Ocupaciones gravetienses de Antoliñako koba: aproximación preliminar a su estratigrafía, cronología e industrias

August 15, 2017 | Autor: Mikel Aguirre | Categoría: Palaeolithic Archaeology
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Descripción

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Ocupaciones gravetienses de Antoliñako koba: aproximación preliminar a su estratigrafía, cronología e industrias Gravettian occupations of Antoliñako koba: preliminary approach to the stratigraphy, chronology and industries Mikel Aguirre Ruiz de Gopegui Universidad Nacional de Educación a Distancia, CA Bergara, San Martin Agirre Plaza, 4. 20570 Bergara, Gipuzkoa (España) [email protected]

Resumen: Antoliñako koba se sitúa en la cuenca baja del Oka (ría de Gernika, en Bizkaia) a unos 285 msnm. Su excavación se ha venido desarrollando entre 1995 y 2008, documentándose una secuencia con ocupaciones del Auriñaciense, Gravetiense, Solutrense superior, Magdaleniense inferior, y Magdaleniense superior/Aziliense. El Gravetiense de Antoliña posee una secuencia de dos niveles: uno inferior, el más rico (Lmbk), con seis fechas de radiocarbono comprendidas entre c. 25.800-27.700 BP; y otro superior (Lab) con contacto neto con los niveles superiores tardiglaciares, fechado en 22.640 BP. Ambos horizontes mantienen equilibrio en sus industrias líticas, significándose en ambos los buriles de Noailles y los grupos de sustrato. Se han recuperado varios fragmentos de azagayas aplanadas de sección oval, punzones óseos, retocadores, y caninos atróficos perforados. En Arte mueble destaca un ejemplar de percutor con grabado figurativo de cierva, cuyo estilo y cronología tiene importantes implicaciones para caracterizar las primeras etapas del Arte paleolítico cantábrico. Palabras clave: Antoliñako koba, Gravetiense, cronología, industrias, Arte mueble figurativo. Abstract: Antoliñako koba is located in the low river basin of the Oka (ría de Gernika, Bizkaia) to about 285 m above sea level. Its excavation has come developing between 1995 and 2008, documenting a stratigraphy sequence with occupations of the Aurignacian, Gravettian, upper Solutrean, lower Magdalenian, and upper Magdalenian/Azilian. The Gravetian of Antoliña has a sequence of two levels: the one lower, most richest (Lmbk), with six dates of radiocarbon between circa 26,300-27,700 BP; and uppermost (Lab) with net contact with the Late Glacial levels, dated in 22,640 BP. Both horizons maintain certain balance in their lithic industries. Several fragments of assagais of oval section, have recovered also, bone punches, retouchers, and perforated canines. In portable art it emphasizes a little hammerstone with figurative engraving of red deer hind, whose style and chronology have important implications to characterize the firsts stages of the cantabrian palaeolithic art. Key words: Antoliñako koba, Gravetian, chronology, industries, Portable figurative art.

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1. Situación y antecedentes Antoliñako koba se sitúa en la cuenca baja del Oka (o ría de Gernika, en Bizkaia) a 285 msnm sobre las alturas del monte Arlamburu, contiguo al de Ereñusarre y muy cerca por tanto del clásico yacimiento de Santimamiñe. La excavación arqueológica se ha venido desarrollando entre 1995 y 2008, documentándose una secuencia estratigráfica con ocupaciones del Auriñaciense evolucionado, Gravetiense, Solutrense superior, Magdaleniense inferior avanzado, ¿Magdaleniense superior? y Aziliense, así como evidencias puntuales de momentos anteriores que podrían remontarse al interestadial de Les Cottés (Aguirre, 1996, 2001; Aguirre, López Quintana y Sáenz de Buruaga, 2001). Está bien orientada hacia el sur sudoeste, muy protegida de los vientos de norte y noroeste, en un emplazamiento estratégico con excelente dominio visual de buena parte de la cuenca de Urdaibai y del acceso hacia los valles costeros de los ríos Lea y Artibai, hacia el este (fig. 1).

