¿Nada funciona (“Nothing Works”) en el sistema penal? Recuerdos y reflexiones sobre el histórico artículo de Robert Martinson

July 6, 2017 | Autor: Diego Zysman Quirós | Categoría: Correctional Rehabilitation
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Descripción

¿Nada funciona ("Nothing Works") en el sistema penal? Recuerdos y
reflexiones sobre el histórico artículo de Robert Martinson


Por Diego Zysman Quirós


I. Creo que el primer trabajo de Roberto Bergalli al que me acerqué
como estudiante fue "La teoría de la desviación y la recaída en el delito",
publicado en la famosa revista penal argentina, Doctrina Penal, en el
oscuro año de 1978. Tiempo antes, Bergalli se había exilado en el exterior
para desarrollar el resto de su actividad científica en Europa. Por
supuesto, yo desconocía esta circunstancia entonces y siquiera imaginaba
que años más tarde estudiaría con él en Barcelona y que de aquel encuentro
surgiría una relación de amistad.
Las preocupaciones plasmadas en este trabajo mencionado eran parte de
una obra de mayor envergadura que se publicaría en España en 1980: La
Recaída en el delito, Modos de reaccionar contra ella (1980), libro que fue
reiteradamente difundido por penalistas no especialmente vinculados con los
estudios sobre control social, sociología criminal o criminología.
En verdad, el orden por el cual solemos acceder a ciertos autores es
muchas veces azaroso. Este dato, tal vez anecdótico, no deja de resultar
interesante para una indagación de rigor, en la cual se investigue el
conocimiento general sobre el pensamiento de un autor y la influencia que
este ha generado en el medio académico, o, incluso, social, a partir de la
manera y orden en que fueron difundidas o importadas sus producciones
teóricas. Sin embargo, no es esto lo que pretende tratarse aquí...
El año pasado se cumplieron 30 años[1] de "What works?...", el famoso
trabajo meta-análitico de Robert Martinson sobre los resultados de los
programas de tratamiento resocializador. Un año antes de Surviller et
punir, de Foucault, y todavía anclado en la Modernidad, este articulo
precipitó y encarnó como ninguno la crisis de la ideal resocializador de
los setentas.
Por ello me pareció adecuado rendir homenaje a Roberto Bergalli y a
su sociología critica, recordando, brevemente, el contenido y la relevancia
de aquél trabajo testigo de una época, y la historia de su mentor.
Como intentaré rescatar en unas palabras finales, además de recordar
la relevancia de aquél trabajo, su trama puede ayudarnos a reflexionar
sobre la suerte de las conceptualizaciones penales progresistas en momentos
de cambio como los que estamos viviendo.


II. En 1974 Robert Martinson dio a conocer en la revista
norteamericana Public Interest (una publicación de corte liberal apaerecida
por primera vez en New York en 1965) el artículo: What Works? – questions
and Answers About Prison Reform, trabajo que rápidamente capturó el interés
de los especialistas de habla inglesa y del público en general, y cuya cita
se perpetuó inevitablemente en la literatura criminológica y jurídico penal
anglosajona, así como también en los discursos oficiales de EE.UU. y otros
países como el Reino Unido o Australia (Hughes 1998, Miller 1989[2]). Por
diversas razones este trabajo parece haber tenido escaso impacto y difusión
en el ámbito europeo-continental por lo que estas líneas pretenden aportar
información y ciertas reflexiones de interés. No tengo noticias de que
hubiese sido traducido al castellano, y sus referencias sólo han llegado a
nosotros, fragmentariamente, mediante traducciones o trabajos sobre
sociología del control social o criminología.

