Nuevas Masculinidades. De las crisis subjetivas al cuestionamiento del orden subjetivante.

September 10, 2017 | Autor: Néstor Rodriguez | Categoría: Estudios de Género, Género, Masculinidades, Estudios De Masculinidad
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Descripción

NUEVA-S MASCULINIDAD-ES.
DE LAS CRISIS SUBJETIVAS AL CUESTIONAMIENTO DEL ORDEN SUBJETIVANTE.
Autor: Néstor Rodriguez Pereira de Souza

Los estudios sobre varones ha comenzado a cobrar un estatuto académico
relevante en el marco de los estudios de género. Los mismos han puesto en
evidencia las construcciones sociales en torno a la masculinidad desde
diferentes disciplinas y enuncian al varón en su carácter de "actor de
género".
La emergencia de estos estudios, que preferiré llamar estudios de varones
desde una perspectiva de género, con el fin de evitar la falsa antinomia
género y masculinidad-es, han descentrado la experiencia masculina de sus
pretensión de normalidad como centro desde el cual se entiende la realidad.
Dichos estudios han tenido diversas consecuencias en la forma de percibir
la misma. En primer lugar, han puesto en tela de juicio los criterios
racionalistas, positivistas y de objetividad de muchos desarrollos
científicos, develando su profundo carácter androcentrista. Han establecido
como sujeto de estudio, aquel que aparecía como enunciante y sujeto del
saber, es decir, a los varones. Han hecho visible el padecer que acompaña
ostentar un pretendido lugar de privilegio (las trampas del privilegio a
las que Bourdieu hizo referencia en La dominación masculina). Y han
establecido nuevos marcos conceptuales desde los cuales pensar las
relaciones de poder de manera inter e intragenéricas.
Por tales motivos, podría decir que mas que provocar una crisis, dichos
estudios, al establecer nuevas narrativas desde las cuales entender las
experiencias masculinas, invitan a la crisis.
En este punto me interesa detenerme en la noción de crisis, para poder
distinguir dos aspectos que si bien aparecen separados, se encuentran en
profunda interrelación, y que tiene que ver con el orden social en el que
se inscriben las relaciones de género y la vivencia subjetiva de los
varones en relación a los criterios de masculinidad-es.

Las crisis masculinas y el orden social.

Autores con posicionamientos políticos y tendencias profesionales tan
disímiles y hasta opuestas, tales como Robert Moore y Douglas Gillette,
pertenecientes a la corriente mito poética, como Robert Connell, Michael
Kimmel, Victor Seidler, con una perspectiva socio – histórica, dan cuenta
de que se están produciendo re ordenamientos en la conformación subjetiva
de la-s masculinidad-es; de acuerdo al prisma de masculinidad por el cual
opten mirar, dichos re ordenamientos serán entendidos y explicados de
manera diferente; de la misma forma, las propuestas de abordaje contendrán
estrategias distintas a seguir[1].

Entendiendo sus posicionamientos hasta opuestos, encontramos que dichos
autores coinciden en establecer un momento socio – histórico marcado por la
crisis de la experiencia masculina; algunos hablarán del padecimiento
intrapsíquico de los varones, y otros darán cuenta de las relaciones de
género en su conjunto. Y efectivamente, lo que es indiscutible es que
estamos asistiendo a un tiempo que invita a la crisis.

Conflictos laborales, legales, falta de empleo, problemas de consumo de
sustancias psicoactivas, disfunciones sexuales, dificultades de parejas,
separaciones, conflictos en cuanto a la orientación sexual, y varios ítems
mas que amplían la lista pueden ser puntuados a la hora de leer los motivos
de consulta a nivel clínico.
Muchos varones llegan a los espacios de consulta buscando darle un sentido
a su padecimiento, que se les presenta incomprensible y paralizante. La
pérdida de determinados roles y la dificultad para asumir otros nuevos,
provocan gran confusión y perplejidad a los varones subjetivados en otro
orden social y de género. ¿Desde qué lugar nos paramos para poder entender
dichas crisis?

