NOCHES TAPATÍAS: DESARROLLO, AUGE Y DECADENCIA DE LA PRÁCTICA CULTURAL CABARETERA EN GUADALAJARA, 1942-1987.

Share Embed


Descripción

UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA CENTRO UNIVERSITARIO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

DIVISIÓN DE ESTUDIOS HISTÓRICOS Y HUMANOS DEPARTAMENTO DE HISTORIA

NOCHES TAPATÍAS. DESARROLLO, AUGE Y DECADENCIA DE LA PRÁCTICA CULTURAL CABARETERA EN GUADALAJARA. 1940-1987.

TESIS QUE PARA OBTENER EL GRADO DE

LICENCIADO EN HISTORIA PRESENTA

JOSÉ GUILLERMO CELIS ROMERO DIRECTORA DE TESIS

DRA. ROSA ALICIA DE LA TORRE RUIZ GUADALAJARA, JALISCO, MAYO DE 2014



Agradecimientos.

Los nombres que aquí aparecen corresponden a todas las personas que en menor o mayor medida colaboraron a lo largo del proceso de creación del presente trabajo. Su participación fue desde ámbitos lúdicos, sentimentales, académicos y profesionales, y su influencia en mi desarrollo como licenciado en Historia y como persona ha resultado trascendental. En primer lugar, doy gracias a mi familia –dispar, complicada como casi todas– donde aprendí y desarrollé las bases de lo que soy. A mi madre, un punto de apoyo inagotable para mí y mis hermanos, que sigue buscando la forma de echarnos la mano cada que puede. A mi padre, quien nos dio sustento desde que llegamos al mundo y nos enseñó principios prácticos de autogestión para valernos por nuestros propios medios. A mis cuatro hermanos y hermana, por todo lo que pude aprender de ellos y las memorias que me han dejado. A mis amigos, desde los más cercanos hasta los que ocasionalmente veo, gracias. A Juan Fernando, Adriana “Nani”, Gerardo, César, Jazmín, Daniel “Vince”, Emmanuel y Danny “Barbón”, por una amistad sincera y por horas, días, meses y años de ser parte de mi camino y dejarme ser parte del suyo. También a quienes por motivos personales, profesionales y académicos ya no frecuento, pero aún tengo un lugar especial en mis andanzas y recuerdos: Memo, David, Luis Ángel, Alfonso, Belén, Elia, Adrián, Camacho, José Luis, Aurora, Arturo “Chino”, Rafael, Yuliana, Zapata, Liliana (†), Jair, Ángelo, Raúl, Marcos, Sergio y varios más que escapan ahora de mi recuerdo. Una particular mención para Ángel Junco(†), que además de su amistad me brindó sus experiencias, recuerdos y discos de vinil; la muerte quiso que él no pudiera ver terminado este trabajo.







También agradezco a mis colegas foráneos, que en congresos y juntas delegacionales me permitieron aprender de ellos y ellos de mí. A Ureña, Rulo, Escamilla, Irán, Rafael, Cecilia, Nayeli, Xavier, Víctor, Isela, Luis Alberto y varios más, gracias por esos viajes y experiencias en que pude conocerlos. Gracias a mis profesores –los “buenos”, los “regulares” y hasta los “malos” que cerrándome puertas me enseñaron a abrirme otras por mis propios medios– de quienes pude desarrollar mis habilidades y conocimientos para ser un historiador. Especial mención merecen la Mtra. Romina Martínez (†), Dr. José Luis Rangel, Dra. Ana María de la O, Dra. Celina Becerra, Mtro. Alejandro Solís, Mtro. Alfredo Barragán, Dra. Gladys Lizama, Mtro. Rafael Sánchez Villegas, Mtro. Raúl Romero, Dra. Leticia Ruano, Dr. Refugio de la Torre, Dra. Claudia Gamiño, Dr. Robert Curley y Dr. Aristarco Regalado; ellos influyeron en gran medida para mi formación. Un agradecimiento que no logra abarcar la inmensidad de lo debido corresponde a la Dra. Rosa Alicia de la Torre, directora de esta tesis, por su paciencia, apoyo, comprensión y por las meticulosas e incisivas lecturas que hizo a las páginas presentes. Incluso en las horas más aciagas de esta investigación ella tuvo las palabras para animarme a seguir escribiendo y ver terminado este esfuerzo. La realización de este trabajo hubiera resultado imposible sin el apoyo de las autoridades del Departamento de Historia y la Coordinación de la Licenciatura en Historia, que brindaron las facilidades para acceder a los acervos necesarios. Asimismo, muestro mi infinito aprecio a las atenciones prestadas por el personal y autoridades del Archivo Municipal de Guadalajara, el Archivo del Congreso del Estado de Jalisco, el Archivo Histórico del Estado de Jalisco y la Hemeroteca del edificio de Fondos Históricos en la







Biblioteca Pública del Estado de Jalisco durante el proceso de investigación y recopilación de fuentes. Un agradecimiento enorme al señor Adolfo Torres “Barú” y a Mike “El Italiano”, que me abrieron sus memorias para dar testimonios sobre la vida cabaretera en la ciudad. A “Barú” también le agradezco haber desempolvado sus fotografías y documentos personales para ofrecerlos a esta investigación, nutriendo los espacios gráficos con evidencias invaluables. Finalmente, gracias a Maritza Gómez –amiga, colega, confidente y pareja sentimental– quien llegó a mi vida para darme un motivo –además de alguno que otro golpe despabilador– para seguir caminando.







Índice.

Introducción. ....................................................................................................................... 10 ¿Por qué estudiar los cabarets? ..................................................................................................11 La cuestión cabaretera. ................................................................................................................13 Hipótesis de trabajo y objetivos. .................................................................................................18 El danzón de la teoría...................................................................................................................20 La metodología rumbera, el camino de la información y la estructura de la tesis. ................30

Capítulo I. La ciudad y el cabaret. Desarrollo de la práctica cabaretera en Guadalajara. ............ 37 1.1- El crecimiento urbano: Nuevas zonas de habitación popular. .........................................42 1.2- Formas de diversión en Guadalajara desde 1940. .............................................................52 1.3- El crecimiento del vicio en la ciudad. ..................................................................................57 1.4- Las reglas del vicio. ...............................................................................................................63 1.5- El ocaso de la primera etapa cabaretera. ............................................................................67

Capítulo II. La práctica cabaretera en crecimiento. ............................................................................ 71 2.1- Decreto 5941: las nuevas reglas del juego. ..........................................................................82 2.2- Las reacciones: Operadores del vicio versus Decreto 5941. ..............................................87 2.3 La publicidad del cabaret en la prensa: síntoma de una transición. .................................91 2.4- La antesala a la época cabaretera. .....................................................................................107

Capítulo III. Las prácticas y representaciones del cabaret tapatío. ................................................... 110 3.1- El cine de rumberas: representación de la vida del cabaret. ..........................................115 3.2 La imagen del cabaret popular. ..........................................................................................121 3.3- El auge de los cabarets populares. .....................................................................................131 3.4- La distinción de la práctica cabaretera. ............................................................................138 3.5 – La música y el espectáculo: Exotismo y regionalismo conjugados. ..............................145 3.6 – La otra vida en el cabaret: Las ficheras. .........................................................................159 3.7 – A manera de recuento antes de la mayor etapa cabaretera. .........................................168







Capítulo IV. Una década de debut y despedida. El clímax y la decadencia de la práctica cultural cabaretera tapatía. ............................................................................................................ 172 4.1- La nueva representación cabaretera: el cine de ficheras. ...............................................178 4.2- Semilleros del cabaret: Los teatros ANDA y Blanquita. .................................................186 4.3 - La hora de la vedette: Establecimientos y variedades. ....................................................197 4.4 - El centro desarticulado y la desaparición cabaretera popular. .....................................212 4.5 - La decadencia de la práctica cultural cabaretera. ..........................................................218

Conclusiones ...................................................................................................................... 230 Evaluando los resultados. ..........................................................................................................236 Las ausencias y cabos sueltos ....................................................................................................237

Anexo documental. ........................................................................................................... 240 Archivos y hemerotecas.................................................................................................... 246 Entrevistas. ........................................................................................................................ 246 Filmografía. ....................................................................................................................... 246 Bibliografía. ....................................................................................................................... 247







Índice de mapas. Mapa 1. Guadalajara en 1941. .......................................................................................... 50 Mapa 2. Guadalajara en 1950. Nuevos desarrollos habitacionales. ............................... 51 Mapa 3. Comparativa de Guadalajara en 1941 y 1963. El área central oscura es la mancha urbana en 1941. .................................................................................................... 78 Mapa 4. Registro vecinal de centros de vicio en la zona San Juan de Dios, 1947. ...... 127 Mapa 5. Centros de vicio en la zona de San Juan de Dios hacia 1959. ........................ 134 Mapa 6. Plano comparativo de Guadalajara en 1971 y 1940 ....................................... 213

Índice de cuadros. Cuadro 1. Cantinas, salones de baile y cabarets registrados en la ciudad en 1940 (Por sector) ................................................................................................................................... 58 Cuadro 2. Registro vecinal de centros de vicio en la zona de San Juan de Dios, 1947. ............................................................................................................................................ 126 Cuadro 3. Centros de vicio en la zona de San Juan de Dios en 1959. .......................... 135

Índice de imágenes. Imagen 1. Publicidad Ritz. Imagen 2. Anuncio Mi Ranchito. ...................................................................................... 55 Imagen 3. Publicidad del Klondike y Atlántida. .............................................................. 61 Imagen 4. Por nuestros centros nocturnos. ...................................................................... 74 Imagen 5. Publicidad Los Pinos. ....................................................................................... 76 Imagen 6. Boletín de la Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material de Guadalajara. ....................................................................................................................... 80 Imagen 7. Anuncio Raffles. Imagen 8. Publicidad Cabaret Marsella. .......................................................................... 93 Imagen 9. Por nuestros centros nocturnos. ...................................................................... 94 Imagen 10. Página de publicidad junto a las noticias. .................................................... 95







Imagen 11. Página de publicidad variada. ....................................................................... 97 Imagen 12. Publicidad Casbah. ......................................................................................... 99 Imagen 13. Publicidad Caravana Corona en Afro Casino. .......................................... 100 Imagen 14. Página de publicidad y noticias. .................................................................. 101 Imagen 15. Publicidad Navy Club. Imagen 16. Publicidad Bremen.

............................................................................. 102

Imagen 17. Anuncios Honolulu y Costa Azul. Imagen 18. Publicidad Las Fuentes. ............................................................................... 103 Imagen 19. Publicidad Copacabana................................................................................ 104 Imagen 20. Cartelera del Teatro Lírico Imagen 21. Anuncios Morocco y El Sombrero .............................................................. 106 Imagen 22. Ninón Sevilla en Aventurera. ....................................................................... 117 Imagen 23. Escena festiva en Salón México. .................................................................. 118 Imagen 24. Número musical en La Reina del Trópico. ................................................. 119 Imagen 25. Publicidad Los Pinos. .................................................................................. 139 Imagen 26. Bambi. Imagen 27. Colonial. Imagen 28. Colonial. Imagen 29. Bambi.

........................................................................................................ 140

Imagen 30. Cartel Los Pinos. ........................................................................................... 142 Imagen 31. Baile de año nuevo en El Rhin. .................................................................... 143 Imagen 32. Publicidad Atlántida Club. .......................................................................... 144 Imagen 33. Publicidad Navy Club................................................................................... 146 Imagen 34. Publicidad Casbah. ....................................................................................... 147 Imagen 35. Publicidad Casbah. Imagen 36. Anuncio Ciro’s Club. Imagen 37. Cartel Las Vegas. Imagen 38. Publicidad Montparnasse ............................................................................ 150 Imagen 39. Mike Laure en Afro Casino. ........................................................................ 151 Imagen 40. Variedades completas en Afro Casino. ....................................................... 152 





Imagen 41. Cartelera del Ciro’s Club. ............................................................................ 154 Imagen 42. Publicidad Tongolele en Afro Casino. ........................................................ 155 Imagen 43. Variedades de muchos géneros en Afro Casino. ........................................ 156 Imagen 44. El joven Vicente Fernández en El Sarape ................................................. 158 Imagen 45. Mesa de ficheras en Bellas de Noche. .......................................................... 182 Imagen 46. Lyn May haciendo Striptease. ..................................................................... 184 Imagen 47. Publicidad del teatro ANDA en sus inicios. Imagen 48. La Sonora Santanera el en teatro ANDA. .................................................. 188 Imagen 49. Cartel inaugural del teatro ANDA. ............................................................. 189 Imagen 50. “Palillo” como número central en el teatro ANDA. .................................. 191 Imagen 51. Publicidad del ANDA hacia 1975. Imagen 52. Publicidad adaptación en el teatro ANDA de Bellas de Noche.. .............. 192 Imagen 53. Batman y Robin. Imagen 54. Guerra de las galaxias. Imagen 55. Fiebre de sóbalo en la noche. ....................................................................... 193 Imagen 56. Publicidad teatro Blanquita. ........................................................................ 194 Imagen 57. Ballet Chelo La Rue en el teatro ANDA. .................................................... 196 Imagen 58. Cartel callejero de Tongolele en el Afro Casino. Imagen 59. Volante Mabel Luna en el Afro Imagen 60. Volante Rossy Mendoza en el Afro ............................................................. 201 Imagen 61. Volante La Princesa Lea en Afro. ............................................................... 202 Imagen 62. Tarjetón para reservar mesas en Afro Casino, evento de Isela Vega. ..... 203 Imagen 63. Publicidad Ana Luisa Peluffo en Afro Casino. Imagen 64. Publicidad Verónica Castro en Afro Casino. ............................................. 204 Imagen 65. Volante “Palillo” en Afro. Imagen 66. Publicidad Enrique “Polivoz” en Afro Casino. .......................................... 204 Imagen 67. Anuncio Gina Montes en Sarape. Imagen 68. Anuncio Lyn May en Sarape. Imagen 69. Publicidad Casino Royal. Imagen 70. Publicidad Dandy Club. ............................................................................... 206 





Imagen 71. Publicidad Zombie Club. ............................................................................. 206 Imagen 72. Publicidades Capri y El Dorado. ................................................................. 208 Imagen 73. Anuncio Los Colomos Imagen 74. Publicidad Pink Wagon. Imagen 75. Publicidad Casino Las Vegas. ...................................................................... 209 Imagen 76. Show Travesti en Manhattan. ...................................................................... 210 Imagen 77. Publicidad Barbarella .................................................................................. 211 Imagen 78. Página de publicidad en El Occidental Imagen 79. Anuncio Disco Studio Charles

.................................................. 220

Imagen 80. Publicidad Afro Casino. Imagen 81. Anuncio Las Vegas ....................................................................................... 221 Imagen 82. Anuncio El Jarocho Imagen 83. Publicidad El Moroko. Imagen 84. Publicidad El Tenampa. Imagen 85. Publicidad El Bagdad. .................................................................................. 222 Imagen 86. Publicidad Galeón Night Club. .................................................................... 223 Imagen 87. Anuncio Sasha Montenegro en La Cueva de Ali Baba. ............................ 224 Imagen 88. Anuncio Sajhara. Imagen 89. Publicidad Broadway. .................................................................................. 225 Imagen 90. Publicidad de la última etapa del Afro Casino. Imagen 91. Publicidad Afro Casino. ............................................................................... 226 Imagen 92. Publicidad Zombie. Imagen 93. Publicidad Las Vegas. .................................................................................. 227 Imagen 94. Pocas publicidades sobre práctica cabaretera en 1987. ............................ 228







Introducción. La tesis que está ahora en sus manos es el fruto de los años de licenciatura, muchos llenos de esfuerzo –unos pocos no tanto– que el día de hoy concluyen satisfactoriamente para abrir camino a los siguientes pasos académicos y profesionales. La elaboración del proyecto, ejecución de la investigación y redacción de este documento pasó por varias etapas a lo largo de los últimos años: primero, con pasos inseguros y mucha maraña teórica buscamos una forma de acercarnos al objeto de estudio a través de caminos encandilados por diversos focos conceptuales y metodológicos que surgían en el camino. Entre varios conceptos que causaban algunas confusiones y contradicciones, desechamos las herramientas teóricas que no eran aplicables o que no ayudaban a esta investigación. Posteriormente, con algunas ideas previas y conceptos centrales en la cabeza, arrancó la búsqueda de archivo, en la cual durante horas diarias tuvimos que navegar las aguas de la Hemeroteca de la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco y del Archivo Municipal de Guadalajara con el fin de hallar los vestigios de la vida cabaretera en la ciudad; esta parte fue la más pesada pero la más satisfactoria. Finalmente resultó menester encontrar informantes que dieran cuenta del tema de interés a través de su experiencia personal, vivencias y recuerdos, parte que aconteció con varias pausas, a veces por desidia, otras por situaciones personales que impidieron continuar. Empleos vinieron y se fueron junto con sus ingresos, y así se consumió mucho del tiempo que debió ser invertido para este trabajo, pero nunca se olvidó que aún estaba







pendiente un reencuentro con la hoja en blanco y el cursor parpadeante en la pantalla del ordenador. Algunos descansos obligados tuvieron que suceder para retomar el romance con el texto y las fuentes. Los meses de letargo debilitaron algunos de los argumentos con que se inició este proyecto, pero a su vez estas pausas dieron mayor experiencia y ojo avizor para reconocer dónde se había estado pisando más débil tanto teórica y metodológicamente como en redacción; aún así es necesario reconocer que las faltas que incurra este trabajo son responsabilidad del autor y de esa incesable necesidad característica de las ciencias sociales y las humanidades –de la que soy partidario– que consiste en aprender día con día algo nuevo reformulando, reinterpretando y cuestionando siempre todo lo que ya está hecho el día de hoy.

¿Por qué estudiar los cabarets?

La decisión de escribir sobre estos establecimientos surgió de la curiosidad que despertaron algunos expedientes en el Archivo Municipal de Guadalajara hace algunos años, donde descubrimos que los vecinos de varios barrios populares tapatíos se quejaban, hacia la década de 1940, sobre las cosas cotidianas que sucedían y se observaban en un cabaret: las prostitutas y “ficheras”, el baile, las orquestas, “dieceras” (máquinas musicales que operaban con monedas de diez centavos) y el ruido en general, así como las bebidas alcohólicas y sus “borrachos” consumidores que hacían mella en la tranquilidad de los inquilinos de las casas colindantes. Revisando los índices del repositorio, encontramos que año con año el Ayuntamiento recibía cartas donde la gente exponía sus molestias ante lo que pasaba en 





cantinas, burdeles, casas de citas y demás lugares, donde los vecinos mencionaban los desmanes, escándalos y actividades que sucedían al interior de algunos lugares que ellos llamaba cabarets; continuando con algunas fuentes pudimos percatarnos que esos negocios no contaban con licencia o permiso para operar como cabaret, pero parecía que los quejosos encontraban algunos elementos que los hacía llamarlos como tales. A pesar de existir para esos años lugares específicos en la ciudad con el nombre de cabaret, las cosas que supuestamente debían suceder sólo dentro de los cabarets acontecían fuera de ellos, y la situación se repitió por varios años en las quejas y documentaciones relativas. La idea de que lo asuntos cabareteros salieran de sus muros orilló a buscar una forma de explicarlo académicamente y, por ende, a la elaboración de un proyecto de tesis con todas sus formalidades. Así, las principales preguntas que orientaron las pesquisas documentales fueron ¿Qué factores intervinieron en el desarrollo y consolidación de los cabarets en Guadalajara?, ¿Cómo recibieron los habitantes tapatíos el auge de los cabarets y qué representaciones hacían de estos lugares al interior y el exterior?, ¿De qué manera se daba a conocer lo que sucedía dentro de los cabarets?, ¿Por qué la práctica cabaretera junto con sus actividades se llevaba a cabo en otros lugares que no necesariamente eran llamados cabarets?, ¿Qué diferencias existían entre diversos tipos de cabaret, y cuáles eran las razones de dichas distinciones?, ¿Qué personajes fueron los de mayor importancia al interior de los cabarets y cómo lograron consolidarse? y ¿Qué acontecimientos ocasionaron el declive de la práctica cabaretera? Estas preguntas fueron los ejes que hicieron girar las ruedas de la investigación de manera inicial, donde uno de los primeros pasos para continuar trabajando el tema nos obligó a realizar una búsqueda exhaustiva de trabajos que versaran sobre al respecto, con la finalidad de conocer de qué manera se había tratado el tema cabaretero y qué aportes podía 





ofrecer la presente investigación a través de la búsqueda de respuestas a las preguntas iniciales.

La cuestión cabaretera.

La primera impresión sobre la bibliografía en torno a la historia o el análisis de los cabarets fue que aparentemente había cierta escasez de estudios académicos sobre el tema; sin embargo, en el desarrollo de la investigación hallamos textos que poco a poco abrieron ventanas hacia las formas empleadas por otros escritores para abordar los cabarets y centros nocturnos. Los artículos y libros que localizamos son de publicación posterior a la década de 1980 y evidencian que el estudio de los cabarets es relativamente reciente. Lugares de gozo, retozo, ahogo y desahogo en la ciudad de México de Armando Jiménez, uno de los cronistas de la ciudad de México de mayor renombre y ensayista constante del argot popular mexicano es el primer referente en torno al tema que nos atañe.1 En este texto el autor identifica cinco tipos de lugares de entretenimiento nocturno en el Distrito Federal: Pulquerías, cantinas, sitios de prostitución, hoteles de rato y cárceles. La finalidad del texto es informativa y la mayoría de las narraciones que hace Jiménez están relacionadas con la nota roja y con eventos poco comunes que le dieron fama a éstos lugares. Sin embargo esto no puede tomarse como elemento de crítica, ya que el autor cumple con sus intenciones a lo largo del libro, destinado a entretener e informar. Si bien no indica las fuentes en las que basó su investigación, este trabajo nos muestra las ideas que había en torno a estos lugares, extraídas de periódicos y revistas del Distrito Federal.  1

Armando Jiménez, Lugares de gozo, retozo ahogo y desahogo en la ciudad de México (México: Océano, 2000).







Otro de los trabajos consultados es el de Sergio González Rodríguez, Los bajos fondos. El antro, la bohemia y el café. 2 El autor es literato, periodista y ensayista. De manera concisa, González plantea la tesis de que estos tres lugares fueron transformándose hasta quedar dentro de la cultura dominante del estado mexicano y de los medios. Para ello, hace una revisión de la literatura modernista mexicana y la relaciona con “los bajos fondos” ya que varios autores de este período (finales del siglo XIX y principios del XX) eran asiduos asistentes de éstos lugares y representaban para los intelectuales del gobierno porfirista un aspecto negativo en la sociedad. Su investigación logra apoyarse con trabajos creados desde la antropología y la sociología; pero los conceptos que utiliza (significado, cultura, creación de identidades) son aplicados a las evidencias que las obras literarias le ofrecen, y no hace referencia a los actores comunes de la sociedad, sino que parece que los letrados de aquellas épocas constituían el total de las opiniones que surgieron. El texto establece un antecedente de los cabarets del siglo XX al explicar “las bohemias” como teatralizaciones originadas en Francia y que en México se adaptaron a las formas socioculturales del país en años posteriores en las carpas y revistas.3 Indudablemente explica al cabaret como parte de la otredad de lo diurno, es decir, dentro de los otros aspecto de la vida cotidiana que no eran parte de lo establecido a la luz del sol. Las horas diurnas representaban, según González, lo que era aceptado en la sociedad de la ciudad de México de principios del siglo XX.4

 2

Sergio González. Los bajos fondos. El antro, la bohemia y el café (México: Cal y Arena, 1988 ),47-48. González, Los bajos fondos, 38. 4 González, Los bajos fondos, 20. 3







El ensayo de Víctor Manuel Ramos Willchis versa sobre los cabarets de la ciudad de Guadalajara entre los años 1930 y 1978 aproximadamente.5 Siendo el texto más cercano a lo que pretende lograr esta tesis, ofrece pistas para iniciar las pesquisas. Las fuentes que utiliza son libros de generalidades históricas de la ciudad y especializados en el tema de la prostitución, una entrevista y reglamentaciones sanitarias y penales. El autor reconoce al cabaret como un espacio de esparcimiento popular, en el que participaban personas de bajos ingresos, y en muchos casos provenientes de otras entidades. Para él, el contexto sociopolítico de Guadalajara transformó la vida de las clases populares hacia una forma industrial, cuestión que produjo importantes cambios en la vida cotidiana y por ende en las formas de divertirse.6 Cuando aborda el papel de las bailarinas, el autor llega a un punto en el que no se encuentran las líneas divisorias entre las vedettes y artistas del lugar con las prostitutas que trabajaban en los burdeles de la ciudad. Tal parece que los cabarets y las casas de asignación funcionaban de la misma forma y Ramos termina su estudio sin resolver este asunto. El fenómeno de la prostitución dentro del cabaret es tratado por el autor como una idea asimilada, ya que no ofrece al lector las posibilidades de comprender cómo sucedía dentro de los establecimientos, o si había algunas reglas que debían acatarse para poder obtener la compañía de una dama. Por último, este ensayo explica el origen y la función de los espectáculos en el cabaret indicando que estas formas de vida cabaretera crecieron cuando los cabarets quedaron establecidos como un centro de esparcimiento popular reglamentado. La  5

Víctor Manuel Ramos Willchis. “Los cabarets de Guadalajara” en Encuentros sociales y diversiones, Luis Antonio González Rubio (comp.) (Guadalajara: Secretaría de Cultura/Gobierno del Estado de Jalisco, 2005), 125-160 6 Ramos Willchis, “Los cabarets”, 128.







diversidad de presentaciones en los shows del cabaret ayuda a configurar una serie de elementos en los que el autor reconoce una cultura traducida en formas del lenguaje, maneras de vestir, actitudes ante la vida, modos de beber, expresiones artísticas arreglo femenino, estilos de baile, ritos de cortejo y relación sexual tanto de los trabajadores del lugar como de los clientes que lo frecuentaban.7 El cabaret aparece así ante nosotros como un espacio donde pueden interpretarse códigos y significados mediante prácticas particulares y representaciones generadas de ellas, que permiten ubicarlo como un centro nocturno de relevancia para la historia cultural del entretenimiento tapatío. Otro trabajo relevante para el estudio en cuestión es el de Amparo Sevilla acerca de los salones de baile en la ciudad de México. La autora hace esta investigación a través de periódicos y revistas, así como de entrevistas.8 En este trabajo reconoce la complejidad de “lo urbano”, y lo relaciona con el contexto de la ciudad de México de 1950 a 1970. Partiendo de la idea de una “privatización de la vida pública” y la creación de un nuevo consumo cultural, las ofertas culturales de las clases populares van siendo restringidas.9 Para la autora, el baile como práctica urbana representa una secularización de los espacios. Los grupos populares generan sus propios espacios y códigos que son expresados a través de las danzas, en los que “el encuentro rítmico de los cuerpos […] constituye una especie de ritual”.10 Dos dimensiones importantes de análisis que propone Sevilla en su artículo son las que van relacionadas con el consumo y con las relaciones sociales que se entablaron en los  7

Ramos Willchis, “Los cabarets”, 145. Amparo Sevilla. “Los salones de baile popular en la ciudad de México” en Ciudades. Análisis de la coyuntura y teoría e historia urbana Vol. 27 (1995), 35-39 9 Sevilla, “Los salones de baile”, 35-36 10 Sevilla, “Los salones de baile”, 37 8







bailes. La primera sería relevante para este estudio reconociendo las prácticas culturales específicas que se relacionaban al cabaret, principalmente la música y el baile; en segundo lugar, indica que las relaciones sociales expresan una separación de la vida cotidiana de los hombres y mujeres que asistieron a los salones, ya que la autora reconoce cierto carácter de anonimato en los salones, en el que el estatus dentro del salón se adquiere a través de la habilidad para bailar.11 En el caso cabaretero, la habilidad para bailar podría significar estatus para las bailarinas, ficheras y vedettes que con sus cuerpos hacían más atractiva la vida cabaretera. El último texto revisado es nuevamente de Armando Jiménez, en un esfuerzo muy cercano a las intenciones de este trabajo. En Cabarets de antes y de ahora en la ciudad de México, el autor hace recuento de algunos de los cabarets más famosos para la época en que fue escrito (inicios de la década de 1990). En este libro, el autor se dedicó a la búsqueda en hemerotecas y entrevistando a parroquianos y a veces a músicos y propietarios de los lugares. En sus páginas se hace recuento de artistas famosos, deportistas y personajes peculiares de cada lugar, así como descripciones breves para cada lugar mencionado. 12 En veinticuatro análisis el autor deja constancia de la existencia en la ciudad de México de muchos lugares que funcionaban como cabaret, donde no todos tenían licencia o publicitaban sus servicios como tal. También queda clara la tendencia que tenían los propietarios, cuestión reconocible en muchos cabarets de Guadalajara, de buscar nombres y decoraciones del tipo “exótico”, con paisajes arabescos, orientales o tropicales. El texto no cuenta con rigor documental ni con referencias citadas para considerarlo un texto académico, y la redacción hace evidente que la intención del autor era divulgar su  11 12



Sevilla, “Los salones de baile”, 39 Armando Jiménez, Cabarets de antes y de ahora en la ciudad de México (México: Plaza y Valdés, 1992).

 



trabajo en círculos de lectores masivos; a pesar de ello, me parece que es un texto muy rico en lenguaje y términos para la vida cabaretera, y ofrece muchas pautas desde las cuales comenzar a abordar el tema de la práctica cabaretera en Guadalajara. Los trabajos hasta ahora revisados muestran qué caminos han trazado otros autores en torno al tema o alguna cuestión relacionada a los cabarets. La diversidad de propuestas ofrece varias luces para iluminar el camino hacia la búsqueda de los cabarets tapatíos. En este sentido, las ideas propuestas para este trabajo comenzaron a consolidarse después de la revisión bibliográfica donde observamos que desde la antropología, la sociología y también desde la crónica histórica desenfadada y con finalidad de divulgación más general, el tema cabaretero ha sido desde hace algunos años uno de los más fecundos para explicar una forma de entretenimiento que sucedió en el país desde la segunda mitad del siglo XX.

Hipótesis de trabajo y objetivos.

La hipótesis general que da pauta a esta investigación es que los cabarets en Guadalajara no eran definidos como un tipo establecimiento o licencia comercial únicamente, sino también como una práctica cultural que integraba varios elementos, internos y externos, que a lo largo de los años interactuaron, y se transformaron de acuerdo al contexto social, cultural, político y económico de cada etapa cabaretera en la ciudad de Guadalajara. Estos elementos internos y externos generaron prácticas particulares y representaciones en todos los niveles de la sociedad tapatía durante más de cuarenta años en que prevaleció la práctica cabaretera como una opción de diversión. Particularmente, una de las hipótesis secundarias es que el crecimiento urbano y demográfico de la ciudad originó las condiciones socioculturales para que la vida 

 



cabaretera floreciera en la ciudad durante la década de 1940, y a su vez el crecimiento operó directamente, junto con los esfuerzos de las autoridades gubernamentales por controlar los vicios y la prostitución, en la decadencia de la vida cabaretera en el centro de la ciudad. Siguiendo con las ideas secundarias, consideramos que a través de la práctica del consumo cultural se pudo lograr la distinción de los cabarets, que se dio en dos niveles gracias a las condiciones económicas y sociales que intervenían en su interior. Las instalaciones materiales, los productos y servicios ofrecidos, las ofertas culturales de diversión y las características de sus clientes estaban estrechamente ligadas al nivel socioeconómico con el que estaba diseñado el establecimiento. La siguiente hipótesis secundaria gira en torno a los aspectos socioculturales que influyeron en el auge de la práctica cabaretera, donde consideramos que la práctica cultural cabaretera logró consolidarse gracias a las tendencias culturales y artísticas que se conjugaron al interior de estos lugares y también intervinieron dentro del consumo cultural al interior. De esta forma, los cabarets operaron como un nicho que muchos artistas locales y nacionales utilizaron para exponerse a las audiencias en los medios del espectáculo y en los medios de comunicación (periódicos, cine, radio y televisión) se hizo evidente esta situación. Como última hipótesis que complementa la decadencia de la práctica cabaretera considero que además del crecimiento urbano y las políticas en torno al vicio de las autoridades locales, las franquicias culturales de entretenimiento que llegaron a México en el marco de la inserción del país a la globalización económica también influyeron directamente en la desaparición de los cabarets, pues modificaron los elementos de la práctica cultural cabaretera ofreciendo nuevas maneras de divertirse a los tapatíos. 

 



Los objetivos de esta tesis parten de explicar y describir el desarrollo, auge y declive de los cabarets en Guadalajara, así como conocer las perspectivas e interpretaciones que había de ellos. También está buscar las formas semánticas del cabaret, al pensar que el significado del concepto varía de acuerdo a un abanico de factores, tales como la clase social, consumo, publicidad y contexto sociocultural temporal. También consideramos como objetivos particulares explicar las características generales de los cabarets y buscar diferencias entre distintos tipos de establecimientos, reconocer las zonas y lugares donde se establecieron los diferentes cabarets de la ciudad, observar la influencia de los géneros musicales caribeños y afroamericanos en los cabarets y reconocer las impresiones que causaron en la sociedad tapatía, como fueron recibidos, procesados y asimilados; y por último reconocer y explicar los elementos simbólicos que interactuaban para la socialización y la comunicación dentro de los cabarets.

El danzón de la teoría.

El presente texto puede inscribirse en la Historia Cultural ya que tiene como uno de sus principales intereses acercarse a comprender el panorama cultural tapatío expresado a través del entretenimiento. Aprovechando la laxitud de la definición misma de la Historia Cultural hemos tomado ciertas libertades de analizar, discutir y proponer algunas nociones teóricas que conforman el aparato conceptual con el que se construyó esta tesis. El primer concepto que debemos explicar es el de cabaret. La acepción más simple nos hace referencia a un lugar nocturno donde se puede beber, comer, bailar y que además







ofrece espectáculos de variedades. 13 La presencia de variedades fue uno de los elementos de mayor fuerza de los cabarets en todos los países donde existieron, pues significaban una de las atracciones más relevantes que podían ofrecer a sus clientes. Entre las variedades podían encontrarse músicos, cantantes, actores, puestas en escena de obras breves (revistas), magos, cómicos, enanos, bailarinas y vedettes. Según esta visión, si un establecimiento contaba con algunas de estas variedades además del consumo de bebidas alcohólicas, alimentos y la posibilidad de bailar se consideraba como un cabaret, pero en la práctica tapatía la situación tenía puntos que rebasaban esta definición simplista. Las fuentes obligaron a repensar la noción de cabaret más allá de lo que estaba establecido y para ello fue menester echar mano de distintas vertientes para consolidar una idea que diera pauta al resto de la tesis. El principal concepto propuesto es el de práctica cultural cabaretera que llevó muchas horas de reflexión y discusiones para poder explicarlo. La idea de práctica cultural cabaretera pretende ser una matriz que conjugue los elementos internos y externos de los cabarets en la ciudad de Guadalajara. El contexto cultural en donde pretendemos acomodar esta idea está influenciado por, y a su vez influencia a, las esferas política, económica y social de la ciudad durante la temporalidad de la tesis. Para delimitar con precisión la idea

 13

“Definición de cabaret en diccionario de la RAE” consultado Noviembre 25, 2013, http://buscon.rae.es/drae/srv/search?val=cabar%E9; “A brief history of cabaret” consultado Noviembre 25, 2013, http://www.hartnell.cc.ca.us/westernstage/press_releases/CABARET/Cab_suppplement.htm. El cabaret tiene una historia de siglo y medio aproximadamente desde sus orígenes en Francia. A finales del siglo XIX se expandió esta forma de espectáculo y entretenimiento hacia Alemania y Estados Unidos. En México, gracias a la influencia cultural francesa, llegan durante el porfiriato las revistas y obras de género chico, los vaudevilles, y las variedades. Estos espectáculos formaron los teatros de carpa que son la base o el antecedente inmediato de los cabarets a lo largo del país en el siglo XX. Carlos Monsiváis “La carpa, el teatro, la imagen, la risa, la consagración” en Escenas de pudor y liviandad (México: Debolsillo, 1988). El trabajo de Romina Martínez es una de las bases para hablar sobre el espectáculo de variedades y los teatros de revista en la ciudad como antecedentes directos del cabaret tapatío. Las carpas en Guadalajara, 1920 – 1940. Tesis para obtener el grado de Maestro en Estudios sobre la región. (Guadalajara: Colegio de Jalisco/Universidad de Guadalajara, 2003).







de práctica cultural cabaretera debemos explicar entonces los conceptos secundarios que la conforman. El concepto de cultura ha sido uno de los más debatidos en la historiografía a lo largo y ancho del planeta y en muchas otras disciplinas.14 Naciendo de la antropología, su adopción en la escritura de la Historia en los últimos años ha dejado en claro que la cultura no era –como se creyó por mucho tiempo– una propiedad exclusiva de las clases altas y las élites relacionadas con las bellas artes, en tanto conocedoras y posibles consumidoras de bienes artísticos que los podrían localizar como sectores ‘cultos’ de la sociedad. Entre los sectores sociales inferiores –subalternos, clases populares– también existieron quienes tuvieron acceso, de formas particulares, a la llamada alta cultura, que durante largo tiempo se consideró una de las formas más únicas o puras de cultura. 15 Los descubrimientos en torno al tema cultural en sociedades del pasado revelaron también que los individuos y colectividades de los sectores bajos leían los “textos” (escritos, pinturas, piezas musicales, puestas en escena) de las altas culturas, los reinterpretaban, generaban nuevos significados y ellos mismos producían sus propios “textos” relativos a sus condiciones sociales, culturales y políticas; los grupos subalternos o populares leían y creaban significados desde sus formas cotidianas y junto a lo que tenían más próximo en sus vidas cotidianas. A partir de esto, se comenzaron a formar nociones más complejas sobre la cultura en la historiografía, donde los teóricos nos indican que el concepto está directamente ligado a las formas en que los sujetos de cualquier sector social reconocen, interpretan y dan sentido a su entorno. Podemos considerar entonces que la cultura no tiene propiedad o  14

Principalmente en Antropología, que fue la disciplina que trajo a la mesa de discusión este concepto desde hace varias décadas. 15 Peter Burke, La cultura popular en la Europa moderna (España: Alianza editorial, 1978), 29







etiqueta de clase, sino que constituye un entorno de significados en el que todos los individuos se desenvuelven; las personas expresan esos significados de manera distinta mediante discursos y acciones.16 Para esta idea académica de cultura resulta interesante analizar cómo interactúan los individuos de un sector social con los de otros grupos, ya sean dominantes o de condición subalterna, en torno a sus prácticas y representaciones sobre cualquier asunto cultural.17 Autores más recientes han considerado una nueva forma de entender el concepto de cultura desde otras disciplinas, y a partir de ellos podemos pensar a la cultura como un catálogo de comportamientos, valores, actitudes, símbolos y significados que se expresan en prácticas específicas de los individuos y grupos humanos. Éstas acciones sólo pueden ser interpretadas y descritas dentro de su propia complejidad, aislando a la cultura de cada grupo para interpretarla sólo dentro de sí misma.18 En esta definición parecería que analizar la cultura de los cabarets tapatíos resultaría en complejizarla y describirla densamente a tal grado de hacerla ver como “urdimbre” de significados y símbolos alejada de un contexto  16

Peter Burke, La cultura popular, 29. Al respecto de esta definición de la cultura pueden revisarse los textos de Antoine Prost, “Social y cultural, indisociablemente” y Georges Duby ”La historia cultural” en Para una historia cultural. Ed. Jean-Pierre Riuox y Jean-Francois Sirinelli (México: Taurus, 2003). Ambos artículos plantean la idea de que la cultura no es cuestión de clase social, sino condición humana de vivir en sociedad; para Carlo Ginzburg, discutiendo entre la definición y los usos académicos de la cultura popular, la cultura sigue siendo un marco de referencia para las acciones humanas en las épocas del pasado pues reconoce que “de la cultura de su época y de su propia clase nadie escapa”. El queso y los gusanos (Barcelona: Muchnik Editores, 1986) 10. 17 Los casos de Roger Chartier, El mundo como representación (Barcelona: Gedisa, 1995) y Robert Darnton, La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa (México: FCE, 1987) que pese a ser diferentes y polémicos entre sí, han propuesto dos formas de interpretar la lectura como práctica cultural por parte de clases altas y subordinadas, y así comprender dos formas distintas del concepto de cultura. La representación social en Chartier surge como una herramienta teórica que nos permite comprender la cultura de sociedades del pasado –de antiguo régimen principalmente– a través de las prácticas de lectura y los textos. En este sentido, los textos del tema cabaretero (imágenes, filmes, publicidad, productos culturales) nos permitirían también analizar las formas en que los habitantes de la ciudad. 18 Clifford Geertz, La interpretación de las culturas (Barcelona: Gedisa, 1975), 29-32. Para Geertz la cultura es un fenómeno interpretable, y para ello propone su metodología a través de lo que llama “descripción densa”. Esta descripción se aboca a encontrar el mundo de significados en la cultura y las normas sociales que derivan de ellos, pero se olvida del papel de los individuos y los grupos/clases sociales en la transformación y diferenciación que existen materialmente junto a esos significados. Giovanni Levi “Los peligros del geertzismo” en Luis Gerardo Morales (Comp.) Historia de la historiografía contemporánea (de 1968 a nuestros días) (México: Instituto Mora, 2005) 333-343.







más amplio dentro del panorama sociocultural tapatío, lo cual es una idea que me parece digna de rechazar en esta tesis. A pesar de no estar de acuerdo con lo anterior, consideramos una propuesta útil para tratar de reconocer los símbolos y significados internos de la cultura cabaretera tapatía y hallar cómo se relacionaban con el contexto cultural más amplio en la ciudad de Guadalajara. Desde el nicho de la sociología ha cobrado fuerza en los últimos años también una perspectiva que abona nuevos elementos para la discusión sobre la cultura. Pierre Bourdieu ha sido uno de los autores que más han abonado desde esta área al debate complementando el universo de significados que la noción de cultura de la antropología simbólica ha propuesto. Para él, los valores, símbolos y significados tienen más relevancia si se analizan en torno a los productos, bienes y prácticas que generan y analizando las relaciones que producen dentro de los campos en que se producen. De hecho él no se preocupa por definir el concepto de cultura, más bien centra su atención en los modos de producción de bienes culturales y las características de los públicos que los consumen.19 Retomando varias de las nociones entre las distintas vertientes, en esta tesis se correrá el riesgo de elaborar una noción particular. El concepto de cultura que proponemos para este caso se refiere al conjunto de normas, valores, símbolos y significados sobre los cabarets que se traducen en prácticas concretas dentro de una temporalidad y espacio  19

En torno al tema cultural Bourdieu prefiere analizar, a través de otros conceptos (Habitus, campo, reproducción), las formas en que los individuos se relacionan al campo cultural y las condiciones que generan la elección de ciertos productos culturales por encima de otros. Para él los productos culturales parecen ser reflejo de una condición de clase definida por el origen social y el grado académico. Algunos círculos académicos latinoamericanos han reinterpretado las propuestas de Bourdieu y han formulado nuevas maneras de acercarse al fenómeno cultural en estudios sobre sociedades recientes. Pierre Bourdieu, El sentido práctico. (Buenos Aires: Siglo XXI, 2007); El sentido social del gusto (Buenos Aires: Siglo XXI, 2010); La distinción, criterios y bases sociales del gusto (México, Taurus: 2012); Néstor García Canclili “La sociología de la cultura de Pierre Bourdieu” consultado Octubre 13, 2013, http://recursos.udgvirtual.udg.mx/biblioteca/bitstream/20050101/713/1/La+sociolog%C3%ADa+de+la+cultur a+de+Pierre+Bourdieu++Canclini.htm.







específico. Este lugar espacio-temporal representa el contexto donde lo social, político y económico interactúa con la cultura cabaretera y permite transformarla. El contexto espacial y temporal tiene, parafraseando a Bourdieu, fuerzas que le confieren estructura y se imponen a los individuos, pero ellos oponen a estas fuerzas su propia inercia mediante sus prácticas. Los significados, normas, valores y símbolos son todas las ideas que se formaron sobre los cabarets tapatíos, sus personajes y sus acciones; funcionaban como un marco de referencia o “percepciones fundamentales” sobre la vida cabaretera y contenían información acerca de lo que pensaban los tapatíos sobre los cabarets en general.20 A partir de estas concepciones se realizaban las prácticas internas y externas de la vida cabaretera en la ciudad en todos los establecimientos donde se desarrollaba. La cultura cabaretera tapatía –significados y acciones– no estaba delimitada por un espacio físico, sino por los individuos que se movían al interior de ella; a su vez esta cultura estaba enclavada dentro de un mayor esquema cultural de entretenimiento en el que se desenvolvían todos los tapatíos. Esta situación es la que provoca que la vida cabaretera se encontrara al interior de una variedad amplia de establecimientos en la ciudad como cantinas, loncherías y salones de baile, pues los individuos que participaban de esta forma de entretenimiento la llevaban a otros lugares, se apropiaban de los espacios y con base en la cultura cabaretera realizaban las actividades del cabaret en otros centros nocturnos donde supuestamente no estaban permitidas. En palabras de Michel de Certau, estas acciones en la

 20

Bourdieu nos indica que estas percepciones fundamentales permiten “clasificar y calificar a las personas o los objetos en los campos más diferentes de la práctica”. La distinción, 551-552.







cultura cabaretera “constituyen las mil prácticas a través de las cuales los usuarios se reapropian del espacio organizado por los técnicos de la producción sociocultural”.21 Dentro de la cultura cabaretera me parece relevante anexar a la discusión el concepto de consumo cultural como una de las principales acciones internas que se desprendían de ella. Alejando este concepto de su significado tradicional en una escala económica, el consumo cultural en el cabaret –para este caso la música, los espectáculos, las formas de entretenimiento y la publicidad– representa una forma diferente de acercarse al tema identificando el valor simbólico de los objetos además de su valor monetario. El valor de un bien cultural del cabaret se daba primero en el plano económico pues los lugares más caros tenían mejor calidad en sus ofertas, pero la posibilidad de presenciar un espectáculo artístico de alto nivel adquiría un valor que no podía contabilizarse y que sólo podía explicarse a través de las experiencias, recepciones y expresiones de las audiencias presente. En esta forma de dar un valor simbólico a un bien o servicio cultural resultaba que –en palabras de Néstor García Canclini– “consumir es, por tanto, intercambiar significados.”22 Resulta complicado explicar los significados y las formas en que los espectadores de sociedades del pasado recibían, interpretaban y se apropiaban de los productos culturales, sin embargo por medio de algunas fuentes –quejas, publicidades y artículos de opinión– podemos tener indicios de cómo sucedían estas situaciones.  21

Michel de Certau, La invención de lo cotidiano 1 : Artes de hacer (México: UIA/ITESO, 2001), XLIV Néstor García Canclini “El consumo cultural, una propuesta teórica” en Guillermo Sunkel (Coord). El consumo cultural en América Latina (Buenos Aires: Andrés Bello, 2006) 84. García Canclini nos inidica que el consumo cultural es “conjunto de procesos de apropiación y usos de productos en los que el valor simbólico prevalece sobre el valor de uso y de cambio, o donde al menos estos últimos se configuran subordinados a la dimensión simbólica”. Para entender el consumo propone seis modelos teóricos a través de los cuales acercarse que van desde las cuestiones relativas a la fuerza de trabajo en los productos, la competencia de clases por el producto social, la distinción social que genera consumir, el consumo como integración y comunicación, como objetivación de los deseos y como un ritual. 22







Para la vida cabaretera tapatía podemos utilizar cuatro de los seis modelos propuestos por García Canclini para acercarnos al fenómeno del consumo cultural: •

La práctica cultural cabaretera en Guadalajara muestra que existía competencia entre grupos sociales por la apropiación de productos, en la música y los espectáculos particularmente.



El cabaret también era un espacio donde se conjugaban distinciones simbólicas y diferenciaciones sociales entre grupos sociales de acuerdo a posibilidades económicas y a las ofertas culturales.23



El consumo cultural en los cabarets operaba como un puente de comunicación y sociabilidad entre las clases sociales, pues géneros musicales y espectáculos comunes podían resultar atractivos para todos los sectores sociales y los anuncios en periódicos hacen evidente esta situación.



