Operación Pedro Pan, el éxodo olvidado de 14 000 niños cubanos

August 17, 2017 | Autor: Ignacio Uria | Categoría: 1960s (U.S. history), Cuban Revolution, Cristianismo y Revolución, Revolución Cubana
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Descripción

CONGRESO INTERNACIONAL FRONTERAS Y DERECHOS HUMANOS Universidad de Navarra, 25 y 26 de septiembre

Título:

Operación Pedro Pan, el éxodo desconocido de 14. 000 niños cubanos

Autor:

Ignacio Uría, historiador e investigador asociado de Georgetown University

Objetivo:

Descripción y análisis del «Programa de menores refugiados no acompañados» (PUCRC, en inglés) con destino a Estados Unidos ocurrido en Cuba entre 1960 y 1962.

1. En diciembre de 1960, las familias de clase media y baja de Cuba estaban convencidas de que el Estado le iba a retirar la patria potestad de sus hijos. El supuesto objetivo era concentrar en escuelas rurales a los menores de entre seis y dieciocho años para educarlos en los principios socialistas de la revolución. Para evitarlo se organizó un puente aéreo entre La Habana y Miami por el que más de catorce mil menores abandonaron el país en apenas veinte meses (del 26 de diciembre de 1960 al 23 de octubre de 1962). Aún hoy, es el mayor éxodo de niños en solitario de la historia occidental. 2. La Operación Pedro Pan (denominada «Operación Éxodo» por la CIA) se produjo en un momento crítico de la Guerra Fría: los Estados Unidos y Cuba acababan de romper sus relaciones diplomáticas y John F. Kennedy era el presidente electo. Además, durante su desarrollo se produjo la invasión de Bahía de Cochinos (Abril de 1961) y la Crisis de los Misiles (Octubre de 1962), ocurrida en las costas cubanas. 3. La Operación Pedro Pan fue organizada por la Iglesia católica y el Departamento de Estado norteamericano, contó con el respaldo de la CIA, y el apoyo de España y México. El gobierno cubano acusó a los Estados Unidos de estimular este proceso migratorio para socavar su revolución. 4. A lo largo de todo el éxodo, tanto en Cuba como en Estados Unidos, se produjeron violaciones de la Declaración de los principios I, II y VI de los Derechos del Niño aprobada por la Asamblea General de la ONU de 20 de noviembre de 1959.

1. Cuba en 1961: situación política y social Antes de comenzar, debemos hacer un esfuerzo por trasladarnos a 1961. La Guerra Fría estaba en su apogeo, se había levantado el Muro de Berlín, el oficial nazi Adolf Eichmann es procesado en Israel por crímenes de guerra, la Unión Soviética llevaba ventaja en la carrera espacial (el cosmonauta Yuri Gagarin se convirtió en el primer hombre en órbita) y Estados Unidos ya tenía tropas en Vietnam. El 1 de enero de 1961, la revolución cubana cumplía dos años en el poder. La celebrarlo, se organizó un acto de masas en La Habana, en el que el invitado estrella fue el poeta Pablo Neruda y el orador principal, obviamente, Fidel Castro. Este resumió el momento que se vivía en Cuba de este modo:

«Hay una lucha a muerte entre la revolución y la contrarrevolución. Nosotros lo sabíamos desde el primer día y lo confirmamos cada día que pasa. Hay una lucha a muerte entre el pasado y el futuro. El proceso revolucionario no deja otra alternativa: o destruimos a la contrarrevolución o ella nos destruye a nosotros. Los contrarrevolucionarios son los terratenientes que han perdido sus tierras, los empresarios que han perdido sus fábricas, los burócratas que han perdido sus privilegios, todos los parásitos de la sociedad, los esbirros, los políticos, los consejeros, los virreyes y los esclavistas»1.

Dos días más tarde, el 3 de enero, el presidente Eisenhower decidió romper relaciones diplomáticas con Cuba, medida oficialmente ejecutada la madrugada del 4 de enero mediante una nota del Secretario de Estado, William Herter, al encargado de negocios de Cuba en Washington, Armando Flores Ibarra: «Hay un límite a lo que la dignidad americana puede soportar. Ese límite ha sido alcanzado», aseguró el comunicado2. La embajada americana se cerró definitivamente pocos días antes de la toma de posesión de John F. Kennedy, el 20 de enero. Pese a los esfuerzos de Eisenhower para conseguir el apoyo de Kennedy, el presidente electo no respaldó la ruptura con Cuba porque esa delicada medida no se había pactado previamente con él.

