NI EN MI CASA, NI EN LA TUYA: ALTRUISMO AMBIENTAL Y CONFLICTOS (2012)

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Descripción

NI EN MI CASA, NI EN LA TUYA: ALTRUIMO AMBIENTAL Y CONFLICTOS

Artemio Baigorri Agoiz, Mar Chaves Carrillo

Introducción Se presentan en este trabajo algunos resultados iniciales, vinculados entre sí, de dos líneas de trabajo promovidas por el Grupo de Investigación en Estudios Sociales y Territoriales de la Universidad de Extremadura (GIESyT, en la actualidad Análisis de la Realidad Social, ARS), como es la realización de sucesivos Ecobarómetros en Extremadura26 (sin financiación externa y gracias a la colaboración de profesores y estudiantes de la Universidad de Extremadura) y la línea sobre conflictividad ambiental englobada dentro del proyecto de I+D “De la modernización ecológica a la sociedad de riesgo” dentro del IV PRI de la Junta de Extremadura27. El trabajo está basado en los datos del Ecobarómetro de Extremadura 2008, los cuales ponen de manifiesto la fuerte relación existente entre el nivel de exposición conflictual (tras el pertinente estrés ambiental derivado de fuentes potenciales o reales de conflictividad) y la propia participaDesde hace algunos se realiza gracias a la colaboración de profesores y alumnos de la Universidad de Extremadura; realizado por primera vez en el año 2000 referido al alumnado de esa Universidad, en 2001 al profesorado y PAS, y en 2005 a la población de la región, repitiéndose de nuevo en la primavera del 2008. En esta ocasión se han introducido una serie de preguntas orientadas precisamente a conocer la vinculación de la población con los principales conflictos ambientales conocidos en la región. 27En cuyo marco se ha realizado el Ecobarómetro 2011 de Extremadura, que permitirá actualizar y profundizar los aspectos tratados en este capítulo. 26

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ción. En el texto se discute además si podemos atribuir al efecto NIMBY el compromiso ambiental, o si por el contrario podemos considerar que otros factores bien estructurales, bien superestructurales (culturales) tienen más peso que la afección directa.

Los conflictos ambientales En los últimos años la literatura sobre conflictos ambientales se ha ampliado notablemente. Lo que durante décadas fue visto como “problemas ambientales” (el impacto negativo de las actividades humanas sobre su entorno) viene configurándose, con el abordaje de tales problemas desde diversas disciplinas (Psicología Social, Ciencia Política, Derecho, o la propia Sociología, que a su vez conforman los componentes multidisciplinarios del campo cada vez más influyente de las Técnicas de Resolución de Conflictos) en un ámbito específico de estudio. Se han venido introduciendo tipologías más o menos acertadas, todas con pretensión de universalidad aunque las más de las veces se trate de construcciones empiristas válidas únicamente para las sociedades en las que se construyen. Así ocurre, por ejemplo, con la distinción (Martinez, 1997; Fontaine, 2004) entre conflictos ambientales (referidos a desacuerdos entre partes respecto a la asunción de las externalidades del desarrollo económico, y que según algunos autores opondrían sólo a actores exógenos al proceso en sí) y conflictos socioambientales (referidos a desacuerdos respecto a la propiedad, distribución y gestión de los recursos, y que implicarían directamente a las comunidades afectadas). El hecho cierto es que tanto los problemas como los conflictos ambientales (no todos los problemas, ni mucho menos, generan conflictos, y no todos los calificados como conflictos ambientales derivan de auténticos problemas ambientales), como la propia Naturaleza en cuyo marco se dirimen tales asuntos, es de naturaleza social, un producto

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de la interacción social y la evolución cultural (Baigorri, 1999) y, como tales, el conflicto es parte consustancial. En cualquier caso, y estando en la actualidad nuestra investigación en fase de revisión de los aspectos teóricos relacionados con los conflictos ambientales, a efectos de la explotación inicial de los datos del Ecobarómetro de Extremadura28 vamos a hacer una consideración indiscriminada de la conflictividad ambiental. De hecho hemos preferido hablar de estrés ambiental para referirnos, en general, a situaciones que, o pueden ser potencialmente fuentes de conflicto, o presentan ya todos los elementos tipológicos de un conflicto social.