Robert Martinson fue un criminólogo acreditado en su medio y con
variadas publicaciones previas cuya vinculación con las prisiones no era
meramente teórica; tiempo antes había sido detenido por actos relacionados
con la defensa de los derechos civiles y como consecuencia de ello había
vivido cuarenta días en una unidad de máxima seguridad en la Parchman State
Penitentiary de Mississipi (Miller 1989; Sarre 1999). No obstante esta
currícula, a partir de la publicación del articulo en comentario la
identificación de Martinson con aquél trabajo devoró el resto de su obra
pasada y restringió los caminos de su producción futura.
A pesar de una década y media de esfuerzos su nombre quedó ligado
hasta nuestros días con el "Nothing Works" ("nada funciona"), eslogan
simplificado de las conclusiones de aquella obra y símbolo de la crítica
más contundente y perviviente de la pena resocializadora.
El origen de esta publicación se remonta a 1966. En aquel año el New
York State Governor's Special Comitee on Criminal Offenders decidio
impulsar una investigación convencido de que, a pesar que las prisiones de
New York no habían realizado hasta entonces un verdadero esfuerzo, evitar
la reiteración delictiva mediante la prevención especial era un objetivo
que podía alcanzarse (Martinson 1974:23).
Esta investigación comenzó en 1968 y estuvo a cargo de Donald Lipton
y Judith Wilks; paradójicamente, Martinson ingresó tiempo más tarde en
ella. Para 1970 el proyecto había culminado formalmente, pero la
información y los resultados obtenidos parecieron perturbar los ánimos de
sus impulsores, quienes entendieron que los resultados podían amenazar los
programas de resocialización existentes.
De este modo, a pesar que para 1972 el trabajo estaba editado para la
publicación final, las autoridades estatales decidieron no publicarlo e,
incluso, prohibieron que se publicase por cuenta de los investigadores.
Así pues, el informe se mantuvo totalmente oculto hasta que Joseph
Alan Kaplon, un abogado norteamericano, pretendió –con éxito- utilizar esta
investigación como evidencia en un juicio penal ante la Corte Suprema del
Bronx. A partir de esta inesperada vía las autoridades dieron su permiso
para la publicación de los resultados (Martinson ídem). De este modo, el
trabajo circuló informalmente entre los especialistas y en 1974 Martinson
publicó la anticipación del informe mencionado (según parece, generando
cierta tensión interna pues no tenia autorización de sus colegas: Sarre
1999).
La investigación completa, de aproximadamente 1400 páginas, recién fue
publicada en New York en 1975, por la editorial Praeguer, bajo el título:
Effectiveness of Correccional Treatment: A Survey of Treatment. Evalution
Studies, y consignó la autoría de los tres investigadores, por orden
alfabético.
Así pues, el trabajo individual de Martinson puede ser recordado aun
hoy día como ejemplo de un protagonismo oportunista inmerecido o como
muestra de una crítica al correccionalismo penal basada en una lucha contra
los obstáculos por establecer la verdad.
"What works?..." presentaba y analizaba los resultados de reiteración
delictiva de 231 evaluaciones de programas de tratamiento rehabilitador
dados a conocer en idioma inglés, y escogidos por ser científicamente
aceptables. Ellos habían sido conducidos por diferentes investigadores
entre los años 1945 y 1967, lapso especialmente demarcado en atención al
apogeo de las experiencias científicas resocializadoras. Los programas
estudiados incluían educación y entrenamiento vocacional de jóvenes y
adultos, psicoterapia individual y grupal, transformaciones ambientales,
tratamiento médico a través de drogas y cirugía, resultados ligados al
grado de seguridad del encarcelamiento y la extensión de la condena, de la
descarcelación, la terapia comunitaria, los usos de probation y parole y
la supervisión intensiva. Básicamente, una muestra importante de los
ensayos efectuados en Estados Unidos (de donde provenían la gran mayoría),
Reino Unido e, incluso, otros países como Israel o Dinamarca (Martinson
1974).
Entre los diversos aspectos mediante los cuales se podía medir el
mejoramiento personal, Martinson se concentró en la reiteración delictiva
(recidivism), "el fenómeno que refleja más directamente qué tan bien están
llevando a cabo el objetivo resocializador los programas de tratamiento del
presente" (Martinson 1974, 24).
Ahora bien, el verdadero interés de este trabajo estuvo dado por sus
demoledoras conclusiones; sus palabras han sido citadas, repetidamente, por
los escritos anglosajones sobre la prisión y la finalidad resocializadora
de las penas: "Con pocas y aisladas excepciones, los esfuerzos
rehabilitadores que han sido reportados hasta aquí, no han tenido efecto
apreciable en la reiteración delictiva" (Martinson 1974, 25: Mathiesen
2003, 90).
Como correlato de ello, el apartado final del artículo esbozaba una
pregunta retórica cuya respuesta, al poco tiempo, fue convertida por los
titulares de periódicos y revistas en eslogan y palabra clave de la crítica
al correccionalismo penal; a partir de este momento aquella frase ejerció
enorme influencia en el pensamiento académico, en las políticas penales y
en el saber popular sobre las prisiones y otras formas de castigo.
Martinson cerraba su texto inquiriendo: "¿Nada funciona?" ("Does
nothing work?"). A su lado afirmaba: "Podría ser, por otro lado, que haya
un efecto más radical en nuestras actuales estrategias que lo mejor de la
educación, o lo mejor de la psicoterapia, no puedan superar, o incluso,
reducir apreciablemente las poderosas tendencias de los infractores de
continuar en el comportamiento delictivo" (Martinson 1974:49).
A pesar de que recientemente se ha señalado que este escrito permitía
una lectura menos fatalista, mayoritariamente se entendió que con aquellas
expresiones Martinson afirmaba que el problema no era sólo una cuestión de
programas deficientemente articulados o todavía faltos de esfuerzo o
perfección –modo habitual de explicar hasta entonces los fracasos en la
resocialización-. Por el contrario, Martinson pretendía demostrar que era
la teoría criminal basada en la patología individual la que se encontraba
descarriada[3] y que visiones alternativas del castigo como las sustentadas
en la prevención general, aparecían, no sólo ofensivas al sentido de
justicia, sino también carentes de efectividad. Por todo ello, también
consideraba que la prisión parecía surgir como un anacronismo destinado a
ser "...reemplazado por medios más efectivos de control social" (Martinson
1974:50).
Lo cierto es que el estudio de Martinson, quien ya había expresado con
anterioridad su evaluacion crítca a la pretensión resocializadora, generó
un impacto desconocido hasta entonces. Unos quince años antes, reconocidos
penólogos como Bárbara Wooton o Donald Cressey habían formulado similares
conclusiones sin que aquellas incidieran de esa manera en el debate
académico y, menos aun, político penal.[4] (Cullen y Gilbert 1989, 144)
Así pues, este trabajo, consagrado como acontecimiento cultural, se
difundió en publicaciones especializadas y revistas de actualidad, también
en la televisión, donde Martinson fue entrevistado en el famoso programa de
noticias "60 minutos" de la cadena CBS. A partir de estas pocas páginas la
ideología del "nada funciona" tomó un ímpetu incomparable frente a
cualquiera de sus predecesores que extendió el cuestionamiento a la
prisión, pero también a las demás medidas correccionales, como la
probation, las penas intermedias o comunitarias, y la función disuasoria de
la pena, en general (Garland 2001:61). "Nothing works" pasó a ser el slogan
de la época (Sarre 1999).
En 1979 un panel de investigación en técnicas de resocialización de la
Academia Nacional de Ciencias revisó el estudio de Martinson, Lipton y
Wilks e informó que "Lipton, Martinson y Wilks fueron ... precisos y justos
en su apreciación de la literatura sobre resocialización". También expresó
que "no sabemos de programa o metodo de resocializacion que pueda
garantizarse para reducir la actividad criminal o poner en libertad a los
infractores" (Sarre 1999).
La aparición de informes similares en lugares como el Reino Unido
tampoco se hizo esperar, a pesar que la experiencia resocializadora había
tomado un cariz muy diferente que en los EE.UU. En 1976 una investigación
de S. R. Brody[5] llegó a similares conclusiones que las expresadas por
Martinson (Ashworth 1997,1098; Mair 1007,1200).
Lo cierto es que en muy poco tiempo se afirmó una nueva ortodoxia
que estableció que los objetivos resocializadores eran insustentables y que
los programas de rehabilitación estaban desacreditados o al menos eran de
dudosa confianza. Como consecuencia de ello, la búsqueda de penas
reformadoras y el presupuesto para lograrlas se vio desplazado hasta el
presente a una posición marginal en el sistema de justicia criminal (Allen
1998,18; Garland 2001,8).