2. Los niveles gravetienses: estratigrafía, cronología y paleoambiente El Gravetiense de Antoliña se desarrolla en una secuencia con continuidad sedimentaria de dos horizontes: el inferior, más rico (Lmbk sup), con seis fechas de radiocarbono comprendidas entre 25.800-27.700 BP (30.600-32.300 cal. BP, ver cuadro 1 y fig. 2); y otro superior (Lab) con contacto discordante con los niveles superiores tardiglaciares, fechado en su parte alta en 22.640 BP (27.358 cal. BP). Corresponde a los que hemos denominado Conjunto Sedimentario Medio en la secuencia de Antoliña (Aguirre y González-Sainz, 2011). Son limos y arenas marrones oscuros –por la abundancia de materia orgánica, carbones y hueso carbonizado– muy compactos en general y con abundantes bloques, que hacia arriba se aclaran al amarillo, manteniendo la presencia de bloques en algunos casos de considerable tamaño. En apariencia, todo el tramo estratigráfico se muestra sin rupturas internas, consecuentemente el de mayor continuidad temporal de la presencia humana en la cavidad, durante el

Figura 1. Situación de Antoliñako koba, planta y área excavada (elaboración propia).

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Figura 2. Corte estratigráfico de la banda D/E. Aquí, el Gravetiense se halla limitado prácticamente al nivel Sabk (=Lmbk) (Elaboración propia).

transcurso del Gravetiense. Si atendemos a los extremos radiométricos, ésta se da en un momento inicial de frecuentes estancias que forman el horizonte Lmbk sup c. 26.000-27.500 BP (31.000-32.000 cal. BP) que parecen reducirse y hacerse más ocasionales durante la formación de Lab hasta c. 22.600 BP (c. 27.300 cal. BP), fecha obtenida a techo de Lab y que representa hasta el momento el límite cronológico superior de las ocupaciones gravetienses en Antoliña. Se incorpora además a un tramo cronológico, entre 20.500 y 23.000 BP (24.500 y 27.800 cal. BP) que, o bien carece de referencias radiométricas, o se dan en niveles con paupérrimos registros arqueológicos, como La Riera I, Ekain VIII o Ermittia V (Rasilla y Santamaría, 2006: 434, Rasilla y Straus, 2004: 218).

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Cuadro 1 Fechas de radiocarbono de Antoliñako koba, de los niveles gravetienses y los inmediatamente situados a techo y muro, y su calibración (CalPal_2007_HULU, Weninger et al., 2010) (Elaboración propia) Nivel de ref. gral.

Ads. cultural

Lmc

Sol. sup

Lab

Gravetiense

Lmbk sup

Gravetiense

Lmbk inf/ Smk

Auriñ. evol.

Método

Material

Ref. lab.

Fecha BP

Cal. BP

Beta-230284

19.020 ± 120 BP

22.879 ± 303

AMS

Hueso

C14 conv.

Hueso

GrN-23785

19.280 ± 120 BP

23.044 ± 283

AMS

Hueso

Beta-233766

22.640 ± 120 BP

27.358 ± 388

AMS

Hueso

Beta- 215542

26.080 ± 200 BP

31.011 ± 356

AMS

Hueso

Beta-230282

26.710 ± 180 BP

31.469 ± 284

AMS

Hueso

Beta-251299

26.720 ± 180 BP

31.486 ± 273

AMS

Hueso

Beta-251300

27.100 ± 190 BP

31.822 ± 154

C14 conv.