Conflictividad ambiental en Extremadura Extremadura tiene una larga historia de conflictividad ambiental. Las causas y dinámicas históricas subyacentes pueden verse desde distintas interpretaciones, sean las relaciones centro-periferia y la dependencia (Gaviria, Naredo, 1978, Baigorri, 1979) que siguen marcando el análisis de la conflictividad ambiental en algunas regiones y continentes en la actualidad, sean interpretaciones más multifactoriales (Baigorri, 2004). Aunque el conflicto ambiental más antiguo surgió como consecuencia del intento de construcción de una industria papelera en el río Guadiana, cerca de Mérida (1976), fue sin embargo el intento de construcción de una central nuclear en Valdecaballeros (1978-1984) el que se convirtió en paradigmático en muchos sentidos. A aquellos primeros conflicFicha técnica de la encuesta: muestreo estratificado por cuotas en base a tipologías territoriales(ciudades, zonas dinámicas de regadío, zonas de policultivos de secano, zonas de monocultivo de secano y territorios adehesados), sexo y edad. Conforman la muestra 1495 cuestionarios realizados entre abril y mayo de 2008. 28

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tos, que justamente rompen la pretendida dicotomía entre conflictos ambientales y socioambientales, pues en ambos casos se trataba a la vez tanto de un desajuste en la gestión de las externalidades (contaminación química y radiactiva), como de apropiación de recursos (agua), siguieron en los años '80 un tipo de conflictos bien distinto. La construcción del Canal de las Dehesas (precisamente reivindicado por el movimiento social que alentó la lucha antinuclear) y la subsiguiente transformación en regadío generó un conflicto entre el Estado y las organizaciones proteccionistas, algo que se repetiría en la década siguiente con la construcción de la presa de Alqueva, en Portugal (pero que inunda también tierras de algunos municipios españoles), también orientada inicialmente a la transformación en regadío. Pero es un periodo, el de los años '80 y '90, en el que los conflictos ambientales son más bien de naturaleza urbana, como corresponde a una sociedad en proceso acelerado de modernización: el conflicto por el tratamiento duro del cauce del Guadiana en Badajoz (1986-1988), el derivado de la 'neo-gentrificación' del casco antiguo de Badajoz (PERI de PRIM) o más recientemente el de la Ribera del Marco, en Cáceres, por el intento de urbanización de las antiguas huertas de la ciudad. Este proceso de urbanización de la ecología, en el que los campesinos que otrora fueron el apoyo más importante de los ecologistas pasan a ser el enemigo de los ambientalistas (Baigorri, 1999), determinará la naturaleza de los conflictos ambientales en la última década del siglo XX. Será precisamente la implantación de medidas de protección ambiental las que enfrentarán a agricultores, ambientalistas y administración. Llegando a fracasar en algunos casos (TentudíaSierra Sur) pero llegándose a implantar en otros, generando conflictos que, como el de la ZEPA (zona de protección de aves) de los Llanos de Trujillo-Cáceres, amenazó durante años por convertirse en uno de los que algunos denominan

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“conflictos intratables”, o intransigentes (Lewicki, Gray, Elliott, 2002).

Finalmente, desde mediados de la pasada década serán los procesos de industrialización endógena tardía de la región los que marcarán la agenda de la conflictividad ambiental. Con la particularidad de que detrás de casi todas las iniciativas industriales que han provocado los más recientes y graves conflictos ambientales en la región está la misma empresa, una empresa que es, simultáneamente, paradigma de todas las grandes teorías que han intentado explicar el mundo económico moderno: la ética protestante y el espíritu del capitalismo, los modelos de acumulación primitiva de capital, y las teorías del desarrollo endógeno. Así se han sucedido los de la cementera de Alconera, ampliación de la Siderurgia de Jerez de los Caballeros o el

