¿O son una las dos? La alteridad en la identidad cubana

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¿O son una las dos? La alteridad en la identidad cubana ———————————————————————————————————————— De las muchas formas de ser cubano, una de las más penetrantes e insidiosas es negar la cubanía de quienes no son como nosotros. Perez-Firmat 1997, p. 4. ———————————————————————————————————————— Georgia Vidler, University of Technology Sydney

1.0 Introducción Cuando pensamos en qué quiere decir ‘la Cuba de hoy’, una interpretación válida sería intentar a entender la nación cubana de hoy. Naciones, siendo generalmente nuevos conceptos de organización social mundialmente, están formados sobre la idea de colectividad, en las famosas palabras de Anderson, sobre “una comunidad imaginaria” (2006). Tal comunidad necesita crear un tipo de singularidad - el nacionalismo - poder distinguirse de otras naciones y de lo que los ciudadanos pueden fomentar una filiación e identidad. En el caso de la Cuba de hoy, las preguntas que destacan son: ¿Quién pertenece a la nación cubana y quién no? ¿Y cuáles son los conceptos fundamentales que forman parte de ‘lo cubano’? ‘El otro' ha sido una parte fundamental de la nación de Cuba desde su creación y se ha manifestado en muchas facetas de la sociedad cubana. Primero, con la conquista Española en 1492, el mantenimiento de las personas colonizadas como ‘otros’, era una herramienta usada por los Españoles para quedarse en el poder. Con la independencia del imperio español, se formó la nación cubana basada en el rechazo de lo español. Los Estados Unidos (EEUU) interfirieron en el momento oportuno para desarrollar su ‘imperio tácito’ en Cuba, y a la vez la cubanidad_ se desarrolló a través de una conexión fuerte con los EEUU. No obstante, cuando los EEUU habían obtenido tanto poder sobre la economía y la vida social cubana, los cubanos se dieron cuenta que todavía estaban viviendo en la sombra de otra identidad. ‘El otro’ en este caso era necesario en la redefinición de lo cubano; una Cuba revolucionaria y socialista, y ahora el otro fue el capitalismo, el imperialismo y sobre todo lo estadounidense. Las diferentes oleadas del exilio cubano, por lo general hacia Miami, Florida, han sucedido como reacción al gobierno cubano que tomó el poder en 1959 y todavía sigue en el poder. La diáspora de más de un millón de Cubanos que existe en Miami se ha convertido en un nuevo ‘otro’ para los que se quedaron en la isla, y viceversa. Aunque muchos cubanos en la isla rechazan que estos ‘otros’ forman parte de la Cuba de hoy, muchos sectores de la diáspora argumentan que sí son cubanos, muchos conscientemente permanecen en un estado fijo de ‘exilio’ para reiterar su filiación con la madre patria y negociar su nuevo espacio en el Norte. Los exiliados tienden explicar su cubanía como algo no conectado a una ubicación externa sino interna, mientras los cubanos en la isla a menudo atribuyen su cubanía directamente a la fidelidad a la revolución y a Fidel. Después de explicar la historia relevante del tema, este ensayo discutirá la “guerra de palabras” (Fernandez 2008, para. 18) de la cubanía en relación al exilio y ‘el otro’, argumentando que ser cubano es igual a quererlo ser, o en las palabras de Pérez-Firmat, existe en “una voluntad del

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corazón” (1997). También se usará la famosa película cubana Fresa y Chocolate como estudio de caso, porque “el discurso nacionalista cubano se desarrolla no solamente a nivel político sino también a nivel artístico” (Ramblado Minero, 2006, p. 86).