Hueso

GrN-23786

27.390 ± 320 BP

32.064 ± 277

AMS

Hueso

Beta-230279

27.520 ± 190 BP

32.109 ± 222

AMS

Carbón

GrA-23898

29.990 ± 230 BP

34.253 ± 196

AMS

Hueso

Beta-251304

30.640 ± 240 BP

34.823 ± 355

Hay evidencia de hiatos sedimentarios tanto a techo como a muro de la estructura sedimentaria. Por encima, el Solutrense superior se fecha en 19.280 BP (23.044 cal. BP) sobre una muestra a muro del nivel Lmc, en discordancia erosiva con el infrayacente Lab, lo que cifraría el hiato en tres milenios, en años BP, o casi cuatro en fechas calibradas. Por debajo, con un contacto interfacies bastante menos diferenciado, las fechas obtenidas para el Auriñaciense evolucionado –en el tramo medio (29.990 BP, 34.253 cal. BP) e inferior (30.640 BP, 34.823 cal. BP) de Smk– sugieren un hiato más corto de casi dos milenios (radiocarbónico y calibrado), aunque no hay que descartar que nuevas fechas a techo acorten la horquilla. En cuanto a la información paleoclimática que se deriva del contexto descrito será necesario esperar a los resultados de las analíticas sedimentarias (bajo responsabilidad de A. Uriz, A. Aramburu e I. Yusta), palinológicas (de M. J. Iriarte) y complementariamente antracológicas (L. Zapata). Disponemos de estudios parciales de microfauna (Zubeldia, 2006; Zubeldia et al., 2007: 43, muestras 16 a 11) con algunas conclusiones paleoecológicas que, junto con el buen entramado radiométrico y los caracteres generales de organización del tramo sedimentario implicado (lo propiamente Gravetiense, más lo que lo cubre y subyace), permiten hacer interesantes consideraciones, siempre supeditadas a su contraste con las demás analíticas. Atendiendo a la proporción entre especies de apetencias templadas o frías se detectan variaciones de temperatura, de abajo arriba: templado (Ak-M18: Smk techo = Lmbk inferior techo), templado (muestra AK-M16: Lmbk sup), frío (AK-M14: Lab medio), templado de nuevo (AK-M12: Lab superior), y frío finalmente (AK-M11: Lab techo), frío que se vuelve a manifestar por encima de la discordancia erosiva, en la muestra Ak-M9 (Lmc) (Zubeldia et al., op cit., 42). La relación de especies y grupos asociados a climas húmedos o secos determina un clima muy húmedo en todos los niveles de la secuencia de Antoliña, con máximo durante la formación de los horizontes correspondientes al Auriñaciense, Gravetiense y Magdaleniense inferior avanzado, y menos húmedo durante el Solutrense y Aziliense (Ib.: 43) durante el inter LaugerieLascaux y el Dryas III, respectivamente. A la hora de ensayar una correspondencia cronoclimática para este tramo estratigráfico, topamos de lleno con la problemática asociada a las condiciones del Würm III final y del inte-

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restadio que le sigue en el Cantábrico, con condiciones ambientales no rigurosas («frescas», sin los intensos procesos crioclásticos del Tardiglaciar) y sobre todo húmedas en todo el tramo, con oscilaciones templadas muy matizadas (sin llegar nunca a condiciones actuales) y un interestadio Würm III-IV (Laugerie) caracterizado por intensos procesos erosivos de límites inciertos, especialmente a muro (Hoyos, 1994: 22-29; Hoyos, 1995: 19-25; Hoyos y Rasilla, 1994: 145; Barandiarán, Fortea y Hoyos, 1996: 276; Rasilla y Straus, 2004: 210-215). Antoliña muestra