\"Naturaleza, razón y poder en las princesas Disney\"

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Naturaleza, razón y poder en las princesas Disney Delicia Aguado Peláez1 y Patricia Martínez García2 Universidad del País Vasco ([email protected] - [email protected])

Introducción. Desde que en 1937 Walt Disney inicia la producción de princesas, la factoría se ha convertido en una gran fábrica de mujeres, delimitando cómo niñas y niños tienen que actuar, pensar y sentir para cumplir con las expectativas sociales. Así, “vehiculan unos modelos educativos que, ni a las princesas que podrían estar en un estrato privilegiado en la sociedad, se les concede el poder de adueñarse de su destino, condenándolas a una sumisión que no será discutida, por considerarla natural en todas las culturas [...]” (Cantillo, 2011, p.13). En este sentido, los productos Disney han reforzado la existencia de un orden social injusto, naturalizando las jerarquías de raza, clase, cultura y género (Giroux, 2001), en el que la dominación de la mujer y la naturaleza sigue una lógica etno-androcéntrica de relaciones de poder. Son numerosas las investigaciones que atestiguan que los medios de comunicación y sus manifestaciones de divertimento influyen en las personas; y, especialmente en la población 1 Licenciada en Periodismo y Ciencias Políticas, es investigadora predoctoral de la UPV-EHU en el Departamento de Comunicación Audiovisual, bajo el amparo del PFI del Gobierno Vasco. Está realizando la tesis doctoral “Impacto del Post-11S en las Series de Ficción Televisiva. Análisis de la serie Perdidos (Lost, ABC: 2004-2010)”, dirigida por José Vicente Idoyaga Arrospide. 2 Licenciada en Periodismo y Ciencias Políticas, es investigadora predoctoral de la UPV-EHU, bajo el amparo del PFI del Gobierno Vasco .Está realizando la tesis “Procesos participativos y empoderamiento femenino: un estudio comparado de experiencias participativas institucionales”, dirigida por Rafael Ajangiz en el grupo Parte Hartuz (eje Feminismos y modelos de democracia).

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Hacia una cultura de la sostenibilidad infantil (Dorfman y Mattelart, 1972; Giroux, 2001; González, Villasuso y Rivera, 2012). De manera que la construcción de intereses y preferencias en torno al género, interiorizados desde la infancia, se encuentran impregnados de patrones de desigualdad social y cultural, contribuyendo al reforzamiento del sistema (Young, 2000). La versión más extendida de este imperialismo cultural se encuentra en la adscripción de las mujeres al ámbito privado; a la minusvaloración de las tareas asignadas al mismo; a su cosificación, ya que “sólo pueden aparecer en el orden social como un símbolo cuyo sentido se constituye al margen de ellas” (Bordieu, 2000, p. 37). Y, en general, a su representación ligada a la emoción, la naturaleza y la pasividad, cuya realización personal se relaciona con la consecución del amor y su fin, el matrimonio. Así, el vendido como más puro entretenimiento infantil pone en marcha todo el repertorio de la violencia simbólica, que tan útil es para los “patriarcados de consentimiento”, de los que habla Alicia Puleo (2000). Un sistema discriminatorio en función del género, sutil y difícil de detectar, que ejerce su influencia, principalmente, a través del simbolismo. Desde los personajes femeninos de esta industria se construye, acepta y normaliza el significado de “ser mujer”. Mediante el androcentrismo y el sexismo cultural se produce “la construcción de las mujeres y las niñas como otras subordinadas y deficientes que no pueden participar como pares en la vida social” (Fraser, 2011: 299). Sin embargo, las dos últimas princesas Disney, Mérida y Rapunzel, se alejan, en mayor o menor medida, de los estereotipos de sus predecesoras. Si bien de forma directa o latente siguen apareciendo pautas androcéntricas en Tangled y Brave, también es cierto que parecen haberse debilitado los cimientos culturales que imponen un patrón femenino discriminatorio. Así, ¿qué ha ocurrido entre la esencialista y dulce Blancanieves, a la que protege el bosque, y una Mérida autónoma e independiente, que establece una relación racional con su entorno? En este sentido gira el objetivo de la presente investigación: el análisis de la definición de la feminidad de las protagonistas de Disney en su relación con el entorno –contexto natural y mascotas-, teniendo en cuenta los estereotipos asociados al rol femenino, incluidos aquellos que mimetizan a las mujeres con la naturaleza. Pero además, sería interesante identificar si esta relación con el contexto se produce siguiendo un prisma masculinizador. O si bien las protagonistas se inscriben en un ecofeminismo político, reconciliado con la lógica de los cuidados y con el concepto de sostenibilidad de la - 308 -

