Origenes 7 - Falsificaciones arqueológicas en el Uruguay

July 22, 2017 | Autor: Ugo Meneghin | Categoría: Archaeology, Uruguay, Archaeological Forgeries
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Descripción

ISSN 1510-7981

ORÍGENES No. 7

2008

FALSIFICACIONES ARQUEOLOGICAS EN EL URUGUAY

UGO MENEGHIN

Fundación Arqueología Uruguaya Montevideo – Uruguay

ORÍGENES Publicación periódica de la Fundación Arqueología Uruguaya

Editor: UGO MENEGHIN MARCHIORI

Sede: Fundación ARQUEOLOGÍA URUGUAYA Andrés Cheveste 1485 11700 Montevideo - Uruguay

Dirección postal: Fundación Arqueología Uruguaya Casilla de Correo 241 11.000 Montevideo, Uruguay Dirección Web: www.arqueologiauruguaya.es.tl E-mail: [email protected]

© 2008 Fundación Arqueología Uruguaya Reservados los derechos para todos los países. Ninguna parte de esta publicación , incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, o transmitida de ninguna forma, ni por ningún medio, sea éste electrónico, químico, mecánico, electro-óptico, grabación, fotocopia o cualquier otro, sin la previa autorización escrita por parte de la Fundación.

ORÍGENES No. 7

2008

FALSIFICACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL URUGUAY

UGO MENEGHIN1

ABSTRACT: Archeological forgery in Uruguay. Zoomorphic and anthropomorphic indigenous sculptures are very rare in Uruguay, it is almost exceptional to find one. In the last years, numerous sculptures of uncertain origin and doubtful authenticity appeared and were offered on the market. The author makes a detailed analysis confirming their fraudulent nature.

INTRODUCCIÓN En el Uruguay, el hallazgo de esculturas indígenas de aspecto zoomorfo y antropomorfo es un fenómeno muy poco frecuente, casi diríamos de excepción (Lamina I). Según diversos autores, estas piezas darían testimonio de la expansión extrema hacia el sur, en tiempos prehistóricos, de una cultura originaria de los estados meridionales del Brasil, la cual ha recibido distintas denominaciones a través del tiempo: Cultura Sambaquiana-Guayana (SERRANO, 1936:182) Cultura Lítica del Sur brasileño (FIGUEIRA, 1957:80) Cultura Lítica Brasileña (ACOSTA Y LARA, 1964:13) Complejo intrusivo semisedentario Andino-Sambaquiano (VIDART, 1973:60). 1

Fundación Arqueología Uruguaya. Casilla de Correo 241. 11000 Montevideo, Uruguay. Email: [email protected]

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El rasgo que caracteriza a estas piezas es que, salvo excepciones, en casi todos los casos, poseen una cavidad o depresión bien visible ubicada, en su parte ventral. Los restantes atributos morfológicos, posiblemente decorativos o simbolicos, permiten la identificación de distintas especies animales. La figura humana es raramente representada. Si bien no existe unanimidad de criterios, es probable que la funcionalidad de estos objetos sea atribuible a prácticas rituales. Debemos a BENJAMÍN SIERRA Y SIERRA (1931) la realización del primer trabajo de síntesis sobre estas piezas, con una descripción particular de cada una de ellas y con el complemento de datos y referencias especificas existentes a principios de la década de 1930 (SIERRA Y SIERRA, 1931). Los ejemplares mencionados por este autor son: 1 – Antropolito de Mercedes (Depto. de Soriano) (Lámina V Fig. 1). 2 – Ornitolito de Cabo Polonio (Depto. de Rocha) (Lámina II Fig. 1). 3 – Ornitolito de Valizas (Depto. de Rocha) (Lámina II Fig. 2). 4 – Lacertolito o ictiolito de San Luis (Depto. de Rocha) (Lámina II Fig. 3). 5 – Ornitolito de Tacuari (Depto. de Cerro Largo) (Lámina II Fig. 4). Salvo el Ornitolito de Tacuari, perteneciente a la colección del Dr. BAÑALES2 cuyo hallazgo se remonta hacia la década de los años 20, los restantes ejemplares fueron hallados en las dos ultimas décadas del siglo XIX (FIGUEIRA, com. pers. 18/11/2007). Significa pues que desde el hallazgo de Tacuari, hasta finales del siglo XX, no se realizaron hallazgos de objetos de esta naturaleza que hayan llegado al conocimiento público.

ANTECEDENTES La problemática de las falsificaciones de objetos arqueológicos en el Uruguay no es nueva, cabe mencionar, y no es el caso de ahondar en las primeras evidencias, el trabajo pionero de FRANCISCO MAZZONI en la década de los años 30 (MAZZONI, 1937).

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El autor nunca pudo acceder a estudiar esta pieza, la fotografia que se muestra es la correspondiente a un calco del Museo Nacional de Historia Natural y Antropología, obtenida en julio de 1974.

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Años más tarde ya nos alertaba con palabras proféticas, el recordado arqueólogo CARLOS A, DE FREITAS cuando expresara en ocasión de tratarse el proyecto de un Museo Arqueológico: “...la costumbre por parte de los coleccionistas de completar piezas, agregándoles por artesanía propia de más o menos buen gusto y fidelidad, las partes que en ellas faltaban, tratando, para mayor aberración, de someter a esos agregados de fabricación casera, a una imitación y simulación, lo que constituye una verdadera falsificación que debería estar penada por la ley…” Y refiriéndose a uno de los cometidos específicos de las autoridades competentes del proyectado museo expresa “…deberán tener buen cuidado, de que esas piezas no pasen a componer el muestrario de las vitrinas nacionales, pues configuraría un verdadero estigma para la ciencia nacional y un estupro al alma indígena de nuestra historia”(DE FREITAS,1954, 144-145). Reseñábamos líneas arriba la existencia de un lapso de casi 80 años sin registros de estas piezas. Luego de este dilatado paréntesis, ya a principios del siglo XXI se registra la aparición de diversos ejemplares con vagas o sencillamente ninguna referencia geográfica y/o contextual, los que son ofrecidos a los potenciales compradores a través de transacciones directas o adquiribles en ferias artesanales, locales de venta de antigüedades o casas de remate. Es particularmente elocuente el anuncio aparecido en el diario “El País” de Montevideo el día 7 de diciembre de 2003 en el cual se anuncia una subasta para el día 15 de dicho mes en la cual será ofrecido: “…un zoolitoornitolito encontrado en las afueras de la ciudad de Chuy en el año 2000. Estos constituyen sin duda las piezas más interesantes. Se han hallado en este País 5 ejemplares, siendo este el sexto ejemplar del que se tiene conocimiento. Tres de ellos representan aves, otro un lagarto o un ave y el famoso Antropolito de Mercedes seria el quinto. Este sexto ejemplar con características similares a los encontrados en la zona del este presenta o bien una forma de pico de pato o una cabeza de búho o ñacurutú en uno de sus lados. En definitiva estamos ante una excepcional pieza ritual de nuestra cultura indígena que data de varios miles de años de antigüedad” (SIC).3 El 24 de setiembre de 2004 se inauguro el Museo de Arte Precolombino e Indígena (MAPI), en donde se observa esta pieza (Lám. XIII, fig. 1) 3

De acuerdo al sitio web de la casa encargada de la subasta, el precio abonado por dicha escultura fue de U$D 2.650.

