Odiseo polymorfo: Variaciones sofoclianas y versiones homéricas del héroe griego

June 15, 2017 | Autor: R. Menzel Otranto | Categoría: Literatura, Homero, Héroes Griegos, Sófocles, Literatura Clásica, Literatura griega
Share Embed


Descripción






Ὀδυσσεὺς πολύμορφος
Variaciones sofoclianas y versiones homéricas sobre el héroe griego

Roxana Menzel Otranto



Ya el gran poeta jónico lo señalaba como πολύμητις, el de muchas argucias, el astuto, y πολύτροπος, el de muchos caminos, el gran viajero. En este trabajo, vamos a abordarlo como πολύμορφος, el multifacético, tal vez el más humano de los héroes griegos.





- ¿No estás contento?
- No lo sé, Eurílaco. Hay dos naturalezas en mí. Una que ama el mar, la familia, la calma del hogar… todo eso. Pero la otra parte… esa parte adora los viajes, el mar abierto, las extrañas formas de las islas desconocidas, los dragones, las tempestades, los demonios, los gigantes. Sí, Eurílaco, una parte de mi ama lo desconocido.
Ulises, film de 1954, dirigido por Mario Camerini


Introducción
De toda la constelación de héroes y personajes míticos que legó la cultura griega a la cultura de Occidente, uno de los más instalados en el inconsciente colectivo es, sin dudas, Odiseo. Tanto es así que la sustantivación de su epopeya ha dado un nombre común de significado inequívoco que ha trascendido en el tiempo. Cualquiera, en la actualidad, comprende que una odisea implica el tránsito por una situación accidentada y de duración excesivamente dilatada.
No resulta, sin embargo, igual de sencillo desentrañar la naturaleza de Odiseo. ¿Es el hombre justo y piadoso que presenta Sófocles en Áyax o el jefe que no vacila ante el engaño ni muestra compasión en Filoctetes? ¿Es aquel a quien Homero encomia con epítetos elogiosos en la Ilíada, obra en la que se coloca al valor (τιμή) y no la inteligencia (μῆτις) como símbolo de la ἀρετή helénica? ¿O ese a cuyo νόστος le dedica un poema completo, regreso que se demora diez años, por haber ofendido a Poseidón, cuando, en otros casos, la ασέβεια es castigada con mayor severidad y la ἁμαρτία augura un desenlace fatal?
Ya el gran poeta jónico lo señalaba como πολύμητις, el de muchas argucias, el astuto, y πολύτροπος, el de muchos caminos, el gran viajero. En este trabajo, vamos a abordarlo como πολύμορφος, el multifacético, tal vez el más humano de los héroes griegos.
Para llevar a cabo esta empresa, analizamos principalmente las subjetividades presentes en las tragedias de Sófocles, donde se nos revelan dos personalidades bien distintas. Recurrimos, asimismo, a los textos homéricos para contrastarlos. Por último, reseñamos la materia odiseica en la literatura universal con el objetivo de observar cuáles características han prevalecido y ensayamos algunas conclusiones.



Ὀδυσσεὺς en Áyax
De acuerdo con Lesky (1989: 301-329), Sófocles obtuvo un reconocimiento temprano y logró mantener siempre el favor de su público, por lo que podemos colegir que sus versiones de Odiseo habrán sido tema de discusión en el ágora. Sus comienzos coinciden aproximadamente con la época en que cesó la participación de los poetas como actores. La lista epigráfica de los triunfadores en las Dionisias registra dieciocho victorias en su haber.
Está testimoniado que Sófocles aumentó el número de los coreutas de doce a quince, mientras que en la Poética de Aristóteles se dice que incrementó la cantidad de actores de dos a tres y que introdujo la escenografía.
Sobre la cronología de los dramas de Sófocles, sólo disponemos de dos fechas exactas concernientes a la última época del poeta: Filoctetes fue representado en 409; Edipo en Colono, después de su muerte, en 401. Con menor certeza podemos ubicar Antígona en el año 442. Según una opinión difundida, que se basa en los rasgos arcaicos del lenguaje y la composición, el Áyax es la más antigua de las siete obras que se conservan.
Así como la Ilíada canta la ira de Aquiles, esta tragedia relata la ira de Áyax, furioso porque las armas de Aquiles, le fueron otorgadas a Odiseo y no a él. En consecuencia, jura matar a los jefes griegos que lo habían deshonrado. Aquí juzgamos necesario hacer un alto para explicar que la literatura del período arcaico y clásico tenía un fin didáctico. En el caso del poema homérico, su objetivo es inculcar el concepto de ἀρετή:
El tema esencial de la historia de la educación griega es más bien el concepto de areté (ἀρετή), que se remonta a los tiempos más antiguos. El castellano actual no ofrece un equivalente exacto de la palabra. La palabra "virtud" en su acepción no atenuada por el uso puramente moral, como expresión del más alto ideal caballeresco unido a una conducta cortesana y selecta y el heroísmo guerrero, expresaría acaso el sentido de la palabra griega. (Jaeger, 1989: 23)