2.0 El exilio - un término vivo y dinámico Vale comenzar este estudio con una definición del tema central - el exilio - como punto de referencia consistente. Sin embargo, es necesario clarificar que no existe una sola definición, “la diversidad e, incluso, la fragmentariedad…son características intrínsecas” (Rodríguez y Fernández 2012, p. 10) del concepto de exilio y el cuerpo de obras, siempre creciendo que se trata del exilio, refleja la riqueza y complejidad del estudio. No obstante, Michael Böss (citado en Rodríguez y Fernández 2012, p. 10) explica que la similitud que comparte la mayoría de los exiliados es que su exilio “se origina cuando la permanencia geográfica y la pertenencia a la comunidad adquiere un coste que el individuo… no está dispuesto a asumir”. Naficy (1993) explica que el discurso del exilio se ubica en la intersección de otras culturas, y que se trata del problema de ubicación y también ubicaciones múltiples. Naficy también afirma que “la ‘desterritorialización’ …ha creado aparentemente “otros mundos” de gente desafectada, quien… no quieren fijarse en cualquier identidad” (p. 2). Para algunos en el caso de Cuba “el exilio es realista” (Fernandez 2008, para. 44), es decir, que tienen razones racionales para temer el encarcelamiento o hasta la muerte si regresan a Cuba. Pero también “se trata de un estado mental. Un inmigrante se va de su país para buscar una vida mejor, pero un exiliado se siente obligado a irse, lo atormenta la nostalgia y anhela volver” (Fernandez 2008, para. 44).

3.0 Historia y Contexto 1: Cuba antes del 1959 Para forjar la primera identidad cubana (distinta de España), como cualquier identidad nacional en la época de post-colonialismo_ y especialmente después de la segunda guerra mundial, se necesitaba encontrar semejanzas en medio de la cual era una civilización de grupos muy distintos (Anderson 2006). En el contexto de Cuba post-colonial, a riesgo de reducir la situación a lo básico, estos grupos eran los blancos, negros y en un número menor de indígenas. Sus semejanzas se desarrollaron como consecuencia de llegar a ser un ‘estado satélite’ de los EEUU después de la guerra hispano-cubano-estadounidense en 1898 (Pérez 1999, p. 7). Como el colonialismo y el imperialismo son conceptos semejantes (Gillen y Ghosh 2007, p.14), no es sorprendente que un medio siglo después del rechazo de España y su dominación colonial, el pueblo cubano continuó su legado de asertividad. La formación inicial de 'la cubanidad’ en su núcleo principal se enfocó en la multiculturalidad y un rompe del pasado colonial. Se expresó "en términos de esencia o alma para referirse a ‘algo formidable en Cuba que no muere y que España no debe empeñarse en matar’" (Sanguily citado en Ramblado Minero, 2006, p. 86). El papel de los EEUU en la guerra hispano-cubana-estadounidense, después de 30 años de la lucha cubana contra España, esencialmente fue impulsado por intereses económicos y la importancia de Cuba geográficamente y estratégicamente en la región (Holmes 2009, p. 8). Este papel se convertiría en una historia compleja y larga de intervención estadounidense en la isla. Además de seguir interviniendo en los conflictos políticos cubanos en las siguientes décadas de la guerra, los EEUU también aumentó su presencia física y permanente en Cuba; una clase alta de norteamericanos que se mudó a la isla, y cuya “influencia superó con creces su tamaño” (Pérez Jr. 1999, p. 395). El comercio entre Cuba y los EEUU también creció rápidamente, hasta el punto de que los estadounidenses en la isla controlaron sectores claves de la economía cubana, tales como el azúcar, el tabaco y las minas, entre otros.