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ahora vigente en torno a la construcción de la Refinería de Tierra de Barros. Para su consideración en el Ecobarómetro hemos tomado la mayoría de los conflictos ambientales más importantes ocurridos a lo largo de las tres últimas décadas: la infausta Central Nuclear de Valdecaballeros es el más antiguo de los considerados; fuertemente vinculado al mismo fue el de la mina de uranio de La Haba (Badajoz), también de los años '70; a la siguiente década corresponden los denominados Tratamiento duro del Guadiana en Badajoz, la transformación en regadío del Canal de las Dehesas o la construcción de la presa de Alqueva (Portugal); a la última década del siglo XX pertenecen (en algún caso se arrastran desde entonces) los conflictos de las ZEPAS o el de la Siderurgia de Jerez de los Caballeros (más bien su ampliación, pues su primera fase no levantó protesta alguna). Surgidos, o madurados, ya en el siglo XX está en primer lugar el de la CNA (Central Nuclear de Almaraz)29; y junto a ella hemos considerado el conflicto en torno a la Cementera de Alconera; el de la Refinería de Tierra de Barros, el de la Mina de Aguas Blancas, ubicada entre Badajoz y Huelva, que produce níquel y un poco de cobre en una explotación a cielo abierto; el de la urbanización de la Ribera del Marco, y finalmente el estrés ambiental (pues el nivel de conflictividad ha sido muy débil hasta la fecha, únicamente en Sierra de Gata) generado por los campos eólicos.

Aunque el conflicto ha acompañado a la CNA desde su origen, su construcción no generó el nivel de estrés ambiental que generó la de Valdecaballeros; han sido los problemas derivados de su proceso de obsolescencia, como las fugas y riesgos de contaminación, los que terminaron por convertir en uno de los más importantes conflictos vigentes, agudizados tras la decisión de ampliar su vida útil. 29

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Del estrés ambiental a la exposición conflictual Con independencia de las actitudes y posiciones ideológicas de la población, ésta se ve afectada en forma desigual por los impactos ambientales, escasez de recursos, usos del suelo, etc. A estas afecciones las llamamos estrés ambiental (noticia de la implantación de una autovía, refinería, etc) porque generan inquietud perturbando el equilibrio ambiental y social.

La respuesta a esta situación de estrés, es un proceso de racionalización facilitado por: a) El sistema de valores y creencias (más o menos igualitario) y la ideología (de progreso, más o menos desarrollista) b) Las informaciones expertas difundidas por los medios de comunicación, las cuales pueden depender a su vez de determinados intereses materiales c) La posición estructural del individuo en la sociedad (parado, hostelero, agricultor, etc) d) Las directrices emanadas de los grupos de pertenencia y/o adscripción (partidos políticos, colegios profesionales, sindicatos, etc). Dicho proceso conducirá a una posición (favorable o desfavorable) frente al impacto (positivo o negativo) generando, cuando existen elementos que generan conflictos am-

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bientales. Entendemos conflicto según su definición más simple y universal, como una relación social entre dos o más partes que o cuyos portavoces creen tener metas incompatibles. En el caso de los conflictos ambientales estas metas incompatibles estarían ligadas, entre otros aspectos, al desarrollo económico o la conservación de la naturaleza. La resolución del conflicto, si no es de los denominados “intractables”, derivará en el triunfo de una de esas dos posiciones o en un encuentro dialéctico superador. Una vez desencadenado el conflicto, normalmente construido por minorías sociales activas, la población podríamos decir que se ve expuesta al conflicto, en la medida en que es obligada, por dichos actores a posicionarse. A partir de ahí, hemos construido la variable exposición conflictual, que define para cada municipio, en función de la distancia al epicentro de cada uno de los conflictos considerados ya existentes, un determinado nivel de intensidad de exposición. En la medida en que esa distancia determina una mayor o menor presión para la implicación; salvo en aquellos sectores poblacionales que por sus valores se comprometen y entienden como propios todos los problemas ambientales: no quieren para otros lo que no quieren para sí, no quieren en el patio trasero de la casa de los otros, lo que no quieren en su propio patio trasero. Así, el gráfico siguiente recoge la distribución para todos los elementos de la muestra de su nivel de exposición conflictual. La participación efectiva en los conflictos planteados nos sugiere, como medida provisional, el nivel de importancia que tienen los conflictos, o al menos, los que han generado mayor repercusión para la movilización ciudadana, asignándole a cada uno de los conflictos un determinado nivel de repercusión (peso). Por otro lado, cada localidad está a cierta distancia de cada uno de los conflictos, aunque esto no significa que el conflicto haya tenido mayor repercusión en aquellas localidades más cercanas al mismo, de ahí que utilicemos la variable de la repercusión (o im-

