Origenes 12 - Informe preliminar de la segunda campaña de excavaciones en Urupez II (Depto. de Maldonado, Uruguay).

July 21, 2017 | Autor: Ugo Meneghin | Categoría: Archaeology, Uruguay, Pleistocene, Paleoindians, Late Pleistocene to Early Holocene, Holocene
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Descripción

ISSN 1510-7981

ORIGENES No. 12

2014

INFORME PRELIMINAR DE LA SEGUNDA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES EN URUPEZ II (Depto. de MALDONADO, URUGUAY).

UGO MENEGHIN

Fundación Arqueología Uruguaya Montevideo – Uruguay

ORIGENES Publicación periódica de la Fundación Arqueología Uruguaya

Editor: UGO MENEGHIN MARCHIORI

Sede: Fundación ARQUEOLOGIA URUGUAYA Andrés Cheveste 1485 11700 Montevideo - Uruguay

Dirección postal: Fundación Arqueología Uruguaya Casilla de Correo 241 11.000 Montevideo, Uruguay E-mail: [email protected]

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Orígenes 1 2004

Artefactos líticos exepcionales del Uruguay

Ugo Meneghin

Orígenes 2 2004

URUPEZ: primer registro radiocarbónico (C14) para un yacimiento con puntas liticas pisciformes del Uruguay.

Ugo Meneghin

Orígenes 3 2005

Yacimientos arqueológicos tempranos del Uruguay.

Ugo Meneghin

Orígenes 4 2006

El antropolito de Mercedes: Historia y leyenda.

Ugo Meneghin

Orígenes 5 2006

Un nuevo registro radiocarbonico (C-14) en el yacimiento Urupez II, Maldonado, Uruguay.

Ugo Meneghin

Orígenes 6 2007

Itaizás del Uruguay.

Ugo Meneghin

Orígenes 7 2008

Falsificaciones arqueologicas en el Uruguay.

Ugo Meneghin

Orígenes 8 2009

Hallazgos de artefactos líticos y megafauna en el cauce de los arroyos Vejigas y Pilatos (Canelones, Uruguay).

Ugo Meneghin & Andrés Sánchez

Orígenes 9 2010

Tecnología paleoindia de Sudamérica: Nuevos experimentos y observaciones para investigar la secuencia de reducción Fell.

Hugo Nami.

Orígenes 10 2011

Observaciones sobre algunos artefactos líticos discoidales registrados en el Uruguay

Ugo Meneghin

Orígenes 11 2012

El yacimiento “Los Ciervos”: hallazgos paleontológicos y arqueológicos en sedimentos de la transición PleistocenoHoloceno (Depto. De Lavalleja, Uruguay)

Federico López Romanelli

Orígenes 12 2014

Informe preliminar de la segunda campaña de excavaciones en URUPEZ II (Depto. De Maldonado, Uruguay).

Ugo Meneghin

ORÍGENES No. 12

2014

INFORME PRELIMINAR DE LA SEGUNDA CAMPAÑA DE EXCAVACIONES EN URUPEZ II (Depto. de MALDONADO, URUGUAY). UGO MENEGHIN1 ABSTRACT: This paper is a preliminary report based on the lithic context obtained during new excavations at the Urupez II archeological site. These new excavations confirm the results of previous fieldwork, especially referring to the Paleoindian occupation at the end of the Pleistocene. In addition there also was a not previously discovered archaeological component corresponding to a late Holocene occupation, for which two radiocarbon analyses show an age between 2.800-2.900 years before present. Keywords: Archeology - Uruguay - Pleistocene – Holocene - Paleoindian Palabras clave: Arqueología – Uruguay – Pleistoceno – Holoceno - Paleoindio

ANTECEDENTES Las investigaciones que se llevan a cabo en la localidad arqueológica Cerro de los Burros y zonas periféricas, se remontan en el tiempo a más de cuatro décadas, la mayoría de las cuales fueron efectuadas por el autor del presente trabajo (MENEGHIN, 1970, 1977, 1994, 2000a, 2000b, 2004, 2005, 2006, 2011 y NAMI 2001). En las publicaciones arriba citadas, se detallan desde las recolecciones iniciales de material lítico de superficie en la ladera Este del Cerro, al inicio de la década de 1970, las excavaciones sistemáticas efectuadas en los fértiles depósitos de material lítico localizados en el taller-cantera en la cumbre del 1