Naturaleza, razón y poder en las princesas Disney vida, en el que las mujeres y la naturaleza dejen de ser externalidades del hombre económico en un marco conceptual “opresivo” (Velayos, Barrios, Figueruelo, 2007, p.96). Rapunzel, que actualiza los modelos clásicos, y Mérida, que implica una ruptura con los patrones anteriores, pueden suponer una alternativa a la representación cultural de la jerarquía dualista patriarcal, poniendo el énfasis en la red de relaciones interpersonales y sociales, incluyendo unos vínculos con la naturaleza orientados al respeto, a la ecojusticia y la sustentabilidad. Metodología El estudio se lleva a cabo mediante un análisis de contenido cualitativo de las once películas englobadas en la factoría Princesas Disney, con el fin de comprobar la hipótesis central de la investigación: El empoderamiento de las princesas hace que su relación con la naturaleza se racionalice en un intento de dominio y control de la misma. Utilizando como unidad de análisis las propias protagonistas femeninas se establecen una serie de categorías y subcategorías: PERFIL FÍSICO RAZA, APARIENCIA, VESTIMENTA PSICOLÓGICO PERSONALIDAD, SUEÑOS, ROLES RELACIÓN CON LA NATURALEZA / MAGIA AMBIENTE AMOR, CONTEXTO, COOPERACIÓN, DEFENSA, ESENCIALISMO, INDIFERENCIA, RACIONALIDAD MASCOTAS TIPO, APARIENCIA, PERSONALIDAD, ACTITUD, HUMANIZACIÓN, VALORES ASOCIADOS Cuadro 1: Categorías y subcategorías de análisis Análisis 1. El esencialismo maniqueo Blancanieves (Snow White and the Seven Dwarfs, 1937), Cenicienta (Cinderella, 1950) y Aurora (Sleeping Beauty, 1959) son las princesas que más claramente representan la organización dualista y la consecuente marginación de los pares femeninos. Los atributos que tienen asociados tanto en su plano físico (belleza idealizada, delgadez, gran - 309 -

Hacia una cultura de la sostenibilidad voz…), como en el psicológico (alegría, delicadeza, dulzura, inocencia,…), así como los roles desempeñados siempre ligados al espacio privado (amas de casa, esposas, ajenas a la acción,…) dibujan el prototipo de mujer ideal que encaja en un patriarcado de coerción. Y son justamente estas tres mujeres las que tienen una conexión absoluta con una naturaleza maniqueísta que detecta y defiende a las personas con corazón puro, como nuestras protagonistas. En este sentido, los animales del bosque de apariencia más amable y dulce (ardillas, búhos, ciervos, ratones,…) parecen estar en sintonía con ellas y no dudan en ayudarlas en todo lo que puedan (coser, limpiar, detectar el peligro,…). Ese esencialismo romántico encaminado a la sumisión se va modificando a medida que las protagonistas ganan en complejidad. 2. Los guardianes Existen ciertos aspectos de las princesas que se mantienen inmutables a lo largo del tiempo y que forman parte de todas ellas, como la belleza y la dulzura. Pero hay otros rasgos que se van modificando (ganancia en rebeldía e iniciativa) y se abre la puerta a un modelo más sutil de patriarcado de consentimiento. En este sentido, tenemos una serie de princesas que desconectan con la naturaleza y que se acercan a la magia como una forma de iniciar una aventura. En diferentes momentos, Ariel (The Little Mermaid, 1989), Bella (Beauty and the Best, 1991), Jasmín (Aladdin, 1992) y Mulán (Mulan, 1998) tienen experiencias mágicas que disfrutan sin miedo y sin recelos; pero sobre las que no tienen control y que al final derivan en matrimonio. Por otro lado, en este camino todas ellas cuentan con un guardián (o varios) que vela por ellas y que no son más que la prolongación del patriarca y de la tradición. Son mascotas que aportan comprensión, dulzura y protección. De este modo, Ariel tiene a su lado a Sebastián, al que el temperamental Tritón le encarga la supervisión de su rebelde (y caprichosa) hija. Sebastián es un cangrejo con actitud humanoide (se comunica, es inteligente) que se configura como la voz de la conciencia de la sirena, a la que ayuda a conquistar a Erick. Por otro lado, Flounder, un pequeño y dulce pececillo, hace de amigo y encubridor, actuando como una prolongación de su curiosidad e inocencia. Como Ariel, Bella se muestra fascinada con su cambio de - 310 -

