Origenes 4 - El Antropolito de Mercedes

July 22, 2017 | Autor: Ugo Meneghin | Categoría: Archaeology, Uruguay, Figurillas Antropomorfas, Antropomorphic Figurines
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Descripción

ISSN 1510-7981

ORIGENES No. 4

2006

EL ANTROPOLITO DE MERCEDES: HISTORIA Y LEYENDA

UGO MENEGHIN

Fundación Arqueología Uruguaya Montevideo – Uruguay

ORIGENES Publicación periódica de la Fundación Arqueología Uruguaya

Editor: UGO MENEGHIN MARCHIORI

Sede: Fundación ARQUEOLOGIA URUGUAYA Andrés Cheveste 1485 11700 Montevideo - Uruguay

Dirección postal: Fundación Arqueología Uruguaya Casilla de Correo 241 11.000 Montevideo, Uruguay E-mail: [email protected]

© 2006 Fundación Arqueología Uruguaya Reservados los derechos para todos los países. Ninguna parte de esta publicación , incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, o transmitida de ninguna forma, ni por ningún medio, sea éste electrónico, químico, mecánico, electro-óptico, grabación, fotocopia o cualquier otro, sin la previa autorización escrita por parte de la Fundación.

ORIGENES No. 4

2006

EL ANTROPOLITO DE MERCEDES: HISTORIA Y LEYENDA

UGO MENEGHIN1 ABSTRACT: The Antropolito of Mercedes: history and legend.– Discovered more than one century ago, the “antropolito” of Mercedes (Uruguay) has not ceased to captivate the attention of both, students and archeology amateurs. In this paper, the author analyses previous bibliographical information referred to the emblematic lithic artefact. Despite all available information, a satisfactory conclusion on its cultural associations has not yet been possible.

INTRODUCCION

Dentro de la ergología del complejo, y al mismo tiempo aún precario panorama arqueológico del Uruguay, se destacan cinco piezas líticas de excepcionales características conocidas de larga data. Cuatro de ellas representan distintas especies zoológicas. La pieza restante, conocida como Antropolito de Mercedes, por su lugar de hallazgo, reproduce a escala reducida una estilizada figura humana. La armonía de sus formas ha cautivado, desde la época del hallazgo, a todos aquellos que de una forma u otra han volcado su interés hacia nuestro pasado prehistórico. Es el único ejemplar lítico de nuestro país de aspecto antropomorfo del cual existen referencias escritas confiables.

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Fundación Arqueología Uruguaya. Casilla de Correo 241. 11000 Montevideo, Uruguay. E-mail: [email protected]

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Intentaremos reunir en este texto todo lo relevante referido a esta pieza que se halla inserto en la bibliografía especializada, muchas veces en publicaciones de difícil acceso. Es por ese motivo y dada su importancia que no hemos dudado en darle participación directa a los testimonios de primera mano. Pretendemos brindar la mayor cantidad de referencias bibliográficas, a nuestro juicio útiles, por lo cuál las citas de los testimonios mencionados serán múltiples, extensas, a pesar de que quizás el lector las pueda encontrar tediosas o irrelevantes. Sin embargo preferimos correr ese riesgo, en bien de un sólido respaldo documental. Nuestra labor se desarrollará a través de varios acápites en donde se mencionarán detalles del hallazgo, descripción, opiniones de algunos autores sobre el antropolito en particular y a las múltiples implicancias a él referidas, para finalmente referirnos a la historia presente, el antropolito de Mercedes en los albores del siglo XXI a 115 años de su descubrimiento. EL HALLAZGO

Refiere el Dr. SATURNINO A. CAMP, en carta dirigida al Dr. GARIBALDI J. DEVINCENZI, Director del Museo Nacional de Historia Natural, con fecha 10 de Enero de 1924, “El 28 de Noviembre de 1890, fui nombrado por el Presidente de la República, doctor. JULIO HERRERA Y OBES, Jefe Político y de Policía del Departamento de Soriano”... “Estimulado, como funcionario, por el favor popular, tomé la iniciativa de dos proyectos: un Censo General del Departamento de Soriano y una Exposición-Feria de Ganadería, Agricultura e Industria”...” El Censo General de la población se realizó en un solo día, el 31 de Diciembre de 1891, y el 19 de Abril de 1892, se inauguraba la Exposición-Feria de Ganadería, Agricultura e Industria en el local “Barraca del Norte”. Prosigue en su carta el Dr. CAMP:..“El día antes de la inauguración de la Exposición o sea el 18 de Abril comienza la historia del antropolito, ídolo según el doctor Berg2, cuyos antecedentes me solicita Ud.”... “Allí me encontraba, recibiendo y disponiendo, con otras personas el acomodo o arreglo de los productos a exponer y en compañía del doctor. MANUEL HERRERO Y ESPINOSA, Ministro de Relaciones Exteriores e hijo de Mercedes,

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CARLOS BERG (*Tukum, 1843 –†Buenos Aires, 1902), Director del Museo Nacional de Montevideo, entre 1890 y 1892.