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portancia) generada por el conflicto y que la relacionemos con el de las distancias de cada localidad con los conflictos, generando así, la variable de Nivel de Exposición conflictual.

Esta variable se distribuye en cuatro categorías que van desde menos a más nivel de exposición (de uno a cuatro). Como vemos, la mitad de los encuestados se encuentran en unos niveles de exposición de tipo 2, siendo escasos los que podríamos atribuirles un nivel de exposición conflictual bajo. Por otro lado, nos encontramos con casi un 28% en niveles de exposición tipo 3 y otro 15% en niveles de exposición tipo 4 (mayor exposición).

Quién y por qué se movilizan Solamente el 11% de la muestra dice haber participado en algunos de los conflictos considerados, siendo el conflicto en torno a la Refinería de Tierra de Barros donde se concentra el mayor porcentaje de participaciones brutas30. El gráfico El total de participaciones suma más de 100 porque no se trata de una distribución de la participación, sino la suma de todos los conflictos participados por cada persona. 30

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siguiente refleja, para cada uno de los conflictos, dicha participación.

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Nos vamos a centrar en cómo afecta los niveles de exposición conflictual al hecho de participar o no en los conflictos ambientales. Como vemos, son los que mayores niveles de exposición conflictual se ven sometidos los que en mayor medida se movilizan o dicen haber participado en los conflictos ambientales. En la siguiente tabla se relaciona el número de conflictos en los que han participado con las distancias respecto de los conflictos. Como podemos observar, quienes dicen haber participado en un sólo conflicto, lo han hecho en aquellos más cercanos, fundamentalmente locales. De lo que podríamos deducir que quienes menos tienden a movilizarse, sólo lo hacen cuando son ellos los afectados por el potencial impacto, lo cual se corresponde con el modelo NIMBY. 1

2

3-4

5+

Valor % Valor % Valor % Valor % < 50 km

Valor

46

%

49,46

45,54

16

25,4

17,2

11

22

11,83

20

%

14,71

21,51

100

Entre 50 y Valor 32 31,68 22 34,92 18 36 49 36,03 100 km % 26,45 18,18 14,88 40,5 100 Entre 100 y Valor 18 17,82 14 22,22 15 30 60 44,12 200 km % 16,82 13,08 14,02 56,07 100 ≥ 200 km

Valor

5

%

17,24

%

4,95

11

17,46

37,93 100

6

12

20,69 100

7

5,15

24,14 100

100 100

Sin embargo no puede decirse lo mismo de cuantos se movilizan, ya que según vemos, precisamente quienes en mayor medida participan en mayor número de conflictos, lo hacen con independencia de la distancia a la que se encuentran. Debemos anotaR que en este cuadro de distan-

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cias, vemos que hay un 30% de participaciones brutas realizadas a más de 100 km de distancia del participante. Podemos decir que son minoría los ciudadanos que se movilizan frente a las situaciones de conflicto ambiental, pero entre quienes se movilizan, predomina la movilización altruista, es decir, 'Ni en mi casa, ni en la tuya'.