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Cerro, entre los años 1974 y 1978 y, ya en el presente siglo XXI, en zonas periféricas del Cerro, concretamente en los yacimientos Urupez I, II y III ubicados dentro del área de la localidad “Cerro de los Burros”.2 Es precisamente en el yacimiento Urupez II3, donde, también mediante excavaciones sistemáticas, se pudo obtener evidencias de actividad humana que se concreta mediante el hallazgo de abundantes restos líticos mayormente calificados como desechos de talla. El hallazgo de dos puntas de proyectil, una claramente identificada como Fell (Lám. I, fig. 3), conjuntamente con análisis de C 14 (AMS), sitúan temporalmente a estas manifestaciones culturales en el Pleistoceno final y su transición al Holoceno (MENEGHIN, 2004, 2005, 2006). Debido a los promisorios resultados obtenidos en aquella oportunidad es que se resolvió realizar una nueva campaña de excavaciones (2010-2012) prácticamente anexa a la anterior, a los efectos de poder profundizar sobre ciertos aspectos relacionados al uso del espacio intrasitio. Pero también procurando generar más conocimientos y contrastar los resultados a nivel contextual entre el yacimiento Urupez II y los restantes yacimientos de la localidad, dejando establecido un antecedente cronológico y cultural con referencia a aquellos yacimientos con materiales culturales asimilables a nivel regional. Como hecho novedoso y altamente positivo en esta segunda campaña de excavaciones, cabe mencionar que se logró individualizar y aislar un contexto lítico totalmente distinto al habitualmente hallado en el yacimiento. Este contexto lítico se encuentra perfectamente definido estratigráficamente entre los 20 y 30 cm del Horizonte A, sin contacto de clase alguna con el nivel inferior, claramente ubicado en los 40 cm de profundidad, limite de contacto del Horizonte A con el Horizonte B (Lám. II). 2 Las evidencias recogidas a través de los años mediante prospecciones de superficie y sondeos en las zonas periferias del Cerro han demostrado la gran dispersión de material de origen antrópico tanto en superficie como en capa lo cual nos indujo a determinar la real dimensión territorial de la localidad la que no solamente se limita al Cerro propiamente dicho, sino en una superficie aproximada a los cuatro km2 dentro de cuyos limites se encuentra el yacimiento Urupez. 3 En repetidas ocasiones hemos detallado las circunstancias que precedieron al inicio del las excavaciones en este yacimiento, las dificultades y los inconvenientes derivados de la construcción, en el predio, de una fábrica de productos marinos. Según todas las evidencias esta construcción habría destruido el sector principal del yacimiento. Afortunadamente algunos sectores, presumiblemente marginales del asentamiento, no fueron perturbados por los efectos de la nivelación del terreno, hecho que preservó su integridad estratigráfica. En uno de estos sectores se practico la excavación de 2002-2004 (MENEGHIN, 2004).

MENEGHIN: Excavaciones Urupez II, 2010-2012

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Esta circunstancia, y para una mejor y más clara exposición, nos obliga a una rigurosa delimitación y descripción de los dos niveles culturales por lo que el nivel inferior será denominado “componente inferior pleistocénico”, mientras que el nivel cultural recientemente detectado será individualizado como “componente superior holocénico tardío”, basados en las fechas radiométricas obtenidas (MENEGHIN, 2004, 2006). No obstante lo expresado precedentemente, el presente trabajo se atendrá principalmente al análisis del material lítico del componente inferior, dedicando al componente superior, por el momento, solamente una breve reseña. Estudios interdisciplinarios tendientes al esclarecimiento de los eventos paleoambientales que signaron al yacimiento Urupez II están actualmente en curso y serán divulgados oportunamente. RELIEVE Y ESTRATIGRAFIA La denominación del nuevo sector excavado en Urupez II, tal como se define líneas arriba, es de “Extensión Este”, por encontrarse precisamente al Este de la anterior excavación de 2002-2004, (MENEGHIN, 2004). La superficie excavada es de 120 m2 y se ubica entre los edificios de la fábrica, hoy inactiva, y el camino vecinal (Lám. I, fig. 1). Tal cual era de esperar, y desde la perspectiva topográfica, el relieve del área excavada registra una mayor altitud relativa de aproximadamente +50 cm con relación a la anterior excavación. En cuanto a la metodología empleada en la recuperación del material cultural, es la misma que la practicada en 2002-2004, consistente en delimitar la superficie en cuadriculas de 1 x 1 metros e instrumentar la remoción de los sedimentos por medio de niveles artificiales de 5 cm de espesor, con riguroso tamizado del material extraído. En cuanto a la estratigrafía, se verificó un comportamiento similar al de la excavación anterior, que consta de un: Horizonte A: compuesto de limo arenoso de unos 40 cm de espesor promedio, en donde la fracción arena disminuye a medida que se profundiza la excavación, y un Horizonte B: compuesto de un limo arcilloso de color pardo anaranjado de potencia desconocida (Lam. II).

