Nuclearidad y complementariedad en la gramática española

August 26, 2017 | Autor: William Robayo | Categoría: Complementos Y Circunstanciales
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Descripción

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Del lat. sintaxis, y este del gr. , coordinar. La sintaxis es una parte de la gramática que se ocupa de la coordinación y unión de palabras que conforman una oración, ver Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, Madrid, Espasa, 2001 (en adelante se citará como RAE, 2001). La sintaxis estudia la oración en el aspecto de la construcción, que se hace mediante palabras, sintagmas y oraciones, además de estudiar el funcionamiento de dichos elementos.
Del latin oratio, oración en sentido gramatical, en sentido retórico tiene la connotación de discurso; en griego . La RAE (2001) define oración como "palabra o conjunto de palabras con que se expresa un sentido gramatical completo". Sobre la definición de oración deben tenerse en cuenta algunos aspectos: la palabra utilizada en inglés es sentence, en francés phrase, lo que puede traer ciertas ambigüedades, frase en español es definida por la RAE (2001) como un "conjunto de palabras que basta para formar sentido, especialmente cuando no llega a constituir oración", de este modo, las oraciones son frases pero no todas las frases son oraciones. Para M. Seco (1989) § 6.1., "Frase es una denominación de la lengua corriente que se puede prestar a confusión; en gramática se prefiere el nombre de oración", que es "una unidad de comunicación constituida por un conjunto de palabras. Pero es una unidad de comunicación mínima, es la forma más pequeña de mensaje.". En Tesnière (1994, cap. 1 § 2), el término phrase puede considerarse como oración, de hecho la define como "un «conjunto organizado» cuyos elementos constituyentes son las «palabras». Otro término que se usa para referirse de forma equivalente a oración es proposición, Bello (1958, nota 308), pero cabe anotar que es un término de la lógica. Cuervo (1939, § 33), aclara que "la frase en lingüística es una expresión hablada que, para el que la profiere y para el que la oye, forma sentido congruente y cabal. La oración del gramático (o proposición, ...empleando un término de la lógica) cuadra con aquel concepto, salvo que el gramático hace más hincapié en la palabra o palabras que la constituyen", dicho de otro modo, frase, oración y proposición son términos equivalentes, pero el primero pertenece a la lingüística, el segundo a la gramática y el tercero a la lógica.. Respecto al contenido de la oración, M. Seco (1989, § 6.1) observa que "las oraciones tienen una organización común: existe un tema (un ser, animado o inanimado, sobre el que versa la oración) y una tesis (algo que se dice acerca de ese tema).
Del latín verbum, "sonido o sonidos que expresan una idea" en RAE (2001, p. 1552). En realidad el verbo es una clase de palabra, una categoría funcional, otras categorías son el sustantivo, el adjetivo, el adverbio. El verbo típicamente constituye el núcleo en la unidad de la cual hace parte, en este sentido M. Seco (1989, § 8.1.2.) afirma que el núcleo del predicado es necesariamente el verbo, lo cual no significa que necesariamente todos los verbos sean núcleos de predicado. Esto quiere decir que el verbo, como las demás categorías, puede cumplir una función distinta a la que típicamente desempeña; ver nota 29.
La RAE 2001, p. 1080 define núcleo como el "elemento primordial al que se van agregando otros para formar un todo", anota además que ligüísticamente es una "unidad que ejerce una relación de dominio sobre otras unidades con las que forma un sintagma y que determina las propiedades gramaticales de este".
Es definido como el "segmento que, junto con el sujeto, constituye una oración gramatical" RAE (2001, p. 1235). Para M. Seco (1989, § 8.1.), es "el conjunto de palabras que se agrupan en torno a uno de los dos núcleos de la oración, el verbo", y, que respecto al contenido, "el predicado, ...corresponde a menudo a la «tesis» de la oración, como el sujeto corresponde al «tema»" ver nota 2. El concepto de la oración como una estructura bimembre ha sido impulsado por la gramática tradicional, ver RAE, Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, Madrid, Espasa – Calpe, 1973, § 3.3.1.
Ver la parte final del prólogo acerca de la terminología.
ALARCOS LLORACH, Emilio. Gramática de la lengua española. Madrid: Espasa-Calpe, 1994, § 311. Aunque realmente Alarcos denomina a los complementos como términos adyacentes, entre los cuales incluye el sujeto.
Términos como sujeto y objeto hacen referencia a funciones sintácticas. La RAE (2001, p.1431) define sujeto como una "función oracional desempeñada por un sustantivo, un pronombre o un sintagma nominal en concordancia obligada de persona y de número con el verbo".
De acuerdo con la RAE (2001, p.409), el complemento es algo que "se añade a otra cosa para hacerla íntegra y perfecta", por tanto completa y perfecciona algo. Para M. Seco (1989, § 8.5.), gramaticalmente el "complemento se adhiere al núcleo, no sólo por su posición, sino por su sentido".
El complemento directo es un "nombre, pronombre, sintagma o proposición en función nominal, que completa el significado de un verbo transitivo, RAE (2001, p. 409), además para la RAE es equivalente a objeto. En la RAE (1999, § 24.2.), llaman "complemento directo al sintagma nominal que está regido tanto sintáctica como semánticamente por el verbo".
El complemento indirecto es un constituyente de la misma clase que hace de complemento directo, pero que a diferencia de éste no solamente puede completar el significado de un verbo transitivo, sino de uno intransitivo, RAE (2001, p. 409). Según la RAE (1973, § 3.4.3.) complemento u objeto indirecto es "el vocablo, que expresa la persona, animal o cosa en que se cumple o termina la acción del verbo transitivo ejercida ya sobre el complemento directo".
Es iterativo en el presente trabajo la denominación: "los llamados", pues justamente se pretende aclarar lo acertado de tal denominación para los complementos directo, indirecto y circunstancial.
El sintagma es una agrupación de palabras, como mínimo dos, que conforma una unidad de significación. El sintagma posee un núcleo que le imprime las características sintácticas y semánticas al conjunto, en este sentido se habla de sintagma nominal, verbal, adjetival y adverbial. La gramática tradicional analiza el sintagma: a pie, en voy a pie como un sintagma preposicional. A diferencia de los demás sintagmas que toman su nombre a partir del núcleo que lo constituye, en el sintagma preposicional, el término de la preposición es el núcleo del sintagma, en este caso pie y no el constituyente preposicional. La preposición es un constituyente capaz de subordinarse a cualquier categoría, de esta forma tenemos subordinación a constituyente sustantivo, como el mencionado anteriormente (a pie); subordinación a constituyente adjetivo en: por tonto; subordinación a constituyente verbal, en: a bailar; y subordinación a constituyente adverbial, en: para siempre. Parece ser más sistémico denominar estos sintagmas de acuerdo con su núcleo en cuyo caso serían sintagma nominal, adjetival, verbal y adverbial respectivamente, y no preposicional. Hernanz y Brucart (1987, p. 36) mencionan que el SP (sintagma preposicional) y la oración, para la lingüística estructural, son construcciones exocéntricas, es decir, carentes de núcleo; Bosque (1991 §3.2.), hace replica diciendo que el SP es una construcción endocéntrica, de modo que, para Bosque y otros, la preposición sería el núcleo del sintagma. En otro sentido, puede entenderse sintagma como una construcción o unidad de significación que consta de dos o más morfemas; en este caso una palabra que no consta de un morfema libre (monomorfémicas) también es un sintagma.
BOSQUE, Ignacio, Las categorías gramaticales, Madrid, Síntesis, 1991, § 3.2.
JESPERSEN, Otto, The philosophy of grammar, London, George Allen & Unwin ltd, 1924, chapter VII, p. 96.
Simón C. Dik es uno de los principales expositores de la Gramática Funcional, que en muchos aspectos se ha opuesto a los paradigmas formales o estructurales.
DIK, Simon C. Gramática funcional. Madrid : SGEL, 1981, § 2.2.
V indica que dar es un predicado verbal, las variables x marcan las posiciones argumentales; los rótulos Ag(ente), Met(a) y Rec(eptor) marcan las funciones semánticas de los argumentos, y las expresiones humano y animado especifican las restricciones de selección sobre los argumentos Agente y Receptor.
La RAE 2001, p.780, define gramática tradicional como el "cuerpo de doctrina constituido por las ideas que sobre el lenguaje y su estudio aportaron los filósofos griegos, y que se desarrolló, en los siglos posteriores, prácticamente hasta la aparición de la gramática estructural, en la primera mitad del siglo xx"
DEMONTE, Violeta, Teoría sintáctica: De las Estructuras a la Rección, Madrid, Síntesis, 1991. p. 43.
Joseph Greenberg explica que unas lenguas se distinguen de otras tipológicamente por ser de núcleo inicial o núcleo final. Cf. Some universal of grammar with particular reference to the order of meaningful elements, en: GREENBERG, Joseph, Universal of language. MIT Press, Cambridge, Mass, 1963.
HERNANZ, M.L., y BRUCART, J.M. La sintaxis. Barcelona : Crítica, 1987, p. 57.
Ibid., p.147.
Ibid., p.156.
BLOOMFIELD, Leonard. Language. New York : Holt, Rinehart & Winston, 1933, §12.10, 11.
ROJO, Guillermo y JIMÉNEZ J., Tomás. Fundamentos del análisis sintáctico y funcional. Universidad de Santiago de Compostela, 1989, §4.2.3.
DEL TESO MARTÍN, Enrique. Gramática general, Comunicación y partes del discurso. Madrid : Gredos, 1990, §2.5.2.2.2.1.
BOSQUE, Op. cit., § 3.2.
El concepto construcción endocéntrica significa simplemente: construcción que tiene un núcleo. Cf. Bosque (1991) y la bibliografía recomendada.
La RAE, 2001, Op. cit., define rección como una "relación gramatical obligatoria entre una palabra y otra que depende de ella".
Matemáticamente el signo indica implicación. En una serie numérica no es posible dos sin uno, es decir: si 2 entonces 1 = 2 1.
Asumo un total de cuatro categorías. Sustantivo, Adjetivo, Verbo y Adverbio, que el profesor Páramo designa como palabras llenas.
Estos tres tipos de dependencias corresponden a lo que L. Hjelmslev llamó 1) determinación, es decir la función establecida entre un funtivo constante y uno variable (dependencia unilateral de un elemento con respecto a otro); 2) interdependencia, es decir, la establecida entre dos funtivos constantes (dependencia bilateral), y, 3) constelación, o sea, la establecida entre dos funtivos variables (en realidad, ausencia de dependencia). Ver Del Teso Martín (1990, §2.5.2.2.2.3.).
Es posible que el concepto de coordinación en donde participan constituyentes que desempeñan una misma función deba ser revisado si se piensa en el tipo de relación existente entre el vocativo y la oración, o, ¿el resto de la oración? (Cfr. M. Seco, 1989, § 10.1.). En: mamá, Alejandra me pegó!. No es posible considerar el constituyente mamá, subordinado al verbo, pero, ¿está coordinado?, en tal caso sería a la oración Alejandra me pegó. Lo que conduce a decir que no necesariamente la relación de coordinación se establece entre constituyentes de igual categoría.
La elisión consiste en la omisión de uno o más constituyentes necesarios para la correcta construcción gramatical de una oración. Las razones son de carácter contextual, lo cual hace posible la recuperación del constituyente en la comunicación. Si dos interlocutores se encuentran frente a un concesionario automotor h1 podría preguntar: ¿cuál le gusta?, a lo que h2 podría responder: el azul. Ninguno mencionó el constituyente carro, pero tanto h1 como h2 asumen su existencia. Una completa exposición sobre la elipsis se encuentra en RAE (1999) el capítulo 43 a cargo de José Mª Brucart.
Cfr sintagma en RAE, 2001.
Ver BOSQUE, Op. Cit., § 3.2., sobre la supresión como procedimiento para determinar los núcleos.
RAE, 2001, Op. cit., Tomo 3.
ALARCOS Ll., Emilio. Estudios de gramática funcional del español. Madrid : Gredos, 1994, p. 148.
Es un caso típicamente animado, que se percibe como el motor, orientador e instigador o ejecutor de los fenómenos de acción. Véase Polo, 1981, p. 51, 52. El caso agentivo obedece a una estructura subyacente de carácter semántico.
HJELMSLEV, Louis. Principios de gramática general. Madrid : Gredos, 1976. § 31
Del latín concordantia. Gramaticalmente, es definida como una correspondencia o conformidad de accidentes entre dos o más palabras variables. Todas estas, en español, menos el verbo, concuerdan en género y en número; el verbo con el constituyente en función de sujeto, concuerdan en número y persona, RAE (2001, p. 416). Para una completa revisión del tema de la concordancia véase el capítulo 42 de la Gramática Descriptiva de la Lengua Española a Cargo de José Antonio Martínez.
Realmente Tesnière usa la denominación phrase (frase), ver TESNIÈRE, Lucien. Elementos de sintaxis estructural. Madrid: Gredos, 1994, cap. 1. En el presente trabajo se hace un manejo equivalente del término oración y el usado por Tesnière.
TESNIÉRE, Op. Cit., cap. 21, § 10.
TESNIÉRE, Op. Cit., cap. 3, § 7.
El planteamiento que se presenta aquí, llevado hasta las últimas consecuencias, daría para decir que en vista de que, en español, no se encuentra un solo ejemplo de sustantivos de género neutro, no se requiere, por tanto, ni artículos, ni adjetivos neutros.
Para una completa revisión del tema de complementos de régimen verbal, véase el capítulo 29 de la Gramática Descriptiva (RAE, 1999), capítulo a cargo de Rafael Cano Aguilar.
BOSQUE, Op. cit., p. 66. Ver también en Bosque (1991) el § 3.6. sobre selección categorial y selección semántica.
Ver § 1 y nota 18.
SECO, Manuel. Gramática esencial del Español. Madrid: Espasa Calpe, 1989, § 6.1.4.
Debe aclararse, como lo hace M. Seco (1989) §7.1.2., la diferencia entre aquellos términos que son sustantivos por naturaleza y los que por mecanismos como la traslación según M. Seco, -transposición según Tesnière-, lo son funcionalmente. Así, un verbo puede funcionar como un sustantivo (reír es agradable), como un adjetivo (terminación en -ado, -ido), o un adverbio (terminación –ando, -endo), en (...Oh redes del jazmín, oh fuego físico alimentado en esta nueva sombra, tinieblas que tocamos apretando la cintura central, golpeando el tiempo con sanguinarias ráfagas de espigas) de Neruda. En -ir al médico me da miedo- el sujeto del verbo dar es la oración -ir al médico-,cumpliendo la función que típicamente desempeña un sustantivo en la oración, de hecho por tal razón recibe la denominación de oración nominal.
Ver § 1 y nota 20.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Esbozo de una nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa Calpe, 1973. § 3.3.7.
DEL TESO MARTÍN, Op. Cit., §2.5.2.2.1.
FERNÁNDEZ RAMÍREZ, Salvador, Gramática española, 1. Prolegómenos, Madrid, Arco/Libros,S.A., 1985, cap. 14 § 8. Ver también sobre las propiedades distribucionales en Hockett (1976) § 21.2. y Bloomfield (1933). Igualmente sobre construcciones endocéntricas ver Hernanz y Brucart (1987) y Del Teso Martín (1990).
BOSQUE, Op. cit., p. 60.
CUERVO, Rufino José. Apuntaciones Críticas sobre el Lenguaje Bogotano. Bogotá: El Gráfico, 1939, Op. Cit., § 33.
DÍSCOLO, Apolonio. Sintaxis. Madrid: Gredos, 1987. Introducción, traducción y notas por Vicente Bécares Botas, parte I, §14.
MARTINET, André. Estudios de sintaxis funcional. Madrid: Gredos, 1978, p. 147.
Sobre elisión, ver nota 28.
En §1.2. se contempla la posibilidad de verbos que semánticamente no requieren de un signo en posición de sujeto, lo que daría como resultado la existencia de verbos cerovalentes, es decir, verbos con la capacidad de constituir oración por sí mismos, cosa que es perfectamente viable para Tesnière y para Alarcos. En tal caso esto podría demostrar que el verbo, en términos de requerimiento, puede constituir núcleo..
ALARCOS, Gramática..., Op. Cit.,§ 313.
SECO, M., Op. Cit., § 6.1.9.
MARTINET, Op. cit., pág. 149.
El asunto del sujeto y predicado como elementos nucleares en la oración es tema ya tratado en la gramática del profesor Páramo sobre la cual se desarrollan varios trabajos. En la misma línea de pensamiento se afirma que "la oración es una estructura binuclear" en donde el signo en posición sujeto y el signo en posición predicado guardan una relación de subordinación recíproca cfr., en texto inédito, ARBOLEDA T., Rubén, Realizaciones del sistema. Posición y transferencia sintáctica, en: Segundas Jornadas Filológicas, en homenaje a Jorge Páramo Pomareda, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia y Universidad de los Andes, febrero 12 – 14 del 2003; de este modo tenemos que O = SN . SV, es decir, un sintagma nominoverbal, dicho de otra manera.
SECO, M., Op. Cit., §6.1.10.
ALARCOS, Gramática..., Op. cit., § 311.
ALARCOS, Gramática..., Op. cit., cap. xxxv.
ALARCOS, Gramática..., Op. cit., § 311. Los define de la siguiente forma: "los términos adyacentes sirven para especificar con más precisión y en detalle la referencia a la realidad que efectúa el verbo o núcleo de la oración".
TESNIERE, Op. cit., cap. 48.
LEPRE, Carmen, Consideraciones acerca del concepto de sujeto en la Gramática de la lengua española de Emilio Alarcos Llorach, en:http://www.mec.gub.uy/academiadeletras/Boletines/04/Lepre.htm
En este caso el complemento directo pasa, en la pasiva, a la posición de sujeto, y el sujeto de la activa como complemento agente. El obrero pinto la casa La casa fue pintada por el obrero. La RAE (1999) presenta el siguiente contraejemplo, en donde la pasivización no permite identificar el complemento directo e indicaría que el verbo es intransitivo. Ellos tienen una casa bonita Una casa bonita es tenida por ellos. Como se puede ver en el ejercicio de la pasivización se incurre en agramaticalidad.
Este criterio observa que si el constituyente se encuentra en posición complemento directo debe poderse reemplazar por un clítico pronominal. ¿Encontraste el reloj? Sí, lo encontré. Igualmente la RAE (1999) con el siguiente ejemplo indica que en algunos casos no es posible reemplazar el complemento directo por el clítico las. ¿Compraste flores? Sí, compre, pero no es posible: Sí, las compre, ya que el complemento es indefinido.
Esta prueba se relaciona con la de la pronominalización, enfatizando un constituyente, poniéndolo al inicio de la oración. Si es posible realizar el procedimiento entonces el elemento dislocado es el complemento directo. Ese camión lo vi en la feria del año pasado; A María la aman por ser una buena mujer; pero en los siguientes ejemplos no es posible: Unos libros compré ayer; A unos amigos invité a la fiesta del sábado, esto en razón de que el complemento directo es indefinido.
(lo comprado, lo pegado, etc.) Juan compró tres revistas, ante la pregunta ¿qué fue lo comprado? La respuesta determina el constituyente en posición complemento directo, pero en Juan soñó con serpientes lo soñado no corresponde al complemento directo.
Para una completa revisión de los papeles semánticos desempeñados por el complemento directo, ver RAE (1999) § 24.2.2. y la bibliografía ofrecida sobre el tema.
Para revisar completamente la selección semántica y la clasificación interna del complemento indirecto, ver REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Gramática Descriptiva de la Lengua Española. Madrid: Espasa, 1999, §24.3.2.
RAE, 1999, Op. cit., §38.3.
Debe aclararse que no todos los verbos requieren de estos constituyentes, solamente los divalentes y trivalentes. Para los verbos divalentes, la segunda valencia, dependiendo del tipo de verbo, puede ser desempeñada por un constituyente en posición complemento directo o indirecto. En el análisis de transitividad se dice que verbo transitivo, es aquel que tiene la capacidad de aparecer con un complemento directo (RAE 1999 §24.1.1).
GUTIÉRREZ ORDÓÑEZ, Salvador. Los Dativos. En: RAE, 1999, cap. 30.
RAE, 1999, Op. cit., §30.6.7.
ALARCOS, Estudios..., Op. cit., cap. 7 §9.
Ibid., cap. xix, §2.
ALARCOS, Estudios..., cap. xix, §26).
GUTIÉRREZ, Op. cit., §30.2.1.






















