Ocupación romana y mundo indígena en el Norte de Marruecos (Mauretania Tingitana)

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Descripción

J. M. Álvarez T. Nogales I. Rodà (Eds.)

ACTAS XVIII Congreso Internacional Arqueología Clásica PROCEEDINGS XVIIITH International Congress of Classical Archaeology

VOL. I

CENTRO Y PERIFERIA EN EL MUNDO CLÁSICO CENTRE AND PERIPHERY IN THE ANCIENT WORLD

01 Primeras Páginas VOLUMEN 1_M 04/08/15 17:29 Página 4

Editores Editors José María Álvarez Martínez Trinidad Nogales Basarrate Isabel Rodà de Llanza Coordinación editorial Editorial Coordination Departamento de Investigación del Museo Nacional de Arte Romano María José Pérez del Castillo Nova Barrero Martín Elisabeth Fragoso Pulido Edita Edited © Museo Nacional de Arte Romano Mérida, 2014 ISBN: 978-84-617-3697-3 Vol. 1: 978-84-606-7624-9 Vol. 2: 978-84-606-7949-3 Depósito Legal Legal Deposit BA-722-2014 Maquetación e impresión Layout and printing Artes Gráficas Rejas (Mérida) Diseño de la imagen e identidad gráfica del CIAC CIAC’s Design and graphic identity Ceferino López

Actividad subvencionada por el Ministerio de Economía y Competitividad en el marco del Subprograma Técnico de Apoyo PTA20011-5582-T a la Fundación de Estudios Romanos Actividad subvencionada por el Ministerio de Economía y Competitividad en el marco del Subprograma de Acciones Complementarias a Proyectos de Investigación Fundamental no Orientada 2011 (HAR 2011-14642-E) Grupo de Estudios del Mundo Antiguo (EMA), HUM-016 Consejería de Economía, Competitividad e Innovación del Gobierno de Extremadura

El texto y las opiniones expresadas en este volumen son de exclusiva responsabilidad de los autores The text and the opinions expressed in this volume are the exclusive responsibility of the authors

XVIII CIAC: Centro y periferia en el mundo clásico / Centre and periphery in the ancient world S. 3. Mundo indígena. Sustratos culturales y los impactos coloniales The indigenous world. Cultural substrata and colonial impacts Mérida. 2014: 451-454

OCUPACIÓN ROMANA Y MUNDO INDÍGENA EN EL NORTE DE MARRUECOS (MAURETANIA TINGITANA) Enrique Gozalbes-Cravioto1, Helena Gozalbes-García2 Universidad de Castilla-La Mancha1, Universidad de Granada2

ABSTRACT Archaeological research has identified different areas of human occupation in the northwestern peninsula of Morocco. Territories with signs of urban and rural life, with people assimilated to Romanization, alternate with others in which there are gaps of Roman occupation, with data that indicate the presence of tribally organized indigenous people. This population was controlled through a device military camps existing in the case of Tamuda archaeological evidence of problems with people of the Rif that were not subject.

país, despreciadas generalmente por falta de referentes, pueden encerrar en algunos casos restos de esos indígenas. Y no pueden olvidarse las abundantes referencias en las fuentes clásicas a que los indígenas no asimilados del Norte de África utilizaban como hábitat unas viviendas transportables, realizadas con materiales efímeros (cañas y esparto) conocidas como mapalia. La península Noroeste de Marruecos constituye un trapecio avanzado en dirección a Hispania, con cuyos puertos mantuvo considerables relaciones, con unas características geográficas que plantean la existencia de zonas bastante distintas, tres fachadas litorales, de características diferentes, y también un conjunto interior que está representado por las últimas estribaciones del macizo del Rif, su prolongación en la espina dorsal de Jbala (Fig. 1): - El territorio oriental, en el litoral del Rif, tiene angostas ensenadas, con una débil ocupación, en un litoral muy recortado; hacia el interior se encuentran las montañas del Rif en la zona del macizo de Chefchaouen. El valle del río Martil, antiguo Tamuda flumen, es el único que permite una ocupación y explotación importantes, documentadas arqueológicamente tanto en el aspecto agrícola, como en el pesquero, como muestra la factoría de salazón de pescado fabricación de púrpura de Matruna recientemente localizada. De igual forma, en las zonas de Beni Madan hay evidencias de explotación minera del cobre. Hacia el Norte el litoral tiene zonas costeras inundables, si bien en algunos puntos conserva evidencias de industrias de salazón como en Sania y Torres o la zona de Castillejos, o de una cierta explo-