1 2

Revolución, La Habana, 2 de enero de 1961. ABC, Madrid, 5 de enero de 1961, p. 47. 2

A corto plazo, Kennedy no podía modificar la orden dada por Eisenhower, ya que hubiese supuesto una muestra de debilidad difícil de entender para muchos norteamericanos. Por el contrario, con el cierre de la embajada, cerca de tres mil estadounidenses residentes en Cuba se convirtieron en expatriados, así que para Washington era esencial negociar su retorno. Estados Unidos trasladó una parte de su personal diplomático en Cuba a Miami, ciudad convertida ya en un activo centro información y guerra psicológica, donde centenares de exiliados llegaban diariamente y era constante la intoxicación de los agente cubanos, que transmitió a Cuba la falsa información de que muchos menores eran internados en reformatorios, perdían contacto con sus padres o eran dados en adopción, algo que estaba expresamente prohibido por la legislación norteamericana. Cuestión diferente, y real, es que se produjeron abusos, tanto físicos como psicológicos. En ocasiones, los adolescentes ubicados en familias sufrieron maltrato (se les empleó como servicio doméstico) o abusos sexuales, práctica que también se dio en los campamentos de acogida. Castro aseguró entonces que había un plan para invadir Cuba ese mismo mes de enero de 1961, acusación que el canciller Raúl Roa presentó al Consejo de Seguridad de la ONU. Entre tanto, en una operación a medio camino entre la defensa y la propaganda, se colocaron baterías antiaéreas en el Malecón habanero en previsión de la supuesta invasión y se ocuparon algunos edificios, como el colegio jesuita de Belén, en Marianao, que ya no sería devuelto. En Cuba existía una atmósfera de guerra civil estaba, sobre todo en La Habana y Santiago, donde las bombas de la contrarrevolución eran cotidianas. La consecuencia directa de esos ataques fue el incremento de las ejecuciones de opositores, algunos con delitos de sangre y otros simplemente políticos, hasta llegar a una media de veinte ajusticiados diarios3. Los fusilamientos, lejos de atemorizar a los opositores, reforzaron su determinación e intensificaron los atentados, con especial predilección por los mítines de Castro, convencidos de que los sabotajes eran la mejor respuesta al terrorismo de Estado. Unas semanas más tarde, en marzo de 1961, el primado de la Iglesia católica, Enrique Pérez Serantes, escribió una pastoral titulada Vamos bien. Esta carta, poco conocida, comenzó con un lamento por los ataques sufridos: 3

El más famoso de ellos fue el comandante William Morgan, estadounidense del M-26-7, por supuestas actividades conspiradoras en el Escambray. Morgan había sido condecorado como «Héroe Nacional» en agosto de 1959 por destapar una conspiración contra Castro en la que se quiso involucrar al gobierno de Franco. Su ejecución causó un profundo impacto. 3

«De todos los frentes de la parte opuesta, […] como obedeciendo una consigna, se oyen vibrantes voces que invitan y muchas veces incitan a la lucha contra lo que llaman el enemigo interior: la Iglesia católica […] Vamos bien. Aunque a algunos les parezca extraño, entendemos y decimos que «vamos bien». Y así vamos porque se ha comenzado a pedir, y a pedir que otros pidan, nada menos que el exterminio de los que están incondicionalmente con la Iglesia, el único baluarte que estorba, […] a la que muchos han dado en llamar Iglesia del Infierno.»4

Otra vuelta de tuerca a la situación se produjo a finales de abril de 1961, cuando la jerarquía católica fue informada por la embajada americana de que un agente soviético había llegado a Cuba para enseñar al Gobierno cómo debilitar al catolicismo5. Nicolai Strovgav había desarrollado esa misión en tiempos de Stalin contra la Iglesia ortodoxa rusa y ahora iba a ser el encargado de impulsar el movimiento «Con la Cruz y con la Patria», para la creación de una iglesia popular patriótica. Para lograrlo se apoyaría en las Fuerzas Armadas Revolucionarias, que ya habían distribuido entre sus oficiales un documento estratégico del Partido Comunista Chino, titulado «La Iglesia católica y Cuba. Programa de acción». Su autor era el miembro del Comité Central del Partido Comunista Chino Liwei Han, que reproducía fielmente las teorías gramscianas de sustitución del cristianismo por la cosmovisión marxista:

«Al desvincular las iglesias nacionales del Vaticano, se luchará poco a poco por convertir la religión en responsabilidad y problema de conciencia individual. Cuando esto se logra, la religión se olvida y se la va sustituyendo por la nueva mentalidad científico-materialista de la moderna sociedad marxista. Y la religión quedará ligada a la historia de la supersticiones del pasado.»6

4

Carta circular Vamos bien de monseñor Pérez Serantes a la archidiócesis de Santiago de Cuba. Santiago de Cuba, 4 de marzo de 1961. AHASC, Fondo Pérez Serantes, Sección Documentos: 1961. La cursiva es del autor. Esta pastoral fue publicada en España por la revista Ecclesia. Cfr. Ecclesia, número 1301, Madrid, 15 de abril de 1961, pp. 19-20, y también se recoge en Teresa Fernández Soneira, Con la Estrella y la Cruz, volumen 2, pp. 371-374. 5 «Instrucciones en el Ejército cubano para acabar con la religión», J. E. Casariego, ABC, 5 de abril de 1961, edición de la mañana, p. 63. 6 «La Iglesia católica y Cuba. Programa de acción», Liwei Han, Prensa de Idiomas Extranjeros de Pekín, Pekín, 1959. AHASC, Fondo Pérez Serantes, Sección Documentos: 1961 y citado en Ricardo de la Cierva, Jesuitas, Iglesia y marxismo, Esplugas de Llobregat (Barcelona), 1986, pp. 354-355. También en J. T. Myers, Enemies without Guns. The Catholic Church in China, Nueva York, 1991, pp. 205-207. 4

