Mvnicipivm Avgvsta Bilbilis ¿paradigma de la crisis de la ciudad julio-claudia?

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Descripción

MVNICIPIVM AVGVSTA BILBILIS ¿PARADIGMA DE LA CRISIS DE LA CIUDAD JULIO-CLAUDIA?

Claudia García Villalba — Jesús Carlos Sáenz Preciado Universidad de Zaragoza

EL MVNICIPIVM AVGVSTA BILBILIS

La ciudad de Bilbilis (fig.  1) obtuvo su carta de municipalidad con Augusto, posiblemente entre el 13 y el 2 a. C., según se desprende de las leyendas monetales de las acuñaciones de esta época. Este nuevo rango llevó parejo una serie de transformaciones urbanísticas en consonancia con su nuevo y privilegiado status, para lo que fue necesario destruir el asentamiento celtibérico previo. La construcción de espacios monumentales de envergadura, como los que conformaron el teatroforo, solo fue posible tras una compleja planificación de la ciudad en la que nada se dejó al azar, especialmente en aquellos sectores destinados a albergar los edificios públicos, cuya primera fase concluyó hacia el 27 d. C., como parece indicar la dedicatoria del conjunto realizada a Tiberio1. Para ello fueron necesarias costosas obras de adecuación del terreno, que presentaba una complicada orografía, al pretender edificar la nueva ciudad en las laderas de tres cerros, Bámbola San Paterno y Santa Bárbara, lo que le confirió un agreste aspecto al que ya se refirió el poeta bilbilitano Marco Valerio Marcial en alguno de sus epigramas2. Los trabajos arqueológicos realizados han permitido situar el período de máximo esplendor de la ciudad en época julio-claudia, claramente vinculado con la explosión urbana que se vivió en esta etapa y que se reflejó en los ya mencionados espacios cívicos, especialmente el foro y el teatro que formaron un indisoluble escenario del poder del emperador, y cuyo vigor se prolongó durante los Flavios hasta las primeras décadas del siglo ii3 (fig. 2). 1  La fecha de la inscripción se situaría entre el 1 de enero y el 1 de julio del 27 d. C., según Martín Bueno, 1981, pp. 244-254. 2  Marcial, Ep. i, 49; x, 20, 96, 103 «altam Bilbilim», «pendula quod patriae visere tecta libet», «Bilbilis acri Monte creat». 3  Martín-Bueno, Sáenz Preciado, 2004, pp. 257-273.

Études réunies par Laurent Brassous et Alejandro Quevedo (éds.), Urbanisme civique en temps de crise. Les espaces publics d’Hispanie et de l’Occident romain entre les iie et ive s. Collection de la Casa de Velázquez (149), Madrid, 2015, pp. 221-235.

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Fig. 1. — Vista área de Bilbilis con señalización de la ubicación de los hornos de cal descubiertos

La existencia de dicho plan queda corroborada por la constatación arqueológica. Gracias a las excavaciones ha sido posible apreciar cómo con las obras de monumentalización fue necesario arrasar la vieja ciudad indígena, a la que las fuentes escritas recuerdan rica en armas y caballos, así como beneficiada de las auríferas aguas del Jalón que discurre a sus pies4. La amortización de la ciudad indígena, perfectamente documentada bajo los pórticos del foro, en las inmediaciones del teatro o bajo el denominado Barrio de las Termas, nos permite ver cómo el paisaje de la ciudad sufrió un drástico cambio de imagen acorde a los nuevos tiempos5, de los que Marcial se sintió orgulloso como reflejan sus epigramas, no tanto de sus gentes, pero sí de su ciudad, que le recordaba a su querida Roma en la que transcurrió una buena parte de su vida a la sombra de Domiciano6. 4

 Plinio, N.H. i, 34,14.  Sobre estos aspectos nos remitimos a los trabajos : Martín-Bueno, 1991, pp. 165-180 ; MartínBueno, 1982, pp. 96-106 ; Martín-Bueno, Sáenz Preciado, 2004a, pp. 355-362 ; Martín-Bueno, Saénz Preciado, Uribe Agudo, 2004, pp. 473-488 ; Sáenz Preciado et alii, 2008, pp. 48-60. 6  Marcial, Ep. i, 49; iv, 55 ; x, 20, 96, 103-104 ; xii, 3, 18, 21. 5

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Detrás de esta política urbana de monumentales edificios públicos, muy sobredimensionados para las necesidades de la ciudad, encontramos a la élite municipal, si bien solo conocemos a uno de ellos, Aemilius, quien solo o con otros, pagó ex testamento las obras o decoración del foro y podemos pensar que también a él se debían las que se habían realizado en este edificio hasta su inauguración en el 27 d. C., según la ya mencionada dedicatoria a Tiberio. No obstante, estos individuos son la cara visible de la pujante clase dirigente local, que plasmará su poder económico en las nuevas edificaciones mediante la importación de los mármoles más lujosos del momento, con fines claramente propagandísticos, como respuesta también de adhesión al Estado, al adoptar tanto la arquitectura oficial como el material que la caracterizaba7. LAS EVIDENCIAS DEL CAMBIO

Hasta la actualidad, si el período de apogeo del municipio era fácil de determinar, no resultaba igual de sencillo hacer un esbozo de la evolución, en términos arqueológicos, de dicho emplazamiento hasta su definitivo abandono. Sin embargo, las excavaciones arqueológicas más recientes (campañas de 20112013) han desvelado nuevos datos que pueden ayudarnos a conocer un poco más acerca de la evolución histórica de Bilbilis y, en especial, de sus monumentales conjuntos públicos (fig. 2), creados como escaparate de la propaganda imperial y visibles desde la mayor parte del territorium que administraba la ciudad.