Las fuentes literarias de época romana informan de la importancia del elemento indígena, no enteramente asimilado por parte de Roma, en la provincia de Mauretania Tingitana. La situación de dualidad de la población, medios urbanos y campesinos de un lado, los de organización en tribus o gentes y dedicación pastoril del otro, era previa a la conquista romana, como informa Pomponio Mela (III, 10) para quien una parte de la población vivía en pequeñas ciudades, y otra en contextos semi-nómadas1. En el siglo II, cuando ya se habían producido cambios por el asentamiento de nuevas poblaciones, Ptolomeo (IV, 1, 5) enumeró con detalle los nombres de grupos indígenas, así como su ubicación relativa. La historiografía de la antigüedad ha insistido en diversas ocasiones acerca del problema de resistentes y de levantamientos indígenas contra el dominio de Roma. El testimonio arqueológico más evidente de esta situación, del control necesario del territorio, se encuentra en la red de campamentos militares romanos2. Pero sin embargo tenemos un evidente problema centrado en la disparidad de documentación entre los vestigios de la ocupación romana, que dejan evidencias arqueológicas en construcciones, cerámicas, monedas, etc., y la presencia del medio indígena de organización tribal, silente desde el punto de vista arqueológico. Referencias como “ruinas beréberes”, o cerámicas a mano del

e-mail: [email protected]; [email protected] 1 Gozalbes, 1997. 2 Rebuffat, 1987.

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importante con anterioridad a la conquista romana. También la arqueología ha documentado en las costas la intensa explotación pesquera, con una profusión de industrias de salazón de pescado, entre las que destacan los grandes complejos de Lixus, las pequeñas industrias de la zona de la desembocadura del Rharifa, las diversas instalaciones de Tahadart, así como el gran conjunto fabril de Jbila4. - La tercera fachada litoral está representada por la costa del Estrecho, con otro litoral muy recortado pero con algunos valles con ciertas posibilidades agrícolas, como Benyounes, Al-Marsa, Qsar as Saguir, o Oued Lian, aunque por lo general son valles de dimensiones algo reducidas para la agricultura; en todos ellos se han descubierto indicios arqueológicos (en Benyounes no de época romana sino una vasija prerromana descubierta junto a la gran torre medieval, según un documento del Museo de Tetuán). Antes de la época romana probablemente contenía una ciudad, la Lissa o Exilissa (Plinio, NH. V, 2; Ptolomeo IV, 3), muy verosímilmente en el valle del Marsa. Después de la época romana probablemente el centro urbano más importante fue el de Ceuta. La explotación económica principal fue con diferencia la de salazones de pescado, documentados en Ceuta con anterioridad a la conquista romana, pero que alcanzó su máximo de producción en el conjunto de los lugares en el siglo III. En suma, si tenemos numerosos datos arqueológicos acerca de la ocupación del territorio en las tres zonas indicadas, con explotaciones económicas agrícolas y pesqueras, por el contrario los restos son mucho menos importantes, hasta el punto de resultar casi inexistentes, en la amplia espina montañosa del Jbala, en su prolongación hasta el litoral del Estrecho. El hecho deriva, sin duda de una menor investigación arqueológica, pero sobre todo de que, como en otras zonas del Norte de África. Los accesos a las montañas fueron territorios ocupados por poblaciones africanas refractarias al modo de vida romano, que tuvieron un modo de vida preferentemente pastoril. M. Ponsich señaló en su día, en el comentario al Atlas archéologique du Maroc, en la zona interior del territorio Larache-Arcila, entre la zona del monumento de Mezora y Souk el Tleta de Reissana (el Habt), la existencia de un vacío de presencia de ocupación romana, y que a su juicio correspondería a una zona de trashumancia reservada a poblaciones indígenas5. Es cierto

