencia por las cachuelas y los afluentes del Madeira, incluyendo el Mamoré. En la tabla a continuación (Fig. 21) ilustramos los grupos étnicos referidos en las crónicas de las expediciones de la primera mitad del siglo XVIII recogidas en este trabajo:

534

Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, 3: 401

145

Expedición

Francisco de Mello Palheta

Fecha

1723

Grupo/Etnia

Localización

Iumas [Jumas]

Río Madeira

Cavaripuna [Karipuna] Apamas [Pamas] Aricoroni* Urumus* Cabixis

Manuel Félix

1742

Mambarés Murés [Moré/Itene] Parecis

Francisco Leme do Prado José Barbosa

1743

Misiones

Obs.

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

Se les incorporaron los Parecis

-

Moxos -

Pacíficos

-

-

Extintos

-

-

-

-

-

-

-

-

Ilha dos Araras (en río Madeira) Río Abuná

Cerca de la boca del Aripuanã -

-

-

-

-

Río Guaporé Río Madeira [Chapada de los Parecis ¿?] [Chapada de los Parecis ¿?] Río Baures Río Guaporé Chapada de los Parecis

5ª cachuela [Salto do Jirau] -

Morés* [1743] 1775 Araras Ferreirús Chiribas Chumanos Romanos Toromonas

José Gonçalves da Fonseca

Especificación geográfica Delante de Isla de las Onças

1749

Río Beni

Movima

A oeste de Exaltación

-

-

Aricoroni

-

-

Santa Rosa

Moré Moré Cagecerês Cagecerês Causinos Causinos Causinos Jaguarotás Mequens Guatarós Guatarós Guatarós Cagecerês Morés Mequens

-

-

-

Cerca de Isla

San Miguel San Simón San Simón San Simón San Miguel San Miguel San Simón -

Entre río San Simón y Corumbiara

Margen derecha

500 hab. (150 armas) 4.000 hab. 1746 fund. 300 -

146

Ameões Guaiarotás

del Guaporé Chapada de los Parecis Chapada de los Parecis -

Guaraiutá

Río Cavaleiro

Corumbiara

Río Corumbiara Cerca de cabeceras de río Cavaleiro -

Ababás Paivajaes Urupunás Travessões Pataqui(n)s

Amiós Guazaités Maurés [Morés¿?] Maurés [Morés¿?] Taquaras Taquaras

Comprida -

-

-

-

-

-

-

-

-

Afluente del Guaporé -

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

San Miguel

-

-

-

San Simón

-

-

-

San Miguel San Simón

-

* Cópia manuscrita sobre visitas às missões dos padres da Companhia de Jesus, IHGB, Río de Janeiro, Lata 762, Pasta 16

Fig. 21: Relación de grupos étnicos en el complejo Madeira-Mamoré-Guaporé según las fuentes etnohistóricas de la primera mitad del siglo XVIII535.

En 1748 se creó la capitanía de Mato Grosso, viniendo su primer gobernador, Antonio Rolim de Moura 536 desde São Paulo, por el monzón (monção) del sur. La reorganización administrativa del territorio (creación de las capitanías de Goiás, Mato Groso y São José do Rio Negro, y transferencia de la capital del Estado de Maranhão y Gran-Pará de San Luis a Belém, pasando a denominarse Estado del Gran Pará y Maranhão) se encuadraba en una política de gestión y protección de la producción minera y de la franja de frontera, que al parecer de las dos cortes se hacía cada vez más necesaria.

Fuentes: Anônimo, “A bandeira de Francisco de Mello Palheta ao Madeira”, en Abreu, J. Capistrano de, Caminhos antigos e povoamento do Brasil; Southey, Robert, História do Brasil, 3; Cópia manuscrita sobre visitas às missões dos padres da Companhia de Jesus, IHGB, Río de Janeiro, Lata 762, Pasta 16; Fonseca, José Gonçalvez da, "Navegação feita da cidade do Gram-Pará até a boca do Rio Madeira", en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874, BNRJ, OR 293. 536 Soares, José Paulo Monteiro y Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues Ferreira, 3 535

147

El último traslado de la misión de Trocano fue en 1755, cuando fue elevada a villa, con el nombre Borba a Nova537, en homenaje a la villa homónima portuguesa. La misma carta regia del 3 de marzo de 1755 en la que el rey portugués D. José I creaba la Capitanía de São José do Rio Negro determinaba que la aldea de Trocano debería constituirse como nueva villa (Borba a Nova)

538

en los límites de esta nueva

jurisdicción539. Por lo tanto, hemos observado que en un período de no más de 30 años, se sucedieron hasta 5 desplazamientos de la misión del alto Madeira. Este carácter movedizo refleja una situación de inestabilidad, según la cual, en media, no se logra estar más de 6 años en un mismo sitio. Asimismo, podemos afirmar que al convertir reducciones en villas, el gobierno pretendía, entre otros fines, reducir el poder local de los misioneros ante el Estado. Tanto esta medida como la creación de nuevas capitanías se incluyen en el programa de las reformas pombalinas de mediados del siglo XVIII que se repercutirán en los más variados y exhaustivos ámbitos: territorial, demográfico-social, económico, legislativo, jurisdiccional-administrativo, religioso, entre otros, conforme trataremos a continuación.

3.2

Transformaciones y permanencias en las relaciones interétnicas a la luz de las reformas ilustradas y los tratados de límites a partir de la segunda mitad del siglo XVIII “Ver debaixo da minha janela dois negros dos que proximamente se estão introduzindo da Costa da África, falando desembaraçadamente a sobredita língua [general] e não compreendendo nada da portuguesa.”540 La escasa presencia y control del poder colonial sobre los más diversos ámbitos

sociales y económicos de Amazonia se hacían más que evidentes hacia mediados del siglo XVIII. De hecho, la historiografía brasileña considera la segunda mitad del siglo

537

Carta regia a Francisco Xavier de Mendonça Furtado, Lisboa, 3 de março de 1755, IHGB, Río de Janeiro, ARQ. 1.2.04, Conselho Ultramarino, Vários, Tomo II 538 Posteriormente, en 1833, la villa de Borba a Nova fue rebajada a feligresía, con la denominación Araretama (Fonseca, Dante Ribeiro; Monteiro, Lucineide Rodrigues; Kara’yâ Pew Arara, Sebastião; e Macieira, Maria do Socorro Beltrão, "Diálogo: memória mítica do poco Karo e colonização de Rondônia", Revista Igarapé) 539 Carta regia a Francisco Xavier de Mendonça Furtado, Lisboa, 3 de março de 1755, IHGB, ARQ. 1.2.04, Conselho Ultramarino, Vários, Tomo II 540 Francisco Xavier de Mendonça Furtado, Anais da Biblioteca e Arquivo Público do Pará, 8, 1913, pág. 39 en Reis, Arthur Cezar Ferreira, História do Amazonas, Manaus, 1931, p. 79 en Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 47

148

XVII y parte del siglo XVIII como un período de negligencia de Amazonia por parte de la corona lusitana 541 . Hasta ahora, hemos constatado un escenario marcado por la ausencia de un poder central fuerte, en el que los colonos sobrevivían de la extracción de drogas del sertão, la caza de indígenas y/o una agricultura de subsistencia542, las órdenes religiosas se desarrollaban con base en la captación de indígenas y la gestión de su mano de obra - ambas estrategias amparadas por la ley -, mientras la corona oscilaba esporádicamente entre unos y otros en intentos poco expresivos de reglarlos y limitarlos. De hecho, se considera que la colonización efectiva de Amazonia sólo empezó a figurar en el plano político colonial portugués a partir del ministerio del Marqués de Pombal (1750-1777) 543. Estas reformas, propias del contexto europeo vigente del despotismo ilustrado, se guiaban por los principios del centralismo, reforzando el poder estatal, del unitarismo, homogeneizando la sociedad bajo los signos culturales portugueses, y del despotismo, subyugando, o si necesario, eliminando la competencia del Estado. En Amazonia, esta competencia se representaba por los intermediarios entre los mundos colonial y amerindio, cuyos principales exponentes encontramos en los misioneros y los sertanistas. Por lo tanto, al relegar estos actores sociales se desestructuraron no sólo las relaciones interétnicas y de poder, sino también alianzas políticas y redes comerciales. En este apartado analizaremos, primeramente, las principales reformas dentro del plan político pombalino, y cómo afectaron las relaciones interétnicas mediante transformaciones en las relaciones de alianza y poder entre los distintos grupos y actores sociales y étnicos. En ese contexto reformista, evaluaremos las propuestas y la efectuación de los tratados de límites de 1750 y 1777 entre Portugal y España, en lo tocante a nuestra región de estudio, considerando en qué medida las reformulaciones en el plano teórico se materializaron en la praxis y poniendo en evidencia cómo afectaron de manera distinta a los diferentes grupos etnoculturales, si es que siquiera lo hicieron. Finalmente, examinaremos las variadas respuestas adaptativas derivadas de las reformas anteriormente expuestas, así como el surgimiento de nuevos roles y la reinvención de antiguos por nuevos actores sociales.

541

Chambouleyron, Rafael, "Conquista y colonización de la Amazonía Brasileña (s. XVII)", en Santos Pérez, José Manuel, y Petit, Pere ed., La Amazonía Brasileña en perspectiva histórica, Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2006, 16 542 Ibid., 17 543 Ibid., 16

149

Cabe destacar que la frontera colonial que separaba el Estado de su sertão era mucho más profunda que la que lo separaba de los dominios castellanos. Denise Maldi Meireles señala que a partir del momento en que esta frontera es apropiada por el discurso oficial del Estado, ella pasa a designar el espacio de expansión de la sociedad colonial y de integración social544. Sin embargo, como veremos a continuación, en el caso de nuestra región de estudio, pese a la (in)definición artificial de las fronteras externas, el ámbito de colonización e integración social no llegaría más allá de sus propias fronteras coloniales internas. 3.2.1 El Tratado de Madrid (1750) Como hemos comentado anteriormente en el capítulo 1.3 (N.P. 197), diferentemente de las fronteras meridional y septentrional entre los imperios lusitano y castellano, hacia mediados del siglo XVIII, la frontera correspondiente a la parte occidental de Amazonia aún se regía por el Tratado de Tordesillas, de 1494. En un documento anónimo de 1750 destinado a la corona castellana, se exponen algunos fallos de este compromiso, poniendo en evidencia la necesidad de un nuevo acuerdo; se critica, por ejemplo, el hecho de que no se determinara desde cuál isla de Cabo Verde se contaban las 370 leguas hacia oeste y la dificultad de establecer los puntos de las extremidades sur y norte desde esa línea recta545. El tratado de Utrecht de 1715 deliberaba acerca de las colonias del sur, estipulando que España debería ceder a Portugal la colonia de Sacramento o “dar equivalencia”, sin embargo, España hizo de todo para retrasar esta devolución546. El portugués Alexandre Gusmão, autor del Tratado de Madrid, estaba de acuerdo con esa “equivalencia” siempre que ésta fuera más ventajosa que el territorio inicialmente reclamado; y es cierto que la colonia de Sacramento a cambio de la mayor parte del Estado del Gran-Pará, Mato Groso, Cuiabá y parte de Goiás parecía una buena negociación 547 . Esta evaluación responde además a una nueva actitud del gobierno portugués hacia Amazonia y su explotación. Ángela Domingues apunta a la percepción del potencial de Amazonia, en cuanto a drogas del sertão¸ como fuente inagotable de recursos, así como del interior del continente por sus reservas auríferas548.

544

Maldi, Denise, "A questão da Territorialidade na Etnologia Brasileira", Sociedade e Cultura, 3-4 Relación de los acontecimientos que se produjeron a raíz del establecimiento de los límites en América del Sur, realizada por un oficial por encargo de S. M., 1750, AGI, Buenos Aires, leg. 535, doc. 2 546 Ibid. 547 Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 207 548 Ibid. 545

150

El Tratado de Madrid, de 1750, anulaba todos los tratados anteriores y estaba basado en el principio jurídico romano del uti possidetis iure, expresado en su artículo segundo: "[…] que cada parte se ha de quedar con lo que actualmente posee, a excepción de las mutuas cesiones que se dieran en su lugar, las cuales se ejecutarán por conveniencia común y para que los límites queden en lo posible menos sujetos a controversias." 549

Según Domingues, la evocación de ese derecho permitía el reconocimiento de posesión del territorio por las demás potencias europeas 550 . La autora añade que la atención de la corona portuguesa se centró sobre todo en la preservación del eje MadeiraMamoré-Guaporé, dada su importancia como vía de comunicación551. A continuación, se citan los artículos del Tratado de Madrid referentes a esta región (7º, 8º, 14º, 16º, 18º, 19º, 21º y 23º) y que nos son relevantes para el análisis del proceso de demarcación de límites y sus efectos: "Artículo 7º: Desde origen del Jauru buscará en línea recta el del río Guaporé y bajará toda la corriente de este río hasta más abajo del paraje donde unido con el río Mamoré que nace en la Provincia de Santa Cruz de la Sierra y atraviesa la misión de los Mojos, forman juntos el río llamado de la Madera en el Marañón o Amazonas por su ribera austral. Artículo 8º: Bajará por las aguas de estos dos ríos ya unidos [GuaporéMamoré/Madeira] hasta el paraje situado en igual distancia poco más o menos del citado río Marañón y de las misiones de los Moxos y desde él se tirará una línea este-oeste atravesando todas las vertientes y ríos que descienden al Marañón hasta encontrar con la ribera oriental del río Jabari552 que entra en el Marañón por su ribera austral y bajando por las aguas del Jabari hasta donde desemboca en el Marañón o Amazonas seguirá aguas abajo de este río hasta la boca más occidental del Japurá que desagua en él por la margen septentrional. […]

549

Relación de los acontecimientos que se produjeron a raíz del establecimiento de los límites en América del Sur, realizada por un oficial por encargo de S. M., 1750, AGI, Buenos Aires, leg. 535, doc. 2 550 Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 208 551 Ibid., p. 216 552 (Javari)

151

Artículo 14º: [...] cede para siempre a la corona de Portugal todo lo que por parte de España se haya ocupado, o por cualquier título o derecho pueda pertenecerle en cualquier parte de las tierras que por los presentes artículos se declaran pertenecientes a Portugal [...] y el Pueblo de Santa Rosa, y otro cualesquiera que se puedan haber establecido por parte de España en la ribera septentrional del río Guaporé [...]. […] Artículo 16º: De los Pueblos o Aldeas que ha de ceder S. M. C. en la margen oriental del río Uruguay 553 saldrán los Misioneros con todos los muebles y efectos llevándose consigo a los Indios para poblarlos en otras tierras de España y los referidos indios podrían llevar también todos sus bienes muebles […] y las armas, pólvora y municiones que tengan en cuya forma se entregarán los Pueblos a la corona de Portugal con todas sus casas, Iglesias y edificios y la propiedad y posesión del terreno. Los que se ceden por Su Santa Majestad Católica y Fidelísima en las márgenes de los ríos Pequiri, Guaporé y Marañón se entregarán con las mismas circunstancias que la colonia de Sacramento según se previno en el artículo 14 y los indios de una y otra parte tendrán la misma libertad para irse o quedarse del mismo modo y con las mismas calidades que lo podrán hacer los moradores de aquella Plaza. […] Artículo 18º: La navegación de aquella parte de los ríos por donde pasa la frontera será común a las dos naciones. [...] La del río Marañón o de las Amazonas desde la boca del río Japurá hasta el mar será también privativa de los Portugueses. Desde la referida boca Japurá hasta la del Jabari será común, y desde ésta al occidente será privativa de los españoles [...]. Artículo 18º [sic] [19º]: En toda la frontera será vedado y de contrabando el comercio entre las dos naciones [...] y además de esta prohibición ninguna persona podrá pasar el territorio de una nación al de la otra ni por tierra ni por agua, ni navegar en todo o parte de los ríos que no sean privativos de su nación o comunes con pretexto ni motivo alguno sin sacar primero licencia del gobernador o del superior del terreno donde ha de ir o que vaya enviado del

553

Los Siete Pueblos de las Misiones fueron cedidos a Portugal a cambio de la Colonia de Sacramento.

152

gobernador de su territorio a solicitar algún negocio a cuyo efecto llevará su pasaporte y los transgresores serán castigados con esta diferencia: si fueren aprehendidos en territorio ajeno serán puestos en la cárcel y se mantendrán en él por el tiempo de la voluntad del gobernador o superior que les hizo aprehender pero si no pudieren ser habidos el gobernador o superior del terreno donde entren formará un proceso con justificación de las personas y del delito y con él requerirá al juez de los extranjeros para que los castigue en la misma forma: exceptuándose de las referidas penas las que navegando en los ríos por donde va la frontera fueren constreñidos a llegar al territorio ajeno por alguna urgente necesidad, haciéndola constar. Y para quitar toda ocasión de discordia, no será lícito levantar ningún género de fortificación en los ríos cuya navegación fuese común, ni en sus márgenes; ni poner embarcaciones de registro, ni artillería, ni establecer fuerza, que de cualquiera modo pueda impedir la libre y común navegación […]. […] Artículo 21º: [...] ninguna de las naciones podrá en tiempo alguno [...] ni tampoco administrar en sus puertos y tierras a los amigos o neutrales para introducir su comercio y quebrantar las leyes con que los monarcas gobiernan aquellos dominios [...]. […] Artículo 23º: [...] y por lo tocante a la entrega de los demás pueblos o aldeas que se ceden por ambas partes se ejecutará al tiempo que los comisarios nombrados por ellas lleguen a los parajes de su situación examinando y estableciendo los límites." […] Artículo 25º: Para más plena seguridad de este tratado, convinieron los dos Altos Contratantes en garantirse recíprocamente toda la frontera y adyacencias de sus dominios en la América meridional, conforme arriba queda expresado; obligándose cada uno a auxiliar y socorrer al otro contra cualquiera ataque o

153

invasión, hasta que con efecto quede en la pacífica posesión y uso libre y entero de lo que le pretendiese usurpar. […].”554

A continuación (Fig. 22) se representa el mapa de la franja fronteriza entre los imperios español y portugués, firmado y sellado en la parte trasera por los dos ministros plenipotenciarios, Joseph de Carvajal y Lancaster y Tomás da Silva Teles, respectivamente. Este mapa fue usado como base para la demarcación de límites del Tratado de Madrid.

554

Relación de los acontecimientos que se produjeron a raíz del establecimiento de los límites en América del Sur, realizada por un oficial por encargo de S. M., 1750, AGI, Buenos Aires, leg. 535, doc. 2

154

Fig. 22: Extracto del “Mapa dos confins do Brazil com as terras da Coroa da Espanha na América Meridional”, de 1749555.

555

Mapa dos confins do Brazil com as terras da Coroa da Espanha na America Meridional, 1749, BNRJ, ARC.030,01,009on Cartografia

155

La vigencia del Tratado de Madrid, a pesar de corta, se enfrentó, desde el principio a una serie de dificultades tanto en el papel como en la praxis. Ejemplos de éstas fueron la oposición y demora en entregar y desocupar los territorios correspondientes por ambos imperios556, así como el alto índice de contrabando en las zonas de frontera y el enriquecimiento de sus articuladores. Y un ejemplo de aquéllas consistía en el desconocimiento de gran parte de la región sobre la cual se pretendía legislar, conforme se puede constatar en el extracto del oficio abajo, dos años previos al tratado: "Este rio da Madeira é para nós hoje mais conhecido da parte de cima até as missões de Moxos, do que da parte de baixo, sem embargo de ser ocupado nesta parte com missões dos nossos jesuítas do Pará; porém até agora não houve a curiosidade de se remeter nem mapa nem relação disso mesmo que ocupamos e muito menos do que fica para cima."557

En consecuencia, el Tratado de Madrid partía, desde un principio, de la inexactitud e incertidumbre del trazado de las líneas de frontera, puesto que, por un lado, la demarcación y corroboración de las mismas por las expediciones de límites se produjeron mayoritariamente después de la redacción del Tratado, y, por otro, algunas de las referencias geográficas claves eran aún desconocidas, como las extremidades de la línea este-oeste desde el río Javari al Madeira, a occidente, situada en un punto (indeterminado) del curso del río Javari – cuya naciente también era indeterminada -, y a oriente, en el punto equidistante entre el desagüe del río Madeira en el Amazonas y su naciente, establecida en la confluencia del río Beni con el Mamoré-Guaporé (artículo 8º). Otro dato adicional que apunta a la irresolución del tratado lo encontramos en el artículo 22º que estipula la designación de comisarios de ambas coronas para la definición de la posesión de las islas en los ríos que sirven de frontera558. Este artículo se aplicaría por ejemplo a parte del río Madeira y al Guaporé (desde la línea recta que partía del río Jauru), cuya navegación sería común a las dos coronas. Es importante recordar

556

Carta de José de Carvajal y Lancaster al Marqués de Valdelirios comunica que el marqués de Pombal ha dado órdenes para que no se lleve a cabo lo acordado en el tratado de Madrid, 8 de abril de 1752, AGI, Buenos Aires, leg. 4 557 Oficio de Marcos Antonio de Azevedo Coutinho, 15 de febrero de 1748, IHGB, Río de Janeiro, DL 294.20, Lata 279, pasta 8 558 Relación de los acontecimientos que se produjeron a raíz del establecimiento de los límites en América del Sur, realizada por un oficial por encargo de S. M., 1750, AGI, Buenos Aires, leg. 535

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que en estas fechas la navegación del río Madeira aún estaba prohibida por ley. Igualmente, cabe resaltar que al deliberar sobre la navegación del río Madeira antes de 1750, la corona portuguesa legislaba sobre territorio español. Sin embargo, 2 años después de la firma del tratado la interdicción fue revocada, pues más que obedecer al tratado, habría que asegurar la protección de la región y para ello, poblarla. En este sentido, la orden regia del 14 de noviembre de 1752, determinaba, además, la construcción de un pelotón de soldados en la primera cachuela del río Madeira (Santo Antônio)559: "Ordeno que na primeira cachoeira vindo de baixo do dito Rio Madeira, chamada da Aroaya ou de S. João até a qual inclusivemente se estenderá o distrito do Governo de Mato Grosso se estabeleça um registro no qual pagarão direitos de entrada todas as cargas de fazendas e mais gêneros secos e ou molhados que se introduzirem para as ditas minas [...] excetuando somente os escravos, os quais eis por bem se não pague direito algum, querendo facilitar o preço deles visto serem a base de todo o estabelecimento das minas." 560

Sin embargo, esta orden sólo se puso en marcha dos años más tarde, bajo supervisión del contratador de las Estradas das Minas (Carreteras de las Minas), Adonso Ginabel, quien debería hacerse cargo de la remuneración de 26 de los 50 indígenas hombres y algunas mujeres enviados por el gobierno para hacer parcelas de cultivo y casas561. Al sentirse excluida de los planes colonizadores gubernamentales, la Junta de las Misiones logró imponer su voluntad y sus misioneros. Otra oposición a dicha empresa fue encabezada por sertanistas y bandeirantes, que no deseaban ningún tipo de control de la región por parte del gobierno562. Como podemos observar, el alto Madeira suponía una disputa en la que concurrían los poderes e intereses (i) gubernamentales, (ii) privados y (iii) reglares. No obstante, con el cambio de la iniciativa gubernamental en Amazonia, estos últimos se volvieron obstáculos y el gobierno trataría de intentar o bien controlarlos, mientras sus actividades le resultasen beneficiosas (ii), o bien eliminarlos, en el caso de que supusieran una amenaza a su autoridad (iii).

559

Provisão do Rei D. José I a D. Antonio Rolim de Moura sobre a permissão da comunicação do Governo do Pará com o Mato Grosso, IHGB, Río de Janeiro, DL 763.4D, Lata 762, pasta 17 560 Ibid. 561 Hugo, Vitor, Desbravadores, pp. 105-106 562 Ibid.