También reconocemos que mediante el consumo cultural se objetivaban deseos particulares en torno al entretenimiento, pues en la publicidad o en los filmes de temática cabaretera se planteaba a los cabarets como espacios atractivos para la diversión de las audiencias.

Las mismas fuentes mencionadas permiten acercarnos a las representaciones sociales que se hacían sobre los distintos tipos de cabaret y sus personajes, pues nos permite reconocer cierta producción de sentido en torno a la práctica cabaretera.24 Los  23

Para Pierre Bourdieu el consumo de bienes culturales en las sociedades contemporáneas está asociado a las selecciones que se originan a través del gusto, que determina la propensión y la actitud de los grupos sociales para apropiarse de algunos productos o bienes por encima de otros. Nos indica que las prácticas sociales –para nuestro caso las consumo cultural, son “enclasadas y enclasantes”. Es decir que a través de estas prácticas se puede buscar la pertenencia a un grupo o clase social. 24 Chartier nos habla de la representación como una “imagen presente y un objeto ausente”, pero sobre el caso de la producción de sentido nos dice que “en el espacio así trazado se inscribe cualquier trabajo situado en medio de una historia de prácticas, social e históricamente diferenciadas, y de una historia de representaciones, inscritas en los textos o producidas por los individuos”, ofreciendonos la posibilidad de



 



tapatíos, mediante el consumo y la participación en medios de comunicación, expresaban las representaciones del cabaret en publicidad, quejas, opiniones y preferencia por algún tipo de actividades cabareteras por encima de otras. La publicidad es uno de los conceptos secundarios que nos permitirán explicar muchos de los temas relativos al consumo cultural en el cabaret, pues en ella no sólo se conjugaban los deseos y necesidades elaboradas por parte de los empresarios, sino también las ofertas culturales y los elementos que permitían establecer las distinciones tanto económicas como culturales de los establecimientos.25 Otro concepto secundario pertinente es el de entretenimiento, pues la vida cabaretera formaba parte del catálogo de opciones de diversión que tuvieron los tapatíos durante varias décadas. Es importante reconocer que esta idea parte de una necesidad humana de liberar tensiones generadas por las jornadas de trabajo. Comúnmente está asociado al uso del tiempo libre o del ocio.26 Tener tiempo libre no implica necesariamente divertirse o entretenerse, según lo plantean Elias y Dunning. El ocio, considerado como el tiempo “no activo” para una actividad laboral institucionalizada, también puede significar otros aspectos. Las definiciones de estos conceptos varían en la práctica pues con la creación de industrias y  tomar distintos tipos de “textos” como fuentes para analizar en esta tesis. Chartier, El mundo como representación, 34 y 52. En el caso de la práctica cabaretera el objeto ausente nos hace relación a todos los personajes desde el exterior, sin asistir a un desveladero, formaban opiniones y las expresaban en los filmes, quejas y opiniones. Para los que sí participaban activamente la representación tenía una imagen y objeto presente, pues su propia experiencia colaboraba en la formación de esa representación particular. 25 Jean Baudrillard, La sociedad de consumo (Madrid: Siglo XXI, 2009) 145. Baudrillard menciona que la publicidad en sí misma es un medio de masas, y en el siglo XX operó “haciendo del objeto un seudoacontecimiento que llegará a ser el acontecimiento real de la vida cotidiana gracias a la adhesión del consumidor a su discurso”. 153; A mediados del siglo XX Gailbraith indicó que para el período, en sociedades modernas “se reconoce que la producción crea las necesidades que procura satisfacer no de una forma pasiva, a través de la competencia, sino de una forma activa, mediante la publicidad y las demás actividades relacionadas con éstas”. La producción de bienes y servicios culturales también cumplía con esta forma activa donde la publicidad, como medio de masas y como estrategia para el consumo, operó en varios niveles de la sociedad tapatía. John Kenneth Gailbraith, La sociedad opulenta (Madrid: Ariel, 2004) 153. 26 Norbert Elias y Eric Dunning, Deporte y ocio en el proceso de civilización (México: FCE, 1988), 123-125



 



productos del entretenimiento, estos tiempos libres de algunos representaron las horas laborales de otros. La creación de espacios para uso del tiempo libre en sociedades modernas e industriales –como las tabernas– significó crear lugares donde también muchos individuos pudieran encontrar un empleo. 27 El desarrollo de tecnologías para la comunicación en el siglo XX implicó también la creación de empresas e industrias del entretenimiento –radio, televisión y cine– donde divertir y acaparar el tiempo libre de la población se convirtió en el trabajo de muchas personas. El concepto de entretenimiento está íntimamente ligado al consumo cultural en esta tesis, pues queda comprendido como el espacio temporal cotidiano donde los tapatíos cabareteros, divirtiéndose o trabajando, generaban las prácticas internas que permitían representaciones del cabaret, cumpliendo la función de liberar tensiones laborales y objetivar deseos de consumo, apropiándose e intercambiando significados. La última noción secundaria que consideramos operante dentro del marco de la práctica cultural cabaretera en Guadalajara tiene que ver con una situación contextual que consideramos fue trascendente para el desarrollo y decadencia de los cabarets tapatíos. El crecimiento urbano, que tiene fuertes influencias de la situación política, económica y social de la ciudad durante las décadas de la temporalidad de esta tesis, permite comprender la serie de reajustes y reestructuraciones de la vida cotidiana de los tapatíos del siglo XX. Manuel Castells indica que el desarrollo urbano es resultado de un proceso de relaciones internas de los actores y de la transformación de las dinámicas sociales en una ciudad, donde el crecimiento de población y la construcción de espacios de habitación juegan un papel trascendental.

28

De esta forma, el crecimiento urbano

 27 28



Henri Lefebvre, De lo rural a lo urbano. (Barcelona: Península, 1978) 135-137. Manuel Castells, La cuestión urbana (México: Siglo XXI, 1997), 141.

 



transformó la práctica cultural cabaretera a lo largo del tiempo y será necesario hallar las formas en que operó y los resultados que arrojó en el crecimiento y final de la vida cabaretera tapatía. En resumen, proponemos que la práctica cultural cabaretera estaba conformada por la cultura del cabaret, las acciones que se desprendían de ella y las representaciones que generaban, además de las influencias que ejerció el contexto social, político y económico que permitieron el crecimiento y la decadencia de la vida cabaretera en Guadalajara. La noción de práctica cultural cabaretera permite acercarnos al análisis del contexto material y simbólico de donde comenzó a desarrollarse la vida cabaretera en Guadalajara, así como reconocer y comprender el papel de los elementos internos y externos de los cabarets en Guadalajara mediante el análisis de las fuentes y con métodos y técnicas particulares.

La metodología rumbera, el camino de la información y la estructura de la tesis.

La recopilación, organización y análisis de las fuentes representó una de las etapas de mayor ocupación para este trabajo. Las finalidades de este texto son descriptivas, analíticas y explicativas, y a lo largo de la tesis el lector podrá encontrar momentos distintos donde cada uno forma parte de cada una de estas intenciones. La parte descriptiva intentará dar a conocer los elementos contextuales de la vida tapatía a lo largo de la temporalidad de esta tesis, así como describir los parámetros culturales y las prácticas particulares de la vida cabaretera en la ciudad. Posteriormente se analizarán todos los elementos que interactuaron en torno a la práctica cultural cabaretera y







finalmente se explicarán las causas y consecuencias del desarrollo, auge y decadencia de la práctica cultural cabaretera en Guadalajara. La elaboración de esta tesis implicó la búsqueda, captura, lectura, análisis y evaluación de varias fuentes documentales, audiovisuales y presenciales. Con la finalidad de ofrecer varios nichos desde los cuales observar el fenómeno cabaretero, la búsqueda documental siguió los principios planteados desde los objetivos generales de este trabajo. Las fuentes de archivo fueron el resultado de un gran número de horas invertidas en los índices anuales de correspondencia del Archivo Municipal de Guadalajara. Dentro de estos volúmenes empastados –mares de un océano de temas variadísimos– pronto desarrollamos la sensibilidad de reconocer la información relevante al tema entre todos los papeles que entraron y salieron y que funcionaron como el medio de comunicación que tuvo el Ayuntamiento con todos los sectores de la sociedad durante el período comprendido entre 1945 y 1972, período que nos fue permitido revisar. En este acervo se logró la revisión de 251 expedientes entre los cuales había permisos, licencias, clausuras, quejas, solicitudes, informes de inspección, reglamentos y una excepción en la temporalidad que corresponde al acta de sesión de cabildo en torno a la decisión de remozar la zona de San Juan de Dios en 1978. Todos estos documentos nos permitieron observar la existencia de establecimientos –cantinas, cabarets, salones, centros turísticos, tendajones, restaurantes- que operaban la práctica cabaretera en su interior, así como su relación con autoridades, vecinos y organismos civiles como sindicatos, juntas de padres de familia en la ciudad. En el Archivo del Congreso del Estado de Jalisco se localizaron las legislaciones correspondientes al expendio y consumo de bebidas alcohólicas promulgadas en los años 1943 y 1959. Estos documentos, en teoría, regulaban la existencia de los centros nocturnos 





o “centros de vicio”, y abrieron una ventana para analizar el discurso de las autoridades frente a los problemas del alcoholismo y la prostitución en cabarets. Particularmente, la Ley de 1959 fue uno de los documentos que más datos ofreció para comprender la relación entre autoridades y empresarios del vicio, como se explicará en el segundo capítulo. Posterior al período empleado en la búsqueda documental, la hemeroteca de la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco (BPEJ) fue durante varios meses como mi segundo hogar. A pesar de que este trabajo de investigación comenzó a desarrollarse en el período que este acervo cambió radicalmente de domicilio –complicando así la frecuencia de mis visitas– en este fondo se capturaron 478 fotografías de noticias, opiniones y – principalmente– anuncios sobre cabarets que nutren los espacios gráficos de esta investigación. A la par de las visitas diarias al edificio de la nueva BPEJ, se realizó la consulta de la Hemeroteca Digital de El Informador, albergada en la página de internet del periódico. La información de las páginas de El Occidental fueron la principal fuente de datos. Desde la fundación del diario en 1942, este diario, a comparación de El Informador fue el que mayores aportes pudo dar para el tema en cuestión. El Occidental, como un diario que surgió con la expectativa de competir en el mercado con el tradicional y ya bien establecido Informador, intentaba ser “más ‘serio’, igualmente conservador y vehículo publicitario por excelencia”. 29 De esta forma, tratando de captar mayores ingresos mediante la publicidad, El Informador y El Occidental permitían la inserción de anuncios sobre múltiples formas de entretenimiento como salas de cine, cafés, restaurantes y centros de espectáculos en hoteles.

 29

Gilberto Fregoso Peralta y Enrique Ruiz Sánchez, Prensa y poder en Guadalajara. (Guadalajara: UdeG, 1993), 61







En las primeras dos décadas de la temporalidad de esta tesis ambos periódicos permitieron la inserción de anuncios sobre centros turísticos, clubes y cabarets, lo cual hizo de sus páginas un rico campo para obtener información mediante el análisis de la publicidad. Entre ambos periódicos pudimos utilizar una metodología comparativa para describir y analizar las ofertas cabareteras, pues no eran siempre los mismos negocios los que se publicitaban en uno y en otro diario. Hacia la década de 1960 El Informador permitió cada vez menos anuncios sobre negocios con práctica cultural cabaretera, y sus anuncios se enfocaron más hacia las carteleras de cine y las propuestas de diversión de grandes hoteles, restaurantes y clubes sociales, que no contenían elementos de la vida cabaretera. A partir de esta etapa este diario ya no ofreció posibilidades para el análisis, así que fue abandonada la consulta en línea de su hemeroteca digital en esta investigación. Las técnicas utilizadas para consultar este diario fueron los muestreos de ocho meses entre 1940 hasta 1965, donde pronto se identificó que los anuncios cabareteros sólo aparecían los fines de semana. El Occidental se consolidó como el vehículo publicitario de la vida cabaretera desde sus primeros años, y además contenía una cantidad relevante de noticias en torno a los temas del vicio, la prostitución y los centros nocturnos. Por el carácter inicial del diario, cercano a grupos de la jerarquía católica local y partidos de derecha, las primeras décadas del diario presentaron una cantidad alta de noticias relativas al control del consumo de bebidas alcohólicas, al crecimiento del vicio en la ciudad y, en la nota roja, a las actividades delictivas que sucedían dentro de cantinas y cabarets, muchas veces mencionados como lugares de entretenimiento popular. La búsqueda de información en El Occidental fue a través de muestreos, revisando entre siete y nueve meses de cada año del diario, desde 1942 hasta 1987. Por medio de esta 





revisión encontré variaciones, similitudes, continuidades y prácticas comunes a lo largo de casi 45 años del desarrollo de la práctica cabaretera, donde los fines de semana eran también las fechas relevantes al tema, pero a partir de mediados de la década de 1960 también surgían anuncios y carteleras con artistas importantes desde los días jueves de algunas semanas. Otro apartado de fuentes que fue menester revisar para este trabajo correspondió a la cinematografía. Este sector audiovisual de información obligó a confrontar dos tipos de cine nacional muy dispares, pero que en el fondo compartían una trama general y un espacio común del desarrollo de sus historias. Las películas de rumberas y de ficheras operaron como un escape lúdico a las horas de investigación a pesar de que fueran vistas no con ojos de espectador, sino con mirada investigativa. Finalmente, las entrevistas realizadas dieron la pauta para hallar los elementos característicos de los cabarets. Se entrevistó a dos personajes, aunque uno de ellos sólo pudo asistir a una sesión. Ambos participaron de la vida cabaretera en Guadalajara así como en otras partes del país dentro del ambiente del espectáculo y el entretenimiento. Adolfo Torres “Barú” y Mickey “El Italiano” ofrecieron sus experiencias sobre la vida cabaretera en charlas que estaban orientadas por cuestionarios, enfocados hacia el tema de los cabarets en Guadalajara. La principal función que cumplieron estas sesiones de entrevista fue ofrecer datos y descripciones de la vida cabaretera en la ciudad que nos permiten reforzar o rechazar algunas de las ideas que las fuentes documentales fueron creando, sobre todo en el caso de los reglamentos y legislaciones.







La suma de las fuentes, la metodología, las propuestas teóricas, los objetivos y las hipótesis nos permitieron desarrollar esta tesis, que está diseñada de acuerdo a tres etapas históricas precisas y que cada una corresponde a un capítulo particular: •

La primera es la de reconocimiento y desarrollo inicial de la vida cabaretera, que abarca desde 1943 hasta 1954. Ambas fronteras están delimitadas por la aparición del primer reglamento de espectáculos públicos hasta la creación del decreto 5941, que fue la primera ley formal para regular el vicio en Jalisco.



La segunda inicia con la creación del decreto 5941 en 1954 y termina en la etapa donde se nota la transformación de la publicidad en torno a los cabarets, en una frontera difusa de algunos cuantos años entre 1968 y 1970.



La tercera inicia con la oleada cultural que empapó todas las formas en que se desarrollaban los medios de comunicación y las industrias del entretenimiento en el país a partir de 1968 y termina con los últimos años de existencia cabaretera en la ciudad a mediados de la década de 1980.

Entre la segunda y la tercera etapa fue necesario integrar un capítulo extra que permitiera describir, analizar y explicar las cuestiones relativas a las prácticas y representaciones que se generaron sobre los cabarets en los primeros dos episodios, con la finalidad de dar continuidad al discurso y abrir paso al último capítulo de esta tesis. Al final, con la aplicación de las metodologías, la orientación de las propuestas teóricas y las hipótesis y objetivos particulares de cada capítulo, esperamos ofrecer al lector una visión general sobre la vida cabaretera en la ciudad en los cuatro capítulos así como un







análisis puntual sobre los elementos que conformaron, dieron auge y lograron hacer decaer a la práctica cultural cabaretera en la ciudad de Guadalajara.







Capítulo I. La ciudad y el cabaret. Desarrollo de la práctica cabaretera en Guadalajara. En esas noches de frio de duro cierzo invernal llegan hasta el cuarto mío las penas del arrabal.30

Como parte esencial de la vida, las diversiones y el entretenimiento han acompañado al hombre y a las sociedades a lo largo de la Historia junto con los grandes acontecimientos políticos y culturales. Pese a las guerras, las crisis económicas y naturales, y otros factores de impacto en una comunidad, las formas elementales de la vida cotidiana han operado continuamente y van transformándose lentamente, partiendo de principios de apropiación de lo que el entorno ofrece a los hombres y mujeres comunes de determinado tiempo y espacio, en lo que “el aquí y el ahora” presentan como posibilidades.31 Divertirse puede cumplir varias funciones dentro de una sociedad, siendo desde una distracción hasta una forma de obtener ingresos económicos en prácticas de consumo. Particularmente, me parece que analizar las formas en que una sociedad se divierte puede revelarnos algunas de las partes implícitas del sistema cultural en que se desenvuelven los individuos que la conforman. Una de las cosas que pretende este capítulo es tratar de comprender el desarrollo inicial de una práctica de esparcimiento que, además de operar como una manera de desahogo y entretenimiento, era una forma de expresión del panorama sociocultural tapatío de mediados de siglo XX. El objetivo de estas páginas es establecer la relación entre  30

Agustín Lara, “Arráncame la vida”. Publicado en Febrero 14, 2000 en The Originals: Agustin Lara Sings His Songs (Remastered), YOYO USA, Inc., Compact Disc. 31 Thomas Berger y Thomas Luckmann, La construcción social de la realidad (Buenos Aires: Amorrortu editores, 1968), 39.



 



habitantes, política, economía, cultura y espacio urbano, que propició la existencia de una forma de diversión particular entre 1940 y 1954: los cabarets. Históricamente, la conformación urbana de Guadalajara fue el resultado de un proceso de segregación social y distribución demográfica orientada cardinalmente.32 Hacia el centro y poniente, los miembros de las clases dominantes –clero, autoridades y comerciantes– que conformaron años atrás la oligarquía tapatía asentaron sus hogares y comercios. Colonias como la Francesa, Moderna y Americana construidas a finales del siglo XIX y principios del XX, son resultado de este proceso donde las clases de mayor nivel en la escala socioeconómica fueron migrando cada vez más hacia el oeste formando nuevas colonias y fraccionamientos.33 Como parte de esta dinámica urbana, a partir de la década de 1930 la ciudad fue escenario de la aplicación de diversas políticas de urbanización y fomento a la manufactura que respondieron a las necesidades del contexto general, donde la creciente industrialización generada por la Segunda Guerra Mundial, así como el proceso de inversión económica en los espacios urbanos por parte de los gobiernos federal y estatal, contribuyeron a transformar la dinámica social tapatía. 34 Éstas políticas favorecieron ciertas actividades productivas, dentro de las cuales la manufactura de bienes de consumo y el comercio fueron las de mayor importancia en la ciudad. Como consecuencia de esto la agricultura, importante en zonas cercanas a la capital

 32

Irma Beatriz García Rojas, Olvidos, acatos y desacatos. Políticas urbanas para Guadalajara (Guadalajara: U de G., 2002), 11. 33 Águeda Jiménez Pelayo, Jaime Olveda y Beatriz Miranda, El crecimiento urbano de Guadalajara. (Zapopan: El Colegio de Jalisco/H. Ayuntamiento de Guadalajara/INAH,1995), 255-257. 34 Gustavo Garza, La urbanización en México (México: El Colegio de México, 2005), 43-46.



 



jalisciense, fue debilitándose y orillando a campesinos y jornaleros de las regiones aledañas a migrar hacia los centros urbanos en busca de mejores oportunidades de subsistencia.35 Con la llegada de nuevos habitantes rurales a Guadalajara, los hábitos, usos y costumbres que trajeron consigo convivieron con las formas consolidadas de comportamiento arraigadas en la ciudad por parte de las élites y las clases subalternas establecidas. Las formas de dar significado al entorno material y simbólico de los tapatíos viejos y nuevos se conocieron en este proceso y comenzaron a interactuar. En los barrios populares,36 edificados en su mayoría hacia el oriente de la ciudad, los migrantes que allí se asentaron buscaron las formas de subsistencia que el espacio urbano les ofrecía, satisfaciendo sus necesidades de empleo y esparcimiento con lo que tenían más cercano a sus posibilidades. Los nuevos habitantes establecidos fueron empleados en pequeños comercios, trabajos artesanales y de servicios menores, o en las industrias como obreros, con lo cual obtenían las ganancias para pagar a crédito los lotes ofertados en la periferia de la ciudad, especialmente en el lado oriente donde podían asentar sus hogares a precios accesibles. Así, podemos pensar que ciertas prácticas de entretenimiento en estas zonas, tan necesarias en todas las sociedades, se fueron transformando gracias a la llegada e integración de un sector amplio de inmigrantes dentro de las clases subalternas tapatías, especialmente en los nuevos barrios populares durante 1940 y 1950, período en que centramos este capítulo.

 35

Daniel Vázquez, Guadalajara, ensayos de interpretación (Zapopan: El Colegio de Jalisco ,1989), 74. Entendiendo por “popular” al sector de habitantes ya establecido, que junto con muchos de los nuevos tapatíos pertenecieron a la clase media-baja económicamente hablando, y que vivían en cierta subalternidad tanto política, como cultural y económica. James Scott, Los dominados y el arte de la resistencia (México: Era, 2000), 65.

36



 



Con lo anterior podemos considerar que las diversiones y formas de entretenimiento en la ciudad, lejos de ser prácticas culturales determinadas impositivamente por parte de las autoridades o los grupos dominantes, fueron el resultado de diversos factores en los que las clases populares intervinieron de manera directa junto con el resto de los sectores de la sociedad tapatía. El primer desarrollo de los cabarets en Guadalajara, tema que nos compete en este trabajo, fue propiciado por el proceso de crecimiento urbano local, donde operaron las políticas de desarrollo social aplicadas en la ciudad, la llegada de nuevos habitantes de origen rural con usos y hábitos comunes, la dinámica económica local que estas migraciones generaron y la creación de espacios urbanos como lugares de interacción entre los migrantes recién llegados con otros sectores populares de la población tapatía, los grupos de clase media y las clases más adineradas de la ciudad. Como resultado de la situación urbana local, a lo largo de la ciudad comenzaron a desarrollarse diversas actividades productivas y de esparcimiento que variaban en sus características de acuerdo al lugar donde estaban ubicadas en la orbe; tanto un trabajo como una diversión se realizaban de manera diferente en los lugares que frecuentaban los tapatíos adinerados en las colonias y fraccionamientos del poniente, contrastando esto con los barrios y colonias populares, donde las prácticas comunes adquirían cierto tipo de rasgos, como es el caso de los centros nocturnos y específicamente los cabarets. Para comprender el funcionamiento de estos establecimientos y prácticas en el marco de las actividades de entretenimiento tapatías, en este capítulo se ofrece una visión general del desarrollo de las formas de diversión en la ciudad para la década de 1940, al considerar que será relevante observarlas primero como resultado del crecimiento urbano y demográfico del período, para posteriormente analizarlas en conjunto y establecer las bases 





del desarrollo de un primer episodio de vida cabaretera activa en la ciudad. Con ello pretendo esbozar cómo los tapatíos comenzaron a asimilar una práctica que ya existía y que no era aceptada moralmente por las autoridades civiles y morales de la ciudad, para abrir paso a la etapa de aceptación y asimilación de la práctica cabaretera. En el ámbito de las formas de vida cabaretera del período inicial, podemos distinguir dos tipos de establecimientos: los populares –representados en cantinas, salones y cabarets declarados– y los cabarets de clase alta o de frac entre los que se enlistaban centros turísticos y sociales, restaurantes y cafés. A lo largo de estas páginas está trazada también la intención de comprender en qué consistían las diferencias en cuanto a establecimientos y prácticas entre cada una de las formas del cabaret mencionadas arriba, tales como los espectáculos, la relación con la autoridades, el consumo y la interacción entre elementos como clientes y empleados, por mencionar un ejemplo particular. En este capítulo se busca esbozar de manera general la caracterización de la vida nocturna en Guadalajara durante el período en el que creció la existencia de lugares donde se podían realizar las prácticas cabareteras, y a su vez propongo que el cabaret no se define únicamente como un lugar con un tipo de licencia comercial, sino como una práctica cultural de entretenimiento que sucedía tanto en lugares específicos llamados cabarets, así como en cantinas y otros centros nocturnos como salones de baile y centros turísticos. También es importante plantear que en esta etapa –década de 1940 y parte de 1950– los cabarets, junto con otras actividades del llamado vicio, cobraron importancia para las autoridades que por primera vez intentaron regularlas con mayor rigor. Establecidas las primeras pautas a considerar, procedemos a la explicación del auge y desarrollo de los cabarets tapatíos hacia el período en que existe cierta primera asimilación y desarrollo de esta forma de esparcimiento y de vida. 





1.1- El crecimiento urbano: Nuevas zonas de habitación popular.

El desarrollo urbano de Guadalajara para los años cercanos a la mitad del siglo XX fue resultado de un proceso vertiginoso en el que la cantidad de habitantes de la zona urbana aumentó de forma acelerada. Como parte de una tendencia mundial –la creciente demanda industrial ocasionada por la Segunda Guerra Mundial– conjuntamente con las políticas económicas nacionales y locales, la sociedad tapatía sufrió transformaciones en su composición a lo largo de varias décadas. La nueva urbe tapatía con sus áreas generadas, dependiente dentro del sistema económico nacional y de la dinámica global monetaria, provocó la reestructuración del espacio urbano y las actividades cotidianas acorde a las demandas industriales globales.37 A pesar de que en esta etapa fue posible ver incrementada considerablemente la población por la llegada de forasteros, Guadalajara estaba integrada en una dinámica de inmigración desde años anteriores. Durante la Revolución Mexicana, una cantidad importante de fuereños se avecindaron en la perla tapatía y hallaron lugares de vivienda en la zona centro de la ciudad, así como trabajo en algunos de los comercios cercanos a esta área.38 En este período comenzó también cierta segregación en las viviendas para sectores populares que se incorporaban dentro de la ciudad, juntándolos con los grupos que ya existían bajo esta condición, pues la dinámica del siglo anterior donde la clase media-alta local buscaba separar sus zonas de actividad cotidiana de los sectores populares se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX. A pesar de que esta situación delimitaba algunas fronteras en torno a las zonas habitacionales, en el ámbito de las prácticas cotidianas estos límites  37 38



Castells, La cuestión urbana, 55-56. García Rojas, Olvidos, acatos y desacatos, 63.





podían ser transgredidos con cierta facilidad y la interacción entre clases sociales en lugares y puntos comunes resultaba inevitable. Años después de la Revolución, la ciudad de Guadalajara –al igual que muchas otras urbes del país– comenzó a recibir más habitantes provenientes de zonas rurales a partir de la ejecución de la Reforma Agraria emprendida por el entonces presidente Lázaro Cárdenas, y gracias también al auge industrial que representó la antesala de la Segunda Guerra Mundial.39 El proceso agrario cardenista, que había iniciado años atrás durante el período revolucionario, irónicamente operó para que varios de los nuevos propietarios de parcelas –campesinos que ahora tenían derechos sobre tierras ejidales o privadas repartidas– tuvieran que migrar a zonas urbanas en busca de mejores oportunidades. Con la adquisición de tierras el gobierno federal no aseguró la prevalencia de una forma de producción y consumo de bienes básicos con base en el campo, sino la integración del campesinado –amplio grupo social en todas las latitudes mexicanas– a la dinámica políticaelectoral del momento.40 El abandono nacional del agrarismo, representado por la transición presidencial entre Lázaro Cárdenas y Manuel Ávila Camacho, encarnó las intenciones políticas populistas del partido dominante sobre la Reforma Agraria donde una gran cantidad de campesinos quedaron abandonados con sus tierras recién adquiridas, pero con muy pocas probabilidades de competir en un mercado industrial donde los grandes empresarios y antiguos propietarios del campo estaban ya establecidos y les llevaban mucha ventaja. La

 39

Patricia Arias, “La vida económica tapatía en el siglo XX” en Capítulos de Historia de Guadalajara, tomo II (Guadalajara: Ayuntamiento de Guadalajara, 1992) 72. 40 Lorenzo Meyer, “La institucionalización del nuevo régimen” en Historia General de México (México: Colmex, 2000) 867.







migración de masas de habitantes rurales hacia las ciudades que comenzaban a abrir fábricas y solicitaban mano de obra se tornó casi inevitable. Esta etapa de migraciones se conjugó algunos años después con ciertas políticas modernizadoras a nivel nacional, donde los centros urbanos del país comenzaron a recibir más habitantes que provenían de tierras cercanas y lejanas, en busca de vivienda y subsistencia en las incipientes fábricas o empresas manufactureras, sobre todo en el período de progreso material de los presidentes Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán.41 En el ámbito local, la llegada de migrantes de zonas rurales jaliscienses –así como de los estados de Zacatecas y Michoacán– representó un incremento de población importante a la ciudad, aunque menor comparado con otras áreas como el Distrito Federal.42 El crecimiento de la población en Guadalajara, que pese a tener cierta relevancia en la época aún no era uno de los principales centros económicos y demográficos del país, se puede observar considerando que para 1930 la ciudad contaba con 101,000 habitantes y se incrementó a 380,000 habitantes en 1950;43 en veinte años la población casi se había cuadruplicado. A lo largo de esta etapa las autoridades tuvieron que buscar lugares para poder ofrecer habitaciones a los nuevos tapatíos, y es en este sentido que se inicia el proceso de urbanización y creación de viviendas populares, sobre todo hacia el oriente de la ciudad en un gran espacio que presentaba características idóneas para la edificación de colonias de uso habitacional. De esta manera, durante los períodos de Marcelino García Barragán y

 41

Lorenzo Meyer, “De la estabilidad al cambio”, en Historia General de México (México: Colmex, 2000) 885. 42 Jesús Arroyo Alejandre, Migración a centros urbanos en una región de fuerte emigración. El caso del occidente de México, (Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 1986), 33-42. 43 Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática. Censos poblacionales de la República Mexicana 1930, 1940 y 1950.







Jesús González Gallo al frente del Gobierno del Estado de Jalisco (1943 a 1953), la ciudad vivió un lapso de transformación urbana mayoritariamente hacia el oriente. En este proceso fueron creados los reglamentos del Consejo de Colaboración y de Creación de Fraccionamientos, que regulaban las dinámicas de uso del suelo y construcción de nuevos núcleos habitacionales, y se promulgaron algunas leyes como la Ley General de Planeación Urbana de 1933, la Ley General de Cooperación, Planeación y Obras públicas del Estado en 1936, y finalmente la Ley sobre Urbanización en 1940 –que integraba en sus páginas una justificación en torno a la existencia del vicio– con las que se buscaba regular el crecimiento de la ciudad en un sentido moderno.44 En términos de Castells podemos entender que este crecimiento no resultó gratuito, sino que respondió a un impulso industrial y económico dentro de la sociedad,45 en este caso la tapatía, donde la no correspondencia entre el número de oferta laboral (menor) con la cantidad de nuevos habitantes (mayor), había obligado la multiplicación de la actividad industrial, generando así las posibilidades de empleo como mano de obra para los nuevos actores urbanos y nuevos grupos sociales ubicados dentro de zonas particulares de la ciudad. Esta transformación urbana produjo también cambios en las formas y actividades cotidianas tapatías. Con la creación en 1943 del Consejo de Colaboración Municipal se abre un capítulo nuevo en la historia del desarrollo económico tapatío donde gobierno, empresarios y ciudadanía firmaron un pacto tácito de cooperación para la modernización de la ciudad y su entrada a la competencia nacional en tanto industria y desarrollo social.46  44

García Rojas, Olvidos, acatos y desacatos, 172-181. En el apartado llamado “Los primeros intentos” la autora hace una relación breve acerca de las legislaciones locales sobre tema urbano durante los veinte años comprendidos entre 1930 y 1950 en Guadalajara. 45 Castells, La cuestión urbana, 141. 46 Vázquez, Guadalajara, 83.







La configuración de las relaciones comerciales para los nuevos tapatíos, en las que se distinguen tres personajes mencionados por Harvey 47 –inquilinos, instituciones de gobierno mediadoras y agentes inmobiliarios– resultó en la edificación de varias colonias populares que significaron la aparición para muchos tapatíos del llamado “milagro mexicano” en el que la bonanza económica parecía traducirse en beneficios para toda la población del país, y en el que los sectores populares eran dependientes de un gobierno casi paternalista que les proveía de políticas provechosas para satisfacer sus necesidades básicas, como la adquisición de una vivienda.48 Estas políticas urbanizadoras tuvieron impacto no sólo en los grupos populares tapatíos, pues el uso de los edificios en el centro de la ciudad comenzó a cambiar después de que sus inquilinos, pertenecientes a clases medias y altas, comenzaron a buscar nuevas viviendas en el poniente de la ciudad. De esta forma, el crecimiento sucedió hacia dos puntos opuestos de Guadalajara: las clases populares se dirigieron hacia el lado oriente de la calzada Independencia en busca de casas de menor precio, y quienes pudieron adquirir algún terreno o finca de mayor costo se mudaron hacia el oeste de la urbe. 49 Los predios en el centro pasaron a manos de comerciantes que abrieron negocios para la población ofreciendo así empleos para los tapatíos de clase media-baja, y otros edificios continuaron para el oficio religioso, los servicios educativos y las oficinas burocráticasgubernamentales. Si bien el desarrollo urbano había comenzado algunos años antes, durante el gobierno del General Marcelino García Barragán en el estado, Guadalajara vivió el proceso de estabilización de las colonias ya creadas durante la década de 1930. No hubo mayor  47

David Harvey, Urbanismo y desigualdad social (Madrid. Siglo XXI, 1992) 170-172. Garza, La urbanización, 54. 49 Jiménez Pelayo, El crecimiento urbano, 229. 48







aprobación para el desarrollo de nuevos sectores inmobiliarios sino hasta el siguiente período donde la llegada del Lic. Jesús González Gallo no sólo significó una nueva oleada para el mercado inmobiliario y la multiplicación de los tapatíos, ya que en aras de un cambio “moderno”, el corazón de la ciudad sufrió modificaciones importantes en tanto a vialidad, diseño y uso del suelo. En doce años aproximadamente los esfuerzos de los motores urbanizadores lograron la construcción y desarrollo de varios núcleos habitacionales, entre los cuales estaban: las colonias Alcaraz, al norte del parque Morelos, Los Romos, Ferrocarril en el sur, las Huertas, la Loma y después de 1945 a 1952 otras 17 colonias: Federacha, Talpita, Postes Cuates, La Huerta, Ciudad Perdida, Penal, Mariano Escobedo, San Martín, el Tepopote, Medrano, Huerta Vieja, Colonia del Sur, Unidad Modelo, la Habitación Popular, San Rafael, Barranquitas e Independencia.50 Además de la creación de nuevos barrios, colonias y fraccionamientos, los encargados del desarrollo material de la ciudad tuvieron que contemplar el crecimiento del uso del automóvil en esta década, pues poco a poco los automotores comenzaban a ocupar un espacio primordial en la vida de los tapatíos. En diez años creció también vertiginosamente el uso de automóviles y vehículos, pues se estima que “de diez mil quinientos autos, camiones y autobuses registrados en 1940, aumentaron a veinticinco mil en 1950”.51 El ensanchamiento de avenidas como 16 de Septiembre y Juárez mostró la intención de las autoridades para hacer del centro de la ciudad un espacio destinado a las actividades administrativas y comerciales con vías de tránsito automotriz fuerte, obligando poco a poco  50

Victor Hugo Lomelí Suárez, Guadalajara, sus barrios (Guadalajara: 1982, Ayuntamiento de Guadalajara), 33-34. 51 Fernando Martínez Reding, Los tapatíos, un modo de vivir. (Guadalajara: 1987, Ayuntamiento de Guadalajara), 317.



 



a los propietarios de fincas habitacionales a migrar hacia las colonias y fraccionamientos de la periferia. Esta nueva dinámica la podemos comprender como resultado del proceso urbanizador que se dio de la mano con la tendencia comercial e industrial nacional, y debido a esto los habitantes de las nuevas colonias se vieron en la necesidad de apropiarse culturalmente de los nuevos lugares de residencia y de realizar sus actividades laborales o de esparcimiento, con aquello que los nuevos lugares ofrecieron como posibilidades. De esta manera, en el centro de la ciudad se configuraron nuevas prácticas, donde en torno a lo comercial surgieron varias industrias del ocio y el entretenimiento. A pesar del surgimiento de lugares destinados a la diversión, el centro de Guadalajara no fue el único espacio donde se podían ofrecer los servicios de ocio, pues en palabras de Castells “el centro no era, pues, la ‘zona de ocio’, sino el marco espacial de acción de un ocio posible, a estructurar por los actores siguiendo los determinantes sociales generales”. 52 También en los barrios, las colonias o los fraccionamientos, existieron nuevos lugares donde lo que estaba al alcance de “ir a pie” podía cumplir el objetivo de entretener a los tapatíos de los barrios y las colonias de las nuevas periferias. Con esto podemos comenzar a explicar que las prácticas de diversión y entretenimiento en Guadalajara se diferenciaron inicialmente gracias al espacio urbano donde se encontraban, haciendo que los negocios y servicios para el ocio y el esparcimiento fueran diferentes entre una colonia popular del oriente de la ciudad, como el caso de Oblatos, y un fraccionamiento o colonia destinado para clases medias y altas, como la colonia Chapalita construida hacia el poniente alrededor de 1950.

 52



Castells, La cuestión urbana, 276.

 



Consecuentemente, comprendemos que en el proceso de ampliación urbana hacia dos polos –oriente y poniente– se configuraron relaciones sociales y prácticas diferenciadas. En el desarrollo de la vida nocturna, las actividades prohibidas y las formas de entretenimiento existieron de manera diferente en sus características en ambos lados de la ciudad, pero con similitudes en los tipos de espectáculos ofrecidos y en las intenciones de esparcimiento para los habitantes. Los tapatíos que participaban de las diversiones noctámbulas algunas ocasiones podían asistir a cabarets y centros de esparcimiento que transgredieran los límites supuestos de clase social y lugar de residencia, y así estos actores dotaron de mayor complejidad a las prácticas culturales de entretenimiento en la época. Los dos mapas que a continuación se muestran (mapas 1 y 2) ofrecen una visión general acerca del estado de la ciudad de Guadalajara en 1940 y el crecimiento de zonas habitacionales en la mancha urbana durante a década siguiente. En ellos se trazan los espacios físicos que se fueron llenando con viviendas, industrias y comercios que durante los siguientes años consolidaron el crecimiento urbano tapatío, junto a sus formas de entretenimiento desde mediados del siglo XX.



 



Mapa 1. Guadalajara en 1941.53

 53



Mapoteca del Archivo Histórico del Estado de Jalisco (ACEJ).





Mapa 2. Guadalajara en 1950. Nuevos desarrollos habitacionales. 54

 54



Mapoteca ACEJ.





1.2- Formas de diversión en Guadalajara desde 1940.

Para los habitantes de la Guadalajara de 1940 el entretenimiento era un apartado de la vida social con múltiples posibilidades de participación. Pudiendo ser desde espectador simple hasta parte activa de las diversiones para pasar un rato, corto o prolongado, alejado de las obligaciones cotidianas, los tapatíos podían elegir entre varias opciones que se ajustaban a su tiempo y a la cantidad de dinero en sus bolsillos. En un territorio de 2,620 hectáreas habitado por aproximadamente 230,000 tapatíos, el consumidor de servicios y bienes de entretenimiento podía caminar por las calles del centro de la ciudad para contemplar el espectro variado que le ofrecían. Entrar al cine para ver los estrenos de Hollywood o de la industria fílmica mexicana, detenerse en algún restaurant a consumir el plato del día o la especialidad, ingresar a una carpa para ver las marionetas, cómicos y demás espectáculos de variedades, pagar una localidad en la plaza de toros El Progreso para una corrida o en el estadio municipal para un partido de fútbol o darse un chapuzón en algún estanque cercano, eran oportunidades para quien buscaba esparcimiento. 55 Como una posible pista de la existencia de diversiones tapatías y su relevancia en la vida social, está el Reglamento sobre espectáculos públicos en la edición de 1943 donde las autoridades municipales señalan por espectáculos: las representaciones teatrales, las audiciones musicales, las exhibiciones cinematográficas, las funciones de ”Variedades”, las carreras de caballos, perros, automóviles, bicicletas, etc., las exhibiciones aeronáuticas, los circos, los frontones,  55

El Occidental, 2ª sección, 14 de octubre, 1943. Consultado en la Hemeroteca de la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco (En adelante BPEJ). Publicidad general sobre espectáculos, como cine, futbol, lucha libre, bailes, cafés, cantinas. Era frecuente encontrar en las páginas de este diario información acerca de espectáculos y diversiones variados para diversos sectores sociales que tuvieran acceso a este diario. Para estudios específicos sobre diversiones en el siglo XX en Guadalajara ver el trabajo de Luis Antonio González Rubio, comp., Encuentros sociales y diversiones. (Guadalajara: Secretaría de Cultura/Gobierno del Estado de Jalisco, 2005).





 los juegos de pelota, las luchas, los ejercicios deportivos en general, los bailes públicos, los cabarets y en suma todos aquellos en los que el público se reúne con el objeto de divertirse.56

Desde la entrada en vigor de este reglamento, el ayuntamiento mostró la intención de regular todas las actividades mencionadas con el afán de vigilar su funcionamiento y cobrar los impuestos pertinentes que correspondan a permisos y licencias. Asimismo, en este reglamento hay una diferenciación de las actividades de acuerdo a clases en el que el criterio de equipamiento y condiciones de los establecimientos era la condición distintiva. La necesidad de reglamentar las diversiones, aunque sea de forma parcial, lleva a preguntarnos en qué medida los giros de diversión nocturna en general, y los cabarets particularmente, iban convirtiéndose en parte relevante de la vida nocturna tapatía. En la oferta de espacios de diversión es aparente que los gustos y la proximidad de los lugares podían ser factores que influyesen en la toma de decisiones para asistir a un tipo de establecimiento en lugar de otros. De esta forma, podríamos comprender que en torno a los gustos y los criterios que empleaban los tapatíos para su diversión, estaban involucradas cuestiones relativas a la comodidad, cercanía y apropiación de un ambiente que le fuera familiar al parroquiano o consumidor ocasional de los servicios de esparcimiento. Para los habitantes de la ciudad no era lo mismo divertirse dentro de una zona que en otra, particularmente haciendo la diferenciación entre barrios y colonias populares con las colonias y fraccionamientos de estatus alto. La oferta de distracciones variaba de acuerdo a las condiciones económicas, sociales y culturales de cada parte de la ciudad, atendiendo a un sentido funcional. Una cantina con todos los equipamientos necesarios según el reglamento y, por ende, con precios mayores, hubiese sido un negocio poco  56

Reglamento para espectáculos públicos, Guadalajara, 1943, Archivo Municipal de Guadalajara (en adelante AMG), Reglamentos: EP 0119, RM/1943, sin páginas.







fructífero en los barrios del oriente de la capital jalisciense habitados por obreros y empleados de menores ingresos. Prácticas populares como la lucha libre, algunas carpas de variedades y los bailes quintapatieros contrastaban con las partidas de tenis, las reuniones sociales por un bautizo o alianza matrimonial y las fiestas en los clubes de renombre de la alta sociedad tapatía.57 Partiendo entonces de la división por clase social y por zona de las actividades, añadimos la cuestión del horario de su realización. Lo diurno y lo nocturno se presentaban antagónicamente como lugares comunes de ciertas prácticas y de ciertos sectores sociales. Por la mañana se realizaban las tareas aceptadas moralmente, las que no representaban daño alguno ante la sociedad permitiendo la interacción entre grupos sociales, mientras que por la noche salir a divertirse podía convertirse en una tragedia, dependiendo de la zona y de las personas que acudían al lugar de esparcimiento. En el horario nocturno operaban algunos teatros –incluidos los de “revista”–, restaurantes y –mayoritariamente– los llamados centros de vicio.58 Dentro de ésta última categoría estaban encasilladas las cantinas, piqueras, salones de baile, cabarets, cervecerías, tabernas y expendios de alcohol que, a su vez, estaban diferenciados también por la zona en que estaban establecidas y por la concurrencia que llenaba sus interiores. Así, con una oferta nocturna amplia, quien pretendía divertirse podía elegir entre varias actividades para lograr su cometido. Con la oferta de entretenimiento también podemos reconocer la distinción de clases y gustos entre los tapatíos, incluso en los nombres de los establecimientos. Para el Sector  57

A lo largo de las páginas de El Occidental podemos hallar estas diferencias. Casi como una frontera de información, la división de la primera sección (donde además de las noticias de guerra y política nacional se hallaba lo que concernía a la “alta sociedad tapatía) con la segunda sección (información de política local, nota roja, deportes y espectáculos) hace notoria la intención del diario de establecer los límites entre dos grandes sectores de población tapatío: la clase adinerada y las clases populares. 58 El Occidental, “Una solución al problema del vicio”, 2ª Sección, 12 de septiembre, 1942, BPEJ.







Juárez –habitado por clase media-alta– la presencia de lugares como el Salón Cué, el Colonial Club o el Ritz entre otros, 59 contrastaba con las cantinas del Sector Libertad La nalgada y Mi ranchito,60 de nombres más procaces o con reminiscencias de lo rural, como se puede observar en las imágenes 1 y 2.

Imagen 1. Publicidad Ritz.61

Imagen 2. Anuncio Mi Ranchito.62

Para los primeros años de la década de 1940 la publicidad en torno a centros de recreación nocturna adquirió mayor variedad. En este contexto comenzamos a tener noticias de cafés como El Colonial o restaurantes como Rhin que ofrecen a sus clientes thés danzantes o espectáculos de variedades con cómicos, orquestas locales y baile. 63 Estos lugares, considerados algunas veces restaurantes, otras veces cafés y en algunos casos como

 59

El Occidental, 2ª Sección, 7 de abril, 1944, BPEJ. El Occidental, “Zafarrancho en un cabaretucho”, 2ª Sección. 11 de enero, 1943. BPEJ. 61 El Occidental, 2ª Sección ,4 de Septiembre, 1942, BPEJ. 62 El Informador, Sección 2, 20 de Junio, 1946, consultado en la Hemeroteca Digital de El Informador (En adelante HDI). 63 Los thés danzantes consistían en una especie de tardeada donde se servía té de distintos tipos a los clientes y se contaba con el servicio de alguna orquesta que ambientara musicalmente ofreciendo la posibilidad de bailar en una pista del salón a quien quisiera. 60







cantinas,64 empiezan a ofrecer cierto tipo de actividades en el interior que comienzan a reconocer la existencia de prácticas que no eran tan nuevas pero no se mencionaban como tales en los medios, en el caso de las clases altas.65 Dentro de las cantinas de barriada también surgieron nuevos elementos que permiten comprender prácticas similares a las de establecimientos de alto estatus, pero con características particulares. Las nuevas formas de espectáculo como la música de orquesta, los nuevos géneros sonoros afrocaribeños, los bailes programados y la presencia de esculturales rumberas dentro de un ambiente que se presenta como alegre y atractivo al consumidor, permite pensar que hay cierto gusto por las prácticas cabareteras en los giros de esparcimiento para las clases media y alta, pues algunas de las actividades que ofrecían eran características del cabaret. De manera paralela, pero tal vez en menor medida, la presencia de elementos similares en los centros de vicio de las zonas populares señalan que la tendencia existía en la zona urbana en general. Otro de los elementos comunes, tanto en lugares de clases altas como populares y quizá el de mayor fuerza, es la presencia de mujeres en estos establecimientos. Las damas fueron parte esencial de las formas de vida cabaretera en general, y fueron objeto central de la atención de las autoridades y de los medios para regular la existencia de cabarets y cantinas.66 El rol de las mujeres en los centros nocturnos, ya sea como meseras, ficheras, bailarinas o hasta como espectadoras, era considerado nocivo para la salud social tapatía, posteriormente explicaremos la importancia de la mujer y las interpretaciones que hubo en torno a ellas en cuanto a las diversas manifestaciones de la vida cabaretera.  64

El Occidental, 2ª Sección, 5 de septiembre, 1943, BPEJ; El Occidental, 2ª sección, 11 de septiembre, 1943, BPEJ. 65 Tal es el caso de la presencia de actores de cine, como Jorge Negrete, y personajes del mundo de la canción que comienzan a ser empleados como atracción para posibles clientes en las páginas de El Occidental. 66 El Occidental, “No se permitirá la presencia de mujeres ni menores en las cantinas”, 2ª sección, 23 de marzo, 1943, BPEJ.