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A la profundidad 40 cm se detuvo la excavación, al observarse que la presencia del material lítico del componente inferior se limita a la zona de contacto con el Horizonte B. En algunas cuadrículas, a modo de control, se profundizó la excavación varios centímetros en la capa superior del Horizonte B para verificar la eventual presencia de restos culturales, siempre con resultado negativo. Un hecho a destacar es que en las dos áreas excavadas, que superan los 200 m2, no se recuperaron restos orgánicos, excepto las muestras de carbón que fueron datadas. Este resultado era esperable en un yacimiento al aire libre, de gran antigüedad, en donde restos de tales características solo se conservarían en circunstancias excepcionales. LOS MATERIALES LÍTICOS DEL COMPONENTE INFERIOR PLEISTOCÉNICO A pesar de ser escasa la presencia de artefactos fácilmente identificables, -tal cual era de esperar de acuerdo a los resultados de la primera excavación de 2002-2004-, es indudable que el contexto lítico recuperado en “Extensión Este” (941 unidades4), es de suma importancia. Éste nos permite profundizar en el conocimiento de ciertas actividades, especialmente aquellas vinculadas a la elaboración de artefactos líticos, en un sector de un campamento de cazadores recolectores, al aire libre, de finales del Pleistoceno. Las 941unidades referidas, se hallaron dispersas en el nivel 35-40 cm (limite del Horizonte A con el Horizonte B) (Lam. II) Las distintas cuadrículas excavadas brindaron entre 0 y 30 unidades (caso de la cuadricula C10). Por consiguiente, la dispersión de los restos registrada en cada cuadricula, en este nivel, es discontinua e irregular y el contenido disímil. El análisis será, entonces, meramente cuantitativo, ya que no se presta a especulaciones al no surgir elementos de juicio que pueda explicarlo. La materia prima empleada en la elaboración del contexto muestra una marcada preferencia por la riolita de color marrón violáceo, proveniente del cercano yacimiento taller-cantera del Cerro de los Burros. En general se presenta en forma de nódulos angulosos o clastos de medianas proporciones. Un 6,5 % del total del contexto lo integran diversas variedades de roca de procedencia alóctona, predominando una silcreta de color rosado (“Caliza del Queguay”) y alguna variedad de cuarzo.

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Denominamos unidad, en este caso, todo objeto lítico derivado de acción antrópica, cualquiera sea su estado.

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Previo a la enunciación de algunos datos estadísticos que emanan de un análisis primario del contexto, cabe destacar que la enorme mayoría de las unidades líticas recuperadas (926 unidades), está conformada por desechos de talla, equivalente a un 98,4 %. El restante 1,6 % (15 unidades) lo constituyen artefactos o fragmentos de artefactos de distinta naturaleza. A los efectos de facilitar el análisis, y ateniéndonos a las características del contexto, hemos dividido los restos considerados como desechos de talla fijando un límite arbitrario en cuanto a las dimensiones.5 En ese sentido vemos que el 31 % lo conforma microlascas, diminutas láminas y esquirlas, enteras o fragmentadas, cuyas medidas son inferiores a los 10 mm de eje longitudinal y con espesores frecuentemente inferiores al milímetro. Se trataría, cuando conservan el a veces casi imperceptible bulbo de percusión, de restos derivados posiblemente del retoque o regularización final del filo de los artefactos. Cuando el bulbo esta ausente, sería el resultado casual de la fragmentación que ocurre en todo proceso de talla y que se observa particularmente en este tipo de riolita. El 51% lo conforman restos similares a los precedentemente citados pero de mayor tamaño, con medidas que se ubican entre los 10 mm y los 30 mm de eje longitudinal. En este caso también es determinante la presencia o ausencia del bulbo de percusión. Cabría suponer que estos restos provengan, desde el punto de vista tecnológico, de una etapa previa a la regularización final de los artefactos. Las unidades cuyas dimensiones superan los 30 mm de eje longitudinal, suman 164 unidades y representan el 17% del total de litos catalogados como desechos de talla. Lo conforman, lascas enteras o fracturadas, sin retoques, tanto primarias como secundarias, numerosos fragmentos de riolita de formas muy heterogéneas. Esto es debido, a veces, a la ya mencionada frecuente y defectuosa fragmentación de esta roca. Existe una cantidad considerable de restos líticos de muy problemática clasificación, todos posiblemente derivados del descarte y selección de la materia prima durante el proceso de elaboración de artefactos. Solamente se registraron cuatro casos de restos líticos que ensamblan. No obstante lo dicho precedentemente en cuanto a limites de medidas adoptadas, se 5