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Ante sobre todo éstas pero también otras dificultades, una vez más el intento de establecer un asentamiento en el alto Madeira fracasó, solamente logrando el gobernador y capitán general del Gran-Pará, Francisco Xavier Mendonça Furtado, crear un puesto de guardia en la misión de Trocano 563 . El destacamento formado por 13 hombres y 1 teniente pretendía controlar el contrabando de oro que venía desde Mato Groso564. El rey portugués había encargado al vice provincial de la Compañía de Jesús de elegir nuevo emplazamiento y a dos misioneros para la reducción, con tal de “não degenerarem de missionários em contrabandistas” 565 . El último misionero de la nueva aldea sería Anselmo Eckhart, el cual fue sustituido primero por un secular y luego por carmelitas, ya en el marco de la expulsión de los jesuitas, ante la cual el gobernador del Pará expresaba: “Do Carmo, que tem com os jesuítas uma antipatia notória”566. En el marco de la política económica setecentista de las coronas lusitana y castellana, marcadamente proteccionista, el contrabando no contemplaba solamente las actividades comerciales que se salieran de los parámetros legales internos, sino también, y especialmente, a cualesquiera que transgrediesen las fronteras imperiales. Francisco de Solano explica que el comercio ilegal fue una respuesta encontrada por las zonas de frontera que habían quedado marginalizadas por la política económica del Consejo de Indias - pero también del Ultramarino - caracterizada por el mercantilismo y el proteccionismo de los metales preciosos567. Los confines de ambos imperios estaban, así, condenados a una economía poco sostenible, según la cual se les prohibía comercializar con el otro lado de la frontera al mismo tiempo que resultaba muy costoso y dispendioso suplirles de los bienes más primarios de subsistencia. Esta insostenibilidad explica, en parte, el fracaso colonizador no sólo del alto Madeira, pero también del valle del Guaporé568. España y Portugal debían desocupar las márgenes oriental y occidental del río Guaporé respectivamente, y los indígenas de ambos lados tendrían libertad de quedarse o trasladarse (artículo 16º). Según Ângela Domingues, esta medida resultó en una

563

Hugo, Vitor, Desbravadores, pp. 105-106 Compendio de 06 de julho de 1754, IHGB, ARQ. 1.2.04, Conselho Ultramarino, Vários, Tomo II, carta nº. 4 565 Compendio de 03 de setembro de 1754, IHGB, ARQ. 1.2.04, Conselho Ultramarino, Vários, Tomo II, carta nº. 3 566 Anais do Pará, IV (1905) 223, en Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, 3: 402-405 567 Solano, Francisco de, “Contactos hispanoportugueses en América a lo largo de la frontera brasileña”, Revista de Indias, 200 568 Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, p. 121 564

158

competición institucionalizada entre las dos coronas para atraer al mayor número de grupos indígenas posible, con el fin de poblar y fortalecer en términos de mano de obra y contingente armado las nuevas posesiones en cada lado de la frontera569. Sin embargo, en cuanto a los medios empleados en esta persuasión, tenemos referencias a prácticas ilegales en fuentes españolas que, no obstante, deben ser consideradas con cierta cautela, al no disponer de fuentes portuguesas que las contrasten o corroboren, evitando así cualquier información o interpretación parcial. En una relación de las poblaciones y fortificaciones portuguesas más allá de la línea de demarcación del Tratado de Tordesillas, entre las que destacan Cuiabá, Mato Groso y las 3 misiones del Guaporé (San Miguel, Santa Rosa y San Simón), se denuncian dichas prácticas coactivas: “En los Mojos entraron los Portugueses con 600 hombres arreglados que vinieron de Portugal y del Pará; desde el Pará subieron por el Marañón y entraron por el río de la Madera, ocuparon los tres pueblos que estaban en el ángulo que hace en la parte septentrional del Río Baporé570 en donde se junta con el Mamoré. […] el de Santa Rosa, se estaban evacuando para entregar a los portugueses en virtud de las órdenes que se les vieron consiguientes al tratado; llegaron los portugueses y sin haberles entregado formalmente se apoderaron de ellos, y luego comenzaron a fortificarse. La mitad de los Indios como es natural en su genio, volvieron a ver a los Portugueses, y lo que hacían en sus pueblos y no los permitieron que se volviesen con los suyos a la parte austral del Baporé amenazándolos con pena de la vida a los que cogiesen que pasaban a los pueblos pertenecientes a los españoles, y a este modo prosiguieron haciendo extorciones.”571

Según se explica, los portugueses querían establecer colonia en los Moxos para desde ahí transportar la plata del Perú572. De todas formas, la desocupación de la margen oriental del río Guaporé estaba prevista en el Tratado de Madrid (artículo 14º), aunque la erección de una fortificación en el poblado de Santa Rosa el Viejo573 por parte de los portugueses contradecía a su vez el artículo 19º del Tratado de Límites. El

569

Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 217 (Guaporé). 571 Relación de las poblaciones y fortificaciones que desde la línea de Alejandro VI al poniente han formado los Portugueses comprendiendo solamente lo que se han intentado desde la altura de la Asunción del Paraguay hacia el Norte, 1750, AGI, Buenos Aires, leg. 535, doc. 7 572 Ibid. 573 Fuerte de Nuestra Señora de la Concepción. 570

159

incumplimiento de más de una cláusula del tratado aceleraría tanto el aumento de las hostilidades como su revocación574. En esta fuente documental se lee, además, que los portugueses se habían apoderado de todos los montes de cacao de los “Pueblos de Mojos”, que se encontraban en la parte septentrional del río Guaporé y en ambas márgenes del río Madeira575. Este dato ayuda a sostener, por un lado, la hipótesis de que el alto Madeira era más frecuentado de lo que la historiografía considera o permite considerar, no sólo desde el lado portugués, sino especialmente desde los Llanos de Moxos, y por otro, la correlación entre ambos lados de la frontera y su validez como una región de estudio. En 1760, al subir al trono, Carlos III de España anuló el tratado de límites suscrito en 1750 por las dos coronas576. El virrey del Perú fue notificado acerca de ello mediante una real orden del 19 de septiembre de 1760577. Sin embargo, el poblado de Santa Rosa (el Viejo) había sido desocupado por los castellanos desde 1754, habiéndose trasladado sus indígenas a la nueva misión de Santa Rosa el Nuevo en la margen occidental del Guaporé578. En una fuente documental luso-brasileña de 1759, José Moraes cuenta tan sólo 13 indígenas - probablemente reminiscentes - en Santa Rosa el Viejo, según él, aún perteneciente a la Compañía de Jesús del Perú579. De hecho, los portugueses ocuparon el poblado de Santa Rosa el Viejo el 21 de febrero de 1760, meses antes de la anulación del Tratado de Madrid, lo cual provocó el descontento de los castellanos 580 . A partir de entonces las relaciones diplomáticas entre las dos monarquías se volvieron turbulentas. Los castellanos consideraban ilegítima esta ocupación basándose en que la comisión de límites castellana, coordinada por Joseph de Solano no había logrado encontrarse con la portuguesa para hacer las debidas demarcaciones en los ríos Guaporé y Madeira – el cual en el mapa de las demarcaciones se ilustra formado por los ríos Guaporé-Mamoré, Beni y

574

Julián de Arriaga al gobernador de Buenos Aires y Marqués de Valdelirios, 12 de junio de 1760, AGI, Buenos Aires, leg. 536, doc. 2 575 Ibid. 576 Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, p. 6 577 Juan de Albarelos a Alonso Berdugo, 28 de marzo de 1761, AGI, Buenos Aires, leg. 537, doc. 14 578 Pereira, Ione A. M. Castilho, Missão jesuítica colonial na Amazônia meridional: Sant Rosa de Mojo uma missão num espaço de fronteira (1743-1769), disertación de maestría, PUCRJ, Porto Alegre, 2008, p. 49. 579 Moraes, José, "História da Companhia de Jesus da Província do Maranhão en Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874, BNRJ, OR 077, 004, 025. 580 Audiencia de La Plata a S. M., 11 de enero de 1761, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 28

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Guapay (o Grande) -, y así, llevar a cabo las entregas formales de las localidades581. De todas formas, el virrey del Perú había aconsejado al gobernador de Santa Cruz que esperase la anulación oficial inminente del Tratado de Madrid y que hiciese de todo para no emplear el uso de la fuerza o tomar cualquier iniciativa que perjudicara las relaciones diplomáticas582. Efectivamente, el 12 de febrero de 1761, el Tratado de El Pardo sustituyó el Tratado de Madrid restableciendo las demarcaciones precedentes a 1750 (artículo 1º) y revertiendo la situación de desocupación y devolución de asentamientos a uno y otro lados de la frontera (artículo 2º)583. A pesar de ello, Eric Beerman considera que sería imposible

reverter

la

transformación

socio-económica

desencadenada

por

la

reorganización administrativa, los planes de desarrollo regional, la redistribución de poblaciones y el proceso impulsado por las expediciones de límites tanto lusa como castellana 584 . No obstante, al menos para nuestra región de estudio, ese carácter irreversible no sólo no es claro, sino que requiere ponderar hasta qué punto se produjeron dichas transformaciones, si es que las hubo. Esta duda se justifica en gran parte por la débil presencia y control colonial de la región a lo largo de todo el siglo XVIII. Sin embargo, lo que sin duda lograron provocar las medidas del breve Tratado de Madrid fue la intensificación del contrabando, de las fugas de indígenas reducidos585 en ocasión de los traslados de asentamientos y poblaciones, y de las hostilidades entre las dos coronas en la frontera, con la militarización de asentamientos y contingentes. Como podemos inferir, no se trata tanto de una transformación sino de una intensificación de procesos cuyos orígenes se hacen percibir desde la década de 1720, como vimos en el epígrafe 3.1.1. Por otro lado, la superposición de las fronteras locales por una frontera administrativa (y artificial), trae consigo nuevos conceptos de territorialidad y etnicidad. Desde una perspectiva etic, el primero se expresa por la anulación de la territorialidad indígena – y sus fronteras - en detrimento de la territorialidad colonial, es decir, el territorio antes visto como perteneciente a determinadas etnias o a salvajes, ahora incorporado institucionalmente al territorio colonial, mientras el segundo, supone la imposición de nuevas identidades para la pertenencia a un espacio primitivo y ancestral. 581

Marqués de Valdelirios a Julián de Arriaga, 6 de julio de 1766, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 6 Juan de Albarelos a Alonso Berdugo, 28 de marzo de 1761, AGI, Buenos Aires, leg. 537, doc. 14 583 Real Cédula al Marqués de Valdelirios, 8 de marzo de 1761, AGI, Buenos Aires, leg. 537 584 Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, p. 6 585 Instrucciones de Pedro de Ceballos al Marqués de Valdelirios, 19 de septiembre de 1760, AGI, Buenos Aires, leg. 536, doc. 33 582

161

No obstante, estas transformaciones en las categorías etic (coloniales) sólo “salen del papel” y se hacen efectivas si logran modificar las categorías emic de adscripción y exclusión. De manera que hay una marcada frontera entre las categorías heteroadscriptivas y autoadscriptivas. Debemos, por lo tanto, intentar evaluar si y cómo se vieron modificados los procesos de etnogénesis de los diferentes grupos en interacción en la frontera. A pesar de que las fuentes etnohistóricas no den mucha información al respecto, podemos deducir que el espectro de dichas transformaciones se desarrolló de forma paralela a los ámbitos de penetración colonial. En otras palabras, mientras para la gran mayoría representada por los grupos indígenas no reducidos los cambios fueron prácticamente inexistentes, probablemente para los grupos amansados la categoría exclusiva del extranjero, y consiguientemente la categoría adscriptiva como grupo, asumieron un nuevo significado, con el nuevo dualismo portugués X español, posiblemente sobreponiéndose – pero no eliminando - a otros significados del significante “extranjero”, como “blanco” y “cristiano”. Conforme señala Boccara, la imposición de categorías, así como de nuevas fronteras, puede ser entendida como un instrumento más de legitimación de la colonización y dominación colonial586. Mientras el Tratado de Madrid estaba basado en el uti possidetis iure, conforme hemos visto anteriormente, el Tratado de El Pardo suponía el restablecimiento del status quo ante bellum. A pesar de la anulación de aquél, tras tan solamente 11 años de vigencia, el gobernador de Mato Groso, Antônio Rollim de Moura, se rehusaba a cumplir con algunos dictámenes del nuevo Tratado de El Pardo, como el abandono del poblado de Santa Rosa el Viejo. El gobernador alegaba que la anulación debería ser suscrita por los dos monarcas en común acuerdo587, que todavía no había recibido órdenes sobre cómo proceder en los resarcimientos, además de apelar a otras excusas como el desentendimiento de las determinaciones de la anulación del tratado (si se aplicaba sólo a la frontera sur o a toda la frontera entre los imperios) 588. Finalmente, denunciaba por un

Boccara, Guillaume, “Mundos nuevos en las fronteras del Nuevo Mundo”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Debates 587 Según el artículo 3º del Tratado de El Pardo: “[...] se probará, confirmará o ratificará por sus Majestades canjeándose las respectivas ratificaciones en el término de un mes contado desde la data de este o antes si posible fuere." (Real Cédula al Marqués de Valdelirios, 8 de marzo de 1761, AGI, Buenos Aires, leg. 537) 588 Copia de carta del Gobernador de Mato Groso al Gobernador de Santa Cruz de la Sierra en respuesta a la carta y exhorto que este le remitió a fin de que se le entregue lo usurpado a las misiones de Moxos, es de letra de D. Joseph de Manzanilla que fue de secretario a Matogroso para que conste fiel el traslado, 22 de octubre de 1761, Vila Bela, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 18 586

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lado, que los asentamientos en la margen derecha del Guaporé nunca le habían pertenecido a España por derecho, y por otro, la introducción de los jesuitas en aquellas tierras, a pesar de que los portugueses controlasen la navegación de todo el río Guaporé 589 . En cualquier caso, Castilla reclamaba la devolución de todo el territorio correspondiente a las minas de Cuiabá y de Mato Groso590. Ângela Domingues destaca que el período comprehendido desde la anulación del Tratado de Madrid y la firma del Tratado Preliminar de San Ildefonso, en 1777, se percibe en Amazonia como una “paz armada” 591 . Esta paz armada se plasma en los tratados de El Pardo (1761), de París (1763) y en la preferencia castellana por la vía diplomática en la resolución de los pleitos fronterizos – conforme se expresa en diversas fuentes documentales de la década de 1760 592 - al mismo tiempo que se organizaban expediciones militares contra los portugueses de Mato Groso. En 1760, el presidente de la Audiencia de La Plata, Juan de Pestaña, coordinó dos comisiones desde el pueblo de San Pedro y desde Santa Rosa el Nuevo en defensa ante una posible incursión portuguesa: "Y porque no se duda que en caso de resolverse a una abierta resistencia los portugueses de Matogroso engrosarán el destacamento con negros y sertanistas, que son los que habitan los montes, para el mejor éxito de cualquier expedición parece conveniente valerse de los indios Chiquitos, que distan de los Moxos y […] los Moxos únicamente podrán servir para los transportes por no ser guerreros como los primeros."593

En este extracto podemos observar la creación y designación de nuevos roles a las poblaciones locales e indígenas a ambos lados de la frontera como producto de un cambio en las relaciones entre las coronas lusitana y castellana. Los indígenas, así como los negros y sertanistas se vuelven los intermediarios, articuladores esenciales del middle ground, conforme definido por Richard White594. Además de eso, a partir de esta fuente primaria podemos hacer algunas inferencias acerca del cuadro demográfico y del proceso

589

Ibid. Oficio a Pedro Ceballos, 28 de abril de 1723, AGI, Buenos Aires, leg. 537, doc. 2 591 Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 217 592 Real Orden a Juan de Pestaña, 4 de julio de 1766, AGI, Buenos Aires, leg. 536, doc. 44; Julián de Arriaga a Juan Pestaña, 1 de octubre de 1766, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 35; y Juan de Albarelos a Alonso Berdugo, 28 de marzo de 1761, AGI, Buenos Aires, leg. 537, doc. 14 593 La Audiencia de La Plata al Virrey del Perú, 6 de diciembre de 1760, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 5 594 White, Richard, The Middle Ground. Indians, Empires, & Republics in the Great Lakes Region, 16501815, Cambridge University Press, 1991 en Boccara, Guillaume, “Mundos nuevos en las fronteras del Nuevo Mundo”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos 590

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de etnicización en la frontera, respectivamente con una población mayoritariamente negra y mestiza en el lado portugués, mientras del lado español, la caracterización de los indígenas de Chiquitos como guerreros en detrimento de los indígenas de los Moxos. En lo tocante a la convocación de contingentes castellanos, encontramos referencias al contenido y estado de esas tropas en una recopilación de correspondencias enviada posteriormente al Marqués de Grimaldi, ministro de Estado español: "Fue informado de la repugnancia de alistarse los habitantes de Cochabamba y que andaba la mayor parte prófugos y algunas tropas de los mestizos con intento de sublevarse apresuró la marcha y no halló novedad; antes bien de 700 hombres que pidió tenía en diciembre de 65 que llegó allí acuartelados 303 y del Pueblo de San Pedro de Mojos a 1 de febrero de 67 remitió diario de la navegación que hizo a las fronteras del río Itenes, notificando la epidemia que acometió a la oficialidad y tropa que para curación envió a Santa Cruz de la Sierra y que quedando con poca e inoportuna la estación para la guerra, y su salud deteriorada, sentía no ejecutar las órdenes, reflexionando se malograrían cuantas expediciones se intentasen contra la fortaleza de Santa Rosa si antes no se fortificasen los Puertos y levantaba Regimiento de Dragones en Santa Cruz de la Sierra."595

Este trecho hace mención a la dificultad de conseguir efectivos en la región, los cuales se convocaban entre indígenas, mestizos y negros sobre todo desde Cochabamba, Santa Cruz de la Sierra y Chuquisaca596. El real despacho de 2 de marzo de 1762 impedía el reclutamiento de gente “de temperamento contrario” 597 . Los indígenas moxeños reclutados eran trasladados desde destacamentos en Exaltación, Baures, Loreto, Santa Ana (indios Movima), entre otros 598 . Este cuadro nos demuestra la alta movilidad y contacto de los distintos grupos étnicos en la región. En una carta de Juan de Pestaña a Pedro de Ceballos, gobernador de Buenos Aires, encontramos una referencia a la figura del “cholo”: “De mi familia sólo hay al presente un negro y un cholito, que no la experimenten [la epidemia], por lo que estoy sin escribientes. […] desde

595

Recopilación destinada al Marqués de Grimaldi de cartas, [1768], AGI, Buenos Aires, leg. 539, doc. 49 Juan de Pestaña a Manuel Amat, virrey del Perú, 11 de abril de 1766, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 1 597 El virrey del Perú a S. M., 3 de febrero de 1764, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 61 598 Juan de Pestaña a Pedro de Ceballos, 19 de octubre de 1766, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 57 596

164

entonces [19 de octubre de 1766] ha disminuido el número de soldados sanos que eran 758 hasta al de 654 […].”599

Por la información que encontramos en éstas y otras fuentes documentales podemos constatar que las epidemias provocadas y agravadas por las rígidas condiciones climáticas por un lado y las inundaciones por otro causaron centenas de bajas entre las tropas, así como fugas y rebeliones entre los pocos reminiscentes, además de dificultar el reclutamiento de nuevos efectivos por el “terror infundido en aquellas gentes” 600 . El miedo de los oficiales superiores a la sublevación de los contingentes indígenas se veía incrementado ante los efectos atrayentes de las ofertas de los portugueses al otro lado de la frontera, que las usaban como verdaderas armas de guerra601. En 1768 se ordenó la retirada de las tropas por parte de Castilla, concluyendo que la única vía para lograr el desalojo portugués de Santa Rosa el Viejo sería con una tropa europea o mediante convenio amigable entre las dos cortes602. A continuación se ilustran dos mapas. El primero (Fig. 23), representa las misiones de Moxos a lo largo de los siglos XVII y XVIII, llamando la atención a la ubicación de las misiones castellanas en la margen oriental del río Guaporé, con destaque para las poblaciones de Santa Rosa el Viejo y Santa Rosa el Nuevo, de las que hemos hablado con más detalle en este apartado. En el segundo (Fig. 24) se ubican dichas misiones, haciendo referencia además a las cachuelas del río Madeira y a las poblaciones de indígenas no reducidos. Si observamos, vemos que se representan muchos y que la gran mayoría se sitúa ya no en los principales ríos, sino en sus afluentes, hacia sus cabeceras y el interior del continente; un cambio en el patrón de asentamiento de los grupos no amansados que, en general, se produjo a lo largo de la primera mitad del siglo XVIII. Aunque sin fecha, basándonos en la información acerca de las misiones de Moxos, podemos afirmar que al menos es posterior a 1754.

599

Juan de Pestaña a Pedro de Ceballos, 13 de noviembre de 1766, AGI, Charcas, leg. 433 El virrey del Perú a Antonio Aymerich, 6 de junio de 1767, AGI, Buenos Aires, leg. 539 601 Ibid. 602 Ibid. 600

165

Fig. 23: Mapa de las misiones de Moxos en los siglos XVII y XVIII.

166

Fig. 24: Extracto del “Mapa del Río Mamoré o Madera, en la América Austral del dominio de la Corona de España”603.

603

Mapa del Río Mamoré o Madera, en la América Austral del dominio de la Corona de España, s/a, s/f, AGI, MP-Buenos Aires, leg. 145

167

Es importante llevar en consideración que tanto el envío de indígenas hombres a las tropas como la introducción de negros, mestizos e indígenas desde otras localidades en los Moxos suponían grandes cambios en la organización económica y social de las reducciones y los destacamentos, éstos configurándose como verdaderos middle grounds, es decir, una zona de interacción entre diversos grupos étnicos y entidades coloniales. En esta línea, también sería interesante estudiar en mayor profundidad acerca de los prófugos y desertores, y cómo se (re)integraban a viejas y nuevas comunidades. En el siguiente apartado (3.2.2) trataremos de los fugitivos y los mocambos en el dominio portugués. Otra cuestión que merece nuestra atención es el empleo del término “nación” por el discurso colonial (artículos 18º, 19º y 21º del Tratado de Madrid, por ejemplo) como designación política, en contraste a su significado etnocultural usado para referirse a los distintos grupos étnicos amerindios. Esta variación semántica refleja los cambios en el contexto político-histórico iniciados tras la Guerra de Sucesión Española y sobre todo a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII, bajo las monarquías y gobiernos ilustrados. Asimismo, es importante resaltar que este significado político no deja de estar basado en el concepto de unidad etnocultural promulgado por estos Estados-nación en proceso de consolidación bajo el lema del unitarismo y centralismo. A continuación, analizaremos algunos de estos principales cambios políticos y sus reflejos en la sociedad y las relaciones interétnicas. 3.2.2 Las reformas pombalinas, el Directorio de Indios y el fin del Regimiento de Misiones “[...] abusos de que tem resultado nos Índios [a] escandalosa introdução de lhes chamarem Negros [...]. Não consentirão os Diretores daqui por diante, que pessoa alguma chame Negros aos Índios, nem que eles mesmos usem entre si desse nome como até agora praticavam [...].” (§10 del Directorio de Indios)604 Sebastião José de Carvalho e Melo, o Marqués de Pombal, fue el primer ministro portugués entre 1750 y 1777. Su mandato se caracterizó por un período de reformas en línea con los principios del despotismo ilustrado europeo, como la reafirmación del poder del monarca y del Estado, el centralismo y el progreso. Ângela Domingues resalta el nítido conflicto entre los intereses estatales e individuales hacia mediados del 604

Almeida, Rita Heloísa de, O Diretório dos Índios: um projeto de civilização no Brasil do século XVIII., Editora Universidade de Brasília, Brasília, 1997 en Santos, Rafael Rogério Nascimento dos, "Resistência e adaptação nas vilas do Diretório dos Índios: Políticas indígenas no último quartel do século XVIII", IV Encontro Internacional de História Colonial, Belém, 3 a 6 de setembro de 2012.

168

setecientos 605 . De manera que las reformas pombalinas 606 respondían a un intento de control y/o supresión de la competencia del Estado, es decir, las órdenes misioneras y los particulares, con destaque para los régulos del sertão. En otras palabras, el poder central buscaba reverter el curso de las transformaciones en las relaciones interétnicas entre indígenas y no-indígenas, que se desarrollaban al margen del Estado y en cuya articulación los intermediarios se hacían cada vez más poderosos con el comercio de las drogas del sertão y la trata de indígenas. Un ejemplo de eso lo encontramos en una carta del 21 de noviembre de 1751 al Marqués de Pombal en la que se denuncia que en el río Negro, no sólo los amerindios se habían convertido sino que muchos cristianos e incluso eclesiásticos habían asimilado las costumbres y ritos indígenas

607

. Ante esta

disconformidad con el “mundo al revés”, se promulgó una ley el 4 de diciembre de 1752 que prohibía a los hombres blancos 608 que habitaban el sertão establecer alianzas matrimoniales con las hijas o parientes de los principales de tribus indígenas 609 . Esta medida puede parecer contradictoria al programa político pombalino de incentivos jurídicos, económicos y fiscales a los matrimonios entre colonos e indígenas, como veremos más adelante, pero realmente pretendía controlar y restringir el poder de un grupo social específico: los cuñamena610. Esta medida hizo romper las alianzas políticas, económicas y especialmente militares entre los cuñamena y los amerindios, así como entre algunos grupos indígenas. Al partir estas alianzas, el Estado, de manera general, ponía fin a las alianzas entre la sociedad colonial y los amerindios, antes articuladas respectivamente por los cuñamena y los principales. En efecto se constató un incremento de la violencia de éstos hacia la sociedad colonial611. Además, estas alianzas matrimoniales entre sertanistas e indígenas suponían una afronta no sólo a la autoridad estatal sino especialmente a la autoridad 605

Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, pp. 47-48 Para un análisis más profundizado acerca de las reformas pombalinas, véase Medeiros, Ricardo Pinto de, “Política indigenista do Período Pombalino e seus reflexos nas capitanias do Norte da América portuguesa”, en Medeiros, Ricardo Pinto de, y Oliveira, Carla Mary S. (org.), Novos olhares sobre as capitanias do norte do Estado do Brasil, Editora Universitária UFPB, João Pessoa, 2007, pp.125-159; y Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, pp.199-237. 607 Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 53 608 También extendiéndose a los mestizos. 609 Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, pp. 53-54 610 Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, pp. 53-54 611 Sommer, Barbara, "Alliance in the Sertão: The Competition for Power and Prestige in EighteenthCentury Grão-Pará", en Mello e Souza, Márcia (coord.), “Panel Sertões, Cities, and Lands: Perspectives on the Minor Nobility in Seventeenth and Eighteenth Century Colonial Amazonia”, Congresso Internacional Pequenas Nobrezas Nos Impérios Ibéricos do Antigo Regime, Lisboa, 18-21 de Mayo de 2011 606

169

eclesiástica, puesto que se producían fuera del ámbito de la Iglesia y de la moral cristiana, siendo común la poligamia en el contexto de alianzas múltiples con distintas tribus y grupos indígenas. Una pastoral episcopal terminaría por ordenar la salida de los cuñamena del sertão hacia Belém en un plazo de ocho meses, lo cual dio lugar por un lado a protestas por parte de los encargados de la trata de indígenas, y por otro a la deserción de los cuñamena al dominio español y/o refugio en las cachuelas del río Madeira612. La ley de libertades613 de los indígenas del norte de Brasil fue otra reforma que, en sus entrelíneas, pretendía limitar el poder de los cuñamena. Esta ley de 1755 sólo fue hecha pública en 1757 614 . Lo mismo sucedió con la ley de Directorio de Indios 615 , promulgada en 1755 pero que sólo salió a la luz dos años más tarde, sustituyendo el Regimiento de Misiones y coincidiendo con la expulsión de los jesuitas de todo Brasil 616. Ello apunta que la expulsión de los jesuitas ya venía siendo orquestada con anterioridad. De hecho, el Regimiento de Misiones se extinguió el 5 de febrero de 1757, con la publicación del real decreto de 1755, hasta entonces secreto 617. El exilio fue un proceso largo, llegando por último a la región norte de Brasil. Se tiene constancia del embarque de 115 padres desde el Pará a Europa hacia 1760, pero se considera que el número de misioneros era bastante superior618, especialmente si consideramos que hacia mediados del siglo XVIII se estima que hubiese cerca de 63 reducciones, incluyendo todas las órdenes religiosas (jesuitas, franciscanos, carmelitas y mercedarios), con alrededor de 50.000 indígenas reducidos619.