Para Mabel Burin, la palabra crisis tiene 2 acepciones; por un lado implica
el sentimiento de ruptura de una condición de equilibrio anterior, con una
sensación de padecimiento, incomodidad y malestar; y por otra parte,
implica la posibilidad de ubicarse como sujeto activo, criticante de aquel
ordenamiento pretérito; de acuerdo a cómo se ubiquen se plantearán como
sujetos criticantes o sujetos padecientes.[2]
Pensar estrategias para que los varones puedan pasar de sujetos padecientes
a sujetos criticantes del orden que los ilusionó con determinados
privilegios y ahora sufren su pérdida, consiste en un camino, que no por
menos difícil, resulta en el logro de estados mas satisfactorios y
equilibrados desde los cuales poder relacionarse, consigo mismos y con los
otros. Hacer de sus incomodidades, concepto[3], es una forma de
reaprendizaje a proponer.
Las relaciones de género pueden aparecer así como conflictos de intereses,
donde algunos varones ven sus crisis como consecuencia de pérdidas de un
lugar de poder, mientras que otros las transforman en posibilidades para
generar otros cimientos a partir de las cuales consolidar nuevos
relacionamientos y crear nuevos emprendimientos personales.
Desde la primer perspectiva, los movimientos feministas y sus
reivindicaciones en materia de derechos para las mujeres, serán vividos
como pérdida de poder, y por ende, conflictivos, ante los que hay que
resistir. De ahí la necesidad de que cualquier acción vinculada al estudio
de masculinidades pueda integrar no sólo lo que le pasa a las varones
internamente, desde el punto de vista psicológico, sino que las acciones se
dirijan necesariamente a reflexionar y redimensionar el conflicto
distributivo y de acceso de oportunidades tanto para varones como para
mujeres.


Nuevas configuraciones. ¿Crisis o reorganización del orden social?

Autores como Connell consideran que, al ser la masculinidad entendida como
una configuración de práctica, no se puede considerar que esté en crisis,
ya que el término crisis implica un sistema coherente de algún tipo que se
destruye o se restaura. La masculinidad no es un sistema en sí mismo, sino
que adquiere sentido en tanto se encuentra en una estructura de género.
Para Connell se puede hablar de la ruptura o de su transformación, y de la
crisis o tendencia a la crisis de un orden de género.
La tendencia a la crisis puede provocar la ruptura de la configuración o
pueden generar el restablecimiento de otras formas de configuraciones de
masculinidades[4].
Estas tendencias a la crisis, trae como consecuencia la construcción de
nuevas representaciones sociales sobre lo masculino.

Según Serge Moscovici (1979), las representaciones sociales emergen
determinadas por las condiciones en que son pensadas y constituidas,
teniendo como denominador el hecho de surgir en momentos de crisis y
conflictos. La necesidad de clasificación, comprensión y diferenciación
llevan a la conformación de nuevas representaciones sociales. Son estas
necesidades de clasificación, comprensión y diferenciación las que aparecen
a modo de demanda en el espacio clínico y se traduce en enunciados tales
como "¿qué clase de hombre soy si no puedo ni darle placer a mi mujer?";
"¿no entiendo por qué me angustio tanto y lloro como un niño todo el
tiempo?", "no quiero ser un afeminado".

Ahora, estas manifestaciones adquieren sentido en la medida en que podamos
analizarlas en determinado contexto, articulándolas con la dimensión
social, cultural y política en la que se inscriben. Una de las
manifestaciones de la crisis del orden social puede estar dada por la
habilitación a que dichos padecimientos comiencen a emerger. y por lo
tanto, a ser oídos; de la misma forma que los discursos de lo
"políticamente correcto" se instalan, las representaciones de nuevas formas
de masculinidad comienzan a aparecer, invitando a generar nuevas
cotidianidades. Ya no es tan sorprendente ver a padres cambiar los pañales
de sus hijos, asumir las tareas domésticas sin tanta protesta, o demostrar
sus sentimientos sin temor a ver su virilidad afectada. Al mismo tiempo,
asistimos a que lo masculino viene siendo una categoría estallada, al no
poder representar la realidad de manera unívoca. Una mujer en un cargo de
poder puede resultar tan masculina como el mas fiel varón estereotipado[5],
o un varón que opta por una producción personal que lo acerca mas a lo
nominado como andrógino, hace que nos cuestionemos si es ¿andrógino o una
forma diferente de lo masculino? ¿Por qué no pensarlo de esa forma? ¿Acaso
no estaríamos instituyendo un nuevo orden de significados? Cuando un varón
desea a otro varón, ¿no está desafiando un mandato de masculinidad ligado a
la Heterosexualidad normativa?