NUCLEARIDAD Y COMPLEMENTARIEDAD

EN LA GRAMÁTICA ESPAÑOLA





WILLIAM H. ROBAYO RODRÍGUEZ
Universidad Nacional de Colombia








2006




PRÓLOGO

La conceptualización que se tiene dentro de los círculos especializados acerca de la sintaxis de la oración es por demás diversa. Y es que no se puede esperar menos de una ciencia que está en desarrollo, en cuyo interior existen numerosos enigmas que esperan ser aclarados con precisión.
Circula en el ambiente académico el concepto acerca del verbo como núcleo del predicado, lo que implica que los demás constituyentes son complementarios, y de otra parte, se considera el verbo como núcleo de la oración, concepción que supone al sujeto y a los complementos directo, indirecto y circunstanciales como elementos dependientes y subordinados al verbo.
La consideración del verbo como elemento nucleador debe ser revisada. El problema surge por un lado, de la conceptualización de núcleo y complemento, es decir, cuales son las razones para que un elemento sea considerado nuclear y otro complementario, y de otro lado, el hecho de que los diferentes constituyentes que acompañan al verbo indiferentemente han sido denominados complementarios, a saber, el directo, el indirecto y el circunstancial.
El presente trabajo tiene como objetivo el análisis y caracterización sintáctica y semántica de las funciones núcleo y complemento, para así poder plantear el interrogante de si los llamados complementos verbales son realmente complementarios.
El interés acerca de la nuclearidad y complementaridad nace justamente de las inquietudes generadas en clase mediante el ejercicio de racionalizar los modelos sintácticos en los cuales hemos sido formados académicamente. Infortunadamente no se ha generado construcción de conocimiento mediante modelos pedagógicos dinamizadores, sino una inacabable repetición inconsciente de ellos. No pretendiendo decir que dichos conceptos y modelos sean erróneos, pero sí que no se genera conciencia crítica para que los modelos sistemáticos se transformen adecuadamente como lo hacen en la mayoría de las ciencias.
El esquema de trabajo que seguiré será el siguiente: en 1) se plantea, mediante una breve exposición bibliográfica, la caracterización de la función nuclear y complementaria respecto al requerimiento sintáctico, el fraccionamiento y complementación del significado, la rección, la selección y restricción, la posición o el orden de los elementos en la oración, y, el marco distribucional; en 2) se propone un análisis sintáctico y semántico de los llamados complementos verbales, teniendo en cuenta los conceptos esquematizados en 1; en 3) a manera de conclusión, se exponen las reflexiones finales.
Si se caracterizan los elementos complementarios como no esenciales respecto a su requerimiento entonces afirmar que los llamados complementos directo e indirecto no son complementarios o, si se caracterizan los elementos complementarios como complementación esencial del significado, afirmar que el llamado complemento circunstancial no es complementario. En cualquier caso no cabría la posibilidad de caracterizar ni denominar a los tres de la misma forma.
La terminología, usada para referirse a las diferentes partes de la oración, sean palabras, sintagmas u oraciones, corresponderá al uso particular de cada uno de los autores citados. En el presente trabajo, será recurrente el uso del término constituyente en el sentido de que «algo constituye, forma o compone parte de un todo», por tanto puede ser equivalente al término componente.