612

Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 61 Para un estudio más detallado de la legislación indigenista véase: Perrone-Moisés, Beatriz, “Índios Livres e Índios Escravos: os princípios da legislação indigenista do período colonial”, en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p.115-132 614 Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 25 615 Para un estudio detallado del Directorio de Indios, véase Almeida, Rita Heloísa de, O Diretório dos Índios: um projeto de “civilização” no Brasil do século XVIII, Editora Universidade de Brasília, Brasília, 1997, Apêndice. 616 Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 25 617 Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3:. 325 618 Ibid. 619 Almeida, Maria Regina Celestino de, "Trabalho Compulsório na Amazônia: séculos XVIIXVIII", Revista Arrabaldes, nº. 2 (1), set./dez. 1988, Farage, Nádia, “As Muralhas dos Sertões: os povos indígenas no Rio Branco e a colonização”, Paz e Terra, ANPOCS, Rio de Janeiro, 1991, pp. 31-53 y Belloto, Heloísa Liberalli, "Política Indigenista no Brasil Colonial (1570-1757)", Revista do Instituto de Estudos Brasileiros, São Paulo, número 29, p. 55-56 en Gomes, Flávio, "Migrações, populações indígenas e etno-genese na América Portuguesa (Amazônia Colonial, s. XVIII)", Nuevo Mundo Mundos Nuevos 613

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El jesuita e historiador portugués, Serafim Leite, señala como antecedentes de la expulsión de los jesuitas620 la publicación del libro "Cultura e Opulência do Brasil por suas Drogas e Minas", en 1711 por el jesuita Andreoni (pseudónimo de André João Antonil), que consistía en una descripción de las minas hasta entonces descubiertas y su riqueza621. Según el historiador, esta publicación, sumada al contexto internacional ya turbulento, conllevó a la prohibición del libro y a la expulsión de todos los extranjeros y frailes de las minas portuguesas (real orden del 9 de junio de 1711), quedando excluidos, sin embargo, los misioneros italianos o cualquier religioso con vida jerárquica establecida en Brasil622. En 1748, los jesuitas se opusieron a que las misiones tuviesen que sujetarse a visitas periódicas de un cura 623 . Como es lógicamente deducible, los jesuitas fueron contrarios a muchas de las reformas pombalinas, como la prohibición de la lengua general, aunque no hablada por muchos de los grupos étnicos del río Madeira624, pero que funcionaba como una herramienta más de control y hegemonía de los jesuitas. La obligatoriedad de la lengua portuguesa suponía además el cambio de los nombres propios y apellidos de los indígenas así como las denominaciones toponímicas amerindias625. La aculturación y destribalización amerindia se buscó también a través de la educación de los niños. Se crearon seminarios seculares y escuelas en régimen de internado, en los cuales se alojaban a niños indígenas - normalmente hijos de los principales u oficiales - en las casas de las élites coloniales 626 . Sin embargo, esta estrategia no es novedosa, sino que ya venía siendo aplicada por los jesuitas para establecer alianzas con las elites indígenas en su misión evangelizadora desde el siglo XVII en Amazonia, conforme vimos en el apartado 1.3. Si recordamos bien, también la hemos analizado en analogía con el sistema británico del Indirect Rule, al buscar reforzar el poder colonial mediante la formación de una elite local luso-amerindia asimilada en la sociedad colonial y el establecimiento de alianzas. La escolarización de la población infantil influyó directamente en la organización social de los grupos indígenas, 620

La Compañía de Jesús se extinguió poco después, en 1773 (breve Dominus ac Redemptor), aunque volvió a instaurarse entre 1783 y 1814; sin embargo, los jesuitas sólo volvieron a Brasil a partir de 1841 (Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3: 359-360). 621 Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, vol. 3: 112-114 622 Ibid. 623 Azevedo, João L, Os jesuítas no Grão-Pará. Suas missões e colonização, Travares Cardoso & Irmão, 1901, p. 311, en Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 95 624 Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 95 625 Ibid. pp. 72-81 626 Ibid, pp. 120-121

171

especialmente en lo que a la organización y repartimiento del trabajo se refiere, tanto en la economía familiar, como en el trabajo comunitario y privado; conforme señala Domingues, esto dio lugar a una resistencia a frecuentar la escuela627. La historiadora añade que, sin embargo, no hay referencias a indígenas ejerciendo un cargo público en la administración del Estado del Gran-Pará628. Otra consecuencia directa de la expulsión de los jesuitas fue la desestructuración de las relaciones interétnicas entre el indígena y la sociedad colonial, al eliminar a otro intermediario en ese middle ground, que eran importantes – aunque no los únicos – articuladores de estos dos mundos: el indígena y el colonial. Antônio Porro resalta que las misiones eran verdaderos organismos hegemónicos, constituyendo un poder político efectivo, y que habían tomado el lugar del Estado y de la burguesía mercantil629. Si bien, las misiones ejercían no sólo el control político, sino también económico y social de su área de influencia, en la que los misioneros controlaban el contrabando, el comercio de las drogas del sertão e interactuaban con otros agentes como las tropas de rescate, moldeando, así, las relaciones sociales dentro de las reducciones y fuera de ellas, es decir, con el restante de la sociedad colonial 630 . Esto se refleja, por ejemplo, en la especialización de la mano de obra en las reducciones, con la formación de operarios, artesanos y artistas para atender a las necesidades materiales de esas nuevas microsociedades, transformando así la organización social de los grupos amerindios631. Por lo tanto, estas reformas dieron lugar a la formación de nuevos estratos y roles sociales, como por ejemplo una aristocracia indígena culturalmente luso-amerindia y una mano de obra asalariada y especializada indígena. El Regimiento de Misiones fue sustituido por el Directorio de Indios. Inicialmente aplicado en Amazonia y luego extendido al restante de Brasil (1758), pretendía ante todo asimilar a los indígenas en la sociedad colonial como vasallos del rey, eliminando las diferencias culturales entre estos grupos 632 . Esta asimilación fue fomentada a través de diversas medidas y leyes, entre las cuales cabe destacar: la emancipación jurídica de los indígenas, la obligatoriedad del uso de la lengua portuguesa, 627

Ibid., p. 124 Ibid., p. 125 629 Porro, Antônio, O Povo das Águas, p. 152 630 Ibid., pp. 152-153 631 Ibid. 632 Almeida, Maria Regina Celestino de, "Índios e mestiços no Rio de Janeiro: significados plurais e cambiantes (séculos XVIII-XIX)", Memoria Americana 628

172

en detrimento de la lengua general u otras lenguas amerindias, la ley de matrimonios que incentivaba las uniones matrimoniales con indígenas, entre otras. El mestizaje era estimulado especialmente en las zonas periféricas, donde la presencia colonial y del hombre blanco era escasa 633 . Además de las exenciones fiscales, concesión de dotes (herramientas y escopetas) y ofertas de cargos públicos entre otros privilegios que recibían al casarse, tanto los colonos como los indígenas encontraban en estos matrimonios una salida al reclutamiento al servicio militar634. Al decretar el fin de la esclavitud indígena y el fin del control jesuita de las misiones, se alteraba, además, la estructura de organización de la mano de obra indígena en Amazonia 635 . Se pretendía formar un estrato campesino amerindio integrado en la economía mercantilista colonial como mano de obra asalariada 636. En el Directorio el sistema del repartimiento de indios seguía en vigor, pero los indígenas quedaban divididos en dos partes, una mitad destinada al servicio del Estado (producción alimenticia, labores en la comunidad o servicio a la corona), y la otra mitad designada al sector privado637, conforme el gráfico abajo (Fig. 25):

Repartimiento de mano de obra indígena

50%

50%

Sector Privado Sector Público

Fig. 25: Repartimiento de mano de obra indígena en Amazonia según el Directorio de Indios638.

Además de eso, también había mano de obra indígena asalariada (no contemplada en los repartimientos) y trabajadores por cuenta propia639. La utilización de mano de obra

633

Ibid. Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos,, pp. 104-105 635 Gomes, Flávio, "Migrações, populações indígenas e etno-genese na América Portuguesa (Amazônia Colonial, s. XVIII)", Nuevo Mundo Mundos Nuevos 636 Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 68 637 Ibid., p. 181 638 Ibid. 634

173

indígena en la labranza por el sector privado debía ser concedida por el Estado mediante licencia del Juízo de Órfãos (“Juicio de Huérfanos”)640. Este órgano estatal tenía la tutela de los indígenas, no de sus derechos641; ello demuestra, por lo tanto, la percepción del indígena por el Estado, como incapaz para los actos de la vida civil642, al igual que los huérfanos menores de edad. Sin embargo, pese a esta libertad institucionalizada, los indígenas siguieron siendo empleados de manera forzada643. Ângela Domingues señala la importancia de la mano de obra indígena para el mantenimiento de la economía local y regional de Amazonia644. Esta relación asimétrica llegaba a ser prácticamente de dependencia, especialmente durante los períodos de demarcación de límites o de acentuación de atritos en las relaciones internacionales, cuando el Estado no lograba asegurar el debido repartimiento al sector privado, ni siquiera a las labores comunitarias645. Por otro lado, el recurso a la mano de obra africana en Amazonia se vio fomentado gracias a la exención de derechos de entrada sobre esclavos negros en el Pará, desde 1753, y a la creación de la Compañía General de Comercio del Gran-Pará y Maranhão, en 1755 646 . Sin embargo, Ângela Domingues señala que dada la pobreza local la mayor parte de los esclavos africanos introducidos en el Pará por la compañía se trasladaron a Mato Groso647. Esta

introducción

de

mano

de

obra

en

Amazonia

produjo

grandes

transformaciones económicas y sociales. Hay referencias de que hacia 1775, al menos tres cuartos de la población de la capitanía de Mato Groso era de negros, mulatos y

639

Cardoso, Ciro F., Economia e Sociedade em áreas Coloniais Periféricas: Guiana Francesa e Pará (1750 - 1817), Graal, Rio de Janeiro, 1984. p. 182 en Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 181 640 Gomes, Flávio, "Migrações, populações indígenas e etno-genese na América Portuguesa (Amazônia Colonial, s. XVIII)", Nuevo Mundo Mundos Nuevos 641 Un cambio en este sentido sólo se produciría en la Constitución de 1988, en Brasil. 642 Souza, Manoel Nascimento de, y Barbosa, Erivaldo Moreira, “Direitos indígenas fundamentais e sua tutela na ordem jurídica brasileira”, Revista Âmbito Jurídico, Constitucional, 1 de fevereiro de 2011, http://www.ambitojuridico.com.br/site/?n_link=revista_artigos_leitura&artigo_id=8978&revista_caderno=9 (consultado el 21/10/2013) 643 Gomes, Flávio, "Migrações, populações indígenas e etno-genese na América Portuguesa (Amazônia Colonial, s. XVIII)", Nuevo Mundo Mundos Nuevos 644 Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, pp. 185-186 645 Ibid. 646 Ibid., pp. 45-51 647 Ibid., p. 53

174

mestizos648. Si observamos las tablas abajo (Fig. 26)649, podemos comprender mejor su cuadro demográfico:

Cuadro demográfico de la capitanía de Mato Groso hacia 1775

Habitantes: aprox. 1265

Negros, mulatos y mestizos (75%) Habitantes: aprox. 3797

Otros (25%)

3500 3117 3000 2500 2000 1500 1000

998 695

564

500

384

0 Total: 5063 hab. Viviendas

Hombres

Mujeres

Muchachos

Muchachas

648

Luis de Albuquerque de Mello Pereira e Cáceres, Relação de toda a povoação da capitania de Mato grosso e Cuyabá, IHGB, ARQ. 1.2.10, p. 410 649 Según la fuente, se desconsidera la población que vive de manera aislada y apartada. Los principales núcleos de concentración poblacional eran las villas de Cuiabá y Vila Bela, además de pequeños poblados o arraiais (campamentos), que hacia finales del siglo XVII sumaban 8: Santa Ana da Tromba do Morro, São Vicente, Boa Vista, Ouro-fino, Capela de Santa Anna, Pilar, Lavrinha do Guaporé, y Aguapehy (Alexandre Rodrigues Ferreira, Vários Documentos: “Prospecto Filosófico da Serra de S. Vicente e seus estabelecimentos", Vila Bela, 1790, BNRJ, MS-574 (5), doc. 1

175

Incremento y Reducción demográfica Muertes en 1775 Nacimientos en 1775 Crecimiento poblacional desde 1773

Cantidad 196 192 42

Tasa 3,87% 3,79% 0,84%

Fig. 26: Cuadro demográfico de la capitanía de Mato Groso hacia 1775650.

Si analizamos la última tabla, aun teniendo en cuenta que se tratan de datos oficiales, podemos observar que la tasa de crecimiento de la población de la capitanía de Mato Groso entre 1773-1755 fue bastante baja (0,84% en el período de 2 años). Asimismo, contrastando los índices de mortalidad y natalidad de la población en el año de 1775, podemos concluir, por un lado, el bajo potencial de perpetuación y crecimiento interno de la población, con una tasa de mortalidad alta si comparada a la de natalidad (o vice-versa), y por otro, que el crecimiento de la población tiene que haberse producido por la llegada de nuevos individuos desde fuera de la capitanía; aunque para 2 años, este índice de inmigración también resulte bastante bajo. Sin embargo, es importante llevar en consideración que la introducción de la mano de obra negra en Mato Groso se dio desde la década de 1730 por el monzón del sur con el florecimiento de las minas, y que hacia 1775 la Compañía General de Comercio del Gran Pará y Maranhão, responsable en gran parte del flujo tanto de mercancías como de población hacia Mato Groso, ya estaba en decadencia. De hecho, Luis Peinado señala que en sus 23 años de monopolio, la Compañía General de Comercio del Gran Pará y Maranhão no logró cumplir su meta, que estipulaba la introducción de 100 mil esclavos en Amazonia en el período de 20 años651. Además de esto, destaca que de los 25.365 esclavos y esclavas traídos por la compañía, una tercera parte, es decir, 8.455 fueron reenviados a Mato Groso652. A partir de este dato, quizás podemos sugerir que el bajo índice de crecimiento de la población entre 1773 y 1775 pueda ser un indicio de, entre otros factores, la decadencia de la compañía monopolista.

650

Luis de Albuquerque de Mello Pereira e Cáceres, Relação de toda a povoação da capitania de Mato grosso e Cuyabá, IHGB, ARQ. 1.2.10, p. 410 651 Ruiz-Peinado Alonso, José Luis, "Amazonía Negra", en Santos Pérez, José Manuel, y Petit, Pere ed., La Amazonía Brasileña en perspectiva histórica, Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2006, 2728 652 Ibid., 28

176

Por otro lado, es importante tener en cuenta un dato que esta fuente no nos proporciona, es decir, el índice de egreso o de emigración en la región. Una de las consecuencias directas de la monopolización de la navegación del eje Guaporé-MadeiraAmazonas fue la eliminación de la competencia comercial, actividad realizada sobre todo por la población blanca y mestiza. Esto sumado a la introducción de mano de obra negra puede haber dado lugar a un cuadro de sustitución étnica de un tipo de población por otra. En línea con esta hipótesis cabe citar la siguiente fuente: "[...] pois como a maior parte dos homens brancos eram ou tinham sido comerciantes, proibindo este atrativo, veria a ser povoação de negros e mulatos [...]."653

No obstante, para corroborar ésta u otras hipótesis antes levantadas, sería necesario un estudio más detallado de la evolución demográfica de la capitanía de Mato Groso al menos desde 1750, lo cual además de escapar de nuestro ámbito de estudio, se restringe a la propia limitación de las fuentes etnohistóricas. Como hemos visto anteriormente, el Directorio también trató de transformar las misiones en villas y feligresías, designándolas con nombres de villas portuguesas e incentivando la presencia de no-indígenas654 - ambas medidas en línea con las directrices políticas anteriormente mencionadas. Al pasar a manos del poder secular se designaban, además de curas, directores encargados de administrar los poblados y la organización del trabajo indígena. Por otro lado, se mantuvo la organización del uso de las tierras colectivas para los amerindios. Esta medida jugó un papel fundamental en el proceso de etnogénesis y etnicización indígena hasta mediados del siglo XIX, puesto que, conforme apunta María Regina Almeida, dejar de ser indígena supondría la pérdida de dichos privilegios655. Desde una perspectiva crítica, Serafim Leite argumenta que la transformación de misiones en parroquias diocesanas debe ser entendida como parte de un proceso continuo y lógico intrínseco al propio concepto de misión, el cual sólo tiene sentido mientras haya

653

Coelho, Felipe J. Nogueira, "Memórias cronológicas da Capitania de Mato Grosso, principalmente da provedoria da Fazenda Real e Intendência do Ouro", RIHGB, XIII, Rio de Janeiro, 1850, pp. 137-199 654 Almeida, Maria Regina Celestino de, "Índios e mestiços no Rio de Janeiro: significados plurais e cambiantes (séculos XVIII-XIX)", Memoria Americana 655 Ibid.

177

infieles por convertir 656 . En otras palabras, debe verse como una fase precaria y de duración limitada hasta lograr la consolidación de la fe y la Iglesia657. El autor añade que, de hecho, esta conversión en parroquias se había producido en otras ocasiones antes de la expulsión de los jesuitas658. Por poner un ejemplo podemos citar el caso de Borba a Nova. Cabe recordar que hay una brecha de 10 años entre la expulsión de los jesuitas de los dominios portugueses y castellanos, donde a partir de 1767 también se convirtieron las misiones en parroquias a cargo de los curas doctrineros 659 . Por tanto, en diversas ocasiones se produjo la fuga de jesuitas hacia el otro lado de la frontera. De hecho, Flavio Gomes apunta que durante el período de creación de los directorios y villas las fugas se producían en masa 660 . En las fuentes etnohistóricas luso-brasileñas, observamos un aumento de las referencias a los mocambos, por ejemplo661. Sin embargo, la existencia de mocambos662 en la capitanía de Mato Groso se remite al menos a la década de 1720 con el florecimiento de las minas y la introducción de la mano de obra esclava para su explotación. A título de ejemplo, en las “Memórias cronológicas da Capitania de Mato Grosso” de Felipe Nogueira Coelho, encontramos la siguiente referencia: "[...] o descoberto do grande quilombo nas campanhas do rio Galera, o qual tinha principiado logo que se descobriram as minas. Tinha o quilombo setenta e nove negros de ambos os sexos, e trinta índios. Havia tido rei, então governava a rainha viúva Thereza, bem assistida de índias e negras. Tinha um como parlamento, em que presidia o capitão-mor José Carvalho, e era conselheiro da rainha um José Piolho. Mandava enforcar, quebrar pernas, e sobretudo enterrar vivos os que pretendiam vir para seus senhores. Cuidava

656

Leite, Serafim, História da Companhia de Jesus no Brasil, 3: 325 Ibid. 658 Ibid. 659 Para más información acerca del proceso de expulsión de los jesuitas de Moxos, véase Antezana, Liz, “Consecuencias cataclísmicas de la expulsión de los jesuitas: el caso de los Moxos”, e-Spania, Conseil, conseillers et conseillères: Catastrophes, cataclysmes et naufrages, 12 de diciembre de 2011, http://espania.revues.org/21448 (consultado el 02/01/2014) 660 Gomes, Flávio, "Migrações, populações indígenas e etno-genese na América Portuguesa (Amazônia Colonial, s. XVIII)", Nuevo Mundo Mundos Nuevos 661 Ibid. 662 Término elegido por las autoridades coloniales para designar las fugas colectivas de las poblaciones indígenas de las villas y misiones y la formación de comunidades (Ibid.). 657

178

muito na agricultura dos mantimentos e algodão, e havia duas tendas de ferreiro.”663

Los mocambos estaban constituidos por prófugos indígenas, negros e incluso militares, los cuales muchas veces eran indígenas, mestizos o negros huyendo del reclutamiento militar y de los trabajos forzados en las fortalezas, villas664 y expediciones. Según Gomes, el alistamiento militar era una forma de controlar la población “libre” y su fuerza de trabajo665. De forma que estas nuevas comunidades eran verdaderos pot-pourris etnoculturales, en contacto tanto con la sociedad colonial - con la ayuda de los regatões, de quienes tratamos en el apartado 1.3 - como con grupos indígenas no amansados. En el contexto de las relaciones interétnicas, los negros emergían como intermediarios entre estas micro-sociedades y la sociedad colonial, desde intérpretes a articuladores de redes comerciales y alianzas matrimoniales666. Asimismo, el pasaje demuestra la compleja organización social de esa microsociedad en el río Galera (afluente derecho del Guaporé), en la que hay una especie de jefatura, con un rey o jefa mujer, la cual el autor denomina “negra amazona”, posiblemente haciendo una analogía por un lado a su poderío y autoridad, y por otro a su posible rasgo mestizo (zambo), además de un parlamento, a su vez, con su propia jerarquía interna con un líder, un consejero, etc. Además, la figura del jefe retenía un poder coercitivo sobre el restante de la población, como estructura de manutención de la sociedad, es decir, evitando que los prófugos volviesen a huir de vuelta a sus dueños. Es interesante especular acerca del grado de hibridismo de las organizaciones políticosociales de los distintos grupos que convivían en el mocambo, en el que se crean nuevos roles y se reformulan antiguos. Sin embargo, esta fuente en concreto no nos permite más que levantar algunas consideraciones, como por ejemplo, la probable reproducción de la jerarquía intrínseca colonial, negra o indígena dentro de estos mocambos, como sería el caso del capitán-mayor que asume el rol de consejero del jefe. El fenómeno de las fugas y deserciones también se produjo en los Moxos y hacia los Moxos. Meireles apunta, por ejemplo, que la población negra en algunas misiones de 663

Coelho, Felipe J. Nogueira, "Memórias cronológicas da Capitania de Mato grosso, principalmente da provedoria da Fazenda Real e Intendência do Ouro", RIHGB, XIII, Rio de Janeiro, p. 182 664 Gomes, Flávio, "Migrações, populações indígenas e etno-genese na América Portuguesa (Amazônia Colonial, s. XVIII)", Nuevo Mundo Mundos Nuevos 665 Ibid. 666 Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 62

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la región llegó a ser significativa, habiendo referencia de hasta 51 individuos en Magdalena hacia 1770667. Este dato es interesante pues otra fuente hace referencia a 51 esclavos siendo devueltos a finales de 1771 a Vila Bela por encontrarse forajidos en dominio español 668 . Según consta, algunos se habían incluso casado, y se menciona, además, los altos costes derivados de estos tipos de devolución, puesto que su transporte resultaba casi como una nueva compra669. De hecho, cabe resaltar que el aumento de la población negra no se debe sólo a su introducción y/o deserción en las tropas militares moxeñas, sino también a las fugas de individuos provenientes de Brasil, conforme se constata en esta fuente de principios de la década de 1780: "E sendo certo que do meio das cachoeiras e mesmo de Vila Bela desertam índios e escravos e ainda soldados para o centro da capitania do Pará, [...] tem fugido de próximo e por duas diversas vezes muitos negros escravos que subindo o rio da Madeira e passando as suas cachoeiras entraram pelo rio Mamoré até as missões espanholas de Môxos, onde atualmente estão muitos.”670

Mientras para los prófugos los mocambos eran una alternativa al sertão tanto de supervivencia como de resistencia – no necesariamente organizada como en otras partes de Brasil, pero sí adaptativa -, para las poblaciones locales, significaban una valiosa reserva de mano de obra671. Por lo tanto, la destrucción de los mocambos, aunque por un lado supusiera la captura de esa mano de obra672 y la confiscación de alimentos673, por otro, podía significar la ruptura del circuito económico regional, en términos de producción, productos y, definitivamente, de relaciones sociales. Los mocambos de los que se tienen noticia se situaban sobre todo en los sertões de Vila Bela y Cuiabá y en el bajo y medio Guaporé. Más inmediato a nuestra zona de

667

Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, p. 178 Coelho, Felipe J. Nogueira, "Memórias cronológicas da Capitania de Mato grosso, principalmente da provedoria da Fazenda Real e Intendência do Ouro", RIHGB, XIII, Rio de Janeiro, 1850, p. 183 669 Ibid. 670 Serra, Ricardo Franco de Almeida, "Diário do Rio Madeira", RIHGB, XX, (ca. 1782), 1857 , p. 406 671 Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 61 672 Las tropas de rescate podrían hacer uso por un tiempo determinado de la mano de obra del indígena rescatado. Sin embargo, hacerlo contra las órdenes reales (o comprar o aprisionar indígenas) era crimen de lesa-majestad, punible de pena de muerte (Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, pp. 28-29 y Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 56). 673 Gomes, Flávio, "Migrações, populações indígenas e etno-genese na América Portuguesa (Amazônia Colonial, s. XVIII)", Nuevo Mundo Mundos Nuevos 668

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estudio es el mocambo que se situaba en el río Piolho, afluente de la margen derecha del medio Guaporé674. A finales de la década de 1770 fue destruido, pero solamente en 1795 se logró eliminarlo, sustituyéndolo por una aldea (aldea Carlota) 675 . En este segundo intento de desmantelarlo se apresaron a 54 individuos, de los cuales: “[...] seis negros muito velhos que eram os patriarcas, deste escondido povo, oito índios e dezenove índias, dando destes 27 indivíduos, 10 nascidos naquele quilombo de idade de treze a quinze anos. Os ditos negros e outros já falecidos ajuntando maritalmente com algumas das índias foram pais de vinte e um robustos Caborés676, 10 rapazes e 11 fêmeas todos de idade de 2 até 16 anos.”677

El surgimiento de los mocambos suponía la creación de nuevas fronteras etnoculturales, al subsistir al margen de las autoridades coloniales. Estudiar la historia y el panorama etnocultural de estas micro-sociedades supone una tarea difícil al intentar dar voz y conferir agencia a grupos enteros prácticamente ausentes en las fuentes documentales. Sin embargo, como hemos estado viendo a lo largo de este trabajo, las relaciones a uno y otro lado de estas fronteras eran frecuentes y fluidas. Asimismo, hemos podido observar que al afirmar el control del Estado sobre todos los ámbitos coloniales, mientras por un lado se visó eliminar a los intermediarios entre el rey y sus vasallos amerindios, por otro, las derivadas transformaciones en las relaciones interétnicas suscitaron nuevos procesos de etnogénesis y la configuración de nuevas etnicidades e identidades, así como nuevos roles sociales. El de intermediario, ciertamente, no quedaría anulado sino que sería asumido por nuevos actores siempre donde subsistiera la frontera colonial. Las compañías monopolistas de comercio también fueron parte del programa de reformas económicas proteccionistas de Pombal de modo a controlar y desarrollar el comercio y la trata de esclavos en las regiones del Imperio. La Compañía General de

674

Extratos da descrição geográfica da capitania do Mato Grosso (cópia), Arquivo Nacional, Río de Janeiro (en adelante, ANBR), Diversos Códices (SDH), Código do Fundo: NP, códice 807, vol. 13, Extrato da descrição geográfica da capitania do Mato Grosso, feita em 1797 (Rio Guaporé) 675 Ibid. 676 Caburé, sinónimo de cafuzo: mestizo hijo de negro e indígena. 677 Ibid.