En tal sentido, cabe preguntarnos si podemos pensar en construcciones de
masculinidad que desafíen las relaciones de poder, producción y deseo que
propone Connell para poder trazar las tendencias de la crisis del orden de
género.

El patriarcapitalismo. ¿Fisuras de una alianza o sofisticación en sus
estrategias?

Asistimos en la actualidad a un colapso de la legitimidad del sistema
patriarcapitalista, acompañado de un movimiento emancipatorio de las
mujeres en busca de sus derechos, que ha puesto en tela de juicio el orden
jerárquico establecido por una forma de entender el poder. En este punto,
en los últimos años se ha asistido a un avance significativo en materia de
logros de igualdades de oportunidades para las mujeres, que desde el ámbito
público se empieza a naturalizar; sin embargo, cuando estas propuestas
comienzan a permear el ámbito privado, la conflictiva se instala, ya que
las tendencias emancipatorias son vividas como imposiciones para los
varones que atentan contra las permisividades que han usufructuado
históricamente.
Uno de los principales ámbitos de tensión está dado por la salida al
mercado laboral de las mujeres, lo que da cuenta de las modificaciones de
las relaciones de producción. Las tendencias actuales a nivel laboral
ponen en evidencia el crecimiento en los últimos cinco años del empleo
femenino, en contraposición al masculino, que ha sufrido un estancamiento
en su desarrollo.
El sistema de producción capitalista ha encontrado en la fuerza de trabajo
ofrecida por las mujeres un lugar donde atrincherarse; ha transformado un
derecho legítimo en un bastión para su sustento, es decir, ya no solo
resultan sujetos de explotación del Patriarcado, en tanto la plusvalía que
genera el trabajo doméstico es apropiado por los varones, sino que
comienzan a ser explotadas por el Capital; menuda disyuntiva, cambiar de
explotadores en aras de ganar y adquirir mas derechos.
De esa forma apreciamos que la declaración de Derechos no se traduce en
ganar poder.
No obstante, no debemos menospreciar estos hechos en función de levantar
banderas que nos confundan. La salida de la mujer al mercado laboral
produce grandes modificaciones en las relaciones de género, provocando
transformaciones subjetivas en las propias mujeres (en muchos casos en base
a procesos de empoderamiento alentadores y emancipatorios, y en otras
ocasiones, produciendo efectos mimetizantes con una condición
androcentrista).
El escenario de lo reproductivo y lo productivo se transmuta en función de
condiciones deseantes que comienzan a tomar rumbos que ya no son los de la
represión o la sublimación, sino que buscan ser realizados a través de
difíciles estrategias de conciliación y de corresponsabilidad; tanto una
como otras, van a requerir de posicionamientos subjetivos tanto de varones
como de mujeres disruptivos con lo que tradicionalmente se conoce.
Estos procesos de transformaciones podrían estar dando cuenta de algunas
fisuras en la relación/alianza entre Patriarcado como sistema de relaciones
de género basado en el intercambio, y el Capitalismo como sistema
productivo.
Dicha alianza ha sido puesta en evidencia por varias feministas, que en sus
intentos de articulación de los marcos teóricos ofrecidos por el feminismo
y el marxismo, han formulado sus atentas críticas a las relaciones de
dominación de las mujeres, que no aparecen aisladas del contexto
productivo; ejemplos de ellas son Juliet Mitchel, María Rosa Dalla Costa,
Heidi Hartmann entre otras.

Indudablemente, estas fisuras provocan nuevos desafíos a pensar, tales como
la construcción de nuevos discursos y narrativas mas alentadores en torno
al Poder para que se puedan generar formas de ejercicio del mismo que no
resulten despóticos o no devengan en privilegiar las características mas
cuestionables de la Masculinidad Hegemónica.