Naturaleza, razón y poder en las princesas Disney ambiente. En este caso, los encargados de velar por el proyecto de princesa son Din Don y Lumiere (un estricto reloj y un galanteador candelabro) que son justamente los mayordomos del príncipe. Ambos son el puente entre su realidad y la de palacio y ayudan a la joven a “domesticar” a la Bestia. Como Flounder, la joven cuenta con Chip, un pequeño polizón que acentúa su lado más tierno. Por su parte, Jasmín tiene como protector a Rajáh, un tigre territorial que espanta a los pretendientes que no son del agrado de su dueña. Pese a su apariencia voraz, Rajáh es cariñoso y dulce como un perro y, a diferencia de sus predecesoras (o incluso de las mascotas de Aladdin), no tiene ningún rasgo humanoide. Es más bien un refuerzo de la sensualidad y la dulzura de una princesa muy marcada por su origen cultural. Por último, destacar que la evolución de Mulán está muy ligada a sus mascotas. Su primer compañero es un perro sin ningún rasgo humano, ligado a la dulzura y la inocencia de la joven en el hogar. Cuando es casadera, la abuela le regala un grillo de la fortuna (que no da suerte): es pequeño, vulnerable y no habla, pero es capaz de comunicarse. Y, por último, se encuentra con Mushu, el pequeño dragón degradado por los ancestros de Mulán que intenta recuperar su posición haciendo de la joven una heroína que traiga la honra a la familia. Es un ser mágico, racional y con actitud paternal, que aparece cuando Mulán se hace pasar por un hombre. Estas dos últimas mascotas son dos fraudes, como ella, y la ayudarán a camuflarse y a sobrevivir en la batalla. 3. Vuelta al esencialismo Cronológicamente anterior a la película Mulán nos encontramos con Pocahontas (1995). En ella tropezamos con una princesa distinta, debido a su origen nativo americano, que impregna todo su ser. Por un lado, dejamos el carácter aniñado anterior para pasar a una mujer hipersensual (ágil, fuerte, voluptuosa), algo que queda reflejado en la relación entre Pocahontas y John Smith, la más sexual de las historias. Por otro, es la más independiente basándose en la libertad que le otorga ser parte de la naturaleza, con la que se mimetiza en un esencialismo indígena. Sin embargo, su independencia no se traduce en la ausencia de estereotipos feminizados. Es guardiana de la tradición y una intermediaria del poder en su comunidad, - 311 -