1. NUCLEARIDAD Y COMPLEMENTARIDAD


La sensación de lectura de casi cualquier modelo que se quiera es que asume el concepto de núcleo y de complemento como base de relación sin detenerse a contemplar las razones de por qué debe un elemento cualquiera considerarse como tales. Parece entonces que los estudiosos asumen el asunto como un concepto que circula en el ambiente y que es perfectamente entendido y entendible. Ignacio Bosque expresa esta preocupación cuando dice: "es muy frecuente preguntar por el núcleo de una construcción sin haber precisado antes qué se entiende por núcleo".
Para Otto Jespersen, cuya obra es citada por Bosque y Hjelmslev, existe «one word of supreme importance», los demás elementos se unen a esta palabra como elementos subordinados. En su modelo, habla de palabras primarias, secundarias y terciarias; en: "extremely hot weather, «the last word weather, which is evidently the chief idea, may called primary; hot, which defines weather, secondary, and extremely, which defines hot, tertiary»". La crítica de Bosque a este modelo, donde se habla de «palabras de suprema importancia» o «idea principal», es que son conceptos en gran medida impresionistas e intuitivos. No pueden ser tenidos en cuenta como criterios determinativos en la medida en que no son conceptos gramáticos. Además la aplicación solamente es correcta en los casos más claros; pero no en otros menos evidentes.
Dik habla de oración nuclear y la equipara con «predicación nuclear» que es definida como "la aplicación de un predicado a un número apropiado de términos que funcionan como argumentos de ese predicado". El predicado básicamente es verbal, adicional a éste se encuentran un número de argumentos requeridos. La información sobre un predicado está contenida en lo que llama «marco predicativo», a continuación cito un ejemplo: «darV (x1: humano)Ag (x2)Met (x3: animado)Rec ». Lo que Dik llama predicación nuclear incluye los constituyentes que la gramática tradicional llama sujeto, complemento directo y complemento indirecto, en el modelo de Dik (x1 - primer argumento), (x2 - segundo argumento) y, (x3 - tercer argumento), respectivamente. Ésta predicación nuclear se puede expandir por medio de constituyentes que especifican propiedades adicionales que denomina satélites. Estos satélites especifican, por ejemplo, el beneficiario, la causa, el modo, la finalidad, etc. Es de notar que los que él llama argumentos están incluidos en lo nuclear y los satélites se encuentran excluidos de lo nuclear.
Demonte afirma, de acuerdo con J. Greenberg, que las lenguas tienden bien a anteponer o posponer sus núcleos. Declara categóricamente que la "presencia del núcleo, o cabeza, es tajante" y, que los casos, en español, en que un complemento precede a su núcleo son pocos. Según lo afirmado por Demonte es posible que uno de los rasgos para determinar el núcleo, en español, sea su anteposición en la construcción de los constituyentes oracionales (sintagmas).
Hernanz y Brucart ven en: (Los estructuralistas) un Sintagma Nominal (SN), porque "consta de un núcleo, el N, cuya presencia es condición necesaria para la existencia del SN". Lo cual lleva a decir, primero, que el núcleo se enmarca teniendo en cuenta criterios formales -estructura interna- y, segundo, que al núcleo se le determina o identifica bajo criterios distribucionales, es decir, que el núcleo de un sintagma ocupa la misma posición paradigmática que el sintagma que comporta, de otro modo, es intercambiable el uno por el otro. Afirman también que "en la configuración sintáctica de un SN, la categoría que desempeña un papel más decisivo es el núcleo". La oración en este análisis presenta al verbo, el cual selecciona un conjunto de argumentos, entre los que se cuenta el sujeto, lo que "implica que allá donde haya un SV, existe una oración".
Bloomfield, en concordancia con Hernanz y Brucart, habla del núcleo de un sintagma (phrase) como la categoría que posee la misma distribución que el conjunto, de esta forma, puede aparecer en los mismos contextos que el constituyente al que pertenece.
En Chomsky (1986) se defiende la idea de analizar las conjunciones subordinantes (que en dijo que vendría) como núcleos de la unidad a la que pertenecen, y de otra parte, la propuesta de considerar la flexión verbal como núcleo de la oración. Esta propuesta trata de mostrar que las propiedades de los sintagmas son reflejo sintáctico de las propiedades que el núcleo les trasmite.
Según Rojo y Jiménez Juliá, "núcleo es un término técnico (referido a una función sintáctica) que no debería ser identificado con «fundamental», «sustancial», o términos semejantes". En cuanto a este asunto afirma que "parece claro que la preposición es un elemento imprescindible en una frase preposicional, pero ello no significa que sea su núcleo".
Según Del Teso Martín, "cuando en una construcción endocéntrica un signo autónomo tiene las mismas posibilidades funcionales que el grupo en el que se integra y los demás signos autónomos de la construcción carecen de esta capacidad, se dice que el signo autónomo capaz de sustituir a la construcción es el núcleo del grupo y de los demás se dice que son sus adyacentes". Este mecanismo, aunque útil, será revisado, pues, se ciñe exclusivamente a parámetros distribucionales.
Bosque dedica el capítulo 3 de su texto Las categorías gramaticales a desarrollar un breve pero importante análisis de los conceptos de núcleo y complemento. A mi parecer, lo más importante es el planteamiento del problema, se pregunta por el núcleo sin haberse precisado antes qué se entiende por núcleo. Menciona que esto sucede "probablemente porque en la lengua ordinaria, el núcleo es el aspecto esencial o fundamental de un asunto, es decir, «lo que realmente importa», y tal vez se entiende inconscientemente que algo parecido debe ocurrir en la sintaxis". Bosque hace un análisis acorde con el de Chomsky, pues dice que los núcleos determinan la naturaleza categorial del segmento en el que aparecen, y continua diciendo: los elementos que imponen (no que reciban) algún rasgo morfológico son núcleos. Además, se distancia del concepto donde la construcción endocéntrica se mide en términos estrictamente distribucionales. En este sentido, Bosque señalando a Chomsky, aclara que el núcleo:
no es el elemento que puede prescindir de sus complementos,
ni aparecer por sí solo en el lugar del conjunto, sino que
es el elemento que determina la naturaleza categorial de todo el sintagma, y
el que selecciona las categorías que aparecen tras él.
Respecto a los complementos, Bosque (§§ 3.3.-3.6.), analiza y menciona algunas formas con que los núcleos, en español, marcan a sus complementos. i. La preposición, ii. La posición, iii. La concordancia y, iv. La flexión de caso, restringida en español, al paradigma pronominal.
Tradicionalmente y por distintas corrientes de análisis sintáctico han sido denominados complementos, a saber: el directo, el indirecto y los circunstanciales, con lo cual no estoy de acuerdo, quiero decir, que a los tres se les denomine igualmente como complementarios, siendo que poseen características sintácticas y semánticas diferentes, las cuales no permiten una misma denominación, por lo menos los dos primeros frente al tercero. A pesar de esto gramáticos reconocidos de la lengua española los han señalado y denominado complementarios, así lo ve Polo (1981, p. 62-66); la Real Academia Española (2001) en su definición de objeto, además de igualar los conceptos de objeto y complemento; Bello en Gramática de la lengua castellana, (1958 § 290, 291), en la nota a dichos numerales, Niceto Alcalá reconoce que el lunes en el lunes llegará el vapor es un complemento, la nota de Niceto lo señala como complemento circunstancial que identifica con el caso ablativo; Cuervo (1939 § 34) en las notas previas, identifica al complemento directo como el "objeto sobre el cual recae directamente la acción expresada por un verbo transitivo"; Gili (1993 § 50, 53, 158) afirma la existencia de tres complementos del verbo, el directo, el indirecto y el circunstancial; Alonso (1964 § 24) igualmente; Marcos M. (1998 §16.5), afirma que sintácticamente los complementos no son diferenciables puesto que todos tienen en común la función complementaria, aunque en §16.3 hace una lectura del modelo de Alarcos (1994, Estudios..., p. 148), quien denomina al acusativo como implemento, al dativo como complemento, al ablativo como aditamento, y al genitivo como suplemento. Para Marcos M. las diferencias son de tipo semántico; asume en este sentido la exposición que hace Alarcos acerca de la completa e incompleta significación del verbo. Rafael Seco (1985 §105) afirma que toda oración posee de forma esencial dos elementos: sujeto y predicado, los complementos "solamente completan o determinan a los elementos oracionales", de otra parte, identifica al acusativo latino con el objeto directo (§111) y al dativo con el objeto indirecto (§112), el complemento directo completa la acción de los verbos activos transitivos y menciona que es aplicable, para este complemento, la caracterización teórica del acusativo; en este mismo sentido menciona que es aplicable la teoría del dativo al complemento indirecto y del ablativo al complemento circunstancial. Héctor Campos, en el capítulo 24 de la Gramática Descriptiva de la Lengua Española de la Real Academia Española (1999), aunque asume en Guillermo hace sus tareas en la biblioteca dos complementos, uno directo (sus tareas) y uno circunstancial (en la biblioteca), reconoce que el complemento directo no se puede omitir.
De otra parte, Tesnière denomina actantes a los constituyentes que de acuerdo con la gramática tradicional cumplen la función de sujeto, complemento directo e indirecto; los constituyentes que ocupan la posición de complemento circunstancial los denomina circunstantes. Tesnière aclara también que los actantes completan el sentido del verbo, es decir que dichos constituyentes son complementarios desde el punto de vista sintáctico y semántico. De otra parte, que en la rección, el subordinado complementa al regente (§ 1.1.3.).
Puede observarse que parte del problema es que no hay acuerdo sobre el concepto de núcleo y complemento, y creo que es mucho más problemático y polémico el primero que el segundo. De acuerdo con la bibliografía consultada parece posible proponer, por lo menos, seis aspectos de análisis, algunos más sintácticos que semánticos, y viceversa, mediante los cuales se pueda dar claridad respecto al concepto de núcleo y complemento.
En primer lugar, los conceptos de núcleo y complemento se pueden enmarcar en el análisis de requerimiento (§ 1.1.) entre los constituyentes que realizan una unidad sintáctica.
De otro lado, la idea de complemento surge en la medida en que algo, en este caso el núcleo, debe ser justamente -completado- en cuanto al significado (§ 1.2.).
Se considerará la relación de dominio y al mismo tiempo de subordinación entre constituyentes, esto es la rección (§ 1.3.).
Los elementos constituyentes de cierta unidad pueden también seleccionarse o restringirse (§ 1.4.), por ejemplo, un elemento que constituye el núcleo de una unidad puede seleccionar cierto tipo de elemento(s) que puede(n) ser su complemento.
La posición o el orden de los elementos (§ 1.5.) puede indicar la función que un determinado elemento está cumpliendo.
El marco distribucional (§ 1.6.) de una unidad es el mismo que el de su núcleo, por tanto puede servir como mecanismo de identificación.
Estos aspectos, como veremos, se dan tanto en el nivel sintáctico, como en el semántico; dicho de otra manera, la relación es de naturaleza sintáctica y semántica. De hecho, es sumamente difícil hablar de lo uno sin relación con lo otro.

1.1. REQUERIMIENTO

El requerimiento implica dependencia entre constituyentes. La idea de núcleo surge en contraposición a la de complemento, es decir, no es posible hablar de uno sin la existencia del otro en forma dialéctica, pero debo reconocer que este razonamiento es más filosófico que sintáctico. En una relación de dos elementos (XY), en la cual X no requiere de Y, pero Y si requiere de X, encontramos una posición dependiente o subordinada del elemento Y, y, una posición regente o subordinadora del elemento X, así pues (X Y). Visto de esta manera, los constituyentes que guardan características sintácticas tipo X, son subordinadores, no dependientes y requeridos, son entonces nucleares y, los constituyentes que guardan características sintácticas tipo Y, los cuales son subordinados, dependientes y no requeridos, son complementarios. Así, las relaciones entre elementos sintácticos pueden ser de dependencia (subordinación), de interdependencia (subordinación recíproca), en donde encontramos para estas dos primeras elementos de diferente categoría, y de coordinación, que comporta la relación entre categorías iguales. De esta forma, la dependencia o no entre elementos constituyentes de la sílaba, palabra (morfemas), sintagma, oración, y, entre oraciones, marca un rasgo determinante en la caracterización nuclear o complementaria de los constituyentes de dichas unidades.
La sílaba española tiene como característica sintáctica el ser conformada en forma general por consonante-vocal (cv), aunque existen otras construcciones como: (ccv) en cru- de cruzada, (cvc) en –tas de cometas, (ccvc) en –truc- de estructura, (cvvc) en -ción de canción, (cvvv) en –guay de Uruguay, o también (v) en a- de aéreo. De lo anterior se puede afirmar que en cualquier caso de construcción silábica española siempre está presente el constituyente vocal, pero no el constituyente consonante; una vocal puede constituir sílaba como en el último caso, pero no una consonante. Podemos decir entonces que el constituyente consonante requiere del constituyente vocal, pero el vocálico no del consonántico. Así tenemos: (v c), es decir, si hay consonante, entonces hay vocal. En términos de requerimiento la sílaba española posee un tipo de constituyente nuclear (vocal) y un tipo de constituyente complementario (consonante). Este último se subordina o depende del constituyente vocal.
Sintagmáticamente, un sustantivo como perro en relación con un adjetivo como pulgoso, en: por aquí debe haber un perro pulgoso, puede encontrarse en un enunciado sin el acompañamiento del adjetivo, tenemos pues: en la casa hay un perro. Los sustantivos tienen la capacidad de ser generados con o sin el acompañamiento de adjetivo, por tanto puede decirse que no requieren de adjetivo. A diferencia de lo anterior no encontramos ejemplos en donde el adjetivo aparezca sin el acompañamiento del sustantivo. P. Ej. En la casa tenemos un pulgoso. Naturalmente este último enunciado presupone que no es suficiente la presencia del adjetivo pulgoso y que como tal suponga la significación o la elisión del sustantivo perro, es decir, que a menos que el constituyente sustantivo sea rescatable del contexto por el interlocutor no es posible la plena comprensión de dicho enunciado. El interlocutor normalmente debería, en tal caso, preguntar acerca de ¿qué es lo que es pulgoso?. En consecuencia tenemos que, en el sintagma nominal, el constituyente adjetivo depende del sustantivo, el adjetivo requiere de sustantivo (S Aj.). El constituyente adjetivo dentro de este contexto sintáctico puede designarse como complementario frente al constituyente sustantivo el cual es el núcleo de la unidad. Así, para un sintagma nominal el núcleo es el sustantivo.
De igual manera podemos caracterizar al constituyente adverbio, como constituyente no requerido y que en cualquier ejemplo propuesto lo encontramos subordinado al verbo. P. Ej. en: el conferencista habla elocuentemente, y hemos comenzado a hablar y no vamos a parar. El constituyente verbal no requiere la presencia del constituyente adverbial en virtud de su característica nuclear. De esta manera tenemos que: (V Av.), el verbo es núcleo del sintagma verbal. M. Seco (1989, § 8.3.) afirma que, por naturaleza, "el papel de complemento del verbo corresponde a la clase de palabra llamada adverbio"
Ahora, los perros pulgosos no son igualmente pulgosos, hay unos más, tan, menos, o muy pulgosos. En perro muy pulgoso, muy no está subordinado a perro, sino a pulgoso, de hecho esta cuantificando la cualidad, por tanto muy pulgoso constituye un sintagma adjetival o grupo adjetival donde el cuantificador (muy) es complemento del adjetivo, este sintagma adjetival está subordinado al constituyente sustantivo, de esta forma tenemos en perro muy pulgoso un SN que podemos representar de la siguiente forma: [Snúcleo[Cf.complemento Aj.núcleo]SAj./complemento]SN. Los cuantificadores también se subordinan a constituyente adverbial, tenemos pues: el conferencista habla muy elocuentemente, en donde muy no está subordinado a habla, sino a elocuentemente, conformando así un sintagma adverbial que a su vez se subordina a verbo.
Los casos analizados, a saber la sílaba y sintagma, presentan constituyentes nucleares y complementarios en relación de subordinación. Se ha mencionado también que el requerimiento puede ser mutuo, o sea, de subordinación o dependencia recíproca (X Y). Es el caso específico de la relación sujeto – predicado, ver § 2.1, donde se analiza al sujeto como un elemento requerido por el predicado y, al predicado como un elemento requerido por el sujeto (sujeto predicado).
De otra parte, la relación de coordinación implica ausencia de subordinación. En: Camilo y Claudia están de aniversario, el constituyente en posición de sujeto está compuesto, (Camilo y Claudia), dichos elementos no están subordinados entre sí, por tanto la relación existente entre estos elementos es de coordinación. De hecho las conjunciones unen solamente elementos de igual categoría, en cuyo caso es difícil que se produjera una subordinación, justamente por ser de la misma categoría. En el caso de la sílaba, afirmamos que el constituyente vocal es el núcleo y que el constituyente consonante es el complemento, en términos de requerimiento, esto indica que en una sílaba como pa- en papá, la vocal es el núcleo y la consonante es el complemento, pero para una sílaba como -ción en función, no puede analizarse la presencia de dos vocales como dos núcleos, sino como uno solo, pero compuesto; la relación de los dos constituyentes vocales es de coordinación.
Debe aclararse que un elemento particular, llámese fonema, sílaba, palabra, sintagma u oración, no tiene características nucleares o complementarias, sino que dichos elementos, de forma determinada, pueden ocupar la posición de núcleo o de complemento en una unidad particular. Acerca de la selección y restricción de constituyentes se hablará más adelante.
El mecanismo que se propone aquí para identificar tanto al núcleo como el complemento podría hallar argumentos en contra, ya que se hizo el ejercicio de la supresión de constituyentes en el SN: perro pulgoso. Es claro como lo evidencia Bosque que algunos verbos transitivos pueden prescindir de su complemento directo, mientras que otros no pueden hacerlo. A pesar de esto debo insistir en que el requerimiento pone especial énfasis en el requerido, no en el que requiere. En el modelo se propone que si se tiene un elemento y éste requiere la "presencia" de otro, éste otro es el núcleo del primero.


