Organización y diferenciación social a través de tres comunidades de Isla Mocha (1000-1700 d.C.). Aspectos metodológicos y sus proyecciones

October 2, 2017 | Autor: Roberto Campbell | Categoría: Social Differentiation, Early Social Complexity
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Descripción

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Organización y diferenciación social a través de tres comunidades de Isla Mocha (1000-1700 d.C.). Aspectos metodológicos y sus proyecciones. Roberto Campbell1

La diferenciación social, el nucleamiento poblacional y el surgimiento de liderazgos estables son fenómenos que son considerados parte de los procesos de complejización temprana. Sin embargo, su identificación en casos en que estos procesos alcanzaron una baja escala o están en sus etapas más incipientes se dificulta ante la ausencia de un abordaje teórico que apunte a su estudio y de una metodología afín a dicho objetivo. Las llamadas sociedades de rango medio, sedentarias pre-estatales o de nivel intermedio (Feinman y Neitzel 1984), sociedades trans-igualitarias (Hayden 1995), sociedades intermedias (Arnold 1996), sociedades de rango (Ames 2007), cacicazgos, sociedades complejas tempranas o sociedades no-igualitarias tempranas (Drennan et al. 2010) o sociedades tribales (Sahlins 1968)2, representan así un caso de estudio bastante elusivo, puesto que la estructura social parece ser muy fluida y entrega a través de su registro arqueológico señales poco claras, confusas y contradictorias. En este trabajo presentaremos los fundamentos teóricos que posibilitaron el estudio de una zona de 6 km2 en Isla Mocha (sur de Chile o Araucanía), Proyecto Fondecyt 3130515, [email protected] Estas etiquetas son definiciones propuestas por la Arqueología y que buscan superar las limitaciones de las categorías sociales generadas desde el registro etnográfico. La única excepción es Sahlins (1968), que lo incluyo debido a la fuerte influencia que dicho trabajo ha tenido en la conceptualización de las sociedades indígenas de la Araucanía. 1 2

Distribución espacial en sociedades no aldeanas: del registro arqueológico a la interpretación social. 2014, pp. 29-50. F. Falabella, L. Sanhueza, L. Cornejo, I. Correa (editores). Serie Monográfica de la Sociedad Chilena de Arqueología Nº4

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durante los periodos El Vergel e Histórico Temprano (1000-1700 d.C.). La metodología implementada y los resultados obtenidos serán descritos, dando pie a una evaluación de la primera a fin de refinarla y poder abordar más adecuadamente casos de estudio como el planteado.

Complejidad temprana en la Araucanía: diferenciación y variabilidad Para la Araucanía, a partir del 1000 d.C. se ha identificado un complejo arqueológico denominado El Vergel. Este complejo, si bien ha sido caracterizado principalmente por sus evidencias cerámicas y funerarias, presenta también un manejo de cultivos y animales, un trabajo de metales afianzado, arquitectura pública y una mayor densidad poblacional (Aldunate 2006; Bahamondes 2009; Campbell 2004; Dillehay 2007). Estas evidencias apuntan entonces a una sociedad que denota un mayor nivel de complejidad social. A su vez, es esta la que enfrentó el arribo europeo al sur de Chile en 1550 d.C. Sin embargo, el estudio de los procesos y fenómenos que acompañan (y en definitiva caracterizan) a esta sociedad compleja temprana, es decir, la pregunta sobre la organización social indígena, no ha sido aun abordada del todo por los arqueólogos. Por el contrario, estos han tendido a descansar en las reconstrucciones generadas por historiadores, etnohistoriadores y antropólogos culturales (ver citas en Boccara 2007:29-42 y Campbell 2011:4-7). Dichas reconstrucciones, si bien difieren en varios aspectos, han concentrado su interés en la presencia o ausencia de liderazgos, como también en la naturaleza de este. Dado esto, es que decidimos llevar una investigación arqueológica que permitiera dar cuenta de la organización social indígena. Entre los supuestos que articularon esta investigación está el que estrategias políticas articuladas desde el nivel doméstico sirven para afianzar diferencias de status, las que a su vez son importantes para comprender la institucionalización de la desigualdad social, el cómo las comunidades son cohesionadas y también la naturaleza del cambio social a largo plazo. En este contexto es posible reconocer dos tipos principales de estrategias: estrategias basadas en la economía y estrategias basadas en el prestigio. En las estrategias económicas, el poder está conectado al dominio sobre la producción y/o circulación de ciertos recursos, tales como productos agrícolas, bienes manufacturados u objetos exóticos o de prestigio (Brumfiel y Earle 1987; Earle 1987; Peregrine 1991). La economía política inherente a estos modelos involucra la movilización de un excedente por parte de las elites