Fig. 2. — Reconstrucción hipotética del conjunto monumental compuesto del foro y el teatro del municipio 7

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 Pensabene, 2002, pp. 3-67.

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Precisamente, los hallazgos arqueológicos más recientes son los que permiten esbozar una nueva hipótesis de trabajo en el yacimiento, al aportar interesantes novedades que hacen que nos replanteemos la visión que sobre su historia teníamos hasta la actualidad: la posibilidad de que el Mvnicipivm Avgvsta Bilbilis hubiera sufrido si no una crisis, sí un declive progresivo de sus funciones cívicas, que habría comenzado en la segunda mitad del siglo ii d. C. y se habría manifestado principalmente a través de la pérdida de importancia de los conjuntos públicos. Interpretar en estos momentos si dichas transformaciones o abandonos son consecuencia de una decadencia de la vida cívica, que trajo consigo un cambio en el uso de los espacios públicos, es difícil de determinar. Por ello, la continuidad de las excavaciones será fundamental para averiguar cuáles fueron las causas que condujeron a esta situación, así como para analizar, mediante la comparación con otros yacimientos en los que se están constatando situaciones similares, si se trata de fenómenos extensibles a otras ciudades, a ámbitos o territorios concretos, o si, por otra parte, nos encontramos ante un fenómeno generalizado en Hispania y en el occidente romano. Tradicionalmente se consideraba que Bilbilis vivió su época de mayor esplendor en el siglo i y que la vida urbana se desarrolló, aunque con declives y en progresivo retroceso, hasta el siglo iv, momento en el que se acentuó su decadente y progresiva ruina hasta que en el siglo v o inicios del siglo vi la ciudad se abandona, según se desprendía de la aparición de elementos culturales aislados de esta época8. Sin embargo, actualmente planteamos que, desde mediados del siglo  ii, Bilbilis sufrirá un deterioro progresivo, como se constata por la falta de reformas e inversiones urbanas, así como por la despoblación y abandono de amplios sectores de la ciudad por parte de sus habitantes, que se concentrarán en la parte central del municipio en torno a los principales edificios. De la misma manera, se observa el traslado de población a las villae en el entorno de la actual Calatayud9 o a las grandes urbes como Caesaraugusta10. En este sentido, no podemos pasar por alto el reciente hallazgo en la plaza Ballester de Calatayud de unas monumentales termas del siglo iii (en vías de 8  Si bien Bilbilis debió estar ya abandonada en el siglo vi, sin descartar que malviviesen grupos aislados entre las ruinas de la ciudad, se ha documentado una pequeña ocupación medieval en el entorno del foro durante los siglos xii y xiii, vinculada con la repoblación del territorio tras la conquista de Calatayud por el rey Alfonso i en 1120. Fruto de esta ocupación es la necrópolis ubicada entre las ruinas del criptopórtico sur del foro, convertida en Iglesia, y que actualmente se encuentra en proceso de excavación. Un estudio preliminar se puede encontrar en Sáenz Preciado, Martín-Bueno, Sevilla Conde, 2010, pp. 207-224. 9  También hay que recordar la existencia de Platea, de ubicación desconocida, a la que el poeta bilbilitano Marcial se refiere por dos veces en sus epigramas (Ep. IV, 55.13: «Platea que resuena por su hierro rodeada por el Jalón que da temple a sus armas»; Ep. XII, 18.11: «Boterdo y Platea, estos nombres, tan broncos tienen las tierras celtíberas») y que ubicamos en Calatayud, no como una ciudad, sino como el barrio industrial de la Bilbilis que sería el germen de esta nueva ciudad en el siglo iii. 10  En estos momentos se está efectuado un programa de prospecciones y estudios de población del territorio que permitirá ampliar y matizar todos estos aspectos.