En este proceso de reconocimiento de la presencia de establecimientos de diversión nocturna en la escena local, podemos comenzar a trazar las pistas del desarrollo de los cabarets en Guadalajara, ya que a lo largo de éste período de crecimiento económico y urbano fueron estableciéndose en diversas zonas de la ciudad consolidando una práctica que prevaleció por varias décadas. La apertura de cabarets, cantinas, salones y centros de diversión que ofrecían las variedades cabareteras estuvo estrechamente unida a la multiplicación de la población tapatía y al desarrollo de nuevas zonas residenciales. Este proceso dio origen a los distintos tipos de cabaret y a la distribución de la gente que los visitaba, por lo tanto es relevante mencionar este proceso para comprender cómo se fueron estableciendo en la ciudad y qué derrotero siguieron para su consolidación como lugares de importancia para la diversión tapatía.

1.3- El crecimiento del vicio en la ciudad.

La creación de la Ley sobre urbanización de 1940 parece marcar el inicio de una nueva etapa en el desarrollo de la mancha urbana, pero también guarda fuerte relevancia para con el auge de la vida nocturna tapatía. En este documento se enunció que tanto la prostitución como el vicio eran males necesarios para una ciudad y sus barrios populares,67 pero dejaba claro que estas actividades debían mantenerse al margen de las zonas residenciales  67

La Ley de Urbanización contemplaba en el capítulo III sobre Zonificación, que esta acción “se efectuará de acuerdo con la conveniencia social y las necesidades urbanísticas legales”, y acerca de esto desprende en el apartado V la intención de “Fijar radios para lenocinio y expendios de bebidas embriagantes” dentro del marco de la legalidad estatal. Congreso del Estado de Jalisco. Biblioteca Virtual “Ley de urbanización 1940”, 3. http://congresoweb.congresojal.gob.mx/BibliotecaVirtual/LeyesAntiguas/DesarrolloUrbano/DeUrbanizacion. zip (Fecha de consulta: 20 de septiembre de 2013).



 



nacientes destinadas a clases medias y altas en el marco de la expansión urbana.68 Con la aplicación de esta ordenanza, la ampliación del espacio urbano tapatío originó la aparición de nuevos establecimientos de entretenimiento dentro de las nuevas zonas populares y –a pesar de que hubo esfuerzos para evitarlo– también sucedió en menor medida cerca de las colonias y fraccionamientos hacia el poniente. Una de las primeras aproximaciones para entender la presencia de las zonas de vicio y los establecimientos en los que éste se practicaba, parte de la publicidad y de los registros comerciales que indican los domicilios y horarios en los que operaban los centros nocturnos. Con la información contenida en el directorio comercial de 1940 podemos establecer una relación de la existencia de los centros de vicio en la ciudad de Guadalajara, específicamente dentro de algunas zonas, ya que nos proporciona la siguiente información:

Cuadro 1. Cantinas, salones de baile y cabarets registrados en la ciudad en 1940 (Por sector)69 Sector Juárez (Poniente)

56 establecimientos

Sector Hidalgo (Poniente)

63 establecimientos

Sector Reforma (Oriente)

36 establecimientos

Sector Libertad (Oriente)

61 establecimientos

Además, en el directorio existen dieciocho cantinas más que se localizan sobre la calzada Independencia y la calle Gigantes, que funcionan como ejes divisores de los sectores y que no permiten decir con exactitud a que zona de la ciudad pertenecían. Particularmente, los establecimientos de la calle Gigantes tienen gran relevancia por estar  68

García Rojas, Olvidos, acatos y desacatos, 179. A partir de lo consultado en la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco en el volumen: Guadalajara y sus actividades. Directorio general de la ciudad de Guadalajara,(Guadalajara, CANACO, 1943). 69



 



dentro del área de San Juan de Dios (Mercado Libertad) que tuvo influencia cabaretera para clases populares entre los sectores Libertad y Reforma hasta el final de le etapa cabaretera tapatía en la década de 1980. Este directorio representaba los intereses de la Cámara de Comercio ofreciendo una referencia a los ciudadanos sobre cualquier actividad comercial en la ciudad, así como mostrando y publicitando los negocios y actividades que resultaban convenientes y correctos para el gremio. Confrontando con la información existente en El Occidental y con la documentación del Archivo Municipal de Guadalajara (AMG), reconocemos que existían cantinas y cabarets en los sectores Libertad y Reforma que no estaban registrados en el directorio y que representaban focos rojos de criminalidad, según los editores del diario y los vecinos de la zona. Tal es el caso del cabaret Mil Cumbres del cual se presumen algunos años de existencia en algunas notas rojas de El Occidental. 70 Este establecimiento era constantemente denunciado por los delitos que se cometieron en su interior, pero no hay registro de su existencia como cantina, salón o cabaret en el directorio mencionado. A partir de este tipo de situaciones, trazar la vida cabaretera en los barrios populares durante esta primera etapa se vuelve una tarea compleja, ya que mediante la información comercial se han localizado lagunas que no pueden ser cubiertas con los datos que ofrecen El Occidental o El Informador, ni las quejas vecinales y multas por parte del Ayuntamiento. No obstante estos espacios vacíos, la nota roja permite reconocer zonas de fuerte relevancia para la actividad delictiva en la época y para lo que era considerado como prohibido, como las actividades de vicio. Desde este momento, los datos revelan que para la década de 1940 la zona de San Juan de Dios era el principal escenario de la vida cabaretera popular, junto  70

El Occidental, “Un crimen en Mil cumbres”, 2ª Sección, 17 de octubre, 1942, BPEJ; El Occidental, “Clausura de un cabaret”, 2ª Sección, 26 de enero, 1945, BPEJ.



 



con algunas áreas aledañas a la estación del ferrocarril, donde existían lugares como El California (Ferrocarril 121), así como cantinas que contaban con mujeres que además de meseras participaban como ficheras.71 Sobre los cabarets para clase media-alta, las zonas de influencia en la ciudad podían variar. Existían cabarets en áreas alejadas del centro para ese momento, como el caso del Navy Club que se ubicaba en los primeros kilómetros de la Carretera a Chapala, no muy lejos del parque Agua Azul. Otros centros como el Rhin (Av. Juárez esq. Av. Corona) y Ritz (Av. Libertad 266) tenían domicilios registrados hacia la parte poniente de la ciudad. Si bien existían varios centros nocturnos ubicados en el Sector Juárez, muchos de ellos no ostentaban el nombre de cabaret, sino que bajo licencia de restaurante, club o centro social tenían en sus carteles publicitarios la presencia de revistas musicales y artistas del cine y los medios nacionales con trayectoria reconocida; ejemplos de esto eran el Atlántida (Calle Vidrio) y Klondike Club (Av. Corona 425). Lugares como estos pueden ser considerados como el camino inicial de los cabarets de clase media-alta que en una siguiente etapa comenzaron a establecerse como lugares centrales de la diversión local (Ver imagen 3).

 71

Carta del C. Paulo Peña al Presidente Municipal sobre salón California, Guadalajara, 4 de mayo de 1945, AMG, Correspondencia: 3-29-13, 2. Informe sobre la clausura de dos centros de vicio retirados por las quejas vecinales, Guadalajara, FECHA 14 de octubre de 1947, AMG, Correspondencia: 3-29-129, 1. A pesar de haber sido clausurados, muchos centros, incluyendo el cabaret California ubicado en el 121 de la calle Ferrocarril, aún continuaron trabajando años después. Lista de centros de vicio junto a la estación del Ferrocarril, Guadalajara, 18 de diciembre de 1950, AMG, Correspondencia: 3-29-24, 1.







Imagen 3. Publicidad del Klondike y Atlántida.72

Para comenzar a trazar las características de los cabarets locales será necesario establecer dos categorías que en la opinión pública vertida en las páginas de los diarios y las quejas vecinales estaban declaradas tácitamente. Los cabarets de barrio, los populares, portaban un estandarte donde crimen y prostitución representaban asuntos esenciales, por encima de la música, la diversión y las posibilidades de empleo. Para los cabarets de más recursos la distinción, elegancia, diversión y la presencia de grandes artistas fue la característica que más pareció ser digna de mostrar, sobre todo en los espacios publicitarios que contrataban en El Occidental. El aumento en los lugares que ofrecían las formas de diversión cabareteras en la época, que incluían bailes con música en vivo y espectáculos, repercutió en la vida cotidiana de quienes habitaban las colonias y los barrios donde estos se instalaron. Los  72



El Informador, Sección 2, 29 de Septiembre, 1945, HDI.





vecinos comenzaron a emitir quejas constantes sobre escándalos, delitos y malos comportamientos tanto de clientes como empleados de los lugares. Así, los centros ubicados en zonas habitadas por personas de recursos más limitados fueron los que recibieron mayores reprimendas. Los cabarets y centros de vicio populares parecían guardar estrecha relación con el desarrollo de actividades delictivas. Esto se tradujo en acciones concretas que tanto medios impresos como autoridades emplearon contra ciertas prácticas de los habitantes de las zonas de habitación popular, que en su mayoría estaban en los sectores Libertad y Reforma.73 La ebriedad y la prostitución eran aparentemente los males emanados de estas zonas que más aquejaban a la sociedad tapatía, a tal grado que la mayoría de remitidos a las oficinas de la policía en las redadas que se organizaban en estos barrios eran referidos como “malvivientes, ladrones, ebrios tirados, ebrios escandalosos y prostitutas”.74 Según las autoridades y los medios, siendo los cabarets de las zonas populares los lugares donde comenzaban a conjugarse estas actividades negativas, merecieron especial atención por parte de los sectores religiosos y moralizantes del período. Según su punto de vista, estos centros de diversión representaban un serio prejuicio a la sociedad tapatía y debían ser combatidos con fuerza, aunque fueran la fuente de ingresos para aquellas personas que laboraban en su interior en algo que resultaba incorrecto para las buenas costumbres tapatías. Dentro de la correspondencia que recibía el ayuntamiento, encontramos quejas por parte de vecinos de cabarets, así como de cantinas en las cuales había actividades similares a las del cabaret, como las meseras-bailarinas que fichaban; a partir de ellas podemos  73

El Occidental, “Que haya una nueva redada de truhanes”, 2ª Sección, 10 de febrero, 1948, BPEJ. El Occidental, “Profilaxis hacia mujeres malas en el portal de Leona Vicario, en San Juan de Dios”, 2ª Sección, 10 de febrero, 1948, BPEJ.

74







comenzar a trazar ciertos elementos que la sociedad tapatía relacionaba con lo prohibido de la conducta cabaretera. Para el período comprendido entre 1940 y 1954 se encontraron 39 quejas relativas a la instalación, funcionamiento y desmanes al interior de varios locales y negocios que practicaban la vida cabaretera. Existe una cantidad similar sobre cantinas en particular durante el período, y otras más sobre expendios de alcohol y tiendas que permitían el consumo de bebidas alcohólicas en su interior, pero que por motivo de no ser relevantes para el tema cabaretero fueron omitidas. Para la mayoría de las quejas existió una respuesta por parte de la comuna, ya fuera del Secretario del Ayuntamiento o de la oficina de Inspección y Vigilancia. También en esos expedientes es posible encontrar los reportes, infracciones y clausuras temporales que los inspectores municipales realizaban a los lugares, sin embargo es de destacar que en este período es nula la existencia de cierres definitivos por faltas a los reglamentos existentes. Todas estas situaciones representaban un indicio de lo que estaba cocinándose al interior de las instituciones de gobierno tanto de nivel municipal como estatal, donde los políticos empezaron a notar la relevancia del tema del vicio para la vida pública tapatía, siendo obligados a tomar cartas en el asunto, aunque fuera de manera superficial, para responder al crecimiento de las actividades de los centros nocturnos en Guadalajara.

1.4- Las reglas del vicio.

El paulatino crecimiento de los centros de vicio en diversas zonas de la ciudad aconteció a la par del surgimiento de nuevas áreas habitacionales, lo cual llamó la atención de las autoridades locales y estatales. Así, los gobernantes y sus gabinetes se vieron obligados a 





modificar los reglamentos a través de los cuales regular los nuevos establecimientos de diversión, teniendo como principal objetivo limitarlos en términos comerciales así como en las normas de conducta moral a las cuales deberían estar apegados. Para este primer período es necesario comprender la aparición de tres mecanismos que las autoridades crearon para intentar moderar el crecimiento y las actividades tanto de la vida cabaretera así como de los centros de vicio, la embriaguez y el juego, entre otras actividades consideradas como dañinas para la sociedad tapatía. El primero de ellos fue la Ley sobre expendio de bebidas embriagantes en el Estado, propuesta en 1943 por el gobernador García Barragán, que en términos generales contemplaba asuntos para la apertura, concesión de licencias, multas y funcionamiento administrativo de todos los centros de vicio, incluidos los cabarets. Sobre los desveladeros, la Ley indica en el artículo 8 que el “CABARET(sic.) es un centro nocturno en que la reunión de los concurrentes tiene como finalidades principales el baile y el consumo de bebidas alcohólicas, sobre bases de decencia y moralidad; quedando en consecuencia prohibido el acceso de mujeres públicas a dichos establecimientos”.75 A lo largo del texto no hay otra referencia sobre cabarets ni de las actividades al interior de éstos; los artículos se centran más sobre cantinas y expendios de bebidas, tratando de regular los horarios y las cuotas de licencias y permisos de horas extras referentes a estos negocios. Para los cabarets, la presencia de mujeres al interior de los locales parecía ser el tema de mayor escándalo tanto para autoridades como para los medios impresos.

 75

Decreto 4888 o Ley sobre el expendio de bebidas alcohólicas en el Estado de Jalisco presentado en el Congreso del Estado el día 23 de Junio de 1943, Guadalajara, 1943, Archivo del Congreso del Estado de Jalisco (En adelante ACEJ), 2.







En segundo lugar, el reglamento de cabarets de 1946 ofrece una primera definición concreta de la actividad cabaretera, contrastando con el reglamento de espectáculos públicos de 1943 donde se mencionaba referencialmente a estos lugares como una más de las formas de diversión sin ofrecer una definición precisa. La delimitación legal que ofrece el reglamento de 1946 indica que “se entiende por cabaret todo centro de reunión y esparcimiento social que tenga orquesta permanente, espacio amplio para bailar, servicio de restaurant y en donde se organicen manifestaciones artísticas”.76 No existe dentro de este texto una definición concisa del tipo de espectáculos permitidos, ni de las posibilidades de emplear mujeres como meseras, ni del sistema de ficheo que para el momento existía en la práctica. Posterior a esta regulación, el Reglamento de Espectáculos Públicos de 1949,77 propuesto por el Ayuntamiento de Guadalajara, agrega una novedad dentro de las normas a la vida cabaretera, pues señala en el capítulo VIII sobre las formas de comportamiento que debe acatar un espectador, y en el capítulo X ofrece una serie de artículos referentes a cabarets y salones de baile, donde retoma el Reglamento de 1946 y añade algunas medidas para la regulación y la ejecución de inspecciones tanto del personal del área de inspección y vigilancia, así como de policías municipales sólo en casos especiales.78 En términos administrativos, el Reglamento de 1949 tiene la misma definición de cabaret que el anterior –de 1946– y expone los lineamientos que un propietario debe seguir para solicitar permiso y, en su caso, obtener la venia municipal para abrir un  76

Periódico oficial El Estado de Jalisco, Número 1, Sección Ayto. de Guadalajara, Tomo CLXV, 1946. ACEJ. 77 Reglamento de Espectáculos Públicos, Guadalajara, 1949, AMG, RM/1949 EP 0120. Aprobado por el H Ayuntamiento Constitucional en sesión de fecha de 19 de Agosto de 1949. 78 “Artículo 151. Cuando en alguno de los establecimientos a que se refiere este capítulo se produjere algún desorden o escándalo, el dueño o encargado del mismo, juntamento con el Inspector o el Interventor que estén en servicio, harán desalojar a las personas que lo haya promovido entregándolas a la policía, cuando la falta fuere grave”. Reglamento de Espectáculos Públicos, Guadalajara, 1949, AMG, S/P.







establecimiento de este tipo. Este reglamento continúa sin ofrecer reglas específicas sobre los espectáculos dentro del cabaret, pero por primera vez se comienza a tomar en cuenta el papel de las mujeres como trabajadoras de dichos lugares. Consideramos que ambos reglamentos respondieron más a las presiones que sectores civiles hicieron al ayuntamiento para acabar con el auge del vicio que a una intención clara de dar una respuesta eficaz por parte de las autoridades de la comuna para atacar el problema. En lo general, los Reglamentos de 1946 y 1949 sólo hacen referencia a los asuntos de locales, cuotas, horarios, infracciones, sanciones y consumo de bebidas embriagantes, sin embargo, es de considerar que a partir de ellos las autoridades municipales comenzaron a proponer cierta regulación al comportamiento de parroquianos, clientes, trabajadores y propietarios, por ejemplo el artículo 136 señala sobre las variedades “deberán contribuir al esparcimiento y al buen gusto artístico, evitándose palabras obscenas o actos inmorales; quedando prohibido usarlas para ataques a la paz pública, a la vida privada de las personas o para denigrar a las Instituciones”. 79 De la misma forma, el artículo 144 prohibió a los propietarios permitir la entrada o permanencia de mujeres solas y que a su vez percibieran una cuota o comisión por incentivar el consumo de los clientes bajo el método conocido como sistema de ficheo.80 Los únicos mecanismos legales con los que inspectores, policías, y encargados de áreas del ayuntamiento pudieron combatir el crecimiento de la práctica cabaretera de Guadalajara durante esta primera etapa fueron la Ley de 1943 y los dos reglamentos que en la práctica resultaron poco claros para su aplicación. Hasta 1954, a pocos meses de haber iniciado el gobierno de Agustín Yáñez, inició en todo el Estado de Jalisco un combate más  79 80



“Artículo 136”, Reglamento de Espectáculos Públicos, Guadalajara, 1949, AMG, S/P. “Artículo 144”, Reglamento de Espectáculos Públicos, Guadalajara, 1949, AMG, S/P.





fuerte, dirigido y reglamentado desde varios frentes contra el expendio y consumo de bebidas alcohólicas, con un nuevo recurso legal para toda la jurisdicción del gobierno estatal para detener el avance del vicio.

1.5- El ocaso de la primera etapa cabaretera.

Una de las ideas constantes para comprender el fenómeno de los cabarets en Guadalajara a lo largo del presente capítulo fue que estos lugares se desarrollaron y consolidaron a partir del proceso de crecimiento urbano y de la política urbanizadora, industrial, migratoria y laboral que imperó en el estado de Jalisco. Con el crecimiento de la capital del Estado tanto en espacio físico, así como con la llegada de nuevos habitantes, la dinámica social y cultural sufrió cambios, entre los cuales podemos hallar la proliferación de cabarets y desarrollo de zonas específicas para estos establecimientos en la ciudad. Como recurso para comprender el desarrollo de la vida cabaretera local junto al crecimiento urbano en esta etapa, comparamos la actividad cabaretera en el Distrito Federal, que inició su etapa de auge poco más de una década antes que la ciudad de Guadalajara. Para los años de 1940 y 1950 existían en la capital del país una gran cantidad de centros de vicio tal como señalamos con el texto de Armando Jiménez mencionado en la introducción de esta tesis.81 La ciudad de México también había vivido oleadas de crecimiento demográfico en años anteriores. La cantidad de habitantes, mucho mayor que en Guadalajara, requirió aún más amplitud en las ofertas de entretenimiento y los espacios populares, entre los cuales se encontraban algunos cabarets, comenzaron a adquirir características que influenciaron las  81



Armando Jiménez, Cabarets de antes, 9.

 



ideas de productores de películas que durante algunos años crearon filmes de rumberas ambientados en centros nocturnos y desveladeros. Estas representaciones en cine llegaron a tener eco en Guadalajara brindándonos información valiosa sobre la vida cabaretera, lo cual será abordado en otro capítulo de la presente investigación. Desde la década de 1930, los nuevos habitantes provenientes de áreas rurales trajeron consigo usos y costumbres propias de sus zonas de origen y las mezclaron con las ya existentes en la perla tapatía. Asimismo cargaron con las formas con que daban sentido a su entorno y las maneras de dispersar las tensiones que sus trabajos les generaban cotidianamente. Consumir uno o varios tragos ofrecidos en cantinas y cabarets, convivir con personas con quienes compartían experiencias comunes, escuchar música de su agrado y pasar un buen rato bailando con una dama de compañía fugaz, fueron algunas de las opciones para entretenimiento de estos habitantes. De esta forma, tanto la política social del período, como la urbanización, las migraciones, y las prácticas culturales se combinaron para dar paso a la amplia vida nocturna de los barrios populares de la ciudad. Como conclusión de esta primera etapa, observamos que el desarrollo de los distintos tipos de cabarets en este período fue resultado de la combinación de varios factores, donde los tapatíos que habitaban los barrios populares ocuparon y habitaron nuevos lugares que el crecimiento urbano y las autoridades les ofrecieron, pero con sus propias prácticas generaron lugares y características de la convivencia cotidiana y de los establecimientos de diversión. De la misma forma, los tapatíos de clases más privilegiadas aprovecharon las nuevas tendencias en espectáculos y se apropiaron de una nueva forma de entretenimiento donde el baile, la música tropical y el consumo de bebidas alcohólicas eran parte importante.



 



Éstos tapatíos hicieron de los cabarets una práctica compleja de explicar y difícil de seguir, ya que gracias al contexto sociocultural en el que se movían, las normas morales y conductuales hacían del cabaret una actividad casi prohibida, oculta y negativa. Pese a todo, a varios sectores de la población les gustaba participar de la vida del cabaret a tal grado que en este período estudiado se inicia una etapa de consolidación de la práctica cultural cabaretera. Ejemplos de esta consolidación en un ambiente de prohibición moral son las cantinas, salones, cafés y demás establecimientos que presentaban rumberas, bailarinas, orquestas y demás elementos característicos de los cabarets. Aunque fuera con otro nombre, la práctica permite reconocer que tenía una importante existencia para la década de 1940 y principios de la siguiente década. La práctica cabaretera como una forma de diversión, una forma de vida cotidiana tanto para clientes como para quienes se ganaban la vida en él, y como referencia del panorama sociocultural tapatío comenzaba a cobrar más fuerza en la escena local. De esta forma podemos reconocer que, tanto como práctica y giro comercial, la vida cabaretera se daba de manera diferenciada dependiendo de la zona de la ciudad, de su concurrencia y de lo que sucedía en su interior, en espectáculos y en la conducta de sus clientes. Esta primera etapa responde a un primer momento en que los cabarets, pese a su previa existencia, son reconocidos como una situación latente en la ciudad y los habitantes de la ciudad de Guadalajara, tanto de barrios y colonias populares, como de fraccionamientos de clase media o alta, comenzaban a participar de ellos, y en muchos casos, a disfrutar su presencia y favorecerla con su asistencia y consumo. Es importante mencionar que la vida cabaretera en la ciudad fue durante un período de 15 años una actividad reconocida, y que aunque ya tenía años de ser practicada, no existía la necesidad de generar mecanismos de control para su funcionamiento. 

 



Desde este momento histórico, los cabarets comenzaron a trazar las líneas definitorias del estilo que profesaban, tanto en lo administrativo como en las formas culturales mediante las cuales expresaban sus prácticas en la música, el consumo de bebidas alcohólicas y los personajes que eran parte esencial de su operatividad, cuestiones que favorecieron su auge y establecimiento en la sociedad tapatía, pero esto es materia a tratar en los siguientes capítulos.







Capítulo II. La práctica cabaretera en crecimiento. Amor de cabaret que no es sincero amor de cabaret que se paga con dinero amor de cabaret que poco a poco me mata, sin embargo yo quiero amor de cabaret…82

Como uno de los elementos visuales de mayor presencia en las ciudades, la publicidad ha tenido un papel preponderante dentro de las sociedades occidentales, generando nuevas formas de relaciones entre clientes y comerciantes. Por medio de ella productos y servicios son presentados, ofrecidos y consumidos por el público en los medios y soportes que les es permitido. Los anuncios son en muchas ocasiones la base de la subsistencia de algunos medios de comunicación como la prensa, y en Guadalajara esta cuestión fue perceptible mediante la revisión hemerográfica de sus diarios más importantes durante varias décadas del siglo XX. Para algunos teóricos la publicidad ha sido, incluso, un medio mismo de comunicación para las masas, generando dentro de los individuos no la percepción de una realidad, sino una posibilidad dentro de los objetos. La publicidad no cumple la función de mostrar las cosas –productos o servicios– tal y como son, sino como quisieran que fueran los usuarios en un objeto ideal. 83 Si bien estas propuestas van en torno a una conceptualización de la publicidad en el marco capitalista de producción de mercancías, la idea no parece descabellada si pensamos en las imágenes de la publicidad cabaretera de algunas etapas en Guadalajara.  82

Sonora Santanera, “Amor de Cabaret” de Alberto Vídez Barbosa. Publicado Agosto 20, 1992 en 16 éxitos, Sony Music Entertainment México, Compact Disc. 83 Antonio Caro, “Jean Baudrillard y la publicidad” en Pensar la publicidad, Vol. 1 Num. 2 (2007) 131-146; John Kenneth Gailbraith, La sociedad opulenta, 153.







Las propuestas gráficas en las páginas de El Informador y El Occidental la mayoría de las veces, comunicaban algunos lugares ideales, ambientados aparentemente de manera onírica en playas, parajes arabescos o africanos, con bailarinas y músicos que transportaban al espectador a un lugar feliz, tranquilo y muchas veces distinguido.84 En realidad los lugares distaban de ser los paraísos festivos que prometían en sus anuncios y terminaban siendo locales decorados con elementos a veces contradictorios de sus propuestas en los nombres de los giros y la publicidad.85 La publicidad de los desveladeros locales operaba como un vehículo de transporte de la cultura cabaretera tapatía, y permitía reconocer algunos elementos de la práctica en sus imágenes, anuncios y leyendas. Los recuadros publicitarios en El Occidental y El Informador pueden leerse como textos que posibilitan acercarse a reconocer e interpretar las líneas de la vida cabaretera tapatía en tanto a normas, valores, símbolos, significados y acciones dentro de un esquema de consumo de bienes culturales, traducidos en imágenes específicas y orientadas a distintos tipos de públicos.86 En este capítulo, la publicidad representa un síntoma en la sociedad tapatía, donde existe un crecimiento en el desarrollo de las actividades cabareteras. Este incremento fue recibido de diversas maneras en los distintos sectores de la sociedad tapatía de la época y  84

El cuerpo femenino comenzaba a erigirse como el lugar donde convergían los deseos cabareteros, y los empresarios y encargados de la publicidad no tardaron en notar. Baudrillard ya nos indicó sobre la emergencia del cuerpo humano [femenino, predominantemente] como uno de los objetivos del consumo y la publicidad, estableciendo nuevos estándares funcionales de belleza y delgadez en los cuerpos humanos. Jean Baudrillard, La sociedad de consumo, 155-177. 85 Un personaje que vivió diversas etapas cabareteras en la ciudad fue Adolfo Torres “Barú”, quien fuera bailarín y coreógrafo en varios centros nocturnos a nivel nacional. Él indica que a pesar del nombre, los dueños de algunos optaban en decorar sus interiores con cosas diferentes. A veces los nombres indicaban algún tipo de lugar, como el caso de Casbah que suena arabesco, pero al interior sus muros, escenario, barra y mesas eran muy sobrios. Barú, entrevista realizada el 24 de septiembre de 2013. 86 Nos resulta pertinente retomar los textos de Chartier, Bourdieu, García Canclini y De Certau mencionados en la introducción para recordar el papel que juega la objetivación de deseos y los puentes de sociabilidad que se trazan en la publicidad cabaretera y en las acciones derivadas donde se asignan valores, se reorganizan ciertos espacios sociales y se logra el consumo de bienes culturales, cuestión que nos permite analizar la vida cabaretera como parte de una cultura particular en el entretenimiento tapatío.







nos permite poner en práctica el concepto de práctica cultural cabaretera que desde la introducción del trabajo planteamos. La práctica cabaretera corresponde al conjunto de actividades, normas, significados y valores que interactuaron y permitieron que desde diversos lugares se pudieran crear representaciones de las actividades relacionadas a los centros nocturnos que la ejercían. Entre cantinas, salones, centros turísticos y cabarets, los tapatíos de las décadas de 1950 y 1960 experimentaron las variadas formas de expresión cultural que la vida del cabaret les ofreció. En un contexto de crecimiento urbano y de masificación del uso de medios de comunicación, los cabarets como espacio y forma de diversión fueron ganando terreno en la agenda tapatía de entretenimiento y en el gusto de algunos sectores de la población de la ciudad, y la publicidad en los periódicos nos permite reconocer esta tendencia. En el ámbito de los anuncios para el esparcimiento de los habitantes de Guadalajara, la oferta impresa en las páginas de El Occidental, desde 1942 y hasta finales de la década 1960, había multiplicado sus espacios y se consolidaba como una de las fuentes principales de ingresos para el diario, recién adquirido por la cadena García Valseca en 1948.87 Cabe señalar que El Occidental fue el primer diario local que dedicó una sección a la información local y regional, siendo en la segunda sección donde estaban las carteleras de los principales cines de la ciudad, junto con los restaurantes, centros turísticos, salones, cabarets y bailes de temporada.

 87

Gilberto Fregoso, Prensa y poder, 57. La cadena García Valseca fue propietaria de casi cuarenta diarios y periódicos a nivel nacional; además era promotora del deporte en muchas localidades, como en Guadalajara que organizaba con frecuencia una carrera ciclista y otorgaba premios a los concursantes. En la década de 1970 vivió una crisis financiera que culminó con su estatización y posterior conversión en la Organización Editorial Mexicana presidida por Mario Vázquez Raña.







Para 1954 existía un apartado llamado “Por nuestros centros nocturnos” (ver imagen 4) de tamaño mínimo pero con información suficiente, que durante dos años detalló las variedades, los artistas y las principales atracciones de la semana en salones de baile y los llamados “centros turísticos” que fungían como cabarets. De esta forma, podemos entender que para El Occidental la práctica cultural cabaretera era un aspecto importante en la oferta de esparcimiento local, y por ello comenzaron a dedicarle apartados en sus páginas, gracias a la relevancia nacional de muchos artistas que se presentaban en ellos.

Imagen 4. Por nuestros centros nocturnos.88

Por su parte, El Informador, rotativo que dominaba la escena informativa tapatía desde su fundación en 1917, también albergaba dentro de sus páginas alguna publicidad en  88



El Occidental, “Por nuestros centros nocturnos”, 2ª Sección, 23 de Febrero, 1954, BPEJ.





torno a la vida nocturna local. Sin embargo, sus formas de presentar los anuncios, así como la selección de lugares que tenían cabida en sus páginas sucedía de manera distinta a El Occidental. Tal vez por su tradición y la búsqueda de seriedad, evitando polémicas en el ámbito de la información política y social, así como a la herencia familiar de sus fundadores y propietarios –miembros de sectores acomodados de la sociedad tapatía–89 El Informador contenía en sus páginas carteles sobre cines, bailes y teatros, siendo la cartelera del Teatro Degollado la más recurrente, centros nocturnos destinados a la clase media y alta durante los fines de semana, careciendo de anuncios sobre lugares en barrios populares o destinados a un público de menor capacidad económica. Por ejemplo, está la publicidad de Los Pinos, que contaba con artistas conocidos de los medios de comunicación a nivel nacional como Tin-Tan y su carnal Marcelo, ofreciendo un espectáculo de alta calidad aparentemente con “precios increíblemente bajos al alcance de todos los bolsillos”, como puede observarse en la imagen 5.

 89



Gilberto Fregoso, Prensa y poder, 25-32.





Imagen 5. Publicidad Los Pinos.90

En el contexto local, los tapatíos siguieron multiplicándose desde 1940 y durante las dos décadas posteriores, aunque el ritmo de crecimiento demográfico había bajado a causa de la llegada moderada de grupos humanos provenientes de zonas rurales desde inicios de la década de 1950; ahora los desarrollos inmobiliarios comenzaron a mirar hacia el poniente de la ciudad, un poco más lejos de los barrios y colonias nuevas, pensando en zonas de habitación para personas de recursos medianos o altos.91 La ciudad comenzó a

 90 91



El Informador, “Tin-tan y Marcelo en Los Pinos”, Sección 2, 6 de Diciembre, 1947, HDI. Jimenez, El crecimiento urbano, 263.





abrir sus límites y con ello inició una primer etapa de distanciamiento del centro urbano, que fue paliado con el uso de medios de transporte públicos y el automóvil. Nuevas colonias y fraccionamientos se crearon para los que llegaban y para los que ya existían y se multiplicaban. El uso de las calles del centro de la ciudad comenzó a tender hacia lo comercial y los que otrora vivían en las fincas de la zona más antigua de Guadalajara poco a poco comenzaron a buscar nuevas residencias entre las áreas urbanas que la ciudad tenía. Entre 1960 y 1970 se establecieron los desarrollos inmobiliarios de Oblatos, Agustín Yáñez, Cuauhtémoc, la Aurora, Lagos de Oriente, Circunvalación Belisario, Santa Elena Estadio, Monumental, Jardines de la Cruz, las Higuerillas, Hermosa Provincia, por citar los casos más importantes (véase mapa 3).92 Además de esto, la población alcanzó en 1964 la cantidad de un millón, haciendo evidentes los resultados del vertiginoso índice de crecimiento que años atrás había comenzado.93 Todos estos cambios eran un síntoma de que la ciudad estaba cambiando tanto en fisonomía como en sus prácticas culturales.

 92

Victor Hugo Lomelí Suárez, Guadalajara, sus barrios (Guadalajara: Ayuntamiento de Guadalajara, 1982), 34 93 Javier Hernández Larrañaga, Guadalajara, identidad perdida (Guadalajara: Editorial Agata/El Informador/Secretaría de Cultura del Estado de Jalisco, 2001), 339. Cabría recordar que en la década de 1940 la población tapatía se calculaba alrededor de 230,000 habitantes. En un período entre 20 y 25 años la población fue cuadruplicada.







Mapa 3. Comparativa de Guadalajara en 1941 y 1963. El área central oscura corresponde a la mancha urbana tapatía en 1941.94

 94



Mapoteca ACEJ.





En materia del vicio, hacia la mitad de la década de 1950, las autoridades entrantes tanto en el Ayuntamiento de Guadalajara como en el Gobierno del Estado enfrentaron la realidad que varios años de reglamentación poco clara y aplicación ineficaz de las mismas regulaciones les habían heredado. 95 Vecinos y organismos civiles, como la Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material de Guadalajara –asociaciones que surgieron a lo largo de muchos municipios del Estado de Jalisco– fueron los encargados de presionar de nueva cuenta a las autoridades para que tomaran cartas en el asunto sobre el desarrollo del vicio y la expedición de licencias para cabarets y cantinas. Las Juntas se organizaban en barrios o colonias y por medio de ellas se buscaba enlazar a los ciudadanos y las autoridades municipales, tratando de “lograr el desarrollo moral y de las buenas costumbres”.96 Lo cierto es que estos organismos funcionaron más a la preservación de ciertas normas de conducta, haciendo de su papel algo más “político e ideológico”,97 ya que muchos de los preceptos que defendían formaban parte de esas maneras conservadoras sobre las cuales supuestamente se desenvolvían los grupos de élite local, defendiendo la religión y la familia como bases del bienestar social. La Junta de Mejoramiento Moral de Guadalajara operó repartiendo panfletos en los que se advertía a la sociedad sobre los males que la Junta consideraba prioritarios (ver imagen 6). Primero se dedicó a velar por la aplicación de los reglamentos y las leyes sobre el vicio; algunos años después centraron sus críticas y observaciones a cuestiones como las  95

El Occidental, “Mas de 90 cantinas se encuentran al margen de la ley “, 2ª. Sección, 13 de enero, 1954, BPEJ. 96 García Rojas, Olvidos, acatos y desacatos, 349. Con el Decreto 5865 se creó en 1953 la Ley de las Juntas de Mejoramiento Moral, Cívico y Material para todos los municipios del Estado. Las Juntas de Mejoramiento eran “un organismo de carácter social que estaba preocupado por la pérdida de valores en la comunidad, la aparición de la ‘zona roja’ y por la clase de películas degradantes que exhibían algunos cine. Tenía desde luego el apoyo del Arzobispo de Guadalajara.” Guillermo Gómez Sustaita. Los decenios de Guadalajara (Guadalajara: Instituto Cultural Ignacio Dávila Garibi, A.C., 2002) 115. 97 García Rojas, Olvidos, acatos y desacatos. 95.







publicaciones –revistas y periódicos– que consideraban pornográficas, así como las películas extranjeras que llegaban a la ciudad con desnudos y temas fuertes que, según sus términos, podían dañar la moralidad de la sociedad tapatía. En este sentido, cerca de la década de 1960 dejaron trabajar a los centros de vicio con cierta libertad ante sus juicios enfocando sus esfuerzos hacia otro tipo de actividades.

Imagen 6. Boletín de la Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material de Guadalajara.98

Gracias a estas organizaciones y a la creciente y evidente relación del alcoholismo con otros problemas sociales,99 el gobernador Agustín Yáñez propuso en el mes de marzo  98



Boletín informativo de la Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material, Guadalajara, 1956. BPEJ





de 1954 una ley para el Estado de Jalisco que regulase todas las cuestiones relativas al expendio de bebidas alcohólicas y los asuntos respectivos de los lugares de entretenimiento y centros nocturnos donde se consumieran. En este capítulo se hace la revisión de la legislación propuesta y aprobada, así como sus repercusiones en la práctica cabaretera y las reacciones de sus empresarios, donde las fuentes permiten observar que en realidad no fueron tan negativas como parecían en la propuesta y discurso legal; a pesar de ser un intento fuerte por regular la actividad cabaretera y el vicio en general, los personajes del cabaret y sus prácticas se impusieron en la dinámica local por factores variados que trataremos de analizar. Si en teoría los cabarets debían estar regulados por la ley y las autoridades ¿por qué, entonces, consolidaron su existencia durante el período de 1954 a 1970? Este capítulo pretende dar respuesta a este cuestionamiento, analizando las medidas que las autoridades aplicaron y su eficacia, así como las respuestas de los empresarios y sectores afectados ante esta regulación. La propuesta central de este capítulo es que la práctica cultural cabaretera, en el período desde la publicación del decreto 5941 hasta finales de la década de 1960, consolidó su existencia, a pesar de la promulgación de la Ley sobre la venta y consumo de bebidas alcohólicas en el Estado de Jalisco, aprovechando el contexto cultural y artístico nacional, donde los cabarets y sus actores internos quedaron ligados con muchas de las formas artísticas nacionales de éxito, involucrando a músicos, escritores, actores, bailarinas y vedettes que participaban en los medios nacionales, especialmente radio y televisión.

 99

El Occidental, “Alcoholismo y criminalidad”, 2ª Sección, 28 de Marzo, 1954, BPEJ. A lo largo de esta etapa, de 1954 a 1970, en las últimas páginas de la sección local o de la deportiva del El Occidental es posible observar que en torno a los accidentes viales y a los casos de violencia en la ciudad uno de los elementos constantes fue la presencia del alcoholismo.







Como segunda propuesta consideramos que en el período comprendido entre 1954 y 1970 comenzaron a ser más visibles las líneas definitorias de algunos elementos que nos permiten explicar la consolidación de la práctica cultural cabaretera: las ficheras, las vedettes, la música y los espectáculos de variedades. Todos estos elementos se hicieron presentes en una forma específica de comunicación: la publicidad. Analizaremos, por ende, los elementos que conformaron los carteles y anuncios dentro de El Occidental y El Informador a lo largo de poco más de dos décadas para trazar los puntos relevantes, y entender los símbolos centrales de la publicidad sobre la práctica cultural cabaretera. Este capítulo termina en el momento en que surge una nueva dinámica cabaretera a nivel nacional auspiciada por medios de comunicación como el cine y la televisión, y donde los elementos de la práctica cultural cabaretera sufrieron algunas modificaciones. El objetivo general de estas páginas es comenzar a caracterizar la práctica cabaretera en el período de auge de los centros nocturnos de diversión y observar en qué medida los cabarets tapatíos fueron parte de la dinámica local de entretenimiento, junto con las formas que operaron como incipientes semilleros para artistas que buscaban audiencias mayores dentro del medio tapatío y nacional.

2.1- Decreto 5941: las nuevas reglas del juego.

Posterior a la primer etapa de reglamentación municipal de la práctica cabaretera, y gracias a las continuas quejas vecinales, así como las infracciones y delitos que cometían algunos asistentes y propietarios de los cabarets y centros de vicio, el gobernador Agustín Yáñez presentó en 1954 al Congreso del Estado de Jalisco el proyecto de Ley sobre la venta y consumo de bebidas alcohólicas en el Estado, conocido como el decreto 5941, en donde 





el Ejecutivo del Estado manifiesta su preocupación por la forma en que han venido funcionando hasta la fecha los centros de vicio, tanto en los núcleos de población rurales como en los urbanos, con perjuicio evidente para la economía de las clases laborantes, en detrimento de la moral pública y de la tranquilidad social, aduciendo que el incremento del vicio de la embriaguez constituye uno de los factores principales de la miseria en los hogares con escasos recursos económicos y que si bien es cierto que no sería posible ni conveniente suprimir de raíz los centros de vicio, es necesario que cuando menos se impongan severas restricciones al funcionamiento de dichos centros, cuando se ofenden o lesionan gravemente los derechos o los intereses de la sociedad.100 Después de la entrega de dicho documento en el mes de febrero, el Congreso aprobó en lo general los diversos artículos que el Ejecutivo del Estado proponía, ordenando su publicación el 31 de marzo de ese mismo año. La creación de esta ley a nivel estatal respondió –o al menos intentó hacerlo– al crecimiento de las actividades relacionadas con el consumo de bebidas alcohólicas entre las cuales se inscribieron las formas de esparcimiento nocturno a lo largo de la jurisdicción del Estado de Jalisco, pero también formó parte de las políticas que el gobernador Yáñez trató de aplicar para evitar el crecimiento de los “vicios y del relajamiento moral que a la larga hundirán en el caos a las familias de escasos recursos”.101 En lo general, los artículos del decreto 5941 versaban sobre los lugares y las formas en que los comerciantes y propietarios deben expender las bebidas embriagantes a lo largo del estado de Jalisco, y su texto ofrece las características básicas para diferenciar los tipos de giros. De esta forma, se reconoció a las cantinas como establecimientos que sólo podían abrir a las 8 horas y cerrar a las 20 horas de lunes a viernes, y los sábados cerrarían a las 13 horas, pudiendo solicitar extensión hasta las 22 horas los días hábiles.102

 100

Proyecto de Ley presentado al congreso del Estado el día 23 de marzo (en adelante Proyecto de Ley), Guadalajara, 1954, Archivo del Congreso del Estado de Jalisco (ACEJ), 1. 101 Proyecto de Ley, 2. 102 Decreto 5941: Ley sobre la venta y consumo de bebidas alcohólicas en el Estado de Jalisco (en adelante Decreto 5941), Guadalajara, 1954, ACEJ, 1.







Sobre la definición legal de los cabarets encontramos cierta variación con respecto a los reglamentos municipales de 1946 y 1949, pues la Ley de bebidas alcohólicas reconoce en el artículo 8º que Cabaret es el establecimiento que por reunir excepcionales condiciones de comodidad, a juicio de la autoridad municipal, constituye un centro de reunión y esparcimiento sanos, con espacio especial para bailar, servicio completo de restaurant y orquesta permanente. Este establecimiento podrá vender al público toda clase de bebidas alcohólicas y sólo podrá estar abierto de las 20 a las 4 horas del día siguiente, con excepción de los domingos, en que podrá efectuar matinés o tés danzantes.103 En el texto del decreto también se reconoció el papel de las variedades y espectáculos, siendo éstos una parte medular de la práctica cabaretera durante el período: “Artículo 9º.- Cuando en un cabaret se ofrezca variedad, en la misma se evitarán palabras obscenas o actos inmorales, quedando prohibido utilizarla como instrumento de ataque a las instituciones, a la paz pública o a la vida privada”.104 Como adelanto del siguiente capítulo, ya bien entrada la época cabaretera de la década en 1970, este artículo pareció quedar olvidado a pesar de seguir vigente, pues muchas de las variedades contenían críticas duras a las crisis económicas nacionales así como a miembros de la clase política. Empero, para este tiempo el decreto 5941, como mecanismo legal de las autoridades, intentó controlar cualquier tipo de actividad dentro de los cabarets que resultara contraproducente para los gobernantes, al menos en el papel. El reglamento continuaba con las indicaciones sobre el vicio, y muestra que para ese momento ya existía pleno conocimiento de las problemáticas definitorias de los reglamentos anteriores, pues respecto a los llamados centros turísticos estableció, al igual que el reglamento anterior, que son lugares que por sus condiciones estéticas, arquitectónicas o de  103 104



Decreto 5941, 2. Decreto 5941, 2.





tradición “representan sitios de descanso y atracción para los turistas”,

105

pero

complementa indicando que dichos centros podrán tener anexos de cantina, restaurant o cabaret en su interior, tal y como venían haciendo muchos centros turísticos en la década de 1940, y que de igual forma quedaron regulados por los artículos correspondientes a cada apartado de cabaret o cantina en la legislación de 1954, novedad que parece resaltable pues en los reglamentos anteriores nunca se mencionó la presencia de cabarets o cantinas en estos lugares. En otros artículos la Ley contempla reglas para el desarrollo de las actividades al interior del cabaret, particularmente sobre la posibilidad de que mujeres ejercieran como encargadas o propietarias de dichos lugares, restringiéndoles también la posibilidad de obtener ingresos económicos en cantinas y salones como empleadas, y recomendando su inasistencia como clientes solitarias, pues su presencia estaba prohibida. Sobre este tema se indica que en esos lugares “podrán prestar servicio mujeres, tratándose únicamente de labores de oficina, de guardarropa o de aseo, y en este último caso fuera de las horas en que funcionen estos centros”.106 Otro artículo explicaba la condición de la permanencia de mujeres y mostraba los intentos de contrarrestar la práctica de fichar dentro de los centros de vicio, pues era ya de común conocimiento que mujeres ofrecieran compañía a los clientes de algunos establecimientos a cambio de una comisión que el encargado o propietario del lugar les otorgaba por la venta de fichas que compraban los parroquianos o clientes. Sobre lo anterior, el texto del decreto menciona que “por ningún motivo se permitirá en las cantinas, cervecerías o cabarets, la entrada o permanencia de mujeres solas o que estén acompañadas de vagos o malvivientes o que perciban comisión por el consumo que  105 106



Decreto 5941, 1. Decreto 5941, 6.





hagan los clientes o que bailen con estos, por el sistema de ‘ficheo’ u otro semejante”.107 La mujer debía ser –según el discurso de la ley– un elemento circunstancial del cabaret, quedando relegada su participación como asistente y empleada, aunque las fuentes nos indican que esta situación quedó rebasada a lo largo de los años revisados en esta tesis. La publicación de esta Ley en el mes de abril, discutida y aprobada en la sede del Congreso local el 31 de marzo de 1954, inició una nueva etapa dentro del desarrollo de la vida cabaretera en la ciudad, ya que desde este momento existió un mecanismo legal que regulaba su funcionamiento de forma más directa. La Ley representó un punto de transición para las autoridades, propietarios y sociedad en general, ya que su existencia era el reflejo de que los tapatíos comenzaban a tomar en serio la fuerza que adquirieron las actividades relacionadas con la venta de bebidas alcohólicas durante la época, y los efectos que tenían dentro del ámbito local y la vida pública. A pesar de la existencia de la Ley sobre bebidas embriagantes, que pasó varias décadas vigente y sin ser modificada, el consumo de bebidas alcohólicas y la embriaguez continuaron como unos de los principales problemas para la seguridad de los tapatíos, pues conforme creció el uso del automóvil como medio de transporte para particulares, los accidentes viales de gravedad se unieron a las peleas en la calle y pleitos familiares, muchos de estos asuntos causados por el alcohol; cotidianamente acciones como éstas llenaron la última página de la segunda sección de El Occidental, destinada a la nota roja.108 Junto al crecimiento del consumo de bebidas alcohólicas, los cabarets locales vivieron una etapa de auge en su instalación y en el desarrollo de la práctica, pues a pesar de  107

Decreto 5941, 6. Las noticias sobre crímenes y accidentes dentro de cabarets son pocas en esta sección durante los meses de los 40 años revisados. En general, el tema del alcoholismo fue de los más recurrentes en la nota roja durante toda la temporalidad consultada. 108







las continuas quejas y presencia de inspectores que se dedicaban a infraccionar y clausurar negocios de este tipo en barrios populares –y en algunas ocasiones centros nocturnos de clase alta– los propietarios de establecimientos hallaron formas de subsistir al embate gubernamental y aprovecharon las corrientes culturales de las décadas de 1950 y 1960 que favorecieron la existencia de los cabarets a nivel nacional. La vida cabaretera local había pasado de una etapa de crecimiento y reconocimiento en la sociedad –en la década de 1940– a una nueva fase donde su existencia era legal, teóricamente regulada y a la vez con una fuerte tendencia a convertirse en una de las actividades de entretenimiento de gran asistencia, situación que en la ciudad de México ya estaba sucediendo gracias a las múltiples opciones de diversión que ofrecía este tipo de negocio.109

2.2- Las reacciones: Operadores del vicio versus Decreto 5941.