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Comercio del Gran-Pará y Maranhão 678 recibió el monopolio sobre el comercio del Estado del Gran-Pará y Maranhão con Europa y de la trata e introducción de la mano de obra negra en Amazonia. El gobierno había designado el río Madeira como única vía de abastecimiento de la capitanía de Mato Groso, estipulando una pena de destierro durante 10 años en Angola a cualquier infractor679. Es posible que esta orden se haya aplicado debido a una noticia recibida del gobernador del Pará acerca de la existencia de un camino por tierra que conectaba las minas de Mato Groso a la misión jesuita en el río Abacaxis680. Sin embargo, esta referencia además de ser la única a este dato, parece poco verosímil. En cualquier caso, esta medida permitió, por un lado, el surgimiento del monção (“monzón”) del norte entre Belém y Vila Bela681 y, por otro, la sistematización de la navegación del río Madeira, que empezó a realizarse de forma periódica. En este contexto, se hacía necesario establecer núcleos de asentamiento a lo largo del tramo de cachuelas del Madeira que cumplían una función tanto de apoyo a la navegación, en el abastecimiento de los monzones, como defensiva, asegurando la presencia colonial y la protección de la frontera. Ejemplos de ello son la parroquia de São João do Crato682, cerca del río Manicoré, en el medio Madeira y la fundación de Nossa Senhora da Boa Viagem do Salto Grande, entre 1757 y 1759, por el magistrado de Vila Bela, Theotônio da Silva Gusmão (hermano de Alexandre Gusmão) y financiada de su propio bolsillo. Cabe señalar que hay referencias a que se había encontrado “oro en la sierra que forma el tramo de cachuelas del río de la Madeira”, de manera que ello podría justificar tamaña empresa 683 . En un oficio de la Secretaria del Estado, la corona dictaminaba que:

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Para un estudio más detallado de la Compañía General de Comercio del Gran Pará y Maranhão, véase por ejemplo Dias, Manuel N., A Companhia Geral do Grão Pará e Maranhão (1755-1778), 2 vols., Belém, Universidade Federal do Pará, 1970; y Carreira, A., A Companhia Geral do Grão-Pará e Maranhão, vol. 2 Documentos, Companhia Editora Nacional, São Paulo, 1988. 679 Provisão do Rei D. José I a D. Antonio Rolim de Moura sobre a permissão da comunicação do Governo do Pará com o Mato Grosso, IHGB, Río de Janeiro, DL 763.4D, Lata 762, pasta 17 680 Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP, 299 681 Fonseca, Dante Ribeiro da, "A História e a cultura na fronteira rondoniense Brasil/Bolívia", Revista Igarapé, nº. 1 (1), 2013 682 La fecha de fundación de São João do Crato es posterior, en 1797, en la desembocadura del río Jamari, pero Marco Teixeira hace referencia a una parroquia del mismo nombre cerca de la boca del río Manicoré, desde 1755 (Teixeira, Marco Antônio D., "O rio e os tempos: reflexes sobre a colonização e as questões ambientais do valo do Madeira entre os séculos XVII e XXI”, Saber Científico, Porto Velho, 1 (2), jul./dez., 2008, pp. 223 – 295). 683 Soares, José Paulo Monteiro y Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues Ferreira, 3

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"[...] havia por bem de lhe ordenar que não só não promovesse o descobrimento do ouro achado nas serras que formam as cachoeiras do rio Madeira, mas que tivesse particular cuidado de o impedir por todos os modos diretos e indiretos. Quanto porém aos gentios Maguéz cuidasse muito de promover o estabelecimento das aldeias e a civilização dos índios."684

Estos indígenas Maguéz (Maués-Açu), provenían del área del bajo Madeira y fueron mencionados por primera vez por Rodrigues, conforme se observa en la Fig. 19. Situado en la segunda cachuela del río Madeira (antes denominada Natal, pero hoy día Teotônio), el poblado estaba constituido sobre todo de indígenas Pama685, llegando a 60 entre hombres blancos, negros y mulatos686. Se habían designado a dos frailes para la nueva fundación, probablemente carmelitas, el fray José de Jesus Maria y el fray João Evangelista687. Sin embargo, una vez más fue fallido el intento de establecer un asentamiento en el alto Madeira, puesto que el poblado fue abandonado en 1760, primero por parte de los indígenas, que habían desertado por las enfermedades y las incursiones de los Mura, luego por los frailes, también por el acoso Mura, y por último, por el propio Theotônio, tras haberse desentendido con los misioneros y con el gobierno al no recibir ninguna asistencia ante las dificultades que afrontaban688. Algunos años más tarde, se tienen referencias que apuntan que en 1764, el nuevo gobernador de Mato Groso, João Pedro da Câmara, en viaje por el río Madeira, se habría encontrado a un grupo de indígenas Pama en las proximidades de la 5ª cachuela (Jirau), algunos de ellos provenientes de la población de Nossa Senhora da Boa Viagem 689. Hay referencias a que a principios de la década de 1770 esta aldea de indígenas Pama tenía más de 400 habitantes, organizados alrededor de una iglesia con un cura y un director690. Sin embargo, este no fue el último intento de fundar un poblado en el alto Madeira. En 1768, Luiz Pinto de Souza, capitán general y gobernador de Mato Groso, fundó el poblado de Balsemão, trayendo a seis familias, un herrero y un carpintero desde Borba a 684

Alexandre Rodrigues Ferreira, "Relação circunstancial do rio da Madeira e seu território.", Cachoeira de Santo Antônio, 30 de março de 1789, BNRJ, MS-574 (4) 685 Hugo, Vitor, Desbravadores, pp. 107-108 686 Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, pp. 88-89 687 Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 107 688 Soares, José Paulo Monteiro y Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues Ferreira, 3 689 Hugo, Vitor, Desbravadores, p. 110 690 Felippe da Cunha a João Pereira Caldas, [s/f], ANBR, Secretaria do Governo da Capitania do Pará (89), Cód. 100, Microfilme 390-2004

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Nova, además de un párroco. Hay referencias de que en Balsemão había almacén, pesquero y un depósito691, y, según Vitor Hugo, el enclave sustituyó una parroquia en la cachuela del Ribeirão (10ª), de invocación de São José692. Su ubicación es incierta, pero Felipe J. Nogueira Coelho cuenta que la villa sustituyó la de Nossa Senhora da Boa Viagem en la cachuela de Jirau, siendo la parroquia de São José trasladada a Lamego, con la denominación de Leomil693. Finalmente, la hostilidad de los indígenas de la región también llevó al abandono de Balsemão hacia 1774694. Su párroco, Agapito Marcos de Oliveira, tuvo que huir a Borba por la incursión, esta vez, de los Pama695. Como hemos dicho anteriormente, la fundación de asentamientos a lo largo del curso de los ríos Madeira y Guaporé no sólo pretendían asegurar la propiedad del territorio mediante su poblamiento, sino también dar soporte al comercio de la Compañía del Gran Pará y Maranhão entre Belém y Cuiabá. De forma que la política de desarrollo del comercio de la compañía incluía un plan “secretísimo” con respecto a la construcción de factorías y fortalezas696. Según ese plan se deberían construir 7 factorías, a saber: la primera en Barcelos (cerca de la confluencia del Madeira y el Amazonas), la segunda en la Vila Nova de São José do Javari, la tercera en Borba a Nova, la cuarta en la Isla de los Muras, donde se solían parar las canoas y barcos para prepararse - y repararse - para poder enfrentar el tramo de cachuelas, la quinta en la confluencia de los ríos Beni y río Enim, la cual debería además fortificarse, la sexta en el fuerte Nossa Senhora da Conceição (Santa Rosa el Viejo), y la séptima y última, en el río Mequens (afluente derecho del Guaporé)697. Para el establecimiento de la fortaleza y factoría delante de la desembocadura del río Beni en el Madeira se iba a trasladar a los indígenas Pama de Balsemão, cuya gran 691

Carta de Luis de Albuquerque de Mello Pereira e Cáceres a João Pereira Caldas, del 16 de junho de 1775, Felippe da Cunha a João Pereira Caldas, [s/f], ANBR, Secretaria do Governo da Capitania do Pará (89), Cód. 100, Microfilme 390-2004 692 Hugo, Vitor, Desbravadores, pp. 110-111 693 Rebautizó además São João como Lamego y el Fuerte Nossa Senhora da Conceição (Santa Rosa el Viejo) como Fuerte de Bragança (Coelho, Felipe J. Nogueira, "Memórias cronológicas da Capitania de Mato grosso, principalmente da provedoria da Fazenda Real e Intendência do Ouro", RIHGB, XIII, Rio de Janeiro, 1850, p. 181) 694 Ibid., p. 186 695 Hugo, Vitor, Desbravadores, pp. 110-111 696 Segunda Instrução e Relação das feitorias e estabelecimentos que se devem dispor e ordenar para o efeito e consolidação do importante plano da ilimitada extensão do Comércio da Companhia Geral do Grão Pará e Maranhão com as capitanias do mato Grosso do Cuyabá, e de todas as regiões confinantes com as referidas capitanias, com a de S. José do Rio Negro (copia), João Pereira Caldas, 1772, ANBR, Secretaria do Governo da Capitania do Pará (89), Cód. 100, Microfilme 390-2004 697 Ibid.

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parte había ya desertado, o desde la aldea de Jirau 698 . En la década de 1770 se establecieron, además, los enclaves de Viseu y Porto Guarajús para auxiliar la navegación del monzón del norte699. Hay que recordar que con la anulación del Tratado de Madrid, estas dos localidades se encontraban teóricamente en territorio castellano. El historiador rondoniense Marco Teixeira, señala que los últimos esfuerzos por fundar un asentamiento en el alto Madeira en el siglo XVIII se produjeron en los años de 1796 y 1797, con los poblados de São João do Crato en la desembocadura del río Jamari y un destacamento en la cachuela del Ribeirão, enfrente al desagüe del río Beni700. Sin embargo, la insalubridad del enclave sumado a las enfermedades y ataques de los Juma, llevaron a un intento de traslado al antiguo poblado de la cachuela de Teotônio, el cual resultó infructífero por los mismos motivos antes enunciados701. Según Cônego André Fernandes de Souza, los colonos del Crato eran gitanos, convictos y malhechores702. El autor añade que muchos de estos gitanos huyeron y, según consta, fueron conducidos por los indígenas Mura hasta los ríos Purús, Solimões y Japurá, pasando después a dominios castellanos703. En el mapa a continuación (Fig. 27), se representa la localización aproximada de los asentamientos fundados - y hasta ahora mencionados - por iniciativa luso-brasileña en la región del alto Madeira a lo largo del siglo XVIII, poniendo en evidencia sus traslados (en degradé); en la leyenda se ilustran las distintas categorías de asentamiento con diferentes signos, siguiendo un orden cronológico:

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Carta de Luis de Albuquerque de Mello Pereira e Cáceres a João Pereira Caldas, del 16 de junho de 1775, ANBR, Secretaria do Governo da Capitania do Pará (89), Cód. 100, Microfilme 390-2004 699 Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, pp. 166-67 700 Teixeira, Marco Antônio D., "O rio e os tempos: reflexes sobre a colonização e as questões ambientais do valo do Madeira entre os séculos XVII e XXI”, Saber Científico, Porto Velho, 1 (2), jul./dez., 2008, 223-295 701 Ibid. 702 Souza, Cônego André Fernandes de, “Noticias geográficas da Capitania do Rio Negro no grande Rio Amazonas", RIHGB, X, Rio de Janeiro, 1848, p. 428 703 Ibid., p. 427

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Fig. 27: Fundación y traslado de asentamientos por luso-brasileños en la región del alto Madeira en el siglo XVIII.

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La construcción de una fortaleza cerca de la desembocadura del río Beni responde a una preocupación portuguesa ante una amenaza de ataque y conquista por los españoles de Cusco y su numerosa población. Parece ser que tras las expediciones de Moxos organizadas aunque nunca efectuadas contra los portugueses, se buscó salvaguardar las vías de comunicación con el imperio español por los ríos Javarí, Beni y Enim, que creían llevar a Cusco; acerca de eso se lee: "[...] castelhanos armados com todos aqueles numerosos povos, descendo os referidos 3 rios [Mamoré, Beni y Enim] podem atacar a dita cachoeira [Ribeirão] cada vez que quiserem e senhorearem com ela as outras que estão dela para baixo e dela para cima fechando-nos estas portas e cortando o passo a toda a navegação com que por elas entramos e saímos. [...] outra necessidade [...] é de estabelecer [...] uma boa fortaleza, que comande a boca do referido Beni, que defenda que por ela possam sair quaisquer canoas nem na paz nem na guerra, que proíba ao mesmo tempo toda a comunicação com os castelhanos pela via do dito rio Beni. E que assim os obrigue a irem comerciar acima das cachoeiras as quais para eles devem ser outros tantos mistérios espantosos com aldeias de São João e de Santa Rosa, que lhe ficam vizinhas e de fácil acesso na forma abaixo declarada.[...] Parece necessário que sua Majestade proíba com apertadas ordens: Por uma parte, que se facilitem as passagens das cachoeiras. E pela outra parte que os índios do rio Beni que desagua no Madeira junto da duodécima cachoeira e do rio Mamoré que a sete dias de viagem da última delas entra no mesmo rio Mamoré ou quaisquer outros vassalos de Espanha possam navegar pelas ditas cachoeiras ou tomar conhecimento algum delas ou do que delas para baixo passa no Rio da Madeira, encaminhando-se antes os que [viere]m ao Mato Grosso pedir passagem para Europa pela via do Cuyabá [...]”. 704

Con la sistematización y monopolización de la navegación del río Madeira con la Compañía de Comercio del Gran Pará, se reconoce la importancia de ese sistema fluvial en el flujo comercial y en la dependencia económica de ambas capitanías. El gobierno portugués quería, así, restringir los castellanos a la zona más arriba de las cachuelas, de tal manera que estableció que los españoles que quisieran pasar a Europa lo hicieran por 704

Cópia do secretíssimo plano de Comércio na parte que unicamente respeita às fortalezas e feitorias que S. Magestade manda erigir e estabelecer no distrito da capitania de Mato Grosso, [s/f], ANBR, Secretaria do Governo da Capitania do Pará (89), Cód. 100, Microfilme 390-2004

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la vía del sur, pasando por el río Cuiabá. El establecimiento de la quinta factoría parece no haber tenido éxito dada la muerte in loco del capitán de ingenieros de la obra705. Como veremos a continuación, los castellanos estaban al corriente de las intenciones lusitanas y ya a finales de la década de 1770 intentarían solucionarlo nuevamente por la vía diplomática. 3.2.3 El Tratado Preliminar de San Ildefonso (1777) La retomada de nuevas negociaciones entre las monarquías ibéricas a partir de la segunda mitad de la década de 1770 culminaría en un nuevo acuerdo territorial y de amistad. Según Eric Beerman, este intento de reconciliación fue provocado por el contexto político europeo del último cuarto del siglo XVIII, caracterizado por un aislamiento diplomático, la muerte del rey portugués, José I, la destitución del Marqués de Pombal (1777), la amenaza de un ataque inglés a los dominios españoles, y la sustitución del Marqués de Grimaldi por el Conde de Floridablanca706. El 1 de octubre de 1777, el nuevo ministro plenipotenciario castellano y el embajador portugués, Francisco Inocencio de Sousa Coutinho, firmaron el Tratado Preliminar de Límites en el Real Sitio de San Ildefonso 707 . Supuestamente, este tratado preliminar, cuyas fronteras perduran hasta la actualidad en su mayor parte, debería servir de base a un tratado definitivo territorial y de alianza708. El Tratado de San Ildefonso contenía 25 artículos y siete anexos aparte que deberían quedar secretos. Con este convenio (artículo 1º), se ratificaban los tratados de 6 de febrero de 1715 (Utrecht) y de 10 de febrero de 1763 (París) 709 . Abajo citamos aquellos que nos son más relevantes y que conciernen nuestra región de estudio: “Artículo 10: Desde la boca del Jaurú por la parte occidental, seguirá la frontera en línea recta hasta la ribera austral del río Guaporé o Itenes enfrente de la boca del río Sararé, que entra en dicho Guaporé por su ribera septentrional. Pero si los comisarios encargados del arreglo de los confines y ejecución de estos artículos hallaren al tiempo de reconocer el país entre los ríos Jaurú y Guaporé

705

"Extracto del expediente sobre la demarcación de límites con el Portugal en la América Meridional (1796)", Servicio Histórico Militar, Madrid, Colección de documentos, sig. nº. 5.1.1.4 en Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, pp. 95-115. 706 Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, p. 9 707 Ibid. 708 Ibid. 709 Ibid., p. 82

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otros ríos o términos naturales por donde más cómodamente y mayor certidumbre pueda señalarse la raya de aquel paraje salvando siempre la navegación del Jaurú que debe ser privativa de los portugueses, como el camino que suelen hacer de Cuyabá hasta Mato Grosso; los dos altos contrayentes consisten y aprueban que así se establezca, sin acceder a alguna porción más o menos de terreno que pueda quedar a una o a otra parte. Desde el lugar que en la margen austral del Guaporé fuere señalado por término la raya, como queda explicado, bajará la frontera por toda la corriente del río Guaporé hasta más abajo se du unión con el río Mamoré, que nace en la provincia de Santa Cruz de la Sierra y atraviesa la misión de los Mojos, formando juntos el río llamado de la Madera, el cual entra en el Marañón o Amazonas por su ribera austral. Artículo 11º: Bajará la línea por las aguas de estos ríos Guaporé y Mamoré, ya unidos con el nombre de Madera, hasta el paraje situado en igual distancia del río Marañón o Amazonas y de la boca del río Mamoré; y desde aquel paraje continuará por una línea oeste-este hasta encontrar con la ribera oriental del río Javarí, que entra en el Marañón por su ribera austral; y bajando por las aguas del mismo Javarí hasta donde desemboca en el Marañón o Amazonas, seguirá aguas abajo de este río, que los españoles suelen llamar Orellana y los indios Guayana, hasta la boca más occidental del Japurá, que desagua en él por la margen septentrional. […] Artículo 13º: La navegación de los ríos por donde pasare la frontera o raya será común a las dos naciones, hasta aquel punto en que pertenecieren a entrambas respectivamente sus dos orillas; y quedará privativa dicha navegación y uso de los ríos a aquella nación a quien pertenecieren privativamente sus dos riberas desde el punto en que principiare esta pertenencia, de modo que en todo o en parte será privativa o común la navegación, según lo fueren las riberas u orillas del río. […]. Artículo 14: Todas las islas que se hallaren en cualquiera de los ríos por donde ha de pasar la raya, según lo convenido en los presentes artículos preliminares, pertenecerán al dominio al que estuvieren más próximas en el tiempo y estación más seca; y si estuvieren situadas a igual distancia de ambas orillas, quedarán neutrales, excepto cuando fueren de grande extensión y aprovechamiento, pues

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entonces se dividirán por mitad, formando la correspondiente línea de separación para determinar los límites de ambas naciones. […] Artículo 17º: Cualquiera individuo de las dos naciones, que se aprendiere haciendo el comercio de contrabando con los individuos de la otra, será castigado en su persona y bienes con las penas impuestas por las leyes de la nación que le hubiere aprendido; y en las mismas penas incurrirán los súbditos de una nación por sólo el hecho de entrar en el territorio de la otra, o en los ríos o parte de ellos, que no sean privativos de su nación o comunes a ambas, exceptuándose sólo el caso en que algunos arribaren a puerto y terreno ajeno por indispensable y urgente necesidad (que han de hacer constar en toda forma) o que pasaren al territorio ajeno por comisión del Gobernador o superior de su respectivo país, para comunicar algún oficio o aviso: en cuyo caso deberán llevar pasaporte que exprese el motivo. Artículo 18: En los ríos cuya navegación fuere común a las dos naciones en todo o en parte, no se podrá levantar o construir por alguna de ellas fuerte, guardia o registro, ni obligar a los súbditos de ambas potencias que navegaren, a sufrir visitas, llevar licencias, ni sujetar a otras formalidades; […]. Artículo 19: […] no se procederá de modo alguno por vías de hecho al ocupar terreno; […]. Y los que contravinieren a lo dispuesto en este artículo serán castigados a arbitrio de la potencia ofendida, […]. El mismo castigo padecerán los que intentaren poblar, aprovechar o entrar en la faja, línea o espacio de territorio que deba ser neutro entre los límites de ambas naciones; y, así para esto como para que en dicho espacio por toda la frontera se evite el asilo de ladrones o asesinos, los Gobernadores fronterizos tomarán también de común acuerdo las providencias necesarias, concordando el medio de aprenderlos y de extinguirlos con imponerles severísimos castigos. Asimismo, consistiendo las riquezas de aquel país en los esclavos que trabajan en su agricultura, convendrán los propios Gobernadores en el modo de entregarlos mutuamente en caso de fuga, sin que por pasar a diverso dominio consigan libertad, y si sólo la protección, para que no padezcan castigo violento si no lo tuvieren merecido por otro crimen.

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Artículo 20: […] lo que se halla ocupado, y queda para la Corona de Portugal en las dos márgenes del río Marañón o de Amazonas, en la parte en que le han de ser privativas, y lo que ocupa en el distrito de Matogroso, y de él para la parte de Oriente, como igualmente las que se reserva a la Corona de España en la banda del mismo río Marañón, desde la entrada del Jabarí, en que el citado Marañón ha de dividir el dominio de ambas Coronas, hasta la boca más occidental del Japurá; y en cualquiera otra parte que por la línea señalada en este tratado, quedaren terrenos a una u otra Corona. Evacuándose dichos terrenos, en la parte en que estuvieren ocupados, dentro del término de cuatro meses, o antes, si se pudiese, bajo aquella libertad de salir los habitantes, individuos de la nación que los evacuase, con sus bienes y efectos, y de vender los raíces […]. […] Artículo 23: Las escuadras y tropas españolas y portuguesas, que se hallan en los mares o puertos de América meridional, se retirarán de allí a sus respectivos destinos quedando solo las regulares en tiempo de paz, de que se darán avisos recíprocos los Generales y Gobernadores de ambas Coronas, para que la evacuación se haga con la posible igualdad y correspondiente buena fe, en el breve término de cuatro meses.” 710

Como podemos atestiguar, los artículos 10º, 11º y 13º corresponden respectivamente a los artículos 7º, 8º y 18º del Tratado de Madrid. Mientras estos últimos son prácticamente idénticos, el artículo 10º se distingue del 7º con la sola diferencia de que contempla la posibilidad de trazar la línea de frontera por otros accidentes hidrográficos o topográficos si las comisiones lo considerasen más apropiado. Ello mientras por un lado deja una brecha para aún más imprecisiones, por otro, se salvaguarda ante cualesquiera ajustes necesarios, evidenciando, además, el carácter preliminar del tratado, el cual dependía en gran parte de las constataciones empíricas de las respectivas partidas. Un ejemplo de ello se puede encontrar en la declaración de Luis de Albuquerque, gobernador de Mato Groso, quien, clasificando de incompatibles e indeterminadas las especificaciones de los artículos 10º y 20º, señaló que si la línea desde

710

Copia del Tratado de Límites de América Meridional de 1777, en Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, pp. 80-83

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el río Jauru al Guaporé fuera recta impediría la comunicación entre Cuiabá y Vila Bela, de manera que habría que desviarla bastante hacia el oeste711. Acerca de los artículos 7º y 10º de los Tratados de Madrid y de San Ildefonso, respectivamente, el militar portugués Ricardo Franco de Almeida Serra, encargado de la III Partida portuguesa, denuncia la total desconsideración del río Beni como formador principal del río Madeira, en detrimento de los ríos Guaporé y Mamoré. A su parecer este reconocimiento es fundamental en la fijación de la línea de frontera, conforme observamos en el extracto de su “Diário do Rio Madeira”: “O ponto da junção do rio Mamoré com o da Madeira parece o mais natural e próprio para dele se lançar a linha de E a O até o rio Javary, conforme o art. 11 do tratado de limites, tanto porque só assim se conservam as atuais possessões das duas nações confinantes, como por não terem os espanhóis dele águas abaixo estabelecimento algum com que se possam comunicar, e só o podem fazer descendo o Beny até esta confluência, para subirem então ao Mamoré aguas acima para assim comunicarem as missões da província de Moxos, que têm estabelecidas nestes dois rios, navegação que a dita linha extrema deixa sempre livre e comum às duas nações."712

El artículo 14º rectifica los artículos 10º y 22º del Tratado de Madrid, con más detalles acerca de la posesión sobre las islas en los ríos fronterizos, mientras los artículos 17º y 18º corresponden al artículo 19º del Tratado de Madrid. Por último, los artículos 19º, 20º y 23º representan un intento de reglar la ejecución y los incumplimientos y así, evitar los conflictos oriundos del tratado de 1750. Cabe destacar que en el artículo 19º se buscaba solventar la cuestión de las fugas, así como regularizar los procedimientos de devolución, ante la atracción de poblaciones hacia uno u otro lados de la frontera. Ello demuestra que probablemente se trataban de prácticas tan frecuentes que se habían vuelto un problema y necesitaban ser reglamentadas. En lo que concierne a los artículos secretos anexos, el primero dictaba que el tratado preliminar de límites debería servir de base para otros 3 entre las coronas ibéricas: un tratado de perpetua e indisoluble alianza, un tratado de comercio y un tratado definitivo de límites entre los dominios de España y Portugal en América Meridional, una 711

