MURILLO REDONDO, J.F. et alii (2010): “El área suburbana occidental de Córdoba a través de las excavaciones en el anfiteatro” en D. VAQUERIZO y J.F. MURILLO (Eds.), El Anfiteatro Romano de Córdoba y su entorno urbano. Análisis Arqueológico (ss. I-XIII d.C.), MgAC, nº 19, vol. I, 99-310.

November 22, 2017 | Autor: G. Universidad de... | Categoría: Ancient Topography (Archaeology), Roman Amphitheater, Suburbia, Roman Spectacle and Entertainment
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Descripción

Edita: Grupo de Investigación Sísifo (P.A.I., HUM-236)

19

19. VAQUERIZO, D.; MURILLO, J. F. (Eds.) 2010: El Anfiteatro Romano de Córdoba y su entorno urbano. Análisis Arqueológico (ss. I-XIII d.C.), Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (2 vols.), Córdoba. 18. VAQUERIZO, D. (Ed.) 2010: Las Áreas Suburbanas en la ciudad histórica. Topografía, usos, función, Monografías de Arqueología Cordobesa 18, Córdoba. 17. RUIZ OSUNA, A. B. 2010: Colonia Patricia, centro difusor de modelos. Topografía y monumentalización funeraria en Baetica, Monografías de Arqueología Cordobesa 17, Córdoba. 16. RUIZ OSUNA, A. B. 2007: La monumentalización de los espacios funerarios en Colonia Patricia Corduba (ss. I a. C. - II d. C. ), Arqueología Cordobesa 16, Córdoba. 15. MORENO ROMERO, E. 2007: “Santa Rosa”. Un sector de la Necrópolis Septentrional de Colonia Patricia, Arqueología Cordobesa 15, Córdoba. 14. GUTIÉRREZ DEZA, M. I. 2007, Los opera sectilla cordobeses, Arqueología Cordobesa 14, Córdoba. 13. LEÓN PASTOR, E. 2007: La secuencia cultural de la Corduba prerromana a través de sus complejos cerámicos, Arqueología Cordobesa 13, Córdoba. 12. CASTRO DEL RÍO, E. 2005: El arrabal de época califal de la zona arqueológica de Cercadilla. La arquitectura doméstica, Arqueología Cordobesa 12, Córdoba. 11. VAQUERIZO, D.; GARRIGUET, J. A.; VARGAS, S. 2005: “La Constancia”. Una contribución al conocimiento de la topografía y los usos funerarios en la Colonia Patricia de los siglos iniciales del Imperio, Arqueología Cordobesa 11, Córdoba. 10. MONTERROSO, A. 2005: Ex teatro cordubensi. La vida del monumento y la producción de cerámicas africanas en el Valle del Baetis, Arqueología Cordobesa 10, Córdoba. 9. CASAL, M. T. 2003: Los cementerios musulmanes de Qurtuba, Arqueología Cordobesa 9, Córdoba. 8. SALINAS, E. 2003: El vidrio romano de Córdoba, Arqueología Cordobesa 8, Córdoba. 7. SÁNCHEZ RAMOS, M. I. 2003: Un sector tardorromano de la necrópolis septentrional de Corduba, Arqueología Cordobesa 7, Córdoba. 6. MARTÍN URDIROZ, I. 2002: Sarcófagos de plomo de Córdoba y provincia, Arqueología Cordobesa 6, Córdoba. 5. CÁNOVAS, A. 2002: La decoración pictórica de la villa de El Ruedo (Almedinilla, Córdoba), Arqueología Cordobesa 5, Córdoba. 4. SÁNCHEZ MADRID, S. 2002: Arqueología y Humanismo. Ambrosio de Morales, Arqueología Cordobesa 4, Córdoba. 3. VAQUERIZO, D.; MURILLO, J. F.; CARRILLO, J. R.; MORENO, M. F.; LEÓN, A.; LUNA, M. D.; ZAMORANO, A. M.ª 1994: El Valle Alto del Guadiato (Fuenteobejuna, Córdoba), Arqueología Cordobesa 3

Con la colaboración de

2. VAQUERIZO, D.; MURILLO, J. F.; QUESADA, F. 1994: Fuente Tójar, Arqueología Cordobesa 2 1. QUESADA, F.; MURILLO, J. F.; CARRILLO, J. R.; CARMONA, S.; QUESADA, F. 1994: Almedinilla, Arqueología Cordobesa 1

MINISTERIO DE Ciencia e Innovación

Monografías de Arqueología Cordobesa (MgAC), que vieron la luz por primera vez en 1994, es una serie de carácter temático publicada por el Grupo de Investigación Sísifo (P.A.I., HUM-236), de la Universidad de Córdoba, y la Gerencia Municipal de Urbanismo de

cordobesa

esta misma ciudad, en el marco de su convenio de colaboración para la realización de actividades arqueo-

Vaquerizo, D.; Murillo, J. F. (Eds.)

El Anfiteatro Romano de Córdoba y su entorno urbano. Análisis Arqueológico (ss. I-XIII d.C.)

19 Vol. I

lógicas, que dirigen el Prof. Dr. Desiderio Vaquerizo Gil y el Dr. Juan Fco. Murillo Redondo. MgAC surgen como instrumento para dar a conocer de forma monográfica propuestas de interpretación arqueológica desarrolladas por Investigadores de dicho Convenio, que someten así de manera periódica su trabajo al juicio crítico de la comunidad científica internacional, y también temas de especial relevancia para el avance de la investigación arqueológica internacional, española y cordobesa.

Vaquerizo, D.; Murillo, J. F. (Eds.) El Anfiteatro Romano de Córdoba

[ monografías de arqueología cordobesa ] 2010

Vol. I

monografías de arqueología

[ 2010 ]

Monografías de Arqueología Cordobesa

Imagen de portada: Vista aérea del Rectorado de la Universidad de Córdoba, con la superposición de las diversas fases documentadas arqueológicamente. Destaca entre todas ellas la inmensa mole del anfiteatro patriciense (Elaboración: R. Ortiz; © Convenio GMU-UCO).

NÚM.

19

(VOL. I)  2010

[ NUEVA ÉPOCA ]

El Anfiteatro Romano de Córdoba y su entorno urbano. Análisis Arqueológico (ss. I-XIII d.C.) (Vol. I)

Vaquerizo, D.; Murillo, J. F. (Eds.)

Córdoba, 2010

NÚM.

19

(vol. I)  2010

[ NUEVA ÉPOCA ] Serie monográfica publicada por el Grupo de Investigación Sísifo (P.A.I., HUM-236), de la Universidad de Córdoba, y la Gerencia Municipal de Urbanismo del Ayuntamiento de esta misma ciudad, en el marco de su convenio de colaboración para la realización de actividades arqueológicas en Córdoba, entendida como yacimiento único.

Directores

Desiderio VAQUERIZO GIL Juan F. MURILLO REDONDO Secretarios

José A. Garriguet Mata Alberto León Muñoz

Foto de portada: Vista aérea del Rectorado de la Universidad de Córdoba, con la superposición de las diversas fases documentadas arqueológicamente en su parte trasera. Destaca, entre todas ellas, la inmensa mole del anfiteatro patriciense (Elaboración: Raimundo Ortiz; © Convenio GMU-UCO).

Correspondencia y pedidos Área de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras Plaza de Cardenal Salazar, 3. 14003 CÓRDOBA Tel.: 957 218 804 - Fax: 957 218 366 E-mail: [email protected] www.arqueocordoba.com D. L. CO: 1.223/2010 I.S.B.N.: 978-84-932591-8-1 Confección e impresión:

Imprenta San Pablo, S. L. - Córdoba www.imprentasanpablo.com

La dirección de MgAC no se hace responsable de las opiniones o contenidos recogidos en los textos, que competen en todo caso a sus autores

Este doble volumen es resultado del proyecto de investigación “In Amphitheatro. Munera et funus. Análisis arqueológico del anfiteatro romano de Córdoba y su entorno urbano (ss. I-XIII d.C.)”, financiado por la Secretaría de Estado de Política Científica y Tecnológica (Dirección General de Investigación, Ministerio de Educación y Ciencia, hoy Ciencia e Innovación, del Gobierno de España), en su convocatoria de 2006, con apoyo de la Unión Europea a través de sus Fondos Feder (Ref. HUM2007-60850/HIST). Se inscribe, igualmente, en el Convenio de Colaboración que el Grupo de Investigación Sísifo de la Universidad de Córdoba (HUM-236; Plan Andaluz de Investigación; Junta de Andalucía) mantiene con la Gerencia Municipal de Urbanismo del Ayuntamiento de esta misma ciudad para su estudio como yacimiento único. Todos ellos tienen como Investigador Principal a D. Vaquerizo.

Relación de autores Editores científicos y coordinadores: D. Vaquerizo  /  J. F. Murillo Autores: BLANCO GUZMÁN, Rafael ✉✉ [email protected]

CANO SANCHIZ, Juan Manuel ✉✉ [email protected]

CÁNOVAS UBERA, Álvaro ✉✉ [email protected]

CARMONA BERENGUER, Silvia ✉✉ [email protected]

CASAL GARCÍA, María Teresa ✉✉ [email protected]

CASTILLO PÉREZ DE SILES, Fátima ✉✉ [email protected]

CASTRO DEL RÍO, Elena ✉✉ [email protected]

DORTEZ CÁCERES, Teresa ✉✉ [email protected]

GARCÍA MATAMALA, Begoña ✉✉ [email protected]

LEÓN MUÑOZ, Alberto ✉✉ [email protected]

LEÓN PASTOR, Enrique ✉✉ [email protected]

MARTAGÓN MAESA, María ✉✉ [email protected]

MURILLO REDONDO, Juan Francisco ✉✉ [email protected]

ORTIZ URBANO, Raimundo ✉✉ [email protected]

PIZARRO BERENGENA, Guadalupe ✉✉ [email protected]

RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, María del Carmen ✉✉ [email protected]

RUIZ LARA, Dolores ✉✉ [email protected]

RUIZ OSUNA, Ana ✉✉ [email protected]

SALINAS PLEGUEZUELO, María Elena ✉✉ [email protected]

GARRIGUET MATA, José Antonio ✉✉ [email protected]

González ruiz, Antonio José ✉✉ [email protected]

GUTIÉRREZ DEZA, María Isabel ✉✉ [email protected]

HERNÁNDEZ LOZANO, Liliana ✉✉ [email protected]

SÁNCHEZ MADRID, Sebastián ✉✉ [email protected]

SORIANO CASTRO, Patricio José ✉✉ [email protected]

VAQUERIZO GIL, Desiderio ✉✉ [email protected]

VARGAS CANTOS, Sonia ✉✉ [email protected]

JURADO PÉREZ, Saray

VÁZQUEZ NAVAJAS, Belén

✉✉ [email protected]

✉✉ [email protected]

[ 9 ]

ÍNDICE

(VOL. I)

INTRODUCCIÓN (D. Vaquerizo y J. F. Murillo) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

15

EL PROYECTO AMPHITHEATRO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

19

IN AMPHITHEATRO. MUNERA ET FUNUS. EL ANFITEATRO ROMANO DE CÓRDOBA Y SU ENTORNO URBANO (ss. I-XIII d.C.). FUNDAMENTACIÓN CONCEPTUAL Y PLANTEAMIENTOS METODOLÓGICOS (D. Vaquerizo) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

21

EL MEDIO FÍSICO Y LAS INFRAESTRUCTURAS: RED VIARIA, ABASTECIMIENTO DE AGUA Y GESTIÓN DE RESIDUOS . . . . . . . . . . . . . . .

31

El medio físico (D. Ruiz Lara, R. Ortiz, S. Carmona, P. J. Soriano) . . . . . . . . . . . . . . . .

33

Geomorfología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Hidrología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Edafología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Vegetación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Otros recursos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

33 38 38 41 42

El Baetis (E. León Pastor) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

45

Morfología fluvial del Guadalquivir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El Baetis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Infraestructuras hidráulicas en el Baetis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

45 46 47

El poblamiento prerromano de Corduba (E. León Pastor) . . . . . . . . . . . . . . . .

51

Corduba y la secuencia cultural de sus estratigrafías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Síntesis de la investigación de Colina de los Quemados, Corduba . . . . . . . . . . . . . . . . Del poblado prerromano de Corduba a la fundación de Claudio Marcelo . . . . . . . . . . . .

51 52 52

Territorio y vías de comunicación en época romana (M. C. Rodríguez) . . . . .

55

Territorio y vías de comunicación EN ÉPOCA islámica (M. Martagón) . . . . . .