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y a quien el Dr. HERRERA3 nombró para representarlo en aquella fiesta del trabajo, cuando, en esos momentos, se acerca a nosotros un hombre de apellido LOZADA, que cultivaba una chacra a 5 kilómetros en Mercedes, situada sobre el camino departamental que, cruzando el arroyo Bequeló, lleva al Departamento de Flores”. A continuación expresa: “Interrogado LOZADA por mí, sobre que producto agrícola me traía para la Exposición, me contesta que no tenía para que exponer. Insisto en mi pedido de cualquier cosa y entonces me contesta: “Si no es un muñeco de piedra, no se lo que le voy a traer, señor Jefe”.- “¿Muñeco de piedra?”- “Si, un muñeco de piedra pero mal hecho, que desenterraron mis muchachos, un día de lluvia, y que apareció en medio del camino y frente a casa, hace algunos meses”. Sigue en el relato el Dr. CAMP: “El asunto me interesó, y sin figurarme la importancia que podía tener, pedí a LOZADA fuera a su casa a buscar el muñeco. En la tarde del mismo día, se apareció LOZADA con una bolsa al hombro, y al verme, en compañía del doctor HERRERO Y ESPINOSA, nos dice:- Aquí está el muñeco. Y tomando la bolsa por la parte posterior, deja caer, con gran estrépito, sobre el piso de madera, el contenido”. “Tomo la pieza de piedra, y al observarla e interesarme por ella, con HERRERO Y ESPINOSA, LOZADA me la ofrece con todo desinterés, ofrecimiento que acepté de inmediato, y pidiéndole informes de cómo la había encontrado, contestó: “Por casualidad Señor Jefe. Fueron mis hijos los que la encontraron, como dije, un día de lluvia, en el mismo medio del camino, por donde usted ha pasado muchas veces con su coche. Seguramente este ha pasado sobre la cabeza cuando empezaba a aparecer. Mis muchachos que son unos traviesos, con un cuchillo empezaron a escarbar alrededor, y como no la podían sacar, pues estaba como clavada, fueron a las casas, ensillaron un petizo, y con un sobeo (lazo) la enlazaron por el pescuezo y comenzaron a tirar, hasta que la arrancaron de la tierra, y a la rastra, la llevaron para las casas”. “Aquí termina la historia del ídolo antropolito o muñeco de LOZADA, en lo que se refiere a localidad y manera cómo fue encontrado” [sic] (ARREDONDO, 1927:18-21). A continuación el autor de la carta expresa, “Con motivo de este hallazgo, hice varias recorridas por el paraje indicado y alrededores, sin obtener otra cosa que unas boleadoras de piedra...”. Esta información que 3

Se refiere al Presidente de la Republica Dr. JULIO HERRERA Y OBES (Montevideo, *1841 – †1912).

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proporciona el Dr. CAMP constituye la única referencia sobre material arqueológico hallado en las proximidades del antropolito. Abundando en referencias, sabemos por intermedio de la referida carta, que el objeto fue traído a Montevideo...”el ídolo causó admiración a todos” y origen de varias disertaciones que “fueron motivo para que me viera obligado a regalarle el ídolo a Herrera, convencido- le dije al hacerle el regalo- de que mas tarde iría a parar al Museo Nacional, como así sucedió en una forma o procedimiento muy curioso” [sic]. Con motivo de la Exposición Histórico-Americana celebrada en Madrid en el año 1892, para conmemorar el cuarto centenario del descubrimiento de América, el antropolito fue exhibido conjuntamente con otras piezas indígenas (DEVINCENZI, 1927:321).

LA DESCRIPCIÓN

Con estos antecedentes, que aseguraban la autenticidad de la pieza, el Dr. DEVINCENZI realiza la primera y única descripción científica de la misma que a continuación transcribimos: “Esta hermosa pieza tiene una longitud de 50 centímetros. Su anchura máxima que se encuentra en el pecho, mide 13 centímetros; su grueso máximo no alcanza a 6. La cabeza es grande: mide 15 centímetros, correspondiendo 4 a la frente y 11 a la cara, cuyo ancho máximo es de 10 centímetros.-Las arcadas supraorbitarias, bien señaladas, reunidas, tienen 6 cm.; la nariz, con un caballete recto de 4 cm., tiene 2 cm. de ancho, y tiene indicada (Sic) las narinas por dos pequeñas depresiones poco escavadas. La boca, de labios finos y entreabiertos, mide transversalmente 3cm.8: la distancia naso-bucal (altura del labio superior), alcanza a 12 milímetros. Las orejas, bien simétricas, ocupan una extensión de 5 cm. verticalmente por 3,5 transversalmente; hacen un relieve moderado, pudiéndose notar el contorno de la hélice unida en sus extremos a la antihélice: un surco poco profundo separa a estos dos pliegues. Adelante, en la concavidad de la antihélice y separado completamente de ésta por otro surco, se nota un relieve casi circular representando el trago. “La región que corresponde al cuello, así como la parte superior del tórax es plana en el sentido vertical, débilmente convexa en el transversal.