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adquirida en una subasta publica hace menos de un año, ocupando un lugar de destaque, conjuntamente con un “antropolito” (Lámina V, Fig. 4) y varias piezas “zoomorfas” más. Todos los ejemplares serían, de acuerdo a las autoridades de la institución, piezas genuinas e inéditas. Otros ejemplares van apareciendo en forma paulatina, no teniéndose la posibilidad de precisar la cantidad exacta, pero a través de una estimación precaria, la cifra muy probablemente podría sobrepasar la veintena. Dificulta la precisión, el hecho de que, luego de adquirida la pieza, muchas personas, enteradas o no de la verdadera condición del objeto, no divulgan el hecho y por lo tanto el investigador no tiene mecanismos para detectarlas. En lo personal se nos ha ofrecido en numerosas oportunidades objetos de esta naturaleza con el agregado de rompecabezas, boleadoras e itaizás, a través de personas perfectamente identificadas. La fecha más reciente, 20 de abril de 2008 Tanta abundancia de esculturas supuestamente elaboradas por indígenas despierta la sospecha de los estudiosos y de todas aquellas personas volcadas al interés por las ciencias antropológicas. Es justo mencionar al recientemente desaparecido JORGE FEMENIAS (1948-2007) como el abanderado de refutar, en primera instancia, este hecho anómalo. En un artículo aparecido en el diario “La República” el día 25 de Agosto de 2005 bajo el titulo de “No siempre todo lo que reluce es oro” FEMENIAS denuncia, conjuntamente con el licenciado ANDRÉS FLORINES, la intrincada trama en la cual está inserta esta problemática. Entre los varios tópicos abordados en el citado articulo figura la responsabilidad que le cabe, frente a estos sucesos, a las instituciones oficiales, Comisión del Patrimonio, Universidad de la República, etc. También hacen claras alusiones a los lugares de fabricación de estos objetos “…en la actualidad se conocen al menos dos fuentes de provisión de estas piezas: Cerro Largo y Salto”. En los meses siguientes se instala la polémica4. La situación da origen a varios artículos de prensa, en los cuales las partes contrapuestas, estudiosos 4

Obra en nuestro poder la fotocopia de un telegrama enviado al Sr. JORGE FEMENIAS el día 15 de Noviembre de 2005 en donde se le intima bajo apercibimiento que se rectifique de sus dichos sobre las piezas del MAPI en el termino de 72 horas. El Sr. FEMENIAS se mantuvo firme en sus dichos. La intimación anunciada nunca se hizo efectiva. Aproximadamente en la misma época y en una audición radial, emitida por CX 14 El Espectador, bajo la dirección del periodista EMILIANO COTELO, el Sr. FEMENIAS fue duramente atacado en términos realmente ofensivos por parte de un panel integrado por CARLOS MAGGI, CLAUDIO WILLIMAN, CARMEN

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en general y autoridades del MAPI, esgrimen sus razones al respecto. En particular cabe mencionar un articulo de la periodista XIMENA AGUIAR (publicado el 15 de julio de 2006 en el suplemento “Que Pasa” del diario El País) con el sugestivo titulo “Prehistoria en tela de juicio” en el cual, entre varias opiniones contrarias a la autenticidad de los objetos exhibidos en el MAPI sobresale lo manifestado por el Lic. ARTURO TOSCANO, director del Museo Nacional de Historia Natural y Antropología, en estos términos, al negarse a ceder material de la institución que dirige para ser exhibidos en la muestra “Memorias Ancestrales”: “Si bien no tenia elementos para decir categóricamente que eran falsas tenia una profunda reserva acerca de la legitimidad de las piezas”. Por su parte el Lic. ROBERTO BRACCO menciona en el mismo artículo un informe preliminar que, como coordinador de arqueólogos del MAPI presentara a este Museo, en el cuál manifiesta “… se niega que alguna de las piezas sea falsa en términos absolutos”. La frase es por demás ambigua y cabe preguntarse si no son falsas en términos absolutos, ¿debemos deducir que son falsas en términos relativos? REFERENCIAS DE OBSERVACIÓNES DIRECTAS REALIZADAS POR EL AUTOR Referiremos en este acápite nuestra participación directa en tres casos concretos de objetos falsificados de los cuáles poseemos pruebas irrefutables. Las notas han sido extraídas de nuestro diario de campo, por lo tanto son impresiones fidedignas y espontáneas. 1) El día 1º de Marzo de 2006, ante una noticia proporcionada por personas de nuestro conocimiento, nos trasladamos conjuntamente con el Sr. JORGE FEMENIAS, hacia la ciudad de Punta del Este, a los efectos de observar un antropolito allí existente (Lámina V Fig. 3) El local es una conocida casa de venta de antigüedades situada en la Avenida Gorlero. Allí fuimos atendidos por la encargada de ventas, a la cual se le solicito ver algún material arqueológico. A nuestro requerimiento señaló el estante mas bajo de un pequeño mueble, apenas visible, donde además de dos esculturas - un antropolito y un zoolito - había varias boleadoras, morteros y algunos rompecabezas. Ante insistentes solicitudes de nuestra parte, la citada persona accedió a qué se fotografiara el antropolito. No quisimos insistir con relación al zoolito, ya que adujo que al propietario del local no le hubiera agradado. Se TORNARIA, GUSTAVO FERRARI y vía telefónica desde Buenos Aires el Sr. MATEO GORETTI. Todo esto da la pauta del grado de virulencia que tomo la polémica.

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nos extendió un papel de color beige en donde consta la dirección del local y el correo electrónico. Verbalmente y a nuestra solicitud, nos informó que la pieza estaba a la venta por la suma de U$D 8500. No fue posible recabar ningún dato de su procedencia ni saber el nombre de su propietario. Al redactar estas líneas desconocemos su paradero actual. Es posible que haya sido comprada por un coleccionista del extranjero y que no se encuentre más en el país. Esto significaría que al haber sido vendida como auténtica y sacada del país se habría violado la Ley de Patrimonio 2) A finales de abril del año 2006, llamada telefónica mediante, una persona de nuestro conocimiento, que solicito no ser identificada, sabiendo de nuestras investigaciones, nos solicita una entrevista. Al concretarse ésta y luego de una breve charla informal, dicha persona deposita sobre nuestro escritorio de la Fundación Arqueología Uruguaya un envoltorio sin decir palabras. Poco después abre el envoltorioy con gran sorpresa de nuestra parte constatamos la presencia de una escultura antropomorfa. No se necesitó de un prolongado estudio para definir a la escultura como una burda falsificación (Lámina V, Fig.2). Se trataba de un bloque de basalto, asimétrico, de color marrón en cuya parte delantera se había realizado una cavidad o posillo con un borde en relieve, característicos de estos objetos. Las proporciones de los componentes de la región facial son completamente inarmónicos, casi burdas. Toda la figura con sus relieves positivos y negativos fueron realizados con un objeto metálico punzante. La parte posterior de la pieza estaba apenas retocada, conservando gran parte de la superficie en estado natural. Al tacto se percibía claramente cierta materia grasa. Además, al olfato desprendía un fuerte olor a hidrocarburos, olor muy penetrante que impregnaba el entorno. El portador de la pieza, no mencionó el nombre del propietario, indicó no obstante, que residía en el departamento de Salto. 3) A mediados de abril de 2006, recibimos una llamada telefónica proveniente de la ciudad de Canelones. El Sr. JORGE FEMENIAS, en ese entonces director del museo “ANTONIO TADDEI”, nos invita a trasladarnos lo mas pronto posible hacia dicho museo, porque, nos informaba que “sobre mi escritorio tengo una zoolito falso”. Con la premura del caso nos trasladamos hasta allí. Al llegar, además de FEMENIAS, el señor R.S. (solamente usaremos sus iniciales) propietario de la pieza. Ante nuestra pregunta nos informa que lo había adquirido por la suma de 800 pesos uruguayos, en una galería situada en la intersección de la Avenida 18 de Julio y la calle Julio Herrera y Obes, en Montevideo (Lámina III, Figs. 1, 2 y 3).