66

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Tipología viaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Jerarquización de los ejes viarios: características estructurales y funcionalidad . . . . . . . Evolución diacrónica de los ejes viarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

66 72 77 80

La infraestructura de abastecimiento. Acueductos y qanawat– al occidente de Córdoba (G. Pizarro) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

82

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los acueductos romanos de Colonia Patricia. Agua, territorio y urbanismo a Occidente de Córdoba . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

82 83 [ 11 ]

La continuidad de los sistemas hidráulicos. Los qanawa–t de época islámica . . . . . . . . . Recopilación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

92 98

EL ÁREA SUBURBANA OCCIDENTAL DE CÓRDOBA A TRAVÉS DE LAS EXCAVACIONES EN EL ANFITEATRO. UNA VISIÓN DIACRÓNICA (J. F. Murillo, M. I. Gutiérrez, M. C. Rodríguez, D. Ruiz Lara) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

99

La identificación del anfiteatro de Colonia Patricia . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101 Las excavaciones en la antigua Facultad de Veterinaria . . . . . . . . . . . . . . . 107 Primera Campaña (2002-2004) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107 Segunda Campaña (2006-2008) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134 La secuencia histórica del anfiteatro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 248 La construcción del anfiteatro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El abandono y expolio del anfiteatro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Reutilización del anfiteatro durante la Tardoantigüedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Ocupación del área del anfiteatro en época islámica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Transformaciones entre los siglos XIV y XX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

250 277 285 295 309

Anexo 1 Los complejos cerámicos del anfiteatro de Colonia Patricia Corduba (L. Hernández, S. Vargas) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 311 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Campaña 2002-2004 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Campaña 2006-2008 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

311 311 318 324

Anexo 2 El sector noroccidental del anfiteatro de Córdoba: laS intervenciones arqueológicas en C/ Albéniz, 2 y Avda. Medina Azahara, 9 (R. Ortiz) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 329 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Encuadre histórico y antecedentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Desarrollo de los trabajos y metodología de intervención . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Presentación e interpretación de los hallazgos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

ÍNDICE

329 329 331 333

(VOL. II)

SUBURBIUM OCCIDENTALE CORDUBENSE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 363 El concepto de suburbium en la ciudad romana (J. A. Garriguet) . . . . . . . . . . Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Un problema terminológico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Arqueología de las áreas suburbanas en las ciudades romanas de las provincias occidentales: una visión sintética . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los suburbios de la Córdoba romana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . [ 12 ]

365 365 366 369 374

VIAE SEPULCHRALES Y PAISAJE FUNERARIO (A. Ruiz Osuna) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Topografía funeraria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Evolución cronológico-tipológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

380 380 384 388 401

Aproximación a la infraestructura viaria del barrio del anfiteatro (F. Castillo, M. I. Gutiérrez, J. F. Murillo) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 406 La arquitectura doméstica de la zona occidental de Colonia Patricia Corduba (A. Cánovas) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 415 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 415 Vicus occidentalis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 419 Domus del Sátiro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 427 Instalaciones industriales y comerciales en el Suburbium Occidentale (B. García) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 439 Talleres artesanales o industriales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Tabernae . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Estructuras de almacenamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Vertederos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

441 444 445 448 449

El vicus del Suburbium Occidental de Colonia Patricia visto a través de sus conjuntos cerámicos (S. Vargas) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 450 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El vicus occidental del Paseo de la Victoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La domus del Parque Infantil de Tráfico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

450 451 459 465

El anfiteatro de Colonia Patricia Corduba en el marco de la ideología imperial (J. A. Garriguet) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 466 El factor espacial: emplazamiento del anfiteatro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 467 El factor temporal: la cronología del anfiteatro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 474 Epigrafía gladiatoria cordubense (S. Sánchez, D. Vaquerizo) . . . . . . . . . . . . . . 480 El contexto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 480 Anfiteatros y gladiadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 483 La familia gladiatoria cordubense . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 485

LA ETAPA TARDOANTIGUA: NUEVO PAISAJE SUBURBANO . . . . . . . . . . . . 501 La transición de la civitas clásica cristianizada a la madina islámica a través de las transformaciones operadas en las áreas suburbiales (J. F. Murillo, A. León Muñoz, E. Castro, M. T. Casal, R. Ortiz, A. J. González) . . . . . . . . . . 503 Los primeros indicios de cambio en la ciudad y el suburbio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De la cristianización del suburbium… . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . … A la nueva civitas cristiana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La conquista islámica y el inicio del proceso de islamización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ‘Abd al-Rahman II y la consolidación de la imagen urbana de Madinat Qurtuba . . . . . . De Madinat Qurtuba a la aglomeración urbana Madinat Qurtuba - Madinat al-Zahra Madinat al-Zahira . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

504 510 518 525 535 540 [ 13 ]

LA CRISTIANIZACIÓN DE LA TOPOGRAFÍA FUNERARIA EN EL SUBURBIUM OCCIDENTAL (A. León Muñoz, S. Jurado) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 547 Los primeros indicios cristianos en las necrópolis paganas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 549 La configuración de una topografía funeraria cristiana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 553

LA ISLAMIZACIÓN DE QURTUBA Y LA APARICIÓN DE UN NUEVO CONCEPTO DE ÁREA SUBURBANA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 563 LOS ARRABALES DEL SECTOR SEPTENTRIONAL DEL YANIB AL-GARBI . . . . . . . . . . . . 565 La almunia y el arrabal de al-Rusafa, en el Yanib al-Garbi de Madinat Qurtuba (J. F. Murillo, F. Castillo, E. Castro, M. T. Casal, T. Dortez) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 565 El arrabal de Cercadilla (E. Castro) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 615 Urbanismo islámico en el sector central del Yanib al-Garbi (T. Dortez) . . . 621 El sector central de los arrabales de Poniente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 621 El sector meridional del Yanib al-Garbi (D. Ruiz Lara, E. Castro, A. León Muñoz, S. Sánchez) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 629 Ocupación Emiral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 631 Ocupación Califal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 636 La gestión del agua en los arrabales occidentales de Madinat Qurtuba (B. Vázquez) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 643 El abastecimiento y almacenamiento de agua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 643 Los sistemas de evacuación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 648 Los cementerios de Madinat Qurtuba (A. León Muñoz, M. T. Casal) . . . . . . . . . . 651 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El proceso de islamización a través de paisaje funerario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Las áreas funerarias de las comunidades dimmíes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

651 656 674 684

La industria medieval de Córdoba: el sector occidental en época islámica (J. M. Cano, E. León Pastor, M. E. Salinas) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 685 La industria medieval . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 685 Los complejos alfareros del Yanib al-Garbi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 692 La fitna y sus consecuencias. La revitalización urbana de Córdoba en época almohade (A. León Muñoz, R. Blanco) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 699 El convulso siglo XI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La etapa almorávide . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La revitalización almohade . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

700 703 705 723

Reflexión final (D. Vaquerizo) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 727 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 733

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EL ÁREA SUBURBANA OCCIDENTAL DE CÓRDOBA A TRAVÉS DE LAS EXCAVACIONES EN EL ANFITEATRO. UNA VISIÓN DIACRÓNICA

EL ÁREA SUBURBANA OCCIDENTAL DE CÓRDOBA A TRAVÉS DE LAS EXCAVACIONES EN EL ANFITEATRO. UNA VISIÓN DIACRÓNICA

LA IDENTIFICACIÓN DEL ANFITEATRO DE COLONIA PATRICIA A finales de los años veinte del pasado siglo, con motivo de los trabajos para la construcción de la Facultad de Veterinaria, se produjo el hallazgo de unos grandes muros de sillería que los eruditos locales identificaron como pertenecientes a un edificio público romano, un “estadio” según la interpretación de Castejón (1929) y de Santos Gener (1955). En esos mismos años, la opinión unánime localizaba el anfiteatro de la antigua Colonia Patricia bajo el antiguo Convento de San Pablo, siguiendo en esto la senda abierta en el s. XVI por Ambrosio de Morales. Allí lo situaba Ramírez de Arellano, quien mencionaba: “... En el terreno que ocupa esta calle, extendiéndose á el solar de San Pablo con su iglesia, y casas desde la Espartería al Salvador, estuvo el Anfiteatro romano, donde recibieron la palma del Martirio San Acisclo, Santa Eugenia (sic) y otros valientes defensores de la Religión de Jesucristo...” Pretendió igualmente relacionar algunos hallazgos realizados en la zona con el edificio de espectáculos: “... Corroboran esta opinión los descubrimientos hechos en aquel lugar, siempre que se ha tocado el terreno para la construcción de nuevos edificios. Así opinan también Martín de Roa, Ruano y Feria. Abriendo en 1730 los cimientos para la nueva escalera de las casas Ayuntamiento, á doce varas de profundidad, apareció un gran trozo de columna de mármol blanco, estriada68, igual á otras que aun existen en varios puntos de la ciudad. La base no pudo sacarse, por su gran tamaño, y de aquella se hicieron las columnitas que hay en la referida escalera. En la muralla que contiene el terraplén de la casa que habita la Sra. Condesa de Hornachuelos, se descubrió una puerta con dos escaleras que subían al muro por ambos lados, y delante unas gradas anchas que descendían al plano del Anfiteatro, y á un lado un muro ancho, tal vez paralelo al que ya hemos dicho se ha visto en la calle de San Pablo, al reconstruir la cloaca, sin que se oponga el estar en línea recta, pues aun cuando el centro ó lugar en que se arrojaban las fieras fuese circular ú ovalado, no quita que el edificio por fuera tuviese otra figura...” Finalmente identifica unos restos como la cárcel donde estuvieron encerrados los santos mártires Acisclo y Victoria, e incluso el lugar por el que supuestamente accedían las fieras a la arena: “... En este punto se supone estaría la entrada de las fieras, y al final de la iglesia de San Pablo, las cárceles, como tradicionalmente se cree, erigiéndose una capilla á los Santos Mártires Acisclo y Victoria en el lugar de su prisión, donde existía un subterráneo ó comunicación,

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Esta columna estriada tuvo que pertenecer al templo romano, cuya existencia se ignoraba en el siglo XIX.

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que con el derribo del convento ha desaparecido ó ha quedado sepultado... (RAMÍREZ DE ARELLANO, 1995, 155-156). Un poco más adelante, nos indica igualmente que: “Esta casa (se refiere a la de los Condes de Hornachuelos) es la principal de uno de los mayorazgos que fundaron los Venegas (…), y estaba casi en alberca, con escepción de la parte que mira á San Pablo, cuando los Condes de Hornachuelos se vinieron á ella, quienes la reedificaron, haciendo una de las mas hermosas de Córdoba; entonces se hicieron varias excavaciones y se encontraron muchos restos de algún edificio romano, que estaba en este sitio, comunicándose con el Anfiteatro por la escalera que dijimos quedó cubierta cuando las obras de las Casas Ayuntamiento...” (ibíd., 1995, 395). Con estas pruebas como principal argumento se va a ir configurando la hipótesis de localización del anfiteatro en el entorno del antiguo Ayuntamiento. Este edificio fue ampliado en varias ocasiones para lo que se hizo necesario realizar frecuentes excavaciones. Con motivo de estos movimientos de tierra era habitual encontrar restos de piezas marmóreas romanas, especialmente fustes estriados, lo que, haciendo volar la imaginación de los eruditos locales, llevó a considerar que se trataba del anfiteatro. Hemos de valorar en este sentido la importancia que tenían en este momento los mártires y todo lo que con ellos podía relacionarse, de ahí que resultase casi obsesivo conocer la ubicación del anfiteatro. Por aquel entonces no se buscaba con tanta insistencia el teatro, el circo, termas, templos u otros monumentos romanos, sino sólo el anfiteatro, por ser en él donde tradicionalmente se pensaba había tenido lugar el martirio. Pasados los años, será Samuel de los Santos Gener quien al exhumar algunos restos pertenecientes al templo dispondrá en un plano una planta del anfiteatro entre las calles Capitulares, Espartería y San Pablo, redundando en la hipótesis que llevaba un siglo en vigor (Fig. 28). Así, en 1951, y con motivo de algunas obras realizadas en el antiguo Ayuntamiento, se abrió un espacio rectangular de 15 m de longitud por 8 m de fondo junto a la calle Claudio Marcelo donde se recuperaron varios elementos marmóreos blancos pertenecientes al templo. En este momento Samuel de los Santos no identificó los restos como el gran templo que es, aún cuando hizo un exhaustivo estudio recogiendo la noticia y descripción de los numerosos elementos arquitectónicos detectados hasta el momento (SANTOS, 1955, 121-141). En cuanto al plano antes mencionado, sitúa un anfiteatro de modestas dimensiones a extramuros, justo bajo la manzana de San Pablo y con orientación prácticamente Norte-Sur (SANTOS, 1955, Fig. 49). Veinte años después, sería A. Marcos Pous quien más se aproximó a la localización del anfiteatro, acertando de pleno en su hipótesis. Ignoró la opinión tradicional mantenida por Santos Gener sobre la ubicación del anfiteatro en el entorno de San Pablo y apoyándose en el hallazgo de un conjunto de inscripciones gladiatorias en Ciudad Jardín (PIERNAVIEJA, 1977) defendió la ubicación del anfiteatro en esta zona (MARCOS, 1976). Como veremos, era un argumento bastante lógico y acertado, aunque en los últimos años del siglo la atención se desvió completamente hacia el interior de la muralla a partir de la hipótesis de A. Ventura (vid. infra), explicándose la presencia de los epígrafes gladiatorios por la presunta existencia de un colegio funerario en la necrópolis occidental. Mientras tanto, y de forma intermitente, se seguía actuando en la zona del templo una vez que se habían identificado definitivamente los restos de columnas y otros elementos arquitectónicos del solar del antiguo Ayuntamiento como los de un gran templo romano cuyos paralelos más próximos se encontraban en el de Nîmes (GARCÍA Y BELLIDO, 1961). Posteriormente, el propio García y Bellido definió los pórticos, llegando a la conclusión de que el templo se disponía en el centro de una plaza porticada construida sobre una gran terraza artificial (GARCÍA Y BELLIDO, 1970). Años más tarde, Jiménez Salvador continuó los trabajos de excavación en sucesivas campañas corroborando las hipótesis planteadas con antelación, elaborando otras y fijando su cronología en los momentos [ 102 ]

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finales de la dinastía julio-claudia (JIMÉNEZ SALVADOR, 1996, 142) frente a los postulados de Santos Gener (1950, 56), que lo databa en época augustea. Los datos recuperados en la terraza superior, que comenzaban a proporcionarnos un conocimiento exhaustivo de esta zona, debían completarse con los de la manzana de San Pablo, trabajos que se desarrollaron a partir de comienzos de los años noventa en el huerto del Palacio de Orive y en el callejón del Galápago69 (MURILLO et alii, 1995; RUIZ LARA et alii, 2006; MORENO ALMENARA et alii, 2003). Hasta ese momento, no se había llevado a cabo ninguna excavación arqueológica en este sector, por lo que tras la firma de un primer Convenio de Colaboración entre la Gerencia Municipal de Urbanismo y la Universidad de Córdoba diseñamos un proyecto destinado a evaluar si la tradicional ubicación que la historiografía cordobesa hacía de la ubicación del anfiteatro en esta zona respondía a alguna realidad objetiva. La cuestión no era baladí si tenemos en cuenta que el denominado templo de la C/ Claudio Marcelo, conocido desde mediados del siglo XX, continuaba siendo un interrogante a los efectos de su significado e interpretación. Aún cuando varios investigadores habían insinuado su posible relación con el culto imperial, lo cierto es que no existía ninguna evidencia en tal sentido. Sin embargo, si la presencia de un anfiteatro en la zona pudiera ser demostrada, nos encontraríamos ante un esquema templo-anfiteatro similar al conocido para Lugdunum (cfr. GROS, 1996), donde la relación con el culto a la casa imperial está claramente demostrada.