Tratado de S. Ildefonso. Trabalhos demarcatórios do Chuí e do Guaporé, [s/f], IHGB, Río de Janeiro, DL 763.4D, lata 761, pasta 4 712 Serra, Ricardo Franco de Almeida, "Diário do Rio Madeira", RIHGB, XX, p. 415

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vez que se hubiesen concluido las operaciones de demarcación de límites necesarias para especificarlos713. Ya el artículo segundo estipulaba la pena de muerte a cualquier caudillo de una u otra nación que cometiera acto de guerra o invasión contra la otra, prohibiendo además que se dejasen transitar, atracar en puertos o territorios los navíos de naciones enemigas714. De hecho, un año más tarde, en 1778 se firmó un tratado de amistad, gracia y comercio, en cuya introducción se incluían algunos artículos de tratados anteriores, como por ejemplo, el artículo 25º del Tratado de Madrid, que dictaminaba la obligación mutua de apoyarse en caso de ofensiva de terceros715. Las demarcaciones en nuestra región de estudio quedaron incumbidas a la Tercera Partida portuguesa y española, ésta con sede en Santa Cruz de la Sierra o en algún poblado de Chiquitos, debiendo cubrir el territorio desde la desembocadura del río Jaurú en la margen derecha del río Paraguay hasta la confluencia de los ríos Guaporé con el Sararé (15º latitud sur), y aquélla, establecida en Vila Bela, en Mato Groso716. Una vez juntas, deberían reconocer los ríos Guaporé, Mamoré, Madeira, así como la margen oriental del río Javarí (afluente derecho del Amazonas)717. Las medidas astronómicas de los valles del Madeira, Guaporé y Paraguay se hicieron a mano del astrónomo Francisco José de Lacerda Almeida, cuyo trabajo se desarrolló entre 1780-1790. En su diario hace una descripción de los accidentes geográficos del río Madeira, con la intención de precisar el punto medio desde donde se definiría la línea de frontera con dirección E-O. Según las instrucciones que tenía, éste debería ser fijado en la Isla de los Muras, en el río Madeira, sin embargo, no le parecía apropiado718, situándola, finalmente, delante de la desembocadura del río Machado en el Madeira719. Otro tema muy recurrente en las fuentes documentales son los riesgos y penurias a que se enfrentaban las expediciones de demarcación por el valle del Madeira, tales como ataques de grupos indígenas, las enfermedades, la falta e indisponibilidad de indígenas remeros y la larga duración de los viajes. Por ejemplo, Lacerda e Almeida cuenta que en su expedición le acompañaban al menos 100 indígenas, de los que casi ¾ estaban

713

Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, pp. 82-83 Ibid. 715 Ibid., p. 10 716 Ibid., p. 11 717 Ibid. 718 Francisco José de Lacerda Almeida, Diário de viagem do Dr. Francisco José de Lacerda e Almeida pelas capitanias do Pará, Rio Negro, Matto-Grosso, Cuyabá, e S. Paulo, nos anos de 1780 a 1790, Typ. de Costa Silveira, São Paulo, 1841, BL, 10483.b.30, pp. 21-26 719 Serra, Ricardo Franco de Almeida, "Diário do Rio Madeira", RIHGB, XX, p. 406 714

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enfermos, y que en la cachuela de Teotônio se encontraron a comerciantes de Mato Groso que llevaban 6 meses720 de viaje y habían sido atacados 5 veces por indígenas721. Francisco Requena fue miembro de la IV Partida de la comisión demarcadora luso-hispana y en su "Proyecto y reflexiones sobre la mejor demarcación de límites entre las coronas de España y Portugal”, expresa la dificultad en definir las demarcaciones en el río Madeira722. De hecho, en las advertencias del plano original de 1796 se lee que la zona correspondiente al río Jaurú hasta la boca del río Sararé, incluyendo el curso del río Guaporé y Madeira hasta su desembocadura en el Amazonas se han copiado del mapa impreso de 1775 por Juan de la Cruz (Fig. 28), y algunas noticias de Lázaro de Rivera, gobernador de Moxos723. Él pone en evidencia la necesidad de invertir en las misiones de Moxos, las cuales se encontraban aisladas tanto de la administración eraria como de la política de la corona, de manera que nunca se interesaron en conservar destacamentos ante la entrada de los portugueses. Requena resalta, además, que los gastos que tuvo la corte en organizar las expediciones contra los portugueses habían resultado mucho más costosos que un siglo entero de inversión en la preparación militar de la región, sin que siquiera lograsen lo que reclamaban 724 . En una fuente luso-brasileña, se señalan los motivos que explican el desinterés de la corte española por la zona; una vez más, las particulares condiciones climáticas figuran como protagonistas: "As aldeias dos Moxos consta que são numerosas de gentio; porém são remotas do Pará e ainda de Chaquizaca725 e Potosí, e com a mediação destas serranias que pouca assistência podem receber dos espanhóis, estão em terras baixas e alagadiças e como naquelas vizinhanças não se descobriram metais não tem coisa que convide aos mesmos espanhóis para concorrência para aquela parte."726

720

Según Ricardo Serra, el viaje desde el Madeira a Mato Groso se hacía en 8 meses, de los cuales 3 se gastaban solamente para franquear las cachuelas (Serra, Ricardo Franco de Almeida, "Diário do Rio Madeira", RIHGB, XX, p. 418) 721 Francisco José de Lacerda Almeida, Diário de viagem do Dr. Francisco José de Lacerda e Almeida, BL, 10483.b.30, pp. 21-26 722 "Proyecto y reflexiones sobre la mejor demarcación de límites entre las coronas de España y Portugal presentadas en 10 de marzo de 1796 por Don Francisco Requena, al príncipe de La Paz, Madrid" en Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, 1996, p. 60 723 Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, pp. 90-91 724 Ibid. 725 (Chuquisaca) 726 Oficio de Marcos Antonio de Azevedo Coutinho, 15 de febrero de 1748, IHGB, Río de Janeiro, DL 294.20, Lata 279, pasta 8

194

Fig. 28: Mapa geográfico de América Meridional de D. Juan de la Cruz, de 1775727.

727

Mapa geográfico de América Meridional dispuesto y grabado por D. Juan de la Cruz Cano y Olmedilla, 1775, AGI, MP-Impresos, leg. 48

195

Como se ha podido verificar, la organización y los trabajos de la comisión de demarcación de límites de América Meridional consistieron en un proceso difícil y largo, extendiéndose hasta finales del siglo XVIII. Por ejemplo, la III Partida portuguesa solamente llegó a Mato Groso en 1781, siendo que la supresión de las comisiones sólo se produjo en 1804728. En el “Extracto del expediente sobre la demarcación de límites con el Portugal en la América Meridional (1796)", Vicente Aguilar y Jurado y el ingeniero Francisco Requena resumen las operaciones de los comisarios demarcadores de ambas coronas, así como las disputas y urgencias de demarcación, analizando la causa de los avances portugueses, sus pretensiones y el desarrollo de los conflictos 729 . En este expediente se señala que: -

La causa por la cual no se pudieron cumplir los artículos 10º y 11º designados a la III Partida fue sobre todo el desinterés y resistencia de los portugueses en organizar su comitiva, la cual se disolvió con el pretexto, a su vez, de la demora española, a pesar de la insistencia del gobierno y comisión castellanas en que se volviesen a convocar.

-

Se habían hecho denuncias infructíferas al gobernador de Mato Groso y al virrey de Brasil acerca del contrabando, robos de ganado y usurpaciones de habitantes realizados por los portugueses en los ríos Baures y Machupo, añadiendo que la provincia de Moxos se encontraba por ello desprovista de sal y ganado, e indefensa ante una aparente superioridad militar portuguesa en la región, la cual se apoyaba en la alta población de esclavos negros y la proliferación de núcleos mineros. Menciona casos en concreto como la captura de 70 indígenas en 1784 y de portugueses que inspiraban a los indígenas castellanos a sublevarse contra la corona española.

-

La erección del Fuerte Príncipe de Beira a orillas del río Guaporé (de navegación común) 6 meses después de la firma del Tratado Preliminar de Límites contradecía lo dispuesto en el artículo 18º, a pesar de que los portugueses declarasen que su construcción era anterior al mismo. Alega que la función del fuerte era convertir en privada la navegación del río Madeira,

728

Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, p. 72 "Extracto del expediente sobre la demarcación de límites con el Portugal en la América Meridional (1796)", Servicio Histórico Militar, Madrid, Colección de documentos, sig. nº. 5.1.1.4 en Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, pp. 95-115. 729

196

llevarse las familias amerindias españolas y proteger las extracciones de ganado desde territorio español.

Diseñado por los ingenieros Domingos Sambuceti y Ricardo Franco de Almeida, el Fuerte Príncipe de Beira se construyó entre 1776 y 1783 730 , según fuentes lusobrasileñas. Más problemático que su edificación resultaría la manutención del fuerte, en términos tanto de presupuesto, de productos primarios y munición, como de contingente. La población del fuerte era mayoritariamente masculina, entre 16 y 50 años, mientras que la femenina era ínfima, entre 15 y 40 años731. Denise Meireles señala que el fuerte había sido ideado con una función adicional como aglutinador de población732. Hay referencias al acercamiento de poblaciones amerindias de la zona, como los Pareci, los Cautarios733 y los Pakáas Novos734. Es cierto que con la puesta en marcha de un camino por tierra entre Vila Bela y el fuerte se avistaron a muchos grupos indígenas que habitaban cerca de las cabeceras de los afluentes del río Guaporé735. Por otro lado, el fuerte también ejerció de foco de atracción a los indígenas de Moxos; se tiene constancia de la migración de Txapakura, Baure, Itonama y Cayuvava. Al llegar en condición de forajidos, les pedían crédito a los habitantes, convirtiéndose en deudores y dependientes, a la vez que valiosa mano de obra 736 . Esta forma de dependencia de la mano de obra amerindia es muy similar a la que se produciría casi un siglo más tarde, con el boom cauchero. En otras ocasiones, los indígenas eran enviados a los poblados más vecinos de Lamego y Leomil a falta de recursos alimenticios. Hay referencias de que los indígenas de Magdalena en los Moxos tenían relaciones comerciales con los habitantes del Fuerte Príncipe de Beira, sobre todo en el aprovisionamiento de azúcar y aguardiente debido al alta demanda 737 . También era común la fuga de muchos de los indígenas, por razones de malas condiciones de

730

Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, pp. 178-179 Ibid., pp. 182-184 732 Ibid., p. 182 733 Ibid., p. 177 734 Coelho, Felipe J. Nogueira, "Memórias cronológicas da Capitania de Mato grosso, principalmente da provedoria da Fazenda Real e Intendência do Ouro", RIHGB, XIII, 186 735 Alexandre Rodrigues Ferreira, Vários Documentos: “Gentios que habitaram e que habitam no Guaporé", BNRJ, MS-574 (5), doc. 1 736 Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, pp. 173-175 737 Lázaro de Ribera a S. M., Visita del pueblo de Santa Maria de la Magdalena, Santa María Magdalena, 10 de septiembre de 1787, AGI, Charcas, leg. 623, nº. 5 731

197

subsistencia, enfermedades y conflictos con los soldados 738 . Esto, sumado a los altos índices de mortalidad y muy bajos de natalidad de su población, hizo imposible la meta aglomeradora del fuerte, el cual alcanzó su mayor población en 1783, con 900 habitantes739.

Fig. 29: “Descripción geográfica de la Frontera que corre desde la ribera occidental del Río Panamá, hasta más abajo de la unión del río Guaporé con el Mamoré. La línea de puntos de carmín denota la divisoria con arreglo al tratado Preliminar de Límites de 11 de Octubre del año de 1777”740

738

Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, p. 176 Ibid., p. 182 740 Descripción geográfica de la Frontera que corre desde la ribera occidental del Río Panamá, hasta más abajo de la unión del río Guaporé con el Mamoré. La línea de puntos de carmín denota la divisoria con arreglo al tratado Preliminar de Límites de 11 de Octubre del año de 1777, s/a, AGI, MP-Buenos Aires, leg. 116 739

198

Conforme podemos notar en el extracto de los informes de las comisiones de límites, el desconocimiento efectivo de la región seguía siendo un problema aún a finales del setecientos: “Sobre el río Beni hay varias opiniones. Algunos creen que sus aguas van a incorporarse con el Inambarí (Perú) y que junto con el Incayali, entre en el Marañón. Otros lo dirigen al río de la Madera. Los Padres Franciscanos del colegio de Ocopa, en sus nuevas relaciones y mapas impresos en Lima son de diferente parecer. Quieren algunos geógrafos que sea un río propio junto con el Javarí; y otros que sea el llamado Purús. Lo cierto es que sea o no el Beni el que está denotado en el Mapa, en aquella situación entra en el Madera un río muy caudaloso, y en su boca han hecho los portugueses un desmonte para fortificarse.” 741

Podemos concluir que el Tratado Preliminar de San Ildefonso tampoco supuso una reforma, puesto que además mantenía muchas de las deficiencias e inexactitudes del Tratado de Madrid, ni mucho menos una conclusión acerca de la cuestión de límites, como señala Beerman 742 , sino más bien un cese de hostilidades, sustituyendo la paz armada por una situación de status quo.

Al final, el proyecto de Pombal no logró erradicar los roles de los intermediarios, sino que éstos fueron asumidos y reestructurados por nuevos actores, como los esclavos negros, los mestizos, los prófugos y desertores, los miembros de las élites indígenas, los directores, etc. El cambio en las relaciones interétnicas y de poder da origen a nuevos espacios sociales de integración y etnogénesis, como los mocambos, los colegios y seminarios indígenas e incluso las villas y poblados multiétnicos. Estos procesos de etnogénesis suponen la creación, asignación y la apropiación de nuevos roles sociales. Sin embargo, como ya se ha dicho, la imposición de categorías adscriptivas artificiales por las entidades coloniales supone un mecanismo más de colonización. Un ejemplo de ello es la creación del etnónimo “Guaraporé” para designar a los habitantes primordiales del río Guaporé, cuyo nombre boliviano (Itenes) se decía provenir de la etnia homónima.

741

"Extracto del expediente sobre la demarcación de límites con el Portugal en la América Meridional (1796)", Servicio Histórico Militar, Madrid, Colección de documentos, sig. nº. 5.1.1.4 en Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, pp. 95-115. 742 Beerman, Eric, Francisco Requena: la expedición de límites, Amazonia 1779-1795, p. 9

199

Asimismo, esto pone en evidencia la parcialidad de los etnónimos y clasificaciones indígenas que nos han llegado al día de hoy, inmersas en una especie de juego de poderes y nacionalismos. En esa línea, apoyándonos en Domingues 743 , podemos sugerir que tanto las expediciones de reconocimiento realizadas a partir de la firma del Tratado Preliminar de Límites, así como el Directorio de Indios buscaban utilizar a los indígenas no necesariamente en la defensa sino más bien en la construcción de la frontera nacional. Y los indígenas, a su vez, empezaban a concienciarse de las ventajas del acceso al aparato colonial, en términos de derechos y privilegios jurídicos 744 , y definitivamente los emplearon como mecanismo de subsistencia y resistencia adaptativa. De ello trataremos más detalladamente en el siguiente apartado.

3.3

Ruptura y formación de alianzas interétnicas en el último cuarto del siglo XVIII 3.3.1 El ocaso de Pombal y de la Compañía de Comercio del Pará Manuel Dias expone de forma bastante vehemente que, desde una perspectiva

económica y desarrollista, la caída del Marqués de Pombal fue lo peor que podría haberle pasado a Amazonia a finales del siglo XVIII745. Con la subida al trono de María I en 1777, la nueva reina de Portugal destituyó al Marqués de Pombal de su cargo de ministro, abandonando también su proteccionismo mercantilista, y al no renovar el plazo del monopolio de la Compañía de Comercio del Gran Pará y Maranhão, la empresa entró en decadencia 746 . Sin embargo, su declive ya se venía percibiendo desde antes debido a

743

Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 76 Monteiro, Julio, “Escravo índio, esse desconhecido”, en Chauí, Marilena de Souza, Índios no Brasil, Secretaria Municipal de Cultura, São Paulo, 1992, p.117 en Santos, Rafael Rogério Nascimento dos, "Resistência e adaptação nas vilas do Diretório dos Índios, IV Encontro Internacional de História Colonial 745 Dias, Manuel N., A Companhia Geral do Grão Pará e Maranhão (1755-1778), 2 vols., Universidade Federal do Pará, Belém, 1970 en Cheves, Marcelo S., y Pena, Heriberto W. A., "O processo de ocupação política e econômica da Amazônia brasileira no período colonial", Observatorio de la Economía Latinoamericana, 192, 2013, http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/br/13/economia-amazonia.hmtl (consultado el 22/10/2013) 746 Cheves, Marcelo S., y Pena, Heriberto W. A., "O processo de ocupação política e econômica da Amazônia brasileira no período colonial", Observatorio de la Economía Latinoamericana 744

200

diversas carencias y excesos como la dificultad de la navegación, la falta de mano de obra indígena747 y la ausencia de competencia. Con la extinción de la compañía, tanto el flujo de mercancías como de personas disminuyó en el alto Madeira. Meireles habla incluso de un vaciamiento de la región, instigado además por la escasez de productos y su encarecimiento dados los altos costes y peligros de su transporte748. Adicionalmente, algunas fuentes documentales apuntan al aumento de las hostilidades de grupos indígenas en la década de 1780 contribuyendo al declive no sólo de la navegación del Madeira, sino también de sus poblaciones749. De hecho, según Menéndez, desde 1770 se estaba produciendo una expansión de los indígenas Mundurukú desde el río Tapajós hacia el oeste y suroeste amazónico750. Para partir de una referencia, proponemos como caso de estudio el análisis demográfico de la villa de Borba a Nova, a partir del censo poblacional con fecha del 1 de enero de 1783 (y así referido en este trabajo), pero representando una realidad del año de 1782.

Población de Borba a Nova en 1783 (Total: 275 hab.) 1%

11% Personas libres excepto indígenas Indígenas 88%

Esclavos

747

Serra, Ricardo Franco de Almeida, "Diário do Rio Madeira", RIHGB, XX, 406 Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, p. 167 749 Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", 306 750 Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 286 748

201

Relación de la población masculina y femenina

43% Hombres

57%

Mujeres

Población masculina por edad 90 80 70 60

< 7 años

50

42

40

7-15 años

40

15-60 años

30 20 10

8

60-90 años

14 3

5

4

> 90 años

2

0 Personas libres en general Indígenas aldeados o excepto los indígenas establecidos en poblados

Esclavos

Población femenina por edad 90

79

80 70 60

< 7 años

50

7-14 años

40

33

14-50 años

30 14

20 10

6

2

7

2

50-90 años 10

> 90 años 2

1

1

0 Personas libres en general Indígenas aldeadas o excepto los indígenas establecidas en poblados

Esclavas

202

Incremento y disminución de población Muertes en 1783 Nacimientos en 1783 Deserciones Nuevos descimentos Crecimiento poblacional en 1783751

Cantidad 8 44 1 10 45

Tasa 3,48% 19,13% 0,43% 4,35% 19,56%

Fig. 30: Cuadro demográfico de la villa de Borba a Nova hacia 1783752.

Analizando los dos primeros gráficos, vemos en Borba una población predominantemente indígena, con un contingente negro muy bajo, representado solamente por 2 esclavas mujeres; siendo el número total de mujeres superior al de hombres. El bajo índice de población de blancos en Borba en comparación con la indígena es un indicador del fracaso de la política de fomento de los poblados mixtos de Pombal, al menos en lo que a esta villa en el Madeira se refiere. Ya en los dos siguientes gráficos, podemos observar un alto índice de población infantil (< 7 años) si comparado a la población total para el respectivo sector social, lo cual puede apuntar a un índice de natalidad relativamente alto. Esto se hace notar sobre todo entre la población indígena masculina, mientras que para la femenina la población joven-adulta 753 , o en otras palabras, la población femenina en edad fértil, es más del doble de la infantil. Esta interpretación se confirma por el número de nacimientos en 1783 (44), con una tasa de natalidad del 19,13% y una tasa de incremento poblacional del 19,56% (considerando por un lado los 10 nuevos descimentos y por otro 8 muertes y 1 deserción), en otras palabras una población aparentemente en crecimiento hacia 1783. Sin embargo, es importante hacer hincapié en que para hacer afirmaciones absolutas, sería necesario contrastar este cuadro demográfico con el censo del año precedente, el cual se desconoce. En los gráficos a continuación (Fig. 31), se representa la población total de las capitanías del Río Negro y Pará para el mismo período a título de referencia. Lamentablemente, no disponemos de información para la capitanía de Mato Groso, lo cual sería de gran interés puesto que permitiría la comparación con las demás capitanías y con los datos explotados en el apartado anterior (3.2.2) para los años de 1773-1775.

751

Este dato es meramente ilustrativo, puesto que se desconocen los datos para el año precedente. Fuente: Mapa de todos os habitantes e Fogos que existem em todas e em cada uma das freguesias e povoações da capitania do Estado do Pará ao 1º de Janeiro de 1783, IHGB, Río de Janeiro, DA 6.1.6. También en ANBR, Río de Janeiro, Fondo NP, Diversos Códices (SDH), cód. 602, vol. 2. 753 La población con más de 60 años es referida en la fuente como “viejos”. 752

203

Población de las Capitanías de Río Negro y Pará en 1783 30.000 24.400

25.000

21.849

Personas libres en general excepto indígenas

20.000

Indígenas aldeados

14.549

15.000 10.111

9.408

10.000

Esclavos Viviendas

5.000 1.075

374

1.090

0 Río Negro (Total: 11.560 pax.)

Pará (Total: 60.798 pax.)

Número de poblados y/o feligresías en Río Negro y Pará en 1783 70 66

60 50

Cantidad de poblados/feligresías

40 39

30

22

Poblados de blancos

20 10 0 Río Negro

Pará

Fig. 31: Cuadro demográfico de las capitanías de Río Negro y Pará en 1783 754.

El primer gráfico pone en evidencia la gran diferencia entre el total de población de las capitanías del Río Negro y del Pará, ésta superando aquélla en más de 5 veces. Una información adicional que podemos extraer es la gran proporción de personas libres en

754

Fuente: Mapa de todos os habitantes e Fogos que existem em todas e em cada uma das freguesias e povoações da capitania do Estado do Pará ao 1º de Janeiro de 1783, IHGB, Río de Janeiro, DA 6.1.6. También en ANBR, Río de Janeiro, Fondo NP, Diversos Códices (SDH), cód. 602, vol. 2.

204

general en relación a los esclavos e indígenas en el Pará en comparación al Rio Negro, donde es predominantemente superada por la población indígena. El hecho de que la población en el Pará sea mayoritariamente “de personas libres en general” está directamente relacionado a su mayor grado de colonización, es decir, de penetración y presencia colonial. Sin embargo, cabe destacar que en esa fuente el encasillamiento de la población en tan solo 3 categorías refleja poco la diversidad y complejidad del entramado social. Adicionalmente, deja poco espacio a los grupos intermedios como los mestizos, especialmente si tenemos en cuenta el contexto político de fomento del mestizaje en las villas. Finalmente, la información representada en el último gráfico nos puede ayudar a tener una visión más amplia y proporcional acerca de la población total de Borba. Yuxtaponiendo los dos gráficos llegamos a las cifras medias de 296 habitantes por poblado en la capitanía de Río Negro y 690 para el Pará. Sin embargo, es importante resaltar que estas cifras absolutas son falsas, puesto que no llevan en consideración la densidad demográfica de las capitanías y sus villas, la cual sería muy superior en Belém, por ejemplo. Por lo tanto, para hacer una comparación efectiva entre la villa de Borba y las demás villas/feligresías en el Pará, habría que descontar de ese valor total a la población de Belém para, entonces, poder acercarse a una media. Por otro lado, aún si comparada con la capitanía del Rio Negro, Borba a Nova, sigue ligeramente por debajo de la media demográfica. En lo que a su contenido étnico se refiere, hay referencias de que hacia 1774, la población indígena de Borba estaba formada por los Ariquena, Baré, Torá y Orupá 755, sin embargo, más tarde en la década de 1780, ellos fueron llevados para fundar la villa de São João do Crato, en la desembocadura del río Jamari756. Una fuente etnohistórica de principios de la década de 1780, aunque sin fecha 757 , habla de una disminución poblacional en Borba, lo cual se atribuye a los ataques de grupos indígenas, con destaque para los Juma:

755

Sampaio, Francisco Xavier Ribeiro de, Viagem que se fez em visita e correição das povoações da capitania de S. José do Rio Negro fez o ouvidor e intendente da mesma... no ano de 1774 e 1774, Lisboa, Typographia da Academia, 1825 en Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, pp. 286-287 756 Baena, Antônio, Compendio das Ervas da Província do Pará, Pará, Typographia de Santos & Irmãos, 1838, p. 439 en Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, pp. 286-287 757 Probablemente posterior a 1783.

