Neurociencias y Educación: a propósito del pensamiento de Francisco Varela

July 22, 2017 | Autor: Jaime Valdés | Categoría: Francisco Varela, Educación, Neurociencias
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Descripción

Neurociencias y Educación: a propósito del pensamiento de Francisco Varela Jaime Valdés 9/agosto/2006

Bajo el título Constructivismo y Enacción. Un nuevo paradigma para las ciencias humanas, se realizó hace un mes en Ile d’Oléron, costa atlántica francesa, un encuentro entre destacados investigadores de las ciencias cognitivas orientado a consolidar una comunidad científica, centrada en el tema de la enacción, ese gran legado que nos dejara nuestro recordado Francisco Varela. La convocatoria de esta escuela temática fue realizada por el Centro Nacional de la Investigación Científica de Francia (CNRS) y organizada por la Asociación para la investigación cognitiva (ARCo). Pueden ver los documentos de trabajo aquí. ¿Qué es la enacción en relación a la experiencia humana? ¿De qué modo esta comprensión de la cognición abre posibilidades para un cambio de paradigma en la educación? Son preguntas que me han motivado los últimos años, desde mi trabajo como educador en el sistema escolar. Agradezco a Fernando Flores y al mismo Francisco la apertura a estas preguntas. Quisiera aprovechar esta columna, y otras siguientes, para compartir mi propia síntesis y los significados que para mí va implicando este entendimiento. … Desde que los biólogos chilenos Maturana y Varela proponen la noción de autopoiesis, se abren nuevas realidades para la ciencia. 1. La primera consiste en considerar a los seres vivos, desde su mismo origen, como dotados de capacidades interpretativas. 2. Segunda, dado que todas las interacciones de un organismo vivo (planta, animal o humano) con su entorno son interacciones cognitivas, incluidas percepción, emoción y comportamiento, se postula una comprensión del fenómeno del conocer como el proceso mismo de la vida. 3. Tercera, que todo organismo vivo, en tanto sistema estructuralmente acoplado, es un sistema que aprende, cuyas manifestaciones se expresarán en transformaciones que este organismo experimentará a lo largo de su vida.

En palabras de Maturana y Varela, “vivir es conocer”. La cognición no es la representación de un mundo con existencia independiente, sino más bien el “alumbramiento” continuo de un mundo mediante el proceso de vivir. Aprendizaje y desarrollo son dos caras de una misma moneda. Luego de formular este paradigma, a juicio de muchos científicos, totalmente novedoso en ciencia, se desprenden otras formulaciones importantes. Destaco una que apunta al problema de la relación entre mente y cerebro. En la noción dualista cartesiana, la mente está separada del cuerpo y es entendida como “pura sustancia pensante”. Este entendimiento es cuestionado por estos biólogos, cuestionamiento que la filosofía y la educación occidental actual debieran considerar. La mente ya no es una sustancia, sino un proceso, el proceso de conocer, identificado con el proceso de la vida. El cerebro es una de las estructuras específicas mediante las cuales se realiza este proceso de la cognición, no es la única, puesto que en él participa la totalidad de la estructura del organismo. El slogan que sintetiza esto es que “la mente no está en la cabeza”. Francisco Varela prosigue su exploración, expuesta en varios de sus libros y artículos, en el campo de la biología del conocer, desde la fenomenología, las tradiciones contemplativas orientales, la propia investigación en neurociencias y sus estudios sobre la conciencia. El problema que lo motiva es el problema de la experiencia humana vivida y sus posibilidades de transformación. En su trabajo, The embodied Mind. Cognitive Science and Human Experience, traducido como De Cuerpo Presente, Varela retoma el punto de partida que el mundo no está separado de nosotros, que no es algo pre-dado, ni está representado en nuestra mente, sino “activado o traído a un primer plano, en una situación concreta, desde un contexto histórico-social”. Esto quiere decir que el mundo es inseparable de nuestros puntos de vista sobre el mundo, de lo que decimos de él y de nuestra experiencia en el mundo. Siempre que vemos, sentimos o decimos algo del mundo lo hacemos desde el observador que somos. Nada de lo que se dice es neutro o desde una posición incorpórea. La biología ha demostrado experimentalmente que el color, en vez de ser un atributo de las cosas, localizado “allá afuera” o algo exclusivamente “aquí dentro”, al margen de nuestro entorno biólógico y cultural, corresponde a un mundo percibido experiencial que emerge a partir de nuestra aptitud perceptiva corporizada. La gallina y el huevo, el mundo y quien lo percibe, se definen recíprocamente. No hay un registro pasivo de rasgos externos, sino una forma creativa de significación basada en la historia corporizada del organismo vivo. ¿Qué significa cognición como enacción? Según Varela, dos cosas. 1. La primera, que la percepción es acción guiada en un contexto, en una situación que cambia constantemente como resultado de la propia actividad del sujeto. 2. La segunda, que las estructuras cognitivas emergen de nuestro cuerpo, en actividades sensorio-motrices recurrentes que permiten todo el tiempo que la acción sea guiada perceptivamente. El mundo emerge a partir de cómo nos movemos, tocamos, respiramos, comemos, trabajamos, sentimos y respondemos a los demás.