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excavación y publicación), que obligan a efectuar un nuevo replanteamiento del tema. La construcción de este edificio, en un momento en el que Bilbilis está en plena decadencia y en progresivo abandono, posibilita plantearse la hipótesis de un traslado poblacional desde la encumbrada Bilbilis, como fue descrita por Marcial, hasta la fértil vega de la actual Calatayud. Dos son los aspectos concretos, documentados durante las campañas arqueológicas más recientes, que están aportando nuevas evidencias que quizás impliquen adelantar a la segunda mitad del siglo  ii d. C. la pérdida de esplendor, decaimiento y crisis de la ciudad. En primer lugar la presencia de infraestructuras para la fabricación de cal de época no posterior al siglo iii d. C., entre las que se documenta al menos una calera (fig. 5), vinculada a un conjunto de espacios inmediatos en los que se han hallado fragmentos de esculturas marmóreas (fig.  3.2), al menos de cuatro ejemplares, y epígrafes, procedentes de los programas decorativos de los principales edificios públicos (fig. 3.3). En segundo lugar, nos encontramos con las informaciones que se desprenden de la excavación de la Cloaca Máxima de la ciudad (fig. 6). Su cegado y colmatación intencionada de la mitad inferior nos indica que su uso se había restringido ya en aquellos años, tal vez a causa de que se construyó con un tamaño superior a las necesidades reales del municipio. Infraestructuras para la fabricación de cal y/o yeso: El teatro y el foro Bilbilis, debido a la proximidad con Calatayud, es una ciudad en la que fue frecuente el reaprovechamiento del material para otras construcciones, tanto en la Antigüedad como en época reciente11. En el foro de Bilbilis se documentó, durante el proceso de excavación, que los restos de los programas decorativos hallados eran pocos y fragmentarios para lo que cabría esperar de este espacio monumental, algo que, sin embargo, no resultaba extraño al tratarse de una zona muy sometida a los arrastres de sedimentos y a la erosión. Se constató, a su vez, que los limitados hallazgos aparecían acumulados en un espacio determinado, situado entre el teatro y el ángulo noroeste del forum. Esta disposición intencionada de elementos arquitectónicos, epigráficos y escultóricos, que se encontraban completamente desmenuzados, tenía un fin claro: debieron ser dispuestos en este espacio en época medieval para ser convertidos en cal12. Afirmación que viene 11  La ocupación musulmana del territorio, mediante la fundación de Qal’at Ayyub (actual Calatayud) en el siglo viii, supuso el comienzo del desmantelamiento total de la vieja ciudad romana distante tan solo 5 km, principalmente viguería de madera, elementos metálicos y material latericio. A partir del Renacimiento, Bilbilis pasará a convertirse en una enorme cantera de elementos arquitectónicos, al ser la época de una gran política constructiva de iglesias y palacios en la pujante Calatayud, especialmente los promovidos, entre otras órdenes religiosas, por los Jesuitas (Seminario de Nobles, Colegio de los Jesuitas, actual sede de la UNED, San Juan el Real, etc.), en cuyos cimientos y paredes encontramos sillares, cornisas y columnas procedentes, principalmente, del foro y del teatro bilbilitano. Este expolio se mantendrá hasta 1877, año de construcción de la Plaza de Toros, para cuya cimentación y primeras gradas se emplearon igualmente sillares procedentes de la antigua ciudad romana. 12  Jiménez Salvador, inédito, p. 303.

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corroborada por el hallazgo en la zona de restos de hogueras, así como amplias bolsadas del material obtenido. El mismo hecho se ha podido constatar en las gradas orientales de la summa cavea y en las occidentales de la imma cavea del teatro. En su estudio sobre el teatro bilbilitano, J. Núñez Marcén se hace eco de la abundante cantidad de cal o yeso que reflejaban los estratos de la zona de la crypta próxima al sacellum de culto imperial, erigido en la cavea del teatro bilbilitano. A consecuencia de ello, el autor señala la posibilidad de que muchos de los mármoles aparecidos en la zona fueran acarreados hasta allí desde otros lugares del edificio o de la ciudad y acumulados para ser quemados en la zona con posterioridad13. De hecho, este espacio, debe ponerse en relación con el hallazgo de varios fragmentos escultóricos de entidad: la parte inferior de una escultura femenina de mármol aparecida en la parte este del sacellum de la summa cavea, concretamente en una unidad estratigráfica compuesta en su mayoría por restos constructivos del templo14. En ella también se localizó un torso marmóreo de togado masculino muy deteriorado (fig. 3.1) con claros indicios de haber sido quemado15. Por otra parte, en el parascaenium y versura fue localizado un potente nivel de casi 4 m de altura, compuesto totalmente por fragmentos de sillares de caliza y de alabastro y restos procedentes de sus retallados, fragmentos marmóreos quemados y bolsadas de cal y yeso16.

