Nativos e inmigrantes en el mercado laboral madrileño: procesos de integración y dimensiones de clase social

July 17, 2017 | Autor: S. De Miguel Sala... | Categoría: Labour history, Migration Studies
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Descripción

1 NATIVOS E INMIGRANTES EN EL MERCADO LABORAL MADRILEÑO: PROCESOS DE INTEGRACIÓN Y DIMENSIONES DE CLASE SOCIAL∗ SANTIAGO DE MIGUEL SALANOVA Becario FPU. Departamento de Historia Contemporánea (Universidad Complutense de Madrid)

Resumen: En esta comunicación se analiza las diferencias más significativas en los procesos de inserción de nativos e inmigrantes en el mercado laboral madrileño durante el período 1880-1930. Variables como las habilidades requeridas por un oficio, la edad del individuo o su naturaleza geográfica son decisivas la asimilación económica de ambos grupos al mundo urbano y el nivel de estatus social adquirido a partir de su título ocupacional, estudiado a partir de la herramienta clasificatoria HISCLASS. Palabras clave: Crecimiento demográfico, migraciones, casco antiguo, mercado laboral, HISCLASS.

1. Introducción. Las principales rutas emprendidas por aquellos individuos que en solitario o acompañados por sus familias desembocaron en diferentes áreas urbanas procedentes de todas los ámbitos regionales han sido claramente definidas por la historiografía española en las últimas décadas. Es amplio el conocimiento acerca de aspectos como el carácter de los movimientos migratorios en términos de distancia, los factores e incentivos que influyeron sobre los inmigrantes en la elección de sus destinos y el papel desempeñado por las redes de solidaridad familiar y paisanaje a la hora de facilitar el proceso de asimilación a nuevos espacios residenciales (EIRAS, 1994; GONZÁLEZ PORTILLA Y



Este texto forma parte de las actividades del Grupo de investigación UCM Historia de Madrid en la edad contemporánea, nº ref.: 941149, ha sido posible por la concesión de dos proyectos de investigación del PLAN NACIONAL DE I + D + I: MINISTERIO DE EDUCACIÓN Y CIENCIA, HUM200764847/HIST; MINISTERIO DE ECONOMÍA Y COMPETITIVIDAD, HAR2011-26904, Investigador principal: Luis Enrique Otero Carvajal.

2 ZÁRRAGA (eds.), 1996; REHER, 1990; SILVESTRE, 2001 y 2005; MENDIOLA, 2002; GARCÍA ABAD, 2005). La historiografía europea ha reflejado con precisión las tendencias individuales de movilidad geográfica en busca de mejores oportunidades laborales al mismo tiempo que corroboraba las cortas distancias que definían la mayoría de los movimientos emprendidos y su persistencia generacional una vez fijados unos patrones migratorios (WILLIAMSON, 1990; BOYER y HATTON, 1994; HATTON Y BAILEY 2002; LONG 2005). Para el caso español, pocos han sido los análisis que han arrojado luz sobre el proceso de integración laboral de los inmigrantes valorando aspectos como las destrezas requeridas por un oficio, la naturaleza geográfica, la experiencia determinada por la edad o el nivel de alfabetización (SILVESTRE, AYUDA y PINILLA, 2011)1. Siguiendo esta senda, este trabajo busca abrir nuevas líneas en el conocimiento de la asimilación económica de la población inmigrante recibida por Madrid entre 1880 y 1930, centrándonos para análisis específicos en el área del casco antiguo.

2. Fuentes y metodología. El uso de la profesión como variable determinante en el estudio de la posición ocupada por los inmigrantes en el esquema de clases sociales definido para la ciudad de Madrid nos lleva a resaltar la importancia del Padrón Municipal de Habitantes. El hecho de que esta fuente histórica aporte de manera sistemática información que no sólo atañe al título ocupacional a nivel individual, sino también al lugar de trabajo y al salario la convierte en inexcusable para cualquier análisis de mercados laborales. Sin embargo, no hay que olvidar la dificultad que entraña para el estudio de la participación laboral femenina, al ser una construcción histórica que no hace sino reflejar los propósitos y 1

La importancia de este estudio viene dada por el hecho de que analiza la capacidad del mercado laboral de Barcelona de 1930 a la hora de incorporar inmigrantes internos, sirviéndose para ello de la información presentada en el Padrón Municipal de Habitantes y del sistema clasificatorio HISCLASS para comprobar las diferencias en términos de dimensiones de clase social entre nativos e inmigrantes.

3 prejuicios de burócratas, encuestadores estadísticos y cabezas de familia de las viviendas registradas. Estos factores han llevado a detectar a nivel historiográfico las ideas, estereotipos y normas culturales que actuaron como filtros entre la realidad de los mercados laborales y sus imágenes históricas tal y como quedan plasmadas en la documentación oficial (HILL, 1993; HUMPHRIES y SARASÚA, 2012: P. 45)2. Es por estos motivos por los que el presente análisis se basa en la población activa masculina. La información profesional transmitida por los padrones se combina con la extraída a partir de sus variables demográficas “lugar y provincia de nacimiento” para interpretar la inserción laboral de inmigrantes y nativos. Los inconvenientes que ofrece la fuente utilizada en análisis migratorios han sido claramente expresados en estudios recientes, siendo uno de los más relevantes su carácter estático en términos de periodicidad (quinquenal para Madrid desde 1890). Esto lleva a ofrecer fotos fijas de estructuras de población en momentos muy concretos y a subestimar los flujos migratorios en familia y las migraciones estacionales (REHER y VALERO, 1995; PAREJA, 1997; GARCÍA ABAD, 2005). Sin embargo, la posibilidad de medir el carácter migratorio de la población en términos de procedencia y flujos de llegada, así como la importancia ejercida sobre la decisión de emigrar de aspectos como la estructura familiar, la profesión o la alfabetización convierten a esta fuente en prioritaria para la realización de estudios migratorios (GONZÁLEZ PORTILLA, 2010: 43). La organización de las ocupaciones profesionales de la población residente en Madrid se convierte en otro requisito previo fundamental. No sólo resulta un primer paso para determinar la estratificación social de sociedades pasadas en perspectiva comparada, sino que además permite definir mercados laborales en función de los diversos niveles de estatus social asociados a las profesiones recogidas en los padrones. 2

Estos factores ayudan a explicar el sistemático subregistro de la actividad laboral femenina en esta fuente histórica para el período 1850-1930, algo en lo que influyó también los distintivos rasgos del trabajo femenino, definido como estacional, irregular, doméstico, no especializado y no cualificado.