1.2. FRACCIONAMIENTO Y COMPLEMENTACIÓN DEL SIGNIFICADO.

Es necesario aclarar también que la idea de núcleo se relaciona con el aspecto semántico. La Real Academia Española define el complemento directo e indirecto como elementos sintácticos que completan la significación del verbo. Alarcos cita al maestro Correas, que en 1625 afirmaba ya al respecto que existen verbos de completa significación o absolutos y otros de media o incompleta significación. De esta manera se puede afirmar que aquellos de incompleta significación realizan o completan su significación mediante los complementos a saber directo e indirecto, no incluyendo al circunstancial; El concepto visto así, hace parecer que la significación simula ser una unidad perfecta que se encuentra fraccionada por lo menos en dos (sujeto - predicado), aparentemente. R. Seco (1985, §135) afirma en este mismo sentido que "el verbo por sí solo expresa casi siempre el hecho predicado de modo tan vago, que es preciso completarlo con la añadidura de un número mayor o menor de complementos". Surge a esta altura un punto que será analizado, la supuesta necesidad de fraccionamiento mínimo en sujeto – predicado. Parte del análisis que se hace en el apartado § 1.1. sobre el requerimiento y en el §2.1.1. sobre estructura binuclear, indica la necesidad total del sujeto y del predicado en una relación de requerimiento mutuo; en caso de que se encuentren casos en que el verbo realice totalmente la significación, es decir, que no esté fraccionada, podría pensarse que tal requerimiento mutuo entre sujeto y predicado no existe.
Los elementos complementarios tienen como función complementar o completar el significado de los elementos nucleares. Así, en perrito, tenemos el morfema raíz perr-, y el morfema apreciativo –ito. Perrito, al igual que perrote y perrazo es una palabra derivada por sufijación de la palabra perro que a su vez posee el sufijo -o. En todas ellas se conserva la idea central de un animal cuadrúpedo, canino; dicho significado es activado por el morfema raíz perr-, a su vez los morfemas -ito, -ote y -azo aportan una porción de significado a la totalidad de la palabra, pequeño, grande y grande o bueno, correspondientemente. De esta forma la idea central o significado esencial radica o se encuentra en la raíz, los sufijos completan o complementan dicha significación. En este sentido, las características del morfema raíz son nucleares y, las características del morfema sufijo son complementarias.
El verbo posee ciertas implicaciones de acuerdo con el mismo verbo; así, un verbo como nacer implica que alguien o algo nace, por tanto es un verbo monovalente. Posee entonces casi total significación en sí mismo, digo casi, porque no indica con claridad quién o qué nace, significado que aporta el constituyente en función de sujeto, no es necesario agregar mayor información por medio de constituyentes adicionales para que haya una completa significación. Verbos como amar y dar (divalentes y trivalentes respectivamente) que además de sujeto requieren de un segundo participante, lo amado y lo dado y el mismo dar que requiere de un tercer participante, a quien se da, serían de incompleta significación ya que completan su significación mediante estos constituyentes. El asunto es que no todos los verbos requieren dicha complementación. Si fuera posible que un verbo aportara la totalidad del significado incluiría la porción de significado que normalmente aporta el signo en función de sujeto, esto daría como resultado la aceptación de la existencia de verbos cerovalentes (avalentes o sin actantes, como los llama Tesnière). Verbos como amanecer, anochecer, nevar, llover, briznar, ventear, y otros del mismo tipo, es decir, que corresponden a fenómenos meteorológicos eventualmente han sido catalogados como cerovalentes, es decir, que no requieren un signo en posición de sujeto; serían en tal caso verbos que poseen una completa significación en sí mismos. Tales verbos poseen un agentivo que normalmente puede coincidir en otros verbos con el constituyente que se encuentra en función de sujeto. Por razones comunicativas no expresamos dichos constituyentes; pero, en el verbo solear es posible vislumbrar claramente que quien solea es el sol, que además es el único referente universal que podría hacer semejante cosa. Esa es la razón por la cual no expresamos el signo en posición de sujeto; es información compartida que quien solea es el sol y por demás redundante; por tal razón no se produce la construcción: el sol solea. Lo que esto conduce a pensar es que el verbo solear y otros de igual tipo, por si mismos aportan la porción de significado del signo en función de sujeto, aunque dichos referentes no sean de fácil identificación. Parece entonces que es posible pensar en verbos de total significación, los cuales no requieren de otros constituyentes para expresar en su totalidad el significado.
Los verbos mono, di y trivalentes tienen un comportamiento diferente. La razón por la cual un verbo como amar requiere de un constituyente en posición de sujeto es que existe en el mundo referencial un casi infinito número de posibles "seres" en capacidad de amar; surge entonces la necesidad de independizar dicha porción de significado, un signo en función de sujeto por medio del cual poder dinamizar el uso del verbo. De igual manera el verbo no indica por sí mismo lo amado, en cuanto existen tantos posibles amantes como amados y por tanto surge un segundo constituyente que tenga la posibilidad de significar con precisión, si se quiere, cual es el "ser" amado, un constituyente en posición de complemento directo. De igual manera en verbos como entregar o dar, se genera un tercer constituyente que signifique a quien se entrega o se da algo, un constituyente en posición de complemento indirecto. El significado se fragmenta entonces por razones prácticas y dinámicas, es decir, en nuestro mundo referencial solamente existe un ser que puede solear y por tal razón no existe la necesidad de aclarar quién lo hace, pero en el caso de amar, la significación se encuentra fragmentada. El verbo amar indica que -alguien ama a alguien o algo- lo que trae una ambigüedad que consiste en que a pesar de sabemos lo que implica el verbo, éste no lo precisa. Las dos valencias o casillas están vacías, a cada una de estas corresponde una función sintáctica (sujeto y objeto respectivamente). Los constituyentes que cumplen estas funciones indican los referentes del verbo, es decir, quien ama y lo amado.
La significación se expresa pues mediante la totalidad de los elementos que la comportan. En cualquier clase de constituyente uno de los elementos aporta sino la mayor parte, por lo menos la más significativa del conjunto. Es claro entonces que este elemento, cuyo aporte es preponderante en la idea que se trasmite, es el núcleo de la unidad, y que el elemento cuya función es apenas completar o perfeccionar dicha significación, es el complemento.


1.3. RECCIÓN

Louis Hjelmslev, de acuerdo con Otto Jespersen habla de términos primarios, secundarios y terciarios entre los cuales existen relaciones de subordinación. Para Hjelmslev hay una conexión necesaria e intrínseca entre subordinación y rección, a tal punto que afirma que no hay término que no sea regido, ni que no sea regente; p. ej. el sustantivo latino rige en el adjetivo: género, número y caso, pero también hay una relación de subordinación, donde el sustantivo ejerce dominio sobre el adjetivo, éste último se encuentra subordinado. La concordancia es pues un claro ejemplo de rección. Afirma que un término primario es regente en concordancia, un término secundario es regido en concordancia, un término terciario no es afectado en concordancia. La rección es caracterizada por la dependencia; los elementos subordinados dependen de los regentes, así, el objeto puede ser definido como el término que es regido en acusativo por el verbo, el sujeto por su parte, se define como el término que es regido en nominativo por el mismo verbo (§ 32).
Tesnière asume la oración como un conjunto de palabras entre las cuales existen relaciones o conexiones. Estas conexiones aunque no están indicadas por algún elemento, se perciben y esto hace posible la conformación de una estructura donde los elementos dejaron de existir en solitario y comportan algo nuevo y diferente. Así, en Alfred parle menciona que no se quiere decir que, por un lado, «hay un nombre que se llama Alfred», y, por otro, que «alguien habla», sino que «Alfred realiza la acción de hablar». Dicha oración no está conformada por dos elementos –Alfred y parle- sino por tres, el tercero es la conexión que los une y sin el cual no habría oración. Ahora, entre los elementos se establecen relaciones de dependencia, entre un término «superior» y uno «inferior», el término superior es el regente y el inferior es el subordinado, en este tipo de relación, el subordinado completa al regente. Además de esto, aclara que es normal el hecho de encontrar un término subordinado que a la vez es regente de un tercero. Este grupo de términos, regente y subordinados conforman el nudo, dentro del cual pueden constituirse nudos superpuestos o una «jerarquía de nudos». Existe un regente que gobierna sobre todos los constituyentes subordinados, éste es el nudo de nudos o nudo central, que generalmente es un nudo verbal, aunque reconoce que "nada impide que una frase tenga por nudo central un nudo sustantival, adjetival o adverbial". Para Tesnière, existe una función nodal, de tipo sintáctico y semántico, que se encuentra radicada en una palabra, el verbo; éste término con función nodal subordina a un número de actantes que, desde el punto de vista estructural, son siempre complementos (cap. 51, §12); adicional a esto, subordina también circunstantes de manera opcional. Aclara que los actantes son siempre sustantivos y los circunstantes adverbios.
La exposición de Tesnière sobre rección, soluciona en gran parte el sistema sintáctico español, ya que en ciertos casos, como el del complemento directo, los mecanismos para identificarlo pueden no ser suficientes, como se verá más adelante (§ 2.2. y notas 72-75).
En un sintagma nominal, como el tablero opaco, observamos que la razón por la cual usamos un artículo como el (de número singular y género masculino), es que estas características (de número y género) las impone el sustantivo al artículo y no al contrario; de igual manera, usamos un adjetivo como opaco que cumple los mismos requerimientos impuestos de número y género. Si el sustantivo usado fuera uno de género femenino y número plural, como uñas, tendríamos: las uñas opacas, sin posibilidad de conservar las características de género y número impuestas por tablero; en dado caso tendríamos: *el uñas opaco. Podríamos decir entonces que la razón por la cual se usan artículos y adjetivos de género masculino o femenino en español, es que existen, en español, sustantivos de género masculino y femenino, el sustantivo impone o rige en los demás constituyentes del sintagma características específicas. En los ejemplos anteriores, los términos tablero y uñas son regentes, los demás constituyentes son subordinados.
En el caso del verbo, no solamente éste rige sobre los demás constituyentes, subordinándolos, sino que además de esto, muchos verbos solicitan un complemento verbal de régimen preposicional. Por ejemplo incurrir en una falta o el libro consta de dos partes. Aunque el tema es bastante extenso, se puede decir que este tipo de régimen verbal depende en cada caso del verbo específicamente. Es discutible la centralidad o marginalidad de estos constituyentes, pues en la mayoría de los casos parece que son obligatorios.
Se puede señalar, acorde con las ideas de Hjemslev, Tesnière y Bosque, que un elemento que impone rasgos morfológicos a otro, es el núcleo, y por tanto el que recibe dichos rasgos, es el complemento.


1.4. SELECCIÓN Y RESTRICCIÓN

Uno de los postulados más importantes a los que llega Bosque, respecto al concepto de núcleo (§ 1), es que éste es el que selecciona las categorías que aparecen tras él. Por una parte, desde el punto de vista sintáctico, los núcleos seleccionan complementos nominales, preposicionales u oracionales, entre otras categorías; de otra parte, desde el punto de vista semántico, seleccionan funciones argumentales significativas que van asociadas a ellos. Su ejemplo sirve para mostrar estas relaciones de selección. El adverbio durante se combina con sustantivos que denotan un período de tiempo o un acontecimiento con límites cronológicos. Una cosa es seleccionar un SN como complemento y otra la de restringir ese SN a parangones cronológicos.
En el modelo funcional de Dik se presentan estas mismas restricciones y selecciones, pues para un verbo como dar, en el primer y tercer argumento, hay restricción semántica. El primer argumento selecciona un constituyente +humano, mientras que el tercer argumento selecciona un constituyente +animado.
M. Seco afirma al respecto que en la estructura de las oraciones las palabras se polarizan en torno a dos núcleos". Uno de ellos siempre es un verbo, el otro siempre es un sustantivo; el primero es núcleo del predicado, el segundo es núcleo del sujeto. Podemos ver claramente que se selecciona un tipo particular de constituyente que vendría a desempeñar dichas funciones.
Los sintagmas, por ejemplo, que pueden ser nominales, verbales, adjetivales o adverbiales, seleccionan una clase de término en particular que puede desempeñarse como su complemento. Realmente debe decirse que el núcleo del sintagma por cuanto es el regente, impone estas selecciones de restricción, y admite sólo cierto tipo de componente. La posición no es libre de aceptar cualquier clase de constituyente por la restricción del verbo, así un núcleo sustantivo selecciona como complemento a un constituyente de tipo adjetivo, que puede ser típicamente un adjetivo o una palabra que esté cumpliendo dicha función, o si el núcleo es un verbo es muy factible encontrarlo acompañado por un adverbio. Oracionalmente sucede igual, esto se evidencia en el hecho de que un verbo de movimiento tiene como constituyentes seleccionados un móvil, un punto de origen y otro de destino. Estas condiciones son consecuencia del significado del mismo verbo. No es por demás aclarar que esta restricción y selección es principalmente de carácter semántico, pues el verbo admite constituyentes que, aunque funcionalmente cumplen las restricciones, pueden no ser constituyentes que típicamente desempeñen otra función; esto es posible dentro del concepto teórico de la traslación o transferencia, donde un constituyente mediante algún mecanismo puede cumplir una función atípica; p. ej. en unidades como: pared de ladrillo, o el reír es agradable. Los términos ladrillo y reír, cumplen en dichos enunciados una función diferente a la que normalmente están destinados, es así como ladrillo que es de categoría sustantivo, está cumpliendo una función adjetiva, y el verbo reír una función sustantiva. Dicho de otra manera, cualquier categoría puede desempeñar cualquier función, por lo menos teóricamente.
Es posible afirmar entonces que, el núcleo impone las restricciones de selección, sintácticas o semánticas, y el complemento las cumple, como única posibilidad de ser aceptado como tal. En este sentido hablamos de constituyentes seleccionados.