a techo de Lab erosiones cuyo intervalo de actividad estaría comprendido entre c. 22.50021.000/20.000 BP (c. 26.500/24.000 cal. BP), en la dirección que Hoyos apunta para el inicio del interestadial. La microfauna indica una pulsación fría en Lab techo (muestra 11) que podría corresponder a la interfase previa a Laugerie. La fase templada y húmeda en Lab sup (muestra 12) incumbiría a Tursac, y a ella asignamos la data Beta-233766. El frío detectado en Lab medio nos remitiría a la interfase Kesselt-Tursac (evento H3 de Heinrich). Lmbk sup se formaría así, según la microfauna –muestra 16–, en condiciones templadas que han de corresponder a Kesselt. Seguimos por el momento, en esta presentación preliminar, este conservador esquema, aunque bien es cierto que habría espacio, del que no disponemos, para desatar la creatividad habida cuenta de las variadas posibilidades y propuestas en la secuencia paleoclimática del Würm III y su intrincado panorama (Rivera, 2004). No obstante, creemos interesante comparar brevemente los niveles gravetienses de Antoliña con los análogos de Cueto de la Mina VII, VIa y VIb (Vega del Sella, 1916; Rasilla, 1990; Rasilla y Hoyos, 1988; Hoyos y Rasilla op. cit.; Rasilla y Santamaría, 2006), puesto que podrían tomar otra perspectiva a la luz de los parcos e iniciales datos paleoclimáticos que nos ocupan. La fecha de 26470 + 520 del nivel VII de Cueto de la Mina (Hoyos y Rasilla, op. cit.) y su interpretación paleoambiental como «templado y húmedo» son plenamente solidarias con Antoliña Lmbk sup, como hemos visto, y su industria, aunque escasa, asimilable a lo gravetiense/«noaillense». Su asignación cronoclimática, sin embargo, y siguiendo el argumento propuesto para Antoliña, nos llevaría a Kesselt. El nivel VI, de carácter genérico «... frío poco riguroso y ambiente húmedo» sería análogo a Antoliña Lab, con sus matices internos englobados en sus subniveles VIa y VIb, que han de corresponder a las últimas etapas del Würm III (Ib.: 428). Un Tursac, sutil y elusivo, parece presentar unas condiciones que quizá no sean muy diferentes de la interfase que le sigue y de la que le precede, dentro de estas condiciones climáticas húmedas del final del Pleniglaciar en el Cantábrico, con variaciones de temperatura no extremas («frescas», como recalca Hoyos, 1994: 21, y para Cueto de la Mina Rasilla y Hoyos, 1988, y Hoyos, 1995: 22) aunque suficientes para plasmar alteraciones ecológicas del entorno en la microfauna de Antoliña, pero con débil reflejo en su estructura sedimentaria, condicionada por el emplazamiento y los caracteres geomorfológicos de su sistema kárstico. Es necesario remarcar, además, que en Antoliñako koba los procesos de acumulación en la dinámica sedimentaria de los Conjuntos Sedimentarios medio (Auriñaciense y Gravetiense) y superior (Solutrense, Magdaleniense y Aziliense), parecen ser muy dependientes de la presencia humana, si no su vector principal, en cuanto que se detectan largos lapsos de abandono coincidentes con hiatos sedimentarios que afectan tanto a fases climáticas frías y secas como templadas y húmedas, evidenciados palmariamente por el entramado radiocarbónico y la composición industrial de sus horizontes arqueológicos, separados, especialmente en los pertenecientes al Tardiglaciar, por sutiles contactos estratigráficos.