4 Esta es la razón que justifica la utilización de la herramienta clasificatoria HISCLASS, creada a partir de los códigos presentados en el esquema de ocupaciones profesionales HISCO (Historical International Standard Classification of Occupations) para establecer dimensiones de clases a partir de oficios particulares3. HISCLASS define doce niveles en su estructura de clases y confiere a aquella una escala universal bajo el convencimiento de que muchas sociedades del pasado se caracterizaron por un esquema similar a lo largo de extensos períodos históricos (VAN LEEUWEN, MAAS y MILES, 2002; VAN LEEUWEN y MAAS, 2011). Tabla 1: Esquema de clases sociales definido por HISCLASS y características4 Código

Clase

Cualificación

Supervisión

Sector

Higher Managers

Manual-no manual No manual

1

Alto



Otros

2

Higher professionals

No manual

Alto

No

Otros

3

Lower managers

No manual

Medio



Otros

4

No manual

Medio

No

Otros

No manual

Bajo

No

Otros

6

Lower professionals, clerical and sales personnel Lower clerical and sales personnel Foremen

Manual

Medio



Otros

7

Medium skilled workers

Manual

Medio

No

Otros

8

Farmers and fishermen

Manual

Medio

No

Primario

9

Lower skilled workers

Manual

Bajo

No

Otros

10

Lower skilled farm workers

Manual

Bajo

No

Primario

11

Unskilled workers

Manual

No cualificado

No

Otros

12

Unskilled farm workers

Manual

No cualificado

No

Primario

5

[Elaboración propia a partir de: VAN LEEUWEN y MAAS, 2011: 57]

3

Los diez grupos (Major Groups) definidos en la clasificación HISCO son: Profesiones liberales y técnicos (0 y 1); Trabajadores de dirección, gestión y administración (2); Empleados de cuello blanco (3); Trabajadores del sector de ventas (4); trabajadores de servicios personales (5); trabajadores del sector primario (6); trabajadores del sector productivo (7, 8 y 9) y trabajadores poco cualificados (9). 4 En los análisis realizados en el presente trabajo se aludirá a cada clase social de las definidas en este esquema en función del código reflejado en la parte izquierda de la tabla.

5 El carácter abierto que sus propios creadores imprimen a esta clasificación, al permitir propuestas de modificaciones por parte de la comunidad investigadora, lleva a distinguir en su estructura una serie de ambigüedades e inconvenientes: •

La codificación sistemática de los definidos en padrones y censos de población como “propietarios” dentro del conjunto de trabajadores no manuales altamente cualificados (higher managers) plantea numerosas dudas para Madrid, donde es posible escudriñar una dicotomía entre grandes y pequeños propietarios. La utilización de datos individuales relativos a la contribución territorial y/o industrial y a la estructura del servicio doméstico de cada hogar y la posibilidad de determinar si aquellos eran o no propietarios de los inmuebles en los que residían podrían ser estrategias interesantes para ejecutar esa división.



La clasificación de los porteros de inmuebles dentro del grupo de empleados no manuales de baja cualificación (Lower clerical and sales personnel) presenta un evidente riesgo de aumentar el peso de esta categoría en el mercado laboral madrileño y de generar importantes distorsiones en su esquema de clases sociales. En Madrid estos trabajadores actuaban como una especie de sirvientes domésticos de los propietarios de los inmuebles encargándose de realizar tareas manuales de escasa cualificación (lower skilled workers). Si bien el oficio era relativamente bien valorado porque permitía disponer, en compensación por las tareas realizadas, de una vivienda de una o dos habitaciones exenta del pago de un alquiler, el análisis de los individuos que detentaban esta posición laboral lleva a estimar como posibilidad para futuros estudios un cambio en su codificación.



Un último criterio a considerar en la aplicación de la clasificación HISCLASS al mercado laboral madrileño plantea una posible subdivisión en los trabajadores del sector de ventas, definiendo un grupo formado por los dependientes de comercio

6 internos característicos de la segunda mitad del siglo XIX como trabajadores manuales poco cualificados (lower skilled workers) y otro compuesto por los empleados de comercio profesionalizados de finales del primer tercio de esta última centuria como trabajadores no manuales poco cualificados (lower clerical and sales personnel). La historiografía europea ha apuntado a una progresiva descualificación en esta profesión en cuanto a las habilidades necesarias para su desarrollo. Durante la segunda mitad del siglo XIX requería un período de aprendizaje similar al exigido en cualquier oficio artesanal, por el hecho de que estos individuos eran con gran frecuencia productores de los bienes y artículos que distribuían o bien encargados de realizar ciertas tareas en su procesamiento una vez compradas las mercancías a distribuidores y vendedores al por mayor. Estas destrezas habían dejado de ser necesarias a la altura de 1930, al manejar los dependientes de comercio productos ya perfectamente catalogados y empaquetados de antemano.

A pesar de la difícil inserción de ciertas ocupaciones profesionales en la taxonomía original de HISCLASS, es necesario admitir la validez de este modelo para determinar el nivel de estatus social adquirido por los inmigrantes asentados en Madrid a partir de las profesiones asociadas a aquellos en el momento de producirse su llegada.

3. Las mil caras de la sociedad madrileña de la Restauración. Estructura poblacional y atracción migratoria en el casco antiguo (1880-1930). Dentro del conjunto de ciudades europeas que dependían más intensamente de los aportes migratorios que del potencial biológico de sus habitantes se situaba Madrid. Capital europea de rango medio y carácter preindustrial, durante la segunda mitad del siglo XIX llegó a duplicar su población pasando de 250.000 a medio millón de habitantes, aunque seguía adoleciendo de un modelo demográfico antiguo definido por

7 unas altas tasas de natalidad y mortalidad (FERNÁNDEZ GARCÍA, 1985 y 1989). Hasta la primera década del Novecientos los movimientos migratorios actuaron como factores externos decisivos de cara a sostener su crecimiento poblacional, si bien a partir de las décadas posteriores comenzó a emprenderse el tránsito hacia un ciclo demográfico moderno (CARBAJO ISLA, 1985; MORA SITJÁ, 2004). Al contrario que otros grandes núcleos urbanos como Barcelona o Bilbao, cuyo papel como polos de atracción migratoria se explica por el impacto de una temprana industrialización, el caso de Madrid era paradigmático. Su importancia como lugar de destino respondía al hecho de que actuaba como capital y sede administrativa de la Corte y como centro burocrático y de servicios a nivel nacional (RINGROSE, 1985; JULIÁ et. al. 1994). A la altura de 1880, su composición poblacional evidenciaba una dramática dependencia del componente migratorio, sin duda mayor que la ofrecida por el resto de capitales de provincia5. Sólo en el espacio septentrional del casco antiguo, que englobaba casi una cuarta parte de la población total de la ciudad, el 38,52% de los allí residentes declaraban haber nacido en la provincia de Madrid, porcentaje que caía a apenas un tercio si valoramos únicamente a los nacidos en la capital.

Tabla 2. Estructura de la población de Madrid por origen geográfico, 1880-1930 1880

%

1905

%

1930

%

Nacidos en Madrid (varones)

14.171

34,38

15.347

41,20

13.437

45,83

Nacidas en Madrid (mujeres)

16.733

31,97

18.274

37,01

15.852

39,66

Inmigrantes (varones)

27.051

65,62

21.899

58,80

15.883

54,17

Inmigrantes (mujeres)

35.600

68,03

31.099

62,99

24.116

60,34

[Elaboración propia a partir de los datos obtenidos de los Padrones Municipales de Habitantes de Madrid de 1880, 1905 y 1930 para el Casco Antiguo, Archivo de Villa de Madrid, Sección de Estadística]

5

Con datos del Censo de Población de 1877, la población de Barcelona contaba con un porcentaje de inmigrantes de un 43,5%, manteniéndose todavía lejos de Madrid (60,2%).