Había llegado la hora de que Cuba tuviera una verdadera Iglesia Revolucionaria, unida a Roma en lo eclesiástico, pero nacional e independiente en lo político de acuerdo con las orientaciones de Fidel Castro7. Frente a estas campañas se organizaron células de resistencia, organizadas por el P. Ángel Rivas, antiguo capellán rebelde en Sierra Maestra, y que ocultaba armamento en su parroquia y organizaba sabotajes con riesgo de su vida y de los jóvenes8 que lo ayudaban. Otro sacerdote, el P. Jorge Chabebe, se convirtió en informante de la embajada americana con el permiso del nuncio en Cuba, Luigi Centoz9. A finales de marzo se recrudecieron los incidentes anticatólicos: tiroteos a la salida de las misas, ataques contra los sacerdotes y amenazas a las familias católicas para que apartaran a sus hijos de las actividades parroquiales. Comenzó entonces a extenderse el rumor de que iba a retirarse la patria potestad a los padres.

2. Causas del pánico Con la progresiva consolidación revolucionaria se había extendió el rumor de que el Estado iba a reclamar a todos los niños entre los dos años y los dieciséis años de edad, para encargarse de su educación10. Incluso un borrador de la ley circuló en la prensa latinoamericana y diarios como El Universal, de Caracas, o el Diario de las Américas, de Miami, publicaron el supuesto texto legal11. Hoy resulta innegable que el Gobierno favoreció la credibilidad del rumor porque era una baza más en la guerra psicológica que mantenían Cuba y Estados Unidos. Resulta obvio que un rumor no puede consolidarse si no tiene una parte de verdad. En este caso, existían argumentos para hacer verosímil la amenaza de perder la custodia de los hijos. Sorprendentemente, los datos que aporto a continuación no son utilizados para explicar el terror existente en muchas familias cubanas. En primer lugar, Fidel Castro había anunciado en 1960 la firma de acuerdo con la Unión Soviética para comenzar un programa de intercambio infantil y juvenil. Según

7

Manuel Fernández Santalices, Cuba: Catolicismo y Sociedad…, p. 64. Entre otros, José Basulto, Ángel Valls y Rirrí Rivas. También colaboró con este grupo Enrique Canto, pero en actividades logísticas. 9 Ignacio Uria, Iglesia y revolución en Cuba, Madrid, 2010, p. 466. 10 Existe la versión de que el congresista católico y miembro de la ACU Ángel Fernández Varela redactó el borrador clandestino para desprestigiar al gobierno revolucionario. Según esta teoría, la CIA habría introducido las copias en Cuba con la ayuda de la Iglesia. Cfr. «La Operación Pedro Pan: una horrible mancha en la historia (de los Estados Unidos)», www.progreso-semanal.com, 23 de mayo de 2009. 8

5

informó la prensa cubana, unos mil niños de ocho a diez años residirían en Moscú para conocer el estilo de vida comunista, mientras que en Cuba se establecerían colonias de profesores y estudiantes soviéticos gracias al « Plan de Socialización de la Enseñanza». A la verosimilitud de la historia de la pérdida de la patria potestad, contribuyó mucho la apertura en 1959 de varios centros juveniles para la formación en el espíritu revolucionario. Entre otros, la Escuela Militar Juan Manuel Márquez, la Escuela de Preparación Revolucionaria (del Sindicato de Empleados del Turismo) o la Escuela de Educación Revolucionaria Pedro M. Rodríguez (dependiente del Colegio de Técnicos Industriales). De hecho, en la apertura de la Escuela Militar Juan Manuel Márquez, Raúl Castro dijo que allí se iba a enseñar a los nuevos revolucionarios: «[…] a conocer quiénes son los enemigos de la revolución y cómo defenderse de ellos […] Es admirable ver a tantos jóvenes camaradas que aspiran a ser buenos revolucionarios, que quieren corregir las pocas deficiencias que aún les quedan»12. La reinauguración, el 1 de abril de 1960, de la Escuela de Reclutas Minas del Frío, en Sierra Maestra, extendió el miedo, en especial cuando fueron divulgadas por la propaganda unas imágenes en las que se veía la llegada a ese centro de los primeros mil alumnos «para ser educados en los principios del comunismo internacional». Según contó Fidel Castro al entonces ministro de Obras Públicas del primer gobierno revolucionario, Manuel Ray, en Cuba debían formarse veinte mil jóvenes para defender al régimen del «enemigo interior». Incluso en contra de la voluntad de sus padres, ya que: «seguramente esos niños iban a estar mejor [en los centros militares] de lo que estaban [con sus familias]»13. El primer director de la escuela de Minas del Frío, el capitán Evelio Laferté, aseguró que los fundamentos, la concepción y la organización del centro estaban en manos de Ernesto Guevara, que lo consideraba una «Escuela ideológica». En el discurso de bienvenida a los primeros alumnos, el comandante Guevara aseguró:

11

El Universal, Caracas, 19 de septiembre de 1961 y Diario de las Américas, Miami, 21 de septiembre de 1961. 12 Según la embajada de los Estados Unidos: “The establishment of political indoctrination schools in which the political thought of the nation is to be molden and reoriented smacks strongly of totalitarian tactics and does not inspire confidence in the future “freedom of thought” in Cuba”. NARA, RG 59, General Records of the Department of State, 1955-1959, Central Decimal File, Box No. 3085, 737.00 (W)/7-2159 CAA, Despatch No. 110, July 21, 1959. 6

«Hay una juventud nueva, hay toda una construcción. Es la Revolución en marcha, que está en las mismas lomas con los mismos propósitos, pero preparándose para una tarea mucho más linda […] que aquella tarea de matar, con todo lo que tuviera de significación, porque hay que matar para lograr la victoria. Hoy la victoria es nuestra […] y tenemos que consolidarla en el plano cultural y ustedes serán los encargados de […] lo que parecía sólo un sueño: la victoria y la Revolución socialista».

Ernesto Guevara, en otras ocasiones esquivo, no se arredró cuando uno de los alumnos le rogó que explicara los objetivos de la escuela:

«Ustedes serán constructores de un mundo nuevo, verán salir de sus manos a los hombres que van a construir el comunismo, verán surgir a los hombres que van a hacer desaparecer las clases de Cuba y con ello la lucha de clases, que van a hacer desaparecer todas las lacras del pasado, [ustedes] se habrán de forjar como hombres y mujeres nuevos.»14

3. La invasión de Bahía de Cochinos Todos esos sucesos fueron barridos de un soplo por el acontecimiento más grave que vivió Cuba desde el triunfo revolucionario: la invasión de Playa Girón de abril de 1961, conocida como Bahía de Cochinos en Estados Unidos por ser la ensenada donde está esa playa. Los invasores anunciaron que su causa era por la democracia y la república y pedían a los trabajadores, campesinos, estudiantes y militares que se incorporaran a sus fuerzas. Garantizaron además que su victoria sería el fin del comunismo y la garantía de elecciones libres en un plazo máximo de dieciocho meses. Mil trescientos cubanos desembarcaron en la Isla, pero la operación fracasó estrepitosamente debido a su mala organización y la falta de apoyo interno. Dos días antes del desembarco aviones militares norteamericanos habían realizado diferentes bombardeos, pero el presidente Kennedy alteró el plan inicial y ordenó que no hubiera más vuelos sobre 13

Entrevista a Manuel Ray Rivero realizada por Edmundo García. San Juan de Puerto Rico, agosto de 2008. Temas, La Habana, diciembre de 2008, p. 5. 14 «Discurso del comandante Ernesto Guevara en la escuela de Minas del Frío, Sierra Maestra, 1 de abril de 1960». CECG, http://www.centroche.co.cu/cche/?q=node/1559 7

territorio cubano, pero sin atreverse a cancelar un ataque diseñado durante la Administración Eisenhower. Tras la victoria, Fidel Castro desplegó una ola represiva desconocida hasta entonces. El nerviosismo era máximo debido a los bombardeos previos sobre La Habana y Santiago de Cuba y el temor a que se produjera un levantamiento interno. Por ese motivo ordenó la detención de decenas de miles de cubanos, pero con el objetivo prioritario de golpear a la Iglesia católica. Los arrestos llegaron a ser 45.000 en todo el país, incluso encarcelando a la mitad de los obispos católicos. Se requisaron colegios, hospitales y asilos de la Iglesia católica y se expulsó del país a más de un centenar de sacerdotes y religiosos. Los sacrilegios y torturas están bien documentadas, lo que reforzó el pánico general de los católicos cubanos. Entre tanto, la maquinaria revolucionaria no se detuvo, y el miedo a que los niños fueran separados de sus padres se agravó el Primero de Mayo. Una vez más, la Plaza de la Revolución de La Habana fue el escenario elegido por Fidel Castro para realizar tres anuncios capitales: 1) el ideario socialista de la revolución; 2) la prohibición de partidos políticos y 3) la nacionalización de todos los colegios privados, que eran mayoritariamente católicos. El Gobierno promulgó el 6 de junio el Decreto de Nacionalización General y Gratuita de la Enseñanza. Para darle jerarquía normativa, el Consejo de Ministros ordenó que la nueva norma se integrara en la Ley Fundamental de la República. La nacionalización se justificó así:

«[…] es evidente y notorio que en muchos centros educacionales privados, especialmente los operados por órdenes religiosas católicas, los directores y profesores

han

venido

realizando

una

activa

labor

de

propaganda

contrarrevolucionaria con gran perjuicio de la formación intelectual, moral y política de los niños y adolescentes» 15.