Los altruistas ambientales Estos “altruistas ambientales” presentan algunas características sociodemográficas claramente diferenciadas del conjunto de la muestra: son predominantemente de izquierdas, ganan menos y se concentran en algunos tramos de edad claramente significativos. Los resultados ilustran claramente la existencia de una eco-generación (de entre 40 y 60 años) fuertemente movilizada en términos relativos, y que coincide justamente con la generación que trajo el ecologismo a España. Y es el tramo de edad que corresponde a sus hijos (menores de 24 años) el siguiente en intensidad de movilización o participación (por el contrario, el tramo de edad de entre 25 a 39 años, socializado en el ambiente neoliberal de los '80 y '90, es la cohorte que menos se moviliza). Los miembros de esa eco-generación tienen niveles de estudios algo más altos, pertenecen en mayor medida a asociaciones de todo tipo, sobre todo ecologistas (un 12% frente al 1% de la muestra) y culturales, pero también vecinales, de cooperación al desarrollo, benéficas e incluso religiosas. Y son además quienes presentan mayores niveles de afiliación a partidos políticos y sindicatos. Elementos todos ellos que correlacionan lógicamente con determinados hábitos culturales: leen más que la muestra en general y utilizan en mayor medida el ordenador personal. No hay grandes diferencias en cuanto a las fuentes utilizadas para informarse sobre cuestiones ambientales, pero sí en cuanto a la atribución de fiabilidad a unas u otras. Los altruistas creen en mayor medida al gobierno nacional, asociaciones ecologistas y a las asociaciones de consumido-

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res, y en mucha menor proporción, a los científicos (un 28% de los altruistas, frente a un 43 % de la muestra). Es decir, los altruistas ambientales confían, en menor medida que la muestra general, en la ciencia, en coherencia con la crisis de la ciencia como sustentadora de la verdad absoluta. En cuanto a la confianza en las instancias políticas regionales, se decantan un poco más por que la junta está haciendo claramente menos de lo suficiente (de l 32% frente al 28% de la muestra) en los demás sigue igual, son niveles muy bajo de confianza en las acciones de la junta de Extremadura. El 40% tanto de los altruistas como de la muestra general piensa que la Junta de Extremadura está haciendo algo menos de lo suficiente. Estos “altruistas ambientales” también presentan ciertas diferencias substanciales con respecto a la muestra en determinadas actitudes y comportamientos medioambientales, empezando por la propia comprensión del medio ambiente, que entienden como protección de la naturaleza, el estado del medio ambiente que heredarán sus hijos y nuestra responsabilidad individual en la mejora ambiental, y no tanto como contaminación de las ciudades, los paisajes verdes y placenteros, los terremotos, etc. Es decir, son más generalistas, prácticos y menos bucólicos en este sentido con respecto a la muestra. Frente a la dicotomía crecimiento económico vs. medio ambiente, la muestra general tiende a decantarse por dar prioridad al medioambiente aun cuando ello suponga un menor crecimiento económico o la pérdida de puestos de trabajo, pero los altruistas lo hacen en mayor medida31. Además, los hallamos más cercanos a un tipo de pensamiento ambiental que podemos definir como eco-optimista El enunciado de esa pregunta permite optar por una tercera vía superadora de esta dicotomía, y y en este sentido, los altruistas ambientales entendemos que son más críticos a esta dicotomía que la muestra general en la medida en que un porcentaje significativamente mayor de estos opta por esta respuesta. 31

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a nivel societal e individual, esto es un tipo de pensamiento ambiental que tiene confianza tanto en la acción social, como en los efectos positivos de su acción individual para la mejora o el cuidado del medio ambiente. En lo que se refiere a los hábitos medioambientales, los altruistas hacen esfuerzos para cuidar el medio ambiente en porcentajes superiores a la muestra general (un 90% frente al 74%), tanto entre quienes consideran que ese esfuerzo está teniendo resultado positivos, como sobre todo entre quienes dicen que sus esfuerzos no servirán de nada si otros no se comprometen también. Esto se materializa en acciones concretas en pro del medio ambiente. Aunque en comportamiento relacionados con el consumo (como son las prácticas para economizar agua, apagar las luces cuando no son necesarias, desconectar la televisión y otros aparatos cuando no se utilizan, regular la calefacción o el aire acondicionado cuando no son necesarios, tratar de evitar ruidos y reutilizar materiales o productos como el papel o bolsas de plástico) no encontramos diferencias substanciales con respecto a la muestra, es decir, son tan consumistas como el resto de la población, sí podemos observar otros comportamientos más ecológicos como son los de utilizar recipientes diferentes según el tipo de desecho de que se trate, reciclar o tirar el aceite usado en la basura en lugar de por el fregadero o comprar productos ecológicos, acciones que dicen realizar con mayor frecuencia que la muestra en general. (Nota Bene: Producto del proyecto PRI09A139 cofinanciado por la Junta de Extremadura y el FEDER)