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Como la relación entre Cuba y los EEUU aumentó, Cuba comenzó a depender en gran medida de los EEUU, tanto en sus importaciones como su cultura, como los cubanos que “buscaban medios para expresar elementos de la nacionalidad…encontraron en los EEUU muchos aspectos para escoger” (Perez Jr. 1999, p. 121). Aunque Cuba oficialmente no le perteneciera a los EEUU, la gran conexión entre los dos países en esta época “ritualizó ‘la manera de vivir Americana’” (Pérez Jr. p. 398) en la cultura cubana. El intercambio entre las dos culturas a los fines del siglo XIX asumía muchas formas que no necesariamente se movían en una dirección, y vio a muchos cubanos emigrando o visitando al Norte en gran números y viceversa (ver el apéndice 1.0 para una imagen de aerolínea Cubana anunciando sus vuelos frecuentes a Miami). En el contexto cubano prerrevolucionario, la ciudad de Miami era una ‘extensión’ de la Habana y era caracterizada como “la condición cubana ideal - estilo, comodidad, conveniencia” (Peréz Jr. 1999, p. 440)_. Como consecuencia, la forma de pensar cubana del “otro” o del exilio, era conectada fuertemente a un nuevo sentido de nacionalismo; “una forma de trazar distinciones y aumentar la distancia entre ellos y los españoles” (Peréz Jr. 1999, p. 122). Según Perez Jr. (1999), la adaptación que pasaban a los cubanos cuando regresaban a Cuba de los EEUU, tales como sus nuevos valores y maneras de pensar, y un sentido distinto de progreso y prosperidad, influyó e integró "el sentido cubano del futuro y de su lugar en ese futuro" (p. 122). Es decir que los principios de la formación de la nacionalidad cubana, y la pasión que creció por ser un país individual con una nacionalidad única, irónicamente se derivó de las experiencias del Norte. Los EEUU desempeñaron un papel principal en convertir a Cuba en su contra y en 1959, los cubanos, especialmente Fidel Castro, Che Guevara y su ejército de insurgentes, estaban listos para tomar el control de Cuba de las manos de Batista y los EEUU, y retornárselo al pueblo cubano.

4.0 Historia y Contexto 2: La Revolución (1959 - presente) ‘El triunfo de la revolución’ cubana en 1959 que destituyó a Batista de su cargo de Presidente fue inicialmente una revolución económica y Castro aseguró que su tipo de gobierno practicaría una forma de democracia directa. Su demanda por la primacía de intereses cubanos como la consideración principal de política nacional resonó con la población cubana e incluso la reacción inicial del público de los EEUU a la victoria de Castro “fue favorable y esperanzador” (MasudPiloto 1996, p. 19). Sin embargo, los EEUU quería que su Revolución fuera moderada, que Cuba compensara a los dueños americanos por sus propiedades cubanas generosamente, y que “la revolución no derribara las fundaciones existentes de poder e influencia” en la isla (Masud-Piloto 1996, p. 22). Existe un debate que rodea a la filiación de Castro con el comunismo antes de la Revolución y sus razones por declararse comunista, que está fuera del alcance de este estudio, no obstante en el 2 de Diciembre de 1961, la revolución de Castro oficialmente cambió de ser económica a ideológica: declaró que Cuba y el mismo oficialmente operaría bajo un sistema marxista y leninista, y con eso consolidó su poder comunista en la isla. Su propósito de diseminar ideas contra los americanos y “proyectar la influencia de Moscow a través del tercer mundo… agravaría aún más las tensiones de la guerra fría entre los EEUU y la Unión Soviética [sic]” (DiazVerson 1997, para. 7). Hay consecuencias al proclamarse enemigo de una superpotencia global, y para Cuba estas consecuencias fueron varias y severas. Los EEUU trataron de derrocar el gobierno de Castro a toda costa, y después de intentar y fallar a intervenir militarmente muchas veces, usaron su poder económico para restringir fuertemente la entrada de productos extranjeros a Cuba (instigando a otros países a hacer lo mismo). Sin embargo, Cuba aumentó su comercio con la Union Soviética, se convirtió en su mayor importador, y aunque sobrevivió en esta época, Cuba no era exactamente la utopía económica que Castro le había prometido al pueblo cubano (Alum 2014). Las restricciones de trabajar libremente y los problemas económicos anteriores desmejoraron la calidad de vida 3

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enormemente. En 1991, con la caída de la Union Soviética y el campo socialista, Cuba sufrió una crisis económica completa. Primeramente sufrió por la escasez del petróleo, sin el cual, la transportación, industria y agricultura fueron paralizadas. La falta de comida y medicinas, y muchos otros productos que los cubanos se habían acostumbrado a recibir se desaparecieron del Mercado. A esta crisis se le llamó ‘El Periodo Especial en Tiempos de Paz’.