La adopción de un solo parámetro, relativamente simple, como es el eje longitudinal, se adoptó por lo heterogéneo y atípico del contexto. Conviene aclarar que cuando el resto lo constituye una lasca, lámina o esquirla fácilmente discernible, con todos los atributos necesario para su calificación, la tarea se simplifica. Al faltar, como es frecuente en el caso de la riolita, uno o varios atributos, dicha tarea, indudablemente se complica, particularmente en el caso de restos indefinidos en donde se adoptó un criterio particular en cada pieza, posición tal vez no necesariamente compartida.

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menciona la presencia de seis lascas que superan el limite de 60 mm de eje longitudinal, siendo ejemplares relativamente espesos, no observándose rastro de manufactura alguna en sus filos o bordes. Asimismo incluidos dentro del total de desechos de talla se identificaron 172 unidades que corresponden a ejemplares con claras señales de haber sido originados durante el proceso de elaboración de artefactos bifaciales. Una unidad en particular, ilustrada en la Lám. VI, fig. 1, nos induce a pensar que sería un fragmento del borde de una bifaz, con dimensiones probablemente aproximadas a los 100 mm de eje longitudinal y con un espesor cercano a los 30 mm. Su rotura se habría producido probablemente en forma accidental durante el proceso de talla, coincidente con las etapas iniciales del proceso de reducción bifacial (Nami, 2001: Lám. 2, fig. a y Lám. 3, figs. a-b.). Igualmente y como resultado del proceso de adelgazamiento, también de una bifaz, sería la lasca ilustrada en la lámina VI fig. 2 cuyo talón, fuertemente abradido, conserva una porción del borde, lo que produjo un talón facetado. Como evidencia de la variedad en cuanto a las dimensiones de los artefactos bifaciales, hemos observado la presencia de restos de estas características pero de muy reducidas dimensiones, lo que nos indicarían que provienen de procesos de adelgazamiento o rotura de ejemplares bifaciales de menor tamaño y sumamente delgados (Lam. VII, fig. 2). No se ha registrado la presencia de grandes núcleos de extracción. Solamente se recuperaron dos guijarros, uno de ellos con señales de acción antrópica no vinculada a la función de percutir (Lám. VI, fig. 4). Se trata del descortezamiento intencional localizado en algunos sectores de la superficie de la pieza por motivos funcionalmente desconocidos. Este guijarro fue ubicado en la cuadricula H9 a escasos 30 cm de distancia del hallazgo del fragmento basal del pedúnculo de una punta Cola de Pescado (Lám. VII, fig. 1) con el que aparentemente no tendría ninguna vinculación.6 Los escasos artefactos enteros o fracturados identificables, se reducen a la presencia, casi exclusivamente, de ejemplares de características bifaciales, 6 Es sorprendente la similitud, de este fragmento de base de pedúnculo de punta Cola de Pescado con aquellos ejemplares, también fracturados, procedentes del yacimiento ecuatoriano de El Inga. (MAYER-OAKES, 1986:57-58) y Cerro el Sombrero en las sierras de Tandil, Provincia de Buenos Aires, Argentina, (FLEGENHEIMER et al., 2007:136). Salvando las distancias, se puede inferir como hipótesis de trabajo, que tanto en el ejemplar de Urupez II como en los ejemplares ecuatorianos y argentinos, la fractura producida en ese lugar del pedúnculo, haya sido una hecho recurrente, motivado tal vez como consecuencia del impacto del proyectil, en donde la parte más débil se situaría en el sector de la conjunción del enmangado del astil con el pedúnculo. También se puede especular que este fragmento haya permanecido ligado al astil y descartado en el lugar del hallazgo para el recambio, con lo cual es altamente improbable el hallazgo en Urupez II “Extensión Este” de algún resto de la misma pieza.

