Olesti, O.; Carreras, C. (2015) De servus a propietario agrícola: el esclavo en el mundo de la producción anfórica en el Ager Barcinonensis — From Servus to Landowner: the slave in the Amphora Production System in the Ager Barcinonensis. Actes XXV Congres de GIREA

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Descripción

De servus a propietario agrícola: el esclavo en el mundo de la producción anfórica en el Ager Barcinonensis — From Servus to Landowner: the slave in the Amphora Production System in the Ager Barcinonensis Oriol Olesti Vila Universitat Autònoma de [email protected] César Carreras Monfort (UAB) Universitat Autònoma de [email protected] Resumen: El artículo analiza las formas de propiedad en época alto-imperial en el territorio de la colonia de Barcino y su relación con la producción vitivinícola y anfórica. El estudio ha permitido identificar la estrategia productiva de algunas gentes de la colonia, y como la producción anfórica implicó una importante mobilidad social y territorial. Se analiza el papel que en este “paisaje social” tuvieron algunos esclavos y libertos, que desarrollaron tareas como institores y que incluso, en algunos casos excepcionales, alcanzaron la condición de propietarios agrícolas. Palabras clave: Institor, liberto, fundus, toponímia. Abstract: e paper analyzes the main forms of property during the Principate in the colony of Barcino and its relationship with the wine and amphorae production. e study allows us to identify production strategies of some families (gentes) from the colonia, and how amphorae production implied an important social and territorial mobility. e role of slaves and freemen is analyzed within this “social landscape”, who developed tasks as institores and even, in some exceptional cases, they reached the condition of landowners. Key words: Institor, Freedman, Fundus, Place-names.

Hace ya algún tiempo iniciamos el estudio del Ager Barcinonensis (Barcelona) como modelo metodológico para el análisis de lo que hemos llamado el “paisaje social” de una ciudad antigua (Carreras, Olesti 2002; 2008; 2013). En el caso de Barcino, su fuerte implicación en la producción vinícola entre los siglos I-II d.C. – como verdadera capital de la Layetania – nos llevó a centrarnos en los diversos elementos territoriales y sociales de esta actividad económica. Se trataba de estudiar no sólo los datos procedentes del paisaje antiguo (desde las pautas de poblamiento, a los propios límites de las propiedades fundiarias, pasando por los talleres productores de ánforas o las residencias de los propietarios), sino su interacción con los grupos sociales que definieron y construyeron esos propios espacios. El objetivo de nuestro trabajo no es el estudio de un paisaje “per se”, el análisis de su morfología antigua y de su poblamiento, sino analizar cómo las relaciones sociales de producción y de explotación se plasmaron en un determinado territorio, y como ello nos ayuda a comprender y explicar la evolución de aquellas comunidades y sus diversos sectores sociales, desde el mundo de los propietarios al de los dependientes.

1. Unos primeros datos sobre la distribución fundiaria La deductio de una colonia de derecho romano como Barcino implicaba la adsignatio de la tierra a las colonos, tierra que por lo tanto se convertía en propiedad efectiva, dominium, del colono ciudadano romano. El marco más probable para la asignación de estos lotes fue sin duda la centuriatio de su territorio, pero en el paisaje actual no sólo hemos conservado restos arqueológicos de esta estructura territorial romana (Palet, Orengo 2009; Olesti 2012), sino que existen otros indicios de la repartición original y de la estructura de la propiedad de esta colonia que se han conservado en otro tipo de elementos vertebradores del espacio, como son los topónimos de origen antiguo, conservados especialmente en la documentación alto-medieval. Si tenemos en cuenta el papel de la tierra como un referente básico para los nuevos colonos, es lógico suponer que buena parte de las gentes fundacionales de la colonia fueron propietarias de tierras en el ager de Barcino. Además, es posible pensar

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que sus lotes iniciales debían encontrarse en el territorio colonial, conservando el nombre del a primer propietario, el ocabulum fundi. Si efectuamos un rápido análisis de la epigrafía de la colonia augustea de Barcino (IRC IV: 403-405), es posible apreciar que la mayor parte de las familias notables de la ciudad –identificadas por el número de personajes mencionados, así como por el ejercicio de magistraturas- aparecen ya documentadas en inscripciones del siglo I d.C., lo que permite acercarlas al período fundacional (Granados, Rodà 1993: 13). Gentes como los Minicii, Valerii, Licinii, Gavii o Porcii forman parte ya de estas familias fundacionales de la colonia, y al menos hasta bien entrado el siglo II seguirán apareciendo en la epigrafía honorífica y monumental. Algunas de estas familias accedieron al rango ecuestre o incluso senatorial, y establecieron fuertes vínculos con otras élites de la provincia o de la misma Roma. Sin ánimo exhaustivo ni estadístico, podemos destacar también otros linajes que, ya sea por el número de miembros documentados o por la presencia de personajes de rango senatorial, pueden considerarse familias preeminentes de la colonia. Se trata de gentes como los Aemilii, Domitii, Fabii, Iulii, Pedanii, Trocina, etc. Una primera etapa de nuestro estudio ha consistido en localizar en el territorio de la colonia topónimos fundiarios originados en los nomina o cognomina de las familias documentadas. Esta búsqueda, sin embargo, no se puede limitar estrictamente al hipotético territorio de Barcino, dado qué, como sabemos, existían fuertes vínculos entre las élites de las diversas ciudades, y era muy frecuente el caso de personajes que poseían fincas en ciudades vecinas. De hecho, la epigrafía muestra claramente la existencia de personajes Barcinonenses que desarrollaron cargos en otras ciudades vecinas, con las que mantenían fuertes contactos (clientes, amici…), reflejando probablemente la existencia de propiedades en su territorio. Por ello, nuestro estudio ha abarcado un radio alrededor de Barcino que afectará el territorio de ciudades vecinas, como Egara (Terrassa), Baetulo (Badalona), Iluro (Mataró) o Aquae Calidae (Caldes de Montbui). Creemos que en esta etapa de la investigación no podemos pretender identificar con precisión los límites de estos centros. En lo que concierne a la cronología, la mayor parte de nuestra información, tanto arqueológica como epigráfica, abarcará el período que va de Augusto a finales del siglo II d.C. Este es precisamente el período de mayor efervescencia de las producciones vinícolas layetanas, con un elevado volumen de marcas anfóricas, y donde también el registro epigráfico monumental es más rico. Lógicamente, no podemos fechar por ellos mismos los topónimos alto-medievales, pero la fuerte relación entre los nombres de fundi y los personajes recogidos a las inscripciones del siglo I y II nos permiten centrar en este marco temporal nuestra investigación. Ya en diversas publicaciones hemos mostrado el alcance de este tipo de trabajos, pudiendo demostrar con notable fiabilidad la elevada correlación entre las principales gentes de la ciudad, la existencia de sus fundi en el paisaje rural – documentado por la continuidad del topónimo en la documentación alto-medieval –, y la presencia en el lugar de indicios arqueológicos significativos. Serían los casos bien conocidos de la gens Porcia (Porciano), Minicia (Mizano), Licinia (Liciano), Titinia (Ticiano), Domitia (Domezar), Gavia (Gavano), Valeria (Valeriana), Cornelia (Corneliana), Clerania (Clerano), Quintia (Quintiano), Aemilia (Villa de Milanos), etc. (Carreras, Olesti 2008; 2013; Olesti, Carreras 2012). También la presencia de estas gentes sobre el territorio ha podido ser documentada por la presencia de miembros de la gens implicados en la actividad amfórica, apareciendo frecuentemente en las estampillas procedentes de los talleres de la zona: personajes de la gens Porcia, Minicia, Cornelia, Valeria, Licinia, Aemilia, etc. (Figura 1).