8 Los orígenes de la fuerte dependencia migratoria mostrada por Madrid se remontan a los momentos centrales del siglo XIX. Fue entonces cuando la ciudad se vio beneficiada por las transformaciones económicas que se dejaban sentir con fuerza a través de la sobrepoblación del campo, las crisis de subsistencias, las desamortizaciones y la existencia de un mercado laboral urbano más propicio que el rural para aprovechar las oportunidades que ofrecían sectores en auge como el ferrocarril y la construcción (CARBALLO, PALLOL Y VICENTE, 2010; VICENTE 2011). La articulación de Madrid en este marco migratorio se explica a través del análisis de su estructura poblacional. Sólo la cohorte generacional que podemos considerar como económicamente no activa (0-14 años) registraba porcentajes de nativos superiores a los mostrados por los inmigrantes, predominantes a partir de los 15 años en todas las generaciones. Muchos de los que se presentaban en este escenario habían acudido

a

la

ciudad

buscando

desempeñar

un

oficio

poco

cualificado,

fundamentalmente como jornaleros, en el servicio doméstico o, en el mejor de los casos, tratando de iniciar carrera profesional en el sector artesanal o comercial. Las mujeres emprendían su camino buscando colocación en el servicio doméstico de una vivienda de clase alta o media (lo que explica los altos porcentajes de inmigrantes para el sector de edad comprendido entre 15 y 29 años) o bien acompañando a sus parejas a edades más avanzadas (30-44 años). Finalmente, la fuerte representatividad de nativos en la primera cohorte de edad escenifica la presencia de un significativo número de hijos de aquellos matrimonios que, una vez asentados en Madrid procedentes de otras áreas rurales o urbanas, decidían tener en la ciudad a sus descendientes.

9 Tabla 3: Origen de la población residente en el interior del Casco Antiguo (datos porcentuales, 1880-1930) Varones

1880

1905

1930

Edades

Nativos

Inmigrantes

Nativos

Inmigrantes

Nativos

Inmigrantes

0-14

77,90

22,10

81,27

18,73

83,18

16,82

15-29

31,55

68,45

42,32

57,68

50,23

49,77

30-44

18,59

81,41

25,19

74,81

32,82

67,18

45-59

16,88

83,12

17,59

82,41

24,66

75,34

> 60

14,87

85,13

14,40

85,60

17,04

82,96

Mujeres

1880

1905

1930

Edades

Nativas

Inmigrantes

Nativas

Inmigrantes

Nativas

Inmigrantes

0-14

78,05

21,95

82,48

17,52

82,46

17,54

15-29

27,54

72,46

34,32

67,68

37,94

62,06

30-44

20,09

79,91

25,79

74,21

33,26

66,74

45-59

18,50

81,50

20,28

79,72

26,15

74,85

> 60

16,35

83,65

16,61

83,39

20,87

79,13

[Elaboración propia a partir de los datos obtenidos de los Padrones Municipales de Habitantes de Madrid de 1880, 1905 y 1930 para el Casco Antiguo, Archivo de Villa de Madrid, Sección de Estadística]

El análisis de los lugares de procedencia de la población inmigrante durante este período evidencia la preponderancia de migraciones de corta y media distancia. Para 1880, la historiografía ha corroborado una mayor intensidad para las emigraciones temporales, de gran importancia en las economías preindustriales y de notoria complejidad en función de aspectos como la naturaleza geográfica del individuo, el sector económico en el que se insertaba su actividad laboral, la distancia entre lugar de origen y destino y el tiempo de residencia. La relevancia de una movilidad migratoria estacional hacia áreas agrícolas, espacios urbanos preindustriales y centros industrializados en expansión es bien conocida a partir de los estudios centrados en Andalucía, Cataluña y Vizcaya (FLORENCIO y LÓPEZ MARTÍNEZ, 2000; CAMPS, 1995; GONZÁLEZ PORTILLA, 2001). Sin embargo, para el caso de Madrid nos

10 encontramos con un modelo de desplazamiento cada vez más definido por un carácter permanente que se mantendría estable durante la Restauración (SILVESTRE, 2005). El hecho de los flujos migratorios absorbidos por Madrid adquiriesen progresivamente un semblante definitivo no fue óbice para que en el caso del casco antiguo las provincias limítrofes manifestaran una dominio sistemático en los análisis poblacionales por lugar de nacimiento. Este fenómeno se vio acompañado por el crecimiento de los desplazamientos producidos desde provincias situadas a media distancia, de ahí que como consecuencia de estos dos factores fueran los grupos poblacionales llegados de las provincias lejanas los que perdiesen fuerza representativa.

Tabla 4: Estructura de la población residente en Madrid por provincia de procedencia (datos porcentuales 1880-1930) 6 1880 Regiones Provincias limítrofes Provincias de distancia media Provincias lejanas

1905

1930

Varones Mujeres Total Varones Mujeres Total Varones Mujeres Total 21,96

34,01

28,82

24,03

30,93

28,06

30,76

37,25

34,68

21,63

20,51

21,01

19,85

18,49

19,10

24,90

22,92

23,69

56,41

45,48

50,17

56,12

50,58

52,84

44,34

39,83

41,63

[Elaboración propia a partir de los datos obtenidos de los Padrones Municipales de Habitantes de Madrid de 1880, 1905 y 1930 para el Casco Antiguo, Archivo de Villa de Madrid, Sección de Estadística]

Aunque los movimientos migratorios temporales fueron disminuyendo desde finales del siglo XIX debido a factores como la pérdida de importancia del sector agrario, el aumento de las diferencias salariales entre sectores, unas relaciones laborales más estables y una mayor concentración espacial del crecimiento económico, la mayoría de los desplazados a Madrid seguían recorriendo distancias cortas y medias, lo que explica la elevada presencia de población procedente de Ávila, Cuenca, Guadalajara, Segovia y Toledo. No obstante, también se aprecian rasgos distintivos aplicables no sólo al casco 6

Provincias limítrofes: Ávila, Cuenca, Guadalajara, Madrid región, Segovia y Toledo. Provincias de distancia media: Albacete, Badajoz, Burgos, Cáceres, Ciudad Real, Salamanca, Soria, Teruel, Valencia, Valladolid y Zaragoza. Provincias lejanas: resto de España. Datos expresados en porcentajes.

11 antiguo sino a toda la ciudad

gracias a los elevados porcentajes de inmigrantes

asturianos, burgaleses o lucenses, cuencas migratorias de una tradición ya arraigada en la capital (CARBAJO ISLA, 1985). El conjunto de estos análisis confirma una de las principales hipótesis en el marco de los estudios migratorios, la cual alude al hecho de que la mayor tendencia al desplazamiento por parte de la población femenina se veía compensada por una menor predisposición a protagonizar movimientos de larga distancia (RAVENSTEIN, 1885). De esta manera, en el centro de Madrid el porcentaje de mujeres procedentes de las provincias limítrofes oscilaba siempre en torno a una tercera parte de su población total. Este fenómeno se explica atendiendo a la inserción laboral de ambos grupos y a las riadas de mujeres que acudían a la gran ciudad para trabajar como internas en el servicio doméstico. Por el contrario, para la población masculina las oportunidades resultaban más amplias y diversificadas, no ceñidas sólo a oficios poco cualificados sino también abiertas a un sector servicios cada vez más voluminoso y a profesiones liberales definidas por un elevado prestigio social y económico. Como contrapunto del sistemático desplazamiento de población procedente de las provincias limítrofes hacia Madrid, aquellas evidenciaron significativas reducciones en sus tasas migratorias interiores. Las regiones que más habitantes vertieron hacia el centro de Madrid fueron también las que mostraron las cifras más negativas, en especial Ávila, Segovia y Guadalajara, sin olvidar a otras situadas a media distancia como Burgos o Salamanca. El contraste más relevante entre las cifras para estas provincias y las de Madrid se sitúa en los tres períodos intercensales que abarcan el primer tercio del siglo XX, etapa en que la capital española experimentó un frenético crecimiento poblacional duplicando su número de habitantes partiendo de algo más de medio millón. Si bien la variable del crecimiento natural comenzaba a jugar un rol importante en las