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de los cuales solamente se recupero un ejemplar entero (Láms. III y IV, fig. 3), posiblemente una preforma en estado avanzado de elaboración. Los restantes ejemplares consisten en artefactos bifaciales fracturados (Láms. III y IV, figs. 1-2) o fragmentos de artefactos bifaciales (Lám. V, figs. 1-4)7. En el estado en que estos restos fueron recuperados se observa que el proceso de elaboración se detuvo tanto en etapas iniciales como en etapas finales.

Un artefacto, en el cual se observan señales de uso en los filos (Láms. III, fig.1, y IV, fig. 1), posiblemente sea la porción remanente de un útil totalmente formatizado, quizás un cuchillo bifacial. Dentro de lo que calificamos como “fragmentos de artefactos bifaciales”, está incluida la porción basal del pedúnculo de la punta tipo Fell o Cola de Pescado, lo que concuerda plenamente con las dataciones obtenidas para el yacimiento (MENEGHIN, 2004, 2006)8. A pesar de sus reducidas dimensiones, este fragmento basal de pedúnculo revela una esmerada elaboración puesta de manifiesto en el minucioso retoque por presión en todo el contorno de la unidad mediante milimétricos retoques de regularización, tanto en la base cóncava como en los bordes que insinúan igualmente una forma cóncava. Se descarta la posible existencia de acanaladura. Se ha observado también un delicado proceso de abrasión en todo el perímetro del ejemplar. Se estima, en base a otros ejemplares de las mismas características, que el largo total de la pieza entera, se situaría en los 60-80 mm de largo. Un caso de artefacto inusual, por sus características intrínsecas, lo constituye un pequeño fragmento tabular de arenisca, de color marrón claro, de forma subcircular procedente de la cuadricula (G 17), cuyas dimensiones son: 26,5 mm de eje longitudinal máximo, 19,5 mm de eje transversal y 7,5 mm de espesor. En la cara A se observa una marcada depresión o ahuecamiento que daría la impresión de haber sido practicada intencionalmente, mientras que la superficie de la cara B que presenta un 7 Consideramos como artefacto fragmentado aquél que conserva una porción tal de su volumen que permite definirlo dimensionalmente y, a veces también, desde el punto de vista funcional, mientras que el simple fragmento de artefacto es aquella porción que ofrece más dudas que certezas en cuanto a su clasificación. 8 Las dataciones obtenidas fueron publicadas inicialmente por MENEGHIN (2004, 2006): Beta 165076 10.690 +- 60 A.P. (AMS) Corrección 2ª Sigma (12.620 a 12.960 A. P.)

Beta 211938 Corrección 2ª Sigma

11.690+-80 A.P. (AMS) (13.430 a 14.020 A.P.).

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aspecto perfectamente alisado (Lám. VII, fig. 4). No obstante este detalle, en uno de los bordes se observa un retoque menudo y uniforme de 13 mm de ancho (como se muestra en el detalle de la citada lámina) con evidentes señales de desgaste. Igualmente, y esto sería fundamental en cuanto a inferir una posible función especifica del artefacto, es la presencia bien visible, en las minúsculas aristas del retoque, de una patina lustrosa brillante de color negro. El hecho de ser arenisca la materia prima del artefacto, probablemente habría favorecido la ejecución de determinadas funciones, posiblemente abrasivas, funciones no factibles de realizarse con otro tipo de roca.9 Un artefacto, que podríamos definir como de “pequeño núcleo de extracción agotado”, está elaborado en una silcreta multicolor. La cara A conserva la corteza original del núcleo de materia prima del cual fue extraída la pieza, mientras que la cara B esta totalmente tallada, al igual que los bordes. La prueba de que el proceso de reducción se efectuó en el sitio lo brindan varias lascas del mismo material esparcidas en las cuadrículas próximas, en especial dos lascas que ensamblan perfectamente en el borde y el centro de la unidad. No obstante esta observación existen señales de desgaste o frotamiento en algunos sectores que podrían indicar algún tipo de funcionalidad por lo que no se descarta que sea potencialmente un instrumento (Lám. VII, fig. 5). Dentro del bajo porcentaje de litos recuperados que no son de procedencia local (6,5 %), se menciona el hallazgo de una lasca de calcedonia rosada de excelente calidad desprendida de un rodado sumamente pulido como lo demuestra la cara dorsal, donde aún persiste una porción de la corteza del citado rodado. En los filos no se observa trabajo de retoque intencional alguno con lo que se podría inferir el uso directo del filo natural (Lám. VII, fig. 3). También elaborado en materia prima alóctona mencionamos un pequeño fragmento de silcreta (“Caliza del Queguay”) de color rosado que correspondería al borde de un instrumento bifacial (Lam. VII, fig. 2). Igualmente se menciona un fragmento de caliza amarillenta que se puede adscribir tentativamente, al ápice de otro instrumento bifacial (Lám. VI, fig. 3) exhumado de la cuadrícula A 14 (ver lámina X).