III. Nadie discute con seriedad que la trascendencia del trabajo de
Martinson, susceptible a variadas lecturas y críticas metodológicas, no se
vinculó particularmente con la persuasión de sus argumentos y evidencias
sino con la oportunidad de su presentación en un ambiente político
coyunturalmente favorable a dar crédito a estas afirmaciones. Como Cullen y
Gendreau (1989) -los investigadores que mayor oposición han presentado a
estas evidencias- han afirmado, la doctrina del "nada funciona" ha sido un
constructo social antes que una verdad científica[6]. Para la década del
setenta la resocialización y su expresión jurídica más representativa –el
sistema de penas indeterminadas- obtuvieron, por distintas razones, el
rechazo de los sectores radicales, liberales y conservadores (Cullen y
Gilbert 1989,111; Cohen, 1988,355)
La critica de tinte liberal y también radical, deploró el
funcionamiento de la prisión y las consecuencias que aquélla había
demostrado desde las primeras reformas penitenciarias. En particular afirmó
que tras la noción de tratamiento se escondía en verdad violencia y
arbitrariedad, además de un incisivo avance del estado en el control de las
personas (Cullen y Gilbert 1989,110; Morris 1985:23).
El pensamiento conservador identificó el (supuesto) aumento del índice
delictivo que existía desde los sesentas con el fracaso de la prevención
especial positiva, la benevolencia injustificada con los delincuentes
-producto de la resocialización- y la discreción judicial y administrativa
existente en materia del cumplimiento de las condenas a prisión.
De este modo, fueron muchos los que dieron la bienvenida al "Nothing
works", diagnóstico que para algunos llevaba (al menos) a la abolición de
las cárceles y para otros a desplazamientos del estado hacia formas de
menor intervención social y mayor penalidad.
En consecuencia, la crisis fiscal del estado y el clima político de
los setentas y ochentas desplazándose hacia la derecha en los EE.UU., el
Reino Unido y otros países europeos, propició cambios en el sistema de
justicia penal. Ante la confluencia de las críticas al correcionalismo
aparecieron en escena castigos más severos y económicos, sustentados en el
retribucionismo y la prevención general negativa, fundamentos más afines a
los presupuestos neoliberales y conservadores (Hollin 1994; von Hirsch
1998). Conjuntamente con ello, desde los años ochenta se practicó una
importante restricción de fondos destinados al tratamiento resocializador y
a las investigaciones vinculadas con aquél (Garland 2001, 60).
En este panorama la crisis del ideal rehabilitador decantó en una de
las mas importantes modificaciones legislativas del siglo y en un voraz
incremento de la población penal norteamericana, prácticamente a la cabeza
de los países occidentales[7].
En efecto, desde mediados de los setentas se inició un importante
desplazamiento desde el sistema de la pena indeterminada hacia un sistema
de estricta predeterminacion de las penas, en el cual desapareció o se
restringió el instituto de la parole o libertad condicional, instrumento
característico de la finalidad resocializadora. Como ejemplo de ello, las
sentencing guidelines federales, en vigor desde 1987, excluyeron
expresamente el objetivo resocializador de sus pautas principales (Christie
1993; Garland 2001, 60: Zysman 2003).