12 ganancias demográficas cosechadas por la capital, la dinámica migratoria se erigía como la principal responsable de un inusitado aumento poblacional gracias a tasas netas próximas al 20 por mil durante el período 1921-1930, sólo superadas por Barcelona gracias a los aportes recibidos de Aragón, el área levantina y Murcia (MIKELARENA, 1993). A la altura de 1930 era posible hablar de Madrid y Barcelona como dos grandes áreas de influencia que hasta cierto modo eran sustitutivas, en el sentido de que las provincias que menos emigraban hacia una de ellas lo hacían en mayor medida hacia la otra. Esto permite justificar los casi insignificantes porcentajes que Almería, Castellón, Gerona, Huesca, Lérida, Murcia o Tarragona muestran en los análisis realizados a partir de los padrones por ser algunas de las principales cuencas migratorias para la capital catalana. (SILVESTRE, 2001)

4. Cualificación, edad y origen. Factores determinantes en la integración de nativos e inmigrantes en el mercado laboral madrileño. Autores como Williamson han puesto de manifiesto como muchos de los inmigrantes empujados a salir de sus lugares de origen terminaron por ingresar en las secciones peor remuneradas del sector secundario y terciario en el ámbito urbano, quedando bajo la continua amenaza del desempleo, el paro y la pobreza (WILLIAMSON, 1990: 163). Para el caso de Madrid cabría investigar si aquellos que se desplazaron masivamente a partir del último cuarto del siglo XIX lo hicieron buscando trabajos de un estatus económico y social elevado o si, por el contrario, tomaron sus decisiones a la expectativa de futuras e inciertas oportunidades para ejercer oficios que no requerían más que niveles muy básicos de capital humano. A estas cuestiones se añaden posibles hipótesis a verificar relativas a la tradicional vinculación que desde la historiografía se ha hecho de los inmigrantes con los apartados más informales del sector servicios o el carácter selectivo habitualmente apuntado para el

13 mercado laboral urbano, en el sentido de que éste habría favorecido social, económica y profesionalmente a la población nativa sobre la inmigrante (TODARO, 1969). Un primer análisis del mercado laboral madrileño siguiendo el modelo HISCO permite extraer las primeras conclusiones acerca de la adaptación laboral de los inmigrantes en Madrid. En el caso de la población masculina activa (mayor de 14 años), el primer aspecto significativo tiene que ver con la superioridad porcentual de los nativos en los cuatro primeros grupos de la clasificación, en los cuales se ubican las categorías profesionales técnicas y de gestión mejor cualificadas y remuneradas. Tanto las profesiones liberales como los puestos laborales asociados al sector educativo, a la administración y a las oficinas de empresas públicas y privadas parecen algo más accesibles para los madrileños durante todo el período 1880- 1930. Esta tendencia se mostró ascendente con el transcurso de estos años, beneficiándose de las nuevas pautas de un mercado laboral cada vez más protagonizado por un sector servicios de banca, finanzas, oficinas, telecomunicaciones y transportes (PALLOL, 2011). A pesar de que el área central de la capital era el espacio en que se concentraban las principales sedes de la administración gubernamental que daban ocupación a inmensas canteras de funcionarios o empleados públicos, también albergaba numerosas empresas y compañías del sector privado creadas al calor del desarrollo capitalista durante la década de los años veinte (VELERT, MENCHERO y RUEDA, 1991; DE MIGUEL 2010). Los madrileños residentes en los barrios de este espacio urbano redujeron paulatinamente su adscripción al sector público, donde quedaron superados en porcentaje por los inmigrantes, e hicieron crecer su participación en los nuevos puestos laborales vinculados a empresas bancarias y de seguros, empresas de compañías ferroviarias, agencias de publicidad y compañías especializadas en servicios jurídicos.

14 Tabla 5: Inserción laboral de nativos e inmigrantes en el mercado laboral madrileño. HISCO 1880-1930 (datos porcentuales)7 1880 (%)

1905 (%)

1930 (%)

HISCO MAJOR GROUPS

Madrileños

Inmigrantes

Madrileños

Inmigrantes

Madrileños

Inmigrantes

0

5,82

3,93

5,19

3,96

6,25

3,56

1

9,10

7,12

9,55

6,07

7,30

8,77

2

1,63

1,47

2,21

1,25

1,38

1,44

3

16,46

8,76

13,69

7,38

20,03

7,75

4

12,41

18,91

13,32

23,48

17,75

21,38

5

10,12

28,12

10,08

27,39

9,91

25,22

6

0,81

1,27

0,90

0,76

0,73

1,17

7

8,55

8,56

5,73

7,21

5,49

4,52

8

11,35

2,99

8,49

3,04

8,26

2,47

9

23,76

18,87

30,84

19,47

22,90

23,71

[Elaboración propia a partir de los datos obtenidos de los Padrones Municipales de Habitantes de Madrid de 1880, 1905 y 1930 para el Casco Antiguo, AVM, Estadística]

Los grupos profesionales relacionados con los sectores de ventas y servicios personales (Major Groups 4 y 5) manifiestan por el contrario una notoria superioridad de población inmigrante. Sus altos porcentajes se explican por la sistemática llegada de individuos que, primero como dependientes y después como propietarios, buscaron emprender carrera comercial en la gran ciudad. La inversión de capital necesaria para la apertura de una pequeña tienda de barrio en el centro podía ser asumida sin problemas por aquellos que emigraban en una situación económica desahogada. Además, no se veían obligados a afrontar altos gastos salariales, por presentar el arquetípico comercio al por menor de esta época un epicentro basado en la familia nuclear o en su extensión a partir de redes de parentesco (NIELFA, 1985). Sin embargo, la que en teoría podía 7

Leyenda: Tanto en este análisis como en los presentados de aquí en adelante se ha analizado la participación laboral de la población inmigrante de reciente llegada a Madrid utilizando para ello la variable del tiempo de residencia (dos o menos años de permanencia en la ciudad)