Fig. 28. Hipótesis de localización del anfiteatro en el emplazamiento del antiguo Convento de San Pablo (SANTOS, 1955).

69  Resultantes ambos de la segregación del antiguo Convento de San Pablo con motivo de la Desamortización.

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Sin embargo, tras la primera campaña de excavación (MURILLO et alii, 1995) quedó claro que, aunque en el subsuelo de esta zona, bajo un interesante barrio islámico, se localizaba un importante edificio público romano, en modo alguno podía identificarse éste con el anfiteatro. Las siguientes campañas de excavación en Orive permitieron vincular este edificio público con un circo (CARRILLO et alii, 1999; MURILLO et alii, 2001a), lo que a su vez llevó a demostrar la relación del conjunto arquitectónico con el culto imperial y a definir la identificación del complejo templo/plaza/circo como un espacio monumental vinculado con la provincia Baetica (MURILLO et alii, 2003a). Como consecuencia de los trabajos de Orive, A. Ventura argumentó una nueva hipótesis en 1996 (Fig. 29). Este nuevo planteamiento rompía completamente con el anterior y situaba el anfiteatro en el interior del recinto amurallado (VENTURA, 1996b; CARRILLO et alii, 1999). En esta ocasión fueron dos los argumentos propuestos: por un lado la evidencia negativa como resultado de las numerosas excavaciones arqueológicas desarrolladas en la ciudad y que aparentemente no habían dado con ningún resto claro de tan peculiar edificio, y, por otro, el análisis del parcelario actual. El resultado fue una interesante hipótesis que se mantuvo en vigor durante unos años y que situaba el anfiteatro inmediatamente al Sur del teatro romano, cuyos restos fueron localizados por los mismos años bajo el actual Museo Arqueológico. De este modo se definía una especie de “barrio de espectáculos” para el que se habría reservado el sector oriental de la ampliación augustea de Colonia Patricia. Se trataba de un área en la que no se habían efectuado excavaciones, por lo que se suponía podía albergar los hasta entonces desconocidos restos del anfiteatro. Por otro lado, la curva descrita por la C/ Cabezas encajaba perfectamente con la de un anfiteatro, que según este planteamiento, mantendría el mismo eje del teatro. Esta hipótesis, a pesar de tener un paralelo claro en la ciudad de Aosta o en la propia Emerita Augusta, contaba con algunos problemas. El principal era que la disposición del anfiteatro inmediatamente al Sur del teatro impedía que éste contase con un pórtico, algo realmente frecuente en los teatros hispanos y que se desarrolla con toda su plenitud en los de Mérida, Cartagena e Itálica (RAMALLO, 2002, 105). Del mismo modo, el tamaño del teatro –excavado y por tanto fiable en lo que se refiere a sus dimensiones– frente al anfiteatro, resultaba desproporcionado, ya que éste era muy pequeño en relación con aquél. Otro aspecto no calibrado en su justa medida era el hecho de que los anfiteatros solían construirse junto a las puertas principales de la ciudad para facilitar el acceso no sólo de aquellos ciudadanos que habitaban en el interior sino de los que procedían del extrarradio y del territorio. Esta ubicación extramuros fue común no sólo en los anfiteatros hispanos (RAMALLO, 2002, 109), sino también en general en los de la mayor parte del Imperio (GOLVIN, 1988; BOMGARDNER, 2000). Evidentemente, la excepcionalidad que introducían tanto la ubicación como sus reducidas dimensiones suponían dos serios problemas, pero la interpretación de los restos aparecidos a principios del siglo XX en el solar de la Facultad de Veterinaria como pertenecientes a un segundo circo de la colonia (VENTURA, 1996b; CARRILLO et alii, 1999; HIDALGO, 1999; MURILLO et alii, 2001a) impedían plantear la posibilidad de que el anfiteatro estuviese en este punto hasta que no se hubiese desarrollado la pertinente excavación y se contrastara la hipótesis más probable de acuerdo con el estado de la investigación. Analicemos cómo se gestó esta hipótesis. El punto de partida debe situarse en el momento de construcción de la Facultad de Veterinaria a finales de los años veinte del siglo pasado, y en concreto a raíz de la disposición de una serie de colectores de evacuación de aguas residuales en la parte posterior de la misma, obras que llamaron la atención de algún avezado testigo que recogió unos valiosos datos relativos a un gran edificio romano localizado en este solar. Hoy en día pensamos que este testigo no fue otro que el insigne erudito y catedrático de la Facultad de Veterinaria D. Rafael Castejón, aunque no le correspondiese a él la tarea de darlos a conocer (Fig. 30). Los datos quedaron materializados en forma de descripción y en unos croquis realizados a pie de campo que se conservaban inéditos entre la documentación de D. Samuel de los Santos hasta que fueron dados a conocer por A. VENTURA (1996b, 182). [ 104 ]

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Fig. 29. Hipótesis de localización del anfiteatro en un “barrio de espectáculos”, junto al teatro (VENTURA, 1996b).

Fig. 30. Los hallazgos de la Facultad de Veterinaria (CASTEJÓN, 1929; SANTOS, 1955) y la hipótesis del circo occidental (MURILLO et alii, 1997; HIDALGO, 1999).

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Fig. 31. Los hallazgos de la Facultad de Veterinaria según Santos Gener (1955 y 1957).

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De estas notas se deducía la presencia bajo la antigua Facultad de Veterinaria de un gran edificio de cronología romana, cuya planta conformaba una retícula muraria de grandes dimensiones (Fig. 31). Asimismo, a través del dibujo de alzado de uno de los muros se comprobaba la técnica edilicia empleada para los mismos con grandes sillares de calcarenita local, algunas de cuyas hiladas presentaban almohadillado, sobre un basamento de opus caementicium (VENTURA, 1996b, Fig. 131), de un modo similar a como estaba construido el templo de la calle Claudio Marcelo. La altura total del gran muro dibujado superaba los tres metros. Samuel de los Santos consideró la construcción como un elemento romano y relevante del entorno de la ciudad, quizás el stadium. Posteriormente Humphrey desechó tal interpretación por considerarlo más propio de la zona oriental del Imperio, planteando que debería tratarse del circo de la colonia (HUMPHREY, 1986, 381-382). A partir de esta hipótesis de Humphrey, del análisis topográfico y arquitectónico efectuado a partir del croquis de Santos Gener, y de la contextualización en el desarrollo urbanístico de la ciudad romana, los posteriores investigadores que se han ocupado del urbanismo de Colonia Patricia fueron perfilando la hipótesis de que el edificio localizado bajo Veterinaria era el circo (Fig. 30). Así, A. Ventura, a partir de un primer proyecto de excavación para el solar de Veterinaria elaborado en 1995 junto con R. Hidalgo y J. F. Murillo, y que quedó truncado, planteó la vinculación entre los restos reconocidos por Santos Gener y una vaguada definida por unas curvas de nivel reflejadas en el plano de la ciudad de D. Casañal (1884). Esta relación venía a reafirmar la idea de que allí se encontraba el circo, ya que las dimensiones de la vaguada (entre 425 y 430 m de longitud) coincidía con la media aportada por Humphrey para los circos romanos (VENTURA, 1996b, 181).

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En cuanto a su cronología, la constatación de que el circo de Orive fue abandonado a lo largo del último cuarto del s. II (CARRILLO et alii, 1999; MURILLO et alii, 2001a) llevó a plantear la hipótesis de la construcción de otro edificio de este tipo a partir de finales de dicha centuria, situando su probable emplazamiento en el solar de la antigua Facultad de Veterinaria. Esta hipótesis era especialmente atractiva si se tenía en cuenta que el célebre epígrafe de Lucius Iunius Paulinus (CIL II2/7 221) hacía mención expresa a la celebración de juegos circenses en Colonia Patricia a comienzos del s. III, y más aún si se ponía en relación con el considerado palatium imperial de Cercadilla, construido a finales del s. III inmediatamente al Norte de este hipotético circo, dada la aparente estrecha relación existente en época bajoimperial entre los palacios imperiales y los circos (HIDALGO, 1999). Este era el estado de la cuestión cuando en 2003 se planteó la necesidad de excavar en la antigua Facultad de Veterinaria con el fin de adecuarla a la nueva sede del Rectorado de la Universidad de Córdoba. En este caso, el objetivo principal de la intervención arqueológica era calibrar la hipotética ubicación aquí del segundo circo de Colonia Patricia. Sin embargo, y al igual que había ocurrido diez años antes en Orive, la hipótesis se demostró errónea. En efecto, y tras la excavación de un gran solar en la Avenida de Medina Azahara, en la que debía localizarse el circo y sin embargo no se documentó ninguna estructura relacionada con el mismo, comenzamos la excavación, partiendo para su planificación de las hipótesis mantenidas durante más de una década, aun cuando rápidamente, tras exhumar los muros incluidos por Santos Gener en su croquis, tuvimos que modificar nuestros planteamientos al tener la evidencia de que dichas estructuras difícilmente podían pertenecer a las cimentaciones de un circo, perfilándose en cambio, por su disposición radioconcéntrica, dimensiones y orientación, como pertenecientes a un anfiteatro. Por alguna extraña paradoja, al igual que en Orive, donde a la hipótesis de ubicación de un anfiteatro siguió la constatación arqueológica de la existencia de un circo, en Veterinaria a la hipótesis de un segundo circo siguió la localización del anfiteatro romano de Córdoba70.

LAS EXCAVACIONES EN LA ANTIGUA FACULTAD DE VETERINARIA Primera Campaña (2002-2004) La primera campaña de excavación en el anfiteatro se desarrolló entre los días 13 de Noviembre de 2002 y 31 de Agosto de 2004 en los terrenos de la antigua Escuela de Veterinaria (posterior Facultad), construida entre 1926 y 1935 en unos terrenos cedidos por el Ayuntamiento y situados fuera del Conjunto Histórico de Córdoba, a unos 250 m de las murallas de la ciudad (Fig. 32). El objetivo de estos primeros trabajos arqueológicos radicaba en evaluar la posible implantación de un aparcamiento subterráneo y paraninfo junto al edificio en rehabilitación para nueva sede del Rectorado de la Universidad de Córdoba71. 70  Tras la constatación del abandono y desmantelamiento del circo de Orive ya a finales del s. II, y la refutación de la hipótesis de un segundo circo en la antigua Facultad de Veterinaria, queda pendiente la cuestión de dónde se celebraron a partir de entonces los ludi circenses, constatados epigráficamente (CIL II2/7 221) a comienzos del s. III. Se ha aventurado alguna hipótesis de localización (MORENO ALMENARA, 2004), si bien no existe evidencia arqueológica alguna de ese segundo circo o hipódromo, que no necesariamente tuvo por qué ser estable y de fábrica, pudiendo haberse celebrado estos eventuales espectáculos en instalaciones provisionales montadas ad hoc. 71  Esta primera campaña se enmarcó en el Convenio para la Investigación Arqueológica en el ámbito del PGOU de Córdoba vigente entre la Gerencia Municipal de Urbanismo y la Universidad de Córdoba, siendo desarrollada por un equipo bajo la dirección de Juan F. Murillo y Maudilio Moreno.

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Fig. 32. Localización de la antigua Facultad de Veterinaria. © Convenio GMU-UCO.

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La localización de los vestigios correspondientes al anfiteatro de Colonia Patricia llevó a los responsables de la Universidad a replantear el proyecto, reduciendo y ajustando el nuevo paraninfo a la zona anteriormente ocupada por una de las edificaciones auxiliares demolidas. Como ya hemos indicado, partíamos de la presunta localización de un circo romano paralelo a la Avenida de Medina Azahara, por lo que se proyectaron un total de cinco sondeos de dimensiones regulares, colocados en damero, sobre los restos que, en principio, debían corresponder al graderío Sur de dicho edificio. Un sexto corte quedó en reserva, y se dispondría con orientación diferente si los resultados no coincidían con la hipótesis planteada. La cota final que deberíamos alcanzar se estimaba, en principio, entre 3,80 y 4 m, y la superficie total cubierta por los cortes rondaba los 411 metros cuadrados (Fig. 33). Los Cortes 1 y 2 proporcionaron un resultado prácticamente negativo hasta la cota excavada, mientras que los números 3, 4 y 5 dieron resultado positivo. Esto causó cierta perplejidad, por cuanto se derivaba de ello la posibilidad de que los muros romanos siguieran la orientación aportada por Santos Gener, considerada incorrecta por los investigadores posteriores, y no se adecuaran por tanto a la vaguada reflejada en el plano de Casañal. La excavación de los primeros muros romanos en el Corte 5, los mismos documentados por Santos Gener, vino a confirmar el hecho. No obstante, todo parecía indicar que o bien la orientación del mismo era Nordeste-Suroeste, o bien la contraria, Sureste-Noroeste, aunque de ser esta última, los datos obtenidos en el corte 3, junto con los del 5, indicaban que inexorablemente estaríamos ante uno de los extremos del presunto circo. Esta El anfiteatro romano de Córdoba y su entorno urbano. Análisis arqueológico (ss. I-XIII d.C.)

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Fig. 33. Localización de los Cortes excavados en la Campaña 2002-2004. © Convenio GMU-UCO.