1.5. LA POSICIÓN O EL ORDEN DE LOS ELEMENTOS

Violeta Demonte pone de manifiesto el hecho de que la posición de los elementos en un enunciado enlaza aspectos estructurales y funcionales. El español parece ser una lengua en la que existe la tendencia a anteponer los núcleos. Aunque, el papel de las posiciones sintácticas, aclara Bosque (1991), no ha sido demasiado relevante, probablemente porque el latín es una lengua de considerable libertad en el orden de las palabras, y los romances heredaron esta característica.
En el sintagma sobre la mesa, no diríamos que la mesa es el término de la preposición y que está inmediatamente después de la preposición, sino que diríamos que es el término de la preposición porque ocupa esa posición. En este sentido las posiciones pueden considerarse como una marca de función. Es de claro conocimiento que, aunque son perfectamente posible otros ordenes oracionales, el español es una lengua en la que prima el orden SVO (sujeto – verbo – objeto). La RAE en su esbozo (1973, § 3.7.) habla de este tema, generalizando respecto a la lengua y posteriormente particularizando sobre el español; menciona que "las palabras que componen una oración no se suceden dentro de ella al azar, ...sino que el sistema de la lengua impone ciertas restricciones". Respecto al español aclara que éste conserva, por herencia, «una libertad constructiva». A pesar de esto, "en la construcción lineal, el elemento determinante sigue al determinado, ...el sujeto iría seguido de verbo, y a este seguirían los complementos, directo, indirecto y circunstanciales; cada uno de estos elementos sintácticos llevaría inmediatamente detrás sus determinantes propios" (§3.7.3. b). A pesar de esto los hispanohablantes producimos construcciones que, aunque son perfectamente entendibles, no tienen una construcción «normal». "La gramática y la retórica dan, desde los antiguos, el nombre de hipérbaton a toda construcción que se aparta del orden normal o regular; ...el hipérbaton consiste en colocar los elementos oracionales en una sucesión comprensible, pero sentida como no habitual... es un concepto relativo (a la época y plano social) cuyos límites son la comprensibilidad, por un lado, y las construcciones habituales, por otro".
Cuando la concordancia no es suficiente para determinar el sujeto de un verbo, normalmente se puede recurrir a la posición como indicador o marca de función del constituyente; más adelante aparece una oración en la que se puede observar el asunto, esta es: «el verbo produce un número mayor o menor de casillas que llenan los actantes», la pregunta podría ser: ¿Quién llena a quién?, pero si en cambio se dijera: «casillas que los actantes llenan», la ambigüedad desaparece, pues, aunque los dos constituyentes están antepuestos al verbo llenar, se entiende por la posición, que los actantes son los que llenan, y las casillas, las que son llenadas. De igual forma sucede en los sintagmas, veamos los siguientes donde la posición es un indicador de función: cartón paja, cartón piedra, lápiz carboncillo. Se entiende claramente que a lo que nos referimos es a cartón y lápiz, no a paja, piedra o, carboncillo, y que éstas últimas palabras nos refieren una característica o cualidad del cartón o del lápiz. Cada uno de estos sintagmas posee un término con características sintácticas y semánticas nucleares, y, un término con características sintácticas y semánticas complementarias; estas características coinciden con la posición u orden de colocación de los elementos, así, anteponemos el término nuclear cartón o lápiz, al término complementario paja, piedra o, carboncillo. Normalmente cuando tenemos un sustantivo que está cumpliendo la función de adjetivo, lo encontramos precedido de preposición (pared de ladrillo; tablero con marco), uno de los usos de la preposición es servir de mecanismo para trasponer la función de un sustantivo. Martinet (1978, p. 147) le atribuye a la preposición el papel de indicador de función, pues afirma que se usan "ciertas unidades para especificar la naturaleza de la relación entre un elemento determinado y el resto del enunciado, estos indicadores funcionales corresponden tanto a los casos, como a las preposiciones y conjunciones de la gramática tradicional".
Parece posible afirmar que, si bien no es una regla forzosa, los núcleos tienden a estar antepuestos a los complementos, esto se evidencia en el hecho de que cuando no es posible identificar la función de un constituyente por medio de la concordancia, por ejemplo, es posible recurrir a la posición para clarificar las funciones desempeñadas por los constituyentes en el enunciado o en la oración.


1.6. EL MARCO DISTRIBUCIONAL

El concepto de núcleo se ha trabajado, de forma más o menos amplia, desde el punto de vista de construcción endocéntrica. Se dice que "un grupo sintagmático es endocéntrico cuando las posibilidades de funcionamiento sintáctico de uno o varios de los signos autónomos que lo integran coinciden, por separado, con las posibilidades funcionales del grupo como tal". En algunos casos los estudiosos han recurrido a la utilización de la sustitución -distribución- para identificar el núcleo de un constituyente, es decir, el núcleo puede aparecer en el mismo entorno o contexto que el constituyente del cual forma parte. Esto se basa en el hecho de que si un elemento tiene la misma capacidad de distribución que el compuesto, es el centro, el otro término es el atributo. En este sentido hablamos de que muy alegre por la navidad, tiene la misma distribución paradigmática que el adjetivo alegre, en otras palabras, el núcleo del constituyente muy alegre por la navidad es el adjetivo alegre, y esto en vista de que "los núcleos determinan la naturaleza categorial del segmento en el que aparecen".
Si bien, para ciertos casos, la mecánica funciona, es decir, es posible identificar el núcleo de una unidad de esta forma, no siempre el resultado es el esperado. Según Del Teso Martín (1990, §2.5.2.2.2.4.), para que se pueda decir que en un grupo sintagmático existe un signo autónomo nuclear deben darse tres condiciones: a) que haya razones sólidas para afirmar que realmente se está ante un grupo sintagmático, b) que la estructuración interna de ese grupo sintagmático corresponda al tipo llamado endocéntrico, y, c) que sea un solo signo autónomo integrante del grupo sintagmático que sea capaz de asumir el comportamiento del grupo. Bosque (1991, §3.2.) expone algunas dificultades que la endocentricidad tendría si se midiera en términos estrictamente distribucionales. De hecho, la visión que expone Del Teso Martín, se aparta del concepto de núcleo y de complemento que se asume en el presente trabajo; observa que "en una secuencia como compré libros y bolígrafos, el sintagma libros es capaz de asumir las funciones del grupo completo libros y bolígrafos y sin embargo no podemos decir que sea un núcleo", pues "para que haya nuclearidad es necesario que sólo uno de los signos autónomos que componen el primer nivel jerárquico de una construcción endocéntrica tenga la capacidad de sustituir funcionalmente al grupo completo". El concepto que se ha manejado en §1.1. es que un núcleo puede estar compuesto, este es el caso de la sílaba española.
Para sintetizar podemos decir que, en determinada unidad, i. el núcleo es el elemento requerido y por tanto indispensable, tanto sintáctica como semánticamente, como consecuencia, el elemento no requerido es el complemento; ii. el enunciado despierta un significado, cuya parte esencial es aportada por el núcleo, por tanto si se requiere completar o precisar ese significado, el elemento que cumpla esta función es el complemento; iii. El núcleo rige o impone rasgos sintácticos y semánticos a los complementos, no a la inversa, y por tal razón son identificables las funciones desempeñadas por los diferentes constituyentes; iv. el núcleo ejerce una selección y restricción sobre el tipo de elementos que pueden cumplir la función de complemento y las características de dichos elementos, los complementos son pues constituyentes seleccionados; v. en general, en una enunciado u oración, los núcleos se encuentran antepuestos a los complementos, pues el orden de los elementos no es un azar, sino que tiene una intencionalidad estructural y funcional ; vi. el núcleo posee la cualidad de poder aparecer en el mismo contexto que la unidad a la que pertenece, o sea, tiene la misma distribución que el compuesto, ya que el núcleo determina la naturaleza categorial del segmento en que aparece.
Es posible que el concepto de núcleo pueda enmarcarse dentro de otros análisis, y, que pueda indicarse o señalarse por otros mecanismos. Aun así me parece que los aquí propuestos sirven de forma significativa y aportan al proceso de clarificación conceptual. He hecho algunas referencias a la nuclearidad y complementaridad en la oración. Esta noción debe precisarse algo más, porque el asunto que compete al presente trabajo es analizar si los llamados complementos verbales, realmente lo son, para lo cual serán muy útiles los planteamientos hechos en este primer capítulo.



2. COMPLEMENTACIÓN VERBAL

La conceptualización en donde los constituyentes nucleares son esenciales y los complementarios no esenciales, de otra forma, en donde el núcleo puede prescindir de sus complementos, ya que la ausencia del complemento no afecta la integridad del núcleo, ha sido aplicada a la sintaxis de la oración. En el planteamiento del problema hecho por Bosque (1991, § 3.2.) se señala justamente este asunto.
Como se ha mencionado, se habla del verbo como núcleo del sintagma verbal, o de la predicación e inclusive de la oración. Los dos primeros modelos coinciden en afirmar que la oración está conformada por dos unidades irreductibles, es así como hablamos de oración en el sentido de la relación intrínseca de un sintagma nominal y uno verbal (O = SN . SV) que corresponde a lo que se conoce como gramática de constituyentes. En el segundo, tenemos también dos elementos, la relación indispensable entre Sujeto y Predicado; esta forma de análisis corresponde a la gramática tradicional. Las dos formas de ver la oración, aunque diferentes, coinciden en que ambas partes de la oración poseen un núcleo; el SN y el Sujeto tienen como núcleo un Sustantivo; el SV y el Predicado tienen como núcleo un verbo. Estas dos formas de análisis asumen la oración como una construcción bimembre o binuclear. Cuando se habla de que el verbo es el núcleo de la oración se indica que la construcción oracional es mononuclear, en este tipo de construcción, los constituyentes correspondientes al SN y al sujeto, que pertenecen a estructuras binucleares, aparecen subordinados al verbo. Se define, de esta forma, la oración como un sintagma verbal (O = SV).
De otro lado, también debe revisarse los demás constituyentes que aparecen subordinados al verbo, estos son los llamados complemento directo, complemento indirecto y complemento circunstancial.
En el presente capítulo me ocuparé de clarificar estos asuntos: i. Revisar si la estructura oracional corresponde a un sistema con uno o dos núcleos, lo cual implica caracterizar al llamado sujeto como subordinado jerárquicamente al verbo o, caracterizarlo como un elemento que no se encuentra subordinado, es decir, de igual jerarquía que el verbo; y ii. Comprobar si los llamados complemento directo, indirecto y circunstancial realmente lo son y en qué sentido.