15 representar una escalera hacia la independencia y la adquisición de un estatus local más elevado para muchos trabajadores, suponía uno de los pocos recursos de muchos inmigrantes descualificados que trataban de suplir sus deficiencias económicas regentando un pequeño negocio de corta supervivencia en la capital. Con el transcurso de las décadas, la expansión de la nueva economía de consumo de masas dio lugar a un incremento del número de establecimientos dedicados exclusivamente a la distribución en la ciudad de Madrid, tanto de pequeña entidad como adaptados a los nuevos cánones europeos de modernidad (BAKER, 2009; RODRÍGUEZ, 2012). La inauguración de nuevos espacios comerciales adaptados a las nuevas prácticas empresariales capitalistas y definidos por la disposición de enormes plantillas de trabajadores provocó que la distribución siguiera siendo fundamental en la inserción laboral de los recién llegados a la capital. La mayor presencia de inmigrantes en el sector de trabajadores de ventas respondía además, al menos para 1880 y 1905, a la persistencia de viejos oficios posteriormente extinguidos como el de aguador (al que se adscribían casi un 10% de los forasteros recién llegados a Madrid insertos en esta categoría profesional) y al elevado número de vendedores ambulantes que transportaban sus productos en carros para venderlos en plazas y mercados callejeros. Llegaban estos desde las áreas rurales colindantes a Madrid en los meses de invierno, cuando la necesidad de empleo, las crisis económicas y los conflictos laborales se convertían en fuentes prolíficas para esta itinerancia. En el caso de los trabajadores de servicios personales (Major Group 5) la representación porcentual de los inmigrantes llegaba casi a triplicar la ofrecida por la población activa madrileña durante todo este período, fenómeno que se explica al observar las cifras de trabajadores del servicio doméstico para unos y otros. La historia de este sector, especialmente en el siglo XIX, es claramente representativa de las

16 migraciones hacia los grandes centros urbanos (SARASÚA, 1994). El servicio doméstico ayudó a cerrar la peligrosa brecha existente entre un imparable crecimiento poblacional y la marcada estrechez de las oportunidades laborales, si bien no debe considerarse tan sólo como una ocupación tradicionalmente adscrita a la población rural, sino además como un agente de modernización que facilitó el proceso de aculturación y movilidad ocupacional en el ámbito urbano (MCBRIDE, 1976: 34). Este sector se había ido feminizando desde comienzos del siglo XIX en toda Europa y Madrid no era una excepción. Dicho fenómeno encajaba perfectamente con el modelo arquetípico de las sociedades industrializadas, en las cuales el personal laboral del sector servicios se amplió y la creciente urbanización creó la necesidad de cubrir nuevos puestos en espacios como bares y restaurantes y en las casas de las nuevas y adineradas clases empresariales. El trabajo doméstico se comercializó de manera gradual y absorbió un importante sector del trabajo no cualificado desplazado a los centros urbanos. De forma paralela, los hombres se trasladaron a sectores económicos más modernizados, dejando a la población femenina confinada al servicio doméstico tanto por valores sociales restrictivos como por su falta de entrenamiento y aprendizaje (BOSERUP, 1970: 102-104). Sin embargo, todavía en 1880 y en menor medida en 1905, un puesto en el sector seguía siendo una opción laboral interesante para muchos hombres que llegaban a Madrid. La inserción en el mercado laboral madrileño a través de esta fórmula seguía siendo eficaz para recibir casa, alimentación y vestido y para reducir la inseguridad económica que siempre conllevaba el desplazamiento hacia un nuevo espacio urbano. Todos estos factores, unidos a la peculiaridad del área analizada, donde se levantaban un buen número de grandes residencias palaciegas provistas de inagotables plantillas de sirvientes dispuestos en estructuras jerárquicas, permiten comprender que una tercera

17 parte de los inmigrantes masculinos situados en el grupo vinculado a servicios personales declarase su pertenencia a este oficio. Esta tendencia laboral para la población inmigrante se mantuvo constante hasta 1930, momento en que se dibuja para aquella una mayor representatividad en las profesiones vinculadas a los servicios personales. Este cambio respondía a la creciente demanda de empleados de vigilancia y seguridad en una ciudad cada vez más extensa y necesitada de un control social, pero también a las colmenas de camareros, cocineros, botones, recepcionistas y hoteleros que venían atraídos por la posibilidad de posicionarse en uno de los muchos establecimientos de ocio y entretenimiento, alojamiento y hostelería que crecían en masa en el centro de Madrid desde la etapa de bonanza económica que siguió a la Primera Guerra Mundial (BAKER, 2009). En cuanto a la participación de madrileños e inmigrantes en el sector productivo (Major Groups 7, 8 y 9), los porcentajes se inclinaban de forma clara hacia los primeros. Sin embargo, el análisis de las profesiones ejercidas por unos y otros revela una mayor diversificación y un significativo predominio de tareas artesanales semi-cualificadas para los nativos. Al margen de su rol como jornaleros (algo más de una tercera parte del major group 9), destacaban por desempeñar viejos oficios tradicionales como el de carpintero, albañil, impresor, cajista, pintor, tipógrafo y encuadernador. Con el paso de las décadas redujeron su participación en estas profesiones y la incrementaron en las de menor estatus social, fenómeno que respondió a un proceso de descualificación de las tareas artesanales (PALLOL, 2009; VICENTE, 2012). Muy distinta era la situación para la población masculina inmigrante de reciente llegada a Madrid, la cual apenas tenía más posibilidad que la de insertarse en el mercado laboral a través del ejercicio de profesiones poco cualificadas del sector productivo. La reestructuración de la que estaban siendo objeto numerosos sectores, la existencia de

18 una demanda relativamente baja y una competitividad cada vez más fuerte estimuló la sustitución de mano de obra cualificada por otra menos especializada a través de una progresiva simplificación de las tareas inherentes a cada oficio. No era inusual que muchos de los inmigrantes que se encontraban en esta posición eventual vivieran, ahogados por unos salarios ínfimos, en un nivel próximo al umbral de la pobreza y que necesitaran aportaciones económicas del resto de miembros de la familia para aumentar sus ingresos (FERNÁNDEZ GARCÍA, 1987). La situación era especialmente dramática para las parejas que se trasladaban a Madrid contando con una descendencia no apta para su inserción en el mercado laboral, revelando un nivel de vida próximo al definido por Rowntree como de “pobreza primaria”. Distinto era el caso de aquellas viviendas en que la presencia de hijos mayores económicamente activos garantizaba la disposición de salarios complementarios fundamentales para que el padre mantuviera su unidad familiar por encima de un nivel básico de eficiencia física (ROWNTREE, 1901). Un análisis de los resultados anteriormente expresados siguiendo el modelo HISCLASS detecta las dimensiones de clase social existentes en Madrid en este período y permite afinar en el análisis del funcionamiento de su mercado laboral. Los varones nacidos en Madrid contaban con mayores oportunidades de desarrollar carrera profesional como empleados no manuales altamente cualificados en el campo de la medicina, la abogacía y la ingeniería, pero también mostraban una cierta superioridad en empleos no manuales de estatus reducido ligados a la administración y al sector público y en oficios artesanales tradicionales asociados a largos períodos de aprendizaje. Por el contrario, si bien los inmigrantes ya consolidados en la ciudad participaban de forma más activa en las profesiones liberales y en los oficios comerciales tanto por las mayores posibilidades de abrir sus propios negocios como de continuar ascendiendo como dependientes, su principal sector de actuación se correspondía con los oficios

19 manuales de baja o nula cualificación. La situación se agravaba para los recién llegados en busca de nuevas oportunidades laborales, que en casi un 60% de los casos se insertaban en profesiones asociadas a esas dos clases sociales (HISCLASS 9 y 11).

