Neuroteología. Un conocimiento cordialmente transformador y sinápticamente revolucionario

58-59 febrero nueva_Maquetación 1 29/01/15 13:16 Página 56

TEÓLOGAS

AMANECERES

Coordinado por MERCEDES NAVARRO PUERTO

CEREBROS, CORAZONES Y REVOLUCIÓN

Montserrat Escribano Cárcel, joven y creativa teóloga, es licenciada en Teología, en Humanidades y Máster en Ética y Democracia por la Universidad de Valencia. Es profesora del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de la Facultad de Teología Sant Vicent Ferrer de Valencia, así como de Religión católica. Es miembro de la ATE, tesorera de la European Society of Women Theological Research, del Grupo de Investigación en Bioética de la Universidad de Valencia, de la Coordinadora del Fòrum Cristianisme i Món d’Avui y del Consejo de Iglesia Viva. Actualmente prepara el doctorado en Filosofía. Su teología, enriquecida con la diversidad de sus otros campos de estudio, se adentra en terrenos desconocidos. Uno de ellos es el de las neurociencias, al que dedica buena parte de su investigación teológica.

Texto de MONTSERRAT ESCRIBANO CÁRCEL

Todo aquello que tiene que ver con el cerebro atrae nuestro interés. Hasta finales del siglo XX, el conocimiento neurocientífico estuvo reservado a un número reducido de investigadores e investigadoras que centraron sus estudios en descubrir los entresijos del sistema nervioso. Especialmente, la atención recayó sobre el cerebro, por la enorme complejidad de su fisiología, anatomía y arquitectura. En estos momentos, y gracias a las modernas técnicas de escaneado, podemos visualizar parte de la actividad neuronal que permanece activa mientras realizamos algunas de nuestras tareas cotidianas. Esto supone que, por primera vez, podemos entender nuestra interioridad, pero desde una

mirada neurobiológica. Se presenta ante nosotros el sueño de desvelar la materialidad de nuestra interioridad. La influencia de este discurso es tal que parece que asistimos a una revolución del conocimiento. Un nuevo escenario se abre, la neurocultura, y sobre él se mueve parte de nuestro día a día. En tiempo real sabemos las pulsaciones al practicar un deporte, las fases del sueño o los niveles de azúcar y esto es tan sólo el comienzo. Así, nuestra interioridad se vuelve cada vez más visible. Sin embargo, la dificultad asoma cuando traducimos la vida sencillamente en biorritmos o creemos que “tan sólo” somos cerebro. La tarea teológica se ha especializado en reflexionar

sobre la interioridad y la corporalidad como lugares privilegiados para el encuentro con la divinidad. Ilia Delio, Nancy Murphy, Noreen Herzfeld y Antje Jackelén estudian a qué llamamos ser humano, su relación con la tecnología, la posibilidad del transhumanismo y ofrecen sus propias respuestas teológicas que contrarrestan interpretaciones reduccionistas de nuestra dignidad. Ante la pregunta central sobre la singularidad humana o sobre la posibilidad de una naturaleza humana alterada se presentan ahora respuestas teológicas que tienen en cuenta los resultados neurocientíficos. Ésa es la tarea de la Neuroteología Fundamental. Mi propuesta es que, las teologías nacidas tras el Vati-

cano II permiten en estos momentos repensar términos tan centrales como trascendencia, revelación, experiencia religiosa o encarnación, pero esta vez teniendo en cuenta nuestras conexiones sinápticas. Esto obliga a practicar una mirada crítica tanto hacia nuestra propia tradición como a las neurociencias. La Neuroteología Fundamental tiene la responsabilidad de contrastar estrechas miradas cerebralizadas y de desmontar discursos neurodeterministas. A la vez, debe proponer creativamente sus propias metáforas bíblicas y métodos hermenéuticos críticos que ensanchen horizontes de sentido. De este modo, será capaz de ofrecer una propuesta esperanzada y liberadora. •

“COMENZAMOS A ENTENDER NUESTRA INTERIORIDAD, PERO DESDE UNA MIRADA NEUROBIOLÓGICA” 58_ FEBRERO 2015 REVISTA 21

MARÍA JOSÉ FERRER

EL INSTITUTO TERRA LA POSIBILIDAD DE RENACER

T

odo empezó cuando el fotógrafo Sebastião Salgado y su esposa, Lélia Wanick, decidieron ir a vivir a la granja familiar de los Salgado, ubicada en Aimorés (Minas Gerais, Brasil) y, al llegar, descubrieron que el lugar, que había sido un vergel, era casi un desierto. La tierra parecía muerta, pero se propusieron devolver a la naturaleza lo que décadas de degradación medioambiental habían destruido. Buscaron socios, captaron recursos y fundaron en abril de 1998 el Instituto Terra, una organización sin ánimo de lucro que actúa en la región del Vale do Rio Doce, entre los Estados de Minas Gerais y Espírito Santo, una zona de Brasil que, como tantas otras partes del mundo, sufre la sequía y la erosión del suelo que se producen como consecuencia de la deforestación y del abuso continuado de los recursos naturales, sequía y erosión que, entre otras cosas, impiden que las gentes del campo puedan vivir y prosperar. Desde entonces, las acciones del Instituto Terra, que están planificadas científicamente, incluyen la resta u ra c i ó n d e l e co s i ste m a mediante la reforestación

LO CONSEGUIDO HASTA AHORA POR EL INSTITUTO TERRA DEMUESTRA QUE, SI SE QUIERE, AÚN SE PUEDE REVERTIR EL DAÑO, VOLVER A NACER

del suelo con especies de Mata Atlântica (Bosque Atlántico) que en el pasado h a b í a n p ro s p e ra d o e n l a zona y habían desaparecido, l a p ro d u cc i ó n d e p l a n ta s para la reforestación, la investigación científica aplicada, la educación medioambiental de escolares, docentes, dirigentes de granjas cooperativas y autoridades, y el asesoramiento de granjeros, mineros y otras personas que trabajan en la región. Los frutos de este proyecto están siendo sorprendentes. En poco más de diez años –la primera plantación se realizó en diciembre de 1 9 9 9 –, s e h a n p ro d u c i d o cuatro millones de plantas y han arraigado unos dos millones y medio de árboles, de más de trescientas especies distintas. Estos árboles, además de generar toneladas de oxígeno, han logrado aumentar las precipitaciones y rellenar de nuevo los arroyos y riachuelos desecados h a ce a ñ o s . A s i m i s m o, e l nuevo recubrimiento forestal no sólo protege el mantillo que absorbe la lluvia, eliminando la erosión y reduciendo el riesgo de riadas, sino que ha atraído de nuevo a animales de muy diversas

especies, algunas en peligro de extinción, que no se habían visto en décadas y que ahora se guarecen y alimentan en el bosque renacido. El Instituto Terra administra la Fazenda Bulcão, de unas setecientas hectáreas, de las que poco más de seiscientas han sido reconocidas como Reserva Particular do Patrimônio Natural, la primera constituida en una superficie degradada de Mata Atlântica. Además está inspirando otras acciones medioambientales de la zona. En realidad, es un modelo exportable a cualquier lugar de lo que puede hacerse en la lucha contra la deforestación masiva y la consiguiente desertización en todo el planeta. Y mucho más. Es un grito de esperanza, porque lo realizado y conseguido hasta ahora por el Instituto Terra demuestra, en palabras de su principal inspiradora, Lélia Wanick, que “es posible dar marcha atrás al tiempo y recuperar lo que parecía perdido para siemp r e ”. E s d e c i r, q u e s i s e quiere, aún se puede revertir el daño, volver a nacer. Renacer. Resucitar. •