205

[...] mas hoje se acha reduzida a 30 casas com 280 almas, e só homens; e tem sido perseguida pelos índios vizinhos com tal animosidade que atacam os moradores da mesma vila, sendo destas nações a mais funesta a dos Jumas, índios antropófagos, mas tão fracos que só animam a seguir de longe aos Mandrucús758, nação valente e seus vizinhos, quando estes fazem guerra a outros índios, para então os Jumas irem devorando os mortos que vão encontrando." 759

Otra fuente calcula una población (decreciente) de 200 indígenas en Borba hacia 1784760. Dos años más tarde, Borba era cercada por los Mundurukú. La villa de Borba, aunque se viera afectada por el declive de la navegación del Madeira, al consistir en uno de los pocos asentamientos coloniales más estables en todo el curso de ese río, siguió siendo un punto clave en la presencia colonial de la zona, por lo menos hasta finales del siglo XVIII y principios del siguiente. Por otro lado, la expansión y migración Mundurukú761 provocó la reacción y el desplazamiento de muchos otros grupos étnicos, afectando en distinto grado a las dinámicas intertribales (e interétnicas) con la llegada de nuevos grupos a la región y como consecuencia, a las dinámicas intratribales, con el establecimiento de rivalidades, nuevas alianzas, nuevas relaciones de poder y nuevos procesos de etnogénesis, conforme veremos a continuación. 3.3.2 Los Mura: de enemigos indómitos a aliados “voluntarios” “[…] a nação dos Muras constitui muitas repúblicas, que assim como em diferentes domicílios têm diferentes chefes e costumes, eles uns aos outros atacar costumam encontrando-se desconhecidos ou ainda não se deixando convencer das razões que se lhe propõem; estas se declaram definitivas a favor dos vencedores.” (Wilkens, H.)762 758

(Mundurukú) Serra, Ricardo Franco de Almeida, "Diário do Rio Madeira", RIHGB, XX, 398 760 Roteiro corográfico da viagem que se costuma fazer da cidade de Santa Maria de Belém, capital do Grão Pará à Vila-Bela, capital do Mato grosso, João Vasco Manoel de Braun, 1784, BNRJ, 21,2,039 o MS-574 (5), doc. 35 761 Para un análisis más profundo de los Mundurukú, véase Menéndez, Miguel A., "A área MadeiraTapajós: situação de contato relações entre colonizador e indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, Cia. das Letras/ Secretaria Municipal de :Cultura/FAPESP, São Paulo, 1998 y Menéndez, Miguel, "Uma contribuição para a etno-história da área Tapajós-Madeira", RMP (Nova Série), v. 28, 1981-1982 762 Henrique João Wilkens, comandante da segunda partida portuguesa, a João Pereira e Caldas, 22 de novembro de 1787, Serviço de Documentação Geral da Marinha, Río de Janeiro, (en adelante, SDGM), Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58 759

206

Según las fuentes documentales, entre los años de 1784 y 1786 los Mura se redujeron “voluntariamente” en la zona del río Japurá (afluente por la margen izquierda del Amazonas). Ya hemos hablado acerca de la ficción del concepto de “reducción voluntaria” e incluso acerca de su debate epistemológico. Como llegamos a analizar, lo que nos interesa no es tanto el carácter voluntario o no de esa reducción, sino porqué se produjo este cambio en las alianzas interétnicas. Según Marta Amoroso, la expansión Mura se inició antes de la de los Mundurukú, a partir de finales de la década de 1750, direccionada hacia el oeste y noroeste, sobre todo desplazándose desde el río Madeira hacia los ríos Solimões y Negro763. Sin embargo, el término “expansión” quizás no sea el más apropiado para describir el fenómeno de aumento de los conflictos con la sociedad colonial y amerindia y el desplazamiento de estos grupos, la cual se direccionaba Amazonia adentro conforme lo hacían los frentes de colonización. Es muy posible que ese fenómeno denominado “de expansión” de los Mura esté en parte relacionado con el cambio en la iniciativa colonial a mediados del siglo XVIII. Conforme analizamos en el apartado anterior (3.2.2), esas reformas transformaron las relaciones de poder, concretamente con la limitación del poder de los intermediarios, que ejercían de puente en las relaciones con la sociedad colonial, el aumento del poder estatal con la creación de la Compañía General de Comercio del Gran-Pará y el surgimiento del monzón del norte, y consecuentemente, la puesta en marcha de una sistematización y control de la navegación del río Madeira. Conforme vimos anteriormente, tras la eliminación de los jesuitas y anulación de los cuñamena y sertanistas, se registró un aumento de la violencia en la región. Por un lado, esto puede ser entendido como resultado de la ruptura de alianzas que mantenían un cierto tipo de status quo entre los distintos grupos étnicos, el cual se vería otra vez trastocado con la llegada de los Mundurukú. De otro, al incluir el alto Madeira en su plan de colonización, las autoridades coloniales redesignaron nuevos roles a los distintos grupos de la región. Probablemente, los Mura, antes útiles y estratégicos en la interdicción del camino hacia las minas de Mato Groso y ante el avance español 764 , ahuyentando a los viajeros, se volvieron un obstáculo más en el duro trayecto río Madeira arriba.

763

Amoroso, Marta Rosa, "Corsários no caminho fluvial" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, Cia. das Letras/ Secretaria Municipal de Cultura/FAPESP, São Paulo, 1998, 303 764 Ibid.

207

Los conflictos con los Mundurukú provenientes de la zona del río Tapajós desplazaron progresivamente a algunos grupos Mura hacia el oeste, llevando a muchos de ellos a lo que el discurso de la época denominaba “reducción voluntaria”. Menéndez señala que en esa misma época parece ser que también se produjo el inicio de las hostilidades de los Mundurukú con sus vecinos del área intermedia del Tapajós-Madeira (Arara, Juma, Jakare, Parintintins, Parauarête, Apiaká, etc.) 765 . Estos desplazamientos produjeron la reordenación de las dinámicas y relaciones entre los distintos grupos étnicos de la región del Madeira, así como en las zonas hacia donde se movían, estableciéndose nuevas relaciones de alianza y de enemistad entre los distintos grupos, las cuales muchas veces fueron apropiadas, usadas e incluso azuzadas por los lusobrasileños. Algunos ejemplos fueron la alianza colonial con los Mundurukú766 - aunque más tardía (1795) - y con los Ariquena para combatir a los Mura en el río Madeira: “[...] Manoel Dias com os Ariquenas seus aliados fora aos Guatazes dar naquele gentio [Mura], em cuja ocasião fizera neles grande carnagem [...].”767

La fuente anónima titulada “Notícias da voluntaria redução de paz e amizade da feroz nação do gentio Múra nos anos de 1784, 1785 e 1786” y recopilada por el naturalista Alexandre Rodrigues Ferreira es un rico recurso para el estudio y la comprensión del complejo panorama etnocultural y socio-político de los Mura. Según consta, ese acercamiento inicial se produjo mediante promesa de paz e intención de reducción y formación de nuevas aldeas por los Mura, que sin embargo, se encontraban dispersos por los ríos Madeira, Amazonas, Negro, Purús, y otros: "Indagando com individuação qual fosse a primeira e principal habitação deste gentio, me figuravam que sendo o seu costume viverem de corso, tinham contudo a sua assembleia geral na margem setentrional do Beni, em toda a extensão da parte daquele rio, que corre com o nome de Madeira, sendo a paragem do seu maior ajuntamento no célebre lado, que quase na foz daquele rio se encontra com o nome de Guatazes, o qual por um furo ou furos se comunica com o Solimões para baixo dos Purús na parte meridional do mesmo 765

Menéndez, Miguel A., "A área Madeira-Tapajós: situação de contato relações entre colonizador e indígenas" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, pp. 290-291 766 Amoroso, Marta Rosa, "Corsários no caminho fluvial" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, pp. 297-305 767 Anônimo, "Notícias da voluntaria redução de paz e amizade da feroz nação do gentio Múra nos annos de 1784, 1785 e 1786", RIHGB, vol. 36, Rio de Janeiro, 1873, p. 344

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Solimões: que sendo por aquela margem do Madeira o seu império e antiga habitação dela saíram a difundir-se primeiro pelas margens do Madeira [...].”768

El lugar de origen de los Mura es un tema discutible. Con base en la fuente aquí tratada, algunos autores del s. XIX defienden un origen peruano del grupo 769 . Eliane Sigwalt-Dumotier señala que era muy común que los grupos amerindios al desplazarse mantuvieran las denominaciones de sus aldeas y marcos geográficos770. La autora añade que el registro de la toponimia es una forma de marcar un territorio 771. En esa línea, encontramos en el diccionario geográfico de Alfredo Moreira Pinto, de finales del s. XIX, el término “Ucaiari” o “Ucayali” como denominación antigua amerindia del río Madeira772, habiendo posiblemente derivado en el topónimo “Caiari”, del que se tiene alguna noticia. Sin embargo, el origen del nombre del río Madeira puede ser tan múltiple y diverso como las etnias que lo habitaban. Por ejemplo, Alexandre Rodrigues Ferreira comenta que su nombre “verdadero” era Irury, al igual que el gentío que habitaba sus márgenes773. Sin embargo, para hacer más inferencias acerca de este tema, habría que considerar muchos otros factores, posiblemente lingüísticos, arqueológicos, etc. En el mapa a continuación (Fig. 32), se representa un mapa de la cuenca amazónica con los principales ríos mencionados, a modo de referencia, con destaque para el río Japurá, donde primero se produjo su reducción:

768

Anônimo, "Notícias da voluntaria redução de paz e amizade da feroz nação do gentio Múra...”, RIHGB, 36, 343-344 769 Por ejemplo, Amazonas, Lourenço da Silva Araujo, Dicionário Topográfico Descritivo da Comarca do Amazonas, Recife, 1852. 770 Maldi, Denise, "A questão da Territorialidade na Etnologia Brasileira", Sociedade e Cultura, 1-17 771 Ibid. 772 Pinto, Alfredo Moreira, Apontamentos para Dicionário Geográfico do Brasil, vol. 2, Imprensa Nacional, Rio de Janeiro, 1896, BNRJ, R 918.1, p. 659 773 Relação circunstancial do rio da Madeira e seu território de Alexandre Rodrigues Ferreira, Cachoeira de Santo Antônio, 30 de janeiro de 1789, BNRJ, MS-574 (4)

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Fig. 32: Cuenca amazónica, con destaque para el río Japurá774.

Desde el río Madeira los Mura venían de distintas zonas como la isla de los Guatazes, el río Manicoré, la villa de Serpa (adonde se trasladó la misión de los Abacaxis), y muchos de ellos traían noticias del ataque de los Mundurukú: "[...] tendo a maior parte [de los Mura], ou quase todos ido precipitadamente poucos dias antes, acudir às mulheres, que ainda tinham nas campinas e habitação dos Guatazes, onde tiveram noticia lhes tinha dado, ou os Mudurucús, ou os Jumas, ou ambas estas nações juntas, porque de ambas

Musser, Karl, “Map of the Amazon River drainage basin with the Japurá River highlighted”, septiembre de 2008. 774

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acharam os efeitos, estes comendo e aqueles degolando o que não [sic] é comum nos bárbaros destas duas nações [...] constar de mais de 300 almas, sendo só as que achei 54, a maior parte crianças."775

Otras fuentes etnohistóricas hablan de la práctica antropófaga de los Juma y de la costumbre Mundurukú de practicar degollamientos. Braun añade que los Mundurukú les ahorraban la vida a las mujeres y niños que aprisionaban, pero no a los hombres, a quienes les cortaban y curtían la cabeza, según cuenta, a modo de trofeo776. Sin embargo, los Mura no fueron los únicos grupos que se vieron obligados a migrar ante las hostilidades de los Mundurukú, las cuales se concentraron sobre todo en el bajo y medio Madeira, asentándose el grupo en la isla de los Guatazes. De manera que diversos grupos amerindios aldeados en las localidades de Serpa y Borba a Nova por ejemplo también tuvieron que marcharse al oeste: "Em 6 do mês próximo [Mayo] vieram dois principais, um de nação Erury777 e outro de nação Jarauary, trouxeram 78 índios de arco, 9 mulheres e 8 crianças e me disseram que os Mudurucús lhe tinham morto muitas mulheres e alguns homens, e tinham vindo com a sua gente para o dito rio Guatazes./[...] perguntei ao principal Erury que é quem governa a todos que gente teria e me disse que tinha quatrocentas perto de quinhentas pessoas [...]."778

Este pasaje trata de los Iruri que se encontraban aldeados desde finales del siglo XVII en la misión de Abacaxis (conforme vimos en el apartado 1.3), y al ser trasladada, fueron llevados a diversas localidades del bajo Madeira, como las villas de Serpa y de Borba a Nova. Sin embargo, los Mundurukú no eran los únicos que incursionaron contra los habitantes de la antigua misión de Abacaxis. El texto a continuación hace referencia al ataque de los Mura a la villa de Serpa: “[...] e descendo à antiga povoação dos Abacaxis, mataram e aprisionaram muitas dela; destes prisioneiros é um velho que mostra ter 80 anos, já com a

775

Anônimo, "Notícias da voluntaria redução de paz e amizade da feroz nação do gentio Múra...”, RIHGB, 36, 372 776 Braun, João Vasco Manoel de, "Descrição corográfica do Estado do Gram-Pará”, RIHGB, XXXVI (I), Rio, 1873 (1784), 296 777 (Iruri) 778 Anônimo, "Notícias da voluntaria redução de paz e amizade da feroz nação do gentio Múra...”, RIHGB, 36, 376

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esgrenhada barba, e cabelo todo branco, o gesto murificado; mas ainda muito ágil, que vem em companhia do capataz Ambrozio, a título de seu cunhado.”779

Como podemos observar, los Mura establecían alianzas matrimoniales interétnicas, cuyo método se basaba en el aprisionamiento de individuos mediante guerras intertribales. Al inserirse en el contexto de “expansión” Mundurukú, podían tratarse, además, de alianzas políticas intertribales y/o interétnicas tanto para garantizar la supervivencia de los grupos en inferioridad bélica, como para hacerles frente a los Mundurukú. Los Mura también se habían comprometido a practicar y reducir a otros grupos, fuera por medio de alianzas que tuviesen, o por métodos de coacción780. Otro dato importante que podemos extraer de ese texto es acerca del concepto de murificación, que de manera análoga al de “tupinización”, se refiere por un lado al proceso de asimilación cultural por individuos incorporados o en contacto con los Mura, pero por otro, hace alusión indirectamente a la heterogeneidad étnica del grupo. No obstante, como veremos a lo largo de este epígrafe, esta murificación no era un proceso unidireccional y aculturante, sino otra manera de denominar el proceso de etnogénesis de los Mura en cuanto grupo. Por otro lado, Marta Amoroso señala que, de forma alternativa, la murificación se define como una práctica resultante de los conflictos intertribales, en el que el “murificado” sería el prisionero de guerra781. Adicionalmente, hay que llevar en consideración que los Mura no eran del tronco tupi y normalmente no manejaban la lengua general, de manera que estos prisioneros y sobre todo esas alianzas eran fundamentales en el desarrollo de las relaciones del grupo con agentes externos, especialmente con la sociedad colonial. De ahí que eligieran a indígenas aldeados, puesto que hablaban la lengua general y les podrían servir de “língua”, o sea, de intérpretes. Por poner un ejemplo, citamos el siguiente trecho:

779

Ibid., 343-344 Ofício datado de Barcellos em 28 de abril de 1788, de Jõao Pereira Caldas e dirigido a Martinho de Mello e Castro, sobre os índios Mura, SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58 781 Amoroso, Marta Rosa, "Corsários no caminho fluvial" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, pp. 308-309 780

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"[...] vieram a este lugar uns índios Muras de um principal que tem um cunhado que traz por língua um índio do lugar de Carvoeiro 782 chamado Antônio José [...]."783

Sería interesante conocer el status de estos prisioneros al incorporarse a la sociedad Mura. Parece ser que la jerarquía social y las relaciones de poder también se articulaban de manera bastante fluida dentro de la sociedad. Un buen ejemplo encontramos en el personaje anteriormente mencionado, Ambrozio, indígena hecho prisionero por los Mura cuando niño, pero al que se le refiere unas veces como principal o capataz y quien, según consta, fue el “principal agente de toda esta reconciliación” 784, al tomar la iniciativa de acercarse al teniente Manoel José Valladão: “Este índio Ambrozio [...] veio em fim falar-me trazendo em sua companhia a mulher que é Mura com quem se casou por seu modo no rio da Madeira, segundo me explicou no lago dos Guatazes785, aonde em dilatadas campanas tem o Mura grande poder […]/ Ele falando mal a língua geral, mas em tudo murificado até nos dois ossos como grandes dentes que trazem um no bico de baixo e outro no de cima, pelo terem os Muras apanhado na povoação de Paraguari, e terem-no assim desfigurado a ele, uma irmã, que aqui trouxe consigo pagã; pois apanhada ainda pequena, mas falando bem a língua geral com a mãe, que também veio, e com ele foi apanhada por nome Joanna./[...]/ Esta Joanna serviu de língua [...].”786

Como podemos observar, Ambrozio fue hecho prisionero junto de su madre Joana y su hermana que era “mameluca”787. A partir del momento en que un Mura se “casó” con su hermana, Ambrozio pasó a ser el cuñado, estableciendo una alianza con el marido de su hermana. Ambrozio, a su vez, se había casado con una Mura, ya que él no era uno. Sin embargo, ya se encontraba “murificado” pues además de compartir sus rasgos e indumentarias culturales, diferentemente de su madre, hablaba mal la lengua general. En 782

Aldea en el río Negro. Anônimo, "Notícias da voluntaria redução de paz e amizade da feroz nação do gentio Múra...”, RIHGB, 36, 359 784 Ofício datado de Barcellos em 28 de abril de 1788, de Jõao Pereira Caldas e dirigido a Martinho de Mello e Castro, sobre os índios Mura, SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58 (Traducción propia). 785 Antigua isla de Tupinambaranas. 786 Anônimo, "Notícias da voluntaria redução de paz e amizade da feroz nação do gentio Múra...”, RIHGB, 36, 331-332 787 Mestizo descendiente de indígena y portugués. 783

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otras palabras, podemos afirmar que se trata de una práctica exogámica, aunque al no disponer de más información acerca del status social tanto del cuñado de Ambrozio como de su pareja Mura pudiendo ésta ser hermana del cuñado, o no, resulta difícil hacer más inferencias. No obstante, basándonos en el hecho de que Ambrozio era el principal o sostenía algún tipo de alto status en la jerarquía social, podemos sugerir una transmisión de poder o status a través de los lazos matrimoniales y/o de un cuñado a otro. Por lo tanto, la manutención de las alianzas fuera y dentro de los grupos Mura parece bastante compleja a la vez que fluida y porosa. Conforme observamos con otros grupos étnicos del río Madeira desde el siglo XVII, para los Mura también hay datos que aluden a la práctica de entrega de rehenes como estrategia de toma de contacto y de consolidación de una alianza con la sociedad colonial. Ângela Domingues añade que la restitución de prisioneros a la sociedad colonial también era un instrumento de reconciliación en marcha 788 . Sin embargo la fuente aquí tratada no nos proporciona información acerca de en qué consistían dichas alianzas. Lo que sí nos muestra es que los Mura eran un grupo grande pero disperso y étnicamente variado, y parece ser que practicaban unas formas de guerras rituales para garantizar su propia reproducción social y política como grupo, conforme podemos observar en los extractos a continuación: “[...] não estando o tal Ambrozio em muito boa inteligência com os Muras da outra margem do Amazonas, e são os que ultimamente vieram a Ega no dia 27 do passado, os ameaçava de que se com efeito quisessem enganar os brancos e não fazer povoação ele pretendia dar-lhes guerra com os seus e com os mais que são seus aliados." 789

y “[...] até entrar no rio Negro, aonde [Ambrozio] fizera algumas presas, sendo a índia Ignacia em que na carta falo, uma das apanhadas na povoação de Carvoeiro, apesar dos muitos tiros que lhe atiraram e de muitas mortes, que ele mesmo confessa fizera nas roças circunvizinhas daquela povoação, onde apanhou a dita Ignacia sendo ainda criança.”790

788

Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 291 Anônimo, "Notícias da voluntaria redução de paz e amizade da feroz nação do gentio Múra...”, RIHGB, 36, 344 790 Ibid., 343-344 789

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Vimos anteriormente que Ambrozio también tenía como cuñado a un “hombre viejo” de 80 años hecho prisionero en la villa de Serpa. No obstante, no conocemos su status social, ni siquiera su etnia o tribu (Iruri, Arara, etc.). Tampoco sabemos si esa relación de cuñado se dio por un lazo matrimonial entre el viejo indígena y la hermana de Ambrozio, o entre éste y la hermana del viejo. Todo apunta, aunque no de forma conclusiva, que ambos lazos se hubiesen producido y que Ambrozio tuviese más de una mujer. Especialmente si a ello sumamos la captura de la niña Ignacia en el río Negro. De una manera o de otra, la poligamia se encuadraría como una estrategia lógica en el establecimiento de alianzas múltiples y con múltiples grupos indígenas. Amoroso hace un interesante análisis acerca de la construcción de la imagen de los Mura por la literatura colonial, especialmente jesuítica, categorizados por su nomadismo, irreductismo y barbarie 791 , categorías, como dijimos al principio de esta disertación, propias del discurso colonial y que contribuyeron para la etnificación de un grupo profundamente diversificado. De manera que la propia categorización y conceptualización del Mura como grupo representan los parámetros reductores y homogeneizantes coloniales poco representativos de la heterogeneidad etnográfica de sus integrantes. Sin embargo, a partir de 1784, con la toma de mayor contacto con los grupos, esta etnificación del Mura parece empezar a diluirse en el discurso colonial: "O Império destes miseráveis é grande, composto de muitos de diferente língua, e muitos refugiados, entre eles e apanhados das povoações, todos passando debaixo do nome de Muras, sendo estes refugiados os mais dificultosos de sujeitar, e os que dissuadiram alguns a que não se submetam à paz, como andando à sua vontade entre eles e livres de remarem canoas e mais diligências a que são nas povoações obrigados, e em que morrem em tanta quantidade, os quais não deixarão de fazer obstáculo; mas (mediante Deus) o tempo, o modo, as dádivas e o castigo, tudo sujeita."792

Podemos concluir que la constitución étnico-social de los Mura era mucho más compleja de lo que pudiéramos imaginar si solamente consideráramos a los individuos exógenos incorporados mediante las capturas y los conflictos bélicos. Además de

791

Amoroso, Marta Rosa, "Corsários no caminho fluvial" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 303 792 Carta de João Batista Mar del a João Pereira de Caldas, de 26 de julho de 1785, en Anônimo, "Notícias da voluntaria redução de paz e amizade da feroz nação do gentio Múra...”, RIHGB, 36, 323-392

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amerindios de distintas etnias, en el ámbito Mura convivían desde indígenas aldeados o no, hasta negros, gitanos y otros tipos de desertores. De hecho, los Mura se configuraron como una alternativa de subsistencia a los prófugos y desertores, una forma de resistencia entre la dilución de su grupo entre la sociedad colonial y su aislamiento en el sertão ambas estrategias con un fin poco optimista. En otras palabras, como resalta Amoroso, además de enemigos militares, los Mura asumieron un nuevo rol como competencia al modelo civilizador colonial, ejerciendo una fuerza de atracción contraria793 y una forma de resistencia no sólo bélica, pero ante todo adaptativa. Por lo tanto, la noticia de la reducción voluntaria de los Mura no debe ser entendida como un hecho homogéneo y definitivo. El proceso de alianza con los blancos se desarrolló a lo largo de años, hacia distintos focos coloniales en las capitanías de Río Negro y Pará, siendo que muchos grupos siguieron indómitos, unos belicosos, mientras otros continuaban a huir794. De manera que las fuentes documentales apuntan desde casos de aldeamentos795 cerca de la frontera noroccidental, donde se registran conflictos con españoles, hasta su reducción en Borba, por ejemplo, donde hay referencias de que en agosto de 1787 su comandante ya había hecho bautizar a más de 163 niños Mura (hasta los 7 años de edad) 796 . De hecho, en una documentación proveniente del Servicio Documental de la Marina, en Río de Janeiro, hemos encontrado datos interesantes acerca de la población indígena de Borba tras la reducción de los Mura, censada el 31 de diciembre de 1787, así como una relación con el número de casas y parcelas de cultivo que poseían, o sea, respectivamente 15 y 46. Acerca del cuadro demográfico de la villa de Borba hacia finales de 1787, los gráficos abajo representan el contingente Mura:

793

Amoroso, Marta Rosa, "Corsários no caminho fluvial" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, p. 309 794 Ofício datado de Barcellos em 28 de abril de 1788, de Jõao Pereira Caldas e dirigido a Martinho de Mello e Castro, sobre os índios Mura, SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58 795 Como se ha explicado anteriormente, se trata de un sinónimo de reducción pero aquí empleado para el período posjesuita. 796 Ofício datado de Barcellos em 28 de abril de 1788, de Jõao Pereira Caldas e dirigido a Martinho de Mello e Castro, sobre os índios Mura, SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58

216

Población Mura masculina y femenina en la villa de Borba en 1787 (Total: 442 pax.)

46% 54%

Hombres Mujeres

Población Mura masculina por edad 120

102 100 80 65

69

60 40 20 3 0 < 7 años

7-15 años

15-60 años

60-90 años

> 90 años

217

Población Mura femenina por edad 120 100 79

80

78

60 45 40 20 1 0 < 7 años

7-14 años

14-50 años

50-90 años

> 90 años

Fig. 33: Cuadro demográfico de la población Mura en la villa de Borba en 1787797.

Conforme podemos observar, la población Mura en Borba hacia 1787 era bastante elevada si comparada al total de la población indígena de Borba 5 años antes. Lamentablemente, no tenemos datos para los demás contingentes étnicos y/o sociales como la población libre no indígena y las esclava e indígena, de manera que nuestro espectro de comparación con la situación analizada para 1782 es limitado. No obstante, cabe recordar que en 1782 la población no-indígena en Borba constituía solamente el 12% del total, y al menos nada indica que ese extracto no siguiera poco representado, especialmente si tenemos en cuenta los siguientes factores: -

Comparando los dos cuadros demográficos, se percibe un incremento de la población indígena de por lo menos 83% entre 1782 y 1787;

-

Se desconocen las cifras absolutas para los demás grupos amerindios, aunque su existencia sólo contribuiría aumentando la tasa de crecimiento;

-

También se ignoran las cifras de muerte y egreso, las cuales, igualmente, por más ínfimas que fueran, supondrían un aumento del porcentaje de crecimiento de la población indígena en Borba; y

797

Relação do número de almas de nação de índios Muras, que pertencem ao novo estabelecimento da vila de Stº Antônio de Borba, em 31 de dezembro de 1787, por Antônio Carlos da Fonseca Coutiho, en Ofício datado de Barcellos em 28 de abril de 1788, de Jõao Pereira Caldas e dirigido a Martinho de Mello e Castro, sobre os índios Mura, SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58

218

-

Por último, considerando que la tasa de crecimiento poblacional interno (estimada) en 1782 era de 19,56%, se podría hacer una proyección de que en 1787 la población de Borba podría alcanzar la cifra absoluta de 671 habitantes, desconsiderando el contingente Mura. Sin embargo, poco nos sirve esta proyección si se desconoce por un lado, la cifra de población indígena no Mura en 1787, por otro, la precisión de esta tasa de crecimiento (al no disponer de los datos para 1781), y si se desconsideran factores coyunturales como la tendencia hacia un vaciamiento poblacional en el río Madeira a partir de la década de 1780, conforme se retrata en las fuentes.