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Permanecimos algunos momentos comentando el hecho y de común acuerdo se resolvió que llevaríamos la pieza al local de la Fundación Arqueología Uruguaya a los efectos de estudiarla y documentarla fotográficamente. Durante el trayecto de regreso a Montevideo el Sr. R.S. hizo veladas alusiones sobre los lugares en donde se elaborarían estas piezas. En todo momento nos dio la sensación de que el Sr. R.S. contaba solamente parte de la verdad, y que por lo tanto conocía a fondo la problemática, La pieza permaneció en la sede de la fundación Arqueología Uruguaya por un espacio de diez meses. En ese momento la pieza, elaborada en una variedad de microgabro de color arena, tenía la forma vagamente parecida a un ave. Su aspecto era “fresco” como de piedra recién labrada. La superficie denotaba un picado muy parejo realizado con un objeto metálico punzante sobre un pulido preexistente (Lámina III, Fig. 1, 2 y 3). La supuesta cabeza carecía de toda configuración que nos permitiera sospechar la existencia de cualquier tipo de órganos, boca, ojos etc. Pudimos observar la existencia de una línea recta muy tenue en los costados del supuesto pico, lugar de una hipotética boca. (Lámina III, Fig. 1). En un costado del cuerpo, coincidiendo con los bordes de la cavidad se observó una porción de la superficie dañada por el contacto o la presión de un objeto prensil, quizás una morsa o mordaza de sujeción (Lámina III, Fig. 1). Oportunamente, a principios de 2007, la pieza fue restituida a su propietario El día domingo 14 de Octubre de 2007 en la sección remates del diario El País se exhibe la imagen de un objeto zoomorfo a subastarse el día 30 de dicho mes por parte de una conocida casa de remates. No sin sorpresa comprobamos que la pieza en cuestión era la que habíamos tenido en nuestro poder tiempo atrás. En la fotografía del periódico se notaba perfectamente que el artefacto había sido retocado, por lo menos en la parte facial, con el agregado de cuencas orbitarias y una incisión longitudinal en el supuesto pico que conformaría una hipotética boca. En los días subsiguientes dimos aviso a varias autoridades de museos sobre el hecho, a modo de alerta, comunicándoles que poseíamos las pruebas de su carácter fraudulento.

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Posteriormente concurrimos a la casa de remates donde se hallaba depositada y obtuvimos una serie de imágenes digitales a fin de cotejar el real estado de la pieza con relación al momento que estaba en nuestro poder. (Lámina IV, Figs. 1, 2 y 3) Del cotejo de imágenes surge que en ese momento, octubre de 2007, la pieza había sufrido importantes modificaciones, todas superficiales, por lo que podemos asegurar que se trata del mismo ejemplar. Las modificaciones más notorias revelan que: 1) Se excavaron cuencas orbitarias por medio del empleo de un objeto metálico, el cuál deja el borde de dichas orbitas perfectamente definidas (Lámina IV, Fig. 1). 2) Se observa la presencia de dos ranuras longitudinales, no muy prolijamente talladas, en ambos lados del “pico”, lo que conformaría la boca. Ambas ranuras coinciden en la punta del pico en forma desigual. (Lámina IV, Fig. 1). 3) A nivel de lo que sería la nuca se observa una fisura transversal, inexistente en el anterior estudio; es probable que durante el proceso de reelaboración la pieza haya sufrido un fuerte impacto que habría causado dicha fisura. 4) Toda la superficie fue repulida mediante el uso de un objeto indefinido, motivo por el cuál, ya no se observa el picado parejo y uniforme inicial. Esta observación es aplicable tanto en la parte dorsal como ventral, incluida la cavidad. 5) Hay evidentes señales de materia grasa, tanto en los bordes de la cavidad, definido como relieve positivo, en el interior de ella y en la parte inferior de la cabeza, inteligentemente esparcida. Esto se evidencia tanto al tacto como a través del olfato. (Lámina IV, Figs. 1, 2 y 3). En síntesis, la pieza, anteriormente preformada, hasta una etapa muy avanzada desde el punto de vista estético, fue sometida a una reelaboración, con el propósito de comercializarla. Las rápidas diligencias llevadas a cabo por el Director del Museo Nacional de Historia Natural y Antropología, Lic. ARTURO TOSCANO, de denunciar los hechos a las autoridades competentes, dieron como resultado que la pieza no fuera subastada. Pensamos que todo lo acontecido con la pieza en cuestión constituye un punto de inflexión, un antes y un después en este espinoso asunto de las esculturas falsificadas. Si bien era un secreto a voces su existencia, se carecía de pruebas de su carácter fraudulento.

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Con la intervención de la Justicia Penal y el reconocimiento por parte del falsificador se deja al descubierto un modus operandi y una organización dedicada a comercializar estas piezas fraudulentas. EL CASO DE LAS ESCULTURAS DEL MAPI El día 28 de Noviembre de 2005 solicitamos, por escrito, al Arq. GUSTAVO FERRARI SEIGAL, curador del Musei de Arte Precolombino e Indigena (MAPI) la oportunidad de ver y analizar las esculturas que se exhibían en la exposición denominada “Memorias Ancestrales”. Motivaba nuestra solicitud el hecho de estar elaborando una monografía sobre el antropolito de Mercedes (MENEGHIN, 2006), y el análisis de dichas esculturas hubiera podido ser de cierta utilidad. Recién el día 30 de enero de 2006 se nos notifica, por escrito, que no es posible satisfacer nuestra solicitud ya que, no es conveniente, según FERRARI SEIGAL, superponer estudios de la misma naturaleza, aduciendo que se estaba por someter a los artefactos en cuestión a un peritaje a realizarse por parte del Dr. JUAN SCHOBINGER y el Dr. ANDRÉ PROUS. También se nos comunicó que dichos artefactos serian sometidos a un estudio por parte de un geólogo de la Universidad de la Republica (UdelaR), cosa que no se verificó en esa época. En realidad desconocemos si los referidos doctores SCHOBINGER y PROUS realizaron algún informe al respecto, por lo menos al escribir este trabajo no tenemos noticia de ello. Estamos enterados y tenemos documentos probatoria, que las esculturas que se exhiben en el MAPI fueron objeto de un peritaje por parte del arqueólogo argentino Dr. DANIEL SCHAVELZON, especialista en arqueología urbana y del Profesor JORGE DA SILVA ex profesor de la Facultad de Ciencias (UdelaR) y director técnico del Museo de Geociencias de la ciudad de Tacuarembó. Pero antes de analizar los informes mencionados deseamos remarcar las contradicciones que se observan en la documentación oficial, manejada durante estas instancias, sobre la autenticidad de las piezas, lo que demuestra sin lugar a dudas actitudes erráticas y confusas por parte de los actores involucrados: 1) El informe SCHAVELZON lleva fecha del 16 de enero de 2006 y certifica la autenticidad de las piezas a tal punto que felicita al MAPI por “la magnífica colección" 2) En abril de 2006 el Lic. BRACCO BOKSAR en el informe preliminar aludido líneas arriba, y con directa referencia a dos piezas de aspecto