Tabla 6: Inserción laboral de población nativa y población inmigrante masculina en el mercado laboral madrileño. (HISCLASS, 1880-1930, datos porcentuales)8 1880 (%)

HISCLASS

1905 (%)

1930 (%)

CODE

Madrileños

Inmigrantes

Madrileños

Inmigrantes

Madrileños

Inmigrantes

1

4,06

2,89

4,07

4,18

2,61

3,98

2

11,68

6,85

12,19

7,82

10,29

8,50

3

3,40

2,56

2,75

2,43

1,66

2,23

4

10,99

7,84

9,16

8,14

10,21

10,86

5

18,17

12,05

18,61

11,36

30,95

16,80

6

0,37

0,25

0,18

0,16

0,10

0,13

7

25,24

8,64

17,06

9,20

17,06

7,42

8

0,02

0

0

0,05

0,05

0,27

9

15,68

28,91

12,36

29,02

11,12

26,38

10

0,23

0,30

0,21

0,63

0,10

0,81

11

9,64

28,91

22,74

26,96

15,29

22,54

12

0,53

0,83

0,67

0,05

0,57

0,07

[Elaboración propia a partir de los datos obtenidos de los Padrones Municipales de Habitantes de Madrid de 1880, 1905 y 1930 para el área del Casco Antiguo, AVM, Estadística]

La presencia de nativos registraba un tono regular y constante en las categorías profesionales vinculadas a los niveles de mayor prestigio social (HISCLASS 2). La proporción de la población inmigrante en este sector se reducía casi a la mitad, lo cual lleva a asumir para aquella un nivel intelectual y de capital humano más bajo,

8

La población inmigrante analizada es aquella que se define por un tiempo de residencia igual o inferior a dos años en la ciudad de Madrid, mientras que del conjunto total de la población nativa se excluye a aquellos individuos nacidos fuera de la capital de la región madrileña. La explicación del esquema de clases sociales HISCLASS puede observarse en la primera parte de este trabajo.

20 especialmente para los que procedían de núcleos rurales a la caza de puestos laborales en cualquier sector independientemente de su estatus social. Sin embargo, fue en los oficios manuales semi-cualificados y poco cualificados donde la población masculina activa madrileña evidenció un declive más acusado, igualándose progresivamente su condición social y profesional con respecto a la de los trabajadores inmigrantes. Unos y otros no escaparon a las repercusiones de la corrosión de los oficios tradicionales fruto de la aceleración producida en los ritmos de la producción de bienes de consumo y de una intensa subdivisión y subcontratación de la actividad laboral (PALLOL 2009; VICENTE 2012). Hacia 1905 era una realidad que estos procesos resultaban altamente perjudiciales para la figura del artesano. Estimulaban su explotación y fomentaban no sólo el aprendizaje de una parte muy pequeña del oficio, sino también la contratación de trabajadores menos cualificados. Estos conducían, con su participación, a una significativa reducción de los salarios, al empeoramiento de las condiciones laborales y a una pérdida del prestigio antes representado por el estatus inherente a las actividades laborales artesanales. Los inmigrantes recién llegados a Madrid siguieron siendo los más indicados para el ejercicio de estas tareas no cualificadas, si bien los nativos manifestaron una espectacular crecida de más de trece puntos porcentuales en el período 1880-1905 (de un 9,64% a un 22,94%). La visión del mercado laboral madrileño de 1930 confirma algunos de los supuestos ya presentados para comienzos de siglo pero deja ver otras cuestiones significativas, como el alto porcentaje de población nativa (30,95%) en la categoría vinculada a empleos del sector público, privado y comercial. Que Madrid era cada vez más una ciudad de oficinas y servicios y no una urbe caracterizada por el predominio de oficios manuales era algo que podía esbozarse en 1905 (PALLOL, DE MIGUEL Y DÍAZ,

21 2012). Sin embargo, fue en vísperas de la proclamación de la II República cuando dicha transformación adquirió carta de naturaleza de forma definitiva. La proporción de empleados administrativos, de empleados de banca, de correos y telégrafos y de oficinas de empresas privadas era cada vez más elevada, actuando como sectores claramente aptos para la entrada de la población madrileña (OTERO CARVAJAL y PALLOL, 2011). El acceso era algo más difícil para los inmigrantes ya asentados en Madrid y sobre todo para los recién llegados (16,80%), para los cuales los oficios comerciales y los menos cualificados seguían siendo la opciones prioritarias dadas las pocas dificultades que suponía el ingreso en ambos sectores. La reducción del trabajo no cualificado masivamente representado por aquellos que se definían en los padrones como jornaleros constituye una realidad claramente apreciable en este momento. La dramática situación de 1905, con porcentajes de más de un 20% del total de población activa tanto para madrileños como para inmigrantes recientes, había remitido un cuarto de siglo más tarde. En el caso de la población nativa, el sector no cualificado dejó de representar su principal recurso a la hora de adaptarse al mercado laboral gracias a las nuevas oportunidades en empleos de oficina de bajo rango. Tampoco los inmigrantes recientes se orientaban de forma mayoritaria como antaño al ejercicio de trabajos eventuales y mal pagados, habiéndose visto también beneficiados por la expansión del sector servicios y por unas mayores opciones de ejercer oficios manuales dotados de una mayor cualificación. Su colocación como dependientes internos en una tienda, como camareros de bares, restaurantes y tabernas y como empleados manuales de servicios de transportes suponían opciones profesionales cada vez más valoradas a pesar de unos salarios relativamente exiguos. Sin embargo, la diferente inserción laboral de nativos e inmigrantes no sólo venía condicionada por la posesión de determinadas habilidades y destrezas profesionales,

22 sino también por variables como la edad. La utilización de esta información en conexión con el rango profesional adquirido nada más producirse la llegada a Madrid nos permite entender de forma más precisa a partir de que tramos generacionales crecía la posibilidad de ejercer un oficio caracterizado por un nivel de estatus social más elevado. Las mayores oportunidades laborales para los recién llegados a Madrid en 1880 pasaban por el ejercicio de oficios no cualificados para todos los grupos de edad salvo para el que englobaba a los trabajadores juveniles (15-24 años), los cuales tenían más opciones de entrar a formar parte de la dependencia comercial interna de un pequeña tienda o de trabajar en el servicio doméstico. Esto explica el elevado porcentaje de trabajadores manuales poco cualificados en el primer grupo de edad (45,97%). Las perspectivas laborales empeoraban para las siguientes generaciones y sólo a partir de los 35-44 años se manifestaba una mayor tendencia entre los miembros de este grupo a aprovechar las oportunidades que el mercado laboral madrileño ofrecía para emprender carrera en determinadas profesiones liberales. Era entonces cuando los inmigrantes provistos de una mayor base educativa e intelectual se desplazaban con mayor intensidad a la capital buscando aumentar su prestigio social y económico. Para ellos ya no tenían tanta importancia los factores “push” como los factores “pull”, al no verse impelidos al desplazamiento por las malas condiciones laborales de sus lugares de origen, sino atraídos por la magnífica oportunidad que suponía contar con un empleo de alto reconocimiento social y de elevado salario en el centro económico, político y administrativo de la nación. De esta forma, el abanico de oportunidades laborales para los recién llegados a Madrid se abría a otros campos profesionales de estatus social más elevado a partir de las cohortes de edad más avanzadas.