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Fig. 3. —1: Togado imperial aparecido en las proximidades del sacellum del teatro con restos de la combustión a la que fue sometido. 2: Fragmentos escultóricos aparecidos en la Casa del Ninfeo, junto al 3: fragmento epigráfico 13

 Núñez Marcén, inédito, pp. 217 y ss.  Esta pieza, actualmente conservada en el Museo de Calatayud (nº 00048), debe vincularse con un torso femenino descubierto en 1999 en el transcurso de las tareas arqueológicas que tenían lugar en la imma cavea del teatro bilbilitano. Se ha demostrado que ambas piezas conforman una única escultura, un personaje femenino, una princesa julio-claudia (¿Livia?), que formaba parte de la decoración escultórica del sacellum in summa cavea. Es probable que, en algún momento, dicha pieza se fragmentara en dos y que una de las partes cayera rodando por el graderío hasta la orchestra, donde apareció en el transcurso de las excavaciones. Sobre esta escultura nos remitimos al trabajo de Cancela Ramírez de Arellano, Martín Bueno, 2008, pp. 240 y ss., lám. 4. 15 Ibid, p. 240, fig. 6 ; Martín-Bueno, Sáenz Preciado, 2004b, p. 266, fig. 13. 16  Martín-Bueno, Núñez Marcén, Saénz Preciado, 2006, p. 241, fig. 31. 14

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Así pues, una vez que la ciudad quedó deshabitada o con una población residual, los elementos constructivos fueron reempleados en construcciones posteriores situadas en lugares próximos. Aspecto constatado en el casco histórico de Calatayud y en el barrio de Huérmeda, situado a pie del yacimiento, mientras que los programas decorativos marmóreos (basas, capiteles, molduras, esculturas…) eran destinados a la obtención de cal. Hay que reseñar que este importante expolio de material constructivo es una consecuencia de la geología del valle medio del Jalón, especialmente de la zona en la que se asientan Bilbilis y Calatayud, que carece de canteras de materiales pétreos nobles17, por lo que no debe resultar extraño que fueran precisamente las rocas ornamentales las que sufrieran de forma especial el pillaje18. Son todas estas bolsadas y acumulaciones de yeso, constatadas tanto en el foro como en el teatro, las que precisamente hacen pensar que dichos espacios, en un momento tardío posterior a su abandono, deben vincularse a acciones o procesos de manipulación para la obtención de cal. Sin entrar en mayores explicaciones, sabemos que para obtener una buena calcificación es necesario alcanzar como mínimo los 800-1.000º C, de ahí que con el fin de obtener dichas temperaturas sea necesaria la construcción de hornos o caleras. El problema reside en que ni en el foro ni en el teatro de Bilbilis han sido localizadas estructuras de este tipo. Por ello consideramos la posibilidad de que se hubiera aplicado en esta zona la técnica de la cocción sobre área exterior, constatada por J.-P. Adam observando las instalaciones de caleras en distintos países mediterráneos, para la cual no es necesaria la construcción de un horno y que está limitada a la obtención de yeso19. Así pues, desde nuestro punto de vista, y ante la carencia de estructuras que documenten lo contrario, las acumulaciones constatadas en las excavaciones del foro y del teatro deben ser vinculadas con la obtención de yeso a través de la técnica conocida como «cocción sobre área exterior». Esta técnica solo permite alcanzar temperaturas moderadas y únicamente es apta para la conversión del mármol o la piedra caliza en yeso20. A pesar de ello, no descartamos la presencia de uno o varios hornos que bien pudieron estar situados en sus proximidades y que actualmente se encuentran sin localizar. Dicho proceso, a su vez, debió producirse en época tardía o medieval, si atendemos a la cronología proporcionada por J. L. Jiménez Salvador y J. Nuñez Marcén21. 17

 Royo Plumed et alii, 2008, pp. 221-222. Sobre la presencia de canteras de las que se extrajeron los bloques constructivos de alguno de los edificios de Bilbilis, véase Aguilera Aragón, Cisneros Cunchillos, Gisbert Aguilar, 1995, pp. 165-179. 18  Sobre la procedencia y características del programa marmóreo del Bilbilis, véase Cisneros Cunchillos, Martín-Bueno, 2006, pp. 485-510. 19  Adam, 2002, p. 69. 20  Ibid p. 75. 21  Jiménez Salvador, inédito, p. 303 ; Núñez Marcén, inédito, pp. 217 y ss.