Figura 1: Principales yacimientos y fundi mencionados en el texto.

2. El territorio de Barcino: Los grupos dependientes y la promoción social La toponimia alto-medieval no solo recoge la pervivencia de los fundi de las grandes familias de la colonia, sino que algunos casos privilegiados nos han permitido observar también la pervivencia de propiedades en manos de personajes de origen servil, normalmente libertos que tuvieron una notable promoción social y alcanzaron el rango de propietarios rústicos. Se trata de topónimos formados no sobre un gentilicio, sino sobre un cognomen. En el territorio de Barcino tenemos algunos ejemplos de este tipo de nombres de fundi originados en cognomina, como Nisiano o Nimphiano (Olesti, Carreras 2012). Un tercer ejemplo, más reciente, podría ser el de Felix, documentado en el Castrum Felix, actual Castelldefels, mencionado ya

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en el año 967. En el lugar se halló una villa romana, fundada en época augustea y con una fase de expansión del siglo II d.C., donde se halló una inscripción dedicada a C. Trocina Synecdemus (IRC IV: 112). El origen del topónimo debe buscarse en el cognomen Felix, nada medieval, que nos vincula a algún personaje de origen antiguo y probablemente servil. En el registro epigráfico de Barcino tenemos dos personajes con este cognomen, Q. NONIUS FELIX, probable liberto de 1ª mitad del siglo I (IRC IV: 194), y C. GRANIUS FELIX, un amicus de L. Licinio Segundo (IRC IV: 96). En el registro arqueológico tenemos algún paralelo, como la marca FELI(cis) conservada sobre ánfora Dr. 2/4 de los hornos de St. Boi, pero también en la marca FE asociada precisamente a la marca SYNE de St. Vicenç dels Horts, en una misma pieza. Ello permitiría vincular a dos personajes de origen servil, Synecdemus y Felix, no solo a un lugar de producción, el taller anfórico de St. Vicenç dels Horts, sino también a su lugar de residencia, en las inmediaciones del actual Castelldefels1. También tendríamos el caso de Silviano, Silvià, topónimo alto-medieval identificado en la zona de Horta, no muy alejado de la villa romana de Can Cortada (Banks 1984: 607), y que creemos puede proceder de un fundus Silvianum o Silvanum. La presencia del cognomen Silvanus no es infrecuente en Barcino. Se conocen directamente tres personajes con este cognomen, entre ellos C. Iulius Silvanus (IRC IV: 66), edil de Barcino, hijo de Caius Publicius Melissus, séviro augustal (IRC IV: 11, 109) y liberto municipal. Otros posibles ejemplos en el área de Barcino serían Cervilione (Cervelló, castro Cervilioni, año 904 – CSC 2 –, indicativo de un Servilius), Primiliano (año 966, indicativo de Primulus) o Sirviano-Serriano (años 1018-1028). Todos ellos parecen poder vincularse a personajes de origen servil, documentados en la epigrafía de la colonia, que dieron lugar a nombres fundiarios, probablemente a raiz del éxito en sus negocios. En realidad, la epigrafía monumental puede ayudarnos a confirmar este éxito social, quizás tiempo después, si personajes como Domitius Primulus (IRC IV: 157)2 o el senador Iulius Servianus pudieran vincularse a estas propiedades originales, Primiliano y Sirviano respectivamente. 3. Los fundi identificados a partir de los datos arqueológicos No solo la toponimia nos ha permitido dibujar este “mapa” de propiedades alto-imperiales. Algunos hallazgos arqueológicos nos han permitido completar la estructura de la producción en el ager Barcinonensis, e identificar algunos de los fundi no conservados en la toponimia medieval. Es el caso por ejemplo del fundus de la gens Iulia, una gens bien documentada en la epigrafía de Barcino con más de 40 personajes, pero que no ha dejado trazas en la toponimia del territorio3. Hace ya algunos años, se halló en la Villa del Mas Oliveres (St. Just Desvern) una inscripción funeraria rural de dos miembros de esta gens, M. Iulius Aceptus y su hija Iulia Quieta (IRC I: 5), en la que parece ser una de las fincas de esta familia. La participación de esta gens en el negocio vitivinícola está bien documentada por diversas marcas anfóricas procedentes de talleres cercanos, como el de St. Boi, con personajes de origen probablemente servil como IULI ANICETI, O( fficina)IULI THEOPH(ILUS), o O( fficina)IULI ANTER, con dos ejemplos de officinatores. Como sucede en los casos de Domitii o Valerii (Olesti-Carreras 2012) la finca se halla en una zona algo interior, no muy alejada de las áreas de producción alfarera, río abajo. Podría no ser el único fundus de esta gens, si consideramos la posibilidad que uno de estos libertos, Iulius Anicetus, pudiera a su vez haber alcanzado el grado de propietario fundiario. Recientemente ha sido hallada en la villa de Can Cabasa (St. Cugat del Vallés) una inscripción rural de difícil datación donde aparece un Anicetus, un cognomen raramente documentado en esta zona de Hispania (IRC I: 203 suppl.). También podría ser el caso de Valeria alusa, y su marido L. Valerio Hedisto – seviro augustal en Barcino (IRC IV: 113) –, que gracias a un grafito de propiedad podemos ubicar en la villa de Torre Llauder, en Mataró. No sabemos si se trata de la pareja propietaria o simplemente los institores de una finca más de la gens Valeria, pero en cualquier caso no deja de ser significativa la presencia de los libertos en Barcino y en Iluro al mismo tiempo. Más adelante retomaremos esta cuestión. Más significativo aún nos parece el caso ya mencionado de C. Trocina Synecdemus, liberto y Seviro Augustal de Barcino. Como hemos visto, en Castelldefels (Castrum Felix), en el Baix Llobregat, se localizó un pedestal honorífico dedicado al personaje (IRC IV: 112), asociado a la presencia de una notable villa alto-imperial, quizás inicialmente propiedad de un personaje denominado Felix (quizás Q. Nonius Felix), pero que debió llegar a manos del personaje homenajeado. La presencia de un miembro de origen servil de la gens Trocina, bien conocida por sus contactos con la Licinia y especialmente con L. Licinius Secundus (IRC I: 125) a traves de C. Trocina Onesimus, hizo ya plantear la existencia de una propiedad de esta gens en el Baix Llobregat, en el solar de la villa de Castelldefels (Fabre et alii 1997). Recientes hallazgos arqueológicos han confirmado esta posibilidad. Se trata de la localización en los talleres anfóricos del “Forn del Mercat” (St. Vicenç dels Horts)