5.0 Desde “los que esperan” a “los que escapan”: Las oleadas del exilio cubano La revolución provocó un gran éxodo de la clase profesional (y sus niños), por lo general blanca y opulenta (Morales, 2009 p. 113), que fue más notable después de la nacionalización de las industrias de Cuba en octubre de 1960 y la declaración del carácter socialista de la revolución. Amaro y Portes subrayan que la ‘protección’ que le dio el gobierno EEUU a la clase elite económicamente (bajo de la cuál consiguieron y mantuvieron sus posiciones altas) le hizo dudar fuertemente que "el gobierno de los EEUU permitieran la consolidación de un régimen socialista en la isla” (1972, p. 10). Es comprensible que ellos esperaran que los EEUU intervinieran como lo habían hecho frecuentemente en el pasado. Por eso salieron de Cuba creyendo que su partida sólo sería temporal, a la espera del derrocamiento de Castro y su ejército rebelde. Según Clark, muchas de estas personas también eran perseguidas “no sólo por su filiación política batistiana u opositora, sino también por mostrar en público rasgos socioculturales modernos… la lucha del régimen no era sólo política sino contra el estado complejo moderno” (citado en Triff 2006, p. 187). Los que fueron forzados a irse, salieron porque simplemente no cabían en lo que se había convertido, muy rápidamente, en la nueva identidad cubana. Perez Jr. explica que el cambio manifestó en “maneras quizás demasiadas numerosas y complejas para apreciar totalmente…tanto de lo que había significado la identidad nacional - fue denunciado y despreciado” (citado en Triff 2006, p. 187). Los cristianos, los imperialistas, y hasta los demócratas, entre otros, fueron llamados gusanos - traicioneros a la patria - y en los ojos de los revolucionarios, a su salida perdieron su reclamación a la cubanía (Reiff 1993 p.14). Aunque los cubanos siempre estaban intentando salir, se habla de tres olas mayores del exilio después del primer éxodo, y cada una de las oleadas representó un sector demográfico diferente de la sociedad cubana. Primero las élites y sus niños salieron por rechazar una Cuba socialista, y como el sueño del socialismo se alejó cada vez más de la realidad (o en las palabras de Alvaré; como se convirtió de una palma verde a una guayaba con rojo adentro [en O’Reilly Herrera 2001, p. 125]), vimos gente de la clase media, las clases pobres, y de cada origen étnico, saliendo de Cuba (en muchos casos en cualquier cosa que flotara). No por su desacuerdo con Fidel sino por sus circunstancias económicas y la falta de oportunidades de trabajo en Cuba (ver el apéndice 2.0 para una historia más detallada de las olas siguientes). En 1995, aproximadamente 1 de cada 10 cubanos se habían mudado para “obtener los privilegios ofrecidos en el ‘paraíso’ de los EEUU” (Basulto en Calvo y Declercq 2000, p. 31) y su llegada, especialmente la de ‘los balseros’, provocó una reacción mixta de la comunidad de exiliados y el gobierno de los EEUU. Al principio fueron recibidos como héroes, pero como el número de ellos creció rápidamente, Washington empezó a preocuparse, y en el mismo año dicho, los dos gobiernos firmaron un trato para negar la entrada de los cubanos a los EEUU sin la documentación necesaria (Calvo y Declercq 2000, p. 32). Las olas del exilio se hicieron posible por el ‘permiso’ (o la falta de él) de los dos gobiernos, y en algunas maneras, eran beneficiosas para ambos partidos. Pese a que la ‘fuga de cerebro’ en la primera ola no reflexionó bien sobre el gobierno cubano, y las siguientes reafirmaron la superioridad de los sistemas políticos del occidente en el contexto de ansiedades políticas de la 4