Y esto último nos conecta con el fenómeno emocional. En un artículo (recopilado en “El fenómeno de la vida“, Santiago, Dolmen Ediciones, 2000) acerca de la conciencia del tiempo, como fuente de la experiencia y de la conciencia, Varela se pregunta cuál es papel de la emoción o del afecto en el automovimiento del flujo de la experiencia, toda vez que un cambio en la percepción es acompañado de un cambio emocional. “El enfrentarse con la vida es un estar preparados o una tendencia disposicional para la acción en un ámbito más amplio, una disposición ontológica, es decir, una expectativa de la manera en que el mundo se pondrá de manifiesto. Por esta misma razón, enfrentar algo tiene mucho que ver con el hábito, la repetición de nuestras vidas. Aprender una habilidad es un ejemplo prototípico de la adquisición de transparencia para la acción”. Y precisamente las múltiples formas en que suceden los quiebres en la transparencia abre a un abanico de tonalidades afectivas: miedo, celos, rabia, ansiedad, seguridad en si mismo, etc. En consecuencia: “… la palabra emociones es utilizada aquí en su sentido específico: la tonalidad del afecto que acompaña un cambio en la transparencia. Por otro lado, el afecto es una ampliación de la orientación disposicional que precondicionará el tono emocional que puede aparecer”. Para mostrar el fenómeno emocional, Varela trae al presente de su experiencia, su propia conciencia fenoménica, lo que llama en otro de sus escritos “Metodologías en primera persona”, validando un tipo de ciencia que incluye a la experiencia subjetiva en primera persona, como un componente explícito y activo. Dice así : “Ahora, a medida que escribo, tengo una actitud disposicional que me compromete en una expectativa de escribir y dar forma de oraciones a mis pensamientos. Cuando escribo esta palabra ahora, la disposición es coloreada por una carga emocional, un resentimiento moderado por no encontrar la expresión apropiada. Sin embargo, este tono emocional aparece contra el telón de fondo del ánimo exaltado de un día productivo dedicado a terminar este texto.” Para ser más explícito, Varela distingue tres escalas para el afecto, ligadas a la temporalidad: “(1) La primera escala son las emociones: la conciencia de un cambio de tono que es constitutivo del presente vivo. (2) El segundo es el afecto, una tendencia disposicional propia de una secuencia coherente de acciones encarnadas. (3) Finalmente, el ánimo, la escala de la descripción narrativa de una duración más o menos larga” ¿Por qué esto es importante? Porque la disposición emocional prefigura el cambio en mi percepción y en cualquier movimiento que haga, sea consciente o no de ella, y no es un correlato de la intención. Varela demuestra que existe evidencia directa de la manera en que