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de restos de ánforas con la marca SYNEC(demus), un cognomen poco conocido en Hispania, que sin duda debe ponerse en relación con el personaje documentado en el cercano Castelldefels (Morera et alii 2010). La cronología de las ánforas, circa 20 d.C. (naufragio de La Giraglia), puede muy bien corresponderse con las fases iniciales del personaje, que llegó al Sevirato Augustal en época flavia (Gorostidi 2012). Se trataría de un ejemplo de esclavo y liberto dedicado a la producción anfórica, que por su éxito económico accedió al rango de Seviro Augustal y propietario fundiario. Otro ejemplo similar es el de L. Pedanius Epictetus (Rodà et alii 2005). El año 2002 se halló en el Veral de Vallmora (Teià, Maresme), un centro industrial vitivinícola alto-imperial, un signaculum de plomo con la leyenda EPICTET(us) L(uci) P(edanii) CLEMENTIS, que podemos interpretar como el esclavo Epictetus, de Lucius Pedanius Clemens. Como ha destacado ya Rodà, se trata de dos personajes bien documentados en la epigrafía Barcinonense de época Trajanea: el liberto L. Pedanius Epictetus (IRC IV: 106), y Lucius Pedanius Clemens (IRC IV: 107, 108). Parece, pues, que en esta propiedad estaría actuando un esclavo implicado en el negocio del vino, Epictetus, que poco tiempo después se convertiría en liberto de la gens Pedania, llegando a ser Séviro Augustal de la colonia. La ubicación de este liberto de la gens Pedania en Teià podría no ser casual, si el origen del topónimo de Teià pudiese relacionarse con otro personaje mencionado a la epigrafía de Barcino, Lucius Pedanius Atilianus (IRC IV: 68) y la existencia de una probable gens Atilia vinculada estrechamente a la Pedania4.

4. La epigra!ía de la producción. Ánforas, sellos y alfarerías Como hemos indicado, una de las fuentes más importantes para conocer la ubicación de fundi y gentes sobre el territorio de Barcino procede de la información proporcionada por los sellos anfóricos. Se trata de los sellos localizados en los centros alfareros, estampillas que permiten identificar y ubicar sobre el territorio a los personajes implicados en estas producciones, con sus nomina y cognomina. En los últimos años, se ha ido completando la catalogación de marcas cerámicas vinculadas a los lugares de producción vinícola próximos a la actual ciudad de Barcelona (Carreras, Guitart 2009; Carreras et alii 2012). Se trata de una epigrafía sucinta, con nombres abreviados de difícil interpretación en objetos de uso cotidiano (instrumentum domesticum), que poco a poco van siendo interpretados al vincularlos a otros datos del territorio: epigrafía monumental, restos arqueológicos y toponimia del lugar. Se trata de marcas ligadas a los procesos de producción – para algunos de los productos envasados y para otros, simplemente, del envase – que identificarían al responsable del producto final. Gran parte de los nombres presentes son de origen griego, y por lo tanto pueden ser interpretados como personajes de carácter servil, participando de un proceso de producción en que otros personas, de condición libre, ejercerían la propiedad. No siempre es segura la identificación entre un cognomen griego y un esclavo o liberto, pero en el caso de Barcino la correspondencia es en muchos casos muy convincente, puesto que algunas inscripciones funerarias recogen explícitamente la condición de liberto del personaje mencionado con cognomen griego. En la legislación romana, las fuentes documentan el uso de personal dependiente – esclavos –, e incluso libre – libertos –, para realizar actividades económicas o transacciones, ocasionalmente o de forma permanente, en nombre de sus amos (Aubert 1994: 46). Cicerón (Fam., 1, 3; 12, 29; 13, 38) alude a agentes (libertos, procuradores) junto con la familia (en este caso esclavos), realizando negocios comerciales en las provincias en nombre de negotiatores como A. Trebonius, L. Lamia o L. Bruttius. La práctica de representación comercial se podía otorgar a un institor, un dependiente liberto o esclavo, y frente a él se podía apelar con una actio institoria, una reclamación ante el pretor para proceder contra el principal en caso de un negocio fallido o una disputa, tal y como aparece bien documentado en el Digesto 14, 3, 3. En el Digesto aparecen todo tipo de oficios como el de cultivar los campos, llevar una mesa de cambio, una tienda, un negocio o una industria (por ejemplo una batanaría), de lo que se desprende que el uso de institores era común en la vida económica romana. El territorio de la Colonia Iulia Faventia Barcino ha permitido analizar algunos casos que muestran esta práctica de negocios relacionados tanto con la producción vinícola como sobre todo con la producción alfarera de este tipo de ánforas. Se trata especialmente de la promoción de algunos personajes que aparecen reflejados en la epigrafía monumental de la ciudad y en las marcas de ánfora y dolia locales (Carreras, Olesti 2008; Olesti, Carreras 2012 y e.p.). Debemos recordar que con la deductio de Barcino, todo el territorio se dedicó a una intensa producción vinícola, que aparece constatada por numerosas instalaciones de prensado de uva, piscinas de decantación de líquidos y zonas de almacenaje en dolia5. Además de las estructuras arqueológicas de producción vinícola, también se documentan centros de producción de ánforas – los envases que comercializarán este vino hasta distintos puntos del Imperio. El detalle más interesante de la producción de estas figlinae – centros productores de cerámica – es que marcaban algunos de sus productos, como las ánforas o dolia, con sellos que

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podían identificar a los distintos responsables de la producción desde los propietarios a los operarios. A primera vista, estas marcas permiten establecer una distinción entre personal servil, identificados por cognomina en la mayoría de casos de origen griego – como EPAPR [hoditus] –, y personal libre con duo o tria nomina (Berni Revilla, 2008). Si bien esta división en categorías sociales parece evidente, y podrían reflejar los distintos actores dentro de una cadena de dependencia, no resulta tan sencilla su interpretación, si se considera que se enmarca dentro de las actividades del taller cerámica (officinator y subordinados), o bien en la esfera de la producción vinícola (possessor y vilicus). Según Aubert (1994 246-248), las marcas deben representar a los propietarios o arrendatarios de las fincas (fundus, praedia), o de los lugares de extracción de arcilla (figlinae), o de los talleres de producción (officina), como es el caso de los productores de ladrillos. Esta presunción se basa en el trabajo de Manacorda (1989) sobre los lugares de producción de ánfora próximos a Brindisi en que aparecen personajes senatoriales y personal servil. Ahora bien, ¿se puede reproducir el mismo modelo para otras áreas geográficas como la Tarraconense? Esto no resulta tan evidente, y por ahora preferimos ser prudentes. Un buen ejemplo podría ser el taller de ánforas de Santa Caterina (área suburbana de Barcino) en que no se ha encontrado la estructura del horno pero si un basurero con rechazos de ánforas Pascual 1 y Dressel 2-4 (Aguelo et alii 2006; Carreras, Guitart 2009) y alrededor de 80 sellos de ánforas con distintas frecuencias. Entre los sellos destaca la presencia de un posible tria nomina, PLOC – P( ) L( ) OC( ), y una serie de nombres de carácter servil como LAET( ), LESB( ), EPAPR( ), AVC( ), PHI( ) y PRI( ). Al tratarse de un taller próximo a la ciudad no se encuentra vinculado a ninguna zona de producción vinícola tipo villa, y parece que envasaba los vinos de toda la zona del Pla de Barcelona, que llegaría hasta aquí en odres o toneles.