IV. Entre quienes han apreciado la obra de Martinson y conocían su
perfil y trayectoria se sostiene que aquel trabajo pretendía difundir el
informe para "vaciar las prisiones" y que jamás hubiese esperado que la
derecha norteamericana utilizase aquellas conclusiones con fines punitivos.
Recordemos que el trabajo de Martinson fue utilizado, incluso, para
sustentar la necesidad de la pena de muerte en una sociedad en la cual la
resocialización era un mito desacreditado cientíicamente (Rose 2002) .
Tal vez, turbado por esta clase de usos de las conclusiones de su
investigación y por el panorama político y penitenciario que ya se
visualizaba al finalizar la década, Martinson publico en 1979 en la Hofstra
Law Review, "New Findings, New Views. A Note of Caution Regarnding
Sentencing Reform", un artículo que relativizaba la valoración y
consecuencias de su trabajo anterior. Sin embargo, en el contexto de crisis
correccional aún las propias aclaraciones posteriores del autor fueron
escasamente atendidas. Martinson expresó: "Contrariamente a mi posición
previa, algunos programas de tratamiento tienen un efecto apreciable en la
reiteración delictiva .... Algunos programas son en verdad benéficos. Nueva
evidencia de nuestro estudio actual me lleva a rechazar mi conclusión
original ... He dudado hasta ahora, pero la evidencia en nuestros estudios
es, simplemente, demasiado aplastante para ignorarla" (cit. por Cullen y
Gendrau: 1989:26).
Este trabajo cayó en oídos sordos. Se ha expresado que fue, tal vez,
el más ignorado en el marco del debate sobre la resocialización (Miller
1989).
Aproximadamente un año después de haber publicado este artículo, en
el invierno de 1980, Martinson se arrojó al vacío desde el noveno piso de
su edificio en Manhattan. Pocos han resitido la tentación de vincular este
hecho con la frustración de un autor por el uso ligero o perverso de las
conclusiones de su obra. Este hecho resulta anecdótico. Sin embargo la
parábola de "Nothing Works" puede motivar reflexiones de mayor importancia.