3. Las industrias Ambos horizontes mantienen cierto equilibrio en sus industrias líticas. Hasta la 8.ª campaña, según la Tipología Analítica de Laplace (grillé de 1986, 1987), Lab/Sab ha librado 262 piezas retocadas con 265 tipos primarios, Lmbk sup/Sabk 933 piezas con 944 tipos primarios. Los grupos más destacados son los buriles en Lab/Sab (23,40%, el 18,49% Noailles), denticulados

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(22,64), elementos de dorso y raederas con idénticos porcentajes (13,58, respectivamente), y raspadores (5,66). En Lmbk sup/Sabk, son los denticulados el grupo tipológico más importante (30,72), seguidos por los buriles (25,74, Noailles el 15,57), raederas (11,76), elementos de dorso (8,79) y raspadores (6,57). La composición industrial del Gravetiense de Antoliña (análisis tipológicos, de tecnología y economía de talla en curso) responde en los rasgos fundamentales a los caracteres de este complejo en el ámbito pirenaico y cantábrico inmediato. Los valores aportados por los buriles de Noailles (18,49 en Lab y 15,57 en Lmbk) y elementos de dorso (13,58 y 8,79, respectivamente) son razonablemente cercanos a los de Bolinkoba E y F (16,9 y 18,1 para los Noailles, 9 y 6,5 para elementos de dorso (Barandiaran et al., 1996: 269). Otros porcentajes son especialmente llamativos: el peso de denticulados y abruptos indiferenciados representan más de un tercio de la estructura interna de ambas series industriales, y si sumamos raederas los grupos de sustrato constituyen la mitad de las piezas retocadas. Dado que este fenómeno se repite en todos los horizontes industriales de Antoliña, creemos pertinente ensayar una interpretación, siquiera en sus más esenciales mimbres. A nuestro juicio, quién más atinadamente ha abordado un problema similar es Fortea en su valoración de las serie líticas del Auriñaciense inicial de La Viña: «..., quizá en el empleo de las materias primas y en la “perduración arcaizante” estén operando aspectos relacionados con el aprovisionamiento, la suficiente adaptación a los recursos líticos del entorno y a los programas de actividad: las variables pueden ser tan previsibles como costosamente argumentables. El problema aparece cuando a lo “arcaico” le damos un valor cualitativo referente a una “evolución” o una “transición”» (Fortea, 1995: 27). No podemos estar más de acuerdo. El impulso experimentado en los últimos años en el conocimiento del origen de las materias primas en el Cantábrico –especialmente Tarriño 2006, y estudios específicos en bastantes yacimientos por parte del mismo autor–, la aplicación progresiva de una orientación tipo-tecnológica más integral de las industrias líticas, aún muy limitada y del cual por el momento el Gravetiense cantábrico se ha beneficiado poco, van enriqueciendo nuevas perspectivas para esbozar una hipótesis explicativa a, entre otros muchos aspectos, la sobrerrepresentación de estos grupos tipológicos en distintos contextos y diversas circunstancias. Como mencionamos más arriba, el fenómeno inflacionario de los grupos de sustrato en Antoliña afecta a prácticamente todas sus series industriales (excepto a la Aziliense, con escasos efectivos). El origen de las materias primas líticas explotadas en su secuencia es amplia y similar desde el Auriñaciense evolucionado hasta el Magdaleniense inferior, en proporciones variables, pero con el sílex del flysch vizcaíno siempre como recurso lítico principal (Tarriño y Aguirre, 1997; Tarriño, Yusta y Aguirre, 1998; Tarriño, 2006: 136-144). Es evidente que su recolección en los cercanos afloramientos –en una banda geológica distante 5 a 25 km, aproximadamente, desde la orilla izquierda del Oka hasta la costa de Barrika (op. cit. 59-67)– se halla plenamente integrada en los «programas de actividad» desplegados en Antoliña durante todo el Paleolítico superior, en el contexto de la explotación territorial más inmediata, y frecuentemente llega a la cueva en forma de pequeños nódulos de buena calidad poco o nada transformados. La mayor parte de los efectivos de los grupos de sustrato están elaborados sobre este sílex. En la disponibilidad inflacionaria de soportes secundarios derivados de los procesos de talla desarrollados en Antoliña –característica de actividades de taller relativamente cercanas a la fuente– estaría la razón de su elección para necesidades domésticas inmediatas, reservando los soportes de más calidad para su uso diferido o más especializado, probablemente con cortos ciclos de uso/reparación con el resultado de altos índices de retoques marginales o poco profundos, discontinuos y alternantes, que frecuentemente generan dudas sobre su naturaleza mecánica y que, aún con estrictos criterios tipológicos de criba, acaban significándose en mayor o menor medida en las series industriales.