5. La complejidad de la interpretación de los sellos de ánfora A pesar que se conocen cada vez más marcas de ánforas, su interpretación sigue siendo controvertida. Un reciente hallazgo de una variante de la marca M.PORCI con la terminación FIG(lina) documentado en Châteaumeillant (Cher) (Laubenheimer, Barthélemy-Sylvand 2010), sugiere que la marca identificaría la alfarería o la propiedad de la misma, en este caso de un M(arcus) Porcius. En el caso de nombres serviles, no serían tanto los propietarios como los operarios (officinatores - institores) de la alfarería. También recientemente, se ha documentado una variante PORCI.F en Auterive (Alberghi 2006) que podría interpretarse de nuevo como F(iglina). La gran difusión de la marca M.PORCI por el Mediterráneo Occidental entre el 15 a.C.-25 d.C. había provocado que algunos autores sugirieran la posibilidad de que identificara el nombre de un comerciante de origen narbonense (Pena 1999) o campano (Etienne, Mayet 2000), a partir de la comparación de gentilicios. Sin embargo, la respuesta estaba en el propio territorio layetano, ya que la marca M.PORCI es muy frecuente en Baetulo (Badalona), la ciudad colindante con Barcino, en donde se han hallado un total de 77 marcas en distintas acepciones, e incluso el estudio de la pasta cerámica había coincidido con el taller de ánforas de Can Peixau (Badalona) (Buxeda y Gurt, 1998). Recientes excavaciones en la Illa Central (Can Fradera), han documentado una officina productora de ánforas con 3 hornos con una extensión de unos 5000 m2, en los que aparece la marca M.PORCI. Ahora bien, parece que no era la única marca sino que en el mismo taller se han documentado casi un centenar más. ¿Se trata por lo tanto de uno de los talleres donde se producía ocasionalmente la marca M.PORCI? En realidad, como hemos visto, conocemos la existencia de un fundus Porcianus conservado en la documentación alto-medieval (año 978) ubicado en las cercanías del río Besos (Baetulo flumen), río arriba y en su orilla derecha. En este loco Porciano se conservan los restos de una notable villa augustea. Se trata de una zona tradicionalmente atribuida al ager Barcinonensis pero no muy lejos de la propia ciudad de Baetulo (Carreras, Olesti 2002). Ello permitiría explicar porque los miembros de la gens solo aparecen en la epigrafía de Barcino (a la que pertenecería su finca), mientras que sus productos se canalizarían, y envasarían, cerca del embarcadero de Baetulo, donde se han localizado sus ánforas. En otras palabras, la producción vinícola de la finca se envasaría en uno o varios centros de producción cercanos al mar y a las rieras de Badalona, como el documentado en Illa Central, juntamente con las producciones de caldos de otros propietarios de la región, testimoniadas por las otras marcas que conviven en el mismo taller. No podemos por lo tanto vincular directamente villa a centro productor anfórico (puesto que pueden no coincidir), ni tampoco podemos vincular un centro productor anfórico directamente a una propiedad de la gens mencionada en los sellos, pues existen – como Illa Central – centros multi-marca, que podían no pertencer a la gens en cuestión. No se trata éste del único ejemplo de marcas layetanas que se pueden vincular a las alfarerías. Ya hace años que Piero Berni (pers.com.) hacía referencia a una serie de marcas layetanas que comenzaban con O· y que se documentan mayoritariamente

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en ánforas Pascual 1 en Port-La-Nautique (Bouscaras 1974; Bergé 1990) con 3 variantes O·GAVIDENI (1 ejemplar), O·IVLI·ANTER (2 ejemplares), O·IVLI·THEOPHILI6 (16 ejemplares). Si bien, en un principio se interpretaba que la O era en realidad un praenomen Q(uintus), actualmente no hay ninguno de los ejemplos que confirme este equívoco. Todo parece indicar que se trataría de una O, interpretable como O(fficina). A pesar de que estos ejemplos no tienen porqué ser generalizables al resto de marcas layetanas, sí que son los suficientemente evidentes para reconocer que al menos algunas de las marcas pudieron identificar alfarerías, y por consiguiente los gentilicios harían referencia en algunos casos a propietarios de los alfares y a sus operarios. No deja de ser curioso, en este sentido, que las tres gentes mencionadas a partir de las officinae de sus libertos, Gavii, Iulii y Porcii, se correspondan a fundi que como hemos visto podemos documentar sobre el territorio de Barcino (Porciano, Gavano y el de los Iulii), y que presentan todos claros indicios de producción vinícola en sus alrededores. En otras palabras: no sólo tenemos a las familias bien documentadas en la epigrafía de la colonia, sino que sabemos donde se hallaban sus fundi, y que en su órbita – bien en el mismo solar, o bien cerca de las áreas industriales cercanas a la costa – algunos libertos poseían officinae dedicadas a la producción alfarera, lo que cerraría en buena parte el ciclo productivo. El cognomen Anterius o Teophilus de los Iulii, y la desinencia Gavidenius de los Gavii permite proponer un origen servil sin demasiados problemas. M. Porcius podría ser una excepción7. Distamos mucho, todavía, de conocer con exactitud los mecanismos de producción de estos productos. Disponemos, por ejemplo, de un gran número de marcas de ánfora en cada una de las alfarerías excavadas en zonas como el Baix Llobregat, al sur de Barcino, lo que nos indica que no se pueden tratar tan sólo de los propietarios del centro de producción, ya que en muchos casos, varias marcas coinciden en el tiempo. Así pues, las marcas deben indicar diversas categorías o funciones dentro de la figlinae, o bien los propietarios del vino envasado, que comparten un único centro para la producción de ánforas donde envasar sus caldos, como ocurría también en el caso de Baetulo. En el caso concreto de la alfarería de Can Tintorer (Baix Llobregat) (Berni y Carreras, 2012), gran parte de las ánforas tienen dos marcas que se combinan de forma alternativa entre ellas en distintas ánforas, sin que parezca que ninguna de ellas indique un rol especial jerárquico respecto la otra. La interpretación a simple vista de las marcas, en su mayoría de personas de carácter servil, es que serían asociaciones en la producción – posiblemente dentro de la alfarería. Serían combinaciones como: CALAM + ACAS, CALAM + GEM, CALAM + PAV?, CALAM + PRIV, CELS + ACAN, CELS + LEAN, CELS + GRAT, CELS + HELE, CLAS + ACAN, CLAS + LEAN, CLAS + PAV?, CLAS + PRIV, GEM + CLAR, GRA + AEMV, LEAN + CAP/FEC, …/… Tan sólo una de las marcas de Can Tintorer incluye un tria nomina incompleto, se trata de C·PA… Las características de la marca no permiten avanzar en la interpretación, ni vincularla a un gentilicio concreto, pero bien pudiera aludir a la gens Palladiana, documentada en la zona. Así, un locum Pallaiano es mencionado en el 966 en una zona cercana, el actual Pallejà – si bien la alfarería se halla al otro lado del río en el municipio de El Papiol –, y al se referiría también una Villam Palaliana, que parece hacer referencia a un Palladius original. En este sector se conoce la villa de Ca L’Espluga con estructuras dedicadas a la producción de aceite. Es también destacable que sea también de Pallejà de donde proceda una placa fragmentada de bronce (IRC I: 4) donde se menciona a un probable Procurator. 6.1. La distribución territorial de algunos sellos anfóricos: Productores en movimiento Otro aspecto interesante en la interpretación de las marcas es su repetición en más de una alfarería. Inicialmente esta homonimia, sobre todo en marcas de un solo carácter, se distinguía por diferencias en la matriz del sello, tanto en el tipo de letra como en las cartelas. Sin embargo, últimamente se han reconocido repeticiones con la misma cartela y tipología, pero con pastas cerámicas diferentes, que permiten identifican sin duda la existencia de dos talleres. Es decir, se trata exactamente del mismo sello, que ha sido utilizado para marcar ánforas en dos talleres diferentes, ubicados a notable distancia. Este es el caso de marcas como AMVLI, ACSTI, HILARI y SEC que se producen en alfarerías del Baix Llobregat – próximas a Barcino (zona Sud) – y también en talleres del Norte de la costa layetana próximos a Iluro (Mataró) como Torre Llauder y El Mujal. Se trata de distancias notables, pues entre el Baix Llobregat y Torre Llauder hay 40 km, y la distancia hasta el Mujal se incrementa hacia los 70 km. Lo mismo ocurre con la marca PRIM, que aparece en el Baix Llobregat y también en el Maresme, cerca del Primiliano, a unos 25 km (Figura 2).