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zoomorfo que fueron retiradas de las vitrinas del MAPI una vez concluida la exposición “Memorias Ancestrales” identificadas como “ictiolito y ornitolito de cabeza ladeada”, reconoce “…se observo que no exhiben claros indicios de antigüedad” luego admite que: “…presentan ciertas particularidades estilísticas que las hacen disonantes con el conjunto de esculturas arqueológicas equivalentes conocidas para Brasil y Uruguay”. 3) También en abril 2006, precisamente el día 28, FERRARI SEIGAL afirma “Todas las piezas exhibidas fueron por mi elegidas luego de una rigurosa selección”. Preguntamos ¿cómo se interpreta la rigurosa selección? Daría la impresión que tuvo que elegir entre gran cantidad de piezas. ¿De dónde tanta abundancia? Un zoolito o un antropolito son piezas de excepción. Seguimos preguntando: ¿cuántas piezas integraron la preselección? ¿Y qué ha sido de los ejemplares desechados? “Es mi parecer…” concluye FERRARI SEIGAL “…que de ninguna manera se comprueba la falsedad de ninguna de las seis piezas líticas en cuestión” (SIC). Juzgue el lector: luego de afirmar que las seis piezas eran autenticas, el peso de las evidencias en contra obliga a que se retiren de la exposición dos de ellas. Es por esa razón que solamente se exhiben hoy, (mayo 2008), cuatro ejemplares en el mencionado museo. Se podrá argumentar que hemos extraído del texto de los informes de SCHAVELZON y DA SILVA- que no es posible reproducir íntegramente por razones de espacio - los pasajes que convienen a nuestro enfoque. Todo lo contrario, es que los pasajes aludidos y resaltados, son medulares y altamente reveladores de la verdadera naturaleza de las piezas, ya que se refieren a la superficie de las mismas y a elementos extraños que se observan sobre ellas, una de las claves del problema. Por demás el texto complementario, en el caso del informe SCHAVELZON, se remite a rutinarias mediciones, a veces erróneas, y a irrelevantes apreciaciones. EL INFORME SCHAVELZON En este informe se describen seis piezas en total, cinco zoomorfas y una antropomorfa. Con relación a la pieza No. 1, una escultura identificadas como “pez” o “ictiolito”, (posteriormente retirado de la exposición al publico, ver El País, Suplemento “Que Pasa”: “Prehistoria en Tela de Juicio”, Página 9 del día 15 de Julio de 2006) expresa contradictoriamente: “No presenta evidencias de manufactura mecánica” Y a continuación dice: “…sobre su superficie hay

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algunas marcas de objetos metálicos”. Culmina su enfoque, por cierto no muy feliz, con esta frase: “…están hechas sobre el pulido original, con el objeto de mejorar la pieza, lo que es una practica habitual en todo el mundo”. (el resaltado es nuestro) Ante esta afirmación creemos pertinente preguntar: ¿desde cuando un objeto arqueológico, una vez recuperado, es retocado o “mejorado”, según manifiesta el Dr. SCHAVELZON? Se sabe que es imperioso conservar todos y cada uno de los atributos morfológicos intactos, dejados por el anónimo fabricante, tanto sea esta una simple lasca de desecho o una punta de proyectil. Si así no fuera ¿como podríamos reconstruir toda la secuencia evolutiva que desde la tosquedad de un núcleo de cuarcita se arriba a la concreción de una punta de proyectil o de la masa amorfa de arcilla se llega a la vasija de cerámica? ¿Por qué, el manoseo de las piezas luego de ser recuperadas? Entendámonos bien, no somos contrarios al hecho de reconstruir una vasija de cerámica acorde con las pautas indicadas por un fragmento, tal vez el único disponible de esa pieza. Lo que no aceptamos es que se modifique la forma de un objeto de arte dado, en este caso un zoolito, con fines poco éticos. En ocasión de referirse al No. 2, “ave u ornitolito”, dice: “las plumas tienen marcas mecanicas” […] “Sobre el pulido original hay rayones de uso pos pulido”. Luego concluye sobre este mismo ejemplar: “pieza…retocada en algunos de sus partes” Más adelante refiriéndose al No.3, “lechuza u ornitolito (ñacurutú)”, que insólitamente dice que proviene del departamento del Chuy5, manifiesta: “La pátina de la cara superior es nueva, y esta sobre la original (sic) y parece proceder de grasa de automóvil, fenómeno que se observa de manera frecuente en otros países” (el resaltado es nuestro). Luego sobre esta misma pieza observa que: “…hay algunas marcas de pulido mecánico” De la pieza numerada como No. 4, “pájaro u ornitolito” (también retirada de la exposición) manifiesta: “…en varios ángulos, hay evidencias de abrasión mecánica” […] “posiblemente trabajada mecánicamente en algunos sectores, para resaltar sus ángulos”.

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El lamentable error geográfico en que incurre el Dr. Schavelzon da la pauta de la poca seriedad con que encaró el estudio de esta pieza. ¿Será posible que no se le haya podido informar que el Chuy no es un departamento sino una ciudad limítrofe con la República Federativa de Brasil?

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En cuanto a la pieza No. 5 (que identifica como “albatros”) apenas menciona: “…algunos posibles retoque abrasivos…” Culmina su estudio con el “antropolito” con una serie de apreciaciones irrelevantes. No obstante se explaya con esta frase “La técnica de manufactura manual de golpeteo de piedra se hace evidente en toda la superficie en especial en la zona de la cavidad” y se abstiene, sospechosamente, de realizar mención de clase alguna sobre “huellas de objetos metálicos” o “evidencias de abrasión mecánica” particularmente visibles a simple vista en un 90% de la superficie de esta pieza, como señalaremos oportunamente, en la Addenda I. No se olvida, al final del análisis de cada pieza estampar la frase: “Pieza seguramente original”. Existe una diferencia abismal en cuanto a la valoración de los atributos, propios y agregados observados en las piezas en cuestión ya que, mientras que para el Dr. SCHAVELZON la “grasa de automóvil”- que según manifiesta, es de uso corriente en muchos países para estos menesteres y también el retocar las piezas para “mejorarlas” son prueba de autenticidadpara nosotros significa todo lo contrario, son signos que revelan con casi absoluta certeza su carácter espurio. Preguntamos: ¿porque la presencia de tanta pátina, de tanto elemento graso? Se podría consentir, que en tantas esculturas, alguna pudiera tener, por motivos aleatorios, alguna mancha de sustancias grasas dado su incierta procedencia, pero que todas, absolutamente todas estén literalmente empapadas en esas sustancias no es normal. Y en cuanto a las marcas de objetos metálicos ¿podrían existir más? No hay ninguna escultura que carezca de ellas, especialmente el “antropolito”. Véase que aspecto lucía el zoolito, cuyo carácter fraudulento pudimos demostrar fehacientemente en este trabajo (No.3) (Páginas 6- 9, Lam. III figs 1, 2 y 3) al documentar su aspecto durante el lapso que estuvo en la Fundación Arqueología Uruguaya y compárese como lucía, luego de ser camuflado, poco antes de ser retirado de la subasta. (Lam. IV figs 1, 2 y 3). En especial obsérvese que el relieve positivo, o sea los bordes de la cavidad, están embebidos de materia grasa con mayor intensidad que el relieve negativo, bien visible en Lámina IV, Fig. 2. Compárese ahora este detalle con las manchas oscuras visibles en el relieve positivo del denominado “ñacurutú” (No. 3 del estudio del Dr. SCHAVELZON) que se pueden ver en la excelente imagen de la tapa de la