V. En un contexto de transformaciones como las del presente, las
apuestas del progresismo penal deben evaluarse con cautela. Los discursos
ya asentados deben re-examinarse teórica y prácticamente pues historias del
sistema penal como la que aquí se ha recordado demostraron, que, en ciertos
contextos las posibilidades de confluir en discursos penales que sean
fácilmente cooptados, están latentes. Proyecciones del derecho penal en
materia de género, discriminación y tutela de las minorías, así como
también en materia de derechos fundamentales, violencia policial y
corrupción de funcionarios pueden ayudar a construir instrumentos
represivos difíciles de dominar. Las críticas a la cárcel desprovistas de
sólida reflexión teórica, la preocupación por las víctimas y las propuestas
de participación comunitaria en el sistema penal son también terrenos
hábiles para el encuentro de intereses penales muy diversos a los que debe
ingresarse con cuidado. Por supuesto, esto no significa que debamos escapar
a intervenir en estos temarios. Sin embargo, lo más conveniente sería
hacerlo "con los pies bien en la tierra"; quien sabe, lo más cerca del
piso.




Bibliografía citada:


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[1] Escribo estas líneas en el 2005.
[2] En el Reino Unido el Home Office ha referido varias veces la idea en
sus documentos (Hughes 1998, 48; Garland 2001, 58).
[3] En Bergalli (1978) puede encontrarse un detallado análisis de las
propuestas resocializadoras y su vinculación la concepción patológica del
individuo delincuente.
[4] Wooton, B. (1959) Social Science and social pathology, London: George
Allen & Unwin; Cressey, D.R. (1958): "The Nature and effectiveness of
correctional techniques" en Law and Contemporary Problems, 23.
[5] The Effectiveness of Sentencing, Home Office Research Study no. 35,
London, HMSO.
[6] Por supuesto, una afirmación que sólo logra pleno sentido si
entendemos que las verdades científicas no son producto de una construcción
social.
[7] Según los últimos informes del Bureau of justice Statistics de 2002,
mas de dos millones de personas encarceladas y 6.700.000 sujetas a control
del sistema penal por el auge de la probation.
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