23 Tabla 7: Inserción laboral población nativa e inmigrante por grupos de edad, (HISCLASS 1880, datos porcentuales) 9 15-24

25-34

HISCLASS CODE

N

I

HISCLASS 1+2

5,54

1,64

N

35-44 I

N

45-54 I

N

55-64 I

N

17,50 11,26 18,84 18,18 20,05 18,98 23,54

> 65 I

18

N

I

31,21 33,33

HISCLASS 25,35 13,64 32,65 26,19 35,59 29,59 37,13 35,54 33,85 26,67 36,88 19,05 3+4+5 HISCLASS 33,88 10,79 19,50 7

8,10

22,73

7,13

24,32

6,02

HISCLASS 23,18 45,97 19,50 20,65 13,66 15,69 9

9,06

14,16 11,67

HISCLASS 11,02 27,23 10,42 32,02 11

7,50

22,89

7,68

28,52

21,01

8,17

5,33

17,73

4,76

16

7,80

15,87

30,67

4,96

23,81

[Elaboración propia a partir de los datos obtenidos de los Padrones Municipales de Habitantes de Madrid de 1880 para el área del Casco Antiguo, AVM, Estadística]

En cuanto a los nativos, su primera etapa laboral ya reflejaba un nivel de estatus social más alto asociado al ejercicio de un oficio artesanal semi-cualificado. Buena parte de ellos no eran sino hijos de maestros artesanos propietarios de un pequeño taller en el centro de la ciudad o herederos de los negocios de aquellos. Su fuerte porcentaje en este sector se debe entender como el resultado de la extendida práctica de muchas familias de actuar como unidades económicas bien estructuradas perpetuando a través de sucesivas generaciones una determinada profesión (NIETO SÁNCHEZ, 2006). Un importante número de estos trabajadores se definían en el padrón de habitantes como aprendices, lo que reflejaba la persistencia de ciertas características industriales, vocacionales y disciplinares del sistema de formación de los viejos gremios artesanales.

9

Siguiendo la metodología desarrollada por los principales estudios que han utilizado HISCLASS para análisis de dimensiones de clases sociales, los análisis referidos la inserción laboral de la población masculina por grupos de edad aplica la condensación de las dos primeras categorías (Higher Managers y Higher Professionals, HISCLASS 1 y 2) y de las tres que aluden a empleos no manuales de rango medio y bajo (Lower Managers, Professionals, Clerical and Sales Personnel, HISCLASS 3-5). La motivación de la creación de grupos agregados responde a la necesidad de evitar porcentajes muy bajos para ciertas categorías los cuales darían lugar a una elevada volatilidad debida a la actuación de factores aleatorios.

24 La acusada jornalerización del mercado laboral madrileño a principios del siglo XX generó una mayor igualdad entre nativos e inmigrantes en las categorías profesionales de menor estatus social en todas las cohortes de edad. Sin embargo, para los segundos la situación era todavía más dramática, ya que a los elevados porcentajes de inserción en puestos eventuales en sus primeras fases de actividad laboral se unían cifras igualmente altas en los oficios manuales menos cualificados, sector en el que su predominio con respecto a los nativos era abrumador. El hecho que casi un 75% de los que llegaron a la capital entre 1903 y 1905 con una edad comprendida entre 15 y 24 años se insertaran en estas dos dimensiones de clase define un mercado laboral prioritariamente orientado a la oferta de puestos laborales estacionales para los que se requerían pocas destrezas y habilidades y un reducido nivel de capital humano (PALLOL 2009, VICENTE 2012).

Tabla 8: Inserción laboral población nativa e inmigrante por grupos de edad (HISCLASS 1905, datos porcentuales) 15-24

25-34

HISCLASS CODE

N

I

HISCLASS 1+2

4,49

2,30

N

35-44 I

N

45-54 I

N

55-64 I

N

> 65 I

N

I

18,52 11,44 19,19 20,19 25,53 28,15 28,48 32,73 41,78 34,78

HISCLASS 23,74 12,99 31,84 25,61 35,89 30,52 31,66 28,89 31,21 29,09 27,40 30,43 3+4+5 HISCLASS 22,65 7

9,70

14,10

8,72

16,29

7,04

14,70

8,89

15,45

4,55

12,33

8,70

HISCLASS 19,18 43,42 9

9,62

16,35

7,78

17,84 10,34 13,33

8,48

13,64

8,22

8,70

HISCLASS 29,80 31,25 25,07 37,06 18,88 23,47 16,16 19,26 13,94 17,27 11

6,85

13,04

[Elaboración propia a partir de los datos obtenidos de los Padrones Municipales de Habitantes de Madrid de 1880, 1905 y 1930 para el área del Casco Antiguo, AVM, Estadística]

La inserción de unos y otros en el mercado laboral madrileño se igualaba en los estratos más bajos gracias a un importante declive de la representación de nativos en oficios artesanales semi-cualificados en la primera cohorte de edad. El despertar del

25 liberalismo económico y el continuado proceso de industrialización condujeron a un progresivo abandono del método de formación artesanal característico de anteriores etapas y a una gradual inserción de las primeras generaciones de trabajadores madrileños en los oficios menos cualificados, asociados a la industria de la construcción, al ferrocarril y a la distribución. El conocimiento y el aprendizaje del oficio habían dejado de ser factores decisivos y generaron en consecuencia una reducción en la demanda de trabajadores manuales cualificados, reemplazados progresivamente por operarios semi-cualificados y por un significativo número de trabajadores juveniles que en las listas de habitantes de 1905 tendieron a definirse como “jornaleros” expresando el carácter descentralizado de su posición laboral. La expansión del sector servicios hasta 1930 sirvió para que un porcentaje muy significativo de los nativos que habían recibido una formación educativa superior se estrenaran en el mercado laboral como empleados de cuello blanco (38,90%), ligados al sector de la administración pública, a empresas de banca y seguros, a las telecomunicaciones (Correos, Telégrafos y Compañía Telefónica Nacional de España), a la gestión de medios de transporte (compañías ferroviarias, tranvías y Metro) y a compañías capitalistas y nuevas multinacionales del sector privado. La masiva entrada de individuos situados en su primera etapa laboral (15-24 años) en esta categoría HISCLASS no es sino un síntoma más del funcionamiento interno de un sector servicios cada vez más accesible a la clase media-baja y a los niveles más altos de la clase trabajadora. La creciente juventud de la masa laboral asociada a los empleos de cuello blanco era una nota común en la mayoría de países europeos, siendo quizás el caso más significativo el de Gran Bretaña, donde en 1901 el 75% de los trabajadores de oficina no superaban los 35 años (ANDERSON, 1976). No obstante, muchos de estos jóvenes empleados eran en realidad trabajadores mal pagados que

26 combinaban funciones características de mensajeros, recaderos y limpiadores de oficinas y que eran contratados con un criterio estrictamente temporal.