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segunda posibilidad resultaba muy compleja, ya que la disposición del edificio no sólo habría cortado la vía Corduba-Hispalis, sino que además debería haberse detectado alguno de los muros del circo en las excavaciones de Cercadilla. Ambas posibilidades tenían también dos inconvenientes importantes: 1. La primera es que no seguiría la orientación del supuesto palacio de Cercadilla. 2. La segunda es que un edificio de este tamaño no se adecuaba a la topografía existente. Conforme se fue avanzando en la excavación, y tras plantear la posibilidad de que se tratara del anfiteatro, se iban explicando convenientemente todos estos problemas, resultando muy difícil que pudiera tratarse del circo, incluso por cuestiones cronológicas. Este aspecto, no aquilatado suficientemente en estos momentos, mostraba no obstante indicios importantes, como la abundancia de material altoimperial en los rellenos constructivos del edificio, así como el empleo de unas técnicas edilicias muy similares a las utilizadas en el foro provincial de Colonia Patricia, un conjunto formado por el templo de la C/ Claudio Marcelo y el circo de Orive, cuya construcción se fecha a finales de época julio-claudia (JIMÉNEZ SALVADOR, 1996, 142; MURILLO et alii, 2003a). Estos primeros indicios permitían pensar en un edificio del siglo I d.C. más que en otro de finales del siglo II o comienzos del III d.C., lo que suponía otro serio problema, ya que hasta el último tercio del siglo II d.C. el circo oriental, o de Orive, se mantuvo en uso (cfr. MURILLO et alii, 2001a), lo que invalidaba la existencia de otro circo con la misma cronología y, por tanto, que este edificio de Veterinaria fuese el segundo circo sucesivo con el que presuntamente contó la ciudad. Muy distinto era el resultado si a todos estos problemas existentes se le intentaba dar solución mediante la interpretación de los vestigios de Veterinaria como anfiteatro en lugar de circo: la cronología del siglo I d.C. pasaba a ser lógica y adecuada, el problema del corte de las vías de comunicación próximas no se producía y la adaptación a la topografía del terreno podría haberse hecho sin dificultad; del mismo modo las menores dimensiones de un anfiteatro frente a un circo permitían que el edificio se encontrara casi en su totalidad en el ámbito de los terrenos de Veterinaria, por lo que era normal que no hubiesen aparecido restos en las excavaciones realizadas hasta el momento en su entorno. A ello había que añadir las nuevas perspectivas que podrían abrirse en relación con los documentos epigráficos procedentes de la cercana necrópolis gladiatoria, y a ciertos problemas cronológicos que ya podían resolverse con respecto al acueducto de la Estación de Autobuses (cfr. MORENO ALMENARA et alii, 1997). A partir de este momento se replanteó la excavación, abandonándose los Cortes 1 y 2 por sus resultados en principio negativos, dejando en suspenso el Corte 3 e incidiendo en los Cortes 4 y 5, que fueron los que proporcionaron mejores resultados. Con posterioridad, ambos cortes se unieron con el objetivo de excavar un pasillo que abarcase un sector del graderío del ya identificado anfiteatro, desde la zona del podium hasta la fachada. Estos datos se vieron complementados con los resultados de varias excavaciones desarrolladas de manera simultánea en la esquina de la calle Albéniz con la Avda. de Medina Azahara, donde se documentó otra parte del anfiteatro (ORTIZ URBANO, 2009; cfr. infra Anexo 2), y en el amplio solar de la esquina de la C/ Antonio Maura con la C/ Secretario Carretero (CASTILLO PÉREZ DE SILES, 2003a). En este último espacio se documentó una importante vía de comunicación entre la ciudad y el anfiteatro y un sector bien urbanizado dispuesto en sus inmediaciones. El resultado es que, aunque con espacios intermedios no excavados por el momento, se intervino a lo largo del año 2004 en un “corredor” de algo más de 200 metros de longitud, con orientación Noroeste-Sureste.

Corte 1 La excavación de este corte comenzó el 21 de Noviembre de 2002. Se replanteó con unas dimensiones de 15 m de longitud por 5 m de anchura, ocupando la trasera del edificio de la antigua Facultad de Veterinaria, en su extremo Suroeste. [ 110 ]

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Los resultados obtenidos desde el punto de vista arqueológico fueron negativos, no obstante lo cual, la secuencia estratigráfica nos muestra diferentes unidades. Los niveles superficiales, hasta una profundidad de 0,80 m, estaban definidos por las diferentes estructuras que conforman el sistema de pavimentación que se disponía alrededor del edificio y por una serie de estratos, de consistencia baja, originados por aportes orgánicos de huerta. Estos estratos cubren las diferentes subestructuras de iluminación de la calzada y los registros de riego de los jardines aledaños. Las estructuras más consolidadas pertenecientes a la calzada, presentan la alternancia propia de una construcción de este tipo: capa de alquitrán, una plancha de hormigón y el estrato de nivelación de la calle realizado con zahorra –de un fuerte color rojo-anaranjado–. Estos niveles cubrían una gran zanja contemporánea que ocupaba prácticamente la totalidad del sondeo. Esta zanja estaba colmatada con aportes de carácter constructivo (azulejos, ladrillos, mortero de cal cuajado con fragmentos de molduras...) y arenas de distintas texturas, consistencias y colores, no teniendo más función que la de contener dichos aportes. Cortada por dicha zanja, encontramos en la esquina Noreste del Corte 1 una serie de estratos horizontales superpuestos, con una cota, que oscila entre los 117,00 y 116,10 m.s.n.m. Entre ellos, destaca un estrato de color amarillo-castaño, muy horizontal, que sólo pudo ser documentado en perfil; dado que la zanja contemporánea lo había seccionado. No se agotó la zanja contemporánea ni se documentaron estratos geológicos, debido a que la profundidad del sondeo había superado la cota de edificación y el margen de cautela aconsejado. Entre las incidencias, acaecidas durante la realización del corte 1, debemos reseñar la reducción de sus dimensiones primigenias debido a la poca compactación de las tierras que se excavaban. Esta fácil disgregación de los estratos provocó el desplome del perfil Oeste, próximo a la cimentación del edificio de Domínguez Espúñez, y la consideración por parte de la dirección de reducir las dimensiones proyectadas en principio, que se redujeron hasta unas menores, de 12 m de longitud por 5 m de anchura. Las labores arqueológicas en dicho sector finalizaron el día 26 de Noviembre de 2002, habiendo alcanzado la profundidad máxima de 116,02 m.s.n.m. y una mínima de 116,28 m.s.n.m. (cota de superficie 120,23 m.s.n.m.).

Corte 2 El día 15 de Noviembre de 2002 se procedió al replanteo y apertura del Corte 2, situado entre los edificios auxiliares de la Facultad de Veterinaria: en su lado Oeste el edificio de las Cuadras, en su lado Este el antiguo quirófano canino (“gallinero” de Santos Gener) y al Norte la edificación regionalista (edificio principal de la antigua Facultad de Veterinaria). El sondeo tenía unas dimensiones originales de 15 m de longitud por 5 m de anchura. Los trabajos comenzaron con la apertura, por medios mecánicos de los primeros estratos vinculados a la pavimentación contemporánea de la zona. Mediante la utilización del martillo compresor se pudo romper el pavimento de alquitrán y hormigón que en algunos puntos alcanzaba los 0,60 m de grosor. Una vez retiradas estas unidades se procedió al vaciado de los paquetes de época contemporánea hasta llegar a un estrato generalizado de huerta que en la zona intervenida siempre es previo a la aparición del arrabal medieval. Sobre el estrato de huerta aparecieron una serie de unidades cuya matriz genérica era la arcilla de diferentes texturas y compactaciones, ligada con arenas de diversa naturaleza. No se documentó en dichos estratos ninguna estructura antrópica, a excepción de dos niveles horizontales de arenas amarillas que posiblemente corresponderían a ocupaciones sucesivas de los alrededores de la edificación, producidas durante la centuria pasada. Bajo estos niveles, que se apreciaron en el centro del corte y en el perfil Norte, se suceden una serie de estratos arcillosos que colmatan un estrato de humus. Este estrato de huerta define el nivel de abandono y amortización de las distintas estructuras preexistentes, dando origen a una fecha ante quem para estas unidades de ocupación. El estrato oscuro de huerta sella, en este sector, los niveles de colmatación de la última fase islámica. No se detectó, para el periodo islámico ninguna unidad estructural, no obstante, se pudo Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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documentar parcialmente una superficie horizontal de mortero de cal rosa, probablemente un suelo, que se correspondería con los niveles de ocupación tardoantiguos del sector central por sus aparentes concomitancias con el que conformaba la estructura semicircular U.E. 514. El desarrollo accidentado de la excavación no permitió recoger muestras, ni excavar totalmente dicha superficie, pero si fue suficiente para comprobar su compactación y horizontalidad a la vez que conocer su cota: 116,11 m.s.n.m. La importancia de esta unidad radica en su relación con las UU. EE. 514, 696, 661 y 725 del Sector Central. Por un lado apreciamos que se utiliza el mismo tipo de mortero en ambos sectores: una amalgama de cal rosa o levemente anaranjada, con grava de pequeña granulometría de tono violáceo. Esta similitud no deja de ser altamente curiosa cuando se trata de un mortero de tan peculiar composición. También pudimos comprobar que esta superficie se encontraría al exterior de la U.E. 514, a una cota de 116,11 m.s.n.m., mientras que la cimentación de dicha estructura se encontraría a 115,88 m.s.n.m., apenas 20 cm por debajo. El transcurso de la excavación en el Sector Central nos proporcionó un nivel de suelo romano cortado por dicha U.E. 514 que presenta una cota de 115,99 m.s.n.m., por lo que la superficie de mortero de cal se encontraría levemente por encima de dicha cota. Esto induce a pensar en una posible ocupación relacionada con la U.E. 514, pero hacia el Norte. No obstante, una serie de incidencias, impidieron que pudiéramos apreciar algún tipo de relación, física o estratigráfica que definiera esta unidad de forma más completa. El desarrollo de las actividades arqueológicas contó con la complicación de las duras inclemencias meteorológicas, que dificultaron, en muchas ocasiones, una óptima aproximación al registro estratigráfico. Al avanzar la excavación del sondeo hacia el Sur, las continuas lluvias, que según los días se tornaron torrenciales, hicieron que tanto el perfil Norte como el perfil Oeste se desplomaran. Lo imprevisto y precipitado de este desplome, supuso la colmatación de las unidades subyacentes y la pérdida del registro material bajo varias toneladas de tierra. Con anterioridad a dicho episodio, se pudo documentar bajo la unidad de huerta, un colector de 0,50 m de diámetro, realizado en fibrocemento, que atravesaba en mina los estratos colindantes en dirección Norte-Sur, siguiendo el sentido de su buzamiento. Dado que no fue posible excavarlo, se documentó la superficie del colector a una cota aproximada de 116,23 m.s.n.m. Una vez excavada gran parte de la superficie inicial propuesta en el proyecto, las obras de este sondeo se debieron anular, ya que se estimó que era imposible la continuación de los trabajos bajo tan adversas condiciones de seguridad. Este Corte 2 acabó por integrarse dentro del Corte 4, junto con una ampliación general, pasando a denominarse: Sector Central.

Corte 3 (Fig. 66)72 Los trabajos del Corte 3 comenzaron el 13 de Noviembre de 2002, realizándose la excavación de los estratos contemporáneos más superficiales mediante el empleo de medios mecánicos. Una vez alcanzadas cotas históricas fértiles, se prosiguió la excavación por medios exclusivamente manuales. El Corte 3 se ubicó en la trasera de la antigua Facultad de Veterinaria, al Este del quirófano canino y al Oeste del edificio que fue destinado para el Departamento de Anatomía Patológica. Se trazó con una longitud de 15 m y una anchura de 5 m, prácticamente la distancia entre ambos edificios, si tenemos en cuenta la preceptiva franja mínima de seguridad de 1 m que había que reservar a su alrededor.

72  En las próximas páginas el lector observará un salto coyuntural en la numeración del material gráfico. Dicha circunstancia obedece a que las láminas de las dos campañas de excavación que presentamos, con sus correspondientes matrices Harris, aparecen, debido a su particular conformación, agrupadas en un único cuadernillo, de la figura 66 a la 86 (ambas incluidas).