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publicación “Memorias Ancestrales” editada por el MAPI de marzo de 2007 (MAPI, 2007) y en la lámina XIII figura 1 de este trabajo, y se concluirá que se usó el mismo procedimiento, por mas que se diga que estuvo durante mucho tiempo en el piso de un taller mecánico y en tales circunstancias se le habría adherido la materia grasa. No entendemos honestamente como al final de su informe el Dr. SCHAVELZON expresa “Solo nos resta felicitar al MAPI por la magnifica colección de estos materiales arqueológicos que ha logrado reunir…” y concluye con esta recomendación “…que sean exhibidos y puestos a disposición de los arqueólogos y otros especialistas.” Una verdadera lástima. EL INFORME DA SILVA En cuanto al informe del Profesor JORGE DA SILVA nada debemos objetar en cuanto a su visión específica, o sea la naturaleza petrográfica de las piezas, ya que conocemos de sobra su idoneidad en la materia. Al igual que en el informe SCHAVELZON, hemos resaltado lo que DA SILVA refiere sobre lo que define como “relieve positivo” de las piezas y a los “elementos ajenos a la roca”.6 No obstante, previo a la descripción de las esculturas deja estampada una frase genérica, particularmente sugestiva, ya que serían “…rocas muy camufladas por las pátinas que las recubre”. Afirma “Todas las piezas poseen pátina del tiempo…” y curiosamente no observa ninguna huella de “objetos metálicos”. Específicamente sobre la pieza conocida como “ñacurutú” (No. 3 de SCHAVELZON) observa: RP: “Presenta pátina y mineral negro brilloso”. EAR: “Patina, sustancia translucida, recubre parcialmente las partes altas (relieve positivo)”. Sobre una pieza que identifica como ictiolito (No. 1 de SCHAVELZON) (retirada de la exposición) observa RP: “Pátina negra” 6

Para el relieve positivo usaremos la abreviación RP y para el ítem elementos ajenos a la roca EAR.

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EAR: “Pátina negra translucida”. Con relación al “ornitolito de cabeza ladeada” (No. 2 de SCHAVELZON), el cual seria también retirado de la exposición al público luego de la muestra “Memorias Ancestrales” el profesor DA SILVA afirma: RP: “Posee abundante pátina negra”. EAR: “Pátina oscurecida con aporte seguramente de polvo, traslucida”. Sobre el ornitolito “albatros” (No. 5 de SCHAVELZON) observa: RP: “Abundante patina gris oscura” EAR: “Y dos tipos de pátina, una de color negro y otra de naturaleza arcillosa”. Bajo el rotulo de “Otros”, regiriendose a la misma pieza, observa: “buena parte de la pátina oscura presenta el aspecto de cera” (sic). En cuanto al zoolito denominado “paloma” (“ornitolito o pájaro” No. 4 de SCHAVELZON dice: RP: “Color gris oscuro por la pátina que lo recubre” EAR “Pátina, sustancia similar a la cera (sic) recubre las partes altas del relieve”. Termina su estudio observando que la pieza conocida como “antropolito” (II del informe de SCHAVELZON) presenta en su superficie: RP: “granos de cuarzo muy pulidos” EAR: “débil capa de pátina y manchas de origen desconocido”. Si el Dr. SCHAVELZON nos reiteraba constantemente la presencia de materia grasa, DA SILVA termina por abrumarnos con lo mismo y agrega además, de su propia deducción, la presencia de “ceras” y con el agregado, del vocablo, totalmente excluyente: “traslúcido”. Es bien sabido que las ceras de aspecto traslúcido, así lucen, por ser de reciente aplicación. Por todo lo expuesto consideramos aventurado y sin fundamento la determinación de DA SILVA de catalogar de “Piezas únicas de gran valor arqueológico” como las define al inicio del estudio del conjunto lítico. Después de la lectura crítica de los dos informes se observan claras diferencias de criterios en las apreciaciones. A modo de ejemplo y referido a

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las “marcas de objetos metálicos” estas son señaladas con profusión por SCHAVELZON y son inexistentes para el profesor DA SILVA. Otro detalle medular las constituyen las “pátinas”. Si bien ambos mencionan insistentemente su presencia, DA SILVA detecta “pátinas arcillosas” las cuales no son advertidas por el Dr. SCHAVELZON. Juzgue el lector. Por último queremos destacar lo inapropiado de las pretendidas identificaciones con determinadas especies zoológicas de algunas de estas esculturas, ya que sería más que aventurado pretender reconocer un “albatros”, un “ñacurutú” o una “paloma” a partir de estas pobres representaciones. Una tarde a finales de 2006, el Sr. FERRARI SEIGAL, en un gesto que queremos resaltar expresamente y sin habérselo nosotros solicitado, nos permite observar las esculturas, en ocasión de hallarse estas, circunstancialmente en el Museo de Historia del Arte. En dicha oportunidad solo pudimos realizar un somero análisis de las piezas debido al poco tiempo disponible y a lo fortuito de la ocasión, por cierto impensada. No obstante pudimos observar rasgos y características muy puntuales, en cada una de las piezas, que no ayudaron por cierto a desechar fundadas sospechas sobre su autenticidad. El 7 de diciembre de 2007 volvimos a solicitar a las autoridades del MAPI autorización para efectuar un estudio sobre las piezas en cuestión. La respuesta fue en este caso afirmativa y nos fue comunicada mediante nota fechada el día 13 del referido mes. El estudio mencionado fue realizado los días 7 de enero y 10 de marzo de 2008 sobre cuatro piezas que estaban expuestas en ese momento contando con la presencia y asistencia del curador del MAPI Sr. GUSTAVO FERRARI SEIGAL. Por razones de espacio en esta oportunidad solamente brindaremos nuestras conclusiones sobre dos piezas, “Antropolito” (Lamina V, Fig 4 y Lám. X, fig. 2) y “Ñacurutu” (Lamina XIII, Fig. 1) No obstante conviene remarcar en forma genérica que si bien los objetos no despiden fuertes olores a derivados de hidrocarburos, como otras piezas observadas, que no pertenecen al MAPI, se comprueba fehacientemente, al tacto, la existencia indiscutible de una acentuada untuosidad, señal evidente de haber sido embebidas en sustancias grasas, con lo cuál concordamos plenamente con el profesor DA SILVA en donde observa reiteradamente, como se transcribe líneas arriba, la presencia de “pátinas” y “ceras” de distinta naturaleza.

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También, luego del referido análisis, en el cual se utilizaron lupas x3, x5, x9, x 10, luces difusas, luz láser y fundamentalmente el cotejo de imágenes digitales considerablemente aumentadas, concordamos con la visión del Dr. SCHAVELZON en cuanto a que se observa, con profusión, “…marcas de objetos metálicos”, “marcas de pulido mecánico”, “evidencias de abrasión mecánica”, etc. Estas marcas, aun supérstites y visibles no fueron realizadas para “mejorar la pieza” y resaltar sus ángulos” sino que son las huellas remanentes de la elaboración integra de estas piezas por medio de objetos metálicos las cuales no pudieron ser ocultadas a pesar de las varias capas de patina aplicadas (ver Láms. XI y XII). En todos los ejemplares estudiados,la abundancia de materias grasas de diversa naturaleza, las huellas de objetos metálicos y evidencias de abrasión mecánica son tan evidentes, que en conjunto constituyen elementos anómalos excluyentes que comprometen severamente la autenticidad de las piezas. Además hay un detalle altamente revelador del carácter de las piezas, como cuando, en el informe de DA SILVA, hace alusión “al color blanco que se observa en los puntos donde el punzón usado para construirlos ha pulverizado parcialmente a los minerales”. Obsérvese consecuentemente la superficie de los ornitolitos de Cabo Polonio y Valizas, por ejemplo (Lámina II, Figs. 1 y 2), que se encuentran expuestos en el Museo Histórico Nacional (Casa de Rivera) si este detalle de los puntos de color blanco existe. Además ¿de qué naturaleza era el punzón que alude DA SILVA? Sería muy aleccionador saberlo. Seria interesante someter a las piezas en cuestión a los efectos de un solvente y es muy probable que gran parte del “camuflaje” (Ver DA SILVA) desaparecerá y volverán a lucir aspectos mas rejuvenecidos y los puntos blancos mencionados, ya no serán visibles. No hay que temer el empleo de productos químicos, en forma adecuada, ya que estos, no afectan de ninguna manera a la llamada “patina del tiempo”, por demás inexistente en estas piezas, la única que nos interesa conservar, y que no desaparece con los procedimientos señalados. Si, desparecen grasas y ceras de reciente aplicación, por eso la intención de conservarlas y la reticencia en emplear estos métodos esclarecedores.