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Artefactos diminutos como el que se describe fueron hallados en el yacimiento de Monteverde, Sur de Chile (DILLEHAY et al., 2008). De acuerdo a las imágenes de los tres ejemplares de Monteverde, y el hallado en Urupez, tendrían marcadas similitudes en cuanto a dimensiones microretoque y desgaste observado en los bordes.

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LOS MATERIALES LÍTICOS DEL COMPONENTE SUPERIOR HOLOCÉNICO TARDÍO En el transcurso de las excavaciones del sector “Extensión Este” se pudo constatar, a diferencia del sector excavado en 2002-2004, la existencia de otra ocupación del sector en época posterior a la primera ocupación de finales del Pleistoceno. Según puede observarse en la secuencia estratigráfica correspondiente (Lám. II) esta ocupación se localiza dentro del Horizonte A perfectamente uniforme y limitada horizontalmente entre los 20 y 30 cm del perfil, por lo que será identificada, como ya expresáramos como “componente superior Holoceno tardío”. El material recuperado no ocupa con la misma intensidad toda la superficie excavada del área, como es el caso del nivel inferior, sino que se manifiesta en sectores acotados, bien definidos. Los restos líticos recuperados están elaborados en distintas variedades de materia prima, algunas de origen local, proveniente probablemente del cauce del arroyo Tarariras. Predomina una roca volcánica ácida de color verde obscuro que, de acuerdo a una visión primaria, se trataría de una traquita cuyo origen es por el momento desconocido, la cual se manifiesta por medio de grandes clastos o nódulos, frecuentemente primarios. Es pertinente remarcar que no se registró un solo caso, en este nivel, de restos elaborados en riolita, del cercano Cerro de los Burros, materia prima empleada casi con exclusividad por los ocupantes Paleoindios de la base del Horizonte A. Tipológicamente se puede definir como de un contexto caracterizado por grandes núcleos y lascas en forma de raspadores y raederas toscamente tallados por percusión directa. Se observan núcleos de extracción de relativamente gran tamaño, escasamente reducidos, gran cantidad de lascas con escaso o nulo retoque en los filos y numerosos restos líticos interpretados como desechos de talla, de menores dimensiones. Se constata la presencia de varios percutores de regular tamaño y de algún artefacto con señales de acción abrasiva. Sobresale en el contexto un gran percutor (?) tallado, de forma globular, y una hemi boleadora con surco elaborada probablemente en una variedad de microgranito de color marrón no alisada. No se ha registrado presencia de artefactos bifaciales (Lám. IX). La impresión que deja al observador este contexto es que, salvo excepciones, tecnológicamente se operó en forma expeditiva, motivada esta actitud tal vez por una permanencia efímera en el lugar. Dado el carácter preliminar de este trabajo no cabe tratar in extenso sobre el material recuperado el cual será motivo de un estudio más detenido