Esta excelencia era tal por el reconocimiento que hacían de ella los pares e incluso los enemigos. En este punto, se enlaza con los conceptos de fama, gloria y honra. Por lo tanto, para Homero y el mundo de la nobleza de su tiempo la negación del honor era la mayor tragedia humana. De esta forma se explica la reacción airada de Aquiles y las demandas de Áyax.
Deshonrado, jura matar a los jefes griegos, pero interviene Atenea, quien le hace creer que sus enemigos del consejo son un hato de reses y los ataca. La diosa invita a Odiseo para que se ría de la locura de su rival y es aquí cuando da muestra de un comportamiento ético superior al de la diosa:
79 Atenea.-Reírse de los enemigos, ¿acaso no es la risa más grata?
121 Odiseo.- […] No obstante, aunque sea un enemigo, le compadezco, infortunado, porque está amarrado a un destino fatal. Y no pienso en el de éste más que en el mío, pues veo que cuantos vivimos nada somos sino fantasmas o sombra vana.

Al darse cuenta del engaño, Áyax se siente avergonzado. Su esposa Tecmesa le suplica que no deje a ella y a su hijo sin protección, pero el Telamonio decide poner fin a su deshonra con la espada que Héctor le había obsequiado.
En el último acto, los jefes discuten sobre el destino del cadáver de Áyax. Su hermanastro, Teucro, desea sepultarlo, a pesar de que Menelao y Agamenón lo habían prohibido. Odiseo, a pesar de que había sido su rival, los persuade para que se entierre a Áyax con honores, aduciendo que hasta los enemigos merecen ser enterrados si en vida fueron nobles.
1332 Odiseo.- Escucha, pues. No te atrevas, por los dioses, a exponer así cruelmente a este hombre insepulto y que la violencia no se apodere de ti para odiarle hasta el punto de pisotear la justicia. También para mí era el peor enemigo del ejército desde que me hice con las armas de Aquiles, pero yo no le respondería con injurias hasta negar que he visto en él al más valiente de cuantos argivos llegamos a Troya, después de Aquiles. […]
1347 Agamenón.- ¿Tú, Odiseo, tomas en este asunto la defensa de éste contra mí?
Odiseo.- Sí, le odiaba cuando hacerlo era decoroso.
Agamenón.- ¿No debías tú también pisotear al muerto?
Odiseo.- No te alegres, Atrida, de provechos que no son honestos.

Esta esticomitía completa la semblanza de la naturaleza de Odiseo en Áyax: Sófocles lo presenta como un hombre prudente, compasivo, respetuoso del destino que los dioses nos deparan y de la justicia, con sentido del deber y del valor de la honra de un gran guerrero. Su capacidad como orador, que también es ensalzada en la Ilíada, es el recurso que utiliza para convencer al rey Agamenón para que Áyax sea sepultado.
Así Ulises reconoce en el destino de su enemigo su propio destino humano y el poeta, en boca del personaje, manifiesta su conmiseración sobre la mortalidad del hombre. Un personaje secundario que se vuelve paradigmático, en el sentido en que expresa el "deber ser", en contraposición con Áyax y los Atridas. El primero, aún siendo un modelo de ética heroica, no respeta la decisión de los jueces, se muestra altivo con la diosa y obstinado al preferir la muerte antes que la retractación. Agamenón y Menelao, a pesar de que actúan de acuerdo a la ley humana, deshonran al guerrero y pretenden pasar por alto las leyes divinas.