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El desarrollo de los trabajos arqueológicos deparó el registro de una serie de unidades estratigráficas que describen la secuencia ocupacional antrópica de la zona. Así pudimos documentar las siguientes fases: – Fase 1 (romana altoimperial).- Está representada por la U.E. 35. Esta unidad se caracteriza por ser un estrato de matriz arenosa, consistencia alta y color amarillo que define probablemente el saqueo de un muro anterior. Este saqueo podría estar relacionado con las UU.EE. 651 y 671 del Sector Central, que definen expolios del primitivo edificio romano. Carecemos de más información sobre esta U.E. 35, al no haber sido excavada hasta agotar la secuencia y encontrarse en su mayor parte bajo el perfil Oeste del sondeo. La cronología probable es el periodo tardorromano, momento en el que se inicia el reciclaje de material procedente del anfiteatro; no obstante, existen otros puntos del anfiteatro en los que sabemos que el saqueo definitivo se consuma en época medieval islámica. – Fase 2 (tardoantigua).- Viene definida por las UU.EE. 25, 26, 27 y 28. Constituyen un horizonte de ocupación previsiblemente de época tardoantigua. Está definida por un suelo y su preparación, que pudieron ser documentados en planta y en la sección del corte realizado por la zanja de época medieval islámica U.E. 12. Este suelo se encuentra a una cota aproximada de 117,04 m.s.n.m. Se trata de un estrato de matriz arenosa, muy compacto, con nódulos de calcarenita y bolsadas arcillosas, cuyas características principales son su elevado grado de horizontalidad, y el estar cortado por las zanjas de cimentación de los muros de la primera fase islámica. – Fase 3 (califal).- UU.EE. 14, 16, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 30 y 32. En esta fase se documentó una primera ocupación islámica representada por un muro realizado con mampuesto careado de calcarenita y una orientación Suroeste-Noreste. Las dimensiones de esta estructura son de 0,50 m de anchura, 1,60 m de longitud y una altura conservada de 0,44 m. Asociados a este muro (UU.EE. 16 y 19) nos encontramos una serie de estratos nivelados que podrían definir una superficie ocupacional que amortiza el posible suelo tardoantiguo (U.E. 27). Esta superficie pudiera contar con un pavimento de albero (U.E. 24) que se encuentra deteriorado por la interfacies de construcción del muro U.E. 9. Desconocemos si este muro, conjuntamente con los estratos de arenas y gravas asociados, pudo formar parte de un espacio cubierto o abierto. Asímismo, se ha documentado, hacia el Sureste, una zanja (U.E. 20) con material abundante, que pudiera estar relacionada con esta ocupación. La cota media de esta fase se encuentra en torno a los 117,50 m.s.n.m. Cronológicamente podemos adscribirla a un momento islámico califal. – Fase 4 (postcalifal).- UU.EE. 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 15, 17, 18, 29, 31, 33 y 34. En esta fase se amortizan la estructura y los estratos y pavimentos descritos en la fase anterior. Se construyen una serie de muros de mampuesto careado, en su mayor parte de calcarenita, aunque no renuncian a utilizar tejas, cantos rodados y sillarejos de mayor tamaño. Estos muros se sitúan en las esquinas Noreste, Sureste, y Suroeste del sondeo, de tal modo que delimitan un espacio cuadrangular orientado en sentido Suroeste-Noreste. Consideramos que podría tratarse, debido a sus amplias dimensiones y al hecho de que no se encuentre compartimentado, de un gran patio perteneciente a una unidad doméstica. Ha sido denominado Espacio A del Corte 3. En el interior de dicho espacio encontramos los estratos de colmatación de la fase anterior, así como una serie de estratos arcillosos que podrían definir un posible pavimento. Sobre estas unidades, e inscrito dentro de los muros, documentamos un estrato de derrumbe de tejas que sella la estancia una vez amortizada. Como hemos indicado, los muros formarían un espacio con forma cuadrada, posiblemente un patio (Espacio A) del que la U.E. 10 definiría parte de un andén que posiblemente circunvalaría los restantes lados. Esta preparación del andén se encuentra asociada al muro U.E. 11 en la esquina Sureste. Por lo que respecta a un posible cuarto muro (esquina Noreste) que cierre el lado que falta, desconocemos su existencia al encontrarse la zona centro-Noreste de la cata cortada Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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por una gran zanja (U.E. 12). Esta zanja es de época medieval, aunque de un periodo posterior (tardoislámico-medieval cristiano). La cota media de ocupación estaría en torno a los 118,50 m.s.n.m. – Fase 5 (contemporánea).- En esta fase se produce el abandono y amortización de la última ocupación islámica, transformándose la zona en huerta entre los siglos XII y XX. Nos encontramos pues, con el estrato negruzco de humus propio de la huerta, que en este sector se encuentra elevado respecto al mismo estrato localizado en el corte 2. La cota media de este nivel de tierra de labor se encuentra a unos 119,50 m.s.n.m. Por encima del nivel de huerta se encuentran una serie de estratos contemporáneos conformados principalmente por la preparación de la pavimentación de hormigón y aglomerado asfáltico de la calle interior contemporánea, que se conservaba a una cota de 120,25 m.s.n.m.

Sector Central (Cortes 4 y 5) Tras estudiar la ubicación idónea, se planteó en un principio el Corte 4 con unas dimensiones de 15 m de longitud por 5 m de anchura. Este sondeo se situó al Sur del Corte 2, entre el edificio del quirófano o “gallinero” y el localizado al Oeste. La mitad del corte ocupaba parte de la antigua pavimentación que se dispone alrededor del edificio y de los jardines traseros. El devenir propio de los trabajos de campo condicionó el desarrollo de este corte; el desplome de los perfiles en el Corte 2 y su consiguiente cierre, así como los resultados obtenidos en las primeras unidades de excavación del Corte 5, determinó la ampliación de las dimensiones primitivas hasta unificar toda la trasera de la antigua Facultad de Veterinaria, pasando a denominarse todo el conjunto como “Sector Central”. El inicio de los trabajos se produjo el día 27 de Noviembre de 2002, desmontándose los primeros estratos correspondientes a la calle con medios mecánicos. La aparición de los primeros estratos históricos bajo el nivel de huerta determinó la continuidad de la excavación ya con medios exclusivamente manuales. El desarrollo de la excavación nos proporcionó una serie de unidades estratigráficas que podemos delimitar por fases temporales (Fig. 67): – Fase 1 (romano altoimperial).- UU.EE. 37, 38, 95, 98, 188, 223, 638, 657, 674, 677, 682, 684, 697, 699, 762 (Fig. 68). Este momento viene determinado por la existencia de una serie de unidades que podemos sistematizar en dos grupos, pero que mantienen una coherencia estratigráfica y física entre ellas. En primer lugar, nos encontramos con un conjunto de estructuras murarias de naturaleza sustentante que, dadas las dimensiones de dichos muros, a su carácter elíptico y a los datos obtenidos en las parcelas existentes en la esquina de la Avenida de Medina Azahara con Albéniz, pertenecerían al anfiteatro de Corduba. A continuación, documentamos una serie de estratos y niveles horizontalizados, posiblemente pertenecientes a preparaciones de suelos. Comenzando desde la esquina Noroeste, registramos en las labores de excavación un primer muro de sillares escuadrados, trabados en seco. Este primer muro de sillares, de dimensiones considerables, se documentó en principio en altura a través de dos grandes lajas de calcarenita (U.E. 567) que fueron utilizadas como cimentación de la U.E. 515 y para trabar la U.E. 514, en periodos postreros. A partir de este momento se consideró oportuno sondear al Este y al Oeste de dicha U.E. 567, de tal manera que a una profundidad de 2,70-3,20 m se localizó en planta dicho muro, que conservaba al Este dos hiladas sobre la cimentación mientras que al Oeste sólo restaba una. Este nivel de arrasamiento y saqueo del muro se produjo en época islámica, cuando las funciones atribuidas a dicho elemento, desaparecen. Así pues, nos encontramos con un muro (UU.EE. 697 y 699) que va adquiriendo planta oval de 1,20 m de anchura y 4,20 m de longitud, que tiene una hilada (U.E. 567) proyectada en altura hasta alcanzar la cota 118,10 m.s.n.m., y que formaría parte del último muro interno del edificio romano de espectáculos encontrado hasta el momento y que, en principio, cabría interpretar como correspondiente al podium. [ 114 ]

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En un sillar concreto de este muro (UU.EE. 697 y 699) pudimos documentar una pestaña que se proyectaba hacia el Norte, en la vertical del muro 567 y que servía de apoyo para la ulterior estructura 694. Esta estructura, orientada Sureste-Noroeste, está realizada con grandes fragmentos de caementa trabados con mortero de cal y arena, muy compactos, que llega a alcanzar una altura de 1,10 m aproximadamente. La zanja de cimentación de dicha estructura 694, realizada en los niveles geológicos (UU.EE. 698 y 752), sirvió de encofrado para la realización de este muro. Esta zanja coincide a su vez con la misma interfacies de construcción realizada para la colocación de los sillares del muro 697-699. Ambas estructuras murarias apoyan directamente sobre una plataforma común de caementicium (U.E. 736), que se extiende en forma de “T” invertida, por el interior de las zanjas de cimentación. Es decir, viene a ser un mismo basamento de nivelación en idéntico momento cronológico. Este basamento fue documentado por Santos Gener en otros puntos del Sector Central y definido como “cantillo”. Tal circunstancia nos lleva a pensar, como hipótesis a contrastar en futuros trabajos, que estas estructuras formaron parte de un proyecto inicial que no llegó a ejecutarse. En dirección hacia el Sur, el proceso de excavación exhumó un muro de grandes dimensiones, realizado con sillares escuadrados de calcarenita, que adquirió un desarrollo elíptico en planta. Esta forma elíptica se obtuvo mediante el acercamiento escalonado de los sillares más alejados, que se iban retranqueando a medida que se aproximaban a la zona central del arco ovalado. Este sistema, es resultado de la cercanía del muro del podium y, por tanto, de la necesidad de realizar arcos ovales más reducidos; esto impide la rectificación, por medio de ángulos, de la línea de dichos muros. La unión entre ambos muros se realizó a traves de un relleno definido por capas alternas de calcarenita disgregada y estratos de gravas rojas y arcillas (U.E. 554). Volviendo a la U.E. 657, podemos comprobar cómo otro muro de sillares de entidad algo menor, desplazado hacia el Oeste respecto de la U.E. 694, se proyecta hacia el Sur. Este muro, U.E. 657, tiene la función de trabar dos anillos (3.º y 4.º), de manera que, entre ellos exista relación física y tectónica como consecuencia de la constitución de un anclaje de muros radiales con muros elípticos. Esta trabazón tiene una función claramente sustentante, cuyo objetivo es constituir una malla pétrea que delimita espacios trapezoidales destinados a contener rellenos constructivos. Estos casetones aumentan de tamaño conforme se alejan del centro de la elípse, aguantando las presiones del graderío y descargando las fuerzas laterales en los muros radiales y en los elípticos. Este muro 657 es igual al muro denominado 682 que se entrega al tercer muro semicircular documentado (UU.EE. 674 y 684). Esta unidad presenta un mayor desarrollo en planta, lo cual nos permitió apreciar cómo la configuración del arco oval se hacia mediante la reorientación de los ángulos que estaban labrados en las facetas de algunos sillares. Este sistema nos está hablando de la existencia de una serie de lapidarii muy especializados que retallarían, a pie de obra, las lajas de calcarenita e irían marcando el patrón de colocación de las piezas. Cada cierto número de sillares encontramos cómo existen unas piezas que reorientan la dirección del óvalo. Así mismo, pudimos apreciar cómo el frente de este muro, en su contacto con los rellenos de los casetones, entra y sale, de manera que va cosiendo los estratos compactados. El proceso de documentación hizo que denomináramos dos de las hiladas que se conservan de este anillo murario, como muros diferentes (UU. EE. 674 y 684), siendo el mismo muro aunque a cotas distintas. Partiendo de este muro elíptico hacia el Sur, conseguimos registrar un nuevo muro radial, de mayor longitud que el anterior (U.E. 762), que se entregaría al único pilar (U.E. 37) conservado en altura. Esta estructura se entrelaza, por medio de dobles sillares colocados longitudinalmente, con el muro 684, que muestra una orientación Sureste-Noroeste y está compuesto por unos diez sillares de planta rectangular. En dichos sillares se aprecia con claridad la huella dejada en el sobrelecho de las piezas por la abrazadera de empotramiento, que permite el ajuste de las aristas. En otro grupo debemos incluir una serie de estratos que conforman, mediante sucesión de tongadas, una superficie compacta y uniforme, funcionando como pilares tectónicos. La grandeza que deja traslucir el edificio se ve reflejada en las soluciones que se debieron adoptar con el fin de darle una

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coherencia formal y estructural que sólo podía conseguirse relacionando la materia prima de obra y la funcionalidad buscada. El material más cercano y duradero disponible era la piedra, procedente de los afloramientos de biocalcarenitas existentes al Norte de Córdoba, en el contacto de los terrenos miocénicos del valle con los paleozoicos de la Sierra. Las dimensiones del edificio dificultarían el uso y abastecimiento de este material ya sólo para los muros, máxime si se pretendía sostener todo un graderío. Dado que el uso del caementicium no fue muy extendido en Córdoba, la solución más barata y práctica fue la de realizar una serie de casetones o cajones rellenos que fueron macizados mediante tongadas de residuos de retalla de los propios sillares de calcarenita y de gravas con arcillas. Las capas de calcarenita disgregada provenían de los desechos de la talla de los propios sillares, trabajados a pie de obra –como se puede apreciar junto al muro 567–, mientras que las gravas con arcillas fueron aportadas por los niveles geológicos subyacentes que afloraban al realizar las zanjas de cimentación de los muros. Importante es la existencia de varios estratos que nos muestran niveles de preparación de suelos. Así, la U.E. 627 define un suelo de ocupación con un estrato inferior de preparación. Este suelo está realizado con el aporte de margas oscuras, gravas, cerámicas y restos de productos de talla, principalmente mármoles. Su compactación, potencia y horizontalidad, junto a la similitud con el documentado hacia el Este (U.E. 62), nos hace concebirlo como un nivel de preparación de suelo relacionado con alguno de los accesos que conducían al graderío. Aún cuando no es seguro, la U.E. 564, dadas sus características similares a la cama de preparación del pavimento, pudiera estar relacionada con este suelo; si bien es cierto que también podría tratarse de restos de saqueo (U.E. 564). Deberíamos mencionar la existencia de una serie de estratos horizontales (UU.EE. 695, 696, 766, 757) sobre los niveles geológicos y por encima de la cota de la zanja de la U.E. 694. Estos estarían hablando del posible suelo de la arena. La dificultad de dicha comprobación radica en su documentación en perfil y no en planta, por lo que se deberá realizar un sondeo al interior de la U.E. 514 para poder acceder con total fiabilidad a dichas unidades. Conforme nos alejamos del centro del edificio, los muros han podido excavarse en extensión, especialmente en lo que se refiere al 4.º anillo (U.E. 37). Este hecho ha servido para aportarnos una mejor documentación, lo que unido a su estado de conservación, nos ha permitido conocer más profundamente esta zona del edificio. En cualquier caso, el hecho de no haber excavado en la práctica nada más que cinco o seis niveles romanos impide que nos aproximemos con precisión al alzado del edificio. El 4.º anillo (muro U.E. 37) está trabado con los muros definidos por las UU.EE. 38 y 762, que son arriostramientos que lo cosen al tercer anillo, definido por las UU.EE. 674 y 684. Este anillo es el que ha sido documentado con mayor amplitud, constituyendo un segmento de óvalo, perceptible a simple vista y que se dispone con una orientación Noreste-Suroeste. El trazado de este muro fue recogido ya por Santos Gener en su libro inédito (VENTURA, 1996a, 182), aunque tan solo pudo apreciar un tramo que no alcanzó los dos metros de longitud. La estructura se encuentra en un irregular estado de conservación, aunque en algunos puntos es excelente. Aproximadamente el punto central del tramo documentado marca el mayor grado de conservación hasta ahora constatado de toda la superestructura del anfiteatro. Justo en el lugar estudiado por Santos Gener, se observa tan solo la disposición de una fase constructiva tras la destrucción del edificio, en concreto el patio denominado por nosotros Espacio A del Sector Central, circunscribible cronológicamente a los siglos XI-XII d.C. En el extremo más meridional de este muro, sin embargo, han podido detectarse hasta cuatro fases constructivas, lo que ha conllevado una mayor destrucción de la estructura. En este muro se abrieron al menos dos arcos que dieron paso a sendos espacios abovedados (uno de ellos un vomitorium), como prueban parte del pilar de uno de estos arcos y las líneas de replanteo de otro. Por otro lado, y con otros datos indirectos relacionados con la posible inclinación del graderío, paralelos y modulación podríamos incluso calcular su altura, con lo que encontraríamos una respuesta parcial a la sección constructiva del edificio. Esta reconstrucción hipotética resulta fiable desde el [ 116 ]