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para así solventar un estilo de vida, o para financiar actividades relacionadas al liderazgo político; o bien, enfatizan el rol de las elites, en cuanto controladoras de la producción artesanal y del intercambio de bienes de alto valor. Por otro lado, en las estrategias basadas en el prestigio, la autoridad emana de la habilidad de dominar instituciones de parentesco, actividades comunales y prácticas religiosas (Aldenderfer 1993; Drennan 2000). Por tanto, las elites pudieran ser poderosas sin ser ricas, o bien expresar su poder movilizando mano de obra y excedentes para empresas “comunales” más que privadas. En estas sociedades el liderazgo se expresa en derechos sobre las personas más que en la acumulación de riqueza o dominando los procesos económicos. Un segundo supuesto de investigación es que el estudio de la variabilidad social debe ser en un sentido tanto vertical como horizontal. De esta forma, buscamos corregir el énfasis en la presencia o ausencia de liderazgo, como ya se ha expuesto. En sociedades pre-estatales las unidades domésticas no son idénticas y una persistente desigualdad social se desarrolla sólo cuando algunas de éstas se distinguen ventajosamente -sea económica, social o ideológicamente- de las otras, y tornan esta distinción hereditaria. De hecho, arqueólogos y etnógrafos han mostrado que el surgimiento de desigualdades está enraizado en actividades al nivel doméstico (Ames 1995; Byrd 2000; Clark y Blake 1994; Flannery 2002; Hayden 1995). Las unidades domésticas de la élite pueden o no tener economías domésticas diferentes de las de la gente común (tanto en producción y consumo), pero aun así se distinguirán por su involucramiento en actividades rituales y de liderazgo. Dados estos referentes, la investigación se desarrolló con un carácter “de abajo-hacia-arriba” (bottom-up) tanto porque buscaba desligarse del énfasis dado al liderazgo, como también porque el enfoque enfatizaba los procesos originados desde el nivel doméstico.

Definición de la zona de trabajo Isla Mocha fue la zona donde se desarrolló el tipo de investigación arriba planteada. Esto se basó en una serie de razones. La primera es que Isla Mocha había sido ya abordada arqueológicamente en diversos proyectos de investigación por el equipo de Daniel Quiroz y Marco Sánchez. Ellos desde una perspectiva enfocada en los procesos adaptativos, crearon una buena base para desarrollar nuevos proyectos que con otras preguntas y otros enfoques avanzase y complementase lo ya planteado por ellos (Quiroz 2003; Quiroz y Sánchez 1997, 2005; Sánchez et al. 2004; Goicovich y Quiroz 2008). Por

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otra parte, como consecuencia de la realización de estos proyectos, había un trabajo de aproximación a los mochanos actuales (rapport podríamos llamarle) ya hecho, y que por tanto, facilitaba la implementación de un nuevo proyecto arqueológico. Por último, el despoblamiento forzado de la isla en 1685-1687 d.C. implicaba un corte claro y final a la trayectoria social que deseábamos investigar, situación no replicada en el continente. Ya en Isla Mocha se seleccionó un área de trabajo conformada medularmente por el sitio arqueológico habitacional P31-1 y por un sector que contenía dos montículos sobre una plataforma, todo ello de posible origen antrópico (Figura 1). El argumento tras esta selección fue que el sitio P31-1 pudiera haber tenido alguna preminencia en la estructura social nativa. Esto ya que se encuentra disectado por un estero, que es el mayor y más característico curso de agua dulce de la isla y, asociado a este, se encuentra un sendero casi plano que conecta los sectores oeste y este de la isla (que es la única alternativa a tener que rodear toda la isla sea por el norte o por el sur). Por otro lado, Quiroz y coautores (1993) y Sánchez y coautores (1994), habían revelado para este sitio una secuencia ocupacional que iba desde el siglo XI d.C. hasta prácticamente el despoblamiento. Por su parte, el sector con montículos se configuraba como un área de posible uso ritual, que además implicaba un esfuerzo constructivo de carácter seguramente supra-comunitario. Una distancia aproximada de 1.3 km separa a los montículos del sitio P31-1. Siguiendo con nuestro argumento, la presencia de estos dos elementos configuraba que, si había un sector de Isla Mocha donde pudiéramos dar cuenta de procesos de diferenciación social, este podía ser precisamente el área conformada por el sitio P31-1 y los montículos. Para mejor contextualizar esta zona se decidió expandir este “núcleo” tanto hacia el norte como hacia el sur. Hacia el norte el área de trabajo se extendió unos 1.3 km (medidos desde los montículos), incluyendo entonces los sitios P28-1 y P29-1. Mientras, hacia el sur se extendió unos 1.5 km (medidos desde P31-1), incluyendo los sitios P4-1 y P5-1. De esta forma, se configuró una zona de trabajo de 6 km2 (aproximadamente 4.5 km de largo por 1.4 km de ancho). Hacia el este, esta alcanzó hasta la línea de alta marea, y por el oeste hasta el límite de la Reserva Natural Isla Mocha y/o del bosque.

Metodología de terreno En vista de los intereses de investigación y de la naturaleza de la sociedad en cuestión, la metodología a implementar debía ser ponderada adecuadamente. En este sentido, las investigaciones previas realizadas en Isla Mocha por Quiroz,

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Sánchez y su equipo (Quiroz 2003; Quiroz y Sánchez 1997) indicaban la existencia de un patrón residencial disperso. Por otro lado, la información etnohistórica apuntaba a la presencia de unidades domésticas grandes, construidas con materiales perecederos y que no dejarían rasgos arquitectónicos en superficie. Por último, la agricultura de baja escala practicada en Isla Mocha, si bien había disturbado los niveles más superficiales de los sitios (hasta los 30 cm de profundidad), había creado también una capa superficial de material arqueológico que facilitaba la identificación de los sitios.

Figura 1. Isla Mocha y la zona de trabajo en gris. En punteado negro el perímetro de los sitios investigados y de la plataforma artificial (y dentro de esta, los montículos); se indica para referencia los sitios P28-1 y P4-1. Las curvas de nivel son cada 50 m.