Ὀδυσσεὺς en Filoctetes
Esta tragedia fue representada por primera vez en el festival de las Dionisias del 409 a. C., donde obtuvo el primer lugar. El argumento gira en torno al aqueo Filoctetes, quien lleva diez años viviendo solo en la isla de Lemnos, donde lo abandonaron los griegos camino de Troya a causa de una mordedura de una serpiente, que le causa dolor y que desprende un hedor insoportable. Gracias a un arco infalible que recibió de Heracles puede cazar y sobrevivir. Según el oráculo, sin este arco Troya no podrá ser tomada. Odiseo y Neoptólemo, hijo de Aquiles, llegan y tratan de quitarle el arco con astucia. Neoptólemo gana la confianza del guerrero y, mediante mentiras, le roba el arco. Con todo, prevalece su naturaleza sincera y le devuelve el arco. Cuando los héroes van a retornar a sus respectivas patrias, ya que Filoctetes se niega a devolver el arco, Heracles aparece con el recurso de deus ex machina y convence a Filoctetes de ir Troya, donde será curado.
Ni bien comienza la obra, Sófocles plantea el primer dilema moral: Odiseo se aprovecha de la inexperiencia y la ingenuidad de Neoptólemo para manipular su naturaleza y convencerlo de embaucar a Filoctetes.
55 Odiseo.- Te necesito para que, al hablarle, engañes con tus palabras el ánimo de Filoctetes.
77 Odiseo.- Es necesario que en esto mismo te las ingenies para sustraerle las armas invencibles. Se, hijo, que no estás predispuesto por tu naturaleza a hablar así ni a maquinar engaños. Pero es grato conseguir la victoria. Lánzate a ello, ya nos mostraremos justos en otra ocasión. Ahora, por un corto espacio del día, préstate para algo desvergonzado, y, después, durante el resto del tiempo, podrás ser llamado el más piadoso de todos los mortales.
Neoptólemo.- Yo, ¡oh hijo de Laertes!, odio poner en práctica las palabras que me afligen al oírlas. Por mi naturaleza no hago nada por medios engañosos, ni yo mismo, ni, según dicen, el que me dio el ser. Pero estoy dispuesto a llevarme este hombre por la fuerza y no con engaños. […] Sin embargo, habiendo sido enviado como colaborador tuyo, temo ser llamado traidor. Pero prefiero, rey, fracasar obrando rectamente que vencer con malas artes.
97 Odiseo.- Hijo de noble padre, también yo mismo cuando era joven tenía la palabra ociosa y el brazo activo.


La segunda cuestión gira en torno al valor de decir la verdad, que defiende el joven, frente a la adecuación de los medios a los fines, postura que sustenta Odiseo.
99 Neoptólemo.- Y ¿qué otra cosa me ordenas sino decir mentiras?
106 Neoptólemo.- ¿Y no consideras vergonzoso, ciertamente, decir mentiras?
Odiseo.- No, si la mentira reporta la salvación.


En un tercer momento, el poeta parecería inclinar la balanza hacia el argumento de Odiseo, quien logra que Neoptólemo abandone sus convicciones, seduciéndolo con la promesa de la gloria futura:

114 Odiseo.- Si lo haces, obtendrás dos beneficios.
Neoptólemo.- ¿Cuáles? Si me los haces ver, no podría negarme a hacerlo.
Odiseo.- Serías reputado por sabio tanto como por valiente.
Neoptólemo.- Ea, lo haré, liberándome de todo sentimiento de vergüenza.

Sin embargo, una vez urdido el engaño y alcanzado el objetivo, esto es, hacerse del arco de Filoctetes, el muchacho se arrepiente y cuestiona los métodos. Nuevamente, como en el Áyax se pone en discusión el tema de la justicia, que para Sófocles supera el concepto de legalidad e ilegalidad.

1234 Odiseo.- ¡Oh, Zeus! ¿No estarás pensando en devolvérselo?
Neoptólemo.- Si, pues lo he obtenido de modo deshonroso y no lo poseo justamente.