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Figura 2: Sellos anfóricos aparecidos en el Baix Llobregat y en el Vallés-Maresme De ello se desprende que estos personajes debieron producir y sellar ánforas en diversos talleres, de manera simultánea o consecutiva, y que probablemente no estaban fijados al territorio o a la propiedad de un dominus, sino que gozaban de suficiente libertad como para desarrollar producciones en diversas comarcas, vinculados o no a las fincas de una gens concreta. Su notable autonomía queda clara al poder producir ánforas en talleres distintos y alejados, fueran de su propiedad o arrendados, de manera contemporánea, y ello de nuevo nos acerca a la figura del institor. Es de suponer que estos personajes, bien como esclavos o ya como libertos, deberían gozar de peculio y autonomía para desarrollar – fuera del control directo de su patrón – este tipo de actividades. Un ejemplo similar, aunque algo diferente pues se trata de un personaje dedicado a la producción de dolia y no de ánforas, es el de L. Licinius Chresimus (Carreras, Olesti 2008). Conocemos dolia estampilladas con su nombre en una villa en St. Margarida Montbui, en un centro vitivinícola en Can Feu (Sabadell), y finalmente en la misma ciudad de Barcino. Es decir, este probable liberto produjo dolia en áreas muy distantes (las dolia no acostumbran a recorrer grandes distancias), por lo que podemos hablar de nuevo de un productor itinerante8, que debió gozar de una notable autonomia para poder llevar a cabo su tarea. ue se trata de un institor de la gens Licinia nos parece muy probable. Finalmente, queda el ejemplo que ya hemos mencionado de Valeria allusa, esposa del liberto y Séviro Augustal en Barcino Valerio Hedisto. Esta mujer aparece en un grafito sobre cerámica T.S. en la villa romana de Torre Llauder (Mataró), VA[L(eria) T(h)ALLUSA (IRC V: 44), y en la dedicatoria a su marido en Barcino de principios de siglo II d.C. (IRC IV: 113). Es interesante destacar que alusa es un cognomen poco frecuente, con sólo dos ejemplos en Hispania, lo que implica una elevada probabilidad que se trate del mismo personaje. Su presencia en estas dos ciudades, de nuevo en un contexto vinculado al mundo servil, parece corresponder a un nuevo caso de mobilidad espacial, y a unas posibles actividades económicas que no podemos precisar (aunque no sería extraño que de nuevo pudieran vincularse al mundo del vino, bien documentado en la misma villa de Torre Llauder). De este modo, es posible suponer que el rol de institor, que tanto pueden llevar a cabo esclavos como libertos, sería un mecanismo de dependencia ampliamente extendido en una región, como la Layetania, donde su especial dedicación a la producción vitivinícola y anfórica la harían especialmente adecuada. La necesidad de gestionar múltiples viñedos, de organizar la compleja producción anfórica, de controlar la red de distribución, llevó a los propietarios fundiarios a utilizar a algunos de sus siervos como institores, como encargados de algunas de las actividades que requerían una importante mobilidad, o que permitían limitar los riesgos del negocio. Por ello, es posible pensar que el volumen de institores en la Layetania fuera elevado, y que una parte importante de los personajes que aparecen coetáneamente en estampillas de diversos talleres y regiones, respondan a esta patrón. En algunos casos, el éxito social de algunos de estos personajes, como Synedemus, Epictetus, o Clemens, llevan a asociar la figura del institor a la del éxito económico, pero probablemente esta no sería la norma más general, y deberíamos pensar que muchos de estos institores nunga llegaron a abandonar el mundo de la dependencia. 6.2. Algunos paralelos significativos A pesar de lo visto, existen algunas dudas sobre sobre las funciones de los personajes que aparecen en la epigrafía anfórica, y no es sencillo – como pretendemos – poderlos vincular a personajes que aparecen en la epigrafía monumental o que pudieron dar nombre a algunos fundi. En este sentido, la información que han proporcionado los papiros del Egipto romano, aunque sea una provincia lejana, pueden proporcionar algunas hipótesis de interpretación (Cockle 1981; Gallimore 2010). En el trabajo de Cockle (1981) sobre el P.Oxy., 50, 3595-3597 se mostraban detalles interesantes sobre la producción anfórica. Se describía el arrendamiento de un horno por parte de un alfarero, que debía pagar parte del alquiler con un número determinado de ánforas. Se identificaban así las relaciones entre un propietario de fundus y un officinator que trabajaba en su finca, y las obligaciones contractuales. La alfarería era una instalación compleja con distintas dependencias, tanto hornos, balsa para la decantación de arcillas, zona de secado, horno para la brea (P.Oxy., 50, 3595-3597; P.Tebt., 2, 342,