Guerra Fría, también se deshizo de aquellos con el suficiente interés político o el poder financiero e intelectual para socavarlo desde el interior (De la Campa 200, p. 26). Por la parte estadounidense, la facilidad, en general, con la cual los cubanos entraron y establecieron sus vidas en los EEUU, era menos sobre la compasión y más sobre la utilización de gente desesperada como un instrumento político para afirmar el poder del capitalismo contra su mayor adversario, el comunismo. Fue por esa razón que cuando la amenaza del comunismo mundial se desapareció, junto con ella se disolvió la política de ‘brazos abiertos’ de los EEUU y abrieron la base naval de la bahía de Guantánamo para disuadir más personas de intentar entrar a los EEUU (Pedraza Bailey, p. 7 1985). El ‘otro’ y el pueblo cubano fueron usados como muñecos políticos, cuya desesperación fue explotada para legitimar el propio sistema de cada partido y socavar el del otro. Con la ayuda en gran medida de los gobiernos en ambos lados del estrecho de Florida, el pueblo cubano y los exiliados en Miami han creado su versión de la Cuba de hoy, que se basa principalmente en la definición de sí mismo como un antónimo del otro: ya sea exiliado y revolucionario; imperialista y socialista; la Cuba de antes de 1959 y la de después. Triff (2006) mantiene que los exilados cubanos necesitaban crear una nueva identidad que “legitimara ocupar nuevos espacios dentro de la sociedad” estadounidense (2006, p. 188). La subcultura que crearon como consecuencia, ha visto a los cubanos pasar “de “estar exiliados” (condición pasajera) a “ser exiliados” (identidad permanente)” (p. 188) y aunque tenían muchas diferencias (edades, ideológías políticas, estatus social y económico), el concepto de anticomunismo “sirvió para limar las asperezas” (p. 188) entre ellos. La cuba de ayer se convirtió en el discurso central para unir a los cubanos de Miami, quienes, según Reiff, vivían en 'ambigüedad triunfante' y muchos, metafóricamente por lo menos, "con sus maletas listas y una fuerte fantasía viva en sus corazones de lo que harían en Cuba... cuando, por fin, podrían volver” (1993 p. 27). Algunos ven su cubanía como algo más ‘puro’ de la que los en la isla reclaman tener, como se basa en la Cuba ‘real’, no la Cuba que ha sido lavada de cerebro por un 'dictador barbudo’ (Prieto 2014). En la defensa de su cubanía, dicen “que son los cubanos de la isla los que, al aceptar el comunismo, han renunciado a su cubanía” (Fernandez 2008, para. 44). Muchos cuentos de cubanos que se han mudado a los EEUU definen su identidad híbrida como “viviendo en el guión”, o desde el punto de vista de Machirán Granto (en O’Reilly Herrera 2001, p. 121) es como un par de gemelos esquizofrénicos al dentro del cuerpo. Sin embargo, siempre hay una fuerte inclinación hacia el lado cubano, como Granto-Penque explica que “ser cubano es en mi sangre…cubanos tienen este orgullo, este bravata única, que es inconfundible”(p. 122). O’Reilly expresa una tristeza por los que se han muerto ‘en exilio’ porque tienen “la esperanza incumplida de regresar a una Cuba libre” (2001, Sección Introductoria), es decir, una Cuba sin Fidel. Incluso los cubanos que han tenido una vida entera en los EEUU, la ultima generación, “que se ha dado en llamar el exilio dorado” tienen un anhelo por la Habana y por un país que en realidad nunca han visto, pero de sus padres y abuelos lo han escuchado. Chediak, (en Fernandez 2008) un exiliado en Miami, dice que “ni un solo día he dejado de sentirme cubano” pero Fernandez clarifica que Chediak sabe que la Cuba “a la que muchos exiliados quisieran regresar “es un lugar que ya no existe””(para. 46). El odio hacia Fidel y la idea de una Cuba ‘ideal’ hasta la fecha se ve en la comunidad exilada y especialmente en internet, donde muchos cubanos en los EEUU están creando espacios para expresar y defender su cubanía a través de historias, noticia e imágenes. Uno que se destaca es Babalú blog que reitera la legitimidad de la cubanía fuera de la isla con su eslogan: “una isla en el internet sin el dictador barbudo” (Prieto, 2014). Unos argumentan que este tipo de diáspora, la que nunca se suelta de la madre patria, realmente reafirma el rechazo de su nuevo hogar y como resultado la continuación de su identidad anterior (Ang 2003; Cohen 1996), sin embargo Triff cree que “la aceptación de ser un “exiliado cubano” implica que se ha permitido que el poder tenga el derecho de determinar quién es cubano. Los que