Tras la confesión que Neoptólemo le hace a Filoctetes, el aqueo le dice: "Has demostrado, hijo, de qué estirpe has nacido, que no es de Sísifo, sino de Aquiles" (verso 1309-11) Ciertamente, esta referencia al origen de Odiseo, a contramano de la genealogía que lo ubica como hijo de Laertes y Anticlea, tiene un carácter peyorativo y explicita una opinión sobre la naturaleza del rey de Ítaca, muy diferente al paradigma trazado en Áyax. Y a la vez, retoma el ideal homérico de una ἀρετή basada en τιμή antes que en μῆτις.
Finalmente, la situación se resuelve con la intervención de Heracles, en su condición divina, un recurso que disuelve el juicio moral en pos del interés mayor: la conquista de Troya y el regreso a la patria.

Ὀδυσσεὺς según Homero
Para Bauzá, Odiseo es, entre los héroes homéricos, el más diestro, el más eficaz, el que se destaca por sus dotes persuasivas, por su ingenio, pero también por sus fraudes. No duda en utilizar métodos viles con tal de lograr su propósito. Sobresale como diplomático y como consejero y es a quien le encomiendan las misiones delicadas. Pero es recién en el relato del νόστος que describe la Odisea, con todas sus peripecias, lo que le confiere grandeza al personaje (1997: 183-184)
En el primer verso del poema se lo designa con el adjetivo πολύτροπος, un calificativo difícil de definir unívocamente. Etimológicamente, significa "hábil, diestro, prudente, astuto, taimado, vario, multiforme, que viaja o ha viajado mucho". Para Bauzá, es prácticamente una definición de lo humano y lo que le ha conferido tanta popularidad. (1997: 184)
Por otra parte, Odiseo es caracterizado como πολύπλανήτος, vagabundo, inconstante, que ha viajado mucho por doquier, incluso hasta el Inframundo, lo cual lo hace un hombre que conoce a fondo la naturaleza de los mortales.
A diferencia de Aquiles, Odiseo es cercano a los hombres. El primero, elige una vida breve pero llena de gloria póstuma, el segundo, prefiere una vejez tranquila y en familia, para lo cual intenta eludir el deber de ir a la guerra, fingiéndose loco, pero, tras ser descubierto, cumple con su deber y viaja a Troya.
De los dos poemas, la Odisea parece estar más cercano al hombre común y sin tiempo, porque los valores del mundo épico, como el coraje y la gloria resultan inalcanzables. En la Odisea la lucha no es contra un ejército, sino contra las adversidades. Prima el amor a la patria y al hogar y la nostalgia por regresar a ella.
Si podemos extraer una conclusión sobre la naturaleza del Odiseo homérico deberíamos inclinarnos por la ambigüedad, porque, a pesar de ser un modelo a imitar, su proceder es reprobable. Tal condición no fue óbice para que las distintas corrientes filosóficas destacaran en Odiseo la indiferencia ante el dolor (escuela cínica), la fuerza de voluntad que vence la adversidad (escuela estoica griega) y la sabiduría nacida de la experiencia (estoicos latinos)

El tema Odiseico en la Literatura

Ulises, el Ulises de la modernidad y aún más de nuestra contemporaneidad, se hace verdaderamente Nadie, figura de ese nadie contemporáneo que es el individuo. El viaje se vuelve entonces un camino sin regreso al descubrimiento de que no existe, no puede y no debe existir regreso. No el feliz arribo a Ítaca, sino la partida hacia el loco vuelo del Ulises dantesco. El viaje circular, tradicional, clásico, edípico, conservador de Joyce, cuyo Ulises regresa a casa, es sustituido paulatinamente por el viaje rectilíneo, nietzscheano de los personajes de Musil; un viaje que continúa siempre adelante, hacia un malvado infinito, como una recta que avanza tambaleándose en la nada. Ítaca y más allá, como dice el título de un libro que he escrito; las dos modalidades existenciales, trascendentales del viajar.
Claudio Magris, Ulises después de Homero

Está claro que el Odiseo homérico no es un viajero aventurero sino uno de los más calmos y terrenales griegos que se ve obligado a viajar. La idea del Ulises viajero está más cerca de nuestro imaginario contemporáneo que de Homero, y se lo debemos a Dante, en el canto XXVI del "Infierno":
Ni la filial dulzura, ni el cariño
del viejo padre, ni el amor debido,
que debiera alegrar a Penélope,
vencer pudieron el ardor interno
que tuve yo de conocer el mundo,
y el vicio y la virtud de los humanos (96-99).