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16-19; P.Cair.Masp., 1, 67110, 33-38); que seguramente incluía distintos trabajadores mal pagados o incluso esclavos, y un responsable u officinator (Gallimore 2010). La producción anual podía alcanzar las 15 300 ánforas (P.Oxy., 50, 3595-3597). En el papiro P.Lond., 7, 2038, se indica que dos trabajadores no pudieron trabajar durante 4 jornadas, por lo que se perdieron 30 ánforas en su producción. Este dato sugiere que modelaban en barro una media de 4 ánforas diarias. Conocemos a partir del archivo de Heroninos, que las ánforas eran compradas por los propietarios de algunos fundi como el de Appiano, para envasar su vino, ya que posiblemente su finca carecía de alfarerías. Además de producir ánforas para otros propietarios, los contratos podía incluir la impermeabilización del interior con resina (P.Cair.Masp., 1, 67110, 33-38) e incluso el transporte a la finca del comprador (P.Mich., 11, 615, 4-6 = SB, 24, 16256, 4-6). Todos estos elementos abren perspectivas para entender el paper de algunos officinatores en el ager Barcinonensis, personajes que podían tener un importante papel autónomo, e interactuar entre ellos y sus dependientes en el marco de los importantes centros anfóricos multi-marcas localizados.

7. Una primera aproximación al paisaje social de la producción Por lo que respecta a la morfología de la producción, creemos que es posible ofrecer un modelo de interpretación para este territorio, que creemos suficientemente contrastado en nuestros datos. Da la impresión que buena parte de las familias fundacionales de la colonia recibieron importantes lotes de tierra en el marco de la deductio colonial, y que probablemente los mejores lotes se repartieron en las áreas del Baix Llobregat como lo indica el éxito posterior de buena parte de las familias que tenían propiedades en estas áreas: Cornelii, Titinii, Quintii, Cleranii, Valerii, Gavii, Iulii, Domitii y Minicii. Es más, cuando es posible vincular el fundus a un yacimiento, en buena parte de los casos éste se encuentra ubicado junto al paso de una vía importante de comunicación, sea la vía Augusta o un importante camino medieval. Otras familias tuvieron tierras en otras áreas, como los Licinii en el Vallés o los Pedanii en el Maresme, aunque quizás estas fincas pertenecen ya a un segundo momento, más avanzado, y pueden responder a la estrategia de estas gentes, también coloniales, de adquirir nuevas fincas en el territorio de las ciudades vecinas. Es posible suponer que también los Licinii y los Pedanii tuvieron tierras en el área más cercana a Barcino, aunque no hemos podido detectar sus fundi en nuestros datos. La conexión entre el Baix Llobregat y el Maresme también se documenta en la presencia de las mismas marcas (AMVLI, ACSTI, HILARI y SEC) en distintas alfarerías (Berni, Carreras 2013), o en la existencia de personajes homónimos en ambas zonas, documentados por la epigrafía. La gran producción inicial de estas gentes fue la vitivinícola, donde dieron lugar a un negocio complejo (desde el cultivo de las viñas, la producción de envases, el traslado de los caldos a las ánforas), que ya desde los inicios se realizó a través de personajes interpuestos, esclavos y libertos, que aparecen realizando diversos papeles en la cadena productiva. Los que aparecen en las marcas con un único cognomen, las más numerosas, parecen referirse básicamente a gente de condición servil, esclavos, que marcaban las piezas probablemente para garantizar el control de su producción por parte de sus encargados. Son los numerosos ejemplos como Felix, Calamus, Epaphroditus, Gratianus, Aptus, Acanthus, Helenus, etc. (Berni, Carreras 2013). Su coexistencia en un mismo centro productor, indica la diversidad de esclavos implicados, que podían responder a un modelo – bien documentado en las fuentes papirológicas – de cuadrillas de esclavos diferentes implicados en una misma oficina (Gallimore 2010). Otros casos, como Iuli Aniceti, Gavidienus o el mismo Licinius Chresimus, parecen ya corresponder a otro tipo de personajes: o bien explícitamente officinatores, o bien personajes lo suficientemente autónomos como para encargarse de negocios más complejos, ya desde la posición de liberto y probablemente institor. Este modelo inicial se fue complicando progresivamente. En primer lugar, a nivel de morfología productiva, parece clara la diferencia entre los fundi, las tierras agrícolas dedicadas en buena parte a la viña – donde en muchos casos se hallaba la villa del propietario fundiario –, y los centros alfareros, ubicados rio abajo, que no parecen pertenecer al mismo propietario, y que deben su ubicación probablemente a la abundancia de agua y arcillas. Así, en el caso del Baix Llobregat, bien estudiado (Morera et alii 2010), es evidente que centros alfareros como el Mercat (St. Vicenç dels Horts), o el Barri Vell (St. Boi de Llobregat), de carácter claramente industrial, albergaron talleres diversos, donde personajes de origen servil se encargaron de producir, autónomamente o como delegados de su propietario, las ánforas para envasar sus caldos. Estos centros industriales fueron el espacio de desarrollo social de algunos empleados, que por su buen oficio o por su eficacia en la gestión alcanzaron un mayor estatus, es decir la condición de institor y liberto. Este modelo