Tabla 9: Inserción laboral población nativa e inmigrante por grupos de edad (HISCLASS 1930, datos porcentuales) 15-24

25-34

HISCLASS CODE

N

I

HISCLASS 1+2

4,50

4,06

N

35-44 I

N

45-54 I

N

55-64 I

N

> 65 I

N

I

13,15 12,39 14,46 22,06 18,76 24,62 21,26 24,62 29,10 30,77

HISCLASS 38,90 19,22 43,34 33,04 43,71 41,18 47,94 41,88 44,84 35,38 39,15 30,77 3+4+5 HISCLASS 21,03 7

7,05

16,07

9,35

16

6,86

13,96

4,38

15,16

9,23

15,87

0

9,24

9,80

7,09

13,13

6,74

15,38

5,29

15,38

HISCLASS 17,76 24,69 16,59 25,87 15,83 19,12 11,10 16,25 10,32 11

7,69

9,52

19,23

HISCLASS 17,23 44,44 10,22 18,26 9

[Elaboración propia a partir de los datos obtenidos de los Padrones Municipales de Habitantes de Madrid de 1880, 1905 y 1930 para el área del Casco Antiguo, AVM, Estadística]

Algunas constantes de períodos anteriores, como la sistemática entrada de inmigrantes en trabajos manuales poco cualificados vinculados a la distribución comercial, persistieron en el mercado laboral de 1930. Sin embargo, aquel ofrecía como novedad mayores opciones para los recién llegados de edades más avanzadas de cara a sacar partido del crecimiento del número de puestos laborales que requería una sociedad cada vez más profesionalizada y más recursos para que los estratos generacionales más jóvenes registraran una movilidad social y ocupacional intergeneracional que les permitiera escapar de la condición jornalera mostrada por sus progenitores. Al margen del grado de cualificación exigido por una determinada profesión y de la edad del inmigrante desplazado a Madrid, otro aspecto igualmente decisivo en la inserción laboral tenía que ver con la naturaleza geográfica del individuo. Es fundamental determinar si el asentamiento desde el que se producía el movimiento era

27 urbano o rural, o como en el análisis que aquí se plantea, si se correspondía o no con una capital de provincia española. Tradicionalmente, la historiografía especializada en los estudios migratorios han aceptado la hipótesis de que los movimientos producidos entre grandes y medianos núcleos urbanos siempre tuvieron como meta proporcionar al desplazado un ascenso social, económico y profesional. De esta forma, los mayoritarios desplazamientos de corta distancia asociados a una dirección rural-urbana se habrían caracterizado por favorecer la inserción del inmigrante en las profesiones de menor estatus social. Un nivel más elevado de capital humano para los nacidos en capitales de provincia suponía un abanico de oportunidades laborales más extenso en la capital.

Tabla 10: procedencia de los inmigrantes del centro de Madrid Lugar de nacimiento

1880

1905

1930

Capitales de provincia

36,04

40,40

45,42

Extranjero

2,90

2,79

2,01

Provincia

61,07

56,80

52,57

[Elaboración propia a partir de los datos obtenidos de los padrones de 1880, 1905 y 1930 para el casco antiguo, AVM, Estadística]

Para los inmigrantes procedentes de una capital de provincia el desplazamiento a Madrid solía ser el resultado de un plan trazado de antemano a partir del cual se garantizaba el desempeño de tareas seguras y bien remuneradas. En ningún caso respondían sus movimientos a recursos de supervivencia como en el caso de los inmigrantes llegados de zonas rurales, algo que servía para conferirles mayores posibilidades de encontrar un mejor acondicionamiento en Madrid. Esto explica que las profesiones liberales presentaran un carácter particularmente selectivo en cuanto a la absorción de inmigrantes en función de su naturaleza geográfica. Durante todo el período, la población nacida fuera de capitales de provincia no pasó de manifestar más

28 que un tímido aumento en este sector, viéndose primero doblados y finalmente casi triplicados por los procedentes de otros núcleos urbanos.

Gráfico 1: Inserción laboral inmigrantes por origen (dos o menos años de residencia en Madrid, 1880)

HISCLASS 1

6,84

1,96

HISCLASS 2 HISCLASS 3

5,76 2,16

11,48

5,30

HISCLASS 4

6,29

HISCLASS 5

13,25

11,28 13,69

HISCLASS 7

17,44

7,55 23,40

HISCLASS 9 HISCLASS 11 0,00

30,38

7,95 33,14 5,00

10,00

15,00

20,00

25,00

30,00

35,00

40,00

45,00

50,00

% Inmigrantes no nacidos en capital de provincia

Inmigrantes nacidos en capital de provincia

[Elaboración propia a partir de los datos obtenidos de los padrones de 1880, 1905 y 1930 para el casco antiguo, AVM, Estadística]

Esta distinción quedaba difuminada en el caso de los empleos de cuello blanco de media y baja cualificación para adoptar un semblante totalmente opuesto en los oficios manuales de menor estatus social. Las diferencias entre unos y otros inmigrantes resultaban desproporcionadas en 1880, siendo más de cuatro veces superior la inserción de los no nacidos en capitales de provincia en los puestos laborales no cualificados. La brecha se fue acortando en las décadas posteriores hasta derivar en un relevante acercamiento en 1930. Los forasteros no nacidos en provincia sacaron provecho entonces de las mayores posibilidades de lograr la inserción en un empleo no manual, a pesar de situarse en los menos cualificados del sector servicios (15,90% en 1930).

29

Gráfico 2: Inserción laboral inmigrantes por origen (dos o menos años de residencia en Madrid, 1905)

HISCLASS 1

14,17

HISCLASS 2 HISCLASS 3

12,20

2,50 5,54 1,97 2,32 9,06 6,52

HISCLASS 4 HISCLASS 5

10,54 12,20

HISCLASS 7

15,75

7,14 18,50

HISCLASS 9 HISCLASS 11 0,00

30,54

15,35 5,00

10,00

15,00

33,93

20,00

25,00

30,00

35,00

40,00

45,00

50,00

%

Inmigrantes no nacidos en capital de provincia

Inmigrantes nacidos en capital de provincia

[Elaboración propia a partir de los datos obtenidos de los padrones de 1880, 1905 y 1930 para el casco antiguo, AVM, Estadística]

Gráfico 3: Inserción laboral inmigrantes por origen (dos o menos años de residencia en Madrid, 1930)

HISCLASS 1

8,30 2,59 15,02

HISCLASS 2 HISCLASS 3

6,74 1,98 2,07 13,83

HISCLASS 4

10,03 19,37

HISCLASS 5 HISCLASS 7

15,90 5,53 7,52 16,60

HISCLASS 9

29,21 18,58

HISCLASS 11 0,00

24,46 5,00

10,00

15,00

20,00

25,00

30,00

35,00

40,00

45,00

50,00

%

Inmigrantes no nacidos en capital de provincia

Inmigrantes nacidos en capital de provincia

[Elaboración propia a partir de los datos obtenidos de los padrones de 1880, 1905 y 1930 para el casco antiguo, AVM, Estadística]

30 En definitiva, tanto el mercado laboral madrileño de este período como su sector servicios, en franca expansión desde la primera década del siglo XX, manifestaron un comportamiento selectivo que llevaba a establecer claras distinciones de estatus social en relación al tipo de asentamiento del que procedían los inmigrantes desplazados a Madrid. Inmigrantes rurales e inmigrantes urbanos se marcaron objetivos muy disímiles una vez producido su asentamiento en la capital y mantuvieron abierta la brecha existente entre ambos desde un punto de vista social y económico durante toda la etapa de la Restauración.

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