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Similares valores de grupos de sustrato se dan uno de los pocos yacimientos de taller publicados en detalle en nuestro ámbito, Portugain (sierra de Urbasa, Navarra: Barandiarán y Cava, 2008) perteneciente a una cronología tan poco sospechosa de polémicos «arcaísmos» como la aziliense; en el taller de «tradición gravetiense» de Prado (Burgueta, Álava: Sáenz de Buruaga, García Rojas y Retolaza, 2005); y en el taller gravetiense de Mugarduia sur (también en Urbasa: Barandiarán, 1988; Barandiarán et al., 2007, Barandiarán y Cava, 2008, y estudios en curso) y, probablemente también relacionado con la explotación de recursos locales, en el abrigo con niveles gravetienses de El Cuco (en Cantabria, Muñoz et al., 2007). Todos ellos ilustran, más allá de la cronología y a nuestro personal parecer, un comportamiento lógico en la economía de materias primas líticas: la reserva diferida de los soportes de más calidad y el aprovechamiento in situ de la abundante disponibilidad de «restos de talla», y su consecuencia en lo tipológico. A la hora de valorar la significación de los grupos de sustrato, «adoptar una perspectiva evolutiva enmascara el problema» (Fortea, op. cit.: 27). Asociamos, en definitiva, la sobrerrepresentación de estos grupos tipológicos (sobre todo denticulados y abruptos indiferenciados) a la explotación de fuentes cercanas de materia prima lítica, la disponibilidad de numerosos soportes no preferentes resultantes de su procesado y su aprovechamiento extensivo (usos rápidos con abandonos frecuentes). Otras consideraciones de necesario planteamiento, al hilo de nuevos enfoques y potenciales perspectivas en el terreno de la tecnología y la traceología, podrían hacerse con respecto al grupo de los buriles. La caracterización de los complejos gravetienses como industrias ricas en elementos de dorso y/o demandantes de soportes tipo laminilla, no parece hallarse desligada técnicamente de la análoga significación tipológica de los buriles sobre truncadura o retoque (en Antoliña, el 60,49% de los buriles de Lab y el 77,37 de Lmbk, incluidos los Noailles, con algunos ejemplares de tipo Raysse entre ellos), como ha evidenciado Klaric (2003: 40 y ss.) para algunas industrias gravetienses con buriles de Raysse del Périgord. No es descartable a priori la posibilidad de que la verdadera funcionalidad de los buriles de Noailles sea el aprovechamiento de sus microrecortes (al igual de los de mayor talla de otros tipos sobre truncadura o retoque), lo que explicaría su presencia en altos números, la homogeneidad de los caracteres de sus facetas y ángulos de bisel (Djinjian, 1977; Arrizabalaga, 1994), su multiplicidad, la ausencia o rareza de reavivado, su tendencia a aparecer –al menos en Antoliña– en áreas concentradas donde no se recupera un número equivalente de microgolpes de buril, por no hablar de su más que dudosa capacidad burinante. Por otro lado, la presencia de objetos de retoque plano en los recuentos preliminares necesita comentario. Su relevancia es escasa en Lmbk, puesto que se tratan de raederas planas. En Lab se han hallado varias piezas de clara filiación solutrense a techo (en los primeros 5 cm) que evidencian percolaciones puntuales del nivel superior (fig. 3: n.os 2 y 3, bajo estructura solutrense denominada H3-Lmc, con alta densidad de materiales; y n.º 1) y que impiden valoraciones sugerentes de otros elementos interesantes a falta de morfotipos claros (fig. 3, n.º 6: fragmento distal de técnica de retoque plano poco profundo –«punta de cara plana»–, y 7: fragmento distal de punta con retoque plano, con alteración térmica), también en posiciones altas en Lab y en cuadros aparentemente menos afectados por la erosión. La industria ósea recuperada en ambos horizontes es escasa, y contribuye muy discretamente al catálogo de manipulados orgánicos del ámbito cántabro pirenaico gravetiense. Quizá podrían caracterizarse en éste, además del clásico y escaso tipo de Isturitz fuera de su lugar epónimo, algunas azagayas aplanadas, a veces algo curvadas y de sección oval (Antoliña: ver en fig. 4, n.os 2, 3 y 4; Zatoya IIIbam: Barandiarán y Cava, 2008, fig. 12, n.º 7; Gargas: Foucher, 2005/06, fig. 8, d) con paralelos, en cualquier caso, en el contexto occidental de lo auriñacoperigordiense (como señalan para los ejemplares de Zatoya Barandiarán y Cava ib.: 24), pero que,

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Figura 3. Piezas de retoque plano a techo del nivel Lab. 1, 2, 4 y 7 en sílex de Treviño (con pátina en 1 y 4); 3, 5 y 6 en sílex de flysch (con pátina en 6) (Fotos y composición: elaboración propia).

junto a otras piezas de Antoliña –como un fragmento medial de robusto fuste de asta de sección oval fracturado en ambos extremos (fig. 4, n.º 1), un fragmento distal de probable azagaya (n.º 5) y una base aplanada con profundas marcas de enmangue (n.º 6)–, evocan, junto a las anteriores, el aire de familia del mentado tipo isturitziense. Se han recuperado también algunos punzones óseos (fig. 4, n.os 7 a 9) y varios retocadores en hueso.

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Figura 4. Industria ósea gravetiense de Antoliñako koba. Lab/Sab: 3, Lmbk/Smbk: 1, 2, 4, 5, 6 (Fotos y composición: elaboración propia).

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Figura 5. Antoliñako koba. Gravetiense. Elementos de adorno y pieza decorada 1: caninos atróficos perforados (nivel Lmbk, salvo el cuarto por la derecha, Lab); 2: fragmento de cuenta de collar (¿marfil?), nivel Lmbk; 3: varilla decorada con muescas laterales (nivel Lmbk) (Fotos y composición: elaboración propia).

En el apartado de adornos y decoración, la figura 5 recoge algunos caninos atróficos perforados, un fragmento de cuenta de collar (quizá marfil, por confirmar) y una varilla apuntada de sección romboide con muescas laterales profundas.