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tienen conflicto con el poder no pueden ser sólo cubanos, sino cubanos con adjetivos, con clasificación” (2006, p. 190). Y la comunidad en Cuba se hace eco de esta negación del papel protagonista de los exiliados. Cernuda (en Calvo y Declercq 2000, p. 82) argumenta que uno de los problemas más grandes de la comunidad exiliada es su querer desempeñar un papel mayor en el proceso de cambio en Cuba, pero que no lo merece. Cernuda explica que “incluso en Cuba, ellos que se oponen el gobierno a menudo ven a los que están en el extranjero con desconfianza porque saben que su realidad cultural, social, económica y política es diferente a la suya” (p. 82).

6.0 El Exilio en ‘Fresa y Chocolate’ (1993) La película Fresa y Chocolate, que se estrenó en la cima de la crisis económica cubana, según Bejel (1997) fue extraordinaria no solamente por su calidad cinematográfica, su éxito internacional o su tema de homosexualidad per se, sino “que fue producida y publicada en Cuba socialista y trata de homosexuales en esa sociedad” (Bejel 1997, p. 67), es decir, demuestra que se puede criticar a Cuba desde dentro. Es una película fundamentalmente política, y las tensiones y paradojas que existen en la relación entre los cubanos en la isla y los en el extranjero se exponen claramente en la película a través de los personajes de Diego y David. David posee todas las características consideradas positivas por el socialismo cubano tradicional - heterosexualidad (y machismo), socialismo, ateísmo y nacionalismo - el Hombre Nuevo perfecto (Guevara 1965). Al contrario Diego posee las características negativas - imperialismo, religiosa, de la burguesía - “con la excepción de contranacionalismo… Diego insiste que es profundamente nacionalista” (Bejel 1997, p. 67). Como los cubanos en ambos lados del estrecho de Florida, David y Diego tienen un código compartido que los atraen - el nacionalismo - “pero de dos tipos fundados en principios políticos muy diferentes” (Bejel 1997, p. 67). En la misma manera que vemos la comunidad exilada intentando de predicar la validez de su inclusión en la nación cubana a los cubanos en la isla, Diego está constantemente presentando homosexuales como ciudadanos dignos y capaces de formar parte de la nación de Cuba. La fortaleza, seducción y autoridad decisiva de Diego domina el carácter débil e indeciso de David, pero a pesar de todas sus diferencias, forman una amistad, la cual se usa más para desarrollar el personaje de David (y acariciar el ego del espectador cubano) desde una persona dogmática a una más tolerante (Thibaudeau 2012, Sección 2). Diego (y el director) tratan de enseñar a David (y el espectador) de la Cuba de ayer, la cual él entiende como la Cuba ‘real’ a la que pertenece, o al menos, la Cuba ideal. Aunque el exilio no sea el tema principal de la película, vemos, mediante el personaje de Diego, el proceso “del exilio interior a la expatriación” (Thibaudeau 2012) o como uno se puede convertir en un exilado. El exilio interior de Diego se ve en los aspectos de su personalidad que ya no constituyen parte de la Cuba socialista, los que tiene que esconder por cierta vergüenza o miedo, tales como un alto sentido de cultura (arte, libros y música fuera de las prescripciones oficiales), su homosexualidad y su franqueza o rebeldía hacia el régimen. Diego discute con David que no es su decisión irse del país, y que “no está desilusionado porque (ya) no cree en la Revolución sino porque la Revolución no creyó en él” (Seguin citado en Thibaudeau 2012, Sección 6). Hay paralelos entre las palabras de Miguel; “oye esto es una misión” y el implacable discurso de la ‘lucha’ del comunismo de Castro y sus partidarios. Es evidente que Fresa y Chocolate nos intenta mostrar la Cuba de dicotomías; tanto en su título como en sus personajes y temas. Y aunque termine en un escenario que favorece el machismo (la relación de David y Nancy) y obliga a Diego al exilio, aún nos muestra cada lado del debate (aunque sea un debate limitado a la clase generalmente blanca, masculina e intelectual). Desde un helado de chocolate a uno de fresa, la película usa la evolución de David, “mediante diferentes juegos de identificación, a llevar al espectador a ser capaz de comprender a Diego” (Thibaudeau 2012, Sección 12) y de esa manera dejar de considerar a los