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Estos factores apuntaban entonces a la inconveniencia de implementar una metodología que expusiese amplias secciones horizontales. Por el contrario, estos mismos factores daban factibilidad y preminencia a técnicas que, por un lado, aprovechasen el registro superficial ya existente, y por otro, implicasen la realización de acotadas intervenciones sub-superficiales. En este caso, las concentraciones de artefactos en superficie, y luego las excavaciones, serían interpretadas como representando a una unidad doméstica o, al menos, su basural asociado. Fue así como se estableció una metodología de terreno de 3 etapas: reconocimiento (prospección) de cobertura total, recolecciones intensivas de superficie y pozos de sondeo. Estrategias similares han sido efectivas en casos de estudio similares (Drennan 2006; González 2007; Peterson 2006). El reconocimiento apuntaba a poder delimitar las áreas de ocupación humana -afines entonces a sitios arqueológicos- y generar una primera imagen del registro en cuestión. Este reconocimiento consistió en transectos pedestres espaciados cada 25 m, desde la línea de alta marea y hasta el límite de la Reserva Natural y/o del bosque. En cada uno de estos transectos si se encontraban artefactos, se tomaría la posición con un navegador satelital (GPS) y se realizaría una recolección de hasta 40 artefactos (cerámica y lítico) dentro de un área de radio de 1 metro. Si no se alcanzaban los 40 artefactos, esta área era ampliada a un radio de 1.5 m, y nuevamente hasta un radio de 1.75 m. Si al cabo de esto no se alcanzaban los 40 artefactos, se caminaría hasta el próximo punto de recolección. De haber material, dicho próximo punto se ubicaría a 25 m de distancia del anterior; de no ser así se continuaría caminando hasta encontrar material nuevamente. Las recolecciones intensivas de superficie apuntaron a la caracterización de diferentes sectores ocupacionales dentro del área del reconocimiento. Las recolecciones intensivas consistirían en grandes unidades de cuadrículas contiguas de dos por dos metros. Dichas cuadrículas serían “peinadas” y todo su material superficial recolectado. Por último, los pozos de sondeo tenían por fin: a) obtener conjuntos más íntegros de material para análisis, especialmente en relación a las ocupaciones más tempranas o profundas; b) chequear las relaciones entre el registro superficial y sub-superficial; c) obtener muestras para fechados absolutos; y d) obtener muestras para análisis arqueobotánicos y faunísticos. La ubicación de los pozos sería definida a partir de los resultados del reconocimiento. Los pozos serían unidades de 0.5 por 0.5 m, y excavadas por niveles arbitrarios cada 10 cm (aunque si aparecían diferencias estratigráficas éstas serían individualizadas). Por su parte, las columnas de flotación serían excavadas siguiendo niveles de cinco cm.

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Figura 2. Detalle del área de trabajo seleccionada. La línea segmentada verde indica el límite entre las parcelas particulares y la Reserva Isla Mocha de Conaf. La línea continua roja marca el límite efectivo de investigación, dado por el bosque. Las líneas segmentadas negras indican cursos de agua. Cada triángulo negro representa un punto de recolección.

Figura 3. Gráfico de escalamiento multidimendional del eje de status planteado. Cada círculo corresponde a uno o más niveles de excavación. La línea roja conectando círculos corresponde al pozo de mayor status del sitio P31-1, la línea azul al pozo de mayor status de P29-1, la línea verde a un pozo de bajo status de P29-1. Para cada pozo el círculo de color sólido corresponde al nivel más profundo y la flecha al nivel más superficial.

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En el caso del sector con montículos se realizaría una trinchera notransversal en uno de éstos para comprobar su origen antrópico, evaluar su estratigrafía y depósito cultural, y acceder al posible paleosuelo enterrado bajo este. Esto sería complementado con barrenos en la plataforma para poder determinar fehacientemente su naturaleza, extensión y espesor.

Implementación El reconocimiento de cobertura total produjo un total de 237 transectos, 225 puntos de recolección y alrededor de 4600 artefactos. La distribución y densidad de estos materiales permitió identificar y delimitar 3 grandes concentraciones. Estas concentraciones, a su vez, fueron homologables a los sitios P29-1, P31-1 y P5-1, ya identificados por Quiroz y Sánchez (Figura 2). Esta etapa se completó en 10 días con tres equipos de dos personas cada uno. En consideración de los resultados del reconocimiento, las unidades de recolección intensiva fueron dispuestas al interior de los tres sitios identificados. Sin embargo, las áreas para implementarlas fueron muy limitadas, pues hubo que compatibilizar el que hubiese suficiente material superficial continuo como para que la recolección tuviera sentido y excluir a la vez aquellos terrenos aun no cosechados o con una espesa capa vegetacional. Se pudo implementar entonces sólo 6 unidades: una en P31-1, dos en P29-1 y tres en P5-1. El área de estas unidades varió entre 140 m2 y 225 m2, siendo recolectados alrededor de 27000 artefactos entre cerámica, líticos, restos faunísticos y escoria. Esta etapa se completó en 15 días con un equipo de 10 personas. Por último, los pozos de sondeo fueron distribuidos al interior de los sitios identificados, quedando espaciados entre sí por 100 metros, es decir, un pozo por hectárea. De esta forma, fueron planteados ocho pozos para P29-1, aunque dos no fueron realizados por encontrarse en terrenos cultivados. Para paliar esta situación se amplió el pozo de mayor depósito. Aledaño a este pozo se obtuvo una columna de flotación para análisis arqueobotánico. Se recuperaron así 2843 artefactos entre cerámica, líticos, restos faunísticos y otros (metal, vidrio, plástico). La profundidad de los pozos alcanzó entre los 30 y 120 cm. En P31-1 fueron excavados 17 pozos de sondeo. Aledaño a uno de los pozos de mayor depósito y que entregó más material, se realizó una columna de flotación para análisis arqueobotánico. Se obtuvieron 1473 artefactos entre cerámica, líticos, restos faunísticos y otros (metal, vidrio, plástico). La profundidad de los pozos alcanzó entre los 10 y 100 cm. La trinchera en los montículos fue dispuesta desde la cúspide del Montículo Norte y en dirección al espacio entre los dos montículos. Esta alcanzó una longitud de 7.4 m, un ancho de 0.6 m y fue escalonada de forma tal que en el