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La Casa del Ninfeo. El horno de cal y las estancias aledañas En la zona próxima a la denominada Casa del Ninfeo22, situada junto al cardus maximus de la ciudad, que comunicaba el foro con las termas, comenzaron a aparecer, a finales de la campaña de 2010, numerosos fragmentos marmóreos (fig. 3.2). Su abundancia y el estado de conservación llevaron a pensar en la posibilidad de que se ubicara en el entorno un horno para la fabricación de cal, como posteriormente se pudo constatar. Si bien a primera vista esta asociación puede resultar extraña, no lo es tanto si tenemos en cuenta la información que nos aporta Vitrubio, según el cual los albañiles romanos eran conscientes de que los mármoles y las calizas blancas eran las piedras que mejor respondían a la hora de obtener cal, por lo que estas eran las rocas que empleaban preferentemente para dicho proceso23. De ello se desprende que sabían que cuando las piedras contenían impurezas (actualmente denominamos impurezas a la presencia de silicato de aluminio, es decir, de arcilla), disminuía su calidad24. Por el contrario, esto no ocurría ni con el mármol ni con las calizas blancas (denominadas cales aéreas y que poseen únicamente entre un 0,1 y un 8 % de arcilla), por lo que sus resultados eran óptimos25. Entre los elementos marmóreos recuperados, algunos de ellos informes y en proceso de calcificación, se apreciaron numerosos elementos constructivos y decorativos bien conservados, procedentes de los edificios públicos de la ciudad. Dicho proceso también se ha constatado en otros yacimientos peninsulares durante época bajo imperial, cuando era frecuente que se aprovisionaran del material constructivo necesario para alimentar los hornos de cal a través del desmantelamiento de los edificios públicos ya en desuso, especialmente cuando estos presentaban elementos marmóreos26. Entre ellos destaca un hallazgo epigráfico cuya aparición hay que señalar que fue una grata sorpresa debido a la parquedad y pobreza de inscripciones conservadas en Bilbilis27 (fig. 3.3). Se trata de un fragmento de marmor lunense, prácticamente 22  Los trabajos arqueológicos y de restauración desarrollados en la Casa del Ninfeo han generado una amplia bibliografía que se encuentra recogida principalmente en las revistas Saldvie y Kausis. De entre todos ellos, destacamos : Sáenz Preciado et alii, 2005a, pp. 377-396 ; Id, 2005b, pp. 20-31 ; Id. 2006a, pp. 411-425 ; Id, 2006b, pp. 23-39 ; Sáenz Preciado et alii, 2007 pp. 31-39 ; Id, 2008, pp. 48-60. 23  Vitrubio, De Arquit, ii, 5 «En lo referente a la cal; ésta, para que sea buena, habrá de estar hecha de piedra blanca o de piedra dura, advirtiendo que la piedra compacta y dura es la mejor para los trabajos de albañilería, pero en cambio, para los enlucidos, es mejor la de piedra porosa». 24  Catón, De Agr, xliv, De fornace calcaria «Cárguese el horno con piedras buenas, lo más blancas y con menos manchas posibles». 25  Adam, 2002, p. 76. 26  Sobre este aspecto es aconsejable la consulta del trabajo de Diarte Blasco, 2012, pp. 25 y ss. 27  Los restos epigráficos que aporta el yacimiento son escasos, apenas fragmentos con letras sueltas y poco más, si bien hay que destacar la aparición, junto a la escalinata de acceso al templo del foro, de una inscripción monumental de mármol lunense dedicada a Tiberio por voluntad testamentaria de un evergeta bilbilitano de nombre Aemilius, hijo de Gaius. Sobre este y otros restos epigráficos de Bilbilis y su entorno, véanse Martín-Bueno, 1981, pp. 249-253 ; Martín-Bueno, Navarro Caballero, 1997, pp. 205-239.

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cuadrado, de dimensiones 0,22 m de largo por 0,23 m ancho. El módulo de las letras, de excelente factura y de tipo capital cuadrada, es de unos 7,5 cm de altura por 6, 5 cm de anchura, mientras que el espacio destinado al texto ocupa 14 cm de largo por 8 cm de alto. Se documenta también la presencia de una interpunción de tipo triangular y de un nexo. Hay que destacar, por otra parte, que en uno de los laterales de la inscripción aparece una decoración moldurada. A pesar de las pocas letras conservadas, y de que no se puede saber con seguridad si dicho epígrafe continúa, proponemos una posible lectura, ya que consideramos que la interpunción triangular marca el inicio de una nueva palabra, en este caso una abreviatura, y que el espacio a la derecha de la última letra, por ser mayor que el normal de separación entre letras, está señalando el final de la línea. La interpretación se hace sin embargo dificultosa al no estar seguros de si las letras que forman el nexo son «DE» o «DP», de ahí que propongamos dos posibles lecturas, que nos hablan de una dedicatoria realizada, bien por parte del municipio por decreto decurional Dec(urionum), es decir se haría referencia a una dedicatoria ex decreto decurionum, o por parte de un particular·D(edicavit) P(onendum) C(uravit). La calidad que presentan las letras, así como su módulo y ejecución, son similares a las que encontramos en la dedicatoria a Tiberio hallada en el foro, lo que nos hace pensar en una inscripción pública que debería proceder con bastante probabilidad del teatro, ya que los mármoles con los que aparece contextualizado el epígrafe, en los espacios anexos al horno de cal, son iguales a los presentes en los revestimientos del sacellum dedicado al culto imperial28, destacando dos capiteles corintios marmóreos cuya modulación encaja perfectamente con los que debió de estar decorado (fig.  4), así como varios fragmentos de togado que conformarían su programa iconográfico (fig.  3.2).

Fig. 4. — Fragmentos de capiteles de mármol descubierto en el depósito marmóreo de la Casa del Ninfeo procedente del sacellun del teatro 28  El estudio de los mármoles empleados en Bilbilis ha permitido identificar cómo el sacellum presentaba una pavimentación de placas de marmor Numidicum, Luculleum y Lunense, mientras los revestimientos eran de marmor Luculleum, Numidicum, Phrygium, «brecha coralina», Chium, Scyrium y Carystium ; se han identificado varias molduras de marmor Lunense blanco, mientras los fragmentos escultóricos se encuentran dentro de las variantes del marmor Lunense. El volumen de mármoles procedente de estos lugares representa casi el 50 % del global de los estudios en Bilbilis, siguiendo la tónica general de otros yacimientos de la Tarraconense. Sobre este y otros aspectos vinculados con la marmorización de la ciudad, véase Cisneros Cunchillos, Martín-Bueno, 2006, pp. 485-510.