En lo que a la geografía de ese “proceso de reconciliación” se refiere, un factor clave fue la propia dinámica de alianzas intertribales Mura, puesto que muchos grupos y tribus eran enemigas o rivales entre sí, de manera que no podrían reducirse en el mismo lugar. Otras fuentes documentales provenientes del archivo supradicho, trata de casos en concreto, en los que las poblaciones amerindias aldeadas acusaban a los Mura de delitos que ellos mismos habían cometido, aprovechándose de la reputación del grupo y del frágil estado de su fiabilidad durante el proceso de “reconciliación” 798. En una carta del teniente João Batista Mardel a João Pereira Caldas, se puede observar esta dinámica al hablar de la relación de distintos grupos Mura: “Que não tinham camaradagem com os outros Muras e que não conheciam o Ambrózio, capataz do Amaná, nem o principal do Mamiá e que os Muras do Manacapurú eram seus contrários e também que no Purini não estavam Muras./[...]/ [...]o que me faz entender que há malicia em dizerem estes não conhecem aqueles ou poderá ser que não entendendo o que lhe pergunto, não me saiba com verdade responder."799

Aún a principios del siglo XIX hay referencias, como las del Cônego André Fernandes de Souza, que mencionan a los Mura en diversos sitios del medio curso del río Madeira. Sin embargo, conforme veremos en el último apartado de este trabajo, hacia

798

Ofício datado de Barcellos em 28 de abril de 1788, de Jõao Pereira Caldas e dirigido a Martinho de Mello e Castro, sobre os índios Mura, SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58 799 Ofício de João Pereira Caldas dirigido a Martinho de Mello e Castro, datado de Barcellos a 17 de agosto de 1786 sobre o estabelecimento dos índios Mura, SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58

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finales del setecientos, las hostilidades con los Mundurukú pasarían a ser un tema constante en las fuentes documentales: "Sabia eu também já da carnagem que o outro gentio Mudurucú havia feito nos mesmos Muras e mal é que reduzidos estes se venham aqueles a introduzir nesse rio e fazer estabelecimento no Guatazes, para que bem livre duns, não deixe de ficar sempre infestada doutros essa navegação [...]."800

3.3.3 Desde el viaje filosófico al fin del Directorio de Indios “[...] esses curas são uns pequenos régulos.”801 Conforme señala Ângela Domingues, una contribución de las expediciones demarcadoras de límites a partir de la segunda mitad del siglo XVIII fue la entrada controlada de científicos en el territorio Suramericano802. En este contexto se insiere el viaje filosófico de Alexandre Rodrigues Ferreira, naturalista portugués que viajó por Amazonia hasta Mato Groso entre 1783 y 1792, y cuyo fruto es una vasta obra botánica, faunística y etnográfica del territorio recorrido. La exploración y observaciones del río Madeira se hicieron entre los años 1788 y 1790. Sin embargo, el Cônego André Fernandes de Souza critica el hecho de que la larga expedición del naturalista en Mato Groso se limitara a analizar las márgenes de los principales ríos pero no sus afluentes e interiores 803 . A esta evaluación habría que añadir el hecho de que mientras las observaciones acerca de la flora y fauna son muy ricas y exhaustivas, las indagaciones acerca de la etnografía de la región dejan que desear, por lo menos en lo que a nuestra región de estudio se refiere. Por otro lado, se producen avances en lo que a las mediciones geográficas se refiere: “Mais claro, o Beni, que deságua abaixo do Mamoré, na distância de 45 léguas, segundo o curso do rio e de 33 em linha reta e o mesmo Mamoré,

800

Anônimo, "Notícias da voluntaria redução de paz e amizade da feroz nação do gentio Múra...”, RIHGB, 36, 378 801 Lacerda e Almeida, Tratado de S. Ildefonso. Trabalhos demarcatórios do Chuí e do Guaporé, [s/f], IHGB, Río de Janeiro, DL 763.4D, lata 761, pasta 4 802 Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 201 803 Souza, Cônego André Fernandes de, “Noticias geográficas da Capitania do Rio Negro no grande Rio Amazonas", RIHGB, X, 424

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depois de receber as águas do rio Guaporé, são os que formam juntos o rio chamado da Madeira que sai ao das Amazonas pela sua margem austral.”804

En cuanto al contenido etnográfico, algunos de los datos acerca de los indígenas, sobre todo en el río Madeira, no se clasifican tanto por su valor científico, sino que tratan de temas como ataques de los Mundurukú, fugas de indígenas, y cuestiones acerca de la mano de obra empleada en el viaje, providenciando, en contrapartida, información acerca del cotidiano de la expedición. Por poner un ejemplo, un rasgo interesante acerca de la relación entre Alexandre Ferreira y sus indígenas auxiliares y aprendices era la promoción profesional de algunos de ellos en remuneración a sus servicios prestados y en reconocimiento de sus habilidades técnicas adquiridas. Esta forma de privilegio debía ser solicitada a la corona 805 en una especie arcaica de otorgación de títulos nobiliarios, permitiendo la movilidad social a algunos indígenas. Esto por un lado, promovía dentro de la sociedad colonial a la mano de obra amerindia que se había especializado en el ámbito de las reducciones jesuitas, al reconocerlos por su profesión, y por otro, daba lugar a la creación de un extracto indígena de mano de obra técnica dentro de los parámetros de la sociedad colonial, la cual se incorporó en la propia jerarquía de las comunidades amerindias806. Entre los principales problemas a los que se enfrentó la expedición filosófica cabe destacar la escasez de mano de obra de indígenas remeros, cuyo servicio se hacía imprescindible en el paso de las cachuelas del río Madeira donde había que varar los barcos, y las deserciones. En lo tocante a los ataques de grupos “salvajes”, en 1788 se reportaron las primeras hostilidades de los Mundurukú en el río Madeira, llegando a registrarse la presencia de ese grupo en casi todos los tributarios de la margen derecha de este río807. En la expedición filosófica, se convocaron a 100 indígenas, los cuales fueron reclutados por el gobierno a los directores de las aldeas sobre todo en el Tapajós 808 en cumplimiento con las obligaciones del repartimiento de prestación de servicio al Estado.

804

Alexandre Rodrigues Ferreira, Observações feitas no rio da Madeira e outros que nele confluem desde sua foz sobre o rio das Amazonas, BNRJ, 21,2,004 o MS-574 (3), doc. 13 805 Domingues, Ângela, Monarcas, Ministros e Cientistas, p. 172 806 Ibid. 807 Santos, Cássia Alessandra Braga dos, Aspectos da Fonologia dos Mundurukú do Madeira (AM), disertación de máster, UnB, Brasilia, 2013 808 Soares, José Paulo Monteiro e Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues Ferreira, Documentos da Fundação Biblioteca Nacional e Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro, vol. 3

221

Conforme vimos en el apartado 3.1.3, los directores de las aldeas, al igual que hacían los jesuitas, intentaban todos los recursos posibles para evitar ceder a los indígenas de su comunidad en repartimiento al servicio del Estado. Este préstamo obligatorio también era visto de manera muy negativa por la población libre al no poder disponer de indígenas para las labranzas de sus cosechas y los trabajos en la comunidad, lo cual podía tener consecuencias drásticas en la organización económica local. Este tema es constantemente mencionado en la documentación de la expedición filosófica: “[…] alguns diretores exageram a falta dos índios das suas respectivas povoações, […] e eu mesmo observei que nessa preocupação está muita gente dessa cidade, […] todos os mais que não constam da referida relação fugiram sem dúvida da viagem, como agora fazem com muita mais facilidade e segurança, animados com a amizade dos gentios muras, que até os socorrem nas suas fugidas, como eu experimentei.”809

Alternativamente, en la expedición también era común auxiliarse de mano de obra esclava jornalera810. El problema de las fugas era tal que estuvo a punto de poner en riesgo la continuidad de la expedición 811 . En ese extracto, vemos además que tras el proceso de pacificación de los Mura, la incidencia de deserciones parece haber incrementado. Como vimos en el apartado anterior (3.3.2), los Mura suponían una alternativa al desertor entre la soledad del sertão y el regreso a su respectivo grupo aldeado, muchas veces a centenas de kilómetros de distancia. Sin embargo, sería interesante conocer los motivos que subyacen este aparente cambio en la actitud de los Mura, pero la información disponible apenas nos permite especular hacia una forma de resistencia adaptativa mediante un proceso de murificación alternativo a las guerras rituales o los enfrentamientos violentos.

809

Relação do prático, piloto e índios do Estado do Pará que por ordem do Ilmo. e Exmo. Sr. João d'Albuquerque de Melo Pereira e Cáceres, Governador e Capitão General destas capitanias se nomearam para ficar para a equipação das canoas da expedição filosófica, Vila Bela, 26 de maio de 1790, en Soares, José Paulo Monteiro e Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues Ferreira: a expedição philosophica pelas capitanias do Pará, Rio Negro, Mato Grosso e Cuyabá, Documentos da Fundação Biblioteca Nacional e Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro, vol. 2, Kapa Editorial, Rio de Janeiro, 2008, p. 98 810 Ibid. 811 Carta de Jõao Pereira de Caldas a Alexandre Rodrigues Ferreira, de 24 de novembro de 1788 en Soares, José Paulo Monteiro e Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues Ferreira, Documentos da Fundação Biblioteca Nacional e Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro, vol. 2, p. 52

222

A esto hay que sumar el miedo de los integrantes de la expedición a una rebelión generalizada de los indígenas, de forma que se intentaba prohibir que hablaran con cualquier indígena no aldeado – especialmente los Mundurukú - a modo de evitar que fueran instigados a levantarse812. En fin, conforme señala Amoroso, los Mura acabaron quedando como principal causa a las fugas de indígenas remeros813, aunque como hemos visto a lo largo de esta monografía, las fugas y deserciones han sido fenómenos intrínsecos al proceso colonial. Alexandre Rodrigues Ferreira también llama la atención a la gran cantidad de armas de fuego entre los grupos indígenas no aldeados, cuyo motivo atribuye a la aún mayor cantidad de soldados desertores de las capitanías de Pará y Maranhão814. Como podemos observar, los prófugos y desertores conformaban un importante grupo humano marginado pero de una importancia fundamental en la comprensión de la dinámica de las relaciones interétnicas y los procesos de etnogénesis de micro-sociedades en el alto Madeira. Por poner otro ejemplo, en el río Negro, el naturalista se encontró a una pareja de indígenas castellanos provenientes de la misión castellana de Santa Anna que huían de los dominios españoles dada la severidad de su cura doctrinero. La pareja había viajado por todo el río Madeira, en cuyo tramo de cachuelas se murieron dos más que los acompañaban, hasta la villa de Borba, desde donde fueron remitidos a la villa de Barcelos en el río Negro815. De hecho, las quejas y denuncias acerca de la actuación de los curas a uno y otro lados de la frontera tras la expulsión de los jesuitas es un aspecto muy presente en las fuentes etnohistóricas a partir de la década de 1770. En 1787, se tienen noticias de la deserción del primer cura del pueblo de Exaltación, Joseph Ignacio Mendez, al Fuerte Príncipe de Beira816. El gobernador de la Provincia de Moxos, Lázaro de Ribera, en una visita al pueblo, constató y denunció la situación de la provincia bajo el gobierno de los curas doctrineros:

812

Ibid., p. 47 Amoroso, Marta Rosa, "Corsários no caminho fluvial" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, 308 814 Alexandre Rodrigues Ferreira, “Gentios que habitaram e habitam nele, pela ordem dos rios indicados no tit. 15”, en Soares, José Paulo Monteiro e Ferrão, Cristina (org.), Viagem ao Brasil de Alexandre Rodrigues Ferreira, Documentos da Biblioteca Nacional do Rio de Janeiro, vol. 3, p. 18 815 Ibid. , p. 17 816 Expediente sobre los males que sufren los pueblos de indios mojos por el gobierno de curas doctrineros, Lázaro de Ribera a S. M., 8 de marzo de 1787, AGI, Charcas, leg. 623, doc. 14 813

223

"[...] Que los curas de Moxos hayan sacrificado la Provincia vendiendo la sinvergüenza a los que mañana pueden ser nuestros enemigos no lo extraño [...]. Lo que sí admiro es que después de una práctica tan funesta y prolongada permanezca tan monstruosa forma de gobierno. Quince pueblos llenos de felicidad y de opulencia dejaron los jesuitas al tiempo de la expatriación con una población de treinta mil almas próximamente. En el día se han reducido los límites de la provincia a sólo once pueblos (Loreto, Trinidad, San Pedro, Santa Ana, Exaltación, San Ignacio, San Borja, Reyes, Magdalena, Concepción y San Joaquín), los más sin fondos, sin ganados y en su última declinación contando una población de veinte mil almas. Los indios han repetido sus deserciones para los establecimientos portugueses, que han aumentado considerablemente [...]. El ganado vacuno y caballar que ofrecía un manantial inagotable de riqueza no se han contentado con destruirlo en las multiplicadas matanzas que han hecho para lucrar el sebo privando a los indios de su principal subsistencia, sino que les han abierto a los portugueses todos los caminos [...] a cambio de oro […]. Las caballadas enteras pasaron al Fuerte del Príncipe de Beira y a la famosa ciudad de Santa Cruz. El mismo destino tuvieron el cacao, los tejidos, el azúcar, el aguardiente, el tabaco […]./[…]/"[...] hasta los templos fueron saqueados por estos famosos curas. [...] los esclavos de las colonias francesas son más felices que estos naturales [...]."

El gobernador critica el sistema de gestión de las antiguas misiones implantado tras la expulsión jesuita, poniendo en evidencia el error de conferir los asuntos religiosos al Estado y los negocios del gobierno a la Religión817. Como consecuencia de ese mal gobierno, se apunta además al incremento de las deserciones de indígenas hacia los dominios portugueses. En contrapartida, por parte de los curas, se culpaba a los indígenas de Moxos818. Incluso el segundo cura de Exaltación había pronunciado su intención de abandonar el poblado a Santa Cruz819. Otro dato que llama la atención en el texto extraído es el tamaño de la población de la provincia de Moxos, en comparación con la población de la capitanía de Mato Groso e incluso con la del Pará. Los curas doctrineros eran acusados sobre todo de contrabando, corrupción, severidad y despotismo. Desde 1769, tras la salida efectiva de los jesuitas ya se tienen

817

Ibid. Padre Vicario fray Antonio Peñaloza a Lázaro de Ribera, 24 de enero de 1788, AGI, Charcas, leg. 623 819 Pedro José de Vargas a Vicario Fray Antonio Peñaloza, 20 de enero de 1788, AGI, Charcas, leg. 623, doc. 7 818

224

pleitos entre los curas e indígenas, como es el caso de una petición de los indígenas Cayuvava del pueblo de Santa Ana al gobierno de Moxos para la reducción de la pena de destierro impuesta por su cura820. El destierro figura entre los más severos castigos, pues mientras que por un lado suponía la desestructuración de la organización económica comunitaria y familiar, llevando muchas veces a la familia del desertado a depender de caridad821, por otro, suponía la exclusión social tanto de su grupo como del territorio al que pertenecía, en un intento de “desetnificación”, considerando la correlación entre el individuo, la territorialidad y la identidad de su grupo. Las deserciones forzadas también consistieron un castigo proferido por el gobierno lusitano, por ejemplo, a grupos indígenas rebelados en el río Blanco, los cuales fueron transferidos a la villa de Borba. Del lado portugués, también en 1769 hay referencias a quejas de los habitantes indígenas de Borba acerca de castigos físicos pronunciados por el director de la villa. Entre las principales quejas de los pleitos figuraban los abusos sexuales, físicos, el trabajo no remunerado o excesivo, el retraso de la paga, la falta al respeto hacia miembros de status en la comunidad, etc. 822 Cabe resaltar que estas protestas se hacían tanto de manera individual, como mediante “asociaciones de solidaridad” 823 , formadas por la población indígena y no-indígena representada en distintos niveles de organización política, es decir, grupos constituidos por algunos habitantes de un poblado o asociaciones representativas del poblado entero, incluyendo sus entidades oficiales. Es interesante observar que estas alianzas “municipales” o comunitarias se sobreponían muchas veces a las alianzas interétnicas o intertribales. Además, ello demuestra, por un lado, la incorporación de las poblaciones indígenas aldeadas a la sociedad colonial, pero por otro, la toma de conciencia por estos amerindios de las ventajas del acceso al aparato jurídico colonial824 y de su apropiación en términos de derechos. De hecho, la mala gestión de los directores fue un factor decisivo para la eliminación de los Directorios, en 1798. Adicionalmente, se cita como causa de su

820

Antonio Aymerich y Villajuana a Fray Cayetano Tudela, 30 de noviembre de 1769, AGI, leg. 623, doc.

49 821

Ibid Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 254 823 Ibid., p. 266 824 Monteiro, J., “Escravo índio, esse desconhecido”, en Chauí, Marilena de Souza, Índios no Brasil,: Secretaria Municipal de Cultura, São Paulo ,1992, p.117 en Santos, Rafael Rogério Nascimento dos, "Resistência e adaptação nas vilas do Diretório dos Índios”, IV Encontro Internacional de História 822

Colonial

225

declive la falta de mano de obra, como hemos podido analizar 825 . En las fuentes etnohistóricas, la escasez de mano de obra indígena también figura como motivo del declive de la navegación y comercio en el río Madeira, y consiguientemente la decadencia de la provincia de Mato Groso 826 . De manera general, se buscan diversas excusas y/o culpables, cuyo protagonismo iba desde el propio rey hasta las expediciones de límites827, que demandaban gran parte de la mano de obra amerindia destinada tanto a los servicios del Estado como de las comunidades y particulares. Por un lado, se acusan a los convoyes de particulares que realizaban el comercio a las espaldas del Estado, pero al mismo tiempo, al establecer el comercio gratuito en las expediciones a servicio de la realeza, se eliminaba cualquier posibilidad de competitividad reminiscente tras el declive de la Compañía de Comercio del Gran Pará. La búsqueda por un chivo expiatorio llegaría hasta las más arbitrarias elucubraciones como la falta de iniciativa emprendedora, de espíritu de especulación, de ganas de trabajar, así como la escasez de población828. Sin embargo, correlacionar el declive del comercio con la inexistencia de un mercado consumidor más que resolver la cuestión parece introducirnos en una nueva paradoja. Por otro lado, Alexandre Rodrigues Ferreira apunta como factor clave la situación de declive de las minas de Mato Groso, la cual el naturalista atribuye, entre otros motivos, a la baja introducción de esclavos en la región entre los años de 1786 y 1789, no logrando traer más que 721 esclavos; a los gastos del transporte de mercancías y de los impuestos por ellas pagados; y la deserción de los esclavos al sertão y/o a dominios españoles, siendo en rara ocasión recuperados829. En fin, se trata de una cuestión que requiere un profundo análisis y cuyo debate traspasa las propias fronteras de este trabajo. Pese al contexto de libertad jurídica del Directorio, ante los ataques amerindios y las inúmeras fugas, Alexandre Rodriges Ferreira defendía la necesidad de tener a los Mura y a los Mundurukú en status de “excepción de libertad”, justificando su cautiverio y

825

Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos. pp. 187-188 Informação sobre o modo porque se efetua presentemente a Navegação do Pará para Mato Grosso e o que se pode estabelecer para maior vantagem do comércio do Estado, de Don. Francisco de Souza Coutinho, Pará 4 de agosto de 1797, ANBR, Junta da Real Fazenda da Capitania do Pará (Código do Fundo: 4A) Códice 101, Registro de cartas régias, provisões alvarás, ordens régias, decretos e atos relativos ao Grão Pará, vol. 1 827 Ibid. 828 Ibid. 829 Alexandre Rodrigues Ferreira, Vários Documentos: “Prospecto Filosófico da Serra de S. Vicente e seus estabelecimentos", Vila Bela, 1790, BNRJ, MS-574 (5), doc. 1 826

226

guerra 830 . Lamentablemente, esto se plasmó en 1798 en una ley que legitimaba su esclavitud 831 . En 1793, hay noticias de que Borba nuevamente era atacada por los Mundurukú, adonde se cuenta que se había refugiado la mayor parte de los Mura832. Sin embargo, a partir de estas fechas, se intenta dar un vuelco en las relaciones entre el gobierno colonial y los Mundurukú. De manera que entre 1794 y 1795 se estableció una alianza con el grupo833. En realidad, el poder colonial aprovechaba la rivalidad entre los Mundurukú y sus enemigos amerindios, de manera que los Mundurukú seguirían ejerciendo su belicosidad, pero ahora a servicio de las tropas coloniales834. Asimismo, cabe destacar que al obtener la promesa de paz por parte de los Munduruku las autoridades coloniales también se comprometían a dejar de atacarlos. Años más tarde, en 1803, un principal Mundurukú, ofrecería el vasallaje de 8 a 10 mil subordinados a cambio de la protección de su alteza real 835 . Desde el punto de vista etic o colonial, una reducción, por no decir redención voluntaria - al igual que los Mura -, pero desde una perspectiva emic, una estrategia alternativa de subsistencia, a través de la cual se buscaba no sólo la sobrevivencia, sino también una mejor condición de vida. De manera ilustrativa, en la tabla a continuación (Fig. 34), se disponen los grupos étnicos mencionados en las principales fuentes etnohistóricas de la segunda mitad del siglo XVIII en la región del alto Madeira.

830

Amoroso, Marta Rosa, "Corsários no caminho fluvial" en Cunha, Manuela Carneiro da (Org.), História dos Índios no Brasil, 306 831 Ibid, 308 832 Oficio do Governador do rio Negro Manuel da Gama Lobo d'Almeida dirigido a Martinho de Mello e Castro, datado da Fortaleza da Barra do Rio Negro, 28 de novembro de 1794, comunicando o início de relações pacíficas com os índios Mundurucús por intermédio do Tenente Leonardo José Ferreira e seus auxiliares, SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58 833 Ibid. 834 Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 295 835 Oficio de 27 de outubro de 1803 do Conde de Arcos dirigido ao Visconde de Annadia sobre os índios Mundurucús, s/l., SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58

227

Fuente

José Monteiro de Noronha836

Fecha

1768

Grupos indígenas Arara Marupá Pama Turá [Tora] Matanauí [Matanawi] Orupá Tocumá Mami Cauaripuna [Karipuna] Iuqui Iauareteuara

João Vasco Manuel de Braun839

Felipe J. Nogueira Coelho840 F. J. de Lacerda e Almeida841

[17691772]

1774

s/f [final de la década de 1770)] 1781

Observaciones -

río Madeira

-

Ferreirus838

8ª cachuela

Mura

Río Capaná (¿?), Jamari, Madeira

Ya habían bajado a las aldeas Río Capaná se comunica con el Purús

Serpa

500 individuos

-

-

Cachuela Bananeira (15ª)

-

Mura Luiz Pinto de Souza837

Localización

Ururi Abacaxi Mondurucús [Munduruku]

Pacova [Pakaá-Nova]

Mura Pama

río Uautaz

cerca de río Anhangatini (después de Canumá) Cachuela de Jirau

Hostilidades Serviles, pero si

836

Noronha, José Monteiro de, "Roteiro da viagem da cidade do Pará até as últimas colônias do sertão da província (1768)". RIHGB, 150, (364), 475-513 837 Felippe da Cunha a João Pereira Caldas, [s/f], ANBR, Secretaria do Governo da Capitania do Pará (89), Cód. 100, Microfilme 390-2004 838 También en Ofícios de Marcos Antonio de Azevedo Coutinho e Francisco Pedro de Mendonça Gurjão sobre navegação e exploração do rio Madeira, do Pará até Cuiabá (cópia), 1 de dezembro de 1751, IHGB, Lata 279, Pasta 8 839 Braun, João Vasco Manoel de, "Descrição corográfica do Estado do Gram-Pará”, RIHGB, XXXVI (I), 269-322 840 Coelho, Felipe J. Nogueira, "Memórias cronológicas da Capitania de Mato grosso, principalmente da provedoria da Fazenda Real e Intendência do Ouro", RIHGB, XIII, 137-199 841 Francisco José de Lacerda Almeida, Diário de viagem do Dr. Francisco José de Lacerda e Almeida, BL, 10483.b.30, pp. 21-26

228

maltratados pueden ser muy peligrosos Karipuna

Mundurukú

al otro lado del río de los Pama río Anhangatininga río Aripuanã río Manicoré río Uaupés

Curichara Amio Morés Guajuratás

Corumbiaras 17881790843

Aricumenos Cautarios Lombiz Cutrias o Travessões [Botocudos¿?] Caripunas Ababáz Cavixís [Cabixi] Patitís [¿?]844

Casi extinguidos por sertanistas

(río Guaporé)

Pareci Alexandre Rodrigues Ferreira842

Ladrones

(río Guaporé) Entre F. Príncipe de Beira y río Cautario río Cautario Cabeceras del río São Simão Parte superior del río S. José, en cumbre de la sierra río Madeira Cabeceras del río Corumbiara Cerca del río Corumbiara hacia el sur Sierra de los Pareci

Muy numerosos antes de la conquista (Nota a pie de página): "Parecis já não há" Hostilidades “Gentio que serve aos outros de escravo” -

Fig. 34: Relación de grupos étnicos mencionados en las principales fuentes etnohistóricas de la segunda mitad del siglo XVIII.