2.1. ¿ESTRUCTURA MONONUCLEAR O BINUCLEAR?
2.1.1. Estructura binuclear. Apolonio Díscolo (nacido en Alejandría a finales del siglo I) en su obra Peri suntavxewõ (Sobre la sintaxis), que trata de la construcción de las palabras, afirma que "el orden de las partes de la oración es una imitación de la oración perfecta, que muy justamente coloca en primer lugar el nombre, después el verbo, puesto que sin ellos ninguna oración queda cerrada. Esto se puede probar con una frase que contenga todas las partes de la oración, y si se le quita el nombre o el verbo, la oración no estará completa, pero si se le suprime todas las demás, de ningún modo queda defectuosa".
M. Seco (1989, §6.1.), afirma que en cuanto a la estructura de las oraciones, se puede observar que en ellas las palabras se polarizan en torno a dos núcleos "uno de ellos es siempre un verbo, el otro núcleo es siempre un sustantivo".
La RAE en su esbozo (1973, §3.1.3.), dice que "con mucha frecuencia la oración establece una relación lógica entre dos términos o miembros: sujeto y predicado. El sujeto es la persona o cosa de la cual decimos algo; por predicado entendemos todo lo que decimos (predicamos) del sujeto".
Martinet dice que "el sujeto tiene una única característica permanente, en contraste con los llamados complementos, es que, en el habla normal, no elíptica y no injuntiva, el predicado debe ir acompañado necesariamente, de un elemento con todas las marcas de una determinada función, todos los demás elementos son complementarios, de ahí su designación".
El enunciado Franklin, como respuesta a la pregunta: ¿quién hizo los recibos del veintisiete? no está solo, quiero decir que forma parte de una oración que posee verbo con dos constituyentes que parecen requeridos (quién hace) y (qué hace), de esta forma tenemos como respuesta completa: Franklin hizo los recibos del veintisiete, el resto de la oración: hizo los recibos del veintisiete fue omitido porque es información ya compartida por los hablantes. El enunciado -Franklin- realmente es un constituyente en función de sujeto, sobre el cual se produce necesariamente una predicación que en este caso se ha omitido. Para cualquier verbo, en general, es aplicable esta situación; en la medida en que producimos una predicación, esto nos lleva a, indefectiblemente, generar un sujeto; podría entonces afirmarse que todo sujeto requiere de predicado.
Debe revisarse si de igual forma la predicación requiere de sujeto, esto es, si se encuentran ejemplos de oraciones con verbo y sin sujeto. Ejemplos del lenguaje común como: ¿quieres?, ¡coma!, inscribirte, mañana llegaremos, no se encuentran solos, quiero decir, en la forma expresa a dichas oraciones no se les encuentra un signo en posición de sujeto pero entendemos que allí están. Es posible rescatar del contexto los signos: tú, usted y nosotros respectivamente para ¿quieres?, ¡coma!, y llegaremos. La respuesta inscribirte correspondiente a la pregunta: ¿qué debo hacer ahora?, tampoco carece de sujeto aunque no se haya enunciado; la respuesta completa a dicha pregunta podría ser: ahora tú debes inscribirte, en cuyo caso el sujeto del verbo inscribir estaría pronominalizado.
Normalmente el sujeto puede estar constituido por un elemento independiente del verbo, a éste se le conoce como sujeto explícito o léxico, Alarcos aclara que no es más que la especificación del sujeto en caso de no ser de claro entendimiento quién es el referente, pues la forma verbal contiene un elemento que hace de sujeto gramatical. En la forma verbal llegaremos, el sujeto de la oración se encuentra dentro de la misma forma verbal, por medio de la terminación –mos (nosotros) que es un indicador de persona. El sujeto no constituido por palabras, sino por un indicador de persona, se llama sujeto implícito, es decir, se encuentra incluido en la forma verbal. El indicador de persona en algunas ocasiones consiste en la ausencia de terminación, es el caso de la tercera persona de singular. Martinet aclara en este sentido que "el sujeto puede ser un nombre, una frase, un pronombre, una desinencia verbal o, como en las terceras personas de singular del italiano o el español, una «desinencia cero»".
Por lo anteriormente dicho puede afirmarse que el sujeto requiere de predicado y a su vez el predicado requiere de sujeto. Para el profesor Páramo si se genera un adverbio, este requiere de verbo, y éste de sujeto, que a la vez requiere de verbo, lo que da como resultado un esquema así: (Av. V Suj.). Asumiendo esta posición, tenemos que el signo en posición (función) de sujeto (suj.) requiere del signo en posición de predicado (p) y el signo en posición de predicado requiere del signo en posición de sujeto, así tenemos que (suj. p.). De acuerdo con la exposición hecha sobre selección (§1.4.), la función de núcleo del sujeto está desempeñada siempre por una palabra de categoría sustantiva, las palabras que se agrupan en torno a este sustantivo, junto con él, conforman el sujeto. De esta forma tenemos que el sujeto está conformado por un constituyente nominal. Ahora, en cuanto a selección vimos que el núcleo del predicado siempre es un verbo y que las palabras que se agrupan en torno a él conforman, junto con él, el predicado. Un constituyente verbal conforma el predicado. La oración, vista así, es la relación de mutuo requerimiento entre el sujeto y el predicado, de otra forma, entre un sintagma nominal y uno verbal (O = SN.SV), sin que sea posible una mayor reducción, en oposición a lo que se verá más adelante.
Según vimos (§1.1), un elemento requerido es de tipo nuclear, y un elemento no requerido es de tipo complementario. Aplicando esto a la estructura (suj. p.) tenemos que la oración es entonces una unidad binuclear, pero también bicomplementaria, ya que el sujeto requiere de predicado y al mismo tiempo es requerido por el predicado. Igual situación se observa en el predicado ya que requiere de sujeto y, a la vez, es requerido por él. La oración desde esta perspectiva es una unidad bimembre, donde ambas partes -sujeto y predicado- poseen el mismo grado de importancia o jerarquía, tanto semántica como sintáctica.
2.1.2. Estructura mononuclear. M. Seco, aunque afirma, como se ha mencionado, que la oración posee una estructura bimembre, es decir, con dos núcleos, aclara la existencia de un tipo especial de oración que no tiene la estructura "normal" sujeto-predicado, las llama: oraciones unimembres. Los ejemplos que presenta son los siguientes: (¡Ay!; ¡La policía!; Adelante; Está lloviendo) denominando además ésta última como oración impersonal, que según dice, es una oración unimembre que posee verbo. Estos enunciados son considerados oraciones en la medida en que transmiten un mensaje en el cual se puede señalar un -algo sobre lo cual se predica algo-. Otros ejemplos que presenta más adelante en la nota 1 del § 8.3. son: He en: (He aquí el resultado) y Hay. Afirma que He, en este caso, es un verbo a la vez defectivo e impersonal, diciendo: "sólo se presenta en oraciones unimembres, careciendo siempre, por tanto, de sujeto". Aclara que al igual que Hay, expresa la mera existencia de algo en un lugar, por lo cual conlleva dos acompañantes forzosos, el primero, un adverbio de lugar y, el segundo, un complemento típicamente verbal, un complemento directo.
En ciertas regiones del alto Putumayo al sur de Colombia realizan un intento de pluralización del verbo haber cuando el referente se encuentra en cantidad mayor a uno, es así como dicen: hain tomates. La verdad, como lo aclara M. Seco, es que lo referido del verbo haber no es el sujeto, sino el complemento directo. Uno de los mecanismos usados para identificar sintácticamente el complemento directo es la posible relación de este complemento con el sintagma (§2.2.); en la oración ¿hay pan? La respuesta podría ser: sí lo hay, lo que demuestra que los constituyentes pan y tomates funcionan como complementos directos en las respectivas oraciones. Lo que se puede anotar claramente es que en estos ejemplos, gramaticalmente no hay sujeto y a pesar de esto siguen siendo catalogados como oraciones. Sobre éste último aspecto se pronuncia Alarcos diciendo: "Los enunciados que carezcan de una forma verbal personal que funcione como núcleo no son oraciones y ofrecen una estructura interna diferente" las cuales estudia bajo la denominación de frases.
El profesor Noel Olaya Perdomo, en texto inédito, afirma que:
Cuando el predicado es un verbo, por ejemplo (Sócrates partirá... Plat., ), se tiene una oración verbal; cuando el predicado es un nombre, por ejemplo (excelente cosa es el agua... Pínd. . 1,1), se tiene una oración nominal. [Y continua en la nota correspondiente diciendo:] Esta definición de oración nominal se aparta de lo que suele decirse en las gramáticas y en las obras sobre lingüística, para las cuales la oración nominal es la formada por el verbo ser u otro verbo copulativo y un complemento predicativo nominal; ...El punto de vista que aquí presento sigue a Émile Benveniste, La phrase nominale en Problèmes de linguistique genérale, Gallimard, Paris, 1969, pgs. 151-167 (hay traducción al español, publicada por Siglo xxi), con las observaciones de Jean Humbert, Syntaxe Grecque, Paris, Klincksieck, 1954, pgs. 65-68.
En las lenguas indoeuropeas y en muchas otras, según el estudio de Benveniste, existe un tipo de oración propiamente nominal, que excluye el verbo, es asertiva y tiene por objeto expresar una convicción en nombre de verdades permanentes (intemporal, inaspectual, no modal y, por eso, no verbal) al estilo de los refranes: ejemplos: Herodoto, 3, 52; triste lupus stabulis, Virgilio, Ecl. 3,80; Mal de muchos, consuelo de tontos (refrán); en consecuencia la oración que lleva un verbo, explícito o tácito, aunque sea el verbo [infinitivo presente de (ser, existir, vivir)] o cualquiera de los que llaman copulativos, y un complemento predicativo, es una oración verbal, no nominal.
Según lo expuesto por el profesor Olaya, es posible analizar el enunciado propiedad privada como una oración nominal, más exactamente como una oración sin verbo; ejemplos como el anterior son categorizados por Alarcos como frases, es decir, enunciados sin núcleo verbal, por tanto no oracional.
La RAE, al decir que "con mucha frecuencia la oración establece una relación lógica entre dos términos o miembros", abre la posibilidad de que no siempre suceda así, de que no siempre la oración comporte una relación de carácter bimembre o binuclear. Es así como en el § 3.1.4. de su esbozo afirma lo siguiente: "no es indispensable que las oraciones adopten la forma dual de relación entre sujeto y predicado". Los ejemplos citados son los siguientes: (llueve, nevaba, trono mucho), sobre estos ejemplos afirma que cuando se pronuncian, no se está pensando en sujeto alguno; y que igual sucede en (¡adiós!, ¡qué bonito!, ¡qué pena!, ¡cuánta miseria!), son, pues, oraciones unimembres.
Si consideramos lo afirmado por la RAE y M. Seco, debemos aclarar que normalmente la construcción oracional en español es bimembre, pero que esto no supone que las dos partes de la oración, es decir el sujeto y el predicado, deban aparecer juntos siempre. Por lo menos uno de ellos aparece tanto en las oraciones bimembres como en las unimembres, éste es el predicado, y como tal, podría decirse que realmente el que aparece es su núcleo. Lo que esto podría indicar, es que, al parecer, el sujeto y el predicado no pertenecen a la misma jerarquía sintáctica y por ello es posible prescindir de uno de ellos.
El análisis sintáctico mononuclear acerca de la oración asume la existencia de un solo núcleo, alrededor del cual se conforma la estructura oracional. El verbo es el que desempeña dicha función, los demás constituyentes pueden aparecer en torno a él como complementarios, Alarcos los denomina términos adyacentes, mencionando que "la presencia de dichos términos no es indispensable para que exista oración", ya que "para que haya oración basta la existencia del sujeto gramatical", o sea, la terminación o desinencia verbal. Esta posición indica que el verbo, que es el núcleo de la oración, opera como elemento jerárquico del que dependen sintácticamente todos los adyacentes por igual. Entre ellos está incluido el sujeto explícito como un «adyacente» más. En tal caso si no está presente el sujeto explícito no afecta la oracionalidad y el verbo por sí mismo puede constituir oración sin la necesidad de sujeto. De igual manera, podría decirse que, el verbo no requiere del complemento directo, ni del indirecto, ni del circunstancial para realizar o constituir oración. Gramaticalmente es posible pensar en estos términos si se aclara, como lo hace Alarcos, que la terminación verbal cumple la función de sujeto, pero que además el verbo por sí solo también alude acerca de los demás constituyentes. El verbo amar implica que -alguien ama a alguien-, y eso lo hace por si mismo, sin la complementación hecha por términos adyacentes; la presencia en el enunciado de dichos términos entre los cuales se cuenta el sujeto explícito, se hace necesaria solamente cuando la situación en que se habla no es suficiente para poder identificar qué ente real es el amante y cuál el amado. De acuerdo con lo que afirma Alarcos, el verbo es el elemento de la oración que contiene toda la información acerca de la relación predicativa. La raíz encierra o contiene al "auténtico predicado", puesto que aporta la referencia léxica de la realidad, y la terminación verbal encierra o contiene el "auténtico sujeto". Esta postura modifica sustancialmente la idea conclusiva de que es posible prescindir de una de las dos partes de la oración en vista de que pertenecen a diferentes jerarquías, pues Alarcos contempla el hecho de que el verbo «contiene» al sujeto, por lo menos en su forma terminal -desinencia-.
Para Tesnière, la oración (frase) se puede identificar con lo que estructuralmente llama el nudo verbal , que como bien lo dice, expresa todo un «pequeño drama» el cual comporta un «proceso» y generalmente «actores» y «circunstancias», estos se convierten en la sintaxis estructural en el «verbo», los «actantes» y los «circunstantes». Menciona que los actantes son siempre sustantivos o equivalentes y que los circunstantes expresan las circunstancias de modo, lugar, tiempo, etc. El verbo está en el centro del nudo verbal y, por consiguiente de la frase, es, pues, el «regente» de toda la frase. Menciona que una catalogación como "palabra principal" le convendría mejor al verbo que al sustantivo, en vista de que los actantes y circunstantes son subordinados inmediatos del verbo.
Acerca de la estructura bimembre de la oración en la gramática tradicional dice que "basándose en principios «lógicos», la gramática se esfuerza por reconocer en la frase la oposición «lógica» entre el «sujeto» y el «predicado»" (cap. 49 § 2), "...es difícil «considerar como iguales» el sujeto, que generalmente contiene sólo una palabra, y que incluso puede no estar plenamente expresado, y el predicado, cuya enunciación es obligatoria" (§ 9), "...el predicado puede comportar elementos cuya «naturaleza» y «estructura» interna son enteramente «comparables a las del sujeto»" (§10), "los hechos no invitan, pues, a situarlos en planos diferentes, como ocurre fatalmente desde el momento en que se admite la oposición entre el sujeto y el predicado" (§ 11), "la oposición entre sujeto y predicado impide así captar el equilibrio estructural de la frase, ya que conduce a aislar como sujeto a uno de los actantes, excluyendo a los demás, que se encuentran relegados al predicado y mezclados de cualquier manera con el verbo y todos los circunstantes. Esto supone otorgar a uno de los elementos de la frase una «importancia desproporcionada», que ningún hecho lingüístico puede justificar" (§ 13), y completando esta argumentación, añade: "desde el punto de vista estructural, el subordinado, sea primer o segundo actante, es siempre un «complemento» que de alguna manera «completa» al regente, ...resulta fácilmente demostrable si precisamos que se trata del punto de vista puramente estructural, y no del punto de vista semántico, que el «sujeto es un complemento como los demás» (cap. 51, §13).
De otra parte, desde el punto de vista semántico, el primer actante es el que «realiza la acción». Por esto, es conocido en la gramática tradicional con el nombre de sujeto, que Tesnière conserva (cap. 51 §6, 7). El segundo actante es conocido en la gramática tradicional con el nombre de complemento directo o complemento de objeto, Tesnière lo denomina simplemente objeto (§ 10). El tercer actante que es conocido como complemento indirecto, Tesnière lo llama, al igual que otros, complemento de atribución.
El verbo, para Tesnière, posee una condición particular, la de producir un número mayor o menor de casillas que llenan los actantes. El verbo puede constituir oración cuando estas casillas -valencias- están llenas. Así pues un verbo como crecer requiere un elemento (alguien crece), un verbo como amar requiere dos elementos (alguien ama a alguien) y un verbo como entregar requiere tres elementos (alguien entrega algo a alguien), tenemos de esta manera verbos monovalentes como crecer o envejecer, divalentes como amar o pintar, y verbos trivalentes como entregar o dar.
Podemos, de acuerdo con lo reseñado, señalar que: primero: la postura de Tesnière es totalmente contraria a la que expone que, estructuralmente, la oración es una unidad bimembre o binuclear; segundo: el sujeto no posee características sintácticas diferentes a las de los demás complementos, es decir, el objeto y el complemento de atribución, los que en la gramática tradicional se conocen como complemento directo e indirecto; tercero: el sujeto y los demás actantes, todos juntos, se encuentran subordinados en iguales condiciones jerárquicas al verbo; cuarto: el verbo cumple una función central, que si bien no identifica con el nombre de núcleo, hace lo equivalente, es decir, es el regente sobre todos los subordinados; quinto: el sujeto y los demás actantes, como subordinados, completan de alguna manera al regente, es decir, son complementos del verbo.
Después de citar a Bello, Lepre, dice lo siguiente: "la visión funcionalista de Bello nos aleja de descripciones lógicas y nos encamina, saltando un siglo hacia el presente, a posturas que ya no necesitan la articulación bimembre para describir la oración gramatical. Esto supone, como adelantamos al comienzo, que también nos encaminamos a una descripción diferente del sujeto de la oración".
Martinet, aunque ha afirmado que el predicado debe ir acompañado necesariamente de otro elemento -el sujeto- (ver nota 59), menciona que "muchos enunciados completos existen sin complementos de ningún tipo". He mencionado ya (§ 1.2), que hay verbos, como los que señalan fenómenos meteorológicos, que pueden constituir oración sin la necesidad de que aparezca ni el sujeto (explícito), ni ninguno de los demás complementos, lo cual enfatiza el carácter opcional y prescindible de los complementos y, el carácter indispensable del núcleo, sintáctica y semánticamente.
Parece, de acuerdo con las ideas expuestas, que una estructura bimembre o binuclear se puede presentar en español normalmente, pero la existencia de oraciones unimembres o mononucleares y la argumentación que se presenta a favor de éstas últimas y en contra de la estructura binuclear es suficiente para caracterizar la oración como una construcción con un centro o eje que denominamos núcleo, desempeñado por el verbo, alrededor del cual se juntan, de manera solicitada, los constituyentes en función de sujeto, complemento directo y complemento indirecto, es decir, hablamos de la oración como un sintagma verbal (O = SV). A continuación se analizarán los complementos mencionados.