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“En el pecho se encuentra la depresión característica de todas las esculturas antropo o zoomorfas americanos. La cavidad mide 8cm.5 en el sentido vertical, 7cm.5 en el horizontal y tiene una profundidad máxima de 1cm.5. Perfectamente pulida, está limitada por un borde saliente de 1 cm. de grueso, formando un rectángulo muy regular. Una distancia de 6 cm. separa su borde superior del reborde del mentón; 21 cm. separan su borde inferior del extremo de la pieza, la cual en esta región esta difusa y débilmente excavada”. “En los ángulos superiores del pecho se nota la implantación de los brazos: el muñón del hombro, en escaso relieve, tiene 18 milímetros de ancho; el brazo, plegado hacia atrás, tiene sus bordes poco marcados, perdiéndose finalmente a los 8 cm. del hombro por su continuidad con el borde de una de las depresiones posteriores que luego señalaremos. “Observando la cara posterior del antropolito se nota que solo la región cefálica es débilmente convexa en todo sentido: el resto esta ocupado por dos depresiones poco excavadas, de forma elipsoidal, y con bordes difusos, separados por un puente de solo unos milímetros de ancho. -La depresión superior, más pequeña, empieza a cuatro centímetros del extremo superior; tiene 10,5 cm. de eje vertical y sus bordes externos corresponden, en su parte inferior, a los bordes de los brazos, plegados hacia atrás, según hemos dicho anteriormente. La depresión inferior tiene 19,5 cm. de eje vertical: su extremidad inferior llega hasta 5 cm. del extremo inferior de la pieza, y sus bordes externos, muy débilmente marcados, se continúan con los bordes de los brazos sin transición de ninguna especie, desvaneciéndose progresivamente hacia abajo. “Los bordes del antropolito presentan una ranura de escasa profundidad que se extiende desde una axila hasta la otra, pasando por el extremo inferior. Limitada por bordes poco salientes, esta ranura presenta su ancho máximo en su origen axilar, donde alcanza a 15 mm., disminuyendo progresivamente hasta presentar solo 3 mm. en el medio de la extremidad inferior. “Esta pieza esta esculpida en una roca grisácea de pasta muy homogénea, pero presentando pequeñas manchas redondeadas oscuras.” (DEVINCENZI, 1927:321-323, lám. 12). Hasta aquí la extensa descripción realizada por el Dr. DEVINCENZI. Teniendo en cuenta que esta última frase de DEVINCENZI es la única referencia que se encuentra en la literatura sobre la materia prima en que fue elaborado el antropolito, nos pareció importante recabar la opinión de un geólogo, por lo cual recurrimos al Prof. JORGE DA SILVA de la Dirección

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Nacional de Minería y Geología (DINAMIGE), quien nos proporcionó el siguiente informe: “El estudio petrográfico de la roca en la que esta elaborado el antropolito de Mercedes se ha visto dificultado por la presencia, en la superficie, de elementos perturbadores.

“Además de la pátina, presumiblemente originada por el tiempo, se ha observado restos de una patina compuesta de substancias indeterminadas de color negro que rellena microfisuras y microporos. Igualmente existen trazas de pintura de color verde. Unido a esto es evidente la presencia de cierta grasitúd como resultado de las sucesivas manipulaciones. “Todo lo expuesto dificulta la observación del verdadero color de la roca, que se sitúa en tonos grises oscuros y verdosos. “No se considera conveniente la obtención de láminas delgadas para su estudio en el microscopio petrográfico ya que se sometería a la pieza a un daño innecesario e irreparable. “El estudio petrográfico con ayuda de una lupa (x12) y luz natural ha demostrado que se trata de una roca ígnea. Esta roca esta compuesta por una pasta máfica de textura dolerítica con cristales submilimétricos equigranulares y con escasos fenocristales de feldespato subcentimétricos. No se ha observado orientación definida de los cristales.” Pocos años después del artículo de DEVINCENZI, el Dr. BENJAMÍN SIERRA Y SIERRA se ocupa de la temática inherente a objetos antropomorfos y zoomorfos, empleando definiciones y términos muy particulares. El citado autor no realiza, a nuestro entender, un análisis objetivo del artefacto. En una parte de este texto, SIERRA Y SIERRA (1932:92) llega a la conclusión de que es un objeto protohistórico o prehistórico, ya que, nuestros indígenas no conocían la metalurgia y todas las evidencias indican que en su manufactura se utilizaron herramientas de piedra. Así denomina a varios materiales de extrema dureza: “cuarzo, sílice, obsidiana” etc., que conformados en “escoplos, buriles, formones, taladros, etc.” habrían permitido la elaboración el artefacto. A través del tiempo, el antropolito fue citado en innumerables oportunidades, y toda vez que se realizaron publicaciones de síntesis de nuestra prehistoria, la reproducción de su imagen tuvo un lugar de destaque particular.