Hacia una cultura de la sostenibilidad siempre desde una sabiduría espiritual (simbolizada en la Abuela Sauce) y en los cuidados comunitarios. Además, sus compañeros -el mapache Meeko y el colibrí Flit- no son símbolos de poder de una princesa india sino una fuente de dulzura y ternura, en un rol nada humanizado. 4 El intento de fraternización La primera princesa que es afroamericana y trabajadora asalariada termina envuelta en una historia de hadas. Tiana (The Princess and the Frog, 2009) se convierte en rana al besar al príncipe mujeriego y vividor Naveen, que le había prometido ayuda para abrir su restaurante; un sueño compartido con su padre fallecido. Naturaleza y magia se fusionan para arrastrar a Tiana a su lado más emocional e irracional, en un acercamiento a una esencia vinculada a lo femenino – y que había rechazado a favor de la apertura de un negocio, tradicionalmente asociado a lo masculino. Y en este proceso de cambio recupera la importancia del amor. Esta contradicción de valores en función del sexo se reproduce también en las mascotas. En su aventura, cuentan con la ayuda de Louis, un caimán dulce y divertido, y de Ray, una luciérnaga francesa enamorada de una estrella, cuya actitud con Naveen es totalmente fraternal, pero con Tiana cae en el proteccionismo. 5. El entorno como incertidumbre Rapunzel (Tangled, 2010) supone una actualización de las princesas. Retoma las características básicas de las primeras (alegría, belleza, bondad, dulzura, inocencia) pero cuestionando las normas establecidas. Y domina el espacio público mediante unas cualidades puramente femeninas (como la inteligencia emocional) y usando como arma algo tan simbólico como es una sartén y su propia melena. Esto significa que la joven intenta tomar el control de un entorno que estaba totalmente marcado por el miedo y la incertidumbre – sensaciones provocadas por las manipulaciones de su madrastra. Es decir, la magia se convierte en factor de inseguridad; lo que se expresa, simbólicamente, cuando su compañero Flynn corta su melena liberándola de su pesar. Por otro lado, a su lado siempre está Pascal, un pequeño camaleón que tiene cierto grado de picardía, casi mafioso. - 312 -

Naturaleza, razón y poder en las princesas Disney Cabe destacar que Rapunzel es la primera princesa en tener una relación basada en la fraternidad (y no como guardián o mascota), recordando claramente al tándem Aladdín-Abú. Y es que la igualdad es uno de los pilares de una película en la que los propios enamorados son más compañeros que amantes. 6. Dominando su destino Mérida (Brave, 2012) es la princesa que rompe por completo con sus predecesoras. Es una joven que, manteniendo la belleza y la dulzura, es definida por su independencia y rebeldía. La primera princesa que rechaza tener un príncipe (sus candidatos son feos y torpes) pues decide luchar por su propia mano con su arco. Con esta decisión se enfrenta a las normas sociales establecidas y, por lo tanto, a la encargada de velar por ellas: su madre Elinor. Mérida intenta adueñarse de su destino a través de la magia, pero solo encuentra descontrol e incertidumbre al convertir a Elinor en una osa que, progresivamente, va perdiendo su humanidad. El contacto con la naturaleza hace que ambas aprendan a comprenderse y valorarse, lo que deriva en una alianza femenina de dos mujeres que terminan defendiendo sus intereses juntas, socavando una tradición patriarcal (un pacto entre varones para repartirse a las mujeres a cambio de paz). La historia de Mérida es la de un intento de dominar el entorno, pero buscando una alternativa al tradicional sistema excluyente de pares sexuados. Conclusiones A lo largo del análisis se detecta una clara evolución en torno a la relación de las protagonistas con su contexto ambiental. Así, el primer triunvirato de princesas responde a un modelo androcéntrico basado en la construcción social de identidades sexuadas en la que las mujeres tienen una relación esencialista con la naturaleza, que se construye de forma maniquea. En cambio, cuando Ariel y Jasmín van ganando en rebeldía (aunque sea como capricho adolescente) y Bella y Mulán en iniciativa, se pasa a una relación más racional (siempre desde la inocencia) en la que la magia se convierte en una oportunidad para - 313 -

Hacia una cultura de la sostenibilidad el cambio. Sólo Pocahontas vuelve a un modelo de mujer totalmente en armonía con la naturaleza, pero alejado del maniqueísmo de las primeras y mucho más ligado a su carácter indígena. Para compensar la ingenuidad de las princesas vela por ellas un guardián: un ser masculino, prolongación del patriarca y de la tradición, cuyas funciones se centran en ayudar, comprender y, sobre todo, proteger. Destacar también que, en unas ocasiones, colaboran activamente en el proceso de enamoramiento (Ariel, Bella, Mulán) y, en otras, intentan protegerlas de sus pretendientes (Jasmín, Pocahontas). Por otro lado, Tiana marca el comienzo de una cierta incertidumbre ligada a la magia y de la aparición de mascotas, que dejan de funcionar como tales y que están a caballo entre la fraternidad y la protección. Por último, Rapunzel y Mérida viven un claro proceso de empoderamiento. Se distinguen por el intento de dominio de su ambiente y de la magia, fuente constante de incertidumbre. De tal forma, se constata que la adquisición de poder por parte de las princesas implica una racionalización de su relación con la naturaleza. A medida que las protagonistas se empoderan ganan en dominio y racionalidad y pierden conexión con su entorno natural y mágico. Sin embargo, esta ocupación del espacio público y de privilegios asociados a los hombres no sigue un patrón masculinizado. El mundo fantástico de las princesas se inventa una tercera vía que supera las distinciones entre los pares sexuados y en la que el control no se traduce en dominio destructivo. Sin caer en un esencialismo arcaico, las experiencias de las mujeres, incluso en la ficción, pueden ser un camino para el acercamiento a una cultura más sostenible, más relacional y más respetuosa con la vida de las personas y el ambiente.