Fig. 1. Mapa de las zonas de la península Norte de Marruecos, con ubicación de principales centros de ocupación y de campamentos militares romanos.

tación agrícola, como la recientemente localizada de Sidi bu Hayel en El Negrón3. - La fachada occidental constituye la parte fundamental del territorio, con llanuras válidas para la agricultura en zona bastante húmeda, con costas arenosas, y una fácil comunicación hacia los territorios meridionales, con el gran río Loucos al Sur otros más pequeños hacia el Norte: Rharifa y Tahadart. Las fuentes clásicas aclaran que aquí, desde el litoral del estrecho hasta la cuenca del Loucos, se encontraban las ciudades clásicas que obtuvieron reconocimiento incluso desde antes de la propia conquista romana: Tingi con su territorio del Fahs, repleto de explotaciones agrícolas, capital de Mauretania primero, municipio romano con Augusto, colonia con Claudio; Zilil, ciudad mauritana, colonia de veteranos de Augusto, centro de una zona agrícola que prolongaba la tingitana; Lixus, ciudad fenicia y púnica, luego próspera población mauritana y finalmente colonia romana con el emperador Claudio, también centro de un territorio agrícola que se prolongaba hacia el Norte de la misma y en el curso del río Loucos. La investigación arqueológica ha documentado la intensa ocupación y explotación, con villas y granjas romanas, con explotación cerealística, olivarera y vinícola, de la que hay además evidencias en las representaciones numismáticas de las tres ciudades mencionadas. La cronología documentada en las explotaciones agrícolas de la región muestran ciertas diferencias según las zonas, con un máximo en el siglo III, aunque la ocupación ya era particularmente

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Bernal et al., 2011.

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Ponsich, 1970. Ponsich, 1975.

E. Gozalbes-Cravioto, H. Gozalbes-García

que la tesis del vacío de presencia romana no puede admitirse como una realidad absoluta, debido a que en diversas ocasiones se han localizado en determinadas prospecciones la presencia de vestigios de época romana, consistentes en pequeñas instalaciones agrícolas (granjas) o evidentes obras militares6. Así pues, se trataría de un territorio por el que transitaban comunicaciones en época romana, pero en el que sobre todo destacaría la presencia de población de organización tribal, con dedicación fundamentalmente pastoril. Dos campamentos militares romanos prestaban servicios en relación con la zona: Tabernae (Lalla Djilaliya) desde el Occidente y Souiar (castellum Duga) que también protegía el territorio respecto a las montañas de la espina de Jbala. Otra zona particularmente interesante es el territorio de Anjera, que tiene en su zona oriental las montañas que separan la zona de la costa mediterránea, y al Oeste unas zonas que prolongan la cuenca de Dar Chaoui. En esta última región se ha identificado la presencia de poblamiento romano muy poco estudiado, como es el caso de Melusa, sobre todo Dar Chaoui7, y también diversas modestas granjas en torno al campamento militar de El-Beniam (castellum Pacatiana). Sin embargo en Anjera no se han localizado restos romanos pero sí, al menos en tres puntos diferentes, se han encontrado inscripciones con uso del líbico. La paralela utilización en ellas del latín refleja que nos hallamos ante una población no enteramente asimilada, aunque sí en contacto directo con los romanos, lo cual se evidencia más claramente con la propia introducción del culto a los Manes como vemos en la inscripción bilingüe (Fig. 2). Los datos indican que, sin duda, la investigación arqueológica no ha conseguido identificar el horizonte de los poblados indígenas de época romana que debieron tener cierta importancia. La zona interior de Gomara, y del macizo de Chefchaouen, no parece que contuviera una ocupación romana permanente, su carácter montañoso trajo consigo sin duda el que estuviera poblada por pueblos probablemente de difícil sometimiento. Frente a ellos, protegiendo la zona del valle del Martil, se estableció el castellum de Tamuda, objeto de atención importante en los últimos años8. Las últimas investigaciones apuntan a que el castellum se estableció ya en época de Claudio,

Fig. 2. Inscripción funeraria en líbico y latín de Tacneidir, hallada en Anjera. Museo Arqueológico de Tetuán.