La prensa revolucionaria defendió la intervención con similares argumentos, aunque su tono fue más agresivo:

8

«Nos obligan a tomar los colegios porque los curas son unos conspiradores, esconden armas y predican la contrarrevolución en sus escuelas. […] Cinco sacerdotes españoles han sido arrestados, pero no los vamos a fusilar porque no queremos convertirlos en mártires»16.

A partir de entonces aumentaron en todo el país las conferencias sobre textos y figuras históricas del comunismo internacional, con los que se quería suplir a las viejas figuras patrias. El primero en ser estudiado fue Lenin y el texto inicial «Fundamentos del Socialismo en Cuba», del comunista Blas Roca. Además, todas las personas recién alfabetizadas tenían que hacer un trabajo sobre la revolución socialista. Ese mismo mes, el gobierno anuncio la fundación de las Escuelas de Instrucción Revolucionaria (EIR) con el método pedagógico del soviético Anton Kamarenko («Estudio, Trabajo y Vigilancia»). Como director nacional de esos centros se eligió al comunista Leonel Soto17, responsable último de la formación ideológica de la futura vanguardia revolucionaria en dichos centros. Entre otros, la Escuela de Ciudamar, en Santiago de Cuba; la Ciudad Escolar «Camilo Cienfuegos» en el Caney de las Mercedes (Sierra Maestra) y la de Caballete de Casa, en el Escambray. Pese al nulo respeto del régimen por la normativa vigente, en este caso la legislación revolucionaria también justificaba el miedo de las familias. Así, el artículo 45 de la Ley Fundamental de la República preveía la creación de instituciones para proteger a la niñez y la juventud contra el abandono moral y material18. Con este soporte normativo, el Estado podía declarar como «abandono» la negativa paterna a educar a sus hijos en los principios socialistas y arrogarse entonces el derecho de su educación al margen de los progenitores. Esta información trascendió cuando el Gobierno prohibió, a fines de septiembre de 1961, impartir o contratar clases particulares, medida que terminó con la extendida práctica de pagar a los antiguos profesores de los colegios privados para que dieran clases en los hogares de los niños que ya no podían asistir a sus escuelas. El Ministerio de Educación ordenó entonces que se inhabilitara a los docentes opuestos a la medida y que se

15

Gaceta Oficial de la República de Cuba, Primera sección, La Habana, Miércoles 7 de junio de 1961, año LIX, tomo quincenal número XI, número anual 109, pp. 10.657-10.658. 16 Revolución, La Habana, 12 de mayo de 1960. 17 En esa tarea contó con la ayuda de los exiliados comunistas españoles Herminio Almendros y Julio López Rendueles, de la Universidad de Oriente, ambos profesores de Vilma Espín, esposa de Raúl Castro e integrante del M-26-7 desde 1956. 18 José Bell Lara, Delia Luisa López García y Tania Caram León, Documentos…, p. 54. 9

denunciara a los padres que no quisieran enviar a sus hijos a los centros nacionales, las únicas autorizadas para impartir la educación dispuesta por el régimen. Por si todos esos indicios fueran insuficientes, la revolución creó varias organizaciones infantiles y juveniles para adoctrinar a los menores de 7 a 18 años. Para los niños de siete a trece, la Unión de Pioneros Rebeldes (UPR) y para los adolescentes de catorce a dieciocho años, la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), que pronto se convirtió en la más explícita Unión de Jóvenes Comunistas (UJC)19. Además se crearon también los Comités infantiles de Defensa de la Revolución (para muchachos de diez a trece años con más celo revolucionario, llamados a ser los cuadros dirigentes cuando alcanzaran la mayoría de edad). El primer secretario general de los Jóvenes Rebeldes (el comandante Joel Iglesias, que entonces tenía veinte años) declaró que los mejores estudiantes de Cuba se formarían ideológicamente en las escuelas rurales de la revolución según las consignas de Ernesto Guevara20:

«No puede haber defensa del país solamente en el ejercicio de las armas prestos a la defensa, sino que, además, debemos defender el país construyendo con nuestro trabajo y preparando nuevos cuadros técnicos […] Ahora esta tarea adquiere una importancia enorme; está a la misma altura que la del ejercicio directo de las armas»21.

Si a todo eso se suman las advertencias de la clandestina y contrarrevolucionaria Radio Swan y algunas emisoras de Miami (que recordaban con insistencia el caso de los niños españoles enviados a la URSS por los comunistas durante la Guerra Civil22) es fácil comprender que muchos padres creyeran que la Ley de Patria Potestad era inminente. Más