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perfil del montículo concluyó en una unidad de 0.6 por 0.6 m. Del paleosuelo enterrado bajo el montículo fueron recuperados 18 artefactos entre cerámica, líticos y restos faunísticos. Por último, debido al terremoto del 27 de febrero de 2010 la campaña de esa temporada se vio interrumpida y no fue posible realizar pozos de sondeo en P5-1 ni los barrenos en el sector de los montículos. La etapa de pozos de sondeo se concluyó en 14 días con un equipo de 7 personas.

Metodología de laboratorio y análisis La metodología de análisis, si bien tradicional, fue diseñada en función de nuestro interés en los procesos de diferenciación social, enfatizándose además las comparaciones intra e inter-sitio. Para más información consultar Campbell (2011). En el caso de la cerámica, las principales variables abordadas fueron el tratamiento de superficie interno y externo, y la decoración, las que fueron usadas para desarrollar un “índice de inversión cerámica” (Hagstrum 1988; Costin y Hagstrum 1995) que permitió categorizar los fragmentos en de Baja, Media y Alta inversión. Para el análisis lítico, las variables más importantes fueron la materia prima, su condición local o exótica (obsidiana y sílice) y la categoría morfo-funcional de cada pieza. Para los restos faunísticos fue registrada su ubicación taxonómica y las modificaciones culturales, y se utilizaron los índices NISP y MNI. Los restos arqueobotánicos fueron clasificados según su preservación (carbonizados/no-carbonizados) e identificados taxonómicamente. La escoria fue analizada con SEM y PIXE.

Resultados Reconocimiento de cobertura total Como se indicó el reconocimiento llevó a la identificación de tres grandes concentraciones, homologables a los sitios P29-1, P31-1 y P5-1. Estas tres concentraciones o sitios se presentaron separadas por aproximadamente 1 km de distancia, cuya extensión corresponde a un área virtualmente “vacía” y que representarían una ocupación de muchísima menor intensidad. El área asignada a P29-1 es de 8 hectáreas, a P31-1 de 10 hectáreas y a P5-1 de 17 hectáreas aproximadamente. Es importante notar que los sitios P28-1 y P4-1, mencionados por Quiroz (2003), no lograron ser individualizados como tales ni tampoco su ubicación ser integrada a P29-1 y P5-1, respectivamente. Esto

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puede indicar que estos sitios eran muy efímeros o extremadamente pequeños. Nuestros resultados muestran así una ocupación formada por asentamientos bastante acotados y nucleados, los que a su vez se hayan distribuidos dispersamente; una situación que viene a refinar lo que ya plantease Quiroz (2003). Respecto al material recolectado en esta etapa, la cantidad recuperada hizo difícil su manejo. Por ello, si bien fue posible analizar la totalidad del material lítico (n=618), en relación al material cerámico se optó por un muestreo de uno cada tres transectos. Esto equivalió al 29% del material (n=1144). Pero el desarrollo de la investigación fue mostrando que era mejor priorizar recursos en pro del material de excavación, como se detallará más adelante. El análisis lítico indicó para los tres sitios una predominancia de las rocas ígneas locales de grano medio y grueso (con valores entre 39% y 66%), siendo P5-1 el que presentó la mayor y más significativa proporción de ígneas de grano fino (un 38%, con más de un 99% de confianza). Por su parte, las materias primas exóticas fueron reportadas en todos los sitios, aunque totalizando sólo dos piezas en P29-1, cinco en P31-1 y una en P5-1. La variable morfofuncional no fue considerada en este análisis debido a que la recolección no fue exhaustiva. La cerámica, a través del “índice de inversión cerámica”, mostró la presencia de los tres tipos cerámicos en los tres sitios, excepto por el tipo de alta inversión en P31-1 (aunque en números absolutos P29-1 y P5-1 presentaron sólo uno y cinco fragmentos de alta inversión, respectivamente). Así, para los tres sitios, el tipo de baja inversión indicó valores entre 79% y 88%, el de media entre 12% y 19%, y el de alta entre 2% y 0%. Ninguna de estas proporciones difirió de las otras con más de un 80% de confianza. Estos resultados indicaban que estos tres sitios eran bastante similares. El más discrepante era P5-1 con una mayor proporción de ígneas de grano fino.