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Por otra parte, su grosor descarta la posibilidad de que se tratara de una placa honorífica y nos lleva a interpretarlo de dos formas: como parte del friso conmemorativo de un edificio, si consideramos el epígrafe una dedicatoria realizada por parte del municipio y admitimos la lectura Dec(urionum). Mientras que, si clasificamos la inscripción como una dedicatoria realizada por un particular, basándonos en la segunda lectura propuesta: D(edicavit) P(onendum) C(uravit), no podemos descartar que la procedencia de dicho epígrafe fuera el foro de la ciudad, y se identificaría como un pedestal que formaría parte del programa decorativo de este espacio. El hallazgo de estos elementos marmóreos se complementó con la localización de un horno para la fabricación de cal (fig.  5). Sin embargo, en su interior tan solo se hallaron restos de cal y algunos pequeños fragmentos marmóreos. La mayor parte del horno está amortizada por un basurero cuyos materiales, abundantes restos óseos, fragmentos de varios acus crinalis y fragmentos cerámicos, actualmente en estudio, parecen aportar un contexto fechable en el siglo iii. Finalmente, aparte de los fragmentos reseñables e identificables que hemos mencionado, y que se encontraban acumulados en las cercanías del horno para ser quemados, aparecieron otras piezas de mármol informes y en mal estado de conservación que no son otra cosa que el producto obtenido tras el proceso de calcificación: cal viva y piedras pulverizables en superficie que deben hidratarse para dar lugar a la denominada cal apagada.

Fig. 5. — Parte del supuesto horno descubierto en la Casa del Ninfeo antes de su excavación

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A partir de las descripciones que nos aportan los autores clásicos sobre el proceso de fabricación de la cal —Vitrubio (De architectura, ii ,5) y Catón (De agricultura, xliv), precisamente es este último el que nos describe, de forma detallada, cómo se construía un horno romano—, podemos esbozar una idea general sobre el aspecto y funcionalidad que dicha estructura presentaría en nuestro yacimiento. Del mismo modo, contamos con las observaciones realizadas por J.-P. Adam en cuanto a las instalaciones de caleros en distintos países mediterráneos, y con los datos extraídos hasta el momento de los trabajos arqueológicos emprendidos en la zona. En cuanto a las dimensiones, el horno documentado en Bilbilis presentaría un tamaño más reducido (1,80 m, seis pies de diámetro) que el prototipo descrito por Catón de 2,96 m, 10 pies de diámetro. Por su parte, teniendo en cuenta los tres procedimientos documentados en los países mediterráneos para la obtención de cal29: 1) la cocción en horno con el fogón en la base, denominada cocción de llama larga; 2) la cocción en horno por apilamiento o cocción de llama corta y, 3) la cocción en área exterior, podemos presuponer, considerando que el método de cocción de llama corta no está atestiguado en la Antigüedad y que la cocción en área exterior únicamente permite la obtención de yeso30, que el horno aparecido en Bilbilis presentaría el fogón en la base, tal y como ocurre en el modelo descrito por Catón. Resulta especialmente llamativa la ubicación que presenta esta estructura en el municipio, ya que generalmente los hornos de cal se sitúan próximos a las canteras o lugares de extracción de piedra caliza. También podía ocurrir que los caleros instalasen uno o varios hornos en las proximidades de obras de construcción de alguna importancia, con el fin de aprovisionarlas. Este hecho se ha documentado en múltiples lugares, por ejemplo en Pompeya, como demuestra el horno hallado en la Casa de la Capilla Ilíaca, que debía de satisfacer las necesidades de las diferentes obras de construcción que se estaban realizando en el barrio de la calle de la Abundancia tras el terremoto del año 62 d. C.31. En el caso de Bilbilis, es significativa su proximidad con el cardus maximus que discurre a sus pies y que probablemente determinó su ubicación, ya que facilitaba el trasporte del material expoliado desde el teatro y el foro, que se encuentran en sus proximidades. Aunque no podemos determinar cuál era el fin último de la cal obtenida, lo que sí que podemos afirmar, a raíz de los hallazgos realizados, es que como materia prima recurrieron a lo que tenían más a mano y que sabían que les proporcionaría un producto de calidad: los programas decorativos en mármol de los espacios públicos de la ciudad. Así pues, dicho horno debe ser puesto en relación directa, tanto por los materiales como por las unidades estratigráficas documentadas, con los espacios 29

