NEHEMÍAS: LEVANTAR UNA OBRA

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Descripción

PERSONAJES BÍBLICOS 7

Mª Auxiliadora Pacheco Morente

NEHEMÍAS: LEVANTAR UNA OBRA


Nehemías era uno de los israelitas que habían nacido en el exilio,
después de que fueran exiliados a la fuerza de su tierra natal. Después de
tanto tiempo, muchos se habían creado ya una vida y unas ocupaciones en las
tierras de su exilio. Nehemías era uno de ellos, incluso había llegado a
tener una posición privilegiada ante el rey, como declara la Escritura.
Como José y como Daniel, era una de las personas fieles a Dios, y fieles a
sus obligaciones terrenales, cuyo valor y fidelidad habían sido reconocidos
por los gobernantes de su época.
Esa vida cómoda y privilegiada que llevaba Nehemías, no le había hecho
insensible precisamente a las necesidades ajenas. Cuenta Neh. 1:1-3 que le
llegaron malas noticias de los que habían podido volver a Israel, y sobre
Jerusalén. Las personas del remanente que habían regresado al lugar donde
Dios deseaba que estuvieran, eran pocas y estaban siendo menospreciadas por
sus vecinos. Jerusalén todavía se encontraba en muy mal estado. Se
encontraba sin muros y con las puertas quemadas. En aquellos tiempos, una
ciudad en tal condición era una ciudad expuesta a que cualquier ejército
enemigo, cualquier banda de saqueadores organizados, entraran en ella e
hicieran toda clase de tropelías.
Ante estas noticias, el corazón de Nehemías se quebrantó (Neh. 1:4).
Lloró y ayunó, e hizo una oración ejemplar y conmovedora. Primero alabó a
Dios por su grandeza, y le recordó su pacto con Israel. Después confesó los
pecados del pueblo, y los suyos propios, reconociendo que el mal que había
venido había sido fruto de la desobediencia y la obstinación en apartarse
de los mandatos de Dios. También le recordó que había prometido que después
de que hiciera venir sobre ellos todos esos males, si se arrepentían, los
volvería a llevar a su tierra, y que su pueblo ahora deseaba reverenciar su
nombre. Por último, le pidió gracia ante los ojos del rey. Poseía un puesto
de gran confianza y responsabilidad. Él era el encargado de servir y dar la
bebida al rey, por el peligro de que fuera envenenado. En las cortes
orientales, era uno de los cargos más elevados, y habla del carácter moral
de Nehemías. Porque un copero debía ser alguien insobornable, y el hecho de
que siendo un extranjero hubiera accedido a él, habla de la integridad de
Nehemías (Neh. 1:5-11).
Después de estar un tiempo en oración, Nehemías se atrevió a mostrar sus
sentimientos al rey. Fue algo arriesgado por su parte, porque estaba
prohibido estar triste delante del rey. Además, si su petición desagradaba
al rey, no tardaría en perder, no sólo su puesto, sino también la vida
(Neh. 2:1-3). Pero Dios le dio gracia a Nehemías ante el rey. El rey, no
solamente le dio permiso para ausentarse después de fijarle un plazo, sino
que le proveyó de todo lo que creyó necesario para restaurar los muros de
Jerusalén (Neh. 2:4-9). Como siempre pasa, los enemigos de la obra de Dios
se enfadaron por lo ocurrido (Neh. 2:10).
Nehemías se puso en camino, y llegó a Jerusalén. Él nunca había dirigido
una obra de ese tipo, solamente era un cortesano, pero tenía fe en que Dios
le ayudaría. Tras descansar del viaje, se levantó de noche, para poder
examinar con discreción el estado de Jerusalén, porque necesitaba verlo con
sus propios ojos. (Neh. 2:11-16).
Después de su examen, convocó a las autoridades de Jerusalén y les
declaró el propósito de su venida, restaurar las murallas de Jerusalén. Les
dio ánimos contándoles de qué forma Dios le había dado gracia ante los ojos
del rey. Animados por sus palabras, estuvieron conformes con Nehemías, y se
pusieron manos a la obra (Neh. 2:12-18). Los enemigos de Israel subieron de
tono sus palabras, acusándoles de estar rebelándose contra el rey. Los
israelitas les respondieron que Dios estaba con ellos, y que con su ayuda
terminarían la obra (2:19-20). Después de una serie de incidencias, y de
nuevas maquinaciones de los adversarios, Neh. 6:15-16 cuenta como el muro
fue terminado, y los enemigos de Israel se sintieron derrotados y
humillados.
Dios nos puede pedir que levantemos una obra. No tenemos que ser un líder
que Dios mande a cualquier sitio a preparar un nuevo lugar de adoración.
Puede ser que nos pida que empecemos a hacer algo que Él nos ha mandado, y
que quizás hemos estado demorando por un tiempo más o menos largo. Puede
pedir que nos levantemos como hijos e hijas suyas en nuestro entorno más
cercano, y no dejemos que el enemigo siga destruyendo a nuestras personas
más cercanas. El enemigo siempre querrá oponerse, querrá acusarnos y
menospreciarnos como hizo con los israelitas del tiempo de Nehemías. Pero
no debemos alarmarnos por ello, sino tomarlo por señal de que estamos
haciendo lo que Dios quiere. Si nos ponemos en las manos de Dios, haciendo
con fe y confianza todo lo que Él nos pida, Él nos ayudará a llevarlo a
cabo con éxito.
Nehemías nos conduce a hacernos varias preguntas importantes. ¿Hay cosas
que Dios nos está pidiendo que nos estamos demorando en hacerlas? ¿Qué
cosas nos pide Dios que hagamos en nuestro entorno? ¿Qué debemos hacer si
encontramos oposición cuando hacemos la voluntad de Dios?
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