19

Rama juvenil del régimen nacida en abril de 1962 de la fusión de la Milicia Nacional Revolucionaria (heredera de la Juventud Socialista del PSP) y la Asociación de Jóvenes Rebeldes (fundada por Ernesto Guevara) 20 Guevara enseñó a Iglesias a leer y escribir con 14 años y en 1957 le salvó la vida tras la Batalla de Fomento al sacarle del frente malherido. Iglesias fue el comandante más joven de la revolución, ya que consiguió ese grado con 17 años. Para profundizar en este personaje Cfr. Joel Iglesias, De la Sierra Maestra al Escambray, La Habana, 1975. 21 Ernesto Guevara, «¿Qué debe ser un joven comunista?», El Socialismo y el hombre en Cuba, México, 1971, p. 47. 22 Las expediciones de menores españoles fueron organizadas por el Consejo Nacional de la Infancia Evacuada, creado por el gobierno del izquierdista Frente Popular en 1937. Los principales destinos fueron: Francia (veinte mil niños), Bélgica (cinco mil), Reino Unido (cuatro mil) y la URSS (tres mil niños). Otros menos conocidos fueron Suiza (ochocientos), México (alrededor de cuatrocientos) y Dinamarca (cien). 10

aún cuando otras cuestiones más complicadas (como la Reforma Agraria o las nacionalizaciones) ya habían estaban en marcha. En síntesis, existía un ambiente general entre la burguesía cubana de que, en cualquier momento, se promulgaría una ley para evitar que los niños se criaran con sus padres. En octubre 1962 estalló la Crisis de los Misiles, bien conocida por su gravedad. A partir de esa fecha, cesó la llegada de menores por la cancelación de los vuelos entre La Habana y Miami. Supuso el final de la Operación Pedro Pan, aunque varias decenas de niños llegaron en los tres años siguientes vía España y México.

4. Organización del proceso migratorio De los 14.048 niños exiliados, el 70 por ciento fueron varones. La media de edad estaba alrededor de los doce años23. Aproximadamente siete mil tenían algún familiar o conocido que los acogió en los primeros días. La otra mitad, y siempre que tuvieran más de doce años fue enviada a centros de menores (Foster Homes), sostenidos a través de fondos federales y que en algunos de casos no reunían las condiciones adecuadas. En Florida, por ejemplo, hubo cuatro o cinco campamentos (dependiendo de la época), los más conocidos Florida City o Matecumbe. En el primero se grabó una película en 1961 en el que se explicaban las condiciones de vida. La operación, inicialmente calculada para un máximo de 260 niños por un tiempo no superior a un año, contó con la colaboración del consulado británico en La Habana, dispuesto a emitir visados de entrada en Jamaica, que entonces era una de sus colonias. Sin embargo, la realidad no tardó en desbordar todas las previsiones hasta convertirse en una verdadera avalancha para la que no estaba preparado el estado de Florida ni el gobierno federal norteamericano. Uno de aquellos niños es el hoy historiador de la Universidad de Yale, Carlos Eire, que entonces tenía once años. Su relato es una muestra de cómo se producía la salida de Cuba y la intimidación que sufrieron muchos menores:

23

Entre los niños Pedro Pan están los políticos Mel Martínez (que llegó a ser ministro de Vivienda con George W. Bush), el congresista demócrata por Nueva Jersey, Bob Menéndez, y el ex embajador de Estados Unidos en España, Eduardo Aguirre. También, el empresario Armando Codina, el músico Willy Chirino, el catedrático de Yale Carlos Eire o la periodista Yvonne Conde. 11

«Me montaron en un avión y me mandaron para Miami con una maleta que contenía dos pares de medias, dos camisetas, dos calzoncillos, dos camisas, un pañuelo, un suéter, una chaqueta y un libro. […] Ni juguetes, ni recuerdos, ni dinero, ni joyas tampoco. A mi hermano Tony y a mí nos desnudaron hasta los calzoncillos en el aeropuerto de Rancho Boyeros […] para que un miliciano pudiera asegurarse de que no estábamos escondiendo ningún tesoro».

El régimen cubano utilizó esa arriesgada operación para intimidar a las familias y demostrar el desprecio que sentía por los que se iban:

«Lo peor era cuando te jalaban el elástico del calzoncillo y te registraban las nalgas y los genitales para ver si llevabas algo escondido. Un momento. Mentira. Creo que lo peor era cuando se burlaban de lo que estaban viendo»24.

En la práctica totalidad de los casos, los menores salían de Cuba con un visado de estudios. Las escenas que se produjeron en el aeropuerto de La Habana fueron desgarradoras. Niños muy pequeños que eran llevados a un avión por personal aéreo para realizar una trayecto de apenas sesenta minutos, pero sin billete de vuelta. A su llegada a Miami, oficiales de inmigración accedían a los aviones e iban llamando por lista a todos los niños. Algunos viajaban con hermanos, pero la norma general era que lo hicieran solos. Una vez en tierra, se les concedía asilo político y Cáritas Miami, a través de la Catholic Welfare Bureau (CWB)25, se encargaba de ellos. Una vez identificados, se les trasladaba a un campamento infantil, con la excepción de aquellos que ya tenían familiares en Norteamérica. La desorientación y la angustia fueron las notas dominantes entre los niños. Los menores no comprendían porqué sus padres les habían enviado a un lugar extraño, solos, sin conocer el idioma y sin saber adónde iban a ir más adelante. Muchos hermanos fueron destinados a centros de menores diferentes. En general, pasaban una revisión médica, se les bañaba y se asignaba una cama en los barracones. A partir de

24

Carlos Eire, Nieve en…, p. 97. La denominación oficial de Cáritas en Estados Unidos es Catholic Charities USA. Varios cientos de menores era judíos, protestantes o sin adscripción religiosa. Los niños judíos se entregaban al National Jewish Refugee Center y los evangélicos al World Church Council. 12 25

entonces, comenzaba la rutina escolar durante seis días por semana, al tiempo que se les buscaba una familia de acogida temporal. Las descripciones de los menores eran como la que sigue:

«Eduardo Roberto González Dorta, nacido el 13 de octubre 1954 (8 años), natural de La Habana. Hijo de Roberto (38 años, albañil) y Silvia (27, lavandera). Roberto es un muchacho limpio, obediente y respetuoso. Es callado y con una expresión de angustia constante. Es estudioso, pero no avanza mucho debido a que anhela estar con su madre»26.