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Además y por sobre todas las observaciones, análisis o peritajes que se puedan realizar, a favor o en contra de su autenticidad, no se puede desconocer la oscura trama, de la cuál estas piezas han emergido. Habría que consultar a la Sra. A.S., de la ciudad de Salto, una de las personas que ofrece habitualmente este tipo de artesanías y a los responsables de las compras de estas piezas. En suma se puede concluir, sin margen de error, que por lo menos tres de las piezas que se exhiben o se exhibieron en dicha institución, “antropolito” (Lám. V, fig 4 y Lám, X, fig. 2), “albatros” y “paloma” (Lám. XIII, Fig 2 y 3), que son, con razón fuertemente cuestionadas, se inscriben dentro del mismo contexto, o sea, de ser simples imitaciones de esculturas indígenas realizadas en la actualidad “muy camufladas por las pátinas que las recubre” (ver DA SILVA). La restante pieza denominada “Ñacurutu” ofrece aspectos puntuales que son reseñados en la Addenda II De persistir la exhibición de estas piezas, por demás que inconveniente para cualquier institución que se precie de ser seria, lo único que se logra es engañar y confundir a los desprevenidos visitantes y causar un daño irreparable al patrimonio cultural de la Nación. Y lo que es de lamentar desde el punto de vista de una ética elemental y repitiendo las palabras de CARLOS A. DE FREITAS, estos hechos constituyen un “…verdadero estigma para la ciencia nacional y un estupro al alma indígena de nuestra historia” Agradecimientos. El autor desea expresar su agradecimiento a las siguientes personas Lic. JOSÉ OLAZARRI, Prof. MANUEL SANTOS PIREZ y Sr. EMILIO HOURCADE. Al Sr. GONZALO GARCÍA LAGO, Arq. GUSTAVO FERRARI SEIGAL, Arq. OLGA ARNAUDIE, Lic. ANDRES FLORINES, Lic. ARTURO TOSCANO y al Prof. JOSÉ JOAQUIN FIGUEIRA. Al Dr. LUIS AUGUSTO RODRÍGUEZ DÍAZ y a la Sra. MARÍA SANCHEZ. A los Sres. ALBERTO MENEGHIN, MAXIMILIANO MENEGHIN. Y muy especialmente al Lic. ALVARO MONES por la lectura crítica de varias y sucesivas versiones de este trabajo. La escultura numero 5 de la Lámina V pertenece a la colección de la Sra. GUIDALI DE MENEGAZZI, de la ciudad de Paysandú, siendo relevado por FEMENIAS y FLORINES en el año 2005, la imagen nos fue proporcionada gentilmente por el Lic. ANDRÉS FLORINES. La escultura número 6 de la Lamina V pertenece a la colección del ex ministro consejero Dr. GONZALO GARCIA LAGOS.

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BIBILIOGRAFIA ACOSTA Y LARA, E. 1964. Panorama general de las culturas indígenas en la Banda Oriental. Amerindia, 2:9-17. Montevideo. DE FREITAS, C.A. 1954. Ante el proyecto e creación de un museo arqueológico. Revista de la Sociedad Amigos de la Arqueología, 12:141-146. Montevideo DEVINCENZI, G. J. 1927. Notas Arqueológicas. Anales del Museo de Historia Natural de Montevideo, (2)2:321-329, láms. 12-18. FIGUEIRA, J. J. 1957. Relaciones etnográfico-arqueológicas entre Argentina y Uruguay. Jornadas Internacionales de Arqueología y Etnografía – Primera Mesa Redonda Internacional de Arqueología y Etnografía (Buenos Aires, 11-15.11.1957), pp. 69-82. Buenos Aires. MAZZONI, F. 1937. Sobre hallazgos de supuestas piezas indígenas en los paraderos de José Ignacio y Puntadle Chileno (Departamento de Maldonado). Revista de la Sociedad Amigos de la Arqueología, 8:391-404, Fig. 1-6. Montevideo MENEGHIN, U. 2006. El Antropolito de Mercedes: historia y leyenda. Orígenes, 4:124, láms. 1-5. Montevideo. SERRANO, A. 1936. Etnografía de la antigua provincia del Uruguay. Pp. 1-207, Figs. 1-67. Talleres Gráficos Melchor, Paraná. SIERRA Y SIERRA, B. 1932. Antropolitos y zoolitos indígenas. Revista de la Sociedad Amigos de la Arqueología. 5:91-127, láms, 1-14. Montevideo. VIDART, D. 1973. Diez mil años de prehistoria uruguaya. Fundación editorial “Unión del Magisterio”. Pp. 7-83, Figs. 1-19 s/n. Montevideo

ADDENDA I La presente addenda esta dedicada a señalar algunos aspectos puntuales de la escultura antropomorfa existente en el MAPI. Es imprescindible por lo tanto, para mayor soporte de nuestro enfoque sobre esta pieza, que los

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citados aspectos sean contrastados con aquellos del antropolito de Mercedes7. Aspecto externo (Superficie) En el antropolito de Mercedes, la superficie posee una textura mate, sin brillo al igual que los zoolitos de cabo Polonio, Valizas y San Luís, referentes insoslayables- A pesar del manipuleo que fue sometido durante 116 años por parte de investigadores y estudiosos, la grasitud del contacto manual ha dejado evidencias casi imperceptibles. (Lamina VI Fig. 1) En la escultura del MAPI se puede observar que casi un 90% de la superficie de presenta huellas de abrasión mecánica, razón por la cual este detalle le otorga un aspecto brilloso plateado. Igualmente toda la superficie trasunta una marcada untuosidad. (Lamina VI Fig. 2 y Láms. XI y XII) La zona supraorbital En el antropolito de Mercedes los arcos supraorbitales están levemente arqueados en su parte exterior. Este rasgo se acentúa sobre el costado izquierdo, por una antigua rotura allí existente. En contraste, en el fondo de la cavidad orbital existe una línea totalmente recta en bajo relieve. (Lamina VI Fig. 3) En la escultura del MAPI los supraorbitales están muy poco resaltados con relación a la superficie general de la cabeza y están conformadas por la conjunción de dos surcos groseramente rectos que confluyen, curiosamente, sobre el mismo lado izquierdo que el antropolito de Mercedes, realizados indudablemente por un objeto metálico (Lamina VI Fig. 4 y Lám. XII, fig. 2). También cuando se superponen o compara la curvatura de ambos supraorbitales, a pesar de la tosquedad que exhibe la escultura del MAPI, ambas coinciden. No podemos afirmarlo con absoluta seguridad, pero es muy probable que el artesano haya intentado elaborar dos orbitas ya que en el único lugar donde anatómicamente estas podrían estar ubicadas, existe un incipiente picoteo inexistente en el resto de la superficie facial.

7 Recientemente, 23 de Enero de 2008 hemos realizado una rigurosa revisión de las dimensiones de esta escultura. Si bien los resultados obtenidos no difieren sustancialmente de las mediciones de DEVICENZI (1927) constatamos ligeras diferencias que serán divulgadas oportunamente.