Recolecciones intensivas de superficie En este caso, se analizó la totalidad del material lítico y faunístico. Respecto a la cerámica, se diseñó un muestreo de 11 cuadrículas por unidad de recolección intensiva, equivalente al 24% de todo el material (n=5812). Sin embargo, sólo el análisis de dos de estas unidades ha concluido. En línea con los datos del reconocimiento, el lítico mostró que las rocas ígneas locales de grano medio y grueso predominan en cuatro de las seis unidades (con valores entre 50% y 35%). En las restantes dos unidades (ambas en P5-1) predominaron las ígneas de grano fino (con valores de 36% y 37%, y con una confianza de más del 99%). Por su parte, las materias primas exóticas

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están presentes en las seis unidades, con valores entre el 2.2% y el 0.3% (que en valores absolutos significan entre 22 y 1 piezas). Morfo-funcionalmente las seis unidades mostraron una cadena operativa completa. La cantidad de herramientas fue muy baja, entre las talladas (n=123) primaron las multifuncionales; las herramientas pulidas y piquetedas no pasaron de seis en total. Los restos faunísticos estuvieron muy fragmentados; un 90% fue clasificado como “mamífero indeterminado”. En cuatro unidades el taxón más representado fueron los camélidos, en una los peces (8.5%), y en otra sólo figuraron “mamífero indeterminado”. Prácticamente las seis unidades presentaron huesos con huellas de modificación cultural, las que estuvieron presentes casi exclusivamente en huesos de mamíferos indeterminados y camélidos. Tres herramientas fueron encontradas: una tortera en P31-1, una cuña en P29-1 y un artefacto pulido en P5-1. Una escoria metalúrgica de cobre fue recuperada en una de las unidades de P5-1. En cuanto a la cerámica, sólo se cuenta con información para una unidad de P29-1 y una de P5-1. El índice de inversión cerámica mostró que las proporciones de cerámica de inversión baja y media difirieron con una confianza de menos del 80% (con valores de 75% y 73%, y de 25% y 24%, respectivamente en la unidad de P29-1 y de P5-1). En cambio la unidad de P5-1 presentó una proporción de cerámica de alta inversión (3%) que difirió de la de P29-1 (1%) con una confianza de más de 99%. Los resultados de las recolecciones intensivas, si bien aun incompletos, tendieron a mostrar la particularidad de P5-1, ya que por un lado hubo dos unidades que presentaron una alta proporción de rocas ígneas de grano fino y, por otra parte, la tercera unidad presentó una alta proporción de cerámica de alta inversión y una escoria metalúrgica. Fuera de estas diferencias las seis unidades (y con ello, los tres sitios) fueron bastante similares (o bien, poco diferenciables) en su representación de categorías líticas, de restos faunísticos y de tipos de inversión cerámica.

Pozos de sondeo Los pozos de sondeo fueron llevados a cabo sólo en P29-1 y P31-1. En P29-1 los fechados radiocarbónicos lo ubicaron entre el 900 y el 1400 d.C. aproximadamente. Sin embargo, la dificultad de obtener muestras de los niveles superiores, disturbados por el arado, permite suponer que el sitio continuó siendo ocupado muy posiblemente hasta el despoblamiento de Isla Mocha a fines del siglo XVII. En cuanto al material lítico, un pozo entregó tanto una significativamente alta proporción (con una confianza de más del 80%) de rocas ígneas de grano

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fino (61%) como también las únicas piezas en obsidiana y sílice para este sitio (n=6). Todos los pozos presentaron desechos de talla y piezas modificadas. Sólo 23 herramientas fueron recuperadas, siendo las preponderantes las talladas multifuncionales (n=7). Los restos faunísticos provinieron en un 87% del pozo ampliado, por tanto, los resultados hacen más relación al sitio que a los pozos mismos. Como porcentaje del NISP, las clases más representadas fueron los peces (52%), los mamíferos (45%), y luego las aves (3%). Al nivel de taxa las más representadas fueron los camélidos (4.6%) y el pez Aphos porosus (bagre) (4.3%); fueron identificadas 13 especies de peces. Ninguna herramienta ósea fue recuperada. El análisis arqueobotánico de los macrorestos carbonizados identificó 19 taxa. Se observó que la proporción de éstos aumentaba drásticamente bajo los 15 cm de profundidad, mientras que el arado había intervenido hasta los 25 cm. Por ello se estimó que los niveles sub-15 cm representaban la ocupación indígena, y por tanto para la evaluación con el índice de ubicuidad se consideró sólo los niveles bajo dicha profundidad. Entre los restos identificados de uso alimenticio más ubicuos figuraron especies cultivadas como Chenopodium quinoa (73%) y otras silvestres como Rubus sp. (100%), Fragaria chiloensis (54%) y Typha angustifolia (54%), entre otras. El registro cerámico, a través del índice de inversión cerámica, mostró para un pozo una significativa proporción, por debajo del promedio del sitio, para la cerámica de baja inversión durante casi toda su ocupación. Lo contrario ocurre con la cerámica de alta inversión, que presenta una proporción por sobre el promedio del sitio, durante casi toda su ocupación. Esta situación desaparece en los niveles superiores, en los cuales este pozo se asimila a los demás del sitio. Estos resultados indican para P29-1 la existencia de un sector que presenta una mayor proporción de cerámica de alta inversión, de ígneas de grano fino y las únicas piezas en obsidiana y sílice. Es decir, un sector que destaca claramente entre los circundantes, y que a la luz de nuestros referentes teóricos puede ser identificado como de mayor status. Para el sitio P31-1 los fechados radiocarbónicos obtenidos en este proyecto y por Quiroz y Sánchez lo ubican entre el 1050 y el 1650 d.C. En este caso, dado que el sitio se ubica en el piedemonte, la tasa de depositación es mayor y el material indígena más reciente ha sido menos removido. En cuanto al material lítico, tres pozos entregaron altas (entre 61% y 71%) y significativas (con más de un 95% de confianza) proporciones de ígneas de grano fino. A su vez, una de estas unidades fue también la que presentó la única pieza en obsidiana. Prácticamente todos los pozos presentaron desechos de talla, mientras sólo cinco entregaron piezas modificadas. Herramientas sólo fueron recuperadas ocho.