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no sería único del Llobregat, pues la existencia del área industrial alfarera de Sta Caterina, a las puertas de Barcino, o del recientemente localizado sector alfarero de Badalona, todos ellos con un complejo corpus de marcas anfóricas con esclavos, libertos y algún propietario, muestra la misma organización productiva y territorial. También el modelo inicial se complica si tenemos en cuenta los ejemplos identificados de desplazamiento de algunos especialistas (y sus matrices para sellar) a officinae diferentes, lo que muestra su capacidad para emprender negocios en áreas diferentes, y por lo tanto una notable autonomía. Lo mismo puede decirse de la presencia de dolia con el mismo sello en fincas diferentes, que podríamos explicar por la itinerancia del productor9. No sabemos si ambos casos suponían la itinerancia de estos probables institores tan sólo en el marco de fincas de una única gens, pero es posible suponer que algunos de ellos escaparon al control de sus patrones, en realidad poco interesados por un control cercano (López Barja 2010). También nuestros datos muestran como algunas gentes incrementaron sus fundi en otras zonas, probablemente a costa de antiguos propietarios (existen por ejemplo tres fincas de los Valerii, dos de los Porcii, de los Licinii – la segunda documentada por la epigrafía rural (IRC I arrahona) –, de los Titinii, dos de los Minicii, etc.). uizás el caso más significativo pueda ser el de los Pedanii, quienes probablemente en el caso de L. Pedanius Atilianus y más hipotéticamente en el caso de L. Pedanius Aemilianus, pudieron ser propietarios de los fundi Atiliani (Taliani) y Aemiliani (Villamilanos), a través del matrimonio con herederas de estas gentes (IRC IV: 67-68), como lo deja suponer el curioso origen de su cognomen. Esta multipropiedad podría explicar de nuevo el auge de los institores o procuratores, como mecanismo inicial para organizar y explotar las nuevas fincas (Epictetus, por ejemplo, o quizás la pareja Valeria alusa-Valerio Hedisto), y quién sabe si no podría ser tambien éste el origen de algunas propiedades fundiarias de libertos, que en el momento de la herencia del patrón pudieron beneficiarse de esta propiedad. Cabe recordar, sin embargo, que frecuentemente a la muerte del liberto la propiedad volvía a la familia del patrón, con lo que en realidad la propiedad efectiva del liberto podía ser breve. En cualquier caso, también creemos que existieron casos de algunos libertos que alcanzaron una autonomía tal que pudieron alcanzar ellos mismos el grado de propietario fundiario, y por lo tanto iniciar su propio negocio y su propia red de dependientes. Sería el caso quizás de algunos libertos que alcanzaron el cargo de Séviro Augustal, y que podemos vincularlos directamente al negocio de la producción vinícola, el verdadero “camino del éxito” para una parte del mundo servil, especialmente ya a finales del siglo I d.C. y en el siglo II, cuando aparecen en la epigrafía monumental. Serían los casos evidentes de Synecdemus y Epictetus, pero también los probables de Domitius Maternus y el de Iulius Anicetus (si pudieramos vincularlo a la inscripción rural de la villa de Can Cabasa), que muestran un rápido desarrollo, de esclavo a propietario fundiario o seviro augustal, más posible a finales del siglo I y en el II d.C. que en las fases más iniciales. También sería el caso de la pareja Valeria alusa-Valerio Hedisto, que de nuevo la fortuna arqueológica nos ha permitido ubicar en la villa de Torre Llauder (Mataró) y a la vez como Seviro en Barcino. Finalmente, podría tambien ser el caso de C. Iulius Silvanus, hijo de liberto y a su vez duovir, y posible propietario del fundus Silvanianus. El magnífico estudio de Gorostidi (2012) sobre Synecdemus, ha mostrado que la evolución en una única generación fue posible, aunque el éxito social debió esperar casi siempre al fin del siglo I d.C. También algunos personajes conocidos por signaculi hallados en esta zona, en villae que no se corresponden con el fundus familiar conocido por la toponimia, como el T(iti) Q(uintii) Antiq(uy) Capitonis (IRC I: suppl. 212) conocido por un signaculum hallado en Ocata (Maresme), o el P(ubli) VALERI EURYALI (IRC I: suppl. 211) documentado también por un signaculum hallado en la villa de Cal Ros de les Cabres, también en Ocata, podrían ir en esta misma línea10. Estos casos no serían los únicos, puesto que el corpus de libertos de Barcino, pero también de Iluro, muestran algunos ejemplos que podrían entrar también en este modelo. Ha sido bien destacado por algunos autores (Lopez Barja 2010; Jordan 2003) como el paisaje social de Barcino, y su gran sobrerepresentación de libertos, es solo comparable a la de Tarraco (otro territorio vitivinícola), y muy atípica en Hispania y en el occidente romano: el negocio vitivinícola, y la adopción de fórmulas jurídicas y sociales como los institores podría explicar esta peculiaridad, que la epigrafía anfórica confirma. A este respecto, el caso de Snyecdemus, el mejor documentado, permite proponer una cierta evolución cronológica. Algunos esclavos, operarios en la producción de ánforas en época augustea o julio-claudia, alcanzaron algún tiempo después la condición de libertos gracias a su eficiencia o dedicación, y así constan en algunos sellos, que los muestran ya como officinatores o con tria nomina. En esta primera mitad del siglo I d.C., sin embargo, no aparecen en la epigrafía monumental de la colonia, lo que podría indicar una promoción social muy limitada. A partir de época flavia, y en especial ya en el siglo II, la situación se transforma, con una notable presencia de libertos, ya como séviros o incluso propietarios, en la epigrafía monumental. Esta eclosión de libertos se debe a diversos factores, entre ellos a las primeras dificultades financieras de las

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ciudades del occidente romano, pero no hay duda que la propia consolidación de su papel económico y social puede explicar parte de su nueva – aunque limitada – presencia en la epigrafía monumental urbana, especialmente en la funeraria. En este sentido, el precedente de los 22 pedestales de L. Licinius Secundus, a pesar de su excepcionalidad, permitió ya una primera eclosión epigráfica de augustales y libertos amigos del notable personaje. Finalmente, deberíamos explicar porque algunos de estos libertos dieron su nombre (cognomen) a un fundus, y por lo tanto probablemente escaparon al mecanismo instaurado por la ley Papia Poppaea, que implicaba el retorno de buena parte de los bienes del liberto a su antiguo patrón en el momento de su muerte (López Barja 2010). Podría ser el caso de Nimphulus (Nimphiano) Felix (Castrum Felix), Nicia (Niciano), Primulus (Primiliano), Cervilione (Servilius) o Silvaniano (Silvanus) que a diferencia de otros libertos, como Synecdemus o Epictetus, parecen haber consolidado su dominio fundiario, puesto que perduró el cognomen de origen servil como denominador del fundus. Es de suponer que donde no se dió esta perduración del cognomen la finca del liberto se reintegró al patrimonio fundiario de la gens en cuestión. La explicación de la continuidad del cognomen servil podría hallarse en la institución de la revenditio operis, que permetía al liberto efectuar pagos al patrón tras la manumisión inicial, y así garantizar la continuidad del patrimonio a sus descendientes (López Barja 2010). Este mecanismo era frecuente en el caso de libertos pertenecientes a familias no especialmente poderosas, mientras que era poco frecuente entre las élites. Si nos fijamos de nuevo en el caso de Barcino, tanto los Calpurnii (Nimphulus), como los Nicii o los Domitii (si podemos vincularlos a Primulus) no parecen estar entre las familias más importantes de la colonia, a diferencia de gentes como los Pedanii, Trocina, Iulii o Licinii que poseen la mayor parte de libertos documentados tanto en la epigrafía monumental como en la de la producción.