La promulgación de la Ley para la venta y consumo de bebidas embriagantes en el Estado fue notificada por los medios de comunicación a los habitantes de Guadalajara durante el mes de abril de 1954. Miembros de la sociedad civil así como de organizaciones que pugnaban por el control del vicio en la ciudad se congratularon de esta medida, mientras que los comerciantes, propietarios y empleados de los centros nocturnos pensaban cómo contrarrestar sus posibles efectos. El propietario de la Quinta de las Rosas –un conocido salón en el que se celebraban festivales y bailes variados– comunicó sus inquietudes al edil indicando que dicha Ley “ha sido un impacto directo a las ‘piqueras’ y a múltiples centros de vicio ayunos de moral o  109



Jiménez, Cabarets de antes, 16.





de explotación de la mujer inclusive y que han sido una vergüenza para la ciudad”.110 Pero a la vez resalta que dicha Ley carecía de claridad en las distinciones de los tipos de establecimientos, y defiende sus intereses comentando que su aplicación “no puede tener el mismo alcance para otros establecimientos que no sólo son indispensables como un complemento de una ciudad civilizada, sino que son necesarios para que de Guadalajara se hagan elogios de su adelanto”.111 De la misma forma, los propietarios de negocios más modestos no dejaron pasar la oportunidad de presentar quejas ante las autoridades, pues las constantes infracciones y clausuras a sus negocios mermaban sus ingresos y les complicaban continuar con sus labores; tal es el caso de un grupo de cantineros y cabareteros que interpusieron quejas y solicitudes de revisión a la Ley ante Tribunales Colegiados a un par de meses de promulgada. La mayoría de estos negocios se encontraban en el sector Libertad, zona de habitación popular, entre las calles Obregón, José Antonio Torres y Gigantes.112 Consecuentemente, muchos propietarios de establecimientos lograron obtener amparos contra la aplicación de las sanciones de la Ley, comenzando un proceso conflictivo contra el Gobierno del Estado que se mantendría casi hasta finales de 1954.113 Hasta los fabricantes de cerveza se vieron involucrados en los pleitos, pues resultó que el decreto 5941 sólo contemplaba el expendio y consumo de bebidas embriagantes en tanto a destilados o licores, y las autoridades, que se percataron pronto de la omisión, intentaron también controlar sin apoyo de la Ley la fabricación de este producto. Así, surgieron varias  110

Propietario de la Quinta de las Rosas al Presidente Muncipal, Guadalajara, 18 de mayo de 1954. AMG, Correspondencia 3-29-22, 1. 111 Quinta de las rosas, 1. 112 El Ocidental “Los cantineros pedirán revisión”, 2ª Sección, 15 de Mayo, 1954, BPEJ. 113 El Ocidental, “Contesta Yáñez a todos los amparos”, 2ª Sección, 19 de junio, 1954, BPEJ; El Ocidental, “Más amparos por la Ley embudo”, 2ª Sección, 9 de junio, 1954, BPEJ. El Ocidental, “Las cervecerías acuden al amparo”, 2ª Sección, 2 de junio, 1954, BPEJ.







discusiones interesantes sobre el consumo de la cerveza donde, hasta con argumentos científicos, se defendieron los fabricantes y expendedores diciendo que “dietistas, higienistas y sociólogos, en contacto con la realidad, se han encargado de advertir sobre las cualidades alimenticias de la cerveza y sobre las posibilidades de ésta para combatir con eficacia el alcoholismo”.114 La fabricación de cerveza continuó con cierta libertad durante el período, después de todas las discusiones. No obstante a los esfuerzos por meter en cintura a los centros nocturnos, el paso del tiempo y la obstinación de los propietarios y empleados de los cabarets, así como las preferencias que sus clientes manifestaban, terminaron imponiéndose frente a la presión gubernamental. Algunos cabarets reincidieron varias veces en sus faltas y otros, a pesar de conocer la Ley, parecía que no daban importancia a sus artículos, pues la presencia de mujeres como meseras o bailarinas, y constantemente fichando, se mantuvo sin parar desde la década anterior, mostrando que la Ley podía ordenar, pero acatar sus lineamientos o no era decisión de los miembros de la vida cabaretera.115 A la par de los combates administrativos contra los propietarios de centros de vicio, que en teoría debían acotar su proliferación y funcionamiento, en las páginas de El Occidental y El Informador podemos percatarnos que la existencia de lugares con variedad más destacada crecía gradualmente, presentando artistas, actrices y músicos de talla nacional. La aplicación de la Ley pasaba, año con año, por nuevas etapas en las que los gobiernos estatal y municipal prometían que terminarían con el problema del vicio de una vez por todas, pero parecía haber algo en el proceso que no les permitía lograrlo.  114

El Occidental, “Grandes posibilidades para la cerveza”, 2ª Sección, 7 de Octubre, 1954, BPEJ. Como ejemplo de la importancia de esto, en 1960, a seis años de la publicación del decreto 5941, una inspección realizada en varios centros de vicio resultó que en un solo lugar existían 18 mujeres fichando en la calle José Ma. Mercado. Informe sobre inspecciones sugeridas por la Junta de Mejoramiento Moral, Guadalajara, 18 de agosto de 1960, AMG, Correspondencia: 1-08-22, 2. 115







Después de 1955, cuando la marejada de infracciones y clausuras a causa de la nueva Ley comenzó a cesar, los empresarios del vicio vivieron algunas etapas de tranquilidad que en El Occidental eran perceptibles, pues pocas notas había en torno a cierre de cantinas y cabarets durante algunos meses, a comparación con los primeros días de la aplicación del decreto 5941.116 No obstante, ni las autoridades, ni los medios ni los organismos civiles como la Junta de Mejoramiento Moral olvidaron la existencia de la Ley. Paulatinamente, la lucha contra el consumo de bebidas alcohólicas y los centros nocturnos se convirtió en un elemento común del entretenimiento tapatío, pues las autoridades se mantuvieron durante varios años indicando nuevas medidas por aplicar en torno al combate del alcoholismo, pero quedaba claro, al menos seis años después de la promulgación del decreto 5941, que casi nadie hizo caso de ellas.117 Podemos comprender que las primeras reacciones de los comerciantes y propietarios de cabarets contra la Ley para la venta y consumo de bebidas embriagantes en el Estado fueron en un principio enérgicas y enfocadas a defender sus intereses, pero poco a poco fueron tomando con menor seriedad el problema, y aprovecharon una marejada cultural nacional que favoreció el establecimiento de los centros nocturnos así como la práctica cabaretera en la sociedad tapatía. En los cabarets populares, las prácticas cotidianas que involucraban la música estridente, los tambores, las bebidas alcohólicas y a la mujer como una de sus mayores atracciones, se mantuvieron a pesar del discurso de la Ley y las autoridades.

 116

Cabe recordar que El Occidental fue el diario que abanderó desde 1942 una enconada lucha contra el vicio. El Informador se mantuvo al margen de temas como éste a lo largo de la temporalidad, presentando notas esporádicas de accidentes graves ocasionados por el alcohol. 117 El Occidental, “Nadie acata la cruzada contra el vicio”, 2ª Sección, 14 de octubre, 1960, BPEJ.







Uno de los elementos que nos permite reconocer que la Ley aplicada estaba siendo acatada de manera parcial es la publicidad de los centros nocturnos. A la par de noticias sobre clausuras y movilizaciones policiales en torno a los centros de vicio, en las páginas de El Occidental podemos encontrar los carteles y anuncios de múltiples lugares de diversión noctámbula. Si bien en 1954 se redujo un poco la cantidad de anuncios tanto en El Informador como El Occidental durante algunos meses, la publicidad alusiva a cabarets no dejó de existir. Incluso conforme la población fue asimilando la existencia de la ley, la cantidad de cabarets y anuncios relativos fue aumentando considerablemente, y dentro de sus elementos simbólicos podemos comenzar a trazar las características visuales de la práctica cultural cabaretera y la manera en que los propietarios trataban de emitir un mensaje atractivo a los posibles clientes tapatíos de intereses cabareteros.

2.3 La publicidad del cabaret en la prensa: síntoma de una transición.

Para comprender el crecimiento y establecimiento de los cabarets como una de las formas de entretenimiento más comunes en Guadalajara, a mediados del siglo XX, debemos reparar en los lugares donde se hacía más visible la presencia de los elementos de la práctica cultural del cabaret. Opuestamente a las quejas vecinales que nos muestran la actitud de muchos ciudadanos ante el problema del vicio y la existencia de cabarets, podemos inferir que los negocios de diversión nocturna se desarrollaron y consolidaron como opciones de consumo en la ciudad a pesar de las solicitudes civiles para acabar con estos lugares. En las páginas de los dos diarios tapatíos de mayor circulación durante las décadas de 1940 hasta finales de la década de 1960 era posible encontrar ofertas visuales, sobre todo 





hacia el final de los ejemplares. Cerca de las notas deportivas, las carteleras de cine y los avisos de ocasión, los anuncios y carteles de cabarets, restaurantes, clubes y centros sociales adornaban y daban cierto atractivo visual a los contenidos de El Informador y El Occidental. Entre estas dos empresas editoriales existían diferencias que dotaron de ciertas características sus contenidos, diseño y el manejo de la información. Igualmente, la propuesta de publicidad de ambos diarios tenía variaciones que permiten reconocer que los mismos lugares anunciados en un diario no tenían cabida en otro, a pesar de que existían algunos puntos menores en común. Desde su fundación en 1942, El Occidental jugó una postura ambivalente en torno al tema del vicio. En esa época abanderó una enérgica campaña en contra del alcoholismo y la existencia de cantinas y centros de vicio, al mismo tiempo otorgó espacio publicitario a salones, restaurants, cabarets y centros sociales, lugares que combatía en sus notas. En medio de esta dinámica, El Occidental comenzó ofreciendo pocos datos sobre cabarets. Los anuncios sobre centros de vicio en este diario durante la década de 1940 aparecieron de forma dispersa y casi siempre cercanos a las carteleras de cine. Los anuncios eran sencillos, con muy pocas imágenes y con la intención de invitar al público a presenciar espectáculos de calidad si el lugar era alguno de mayor capital y reconocimiento. Si el lugar era modesto, el cartel sólo contenía letras informando el menú, los artistas y espectáculos por presentar y, algunas veces, los precios, tal como se puede apreciar en las imágenes 7 y 8.







Imagen 7. Anuncio Raffles. 118

Imagen 8. Publicidad Cabaret Marsella.119

En el caso del Marsella, situado en Av. Ramón Corona, en pleno centro de la ciudad, podemos notar que se hace llamar cabaret y centro turista a la vez, evidenciando las confusiones que la reglamentación no preveía y que tardó algunos años en reformular. En ambos lugares se muestra lo que ofrecen al público, siendo en el Raffles (Álvaro Obregón, cerca de San Juan de Dios) los alimentos lo más importante y del otro lugar la variedad, incluyendo música tropical y baile, ofreciendo ambiente y –aún más importante– distinción. Los nichos publicitarios de El Occidental no eran solamente apartados pagados por los propietarios de los negocios, también contaba con un espacio que por algunos años se encargó de resumir la vida nocturna de los fines de semana, y a la vez hacer publicidad tanto a establecimientos como productos en particular (ver imagen 9).

 118 119



El Occidental, 2ª Sección, 25 de Mayo, 1943. BPEJ. El Informador, 2ª Sección, Septiembre 27, 1947. HDI.





Imagen 9. Por nuestros centros nocturnos.120

En la imagen anterior de la sección “Por nuestros centros nocturnos” podemos notar que desde el encabezado –con un logotipo de Pepsicola– existe publicidad constante. En sus líneas se podía revisar el qué, quiénes y dónde de la diversión nocturna local. Se mencionaban las variedades de mejor calidad y los artistas de mayor renombre, así como todos los personajes famosos del ámbito político, empresarial y del medio artístico local que asistían a los lugares de la ciudad que, según el autor de esta sección, se caracterizaban por tener los mejores espectáculos durante la década de 1950: Casbah, Navy Club, Atlántida y el Centro Social Cinematografista. Con el paso de los años, la oferta de entretenimiento de la ciudad fue creciendo y con ello también la vida cabaretera. El Occidental y su filial El Sol de Guadalajara fueron las dos publicaciones que permitieron mayor difusión de los centros nocturnos en sus

 120



El Occidental, 2ª Sección, 6 de Mayo, 1954, BPEJ.





interiores. Si bien al principio la cartelera contaba con pocos recuadros, para mediados de la década de 1950 ya tenían mayor presencia, como podemos notar en la imagen 9.

Imagen 10. Página de publicidad junto a las noticias.121

Los anuncios mantenían el diseño de la etapa anterior, con pocos adornos y mayoritariamente conformados por letras, exponiendo las carteleras, los horarios, el menú y la dirección del lugar y rematando al final con alguna leyenda atractiva, como en el Casbah que presumía “diariamente la mejor variedad” como se observa en el anuncio. El uso de nuevas tecnologías en la prensa permitió que en pocos años la calidad de las imágenes en el diario pudiera mejorar, abriendo así la posibilidad al uso de más ilustraciones y fotografías que acompañaron tanto a las noticias como a la publicidad.  121



El Occidental, 2ª Sección, 30 de Enero, 1954. BPEJ.





Incluso puede notarse que en la década de 1960 ya había cierta laxitud en torno a las imágenes mostradas, permitiendo exhibir cierta sensualidad en los anuncios con las vedettes que engalanaban los carteles. Dentro de esta nueva etapa publicitaria la figura femenina se convirtió en un elemento visual central para los anuncios, y los negocios, cada vez más, buscaron integrar nuevas mujeres involucradas en el espectáculo a sus carteleras en shows “no aptos para menores”, como reza el anuncio del Savoy Club, ubicado en Insurgentes 1, en la zona San Juan de Dios (ver imagen 10). Según fuera el lugar, las vedettes más jóvenes, de mejores habilidades y figuras esbeltas, acompañaban con sus nombres las publicaciones de cada fin de semana en El Occidental, siendo a veces teloneras de alguna bailarina o vedette reconocida, o de algún grupo o artista musical importante. También podemos percibir la presencia constante de la música tropical que añadía cadencia y sensualidad a la cartelera dominada por mujeres; y a su vez es notoria una nueva dinámica en el espectáculo cabaretero: las revistas.







Imagen 11. Página de publicidad variada.122

La revista alcanzó un nivel de popularidad mayor a partir de la década de 1960 en varios centros nocturnos de la ciudad. Para su realización comúnmente era necesaria la  122



El Occidental, 2ª Sección, 10 de agosto, 1963. BPEJ.





presencia de un coordinador de la escena o coreógrafo.123 Esta nueva manera de ofrecer shows permite comprender que poco a poco se asimiló la existencia de los cabarets para las clases media y alta, y sus empleados alcanzaron cierto nivel de reconocimiento profesional, cercano a la industria del espectáculo que la radio y la televisión fomentaban. Lugares como Afro Casino, instalado en la Av. Libertad esquina con Calzada Independencia, contaban con ballets reconocidos como el Antar’s –de Ricardo Antar– para el montaje de números específicos que abrieran el camino hacia el show central de alguna vedette, actriz o cantante. Algunos otros como el Ciro’s club (Gómez Farías 34) se especializaron en la puesta en escena de revistas musicales a la usanza de los cabarets decimonónicos franceses retratados por Henri de Toulouse-Lautrec, pero con esencia totalmente mexicana y tapatía. Estos dos nuevos elementos de la práctica cabaretera (la revista y los ballets) se consolidaron hacia la siguiente década junto con las vedettes que dominaron el espectáculo en todos los cabarets –para ricos y pobres– a lo largo del país. A través de la publicidad en El Occidental y El Informador podemos definir los negocios que marcaban tendencias en la vida nocturna de Guadalajara entre 1950 y 1970, donde definitivamente consideramos a Casbah (Catalán y 20 de Noviembre) y Afro Casino los principales. El primero dominó la publicidad por medio de innovadores carteles desde mediados de la década de 1950. En su escenario y pista se podía presenciar comúnmente espectáculos de artistas de la radio y televisión nacional, así como variedades con cómicos y vedettes de gran calidad, como el caso de los jóvenes y talentosos Sergio Corona y Sergio Arau en el anuncio de la imagen 12.

 123

Uno de los personajes que conoció la escena local del espectáculo fue Adolfo Torres Bermúdez “Barú” que participó como coreógrafo y bailarín de diversos grupos y ballets que tuvieron cabida en teatros de revista y cabarets a nivel nacional. Su currículum puede consultarse en la sección de Anexos de la presente tesis.







Imagen 12. Publicidad Casbah.124

El caso del Afro resulta particular por todos los elementos que este lugar conjugó durante su existencia. Desde finales de la década de 1960, por más de diez años se mantuvo como el centro principal de las atracciones cabareteras en Guadalajara, teniendo en sus filas a una cantidad importante de artistas de talla nacional. Desde sus inicios mostró la habilidad de su propietario y encargados para negociar con los agentes de los mejores espectáculos del país, logrando ser durante algún tiempo el lugar donde los participantes de la “Caravana Corona” alternaban sus números por las noches de fines de semana125 (ver imagen 13).

 124

El Informador, 14 de agosto, 1954, HDI. La Caravana Corona, organizada por la cervecería del mismo nombre, era uno de los escaparates de mayor relevancia para los artistas a nivel nacional. Montaba espectáculos en las principales ciudades del país con los grupos, cantantes, bailarines y actores de mayor renombre en el momento. 125







Imagen 13. Publicidad Caravana Corona en Afro Casino. 126

El desarrollo de la publicidad en El Informador sucedió de manera inversa a la dinámica de El Occidental. En la década de 1940 constantemente tuvo anuncios sobre negocios de la vida nocturna local (ver imagen 14), incluyendo salones, cabarets, clubes y centros sociales y turísticos. Gradualmente, mientras la vida cabaretera cobraba auge, las inserciones se fueron reduciendo a tal grado que para los siguientes veinte años sólo se podían observar dos o tres recuadros publicitarios con información de cabarets y en páginas dispersas junto a las carteleras de cine y deportes. Con esto podemos percatarnos que desde los inicios de la etapa cabaretera que cubre esta tesis el espectáculo de variedades ya era relevante en el entretenimiento nocturno, e  126



El Occidental, 2ª Sección, 3 de agosto, 1961, BPEJ.





incluía música en vivo de orquestas y crooners, así como vedettes, bailarines, cancioneros y mucho baile para los asistentes.

Imagen 14. Página de publicidad y noticias.127

Los negocios expuestos en El Informador intentaban atraer clientela a los locales destinados a las clases media y alta, ofreciendo servicios de mayor calidad. Pocos preferían adornar sus inserciones con diseños llamativos e ilustraciones que hicieran alusión a los lugares, las actividades y el ambiente que en ellos existía. El baile, la música, alimentos y bebidas de calidad, así como la alegría y un ambiente tranquilo y exclusivo eran los factores a mostrar con la finalidad de atraer clientela.

 127



El Informador, Sección 2, 29 de junio, 1943, HDI.





Imagen 15. Publicidad Navy Club.128

Imagen 16. Publicidad Bremen.129

Las imágenes 15 y 16 son ejemplos de los anuncios difundidos en El Informador. El Oasis (km. 4 de la Carretera a Chapala, actualmente R. Michel), del cual sabemos gracias a El Informador, fue uno de los lugares más alejados de la ciudad que ofrecían variedades. Al igual que el Navy Club (km. 1 de la Carretera a Chapala) era de los centros sociales que optaban por una publicidad con más atractivos gráficos. Éste último además hacía gala de su diseño arquitectónico, que consistía en la recreación de un buque, teniendo el servicio de restaurante, cantina, escenario y pista de baile al interior, e incluso ofrecía una piscina para pasar las tardes de fin de semana o para competencias y exhibiciones de natación.130 Bremen (Álvaro Obregón 421) fue uno de los pocos lugares ubicados cerca de la zona de San Juan de Dios que ofrecía una variedad más completa, con orquesta en vivo, pues la mayoría de cabarets y centros de vicio de esa área eran conocidos por ser negocios orientados a clases populares.131 En su publicidad podemos notar que se menciona como “casino de atracciones” ofreciendo variedad musical y dancística, con un anuncio  128

El Informador, Sección 2, 10 de junio, 1947, HDI. El Informador, Sección 2, 13 de noviembre, 1948, HDI. 130 El Informador, Sección 2, 13 de septiembre, 1947, HDI. 131 Barú indica que en los lugares de la zona de San Juan de Dios, muchos de la calle Obregón, contaban con música de mariachis y conjuntos pequeños, sin fama ni renombre. Barú, entrevista realizada el 18 de septiembre de 2013. 129







encabezado por un trompetista de tez morena, intérprete de música caribeña tal vez (ver imagen 16). Gracias a El Informador tenemos datos de varios lugares que durante la década de 1940 existieron, pero que no se anunciaban en las páginas de El Occidental. Lugares como Copacabana, Costa Azul, Las Fuentes y Honolulu aparecieron en las páginas del diario cerca de la cartelera de cines y teatros, y a pesar de no contar con anuncios de gran diseño, su presencia permite reconocer la importancia de la vida nocturna en la ciudad para ésta etapa.

Imagen 17. Anuncios Honolulu y Costa Azul.132

Imagen 18. Publicidad Las Fuentes.133

 132 133



El Informador, Sección 2, 6 de agosto, 1949, HDI. El Informador, Sección 2, 20 de julio, 1946, HDI.





Los lugares más modestos anunciaban sus variedades o su menú con inserciones más simples, sin diseños elaborados. Al igual que en El Occidental, preferían enfocar sus esfuerzos en palabras que atrajeran a posibles consumidores hacia un “colosal debut” o una “playa de la alegría”. Incluso existían negocios cuyos dueños y encargados trataron de mostrar que su giro no era ni de cantina ni cabaret, como Las Fuentes, pero las prácticas culturales del cabaret no conocían fronteras de licencias o giros comerciales gracias a las personas que las llevaban a cabo en su interior. El número de anuncios en El Informador sobre centros de vicio, restaurants, salones, cantinas, clubes, centros sociales y cabarets decayó hacia la década de 1950 y se mantuvo de esta manera hasta el final de la vida cabaretera tapatía. Los pocos espacios publicitarios que encontramos correspondían en su mayoría a Casbah, Ciro’s, Afro Casino y Montparnasse, que eran lugares que cotidianamente aparecían los fines de semana en El Occidental. A pesar de esto, existen anuncios aislados de lugares de los cuales hay pocos datos, pero brindan suficiente información para ubicarlos en el mapa cabaretero local.

Imagen 19. Publicidad Copacabana.134

 134



El Informador, Sección 2, 13 de diciembre, 1949. HDI.





Del Copacabana tenemos pocos datos de su existencia, pero con esta publicidad de 1949 acerca de “Yumina, la Diosa blanca de los ritmos negros” podemos reconocer que fue de los pioneros en anunciar a sus artistas femeninas con mayor laxitud en la vestimenta. Hasta finales de la década de 1950 es cuando la mayoría de lugares promocionaban a sus vedettes y artistas con fotos donde sus cuerpos fueran el atractivo central. También el Teatro Lírico encontró lugar en las páginas de El Informador, presentando un antecedente al teatro que la Asociación Nacional de Actores (A.N.D.A.) edificaría algunos años después (Ver imagen 20). Desde mediados de la década de 1950 ya contaba con una cartelera de variedades donde integraba músicos, bailarines, cantantes, y hasta una bibelot, que eran enanos a los que se les asignaba un número para cantar o hacer sketches.135

 135

Presentar enanos y personas pequeñas fue una práctica común en los espectáculos de variedades a nivel mundial desde muchos años atrás. Uno de estos ejemplos es el caso de Espiridiona Cenda, una pequeñísima mujer cubana de 65 centímetros de altura que logró conquistar escenarios en América Latina, Estados Unidos y Europa. La novela Chiquita de Antonio Orlando Rodríguez publicada por Alfaguara en 2008 narra su vida de manera detallada. En el anuncio de la imagen 20 aparece en la cartelera una bibelot con el mismo seudónimo, pero es mera coincidencia.







Imagen 20. Cartelera del Teatro Lírico136

Imagen 21. Anuncios Morocco y El Sombrero 137

El Sombrero (imagen 21) ubicado en la Nueva carretera a Zapopan, actual av. Ávila Camacho, 405, y Morocco (imagen 22) en Pedro Moreno 385, fueron lugares con variedades, productos y servicios más modestos, pero con los pocos anuncios que pagaron en El Informador podemos ver su existencia; el primero procuraba en sus carteleras artistas más cercanos a la canción ranchera y romántica, mientras que en el segundo las orquestas y conjuntos tropicales tenían mayor frecuencia en sus escenarios.  136 137



El Informador, Sección 2, 29 de mayo, 1954, HDI. El Informador, Sección 2, 20 de octubre, 1956, HDI.





La década de 1960 marcó el inicio de una nueva dinámica en la vida cabaretera local, donde los medios de comunicación –televisión y radio particularmente– influyeron en la creación de un star system, una lista de nombres de élite y de espectáculos particulares que constituyeron gran parte de las ofertas y prácticas de moda para divertirse. Estas actividades y personajes fueron el objetivo de los empresarios de cabarets a nivel nacional, y en Guadalajara esta situación fue evidente con las carteleras presentadas. La publicidad poco a poco comenzó a mostrar este nuevo síntoma en la vida cabaretera, donde artistas de nivel nacional se integraron a la práctica cultural cabaretera, y dentro de este grupo de personas cobró fuerza, para la década siguiente, la figura esbelta de cintura y ancha de caderas que portaban las vedettes.

2.4- La antesala a la época cabaretera.

Las décadas de 1950 y 1960 fueron tiempos de asimilación y crecimiento de los cabarets y su práctica cultural en Guadalajara. La actividad nocturna había pasado una primera etapa donde para muchos su existencia no representaba mucho, y ahora las autoridades tenían plena conciencia de ella y de las cuestiones que acarreaba consigo. A pesar de esto, la reacción legal y administrativa en contra de los centros de vicio llegó en un momento donde las tendencias culturales conjugadas en el cine, la música y el entretenimiento contravenían a las intenciones de detenerlos. En el cine, las películas sobre rumberas, y años después las de ficheras, ayudaron a que los cabarets entraran en el catálogo mental de entretenimiento para el público tapatío; a través de los él, las personas que asistieron a ver los filmes, donde éstos lugares y sus



 



personajes eran elementos centrales de la trama, comprendieron que los centros nocturnos de este tipo estaban teniendo auge en la ciudad de México, y grandes artistas participaban en ellos. Las audiencias también atestiguaron los asuntos negativos y positivos que acontecían en el interior de los lugares representados en las pantallas. Si bien los cabarets podían ser negocios donde ocurrían crímenes, prostitución y relaciones tormentosas entre ficheras, clientes y tarzanes (proxenetas), cualquier persona que no se involucrase en esos asuntos podía pasar un buen rato bebiendo, bailando y contemplando las variedades de espectáculos exóticos que se presentaban dentro de ellos, o al menos eso dejaban ver las películas. La creciente actividad artística con los músicos y géneros que triunfaban en la Ciudad de México –capital política donde también convergían las expresiones culturales de las corrientes dominantes– así como los que iniciaban carrera en Guadalajara, también requerían lugares donde pudieran ser vistos y escuchados. La apertura de más cabarets en la ciudad respondió también a la necesidad de dotar de lugares de entretenimiento a los tapatíos. Así, los cabarets como lugares de exhibición de formas culturales como la música, los bailes exóticos y las variedades y revistas, operaron como espacios donde artistas emergentes intentaron darse a conocer, y algunos de ellos lograron sus objetivos triunfando en la escena nacional e internacional. La vida artística de los cabarets tapatíos ocurría con mayor éxito en los establecimientos que ofrecían sus servicios para la clase media y alta, mientras que para los lugares destinados a las clases populares la situación era distinta. Desde la década de 1940 hasta 1970 estos lugares vivieron varias etapas difíciles para su existencia, pero cotidianamente hallaban las formas de continuar con sus labores.



 



Los centros nocturnos populares lograron crear una imagen peculiar donde trazaron las líneas divisorias para distinguirse de los lugares para la clase alta. A pesar de coincidir en la esencia de la práctica cabaretera, ofreciendo diversión por medio de la música, el baile y el consumo de alimentos y bebidas alcohólicas, la participación de ciertos personajes al interior los hacía distintos entre sí. En este sentido, las prácticas y representaciones que se efectuaban al interior y exterior de los diversos cabarets colaboraron en la distinción de las formas culturales cabareteras en Guadalajara, y esta será la tarea por analizar en el siguiente capítulo.



 



Capítulo III. Las prácticas y representaciones del cabaret tapatío. A mí me gusta lo que te disgusta A mí me gusta lo que a ti te asusta Y aunque te quiero, te quiero, te quiero Me gusta ser para ti lo primero 138

La ciudad de Guadalajara comenzaba a encarnar una serie de vicisitudes en los ámbitos público y privado para los tapatíos de mediados del siglo XX. Entre transformaciones urbanas, el uso cada vez más generalizado de transportes motorizados y la existencia consolidada de medios de comunicación como la radio, televisión y periódicos, la vida cotidiana de los tapatíos encontró cambios y nuevas prácticas a las cuales familiarizarse. Las diversiones diurnas y nocturnas en la ciudad vivieron cambios en su praxis, y particularmente la vida cabaretera experimentó una nueva etapa que influyó directamente en su existencia. Con una sociedad que podía acceder cada vez más rápido a la información en los medios de comunicación, donde la publicidad jugaba un papel preponderante, los empresarios del entretenimiento nocturno comprendieron que los tapatíos ahora contaban con muchas herramientas para participar de sus actividades. Por una parte, los desveladeros de mayor renombre y con las propuestas de diversión más caras gozaron de cierto prestigio ante la opinión pública, mientras que los lugares más modestos continuamente fueron juzgados de manera negativa por casi todos los sectores de la sociedad tapatía. A la par del desarrollo de los cabarets tapatíos, una nueva forma de representarlos surgió en uno de los medios de mayor auge en el siglo XX: el cine. Los esfuerzos fílmicos  138

“Lo que a mí me gusta” interpretada por Lyn May en el filme Burlesque, DVD, dir. René Cardona (1980; México: Distrimax, 2006).







nacionales invertidos en el llamado cine de rumberas también contribuyeron a la formación de una serie de conceptos en torno a la vida cabaretera en general por parte de la sociedad tapatía. Dentro de esta dinámica se conformaron una serie de representaciones colectivas e individuales sobre las prácticas particulares de los cabarets locales, y gracias a todos los elementos que intervenían dentro y fuera de ellos, los habitantes de la ciudad lograron reconocer la consolidación de una forma de diversión específica, pero con distinciones concisas de acuerdo a varios parámetros. La propuesta central de este capítulo es que la práctica cultural cabaretera en Guadalajara aconteció de manera distinta dentro y fuera de dos tipos de cabarets: los populares y los de clase media y alta. En la definición de cada tipo de lugar intervinieron prácticas y factores específicos que interactuaron y que permitieron a los habitantes hacer una representación de estos establecimientos. Éstos elementos eran los actores sociales que participaban al interior de los negocios, los productos y servicios que se ofrecían y, en algunos casos, la ubicación espacial en la ciudad. Estas primeras representaciones partieron de todas las prácticas al interior y exterior de los cabarets por los personajes que intervenían, que fueron leídas por los miembros de la sociedad tapatía y lograron conformar –primero de manera individual en opiniones personales y posteriormente de manera colectiva en quejas, cartas y opiniones dirigidas al ayuntamiento y los periódicos, así como en organizaciones– representaciones colectivas sobre la práctica cultural cabaretera en la ciudad.







El cine es, entonces, una manera de representar “prácticas y usos sociales externos al film” que pueden ser leídos por los espectadores casi como un texto, utilizando la idea de Chartier sobre las representaciones.139 Esta forma de idear, conceptualizar, y comunicar al cabaret por parte de algunas colectividades en Guadalajara operó por varias décadas, conformando representaciones distintas según fuera el tipo de cabaret al que se refirieran, tanto en la vida cotidiana como en prácticas particulares como la creación y proyección de películas sobre cabarets en salas de cine, usando a los actores sociales que se desenvolvían fuera de las pantallas en los cabarets de verdad.140 Sobre los personajes que participaban en los cabarets –clientes, artistas, empleados y autoridades involucradas– es importante reconocer que jugaban diferentes roles y eran interpretados de distintas maneras de acuerdo al tipo de establecimiento en que se encontraran. Los servicios de diversión y los productos que se consumían al interior también variaban, y la interacción entre las acciones de los personajes y los servicios ofrecidos desembocaban en representaciones específicas en torno a los cabarets locales por parte de todos los sectores de la sociedad tapatía. Hablando particularmente sobre los artistas al interior de la vida cabaretera, el consumo creciente de productos culturales por medio de radio, televisión y cine comenzó a influir con las ofertas de espectáculo de los cabarets locales. Cada vez se hacía más  139

Jose Carlos Rueda y Mª del Mar Chicharro, “La representación cinematográfica: una aproximación al análisis sociohistórico” en Ámbitos. Nº 11-12 (2004), 429. Los autores incluso mencionan el concepto de “representación” que utiliza Chartier y lo explican como una herramienta para el uso dentro de la cinematografía. Cabe recordar la idea de Chartier planteada desde la introducción donde reconoce que “en el espacio así trazado se inscribe cualquier trabajo situado en medio de una historia de prácticas, social e históricamente diferenciadas, y de una historia de representaciones, inscritas en los textos o producidas por los individuos”, explicando que en la producción de sentido de un grupo social caben no sólo los textos escritos en papel, sino textos de diversos soportes y caracteres. Chartier, El mundo como representación, 52. 140 Patricia Torres San Martín, Cine y género. La representación social de lo femenino y masculino en el cine mexicano y venezolano. (Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 2001) 19.







necesario contar con números de baile y nombres de calidad reconocida por parte de los empresarios que podían pagarlo, mientras que los cabarets de menores posibilidades mantenían su existencia a través de otras prácticas como el ficheo. En la práctica cabaretera local encontramos la competencia de grupos sociales por la apropiación de los productos culturales que intervenían en la música, el espectáculo y la diversión, y también notamos las distinciones entre estos mismos grupos de acuerdo a criterios económicos y culturales dependiendo del establecimiento al que acudían a divertirse.141 La ubicación del lugar cumplía un papel relevante para la representación de la vida cabaretera, ya que en un giro de la calle Obregón (zona San Juan de Dios) frecuentado por habitantes de zonas populares, con bebidas alcohólicas baratas, sin música de orquesta y presencia de ficheras, contrastaba con un centro social o casino como el Afro, con productos más caros y variedades en vivo de talla nacional, y con clientes de nivel socioeconómico más alto. Además de estos elementos, las acciones específicas de algunos parroquianos y trabajadores de cabarets populares que eran delitos o actividades prohibidas, generando opiniones distintas entre un lugar y otro para miembros de la sociedad quienes utilizaban las quejas y las noticias como un medio para hacer notar su inconformidad o su aprobación para lo que ocurría en los diferentes lugares. Gracias a este tipo de acciones, muchos de los cabarets, salones, cantinas y centros de vicio ubicados en barrios y colonias populares, o frecuentados por miembros de las clases bajas de la sociedad tapatía, fueron conocidos por ser lugares conflictivos y peligrosos para cualquier tapatío que gustara de practicar las buenas maneras y costumbres en la ciudad.  141







También es de considerar el papel de la cinematografía en la elaboración de juicios de la vida cabaretera local, pues en las pantallas, los melodramas mostraban las alegrías de la danza y las actividades nocturnas junto con la complicada existencia que llevaban los personajes femeninos del cabaret, haciendo de la mujer –la rumbera– un tema central en las opiniones sobre el entretenimiento y la diversión nocturna. La interacción de todos estos elementos al interior, así como la opinión vertida en periódicos y quejas, y los conceptos formulados por las películas del cabaret comenzaron a formar representaciones sobre la práctica cultural cabaretera en sectores populares; dicha imagen llegó hasta el final de la vida cabaretera como un estigma para muchos negocios y locales de zonas céntricas de la ciudad. El objetivo general de este capítulo es caracterizar las dos formas de vida cabaretera en la ciudad, y explicar las diferencias que existieron entre ellas. Posteriormente, analizaremos cuales fueron los elementos distintivos que se consolidaron como partes centrales de la práctica cultural cabaretera y que abrieron paso a la siguiente década donde los cabarets ya eran parte de los lugares importantes para el entretenimiento en la ciudad. Este capítulo termina analizando la existencia de una práctica particular de los cabarets en general, pero mayormente relacionada con los lugares populares: la presencia de ficheras. La acción de fichar nos permite abrir paso al tercer capítulo, donde la otredad de las mujeres del cabaret se expresó con todo su esplendor en los medios de comunicación, escenarios y pistas de los centros nocturnos locales a través de las vedettes. La última sección de estas páginas abre camino a esta nueva etapa llena de espectáculos y luces que se apagarían casi de manera repentina para la mayoría de los establecimientos en la ciudad que participaban de la práctica cultural cabaretera.







3.1- El cine de rumberas: representación de la vida del cabaret.

Mientras corrían los últimos años de la década de 1940, la actividad fílmica nacional mantuvo el ritmo que había iniciado desde el estallido de la Segunda Guerra Mundial. En esta etapa, como resultado de la dinámica nacional modernizadora donde una mayoría de población rural comenzó a migrar a las ciudades, la formación de una nueva clase media urbana requirió, además de empleos, nuevas formas de entretenimiento de acuerdo a sus gustos y posibilidades, cuestión que pronto comenzó a ser uno de los objetivos de las empresas culturales, como las compañías cinematográficas.142 Las salas de cine en Guadalajara fueron uno de los espacios más importantes para el entretenimiento de los tapatíos de todas las clases que pudieron acceder a comprar una entrada. Películas nacionales, estadounidenses y europeas fueron proyectadas en las pantallas a lo largo de las décadas de 1940 y 1950, mostrando a los espectadores historias con diversos contextos dentro y fuera de los rincones mexicanos. En estos filmes se presentaban ficciones que hacían fantasear con otros mundos, pero también se proyectaban realidades que poco a poco permitían establecerse ideas específicas sobre varios temas cotidianos. La época de oro del cine mexicano que vivió sus años durante esta fase construyó sus tramas en torno a historias diversas –cómicas o dramáticas– donde la mujer era el personaje central. Como resultado de este eje femenino de los filmes, nombres importantes surgieron en boca del público; casos como el de María Félix –mujer fuerte del cine ranchero– que quedó grabada por generaciones en las mente de los espectadores son un  142

Emilio García Riera, Breve historia del cine mexicano, primer siglo 1897-1997. (México: IMCINE, 1998), 153. Nestor García Canclini y Ernesto Piedras Feria, Las industrias culturales y el desarrollo de México. (México: Siglo XXI/FLACSO, 2006), 12.







ejemplo de la relevancia femenina en las películas. Pero para el caso rumbero, actrices como Ninón Sevilla, Rosa Carmina, Marga López, María Antonieta Pons y Mercedes Barba representaron el papel de la cabaretera en diversos largometrajes, y también se ganaron un lugar especial en la historia del cine nacional y en la memoria de las audiencias. Durante esta época, y con las actrices mencionadas, una serie de películas introdujeron un espacio social urbano en las mentes del público: el cabaret. En las llamadas películas de rumberas, historias de amor y desamor que se desarrollaban al interior y al exterior de cabarets, lugares donde los personajes entablaron sus relaciones tormentosas al ritmo de tambores y música tropical, casi siempre terminando en tragedias, pero siempre mostrando la alegría de la vida nocturna de esos lugares. Las tramas de las películas de rumberas narraban las complicaciones que generaba una vida alejada de los estándares morales de la sociedad, donde una mujer que trabajaba de noche en un salón o cabaret terminaba sufriendo las desventuras de esa forma de ganarse la vida. La rumbera ó cabaretera representa, en estos filmes, una especie de dualidad contradictoria, donde el papel de una especie de prostituta no confesional se combina con muchas de las características femeninas históricamente reconocidas: la maternidad, el cuidado de su familia, las labores domésticas, entre otras. Por un lado, la rumbera era en palabras de Ninón Sevilla “siempre sufrida, explotada y golpeada por su padrote”.143 Por el otro, era una mujer caída que buscaba la redención, y la única forma de lograrlo era a través del baile, pues la rumbera era “un ídolo, pero literalmente con pies de barro, aunque estos pies, sobre todo sus piernas, son su

 143



Cristina Pacheco, Los dueños de la noche (México: Plaza y Janés, 2001), 19.





fortuna y su salvación”. 144 Así, la rumbera conjugaba la alegría de la vida nocturna citadina, con sus bailes y ritmos musicales nuevos, pero también evidenciaba las dificultades y tristezas que acarreaba una vida alejada de los estándares femeninos aceptados, donde al final a estas damas, como a las rumberas, sólo un hombre bueno lograría salvarla, y no encontrarlo podía llevarla a la total degradación.145

Imagen 22. Ninón Sevilla en Aventurera.146

A pesar de ser el personaje principal, la rumbera no era el único elemento digno de mostrar en estas películas; si bien la mujer del cabaret y sus problemas eran parte central de las tramas, en estos filmes podemos observar secuencias largas de bailes exóticos con músicos alegres, así como varias personas, en pareja o solitarios bailando al ritmo de las canciones románticas mexicanas, caribeñas o africanas. Otro de los objetivos del cine de rumberas era enseñar que en los cabarets existían grandes opciones para la diversión de los asistentes, sobre todo si se mantenían alejados de los personajes que podían complicar las situaciones, como las ficheras y los cinturitas (proxenetas).

 144

David Ramón, Sensualidad. Las películas de Ninón Sevilla (México: UNAM, 1989), 22 David Ramón, Sensualidad. Las películas de Ninón, 23. 146 Ninón Sevilla bailando en Aventurera, DVD, dir. Alberto Gout (1949; México: Cinemateca, 2009). 145



 



Imagen 23. Escena festiva en Salón México.147

Otra de las intenciones de estas películas –en palabras de Rosa Carmina, actriz icónica del cine de rumberas– era poner en práctica el encanto y el secreto de las buenas rumberas, que consistía en “hacer sentir al público su baile y todas las cosas que hay en él: ritmo, sensualidad, cadencia, dulzura”, 148 cuestión que sin lugar a dudas ayudó a popularizar este género cinematográfico y a las vedettes, junto con todas las opciones de consumo musical que contenía, y en consecuencia también, colaboró a posicionar al cabaret como una opción de entretenimiento nocturno para muchas en Guadalajara y en todo el país. El cine de rumberas también auxilió a la creación de un star system, donde no sólo las actrices protagónicas sobresalían; junto a ellas, músicos e intérpretes lograron posicionarse en los gustos generales del público por medio de los números que presentaban en los filmes. Agustín Lara –voz eminentemente relacionada al desamor de las cabareteras– Toña la Negra, Dámaso Pérez Prado, Lobo y Melón, entre otros, lograron formar cierto  147

Salón México, DVD, dir. Emilio Fernández (1949; México: AlterFilms, 2003). Cristina Pacheco, Los dueños, 69. En el caso de Rosa Carmina, descubierta por el cineasta Juan Orol, sus pasos y movimientos rítmicos la llevaron del cine a los teatros de revista y cabarets en la ciudad de México, haciendo de ella un gran éxito en el espectáculo y considerándola “La diosa de fuego hecha mujer”.

148



 



prestigio a partir de sus apariciones en películas de rumberas, donde se mostraba al cabaret como un lugar con presencia musical importante. Gracias a estos artistas, el bolero y los nuevos sonidos afrocubanos se levantaron como los primeros géneros cabareteros de la época de 1940 en México.149 Entre películas como La reina del trópico, Aventurera, Sensualidad, Salón México, Sandra, la Mujer de fuego y otras más, los espectadores tapatíos comenzaron a formarse ideas en torno a los cabarets, sus asistentes, sus bailarinas rumberas y sobre la práctica cultural en general hacia la década de 1940. Para muchos que aún no asistían a alguno de los desveladeros tapatíos, esta idea del cabaret pudo parecerles interesante sobre todo con las atracciones que presentaban sus anuncios ofreciendo la presencia de artistas consagrados, esos que salían en las películas.

Imagen 24. Número musical en La Reina del Trópico.150

 149

David Ramón, Sensualidad. Las películas de Ninón Sevilla (México: UNAM, 1989) 16. Carlos Monsiváis, Escenas de pudor y liviandad (México: Debolsillo, 2004), 51. Monsiváis reconoce incluso al danzón como uno de los primeros ritmos de los lugares nocturnos desde años anteriores a 1940: “es la música de los prostíbulos, acoplamiento vertical, vuelo erótico fijado al piso”. 150 Escena de María Antonieta Pons en La reina del trópico, DVD, dir. Raúl de Anda (1946; México: Séptimo Arte Distribución, 2005).



 



Los lugares donde parece desarrollarse las historias del cine de rumberas corresponden a una descripción más cercana a los cabarets de clases medias y altas en Guadalajara. En los filmes es común observar espectáculos con música de orquesta, consumo de alimentos y bebidas, y los códigos de vestimenta de los clientes –con traje los caballeros y vestido las damas– que nos permiten reconocer que los lugares representados no eran los cabarets populares. Como contraste a las realidades en el cine de rumberas, la práctica cabaretera cotidiana local contaba con pocos lugares donde la realidad podía parecerse a lo proyectado en las pantallas, pues los establecimientos populares de la ciudad pocas veces pudieron tener presencia de músicos famosos y mucho menos a bailarinas, vedettes o actrices reconocidas. A pesar de no corresponder con las descripciones físicas de los lugares ni con la cartelera de espectáculos, la presencia de mujeres laborando en los establecimientos de bajos recursos constantemente asociaba a la mujer sufrida de la pantalla con la posible víctima de explotación sexual que representaban las meseras y ficheras en las cantinas, salones y cabarets populares de la ciudad. La presencia de estas mujeres junto con actividades delictivas y embriaguez efectuadas por sus parroquianos y empleados, fue conformando una serie de conceptos en torno a los centros de vicio de zonas populares que se mantuvo hasta la desaparición de la vida cabaretera tapatía.







