Negando la crisis

June 7, 2017 | Autor: José Chalco Salgado | Categoría: Risk and crisis management
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Descripción

Negando la crisis
José Chalco Salgado
No es nuevo. Al contrario, estamos acostumbrados a un Gobierno experto en redecir, acomodar, o exponerlo mejor. Tal parece que es mucho más conveniente, para los fines políticos, gobernar negando a la crisis que acarrea desencanto social.
La crisis es real; claro, desconocerla trae un precio político mucho más rentable que aceptarla. Luego, los propios responsables de ella, podrían ser identificados en las filas del entusiasta manejo de un modelo económico que a todas luces fue derrochador e inviable para el Ecuador.
Negando la crisis se llega a una misma salida: no hay ningún problema económico en el país, somos infalibles. Pero al mismo tiempo, no se generan políticas efectivas conducentes a la solución. Es como esconder una enfermedad y no curarla.
Pese a negar la crisis, se practican incoherencias que revelan la verdad al impulsar una reforma laboral urgente, que aniquila con los más elementales principios constitucionales de progresividad, irrenunciabilidad y no restricción del contenido de los derechos; proyecto de ley que se pone de lado del empresario y no del trabajador al instituir la potestad del empleador de reducir la jornada de trabajo y a la vez, mermar el sueldo del empleado. Simple, a menor trabajo, menos sueldo.
Y es que los errores que han conducido a la crisis actual fueron permanentes. En abril del 2015 con la Ley de Justicia Laboral se eliminó el contrato a plazo fijo, lo que desencadenó desahucios y frenó a la contratación de personal; antes, se impusieron salvaguardias. Como si la bonanza petrolera sería eterna, se gastó y derrochó en infraestructura de cemento sin guardar nada en las reservas; hasta el oro se empeñó. El gran interventor en la economía del país era el aparato central, representaba cerca del 53%, hoy de lejos ya no lo es. No se previó la desaceleración económica y se ahuyentó a la inversión con un discurso confrontador; se establecieron tributos a todo y se entorpeció el flujo normal del mercado. Luego, como en el caso Issfa, desde el voluntarismo presidencial se hace y deshace, se ponen dineros en una cuenta y en eufórica decisión se transfieren a otra millones de dólares. El resultado: desconfianza, salida de capitales y poca inversión extranjera y nacional.
Hay nerviosismo en el Régimen. Se ha empezado con la entrega de campos de petroecuador a las multinacionales, algo que en la tarima del socialismo del siglo XXI, sonaba poco moral. Hoy, hace ejercicio de una política de flexibilización hacia el pragmatismo neoliberal. En enero y diciembre fueron los recursos del Iess, después del Issfa, ahora de la Andina y Flacso. Y es que, la infraestructura de cemento no sirve en crisis. Es más, aunque el Ejecutivo motive su uso, la tarjeta de crédito tampoco sirve, al fin de mes hay que pagar.
En todos los sectores sociales se siente la desaceleración económica. La ciudadanía lo percibe, compra menos, guardan su dinero los que aún no han perdido su empleo; los gobiernos autónomos descentralizados reclaman los fondos que les pertenecen y no les son transferidos; SOLCA no podrá atender más en su histórica misión; los proveedores no tienen liquidez; y, vaya y vea cuántos emprendimientos se han truncado. Pero mientras tanto, es mejor permanecer: negando la crisis.

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