4. Arte mueble figurativo: la cierva de Antoliña Mención especial merece el único ejemplar de arte mobiliar figurativo descubierto en Antoliña (figura 6), recientemente publicado en detalle (Aguirre y González-Sainz, 2011). Se trata de un ejemplar de percutor cuyas pequeñas dimensiones (5,5 x 5,2 x 1,8 cm) y peculiares huellas de desgaste –que dan forma redondeada a un fragmento de placa de arenisca– justifican relacionar su función, por contraste con ejemplares experimentales, con la abrasión de cornisas en la talla con percutores blandos orgánicos en tecnología laminar. Presenta en una de las caras una representación de cierva orientada a la izquierda. En un esquema abreviado, se ha reducido a la cabeza con dos orejas, cuello y línea pectoral, bien ajustadas a los límites del soporte, y realizado en un momento en que los bordes estaban ya intensamente alterados por el trabajo de frotación, sobreimpuesto a su vez a dos fracturas existentes en el lado derecho de la pieza. Técnicamente, presenta trazos grabados de tipo simple y único, bien marcados en general: parte anterior del cuello, línea inferior de la cabeza y cervical, ésta mostrando dos trazos entrecruzados en algún punto. Los trazos más finos corresponden a la línea pectoral y a las dos orejas, resueltas con un trazo simple más marginal y obtenidas de una sola vez o con muy pocas pasadas del útil grabador. La sencillez del motivo y los caracteres del soporte –arenisca de grano medio– dificultan establecer una secuencia temporal, salvo los últimos trazos que definen la línea de la barbilla, que son posteriores a la línea anterior del cuello, a la que corta.

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Mikel Aguirre Ruiz de Gopegui

Figura 6. Percutor-abraseur con grabado figurativo de Antoliñako koba, del nivel Sabk (=Lmbk) (Calco de C. GonzálezSáinz).

La figura, naturalista, muy sintética y que evoca un esquema bastante estereotipado, exhibe un buen número de rasgos morfológicos característicos de las ciervas, y frecuentemente repetidos en muchas representaciones paleolíticas de ese animal: cabeza triangular alargada con escasos detalles, con líneas que no llegan a cerrarse en el extremo del morro, y sin boca; línea frontal más recta en su arranque y ligeramente convexa después, aunque sin convexidad supraorbital, ni ojo representado; la línea del maxilar sí muestra una ligera curvatura característica; cuello delgado y alargado con una convexidad en la parte anterior que constituye un interesante rasgo naturalista; orejas divergentes de trazo único, en perspectiva biangular, prolongando en curva las líneas frontal y cervical, y con un espacio vacío muy distintivo de esquemas de construcción en fases premagdalenienses, en cérvidos, caprinos y uros. Especialmente cercano a este esquema es el ciervo de Pondra (González-Sainz y San Miguel, 2001: 121) cuyas dataciones TL, con desviaciones típicas muy amplias, se hacen con ello más aceptables. La placa grabada de Antoliña se suma así a los muy escasos testimonios mobiliares figurativos cantábricos gravetienses (compresores de El Castillo y Morín) pero en un contexto cronológico mucho más preciso. El riguroso control estratigráfico de esta pieza, y su fechación media en torno a 27.000 BP, la convierten en un elemento de referencia obligada en la caracterización de las primeras etapas de actividad artística regional, y hacen más asumibles algunas matizaciones realizadas al respecto en los últimos años (González-Sainz, 1999 a y b), en cuanto a la necesidad de envejecer algunas series de representaciones exteriores en grabado profundo y técnicas como el tamponado rojo. La revisión de la documentación en la región cantábrica (por González-Sainz, cuya evaluación cronológica e implicaciones de la pieza en cuestión resumimos en este epígrafe, desarrolladas en Aguirre y González-Sainz, op. cit.: 53 y ss.) sugiere la contemporaneidad de toda una serie de modelos de representación de cabezas de ciervas y cabras con ligeras variantes durante el amplio periodo temporal del Gravetiense y quizá desde el Auriñaciense.

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Ocupaciones gravetienses de Antoliñako koba: aproximación preliminar a su estratigrafía, cronología ...

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