Luego de su muerte, el Ulises dantesco será juzgado por sus excesos y enviado al infierno, donde junto a Diomedes paga por sus astucias y ardides, que a los ojos de Dante no son sino traiciones y engaños, por los cuales lo condena, como falsario, a vivir al lado de los traidores a la patria y de Lucifer.
Para Jorge Luis Borges, la historia de Ulises retorna una y otra vez, tal como señala en "El Evangelio según San Marcos", que forma parte de El Informe de Brodie, publicado en 1970. Dos son los relatos que siempre se cuentan: "la de un bajel perdido que busca por los mares mediterráneos una isla querida, y la de un dios que se hace crucificar en el Gólgota". Borges también le dedica un poema al libro XXIII de la Odisea:
Ya la espada de hierro ha ejecutado
la debida labor de la venganza;
ya los ásperos dardos y la lanza
la sangre del perverso han prodigado.

A despecho de un dios y de sus mares
a su reino y su reina ha vuelto Ulises,
a despecho de un dios y de los grises
vientos y del estrépito de Ares.

Ya en el amor del compartido lecho
duerme la clara reina sobre el pecho
de su rey pero ¿dónde está aquel hombre

que en los días y noches del destierro
erraba por el mundo como un perro
y decía que Nadie era su nombre?

William Bedell Stanford, en El tema de Ulises, también hace hincapié en la recurrencia del héroe en la cultura occidental:
Aparecerá como un oportunista en siglo XVI, o como un sofista o demagogo en el XV y un estoico en el XIV: en el Medioevo llegará a ser un audaz barón, un distinguido funcionario, o un explorador precolombino; en el siglo XVII un príncipe o un político y en el XVIII un hombre primitivo [Primal man]: en el XIX un aventurero byroniano o un esteta desilusionado, y en el siglo XX un protofascista o un humilde ciudadano de una moderna megalópolis (1968: 4).

Para Stanford, muchas de estas repeticiones, quedaron en el olvido, así como otras contribuyeron a la tradición, a tal punto que Ulises puede ser todos los hombres, tanto aquel que lucha por retornar a su patria como el judío irlandés que camina por las calles de Dublín un 16 de junio de 1904:
Así como el pasado se renueva y las civilizaciones surgen y se desvanecen, los personajes de la antigüedad, mutatis mutandis, se reproducirán. Por supuesto, de esto no se sigue que cada avatar de un héroe de los tiempos legendarios ha de alcanzar la misma eminencia. Néstor puede aparecer como un anciano pedagogo y Circe como la Madam de un burdel insignificante.

La otra revisita contemporánea pertenece al autor cretense Nikos Kazantzakis. Kazantzakis consideraba su enorme poema épico (33 333 versos de longitud), La Odisea: Una secuela moderna, como su trabajo más importante. Iniciado en 1924, lo reescribió siete veces antes de su publicación en 1938. En el poema moderno, tras el regreso de Odiseo a Ítaca, éste, insatisfecho de la vida hogareña decide invertir el viaje, emprendiéndolo a partir de su isla con un fuerte anhelo de encontrar el sentido de su existencia, a donde desea vivir.
De los muertos, aquel que dejes beber de la negra sangre, te otorgará sus verdades, y a quien no ofrezcas el preciado manjar, mostrará su traslúcida espalda y seguirá su camino. Mas, se abre ya la azul compuerta de la oceánica memoria; ¿a quién recordar primero y a quién relegar a las tinieblas? En la oquedad de su pecho atropéllanse las sombras de sus amados compañeros: ¡Dame a mí tu sangre para beberla y revivir! Mas, sin piedad su duro espíritu elige a los espectros; y mirando las llamas con fijeza, empezó lentamente a extraer del profundo recuerdo rumoroso el hilo de mil vueltas que era su viaje.