2.2. COMPLEMENTO DIRECTO E INDIRECTO

Un asunto que debe observarse es el uso de las denominaciones; la utilización de la misma denominación para diferentes tipos de constituyentes implica la aplicación del mismo concepto teórico en diferentes contextos, lo cual trae ciertas dificultades. Los constituyentes circunstanciales han sido denominados en la gramática tradicional como complementos circunstanciales, de la misma manera que el complemento directo y el complemento indirecto. Aunque en las gramáticas se hacen las correspondientes diferenciaciones semánticas y sintácticas, se les sigue llamando igual.
Chomsky (1965: 71) define el complemento directo como la relación entre el sintagma nominal y el verbo dentro del sintagma verbal, en la cual el complemento directo es un constituyente dominado.
Según la RAE (1973, § 3.4.1.-3.4.3.), el verbo puede llevar palabras que lo acompañan y por el hecho de completar lo que se dice, se designan con el nombre de complementos. Denomina "complemento u objeto directo al vocablo que precisa la significación del verbo transitivo, y denota a la vez el objeto (persona, animal, o cosa) en que recae directamente la acción expresada; ...se designa con el nombre de complemento u objeto indirecto el vocablo que expresa, animal o cosa en que se cumple o termina la acción del verbo transitivo ejercida ya sobre el objeto directo"
La Gramática Descriptiva de la Real Academia Española (1999 § 24.2) categoriza al complemento directo como "el sintagma nominal que está regido tanto sintáctica como semánticamente por el verbo", además de analizar ciertos criterios sintácticos para determinar el complemento directo, tales como la pasivización, la pronominalización del constituyente en posición complementaria, la dislocación izquierda y la posible relación del complemento directo con el sintagma . Sobre dichos criterios sintácticos afirma que si bien es posible determinar en muchos casos el complemento directo, estos criterios cuentan con contraejemplos (ver notas 72-75), lo que de alguna manera no permite generalizar ninguno de ellos como parámetro sintáctico en la determinación del complemento directo. La gramática descriptiva adopta, por tanto, el criterio de rección sintáctica y semántica como único mecanismo para la determinación e identificación del complemento directo. En cuanto a la rección sintáctica afirma que "el verbo determina que el complemento directo sea un sintagma nominal". Sobre la rección semántica dice: "la vemos en que dicho complemento directo sólo puede desempeñar ciertos papeles semánticos". Respecto al papel desempeñado por el complemento directo, agrupa de forma general los verbos del Español en dos superclases. La primera es aquella donde el sujeto es agente o causa y el complemento directo es paciente y, en la segunda, verbos de actividad cognitiva, el sujeto es un experimentante y el complemento directo paciente, pero bajo el rótulo de "objetos percibidos"
Esta posición soluciona en gran manera el sistema, pero hay un aspecto a revisar. No es posible generalizar en el caso del complemento directo la selección única de un sintagma nominal. De hecho la misma gramática en el numeral citado menciona un ejemplo que contradice tal posición, justamente como contraejemplo de la pronominalización del complemento directo. ¿Dijo que lo conocía? Sí, lo dijo. En este ejemplo, una oración ha sido reemplazada por el pronombre clítico y dice: "por lo cual se esperaría que esta oración fuera el complemento directo del verbo decir." A lo cual debe anotarse que no hay porque decir «se esperaría», de hecho es el complemento directo del verbo decir. Lo que esto indica es que el constituyente en posición complemento directo puede ser desempeñado por un constituyente nominal o verbal.
La RAE (1999), en su gramática descriptiva, aclara que la capacidad que tiene un verbo de aparecer con un complemento indirecto, al igual que con un complemento directo, está determinada léxicamente y depende de cada verbo en particular, igualmente, que aunque la RAE (1973) restringe los complementos indirectos a los verbos transitivos, hay algunos verbos intransitivos que pueden aparecer con un complemento indirecto también. Aclara también que sintácticamente, el complemento indirecto es un sintagma nominal que puede aparecer tanto con un verbo transitivo como con uno intransitivo y que generalmente aparecerá precedido de la preposición a, y que en la mayoría de los casos este complemento estará reduplicado por un pronombre clítico dativo (le). Respecto a la selección semántica del complemento indirecto (RAE, 1999, §24.3.2.), presenta diferentes tipos de dativo, propuestos en diferentes gramáticas, menciona que es posible "considerar complementos indirectos a aquellos sintagmas nominales que forman parte de la estructura argumental de un verbo que aparece con un complemento directo, con el cual se relaciona. Y que según este criterio, no todos los casos de dativos vendrían a ser complementos indirectos".
En la oración el niño le dio una galleta a su hermanita, podemos observar que el sujeto (el niño) es solicitado por el verbo, ya que el verbo dar supone que alguien da algo a alguien, y esto partiendo, entre otras, de la conceptualización de la gramática de valencias. Pero ya planteado que entregar supone que alguien entrega, también es necesario aclarar la necesidad de indicar lo que se da y a quien se da como constituyentes no eliminables, es decir, solicitados por el verbo. Pues en el caso de generar un enunciado como le dio una galleta a su hermanita, surge la inquietud de quién fue el que lo hizo, en cuyo caso se pregunta por el constituyente en posición de sujeto; de igual manera en los casos el niño le dio una galleta, y el niño le dio a su hermanita, surgen los interrogantes ¿a quién se dio la galleta? y ¿qué se dio?, preguntas que solicitan la presencia del complemento directo e indirecto respectivamente. Lo que indica el surgimiento de dichos interrogantes es que la idea no está expresada en su totalidad pues faltan elementos que no pueden ser eliminados, en cuyo caso se afecta la oracionalidad. De esta manera se podría decir que una oración se constituye como tal cuando están «llenas» todas las valencias del verbo. Los constituyentes complementos directo e indirecto entonces se ven como necesarios y requeridos, pero pueden omitirse, según el contexto.
Se ha dicho (§ 1.1.), que los constituyentes no requeridos son complementarios. El problema surge cuando el complemento directo e indirecto se ven como requeridos sintácticamente. M. Seco (1989, §8.5.1.), menciona algo referente a la naturaleza del complemento directo, que podría extenderse al complemento indirecto. "el complemento directo no es, a pesar de su nombre, un simple «complemento» o ampliación del sentido del verbo, sino que es un ingrediente del mismo". Desde el punto de vista puramente sintáctico, los constituyentes en posición de complemento directo e indirecto no son complementarios, en tanto que los complementos son eliminables o prescindibles, por tanto su denominación como tal resultaría inconsistente. Tal vez por esto, Demonte, utiliza una denominación que aclara la situación de los que llama complementos argumentales, es decir, "constituyentes que denotan participantes en una situación y que por tanto tienen una valencia o papel semántico", esta denominación es complementos obligatorios. Se hace necesario el término aclaratorio «obligatorios», pues los complementos en sí mismos no lo son; el ser complementario denota opcionabilidad, no obligatoriedad.
Un verbo como entregar solicita un constituyente que indique o precise lo entregado, y de otro que indique a quien se entrega. No es posible expresar una oración con este tipo de verbos (trivalentes) sin la presencia expresa u omitida del constituyente en posición de complemento directo e indirecto. Dado el caso de no generarse tales constituyentes, el oyente normalmente debería preguntar qué es lo entregado y a quién se entrega, si es que no es posible determinarlo por el contexto comunicativo, por esta razón menciono (tercer párrafo del § 2.1.1.) que parecen requeridos. No es posible afirmar que los constituyentes en posición de complemento directo e indirecto son requeridos, tal suposición conllevaría a pensar que son constituyentes nucleares, pero es necesario aclarar, de acuerdo con la exposición que se ha hecho, que poseen características parecidas a las de los elementos requeridos. Es por esta razón que he utilizado, al comienzo del presente párrafo y en un párrafo anterior, el término solicitar, el cual enmarca la idea de necesidad o solicitud del constituyente por parte del verbo, pero no necesariamente la idea de requerimiento que he caracterizado como uno de los mecanismos para la identificación del núcleo.
He mencionado que los complementos son constituyentes seleccionados por el núcleo (§1.4.), y que al mismo tiempo son constituyentes regidos por el mismo núcleo (§1.3.). Según la RAE (1999), tanto el constituyente en posición complemento directo como el indirecto son seleccionados y regidos por el verbo, o sea que siempre se encuentran subordinados al constituyente verbal, por tanto, podrían verse como constituyentes complementarios, pero que al mismo tiempo no pueden ser eliminados.
Ahora, desde el punto de vista semántico, se dice que un complemento -completa- la significación del verbo (§1.2.). Efectivamente el complemento directo e indirecto realizan tal función, en vista de que el verbo por si mismo no lo hace y por tanto requiere de este tipo de constituyentes. El número de complementos obligados que aparecen junto al verbo depende del mismo verbo, es decir, el número de valencias que presenta el verbo. Un verbo monovalente, divalente o trivalente presenta ambigüedades en su significado, pues el verbo, dar por ejemplo, apenas ofrece la significación de «un alguien» que da «un algo» a «alguien»; los constituyentes en función complementaria especifican o precisan el referente de estas casillas argumentales, en este sentido dichos constituyentes son complementarios. De hecho, las razones por las cuales en la sintaxis tradicional del español se les ha denominado complementos son de naturaleza semántica, y no parecen ser de carácter sintáctico, es decir, dichas denominaciones no tienen relación en cuanto al requerimiento. Un verbo como solear no necesita este tipo de complementación ya que si analizamos el significado del verbo no es posible decir que «un algo o alguien solea», sino que «el sol solea»; como se puede ver, el mismo verbo aporta el significado del sujeto.
Salvador Gutiérrez indica que "con un número relativamente abundante de verbos pueden aparecer complementos indirectos (generalmente 'benefactivos'), a pesar de que estos no se hallen prefigurados en su valencia lexemática. Son complementos en cierto modo añadidos a los que Strozer y Demonte denominan complementos indirectos2 (Cind2)"; el mismo Gutiérrez los denomina complementos indirectos no actanciales o no argumentales, que, aclara, no constituyen una función aparte, en la medida en que se comportan como auténticos complementos indirectos. "Sin embargo, en aquellos contextos donde la presencia del clítico no es posible (nominalizaciones y participios) los CInd2 descubren su carácter no argumental".
Ya dicho que la oración es una construcción mononuclear o unimembre, y, que los constituyentes que cumplen las funciones de sujeto, complemento directo e indirecto, que son denominados actantes por Tesnière; términos adyacentes por Alarcos; y, argumentos en la sintaxis funcional de Dik, son complementarios, es necesario definir que: a) estos elementos, junto con el verbo, forman una unidad, sintáctica y semántica; b) los complementos no son ajenos al núcleo, justamente lo completan, en la medida en este lo requiera; c) los constituyentes en posición de sujeto, complemento directo e indirecto poseen características, que si bien no son nucleares, son similares a las de los elementos requeridos en la medida en que son solicitados por el verbo.


2.3. "COMPLEMENTO" CIRCUNSTANCIAL

Queda aún por analizar el llamado «complemento» circunstancial. La RAE (1973, §3.4.3.) llama complemento circunstancial al "vocablo, locución o frase que determina o modifica la significación del verbo, denotando una circunstancia de lugar, tiempo, modo, contenido, etc.", aclarando que la selección de constituyentes que cumplen la función circunstancial corresponde a: a) adverbios o locuciones adverbiales, -Enrique llegará mañana-, b) sustantivos o frases sustantivas introducidas por una preposición, -desde mi casa veo la torre de la iglesia-, c) frases de significado temporal o cuantitativo, sin preposición alguna, -llovió el día entero-.
El análisis sintáctico tradicional de la oración conlleva ciertas dificultades cuando se asume el modelo teórico donde el adjetivo es sintácticamente complementario respecto al sustantivo o el adverbio respecto al verbo, de igual manera, los complementos directo, indirecto y circunstancial serían complementarios respecto al verbo. Considerar una galleta como complemento directo, a su hermana como complemento indirecto, y, en la cocina como complemento circunstancial en: el niño le dio una galleta a su hermana en la cocina, ya aclaradas las características de los núcleos y de los complementos, no es aceptable. Quiero decir, y es asunto de suma importancia, el que no es posible hablar de complemento directo y complemento indirecto, de la misma manera en que hablamos de complemento circunstancial.
Los verbos como crecer, amar o entregar, a saber monovalentes, divalentes y trivalentes, no seleccionan, ni solicitan un constituyente que indique la circunstancia sea de modo, tiempo o lugar, en que se realiza el verbo. Es optativo para el hablante el expresar o no la circunstancia en que se realiza el verbo, y la ausencia de dichos constituyentes no afecta la oracionalidad. El verbo dar es un verbo trivalente, es decir, solicita que se llenen tres casillas argumentales, a saber, alguien da (sujeto), algo es dado (complemento directo), y, a alguien se da (complemento indirecto).
Simón Dik, en su sintaxis funcional, considera estos tres elementos como argumentos del verbo. El verbo junto con sus argumentos conforman lo que él llama la predicación nuclear, explica, como se ha mencionado, que esta predicación nuclear se puede expandir con constituyentes que no son de naturaleza argumental los cuales denomina satélites; para Dik, hay una clara distinción entre argumentos y satélites.
Tesnière, que habla de frase en el sentido de nudo verbal, caracteriza el verbo como nudo central y a los demás constituyentes como actantes, estos actantes coinciden con los tres constituyentes seleccionados del verbo dar que hemos mencionado más arriba, los cuales la gramática tradicional denomina (con lo cual estoy de acuerdo): sujeto, complemento directo, y, complemento indirecto, y que además coinciden con los constituyentes que Dik denomina argumentos. Para Tesnière los constituyentes que expresan la circunstancia, es decir los circunstantes, no comparten las características sintácticas ni semánticas de los actantes. Si bien en Dik se había aclarado la distinción entre argumentos y satélites, Tesnière marca de forma clara la distinción entre actantes y circunstantes.
Emilio Alarcos, en sus Estudios de gramática funcional del español, afirma que el verbo es el núcleo de la oración, los demás constituyentes son términos adyacentes, considera que los términos adyacentes son una simple expansión matizadora de la noción léxica del mismo verbo, es decir, el verbo alude a una significación o predicación más o menos completa, los términos adyacentes la precisan. Denomina el complemento directo como implemento, al complemento indirecto lo llama complemento, y, a los llamados complementos circunstanciales, aunque los cataloga como adyacentes, dice que se trata de términos marginales al predicado y los denomina aditamentos. En su gramática de la lengua española (§353) dice que "mientras que los objetos directo, preposicional, e indirecto, cuando su referencia es conocida y no es necesario manifestarlos explícitamente, dejan junto al núcleo verbal un representante pronominal de su función, otros adyacentes pueden eludirse (como también se elude el sujeto léxico) sin que persista en la oración ningún referente funcional suyo. Sobre estos constituyentes circunstanciales dice:
Consideramos aditamento los segmentos de una oración cuya presencia o ausencia no afecta a la estructura esencial de aquélla, y que además gozan de cierta movilidad de situación. Son elementos relativamente marginales, que añaden, adicionan algo al contenido global manifestado, sin perturbar la estructura de la oración ni la de sus elementos esenciales, ...La función de aditamento puede ser desempeñada por unidades autónomas y mínimas (que serían verdaderos adverbios, o bien por cualquier sintagma o grupo sintagmático conmutable con aquéllas (en ocasiones acompañado por ciertos indicios funcionales).
Alarcos, respecto al aditamento, llega a ciertas conclusiones que por obvias razones vale la pena citar ahora.
...existen algunos signos caracterizados por funcionar autónomamente como aditamentos. Éstos son los que pueden llamarse adverbios, ...después existen sintagmas y grupos sintagmáticos nominales o adjetivos que sin otro requisito pueden funcionar como aditamento, función que sólo queda clara y precisa recurriendo a la referencia de la sustancia del contenido o el contexto. Otros sintagmas son transpuestos a la función de aditamento mediante las llamadas "preposiciones", que son índices funcionales... Indicios inequívocos de aditamento son el elemento /mente/ de los derivados de adjetivo, ...finalmente las oraciones pueden desempeñar la misma función mediante la agregación de los oportunos transpositores.