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y minucioso en otra oportunidad. Se han obtenido dos fechas radiocarbónicas. Una datación fue hecha sobre restos de carbón, que es el caso de la primera fecha que se describe, y la otra sobre una concreción carbonizada. Estas fechas, por su exigua diferencia, permiten ubicar temporalmente, con confiado margen de seguridad al contexto recuperado, en el Holoceno tardío: Beta 286135 2900 +/- 40. A.P. Calibración 2ª sigma 3170-2930. Beta 350020 2800 +/- 30 A.P. Calibración 2ª sigma 2960-2850. Conviene remarcar que a pesar de ser “Extensión Este” un yacimiento de poca acumulación de sedimentos, definido como “somero” según ZÁRATE (citado por CASTIÑEIRA, 2011:338), en ningún momento se verificó en el componente inferior Paleoindio de 35-40 cm la presencia de algún vestigio perteneciente al nivel superior 20-30 cm. A pesar de lo comprimido de los niveles no se registró caso alguno de migración de artefactos como para sospechar mezcla de contextos por lo cual hay que descartar, por lo menos en este sitio, casos de “heterocronías”. CONCLUSIONES En cuanto a lo relevante de lo recuperado en “Extensión Este”, en el nivel inferior 35-40, se resume a través de la presencia de artefactos o restos de artefactos bifaciales, donde sobresale la base de un pedúnculo de un ejemplar de punta Cola de Pescado o Fell elaborado en riolita. Se consigna igualmente la presencia de algunos artefactos elaborados en materia prima alóctona, conjuntamente con desechos de talla. El contexto se encuentra disperso en forma un tanto irregular en una superficie plana de 120 m2 revelando, de acuerdo a la fragmentación de los restos observada, discreta actividad de manufactura lítica. Dos registros quedan pendientes de dilucidación: a) dos pozos existentes en el piso de ocupación, de idénticas dimensiones (15 cm de diámetro por 20 cm de profundidad) y de finalidad desconocida (Lám. VIII, fig. 1), y b) la presencia en la cuadricula B4 de un rodado relativamente voluminoso con un peso aproximado de 7 kg y con rastros de picado en gran parte de su superficie. No se descarta la posibilidad de que el rodado citado cumpliera funciones asimilables a un yunque. Cabe señalar que en los limites de la superficie excavada, en las cuadriculas F 15, G 15 y H 15, fueron halladas varias acumulaciones de cantos, sin una finalidad aparente, que denotan señales de haber soportado elevadas temperaturas por el tipo de fracturas y fisuras que presentan en su estructura. Esto nos obligó, con fines exploratorios, a expandir la excavación hacia las cuadriculas siguientes en busca de un posible fogón (Lám X ver

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recuadro en rojo). Solo se constató la estricta asociación de microlascas de riolita en las proximidades de los cantos citados y la ubicación de un percutor de cuarzo con claras señales de haber sido preformado y utilizado. Un cotejo del contenido de las dos áreas excavadas hasta la fecha en Urupez II, en el nivel inferior, será de utilidad para profundizar en el conocimiento de la posible función de cada sector. En ese sentido el área excavada en 2002-2004 (Meneghin, 2004) es de una superficie más reducida (95 m2) la cual se creyó conveniente subdividir, de acuerdo a su contenido, en un sector definido posiblemente como “área de taller lítico” y al otro como “área de estructuras”. Esta última contiene a) menor cantidad de restos líticos, y b) elementos más complejos como las concentraciones de cantos rodados y piedras angulosas (MENEGHIN, 2004:911). En el sector de taller lítico se registró la presencia de dos puntas de proyectil. Una elaborada en cuarzo blanco (¿sacaroide?), claramente definida como pisciforme (Lám. I, fig. 3), en un área donde los sedimentos portadores del ejemplar habían sufrido cierto grado de perturbación (Meneghin, 2004:5). La otra es un limbo de punta de proyectil, en capa, elaborada en jaspe amarillo u ópalo, carente de base, lo que dificulta su clasificación (Lam. I, fig. 2). El material lítico restante revela la presencia de restos líticos de desechos de talla y de algún artefacto de un volumen ligeramente mayor que aquellos recuperados en “Extensión Este”. Se menciona una plaqueta con restos de pigmento de color rojo (MENEGHIN, 2005: Lám. IV, fig. 2). Con diferencias, pero no excluyentes, se puede afirmar que el contenido de las dos zonas excavadas en Urupez II, se asemejan entre sí, hecho esperable por la cercanía entre ambas áreas ya que seguramente forman parte de un mismo hábitat. Tienen en común la realización de actividades claramente vinculadas a la talla y reactivación de artefactos líticos, especialmente bifaciales, el recambio de cabezales líticos10 y posiblemente otras, propias de un campamento de actividades múltiples al aire libre (MENEGHIN, 2004:17). Dichas superficies excavadas, no obstante su modesto contenido, consignan fuertes indicadores culturales como es el caso de puntas de proyectil Fell. Teniendo en cuenta que hasta el presente la presencia de cazadores Fell en Uruguay, se deducía por medio de ejemplares de puntas Cola de Pescado 10

Con buenas razones se estima que el mencionado recambio de cabezales realmente se efectuó en el sitio, ya que las tres puntas de proyectil recuperadas en el yacimiento ya no eran de utilidad práctica. Uno, por ser el fragmento de un pedúnculo, el ejemplar de riolita aquí referido. Otro por carecer de base, el elaborado en jaspe u ópalo amarillo, y el restante elaborado en cuarzo sacaroide, por haber concluido la etapa de su vida útil por sucesivas reactivaciones.