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podium y la arena hasta el espacio a modo de ambulacrum interno que describe éste junto con el definido por la U.E. 188. Nos encontramos además con uno de los pocos espacios internos del edificio con alzado conservado. En concreto este muro muestra una altura máxima de siete hiladas de sillares: cuatro de alzado y tres de cimentación, dispuestas sobre la base de opus caementicium. La anchura de las hiladas de cimentación es bastante superior a las del alzado, con un ritmo decreciente que va estrechando paulatinamente el muro hasta dejarlo en la anchura visible. Para que este proceso sea constructivamente sólido, los maestros de obra fueron realizando sucesivos replanteos sobre las hiladas dispuestas, trazando líneas guía muy útiles para la colocación de la siguiente hilada. También en el caso del alzado se marcaron los pilares sobre los sillares de la cimentación, centrados con respecto a los muros perpendiculares, de tal forma que en planta conformaban una singular planta en “T”. El Quinto Anillo, el de mayor anchura, está definido por la U.E. 188. Este anillo paralelo y más exterior que el Cuarto, forma pendant con éste para constituir el denominado ambulacrum interno. En realidad se trata del muro exterior de un pasillo cubierto o interior que hipotéticamente serviría para la distribución de los espectadores por los graderíos medio e inferior. El muro se encontró en mal estado de conservación, habiendo sido documentado tan solo en el extremo Sur del sector central. Su prolongación hacia el Norte se encuentra interrumpida por una serie de fosas, las más recientes de época califal, que nos informan sobre la intensa rapiña a la que el edificio fue sometido ya desde momentos tempranos, de la primera mitad del s. IV. Asimismo, otro muro, éste conformado por mampuesto careado (muro de “tres hojas”), presuntamente tardoantiguo o emiral (U.E. 154), se superpone claramente a la prolongación de dicho muro, del que no hemos encontrado evidencia en este punto. Este hecho parece indicar que el saqueo de dicho muro hasta su cimentación se produjo con antelación a la construcción del muro tardoantiguo/emiral, lo que da idea de la intensa destrucción a la que fue sometida y la alta cronología de la misma. Por tanto, mientras hay una parte del ambulacrum (lateral interno o Cuarto Anillo) que se mantiene en pie hasta época medieval islámica, el otro debió ser arrasado con mucha antelación, lo que nos indica un posible aprovechamiento de parte de la infraestructura del graderío medio e inferior durante la Tardoantigüedad y el Emirato omeya. Poco más podemos añadir de este muro, tan sólo que su anchura es ligeramente mayor que la del Cuarto Anillo, lo que nos muestra claramente que sobre él se ejercían unas cargas superiores. El suelo del ambulacrum no ha sido documentado, aunque suponemos que no fue uniforme. Hemos localizado varios sillares, visibles en algunos sondeos, dispuestos en posición horizontal, que no constituyen muros, sino alineaciones de sillería que pudieron conformar el suelo, ser la preparación del mismo, o incluso servir para soportar escaleras. Estas tres posibilidades no pueden ser descartadas por el momento, ya que en este punto los niveles romanos prácticamente no han sido excavados. Queda, por tanto, pendiente que en futuras intervenciones estos detalles sean perfilados defintivamente. El Sexto Anillo (U.E. 223), es el más externo de los localizados hasta el momento. Pensamos, por una serie de razones que a continuación expondremos, que lo hasta ahora conocido no pertenece propiamente al muro sustentante de la fachada del anfiteatro, sino a un gran vano de acceso dispuesto en las proximidades del eje mayor del anfiteatro. En efecto, disponemos de dos pilares de c. 2,66 m de anchura que enmarcan al menos dos umbrales con su correspondiente quicialera de c. 3,015 m de anchura. Por su posición en la hipótesis de restitución de la planta de nuestro anfiteatro (cfr. infra Fig. 111), estas puertas se localizarían muy próximas al eje mayor del anfiteatro, dispuesto en sentido Noroeste-Sureste. De conformar parte de los accesos principales al edificio de espectáculos, tendría pleno sentido la disposición constatada de estas estructuras, así como la ubicación de los rellenos constructivos y desechos de saqueo documentados en sus inmediaciones, restando por documentar sendos muros transversales que, desde el Quinto Anillo, debían conectar con el gran muro de cierre de los rellenos constructivos que soportaban la summa cavea, dispuestos a ambos lados de este acceso. Se conformaría, de este modo, una fachaMonografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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da esencialmente maciza, aunque animada por una superposición de arquerías ciegas que solamente se abrirían en los puntos de acceso al edificio (cfr. infra 269)73. Como hemos indicado, para corroborar esta hipótesis se hace necesaria la existencia de un muro perpendicular que separe y limite por el Suroeste este espacio del muro de sustentación de la summa cavea. Este elemento, aún no detectado, puede ser planteado a nivel teórico debido a que los rellenos existentes en un sondeo realizado inmediatamente al Suroeste de los espacios medievales U y W, dentro del impreciso espacio V, son muy diferentes, en apariencia, de los excavados en el espacio A1. No descartamos, por tanto, que exista un muro perpendicular a la U.E. 223, que lo limite por el Suroeste. La presencia al Suroeste de este hipotético muro de paquetes muy horizontales de esquirlas de mármol blanco y caliza nodulosa violácea, frente a las gravas y resíduos de retalla de sillares en el lado opuesto (al nordeste de dicho muro) parece indicar que los rellenos meridionales corresponden aún al edificio propiamente dicho y a los residuos producidos por su ornamentación y pavimentación, mientras que los septentrionales carecen de estos elementos y posiblemente se relacionen con el expolio y colmatación de todo este sector de acceso al edificio. En cuanto a los bloques de opus caementicium que han aparecido preferentemente junto al gran ambulacrum, conservamos toda la anchura de los mismos, desde el apoyo sobre una estructura o relleno cuya naturaleza desconocemos, hasta el remate o superficie visible. Constan estos bloques de tres partes bien diferenciadas, de una forma similar a como se trabajan los pavimentos musivos. En ellos suelen disponerse una base basta o rudus, sobre la que se coloca una segunda que contiene una argamasa más fina, que queda rematada por la superficie del suelo propiamente dicha, conformado en este caso por guijarros de río en dos colores: blanco y negro. Pensamos que con total seguridad conformaron suelos y que no recibieron ningún tipo de placado o elemento pétreo encima, ya que muestran una superficie lisa y rematada en la que no se puede adherir bien ningún tipo de placado, no existiendo tampoco huellas de ello. Podemos, por tanto, suponer que estos suelos formaron parte del edificio. En cualquier caso esta posible ubicación de los fragmentos de pavimento prácticamente es el resultado de un análisis por exclusión. Sabemos que estas piezas fueron completamente horizontales y no recibieron placado, por lo que hemos de descartar que fueran la base de los asientos del graderío debido a que éstos fueron realizados en calcarenita. Tampoco pertenecen al posible pavimento exterior, que debió ser de caliza nodulosa violácea. En cuanto a los asientos de calcarenita, suponemos este material debido a que la placa de asiento localizada era de reducidas dimensiones para ser embutida en otra pieza de mayor tamaño y tenía argamasa en la parte posterior, por lo que es normal que se dispusiera sobre el frente de una pieza de calcarenita. Esto no es óbice para que determinados asientos, especialmente los del graderío inferior, tuviesen un revestimiento marmóreo o pseudomarmóreo, aunque no debió ser la tónica general (vid. infra). – Fase 2 (tardorromana).- UU.EE. 551, 556, 561-564, 568, 625, 628, 634, 635, 637, 639, 651, 656, 659, 660, 663, 666-673, 675, 679-681, 683, 687, 688, 690, 691, 701, 751, 761, 763, 768, 774, 775 y 776 (Fig. 69).

73  Estos accesos no tienen por qué ser exclusivos para el público asistente al espectáculo, disponiéndose también los relacionados con la entrada a la arena, con el almacenamiento de tramoya para las representaciones o con cuerpos de acceso independiente a un nivel superior. Estos espacios de servicio no son extraños en las proximidades del eje principal del edificio, donde suelen encontrarse habitaciones y estancias cuya funcionalidad a menudo escapa a interpretaciones genéricas sobre el edificio. Tales espacios de almacenamiento, a veces cultuales, lugares incluso donde se lavaban y preparaban los cadáveres de los gladiadores fallecidos están muy poco estudiados, siendo a menudo reductos de funcionalidad imprecisa y evidentemente no siempre relacionados con la distribución y organización del público para el espectáculo, sino más bien con los protagonistas del mismo.

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Este momento se caracteriza por la ausencia de estructuras documentadas y por la presencia casi absoluta de estratos de saqueo, e interfacies de arrasamiento. Dentro de este grupo de saqueo podemos constatar dos momentos claramente definidos por la estratigrafía. El primero está representado básicamente por la U.E. 671. Se trata de un estrato de matriz arenosa, consistencia alta, color amarillo y abundantes nódulos de calcarenita que presenta una potencia máxima de 0,50 m. Este estrato rellena a una serie de interfacies de arrasamiento de los muros romanos y determina el tipo de saqueo o desmonte que sufrieron algunos de estos muros (a excepción del podium). La ausencia de huellas de arrastre en los sillares de los muros, junto a la potencia extraordinaria que adquieren estos estratos, nos hablan del tipo de saqueo a que fueron sometidas las estructuras romanas en esta zona, consistente en la separación traumática de los bloques pétreos colocados en seco, mediante el uso de palancas –como se puede apreciar en el muro 684– y la disgregación y retalla de dichas lajas a pie de obra. Esto es demostrable por la naturaleza propia de los estratos documentados, donde pudimos apreciar grandes nódulos de calcarenita en las UU.EE. 671 y 656 pertenecientes al primer momento de expolio. El objetivo perseguido era la reutilización del edificio romano como cantera, a nuestro entender organizada con el fin de abastecer de material de construción de gran calidad a un importante proyecto edilicio por esos años desarrollado en Córdoba. Sellado por este primer nivel de explotación, documentamos un horizonte de saqueo definido por la U.E. 762. Esta unidad nos muestra un gran acopio o derrumbe de sillares sobre un nivel de suelo precedente (U.E. 775). El primer momento de desmonte de los muros está amortizado por la existencia de una superficie de estrato, horizontal y compacta, que nos da una fecha post quem para dicho saqueo. Las unidades que sellan la U.E. 671, son las UU.EE. 639, 670 y 660. La U.E. 639 es sin duda la más importante, pues nos muestra una gran extensión de ceniza con abundante material cerámico en su interior. Este material está conformado principalmente por varias tipologías de lucernas. Por encima de estas unidades localizamos un segundo momento de saqueo definido, fundamentalmente, por los estratos UU.EE. 651 y 625. Están definidos por un sedimento de matriz arenosa, consistencia alta y color amarillo que representa el segundo momento de saqueo. Particularmente ilustrativa es la apreciación de estas circunstancias en el muro UU.EE. 674 y 684: el arrasamiento de la unidad 674 corresponde al pimer momento de explotación del edificio romano y llega hasta donde comienza la segunda hilada de desmonte documentada (U.E. 684). Esta hilada 684 se encuentra amortizada por la U.E. 639 de tal modo que el saqueo de sus sillares corresponde a la segunda etapa de explotación. Ambas etapas se encuentran selladas cuando se nivela el estrato 651, definiendo un suelo de ocupación de época tardoantigua (UU.EE. 703, 704 y 705). Conjuntamente a este fenómeno de expolio de los muros romanos se aprecian grandes bolsadas de lascas marmóreas y calizas (UU.EE. 562, 564 y 634) que nos indican un reaprovechamiento de este tipo de piezas. Las dimensiones de estos estratos son considerablemente menores que las anteriores, lo que nos aporta dos hipótesis respecto a estos materiales. Por un lado, serían las primeras piezas en ser retiradas de sus lugares primitivos por su valor y accesibilidad, por otro, la extracción se efectuaría con sumo cuidado como demuestra los escasos restos de retalla. Dentro del último grupo de unidades podemos encuadrar una serie de estratos de gravas y arenas limosas, producto del saqueo de los muros y de la reutilización de los casetones. Reutilización que tiene su objetivo en la colmatación o nivelación de supeficies (UU.EE. 551, 556, 561, 562, 563, 624 y 625). Conjuntamente, las interfacies de saqueo de los muros romanos nos hablan de cuándo fueron reutilizados. Por lo tanto, la estratigrafía y el registro cerámico hallado delimitan el comienzo del abandono, expolio y amortización del edificio a lo largo del tránsito del s. III al s. IV (vid. infra). – Fase 3 (tardoantigua).- UU.EE. 514, 527, 528, 550, 606, 607, 652, 658, 661, 664, 678, 685, 686, 689, 692, 693, 703-705, 719, 725, 726, y 733-735 (Fig. 70). Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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Una vez amortizado gran parte del edificio en la fase precedente, asistimos a un cambio en la funcionalidad y aspecto del antiguo edificio romano de espectáculos. Si el saqueo coincidió con un cambio en la mentalidad romana, la reorganización del espacio nos habla de la adaptación a una dinámica distinta que experimentó la generalidad de la ciudad. El proceso de excavación nos llevó a documentar esta fase fundamentalmente en la zona Noroeste del sector central. Nos llamó poderosamente la atención la existencia de estratos nivelados y compactados con presencia de mortero de cal rosa y mármoles. Estos estratos estaban ligados sin duda a la U.E. 514. La U.E. 514 define una estructura de planta semicircular, realizada con un opus vittatum, trabado con mortero de cal de tonalidad rosácea, de factura tardía. Esta estructura, de espesor cercano al metro y altura en torno a los 1,90 m, presentaba en su superficie una uniforme interfacies de arrasamiento. La construcción de dicho semicírculo supuso la reestructuración de algunos sillares del muro del podium y la cimentación sobre la U.E. 694. Se conforma un paramento construido probablemete sobre la arena, que se traba o engatilla con el muro del podium. Lógicamente podemos preguntarnos por qué se mantiene el muro del podium en la fase anterior si el resto de las estructuras se van desmontando. La explicación la desconocemos, aunque sí sabemos que este muro 514, pertenece a una fase posterior, por la relación edilicia y formal que tiene con la estancia definida por el suelo U.E. 705, que amortiza la última fase de saqueo. Formando una misma fase ocupacional, encontramos hacia el Oeste de la U.E. 514 y al Sur del podium (UU.EE. 697 y 699) dos muros paralelos y un suelo definido por una quicialera. Estos muros (UU.EE. 661 y 725) están realizados con el mismo tipo de mortero de cal rosa y con mampuestos de caliza de la sierra, de idénticas características que la U.E. 514. Ambos son paralelos y en su día se entregarían al muro UU.EE. 697 y 699, aunque este dato no ha podido ser comprobado en campo. Se dibujaría un espacio rectangular con tres lados en alzado y una puerta corredera en su lado Sur –como define la quicialera longitudinal U.E. 705–. La ocupación de este espacio hubo de ser prolongada en el tiempo, pues se documentan en perfil al menos dos suelos de ocupación, uno de ellos con fragmentos cerámicos in situ. Dentro de esta fase se procedió a la documentación de otras unidades cuya característica común es la de estar en gran parte cortadas o amortizadas por unidades de la primera fase islámica. Principalmente son estratos o interfacies tanto de saqueo como de ocupación. Destaca por su importancia la U.E. 693; es un estrato de matriz arenosa, color verde y consistencia baja, probablemente detritus que contenía abundante cerámica. Su importancia radica en estar ubicado al interior de la estructura semicircular (U.E. 514) y sobre la posible superficie romana de la arena. Este estrato se encontró bajo las tongadas de rudus que amortizan la U.E. 514. – Fase 4 (emiral).- UU.EE. 143, 281, 511, 694, 714, 716, 739, 1114, 1120 (Fig. 71). La caída del poder visigodo también tuvo su reflejo en la ocupación del solar estudiado. La dinámica de excavación nos permitió registrar varias estructuras constructivas y de acomodo, sobre todo, al Noroeste del sector central. Las principales unidades las constituyen tongadas de rudus (UU. EE. 511, 516, 534, 535, 536, 739, 741, 742 y 777) que se dispondrían en derredor y al interior de la U.E. 514. Se produce por tanto una amortización de la estructura semicircular del momento precedente y el desmonte del muro del podium. La imagen que nos evoca es una gran plataforma horizontal cubriendo la U.E. 514, que estaría retenida en parte por el muro del podium y por una serie de estructuras perimetrales no documentadas. El momento de expolio del muro del podium es complicado de determinar dada su posible utilización como contención meridional de las capas de rudus y por la aparición de varias zanjas (U.E. 542) de detritus que rompen este rudus y lo colmatan en un momento medieval islámico. Documentamos abundantes fosas (UU.EE. 537, 538, 654, 665, 706, 707, 708 y 709) rellenas de detritus al Sur del muro 697 y en el antiguo espacio tardoantiguo delimitado por las UU.EE 725 y 661, que incluso rompen el muro 661 y las estructuras romanas subyacentes. Esta ocupación [ 120 ]

