Nuevas Herramientas de Participación

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Descripción

En Madrid, el nuevo gobierno acaba de abrir un proceso participativo para preguntar a sus habitantes como debe ser el futuro de uno de sus rincones más emblemáticos, la Plaza de España. Harán una encuesta a la población para establecer las condiciones de la obra y después una votación entre los proyectos urbanos finalistas. En Alicante, el nuevo gobierno va a preguntar a la población cómo gastar una parte del presupuesto, como quieren hacer en A Coruña o ya están haciendo los nuevos ediles de Badalona. Muy cerca, en Barcelona tienen pensado organizar cientos de grupos de discusión con sus habitantes para elaborar un plan estratégico. Desde las últimas elecciones municipales se multiplican las ofertas participativas. Es como si la política se hubiera vuelto de repente hacia el ciudadano. El mapa electoral que salió de las elecciones municipales del 2015 ha cambiado por completo el color de muchas alcaldías, que pasan a ser gobernadas por los nuevos partidos surgidos de las protestas, IU o los socialistas. Este terremoto no es nuevo, ya pasó en las elecciones del año 2011, pero a la inversa. Entonces fue el Partido Popular el que alcanzó la alcaldía de innumerables municipios, gobernados por la izquierda. Los dos momentos dibujan dos formas distintas de hacer la política local y relacionarse con la ciudadanía. Si votar tiene implicaciones, estas parece que se multiplican al considerar la participación. Durante el periodo 2011‐2015 muchos municipios bajo el mandato del PP abandonaron sus proyectos participativos, mientras que ahora muchos de esos municipios los retoman o inician nuevos proyectos. Si en los próximos años es más que seguro que asistamos a una proliferación de nuevas experiencias participativas extraordinaria, no será algo del todo nuevo. Hasta el año 2011, España era un referente europeo en cuestiones participativas. No había país en el Continente en el que encontráramos tantas experiencias y, sobre todo, en las que buena parte la ciudadanía decidiera directamente sobre las políticas públicas. Cuatro años después, los nuevos Ayuntamientos salidos de las urnas van a retomar esa senda. Hay ingredientes nuevos. Antes no existían Ganemos, las Mareas, Ahora Madrid o Barcelona En Comu, cuya retórica sobre participación es más genuina y es previsible que sus proyectos impacten significativamente sobre lo que se hace en el resto de municipios. La novedad siempre genera imitadores. No obstante, esta re‐emergencia volverá a traernos otra vez las tensiones que fueron habituales entonces y que llevaría, por ejemplo, a la misma alcaldía de Córdoba que impulsó el presupuesto participativo en el 2001 a dejarlo perecer por inanición unos años más tarde (2006). Las nuevas herramientas de participación que están al alcance de la mano de los gobernantes (presupuestos participativos, jurados ciudadanos, debates públicos, encuentros ciudadanos,
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