 Adam, 2002, p. 69.  Ibid, p. 74. 31  Ibid, p. 75. 30

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excavados en campañas anteriores, que, a falta de que se termine la excavación de la zona, creemos se encuentran claramente vinculados con la etapa de funcionamiento de la calera, y los fragmentos marmóreos encontrados contituyen el material que debía emplearse para la obtención de la cal, siguiendo para ello el procedimiento descrito por los clásicos32. En cuanto a su cronología, hay que tener en cuenta que para fechar este horno debemos valorar como referencia más directa sus contextos asociados. A falta de datos más concretos de los que podamos disponer para su datación, contamos con su relleno de amortización. Este, que cubría el horno convertido en un basurero en el siglo iii, y las estructuras localizadas, que transformaron la domus altoimperial, son los que precisamente nos aportan una fecha postquem para la calera. Por lo tanto, en un primer momento, nos encontramos con una acumulación de elementos constructivos apilados en alguno de los espacios de la Domus del Ninfeo, concretamente en varias tabernae de su frente comercial abierto al cardus maximus. Paralelamente se construyó el horno, para posteriormente quedar todo ello amortizado por las nuevas estructuras edificadas en el siglo iii, que alteraron la primitiva planta de la casa. Mientras tanto, el horno, ya en desuso, se convirtió en un basurero de la nueva edificación. La cloaca máxima del Mvnicipivm Avgvsta Bilbilis La configuración geomorfológica de la ciudad fue determinante a la hora de establecer la infraestructura de abastecimiento de agua del municipium, así como su red de evacuación. La principal cloaca atestiguada en el yacimiento es la que se realizó para que actuase como sistema de drenaje del teatro, cuya prolongación se convirtió en la Cloaca Maxima de la ciudad33. La edificación del teatro en época augustea supuso cortar el barranco, drenaje natural de toda la zona occidental de la ciudad, lo que a la larga hubiera podido producir problemas importantes en un edificio parcialmente sostenido por rellenos artificiales34. La solución adoptada consistió en construir un canal cubierto, retallado en su mayor parte en la misma roca natural, pero ajustándose al fondo y trazado natural del barranco, que permitía drenar la zona y, además, construir sobre él la scaenae frons teatral35. 32

 Carmona Ávila, Luna Osuna , 2007, p. 53.  Sobre la red de cloacas de la ciudad, y en concreto sobre la cloaca máxima de Bilbilis nos remitimos a Martín-Bueno, Sáenz Preciado, 2013, pp. 366-368, figs. 399 y 400. 34  Martín-Bueno, Sáenz Preciado, 2004b, p. 266, fig. 13. 35  Su diseño y dimensiones posibilitaban que una persona circulara perfectamente de pie y proceder a su limpieza sin mayor problema. La cloaca presenta un aspecto ligeramente de triangulo isósceles; sus dimensiones internas son de 219 cm de altura y una anchura de 45 cm en la boca, 90 en la parte central y 120 cm en el fondo. Únicamente los 49 cm superiores de fábrica que configura un specus han sido realizados mediante dos muros paralelos en opus incertum de 75 cm de anchura cada uno de ellos, sobre los que descansa la cubierta que consiste en grandes bloques rectangulares a modo de losas irregulares con una media de 98/101 x 67/89 x 30 cm. La cara interna de la zona superior de la cloaca estuvo recubierta por un revestimiento hidráulico encofrado de opus 33

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El estudio estratigráfico de dicha construcción ha podido establecer dos fases de utilización (fig. 6). La cloaca originaria, que fue construida en el momento de monumentalización de la ciudad con Augusto y por extensión del teatro, por lo menos de su scaenae frons, debió estar en funcionamiento en su totalidad, únicamente, hasta finales del siglo i. Dicha afirmación se desprende del hallazgo, en las unidades estratigráficas inferiores, de un as de Vitelio acuñado en Tarraco (69 d. C., RIC.40, plach. 30.40), junto a fragmentos de producciones cerámicas de terra sigillata itálica, terra sigillata gálica y terra sigillata hispánica, perteneciente al estilo de imitación y metopado, paredes finas Mayet XXXVII, etc., que nos aportan un horizonte cronológico que no sobrepasa el final del siglo i. Por otra parte, los materiales que se adscriben a la secuencia superior en sus distintas unidades estratigráficas presentan un claro contexto fechable en el siglo ii, sin que ningún material sobrepase la segunda mitad del siguiente siglo, momento en el que la cloaca parece que queda colmatada o ya fuera de uso.

Fig. 6. — Corte estratigráfico de la cloaca máxima que transcurre bajo el scaenae frons teatral

Este cegamiento debemos entender que responde a los acontecimientos y desarrollo urbano de Bilbilis, al haberse construido una cloaca sobredimensionada a las necesidades de la ciudad, o bien dimensionada para unas necesidades y funciones que nunca llegó a alcanzar. De ahí que se optase por sellar parte de ella y facilitar sus labores de mantenimiento y limpieza. signinum ligeramente, hoy prácticamente perdido, pero ausente en la zona inferior, ya que la roca natural aseguraba su impermeabilización.

