Narrativa vasca y narrativa catalana en la actualidad

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Descripción

Comparación de la narrativa vasca actual con la narrativa catalana
La narrativa vasca actual
A fecha de hoy podemos asegurar que la literatura vasca goza de buena salud; es evidente que nunca antes había logrado la consideración y el prestigio que posee hoy en día, no solo dentro de los límites lingüísticos del País Vasco, sino también fuera de ellos.
Dentro de la literatura vasca en general debemos destacar el auge de la narrativa en particular que, aunque de introducción algo tardía –fenómeno habitual en las literaturas occidentales- cuando empezó, lo hizo con un ímpetu imparable. "El panorama que se va perfilando a partir de 1976 es diverso y variado. Lo que es incuestionable es el lugar canónico que la novela ha conseguido dentro de nuestro sistema literario actual, ya que su rentabilidad y prestigio ha influido en que autores que eran conocidos en otros géneros tales como la literatura infantil y juvenil, o incluso el bersolarismo, se hayan animado a publicar novelas".
El fenómeno es sorprendente, teniendo en cuenta que el vasco sigue siendo una lengua minoritaria en España, hablada por unos 800.000 euskaldunes. Podríamos hablar de varias razones que explican la importancia de este fenómeno.
En primer lugar debemos mencionar las causas lingüísticas, derivadas de la situación política. "En este sentido, es evidente que la Ley para la Normalización del uso del Euskara (1982) dio un nuevo impulso a la literatura vasca. Las instituciones vascas comenzaron a apoyar la producción editorial en euskara y, gracias a estas nuevas ayudas, surgieron nuevas editoriales y el número de libros editados se incrementó".
En la actualidad cabe destacar -¿causa o efecto?- que en los territorios de habla éuskara se publican alrededor de 1500 libros cada año y ello se halla intrínsecamente relacionado con el auge de la literatura en lengua vasca.
La importancia que la narrativa tiene en el sistema literario vasco actual es enorme, hasta el punto de que los tres Premios Nacionales de Literatura concedidos a autores vascos lo fueron a obras en prosa.
Respecto a los temas, hay quien considera que los mejores escritores vascos son los que, a pesar de su formación cultural, llegaron a la literatura desde el conocimiento de la sociedad rural y sus usos y costumbres, encontrándose más cerca de la tradición que la gente nacida en la ciudad. El mundo campestre atraviesa una buena parte de las obras narrativas en vasco.
Dentro de la narrativa cabe destacar la aparición del cuento moderno a finales del siglo XX. "En cualquier caso, si hay una década que marcó un punto de inflexión en la evolución del cuento moderno vasco, esa fue la de los años 80. Al igual que sucediera en la literatura española, el incremento de revistas literarias y premios favoreció un renacimiento del cuento".
En segundo lugar habría que señalar la aparición de diversos grupos de escritores, unidos por una sensibilidad artística y literaria común y dispuestos a llevar adelante sus proyectos, habitualmente en forma de revistas. El más famoso de todos ellos, aunque no el único, fue el grupo Pott, formado por los escritores Bernardo Atxaga, Joseba Sarrionandia, Manu Ertzila, Josemari Iturralde y Jon Juaristi, entre otros. La influencia del grupo fue enorme, hasta el punto de que configuró en las letras vascas, ya desde la década de los ochenta del pasado siglo, una visión de la literatura moderna universal, pero sin olvidar las propias raíces.
En tercer lugar cabe señalar, para poder ir entendiendo el desarrollo de la literatura vasca en los últimos tiempos que, a finales de los años setenta, aparece un nuevo tipo de lector, joven, alfabetizado sobre todo en las ikastolas, y ávido de lecturas que respondieran a la sensibilidad que iba configurándose en todas partes, y también en el País Vasco. Como hándicap conviene destacar que, según diversos estudios actuales, el hábito lector en euskara se centra sobre todo en el ámbito escolar y se reduce con la edad.

La narrativa catalana actual
A partir de los años setenta y ochenta del pasado siglo la consolidación de la transición política coincidió con la desaparición de los últimos clásicos vivos de la literatura catalana (Villalonga, Pla, Rodoreda, Espriu y Foix, entre otros).
Los nuevos escritores, aparecidos en esa época con un gran apoyo mediático y editorial, fueron el detonante de una crisis, latente hasta esas fechas, que todavía hoy perdura. Empujados por las necesidades de una industria editorial en expansión y con el enorme apoyo institucional de una Generalitat que intentaba tapar un gran agujero cultural nacido en la posguerra, los nuevos autores, hijos más de la posmodernidad que del 68 y de la resistencia antifranquista, empezaron a publicar pronto y con una gran facilidad, lo que contribuyó a una inflación de títulos. "A partir de 1970 se produce todo un relevo en la literatura catalana. Se trata de autores jóvenes que sólo han vivido la guerra como un recuerdo, y que han evitado las penurias de la posguerra inmediata".
En los últimos años de la dictadura e inicios de la transición las empresas editoriales catalanas tenían una eminente vocación de servicio, a veces político, habitualmente cultural y, sobre todo, nacional. A partir de los años ochenta se aprecia la evolución del perfil del dueño de editorial: un estilo agresivo en la competencia y de un mercantilismo sin complejos, donde el editor es cada vez más el gestor de un negocio y cada vez menos un agente cultural.
La recuperación de las libertades democráticas apartó a los escritores catalanes de parte de las funciones representativas y simbólicas que habían encarnado hasta entonces. "En aquest context, s'ha trencat un miratge sorgit amb la transició: el de la possible professionalització laboral de l'escriptor. Per a la majoria d'escriptors la literatura continua essent una activitat econòmicament secundària ».
Y ello, en un momento en que la cultura literaria en general iba perdiendo, cada vez con mayor rapidez, su protagonismo como forma privilegiada de creación y transmisión del conocimiento en favor de la cultura audiovisual.
La década de los ochenta supuso la consolidación de narradores ya conocidos con anterioridad. Algunos de los más significativos son Jesús Moncada, María Barbal y Ramón Solsona. Los tres pertenecen a la generación de los 70 y se han consolidado como voces de gran singularidad en el panorama narrativo en catalán.
Las novelas de Jesús Moncada (Mequinenza, 1941– 2005) se fundamentan en la desaparición de su pueblo natal, (antigua población minera situada en la franja aragonesa de habla catalana), bajo las aguas de un pantano.
La narrativa de María Barbal (Tremp, 1949) es testimonio literario de la lenta descomposición de la vida rural de los Pirineos a lo largo del siglo XX.
Ramón Solsona (Barcelona, 1950), novelista y periodista, define así su trabajo: "Tot i que he tocat diversos gèneres, em sento bàsicament novel·lista. La novel·la permet expressar una visió del món, permet manipular la realitat i projectar el món interior de l'escriptor" .
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OLAZIREGI, M.J. (2008) Posmodernidad y tendencias novelescas. p. 2-3.
OLAZIREGI, M.J. (2008) El sistema literario vasco. p. 2.
OLAZIREGI, M.J. (2005) Introducción en Pintxos, Nuevos cuentos vascos, Madrid, Lengua de trapo. XI
YSERN, J.A. (2004) Introducción a las l. y literaturas catalana, gallega y vasca, Madrid, UNED p. 258
ROSSICH, A. (coord.) (2009) Panorama crític de la Lit. Catalana.S XX. Barcelona, Vicens Vives p.665
http://www.escriptors.cat/autors/solsonar/pagina.php?id_sec=2548



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