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del espacio tardoantiguo nos habla de una nueva transformación del entorno y de la amortización de las unidades anteriores. Confirma dicha transformación la construcción de una estancia rectangular de época emiral frente al antiguo espacio tardoantiguo. La cimentación de los muros UU.EE.714, 715 y 716 supuso la ruptura de los estratos de saqueo de época tardorromana. Estos muros están realizados con mampuestos careados, lajas de calizas colocadas en horizontal y trabadas con arcillas, estando amortizados por las estructuras islámicas posteriores. En el entorno de estos muros aparecen nuevamente zanjas de detritus (UU.EE. 731, 732). Otra estructura de considerables dimensiones perteneciente a este momento es la U.E. 739. Se trata de restos de la cimentación de un muro con una anchura en torno al metro y una longitud aproximada de 1,80 m. Está realizado con mampuesto careado, cantos de río y arena muy compactada, que supuso la ruptura de los estratos de saqueo tardorromanos. La cronología observada para este momento es islámica emiral. – Fase 5 (Califal).- UU.EE. 16, 177, 183, 193, 194, 216, 276, 515, 524, 540, 576, 578, 582, 592, 601, 610, 611, 615, 617, 623, 631, 645, 646, 647, 1107 (Fig. 71). El conjunto de unidades que pertenecen a esta fase nos aportan algunos de los datos más significativos e importantes de la excavación, pues configuran una serie de unidades domésticas adscribibles al periodo medieval islámico. La característica principal de los espacios delimitados por los suelos y muros de este momentos es la adaptación al desarrollo en planta del edificio romano; es decir, se aprecia cómo el parcelario fosiliza en gran parte la forma oval de los muros romanos. Esto es producto de la lógica constructiva islámica que cimenta sobre superficies que les generan confianza, ubicando sus muros sobre la proyección en altura de los romanos o sobre el saqueo compactado de éstos. Pudimos comprobar que la mayoria de los muros y crujías de esta fase están realizados con mampuestos careados y cimentaciones de ripios y cantos rodados. La mayor parte de los muros están situados hacia la esquina Noroeste del sector central, dando lugar a una serie de estancias y espacios imbricados entre sí. En primer lugar destaca la gran estancia (Espacio J) enfoscada y definida por los muros UU.EE. 515, 631, 623, 610 y 599. Esta habitación presenta sus muros enlucidos hacia el interior, dando lugar a una gran superficie rectangular que se encuentra parcialmente oculta por el perfil Norte. En su lado Oeste, y estrechamente vinculada a esta superficie, encontramos una serie de espacios o alcobas, delimitadas por dos crujías. En el lado Norte, y muy deteriorado, se encuentra el muro de cierre de estas estancias (U.E. 615) que delimitaría hacia el Sur otro habitáculo (Espacio E) mientras que hacia el Norte limitaría con un posible patio. Este muro presenta una orientación Noreste-Suroeste y formaría con el muro UU.EE. 646 y 576 un espacio rectangular que hacia el Oeste estaría enlucido con mortero de cal y pintado con almagra y blanco. La crujía Sur de esta estancia, como las adyacentes, no ha sido aún excavada. El muro U.E. 576 se encuentra adosado a los muros UU.EE. 646 y 647, que delimitan por el Este una estancia (Espacio K) definida por el suelo U.E. 592, posible alcoba de enlucidas paredes y suelo de mortero pintado en almagra. Su límite Norte lo constituye el muro U.E. 645, el Sur no ha sido excavado, mientras que su muro Este viene definido por la U.E. 610. Al Norte del muro 645 pudimos documentar una gran zanja o pozo negro (UU.EE. 549 y 550) que rompía toda la secuencia histórica que le precedía, desde los niveles de saqueo y ocupación tardoantiguos hasta el mismo muro anular romano. Se encuentra relleno por un estrato de color castaño-verdoso (U.E. 550) de detritus con abundante material cerámico que nos sugiere un uso prolongado. Por su parte, la U.E. 610 conforma, junto a las UU.EE. 613 y 582, los restos de otra estancia (Espacio F) con las paredes enfoscadas y el suelo de mortero de cal, todos pintados en almagra y blanco. Es más que previsible que esta U.E. 610 sea el mismo muro U.E. 515; no obstante, la falta de relación física directa nos hace redenominar dicha estructura muraria. Al Norte del muro 615 y al Oeste de la U.E. 515 se dibuja un espacio abierto con un pozo (U.E. 540) y una serie de zanjas (UU.EE. 529 y 531) de distintos momentos, que muy probablemente estuviera en uso como patio en este momento califal. Esta zona es interesante por la gran ocupación Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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que experimenta, lo que nos hace ser muy cautos a la hora de asignar con total fiabilidad cronologías. Hemos de retornar sobre el muro U.E. 631 ya que recoge con claridad la secuencia estratigráfica de este periodo en el entorno de la U.E. 514. Podemos apreciar cómo su zanja de cimentación está rompiendo las unidades constitutivas del rudus y cómo se apoya sobre una gran fosa o pozo negro (U.E. 555) que por su naturaleza poco compacta afectará a dicho muro 631. La superficie interna del Espacio J se encuentra horadada por una serie de pequeñas zanjas (UU.EE. 552, 555 y 557) a las que no podemos asignar una cronologia concreta, pero cuyo material parece circunscribirse a este momento, aunque funcionalmente no encontramos una razón lógica si no es por una pertenencia a una fase posterior que amortice dicho espacio. El resto de unidades las podemos sistematizar en varios grupos: por un lado una serie de estratos, posiblemente niveles de suelo o preparación de horizontes de ocupación, que se documentaron principalmente en el ámbito del Espacio E y en torno al pozo U.E. 540. En otro grupo debemos congregar una serie de estratos que se definieron en los subsondeos realizados al interior (Este) y exterior (Oeste) de la estructura semicircular U.E. 514, y que fundamentalmente eran estratos de relleno de zanjas de desechos de carácter doméstico. El tercer grupo lo configuran los estratos y zanjas documentados bajo la U.E. 124 y que se encuentran en el centro del sector central. La propia dinámica de la excavación produce relaciones inconexas entre unidades de un mismo periodo cronológico, pero esto no es más que el resultado de ir dejando testigos estratigráficos que puedan ser excavados con posterioridad. Estas unidades definen una zanja de detritus y un pozo (UU.EE. 746 y 749) muy deteriorado que originalmente pudo utilizarse para el abastecimiento de agua. La funcionalidad de este pozo viene determinada por el brocal cerámico encontrado en su interior y el encañado de sillarejos que pudimos apreciar en el vaciado de su interior. Se situó al Oeste del muro romano U.E. 762 y su construcción supuso la ruptura de los niveles de derrumbe y suelo (U.E. 775) de épocas precedentes. Por último, debemos destacar las UU.EE. 769 y 770 que describen una zanja al Oeste de la U.E. 514 y cortada por el colector U.E. 771. Debemos destacar que aunque aparece a una cota bastante baja, esta unidad conformaría un pozo negro cuyo inicio sería mucho más elevado, pero la colocación del colector rompió el registro estratigráfico existente sobre él. El material recuperado en dicha zanja nos revela una cronología califal. La cronología establecida para el conjunto de las unidades existentes en esta fase es islámica califal. Presenta una cota de ocupación en torno a los 118,20 m.s.n.m. – Fase 6 (Postcalifal).- UU.EE. 16, 47, 49, 50, 51, 76, 77, 78, 82, 83, 84, 85, 106, 107, 108, 109, 110, 111, 112, 113, 114, 116, 117, 122, 139, 141, 156, 157, 160, 165, 166, 167, 168, 172, 175, 180, 190, 203, 204, 207, 209, 210, 211, 212, 213, 507, 508, 524, 526, 540, 570, 588, 589, 594, 599, 614, 619, 620, 622, 700, 1007, 1009, 1011, 1012, 1014, 1015, 1018, 1019, 1111, 1112, 1113 (Fig. 72). Es una de las fases más completas localizadas en el Sector Central, aun cuando también está bien representada en el Corte 3. En líneas generales el estado de conservación es muy irregular por la incidencia de los arados a partir de su abandono y la conversión de este espacio en campo de cultivo. Aun cuando no se trata de la primera fase del periodo medieval islámico documentada en el yacimiento, sí que es la primera vez en la que vemos una trama urbana en este solar tras la destrucción del anfiteatro. A pesar de la falta de datos en algunos puntos, podemos extraer unas conclusiones interesantes a partir de los datos obtenidos: 1. Las estructuras están fosilizando la traza del anfiteatro. Esta fosilización se produce de forma genérica, es decir, no se recrecen habitualmente los muros romanos, pero la adaptación al terreno tiene como consecuencia la adaptación también al esqueleto conservado del edificio anterior, que lógicamente marcó la topografía a partir de su abandono. [ 122 ]