3.2 La imagen del cabaret popular.

Los desveladeros de las zonas populares adquirieron fama de ser lugares conflictivos a lo largo de muchos años gracias a sus parroquianos, propietarios, trabajadores, autoridades y las acciones que estos cuatro sectores realizaban al interior. Los parroquianos de los centros de vicio populares de la ciudad eran casi en su mayoría habitantes o vecinos de las zonas, colonias y barrios de habitación popular. Para ellos, asuntos como la cercanía, los precios y la oferta de un ambiente y un lenguaje simbólico común podrían ser tomados como elementos determinantes del gusto de los tapatíos de barrios populares. De orígenes diversos, como tapatíos añejos, incorporados de zonas rurales, o siendo parte de familias migrantes como las primeras generaciones de hijos nacidos en Guadalajara, los habitantes de estos barrios asistían a los cabarets y cantinas cubriendo sus necesidades de distracción y esparcimiento después de las jornadas de trabajo. En un ambiente cercano a su realidad desahogaban las tensiones del día a través de una cerveza, un vaso de licor, alguna bebida preparada como el changuirongo o bailando al ritmo de la música que tocaban los conjuntos o que emitían las dieceras.151 Quienes concurrían a trabajar en estos centros, así como los propietarios de los cabarets, también podían ser vecinos de dichos barrios y compartían códigos comunes con los clientes. Las mujeres que trabajaron en estos establecimientos como meseras, ficheras y hasta en labores de limpieza, pudieron cubrir sus necesidades económicas por medio del  151

El changuirongo era una mezcla de Coca-Cola con tequila. Ramos Willchis, “Los cabarets…”, 130. Las dieceras eran aparatos eléctricos musicales, muy comúnes en los cabarets y cantinas que no presentaban orquesta por ser un servicio muy costoso y, sobre todo, de cabarets de primera. Además, uno de los personajes que participó de la vida cabaretera activamente, “Barú”, nos indica que en todos los cabarets había orquesta o conjunto musical, así fuese una pequeña y el cabaret fuere uno de los populares de la zona de San Juan de Dios. Adolfo Torres Bermúdez (Bailarín y coreógrafo) entrevista realizada por el autor, Septiembre 2013 (En adelante se menciona como Barú).







trabajo en cabarets de barriada; sin embargo, por el hecho de estar laborando en dichos lugares tuvieron que ser objeto de serias críticas por parte de la sociedad tapatía. La percepción del cabaret popular como una práctica nociva en la sociedad tapatía integraba siempre mujeres y embriaguez, y ambos elementos combinados ocasionalmente podían desembocar en disturbios menores o crímenes. La mujer como fichera y/o mesera fue un elemento central en la dinámica de los cabarets tapatíos por décadas, y representaba un estilo de vida que no debían llevar las mujeres decentes, que mejor tendrían que optar por ser madres de familia y educadas de acuerdo a los cánones tradicionales, evitando convertirse en “mariposillas de arrabal”.152 La presencia femenina fue eje de constantes quejas durante las décadas de 1940 hasta 1970, a tal grado que se intentó prohibir su participación en todos los establecimientos nocturnos y centros de vicio. A pesar de los esfuerzos de las autoridades, la práctica cabaretera se impuso ante las exigencias administrativas, ya que sin la presencia de damas, la existencia de cabarets hubiera carecido de una de sus principales atracciones mediante el baile y el sistema de ficheo. Muchas mujeres de los cabarets populares tapatíos participaron de otra dinámica, explotando el interés por lo prohibido y el apetito carnal de algunos de los visitantes del cabaret a través de la prostitución, llegando más allá de lo permitido por la ficha que pagaban sus clientes. Con esta nueva forma de ver al cabaret como un lugar donde algunas mujeres se prostituían se creó la imagen de la cabaretera como algo dañino para la sociedad y las familias tapatías. Así, se incluyeron nuevos elementos al cabaret que operaron dentro del proceso de la prostitución y que para las autoridades y la sociedad civil resultaron alarmantes.  152



El Occidental, “Juventud y porvenir”, 1ª Sección, 6 de septiembre, 1943, BPEJ.





Hacia la década de 1940 en la ciudad se comenzó a notar la presencia de un nuevo elemento que se integraría a la vida nocturna y sus centros de vicio: los pachucos.153 Estos personajes fueron asociados como “personas viciosas, sin ocupación” 154 y además su vestimenta dio lugar a muchas críticas de la moda tapatía establecida.155 Los pachucos en los barrios populares, dentro de sus cabarets, cantinas, billares, piqueras y salones, sirvieron de abono para reforzar la imagen negativa que ya de por sí ostentaban todos estos establecimientos para la sociedad y los gobernantes. Varios de estos pachucos –aunque no solo eran ellos los que participaban de esto– operaron como cinturitas o tarzanes, definidos como hombres que viven a expensas de prostitutas y cabareteras, brindándoles protección y obteniendo ganancias en este proceso.156 Las prostitutas y sus tarzanes, conjuntamente con tahúres, ladrones, y demás personajes del crimen, ayudaron a que el espacio físico del cabaret quedara establecido como un refugio pasajero para ellos, al menos en las representaciones que se hacía de estos lugares por parte de la clase alta, gobernantes y medios de comunicación.157 Como consecuencia de estas actividades, el Ayuntamiento ordenó con frecuencia la presencia de personal del área de Inspección y Vigilancia en los locales de cantinas, cabarets y salones, pero sus atribuciones eran reducidas. Las inspecciones fueron una situación recurrente hasta el final de la vida cabaretera, y muchas veces fueron causadas por presiones externas de los medios de comunicación o los vecinos.  153

El Occidental, “Alarma con la presencia de los llamados pachucos”, 1ª Sección, 18 de junio, 1943, BPEJ; El Occidental, “Lo robaron al estar en un cabaret”, 2ª Sección, 17 de febrero, 1948, BPEJ. 154 Sobre la llegada de los pachucos al occidente véase el recuento histórico migratorio en: José Manuel Valenzuela, Chicanos, identidad y racismo (México: El Colegio de la Frontera Norte/Plaza y Valdes, 1998) y Rogelio Marcial Vázquez “Juventud y expresiones juveniles: Un acercamiento al fenómeno juvenil en México” en Relaciones núm. 50 (1992), 121-126. 155 A pesar de ser juzgados negativamente, los pachucos fueron elemento característico de los bailes (como el danzón) y del espectáculo de los cabarets a nivel nacional, sobre todo en la década siguiente. 156 El Occidental, “Una batida a los cinturitas”, 2ª Sección, 3 de febrero, 1944, BPEJ. 157 El Occidental, “Campaña contra los tarzanes”, 2ª Sección, 8 de mayo, 1943, BPEJ.







A causa de no formar parte del cuerpo de policía y por ende no tener autoridad para reprenderlos en sus actividades ilícitas, los inspectores les permitían cierto grado de libertad a todos los personajes que actuaban negativamente al interior de los desveladeros. Fuera de los establecimientos, o en casos de escándalos mayores, los policías podían tomar parte en el lugar y hacer valer el peso de la ley y los reglamentos sobre estos individuos. La presencia de personajes del crimen y hampa creó normas no escritas para el comportamiento al interior de los cabarets. El parroquiano que acudía a divertirse y liberar las tensiones de un día de trabajo sabía que debía guardar cierta distancia para con éstos miembros del lugar y que de involucrarse podía correr peligro.158 Aún con la información en El Occidental donde es evidente la existencia de los personajes del crimen, prostitución y hampa dentro de los cabarets, en el Archivo Municipal de Guadalajara las principales causas de multas o clausuras de establecimientos estaban enfocadas hacia la presencia de mujeres sin detallar en sus funciones. Como causa de estas reprimendas debemos tomar en cuenta que en 1943 el gobernador Marcelino García Barragán ordenó el cabal cumplimiento de la Ley Federal del Trabajo en tanto a la negativa de contar con mujeres y menores de edad dentro de los centros de vicio y además propuso una Ley que regulaba esta actividad en todo el Estado de Jalisco, la cual fue aprobada con muchas modificaciones y no logró ningún impacto trascendental.159 El ayuntamiento castigó cotidianamente la asistencia de mujeres a los cabarets y cantinas populares con multas económicas y hasta algunas veces con la clausura temporal de los establecimientos. Hacia 1950 esto fue evidente con la clausura de varias cantinas donde los inspectores se percataron que las meseras bailaban con los parroquianos, como el  158

Barú, entrevista realizada el 24 de septiembre de 2013. El Occidental,”Ni menores de edad ni mujeres en las cantinas”, 1ª Sección, 17 de marzo, 1943, BPEJ; Decreto 4888, Guadalajara, 1943, ACEJ.

159







caso de la cantina La terminal (Manzano 52, cerca del FFCC).160 Esto sucedía también en lugares que no poseían permiso para operar como cabarets y que ofrecían servicio de restaurant y baile con música en su interior, como el caso del Salón Modelo (calle 28 de enero 368) que pasó varios meses sin contar con la documentación necesaria para funcionar, evidenciando que la práctica cultural cabaretera no ocurría solo al interior de los negocios con licencia de cabaret.161 Pese a que uno de los temas comunes en las quejas sobre centros de vicio era el comportamiento y la falta de moralidad de los asistentes, quienes estaban encargados desde el Ayuntamiento de regular el funcionamiento de los cabarets no tuvieron injerencia, al menos reglamentariamente, en procurar las buenas maneras al interior de los lugares. En el período revisado, las pruebas existentes nos permiten comprender que las causas por las que los cabarets eran clausurados o sancionados iban más dentro del orden administrativo, en cuanto a permisos para su funcionamiento, para el uso de las dieceras o para permanecer abiertos después de las 00:30 horas. La mayoría de cabarets clausurados durante esta etapa inicial de crecimiento fueron objeto de las quejas y solicitudes vecinales sobre el mal comportamiento de su concurrencia y sus empleados. Las autoridades casi siempre respondían a estas peticiones con la clausura de los locales, aunque comúnmente esto respondía a que los propietarios carecían de la documentación requerida por los inspectores y no a una declaratoria de crímenes o faltas a la moral cometidos en su interior. Esto puede interpretarse como uno de los mecanismos

 160

Memorándum enviado a J. Asención Andrade, porpietario, de parte del Secretario del Ayuntamiento, Guadalajara, 4 de enero de 1950, AMG, Correspondencia: 3-29-2, 12. 161 Memorándum enviado a Luis Villareal, propietario, de parte del Secretario del Ayuntamiento, Guadalajara, 2 de junio de 1950, AMG, Correspondencia: 3-29-2, 8.







que el Ayuntamiento tapatío utilizó en busca de formas institucionales, casi pretextos, para lograr la regulación y sanción de la operación inconveniente de estos centros. El caso de mayor relevancia para entender el crecimiento del vicio en ciertas zonas populares es una queja, acompañada de varios oficios y propuestas, que vecinos de la zona de San Juan de Dios ofrecieron a las autoridades municipales con la finalidad de darles una pista sobre los giros comerciales que consideraban dañinos. Los vecinos adjuntaron un mapa a este documento, realizado a mano, donde reconocieron cifras que reflejan la importancia de la actividad del vicio en un área menor a veinte manzanas (Ver cuadro 2).

Cuadro 2. Registro vecinal de centros de vicio en la zona de San Juan de Dios, 1947.162 Giro

Cantidad de negocios

Mujeres en el interior

Casa de asignación (burdel)

83

384

Cantina

29

184

Cabaret

5

No indica

Hotel

6

No indica

123

568

Totales

 162

Quejas, solicitudes y estudios en torno a los centros de vicio de la zona de San Juan de Dios, Guadalajara, 31 de enero de 1947, AMG, Correspondencia: 3-29-1 bis, 11 expedientes.







Mapa 4. Registro vecinal de centros de vicio en la zona San Juan de Dios, 1947. 163

 163

AMG, 31 de enero de 1947. AMG, Correspondencia 3-29-1.



 



En una zona reducida, los vecinos reconocieron la presencia del vicio en el área aledaña de San Juan de Dios, ubicada entre el templo del mismo nombre y la calle de Medrano, que décadas después se convertiría en uno de los focos de atención más importantes en la vida cabaretera popular . Este documento sirve para reconocer una primera llamada de atención a las autoridades, donde diversas organizaciones como la Asociación Protectora del Hogar, la Campaña Moralizadora de los Barrios de Analco y San Juan de Dios, y el Consejo Popular de Economía Contra la Carestía de la Vida enviaron quejas junto con los vecinos para tratar de establecer una zona de tolerancia alejada de la ciudad con la finalidad de que los centros de vicio y la prostitución tuvieran cabida, pero lejos de los domicilios de las familias tapatías. Después de revisar las cartas y quejas del expediente, en el Ayuntamiento la información quedó sólo para darnos cuenta de la importancia que ya tenían los barrios de San Juan de Dios y Analco en estas actividades prohibidas moralmente, pues el Consejo de Colaboración Municipal, con base en estudios que realizaron expertos como el Doctor Luis Alcaraz, desechó la propuesta de crear la zona roja legalizada con el argumento de que “la zona de tolerancia es quizás el punto mas peligroso del reglamentarismo”,164 pues con toda permisividad se dejaría que mujeres cayeran en redes de prostitución y que los hombres buscasen los servicios de esta práctica. No conforme con esto, la resolución concluyó que “la caterva de gente de mal vivir que gravita alrededor de la pobre mujer entregada al comercio carnal, empresarios, proxenetas, tratantes de blancas, rufianes, sostenidos, lenones, etc. allí se agrupan y para sus fines, fomentan la explotación sórdida  164

Expediente 2 de Quejas, solicitudes y estudios en torno a los centros de vicio de la zona de San Juan de Dios, Guadalajara, 19 de junio de 1947, AMG, Correspondencia: 3-29-1 bis, 1.



 



de mujeres y hasta homosexuales”,165 dejando en claro que el ayuntamiento no estaría de acuerdo en fomentar todo esto. Este expediente representa la primera ocasión en que las autoridades se involucraron profundamente, hasta con estudios e investigaciones, con el crecimiento del vicio en la ciudad. El área cercana a San Juan de Dios se inició durante esta etapa como la zona con mayor cantidad de centros de vicio en la ciudad, siendo muchos de éstos giros objeto de las diversas quejas que enviaron los vecinos al ayuntamiento con la finalidad de alzar la voz en torno a varios temas que les molestaban. Dentro de las situaciones cotidianas que generaron quejas sobre los desveladeros populares estaban la música y los ruidos al interior de ellos, muchas veces mencionados como escándalos que causaban molestias a los vecinos de los negocios aledaños. Para explicar este fenómeno podemos mencionar la carta que envió la Unión Nacional de Padres de Familia, conjuntamente con el Sindicato Único de Médicos Cirujanos y Profesionales Conexos del Estado de Jalisco, el Centro Bancario de Guadalajara, la Cámara Nacional de Comercio, el Centro Patronal de Jalisco, y la Dirección Federal de Educación. En este documento se revela la postura de estas instituciones en torno al problema del ruido y las dieceras o magnavoces que no sólo aquejaban a los vecinos cercanos, sino también en las calles aledañas, según los remitentes. Así, también es de llamar la atención la serie de cabarets y centros de vicio que hay en el primer cuadro de la población, y que sus ruidos estridentes hasta el amanecer, originan trastornos a los vecinos que durante el día se han consagrado todos sus esfuerzos al trabajo, y que por ende, tienen derecho a recuperar sus fuerzas con el descanso de la noche.166

 165

Expediente 2 de quejas, AMG, 1. Queja que remite la Union nacional de padres de familia, el Sindicato único de médicos cirujanos y profesionales conexos, Guadalajara, 25 de mayo de 1945, AMG, Correspondencia: 1-08-48, 1. 166



 



La vida en el cabaret, según esta carta, no era considerada una forma de trabajo aceptable para algunos miembros de la sociedad tapatía. A través de la idea de que el vicio debería ser una actividad prohibida, el hecho de ser moralmente dañino aparentemente lo convertía en una forma incorrecta de labor, reconociendo que afectan a los trabajadores que laboraban en aspectos aceptados por el resto de la sociedad. Los ruidos y escándalos eran problemas que devenían no sólo de los ebrios o de las discusiones que podían surgir al interior de los cabarets, cantinas y salones. La música que se reproducía y tocaba en sus interiores, ya sea por orquestas o por las dieceras, resultaba molesta para muchos sectores de la población tapatía, pues los ritmos que comenzaban a llegar al país y a la ciudad, provenientes muchos de las islas del mar Caribe, con géneros como el mambo, el chachachá, la rumba, entre otros, causaban revuelo por lo que implicaban: baile, relajo y cierta sensualidad desbordada que se percibía en el ambiente.167 Estos nuevos ritmos, estridentes para muchos, comenzaron a tener auge hacia la década de 1940 y en varios cabarets cada vez era más frecuente la presencia de rumberas, orquestas y espectáculos relacionados con estos géneros, sobre todo dentro de los cabarets para clase media y alta de la ciudad conforme fue iniciando la década de 1950. En este período, la actividad cabaretera popular vivió una etapa de crecimiento a pesar de los embates que la ley anti-vicio del gobernador Yáñez le propició. Los empresarios de cantinas, salones, cabarets y centros nocturnos lograron mantener y fortalecer sus prácticas y comercios, consolidando una serie de elementos culturales que hasta la década de 1970 ayudaron a la creación de conceptos sobre la práctica cultural

 167

Antonio García de León, El mar de los deseos. El Caribe Hispano musical. Historia y contrapunto. (México: Siglo XXI editores/Gobierno del Estado de Quintana Roo/Universidad de Quintana Roo/UNESCO, 2002), 54







cabaretera que las autoridades se encargaron de combatir en el final de la etapa cabaretera popular en Guadalajara.

3.3- El auge de los cabarets populares.

Como resultado de las nuevas políticas regulatorias para centros nocturnos emanadas del decreto 5941, el gobierno municipal de Guadalajara comenzó a aplicar sanciones en contra de quienes contravinieran su aplicación. Como primera medida, la comuna comenzó a registrar censos de negocios para tener listas de control sobre estos establecimientos. En 1954 indican que existían veintiún lugares registrados como cabaret,168 con nombre de propietario y dirección completa; para 1955 existían registrados 32 cabarets que sumaban, por concepto de licencias anuales, 55,450.00 pesos a los ingresos municipales, y sólo dos centros turísticos que ingresaban 4,500.00 pesos.169 Las licencias, infracciones, clausuras y pagos de horas extras generaban ingresos originados de estos cobros y representaban una fuente constante de recursos para el Ayuntamiento. La recaudación de estos cargos (exceptuando la expedición de licencias) parecía obedecer a criterios relacionados con el tipo de giro, pues estaba enfocada principalmente hacia la zona de San Juan de Dios cercana al Mercado Libertad, con negocios modestos y de corte popular, aunque también hay que reconocer que los cabarets de clase alta no se salvaron de ver sellos de clausura en sus puertas algunas ocasiones.

 168

Lista de cabarets que solicita la Cámara de Comercio al ayuntamiento, Guadalajara, 2 de Julio de 1954, AMG, Correspondencia: 4-30-339, 2. 169 Lista completa de giros de cantinas, casas de citas, cabarets y centros turísticos, Guadalajara, 18 de Agosto de 1955, AMG, Correspondencia: 3-29-28, 4-5.







Entre 1955 y 1960 las infracciones y clausuras, resguardadas en el Archivo Municipal, correspondieron a locales y establecimientos ubicados en el área mencionada, principalmente a causa de quejas que los vecinos enviaban al Presidente Municipal con la esperanza de que fueran atendidas. En la mayoría de los casos, el Secretario de la comuna ordenaba al personal de Inspección y a la Policía que mantuviera vigilancia en los negocios mencionados, y casi siempre eran aplicadas infracciones y algunas veces hasta clausuras. En las quejas vecinales existe cierto patrón de elementos reconocibles sobre los cabarets populares: ruido y música estridente hasta altas horas de la noche, ebrios saliendo de los locales haciendo escándalos, robos, hechos de sangre, presencia de mujeres como ficheras y prostitutas y, finalmente, la importancia de que estuvieran instalados cerca de escuelas, templos o centros de trabajo, ya que uno de los asuntos que más reprobaban los vecinos era que sus familias, especialmente sus hijos, presenciaran inmoralidades cometidas por los parroquianos. Otro de los elementos comunes en las quejas era que las actividades cabareteras no eran exclusivas de los lugares registrados como cabaret. Ficheras, música y consumo de alcohol bien podían ser localizados en loncherías y cantinas, donde en teoría nada tenían que hacer ahí, pero los parroquianos se las arreglaban para llevar consigo la práctica cabaretera a otros establecimientos de las zonas populares. El caso del cabaret La Rumbera ubicado en Álvaro Obregón es ejemplo de los enojos por ruidos y ebrios escandalosos, donde los vecinos pedían que se “retire a ese cabaretucho la licencia” y con ello poder solucionar sus problemas de inseguridad y robos en la cuadra donde estaba ubicado.170 El cabaret representaba, para algunos vecinos de  170

Queja de vecinos contra el cabaret La rumbera, Guadalajara, 17 de Agosto de 1955, AMG, Correspondencia: 1-08-17, 1.







barrios de bajos recursos, un lugar de refugio para criminales y viciosos que hacían daño a su comunidad. De la misma forma, en la zona de San Juan de Dios otro lugar causó que vecinos levantaran la voz sobre las actividades del Café Mary, que no contaba con licencia de cabaret y causaba problemas con “sus grandes puertas abiertas de par en par permiten ver espectáculos inmorales, pues mujerzuelas de la peor especie se acarician con los clientes en estado de ebriedad”.171 Para los propietarios de cabarets de caché la situación también podía ponerse adversa, pues en el papel la ley no hacía distinción de clase social para su aplicación. Incluso podían ser objeto de quejas de sus vecinos, sólo que las exigencias vecinales variaban, pues mientras a los cabarets de barriada preferían verlos clausurados por completo, en éstos centros las solicitudes eran diferentes. En el caso del Savoy –cabaret en Gigantes e Insurgentes, de cierta trayectoria y de ingresos mayores a pesar de estar ubicado plena zona popular– los vecinos no pedían el cierre del lugar, sino más bien que las autoridades ordenaran el cierre de “la ventana por donde mujeres y hombres hacen poses deshonestas y escapan las leperadas y los estridentes ruidos de su música con el continuo ‘tun-tun’ de un tambor”.172 Como consecuencia de los encuentros cotidianos con las escenas de la práctica cabaretera, así como con muchas otras imágenes del vicio en cantinas, loncherías, tendajones y otros establecimientos, 131 vecinos del barrio de San Juan de Dios decidieron en 1959 realizar una lista de los centros de vicio con los que cotidianamente tenían que convivir, misma que fue enviada al Ayuntamiento con sus firmas y confirmada por agentes  171

Correogramas remitidos a la presidencia municipal sobre el Café Mary, Guadalajara, 14 de Marzo de 1958, AMG, Correspondencia: 1-08-3, 1. Cabaret La Rumbera, Guadalajara, 17 de Agosto de 1955, AMG, Correspondencia: 1-08-17, 1 172 Queja de vecinos de la calle Gigantes sobre el Savoy, Guadalajara, 12 de Agosto de 1957, AMG, Correspondencia: 1-08-22, 1-2







de la oficina de Inspección y Vigilancia, quienes anotaron al lado de cada lugar sus observaciones. La información sobre las calles de Gigantes, Gómez Farías, Cabañas, José Antonio Torres, Insurgentes, José Ma. Mercado, y Álvaro Obregón nos indica que, usando como punto central la intersección de las calles Gómez Farías e Insurgentes y trazando un radio de 250 a 300 metros a la redonda, dentro de esa área existían 52 centros de vicio confirmados, entre los cuales había 21 cabarets que operaban continuamente y con la presencia de mujeres como ficheras.173 En el mapa 5 se puede observar la distribución de cabarets o lugares con presencia de la práctica cultural cabaretera por cuadra, los números blancos al interior de los círculos oscuros indican la cantidad de establecimientos por manzana.

Mapa 5. Centros de vicio en la zona de San Juan de Dios hacia 1959. 174

 173

Quejas por centros de vicio en calle Gigantes, Guadalajara, 27 de Junio de 1959, AMG, Correspondencia: 1-08-6, 1-3. 174 Cabarets de la zona de San Juan de Dios según los vecinos. 27 de Junio de 1959, AMG, Correspondencia: 1-08-6, 1-3.







La lista de 1959 representa la continuidad de la actividad del vicio en la zona desde la década anterior a pesar de los intentos regulatorios, recordando el mapa 4 que los vecinos de la zona ya habían remitido en 1947 a las autoridades municipales. En aquellos años, los vecinos reconocieron la presencia de cinco cabarets en la zona, mientras que en 1959 eran reconocidos dieciséis cabarets o salones y centros turísticos, más cinco locales con presencia de ficheras (Ver cuadro 3).175 Esto confirma a la zona de San Juan de Dios como la mayor área popular de la práctica cabaretera tapatía, que se realizaba dentro y fuera de los establecimientos nombrados como cabaret de segunda clase, como se expone en el siguiente cuadro:

Cuadro 3. Centros de vicio en la zona de San Juan de Dios en 1959.176 Calle Vicente Guerrero Gigantes

No. Giro 34 Restaurant 37 Bar 250 Club (camelia) 200 190 149 173 167 160 156 154 128 120

Lonchería-Cantina Restaurant-Cantina Lonchería-Cantina Bar (Casa de citas) Mesón-prostíbulo Pulquería Lonchería Depósito de vinos Mesón Prostíbulo Club-Centro turístico 178 Hotel Prostíbulo 49 Depósito de vinos 50 Bar-Restaurant 1 Cantina

Observaciones de inspección Con venta de vinos y licores Con venta de vinos y licores Centro turístico con venta de vinos y mujeres fichando. Vinos y mujeres fichando Vinos y mujeres fichando Vinos y mujeres fichando

Sin vinos Vende copeado

Con venta de vinos y licores

 175

Guillermo Gómez Sustaita. Los decenios, 113. Durante este período fue presidente municipal Juan I. Menchaca; algunos consideran que a él “se debe la apertura, legal o no, aunque sí tolerada, para que toda clase de tugurios se asentaran en San Juan de Dios, que dio inicio a la ‘zona roja’ de Guadalajara.” 176 Lista de centros de vicio reconocida por los vecinos de San Juan de Dios en 1959. 27 de Junio de 1959, AMG, Correspondencia: 1-08-6. Se muestran 56 establecimientos en un área que involucra 11 manzanas. Los lugares en gris participan de la práctica cultural cabaretera.







Gómez Farías Cabañas José Antonio Torres

42 8 92 100 1 55 63 66 71 70 73 79 86 90 1 4 7 8 11 17 23 28 34 39

Restaurant-Cantina Casa de asignación Tienda-aguaje Cabaret Centro turístico

Cabaret Club Cabaret Cabaret Cabaret Restaurant-cantina Restaurant Mesón-prostíbulo Cabaret-Cantina Insurgentes Cabaret Bar-cantina Club Lonchería-cantina Centro turístico Cantina Restaurant-cantina Cantina Club-cabaret Pulquería (lonchería) 50 Cabaret 51 Cabaret José Ma. Mercado 2 Merendero-aguaje 15 Depósito de vinos 35 Club-cabaret 40 Cabaret (cantina) 57 Cabaret (loncheríacantina) 60 Tendajón 63 Bar 73 Tendajón (Cabaret) Álvaro Obregón 23 Restaurant-cantina 49 Lonchería (cervecería) 155 Lonchería (cantina) 168 Lonchería (cantina) 207 Lonchería (cervecería)



Clausurada Cerrada por cambio de domicilio En construcción Con todo y mujeres fichando Con todo y mujeres fichando Con todo y mujeres fichando Con todo y mujeres fichando Con licencia de vinos, y mujeres Con vinos Vecindad Con todo y mujeres fichando Con todo y mujeres fichando No existe No existe Con todo y mujeres fichando No existe Lonchería con venta de vinos Lonchería con venta de vinos No existe También es lonchería con venta de vinos También es cervecería Lonchería con todo y mujeres fichando Con todo y mujeres fichando Fonda Vende copeado Con todo y mujeres fichando Con todo y mujeres fichando Los cocos, Con todo y mujeres fichando

Birriería Tienda de abarrotes con venta de vinos Sin licencia para venta de vinos Sin vinos Sin vinos Sin licencia para venta de vinos, tiene mujeres fichando





Con estas evidencias, podemos reconocer que la actividad cabaretera en Guadalajara, y específicamente la enfocada en zonas de habitación popular, creció a pesar de los intentos de regulación municipales y de las constantes quejas de los vecinos acerca de lo que se hacía en la mayoría de los locales cercanos a sus áreas de habitación. No obstante, las fronteras de la zona cabaretera popular de San Juan de Dios no eran del todo rígidas, pues existían lugares que podían estar más alejados de ahí, ya sea por varias cuadras o a solo algunas calles, y que también tenían presencia de elementos de la práctica cultural cabaretera de tipo popular.177 Durante este período de transición entre las décadas de 1950 y 1960, muchos de los cabarets de Guadalajara comenzaron a sentir una brisa favorable para su crecimiento, logrando el impulso de muchos centros de vicio, tanto en zonas populares como fuera de ellas. El surgimiento de géneros musicales de moda, su difusión en la radio y televisión, así como la presencia constante de cabarets en el cine hacían de la práctica cabaretera, que conjugaba estos elementos, un lugar que resultaba tentador para los consumidores. Algunos establecimientos ubicados en zonas populares lograron ser reconocidos como cabarets de mayor nivel y en algunos momentos las variedades que se presentaron contaron con nombres de artistas que comenzaban a ser conocidos dentro del ámbito nacional. Los casos de el Sarape y el Nopal, ubicados en los números 74 y 82 la calle de Gigantes, dentro de la zona de San Juan de Dios, son ejemplos precisos de esta situación. En la década de 1960 eran establecimientos que tenían una cartelera rotativa y que podían pagar un espacio publicitario dentro de El Occidental, mostrando los artistas, vedettes y variedades que presentaban, dentro de una mezcla con ingredientes que parecían  177

Existen casos como los de Centro Turístico Tropical, ubicado en el barrio de Talpita y El Íntimo en Revolución y la Calzada Olímpica, que también eran objeto de quejas ocasionales por parte de sus vecinos. Centros turísticos, Guadalajara, 29 de Agosto de 1961, AMG, Correspondencia: 1-06-51, 1-2.



 



incongruentes, pero que dotaron de características peculiares a la práctica cabaretera en Guadalajara durante este período y el siguiente. El tipo de variedades que presentaba permite reconocer el tipo de lugar del que se habla, pues conforme se acercaba la década de 1970 cada vez más artistas buscaban tener cabida en cabarets locales para darse a conocer. En esta dinámica la Asociación Nacional de Actores (ANDA) y su sede en Guadalajara jugaron un papel importante, pues promovieron que cada vez más artistas jóvenes entraran a los escenarios de los desveladeros en variedades artísticas.178 La dinámica cabaretera enfocada a clases media y alta en la ciudad aprovechó esta oleada artística apoyada por la organización de actores, y durante esta etapa intermedia del siglo XX consolidaron su existencia muchos lugares de renombre, junto con sus productos, servicios y personajes, estableciendo las diferencias entre un tipo de lugar y otro en el ámbito cabaretero tapatío.

3.4- La distinción de la práctica cabaretera.

Además de las nuevas formas musicales de mediados de la centuria, algunos negocios de mayor nivel económico de la ciudad comenzaron a integrar nuevos elementos y espectáculos que definieron la vida de los centros nocturnos que participaban de la práctica cabaretera. En estos lugares, que ofrecían entretenimiento para los tapatíos con posibilidades económicas mayores, los shows consistían en números de orquestas o musicales atractivos, seguidos o precedidos por bailarinas exóticas, acróbatas, cómicos – como el caso de “Palillo”– y, finalmente, la parte medular del espectáculo: orquestas a la  178



Barú, entrevista realizada el 18 de septiembre de 2013.

 



usanza del modelo norteamericano –especies de Big Band– o artistas que comenzaban a tener éxito a nivel nacional y que a través de la radio, la televisión y el cine se difundieron a las audiencias. Para la primera etapa cabaretera en las décadas de 1940 y 1950, casos como la presentación de Pedro Infante en Los Pinos (ver imagen 26), María Luisa Landín y Jorge Negrete son evidencia de esta situación. Este tipo de espectáculos fueron característicos de establecimientos de clase alta, ya que los de corte popular en esta época, a pesar de contar con conjuntos musicales, no tenían la posibilidad de tener estos personajes gracias a su fama de lugares conflictivos y con pocos recursos para contratarlos.179

Imagen 25. Publicidad Los Pinos. 180

En primer lugar, resulta necesario comprender que la forma de referirse a los cabarets populares en este período, en su mayoría cercanos al centro de la ciudad y hacia el oriente, era como cabaretuchos, cantinuchos o salones de barriada. Los giros comerciales que existían además de estos eran las acepciones de centro social, centro turístico, club, y  179 180



El Occidental, “Un cabaret insoportable”, 2ª Sección, 3 de febrero, 1944, BPEJ. El Occidental, 2ª Sección, 15 de noviembre, 1943, BPEJ.

 



en ciertos casos café y restaurant, que contaban con concurrencia de nivel socioeconómico medio-alto. La adopción de estos nombres posiblemente respondía a la distinción que les daba para con los cabarets de la zonas populares de la ciudad, reconocidos como tales y que ostentaban el título de centros de vicio. La necesidad de guardar ciertas apariencias obligaba a los propietarios de los cabarets a utilizar otros nombres para sus establecimientos, pero las actividades de la práctica cultural cabaretera permanecían en su interior: música, baile, rumba y espectáculo. Algunos lugares tenían publicidad en ciertas ocasiones como cabaret, otras como restaurante, café danzante, centro social y club de media noche, como podemos ver en las imágenes siguientes.

Imagen 26. Bambi181

Imagen 27. Colonial.182

Imagen 28. Colonial.183

Imagen 29. Bambi.184

Algunas de las cosas que sucedían en los centros sociales, turísticos y demás lugares de mayor nivel socioeconómico, como la presencia de música, ritmos tropicales y mujeres como parte de la oferta de entretenimiento, correspondían con lo que pasaba  181

El Occidental, 2ª Sección, 17 de octubre, 1945, BPEJ. El Occidental, 2ª Sección, 11 de diciembre, 1945, BPEJ. 183 El Occidental, 2ª Sección, 9 de octubre, 1943, BPEJ. 184 El Occidental, 2ª Sección, 9 de octubre, 1943, BPEJ. 182







dentro de los cabarets populares, con diferencia notoria en los precios, en la concurrencia (que se traducía en vestido, consumo, así como en cierta diferenciación de gustos para con los tapatíos de clases más bajas), el espectáculo, las acrobacias, la presencia de orquestas como la de Manuel Gil, comida y bebida de alta calidad y –más importante– la ausencia, al menos supuesta, de crimen y de prostitución en sus interiores. En estos lugares, representados por negocios como el Café Colonial, Los Pinos, Ritz y Atlántida era importante hacer ver a su clientela que “aquí ni se ficha ni se roba”,185 y se ofrecen espectáculos de calidad y cuentan con la seguridad suficiente al cliente para divertirse de una forma socialmente aceptada y sin complicaciones. A este tipo de establecimientos acudían comerciantes de altas ganancias, empresarios, miembros de la clase política, y personas que tuvieran un nivel socioeconómico medio-alto. La ubicación no representaba un problema para todos los que asistieran, ya que quienes poseían automóviles para transportarse podían hacer el recorrido desde los nuevos fraccionamientos que se construyeron en las afueras del poniente de la ciudad. Estos lugares gozaron de cierto prestigio artístico, pues en sus carteles presentaban grandes nombres del espectáculo que en cada evento prometían sesiones de calidad para los clientes que pudieran pagar. Para esta etapa de la vida cabaretera, Atlántida y Los Pinos eran los lugares que presentaban carteleras con mayor cantidad de artistas y por ende con mayores números de variedades (Ver imagen 31). Es importante reconocer que Los Pinos, además de ser un lugar de moda con una oferta de artistas del momento, también es el antecedente inmediato del Casbah, lugar de gran importancia en la vida cabaretera local que años después ocupó  185

Diálogo con el que el encargado del Salón México presenta a sus clientes. Salón México, DVD, dir. Emilio Fernández (1949; México: AlterFilms, 2003).







el edificio con la misma dirección que este centro, en Catalán y 20 de Noviembre, cerca de la intersección de las actuales calzadas Independencia y Revolución.

Imagen 30. Cartel Los Pinos.186

La interacción que tenían estos artistas con los asistentes de los cabarets de clase alta era con cierta distancia y en un ambiente de supuesto respeto. Al contar con celebridades de la época y guardando compostura ante ciertas normas de conducta, los límites de distancia entre los clientes y artistas del cabaret pocas veces quedaron transgredidos en esta etapa de la vida cabaretera, pues aún el espectáculo no contaba con muchas exhibiciones de vedettes ni shows frívolos ni llenos de sensualidad que desbordaran la pasión de algún consumidor ya entrado en copas. Quienes asistían pagaban por ver un show de calidad y debían divertirse, durante el espectáculo o posteriormente, desde sus mesas o en la pista de baile con la música. Cada fin de año los cabarets de clase alta ofrecían cenas y bailes temáticos que, con la finalidad de atraer a un público específico, contaban con la presencia de grandes artistas  186



El Occidental, 2ª Sección, 16 de octubre, 1943, BPEJ.





para cerrar de forma satisfactoria el ciclo anual, tanto en diversión como en ganancias, como podemos observar en la publicidad que El Rhin mantuvo algunos días en 1945.

Imagen 31. Baile de año nuevo en El Rhin.187

Los códigos conductuales y las reglas al interior de los cabarets de primera exigían ciertos criterios de vestimenta y apariencia, y a la vez algunas formas de interacción al interior. Las normas no explícitas contrastaban con las que imperaban en los cabarets populares, pues en estos centros la interacción entre clientes podía llegar a cuestiones violentas, prostitución y consumo de servicio bajo el sistema de ficheo. La vida cabaretera de la ciudad fue objeto de regulaciones específicas por parte de la autoridad municipal desde esta etapa, como ya lo vimos en el primer capítulo. Para los cabarets de clase alta la ausencia de infracciones dificulta explicar en qué tipo de faltas incurrían estos lugares, pero aún así podemos pensar que gozaban de mejores tratos por parte de quienes estaban a cargo de la administración civil.

 187



El Occidental, 2ª Sección, 25 de diciembre, 1945, BPEJ.





El caso del Atlántida Club (Vidrio 553) brinda una pista sobre lo anterior, pues era un giro que existía desde 1943 y del cual no habíamos hallado documentación relativa en los años siguientes. Sin embargo, en los expedientes de 1950 encontramos el único memorándum de la comuna relativo a este establecimiento donde el oficial mayor del Ayuntamiento informó sobre el pago de la licencia anual al C. Francisco Silva Romero, propietario de este lugar, 188 personaje que fuera uno de los principales partícipes y defensores de la lucha obrera y de la dinámica política del Estado de Jalisco por varias décadas durante el siglo XX.189

Imagen 32. Publicidad Atlántida Club.190

Podríamos comprender que tanto autoridades como los sectores económicamente privilegiados de la ciudad de Guadalajara observaban con buenos ojos las formas de vida cabaretera para la clase media-alta, opuestamente a lo que pensaban de los cabarets de las zonas populares. Pese a no ser reconocidos en su mayoría como tales, los desveladeros de frac poco a poco vivieron un proceso de asimilación entre los habitantes de la Guadalajara  188

Memorándum enviado al C. Francisco Silva Romero, propietario para informar sobre las fechas para realizar el pago de su licencia anual, Guadalajara, 1 de abril de 1950, AMG, Correspondencia: 3-29-10, 1. 189 Barú nos confirma este dato, comentando que Silva Romero había invertido en el establecimiento Atlántida Club como uno de los centros nocturnos de mayor fama para los años cincuentas (1950). Barú, entrevista realizada el 1 de octubre de 2013. 190 El Occidental, 2ª Sección, 18 de diciembre, 1943, BPEJ.







de la década de 1950, que se tradujo en la declaración formal de estos giros y en cierta homogenización de elementos al interior de los cabarets, tanto populares como de primera clase, que nos dan la pauta para hablar de una primera aceptación por parte de los tapatíos hacia la práctica cultural cabaretera en la ciudad.

3.5 – La música y el espectáculo: Exotismo y regionalismo conjugados.

Una de las ideas principales de este capítulo es que el cabaret, visto como establecimiento con atracciones artísticas para la comunidad, funcionó como escaparate para que artistas incipientes –y también muchos ya consolidados– tuvieran contacto más cercano con las audiencias, fuera de las ondas de radio o televisión. Esta cuestión es relevante para comprender la distinción que existía entre los dos tipos de cabarets en la ciudad. Los negocios tapatíos participaban de la práctica cultural cabaretera –principalmente los de primera clase– conjugaban las decoraciones, danzas y ritmos foráneos con elementos de proximidad cultural para los tapatíos, como el tequila, botanas tradicionales, música ranchera y baladas de amor en espectáculos de mayor valor cultural y artístico. Los lugares de recursos más limitados también desahogaban las tensiones de sus asistentes con productos regionales y exóticos a precios más accesibles. En este apartado se busca explicar lo anterior, revisando las carteleras en cabarets de clase media y alta, los cuales reunían condiciones materiales para ser considerados “de primera”, y que son los únicos que están disponibles en las páginas de El Occidental. También se revisaron los nombres de los establecimientos, que reflejaban las tendencias de los propietarios de mostrar lugares exóticos y lejanos, traduciéndolo muchas veces hasta en la decoración de los locales. 





En los nombres de los lugares podemos comenzar a percibir que los empresarios cabareteros intentaban crear ambientes dentro de sus negocios que sacaran a los clientes de la realidad citadina cotidiana y los transportaran a paisajes tropicales, arabescos, orientales y algunas veces a terrenos campiranos. Entre la variedad de lugares de la segunda mitad de la década de 1950 estaban el Casbah –ubicado en donde anteriormente estaba el centro Los Pinos–, Casablanca (calle 9c 1077 Sector Libertad), Navy Club –que tenía forma de barco en su construcción como se observa en la imagen 34–, Savoy, Atlántida, Ciro’s Club, Club Palacio (Calzada del Ejército 628), el Sombrero, el Sarape y el Nopal.

Imagen 33. Publicidad Navy Club.191

Posteriormente, hacia 1960 se unieron a la agenda de entretenimiento cabaretero los lugares como Zombie Club (Calzada Independencia Norte 83), el Dandy (Insurgentes 32), el Carrusel (Chapultepec 198) y –con una gran trascendencia para la escena local cabaretera de los años siguientes– el Afro Casino. Además de los nombres de los cabarets, los artistas, músicos y espectáculos en sus escenarios también buscaban presentar atracciones que resultaran exóticas para los concurrentes, ya sea con orquestas y grupos de ritmos afrocaribeños como el mambo, cha 191



El Occidental, 2ª Sección, 28 de junio, 1958, BPEJ.





cha-chá, merengue, guaracha y danzón; a estos géneros trataron de mezclarlos exitosamente en variedades con intérpretes de otros estilos, como boleros y artistas de la canción romántica y ranchera de los medios mexicanos, así como con otros géneros que recién llegaban al mercado mexicano como el rock n’ roll y el swing, tal como se puede apreciar en la imagen siguiente.

Imagen 34. Publicidad Casbah.192

Esta apertura de géneros en Guadalajara y la creciente actividad cabaretera en la década pueden ser entendidas desde la óptica de que “hacia la década de los cincuenta, la sociedad urbana […] daba muestra de un florecimiento artístico en la pintura, la literatura, el cine y el teatro de revista o cabaret, es decir, emergía lo que podemos llamar una ‘nueva’ sociedad del espectáculo”.193 En este consumo musical comienzan a trazarse ciertas líneas definitorias de los gustos, pues para el caso del mambo tuvo una mala recepción en sectores de edad mayor en  192

El Occidental, 2ª Sección, 7 de julio, 1956, BPEJ. Gloria Briceño Alcaraz “De una tradición del medio oriente al oficio: la inserción de la danza del vientre en el campo de la producción cultural en México” en Revista de Estudios de Género La Ventana, núm. 24, (2006), 351. 193



 



el país, mientras que para los jóvenes, sobre todo de clase media y baja, resultó un ritmo interesante. Para Dámaso Pérez Prado, fundador de este género, el uso del órgano – instrumento casi sagrado por su historia ligada al catolicismo– dentro de piezas de mambo lo hacía equiparable al mismo demonio.194 El gusto por los géneros nuevos difuminó sus fronteras poco a poco, pues grupos jóvenes que pronto serían adultos y cabezas de familias encontraban agradables sus ritmos y bailes, como en el mambo. El mismo Pérez Prado menciona cómo sucedió esta situación, donde los gustos se transformaron en torno al mambo: En principio las criaditas iban a oírme tocar. Llegaban a las casas donde trabajaban y les decían a sus patrones: “Fíjese que oí el mambo. Es bien chévere. Bien divertido”. Entonces la patrona, llena de curiosidad iba al mismo salón. No era raro que en un domingo se encontraran allí patrona y sirvienta, Alternaban, se borraban las diferencias porque las dos estaban gozando de mi música.195 La oferta de variedades y shows en los cabarets podía iniciar con una vedette en ciernes de su carrera, pasando por algún mariachi o cantante ranchero, algún trío con boleros y canciones románticas, y cerrar con la atracción principal: una vedette conocida internacionalmente, un conjunto musical reconocido o algún artista de la televisión. De esta manera, comenzó la creación de una agenda de artistas, algunos locales, y otros que llegaron y se avecindaron en Guadalajara en busca de éxito, intentando darse a conocer y, si había suerte, hacer contacto con algún consagrado del escenario cabaretero en busca de esas luces de Nueva York de las que hablaba la Sonora Santanera. La creciente cantidad de artistas en la ciudad durante las décadas de 1950 y1960 pareció dar mayor amplitud y variedad a las carteleras de los cabarets, pues una vedette, por ejemplo, que pasaba semanas en la cartelera del Casbah podía después probar éxito en el  194 195



Cristina Pacheco, Los dueños, 183. Cristina Pacheco, Los dueños, 181.

 



Navy o en el Sarape, y de ahí llegar a otro lugar. Sin embargo, poco a poco los lugares de mayor tamaño y recursos acapararon la atención y preferencias de un importante número de clientes logrando integrar a grandes artistas del momento, haciendo que los lugares de menos recursos vieran estancada su ambición de tener más y mejores atracciones. En un primer momento, durante la segunda mitad de la década de 1950, el Navy Club –ubicado en el primer kilómetro de la carretera a Chapala todavía en las afueras de la ciudad– junto con Casbah, que terminó adueñándose del negocio de variedades tras la clausura del primero, eran los lugares que ofrecían variedades con artistas más consagrados como Pedro Infante, Kippy Casado, la canadiense Lolita de Carlo, y una banda llamada Los Cometas de la cual algunos años después se desprendería Mike Laure –famoso compositor y cantante que de manera peculiar empleaba ritmos de rock en cumbias– que sería uno de los cantantes en los cabarets de moda en la década siguiente. Entre 1956 y 1959, los negocios Casbah, Ciro’s, Don Quijote, Montparnasse (que funcionaba como restaurant con variedades) y Las Vegas acapararon la atención de los consumidores, pues eran los que más artistas integraban a su catálogo. Personajes de múltiples facetas y habilidades desfilaron en estos establecimientos, desde ballets que participaban en filmes como las Dolly Sisters (Imagen 35) hasta grandes cantantes como José Alfredo Jiménez, alternaban números con cómicos, imitadores y actores jóvenes como Roberto Cobo “Calambres” (Imagen 36) y Carmen Salinas (Imagen 39). Cada semana se agregaban nombres a las agendas de los desveladeros tapatíos teniendo conjuntos musicales tradicionales tanto locales como extranjeros, entre los cuales podemos citar a Los Tres Caballeros (Imagen 39) y los Churumbeles de España (Imagen 37).



 



Imagen 35. Publicidad Casbah. 196

Imagen 37. Cartel Las Vegas. 198

Imagen 36. Anuncio Ciro’s Club. 197

Imagen 38. Publicidad Montparnasse199

 196

El Occidental, 2ª Sección, 9 de Junio, 1956, BPEJ. El Occidental, 2ª Sección, 20 de Julio, 1957, BPEJ. 198 El Occidental, 2ª Sección, 7 de Junio, 1958, BPEJ. 199 El Occidental, 2ª Sección, 20 de Junio, 1959, BPEJ. 197







La historia de la práctica cabaretera en Guadalajara comenzó a gestar una nueva etapa en 1961, con la llegada del Afro Casino, instalado en el cruce de la calle Libertad con la Calzada Independencia, por la otra banda del antiguo río San Juan de Dios que iniciaba el camino al poniente tapatío, el lado urbano de los ricos. Éste lugar fue durante casi dos décadas el centro nocturno con la variedad más completa del momento en Guadalajara, y desde sus inicios mostró la capacidad de José Cruz, su administrador, para ofrecer un escaparate de calidad a los artistas consagrados y a los que mostraban potencial para crecer desde el cabaret en el mundo de la farándula.200

Imagen 39. Mike Laure en Afro Casino.201

Uno de los personajes más relevantes del lugar, que se mantenía tras bambalinas o participando como bailarín en los ballets y compañías que armonizaban a los grandes artistas, es el coreógrafo Adolfo Torres “Barú”, quien se desempeñó durante varios años como encargado de diseñar y organizar las rutinas de baile para los artistas principales y de reparto en el Afro.  200 201



“Noches de provincia” en Revista Show de Estrellas de Cinelandia, núm. 71, (1963), 24-25. El Occidental, 2ª Sección, 8 de abril, 1961, BPEJ.