Alexandre Rodrigues Ferreira, Vários Documentos: “Gentios que habitaram e que habitam no Guaporé", BNRJ, MS-574 (5), doc. 1 843 Documentos no localizados: (XIX) Gentios que o habitavam, habitam nos seus colaterais, (XX) Povoações, (XXII) População; en Relação circunstancial do rio da Madeira e seu território de Alexandre Rodrigues Ferreira, Cachoeira de Santo Antônio, 30 de janeiro de 1789, BNRJ, MS-574 (4) 844 (Pareci¿?) 842

229

A pesar de oficialmente extinguido en 1798, el Directorio de Indios siguió ejerciendo de parámetro en muchos ámbitos de las relaciones entre los grupos amerindios y la sociedad colonial 845 . Sin embargo, apoyándonos en Domingues 846 y conforme podemos concluir, el programa civilizacional y de asimilación cultural, antes denominado “ilustrado”, resultó en un fracaso, considerando sus metas iniciales y especialmente en lo tocante a la región del alto Madeira. Al contrastar los datos demográficos tratados en este capítulo, es imposible no constatar la ausencia de los mestizos como grupo social o étnico. A pesar de reflejarse como un grupo omitido como tal en las fuentes etnohistóricas, esto no quiere decir que no estuviesen representados dentro de los patrones coloniales y por las sociedades aldeadas. Desde otra perspectiva, de la misma forma que se puede analizar y sacar conclusiones de la presencia de un grupo étnico/social, como hemos hecho en este capítulo, se puede analizar y razonar sobre su ausencia. Quizás el motivo por el cual los mestizos no aparezcan así definidos en los censos puede ser por el hecho de que al clasificarse como tal, dejarían de ser indígenas y perderían muchos de los beneficios conferidos por el aparato jurídico estatal, especialmente por la ley de los Directorios. O mejor dicho, eran mestizos pero no dejaban de ser indígenas; pues “indígena” era la categoría étnica colonial que les garantizaba los medios de negociación de mejores condiciones de vida, como el derecho, por ejemplo, a la propiedad comunitaria de la tierra y a sus rendimientos 847 . Y conforme señala, Almeida, los indígenas aldeados intentarían por éste, entre muchos otros motivos, mantener las diferencias culturales que les diferenciaban del restante de la sociedad colonial848. En esta manutención del indígena como grupo social, el espacio de las aldeas era fundamental en su adscripción territorial y legitimación. En esa línea, es interesante concluir que las aldeas también se volvieron un espacio lleno de contradicciones, donde por un lado los procesos de mestizaje bullían, y por otro, se reconstruían nuevas etnicidades bajo el signo del indígena. En términos generales, esto significa una transformación en el proceso de etnogénesis de los grupos

845

Almeida, Maria Regina Celestino de, "Índios mestiços e selvagens civilizados de Debret”, Varia História, p. 106 846 Domingues, Ângela, Quando os índios eram vassalos, p. 295 847 Almeida, Maria Regina Celestino de, "Índios e mestiços no Rio de Janeiro”, Memoria Americana; y Almeida, Maria Regina Celestino de, "Índios mestiços e selvagens civilizados de Debret”, Varia História 848 Almeida, Maria Regina Celestino de, "Índios e mestiços no Rio de Janeiro”, Memoria Americana

230

amerindios aldeados, puesto que supone un cambio en la categoría adscriptiva de “indígena” desde su valor étnico hacia un valor político-social. No obstante, a principios del siglo XX esta situación cambiaría, cuando la sociedad y el poder colonial pasasen a valorar al indígena más por su tierra que por su mano de obra849. Como hemos podido concluir, el fiasco de la empresa colonizadora en el alto Madeira está en gran parte relacionado, entre otros factores, a la inestabilidad de sus poblados y su población. Adicionalmente, con el traslado del foco de preocupación y atención del Estado al río Paraguay en el primer cuarto del siglo XIX, la región del alto Madeira sería dejada una vez más a la merced de la iniciativa privada al menos hasta ya adentrado el siglo XX.

849

Ibid.

231

Unas palabras finales para continuar… Este trabajo es fruto de una investigación en marcha, de manera que hablar de conclusiones, además de precipitado, sería forzado y seguramente inútil. Los datos etnohistóricos aquí presentados probablemente serán reexplorados, de la misma forma que los postulados probablemente serán replanteados en el trabajo de tesis doctoral que seguirá a estas páginas. En esta disertación, el estudio de las categorías adscriptivas y exclusivas, así como la transformación de sus rasgos culturales y significados a lo largo del siglo XVIII nos permitió inferir acerca de cómo los distintos grupos étnicos se relacionaban. Sin embargo, el análisis de muchos de estos grupos resultó, desde un principio, muy difícil, puesto que no tenían voz. A pesar de eso, hemos observado que la forma como los grupos ven y clasifican a los otros dice mucho sobre cómo se perciben a sí mismos. Así que al estudiarlos a través de otros grupos que sí tenían voz, hemos buscado, y en parte logrado releer la información disponible, desproveyéndolos de algunos sesgos identificables, para no sólo darles voz, sino agencia. En primer lugar, hemos logrado poner en tela de juicio el rol de defensores de la frontera, que les ha sido atribuido por la historiografía de la región. Diferentemente, hemos podido observar un proceso de evolución y transformación en el rol designado por las autoridades coloniales no sólo a los indígenas, sino a los demás articuladores de las fronteras, como los sertanistas y misioneros. En cualquier caso, cabe recordar que las múltiples fronteras internas de ambos imperios se delinean sobre la profunda brecha entre las categorías y roles autoadscriptivos y heteroadscriptivos. La categoría de guardián, por ejemplo - definitivamente heteroadscriptiva -, quizás pueda ser aplicada a los jesuitas e indígenas moxeños, como hemos visto, pero al menos del lado luso de la frontera, los sertanistas y misioneros sí que fueron sus guardianes. En contrapartida, a partir de mediados del siglo, hemos podido observar el uso del indígena en la construcción de la frontera, a través de los esfuerzos de asimilarlos. En una segunda instancia, nos planteamos a lo largo de todo este estudio en qué grado las relaciones interétnicas se vieron afectadas por las oscilaciones en las relaciones de poder entre la corona, los misioneros y los particulares. Conforme nos propusimos, esto nos permitió comprobar que ni las reformas pombalinas, enmarcadas en una política de asimilación y civilizacional, ni los tratados de límites de la segunda mitad del siglo 232

XVIII, que pretendían definir el territorio nacional y el espacio de influencia colonial, lograron cumplir las metas que se habían propuesto en el alto Madeira. Sin embargo, indirectamente sí que lograron impulsar algunos procesos de transformación en los distintos grupos en nuestra región de estudio. Estos procesos de transformación fueron tomando forma según y porque los distintos grupos se relacionaban. Algunos ejemplos de las transformaciones que hemos observado fueron: el surgimiento de nuevas categorías adscriptivas y exclusivas entre los grupos amerindios reducidos/aldeados en el espacio de las misiones, y de manera general a los demás grupos étnicos incorporados por la sociedad colonial en el espacio de las aldeas; la ruptura y restructuración de las alianzas intertribales e interétnicas resultantes de la disminución y anulación de la competencia estatal; las reconstrucciones y redesignaciones de los roles del intermediario con el surgimiento de nuevos actores en nuevos espacios de etnogénesis como los mocambos y el seno de los grupos Mura; y, finalmente, la connotación política y social de la categoría étnica del mestizo. Asimismo, también logramos constatar que el grado de intensidad y alcance de las transformaciones arriba mencionadas no llegó más allá de la frontera preponderante en el alto Madeira a lo largo de todo el siglo XVIII: la frontera colonial. Lejos de coincidir con la frontera político-administrativa que se le intenta imponer, esta frontera interna queda demarcada por el área de penetración y presencia del poder y entidades coloniales. La frontera colonial se plasma en la coexistencia y yuxtaposición de muchas otras fronteras en la región: fronteras culturales, entre la sociedad colonial y el sertão; étnicas, a ambos lados de la frontera colonial; lingüísticas, de la misma forma que la anterior, pero hasta dentro de los grupos multiétnicos más cohesionados; y políticas, reflejadas en las alianzas y rivalidades interétnicas e intertribales. No obstante, la existencia de estas fronteras no significa la existencia de barreras, sino todo lo contrario. Conforme hemos podido analizar, las relaciones en estas fronteras múltiples eran fluidas y recurrentes. Lévi-Strauss, en su estudio acerca de los Nambikwara en la chapada de los Parecis, concluye que el Guaporé (o Itenes) es una frontera que separa a la cultura moxochiquitana, ésta extendiéndose desde su margen izquierda hasta los Andes, de la cultura amazónica, ésta a su vez subdividida en dos áreas, una Tupi y otra Txapakura 850. Estas

850

Lévi-Strauss, Claude, "La vie familiale et sociale des indiens nambikwara", Journal de la Société des américanistes, 37, Paris, 1948, en Maldi Meireles, Denise, Guardiães da Fronteira Rio Guaporé, século XVIII, Editora Vozes, Petrópolis, 1989, pp. 127-128

233

fronteras culturales reflejan sin embargo, un cuadro mucho más reciente, poco anterior al siglo XX. El concepto de cultura moxo-chiquitana y “amazónica” homogeniza una realidad mucho más compleja y sólo se puede entender como constructos etnoculturales coloniales, de la misma forma que lo es el Guaporé en cuanto frontera colonial, pero no por eso etnocultural. Tras el análisis de las circulaciones y migraciones, primeramente, prehistóricas en el suroeste amazónico, y en un segundo momento, históricas en la misma región, y finalmente con el estudio de la etnografía y del desarrollo del proceso colonial en los Moxos, hemos constatado que se configura un espacio mucho más dinámico; y si hay que hablar de límites geográficos, estos ciertamente desbordarían ambos lados del río Guaporé llegando a los contrafuertes andinos por un lado hasta la serranía que conforma el tramo de cachuelas del Madeira y la Chapada de los Parecis por otro. Por lo tanto, hemos concluido que el alto Madeira tanto por su carácter geográfico, como físico e histórico se configura como un reducto, no de manera absoluta, prístina o virgen, pero en cuanto a la subsistencia de agentes que están al margen y/o escapan del avance de los frentes coloniales, como los grupos amerindios no amansados, los cuñamena, los sertanistas, los prófugos soldados, indígenas reducidos, negros, gitanos, etc. Como hemos podido observar, su ausencia en las fuentes puede a veces decir más que su presencia. Por otro lado, sabemos que aún queda mucho por estudiar acerca de la historia de estos grupos. En una segunda y más larga y profundizada fase de esta investigación, sería interesante intentar analizar con más detalle quiénes eran estos grupos, donde y en qué espacio interactuaban. Para ello, además de recurrir a otras herramientas, técnicas y métodos como desde la etnoarqueología, se podrá partir de las tablas étnicas realizadas a lo largo de esta monografía para elaborar mapas etnográficos para la primera y segunda mitades del siglo XVIII, de modo a poder contrastarlos y analizar mejor las dinámicas de migración y desplazamiento, así como las transformaciones en los patrones de asentamiento de los distintos grupos. Adicionalmente, sería necesario revisar con más profundidad las fuentes etnohistóricas para el alto Madeira en los archivos brasileños y portugueses, como se ha justificado en la introducción, con la intención de tratar y explorar distintos tipos de fuentes, quizás menos administrativas y más jurídicas, que nos pudiesen dar nuevos datos acerca de la sociedad y su cotidiano. En tercer lugar, para un análisis más completo de la región, habría que ahondar en el estudio de la provincia de Moxos, especialmente en el siglo XVIII, con la misma finalidad antedicha, y a fin de 234

poder realizar contrastes y comparaciones. De hecho, se ha encontrado mucha y valiosa información en las fuentes luso-brasileñas acerca de la demografía de los Moxos a lo largo de todo el siglo XVIII, que definitivamente será incluida a modo de anexo o no, en la segunda fase de esta investigación. Finalmente, también considero de extrema relevancia analítica tratar de la primera mitad del siglo XIX, lo cual permitirá averiguar una vez más las transformaciones, permanencias y resistencias en la composición etnográfica de la región así como sus interrelaciones a uno y otro lados de la frontera.

235

Fuentes y referencias bibliográficas Fuentes Primarias a) Fuentes Manuscritas a.1) España Archivo General de Indias Antonio Aymerich y Villajuana a Fray Cayetano Tudela, 30 de noviembre de 1769, AGI, Charcas, leg. 623, doc. 49 Audiencia de La Plata a S. M., 11 de enero de 1761, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 28 Carta al Consejo de Indias, 5 de julio de 1723, AGI, Charcas, leg. 158, doc. 46 Carta de José de Carvajal y Lancaster al Marqués de Valdelirios comunica que el marqués de Pombal ha dado órdenes para que no se lleve a cabo lo acordado en el tratado de Madrid, 8 de abril de 1752, AGI, Buenos Aires, leg. 4 Carta de un misionero en Exaltación de Cavibabas a su superior, 8 agosto 1723, AGI, Charcas, leg. 264 , doc. 5 Copia de carta del Gobernador de Mato Groso al Gobernador de Santa Cruz de la Sierra en respuesta a la carta y exhorto que este le remitió a fin de que se le entregue lo usurpado a las misiones de Moxos, es de letra de D. Joseph de Manzanilla que fue de secretario a Matogroso para que conste fiel el traslado, 22 de octubre de 1761, Vila Bela, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 18 Descripción geográfica de la Frontera que corre desde la ribera occidental del Río Panamá, hasta más abajo de la unión del río Guaporé con el Mamoré. La línea de puntos de carmín denota la divisoria con arreglo al tratado Preliminar de Límites de 11 de Octubre del año de 1777, s/a, AGI, MP-Buenos Aires, leg. 116 El gobernador de Buenos Aires al Secretario del Estado, 23 de agosto de 1737, AGI, Charcas, leg. 161, doc. 17 El marqués de Torrenueva al capitán general de Santa Cruz de la Sierra, 08 de octubre de 1738, AGI, Charcas, leg. 161, doc. 20 El virrey del Perú a Antonio Aymerich, 6 de junio de 1767, AGI, Buenos Aires, leg. 539 El virrey del Perú a S. M., 3 de febrero de 1764, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 61 El virrey del Perú a Su Majestad, 13 de noviembre de 1724, AGI, Charcas, leg. 218, doc. 13 Expediente sobre los males que sufren los pueblos de indios mojos por el gobierno de curas doctrineros, Lázaro de Ribera a S. M., 8 de marzo de 1787, AGI, Charcas, leg. 623, doc. 14 Instrucciones de Pedro de Ceballos al Marqués de Valdelirios, 19 de septiembre de 1760, AGI, Buenos Aires, leg. 536, doc. 33 Juan de Albarelos a Alonso Berdugo, 28 de marzo de 1761, AGI, Buenos Aires, leg. 537, doc. 14 236

Juan de Pestaña a Manuel Amat, virrey del Perú, 11 de abril de 1766, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 1 Juan de Pestaña a Pedro de Ceballos, 19 de octubre de 1766, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 57 Juan de Pestaña a Pedro de Ceballos, 13 de noviembre de 1766, AGI, Charcas, leg. 433 Julián de Arriaga a Juan Pestaña, 1 de octubre de 1766, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 35 Julián de Arriaga al gobernador de Buenos Aires y Marqués de Valdelirios, 12 de junio de 1760, AGI, Buenos Aires, leg. 536, doc. 2 La Audiencia de La Plata al Virrey del Perú, 6 de diciembre de 1760, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 5 Lázaro de Ribera a S. M., Visita del pueblo de Santa Maria de la Magdalena, Santa María Magdalena, 10 de septiembre de 1787, AGI, Charcas, leg. 623, nº. 5 Mapa del Río Mamoré o Madera, en la América Austral del dominio de la Corona de España, s/a, s/f, AGI, MP-Buenos Aires, leg. 145 Mapa geográfico de América Meridional dispuesto y grabado por D. Juan de la Cruz Cano y Olmedilla, 1775, AGI, MP-Impresos, leg. 48 Marqués de Valdelirios a Julián de Arriaga, 6 de julio de 1766, AGI, Charcas, leg. 433, doc. 6 Memorial del procurador de la Compañía de Jesús en Perú, 8 de abril de 1723, AGI, Charcas, leg. 382, doc. 5 Oficio a Pedro Ceballos, 28 de abril de 1723, AGI, Buenos Aires, leg. 537, doc. 2 Padre Vicario fray Antonio Peñaloza a Lázaro de Ribera, 24 de enero de 1788, AGI, Charcas, leg. 623 Pedro José de Vargas a Vicario Fray Antonio Peñaloza, 20 de enero de 1788, AGI, Charcas, leg. 623, doc. 7 Real Cédula al Marqués de Valdelirios, 8 de marzo de 1761, AGI, Buenos Aires, leg. 537 Real Cédula, 25 de julio de 1725, AGI, Charcas, 181, doc. 3 Real Orden a Juan de Pestaña, 4 de julio de 1766, AGI, Buenos Aires, leg. 536, doc. 44 Recopilación destinada al Marqués de Grimaldi de cartas, [1768], AGI, Buenos Aires, leg. 539, doc. 49 Relación de las poblaciones y fortificaciones que desde la línea de Alejandro VI al poniente han formado los Portugueses comprendiendo solamente lo que se han intentado desde la altura de la Asunción del Paraguay hacia el Norte, 1750, AGI, Buenos Aires, leg. 535, doc. 4 Relación de los acontecimientos que se produjeron a raíz del establecimiento de los límites en América del Sur, realizada por un oficial por encargo de S. M., 1750, AGI, Buenos Aires, leg. 535, doc. 2 Testimonio legalizado del auto de la Audiencia de La Plata, 23 de octubre de 1724, AGI, Charcas, leg. 264 , doc. 1

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a.2) Brasil Arquivo do Museu do Exército do Forte de Copacabana Anónimo, Mapa Geográfico da Capitania do Matto Grosso (1802), MExFC, cajón 4, localización 003941.012 (copia de ejemplar perteneciente a la Bibliothéque Nationale de Paris, 1928) Rodrigues, Antônio José, Mapa Geográfico da Capitania do Matto Grosso e parte das suas confinantes S. Paulo, Goyaz, Pará, Rio Negro, Província de Moxos e Chiquitos (1819), MExFC, cajón 4, localización 0003865.003 (copiado por Ed. Thompson, dibujador de la Comisión Rondon, 1919) Arquivo Nacional Carta de Luis de Albuquerque de Mello Pereira e Cáceres a João Pereira Caldas, del 16 de junho de 1775, Felippe da Cunha a João Pereira Caldas, [s/f], ANBR, Secretaria do Governo da Capitania do Pará (89), Cód. 100, Microfilme 390-2004 Carta de Luis de Albuquerque de Mello Pereira e Cáceres a João Pereira Caldas, del 16 de junho de 1775, ANBR, Secretaria do Governo da Capitania do Pará (89), Cód. 100, Microfilme 390-2004 Cópia do secretíssimo plano de Comércio na parte que unicamente respeita às fortalezas e feitorias que S. Magestade manda erigir e estabelecer no distrito da capitania de Mato Grosso, [s/f], ANBR, Secretaria do Governo da Capitania do Pará (89), Cód. 100, Microfilme 390-2004 Extratos da descrição geográfica da capitania do Mato Grosso (cópia), ANBR, Diversos Códices (SDH), Código do Fundo: NP, códice 807, vol. 13, Extrato da descrição geográfica da capitania do Mato Grosso, feita em 1797 (Rio Guaporé) Felippe da Cunha a João Pereira Caldas, [s/f], ANBR, Secretaria do Governo da Capitania do Pará (89), Cód. 100, Microfilme 390-2004 Informação sobre o modo porque se efetua presentemente a Navegação do Pará para Mato Grosso e o que se pode estabelecer para maior vantagem do comércio do Estado, de Don. Francisco de Souza Coutinho, Pará 4 de agosto de 1797, ANBR, Junta da Real Fazenda da Capitania do Pará (Código do Fundo: 4A) Códice 101, Registro de cartas régias, provisões alvarás, ordens régias, decretos e atos relativos ao Grão Pará, vol. 1 Segunda Instrução e Relação das feitorias e estabelecimentos que se devem dispor e ordenar para o efeito e consolidação do importante plano da ilimitada extenção do Comércio da Companhia Geral do Grão Pará e Maranhão com as capitanias do mato Grosso do Cuyabá, e de todas as regiões confinantes com as referidas capitanias, com a de S. José do Rio Negro (copia), João Pereira Caldas, 1772, ANBR, Secretaria do Governo da Capitania do Pará (89), Cód. 100, Microfilme 390-2004 Biblioteca Nacional do Rio de Janeiro Alexandre Rodrigues Ferreira, "Relação circunstancial do rio da Madeira e seu território.", Cachoeira de Santo Antônio, 30 de março de 1789, BNRJ, MS-574 (4) 238

Alexandre Rodrigues Ferreira, Observações feitas no rio da Madeira e outros que nele confluem desde sua foz sobre o rio das Amazonas, BNRJ, 21,2,004 o MS-574 (3), doc. 13 Alexandre Rodrigues Ferreira, Vários Documentos: “Gentios que habitaram e que habitam no Guaporé", BNRJ, MS-574 (5), doc. 1 Alexandre Rodrigues Ferreira, Vários Documentos: “Prospecto Filosófico da Serra de S. Vicente e seus estabelecimentos", Vila Bela, 1790, BNRJ, MS-574 (5), doc. 1 Fritz, Samuel, El gran rio Marañón o Amazonas con la Misión de la Compañía de Jesús, 1707, BNRJ, ARC.026,05,036 Cartografia Mapa dos confins do Brazil com as terras da Coroa da Espanha na América Meridional, 1749, BNRJ, ARC.030,01,009on Cartografia Moraes, José, "História da Companhia de Jesus da Província do Maranhão que as reaes cinzas da Fidelíssima Rainha Senhora nossa D. Mariana d'Austria oferece seu autor o Padre José de Moraes, filho da mesma província, anno de 1759", in Almeida, Cândido Mendes de (ed.), Memórias para a História do Extincto Estado do Maranhão, Rio de Janeiro, 1874, BNRJ, OR 077, 004, 025 Relação circunstancial do rio da Madeira e seu território de Alexandre Rodrigues Ferreira, Cachoeira de Santo Antônio, 30 de janeiro de 1789, BNRJ, MS-574 (4) Roteiro corográfico da viagem que se costuma fazer da cidade de Santa Maria de Belém, capital do Grão Pará à Vila-Bela, capital do Mato grosso, João Vasco Manoel de Braun, 1784, BNRJ, 21,2,039 o MS-574 (5), doc. 35

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Mapa de todos os habitantes e Fogos que existem em todas e em cada uma das freguesias e povoações da capitania do Estado do Pará ao 1º de Janeiro de 1783, IHGB, DA 6.1.6 Oficio de Marcos Antonio de Azevedo Coutinho, 15 de febrero de 1748, IHGB, DL 294.20, Lata 279, pasta 8 Ofícios de Marcos Antônio de Azevedo Coutinho e Francisco Pedro de Mendonça Gurjão sobre navegação e exploração do rio Madeira, do Pará até Cuiabá (cópia), 1 de dezembro de 1751, IHGB, Lata 279, Pasta 8 Provisão do Rei D. José I a D. Antônio Rolim de Moura sobre a permissão da comunicação do Governo do Pará com o Mato Grosso, IHGB, DL 763.4D, Lata 762, pasta 17 Tratado de S. Ildefonso. Trabalhos demarcatórios do Chuí e do Guaporé, [s/f], IHGB, DL 763.4D, lata 761, pasta 4 Serviço de Documentação Geral da Marinha Henrique João Wilkens, comandante da segunda partida portuguesa, a João Pereira e Caldas, 22 de novembro de 1787, SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58 Ofício datado de Barcellos em 28 de abril de 1788, de Jõao Pereira Caldas e dirigido a Martinho de Mello e Castro, sobre os índios Mura, SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58. Oficio de 27 de outubro de 1803 do Conde de Arcos dirigido ao Visconde de Annadia sobre os índios Mundurucús, s/l., SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58 Ofício de João Pereira Caldas dirigido a Martinho de Mello e Castro, datado de Barcellos a 17 de agosto de 1786 sobre o estabelecimento dos índios Mura, SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58 Oficio do Governador do rio Negro Manuel da Gama Lobo d'Almeida dirigido a Martinho de Mello e Castro, datado da Fortaleza da Barra do Rio Negro, 28 de novembro de 1794, comunicando o início de relações pacíficas com os índios Mundurucús por intermédio do Tenente Leonardo José Ferreira e seus auxiliares, SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58 Relação do número de almas de nação de índios Muras, que pertencem ao novo estabelecimento da vila de Stº Antônio de Borba, em 31 de dezembro de 1787, por Antônio Carlos da Fonseca Coutinho, en Ofício datado de Barcellos em 28 de abril de 1788, de Jõao Pereira Caldas e dirigido a Martinho de Mello e Castro, sobre os índios Mura, SDGM, Acervo Permanente, Fundo OM: Personalidade General Jaguaribe, Notícias sobre Índios do Brasil, nº. 04/1476.1, caixa 58

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a.3) Reino Unido British Library Francisco José de Lacerda Almeida, Diário de viagem do Dr. Francisco José de Lacerda e Almeida pelas capitanias do Pará, Rio Negro, Matto-Grosso, Cuyabá, e S. Paulo, nos anos de 1780 a 1790, Typ. de Costa Silveira, São Paulo, 1841, BL, 10483.b.30, pp. 21-26 Saldamando, Enrique Torres, Historia de la Misión de Mojos en la República de Bolivia escrita en 1696 por el P. Diego de Eguiluz, Imprenta del Universo, C. Prince, (1696) 1884, p. 30, BL, ref. 1560/4651

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Agradecimientos Después de tantas reflexiones y razonamientos, me gustaría expresar mi gratitud a todos aquellos que fueron de alguna manera esenciales en la realización de este trabajo. En primer lugar, a mi director por presentarme un tema tan apasionante. No menos importante, a mis padres, puesto que este trabajo no es más que el resultado de todo lo que han hecho por mí. A mi hermano por los libros en la biblioteca, por convivir conmigo en los últimos meses a pesar de mi “falsa presencia” y por los buenos ratos que hemos echado tras horas y horas de investigación en el archivo. A mi hermana, siempre. A Ben, por la paciencia y soporte técnico (¡!) y a Liz, por ofrecer comodidad en el caos. A los compañeros del máster, hoy amigos, por las discusiones agradables e interminables. A los profesores del máster, pues según escribía esta monografía, me sorprendía al notar cómo de una forma o de otra, cada uno me había influenciado. A la familia española, por el apoyo incondicional. Finalmente, a todo el personal de los archivos brasileños, que me ayudaron y me atendieron tan bien. Y por supuesto, a Chris, por las correcciones, por la ayuda, por el ánimo y por no tener celos de esta tesis, probablemente en el momento que más me necesitaba.

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