ODA A LISBETH SALANDER POR FIN LAS MUJERES TENEMOS A LISBETH SALANDER

September 18, 2017 | Autor: Libe Villa | Categoría: Comparative Literature, Antropología cultural, Feminisme
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Descripción

ODA A LISBETH SALANDER

POR FIN LAS MUJERES TENEMOS A LISBETH SALANDER

Las aventuras de Lisbeth Salander han inundado y revolucionado miles
de hogares de todo tipo. El fenómeno de propagación ha dejado estupefactos
a más de una editorial, a más de un sesudo crítico de literatura y a muchos
medios de comunicación, que no se podían creer que esta trilogía de títulos
absurdos pudiese arrasar con la simple, pero demoledora, técnica
propagandística del "boca a boca". ¿Qué tiene esta saga policíaca y de
intriga para que nos sintamos tan atrapados que nos convierte en lectores
adictos y voraces?

Opino que son varios los ingredientes: buen estilo narrativo,
personajes inolvidables, intriga en dosis crecientes, denuncia social
demoledora, encarnizada lucha entre el "bien" y el "mal" con "malos"
abominables y "buenos" adorables , informática de alto nivel, relaciones
humanas y sexuales frescas, luchas que se ganan más a base de inteligencia
que de fuerza, inmejorable contextualización de la aventura al haber
elegido a la aparentemente paradisíaca Suecia como paradigma de una "top"
democracia que, como todas, tiene sus propias cloacas financieras,
políticas y humanas … En fin, que las novelas de Milenium cuentan con
todos los elementos necesarios para una excelente historia literaria,
cinematográfica o del estilo que sea (Yo, en realidad, la veo mentalmente
más con un formato de cómic, o de película estilo Matrix).Y para los
puristas de la literatura, un aviso: Larson domina le técnica de la
escritura; ha sabido elegir el estilo de su oficio, el de periodista-
cronista, y a base de secuencias cortas logra hilvanar la trama de forma
verosímil (con una pizca de sal fantasiosa) y equilibrada narrativamente.

Pero lo más valioso, lo más impactante es el personaje de Lisbeth
Salander. Lisbeth, en su paradoja de ser una mujer "frágil" y vulnerable
hasta el extremo pero mentalmente demoledora, ha creado desde sí misma un
nuevo paradigma de heroína válido para nuestros tiempos. En los combates
cuerpo a cuerpo, Lisbeth es capaz de transformar su insignificancia física
en una ventaja de agilidad y de sorpresa, que sus contrincantes masculinos
no son ni siquiera capaces de imaginar, porque resulta totalmente
inesperado que alguien así plante cara. Su rebeldía se ha forjado como
mecanismo de defensa a todas las agresiones padecidas desde su infancia. El
cartel de "desequilibrada mental" que los poderes sociales le han
encasquetado no es más que el resultado de una suma de injusticias
institucionales agravadas por una visión machista de las mujeres. Ella sola
desmonta uno por uno los falsos tópicos y estereotipos femeninos con los
que se ha nutrido durante largo tiempo (años, centurias, ¿milenios?) el
imaginario cultural de Occidente.

Lisbeth Salander no es la típica antigua prota femenina "débil",
pasiva y abnegada en sus sacrificio a un "bien" superior no elegido
libremente (léase Sissi o cualquier mujer-compañera del héroe, desde
Jimena, la mujer del Cid, y sus hijas hasta Sigfrid, la novia de El Capitán
Trueno, pasando por el modelo de Ginebra, mujer del rey Arturo), a la
espera siempre de un hombre que la rescata en el último momento para
consumar en un buen matrimonio su máxima aspiración social y personal.
Tampoco es ninguna heroína moderna a lo Lara Craft - Angelina Jolie- ,
quien reproduce los patrones del héroe macho en un espléndido cuerpo de
mujer. Ni siquiera es la típica guerrera feminista de cómic que abomina de
los hombres. A pesar de tener motivos para ello, no es una resentida
vengadora sin escrúpulos que necesita "cargarse" a unos cuantos tipos como
terapia personal. Catalogada como inadaptada social por los "expertos"
guardianes del sistema (¿cuántas mujeres a lo largo de la historia han
terminado sus días en un psiquiátrico o ejecutadas en la hoguera por no
cumplir el papel que una sociedad tradicional y machista les tenía
asignado?) debe reconstruir su mundo de relaciones fiándose solo de la
experiencia personal.