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exiliados como traidores a la patria.

7.0 Conclusión La cuba de hoy existe tanto en la isla como en la comunidad exilada. No existe en algo tangible como un documento de ciudadanía, sino al nivel individual y psicológico; un deseo. La consistencia de alteridad en la condición cubana, en ambos lados del estrecho de Florida y a través del tiempo, demuestra que ser cubano existe fundamentalmente en una pasión por quererlo ser. ‘Una revolución’ por definición es una lucha que lleva a un gran cambio del orden social en favor de un sistema nuevo (Oxford Dictionary 2014). En la definición universal del término, es un evento o una serie de eventos que terminan una vez que se ha ganado la batalla. Sólo en Cuba, la definición de "una revolución" significa un evento en curso. Castro ha llegado a ser un sinónimo de la cubanía; donde “debemos luchar por la revolución” realmente significa “debemos luchar por seguir siendo quienes somos”. A los cubanos que se quedaron en la isla y crecieron con las promesas de la revolución socialista, "ser cubano" está intrínsecamente vinculado a “ser revolucionario”. Pero los cubanos en exilio necesitan la revolución tanto como los que están en la isla. Pese a todas sus diferencias, las dos ‘patrias’ tienen algo en común - su anhelo por poseer la cubanía. Parece que lo que preguntaba José Martí al principio de la formación de la nación cubana aún es cierto hoy: Dos patrias tengo yo Cuba y la noche ¿O son una las dos? (Martí 1895 citado en Yodú 2010)

8.0 Referencias Anderson, B. 2006 ‘Imagined Communities: Reflections on the Origin and Spread of Nationalism’, 3rd ed., Chapter 1, pp. 1-7. Alum, R. A. 2014, ‘Antes del ‘Período Especial’, ¿utopía o distopía?’, Diario de Cuba [Online], viewed 18th April, . Ang, I. 2003, ‘Together-in-difference: Beyond Diaspora, into Hybridity’, Asian Studies Review, 27(2), pp. 141-154. Bejel, E 1997, ‘Strawberry and Chocolate: Coming out of the Cuban closet?’, Bridging Enigma: Cubans on Cuba, The South Atlantic Quarterly, Volume 96, Number 1, pp. 65-81. Calvo, H., & Declercq, K. 1999, The Cuban exile movement: dissidents or mercenaries?, Melbourne, Ocean Press. Cohen, R. 1996, ‘Diasporas and the State: From Victims to Challengers’, International Affairs, 72 (3), pp. 507-520, viewed 20 March 2014, . De la Campa, R. 2000, Cuba on My Mind - Journeys to a Severed Nation, London, New York. Louis A Perez Jr. 2010, ‘Raíces de la identidad nacional en el siglo XIX: ESTADOS UNIDOS Y CUBA’, Espacio Lacial, Number 1, pp. 121-125.

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9.0 Apéndice 9.1 1956 anuncio de Aerolíneas Cubanas Según Lévine y Asís en su libro “Miami Cubano” (2000): “Mientras Americanos en los 50 estaban viajando a Cuba para apostar y disfrutar la famosa vida nocturna de la Habana, Cubanos estaban visitando a Miami para ir de compras y dar un paseo. Aire acondicionado estaba llegando a ser más generalizado, y la ciudad parecía lista para desarrollo. Algunas tiendas colgaban señales “Se habla español” para atraer turistas cubanos” (p. 18). \

9.2 Las olas del exilio siguiendo la primera ola Derivado, por lo general, del libro de Aviva Chomsky (2011) ‘Una Historia de la Revolución Cubana’, Sección: Relaciones con los EEUU.