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Su carácter y las posibles funciones a las cuáles estaría asignado fue motivo de diferentes enfoques. Es así que los primeros autores uruguayos repetirían insistentemente la calificación de ídolo. En cambio investigadores más modernos, tal vez más objetivos, calificarían a los artefactos con estas características en términos menos abstractos y le asignarían la función de pequeños morteros, no descartando, ciertos aspectos rituales. De todos los autores que se ocuparon, directa o indirectamente del estudio del antropolito y a este tipo de manifestaciones culturales, ANTONIO SERRANO es, sin duda, una figura de particular destaque. Cabe precisar que la mayoría de sus investigaciones se realizaron en la Mesopotamia Argentina y áreas circundantes. No fue ajeno a su interés, por lo tanto, todo lo concerniente al pasado prehistórico del Uruguay, a tal punto, que una de sus obras fundamentales se denomina “Etnografía de la Antigua Provincia del Uruguay”, publicada en 1936. A él nos remitiremos a continuación: Aludiendo al registro geográfico que de estos peculiares artefactos líticos se posee, ANTONIO SERRANO afirma que: “Su mayor zona de dispersión”...”es el sur brasilero, pero formas similares aparecen en Catamarca (cultura de los barreales), en Panamá, algunas en las Antillas y quizás pueden también incluirse algunos recipientes del Amazonas y Ecuador” (SERRANO, 1940:410). “Aparecen también en territorio uruguayo, como infiltración directa de las culturas del sur brasileño” (SERRANO, 1940:410). En tal sentido este autor propone vinculaciones con la llamada cultura “SambaquianaGuayaná”. “Esta cultura” —refiere SERRANO— “se extiende a lo largo de todo el río Uruguay, pero a partir de la latitud de Santa Rosa hacia el Sur su presencia parece más bien accidental, encontrándose sus restos más bien en forma esporádica. Su mayor desarrollo esta en los estados brasileros de Santa Catarina y Río Grande do Sul con extensión a los departamentos uruguayos del norte. “Se caracteriza sobre todo por la presencia de los llamados litos con pocillos, de piedras circulares perforadas para cabezas de itaizá, de grandes pilones cilíndricos y quizás también pertenezca a esta cultura el hacha cuadrangular con doble muesca de sujeción.

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“Los litos con pocillos son sin duda las piezas más interesantes que ofrece la arqueología del sur del Brasil y Uruguay. Son más frecuentes en el Brasil que en ésta República. “Los del Brasil provienen en su mayoría de los estados de Santa Catarina y Río Grande do Sul. “Las concavidades que presentan estos litos, vale decir el pocillo, son a mi manera de ver lo que da valor y define su carácter. “Por estas concavidades y las características generales de las piezas he considerado a tales litos como pulverizadores de vegetales narcotizantes...” (SERRANO, 1936:182-184). Tiempo después, SERRANO amplía su descripción de la cultura de los guayanás señalando que dentro de los limites geográficos de su territorio...“desarrollaron una cultura material de características inconfundibles, basada en el trabajo de la piedra, con desconocimiento de la alfarería” (SERRANO, 1955:80). “Por armas tenían el arco y la flecha. Las puntas de estas eran de madera y hueso, pero en la región litoral las hacían también de piedra. Sin embargo, el arma más característica de los Guayanás meridionales fue el itaizá o rompecabeza” (SERRANO, 1955:81). Nos detendremos momentáneamente para precisar que la funcionalidad específica de los pocillos o cavidades fue primeramente sospechada hacia finales del siglo XIX por el arqueólogo brasileño LADISLAU NETTO en estos términos: “Como quer que seja, estes curiosos artefactos, figurando animais mais ou menos cavados no dorso, na ilharga ou no ventre, a mim me parece que tinhan utilidade idêntica á dos receptáculos de madeira, artisticamente esculpidos, e a vezes á imitação de passaros, nos cuaes ainda hoje se deposita, entre algúns indios do Amazonas, o pó do paricá (Piptademia colubrina)” (NETTO, 1885:515).4 Por lo tanto y de acuerdo a la óptica de SERRANO, el antropolito pertenece al amplio universo cultural caracterizado por figuras líticas, con cavidad, de aspecto zoomorfo y antropomorfo.