8. Las élites coloniales: propietarios y promoción política Más allá del mundo de los productores, es también interesante analizar el mundo de los rentistas, de los verdaderos terratenientes. En primer lugar, parece claro que algunos linajes pudieron incrementar sus propiedades fundiarias, no solo en Barcino, sinó en ciudades vecinas, como lo indican algunos claros ejemplos, como Quintia Severa con fincas en Barcino e Iluro, los Valerii también con un pie en Barcino y otro en el Maresme, los Domitii, los Porcii, etc., todos ellos con fundi documentados en diversas áreas. También parece posible suponer que las gentes cuyos negocios vinícolas se consolidaron desde un principio, pudieron alcanzar un nivel de rentas suficiente como para iniciar no sólo una carrera política en Barcino (bien testimoniada en los Gavii, Porcii, Valerii, etc.), sinó acceder al orden de los equites y después al mismo senado. Ello no es contradictorio con la pervivencia de sus libertos en Barcino, al contrario, más bien la explica: la presencia de libertos en la colonia – como el magnífico ejemplo de L. Licinius Secundus – muestra la continuidad de los negocios de la gens en su tierra de origen, y como ello garantiza el estatus del propietario. El éxito de personajes como el cónsul Cn. Pedanius Fuscus Salinator, cónsul del 118, o del influyente senador L. Iulius Ursus Servianus, para el cual se ha propuesto con solidez su origen en Barcino, podrían muy bien explicarse gracias a la continuidad de los negocios que sus libertos – y sus fundi – muestran en este territorio. Y que no decir finalmente de L. Licinius Sura, cuya gens poseía fincas en Barcino e Iluro donde está bien documentada la producción vitivinícola a través de sus libertos (como Licinius Chresimus o Licinius Adin[), y donde quien sabe si el propio Secundus no fue originalmente sinó un institor vinculado a estas producciones. En cualquier caso, Secundus muestra bien el poder que alcanzaron algunos de estos personajes, objeto ellos mismos de homenajes inéditos en estas latitudes… Si analizamos con cierto detalle el papel de estas gentes en el periodo Trajaneo (Rodà 2010), no deja de ser sorprendente que algunos personajes que, como indica magníficamente Rodà, “rozaron” en Barcino círculos muy cercanos al emperador, se correspondan con algunos de los fundi bien identificados en nuestro estudio: los Licinii con Licinio Sura, los Pedanii con Gneo Pedanio Fusco Salinator, los Iulii con Lucio Julio Urso Serviano y los Minicii con Lucio Minicio Natal y su hijo. uedaría finalmente también el caso del senador Quinto Licinio Silvano Graniano, vinculado a Baetulo. Puede ser casualidad, pero es sorprendente la interconexión entre estos personajes en las altas esferas en Roma, y a su vez su conexión en Barcino y su territorio, que incluso incluye claras conexiones matrimoniales entre ellos, y también sus libertos. En este sentido, recientemente P. López (2010) ha destacado para el caso Italiano como progresivamente, a lo largo del siglo II d.C. y en especial a partir de las normas de Antonino Pio, la integración de numerosos equites en las procuratelas imperiales dejó espacio en las curias locales a personajes de origen servil, libertos o sus descendientes, que accedieron a sus puestos. Ello, y la crisis en las finanzas locales, explicaría la admisión de libertos ricos al decurionato, un fenómeno típicamente italiano y muy poco frecuente en la Galia y en Hispania (excepto – de nuevo – para el caso de Barcino – donde el 21% son de origen servil – y Tarraco – 16% –).

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La explicación de la excepción de Barcino podría hallarse en nuestros datos: el auge de los principales miembros de estas gentes al senado y a las procuratelas imperiales (contrastada como hemos visto entre las principales familias como los Licinii, Pedanii, Iulii y Minicii), dejó a sus libertos una notable libertad de actuación, hasta el punto – como ocurre con el excepcional ejemplo de Licinius Secundus – de recibir homenajes de gran cantidad de amici, ingenui e incluso ciudades (hasta el punto de ser el personaje privado más homenajeado de todo el Imperio romano – Rodà 2010). Este sería un fenómeno de finales del siglo I d.C. y primera mitad del siglo II d.C., coincidiendo con el momento álgido de la presencia Hispana en Roma. Una última variable debe tenerse también en consideración: sabemos que a partir de Trajano, se obligó a los nuevos senadores a invertir un tercio de sus rentas en Italia (Plin., Ep., 6, 19, 4), y por lo tanto a liquidar algunos de sus negocios o tierras en su tierra natal, en este caso en Barcino. Sabemos también que la medida fue trascendente, puesto que Marco Aurelio redujó esta obligación de 1/3 a 1/4. Las referencias a una Hispania exhausta (SHA, Marc., 11, 7-11, 8) no parecen casuales. uizás fue éste uno de los momentos que permitió a los libertos de algunas familias adquirir el control de sus propiedades, y alcanzar la posición de propietario fundiario, como nos muestran los datos de Barcino. Si, como hemos visto, miembros de las gentes Iulia, Pedania, Minicia, Licinia accedieron al senado, con la consecuente necesidad de inversión de un tercio de sus rentas en Italia, ello debió implicar la necesidad de desinversión en sus ciudades originarias, muy probablemente en Barcino. Cronológicamente, ello parece coincidir con el auge de sus libertos en la colonia, lo que podría explicarse por la venta de algunas de sus propiedades a sus propios libertos, manteniendo así quizás un cierto control sobre sus antiguos patrimonios. Es una hipótesis, pero podría explicar la presencia de fundi con nombres de origen servil, y la rápida promoción del algunos libertos y sus descendientes a la cúria colonial durante la primera mitad del siglo II d.C. Estos datos coinciden notablemente con la evolución documentada para los miembros de la gens Pedania (IRC IV: 103-105): en época Flavia tenemos documentado en Barcino a L. Pedanius Secundus Iulius Persicus (IRC IV: 37), vinculado al orden senatorial. Precisamente a finales de época flavia, sus libertos prosperan y acceden al sevirato, mientras que los hijos de estos libertos, entre el 110-130, ya como ciudadanos romanos, acceden a los cargos municipales. A partir del 150, en cambio, sus epígrafes muestran un notable empobrecimiento. Es evidente que muchos factores pueden intervenir en esta evolución, pero nos gustaría destacar una posible interpretación: una familia notable de la ciudad, exitosa en los negocios vitinícolas, posibilita a sus libertos – en época flavia, coincidiendo con la promoción senatorial de Persicus – acceder al sevirato, mientras que posteriormente sus hijos accedieron a los cargos municipales – e incluso a la propiedad de tierras –. Estos personajes, sin embargo, no consolidaron verdaderas dinastías en el mundo de los negocios, y – como ocurre con los libertos italianos – sus descendientes no consolidaron ni sus riquezas ni su prestigio. ue este fenómeno sea paralelo al final de las grandes exportaciones de vino layetano, iniciado precisamente a partir de época trajanea, nos parece significativo.

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Notes 1. Como veremos más adelante, es posible vincular a C. Trocina Synecdemus con la producción anfórica de St. Vicenç dels Horts y la marca Synec, en una cronología de mediados del siglo I a.C. Su asociación con un Felix, documentado en las marcas conjuntas, podría corresponder a Q. Nonius Felix, de una cronología similar, y quizás primer propietario del fundus de Castelldefels. ↵ 2. Como hemos visto, la marca PRIMVL se produjo en dos alfares, el de Sant Vicenç dels Horts (0-20 d.C. : asociada con a ER; PFE y SYNE) y Can Pedrerol (circa 50 d.C.: ALB; MAT). ↵ 3. Hay que tener en cuenta que bajo esta gens parecen enmarcarse personajes de origen servil – y quien sabe si también de origen indígena – que recibieron este nomen en el momento de su promoción a la ciudadanía, como bien demuestra el caso de C. Iulius Silvano (IRC IV: 11), hijo del liberto Publicius. ↵ 4. Taliano es el nombre documentado en el 996 en el lugar (CSC 314). Otras menciones de Teià son Tallano (1030, CSC 513) o el alaudem Tayano (1097, CSC 764). Nosotros creemos posible su procedencia del nomen Atiliano
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