Al temor de las familias se unió el de los obispos católicos y episcopalianos. En este último caso, Paul A. Tate, asistente del secretario general del «Consejo Nacional de la Iglesia Protestante Episcopal», se comunicó con la Secretaría de Estado norteamericana para transmitir su preocupación por los fieles evangélicos de Cuba y se ofreció a becarlos en escuelas de los Estados Unidos27 En aquel crítico momento no hacía falta preocuparse sólo por lo que podía pasar, sino por lo que ya ocurría: las forzosas misiones revolucionarias de adolescentes en el campo o los reclutamientos para cumplir con el Servicio Militar Obligatorio. Para muchas familias ese mandato legal confirmaba que los comunistas iban a quitarles a sus hijos muy pronto. ¿Qué alternativa les quedaba? Sacarlos de Cuba para darles una oportunidad, para que crecieran en libertad siquiera los meses que ellos calculaban que iba a durar el régimen. Amplios sectores opositores consideraban que un régimen revolucionario y que se encaminaba claramente al comunismo, no iba a ser tolerado por Estados Unidos. Los responsables del programa fueron el sacerdote católico irlandés Bryan O. Walsh, de treinta años, director del CWB, y el entonces director de Ruston Academy de La Habana, el protestante James Baker. Ambos ayudados por unos trecientos cubanos y estadounidenses, la mayoría católicos, que vivían en la Florida. Una tercera persona, la profesora británica Penny Powers28, residente en La Habana, se convirtió en el enlace en Cuba, además de ser la informadora principal del gobierno del Reino Unido. 26

«La manzana perdida/The Lost Apple», Pedro Pan children documentary depicts life in the Florida City Camp (Miami), United States Information Agency 1962/3, running time 2’40’’- 4’41’’. 27 NARA, RG 59, General Records of the Department of State, Bureau of Inter-American Affairs Office of Coordinator of Cuban Affairs (ARA/CCA), Subject Files, 1960-1963, «Education & Educational ExchangeGovernment Officials & Org. (Cuban), 1961», Lot File # 63D402, Box No. 17, November 3, 1961. 28 Otras personas también aparecen en los archivos eclesiásticos de la archidiócesis de Miami. Por ejemplo, Bertha Finlay, Sergio y Serafina Giquel, Sara del Toro, Ramon y Polita Grau, o Albertina O’Farril. 13

Los menores viajaron sin acompañamiento, pero con el permiso expreso del gobierno cubano, que era el único que podía autorizar su salida del país. Por su parte, Estados Unidos concedía una exención de visado a los menores (conocido como Visa Waiver Program), que de este modo podían entrar en el país. Por lo tanto, la versión de vuelos clandestinos rumbo a Miami que el mismo Fidel Castro ha contado en varias ocasiones, es falsa:

«La Operación Peter Pan [fue] el secuestro, prácticamente, de catorce mil niños […] enviaron clandestinamente a Estados Unidos a catorce mil niños […] lograron asustar a mucha gente y se facilitó aquello del éxodo, del envío clandestino, y muchas familias se separaron para siempre»29.

Inexplicablemente, el Departamento de Estado dejó de expedir visas, pero a cambio otorgó validez de visado a cartas firmadas por el P. Walsh que confirmaran que el portador era un menor al amparo de la Operación Pedro Pan. La existencia estos documentos especiales se difundió por la Isla a gran velocidad. Ante la dificultad para obtener el visado auténtico, muchos padres optaron por falsificarlo, por lo que el número de niños «autorizados» a viajar aumentó de manera dramática. Por este motivo la legión de menores tuvo que ser distribuida en casi cien ciudades de treinta y cinco estados diferentes, algunos tan ajenos al clima y la cultura cubana como Illinois o Delaware. Pese a que el 90 por ciento de los menores ya habían logrado reunirse con sus padres en junio de 1966 (entre cinco años después del comienzo del éxodo), la colaboración de los religiosos cubanos fue un elemento más de fricción entre el gobierno cubano y la jerarquía católica, acusada por Fidel Castro de «desalmada»:

«Una de las cosas más monstruosas es que ahí estuvo comprometida la Iglesia, la alta jerarquía […] Ellos inventaron el decreto falso, lo divulgaron, y se llevaron a 14.000 niños a base del miedo y del terror»30.