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hallados en superficie y fuera de contextos confiables, lo actuado en Urupez es de una importancia significativa, por el hecho de que los materiales provienen del destape de una parte considerable de un sitio Paleoindio, donde la estricta asociación y la contemporaneidad de los hallazgos son innegables. Referente a la vasta superficie que abarca el yacimiento y la proliferación de restos culturales en él contenidos, se puede inferir que sea la consecuencia de sucesivas ocupaciones periódicas del sitio, tal vez en forma estacional, atraídos por la abundancia de materia prima y seguramente también por otros incentivos para la supervivencia, como la proximidad de cursos de agua, caza y pesca. Los objetivos planteados previo a la iniciación de la excavación en “Extensión Este”, que eran la de confirmar las evidencias constatadas en la campaña de 2002-2004, se han cumplido, si no en su totalidad, al menos en gran parte. Lo primordial, no obstante, ha sido la obtención de un fragmento pequeño, pero altamente diagnostico, de un ejemplar de punta tipo Fell , en capa, con todos los recaudos exigibles en cuanto a garantizar una exacta ubicación estratigráfica y en estricta asociación con las dataciones obtenidas. Esta circunstancia aventa toda duda que pueda haber existido, en su momento, en cuanto a las condiciones de recuperación del anterior ejemplar de punta Fell (MENEGHIN, 2004). Lo precedentemente expresado, conjuntamente con otros hallazgos, indican que el nivel inferior de Urupez II, es un sitio cronológica y culturalmente asignable a cazadores Paleoindios de finales del Pleistoceno y la transición al Holoceno temprano, determinación que seguramente se extienda a gran parte de los restos culturales existentes dentro de la localidad arqueológica Cerro de los Burros. Referente al componente superior del Holoceno Tardío, no obstante la solidez del respaldo cronológico obtenido, consideramos prematuro, por el momento, atribuirle una asignación cultural precisa. Esta reserva en ese aspecto se basa en la posibilidad de que el sitio haya sido de ocupación efímera por lo cual los restos recuperados solo representarían una visión parcial del contexto global.

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AGRADECIMIENTOS. Deseamos agradecer la cuidadosa revisión del texto del presente trabajo al Lic. ALVARO MONES. De igual manera agradecemos los valiosos comentarios del Dr. HUGO NAMI. En las sucesivas campañas de excavación contamos con la invalorable colaboración del equipo dirigido por el Sr. MIGUEL TRILLO ORTIZ. La elaboración de las láminas se debe a MAXIMILIANO MENEGHIN MAURO. Los dibujos fueron realizados por el autor.

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ÍNDICE DE LÁMINAS Lámina I Fig. 1. Mapa del yacimiento Urupez II. (Localización de las excavaciones) Fig. 2. Punta de proyectil lanceolada. Fig. 3. Punta de proyectil Cola de Pescado. Lámina II Secuencia estratigráfica de Urupez II. Lámina III Fig. 1. Artefacto bifacial fracturado. Fig. 2. Artefacto bifacial fracturado. Fig. 3. Preforma bifacial. Lámina IV Fig. 1. Artefacto bifacial fracturado. Fig. 2. Artefacto bifacial fracturado. Fig. 3. Preforma bifacial. Lámina V Figs. 1 a 4. Fragmentos de artefactos bifaciales. Lámina VI Fig. 1. Fragmento lateral de bifaz. Fig. 2. Lasca de reducción bifacial. Fig. 3. Fragmento apical de instrumento bifacial (punta ¿) Fig. 4. Guijarro con desgaste de origen antrópico. Lámina VII Fig. 1. Fragmento basal de pedúnculo de punta Cola de Pescado. Fig. 2. Fragmento bifacial en silcreta (limbo?) Fig. 3. Lasca de calcedonia. Fig. 4. Fragmento de arenisca con borde retocado por uso. Fig. 5. Pequeño instrumento circular o núcleo agotado en silcreta multicolor. Lámina VIII Fig. 1. Vista de uno de los pozos registrados en el componente inferior. Fig. 2. Detalle de la excavación Lámina IX Fig. 1. Materiales recuperados en el Componente superior holocénico tardío. Lámina X Fig. 1. Plano de Urupez II “Extensión Este”. Componente inferior pleistocénico (Paleoindio).

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LÁMINA I

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LÁMINA II

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LÁMINA III

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LÁMINA IV

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LÁMINA V

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LÁMINA VI

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LÁMINA VII

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LÁMINA VIII

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LÁMINA IX

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LÁMINA X

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