El poeta alejandrino Constantin Kavafis también ha abordado el tema de Ulises, desde la perspectiva de la patria, Ítaca.
Cuando salgas en el viaje, hacia Ítaca
desea que el camino sea largo,
pleno de aventuras, pleno de conocimientos.
A los Lestrigones y a los Cíclopes,
al irritado Poseidón no temas,
tales cosas en tu ruta nunca hallarás,
si elevado se mantiene tu pensamiento, si una selectaemoción tu espíritu y tu cuerpo embarga.
A los Lestrigones y a los Cíclopes,
y al feroz Poseidón no encontrarás,
si dentro de tu alma no los llevas,
si tu alma no los yergue delante de ti.
Desea que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que con cuánta dicha, con cuánta alegría
entres a puertos nunca vistos:
detente en mercados fenicios,
y adquiere las bellas mercancías,
ámbares y ébanos, marfiles y corales,
y perfumes voluptuosos de toda clase,
cuanto más abundantes puedas perfumes voluptuosos;
anda a muchas ciudades Egipcias
a aprender y aprender de los sabios.
Siempre en tu pensamiento ten a Ítaca.
Llegar hasta allí es tu destino.
Pero no apures tu viaje en absoluto.
Mejor que muchos años dure:
y viejo ya ancles en la isla,
rico con cuanto ganaste en el camino,
sin esperar que riquezas te dé Ítaca.
Ítaca te dio el bello viaje.
Sin ella no hubieras salido al camino.
Otras cosas no tiene ya que darte.
Y si pobre la encuentras, Ítaca no te ha engañado.
Sabio así como llegaste a ser, con experiencia tanta,
ya habrás comprendido las Ítacas qué es lo que significan.

Desde el punto de vista poético, consideramos que Odiseo/Ulises, en toda su ambigüedad, sigue vigente porque, como se ha dicho, refleja las distintas aristas del alma humana. Atraviesa un mar de adversidades, como la vida misma, amparado por el amor de los suyos e impulsado por la nostalgia por su tierra de sus padres. En este marco, su historia es imperecedera: no envejece, porque se renueva en la épica cotidiana del hombre común.
Desde el punto de vista ético, juzgar las herramientas que emplea para sortear los obstáculos es poner en tela de juicio la inteligencia, que no es otra cosa que la capacidad de resolver los problemas con los recursos que cada uno tiene a mano. Y ciertamente, el principal de todos es la palabra, el don de la oratoria, una de las virtudes que integran la excelencia, junto con el valor.
Es lícito decir que, en sus acciones, Odiseo coloca antes el fin que los principios, anticipándose al pensamiento pragmático de Maquiavelo, pero jamás violenta la voluntad de los dioses. Su ἁμαρτία (la ofensa a Poseidón) la paga con diez años de padecimientos, tras lo cual le es dado vivir por muchos años sin sobresaltos, ya que no elige para sí la gloria, sino una existencia larga y tranquila.
La trascendencia y profundidad del personaje queda en evidencia en las reiteradas exégesis que se han hecho de su historia a lo largo de la literatura universal. No ha pasado con Aquiles, no ha sucedido con Heracles, dos paradigmas heroicos tan sobrehumanos como alejados del hombre de la calle. Siempre es Ulises el que regresa, como si hubiera una Itaca en cada esquina.

Bibliografía
Aristóteles (1974 [Siglo IV a.C.]). Poética. Madrid: Gredos.

Bauzá, Hugo Francisco (1997). "Historia y subjetividad: la figura de Ulises. A propósito del relativismo de los juicios" en Revista de Filosofía Nº 32, p. 183-195.

Gilbert, Stuart (1971). El Ulises de James Joyce. Madrid: Siglo XXI, p. 70.

Grimal, Pierre (2008). Diccionario de mitología griega y romana. Barcelona: Paidós.

Jaeger, Werner (2001). Paideia. Los ideales de la cultura griega. México: Fondo de Cultura Económica.

Lesky, Albin (1989). Historia de la literatura griega. Madrid: Gredos.

Panea Márquez, José Manuel (1996). "Ética y tragedia: a propósito de Áyax de Sófocles" en Thémata Revista de Filosofía Nº 16, p. 147.164.

Saravia de Grossi, María Inés (1994). "Dos discursos deliberativos en Áyax de Sófocles" en Memoria FaHCE Volumen 1, p. 63.74. La Plata: Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.

Sófocles (2006 [Siglo V a.C.]). Tragedies. Madrid: Gredos.

Stanford, William Bedell (2013 [1968]). El tema de Ulises. Madrid: Dykinson.
[Escribir el título del documento]
[Escribir el subtítulo del documento]
[Escriba aquí una descripción breve del documento. Una descripción breve es un resumen corto del contenido del documento. Escriba aquí una descripción breve del documento. Una descripción breve es un resumen corto del contenido del documento.]

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.