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Los restos faunísticos en un 82% provinieron de un solo pozo, así que fueron utilizados para caracterizar el sitio en general más que sectores específicos de éste. La clase más representada, como porcentaje del NISP, fueron los mamíferos (44%), seguidos por peces (39%) y aves (13%). Al nivel de taxa, los más representados fueron los roedores (6.1%), Aphos porosus (5.4%) y los camélidos (3.4%); sólo 3 especies de peces fueron identificadas. Los artefactos en hueso correspondieron a un diente de carnívoro decorado, un fragmento de cuña en hueso de cetáceo y un anzuelo casi completo en hueso de camélido. El análisis arqueobotánico de los macrorestos carbonizados identificó 23 taxa. Si bien éstos aparecen en toda la columna, pasan a primar bajo los 25 cm de profundidad. Esta situación nos lleva a plantear que los 25 cm marcaría el límite entre los depósitos indígenas y los post-recolonización moderna (1850). Por tanto, el material sobre esa profundidad correspondería a las ocupaciones indígenas más tardías y que fue removido por la agricultura moderna. Dado esto, también la evaluación de ubicuidad consideró sólo a los niveles sub-25 cm. Entre los restos identificados de uso alimenticio más ubicuos figuraron especies cultivadas como Chenopodium quinoa (100%) y Zea mays (40%), y otras silvestres como Muehlenbeckia hastulata (47%), Fragaria chiloensis (40%) y Ugni molinae (40%), entre otras. La cerámica, a través del índice de inversión cerámica, mostró que sólo un pozo presentó una alta y significativa proporción de cerámica de alta inversión por sobre el promedio del sitio durante casi toda su ocupación. Esta situación declina en los 30 cm superiores de este pozo. En el otro extremo, hay pozos que presentaron altas proporciones de cerámica de baja inversión en toda su ocupación. Por último, hay pozos que se ubicación en una situación intermedia. Estos resultados muestran para P31-1 un sector interpretable como de mayor status, dado que presenta una constante mayor proporción de cerámica de alta inversión y también una alta proporción de rocas ígneas de grano fino. En una situación intermedia hay sectores que no presentan una muy alta ni una muy baja proporción de cerámica ni de alta ni de baja inversión, pero que sí presentaron una alta proporción de rocas ígneas de grano fino y la única pieza en obsidiana. Por último, hay sectores cuyos materiales implicarían un menor status, dado que primó la cerámica de baja inversión y las rocas ígneas de grano medio y grueso.

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Comparaciones inter-sitios y de los montículos Llegado a este punto, el análisis pasó a la comparación entre P31-1 y P29-1. A nivel del material lítico, ambos sitios muestran la predominancia de las rocas ígneas locales. Las proporciones de ígneas de grano fino son casi idénticas entre ambos sitios (57% en 29-1 y 54% en P31-1), difiriendo con menos de un 80% de confianza, mientras para las ígneas de grano medio y grueso (22% en P29-1 y 32% en P31-1) éstos difirieron con más de un 95% de confianza. Sin embargo, pese a la mayor proporción de ígneas de grano grueso en P31-1, es importante considerar que mientras en P29-1 sólo un pozo (de tres) entregó una alta proporción de ígneas de grano fino, en P31-1 esto ocurrió en tres pozos (de cuatro). Por otro lado, las materias primas exóticas son realmente insignificantes en ambos sitios. Por último, tanto los desechos como las herramientas no permiten discriminar mayormente ambos sitios. Estas características hablan a favor de una situación mayormente indiferenciada entre P29-1 y P31-1. Los restos faunísticos indicarían una dieta basada en el consumo mayormente de mamíferos y peces. Los mamíferos muestran proporciones casi idénticas (45% en P29-1 y 44% en P31-1), difiriendo con menos de un 80% de confianza. Sin embargo, en cuanto a las aves y peces las proporciones difieren con más de un 99% y un 95% de confianza, respectivamente (3% y 51% en P29-1 y 13% y 39% en P31-1, respectivamente). Además, en P291 aparecen 13 especies de peces y en P31-1 sólo 3. Esta situación habla de sitios con orientaciones de subsistencia que si bien son similares en su base, se diferencian a su vez en otros aspectos. Los restos arqueobotánicos muestran una situación en que la quinoa durante toda la secuencia fue la base de la dieta. Junto a ésta aparecen otros recursos cultivados, como maíz y poroto, y silvestres, como frutilla, totora, Rubus sp., peumo, murtilla y quilo. Es interesante notar que a la luz de los fechados y la estratigrafía de las columnas fue posible discriminar dos macromomentos: uno pre-1400 d.C. y otro post-1400 d.C. La mayor diferencia entre ambos periodos está dada por un aumento en la ubicuidad del maíz, como también que este aumento sea mayor en P31-1 que en P29-1. Con respecto a la cerámica, ésta indica para ambos sitios un sector con una clara mayor proporción de cerámica de alta inversión. A la vez, ambos sectores muestran un cambio en su condición en los 30 cm superiores de su depósito. Esta situación nos llevó a explorar la cerámica con un análisis de escalamiento multidimensional (MDS), en el que cada nivel de excavación fue considerado como un caso y las variables de análisis fueron las proporciones de cerámica