Su capacidad para ser extremadamente violenta no surge porque sí; no
es una violencia gratuita o de conquista. Al contrario, como sujeto que
desde su infancia ha sido testigo de la llamada "violencia de género" y de
la debilidad del sistema para corregirla (nadie hacía nada para impedir que
su madre fuese brutalmente violentada por su padre), adquiere el instinto
de supervivencia individual. Si es atacada injustamente, si la violencia
machista se ceba en ella, entonces actúa, y no precisamente poniendo la
otra mejilla. Entonces Lisbeth, cargada del mismo derecho que asiste a
cualquier otro héroe masculino, sea el Capitán Trueno, el Che Guevara o
John Wayne, reacciona con suma violencia sin que le importe un pito si es
legal o ilegal, moral o inmoral. Ella siente que tiene derecho a defenderse
y a atacar si es necesario: es su código ético, su única forma de
sobrevivir en un mundo hostil para alguien como ella. No espera nada del
sistema, es más, sabe que en gran medida son sus enemigos y se vuelve
"salvaje", "indomable" para sus ejércitos de ocupación: psicólogos,
profesores, juristas, abogados, periodistas, policías, etc., que jamás van
a admitir que una joven marginal e insignificante rompa las normas de la
buena conducta.

El personaje de Lisbeth se alimenta tanto de debilidades como de
virtudes, de derrotas y desgracias como de espléndidas victorias. Carece de
planteamientos religiosos o "políticos" porque, como los vaqueros del
oeste, ha comprobado que para sobrevivir debe construir su propia ética, su
propio código moral, que es infinitamente más válido que el predeterminado
por y para el sistema. No es una tía buena al uso; su físico no encaja en
la "imagen" ideal que la sociedad construye para nosotras, y lo más
importante, le importa (casi) un bledo. Su deseo no es satisfacer al otro,
sea éste hombre, mujer, sociedad o "institución", por lo que no construye
su imagen para ser el "objeto del deseo" masculino, ni para ser
"políticamente correcta". Su imagen, su personalidad, su mente, su
inteligencia, su dinero, sus sentimientos y sus deseos son solo suyos y los
ofrece a quien ella elige, siguiendo sus propias reglas, trasgrediendo los
límites que haga falta.

Su "autismo" (diagnóstico del sistema ante el persistente silencio que
Lisbeth devuelve a sus carceleros) no es más que el refugio- caparazón
seguro del que sale cuando su libertad está asegurada. Porque no nos
confundamos, lo que más nos gusta de Lisbeth es su libertad, su modo de
ejercerla. En su recorrido iniciático junto a Michael Blomkovist aprende a
sentir confianza y afecto, incluso ternura y compromiso hacia aquellos que
son honestos y que no le juzgan, ni le condenan a priori, como Holger
Palmer. Así acaba por saber elegir a sus amigos y ser buena compañera de
viaje si hay respeto y juego limpio. Asimismo, elige a sus compañeros de
cama con una libertad y una frescura que nos deja con la boca abierta. ¿Por
qué?, porque no se reconcome las entrañas con nuestras jamaduras de tarro
que tienen que ver con grandes palabras como culpabilidad, fidelidad, amor,
que pesan como losas en nuestras vidas de modernas y liberadas. James Bond
no desperdicia oportunidad de cama en ninguna película, ¿por qué Lisbeth,
raquítica y tatuada hasta el cuello, no va a poder aspirar a lo mismo?,
¿qué o quién se lo va impedir? Y lo que es más importante, ¿en virtud de
qué moral que no esté dispuesta a exigir lo mismo a los hombres?

En resumidas cuentas, Lisbeth Salander es la heroína que todas (¿y
todos?) estábamos esperando: insumisa, inteligente, luchadora y libre de
cuerpo y espíritu. No es la bobalicona acompañante de los héroes de antaño,
ni la eterna princesa de los cuentos de hadas estilo Sissi, ni la
fierecilla irlandesa que acaba domada, ni la sensual Escarlata O'Hara, ni
la fantástica Superwoman - que al fin y al cabo solo es un hombre con un
traje y cuerpo de mujer- ni la reencarnación de Juana de Arco, ni la
Trinity de Matrix -cuya misión es acompañar y proteger al verdadero héroe
Neo. Lysbeth no pretende salvar el mundo - no es un Mesías como Neo de
Matrix-, sino simplemente que la dejen en paz. Es una mujer que ha sufrido
los zarpazos de un sistema corrupto y machista y que lucha por su dignidad
con las femeninas armas de su mente catalogada de "discapacitada". Es en
realidad, tal y como la imaginó su autor, una moderna Pippi Långstrump
actual. ¡Lástima que su creador no pueda continuar deleitándonos con sus
andanzas! ¡Bienvenida Lisbeth Salander!, ¡qué falta nos hacías y qué
huérfanos nos has dejado!




(Libe Villa : marzo 2010)
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