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“Como quiera que sea, estos curiosos artefactos, figurando animales más o menos cavados en el dorso, en los lados o en el vientre, a mi me parece que tienen utilidad idéntica a los receptáculos de madera esculpidos, y a veces a imitación de pájaros, en los cuales todavía hoy deposita, entre algunos indios del Amazonas, el polvo del paricá (Piptademia colubrina)”.

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Concordando parcialmente con SERRANO, JOSÉ J. FIGUEIRA expresa: “El antropolito de Mercedes está directamente vinculado con la cultura lítica del Brasil Meridional, por más semejanza que pueda presentar esta pieza con algunas piedras [sic] similares de la región calchaquí” (FIGUEIRA, 1957:80). Años después, ANDRÉ PROUS (1977) discrepará en algunos aspectos con SERRANO. Sin duda las dos o tres décadas de investigaciones transcurridas significaron la acumulación de datos, modelos teóricos e interpretativos y referencias relevantes, en los que se destaca principalmente la existencia de un marco cronológico, inexistente en la época de SERRANO. En el extenso inventario realizado por este autor, de los 230 artefactos con pocillo identificados en Brasil meridional y Uruguay, solamente figuran 4 antropolitos, incluyendo el de Mercedes (PROUS, 1977). De acuerdo a la bibliografía en la cual nos respaldamos, uno de los tres antropolitos restantes que menciona, es el conocido como de la Isla del Pantano, el cual es reproducido en la lámina 5 (fig. C) de la obra citada (PROUS, 1977). Igualmente existe una imagen de este ejemplar, brindada por SERRANO, inserto en la figura 37 con esta leyenda: “Elementos de la cultura lítica del sur brasileño” (SERRANO, 1955,113). Un dibujo de frente y perfil se observa en “La Nación Charrua” (MARUCA SOSA, 1957:253). Lo que sugieren las distintas imágenes es que se trataría de un ejemplar defectuosamente realizado, de formas acentuadamente toscas y asimétricas. Incluso la superficie aparenta ser de aspecto rústico o desgastado. La parte facial revela un marcado desequilibrio de formas y dimensiones. El segundo ejemplar se puede observar en la aludida lámina 5 de PROUS, identificado con la letra D. Al parecer se trata de un fragmento de antropolito, el cuál conserva la cara y el cuello íntegros y parte del pocillo. Siempre de acuerdo a la imagen disponible los elementos que conforman la parte facial serían también asimétricos. No emitimos opinión en cuanto al pulido de la superficie, la que sería mejor realizada que en el citado ejemplar de la Isla del Pantano. No conocemos detalles del restante ejemplar mencionado por PROUS, sospechando sin embargo que podría tratarse del que se ilustra en la parte inferior de la lámina 1.

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EL SIGNIFICADO

En el capítulo VII de la obra citada, PROUS discute los diversos aspectos relacionados con el significado de estos objetos, expresando: “Une des choses les plus difíciles pour qui se penche sur les ouvres d´art préhistoriques est la reconnaissance de leur signification” (PROUS, 1977:131).5 Cabe acotar por nuestra parte que, si bien la gran mayoría de los ejemplares por él estudiados, están relacionados con la animalística (FARÍAS, 1959; TRIBURTIUS et. al., 1960, MENTZ RIBEIRO et al., 2002), pensamos que sus conclusiones pueden hacerse extensivas a los pocos objetos de carácter antropomorfo conocidos, dado su incuestionable parentesco morfológico y su también probable idéntica o similar funcionalidad. PROUS destaca que existen dos elementos diferenciados en la estructura de estos artefactos, la cavidad —como parte utilitaria— y la representación zoomorfa o antropomorfa, —como parte decorativa. Concretamente, sobre la cavidad opina, contrariamente a lo postulado por WIENER (1876:14) y SERRANO (1936:184) que su función no seria la de mortero ya que ha observado que en múltiples ejemplares el fondo de la cavidad tiene poco espesor, lo que hace impropia esa funcionalidad. También descarta que dentro de la aludida cavidad se hubieran molido pigmentos, dado que no existen evidencias de colorantes tanto dentro de la cavidad como en el resto de la superficie de los objetos. También expresa dudas en cuanto a la posibilidad de que la cavidad hubiera sido usada como simple recipiente. Menciona la realización de diversos análisis de sustancias halladas en su interior y que demostraron no ser de origen orgánico. Con referentes cronológicos precisos, como ya mencionáramos no disponibles en la época de SERRANO, PROUS sostiene que estos objetos no derivarían de culturas andinas ya que éstas serían posteriores a este tipo de cultura del Brasil meridional y Uruguay. La profundidad temporal registrada para las fases más tempranas se hubican hacia mediados del 5 milenio AP (PROUS, 1977:123; MENTZ RIBEIRO et al., 2002:5).