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de baja, media y alta inversión. Este análisis permitió identificar la existencia de un “eje de status”, el que, a su vez, fue usado para asignar a cada nivel de excavación un status de tipo bajo, medio o alto (Figura 3). En este eje, el pozo de mayor status del sitio P31-1 pasó a ocupar una posición fluctuante entre un status alto y medio (aunque siempre más cercano al grupo alto que al bajo, y siendo el único que presentó niveles asignados como de status alto) durante casi toda su ocupación para, en los niveles sobre 30 cm de profundidad, pasar a un status bajo. Una situación algo afín ocurría con el pozo de mayor status de P29-1. Sus niveles inferiores fueron asignados a un status bajo, para luego permanecer con un status medio, y finalmente en sus niveles superiores (sobre 30 cm de profundidad), asignársele un status bajo. Los restantes pozos de ambos sitios pudieron ser asignados a un status medio (aunque más cercano al bajo), o directamente a un status bajo. Este conjunto de evidencias indicaba entonces que, si bien P29-1 y P31-1 tenían un sector de mayor status, el segundo caso destacaba considerablemente por sobre el primero. Esto se puede vincular, a su vez, con que post-1400 d.C. P31-1 presentase una mayor ubicuidad del maíz. Por último, el mayor status a nivel de cada sitio de estos dos sectores, se habría mantenido más o menos constante por unos 200 a 300 años. Complementando esta imagen, P29-1 y P31-1 deben ser interpretados también como comunidades donde coexistían grupos de distintos status. De hecho, si bien se identifican diferencias en la proporción de tipos cerámicos y en el uso de materias primas líticas locales, estas diferencias son bastante sutiles y para nada drásticas y excluyentes, y se basan en que algunos individuos habrían tenido más de algunos bienes o bien estos son de mejor calidad o escasos. Esto con un trasfondo donde la dieta parece haber estado sólidamente basada en la quinoa, camélidos y peces. Por su parte, la situación de “empobrecimiento” que afecta a los sectores de mayor status de P29-1 y P31-1 sobre los 30 cm de profundidad, parece ser una situación generalizada. Ello pues los niveles asignados a un status bajo también tienden a “empobrecerse”. En consideración de los fechados obtenidos para P31-1, este fenómeno habría ocurrido en algún momento con posterioridad al 1400 d.C. y, debido a la disturbación de los contextos, es difícil asignarle una mayor precisión cronológica. Una posibilidad es que esto sea consecuencia del arribo europeo a mediados del siglo XVI al sur de Chile. Otra posibilidad, y no excluyente de la anterior, es que en un sector fuera de la zona de estudio de 6 km2 haya surgido una comunidad lo suficientemente gravitante como para que haya producido una cierta re-estructuración social. Un candidato para esto es el sitio P5-1, dado su mayor extensión y que su material superficial tendió a discriminarlo favorablemente de P29-1 y P31-1.

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Las sutiles pero claras diferencias sociales planteadas dan un mejor contexto a los montículos. La excavación de la trinchera en el Montículo Norte demostró la naturaleza antrópica de estos, fijando su altura en unos 2.8 a 3 m. por sobre el nivel del suelo circundante. A su vez, los montículos se ubican sobre una plataforma artificial de unas 4.5 ha aproximadamente. El relleno depositado y que constituye al Montículo Norte alcanzó una profundidad de 4.74 m. medidos desde la cúspide del montículo. Dicho relleno estuvo totalmente libre de material arqueológico y bajo este se encontró un paleosuelo enterrado. Este paleosuelo fue datado entre el 900 y 1100 d.C. y entregó en sus nueve cm superiores los únicos restos culturales encontrados en toda la excavación del montículo. Estos consistieron en 18 artefactos entre cerámica, líticos y restos faunísticos. Los montículos no se encuentran asociados a ningún sitio doméstico (de hecho, no hay inter-visibilidad entre ellos), sin embargo, son contemporáneos con el inicio de la ocupación de P29-1 y P31-1. Por el contrario, los montículos pareciesen configurar un espacio ritual colectivo por si mismos, afín a los complejos de montículos o kuel investigados por Dillehay (2007) en la zona de Purén-Lumaco. Estos han sido interpretados como representando un esfuerzo colectivo en el marco de una sociedad estructurada en torno al prestigio (y no la riqueza) de los caciques, constituyendo los montículos un área de importancia tanto política como ritual. Por tanto, el registro de nuestra zona de trabajo se vuelve compatible con las estrategias basadas en el prestigio y la autoridad. En este caso, tendríamos dos comunidades bastante similares, en las que coexisten individuos de distintos status, pero donde estas diferencias parecen no ser dramáticas ni tampoco acentuarse a través del tiempo. Sin embargo, a partir del 1400 d.C. se observan cambios aún no del todo claros, que parecieran indicar una re-estructuración de la organización social previa. A su vez, todo esto llegará a un drástico fin con el despoblamiento forzado de la isla entre 1685 y 1687 d.C.