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La zona nasal En la escultura del MAPI la nariz está conformada por tres surcos, dos laterales y uno basal que delimitan una superficie claramente asimétrica (Lam. VII Fig. 1 y Lám. XII, fig. 2). Estos surcos fueron realizados con un objeto metálico, trasuntando el fondo presencia de patinas arcillosas. Es muy probable que el caballete nasal haya tenido, al inicio de la ejecución de la pieza, un mayor relieve y que durante la elaboración, se haya desprendido algún fragmento, así se explicaría su aspecto deprimido, achatado (Lám. VII Fig. 2). También es probable que la porción remanente, fuera regularizada y sujeta a intensa abrasión mecánica para sortear el percance. Este detalle es bien visible en la porción superior derecha. La zona bucal. Obsérvese las armónicas proporciones del área bucal del antropolito de Mercedes, en donde el borde de los labios se proyecta en relieve positivo sin accidentes ni marcas definidas con relación a la superficie de la cara. Se puede notar claramente los distintos componentes minerales de la roca, sin adherencias de patinas y efectos abrasivos (Lam. VII Fig. 3). En contraste el aparato bucal de la escultura del MAPI esta conformada por un surco de grosor variable que rodea íntegramente los labios. Este surco presenta en todo su recorrido patinas arcillosas adheridas, especialmente visibles en el surco superior próximo a la base de la nariz. De igual manera un surco divide en forma grosera los labios, toscamente definidos. En el fondo de la comisura labial se observa una línea recta de reciente ejecución. Claras huellas de abrasión mecánica se observan a modo de brillo plateado en la mayor parte de la superficie bucal. (Lamina. VII Fig. 4 y Lám. XII, fig.2). La zona auricular. Tal vez sea este el aspecto más elocuente a resaltar. La complejidad de formas y contornos del aparato auditivo del antropolito de Mercedes raya en la perfección. Las dimensiones de los dos órganos son exactas, casi un calco uno del otro. Así lo definía DEVICENZI (1927:321-322): “las orejas bien simétricas ocupan una extensión de 5 cm. verticalmente por 3,5 transversalmente; hacen un relieve moderado pudiéndose notar el contorno de la hélice unida en sus extremos a la antihélice: un surco poco profundo separa a estos dos pliegues. Adelante en la concavidad de la anthélice y separado

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completamente de ésta por otro surco, se nota un relieve casi circular representando el trago” (Lamina VIII Fig. 1) En este punto específico no existe ninguna similitud entre ambos ejemplares ya que en la escultura del MAPI el aparato auditivo se limita a dos apéndices o aletas que sobresalen a los costados del rostro sin configuración de clase alguna a modo de asas para sostener el objeto (Lám. VIII, Fig. 2 y Lám. XI. Fig. 2) Cara posterior En la Lamina VIII, Figura 3 se observa un detalle ornamental ubicado en la cabeza del ornitolito de Valizas, compuesto por cuatro rectángulos alargados delimitados por surcos, a modo de imitación de plumas. Curiosamente en la cara posterior de la escultura del MAPI, en su tercio inferior se observan seis relieves rectangulares alargados, igualmente delimitados por surcos (Lamina VIII Fig. 4). SCHAVELZON sugiere que sea algo asimilable a una falda. Si de eso se tratara no se entiende la presencia de plumas en ese lugar y solo en la parte posterior. Al igual que en otros sectores de la pieza del MAPI, los surcos que delimitan los rectángulos alargados mencionados son efectuados indudablemente conun objeto metalico. En este sector la abrasión mecánica se hace particularmente visible. _____ Un riguroso cotejo de las dimensiones faciales de ambos ejemplares ha demostrado de forma inobjetable una serie de coincidencias que no son casuales. (Lám. IX, ver Lám X, Cuadro) En lo referente a la forma y la superficie de ambas cabezas, éstas consisten en dos ovalos prácticamente de iguales dimensiones, lo cual hace preanunciar, desde el inicio, la existencia de un plagio. Se llega a esta conclusión ya que, salvo el largo de la frente de la escultura del MAPI, sensiblemente deprimida, con el coeficioente más bajo registrado (70%) y la distancia existente entre el labio superior y la base de lanariz, evidentemente desproporcionada, con un 77%, todos los restante registros cotejados, se situan mayoritariamente por sobre el 80 y 90% de similitud, culminando con el largo y ancho de la cabeza, con proporciones levemente diferentes en el largo, 2mm. Y exactamente iguales en el ancho, 97mm. Y, curiosamente, el perímetro interior de la concavidad de la escultura del MAPI, coincide con

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pequeñas diferencias con el perímetro exterior de aquella del antropolito de Mercedes: 100 cm2 y 96 cm2, respectivamente. ¿Mera casualidad? Por consiguiente, las similitudes constatadas entre las dos piezas, principalmente a nivel de las dimensiones de la parte facial, indican claramente que el antropolito de Mercedes fue el modelo a partir del cual, y en un bloque pétreo de menores dimensiones, se elaboró la escultura del MAPI. En resumen, además de ser una pieza fraudulenta, recientemente elaborada, con profusión de huellas de objetos metálicos (ver Láms. XI y XII) “muy camufladas por las pátinas que las recubren” (ver DA SILVA), se trata indudablemente de un plagio. ADDENDA II ÑACURUTÚ Es un objeto que se podría definir como “arqueológico” en sentido amplio. Esta elaborado sobre un bloque pétreo de planta periforme de perfil achatado. (Lám. XIII, fig. I) A nuestro juicio es la única pieza de esta colección que no presenta huellas de objetos metálicos ni señales de abrasión metálica. Esto posibilita que se pueda observar en toda la superficie de la pieza un picado muy parejo en ambas caras e incluso en un surco longitudinal observable en los costados. Indudablemente esta pieza posee una historia azarosa sobre la cual solo caben deducciones inseguras. Es muy probable que inicialmente se haya tratado de un mortero de doble faz ya que presenta una cavidad en ambas caras. La cavidad ubicada en la cara frontal es más parecida a la de un mortero que al receptáculo de un objeto zoomorfo. La ligera diferencia del tipo de picado se debería a que una de sus caras habría estado expuesta a efectos erosivos. Si se tratara realmente de una configuración similar a una lechuza el supuesto pico sobresale apenas de la superficie general, debiendo el observador esforzarse para definir a la figura como un objeto zoomorfo. Es probable también que en algún otro momento se hayan configurado las dos orbitas mediante el frotado de un guijarro en forma circular ya que en ese lugar se observan dos círculos alisados, levemente deprimidos, con relación al plano general, y curiosamente carecen de patina. Igualmente

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existe un surco percutido sobre la orbita izquierda que podría configurar algo similar a una ceja. Con la ayuda de las patinas adheridas, tanto la cavidad frontal como los dudosos rasgos faciales que acabamos de reseñar, propician una perspectiva un tanto artificial que puede inducir a engaño en cuanto a su calificación como objeto zoomorfo. La cara posterior muestra una depresión más larga y profunda que aquella de la parte frontal con algunas excoriaciones producidas accidentalmente por algún objeto metálico, en época reciente. Se deduce finalmente que su condición de mortero de doble faz es menos comprometida que la de objeto zoomorfo

ADDENDA III EL INFORME TOSCANO8 Esta addenda se vertebra a través de la trascripción de pasajes puntuales extraídos de un memorandum elaborado por el Lic. ARTURO TOSCANO, Director del Museo Nacional de Historia Natural y Antropología, identificado como “Expediente 2006/03633”, en el cuál se puede apreciar la preocupación que ha originado esta problemática en los círculos académicos Luego de una serie de antecedentes y exposiciones, en donde detalla hechos ya señalados por nosotros en el presente trabajo, menciona lo que denomina los “Aspectos formales del problema” Desde el punto de vista arqueológico observa: “Se trata de seis piezas particularmente llamativas que aparecen sorpresivamente juntas en manos de un coleccionista que las obtiene mediante adquisiciones sin ningún peritaje de arqueólogo profesional.” Enumera a continuación las características que tienen en común las citadas piezas: “1. no tienen lugar preciso de origen 2. ninguna presenta una historia confiable sobre su hallazgo 3. se les adjudica una procedencia del Depto. de Rocha, precisamente la región más rastrillada por arqueólogos amateur desde el siglo XIX y la más estudiada y explorada por arqueólogos profesionales en los últimos 30 años.