Nacido en Guadalajara, mudado al Distrito Federal en busca de éxito artístico, y después de haber triunfado como bailarín incluso en películas de rumberas, Barú regresó a Guadalajara para laborar en los años que rememora con cariño dentro del establecimiento. Recuerda que para sus inicios el lugar presentaba una gran cantidad de variedades, pero todo con intenciones familiares, dando a entender que la tendencia no era mostrar desnudos ni shows con contenidos vulgares, sino espectáculos de calidad y distinción con tríos de boleros, magos, cómicos, imitadores y personalidades de la televisión, como se puede apreciar en la imagen 40.202

Imagen 40. Variedades completas en Afro Casino.203

Entre los principales cabarets de la época –Afro, Ciro’s, Savoy, Sarape y Zombie– podemos trazar las líneas del espectáculo cabaretero local que comenzó a llenar las  202 203



Barú, entrevista realizada el 18 de septiembre de 2013. El Occidental, 2ª Sección, 3 de agosto, 1961, BPEJ.





carteleras del Occidental de la década de 1960 y se consolidó después de 1970. Este show estaba conformado por números de variedades, organizados con músicos, cantantes, cómicos, bailarinas y vedettes, que con un equipo de técnicos del espectáculo, entre los cuales había coreógrafos, montaban un número que podría ser considerado profesional dentro de la práctica cabaretera. El show adquiría cierto grado de tecnicidad, generando una nueva forma de espectáculo que, junto con el renacimiento del teatro de revista y los vaudevilles en el país, formó parte importante de la vida cabaretera tapatía desde esta década. Las revistas, vaudevilles, obras de género chico y teatro frívolo –que eran obras teatrales breves que combinaban música, baile y actuación enfocadas a grupos populares– eran expresiones artísticas que se presentaban en las carpas de entretenimiento de las primeras décadas del siglo XX y que fueron revitalizadas poco antes de la década de 1960, funcionando como lugares previos al cabaret, donde muchos de sus artistas convergían para presentar números. Algunos de esos shows comenzaban a entrar a cabarets donde además de las puestas en escena, también se realizaban sketches, que son escenas cómicas que entretenían a los espectadores. Durante la década de 1970 los sketches tomaron parte importante de la vida del cabaret como una ventana para la burla y choteo de la situación nacional y local. En Guadalajara el principal lugar que participaba del teatro de revista para finales de la década de 1950 y durante la siguiente fue el Ciro’s, un establecimiento ubicado en el área popular de San Juan de Dios donde se podía asistir a observar las obras, bailar y consumir bebidas y alimentos, combinando el espectáculo teatral de género chico con las ofertas generales de un cabaret (Ver imagen 41).







Imagen 41. Cartelera del Ciro’s Club.204

Estas formas artísticas abrieron posibilidades de trabajo para actrices, cómicos, bailarines, vedettes, músicos y demás miembros del gremio del espectáculo. A través de estas muestras obtenían ingresos y se daban a conocer poco a poco dentro del público tapatío. Sumando las nuevas modas y tendencias culturales que llegaban a México, donde la mujer encontraba ciertos caminos para la liberación femenina y su vez las prendas para las jóvenes se hacían más pequeñas, la desnudez más explícita lentamente comenzaba a introducirse a la práctica cabaretera tapatía. Haciendo uso de espectáculos con danzas extranjeras –africanas, caribeñas y en general de raíces negras– las vedettes llenaban de atracción corporal al cabaret. Uno de los ejemplos que más perduran sobre la figura femenina y su sensualidad desbordada en las pistas de los salones, casinos y cabarets de todo el país es Yolanda Montes “Tongolele”. En sus caderas, contoneos y contorsiones encarnó los intereses del espectáculo cabaretero en torno al cuerpo de la mujer, y en la publicidad del Afro Casino es perceptible cómo sus atributos eran explotados visualmente para atraer a los clientes a un show lleno de sensualidad (ver imagen 42).

 204



El Occidental, 2ª Sección, 30 de mayo, 1964, BPEJ.





Imagen 42. Publicidad Tongolele en Afro Casino. 205

En cuanto a la música, dentro de las paredes decoradas acorde a los nombres de los cabarets, existía una mezcla donde los géneros tropicales –cumbia, salsa, mambo, guaracha danzón y cha-cha-chá– que estaban ligados a movimientos eróticos de pareja y pasiones carnales traducidas en baile, convivían cordialmente con tríos que tocaban boleros, donde este genero también tenía una fuerte carga erótica y sensual, pues “sublimaba los sentimientos amorosos o los desprecios, hablaba velada o abiertamente de las relaciones sexuales y destinaba sus estados de ánimo a la persona amada”. 206 Junto a ellos se integraban también los mariachis y cantautores de lo “ranchero”, que justificaban esa presencia cabaretera de lo rural como “prácticamente una fusión natural”,207como producto de la realidad sociocultural tapatía –y mexicana en general– donde los espacios urbanos fueron poblados gradualmente por habitantes otrora de los lugares en el campo, durante la época modernizadora de la década de 1940. Además de los géneros musicales mencionados, la ola rockera nacional que hizo crecer a varios artistas a partir de covers a canciones de rock and roll en inglés también tuvo influencia en cabarets. Como los intérpretes de este peculiar rock eran transmitidos y  205

El Occidental, 2ª Sección, 19 de mayo, 1968, BPEJ. Ricardo Pérez Montfotrt. Expresiones populares y estereotipos culturales en México (México: CIESAS, 2007), 109. 207 Ricardo Pérez Montfort, Expresiones populares, 112. 206







auspiciados por las cadenas radiofónicas y televisivas principales, para el público consumidor joven de los medios radioeléctricos resultaba interesante poder participar de un espectáculo rockero en alguno de los centros nocturnos, que junto con los teatros y la plaza de toros El Progreso, eran los únicos foros donde podían llegar a verlos. La mezcla de géneros artísticos al interior del cabaret, que en un principio podría parecer contradictoria, era una de las características principales de la práctica cultural cabaretera durante la década de 1960 en Guadalajara. Artistas de boleros o canciones románticas podían tener números junto a vedettes de bailes exóticos o a grupos juveniles y cantantes de rock and roll. De la misma forma podía estar en el programa del día una muestra de teatro de revista y terminar con un mariachi.

Imagen 43. Variedades de muchos géneros en Afro Casino. 208

 208



El Occidental, 2ª Sección, 10 de agosto, 1961, BPEJ.





Esta amplitud en el criterio de los carteles era también una amplitud en los gustos, de la sociedad tapatía. Las posibilidades de entretenimiento y consumo cultural abrieron cada vez más sus fronteras conforme fue creciendo el uso de los aparatos receptores de televisión y radio. Las programaciones que enseñaban muchas de las actuales tendencias en música y cine hacían que las personas aprendieran sobre nuevos géneros y definieran sus gustos con más amplitud. Los empresarios de los centros nocturnos tuvieron que adaptarse a esta cuestión, haciendo de esta combinación múltiple de géneros una parte esencial del cabaret: para todos los gustos hay variedades. Dentro del marco de esta variedad –muy variada–, los escenarios y pistas de los cabarets de clase media y alta eran lugares donde músicos y artistas que comenzaban su carrera podían darse a conocer y aumentar sus posibilidades de éxito. El cabaret tapatío podía ser el lugar donde sembraran la semilla de su carrera profesional, y probablemente pudiera resultar muy fructífera. En 1966, uno de estos artistas emergentes ya era parte de la cartelera del Sarape, uno de los cabarets que más presencia ranchera tenía y cuyo nombre alude a una prenda masculina de uso común en el campo mexicano. El caso de Vicente Fernández es un ejemplo claro para entender las intenciones que muchos persiguieron haciendo presentaciones dentro del cabaret, buscando mayor presencia dentro de las programaciones radiofónicas o los programas de televisión nacional para abrir sus posibilidades en el medio; sin embargo, para muchos resultó complicada esta situación, pues no pudieron llegar a crecer más de lo que el espectáculo local ofrecía. Este fenómeno fue muy común en la década siguiente, donde los cabarets rotaban continuamente sus carteleras, y dentro de ellas era habitual ver que algunas vedettes y cantantes repetían cada cierto tiempo en los escenarios de los desveladeros sin abrirse más posibilidades en el medio, así como en los nacientes teatros de revista. 

 



Imagen 44. El joven Vicente Fernández en El Sarape 209

La música y el espectáculo, como parte esencial de la práctica cabaretera, fueron dos elementos que colaboraron a la consolidación de los cabarets de clase media y alta en Guadalajara durante este período. De la misma forma, estos dos elementos son la traducción de los gustos de los tapatíos en una forma de entretenimiento particular. Los espectáculos de mayor calidad tuvieron cabida en los centros de mayor nivel económico, y por ende sólo los espectadores que podían ingresar a estos lugares eran los que gozaban de estos servicios. Para los cabarets de corte popular el entretenimiento tenía otras posibilidades entre las que se contaba el disfrutar música en vivo de pequeños conjuntos y orquestas, así como mariachis.210 Algunas veces en una pista de baile, o en medio de las mesas, los parroquianos aprovechaban la presencia de meseras o ficheras al interior de los lugares para hacerse compañía con la compra de una ficha al encargado de este sistema. Con esto comprendemos que dentro de la vida nocturna existieron otros elementos que configuraron la práctica cultural cabaretera. Asuntos considerados como dañinos para  209 210



El Occidental, 2ª Sección, 6 de mayo, 1966, BPEJ. Barú, entrevista realizada el 18 de septiembre de 2013.

 



la vida social también tenían presencia en estos lugares, lo cual ya se ha mencionado a partir de las quejas vecinales. La otra parte del cabaret, la que muchos quisieron regular y detener pero no pudieron, es también una de las partes esenciales para comprender el desarrollo de la vida cabaretera tapatía.

3.6 – La otra vida en el cabaret: Las ficheras.

La cotidianidad en los cabarets, sobre todo en los de corte popular, no fue siempre luces sobre el escenario, fiesta y erotismo. Ahí también podían ocurrir otros fenómenos relacionados con aspectos considerados criminales o negativos para la sociedad tapatía. Las fuentes hacen borrosas las líneas definitorias de las variedades y espectáculos que ofrecían los centros populares, y privilegian otros aspectos problemáticos que sucedían al interior de ellos. En estos lugares se conjugaba con mayor fuerza la otra realidad cotidiana de todos los cabarets, donde las ficheras –esas mariposas equivocadas que menciona la Sonora Santanera– sufrían las consecuencias de la explotación sexual y laboral. El uso del sistema de ficheo, por encima de las leyes y reglamentos, fue una constante en la historia de los cabarets tapatíos. No podemos pensar la práctica cultural cabaretera sin considerar la importancia que tenía este sistema, pues en palabras de José Cruz, administrador del Afro, “en todos los cabarets había ficha, desde veinte pesos hasta carro nuevo”.211 Sin embargo, a pesar de que fuera del conocimiento general que había ficheras en cabarets de clases altas, medias y bajas, tenemos más posibilidades de saber de

 211

Ramos Willchis, “Los cabaretes de Guadalajara” (incluye entrevista a José Cruz, empresario de cabarets), 151.



 



este asunto dentro de los cabarets populares, pues son los que ofrecen evidencias en el ayuntamiento. La acción de fichar consistía en otorgar compañía a un cliente a cambio de una recompensa económica. El cliente podía acceder a ese servicio comprando una ficha con los meseros y encargados del lugar, o invitando una bebida de precio mayor a alguna de las mujeres presentes del catálogo visual del lugar. Las ficheras, que a veces eran meseras del lugar y otras veces sólo estaban acordadas con los propietarios para estar dentro del local en caso de ser requeridas, cobraban al final de la jornada comisiones a los dueños por fichas recolectadas o por bebidas consumidas. Durante el período de existencia de los cabarets en Guadalajara, muchas mujeres –jóvenes y mayores– vieron en este sistema una forma de ingresos que requería exponerse al deseo de los parroquianos traducido en comercio, y aplicado en bailes, compañía y posiblemente en algún contacto mayor entre los cuerpos. Un asunto que se debe entender durante esta época es la distinción que existía entre las ficheras y las artistas –bailarinas y vedettes–, donde éstas últimas no participaba de la acción de fichar, pero sí podían aceptar una bebida de algún cliente del lugar siempre y cuando fuera enviada al camerino. Esta separación de la práctica permite entender que para la empresa cabaretera, sobre todo en los negocios de clase media o alta, la artista tenía un nivel superior respecto la fichera, que era contratada para el fin particular de obtener ingresos por su compañía. Durante esta etapa y parte de la siguiente vedettes y ficheras no compartieron mesas dentro de estos cabarets como parte de esta distinción particular.212 En torno a las ficheras surgieron personajes que operaron como intermediarios, haciendo de esto su manera de ganarse la vida. Los propietarios y encargados de centros nocturnos obtenían ingresos dividiendo los consumos que las ficheras les otorgaban con su  212



Barú, entrevista realizada el 18 de septiembre de 2013.





trabajo; intermediarios, proxenetas y protectores, mejor conocidos como cinturitas o tarzanes ofrecían trabajo y protección a las ficheras de posibles agresores, pues el deseo carnal y la sensualidad visual junto al consumo de bebidas alcohólicas formaban un compuesto inflamable para los cabarets, y para las trabajadoras que no aceptaban su protección. En ocasiones, las ficheras que trabajaban de manera independiente podían ser lastimadas por clientes bajo el influjo del alcohol y quedar heridas seriamente.213 Analizar el perfil de las ficheras puede darnos respuestas sobre la situación en la que se encontraban y las decisiones o condiciones que las llevaron a involucrarse en esta actividad. Si bien era del conocimiento común que en los cabarets existían las ficheras a pesar de estar prohibidas por el Decreto 5941, las autoridades municipales poco hicieron concretamente durante el período de 1940 a 1980 para combatir su práctica, pues hay escasas evidencias de que así fuera desde la publicación del decreto. En el Archivo Municipal existen sólo algunos casos que muestran esta situación y dan cierta luz para caracterizar al sistema de ficheo y a sus trabajadoras; de la misma forma, la nota roja y noticias locales de El Occidental, a pesar de ser parcas en el asunto, ofrecen un poco de información sobre el tema. La década de 1960 muestra un esfuerzo tanto de la sociedad civil como de las autoridades por acotar el problema que representaban las ficheras en los centros nocturnos, aunque parecía haber una línea definitoria sobre las acciones legales y administrativas en torno al sistema de ficheo de acuerdo a la edad de las mujeres. Los documentos hallados en el período de 1960 a 1970 revelan que en este período se emitieron 25 quejas al  213

El Occidental, “A la ‘peni’ un sujeto por golpeara una fichadora”, 2ª Sección, 15 de Septiembre, 1961, BPEJ. Hasta para las trabajadoras de cabarets de clase alta resultaba difícil esta situación, pues incluso Lyn May, una de las vedettes más famosas, relata que siempre debió conducirse con mucha cautela en su trabajo, pues “los señores están bebiendo, apostando, eufóricos, digamos, así que no hay que hacer nada que parezca una provocación”. Cristina Pacheco, Los dueños, 39.







ayuntamiento sobre el tema del ficheo y son escasas las clausuras por presencia de mujeres mayores de 18 años como ficheras, prostitutas o meseras. En caso de que un negocio tuviera menores de edad laborando en alguna de estas tres acepciones el asunto cambiaba radicalmente. Los expedientes encontrados en el archivo (AMG) relativos a cabarets y centros de vicio con mujeres menores de edad laborando evidencian que para estos negocios se imponían fuertes multas y clausuras temporales, y que después de realizar investigaciones podían proceder con carácter definitivo, catalogando negativamente al propietario, al giro y al domicilio para evitar su posible reapertura. Por ejemplo, en 1962 el propietario del Molino Rojo enfrentó un proceso legal por haberse encontrado menores de edad fichando en su interior.214 Desde los primeros meses de 1960 vecinos de varias zonas de Guadalajara ya mostraban inconformidad sobre los centros de vicio que contaban con ficheras, como el caso de un tapatío avecindado en las calles aledañas a San Juan de Dios y el Hospicio Cabañas, que denunció al Intimo, un negocio para clases populares que conocemos sólo por esta queja donde “se pervierte menores de edad explotándose y embustiéndose vilmente, pues chamacas que deberían estar en la escuela se ven allí ingiriendo bebidas embriagantes con el sistema de ‘ficheo’ una cantidad de mujeres que jamás las examina salubridad entre las cuales hay muchas muy enfermas y son un foco de infección”.215

 214

Infracción al Molino Rojo por emplear una menor, Guadalajara, 22 de Mayo 1962, AMG, Correspondencia: 4-30-147, 1. El expediente no ofrece datos detallados sobre el proceso legal, sólo se notifica con inspecciones la situación y se le avisa al propietario de las faltas que incurre y el procedimiento al que se le someterá. 215 Queja contra el centro de vicio El Intimo por parte de J. Andrade González. 3 de Marzo 1960, AMG, Correspondencia: 1-08-21, 1.







El autor de esta carta añadió que también “allí se fuma y se trafica mariguana [y] se reúnen los rateros piñeros golpeadores e individuos de la peor calaña”, 216 rematando contra los empleados del área de Inspección y Vigilancia y la policía a quienes el ciudadano indica que el propietario del lugar dice tener comprados. Las quejas existentes durante un período de 10 años aproximadamente (1960-1970) contienen el tema de la presencia femenina y la acción de fichar como una constante, cuestión que el ayuntamiento aprovechó para tomar las diligencias necesarias, pues las labores de vigilancia no hubiesen sido eficaces sin el apoyo de los vecinos de los desveladeros, que delataban a los establecimientos que incumplían las reglas. Incluso algunos propietarios de cabarets que trataban de apegarse lo más posible a las reglas llegaron a denunciar a otros lugares que no contaban con licencia perteneciente al giro y tenían ficheras trabajando. Fue así que los propietarios de El Tropical denunciaron que en un negocio manifestado como restaurant en la colonia Talpita “se expenden toda clase de bebidas embriagantes, trabajando toda la noche y en ocasiones hasta con veinte mujeres como fichadoras”,217 quedando extrañados y considerando injusta esta situación por la cantidad de impuestos que pagaban por su giro de cabaret, que eran mayores a los de una licencia de restaurant como la de sus competidores. Entre 1965 y 1966 el número de trabajadoras en centros de vicio aumentó considerablemente, haciendo del sistema de ficheo un mercado activo para las mujeres advenedizas a la ciudad que tenían complicaciones en su economía. Según El Occidental, con base en datos del ayuntamiento, la comuna expedía carnets de residencia a mujeres mayores de 18 años que trabajaban en lugares como éstos, con el afán de evitar la presencia  216

Queja contra El Íntimo, AMG, 3 de Marzo 1960, 1. Queja contra centro de vicio El Tropical, Guadalajara, 22 de Febrero de1963, AMG, Correspondencia: 329-18, 1. 217







de menores en ellos. Para 1965 se expidieron cerca de 3,000 credenciales, y para el mes de mayo de 1966 ya iban cerca de 4,000 carnets expedidos en sólo cinco meses.218 La creciente cantidad de mujeres laborando en centros nocturnos era directamente proporcional al aumento de ficheras en ellos, pues a pesar de declarar que trabajaban como empleadas de aseo o meseras nada más, la mayoría participaron de las comisiones económicas de fichar con los parroquianos en contubernio con los propietarios. Junto a estos datos quedan las evidencias de las inspecciones e informes de policía, donde las pocas veces que intervinieron en el tema del ficheo y la presencia de mujeres para trabajar en cabarets lograron recabar datos de las mismas y les hicieron confesar la forma en que comenzaron a laborar en dichos lugares. En 1966 cuatro jóvenes cuyas edades oscilaban entre los 22 y 18 años fueron detenidas en el cabaret Siete Leguas por estar fichando. Una de ellas era tapatía de origen, las otras tres provenían de Tepatitlán, Colima y Tecalitlán. Tres indicaron haber sido contratadas por un intermediario que no es el encargado del lugar, y sólo una aclaró que llegó por su propio pie, sin algún “cinturita” que le ofreciera el trabajo y se instaló dentro del cabaret llegando a un acuerdo tácito con el cajero del lugar. Éstas recibían 10.00 pesos por noche trabajada, más 3.00 pesos de comisión por cada cerveza o ficha que consumieran clientes a su nombre.219 El mismo día fue aprehendida en El Tropicana una joven de 16 años proveniente del Distrito Federal, quien declaró que laboraba en El Maracaibo como fichera y que ahí sólo fue por invitación de unas amigas, ficheras también.220

 218

El Occidental, “Cobra fuerza explotación de mujeres”, 2ª Sección, 22 de Mayo, 1966, BPEJ. Acta sobre casos de ficheras en varios centros de vicio, Guadalajara, 5 de Enero de 1966, AMG, Correspondencia: 1-00-104, 1-2. 220 Acta sobre casos de ficheras en varios centros de vicio, Guadalajara, 5 de Enero de 1966, AMG, Correspondencia: 1-00-104, 3. 219







El año de 1967 es uno de los más activos en tanto a la captura de ficheras y clausura de lugares con su presencia. Dentro de una cantina y lonchería, así como en el cabaret Sthec ubicado en Gigantes 349, fueron encontradas mujeres trabajando bajo el sistema de ficheo; pero el lugar más azotado por las autoridades fue el Guadalajara de Noche con domicilio en Álvaro Obregón 350, pues en el mes de marzo de dicho año encontraron ocho casos de ficheras en su interior, aprehendiendo a todas y tomándoles la respectiva declaración.221 Entre las detenidas de ese año cinco provenían de Michoacán, tres de Colima, una de Nayarit, otra más de San Gabriel, Jalisco y finalmente tres eran oriundas de Guadalajara; sus edades van desde los 22 años hasta los 31, siendo las del Guadalajara de Noche las de mayor edad. El salario para estas ficheras era de 15.00 pesos, y por cada ficha recibían 2.00 pesos de comisión. 222 En el acervo documental vuelven a surgir registros de menores y ficheras en establecimientos hasta el año de 1970, donde varios lugares incurrieron faltas sobre esta materia y fueron descubiertos por los inspectores. Los agentes realizaron una lista en mayo de ese año para informar sobre la detención de treinta y un mujeres a lo largo del año en varios lugares. Entre estos estaban el Siete Leguas –de nuevo infringiendo–, el cabaret La Cachucha ubicado en Gigantes 90, un cabaret en la calle de Estadio no. 25 (donde en un futuro se ubicaría El Galeón), y en dos loncherías por la calle Ferrocarril que funcionaban como cabaret y tenían menores fichando. Este informe señala que la mayoría de las mujeres

 221

Informes del 18 y 20 de marzo sobre Inpección y Vigilancia, Guadalajara, 20 de Marzo de 1967, AMG, Correspodencia: 3-22-1, 1-3. Actas informativas en centros de vicio de parte del Departamento de Inspección y Vigilancia, Guadalajara, 19 de marzo, AMG, Correspondencia: 1-06-8, 1-5. 222 Fichera menor de edad en el Centro de Vicio El Ángel Azul, Guadalajara, 26 de Septiembre de 1967, AMG, Correspondencia: 3-29-19, 1.







mencionan ser mayores de edad, pero quedaron detenidas por ser sorprendidas “bailando y ejerciendo funciones de la vida galante en forma clandestina”. 223 El Siete Leguas volvió a ser sancionado ese año por tener trece mujeres en su interior, todas menores de edad, de las cuales no se mencionó si eran ficheras o por qué estaban ahí.224 En las mismas condiciones, el cabaret Siglo XX ubicado en la calzada 5 de Febrero tenía doce mujeres en su interior, de las cuales ocho no contaban con documento de identificación que probara su mayoría de edad y cuatro tenían credenciales pero de menores. El mismo día en la calle 52 del Sector Reforma se encontraron dos menores de edad en una casa de asignación bailando con caballeros y ejerciendo la prostitución. No se dan detalles de las detenidas y se procedió a la clausura de los locales.225 Con los ejemplos de 1966 y 1967 podemos suponer que un número considerable de ficheras podían provenir de lugares fuera de Guadalajara y con poco tiempo avecindadas en la ciudad, que en su búsqueda de medios de subsistencia llegaron –la mayoría por invitación– a trabajar fichando en algún establecimiento. Igualmente, en casi todos los casos refieren que una persona con cierto apodo o nombre y que no era propietario ni encargado de los cabarets fue quien las involucró en el negocio, mostrando la importancia del papel de los intermediarios en el proceso, donde los propietarios aceptaban la existencia de las ficheras pero no trataban directamente con ellas ni los salarios ni las condiciones de trabajo. Los casos de 1970 confirman la continuidad de la acción de fichar dentro de la práctica cabaretera tapatía. El caso del Siete Leguas, reincidiendo en sus faltas hasta dos  223

Informe de la detención de 31 mujeres en centros de vicio, Guadalajara, 25 de Mayo de 1970, AMG, Correspondencia: 4-32-8, 6-7. 224 Informes El Siete Leguas y La Gardenia, Guadalajara , 28 de Octubre de 1970, AMG, Correspondencia: 329-3, 1. 225 Acta de inspección Cabaret Siglo XX y casa de asignación en Calle 52 S.R., Guadalajara, 27 de Julio de 1970, AMG, Correspondencia: 3-29-1, 1.







veces en el mismo año, confirman que un cabaret sin ficheras parecía impensable, a pesar de todas las posibles sanciones que les pudiera acarrear a los propietarios. La presencia de mujeres en tales cantidades permite pensar que haber terminado con el sistema de ficheo probablemente acarrearía más problemas económicos a las mujeres que lo practicaban, aunque a final de cuentas esta actividad les resultara conflictiva. El cabaret funcionaba con doble filo para muchas de ellas, dándoles ingresos pero a la vez arriesgándolas físicamente en sus labores. Conjuntamente con el crecimiento y establecimiento de los cabarets en la sociedad tapatía durante este período creció también la práctica de fichar, que se volvió una de las características principales de la práctica cultural cabaretera en los sitios populares y que fue reconocida en todos los niveles de la sociedad. La acción de fichar y sus ficheras quedó tan ligada a la práctica cabaretera que en el cine, la música y el conocimiento popular –ese que se transmite de boca en boca– resultaba impensable hablar sobre los cabarets sin tener en cuenta la relevancia que estas mujeres tuvieron en su existencia, buscando maneras de subsistir a partir de lo que su cuerpo podía ofrecer a los clientes durante una pieza de baile y unos minutos de compañía en una mesa. La existencia de ficheras en la sociedad tapatía representaba también una amenaza a las normas morales que reinaban en la vida cotidiana, pero a su vez se justificaba mediante esa dualidad moral que muestran las historias en el cine de rumberas, con películas que fueron accesibles para la mayoría de los tapatíos durante las décadas de 1950 y 1960. En las cintas, la fichera se veía envuelta siempre en problemas que atentaban contra su vida, pero su labor estaba totalmente justificada por perseguir los fines de obtener una mejor vida y superarse, siempre y cuando se tratara –en palabras de la protagónica actriz del cine de rumberas Ninón Sevilla– de esa “cabaretera buena, víctima inocente de la sociedad y tan 

 



indefensa que muchas veces pagó con su vida una sensualidad desplegada entre palmeras de lustrina y lentejuelas”.226 Los filmes de rumberas habían dejado en claro a la sociedad que existían pocos caminos para la redención de una fichera, pero la realidad no correspondía necesariamente a las historias narradas en las pantallas. Las ficheras locales que trabajaban en lugares de bajos recursos arriesgaban sus cuerpos en un proceso donde propietarios de lugares e intermediarios podían ganar más dinero sin desgastar su integridad física como lo hacían ellas. Para la mayoría de las llamadas “fichadoras” de los centros de vicio populares de Guadalajara podemos pensar que su situación económica no mejoró mediante su labor, al contrario de las otras mujeres del espectáculo cabaretero –las vedettes– que tuvieron toda la aceptación y las luces del escenario sobre sus cuerpos.

3.7 – A manera de recuento antes de la mayor etapa cabaretera.

Los cabarets de Guadalajara –tanto de “ricos” como de “pobres” – iniciaron un camino de subida a partir de la década de 1940. Con algunas complicaciones, casi todas en el orden administrativo y reglamentario, el ascenso aconteció con la asimilación cotidiana de la existencia de los elementos particulares de la práctica cabaretera en la ciudad. Todos los sectores de la sociedad tapatía conocieron sobre la vida cabaretera local, y para algunos esta situación los llevó a interactuar de múltiples maneras con esta práctica. Ya sea a favor, en contra o de manera imparcial, durante poco más de treinta años los tapatíos convivieron con la instalación de lugares y sus prácticas particulares, y generaron

 226



Cristina Pacheco, Los dueños, 12.

 



interpretaciones a partir de lo que sucedía en su interior, lo que escuchaban que sucedía, lo que suponían y lo que algunos medios de comunicación les permitían conocer. El papel de los periódicos fue trascendental para que los tapatíos tuvieran un primer contacto lejano con la práctica cultural cabaretera. Como mínimo, los habitantes de la ciudad que hojeaban las páginas de El Occidental y El Informador, junto con otros rotativos de menor envergadura, pudieron observar los anuncios de todos los establecimientos que presentaban espectáculos de variedades con baile, cena y bebidas. La publicidad de los cabarets y centros nocturnos permite reconocer cómo fue asimilándose la existencia de estos lugares, y entender también la manera en que los elementos visuales transformaban la práctica cultural cabaretera conforme fueron avanzando los años. Hacia el final de esta etapa, durante la década de 1960, el atractivo visual de mujeres con prendas ceñidas y descubiertas fue el elemento central tanto de los anuncios como de las atracciones en las variedades del cabaret local. Televisión, radio y cine contribuyeron al fortalecimiento de la vida cabaretera en muchas latitudes nacionales, conformando una agenda particular de actores, actrices, cantantes, bailarines y vedettes, cuya presencia era la ambición de muchos propietarios y encargados de giros de vida nocturna en la ciudad. Las películas de rumberas en los cines realizaron otra tarea importante, haciendo saber a los espectadores que la vida del cabaret y sus prácticas internas estaban ya ahí, en las ciudades, y que tenía dos caras: una alegre, llena de música, baile y diversión, y otra donde había mujeres explotadas y prostitución, actividades dominadas por hombres malvivientes en situaciones llenas de sufrimiento. Gracias a representaciones como las proyectadas en las pantallas de cine, los tapatíos pudieron crear conceptos similares en torno a la vida de los cabarets de segunda, donde existían mujeres –jóvenes y adultas– que vivían bajo el régimen del ficheo y la 

 



explotación sexual de proxenetas y propietarios de establecimientos. En estos lugares, el ruido estridente, escándalos, crímenes, prostitución, depravación y pérdida de valores y embriaguez eran constantes, y las quejas permiten reconocerlo. Aunque no podemos concluir que estas prácticas ocurrían al interior de todos los cabarets populares, las fuentes que nos indican su existencia sirven como evidencias para reconocerlas en centros de vicio de zonas populares mayoritariamente. Los establecimientos nocturnos populares sobrevivieron exitosamente a pesar de las representaciones adversas que se hacían de sus prácticas internas, y lograron consolidar algunos espacios en la ciudad como sus zonas de influencia, principalmente las calles aledañas hacia el sur del Mercado Libertad. En años posteriores esta zona sería objeto de severas transformaciones que afectaron el desarrollo de la práctica cultural cabaretera enfocada hacia sectores populares de la población. Mientras los “cabaretuchos” y centros de vicio de barriada lograban subsistir con sus clientes habituales y sus personajes característicos al interior –cantineros, ficheras, cinturitas– los cabarets, salones, clubes y centros turísticos enfocados a población con mayores posibilidades económicas también conseguían hacer más sólida su existencia mediante formas distintas de realizar la práctica cultural cabaretera. Lugares como Casbah, Afro, Montparnasse y Sarape mostraron las diferencias que hacían diversos los establecimientos cabareteros, y trazaron las líneas divisorias con lo que ocurría al interior de cabarets populares. En estos lugares fue donde se presentaron grandes artistas nacionales y locales, se crearon obras y números de revistas y variedades y se expusieron nuevos géneros musicales que en la radio y la televisión estaban causando revuelo entre los espectadores más jóvenes del país y la ciudad.



 



Entre nuevas canciones con ritmos tropicales y rancheros surgió la figura del cuerpo femenino como el eje central de la práctica cultural cabaretera en el clímax de su existencia en la ciudad, condensando en sus bailes los treinta años de las primeras dos etapas de la vida cabaretera en Guadalajara. El papel protagónico de las mujeres en los cabarets era doble: para algunos lugares su presencia como ficheras las hacía parte central del negocio y del comercio sexual al que debían estar expuestas en una dinámica complicada, mientras que en otros formaban parte de un deseo, de algo inalcanzable en los escenarios donde podían bailar con sensualidad y desnudarse lentamente para levantar pasiones en los espectadores ejecutando un número artístico como vedettes. Hacia el final de la década de 1960 comenzaron a soplar nuevos vientos en el ámbito de la diversión nocturna tapatía, donde actividades como las revistas, un nuevo tipo de películas en el país y la creciente cantidad de vedettes que buscaban lugar en los escenarios cabareteros del país lograron que la década de 1970 fuese considerada como la etapa de mayor actividad cabaretera a nivel nacional, aunque irónicamente fuera la recta final de la existencia de la práctica cultural cabaretera en la ciudad de Guadalajara.



 



Capítulo IV. Una década de debut y despedida. El clímax y la decadencia de la práctica cultural cabaretera tapatía. Y con sentimiento noble yo le brindé como un hombre mi destino y corazón. Y pasado ya algún tiempo pagaste mi noble gesto con calumnias y traición.227

La década de 1970 representó para la vida nacional una nueva etapa de transformaciones en casi todos los ámbitos públicos y privados. Entre movimientos sociales y culturales, muchos encabezados por públicos juveniles, surgieron nuevas prácticas así como maneras de interpretar el entorno de las ciudades mexicanas.228 Las nuevas condiciones globales en torno a política y economía no sólo pusieron a prueba las decisiones de los anteriores gobiernos y presidencias del país durante etapas de crecimiento industrial, sino que ahora cuestionaban la posible inserción de México a las grandes ligas financieras internacionales. Este proceso desembocó en varias crisis – menores y mayores– que durante este período afectaron a las familias mexicanas, y entre las clases media baja y baja se fue consolidando una serie de elementos representativos de

 227

Sonora Santanera, “Luces de Nueva York” de Roberto “Tito” Mendoza. Publicado Diciembre 1, 1993 en Luces de Nueva York, Sony Music Entertainment México, Compact Disc. 228 Lorenzo Meyer, “De la estabilidad…”, 903. En el terreno político, a partir de 1968, con todas las situaciones sociales que desembocaron en la matanza de Tlatelolco en octubre de ese año, el régimen presidencialista del PRI que había instaurado cierta estabilidad en el país se resquebrajó, dando posibilidades al surgimiento de nuevas expresiones políticas, sobre todo de jóvenes.



 



la cultura popular referentes a la escasez, la pobreza y la actitud de los mexicanos ante las dificultades. 229 Además, para la mayoría de sectores poblacionales de las ciudades mexicanas, los medios electrónicos de comunicación comenzaron a disolverse entre las horas de vida cotidiana de los habitantes, participando de nuevas modalidades de consumo de productos culturales de entretenimiento. Los hogares y sus familias hacían del radio y la televisión aparatos básicos para los nuevos estilos de vida urbanos, donde el ocio, diversión y tiempo libre tenían ya una relación muy estrecha con los contenidos y personajes de las empresas que participaban de estas modalidades comunicativas. El cine también cobró mayor relevancia para esta nueva etapa, pues los grandes artistas de radio y TV eran reconocidos en las pantallas fílmicas en todas las localidades. Esta nueva etapa presenció el surgimiento de un género en particular que revitalizó las representaciones cabareteras en la cinematografía y fue bautizado como cine de ficheras. En estas películas se hizo uso de los actores, músicos, cantantes, cómicos, bailarines, ballets y vedettes que los teatros de revista en la capital del país y en las grandes ciudades empleaban para sus números. Los shows de revista y las películas “de ficheras” encontraron en la figura femenina un punto convergente de los deseos sensuales del público masculino y la posibilidad de obtener grandes ganancias sin tener que hacer gran esfuerzo, sólo objetivando esta necesidad carnal de enseñar mucha piel mujeril en las escenas de sus presentaciones y filmes. En el ámbito tapatío, podemos reconocer la presencia e importancia de las películas de ficheras en los carteles de los establecimientos locales, que a través de su publicidad  229

Carlos Monsiváis, “Notas sobre el Estado, la cultura nacional y las culturas populares en México” en: Cuadernos Políticos, núm. 30, (Octubre – diciembre 1981), 51.



 



mostraban que en sus escenarios contaban con las féminas más importantes de este nuevo género fílmico. Junto a ellas, los artistas locales que se presentaban en el teatro de la Asociación Nacional de Actores (ANDA) intentaban ganarse un espacio de mayor reconocimiento frente al público en el escenario del lugar o de los centros nocturnos, clubes y cabarets de la ciudad. Durante esta época se revitalizó en Guadalajara una expresión artística que formaba parte del catálogo local de esparcimiento: el teatro de revista. Algunos años antes el Ciro’s ofrecía a sus clientes presenciar puestas en escena de obras frívolas, vaudevilles y de género chico. En esta época existió en la ciudad un lugar auspiciado por la organización que congregaba a los artistas locales, el teatro ANDA, y cuando éste cerró sus puertas los actores, bailarinas, vedettes, cómicos y demás participantes encontraron cobijo en el teatro Blanquita que llenó el espacio vacío que había dejado el primero. Para los artistas que tenían cabida en los teatros de revista las posibilidades de trabajar se fueron multiplicando, pues después de sus presentaciones durante las primeras horas de las noches en fines de semana, eran contratados en los establecimientos de varios rincones de la ciudad. El crecimiento de la mancha urbana propició que los empresarios de las diversiones nocturnas tuvieran que abrir nuevos negocios cercanos a colonias y fraccionamientos que estaban alejados del centro de la ciudad, donde habían convergido la mayoría de cabarets, cantinas y centros de vicio en las décadas anteriores. Durante estos años la ciudad estaba creciendo cada vez más y todas las actividades económicas estaban formando parte de esta transformación en las prácticas cotidianas de los habitantes de la ciudad

de Guadalajara.230 El mismo crecimiento urbano parecía

 230

Patricia Arias, “La vida económica tapatía”, 77. Como una muestra del impulso comercial que se vivió en esta época podemos ejemplificar tres cuestiones que nos permiten relacionarlo con el crecimiento urbano.



 



fomentar aún más la existencia de cantinas, cabarets, salones de baile y demás lugares de diversión en horas de la noche. Con todas las cartas aparentemente a favor, la práctica cultural cabaretera tuvo su mayor actividad en la década de 1970, beneficiada por las realidades que los filmes de ficheras difundían al público en general, junto con la mayor aceptación de su existencia por parte de autoridades y sociedad en general. No obstante, y con mucha ironía, este período, a pesar de ser el más fuerte en la vida cabaretera local, también representa el comienzo del desenlace de los desveladeros en Guadalajara, pues la llegada de la década de 1980 trajo consigo nuevas políticas en torno al vicio, así como la inserción de nuevas prácticas culturales de entretenimiento en el país, algunas importadas del extranjero en el marco de la búsqueda de estabilidad económica en los mercados globales y neoliberales. Sobre el espectáculo cabaretero en general, consideramos que existen dos etapas dentro de esta época, pues la primera, que inició con la creación del Teatro Popular ANDA, muestra un espectáculo cabaretero con ciertos elementos, donde las variedades tenían un nivel artístico y se buscaba mostrar shows con habilidad técnica. Posteriormente, cercano a la década de 1980, el espectáculo del cabaret y de los teatros ANDA y Blanquita quedaron influidos por las tendencias del cine nacional, convirtiendo el escenario y pista del cabaret en un lugar con posibilidades de mostrar desnudos, hacer sketches con contenidos más

 Primero, el desarrollo del mercado de abastos en 1967, en la zona sur de la ciudad, implicó el desplazamiento de los grandes puntos de abastecimiento en la zona centro de Guadalajara y permitió a productores y comerciantes ocupar un espacio en un punto destinado específicamente para sus actividades. En segundo lugar, la consolidación de las tiendas de autoservicio y supermercados en fraccionamientos y colonias del poniente tapatío también implicó un crecimiento en la actividad comercial abasteciendo a los tapatíos de estos lugares de los bienes básicos para sus subsistencia. Y por último, en las colonias y barrios aledaños al centro y los ubicados hacia el oriente, los comerciantes hallaron lugar para sus productos y servicios en los mercados municipales que se construyeron en varias de estas zonas habitacionales.



 



fuertes, y ofrecer variedades con características más vulgares, en palabras de algunos personajes antiguos del negocio.231 En este capítulo, la idea central es que los años de la década de 1970 y parte de la siguiente fueron el período de mayor actividad para la práctica cultural cabaretera en Guadalajara gracias al papel que jugaron las tendencias culturales en los medios de comunicación, principalmente en el cine, así como también a la creciente actividad artística local impulsada por los teatros de revista de la ANDA y Blanquita. En este proceso jugó un papel relevante el crecimiento urbano pues el desarrollo de nuevos núcleos habitacionales en la ciudad obligaba a dotarlos de centros de esparcimiento diurno y nocturno, donde en este último los cabarets eran una práctica relevante gracias al papel de los personajes importantes en los medios electrónicos de comunicación. En segundo lugar, proponemos que este período es también donde la práctica cultural cabaretera tapatía comienza su declive debido a dos factores: primero, a las políticas de desarrollo y remozamiento urbano que tendieron a moralizar el entretenimiento popular –sobre todo en la zona de San Juan de Dios y hacia el oriente de la ciudad– y segundo, a las nuevas formas de entretenimiento nocturno –los table dance y los clubes nocturnos/discothèques– que comenzaron a establecerse en México en el marco del proceso de inserción del país en la globalidad económica, lo que trajo también intercambio en bienes y servicios culturales.232

 231

Barú, entrevista realizada el 18 de septiembre de 2013. Nestor García Canclini y Ernesto Piedras Feria, Las industrias culturales y el desarrollo de México. (México: Siglo XXI/FLACSO, 2006) 9-15. Para este caso el autor indica que existió cierta inserción de México en un marco global a partir de la crisis de 1982, permitiendo que los productos de consumo mexicanos (culturales también) compitieran más libremente en el mercado interno con los extranjeros, específicamente con los norteamericanos y viceversa. Se importaron y exportaron inevitablemente productos y prácticas culturales también en el ámbito del entretenimiento en todas las ciudades del país. 232



 



Por otra parte, consideramos que en torno al crecimiento urbano la situación sucedió de manera distinta para cabarets de primera y de segunda. Los de primera, destinados a clases medias y altas, aprovecharon el crecimiento de la ciudad y el uso de transportes particulares, y se ubicaron en zonas fuera del centro urbano donde los clientes podían seguir acudiendo. Los cabarets populares, a pesar de ver crecer su actividad y sus posibilidades en la escena, sufrieron daños serios con la aplicación de medidas higienistas y moralizadoras del remozamiento del centro urbano, especialmente en la zona de San Juan de Dios, que los orilló a cambiar sus locales o desaparecer definitivamente. En tercer lugar, sobre las tendencias culturales, consideramos que la herencia del cine de rumberas de la época de oro junto con las nuevas formas del cine de ficheras ayudaron a sociabilizar la idea del cabaret como un lugar cotidiano de entretenimiento en las ciudades mexicanas, así como sus prácticas, especialmente con las vedettes que se desnudaban, conocidas popularmente como “encueratrices”, que estaban íntimamente ligadas a los teatros de revista locales, lugares que operaron como semilleros para los actores, músicos, y artistas de Guadalajara. Los objetivos de este capítulo son variados, pues parten de comprobar la continuidad de la práctica cultural cabaretera en Guadalajara y su asimilación en la sociedad por medio de la publicidad en El Occidental. Sobre estos anuncios se hará un análisis de los elementos visuales centrales que se mostraban en esta etapa. Consecuentemente, analizaremos el papel del crecimiento urbano como mecanismo desarticulador del centro urbano, que a su vez funcionó para amplificar la práctica cultural cabaretera de clases altas y medias en lugares fuera de él y que tuvo gran relevancia en la decadencia de los cabarets populares. Por último, trataremos de explicar los motivos de la decadencia de la práctica cultural cabaretera a partir de la llegada de nuevas formas de 

 



entretenimiento que tuvieron gran impacto en la sociedad –los table dance y las discotecas– donde la desnudez tradicional del cabaret se desprendió del relajo que lo caracterizaba y se unió o se sustituyó con nuevos elementos para el entretenimiento. Con estas líneas trazadas comenzaremos a hablar sobre el cine, que funcionó como una de las principales formas de asimilación de la vida cabaretera a nivel nacional, y que dio trabajo a un importante número de artistas que la década anterior comenzaron a forjar su camino en la escena mexicana del entretenimiento nocturno.

4.1- La nueva representación cabaretera: el cine de ficheras.

El paso de los años y la apertura cultural nacional trajeron nuevas formas de hacer y ver cine en el país. Jóvenes creadores aprendieron de otras latitudes las nuevas tendencias en el séptimo arte, y cercano el año de 1970 pareció soplar una brisa impulsora para algunos directores con más sentido de lo “artístico” en Europa y Estados Unidos. La llegada de Luis Echeverría a la presidencia del país, quien nombró a su hermano como director del Banco Nacional Cinematográfico, representó para la industria del cine dos innovaciones: primero, el uso de recursos públicos para la creación de filmes con tendencias creativas, y segundo, la apertura cultural para la creación y proyección de películas, con restricciones y censuras menores ante la desnudez y temas antes prohibidos.233 Directores como Arturo Ripstein, Alejandro Jodorowsky, Felipe Cazals y el joven Alfonso Arau encontraron facilidades gubernamentales para financiar sus proyectos, de

 233



García Riera, Breve historia del cine, 278 y 279.

 



géneros tan variados y reconocidos en la historia del cine nacional.234 Esta apertura ante la censura, junto con el creciente número de filmes financiados por el Estado relegó a la iniciativa privada –tan exitosa en la etapa del cine de rumberas– a segundo plano, cuestión que no podía darse el lujo de soportar. Las producciones privadas, de las cuales habían emanado anteriormente los grandes artistas del cine, ahora veían mermados sus ingresos contra películas de corte “artístico” y temas fuertes con crítica social y argumentos incisivos a la situación social y cultural del país, que además eran financiadas por el Estado. Con menores presupuestos, los estudios privados decidieron abaratar sus costos y abordar temas más frívolos en comparación de las películas apoyadas por el gobierno, alcanzándolos en la vanguardia de enseñar mujeres desnudas. Para los cineastas privados hubo continuidad de proyectos en dos dimensiones; por un lado, el cine ranchero aprovechó los artistas emergentes como Antonio Aguilar y Vicente Fernández, que fueron protagonistas de historias de amor y desamor en especies de westerns mexicanos. Por otra parte, el cabaret regresó como uno de los ejes centrales de las tramas, ahora viéndolo desde una perspectiva más cruda, con desnudez, palabras soeces, sensualidad desbordante y un supuesto retorno a los principios del cine de rumberas, con cabareteras sufridas que buscaban la redención, creando el llamado cine de ficheras.235  234

La montaña sagrada (1973) y El topo (1970) de Alejandro Jodorowsky, así como El lugar sin límites (1978) y El castillo de la Pureza (1973) de Arturo Ripstein y Canoa (1975) de Felipe Cazals son ejemplos de filmes reconocidos para estos directores durante la época de estatización de la producción cinematográfica independiente. 235 Patricia Torres San Martín, Cine y género. La representación social de lo femenino y masculuno en el cine mexicano y venezolano. (Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 2001) 27. Patricia Torres indica que el cine de ficheras representó un cambio en la representación de lo femenino en los filmes dejando de lado la visión paternalista que existía hacia la mujer. Particularmente, parece que la transformación de la representación no sucedió de manera radical, ya que el personaje de la fichera en los otros filmes sigue participando de esa visión patriarcal donde la mujer comprensiva y amorosa cae en la desgracia del mundo cabaretero.