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Ensayos de Sociología Ambiental

Artemio Baigorri (Editor)

TRANSICIONES AMBIENTALES

Ensayos de Sociología Ambiental

Artemio Baigorri (Editor)

TRANSICIONES AMBIENTALES

Autores: Artemio Baigorri Isabel Baños Pedro Baños Juan Bejarano Manuela Caballero Mar Chaves José Mª Echavarren Ernesto Ganuza Fernando Garrido Mario Gaviria Rosa Junyent

Regina Lafuente Eduardo Moyano Mercedes Pardo Carlos Priego Elisabet Roca Beatriz Santamarina Carmen Sanz Adolfo Torres Míriam Villares Gabriela Zanfir

TRANSICIONES AMBIENTALES Y PARTICIPACIÓN (Estudios de Sociología Ambiental) Editor:

Artemio Baigorri Autores: Artemio Baigorri, Isabel Baños, Pedro Baños, Juan Bejarano, Manuela Caballero, Mar Chaves, José Mª Echavarren, Ernesto Ganuza, Fernando Garrido, Mario Gaviria, Rosa Junyent, Regina Lafuente, Eduardo Moyano, Mercedes Pardo, Carlos Priego, Elisabet Roca, Beatriz Santamarina, Carmen Sanz, Adolfo Torres, Míriam Villares, Gabriela Zanfir

INDICE PRESENTACIÓN Artemio Baigorri

9

INTRODUCCIÓN Mercedes Pardo

11

EXTREMADURA SOBRADA (EN TRANCE DE MODERNIZACIÓN HACIA UNA ENERGÍA DESCARBONIZADA) Mario Gaviria y Gabriela Zanfir

17

CAMBIO GLOBAL, VULNERABILIDAD Y RESILIENCIA: EL PAPEL DE LAS CIENCIAS SOCIALES Artemio Baigorri

55

LA PERCEPCIÓN DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN ESPAÑA José M. Echavarren

67

LA CONSTRUCCIÓN DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN LA COMUNIDAD VALENCIANA Beatriz Santamarina

79

EL RETO DE LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN LOS ESPACIOS NATURALES PROTEGIDOS Juan F. Bejarano, Adolfo Torres, Carmen Sanz

105

NI EN MI CASA, NI EN LA TUYA: ALTRUISMO AMBIENTAL Y CONFLICTOS Artemio Baigorri, Mar Chaves

128

CONFLICTO SOCIO-ECOLÓGICO EN LA BAHÍA DE PORTMÁN Pedro Baños, Isabel Baños

143

EL DEBATE NUCLEAR: EL PERSISTENTE RECHAZO DE LA OPINIÓN PÚBLICA ESPAÑOLA Mar Chaves, Artemio Baigorri, Manuela Caballero

175

ANÁLISIS DE LA PERCEPCIÓN SOCIAL ANTE ESTRATEGIAS INNOVADORAS DE GESTIÓN LITORAL EN EL DELTA DEL EBRO Elisabet Roca, Míriam Villares y Rosa Junyent

190

PAISAJES NATURALES URBANOS Y CALIDAD DE VIDA Carlos Priego, Eduardo Moyano

205

LA IMPORTANCIA DE LAS CREENCIAS Y LA INFORMACIÓN A LA HORA DE CONJUGAR EL VALOR PRODUCTIVO Y AMBIENTAL DEL AGUA Regina Lafuente, Ernesto Ganuza y Fernando Garrido

225

¿HACIA EL NUCLEARISMO POSTKYOTO? MODELOS NUCLEARES DESDE UNA PERSPECTIVA INTERNACIONAL Manuela Caballero, Artemio Baigorri, Mar Chaves

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AUTORES

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