Puntos suspensivos…

Tanto las condiciones socio culturales y sus metamorfosis, como las crisis
de identidad que un género y otro enfrentan, ponen de manifiesto la
complejidad de la trama social, la cual resulta inabarcable a la luz de las
categorías que tenemos hoy en día para entenderla.
Los binarismos que nos han servido como organizadores de sentido tienden a
estallar a partir de condiciones concretas y singulares que resisten los
universales categóricos; entre ellos, las nociones de lo masculino y lo
femenino deben de ser repensadas, reformuladas y en algunos casos, hasta
exiliadas de nuestros pensamientos.
Esto implica repensar el ordenamiento de las relaciones de género, a partir
de las reformulaciones de un orden social, económico y cultural; relaciones
de género que comienzan a consolidar nuevos espacios de resistencia tanto
para varones como para mujeres, y para aquellos/as que parodian las
categoría de lo masculino y lo femenino.
No debemos de perder de vista, que en algunos casos se han tratado de
medidas adaptativas al nuevo contexto y en otros han implicado un verdadero
"darse cuenta" de los beneficios que conlleva consolidar nuevos contratos y
pactos sociales sostenidos en la justicia y la equidad.

¿Será que el Amo se está cuestionando su lugar de poder y privilegio al
igual que el esclavo cuestiona su condición de dominado? ¿O la incomodidad
del Amo lo estará llevando a replantearse qué nuevas estrategias
consolidar para mantener su lugar de poder?
Sin perder la singularidad para poder entender la totalidad en la que las
experiencias de género se inscriben, no podemos menospreciar las
incomodidades que los varones, aun de manera minoritaria, vienen
instituyendo, desnaturalizando la legitimidad de sus actos.

Los discursos más conservadores van dejando lugar de a poco, a discursos
cada vez "mas políticamente correctos", lo que no quiere decir que los
debamos aceptar o que sean mejores que los primeros; lo que si debemos
tener en cuenta que aquel/la que prefiere callar su posición conservadora,
no es porque no sienta deseos de gritarla a los cuatro vientos; lo hace
porque ya no encuentra suficientes voces que se hagan eco de su postura y
cada vez son menos los espacios que se habilitan para ello.

Esto tampoco quiere decir que la batalla por la equidad se tenga ganada;
todo lo contrario; las estrategias patriarcapitalistas son más
sofisticadas, y como profesionales del cambio debemos dar cuenta de las
mismas, resistiéndolas y haciéndolas visibles ahí donde aún conservan sus
trincheras.





Bibliografía.

Araya Umana, Sandra. Las representaciones sociales: ejes teóricos para su
discusión. Cuadernos de Ciencias Sociales 127. FLACSO Costa Rica. 2002.

Connell, R. Masculinidades. Cambridge. Polity Press. 1996

Dalla Costa, M. "Women and the subversion of the community", en Mariarosa
Dalla Costa y Selma James, The power of women and the subversion of the
community, Bristol, Falling Wall Press, 1973

Fernández, Ana María. Las lógicas colectivas. Buenos Aires. Editorial
Biblos. 2008

Hartman, H. Un matrimonio mal avenido: hacia una unión mas progresiva entre
marxismo y femenino. Papers de la Fundación/88

Kimmel, M. La producción teórica sobre la Masculinidad: nuevos aportes en
Ediciones de las Mujeres no. 17, diciembre 1992

Meler,I; Burin, M. Varones. Género y subjetividad masculina. Buenos Aires.
Paidos. 2004

Mitchell, J. Psicoanalisis y feminismo. Barcelona. Anagrama.

Moore, R, Gillette, D. La nueva masculinidad. España. Paidos Contextos.
1993

Seidler, V. La sinrazón masculina. México. Paidós. Colección Género y
sociedad, 2000.

















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[1] Para un mayor desarrollo de esto ver La producción teórica sobre la
Masculinidad: nuevos aportes de Michael Kimmel en Ediciones de las Mujeres
no. 17, diciembre 1992

[2] Meler, I;Burin, M. Varones. Género y subjetividad masculina. Paidos.
2004

[3] Fernández, Ana María. Las lógicas colectivas. Editorial Biblos.
Buenos Aires. 2008

[4] A modo de ejemplo, el planteo de Gillete y Moore en "La nueva
masculinidad" apunta a restablecer un modelo de masculinidad basado en mas
poder.


[5] Margaret Thatcher por ejemplo.
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