9.2.1 Los Vuelos de la Libertad El episodio de Camarioca, que terminó con la perdida de miles de vidas Cubanas en el estrecho de

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10   ¿O  Son  Una  Las  Dos?  La  Alteridad  En  La  Identidad  Cubana  |  Georgia  Vidler   Florida, pasó como consecuencia de la proclamación de Castro_ que el puerto de Camarioca estaba abierto para que los cubanos en Miami pudieran visitar y recoger sus familiares en la isla. Casi un centenar de barcos llegó a y más de 10,000 personas intentaron salir de Cuba rumbo a Miami, y debido a la fragilidad de sus buques, miles no llegaron. Este fracaso provocó que los Estados Unidos y Cuba entraran en un diálogo que produjo el ‘Memorando de Entendimiento’ en el 1 de diciembre 1965, entre los dos países (Lopéz Morales 2008). El acuerdo “reemplazó la flotilla marítima por un programa de vuelos directos entre Varadero y Miami, que traería entre 3000 y 4000 refugiados cubanos” al mes que se prolongarían hasta 1973. Este éxodo se constituyo por personas muy diferentes a las que llegaban en la primera oleada, logró que la comunidad exilada en Miami fuera más equilibra; “con representantes de todas las clases sociales, todas las profesiones y oficios, varios grupos étnicos y religiosos” (Lopéz Morales 2008, p. 114). Esta ola fue el primer uso público del éxodo masivo por Castro como arma política que repetiría dos veces más para negociar con los EEUU.

9.2.3 Los Marielitos En Abril de 1980, en las días siguiendo las medidas desesperadas de Héctor Sanyustiz (quien, con 4 amigos, manejó un autobús a través de las puertas de la embajada de Peru para pedir asilo político) 10,000 Cubanos se congregaron en el sitio de la embajada peruana también pidiendo asilo. Como resultado, Castro otra vez más anunció que permitiría la salida de quien quisiera salir, ahora por el puerto Mariel, siempre que tuvieran alguien de Miami para recogerles. Y otra vez más, miles de Cubanos tomaron la oportunidad peligrosa de escapar su régimen, muchos en cualquier manera disponible. La diferencia esta vez fue que Castro, a propósito, organizó que criminales y gente con trastornos psicológicos constituyeran una porción grande de la población de emigrantes. Castro tenía la intención de deshacerse de gente ‘indeseable’, de socavar la comunidad exilada y ponerle presión al gobierno estadounidense. Pues logró socavarlo, pero se encontró que sólo un numero pequeño de ellos fueron clasificados como criminales serios o violentos.

9.2.4 Los Balseros La llamada ‘crisis de los balseros’ empezó con el anuncio de Fidel en el 13 de agosto de 1994 que a partir de ese momento retractarían los guardacostas de la frontera cubana y se permitiría irse del país a cualquier persona que así lo quisiera. El anuncio hizo posible el sueño que muchos habían estado esperando realizar - liberarse de la terrible situación económica en Cuba en busca de una vida nueva y próspera en Estados Unidos. Miles de personas arriesgaron sus vidas en botes y balsas caseras, dejando atrás a sus amigos y familias y enfrentando a los mares abiertos en busca de un nuevo comienzo. Estados Unidos respondió rápidamente a la crisis, Bill Clinton anunciando tan sólo unos días después del anuncio de Castro que iba a terminar su política anterior de 'brazos abiertos’, y con el fin de disuadir a los cubanos más de arriesgar sus vidas, proclamó que los buques encontrados en el mar en ruta a los Estados Unidos, serían interceptados por la guardacostas estadounidense y llevados a la base naval controlado por los Estados Unidos en la bahía de Guantánamo de Cuba. En Guantánamo después de casi un año esperando, los EEUU hicieron una lotería para elegir cuales de los refugiados allí serían llevados a los EEUU y cuales regresarían a sus pueblos de origen.

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