y sufrió un incendio hacia finales del siglo I, aunque reconstruido y fortificándose cada vez más prolongó su existencia hasta el siglo V. Testimonio también de la inestabilidad es la inscripción latina, con mucha probabilidad del siglo III, que documenta el ataque a Tamuda de unos bárbaros que habían irrumpido desde zonas más o menos próximas, cerco del que fue liberada a partir de la llegada de algún importante personaje. Por último, como testimonio de esta inestabilidad aportamos el presente dato. En el Museo Arqueológico de Tetuán la exposición de este cráneo, con flecha hincada en a frente, es probablemente un elemento impactante (Fig. 3). Se consideran desconocidas las condiciones del hallazgo, aunque podemos aportar las precisiones correspondientes para su uso documental: estos restos fueron hallados en el año 1945 en un enterramiento más o menos de urgencia de cuatro personas, varones todos ellos, que tenían entre 30 y 40 años, de los que éste y otro que tiene la frente astillada por golpe con fractura intensa de la mandíbula inferior, presentan muestras muy claras de haber tenido una muerte violenta al tiempo. Fueron publicados en una edición de difícil acceso9 y parecen el trágico resultado, cuatro muertes al tiempo, de un

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Touceda, 1959; Akerraz, El Khayari, 2000. Centro con una ocupación amplísima en el tiempo. Según las monedas en el Museo Arqueológico de Tetuán, aparte de una pieza de la ceca de Tingi y de otra de Gades, las piezas romanas se extienden desde Vespasiano hasta Honorio. 8 Gozalbes, 2009; Bernal et al., 2013; Campos et al., 2013. 7

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Cola Alberich, 1946.

Ocupación romana y mundo indígena en el norte de Marruecos (Mauretania Tingitana)

BERNAL, D. ET AL. 2011: “Del poblamiento litoral romano en la Tingitana mediterránea. Excavaciones preventivas en Metrouna y Sidi Bou Hayel”, D. Bernal et al. (eds.), Arqueología y turismo en el Círculo del Estrecho. Tetuán-Cádiz: 405-461. BERNAL, D. ET AL. 2013: Tamuda. Cronosecuencia de la ciudad mauritana y del castellum romano. TetuánCádiz. CAMPOS, J. M., BERMEJO, J. (coords.) 2013: La arquitectura militar del castellum de Tamuda. Los sistemas defensivos. Roma. COLA ALBERICH, J. 1946: “Notas antropológicas sobre unos cráneos procedentes de Tamuda”, Mauritania, 228: 255-257. GOZALBES, E. 1997: Economía de la Mauritania Tingitana. Ceuta. GOZALBES, E. 2009: “La frontera militar de Tamuda (Mauretania Tingitana)”, A. Morillo, N. Hanel, E. Martín (eds.), Limes XX. Roman Frontier Studies. Madrid: 1573-1583. PONSICH, M. 1970: Recherches archéologiques á Tanger et dans sa region. Paris. PONSICH, M. 1975: “Voies de transhumance et de peuplement préromain au Maroc”, Bulletin d Archéologie Algérienne, 6: 15-40. REBUFFAT, R. 1987: “L implantation militaire romaine en Maurétanie Tingitane”, L Africa Romana, IV. Sassari: 31-78. TOUCEDA, R. 1959: “Nuevos yacimientos arqueológicos romanos en la zona Norte de Marruecos”, Mauritania, 376: 99-107.

Fig. 3. Cráneo hallado en tumba de Tamuda en 1945. Museo Arqueológico de Tetuán.

enfrentamiento entre las tropas romanas y un enemigo armado. Y es que sin duda, cercana a zonas sin ocupación, con poblaciones no asimiladas y en ocasiones sublevadas, o con partidas de bandoleros, Tamuda constituía una frontera estable entre el mundo agrícola romanizado y el refractario representado por el Rif y esa espina montañosa de Jbala. Apuntamos a la necesidad de que en el futuro la arqueología dirija su atención a la necesaria identificación de los hábitats de estas poblaciones africanas. BIBLIOGRAFÍA AKERRAZ, A., EL KHAYARI, A. 2000: “Prospections archéologiques dans la región de Lixus: résultats préliminaires”, L Africa Romana, XIII, Roma: 1645-1668.

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