Si M. Seco dice que el complemento directo, y yo he añadido que también el indirecto, es parte del mismo verbo, tendríamos que decir que el "complemento" circunstancial no lo es.
Resumiendo, debe decirse acerca de estos constituyentes circunstanciales, lo siguiente: 1) Su elisión es posible sin dejar rastro de su papel ni perturbar la estructura oracional a diferencia del objeto directo e indirecto; 2) Gozan de libertad de permutación en el orden de los componentes oracionales, solamente comparable con la del sujeto pero que en este caso se justifica por la concordancia con el morfema personal del verbo que permite el fácil reconocimiento del sujeto léxico. Los circunstanciales carecen de índices de función; 3) Mientras que en cada oración solo puede haber un objeto directo, y uno indirecto, es posible la presencia de varios circunstanciales; 4) Los circunstanciales añaden al sentido de la oración nuevos datos, pero no afectan al sentido concreto del núcleo o verbo, el cual, aunque aquellos no apareciesen, seguiría designando la misma realidad, a diferencia del objeto directo e indirecto que completan o precisan el sentido del verbo; 5) La circunstancia no es requerida por el verbo para constituir oración. Así, para la oración el niño le dio una galleta a su hermanita, puede incluirse un constituyente circunstancial del tipo: en la cocina, o, esta mañana, constituyente del cual sí se puede prescindir; 6) Los constituyentes circunstanciales no son seleccionados por el verbo, a diferencia del complemento directo y el indirecto; y por último, 7) En los modelos gramaticales que consideran la oración como una estructura mononuclear se equiparan el sujeto, el objeto directo y el objeto indirecto como complementos por igual, en la medida en que pertenecen a un mismo nivel jerárquico, pero en dichos modelos no se consideran los constituyentes circunstanciales como pertenecientes a este nivel. Esta situación se evidencia en el hecho de que en estos modelos, el sujeto, el objeto directo y el indirecto, son agrupados bajo una misma denominación (argumentos en Dik y actantes en Tesnière), los circunstanciales tienen un tratamiento independiente, en vista de sus notables diferencias sintácticas y semánticas, por ello Dik los denomina satélites, Tesnière los denomina circunstantes y Alarcos los denomina aditamentos.
Cuando un hablante genera un verbo y además los constituyentes requeridos por dicho verbo, su interlocutor no siente la necesidad apremiante de que se produzca más información, ya hay una idea completa. Entonces, la información aportada por un constituyente en función de complemento circunstancial realmente no completa, se adiciona a la predicación. El llamado complemento circunstancial realmente no es un complemento.

3. REFLEXIÓN FINAL

Se ha hecho una exposición que en tanto no pretende ser exhaustiva abre la puerta a nuevas reflexiones y análisis sobre el tema. El concepto de nuclearidad y complementaridad es significativo en la medida en que asumimos la gramática como un conjunto de elementos en relación, ya que no es posible hablar de clases de palabras aisladas. Estos elementos y estas relaciones constituyen unidades de significación, el significado parece estar fraccionado, en la medida en cada constituyente sintáctico aporta una parte del total. Semánticamente podríamos decir que el significado lo expresa esencialmente el núcleo, al cual se adhieren, y ahí está la relación sintáctica, un número mayor o menor de constituyentes que completan o complementan ese núcleo.
El primer asunto de análisis propuesto en el prólogo es el de la caracterización semántica y sintáctica del núcleo y del complemento. De acuerdo con lo expuesto, en la medida en que se reconoce el núcleo de una unidad, los demás constituyentes se pueden caracterizar como complementarios, si es que se encuentran subordinados. Aunque Jespersen pudiera tener razón al denominar el núcleo como el término que expresa la idea principal (the chief idea), el problema es que no es un criterio de clasificación gramatical.
En general, las gramáticas de la lengua española asumen, aunque de forma diferente, el concepto de núcleo y complemento como base de fundamentación en los respectivos análisis, si bien se asume el concepto como tema ya tratado, salvo las que han trabajado el tema bajo el rótulo de construcciones endocéntricas y exocéntricas, y eso en vista de la importancia que tiene el concepto de núcleo en la visión que maneja este tipo de análisis gramatical; no se precisa con claridad lo que cada propuesta entiende por núcleo, por lo menos el concepto de complemento ha sido definido con mucha mayor claridad. Esta situación es una constante en casi todos los autores, algunos más reconocidos que otros. Uno de los problemas para la realización del presente trabajo fue justamente la falta de bibliografía especializada, o la existencia remota de ésta; muy pocos comprometen parte de sus investigaciones a clarificar el concepto de núcleo, la mayoría de los autores que hablan del tema, lo hacen someramente. Para ejemplificar este problema basta con comentar lo siguiente, uno de los directores de la Gramática descriptiva de la Lengua Española, que seguramente es la gramática más completa y elaborada que poseemos los hispanohablantes, es Ignacio Bosque, y uno de los pocos autores en los que pude ver la preocupación por este asunto de la falta de claridad en lo que se llama núcleo, de hecho dedica el capítulo tercero de su texto Las categorías gramaticales al análisis y definición de este concepto. Bosque recomienda alguna bibliografía sobre el tema de construcciones endocéntricas, que por demás es abundante, pero, a pesar de su bagaje y experiencia, solamente recomienda un estudio de conjunto sobre el concepto de núcleo y sus diversos sentidos en la lingüística general, el de *Zwicky, publicado en el volumen 23 de la revista Journal of Linguistics, en 1985.
Lo que esto evidencia es, pues, la falta de trabajo de investigación especializada que un tema de tal relevancia merece. Se podría pensar que cualquiera de nuestras importantes gramáticas hace un análisis completo del concepto de núcleo y complemento, pero no es así. Seguramente no es el único asunto de la lengua española que se encuentra en tal estado, esto representa un reto para las nuevas generaciones de gramáticos, porque, como en toda ciencia, la gramática, debe dinamizar sus modelos y así permitir dar cuenta de una forma más eficiente de la totalidad de ella.
Respecto al núcleo, su caracterización e identificación se puede afirmar, de acuerdo con la exposición y las conclusiones a las que se llega en el primer capítulo, lo siguiente: a) Cuando se analiza las relaciones que sostienen los constituyentes que hacen parte de una unidad, como una sílaba, una palabra, un sintagma o una oración, se puede observar que un constituyente no aparece porque sí. Si en el enunciado aparece un adjetivo que pretende desempeñarse como tal, es inevitable la presencia de un sustantivo, aunque es posible elidir el sustantivo de acuerdo al contexto comunicativo, el núcleo es un elemento requerido, el complemento no; b) como se dijo al comienzo de esta reflexión, el significado se expresa principalmente a través de un término, que en nuestro análisis hemos asumido como el núcleo, la significación se fragmenta por razones prácticas, entonces es necesario que elementos diferentes al núcleo aporten un segmento o porción de significado, que tiene como fin completar la que ya posee el núcleo, de esta forma, el núcleo posee las características esenciales del significado y, los complementos matizan, completan o precisan dicho significado; c) también podemos darnos cuenta de que uno de los elementos constituyentes rige o subordina a los demás, el elemento subordinador es el núcleo, los subordinados son los complementos, dicho de otra forma, los complementos dependen del núcleo, d) en el primer apartado de esta parte, se dice que un elemento requiere de otro, pues ese elemento requerido, valga decir el núcleo, no puede ser acompañado por cualquier clase de constituyente, sino que selecciona y restringe los constituyentes, que en este caso funcionarán como su complemento, aunque otros constituyentes pueden cumplir una función atípica por medio de la transposición; e) si bien los términos no aparecen porque sí en un enunciado, tampoco aparecen ordenados de cualquier forma, aunque el español es una lengua que se caracteriza por la libertad que otorga en el ordenamiento de los constituyentes, es posible observar en la oración un orden de tipo SVO, además de esto, es posible observar que cuando generamos un enunciado como luz resplandeciente, el término subordinador se encuentra antepuesto al subordinado, parece pues, que el español se caracteriza también por ser una lengua donde los núcleos están antepuestos a los complementos; f) respecto al enunciado que tomamos como ejemplo también podemos decir que la unidad completa tiene ciertas características que coinciden con uno de los elementos. En entró la niña, es posible remplazar niña por luz resplandeciente, ya que ambos constituyentes cumplen la misma función, es decir una función nominal, o sea que el término subordinador -el núcleo- imprime sus características a la unidad en la que aparece.
En términos generales, es posible identificar el núcleo de una construcción, y por tanto también los complementos, por medio de la observación de las anteriores características. Aun así, hay ciertos aspectos que deben ser revisados como la nuclearidad en el sintagma preposicional y otros que han sido categorizados como construcciones exocéntricas, o sea, carentes de núcleo, con lo cual no estamos de acuerdo, ya que si bien, en tales construcciones no hay ningún elemento que sea capaz de reemplazar distribucionalmente el conjunto al que pertenece, en su interior si hay elementos que sintácticamente funcionan como núcleo de la unidad.
Ahora, respecto a la segunda propuesta de análisis, es decir la complementación verbal, se puede decir que: a) tradicionalmente se ha analizado la oración como una unidad binuclear o bimembre, esto supone una igualdad jerárquica entre el sujeto y el predicado, lo cual, como lo dijera Tesnière, no tiene ninguna razón lingüística. En la oración, el sujeto es un elemento que se adhiere al núcleo como cualquier otro complemento; esto quiere decir que en cuestión de jerarquía, el sujeto pertenece al mismo nivel que el complemento directo y el indirecto. Según esto, la oración es una estructura mononuclear donde la función de núcleo es desempeñada por el verbo, inclusive en las llamadas oraciones nominales que se construyen con el verbo ser o cualquier otro copulativo; b) los complementos verbales aparecen, es decir son seleccionados, de acuerdo con las características intrínsecas del mismo verbo, de esta forma tenemos verbos monovalentes como morir o nacer, divalentes como amar o mirar y, trivalentes como entregar. El análisis que se ha hecho (§1.2 y 2.1.) indica la existencia de verbos cerovalentes o avalentes, los cuales no requieren de ningún tipo de complemento, la significación en este tipo de verbos no está fragmentada ni tampoco necesita ser completada ni precisada, son verbos de «completa significación», ya que el mismo verbo hace alusión al sujeto; c) los constituyentes que llenan las casillas argumentales, correspondientes al número de valencias del verbo, son pues el sujeto, el complemento directo y el complemento indirecto, estos últimos, de acuerdo con el análisis hecho en el § 1., son correctamente llamados complementos, pues cumplen con las marcas sintácticas y semánticas de los constituyentes en función complementaria. Cabe aclarar nuevamente que la denominación complementaria se relaciona mayormente con el aspecto semántico que con el sintáctico, es más, sintácticamente poseen características parecidas a los elementos requeridos, por tal razón son denominados por algunos como «complementos obligatorios». Los complementos directo e indirecto son constituyentes regidos y seleccionados por el verbo, y que además completan la significación del verbo; d) tradicionalmente, y por distintas corrientes de análisis sintáctico el constituyente que indica la circunstancia en que se realiza el verbo ha sido asumido como un complemento más del verbo. Los argumentos presentados al respecto (§2.3.), indican que no es posible incluir dentro de la clasificación complementaria a los circunstanciales, que aunque aparecen en la oración como elementos subordinados al verbo, no aportan un significado que complete, sino que se añade a la aportada por el núcleo y los complementos y, por tanto la presencia o ausencia de estos constituyentes no afecta la estructura oracional.
Gutiérrez Ordóñez dice lo siguiente:
Es un hecho evidente que el verbo finito, en cuanto categoría gramatical, está capacitado para rodearse de múltiples complementos. Pero no todos son de la misma naturaleza ni gozan del mismo grado de familiaridad. Algunos hay que han construido un nido en el alma del verbo, otros son más lejanos y externos, otros, en fin, aunque dependientes, se ubican en los extramuros. Los primeros son los 'argumentos' o 'actantes'. Los segundos son los clásicos 'complementos circunstanciales' (o 'aditamentos'). Para los últimos sería necesaria una nueva denominación (¿'circunstantes'?)
Lo que observa Gutiérrez, se convirtió en una preocupación que trajo como fruto la reflexión que aquí se plantea, el hecho de que si el llamado "complemento" circunstancial no es verdaderamente un complemento, se necesita una denominación apropiada, que de cuenta de las características de este tipo de constituyentes. El término «aditamento», propuesto por Alarcos, indica que lo que realmente está haciendo el constituyente es adicionar o añadir información al significado del verbo, el cual, como es claro, no la requiere. De otro lado el término «circunstantes», propuesto por Tesnière, alude a la referencia léxica hecha por el constituyente, es decir, la circunstancia en que se realiza el verbo, la cual no representa una información apremiante e indispensable. Los dos términos parecen adecuados para este tipo de constituyentes, el primero, un poco más técnico y de uso más apropiado en estudios gramaticales, el segundo, más coloquial y de mejor manejo en cuestiones académicas. En cualquier caso, lo más destacable es la propuesta de una más eficiente denominación técnica para el que, hasta ahora ha sido conocido como complemento circunstancial.


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