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Naturaleza, razón y poder en las princesas Disney

Bibliografía: Amorós, Celia; de Miguel, Ana (Eds.) (2005): Teoría feminista: de la Ilustración a la globalización III. De los debates sobre el género al multiculturalismo, Madrid: Minerva Ediciones. Bordieu, Pierre (2000): La dominación masculina, Madrid: Editorial Anagrama Cantillo, Carmen (2011): “Análisis de la representación femenina en los Medios. El caso de las princesas Disney”, Making of: cuadernos de cine y educación, 78, 51-61. Digón, Patricia (2006): “El caduco mundo de Disney: propuesta de análisis crítico en la escuela”, Comunicar, 26, 163-169. Dorfman, Ariel; Mattelart, Armand. (1972): Para leer al Pato Donald. Comunicación de masas y colonialismo, México D. F.: Siglo XXI. England, Dawn; Descartes, Lara; Collier-Meek, Melissa (2011): “Gender role portrayal and the Disney Pricesses”, Sexo Roles, 64, 555567. Fraser, Nancy (coord.) (2011): Dilemas de la Justicia en el Siglo XXI. Género y globalización de Nancy Fraser, Palma de Mallorca: Universitat de les Illes Balears. Gilligan, Carol (1985): La moral y la teoría. Psicología del Desarrollo Femenino, México: Fondo de Cultura Económica. Giroux, Henry (2001): El ratoncito feliz. Disney o el fin de la inocencia. Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez. González, Eugenia; Villasuso, Mariana; Rivera, Tiana (2012): “Las princesas de Disney: lo que aprenden las niñas mexicanas a través de las películas”, Comunicación, 10- 1, 1505-1520. Puleo, Alicia. (2000): Filosofía, género y pensamiento crítico, Valladolid: Universidad de Valladolid.

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Hacia una cultura de la sostenibilidad Velayos, Carmen; Barrios, Olga; Figueruelo, Ángela (Coord.) (2007): Feminismo ecológico. Estudios multidisciplinares de género, Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca. Young, Iris Marion (2000): La justicia y la política de la diferencia, Madrid: Ediciones Cátedra.

Películas analizadas: Snow White and the Seven Dwarfs 1937 [DVD], película dirigida por William Cottrell, EEUU, Walt Disney. Cinderella 1950 [DVD], película dirigida por Clyde Geronimi: Walt Disney. Sleeping Beauty 1959 [DVD], película dirigida por Clyde Geronimi, EEUU, Walt Disney. The Little Mermaid 1989 [DVD], película dirigida por Ron Clements, EEUU, Walt Disney. Beauty and the Best 1991 [DVD], película dirigida por Gary Trousdale, EEUU, Walt Disney. Aladdin 1992 [DVD], película dirigida por John Musker, EEUU, Walt Disney. Pocahontas 1995 [DVD], película dirigida por Mike Gabriel, EEUU Walt Disney. Mulan 1998 [DVD], película dirigida por Barry Cook, EEUU, Walt Disney. The Princess and the Frog 2009 [DVD], película dirigida por Ron Clements, EEUU, Walt Disney. Tangled 2010 [DVD], película dirigida por Nathan Greno, EEUU, Walt Disney. Brave 2012 [DVD], película dirigida por Mark Andrews, EEUU, Walt Disney. - 316 -

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