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“Una de las cosas más difíciles para aquél que observa las obras de arte prehistóricas es el reconocer su significado”.

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Igualmente se interroga si sería posible su adjudicación a cierto tipo de magia de caza o magia de reproducción. Descarta también su vinculación a un factor político dentro de estas sociedades poco estratificadas. Como hipótesis final se inclina hacia la posibilidad de que: “Il devient plus logique de le voir accompagner un personnage lié aux forces surnaturelles”...”hypothèse qui rattache nos sculptures au dépositaire des croyances ata u conservateur des rites” (PROUS, 1977:141).6 ______________ Geográficamente, el antropolito de Mercedes está en una posición marginal con relación a la zona nuclear de los objetos arqueológicos con pocillo o, si se prefiere, de la zona de influencia “Sambaquiana-Guayaná” lo que supondría una expansión extrema hacia el sur de la referida cultura. A pesar de que existen itaizás tan al sur como el departamento de San José (La Tuna) (FIGUEIRA, 1957:73). El antropolito fue hallado a 400 kilómetros de distancia de la localidad más próxima donde se encontró una pieza que muestra el uso de una tecnología de tallado/pulido similar empleada: el zoolito de Cabo Polonio. A su vez una distancia de unos 2000 kilómetros se interpone entre las márgenes del Río Negro y las primeras estribaciones del altiplano andino, la otra región con la cual, se especula, existirían también posibles nexos culturales. El referente arqueológico regional registra la presencia de una multiplicidad de culturas muy compleja y aún de incierta definición. Hacia la margen izquierda del río Uruguay y la zona de la desembocadura del Río Negro es donde existen múltiples evidencias de asentamientos de poblaciones ceramistas, dentro de las cuales se destaca la presencia de un tipo de cerámica decorada comúnmente asignada a la macroetnia Chaná-Timbú (ACOSTA Y LARA, 1955). Aguas arriba del Río Negro, en dirección al centro del país, son innumerables los yacimientos asignados a cazadores-recolectores con fuerte acento en una amplia variedad de artefactos líticos. Sobresalen allí varias modalidades de puntas de proyectil líticas pedunculadas con aletas, raederas, raspadores, cuchillos mono- o bifaciales, boleadoras, morteros, lenticulares 6 “Parece más lógico el verlo acompañar a un personaje vinculado con las fuerzas sobrenaturales”...“hipótesis que vincula a nuestras esculturas al depositario de las creencias y al conservador de los ritos”.

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(piedra arrojadiza para honda) y con escasa cerámica muy poco ornamentada (TADDEI, 1985). Si dirigimos nuestra mirada hacia el centro del país, en los departamentos de Flores y Durazno, vemos que además de la presencia de yacimientos superficiales asimilables a los recientemente nombrados para la cuenca del Río Negro, existe, tal vez, la mayor concentración de yacimientos de arte rupestre del Uruguay (CONSENS, 1985). Pretender establecer vínculos culturales de nuestro antropolito, con estas áreas mencionadas, no deja de ser un ejercicio estéril, carente de sólidos fundamentos. Sin embargo, permanece aún sin respuesta, por el momento, la frase acuñada por ACOSTA Y LARA hace ya más de cincuenta años cuando expresara: “La cultura lítica brasileña tuvo quizá en nuestro país una difusión mucho mayor de la que nos imaginamos” (ACOSTA Y LARA, 1964:14). Las piedras de boleadoras encontradas por el Dr. CAMP en las cercanías del ejemplar, poco agregan al particular. Indudablemente, el vacío arqueológico registrado en el entorno inmediato del artefacto hace que toda hipótesis que se pueda formular al respecto, sea endeble en grado sumo. Si admitimos que no es originario del lugar del hallazgo, ¿cómo llegó hasta ahí y por que vía? ¿Mediante intercambio, trueque, o simple traslado? En una reciente publicación, PI HUGARTE (1998:43-44) manifiesta: “Puede aventurarse una hipótesis en el sentido de que el antropolito haya llegado hasta el lugar de su hallazgo a través de grupos culturalmente diferentes de quienes lo hicieron, que podrían haberlo obtenido por trueque o como botín de alguna expedición guerrera”. ¿Y en qué época? Porque tampoco podemos descartar que el traslado del artefacto se haya efectuado en épocas históricas. La falta de una satisfactoria referencia arqueológica confiable, como señaláramos, hace que el cúmulo de interrogantes citadas, no tengan por el momento respuestas. Una muestra de los múltiples enfoques que suscita la presencia del antropolito la ofrece, a vía de ejemplo, un destacado crítico de arte, ajeno al quehacer arqueológico, lo cual sin duda enriquece la perspectiva con un lenguaje muy particular. Dice ARGUL (1966:25): “Se trata de una pieza de piedra gris [...] de escaso volumen, con rostro hierático, con omisiones certeras propias de los