la tonalidad emocional actúa en la dinámica del flujo que somos, y a su vez, el flujo condiciona en forma dinámica esa disposición emocional. El tono emocional es disposición para la acción y ésta última, genera, a su vez, un cambio en ese tono emocional inicial. “Metafóricamente, el caminante y el sendero están intrínsicamente unidos” La importante conclusión de todo esto que hemos expuesto primariamente, es que la esencia misma de la cognición no es representación, sino la habilidad para moverse en un contexto y generar significados en él. Habilidad enriquecida por la acumulación de experiencia a partir de una historia, caracterizada por tonalidades emocionales que cambian en distinta escala. Conocer no es tener una representación del mundo exterior, sino acción inmediata encarnada, que implica una disposición emocional. Conectemos con la educación. ¿Qué duda cabe la conexión entre educar, aprender y conocer? El gran error es creer que educar es transmitir conocimientos, supuestamente provenientes de un mundo pre-dado, que se representa. Cartesianismo puro: la mente espejo de la realidad. Lo que implica que todas las preguntas tienen respuestas sólidas, que a nuestros estudiantes se les aparecen como verdades fijas. Si ahora las ignoramos, hay que esfozarse, porque en algún momento llegaremos a la verdad. Incluso más, la respuesta verdadera a una pregunta puede ser incompatible con la respuesta verdadera a otra pregunta. ¿Les recuerda la PSU (Prueba de selección universitaria)? La evaluación oficial de una “buena educación” se mide por la capacidad de conocer (y memorizar) las respuestas verdaderas. No saber es sinónimo de angustia y caos. De hecho, las emociones quedan fuera de lo racional. En mi colegio, cuando daban ganas de llorar había que irse al baño. Si la cognición, como propone Varela, no es representación sino acción corporizada y transformación contínua y recurrente, entonces cambia el entendimiento de qué y cómo enseñar y aprender en la escuela. Desde algo teórico que es hoy, se abre una posibilidad de desarrollar prácticas efectivas en dominios diversos que permitan al sujeto, esté en la escuela o no, moverse de otra manera con su aprendizaje. Menciono las que estoy trabajando yo: 1. La información no está pre-establecida como un orden dado, ni se transmite. Lo que hay que cultivar como proceso de conocer y aprender son prácticas interpretativas y re-interpretativas que van atribuyendo significados a lo que se aprende. Dos ejemplos: (a) navegar, discriminar y sintetizar en el espacio de la Internet; (b) estar sensible a preocupaciones y definir problemas emergentes (tener preguntas, incluidas, preguntas éticas) que conecten con nuestras vidas y las de otros, como lo hicieron las recientes movilizaciones estudiantiles que nos llenaron a todos de asombro al revelar un malestar por la educación, que estaba ahí, frente al cual nos hallábamos resignados. 2. Cada situación, cada experiencia constituye el mejor profesor, incluida el aula tradicional, los juegos, el espacio digital, el cambio histórico global, una experiencia caminando, respirar consciente, prestar ayuda a alguien, etc. En este enfoque la acumulación de errores puede interpretarse como acumulación de poder de acción.

Lo importante, es ir aprendiendo a aceptarlos (”todo lo que ocurre conviene”, dice una amiga) y a estar alertas a lo que emerge. 3. Instalar la noción de educación y aprender como sinónimo de generación y transformación efectiva en la acción, y ojo que la noción de acción se usa aquí, no como sinónimo de movimiento. Por ejemplo, estar meditando o hacer una declaración podemos interpretarla como acción. 4. Valoración de cada experiencia en la historia personal, en tanto secuenciado y eslabonado potencial de desarrollo, construida permanentemente en todas esas cotidianas transiciones, esos micro-mundos que van constituyendo microidentidades, semejantes a caminos que se van haciendo al andar. 5. Por último, está el fenómeno de las emociones y los estados de ánimo, como disposiciones para la acción, que viven en nuestro cuerpo y que están ahí, antes que ocurra la reflexión. Y desde ahí, aprender a construir vínculos consigo mismos (autoconocimiento y conciencia de mi tonalidad emocional) y para la convivencia con otr@s (lectura e intervención de estados de ánimo de personas). Sabemos que el legado que puede dejar una nueva “buena educación” es instalar el aprendizaje como un fenómeno socio-individual, donde el sujeto orienta su vida desde un sentido, en una predisposición pro-activa y creadora, sustentada en un cuerpo disponible para fluir con el cambio, para ir con la ola, abrazar la realidad como nos va apareciendo, enfrentando las dificultades y oportunidades propias de cualquier vida. Educación como transformación de la persona, que necesita cultivar integralmente el espacio corporal y emocional. Ni más ni menos, ha sido para mí el regalo que nos entregara Francisco Varela. Mi agradecimientos para siempre, maravilloso programa de trabajo para ir por este sendero acompañado de las neurociencias.

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