 



En palabras de García Riera, este nuevo cine del cabaret representó una especie de “protopornografía”, donde se hallan elementos que suspenden la seriedad de los filmes, suprimiéndola también en las realidades que reflejaban y en las relaciones de sus personajes a la manera del relajo mexicano que retrató alguna vez Jorge Portilla.236 La película que puede considerarse como precursora inmediata para el género de ficheras es Tívoli (1974) de Alberto Isaac en mancuerna con Alfonso Arau. En este filme no se perseguían los fines “populacheros” del cine de ficheras, 237 pero ya existen desnudos completos y uso de groserías en el guión, así como constantes referencias a dichos y albures populares. El objetivo del filme era narrar la historia del Tívoli, uno de los más famosos teatros de revista vaudeville y show frívolo de la ciudad de México durante las décadas de 1950 y 1960. Esta película tiene gran relevancia para la vida cabaretera y para las películas de ficheras pues encarna varios elementos que conformaron la representación de la vida cabaretera más tardía: baile, desnudez, música afrocaribeña, espectáculo de variedades y constantes alusiones a la cultura popular urbana mexicana. En su elenco existen actrices, cómicos y vedettes que alcanzaron la fama en pantallas y cabarets nacionales, tales como Carmen Salinas, Lyn May y las Dolly Sisters, haciendo bromas, bailes y strips comunes en todos los teatros de revista de Guadalajara de inicios de la década de 1970. Además, en el filme rinden homenaje presente a Dámaso Pérez Prado, a su orquesta y a su famoso mambo que dio vida musical al espectáculo cabaretero de todo el país. En Tívoli también podemos notar que los artistas de la revista y del cabaret alternaban funciones en uno y otro espacio. En el Waikiki, lugar que recibía a los actores  236 237



Jorge Portilla, La fenomenología del relajo (México: FCE, 1986), 18. García Riera, Breve historia del cine, 294.

 



del teatro Tívoli, sus números no variaban en la presentación, con la diferencia que en el cabaret era un show más íntimo y con mayor sensualidad. Además, los artistas sobresalientes podían llegar a ocupar lugares en programas cómicos y de variedades en televisión nacional, como el caso del “Tiliches” que bien le dijo al propietario del Tívoli cuando le criticó aparecer en las pantallas de TV “¿qué crees que toda la vida vamos a estar atenidos al méndigo teatro?”.238 Posterior a Tívoli surge la primer película de ficheras en forma, titulada Bellas de noche (1975). La historia narra las relaciones personales en el cabaret, especialmente la de Germán, un exboxeador que trabaja como mesero (Jorge Rivero) y Carmen, una de las cabareteras más importantes del lugar (Sasha Montenegro). La trama parte de los problemas que tienen en su relación amorosa, pues él, un simple empleado del lugar, vive frustrado por no poder sacar a su pareja del mundo del ficheo y darle una mejor vida “como la que se merece”.239 El argumento es una continuación de las tramas del cine de rumberas donde los elementos comunes como el baile y los romances tormentosos entre los personajes quedan relegados ante los objetos de atención principales para los directores: desnudos explícitos, uso constante de bromas, chistes, albures y groserías, así como un constante “choteo” de cuestiones como la embriaguez y la homosexualidad; en general, se puede ver cómo se intentó mostrar cierta vulgaridad de las prácticas populares mexicanas con la intención de “producir en muchos espectadores la sensación catártica de un acercamiento a lo real”.240 En la imagen 45 podemos observar una escena de Bellas de Noche donde se muestra cómo  238

Diálogo entre “El Tiliches” y “El Quijanito” en Tívoli, DVD, dir. Alberto Isaac (1975; México: Desert Mountain Media, 2006). 239 Diálogo entre German y Carmen en Bellas de noche, DVD, dir. Miguel M. Delgado (1975; México: Laguna Films, 2006). 240 Emilio García Riera, Historia documental del cine mexicano, vol. 17. 1974-1976 (Guadalajara: UdeG/CONACULTA/IMCINE/Gobierno del Estado de Jalisco, 1995), 87.



 



se representaban a las ficheras de acuerdo a los directores y actrices, sentadas en la mesa que tenían destinadas en su cabaret, tal y como sucedía en varios de los centros nocturnos locales.

Imagen 45. Mesa de ficheras en Bellas de Noche.241

Los sketches sobre temas mundanos en estos filmes intentaban reflejar las maneras en que los parroquianos reales del cabaret desfogaban sus tensiones cotidianas. Los desnudos explícitos acompañados de bailes, así como la salida posterior de las ficheras y vedettes para acompañar a sus clientes, ataviadas con prendas muy transparentes, eran elementos que relegaban las tramas al olvido. Una sensualidad desbordante acompañada de temas sexuales y bromas eróticas hicieron de estas películas, realizadas con bajos presupuestos, éxitos taquilleros para un sector popular de clases medias y bajas, población cada vez más grande en las ciudades mexicanas de la década de 1970.242 El arribo de José López Portillo a la presidencia del país en 1976 significó de nueva cuenta cambios en la dinámica cinematográfica nacional. En menos de seis años, durante el  241

Sasha Montenegro interpretando a la fichera protagónica en Bellas de noche, DVD, dir. Miguel M. Delgado (1975; México: Laguna Films, 2006). 242 García Riera, Breve Historia, 295. Este gusto por lo sensual, por las bromas sobre sexo de risillas escondidas, quedó reflejado desde años anteriores, según García Riera, en los éxitos en taquilla de filmes como Masajista de señoras y Peluquero de Señoras, donde el actor Mauricio Garcés –una especie de dandy del siglo XX– hizo característico cierto tipo de humor acompañado de mujeres bellas.



 



sexenio pasado, la inversión pública había fomentado la creatividad de cineastas en el país, y muchos veían un futuro prometedor para la industria fílmica mexicana. La llegada de Margarita López Portillo –hermana del Presidente– a la Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC) significó el inicio de una nueva etapa donde las prácticas cinematográficas recientes quedarían olvidadas. Entre sus primeras medidas, la RTC logró cooptar los recursos del Banco Cinematográfico reduciendo las posibilidades para la creación fílmica independiente. Con un equipo de asesores, la directora propuso retornar a las formas de la época de oro del cine, aprovechando las nuevas tendencias culturales de menor censura donde los productores privados, especialmente los auspiciados por la cadena de televisión y radio nacional de Emilio Azcárraga, encontraron facilidad para realizar películas de bajo presupuesto con temas que pretendían ser cotidianos,243 y que dieron auge al cine de ficheras hasta la década siguiente. La situación no tardó en salirse de control, pues la reducción aún mayor de la censura mostró que los intereses taquilleros privados estaban más ligados al morbo de enseñar cuerpos desnudos de vedettes y hacer bromas groseras, por encima de realizar historias con verdadero contenido de realidades populares. Las “encueratrices” eran más redituables, pues con poco dinero gastado una vedette podía llenar un cine como en el caso de Las Ficheras (1977) –continuación de Bellas de Noche– donde la combinación de lenguaje soez, mas desnudos femeninos resultó de nuevo un éxito taquillero, aunque ahora se agregaba un tono más político con ciertas bromas que reflejaban parte de la realidad

 243

García Riera, Breve historia del cine, 307. El autor hace alusión también a un intento de complacencia que los directores proyectaban entre la obscenidad y la supuesta naturaleza corrupta del mexicano que mostraba en las películas de ficheras una actitud desenfadada como diciendo “ni modo, así somos.”



 



socioeconómica nacional. Aquí se muestra uno de los desnudos explícitos con los que Lyn May adquirió mayor fama en este film (ver imagen 46).

Imagen 46. Lyn May haciendo Striptease.244

La crisis económica constante durante la presidencia de López Portillo y sus consecuencias no quedaron fuera de los temas en el cine de ficheras, pues en varios casos, y con cierta actitud de relajo y desenfado, los personajes hacían bromas o referencias a la situación nacional de desempleo y bajo poder adquisitivo; en diálogos simples, seguidos por algún número musical que relajara la tensión, las conversaciones entre los personajes permitían observar cuestiones que antes no era posible ver en películas mexicanas. En Las Ficheras, la Corcholata (Carmen Salinas) –fichera vieja y alcohólica pero aún activa– dice a la propietaria del cabaret El Pirulí (Mabel Luna) lo siguiente: Quiero felicitarte en mi nombre y en el de todas las trabajadoras del talón, ficheras y similares del primer cuadro, por haberle comprado El Pirulí a “La Matraca”. ¡Cuántos sacrificios y privaciones te habrá costado juntar tu lana! [ironizando mientras observa las joyas de la Muñeca] Y luego, en lugar de cambiarla por dólares y mandarla a Texas o a Suiza, como hacen tantos nuevos ricos, rateros y huevones, tú dijiste “mi lana se queda aquí, en México” y abriste esta hermosa fuente de cultura y de trabajo ¡Salud!  244

Lyn May desnudándose sensualmente en Las Ficheras: Bellas de noche II, DVD, dir. Miguel M. Delgado (1977; México: Laguna Films, 2003).



 



¡Aquí quisiera ver a esos capitalistas perniciosos y persignados para decirles: cht, fiu, he aquí el ejemplo, eh, el ejemplo que les está poniendo esta pinche puta!245 Con estos filmes se reafirmó la existencia de cabarets en las ciudades mexicanas, y tanto sectores populares como clases adineradas comprendieron que ya eran lugares centrales para el entretenimiento nocturno urbano, les gustara o no. Los artistas que tenían cabida en cine, radio y televisión fueron ejemplo para otros tantos que apenas iniciaban en las ciudades, y que buscaron maneras de ingresar al negocio de formas variadas. En Guadalajara, desde la década de 1960, las carteleras de cabarets poco a poco veían ingresar más y más nombres nuevos de personajes que buscaban el éxito que varios ya tenían y que iniciaron desde los centros nocturnos. La década de 1970 inició con una cantidad de artistas muy grande en la ciudad, en la que casi todos ellos, además de participar en las variedades de cabarets locales, también tenían cabida en números de teatro de revista local. A pesar de no ser como en las películas que vieron y que tal vez los inspiraron, muchos de ellos dieron vida y características a los cabarets de clase media y alta en Guadalajara con sus números y con su esfuerzo. Heredero de lo que inició el club Ciro’s algunos años atrás, el teatro de la Asociación Nacional de Actores (ANDA) y algunos años después el teatro Blanquita – émulo tapatío del recinto del mismo nombre en la ciudad de México– presentaron obras, espectáculos frívolos, sketches y strips a la usanza de Tívoli, con actores locales que trataron de trazarse camino hacia el éxito, aunque muy pocos lo lograron.

 245

Diálogo entre la Corcholata y la Muñeca en el cabaret Pirulí en Las ficheras: Bellas de noche II. DVD, dir. Miguel M. Delgado (1977; México, Laguna Films, 2003).



 



4.2- Semilleros del cabaret: Los teatros ANDA y Blanquita.

Desde la década de 1960 las empresas de entretenimiento habían comenzado a ampliar aún más las ofertas de diversión para los tapatíos de todos los sectores sociales. En el capítulo anterior incluso se pudo notar la presencia de una práctica que estaba resurgiendo en el país que había llegado a México en tiempos del porfiriato: los teatros de revista.246 Estos teatros que popularizaron los shows de variedades con payasos, magos, marionetas, imitadores, vedettes, cantantes, enanos y un sinfín de artistas más, reaparecieron en Guadalajara dentro de un contexto nacional donde la vida cotidiana tenía fuertes nexos ya con la radio y la televisión. El teatro frívolo o de género chico fue desde la época postrevolucionaria una forma de entretenimiento que vitalizó el habla popular, la presencia del albur, el uso de temas considerados obscenos en relación al público y lo grotesco como algo artístico, y finalmente abrió un espacio divertido de crítica social sincrónica relajando la seriedad de las situaciones de las clases populares.247 En este decenio la mayoría de artistas nacionales se encontraban organizados dentro de la Asociación Nacional de Actores (ANDA), que condensaba un gran número de personajes consolidados del teatro, cine, televisión y radio, así como a los nuevos buscadores de oportunidades en el medio. La ANDA abrió teatros en algunas ciudades del país con la intención de que los actores y artistas incipientes “de provincia” encontraran un lugar a donde acercarse para

 246

El trabajo de Romina Martínez de Las carpas en Guadalajara, 1920 – 1940. Tesis para obtener el grado de Maestro en Estudios sobre la región. (Guadalajara: Colegio de Jalisco/Universidad de Guadalajara, 2003) es una de las bases para hablar sobre el espectáculo de variedades y los teatros de revista en la ciudad. La autora reconoce la presencia de elementos como las vedettes y los sketches tan característicos de las variedades. 247 Carlos Monsiváis “Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX” en Historia General de México (México: Colmex, 2000) 1537.



 



ingresar a las filas del creciente gremio de trabajadores del espectáculo.248 En Guadalajara el Teatro de la ANDA comenzó a trabajar con una cantidad importante de personas, de las cuales la mayoría ya estaban presentando números y shows al interior de cabarets de clase media y alta en la urbe (La lista de nombres con los que se inauguró el teatro se puede ver en la imagen 49). El patrocinio del teatro para su apertura fue gracias a la iniciativa privada y al gobierno municipal, que en 1967 fueron convencidos por “Palillo” para ofrecer a los artistas locales que no estaban muy activos la oportunidad de tener un ingreso mediante la presentación de revistas y teatro de género chico.249 Las imágenes publicitarias del Teatro Popular ANDA en Guadalajara durante sus primeros años conjugaban los artistas ya consagrados de la farándula con algunos que trataban de despegar hacia el estrellato. Las publicidades en El Occidental muestran cómo eran presentados los nombres en el ANDA, encabezando el cartel alguna estrella nacional seguida por artistas que ya eran reconocidos dentro de varios sectores, y dejando en la parte inferior –en letras chiquitas– a los más desconocidos o principiantes, como se ilustra en la imagen 47.

 248

Barú nos explica que la ANDA era una organización obligatoria para todos los artistas, y que en su interior se cuidaba a los y las jóvenes que iniciaban en el negocio. Se ofrecían cursos de baile, canto y actuación, y ahí mismo se obtenían los papeles para participar en las obras del teatro de la organización. “La que no estuviera en la ANDA no trabajaba, y tenía que cumplir con una audición al coreógrafo para ver si podía bailar” Barú, entrevista realizada el 18 de Septiembre de 2013. 249 Barú, entrevista realizada el 24 de septiembre de 2013. Barú nos dice que el terreno donde se instaló el teatro era un estacionamiento, que se compró con dinero del gobierno y de empresas patrocinadoras, y ahí se edificó el Teatro ANDA.



 



Imagen 47. Publicidad del teatro ANDA en sus inicios.250

Esta dinámica de presentar shows con variedad amplia, dando cabida a todos los géneros musicales importantes del momento, así como a cómicos, actores, bailarinas y vedettes pronto comenzó a cambiar conforme fueron entrando en vigor las nuevas reglas de libertad sobre la censura y contenidos en los espectáculos, y también gracias al desarrollo del cine de ficheras a mediados de la década. En el escenario se jugaba con los ritmos de los números presentados, alternando bailes lentos y sensuales con cómicos y músicos, para subir y bajar los tonos de picardía así como los ánimos eróticos de los asistentes. La presentación de la Sonora Santanera en 1969 junto a los cómicos y actores de la revista son un claro ejemplo de cómo se llevaba a cabo el show durante esta etapa del teatro.

Imagen 48. La Sonora Santanera el en teatro ANDA.251

 250



El Occidental, Sección C, 30 de agosto, 1968, BPEJ.







Imagen 49. Cartel inaugural del teatro ANDA.252

 251 252



El Occidental, Sección C, 15 de junio, 1969, BPEJ. El Occidental, Sección C, 28 de septiembre, 1967, BPEJ.

 



Los primeros años del teatro ANDA transcurrieron ofreciendo una variedad completa, con números de cómicos, marionetas, cantantes, actores, actrices y vedettes. El tipo de espectáculos que se montaban estaban enfocados para un público de varios rangos de edad en las primeras horas, terminando con números sólo para adultos ya cercano a la media noche, hora en que muchos de sus artistas migraban a varios de los cabarets de la ciudad para seguir laborando. Uno de los principales personajes de esta etapa inicial en los teatros fue Jesús Martínez Rentería “Palillo”, quien se especializó en hacer sátira de la situación social y política mexicana, haciendo burlas directas de personajes de todos los niveles de gobierno sin temor a represalias. Barú relata que a “Palillo”, algunas veces cerca de finalizar su número, varias patrullas de policía lo esperaban fuera del teatro para llevarlo directo a la autoridad competente para tratar sobre el contenido de sus sketches.253 Esta fama fue bien empleada por los encargados del teatro, pues cada que “Palillo” presentaba un número se mencionaba su habilidad para hacer choteo de los políticos, e incluso se menciona que el teatro había conseguido ya un recurso de amparo “por aquello de las dudas” como reza la leyenda entre las piernas de la bailarina en el cartel presentado en la imagen 50.

 253



Barú, entrevista realizada el 24 de octubre de 2013.

 



Imagen 50. “Palillo” como número central en el teatro ANDA.254

Este cartel lleno de sensualidad evidencia una serie de medidas que se tomarían en torno a las variedades y números en el teatro ANDA, donde los cómicos y cantantes quedarían relegados por la necesidad de mostrar más cuerpos completos. Para 1975, los carteles publicitarios del teatro habían cambiado sus diseños, ahora presentando sólo obras cómicas de revista y vaudevilles que se ajustaban más a las propuestas cinematográficas en una especie de show popular con desnudos constantes. Los llamados strips se convirtieron desde esta etapa en el elemento de mayor fuerza para la publicidad, pues con la experiencia cinematográfica, los directores de obras se percataron de que los desnudos les garantizaban éxitos en las presentaciones.  254



El Occidental, Sección C, 2 de julio, 1970, BPEJ.

 



Imagen 51. Publicidad del ANDA hacia 1975.255

El strip consistía en que una vedette o bailarina se desnudara poco a poco en el escenario al ritmo de alguna canción lenta, causando revuelo y pasión desbordada entre los espectadores. Al final, cuando ya sólo quedaban prendas interiores, la artista terminaba por quitarse la parte superior quedando cubierta por un par de pezoneras, y cuando retiraba la parte inferior se apagaban las luces o se cerraba el telón de golpe.256 Los teatros de revista y los cabarets compartían el mismo tipo de espectáculos fomentados por la ola cultural que había permitido mayor libertad ante la censura. La publicidad de los establecimientos y de los teatros muestran que la mujer es, para mediados de la década de 1970, el elemento más atractivo que podían presentar los teatros y cabarets, y sus cuerpos eran explotados como recursos visuales al máximo posible.

Imagen 52. Publicidad adaptación en el teatro ANDA de Bellas de Noche.257.

 255

El Occidental, Sección C, 24 de mayo, 1975, BPEJ. Barú, entrevista realizada el 24 de septiembre de 2013. 257 El Occidental, Sección C, 30 de abril, 1977, BPEJ. 256



 



La imagen 52 ejemplifica la fuerte influencia del cine en las nuevas maneras de escenificar al teatro de revista en Guadalajara, en el ANDA se llegaron a realizar presentaciones adaptadas de “Bellas de Noche”, teniendo inclusive a personajes del elenco original de la película para hacerlo aún más atractivo para el público. El teatro de revista –al igual que todas las prácticas culturales de entretenimiento en el país– tuvo fuertes influencias del contexto en el que se desarrolló. La entrada de filmes norteamericanos que marcaron la década, y en general la historia del cine, de la música y del entretenimiento, marcó la pauta en varios asuntos para la creación de obras de revista. Los casos particulares de algunas revistas como “Fiebre de sóbalo en la noche”, “La guerra de las galaxias”, “Batman y Robin contra Los ángeles de Charly” son evidencia de que los programas y filmes norteamericanos habían arraigado ya en los gustos del público nacional y tapatío, como se observa en las imágenes 53, 54 y 55.

Imagen 53. Batman y Robin.258

Imagen 54. Guerra de las galaxias. 259

Imagen 55. Fiebre de sóbalo en la noche.260

 258 259



El Occidental, Sección C, 5 de mayo, 1978, BPEJ. El Occidental, Sección C, 9 de mayo, 1978, BPEJ.

 



Junto a los nombres de las revistas con alusión a programas y películas extranjeras podemos encontrar bromas y albures que añaden relajo a las presentaciones. Los nombres de los cómicos comunicaban el tipo de espectáculo que ofrecían los lugares, siendo “Palillo” en la primera etapa, y luego Tito Mena, las piedras angulares durante esta época.261 Algunos años más tarde después de las crisis internas que vivió el teatro ANDA, a unos metros abrió sus puertas el teatro Blanquita, que continuó con la dinámica de revista y show frívolo con la que terminó su existencia el ANDA. En palabras de Barú y Micky “el Italiano”, el ANDA cerró a causa del cambio en las prioridades de los espectáculos presentados. En una primera etapa, con “Palillo”, las presentaciones estaban destinadas a un público general, incluso familiar, donde ya más tarde sí había números con tono más subido. Cuando Tito Mena se hizo cargo de la agenda, comentan que incluso se consideraba al teatro como más cercano al burlesque.262

Imagen 56. Publicidad teatro Blanquita.263

 260

El Occidental, Sección C, 15 de junio, 1979, BPEJ. Barú y Mike “el italiano” entrevista realizada el 24 de septiembre de 2013. 262 Barú y Mike “el italiano” el 24 de septiembre de 2013. 263 El Occidental, Sección C, 15 de abril, 1979, BPEJ. 261



 



El caso del teatro Blanquita está en orden con esto último, teniendo nexos con un cabaret en particular –el Royal– ubicado a unas cuadras en plena zona de influencia de San Juan de Dios en la calle Gómez Farías 34, lugar donde anteriormente estaba el Ciro’s Club, antecedente local de los teatros de revista. Sus anuncios en El Occidental mostraban los nombres de ambos lugares haciendo evidente la relación que existía (Ver imagen 56). Sobre el Blanquita tenemos evidencias de su funcionamiento todavía hacia el final de la década siguiente con un cartel más reducido y siendo Tito Mena aún el encargado de la diversión. En dicha publicidad se indica que el Blanquita logró invitar en 1979 a Lilian Campos, modelo y vedette que posó desnuda para la revista internacional para caballeros Playboy (ver imagen 56). Con este tipo de acciones buscaban atraer más clientela mediante la sensualidad que prometía tener un nombre como este. Si bien la presencia femenina y la exhibición de sus cuerpos fueron parte esencial del espectáculo de revista, así como del cabaret, cabe recordar que para ésta época continuaba vigente el decreto 5941, donde se prohibía la permanencia de mujeres solas al interior de centros de vicio. Al parecer los creadores de la ley no contemplaron que muchas mujeres participaban de la vida nocturna no sólo como clientes, meseras o ficheras, sino también jugando un papel muy importante en los escenarios como bailarinas y vedettes consideradas artistas. La posible justificación ante la presencia de mujeres y los desnudos, apoyada en gran parte por la cinematografía, es que el espectáculo frívolo, la desnudez y los bailes cadenciosos y sensuales bien podían ser considerados artísticos, y en el decreto 5941 no existía ningún apartado que regulase la actividad artística y que definiera lo que era considerado “arte” para el Estado de Jalisco.



 



Este escape legal les permitió desarrollar sus actividades con ciertas libertades a los teatros, fomentando que los artistas se presentaran por temporadas en sus escenarios y por las noches o los fines de semana ambientaran las pistas de los cabarets que los contrataran. Junto con el desarrollo del teatro de revista local se consolidaron varios cabarets para las clases medias y altas de la ciudad. En su interior se ejecutaban números más íntimos similares a los de las revistas, con bailes exóticos y strips, permitiendo al espectador observar con menor distancia a las vedettes y a todos los artistas. La atracción principal cabaretera a lo largo de la década fueron las mujeres, ya sea como vedettes o como cantantes, y en la publicidad de El Occidental se puede observar a las celebridades que desfilaron en los escenarios locales, así como las tendencias que dominaron a lo largo de esta etapa en torno al diseño de los anuncios y la presentación de espectáculos.

Imagen 57. Ballet Chelo La Rue en el teatro ANDA.264

 264



Colección particular Barú. Sin fecha.

 



4.3 - La hora de la vedette: Establecimientos y variedades.

Las vedettes emergieron desde finales de la década de 1960 como el ícono cabaretero por excelencia en el país. Existiendo desde mucho tiempo atrás, participando en carpas y teatros de revista con mucha anterioridad, se colocaron a la vanguardia del espectáculo cabaretero y se mantuvieron firmes hasta el final de esta etapa en los desveladeros tapatíos. Su rol en el teatro de revista y cabarets mantuvo muchas similitudes con lo que hacían medio siglo atrás en las carpas, donde debían “poseer atractivo sexual, habilidad para bailar y cantar e inteligencia para denunciar con picardía irregularidades cometidas en el ámbito político, saber cuando decir una frase para que el actor o el cómico completara el diálogo con una palabra de doble sentido”.265 En esta nueva fase de auge tenían que contar con una gran disposición a exponer sus cuerpos casi desnudos, lo que les ganó el mote de “encueratrices”. Los propietarios de cabarets de clase alta y media observaron que podían depositar la misma confianza en los cuerpos descubiertos de la vedette que los creadores de películas en el cine de ficheras, pues el morbo y la curiosidad de observar a una hermosa mujer al descubierto y a unos metros fue uno de los atractivos más fuertes para el florecimiento de los negocios cabareteros en la época, bajo el principio de “admírenme, codícienme, idolátrenme, pero jamás me toquen”.266 La inteligencia de la vedette no sólo se ponía en práctica en la comicidad y la picardía, sino también en su propia seguridad. Al trabajar en un ambiente más íntimo, con

 265

Romina Martínez, Las carpas en Guadalajara, 120. Cita textual de Lyn May al describir su labor como vedette en los escenarios de los cabarets nacionales. Cristina Pacheco, Los dueños, 36. 266



 



presencia de bebidas alcohólicas y sensualidad constante, podía suceder alguna situación incómoda con clientes en estado de ebriedad al interior del cabaret.267 Barú narra el episodio que presenció cuando la Princesa Lea, una de las vedettes más famosas de la década, tuvo que mantener la calma en medio de su presentación en el Afro Casino. La Princesa era conocida por ejecutar un número donde se bañaba desnuda con espuma adentro de una copa gigante de vidrio, y en Guadalajara este show causó furor. Uno de los días de su presentación, uno de los clientes del lugar que ya estaba ebrio, subió al escenario y llenó su vaso con la espuma de la copa y la bebió, aprovechando la oportunidad para decirle algunas lindezas. Según el coreógrafo el borracho le dijo: ‘tú eres hombre ¿por qué te tapas con esto [la espuma]?’ Porque ella siempre usaba aquí [en la entrepierna] como una cinta, en las partes, para que no se le metiera al agua, ella decía que para que no se le metiera el jabón, pero luego se soltó el rumor de que usaba eso porque era hombre, para taparle pues, y el borracho quiso ir a comprobar, y pues no, era mujer cien por ciento. Y al borracho luego luego lo sacaron, pero él iba encantado diciendo ‘pos me van a sacar pero con el gusto que me estoy tragando esta agua de sus…[risas]’. 268 La ventaja que tenían las vedettes fue que su presencia era más requerida en cabarets de clase media y alta, donde había elementos de seguridad interna, a diferencia de los cabarets populares donde las mujeres fungían más como ficheras y corrían riesgos mayores. A las vedettes no se les permitía transgredir la frontera que las separaba de las ficheras en la práctica interna del cabaret, sobre todo a las estelares, pues a pesar de que algunos clientes les enviaban regalos y bebidas, eran seriamente reprimidas en su remuneración por los propietarios del lugar si acompañaban a algún caballero en una mesa.

 267

Cristina Pacheco, Los dueños, 39. “los señores están bebiendo, apostando, eufóricos, digamos, así que no hay que hacer nada que parezca una provocación” 268 Barú, entrevista realizada el 18 de septiembre de 2013. Fragmento con anotaciones entre corchetes:



 



Algunas vedettes de menor rango si pudieron permitirse acompañar caballeros en sus mesas durante algunos años del final de la década de 1970.269 Con la publicidad podemos notar la importancia de las vedettes y su apariencia. Vestidas con trajes de gala descubiertos o con prendas pequeñas y muy reveladoras, todas ellas confeccionadas con brillos y lentejuelas, sus cuerpos se convirtieron en el elemento central cabaretero de la época. Debían empeñarse en mantener una figura atractiva a los ojos del público y sólo lo podían lograr con horas de trabajo extenuante en los estudios de danza de la ANDA o en sus casas.270 Sus cuerpos eran la principal herramienta de trabajo, ya que las prendas eran sólo adorno y duraban poco tiempo puestas mientras se desnudaban lentamente en los escenarios. La desnudez era el clímax de su labor, y condensaba tanto los deseos de los espectadores como el placer personal de haber realizado su trabajo completamente. En palabras de Lyn May, exhibirse desnuda es un privilegio sólo de las bellezas, pues “una mujer que sea gorda no debe pretender convertirse en vedette”.271 Dos de los enemigos más fuertes para las mujeres de este espectáculo eran la maternidad y el paso del tiempo. Tener hijos las obligaba a separarse de sus entrenamientos y labores cotidianas, y envejecer podía transformarles su organismo alejándolas del estándar de belleza cabaretero de la época. A pesar de estas situaciones, algunas vedettes evitaban alejarse de los escenarios después de haber sido madres o en edad madura con  269

Barú, entrevista realizada el 1 de octubre de 2013. Barú, entrevista realizada el 1 de octubre de 2013; desde el segundo capítulo mencionamos la emergencia del cuerpo como un elemento de consumo, pero la década de 1970 representa para la vida cabaretera una nueva dinámica en torno al cuerpo femenino publicitado. En este momento era más relevante resaltar el “valor sexual” de la vedette por encima de todas las otras habilidades y valores posibles, diferenciando a la censura moral, relativa a los valores religiosos principalmente, con la censura generalizada regulada por el consumo, donde los límites son más laxos y se puede permitir jugar con las fantasías (eróticas) a nivel simbólico en los anuncios. Jean Baudrillard, La sociedad de consumo, 178-179. 271 Cristina Pacheco, Los dueños, 41; Barú, entrevista realizada el 18 de septiembre de 2013. 270



 



base en la obstinación y trabajo arduo. “Tongolele” es ejemplo de lo anterior, pues siendo una bailarina reconocida desde hacía un par de décadas y con más de cuarenta años de edad, se presentó en el Afro Casino para deleitar a los tapatíos con sus contorsiones. Las vedettes lograron acaparar los reflectores del espectáculo cabaretero a nivel nacional durante la época, y los propietarios de negocios sabían que a través de ellas podían lograr grandes ganancias económicas. El caso de Jesús Zárate es una muestra de la habilidad para emplear los shows de vedettes como eje de sus establecimientos, pues en los cabarets que tuvo –Casbah y Afro– era cotidiano observar dentro de sus publicidades el nombre y la foto de alguna encueratriz importante. El Afro fue indiscutiblemente el cabaret que dominó la escena en la década de 1970. La lista de personajes que se presentaron en su pista y escenario tiene una calidad equiparable a cualquier lugar de la ciudad de México, que fue la capital artística nacional. Barú menciona que las cualidades de Zárate para negociar con los grandes agentes y artistas era incomparable, y que gracias a él se logró consolidar este lugar como el mejor centro nocturno de la ciudad por varios años.272 Gracias a la publicidad en El Occidental se puede reconstruir un listado de las personalidades que se presentaron en el Afro, de las cuales no sólo se anunciaban ahí, también se imprimían volantes que se repartían por las calles y en algunos lugares estratégicos como restaurantes, además de carteles que se pegaban por los muros y postes de calles muy transitadas, como el que se muestra en la imagen 58.

 272



“Noches de provincia”, 25. Barú, entrevista realizada el 1 de octubre de 2013.





Imagen 58. Cartel callejero de Tongolele en el Afro Casino.273

Yolanda Montes “Tongolele” fue una de las bailarinas más constantes en los escenarios cabareteros del país, pues gracias a la fama adquirida en varios filmes, su presencia en conjunto con sus contorsiones al ritmo de tambores causaban asombro entre los espectadores. Por muchos años logró mantenerse como un objeto del deseo de una gran mayoría de caballeros, claro desde los escenarios del cabaret y las pantallas de cine y televisión. 274

Imagen 59. Volante Mabel Luna en el Afro275

Imagen 60. Volante Rossy Mendoza en el Afro 276

 273

Colección personal Barú. Sin fecha. En la parte inferior de este afiche, en una especie de cenefa que rodea a Tongolele podemos encontrar el nombre de Barú, nuestro informante, que fungía ya como coreógrafo en el Afro. 274 Tongolele se llamaba a sí misma una “ombliguista” más que una vedette. Sus bailes son recordados por grandes números y escenas en la industria cinematográfica nacional desde la década de 1940. Uno de los ejemplos más recordados es la escena que realiza junto a Germán Valdez “Tin-tán” en el filme El rey del Barrio (1949) dirigida por Gilberto Martínez Solares. Cristina Pacheco, Los dueños, 27. 275 Volante del Afro Casino con Mabel Luna. Colección personal Barú. Sin fecha.







Imagen 61. Volante La Princesa Lea en Afro.277

En el Afro se presentaron varias artistas conocidas en el ámbito cinematográfico y cabaretero en general. Mujeres como Mabel Luna, Wanda Seux, Rossy Mendoza, Grace Renat, Claudia Tate, Thelma Tixou, La Princesa Lea, Meche Carreño, Gloriella y Lyn May presentaron sus números durante una o varias semanas en sus pistas. La presentación de Isela Vega en este lugar fue una de las más esperadas y de mayor éxito. La actriz y vedette era conocida por sus participaciones en televisión y cine además de sus presentaciones en centros nocturnos donde, si se lo permitía el lugar, se desnudaba completamente. De hecho Vega fue la única mujer que se despojó totalmente de sus prendas en los escenarios del Afro Casino, pues la mayoría de las artistas quedaban con alguna prenda de tamaño mínimo en el área púbica y pezoneras. Barú cuenta que Isela Vega se desnudó en la calle junto a la puerta trasera del lugar. La gente que hacía fila para entrar dio el aviso a los demás y se abarrotó el establecimiento en cuestión de minutos. Vega salió al escenario con una bata, y en poco tiempo la dejó caer

 276 277



Volante del Afro Casino con Rossy Mendoza. Colección personal Barú. Sin fecha. Volante del Afro Casino con La Princesa Lea. Colección personal Barú. Sin fecha.





al piso danzando desnuda, tal como se mostraba en las tarjetas que apartaban las mesas del lugar durante sus presentaciones (ver imagen 62).278

Imagen 62. Tarjetón para reservar mesas en Afro Casino, evento de Isela Vega. 279

Como el lugar de mayor variedad en Guadalajara, Afro también daba cabida a otros artistas además de vedettes y encueratrices, que aprovechaban este nicho para difundir su trabajo y tener contacto con los tapatíos cuando ya fueran artistas consolidados. Casos como el de Ana Luisa Peluffo y Verónica Castro son muestras de que en este establecimiento existía una mayor variedad de ofertas culturales para el público sin dejar de lado a la vedette (Ver imágenes 63 y 64).

 278

Barú, entrevistas realizadas el 18 de septiembre y 1 de octubre de 2013. Isela Vega era conocida nacionalmente por su actitud y desfachatez para burlarse y fastidiar a los sectores moralistas que juzgaban sus actos. Carlos Monsiváis. Amor perdido (México: Era, 1977) 325. 279 Colección personal Barú. Sin Fecha.







Imagen 63. Publicidad Ana Luisa Peluffo en Afro Casino.281

Imagen 64. Publicidad Verónica Castro en Afro Casino280

También alternaban sus fechas con shows protagonizados por cómicos de talla nacional entre sus números. Los casos de “Palillo” y Enrique Cuenca –uno de “Los Polivoces”– ejemplifican de esta situación en las imágenes 65 y 66. Los cómicos eran parte cotidiana de las carteleras del Afro, pero sólo en contadas ocasiones podemos hallarlos como atracción principal o parte de gran relevancia en el espectáculo, pues las vedettes eran quienes dominaban los escenarios.

Imagen 65. Volante “Palillo” en Afro. 282

Imagen 66. Publicidad Enrique “Polivoz” en Afro Casino.283

 280 281



El Occidental, Sección C, 9 de abril, 1977, BPEJ. El Occidental, Sección C, 29 de septiembre, 1975, BPEJ.





El estándar de belleza cabaretero obligaba a sus personajes a utilizar recursos similares en casi todos los establecimientos, tanto en la publicidad como en los espectáculos. Las mujeres del cabaret tenían que poseer caderas anchas y pechos voluptuosos, unidos por una cintura pequeña. Tenían que bailar al ritmo de canciones caribeñas o africanas, para terminar desnudándose lentamente con alguna pieza musical de bajo ritmo llena de sensualidad mediante el strip. Los cabarets tapatíos que estaban a la zaga del Afro Casino también tuvieron en sus carteles algunos nombres prominentes del espectáculo de variedades. El Sarape, que tenía ya varios años funcionando, fue el que trajo por primera vez a Guadalajara a Lyn May y en años posteriores a Gina Montes, estrella del programa televisivo “La carabina de Ambrosio.” Aquí mostramos los anuncios publicados en El Occidental para esos eventos (ver imágenes 67 y 68).

Imagen 67. Anuncio Gina Montes en Sarape. 284

Imagen 68. Anuncio Lyn May en Sarape.285

Un cabaret buscó fugazmente un lugar en la competencia local hacia finales de la década: Casino Royal –ubicado donde anteriormente estaba Ciro’s club– del cual sabemos que tuvo nexos con el teatro Blanquita y sus artistas. En este lugar se presentaban las  282

Volante para la presentación de “Palillo” en Afro Casino. Colección personal Barú. Sin Fecha. El Occidental, Sección C, 11 de agosto, 1979, BPEJ. 284 El Occidental, Sección C, 23 de mayo, 1973, BPEJ. 285 El Occidental, Sección C, 15 de septiembre, 1978, BPEJ. 283







variedades y vedettes que participaban de las obras cómicas y desnudos del teatro cuyos productores, a diferencia del ANDA, habían apostado por un espectáculo más al estilo del burlesque, como se nota en las imágenes 69 y 70. La publicidad sobre éste lugar es escasa, y sólo tenemos evidencia de su existencia en los años 1978 y 1979, etapa donde comenzaba la lucha administrativa contra los establecimientos de vicio de corte popular en la zona centro de la ciudad.

Imagen 69. Publicidad Casino Royal.286

Imagen 70. Publicidad Dandy Club. 287

Imagen 71. Publicidad Zombie Club.288

Otros establecimientos un poco más modestos como El Dandy y Zombi (Imágenes 70 y 71), consolidados en el ámbito local cabaretero desde la década anterior, mantuvieron

 286

El Occidental, Sección C, 3 de noviembre, 1978, BPEJ. El Occidental, Sección C, 29 de septiembre, 1978, BPEJ. 288 El Occidental, Sección C, 31 de mayo, 1975, BPEJ. 287







sus puertas abiertas continuando con una cartelera de artistas locales, que rotaban a lo largo de los meses entre éstos lugares, así como El Nopal y El Sarape.289 La rotación de vedettes, bailarinas, actores y cómicos en estos establecimientos era parte de un convenio que los cabarets y sus empresarios formaron con la ANDA, donde esta organización se encargaba de la formación de jóvenes artistas y los cabarets aprovechaban su presencia para la oferta de espectáculos al interior. Los empresarios ganaban una mayor variedad de números para ofrecer y los jóvenes conseguían oportunidades de empleo y un nicho para mostrar sus habilidades al público.290 Hacia mediados de la década se unieron nuevos lugares a la agenda de negocios con práctica cabaretera. Capri (López Mateos Sur 1161), El Dorado (Tolsá 479) y Tekare (av. 16 de septiembre 157) –aparentemente negocios hermanos pues sus anuncios aparecían juntos– representan la apertura de lugares que pudieran competir con la calidad de las variedades y vedettes. En 1975 Capri logró integrar a su cartel a la Princesa Lea antes que el Afro (ver imagen 72).

 289 290



Barú, entrevista realizada el 24 de septiembre de 2013. Barú, entrevista realizada el 18 de septiembre de 2013.

 



Imagen 72. Publicidades Capri y El Dorado.291

Capri fue uno de los primeros ejemplos de la salida de cabarets de la zona céntrica. Los lugares cabareteros más alejados de ésta área eran contados para las décadas anteriores, siendo entonces Navy Club por la av. R. Michel, Carrusel por Chapultepec y Club Palacio por la Calzada del Ejército los que podemos mencionar. Al igual que Capri, otros empresarios abrieron desveladeros en lugares variados de la ciudad, ampliando la oferta cabaretera tapatía en zonas alejadas del centro, tanto residenciales como de otro tipo de uso. Las Vegas, Pink Wagon y Los Colomos fueron tres centros nocturnos que se establecieron en la zona más alejada de la carretera a Chapala (Ver imágenes 73 a 75). Los Colomos era el lugar de entretenimiento del Hotel El Tapatío que para el momento era uno de los más grandes de la zona metropolitana, y se encontraba alejado del bullicio urbano. En su interior no había mucha actividad cabaretera parecida a la de los desveladeros de la ciudad, ya que no integraba muchas vedettes del espectáculo local o nacional. Por las características del hotel, enfocado a públicos con más recursos económicos, los

 291



El Occidental, Sección C, 20 de julio, 1975, BPEJ.

 



espectáculos que ofrecían eran variedades internacionales y revistas que contrataban de otras latitudes como Las Vegas, Nevada, en Estados Unidos. Frente a Los Colomos se encontraban Pink Wagon y Las Vegas, que diferían en oferta de entretenimiento con el centro nocturno del hotel. En ambos lugares la variedad integraba vedettes locales y revistas de burlesque, mostrando en su publicidad más desnudez y sensualidad con mujeres danzando o posando.

Imagen 73. Anuncio Los Colomos

292

Imagen 74. Publicidad Pink Wagon293

Imagen 75. Publicidad Casino Las Vegas.294

Otro lugar que se abrió en una zona lejana del centro de la ciudad, pero ahora cercano a una zona residencial, fue Manhattan (López Mateos 3639) ubicado hacia la salida a Colima, junto al fraccionamiento de Las Águilas. En este lugar también cabían los  292

El Occidental, Sección C, 25 de octubre, 1975, BPEJ. El Occidental, Sección C, 21 de junio, 1975, BPEJ. 294 El Occidental, Sección C, 25 de julio, 1975, BPEJ. 293



 



números con músicos, cómicos, animadores y principalmente vedettes; en este lugar se puso de moda un tipo de espectáculo que, a pesar de su existencia desde varios años atrás, volvió a tomar fuerza entre los desveladeros locales: el show travesti. El anuncio que se presenta en la siguiente página es uno de los primeros que corresponden a este tipo de espectáculos en este centro nocturno (ver imagen 77).

Imagen 76. Show Travesti en Manhattan.295

Los números de travesti en estos lugares consistían en que un hombre se disfrazaba como alguna mujer famosa –cantante, actriz, bailarina o vedette– y personificaba sus bailes, números o canciones famosas. Pudiendo ser desde artistas internacionales como Liza Minelli o Marylin Monroe, hasta personalidades locales como Irma Serrano o María Victoria, los travesti ganaron espacio en los escenarios cabareteros hacia los últimos años de la década de 1970, y en la siguiente lograron abrirse negocios que ofrecían únicamente este tipo de variedades como el caso del Sajhara Night Club, del cual contamos con escasos

 295



El Occidental, Sección C, 30 de noviembre, 1978, BPEJ.





anuncios publicitarios, pero sabemos que hasta el día de hoy continúa operando exitosamente en éste ámbito del espectáculo. Barbarella fue otro cabaret que ofrecía números de travestis internacionales, alternando estos números algunos días junto a sus variedades regulares. Este negocio, mencionado como restaurant-bar, estaba ubicado en la esquina de Corona y Madero en el centro de la ciudad y ofrecía un ambiente glamuroso y lleno de distinción a sus clientes en la publicidad. 296

Imagen 77. Publicidad Barbarella297

Hacia el final de la década de 1970 parecía que la práctica cultural cabaretera para clases medias y altas se había establecido y había llegado a su momento de mayor aceptación, permitiendo la apertura de varios tipos de negocios que integraban variedades, espectáculos, comida, bebida y baile en sus agendas de entretenimiento. El Afro Casino, aún con el crecimiento de opciones para participar de la vida cabaretera, seguía manteniéndose en la cima de la lista de cabarets tapatíos, presentando la variedad más completa y no dependiendo únicamente de las vedettes aunque sí teniéndolas todavía como su eje. La vida cabaretera de sectores populares siguió existiendo durante esta época, y fueron varios los negocios que pudieron subsistir en la zona de San Juan de Dios; sin  296

En algunos anuncios de Barbarella rezaba la leyenda “cene y diviértase como en Europa” tratando de atraer a sus clientes a un ambiente distinguido y único. El Occidental, Sección C, 30 de noviembre, 1978, BPEJ. 297 El Occidental, Sección C, 13 de julio, 1979, BPEJ.







embargo, desde el Ayuntamiento se estaban proponiendo una serie de medidas que contribuyeran a combatir los negocios que estaban relacionados íntimamente con el ficheo, la prostitución, la embriaguez y la comisión de delitos. Hacia el año de 1975 comenzó a resonar con fuerza un rumor que después se tradujo en noticias particulares, donde se hablaba de la necesidad de remodelar las calles del barrio de San Juan de Dios, y así extraer los males que los centros de vicio habían sembrado desde años atrás, iniciando así un fuerte ataque a la práctica cultural cabaretera tapatía en los negocios de recursos más limitados.

4.4 - El centro desarticulado y la desaparición cabaretera popular.

Por años el centro de la ciudad de Guadalajara operó como un espacio de encuentro entre todos los sectores de la sociedad, sin distinguir nivel socioeconómico. Las calles del corazón de la ciudad permitían la interacción entre sectores diversos de población y condensaba en algunas áreas las posibilidades de satisfacer las necesidades de los tapatíos de todas las calidades económicas. El crecimiento de la mancha urbana y el desarrollo de nuevas zonas residenciales alejadas del centro urbano propició que los habitantes de la ciudad encontraran cada vez más útil el uso de transportes motorizados, tanto particulares como de uso público. Por ende, las autoridades locales tuvieron que esforzarse en ofrecer caminos y mejores vías para el uso de autotransportes, convirtiendo muchas calles del centro en lugares transitados por vehículos que hacían de la zona un lugar con mucho bullicio y contaminación. El centro se había convertido, hacia la segunda mitad del siglo XX, en un lugar de paso, y ya no era, como en 1940, un punto obligatorio para la vida tapatía en general (Ver mapa 6). 





Mapa 6. Plano comparativo de Guadalajara en 1971-1940298

 298

Plano comparativo de Guadalajara 1940-1971. El área más oscura al centro es la mancha urbana de 1941. Edición del autor.