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Los conceptos vertidos por el Lic. TOSCANO son de su exclusiva responsabilidad.

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Ni los amateur ni los profesionales jamás conocieron referencia alguna sobre la existencia de estas piezas. 4. Se trata de un problema arqueológico y consecuentemente no podemos aceptar de ninguna manera la prescindencia de la documentación de procedencia arqueológica de los objetos en cuestión. La ausencia de dicha documentación impide definitivamente su consideración como piezas arqueológicas y su exhibición como tales. Más adelante el Lic. TOSCANO observa: “El procedimiento científico de la Arqueología es la formulación de hipótesis y conceptos a partir de la observación y documentación de hechos y fenómenos que son verificables.” Remarca: “Las garantías de autenticidad histórica latu sensu que obtienen las piezas arqueológicas se fundamentan en el concepto de “contexto arqueológico””. Culmina afirmando que “…en la Ciencia Arqueológica no tienen cabida las piezas aisladas sin procedencia confiable.” Desde el punto de vista museológico el Lic. TOSCANO asevera que en este caso “No se han respetado principios básicos del Código Odeontológico del Consejo Internacional de Museos ICOM que establece normas mínimas de conducta y práctica profesional para los Museos y su personal.” En cuanto al procedimiento de ingresar nuevas colecciones a un museo publico el código referido precisa: “…se debe obrar con la debida diligencia para reconstituir el historial completo del objeto desde su descubrimiento o creación” En otro ítem denominado “presentación de objetos de procedencia desconocida” resalta: “Los museos deben evitar la exposición u otra utilización de objetos de procedencia dudosa o desconocida. Los museos deben ser conscientes de que la exposición u otra utilización de esos objetos se puede considerar como una aprobación del tráfico ilícito de bienes culturales y una contribución al mismo.” Y culmina el enfoque museológico con esta reflexión: “Consideramos que este es el tema más grave de todos debido a que el MAPI ha afirmado y pretendido innovar la arqueología uruguaya mediante objetos sin procedencia, a nuestro juicio falsos, promoviéndolos a la opinión pública a través de importantes campañas de comunicación (por todos los medios de prensa).”

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Y en las consideraciones finales manifiesta el Lic. TOSCANO: “El MAPI ha incurrido en un serio problema de gestión cultural a consecuencia de un inapropiado asesoramiento arqueológico y museológico. Se trata de seis piezas sin procedencia ni antecedentes que se las ingresa en el ámbito consagratorio de un Museo público considerando que de esta manera obtengan el reconocimiento nacional de su legitimad.” Prosigue en sus consideraciones: “Hasta tanto no exista una debida documentación que acredite su autenticidad arqueológica no son piezas arqueológicas, insistir que son arqueológicas por la simple propuesta de un coleccionista sin tener su debida documentación es incurrir en un absurdo.” Y agrega: “Por otro lado tenemos la convicción que si las piezas son debidamente analizadas con especialistas en la materia se comprobará la intervención de instrumentos modernos y los componentes fraudulentos de su pátina.” Finaliza en los siguientes términos: “Por todo lo antes expuesto consideramos que el informe presentado por el MAPI no puede certificar la autenticidad de las 6 piezas aquí tratadas, razón por la cual concluimos que no son piezas arqueológicas y hasta tanto no se demuestre lo contrario son piezas falsas.” Las consecuencias emergentes de esta situación culminan según el Director del Museo Nacional de Historia Natural y Antropología en un descrédito museológico y arqueológico ya que: “El accionar irresponsable del MAPI ha generado un serio perjuicio a la arqueología y museología uruguaya. Han desfilado miles de personas escuelas, liceos y público en general por las Salas del MAPI confiando en la autenticidad de sus piezas cuando en la realidad seis de sus principales piezas son un engaño. La falta de idoneidad en el proceder del MAPI ha afectado gratuitamente la credibilidad de los Museos públicos uruguayos como así también de las instituciones públicas que velan por la integridad del patrimonio arqueológico del Uruguay. La manera de cómo se ha minimizado este grave error es una señal más de la ignorancia y falta de valoración que se tiene sobre nuestro patrimonio arqueológico. Razón por la cual urge corregirlo de inmediato como así también extremar la sensibilidad en la vigilancia por la integridad del patrimonio cultural de la nación.”

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LAMINA I Figura 1 Mapa de Uruguay con esculturas antropomorfas y zoomorfas (Cultura Sambaquiana-Guayana) (SERRANO, 1936)

LAMINA II Figura 1 Ornitolito de Cabo Polonio Figura 2 Ornitolito de Valizas Figura 3 Lacertolito-¿Ictiolito? de San Luís Figura 4 Ornitolito de Tacuari (calco)

LAMINA III Figura 1 Zoolito vista lateral (Julio 2006) Figura 2 Zoolito vista frontal (Julio 2006) Figura 3 Zoolito vista dorsal (Julio 2006)

LAMINA IV Figura 1 Zoolito vista lateral (Octubre 2007) Figura 2 Zoolito vista frontal (Octubre 2007) Figura 3 Zoolito vista dorsal (Octubre 2007)

LAMINA V Comparacion del antropolito de Mercedes con piezas fraudulentas Figura 1 Antropolito de Mercedes Figura 2 Escultura (origen desconocido) Figura 3 Escultura de Punta del Este Figura 4 Escultura del MAPI Figura 5 Escultura vista en Paysandú (FEMENIAS-FLORINES) Figura 6 Escultura colección Dr. García Lago

LAMINA VI Figura 1 Superficie antropolito Mercedes Figura 2 Superficie escultura MAPI Figura 3 Supraorbital antropolito Mercedes Figura 4 Supraorbital escultura MAPI

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MENEGHIN: Falsificaciones arqueológicas en el Uruguay… LAMINA VII Figura 1 Nariz escultura MAPI (vista anterior) Figura 2 Nariz escultura MAPI (vista lateral) Figura 3 Aparato bucal antropolito Mercedes Figura 4 Aparato bucal escultura MAPI

LAMINA VIII Figura 1 Región auditiva, vista lateral, antropolito Mercedes Figura 2 Región auditiva, vista anterior, antropolito MAPI Figura 3 Detalle ornamental, zoolito de Valizas Figura 4 Detalle ornamental, cara posterior antropolito MAPI

LAMINA IX Imágenes comparativas del a cabeza de los antropolitos de Mercedes y del MAPI

LAMINA X Cuadro e imágenes comparativas de medidas de los antropolitos de Mercedes (izquierda) y MAPI (derecha)

LAMINA XI Antropolito MAPI Figura 1 Detalle de la parte inferior (zocalo y cavidad) Figura 2 Región auditiva

LAMINA XII Antropolito MAPI Figura 1 Detalle del surco que delimita cabeza y torso Figura 2 Vista lateral de la cabeza, indicando zonas con evidenci de uso de objeto metalico

LAMINA XIII Figura 1 Ñacurutu (MAPI) Figura 2 Albatros (MAPI) Figura 3 Paloma (MAPI) (vista posterior) Figura 4 Zoolito (Colección Sr. GACÍA LAGOS)

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LÁMINA I

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LÁMINA II

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LÁMINA III

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LÁMINA V

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LÁMINA VI

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LÁMINA VII

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LÁMINA VIII

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LÁMINA IX

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LÁMINA X

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LÁMINA XI

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LÁMINA XII

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LÁMINA XIII

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