29 30

Ignacio Ramonet, Fidel Castro, biografía…, p. 217. Ignacio Ramonet, Fidel Castro, biografía…, pp. 218-219. 14

Si la anterior afirmación fuera cierta, el gobierno revolucionario sería cómplice del delito, ya que no tuvo el menor reparo en autorizar los viajes de los menores no acompañados. Incluso si se acepta la versión de Castro, su gobierno podría haber prohibido el éxodo, con más razón aún si la Ley de Patria Potestad era una invención. Pero no lo hizo porque le convenía la destrucción de la clase media, mayoritariamente católica y vivero de opositores, y la separación de las familias. También porque impedirlo hubiera supuesto confirmar los rumores, empeorando aún más la situación para el gobierno revolucionario. Conseguido ese objetivo, el régimen cubano entorpeció cuanto pudo la reunificación familiar y demoró la salida de miles de padres con excusas peregrinas. En general, alegó que la profesión de los solicitantes era vital para la revolución, con independencia de que fueran médicos o peones camineros. En unas ocasiones les retiraba el permiso de salida en el mismo aeropuerto o decía que los asientos del avión tenían que ser ocupados por otras personas. Al contar los documentos de salida con una fecha cerrada, los padres perjudicados tenían que volver a realizar todo el proceso de solicitud que, en el mejor de los casos, tardaba otro año entero. Además, a partir de 1963, se prohibió la salida de Cuba de todos los jóvenes de entre quince y veintiséis años, alegando que debían cumplir con sus obligaciones militares. En estos casos, sí se permitió el exilio de sus padres, lo que contribuyó aún más a las separaciones familiares.

5. Conclusiones ¿Qué empuja a unos padres a desprenderse de un hijo menor de edad y enviarlo en solitario a una aventura incierta? El miedo. Y junto a él las garantías de los actores principales (Iglesia católica y Gobierno norteamericano). Esos padres sabían que sus hijos iban a sufrir tremendamente, pero para ellos era mil veces peor que cayeran en manos comunistas y perdieran su fe y sus valores. El análisis de las circunstancias relacionadas con demuestra que la amenaza de retirar la patria potestad era creíble. Por otra parte, es innegable, que los padres ejercieron un derecho fundamental al decidir qué hacer con sus hijos. La Operación Pedro Pan se convirtió en un problema político de primer orden, una pieza más del pulso mantenido entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, en este caso, en Cuba.

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Sin embargo, las familias cubanas fueron utilizadas por ambos países. En el contexto de la Guerra Fría, cualquier campo era válido para debilitar al enemigo. La Administración Kennedy exageró la gravedad de la situación y utilizó a la Iglesia católica en beneficio propio para socavar el respaldo al gobierno revolucionario y provocar un levantamiento interno. Los exiliados participaron activamente en la operación, tanto por motivos humanitarios como políticos. Su colaboración con la CIA está demostrada, en especial en la llamada Operación Grieta31, que tenía como fin presentar las atrocidades del régimen de Castro y divulgar sus métodos contra los valores familiares, los derechos humanos y la economía de mercado32. Dicha conspiración propagandística formaba parte de la más amplia y conocida Operación Mangosta33, nombre en clave de las acciones subversivas de la CIA. Cuba también se aprovechó del conflicto para proseguir con su destrucción de la sociedad civil y empujar al exilio a miles de opositores. Al mismo tiempo, utilizó la operación para demostrar que no restringía la salida de sus ciudadanos, y que las acusaciones de adoctrinamiento comunista eran infundadas. Finalmente, estas maniobras contrarrevolucionarias sirvieron a Fidel Castro para justificar el emplazamiento cohetes atómicos en su territorio. Por último, la Iglesia católica actuó con una mezcla de compasión y cálculo político, ya que su respaldo a la Operación Pedro Pan reforzaba la credibilidad de la amenaza contra las familias y reducía el apoyo a la revolución, algo que evidentemente interesaba a los obispos. De nuevo, influyó la convicción de que la situación era transitoria, y que Estados Unidos, llegado el momento, invadiría el país. Tal y como había hecho en Guatemala en 1955 para derrocar al izquierdista Jacobo Arbenz. Como ocurre en todos los conflictos bélicos, los niños fueron las primeras víctimas del enfrentamiento.

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NARA, RG 59, General Records of the Department of State, Bureau of Inter-American Affairs Office of Coordinator of Cuban Affairs (ARA/CCA), Subject Files, 1960-1963, Miami June-December, 1961, Lot File # 63D402, Box No. 21, «Operación Grieta», October 3, 1961. 32 El organismo debía crear: «equipos bien orientados y con cuidadosa y fidedigna documentación que machaquen los temas citados ante diversos niveles de opinión en la América Latina». La acción contó con abogados, estudiantes, obreros y periodistas que prepararon informes y artículos y organizó encuentros en toda América para desprestigiar al gobierno cubano. 33 Organizada tras el fracaso de la invasión de Bahía de Cochinos, la Operación Mangosta realizaba operaciones de guerra económica, desinformación, sabotajes y ataques terroristas para provocar el derrocamiento del régimen comunista cubano. 16

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