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autores que no han hecho experiencias naturalistas y van a la esencia de las cosas, teniendo en la cabeza cierto parentesco con los Mohai del Océano Pacífico, pero sin el agudo relieve que caracteriza a los fetiches pétreos de la Isla de Pascua”. Este autor, adhiriendo a un enfoque específico, opina que: “se le cree extranjero en la zona“ y concluye su enfoque, lenguaje críptico mediante, con esta frase: “allí se le ve aislado por ser una concepción de un hieratismo muy formulado producto de una experimentada gran certeza sobre su forma, como la de los modelos míticos“ (ARGUL, 1966:25). ______________________ En lo personal, en las distintas oportunidades que estudiamos la pieza, observamos que lo más destacable, sin duda, es la armonía de sus rasgos perfectamente equilibrados. El rostro muestra rasgos de difícil e incierta asignación racial. Los arcos supraorbitarios, unidos, rectos, en una solución de continuidad con la frente tienen reminiscencias que apuntarían, a pesar de la opinión de PROUS, incuestionablemente al N-W argentino, al altiplano andino, El pabellón de la oreja, voluminoso, está realizado con una precisión milimétrica, también al estilo de ciertas estatuas del altiplano andino. Sorprende la ubicación de las narinas, cuyas perforaciones se efectuaron en posición frontal, en forma perpendicular a la vertical del rostro. La ausencia de ojos es significativa. El artesano tuvo la oportunidad de realizar dos perforaciones para definirlos, tal cuál hizo con las narinas, sin embargo no se realizaron. ¿No habrá querido simbolizar con su omisión a un ser muerto, algo sin vida? Desconcierta la presencia de dos muñones laterales, situados a la altura de los hombros, presumiblemente los brazos, los cuales estarían replegados hacia atrás, supuestamente como alas atrofiadas, que se diluyen con el borde de la concavidad inferior de la parte posterior. Este detalle fue observado y resaltado con anterioridad (SIERRA Y SIERRA, 1932:96). Después de lo expuesto nos inclinamos a considerar al Antropolito de Mercedes como un ejemplar único y excepcional, dentro de los elementos estatuarios de forma antropomorfa, de procedencia indígena, proveniente de

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la vertiente atlántica de Sudamérica. Es forzoso admitir, en concordancia con la casi totalidad de los autores mencionados que su función específica estaría muy probablemente ligada a practicas rituales y de culto.7 ______________________ Poco después de su descubrimiento, como refieren las fuentes citadas, este emblemático artefacto fue donado por el Presidente de la República, de aquella época, Dr. JULIO HERRERA Y OBES, al Museo Nacional en 1892. Como consecuencia de la reestructura administrativa de 1911, en que las Secciones de Historia y de Bellas Artes se separan como entidades independientes (Museo de Bellas Artes y Museo Histórico Nacional), el antropolito queda integrando las colecciones del Museo Nacional de Historia Natural de Montevideo, institución en la cual permaneció hasta el mes de marzo de 2000. A raíz de una nueva reestructura administrativa, por la cual se fusionan el mencionado Museo con el Museo Nacional de Antropología, bajo el nombre de Museo Nacional de Historia Natural y Antropología, el antropolito tiene su actual repositorio en la División Antropología del mismo, constituida por las colecciones del Departamento de Antropología del ex-Museo Nacional de Historia Natural, más el ex-Museo Nacional de Antropología (MONES, com. pers., 3.2.2006). Recientemente, Diciembre de 2005, mediante una autorización especial del Lic. ARTURO TOSCANO, encargado de la Dirección del mencionado Museo, tuvimos la oportunidad de realizar un estudio macroscópico del artefacto, en donde pudimos constatar el estado del ejemplar y las condiciones de seguridad en que es preservado. No presenta alteraciones de ninguna especie con relación a la anterior oportunidad en que pudimos observarlo, en Julio de 1974. Asimismo realizamos una serie de tomas de imágenes digitales tanto del ejemplar en su conjunto como de detalles específicos. 7