Como pudimos observar anteriormente, la mayoría de los tapatíos que antes residían en la zona central comenzaron a migrar a los fraccionamientos fuera de este cuadrante, y con ello, los servicios y comercios ubicados en estas calles empezaron a perder a su clientela. La ampliación de los límites urbanos obligó también a los comerciantes de bienes y servicios a buscar la manera de que los habitantes de estos nuevos espacios tuvieran acceso a sus productos. Para los fraccionamientos del poniente y sur de la ciudad, grupos de comerciantes se organizaron y construyeron centros comerciales –plazas– que pudieran tener tiendas de autoservicio y grandes almacenes como los que había en el centro, para que los tapatíos de las colonias cercanas pudiera acudir a hacer sus compras. El primero de éstos centros fue Plaza del Sol que abrió sus primeras tiendas en 1969 en el sur-poniente de la urbe. A esta plaza le siguieron Plaza Patria en el nor-poniente y Plaza México en la parte occidental cercano a la colonia Ladrón de Guevara y el Fraccionamiento Monraz.299 Dentro de las colonias y barrios del poniente, el ayuntamiento tapatío promovió la construcción de mercados administrados por la comuna, ofreciendo a comerciantes de las zonas la posibilidad de incorporarse a ellos. Con esto los habitantes de la parte oriente de la ciudad también pudieron dejar de asistir al centro para realizar sus compras de bienes básicos, permitiendo al corazón de la ciudad ser un lugar de tránsito con comercios grandes, oficinas y edificios de servicios religiosos y gubernamentales. El crecimiento de la ciudad obligó también a los empresarios del entretenimiento a buscar espacios cerca de los nuevos fraccionamientos, como los lugares cabareteros que mencionamos anteriormente (Capri y Manhattan). Para los empresarios de cabarets de

 299



Patricia Arias, “La vida económica”, 80.





clases media y alta no representaba un problema buscar e instalar sus negocios fuera de la zona centro. Para los dueños de cantinas, cabarets y centros de vicio en zonas populares, cambiar de domicilio no era una opción viable por varios motivos, primero, los precios de un lugar en los nuevos desarrollos urbanos podía ser alto, además de que sus ofertas en productos y servicios estaban más relacionados con los gustos particulares de sus clientes, habitantes de las zonas populares. Por ende, cambiarse de lugar hacia el poniente los obligaría a cambiar sus dinámicas internas totalmente. Si decidían cambiar hacia otro barrio o colonia con características similares podríamos pensar probablemente no tendría tantas complicaciones. Con una fuerte influencia todavía en el barrio de San Juan de Dios, hacia la mitad de la década de 1970 los propietarios de cabarets populares enfrentaron una batalla de la cual no saldrían victoriosos. En el ayuntamiento y gobierno del Estado estaba cocinándose un proyecto que tendría como principal enfoque el remozamiento de la zona aledaña a San Juan de Dios, con lo cual se buscaba –además de un mejoramiento visual y material de las calles, residencias y lugares– una limpia de la situación “delictógena” que aquejaba el área, para lo cual primero se vigiló “la perfecta coincidencia entre el tipo de licencia expedida y el funcionamiento de lugar”.300 Gracias a la fama adquirida por varias décadas de prácticas consideradas nocivas, la zona de San Juan de Dios –que integraba en su área la tradicional Plaza de los Mariachis– en esta etapa era considerada como un “foco de infección” o un “lunar” en la ciudad, que a pesar de ser conocido por su atractivo tradicional estaba destinado al “turismo de los

 300

El Occidental, “Remodelarán barrio de San Juan de Dios”, Sección B, 22 de julio, 1975, BPEJ. Aquí se consideraba la zona roja el área comprendida entre las calles Javier Mina, Clavel, Cuitláhuac y la Calzada Independencia.







pobres” según El Occidental, a causa de la gran cantidad de loncherías y restaurantes que operaban como cantinas y a los “centros turísticos de ínfima categoría”.301 Fue hasta 1978 que regidores del Ayuntamiento decidieron realizar un estudio particular, que arrojó una serie de propuestas por parte de comisionados para analizar este tema. Según el dictamen del 18 de abril de 1978, la zona de San Juan de Dios o “zona roja” comprendía 18 manzanas y tenía los límites “al norte, con la acera sur de la avenida Javier Mina; al sur, con la acera sur de la calle Gómez Farías, al oriente con la acera oriente de Abascal y Souza, y al poniente con la acera oriente de la calzada Independencia en sus tramos norte y sur”.302 Para los funcionarios municipales, ésta área mas que una zona de tolerancia era una “zona de distracción popular que, por desgracia, se ha venido degenerando urbanística y funcionalmente “haciendo que el turismo haya desaparecido casi en su totalidad”.303 El resultado de este dictamen fue un acuerdo mediante el cual se decretó como problema prioritario la situación de la zona San Juan de Dios, y se propuso aplicar al pie de la letra los reglamentos existentes. Fueron dos rubros los que debieron acatar los propietarios de centros de vicio en dicha área: a) Aspectos estéticos y materiales: Los dueños de negocios tuvieron que comprometerse a pintar sus fachadas, así como arreglar las condiciones materiales de sus edificios y tener puertas amplias de buena presentación. El ayuntamiento se comprometió a reparar banquetas y pavimentación, instalar luminarias, retirar vendedores ambulantes y propaganda de los muros.  301

El Occidental, “San juan de Dios, síntesis de lo negativo en la urbe”, Sección B, 23 de julio, 1975, BPEJ. Dictamen de comisiones de Gobernación e Inspección y Vigilancia que decretan como problema prioritario el que corresponde a la zona San Juan de Dios (en adelante Dictamen San Juan de Dios), Guadalajara, 28 de abril de 1978, AMG, Gobierno: 4-30-8, 1. 303 Dictamen San Juan de Dios, AMG, 1. 302







b) Aspectos reglamentarios: Se prohibió la expedición de nuevas licencias para vicio en la zona, se obligó a regularizar sus prácticas internas de acuerdo al tipo de licencia con la que contaban o cambiar definitivamente su giro y solicitar que su funcionamiento fuera desde las 20 horas hasta las 4 horas del día siguiente; finalmente, a los cabarets se obligó a que contaran con ventilación adecuada y que presentaran variedad profesional y música de orquesta únicamente. Quienes no cumplieran con algún asunto de estos dos rubros tendrían que cerrar definitivamente su negocio, y para vigilar que este acuerdo fuera acatado se instruyó al área de Inspección y Vigilancia del ayuntamiento para que mantuvieran estrecha atención con los negocios de la zona, así como para los demás negocios que estuvieran fuera del área pero que incurrieran en estas faltas. Evidentemente esto fue un duro golpe para los empresarios de los cabarets populares, quienes en su mayoría decidieron cerrar sus puertas para no ver sus locales clausurados indefinidamente con los sellos municipales. Junto a las medidas municipales sobre el vicio y la zona roja, el sector privado también contribuyó en asestar un golpe duro a la actividad del vicio en la zona centro de la ciudad. En acuerdo con todos los niveles de gobierno en la ciudad y el estado, se comenzó a edificar en los primeros años de la década de 1980 la llamada Plaza Tapatía, que proyectaba ser un centro cívico y comercial para los tapatíos y los turistas que visitaran la zona, con la finalidad de reactivar la economía del área norte de San Juan de Dios, demoliendo varias manzanas que otrora estaban ocupadas por habitantes de sectores populares, donde desarrollaban sus actividades cotidianas que implicaban vicio y prostitución. La construcción no se llevó a cabo como los arquitectos habían proyectado, ya que se anexaron edificios grandes al plano inicial y con esto se elevaron los costos tanto de 

 



producción como de oferta para comerciantes. Sólo grandes cadenas comerciales pudieron adquirir un lugar para instalar tiendas, dejando este largo corredor comercial en estado de abandono durante varios años. Lo popular de la zona San Juan de Dios comenzó a ser sustituido por las grandes firmas comerciales de prestigio en una especie de irrupción de la parte poniente –de los tapatíos ricos– al rescate de la zona popular de oriente. 304 El gobernador Flavio Romero de Velasco, a once meses de terminar su período, sometió al lenocinio, el vicio y otras actividades negativas, prometiendo que no volvería a formarse una zona roja en el estado. Naturalmente este ataque fue directo a los establecimientos en áreas populares, donde se intensificaron las actividades de vigilancia. Pero para los establecimientos de mayor nivel económico la situación ocurrió de manera distinta. Los que estuvieron ubicados en la zona centro cercanos a San Juan de Dios, como El sarape, vieron afectadas sus actividades. Mientras que los demás lograron subsistir algunos años más. Inclusive se abrieron más lugares que incluían la práctica cultural cabaretera hacia mediados de la década de 1980, pero comenzaron a debilitarse por el ingreso de nuevas forma de entretenimiento nocturno –table dance y discotheques– que sustituyeron en varios establecimientos la vida cabaretera en la ciudad.

4.5 - La decadencia de la práctica cultural cabaretera. La década de 1980 representó varias transformaciones en la vida cotidiana de muchos tapatíos que consolidan las hipótesis de éste capítulo. Los límites urbanos se ensancharon, las actividades comerciales e industriales vivieron una nueva etapa de auge tratando de  304



García Rojas, Olvidos, acatos y desacatos, 201-202; Guillermo Gómez Sustaita, Los decenios, 217.

 



levantar las condiciones económicas del país tras la crisis generada durante la presidencia de José López Portillo. La sociedad tuvo mayor acceso a los medios electrónicos de comunicación, y en la oferta cultural los productores de contenidos mezclaban varios géneros, nacionales y extranjeros, que permitían a los habitantes conocer sobre música, danza, pintura, literatura, cine y entretenimiento en general de diversas partes del mundo, particularmente de los Estados Unidos. Ante una serie de situaciones económicas y políticas en que México comenzó a ingresar a una dinámica neoliberal con la firma de tratados comerciales especialmente con Norteamérica, las franquicias extranjeras poco a poco comenzaron a migrar hacia el territorio nacional. En esta oleada de empresas que se instalaron en el país no podemos dejar de lado las industrias de entretenimiento que también echaron raíces en el territorio nacional. Prácticas poco difundidas hasta esta década como las discotecas y los table dance llegaron a las ciudades mexicanas impulsadas por las condiciones económicas de las relaciones entre México y Estados Unidos, que implicaron el intercambio de prácticas culturales entre ambos países. Además, con la anterior tendencia cabaretera en las urbes nacionales y la presencia constante de cabarets en las pantallas cinematográficas, las prácticas eróticas fueron un tema cotidiano para la sociedad mexicana y tapatía durante los inicios de la década de 1980.305

 305

Gilberto López Villagrán “El trabajo del table dance en México. Del performance a la prostitución subrepticia” en Iberforum. Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana. Año VII, Núm. 14, (2012), 203. Otro trabajo que relata brevemente la llegada de los table dance a Guadalajara es el de Briseida Gwendoline Olvera Maldonado “Bailando noche tras noche alrededor del tubo: Algunas características de las condiciones de trabajo en los table dance de la zona metropolitana de Guadalajara” en Revista La Ventana núm. 24, (2006), 320-342.



 



Imagen 78. Página de publicidad en El Occidental 306

Imagen 79. Anuncio Disco Studio dcccccccccc Charles307

El inicio de este decenio implicó la gradual desaparición de vedettes y variedades amplias en los espacios publicitarios en El Occidental (Ver imagen 78). Los lugares cabareteros poco a poco cedieron sus recuadros a nuevos establecimientos que ofrecían diversiones que ya no implicaban la práctica cultural cabaretera, tales como los clubes y “discos” para jóvenes, con música contemporánea internacional y, como en el caso de la imagen 79, hasta con luchas en aceite.

 306 307



El Occidental, Sección C, 11 de abril, 1982, BPEJ. El Occidental, Sección C, 15 de mayo, 1982, BPEJ.





Las películas de ficheras continuaron produciéndose durante esta etapa, haciendo de este nuevo decenio su temporalidad más fértil llegando casi hasta el final de la década con nuevos títulos, mientras que irónicamente en Guadalajara la práctica cabaretera comenzaba en esta etapa su decadencia gradual a causa de la remodelación de San Juan de Dios y a la apertura de nuevos centros nocturnos alejados de la vida cabaretera. A pesar de ser un período de declive de los cabarets más conocidos en Guadalajara, algunos empresarios decidieron abrir nuevos establecimientos en varios puntos de la ciudad para la presentación de variedades y vedettes. Lugares como Afro Casino, Sarape, Zombie y Las Vegas siguieron trabajando de manera tranquila durante los primeros años de la década. En sus escenarios siguieron presentándose variedades de gran nivel, incluso reconocidas nacional e internacionalmente, como se expone en las imágenes 80 y 81.

Imagen 80. Publicidad Afro Casino.308

Imagen 81. Anuncio Las Vegas 309

Poco antes de la remodelación de la zona de San Juan de Dios algunos lugares se instalaron en esas calles para ofrecer variedad cabaretera a los clientes de clases medias que  308 309



El Occidental, Sección C, 13 de noviembre, 1981, BPEJ. El Occidental, Sección C, 20 de mayo, 1983, BPEJ.





gustaban del espectáculo. El Moroko (ubicado donde era Casino Royal), King Kong (Gigantes 82), El Tenampa (Obregón esquina Cabañas) y Bagdad (Obregón 1307) son ejemplos de estos nuevos giros que se instalaron fugazmente en la agenda cabaretera tapatía, antes de que tuvieran que abandonar sus prácticas. Aquí se muestran los anuncios que pagaron en El Occidental al inicio de esta etapa (ver imágenes 82 a 85).

Imagen 82. Anuncio El Jarocho 310

Imagen 83. Publicidad El Moroko311

Imagen 84. Publicidad El Tenampa.312

Imagen 85. Publicidad El Bagdad.313

Durante estos años la práctica cultural cabaretera integraba los mismos elementos que la década anterior, así las vedettes y mujeres semidesnudas seguían siendo los ejes que  310

El Occidental, Sección C, 26 de abril, 1980, BPEJ. El Occidental, Sección C, 19 de abril, 1980, BPEJ. 312 El Occidental, Sección C, 20 de mayo, 1983, BPEJ. 313 El Occidental, Sección C, 15 de noviembre, 1980, BPEJ. 311







hacían caminar el espectáculo cabaretero. En la publicidad podemos notar la continuidad tanto de la música tropical como del cuerpo femenino expuesto con sus partes íntimas tapadas por estrellas, letreros o prendas pequeñas. Fuera de los límites de la zona roja –a unas cuantas calles– se instaló en 1982 un cabaret y centro nocturno llamado Galeón Night Club (Estadio 25 a unos metros de la antigua central de autobuses) que incorporó en sus carteleras a muchas artistas y vedettes que desde la década anterior estaban rotando en lugares de clases medias y altas como Afro, Capri y Sarape (ver imagen 86). Algunos años después, con la influencia de las tendencias culturales extranjeras que cobraron fuerza en el ámbito de las diversiones nocturnas, el Galeón cambió sus dinámicas internas y se convirtió en table dance olvidando las formas de la práctica cultural cabaretera, y manteniéndose, hasta el día de hoy, como uno de los centros nocturnos más longevos de la historia tapatía.314

Imagen 86. Publicidad Galeón Night Club.315

En otras zonas de la ciudad alejadas del centro también abrieron nuevos lugares que participaban del espectáculo cabaretero. El primero de ellos fue La cueva de Ali Baba (López Mateos y Lapislázuli), ubicado a unos metros de Plaza del Sol, que compitió con el

 314 315



Hoy día este lugar es conocido como Nuevo Galeón y se encuentra instalado en el mismo lugar. El Occidental, Sección C, 29 de mayo, 1982, BPEJ.





Afro Casino –que ya estaba en decadencia– para presentar variedades nacionales e internacionales de renombre (ver imagen 87).

Imagen 87. Anuncio Sasha Montenegro en La Cueva de Ali Baba.316

Junto a este lugar se instaló también Sajhara Night Club Disco (López Mateos y Lapislázuli), que ofrecía variedades con imitadores internacionales y danzas exóticas (ver imagen 88). El Sajhara con frecuencia ofertaba eventos donde la actividad principal era bailar en su pista a la manera de las discothéques, cambiando poco a poco su dinámica interior para ofrecer a sus clientes las cuestiones de moda. En la actualidad este lugar sigue abierto e integra el espectáculo de variedades en su oferta especializada en show travesti. En el corazón de la colonia Americana, Broadway (López Cotilla 1532) abrió sus puertas en esta etapa y ofreció números con danzas exóticas y espectáculos al estilo de los casinos de Las Vegas, con una oferta orientada a sectores de población con mayores posibilidades económicas (ver imagen 89). Esta zona de la ciudad contaba con restaurantes, salones de hoteles y otro tipo de giros que algunas veces en décadas anteriores presentaron variedades cercanas al cabaret. Podemos recordar el caso de Montparnasse que en la

 316



El Occidental, Sección C, 8 de mayo, 1981, BPEJ.





década de 1960 invitaba a cómicos para presentarse en sus escenarios, como Carmen Salinas.

Imagen 88. Anuncio Sajhara.317

Imagen 89. Publicidad Broadway. 318

A pesar de no haber sido una zona cabaretera, Broadway representa el ingreso de la práctica cultural cabaretera en una zona urbana de ocupación por clases medias y altas, evidenciando que en esta década el espectáculo cabaretero estaba difundido y asimilado por muchos sectores de la sociedad tapatía. Mientras estos lugares abrían sus puertas, en Afro Casino empezaban a surgir cambios obligados por la nueva situación cultural y urbana de la ciudad. En 1985 dejaron de tener variedades con artistas reconocidos e incluso quitaron el pago del derecho de mesa, que era uno de los filtros con los cuales podían permitirse tener clientes de cierto nivel socioeconómico. Las variedades habían decaído y la calidad de la publicidad incluso era

 317 318



El Occidental, Sección C, 11 de abril, 1982, BPEJ. El Occidental, Sección C, 11 de abril, 1982, BPEJ.





inferior. El lugar que había dominado la escena cabaretera en Guadalajara empezaba a dar sus últimas señales de vida.

Imagen 90. Publicidad de la última etapa del Afro Casino. 319

El Afro siguió abierto durante algunos años más, pero su publicidad anunciaba cada vez más su desaparición cercana (ver imágenes 90 y 91). En Las Vegas también bajó la calidad de sus variedades y los anuncios también denotaban que la práctica cultural cabaretera estaba por desaparecer en este negocio (ver imagen 93). Zombie, que no fue un lugar que compitiera con las grandes empresas pero que se mantuvo con variedades de menor calidad, todavía siguió presentando espectáculos modestos enfocados en la clase media, para después convertirse en el table dance hoy conocido como Lipstick (ver imagen 92). Para 1985 la publicidad de varios negocios como el Galeón, La cueva de Ali Baba, o Broadway ya no aparecía ni los fines de semana en El Occidental. La práctica cultural cabaretera de clase alta también estaba desapareciendo y en su lugar comenzaban a instalarse otros negocios que ocuparon el vacío en la agenda de entretenimiento

Imagen 91. Publicidad Afro Casino.320

 319



El Occidental, Sección C, 4 de julio, 1981, BPEJ.





Imagen 92. Publicidad Zombie.321

Imagen 93. Publicidad Las Vegas.322

En las zonas populares algunos empresarios del cabaret resistieron a la desaparición de la práctica cultural. En 1987 todavía podemos encontrar algunas publicidades sobre cabarets y centros nocturnos que integraban elementos cabareteros hacia colonias y barrios del oriente de la ciudad. Alejados de la antigua zona roja, estos negocios mantuvieron durante algunos años más la presentación de vedettes en sus negocios. Las Cascadas (Calle 58 entre Obregón y Gigantes), Porky’s (Gigantes 1470) y La Cachucha (Obregón 1365) – junto a su salón anexo La cachuchita– mantuvieron viva la práctica cabaretera en barrios populares, a pesar de estar condenada por el paso del tiempo y por el auge de nuevas formas de entretenimiento nocturno en Guadalajara, sobre todo en las zonas del poniente (ver imagen 94).

 320

El Occidental, Sección C, 10 de Julio, 1987, BPEJ. El Occidental, 1987, Sección C, 7 de agosto, BPEJ. 322 El Occidental, 1987, Sección C, 10 de julio, BPEJ. 321



 



Imagen 94. Pocas publicidades sobre práctica cabaretera en 1987.323

A la par del declive de los grandes establecimientos cabareteros, y de la resistencia por parte de algunos negocios a desaparecer o transformarse, las páginas de carteleras de entretenimiento muestran que las cosas estaban cambiando en materia de la diversión nocturna y de los gustos de los tapatíos. En términos generales, este capítulo explica la manera en cómo una década funcionó en el período de mayor relevancia para la vida cabaretera, pero también representó el inicio del proceso final en torno a los lugares que la integraban. La década de 1980 encarna el desenlace de una historia que mostró cómo una forma de entretenimiento consolidó la carrera de varios artistas a nivel nacional, y refleja a su vez un contexto particular en la ciudad de Guadalajara que permitió el florecimiento de nuevas expresiones culturales en torno a la diversión y el esparcimiento. Los cabarets tapatíos llegaron a su desenlace habiendo transitado por varios caminos que permitieron su existencia y que en este momento ya no respondían a las necesidades, gustos e intenciones de varios sectores de la sociedad tapatía, y tuvieron que desaparecer lentamente.  323



El Occidental, Sección C, 3 de julio, 1987, BPEJ.

 



Tanto las políticas de crecimiento urbano como el desarrollo y auge de las nuevas formas de entretenimiento importadas de Norteamérica, principalmente, lograron desgastar la práctica cultural cabaretera en la ciudad, provocando que el desarrollo de los elementos centrales del cabaret en la década anterior pronto quedaran registrados como parte del pasado de los desveladeros locales.



 



Conclusiones

La hipótesis central del presente trabajo consideraba que los cabarets en Guadalajara no eran definidos como un establecimiento o licencia comercial, sino como una práctica cultural que integraba varios elementos internos y externos en su interior. Para la construcción del significado de la práctica cultural cabaretera fue necesario analizar varias etapas en las que se integraron y descartaron elementos particulares que conformaron la vida cabaretera durante ciertos años, así como las representaciones que los tapatíos generaron en torno a ellos. La práctica cultural cabaretera, sus acciones y elementos, fueron leídos por los habitantes de la ciudad sin tener que participar obligatoriamente como clientes o trabajadores del lugar, formando cada persona un concepto individual sobre lo que sucedía al interior de los distintos tipos de cabaret, cantina, centro social, club o centro nocturno. La suma de estas representaciones conformó dos grandes significados en torno a esta práctica, donde se distinguían de acuerdo al tipo de establecimiento del que se hablaba y se daban a conocer por distintos medios. Las características internas de los cabarets populares o “de barriada” tenían similitudes con las de cabarets de clases alta y media donde la música (afrocaribeña, ranchera y romántica), la presencia de mujeres como atracción del lugar, el consumo de bebidas alcohólicas, el baile y la diversión eran los puentes que unían ambas manera de vivir el cabaret. Las diferencias sucedían al momento de ver en acción cada uno de estos ingredientes. Durante más de cuarenta años comprendimos que el nivel socioeconómico del establecimiento fue el principal factor interno para determinar a qué tipo de cabaret







pertenecía un lugar. De este tema se desprendieron las demás diferencias en la práctica cultural. En cuanto a las condiciones materiales de los establecimientos los reglamentos municipales ofrecieron la primera pista para establecer una diferenciación. En estos documentos se señalaba que en la ciudad existían dos tipos de cabarets reconocidos por las autoridades: de primera y de segunda. Los criterios para distinguir los tipos de categoría sólo contemplaban las instalaciones y equipamientos del lugar, pero inferimos desde el primer capítulo que estos aspectos estaban en el orden de las posibilidades económicas de los propietarios del lugar y de las clientelas a las que estaban enfocados sus establecimientos. La ubicación fue un asunto que caminó de la mano con el tipo de clientela que acudía a cada lugar. En barrios populares no era común observar la presencia de grandes cabarets, clubes o centros turísticos, mientras que en las calles del poniente de la ciudad tampoco era cotidiana la presencia de establecimientos pequeños como cantinas, tendajones o loncherías que participaran de la práctica cultural cabaretera. La zona de San Juan de Dios fue un asunto peculiar en la vida nocturna de la ciudad, pues a pesar de ser un barrio popular, en sus calles confluyeron una gran cantidad de centros de vicio de clases populares así como establecimientos para sectores de mayores posibilidades y con ofertas más caras. Por esto la llamada “zona roja” se confirmó como la principal área cabaretera de la ciudad. Los productos materiales y ofertas culturales al interior de los cabarets representan otro sector de la distinción entre lugares de la práctica cultural cabaretera, pero son el ámbito que tiene particularidades más detalladas para analizar.







Los precios y calidades de bebidas y alimentos dentro de cada tipo de cabaret tuvieron que corresponder a las demandas, gustos y posibilidades de su clientela. En un pequeño cabaret de la calle Obregón resultaba difícil encontrar las mismas bebidas que en el Sarape de la calle Gigantes o en el Afro Casino. También las ofertas de diversión cambiaban entre lugares, pues los más grandes podían contratar variedades artísticas y musicales profesionales y de mayor reconocimiento, mientras que los más modestos podían tener mariachis y conjuntos locales que vivían de las propinas y cuotas cobradas a los clientes. El último sector de la distinción interna que conformó la práctica cultural en Guadalajara lo protagonizan las mujeres del cabaret que durante toda esta etapa participaron en distintos niveles. La presencia femenina como cliente sólo era bien recibida, tanto por autoridades como medios y población, si las damas estaban acompañadas por un hombre. Si estaban solas al interior de un cabaret, cantina o centro nocturno, para los tapatíos de la época sólo podía haber pocas explicaciones aceptables: la primera es que fueran meseras o empleadas de limpieza del lugar; la segunda, que formaran parte de la variedad artística como actrices, bailarinas o vedettes, pero esto sólo podía ocurrir en lugares destinados a las clases media y alta; si no eran parte de las dos explicaciones anteriores, y el centro nocturno era de tipo popular, la última respuesta que queda es que fueran ficheras. Si bien pudieron haber sido clientes en algunos lugares sin tener que participar de alguna de las tres explicaciones, las disposiciones del decreto 5941 castigaban a los lugares que atendieran a mujeres solas, y por ello la presencia de mujeres fue leída y representada por los habitantes de acuerdo a ciertos criterios.







Estos factores interactuaron entre sí a lo largo de la temporalidad revisada en la tesis, y también convivieron con otros factores externos que influyeron en el desarrollo de la práctica cultural: el crecimiento urbano y demográfico, así como las tendencias culturales que imperaron en cada etapa del desarrollo de la vida cabaretera en la ciudad. Sobre el crecimiento físico y poblacional de la ciudad concluimos que fue uno de los factores más constantes en el proceso del desarrollo, auge y declive de la práctica cultural cabaretera. Inicialmente, con la llegada e integración de fuereños así como el nacimiento de muchos tapatíos de familias ya establecidas, la necesidad de encontrar formas de diversión variadas para todos los rangos de población fue inminente. El establecimiento de nuevos tapatíos y desarrollos inmobiliarios dotaron a ciertas zonas de la ciudad con características demográficas particulares, obligando a los empresarios de centros nocturnos a pensar en los clientes potenciales al momento de decidir sus precios y ofertas culturales. La ampliación de los límites urbanos implicó también el ensanchamiento del área de influencia para la práctica cultural cabaretera, pues con el abandono del centro urbano como zona de abastecimiento general, los tapatíos ya no tenían que visitar lo que antes era el corazón de la ciudad para hacer sus compras, afectando a los empresarios del entretenimiento que habían asentado ahí sus negocios. El crecimiento de la mancha urbana y las políticas de recuperación de espacios urbanos afectaron el desarrollo de la vida cabaretera, sobre todo en los barrios populares. El remozamiento del tradicional barrio de San Juan de Dios con intereses comerciales y turísticos terminó por erosionar los cimientos de la práctica cabaretera popular en la zona, obligando a los empresarios de este tipo de negocios a dejar de operar. Para los establecimientos que no estaban dentro de esta zona la situación fue diferente. 





Las décadas de 1960 y 1970 representaron el establecimiento de nuevos lugares cabareteros en colonias alejadas del centro de la ciudad, y junto a ellos lograron participar de las dinámicas culturales en el ámbito del entretenimiento y los medios de comunicación. Los medios masivos de comunicación –desde el exterior de los desveladeros– jugaron un papel trascendental en la definición de las ofertas culturales al interior de los cabarets. En el espacio radioeléctrico así como las pantallas de cine y publicidades en periódicos, los contenidos consolidaron una agenda de personajes centrales en la música, filmes, artes y diversión. Contar con alguno de estos nombres durante algunas noches se volvió una tarea elemental para atraer más y mejores clientes a los negocios. Las quejas vecinales, cartas y solicitudes enviadas al ayuntamiento, junto a los artículos de información y opinión en los diarios, forman parte del catálogo más cercano que tenemos para identificar las representaciones que generaban los tapatíos que estaban en contra del cabaret, donde expusieron sus inquietudes y puntos de vista sobre la vida cabaretera a lo largo de la temporalidad. Sin estar dentro de algún establecimiento, viendo desde fuera, estos tapatíos también participaron de la vida cabaretera contribuyendo a la formación del concepto de la práctica cabaretera popular desde el exterior. En torno a la publicidad, desde 1940 podemos percibir que una de los recursos más cotidianos era invitar actores, músicos y cantantes que participaron en películas famosas o en programas de radio de gran audiencia. Conforme fue generalizándose el uso de la televisión y sus contenidos audiovisuales, el contenido gráfico de la publicidad tuvo que transformarse. Ahora los anuncios nos mostraban las caras y los ambientes exclusivos, selectos de los grandes cabarets, que ofrecían la posibilidad de tener a las estrellas a unos metros de la mesa.







El desarrollo de artistas variados convirtió los espacios cabareteros en lugares donde se podían mezclar géneros muy dispares como el cha-cha-chá y lo ranchero, resultando un espectáculo exitoso gracias a la variedad de gustos que se podían complacer. Las tendencias culturales se fueron transformando a lo largo de las etapas cabareteras en la ciudad e integraron nuevos elementos a la dinámica. La consolidación de la A.N.D.A. y la apertura de teatros de revista hicieron crecer la cantidad de artistas en busca de oportunidades; los nuevos géneros cinematográficos dotaron de mayor sensualidad a lo que las rumberas y bailarinas afro caribeñas habían heredado al espectáculo cabaretero y la gradual inserción económica del país al neoliberalismo provocó que llegaran a las ciudades mexicanas nuevas franquicias comerciales e industriales, pero también culturales. Mientras la práctica cultural cabaretera vivía su mayor esplendor, y elementos como las vedettes y las ficheras eran cada vez más reconocidas –no quiere decir que fueran aceptadas moralmente por todos– en el seno de las prácticas de entretenimiento algo estaba cambiando y que desde fuera comenzaba a debilitar la vida cabaretera en la ciudad. La llegada de discotecas y table dance a la ciudad minaron la existencia de centros nocturnos con práctica cultural cabaretera. Favorecidos por nuevas propuestas musicales, cinematográficas, televisivas y artísticas, estos nuevos negocios fueron cobrando fuerza cada vez más conforme avanzaba la década de 1980, donde los antiguos grandes establecimientos cabareteros tuvieron que decidir entre mantener la dinámica que hacía unos cuantos años les resultaba exitosa o transformarse en alguno de estos giros. La interacción de todos los elementos aquí mencionados originó los distintos tipos de lugares que integraron una práctica cultural cabaretera en la ciudad. En un proceso complejo, las fuentes nos llevaron algunas veces por caminos sinuosos pero siempre 





contribuyeron a responder preguntas de la investigación y generar nuevas perspectivas e inquisiciones que enriquecieron este trabajo.

Evaluando los resultados.

Consideramos que las ideas expuestas a lo largo de este trabajo cumplieron con los objetivos planteados inicialmente, pues se logró exponer con varias pruebas las ideas que fundaron la hipótesis general de la tesis así como las ideas secundarias que se desprendieron de ella. También se explicó detalladamente el desarrollo, auge y declive de la práctica cabaretera en la ciudad, así como en cada uno de los capítulos se caracterizó a los dos grandes tipos de cabaret y a los elementos que fueron participando y añadiéndose con el paso de los años a esta forma cabaretera. Por último, consideramos que este trabajo contribuye a un objetivo más general ayudando a entender un sector más de la historia cultural tapatía en el siglo XX. Los objetivos particulares de cada capítulo también se cumplieron con el desarrollo de cada apartado de información en los episodios de la tesis, pues los temas particulares como el crecimiento urbano, el desarrollo de la vida cabaretera y el análisis de las tendencias culturales en la ciudad fueron tema constante en todos los capítulos tal y como se planteó desde las primeras palabras. Si bien podemos considerar que lo propuesto al inicio de la tesis se logró utilizando varios enfoques y definiendo algunas metas, el presente trabajo representa sólo una de tantas posibilidades para explicar el fenómeno cabaretero en la ciudad, pues por motivos académicos e imposibilidades metodológicas no se pudieron explicar otras áreas que







también son relevantes para entender esta parte de la historia cultural del entretenimiento tapatío.

Las ausencias y cabos sueltos

Una de las grandes ausentes de este trabajo es sin duda alguna la perspectiva de género particularmente con las personajes de vedettes y ficheras, que pueden abrirnos una ventana para comprender con gran amplitud muchos elementos más sobre la práctica cultural cabaretera; sin embargo, pensamos que para este trabajo las fuentes empleadas no nos permiten problematizar con la rigurosidad necesaria este apartado. Otro de los temas que no fueron analizados con profundidad es lo relacionado con crímenes y violencia al interior de cabarets, pues a pesar de que en el conocimiento popular –quejas, artículos periodísticos de opinión y entrevistas– eran asuntos mencionados con frecuencia, la revisión hemerográfica dejó varias lagunas sobre el tema que nos permitió mencionar estas situaciones de manera colateral, pero con la certeza necesaria para abordarlo como uno de los asuntos importantes para esta tesis. Por último, el tema de la prostitución como un problema social y de salud pública en la sociedad tapatía, asunto que sin lugar a dudas estuvo presente en muchos cabarets de la ciudad, también quedó dentro de los asuntos relegados medianamente en este trabajo, pues en algún momento sí se logró hablar al menos de la situación de las ficheras y la explotación laboral y sexual de la que eran partícipes, al menos en el caso de los expedientes encontrados donde se explicaba también la trata de mujeres menores de edad. Todos estos aspectos requerían un esfuerzo más complejo y con caminos distintos al que se ha realizado trazado en este trabajo, sin embargo, la información utilizada y 

 



analizada en este trabajo puede comenzar a vislumbrar algunos proyectos futuros que respondan a preguntas distintas y que ayuden a explicar el fenómeno cultural cabaretero en Guadalajara con mayor amplitud. Las técnicas y métodos utilizados en esta tesis ayudaron a finalizar la formación académica adquirida por el autor durante los años de licenciatura y sus experiencias en el ámbito de la investigación. Mediante un proceso de interpretación y re-interpretación de las fuentes, la búsqueda de distintas perspectivas para abordar los problemas planteados y la lectura de herramientas teórico-metodológicas de otras disciplinas, se logró analizar el desarrollo de la práctica cultural cabaretera en la ciudad de Guadalajara. Estos acercamientos interdisciplinarios generaron también nuevas preguntas y cuestionamientos que parecen relevantes para retomar en futuros trabajos. Los primeros pendientes son en torno al consumo de bebidas alcohólicas en los habitantes de la ciudad, pues las fuentes nos han mostrado que ha sido una práctica recurrente desde décadas atrás. También resultó interesante observar el desarrollo de cantinas en la ciudad y un trabajo que podría partir de las fuentes analizadas en esta tesis podría contribuir a explicar su inserción como parte de los espacios tradicionales de los habitantes de Guadalajara. Sobre los medios de comunicación, a pesar de haber tomado la radio y televisión como factores influyentes en el desarrollo de las actividades cabareteras, quedaron irresueltas las formas en que estos medios se arraigaron en la sociedad tapatía y analizar detalladamente cómo lograron difundir a los grandes artistas que participaban en ellos. Este trabajo también incurre en la falta de no mencionar algunos establecimientos que según el conocimiento popular existían –como ejemplo está el cabaret 1-2-3 que algunos informantes nos mencionaron, pero que en las fuentes no pudimos localizar– y cuya omisión es una veta para seguir trabajando en torno al tema cabaretero en la ciudad de 

 



Guadalajara. A la memoria de todos esos lugares ofrezco una disculpa por no estar en este trabajo. Finalmente, uno de los temas que surgieron de las entrevistas y que podrían ofrecer nuevos caminos para la investigación radica en analizar cómo Guadalajara funcionó como sucursal obligada para que los artistas de cabaret pudieran acceder a los escenarios y establecimientos de otros estados como Nayarit, Sinaloa, Sonora y Baja California. Comprender que la ciudad de Guadalajara, en el desarrollo de la vida cabaretera, operó como un núcleo articulador regional muy amplio para las ofertas culturales de entretenimiento sería uno de los temas que, sin lugar a dudas, retomaría para futuras investigaciones en materia de la historia cultural.



 



Anexo documental. Anexo 1. Nombre y ubicación de cabarets recopilados con las fuentes. 1940-1987.

Lista de cabarets en Guadalajara elaborada a partir de los nombres mencionados en las fuentes 1940 - 1987. Nombre



Dirección

1

Afro Casino

Libertad y Calzada Independencia

2

Atlántida

Vidrio 553

3

Bremen

Álvaro Obregón 421

4

Bagdad

Obregón 1307

5

Barbarella

Corona y Madero

6

Broadway

López Cotilla 1532

7

Capri

Av. López Mateos sur 1611

8

Casablanca

Calle 9c 1077 Sector libertad

9

Casbah/Los Pinos/Costa Azul

Catalán y 20 de noviembre

10

Cirros/Royal/Moroko

Gómez Farías 34

11

Copacabana

Obregón 154

12

Dandy

Insurgentes 32

13

Dorado

Tolsá 479

14

El Tenampa

Obregón esquina Cabañas

15

Fausto

Colón 374

16

Galeón

Estadio 25

17

Guadalajara de Noche

Obregón 350

18

Honolulu

Gómez Farías y Calzada Independencia

19

King Kong

Gigantes 82

20

Klondike

Corona 425

21

La Rumbera

Obregón 805, casi esquina con la calle 32







22

Las Vegas

Nueva Carretera a Chapala km. 6

23

La Cachucha

Obregón 1365

24

Las Cascadas

Calle 58 entre Obregón y Gigantes

25

Luna de Miel

Gigantes 102

26

Manhattan

Av. López Mateos 3629

27

Marsella

Corona 457

28

Mi Ranchito

Obregón 81

29

Montparnasse

Vallarta 2525

30

Morocco

Pedro moreno 385

31

Navy

Carretera a Chapala km. 1

32

Nopal

Gigantes 82

33

Oasis

Carretera a Chapala km. 4

34

Pink Wagon

Nueva Carretera a Chapala km. 6

35

Porky's

Gigantes 1470

36

Quijote

Juárez y Maestranza

37

Raffles

Obregón 89

38

Rhin

Juárez esquina Corona

39

Sajhara Night Club/Cueva de Ali Baba López Mateos y Lapislázuli

40

Salón Tepa

José Antonio Torres 66

41

Sarape

Gigantes 74

42

Savoy Club

Insurgentes 1

43

Siete Leguas

Gigantes 103

44

Sombrero

Nueva Carretera a Zapopan 405

45

Tekare/Zafari

Av. 16 de septiembre 157 - piso 10

46

Zombie

Calzada Independencia (Eje) norte 83





Anexo 2. Colección fotográfica de Barú.

Letrero luminoso exterior del Casbah.

Letrero luminoso del Afro Casino.







Letrero exterior de Don Quijote.

Vicente Fernández en el teatro ANDA.







Barú con Tongolele y Lyn May en Afro Casino.

En el centro, Barú y Meche Carreño acompañados de músicos, ballet y artistas en Afro Casino. 





Tarjeta para apartar mesas con imagen de Tongolele.

Tarjeta-souvenir con foto anexa en el interior.







Archivos y hemerotecas. AMG

Archivo Municipal de Guadalajara.

ACEJ

Archivo del Congreso del Estado de Jalisco.

BPEJ

Biblioteca Pública del Estado de Jalisco Juan José Arreola.

HDI

Hemeroteca de El Informador, Acervo Histórico Digital.

Entrevistas. Adolfo Torres Bermúdez “Barú” (4 sesiones:18 y 24 de septiembre de 2013; 1 y 8 de octubre de 2013). Mike “El Italiano” (Sesión única: 24 de septiembre de 2013).

Filmografía. Aventurera. DVD. Dirigida por Alberto Gout. México: Cinemateca, 2009. Salón México. DVD. Dirigida por Emilio Fernández. México: AlterFilms, 2003. La reina del trópico. DVD. Dirigida por Raúl de Anda. México: Séptimo Arte Distribución, 2005. Tívoli. DVD. Dirigida por Alberto Isaac. México: Desert Mountain Media, 2006. Bellas de noche. DVD. Dirigida por Miguel M. Delgado. México: Laguna Films, 2006. Las ficheras: Bellas de noche II. DVD. Dirigida por Miguel M. Delgado. México: Laguna Films, 2003. Burlesque. DVD. Dirigida por René Cardona. México: Distrimax, 2006.







Bibliografía. Arias, Patricia. «La vida económica tapatía en el siglo XX.» En Capítulos de Historia de Guadalajara, tomo II, editado por Lina Rendón. Guadalajara: Ayuntamiento de Guadalajara, 1992. Arroyo Alejandre, Jesús. Migración a centros urbanos en una región de fuerte emigración. El caso del occidente de México. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 1986. Baudrillard, Jean. La sociedad de consumo. Madrid: Siglo XXI, 2009. Berger, Thomas, y Thomas Luckmann. La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu, 1968. Bourdieu, Pierre. La distinción. Criterios y bases sociales del gusto. México: Taurus, 2012. —. El sentido social del gusto. Buenos Aires: Siglo XXI, 2010. —. El sentido práctico. Buenos Aires: Siglo XXI, 2007. Briceño Alcaraz, Gloria. «De una tradición del medio oriente al oficio: la inserción de la danza del vientre en el campo de la producción cultural en México.» Revista de Estudios de Género La Ventana, nº 24 (2006): 343-376. Burke, Peter. La cultura popular en la Europa Moderna. Barcelona: Alianza Editorial, 1978. —. ¿Qué es la historia cultural? Barcelona: Gedisa, 2006. Caro, Antonio. «Jean Baudrillard y la publicidad.» Pensar la publicidad 1, nº 2 (2007): 131-146. Castells, Manuel. La cuestión urbana. México: Siglo XXI, 1997. Chartier, Roger. El mundo como representación. Barcelona: Gedisa, 1995. Darnton, Robert. La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa. México: Fondo de Cultura Económica, 1987. de Certau, Michel. La invención de lo cotidiano 1 : Artes de hacer. México: Universidad Iberoamericana/ITESO, 2001. Duby, Georges. «La historia cultural.» En Para una historia cultural, editado por JeanPierre Rioux y Jean-François Sirinelli. México: Taurus, 2003. Elias, Norbert, y Eric Dunning. Deporte y ocio en el proceso de civilización. México: Fondo de Cultura Económica, 1988. 

 



Fregoso Peralta, Gilberto, y Enrique. Ruiz Sánchez. Prensa y poder en Guadalajara. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 1993. Gailbraith, John Kenneth. La sociedad opulenta. Madrid: Ariel, 2004. García Canclini, Néstor. «El consumo cultural, una propuesta teórica.» En El consumo cultural en América Latina, de Guillermo Sunkel. Buenos Aires: Convenio Andres Bello, 2006. García Canclini, Néstor, y Ernesto Piedras Feria. Las industrias culturales y el desarrollo de México. México: Siglo XXI/FLACSO, 2006. García de León, Antonio. El mar de los deseos. El Caribe Hispano musical. Historia y contrapunto. México: Siglo XXI editores/Gobierno del Estado de Quintana Roo/Universidad de Quintana Roo/UNESCO, 2002. García Riera, Emilio. Breve historia del cine mexicano, primer siglo 1897-1997. México: IMCINE, 1998. —. Historia documental del cine mexicano vol. 17. 1974-1976. Guadalajara: Universidad de Guadalajara/CONACULTA/IMCINE/Gobierno del Estado de Jalisco, 1995. García Rojas, Irma Beatriz. Olvidos, acatos y desacatos. Políticas urbanas para Guadalajara. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 2002. Garza, Gustavo. La urbanización en México. México: Colegio de México, 2005. Geertz, Clifford. La interpretación de las culturas. Barcelona: Gedisa, 1975. Ginzburg, Carlo. El queso y los gusanos. Barcelona: Muchnik Editores, 1986. Gómez Sustaita, Guillermo. Los decenios de Guadalajara. Guadalajara: Instituto Cultural Ignacio Dávila Garibi, A.C., 2002. González, Sergio. Los bajos fondos. El antro, la bohemia y el café. México: Cal y Arena, 1988. Harvey, David. Urbanismo y desigualdad social. Madrid: Siglo XXI, 1992. Hernández Larrañaga, Javier. Guadalajara, identidad perdida. Guadalajara: Editorial Ágata/El Informador/Secretaría de Cultura del Estado de Jalisco, 2001.

Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática. Censos poblacionales de la República Mexicana 1930, 1940 y 1950. Censo, INEGI, 1930; 1940; 1950.



 



Jiménez, Armando. Lugares de gozo, retozo ahogo y desahogo en la ciudad de México . México: Océano, 2000. —. Cabarets de antes y de ahora en la ciudad de México. México: Plaza y Valdés, 1992. Jiménez Pelayo, Águeda, Jaime Olveda, y Beatriz Miranda. El crecimiento urbano de Guadalajara. Zapopan: El Colegio de Jalisco/H. Ayuntamiento de Guadalajara/INAH, 1995. Lefebvre, Henri. De lo rural a lo urbano. Barcelona: Península, 1978. Levi, Giovanni. «Los peligros del geertzismo.» En Historia de la historiografía contemporánea (de 1968 a nuestros días), de Luis Gerardo Morales, 333-343. México: Instituto Mora, 2005. Lomelí Suárez, Víctor Hugo. Guadalajara. Sus barrios. Guadalajara: Ayuntamiento de Guadalajara, 1982. López Villagrán, Gilberto. «El trabajo del table dance en México. Del performance a la prostitución subrepticia.» Iberforum. Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana VII, nº 14 (2012): 195-227. Marcial Vázquez, Rogelio. «Juventud y expresiones juveniles: Un acercamiento al fenómeno juvenil en México.» Relaciones, nº 50 (1992): 163-173. Martínez Castellanos, Angélica Romina. Las carpas en Guadalajara, 1920 – 1940. Tesis para obtener el grado de Maestro en Estudios sobre la región. Guadalajara: Colegio de Jalisco/Universidad de Guadalajara, 2003. Martínez Reding, Fernando. Los tapatíos, un modo de vivir. Guadalajara: Ayuntamiento de Guadalajara, 1987. Meyer, Lorenzo. «La institucionalización del nuevo régimen.» En Historia General de México, 823-872. México: Colegio de México, 2000. —. «De la estabilidad al cambio.» En Historia General de México, 881-943. México: Colegio de México, 2000. Monsiváis, Carlos. Amor perdido. México: Era, 1977. —. Escenas de pudor y liviandad. México: Debolsillo, 1988. —. «Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX.» En Historia General de México, 9571075. México: Colegio de México, 2000.



 



—. «Notas sobre el Estado, la cultura nacional y las culturas populares en México.» Cuadernos Políticos, nº 30 (Octubre-Diciembre 1981): 33-52. «Noches de provincia.» Revista Show de Estrellas de Cinelandia, nº 71 (1963): 24-26. Olvera Maldonado, Briseida Gwendoline. «Bailando noche tras noche alrededor del tubo: Algunas características de las condiciones de trabajo en los table dance de la zona metropolitana de Guadalajara.» Revista La Ventana, nº 24 (2006): 320-342. Pacheco, Cristina. Los dueños de la noche. México: Plaza y Janés, 2001. Pérez Montfotrt, Ricardo. Expresiones populares y estereotipos culturales en México. México: CIESAS, 2007. Portilla, Jorge. La fenomenología del relajo. México: Fondo de Cultura Económica, 1986. Prost, Antoine. «Social y cultural, indisociablemente.» En Para una historia cultural, editado por Jean-Pierre Riuox y Jean-François Sirinelli. México: Taurus, 2003. Ramón, David. Sensualidad. Las películas de Ninón Sevilla . México: UNAM, 1989. Ramos Willchis, Víctor Manuel. «Los cabarets de Guadalajara.» En Encuentros sociales y diversiones, de Luis Antonio González Rubio, 125-160. Guadalajara: Secretaría de Cultura/Gobierno del Estado de Jalisco, 2005. Rodríguez, Antonio Orlando. Chiquita. México: Alfaguara, 2008. Rueda, José Carlos, y Mª del Mar Chicharro. «La representación cinematográfica: una aproximación al análisis sociohistórico.» Ámbitos, nº 11-12 (2004): 145-162. Scott, James. Los dominados y el arte de la resistencia. México: Era, 2000. Sevilla, Amparo. «Los salones de baile popular en la ciudad de México.» Ciudades. Análisis de la coyuntura y teoría e historia urbana 27 (1995): 35-39. Torres San Martín, Patricia. Cine y género. La representación social de lo femenino y masculino en el cine mexicano y venezolano. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 2001. Vázquez, Daniel. Guadalajara, ensayos de interpretación. Zapopan: Colegio de Jalisco, 1989. Valenzuela, José Manuel. Chicanos, identidad y racismo. México: El Colegio de la Frontera Norte/Plaza y Valdés, 1998.





Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.