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El expolio y reutilización de materiales supuso en la Antigüedad un floreciente negocio en torno al cual se estructuraba una potente y diversificada red comercial de distribución36. Baste como ejemplo cómo a inicios del siglo v, el emperador Honorio estableció que las sumas pagadas por particulares por la compra de un edificio en ruinas debían ser destinadas a la restauración de edificios útiles para la comunidad37. Si bien «el negocio» que surgió en Bilbilis, en comparación con el que debió de existir en otros núcleos urbanos más importantes, como por ejemplo Caesaraugusta, debió de ser menor, no por ello hay que desconsiderarlo. Hasta aquí hemos descrito y explicado las infraestructuras para la fabricación de cal, de época no posterior al siglo iii, localizadas en las últimas campañas de excavación. Sin embargo, debemos plantearnos por qué un horno y una serie de estancias aledañas en las que se han encontrado fragmentos de esculturas y epígrafes están generando nuevas hipótesis que implicarían adelantar al siglo ii la pérdida de esplendor de la ciudad. Evidentemente, estos hallazgos nos hablan de un desmantelamiento de los programas decorativos, escultóricos, arquitectónicos y epigráficos de los principales espacios públicos de la ciudad, pero ¿cuál es la causa? En Bilbilis, el expolio y la reutilización de materiales son una constante, debido a la carencia de materiales pétreos nobles. Dicha tendencia podría hacernos pensar que la acumulación de fragmentos marmóreos documentada en varias de las tabernae de la Casa del Ninfeo era consecuencia directa de una reforma de los programas ornamentales de la ciudad o, en su caso, llevarnos a considerar que, en algún momento, se produjo el desmantelamiento de estos por su pérdida de utilidad. Para determinar la causa, lo que debemos esclarecer es cuándo se llevó a cabo este proceso. Este espacio destinado a la fabricación de cal, que en un primer momento se consideraba tardío y que se vinculaba con el abandono de la ciudad, actualmente parece no serlo tanto. Y es que los paramentos, de composición, factura y ejecución claramente tardía, que en un principio se pensaba que compartimentaban las tabernae, son posteriores a todo este proceso, ya que se aprecia cómo los fragmentos de mármol y de molduras se encuentran incrustados en sus cimentaciones, e incluso cómo los muros discurren sobre estas acumulaciones de mármoles. Queda entonces descartada la hipótesis de un horno medieval o de composición tardía, en el entorno de la Casa del Ninfeo, teniendo en cuenta que parte de dichas estructuras parecen ubicarse sobre el decumanus maximus, ya completamente abandonado, como se aprecia por las bolsadas de escombros y basura documentadas sobre su enlosado. A pesar de ello, no descartamos que en Bilbilis podamos encontrar hornos medievales y de época posterior, especialmente en la zona occidental del teatro, en donde ya mencionamos la aparición de lugares de trabajo para la retalla de materiales constructivos, que, una vez extraídos de los edificios y trabajados posteriormente, fueron trasladados a Calatayud. 36

 Murga Gener, 1979, pp. 239-263.  De Lachenal, 1995, p. 11.

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La finalidad del horno localizado en la Casa del Ninfeo, sin que descartemos que esté acompañado de otros por descubrir, actualmente todavía no puede esclarecerse, pero parece probable que su fin fuese el aprovisionamiento de materia prima para las reformas urbanas que se han constatado en este sector de la ciudad. A falta de los datos que nos aporten las excavaciones posteriores y del estudio de materiales asociados más allá de la simple apreciación in situ, podemos adelantar una fecha aproximada para el horno y, por extensión, para los mármoles de la ciudad, hacia finales al siglo ii d. C. Con anterioridad hemos comentado que era precisamente el hallazgo de tan alto volumen de elementos marmóreos lo que nos llevaba a plantear un desmantelamiento de los programas decorativos del foro y del teatro. Desde nuestro punto de vista, la causa no puede responder únicamente a una reforma de los programas ornamentales por un cambio dinástico o por una reforma estructural, ya que el volumen de fragmentos preparados para la calcinación es muy elevado y no corresponde únicamente a esculturas, sino que incluye también epígrafes y elementos constructivos, tales como capiteles procedentes con toda probabilidad del sacellum del teatro. Así, concluyendo, y considerando todos los aspectos mencionados con anterioridad, de la misma manera que teniendo en cuenta también los resultados que aportó la excavación de la cloaca máxima de la ciudad con un amortización parcial, podemos plantear que el Mvnicipivm Avgvsta Bilbilis habría sufrido, ya en fecha temprana, finales del siglo  ii, sino una crisis generalizada, sí un decaimiento de sus funciones cívicas. Este hecho se tradujo en la pérdida de importancia de los espacios públicos de la ciudad, lo que habría llevado a la reutilización de los materiales ornamentales que los cubrían, escasos y muy apreciados en el valle del Ebro como materia prima para la obtención de cal y su empleo en nuevas obras o en la restauración de la existentes, prolongando la vida y uso de los edificios bilbilitanos.

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