Evaluación metodológica Al momento de evaluar la metodología implementada señalaremos tanto los problemas y beneficios de ésta, como también posibles soluciones, y que por tanto sirvan para abordar casos de estudio similares. El reconocimiento de cobertura total fue una buena estrategia para poder delimitar adecuadamente las áreas de concentración de material y con ello de ocupación humana. En este sentido, es clave mencionar el reconocimiento sobre áreas virtualmente sin material. De hecho, ésta es la única forma de poder reconocer la existencia de estas áreas. Sin embargo, el conjunto de transectos

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cada 25 m, si bien generó una imagen de alta resolución, consideramos que fue excesiva. Consideramos entonces que transectos cada 50 m es más idóneo, dado la extensión de los sitios, la precisión de los navegadores satelitales (GPS) y los objetivos de investigación. Otro aspecto es el de acompañar el reconocimiento con una recolección de material. En este sentido, el conteo de material fue clave para determinar la densidad de material y delimitar los sitios. Sin embargo, se generó también un volumen de material cerámico fuera de nuestras expectativas y difícil de manejar. Por tanto, sería más adecuado realizar el reconocimiento pero sólo con conteo. Es decir, transectos cada 50 m y con puntos de conteo cada 50 m. En dichos puntos se desplegará una unidad de 1 x 1 m, se contará sin recolectar todo el material presente en superficie y se continuará hasta el siguiente punto de conteo. De esta forma, también obtendríamos una imagen sobre la extensión y densidad de las áreas de ocupación, pero sin generar un volumen excesivo de material para análisis. Respecto a las recolecciones intensivas de superficie, ésta es una estrategia de difícil aplicación, como ya se indicó más arriba. Por otro lado, generó una cantidad de material cerámico también de difícil manejo. Por último, este material (y el del reconocimiento) representa la ocupación más reciente, siendo el producto de la remoción de los 30 cm más superficiales de depósito. A la luz de los resultados de los pozos de sondeo, estos materiales mostraron una significativa diferencia con los de los niveles inferiores. Por tanto, las interpretaciones sociales generadas a partir de sólo el material superficial corren el riesgo de ser incompletas y engañosas. Dado esto, las recolecciones intensivas de superficie no se perfilaron como una estrategia adecuada. Sin embargo, pudieran llegar a ser una buena estrategia tras la realización de los pozos de sondeo. Ello si se quiere contar con una muestra más grande del material más reciente de un sector acotado del sitio. Los pozos de sondeo resultaron ser la vía que aportó más datos en el sentido de nuestros objetivos. Por un lado, éstos lograron estar distribuidos en toda la extensión de los sitios, pudiéndose reconocer distintos sectores y evitar así generar una imagen del sitio a partir de una única intervención o de sólo un sector de éste. Por otro lado, el acceso al depósito estratigráfico permitió obtener muestras para fechados, para estudios arqueobotánicos y a material más íntegro. Además, el volumen de material generado fue acotado y manejable. Lo anterior permitió reconocer las diferencias de status antes expuestas y poder dar a éstas un cierto espesor cronológico. Al mismo tiempo, sin embargo, el tamaño de los pozos de sondeo (0.5 x 0.5 m) tornó difícil su excavación bajo los 80 cm de profundidad. Otro inconveniente fue el excavar con niveles de diez cm, mientras la columna arqueobotánica fue obtenida cada cinco cm. Considerando esto, se perfila más adecuado el excavar pozos de

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sondeo de 1 x 1 m, siguiendo niveles de cinco cm que permitan entonces una mejor resolución de los depósitos estudiados. Al nivel del material mismo, consideramos que las estrategias analíticas fueron apropiadas, especialmente porque los resultados lograron ser abordados comparativamente. Sin perjuicio de esto, en el caso de la cerámica consideramos necesario tratarla también de un modo tipológico de corte histórico-cultural; ello en vista de la importancia que dichas categorías tienen en la arqueología local y para evaluar las tendencias temporales o contextuales de algunos tipos. Por otro lado, ante la dificultad de fechar los niveles removidos por el arado, una alternativa sería datar restos de camélido y/o de quinoa, dado su conocido y acotado origen indígena.

Conclusión Hemos presentado los fundamentos, metodologías y resultados del estudio de tres comunidades en Isla Mocha, enfatizando sus aspectos metodológicos. Ello pues consideramos que en el caso chileno, el estudio de las sociedades de rango medio aún peca de cierta falta de metodologías idóneas y que permitan abordarlas en su particularidad. De hecho, estas sociedades (su registro arqueológico y las metodologías para poder investigarlas) debieran ser consideradas como una categoría intermedia, pero independiente, entre los dos extremos que parecen generar las sociedades cazadoras-recolectoras -más propias de Patagonia y/o Arcaico- y las sociedades con arquitectura no-perecedera -más propias del Norte Árido y/o Formativo y los periodos subsecuentes3. El caso de Isla Mocha muestra una sociedad que ocupó sectores de varias hectáreas, generando así un patrón de núcleos dispersos de población. Al interior de dichos núcleos convivieron grupos humanos interpretados como de distinto status, pese a lo sutil de sus diferencias, las que, a su vez, fluctuaron a través del tiempo. Lo anterior fue posible gracias a un abordaje teórico que partía del supuesto de pensar a la sociedad El Vergel e histórico temprano de Isla Mocha como una “sociedad no-igualitaria temprana”, y asumiendo que algún grado de diferenciación y variabilidad debió existir desde el nivel doméstico. Luego, fue fundamental que la evaluación de los datos tomase una perspectiva comparativa, en la cual la estadística sirvió para visibilizar las diferencias contextuales. En este sentido, los datos fueron abordados desde un punto de vista más bien Hago esta categorización a riesgo de estar compatibilizando y combinando formaciones sociales, estrategias económicas y tipos de registro. 3

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social, el que permitiese hablar entonces de la trayectoria de desarrollo sociopolítico de la isla y de los fenómenos ligados a éste. Agradecimientos: Este trabajo se desarrolló en el marco de los proyectos NSF BCS-0956229 y Fondecyt 3130515. A las familias de Isla Mocha y a los estudiantes, licenciados, arqueólogos y otros profesionales que participaron en este proyecto. A Daniel Quiroz y Mauricio Massone por sus comentarios a este artículo.

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