Ya en las fases finales de la redacción de este trabajo, consideramos que era pertinenete efectuar el estudio de varias piezas arqueológicas claves conservadas en varios museos de la capital. Cursadas las solicitudes pertinentes, obtuvimos la más amplia colaboración por parte de las autoridades y personal de los Museos Histórico Nacional y Nacional de Historia Natural y Antropología. A idénticos fines, solicitamos autorización por escrito (28.11.2005) al Museo de Arte Precolombino e Indígena (MAPI), dependencia de la Intendencia Municipal de Montevideo, la que nos fue negada por nota del 30.1.2006. Al no tener acceso al material de esta institución, nos vimos impedidos de poder efectuar un juicio valorativo de varias piezas arqueológicas de reciente aparición, y que se encuentran allí expuestas. En consecuencia, no nos podemos expedir sobre su autenticidad, que recientemente ha sido cuestionada (“No siempre todo lo que reluce es oro”, diario La República del 27.7.2005, Segunda Sección, pág. 40; CASTRO, M. 2006. El Antropolito de Mercedes. Suplemento “100 Objetos 100 Historias”, diario El Pais, 21.3.2006, fascículo 2:12-15, figs.).

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Interesados en brindar información complementaria sobre el lugar del hallazgo, nos trasladamos en dos oportunidades a la ciudad de Mercedes. Allí, mediante la colaboración del Prof. MANUEL SANTOS PÍREZ y del Lic. JOSÉ OLAZARRI, llegamos hasta las inmediaciones del punto señalado en la carta del Dr. CAMP, (Lám. I, fig 2).8 En la actualidad ese camino se denomina Ruta 14, la que comunica la ciudad de Mercedes con el Departamento de Flores. Según planos de la época (1886) del Agrimensor ANTONIO R. BENVENUTO (Lám. 1, fig. 1), la actual ruta 14 se denominaba Camino al paso de los Difuntos. La distancia de 5 km que menciona CAMP para la ubicación de la chacra de LOZADA (apellido hoy inexistente en la zona) se ubicaría en las proximidades del puente sobre la Cañada del Boticario. En ese tramo del camino habría estado enterrado el antropolito. Si bien el lugar esta muy próximo a la ciudad de Mercedes, aún presenta un aspecto de minifundio rural, con áreas de cultivo y pastoreo. Es una ruta característica de nuestra campaña, bordeada de sendos zanjones laterales, deduciéndose que la única diferencia notable con relación al camino, es que en la actualidad está asfaltado, a diferencia de aquél en el cual los hijos de LOZADA realizaron el hallazgo, “un día de lluvia” de finales del siglo XIX (Lám. 1, fig. 2).

AGRADECIMIENTOS: Un particular reconocimiento al Lic. ALVARO MONES por la lectura crítica del manuscrito y el apoyo editorial y documental. Agradecemos la colaboración prestada por las antropólogas VIRGINIA MATA y SARA CAMPOS, así como a SILVINA ZABALA, ALBERTO MENEGHIN, MAXIMILIANO MENEGHIN MAURO y al Prof. JORGE DA SILVA. El Prof. MANUEL SANTOS PIREZ y el Lic. JOSÉ OLAZARRI nos proporcionaron invalorable apoyo en la zona de Mercedes. La Agrim. VERÓNICA FAGALDE VIGORITO (MTOP) nos facilitó la copia del plano que se reproduce en la Lám. 1(fig. 1) y el Agrim. JORGE BAEZA nos proporcionó las coordenadas que se citan en la nota 8.

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8

33°14’24”S, 57°58’36”W, según carta 1:50.000 del Servicio Geográfico Militar, Hoja P20 Fray Bentos-Mercedes.

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ORIGENES

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ORIGENES

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INDICE DE LAMINAS

LÁMINA I Figura 1. Plano parcelario del egido de Mercedes, Segunda Seccion. Levantado en 1886 por el Agrimensor de número ANTONIO R. BENVENUTO (Serie CPV Nº 69 del archivo grafico de la Direccion Nacional de Topografia del Ministerio de Transportes y Obras Publicas). La flecha indica el lugar aproximado del hallazgo. Figura 2. Vista del posible lugar del hallazgo (Foto de JOSÉ OLAZARRI, 24.3.2006). LÁMINA II Antropolito de Mercedes. Vista anterior. LÁMINA III Antropolito de Mercedes. Vista posterior. LÁMINA IV Figura 1. Antropolito de Mercedes. Detalle del perfil y la región auditiva. Figura 2. Antropolito de Mercedes. Detalle del rostro. LÁMINA V El antropolito tal cual estaba expuesto en las vitrinas del Museo Nacional de Historia Natural en la década de 1920 (reproducida de DEVINCENZI,

1927, lám. 12).

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19 LAMINA I

20 LAMINA II

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21 LAMINA III

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23 LAMINA V

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