NUNCA FUIMOS ANIMALES

Los grandes temas son como los baños fríos, hay que entrar rápido y salir del mismo modo Después de la investigaciones de las últimas décadas sobre la evolución del lenguaje, ya no hay que esperar a situarse en un escenario retrospectivo para imaginar las etapas constitutivas de la humanidad: hemos aprendido que los vestigios siguen con nosotros, que solo hay que examinar las capas diferentes, los escalones o niveles en los que se articulan nuestras prácticas actuales, como hicimos antaño con las capas y niveles en la geología, o después hemos hecho con las diferentes especies biológicas, o hacemos actualmente con la información del espacio, leyéndola en términos de tiempo e historicidad, de capas o niveles más antiguos frente a otros más recientes. Pues bien, parece que la conversación humana es el nivel elemental adecuado para examinar esas diferentes capas, el lugar donde confluirían los resultados más antiguos y las modificaciones más recientes, donde cantamos, imitamos, reímos y a veces lloramos, al lado de discursos densos y meditados, de respuestas estudiadas o, al contrario, de expresiones estereotipadas y convencionales que no requieren trabajo alguno. No todo lo que sabemos es nuevo: algunas cosas, como la presencia de la imitación en el lenguaje, son más bien antiguas y con profundas ramificaciones en diferentes ámbitos como el artístico o el tecnológico. Però otras sí son nuevas: como la organización del conjunto, la idea de que la dimensión no verbal y los elementos paralingüísticos (exclamaciones, cambios de tono, gritos, ronroneos, el musitar, el chasquear la lengua) conforman un estadio previo y decididamente más antiguo que la verbalidad articulada propiamente dicha; un estadio al cual se sobrepuso y donde se montó, con propiedades y cualidades referidas a ese mismo estadio elemental multimodal, la variedad sintáctica de las lenguas modernas. Por ese mismo camino, no toda la gestualidad se supone que habría emergido con igual rapidez y con las características que conocemos ahora: habría también una gestualidad básica, primitiva, con rasgos muy comunes (señalar, pedir, amenazar) con una continuidad entre la mano, el brazo y el cuerpo, al lado de gestos más elaborados y coordinados y por supuesto elaborados socialmente. Algo así