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2. Las unidades constructivas son, por el momento, siempre domésticas y de un tamaño relativamente grande, con patios cuadrangulares de mediano formato, de los que se han exhumado tres bastante completos o cuyas plantas pueden casi reconstruirse; es el caso de los Espacios A y A1 y el documentado en el Corte 3. La orientación suele ser Nordeste-Suroeste, distribuyéndose las habitaciones principales al Noroeste de los patios. No siempre los patios cuentan con pozos de agua, o al menos no los hemos encontrado. En todo el sector documentado tan sólo se ha localizado un pozo de abastecimiento de agua en el espacio A, que además no estaba colmatado. Esta particularidad nos ofrece más de un problema, debido en buena medida a que desconocemos cómo se organizó el abastecimiento de agua a estas casas. 3. La reutilización del material pétreo procedente del anfiteatro en estas estructuras no es muy importante, lo que nos induce a pensar que el anfiteatro se encontraba en este momento en parte muy arrasado y en parte oculto. Es desde luego llamativo que hayamos documentado bajo el espacio O, una importante acumulación de sillería reutilizable, que sin embargo no lo fue. Por otro lado, en lugar de sillería, a menudo se recicla como material constructivo bloques de opus caementicium, que no se habrían empleado si la piedra hubiese sido abundante. Además, encontramos una importante variedad de elementos pétreos en las construcciones de esta fase, empleándose junto a los fragmentos mencionados, el sillarejo de calcarenita, las tejas, los cantos de rio, la arenisca roja, etc. 4. Parece disponerse una red viaria de carácter no principal que se articula sobre el anfiteatro, aunque creemos que sólo sirve para dar acceso a las casas construidas sobre él. Las vías de comunicación realmente importantes deberían seguir siendo los caminos con los que se relacionaba el edificio gladiatorio, que continuarían marcando la urbanización de este sector. De otra forma no habría existido la fosilización del edificio en los muros de esta fase. 5. Es más que probable que existiese alguna mezquita en los alrededores como parece sugerir el hallazgo de un merlón escalonado, similar a otros aparecidos en la ciudad, que siempre se relacionan con estos edificios religiosos. Se descubrió dentro del espacio A3, en el ángulo más suroriental de la excavación, cuando se comenzó a eliminar la rampa de acceso al corte. Descripción de espacios: Espacio A (UU.EE. 16, 25, 26, 47, 49, 50, 51, 76, 122). Fue el primero documentado en el Corte 5. Se trata de un gran patio con pozo de agua (U.E. 16) ligeramente desplazado del centro del espacio. Está circundado por un andén mal conservado (UU.EE. 47, 49, 50 y 51) del que quedaban algunos restos, formados por pequeños muretes realizados con sillarejo careado. El patio estaba mal delimitado por el lado Suroeste, mientras que por el lado Sureste se conservaba algo mejor, siendo su límite el muro U.E. 76. Hacia el lateral Nordeste tampoco se conservaban restos aunque en este caso es explicable por la proximidad de la esquina del corte, por lo que no podemos descartar que aún se conserve. El último lateral, el Noroeste, de nuevo estaba mal conservado, por la presencia de un gran colector contemporáneo. Los muros están conformados por mampuesto careado y algunos sillarejos, posiblemente reutilizados a partir de sillares del anfiteatro. Uno de los aspectos más curiosos de este espacio es la compatibilidad con la zona mejor conservada del edificio romano de espectáculos, para lo cual, la zona más sobresaliente quedó embutida en uno de los muros de la casa. Espacio B/S (UU.EE. 76, 77, 78 y 160). Se trata de una Estancia localizada al Sureste del muro definido por la U.E. 76, por lo que en principio, deberíamos relacionar este espacio con el gran patio A. La pavimentación no se conservaba, resultando llamativo que existiera una acumulación de bloques de opus caementicium del anfiteatro, a cota también elevada, que nos habla de la posibilidad de que el patio estuviese rehundido respecto del pavimento de las estancias que lo rodeaban. Esta habitación, muy mal conservada, estaría conformada aproximadamente por los muros UU.EE. 76, 78, 77 (o su recrecido) y 160. Todos ellos son muy homogéneos en su técnica constructiva: muros con una anchura uniforme próxima a los 40/50 cm, conservados únicamente en cimentación. Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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Tan sólo resulta diferente el muro definido por la U.E. 77, que al igual que el definido por la U.E. 160 se apoya sobre un muro, creemos que anterior, compuesto por otros materiales, con mampuesto muy regular careado a ambos lados y de una anchura próxima a un metro. Espacio C/Q (UU.EE. 77, 83, 85, 107, 108). Es una estancia irregular, prácticamente cuadrada, aunque algo más ancha por el extremo Nordeste. En esta ocasión está limitada por los muros UU.EE. 77, 83, 107 y 108. El suelo estaba formado por gravas rojas. Los muros son muy homogéneos, con mampuesto careado sin restos de enlucido. Es posible que se trate de un patio secundario o incluso de alguna cuadra, ya que en el vecino Espacio P se localizó el esqueleto de un asno y lo que parece conformar el cimiento o la estructura de un pesebre. Contaba con un vano que lo comunicaba con el Espacio M, una posible calle secundaria. Este vano tenía una doble puerta con dos gozneras, una de mármol y otra de cerámica. El ancho de la puerta no alcanzaba el metro, con dos hojas que deberían ser muy estrechas. Junto al muro definido por la U. E. 83 apareció un rebanco asociado (U.E. 85) que parece conformar un escalón, ya que era muy estrecho para tratarse de un andén. De nuevo, el único muro diferente al resto es el definido por la U.E. 77, que como hemos mencionado anteriormente, debió contar con un recrecido o ser reutilizado en época medieval. Se encontró un derrumbe de tejas en la esquina Sur, lo que indica que en este ángulo pudo haber algún tipo de estructura con tejado. Tanto la localización del derrumbe como su pequeño formato nos indican que debería tratarse de una estructura muy localizada. Espacio D (UU.EE. 83 y 84). Constituye una estancia muy incompleta, de la que tan sólo hemos documentado dos muros en esquina (UU.EE. 83 y 84). Ambos se encontraron en un regular estado de conservación. La unión entre las dos estructuras estaba reforzada por una gran pieza de calcarenita que perteneció a la bóveda del ambulacrum interno del anfiteatro y que estaba hincada en el suelo. No nos encontramos con ningún elemento que nos indicara la existencia de un suelo asociado. Creemos que debe tratarse de espacios de servicio de índole menor. Espacio L (UU.EE. 109, 110, 116). Está limitado por los muros UU.EE. 109 y 116, y al Sur por el muro U.E. 110 que lo separa del espacio M. Consideramos que este último muro es de una fase posterior, ya que se entregaba a ambos. Si obviamos este último muro, los espacios L y M conformarían un ámbito muy alargado, limitado en el lado Nordeste por los muros UU.EE. 107 y 116 que contaban con dos vanos o puertas de acceso. Este hecho nos llevó a plantear la posibilidad de que se tratara de una vía secundaria, máxime cuando los accesos llevaban hacia espacios presuntamente secundarios a los que se accedería directamente desde la calle. Tal circunstancia nos lleva a pensar que podría tratase de un pequeño callejón de servicio que debió estar pavimentado con gravas (U.E. 117), como demuestran los restos localizados junto al vano documentado en el muro U.E. 116. El muro que compartimenta ambos espacios pudo incluso no tener mucha proyección en alzado y conformar un escalón que salvara el buzamiento W-E de esta presunta vía de tránsito. En esta ocasión, como en las anteriores, los muros reutilizan algún material del anfiteatro aunque éste no debió ser muy abundante en esos momentos, ya que se reciclaron bloques de opus caementicium. Espacio M (UU.EE. 107, 110, 111). Está limitado por los muros UU.EE. 107, 110 y 111, sin que conozcamos el límite Sureste, que si atendemos a su interpretación como calle no debió existir. Los muros que conforman este espacio están bien construidos, con cimentaciones bastante profundas, lo que nos da idea de que se trata de muros maestros. El suelo está conformado como en el caso anterior con gravas rojas (U.E. 119), aunque en este caso algo más bajas de cota y en menor cantidad. Se conservaba algún pequeño resto de derrumbes de tejas, que no parecen provenir del propio espacio, ya que no estuvo cubierto, sino de las proximidades del espacio C/Q. Espacio N (UU.EE. 111, 112, 114). De esta habitación únicamente se han encontrado dos muros que conforman la esquina Nordeste. Se trata de las UU.EE. 111 y 112, incluyendo una estructura interna a modo de murete, definido por la U.E. 114, que por su mal estado de conservación no podemos interpretar. Este espacio, cuya funcionalidad desconocemos, debió ser secundario. Estuvo cubierto, como demuestra el derrumbe definido por la U.E. 120, que cayó sobre un suelo conformado tan sólo por tierra (U.E. 121). No tenía restos de enlucido. [ 124 ]

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Espacio O (UU.EE. 106, 116, 122). Es un espacio de amplias dimensiones abierto al Noroeste de la U.E. 106. Estaba delimitado por las UU.EE. 106, 116, 122 y 599. El suelo era simplemente de tierra, conteniendo algunos cúmulos de tejas muy focalizados. Contaba con un acceso desde la posible calle configurada por los espacios L y M, abierto en el muro U.E. 116, y en esta ocasión dotado de una sola goznera. Por su localización, junto a esta calle secundaria y al posible establo, pensamos que debe tratarse igualmente de un área de servicio. De nuevo es un ámbito en cuyos muros están aprovechados elementos pétreos del anfiteatro. No se encontraron en su interior artefactos o estructuras que nos ayuden a saber la funcionalidad de esta estancia, que por sus dimensiones creeemos estuvo abierta en buena medida, pudiendo contar con alguna zona techada, como demuestra el derrumbe de tejas definido por la U.E. 123, muy localizado en el ángulo Nordeste. Espacio P (UU.EE. 106, 107, 108, 122). Es uno de los espacios más interesantes encontrados en el Sector Central. Su importancia estriba principalmente en habernos encontrado un suelo de ocupación (U.E. 126) muy bien conservado en el que se recuperaron numerosos objetos cerámicos y sobre todo el esqueleto de un asno prácticamente completo y en conexión anatómica. El suelo de ocupación se encontró sellado por el derrumbe del tejado de la estancia (U.E. 125), que era abundante y demostraba que todo el espacio estuvo cubierto. Los límites de este receptáculo estaban conformados por las UU.EE. 106, 107 y 108, y por el Nordeste, que no se conservaba, debería coincidir con la prolongación de la U.E. 77, que también limitaba por este lateral al Espacio C/Q. Es posible que el acceso a este más que probable establo se realizase desde el Espacio C/Q, por lo que indefectiblemente debió existir algún vano en el muro U.E. 108, tanto para aireación como para acceso. En el caso de cuadras, no tienen por qué existir gozneras, ya que las puertas pueden estar cerradas por otros elementos e incluso por piezas instaladas a una cierta altura para la ventilación. El suelo de esta habitación estaba constituido por picadura de sillar apisonada (U.E. 127). Se pudo comprobar la existencia de una estructura que pudo ser la base de un pesebre (U.E. 96), adosada al muro definido por la U.E. 106. Espacio R (UU.EE. 109, 112). Está limitado por los muros UU.EE. 109, 112 y 570. Es un espacio de medianas dimensiones cuya funcionalidad no está clara. No fue excavado completamente. Espacio U (UU.EE. 166, 167, 168, 209). Espacio limitado por los muros UU.EE. 166, 167 y 168, siendo probable que estuviese cerrado en el lado Suroeste por la U.E. 209. Está pavimentado con una capa de mortero bastante sólida, pintada en color rojo almagra (U.E. 165). Las paredes de esta estancia debieron estar pintadas a tenor de los restos de enlucido localizados fuera de su contexto original. Posiblemente sea una alcoba lateral más que un salón. Por las proporciones ligeramente mayores del Espacio X, nos inclinamos a pensar que éste era realmente el salón y el Espacio U la alcoba, aunque lo extraño del caso es que ambos espacios son de dimensiones muy similares. A este ámbito se debió acceder desde el Espacio X a través del muro definido por la U.E. 168, que al estar muy mal conservado, no ha proporcionado evidencia alguna de este particular. Espacio X (UU.EE. 116, 167, 168, 204). Está limitado por los muros definidos por las UU.EE. 166, 167, 168 y 204. La habitación está pavimentada por el suelo U.E. 172, prácticamente idéntico al del Espacio U y pintado, al igual que aquél, en color almagra. El acceso a esta estancia se realizaba a través del muro U.E. 167 desde el patio o Espacio A1. En este muro se documentó un vano con dos gorroneras que nos indican que la puerta tuvo dos hojas estrechas. Espacio W (UU.EE. 167, 209, 210). Pequeño espacio localizado inmediatamente al Suroeste del espacio A1. Está limitado por los muros definidos por las UU.EE. 167, 209 y 210, mientras que el límite Sureste se desconoce. Tanto sus reducidas dimensiones como su posición junto al patio, apuntan a que nos encontramos ante un pequeño espacio de servicio, quizás una tinajera. El suelo era una simple capa de tierra sin ningún tipo de estructura. Este pequeño reducto debió estar techado. Su estado de conservación era bastante irregular. Espacio A1 (UU.EE. 167, 203, 204, 210, 211). Se trata de un patio de grandes dimensiones, separado de otra posible unidad doméstica por el muro definido por la U.E. 204. Los límites de este gran patio, al que se accede desde el espacio X, está conformado por las UU.EE. 167, 204, 210 y Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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211. Junto a la zona donde se disponen las habitaciones principales, es decir, el lateral Noroeste, muestra un rebanco realizado con sillarejo (U.E. 203), que debió estar techado dado que sobre él se encontró un homogéneo derrumbe de tejas (U.E. 206). El sistema de sujección de este tejado debió realizarse mediante el concurso de varios pies derechos o vigas de madera en posición vertical. Este gran espacio abierto muestra algunas singularidades. La primera que debemos resaltar es el hecho de que no cuente con pozo de agua, aunque hemos de considerar igualmente que aproximadamente un tercio del mismo, el ángulo Sur, no ha sido excavado. La otra singularidad es que el muro definido por la U.E. 204 está enlucido en color blanco (U.E. 205), algo que no es muy frecuente en los patios, a no ser que este lateral también originalmente estuviese cubierto y protegido de la lluvia. Este lateral, sin embargo, no contaba con ningún andén, como en el caso del muro definido por la U.E. 167. Otro aspecto singular es que el muro que cierra el espacio por el lado Sureste está realizado con una técnica constructiva diferente al resto, ya que para su confección se emplearon lajas de calcarenita. Desconocemos, por lo afectadas que se encuentran en este punto las estructuras en época contemporánea, si conformaba el cierre original del patio. Es este extremo el peor documentado, puesto que buena parte de estas estructuras se prolongaban hacia el interior del perfil. Espacio A2 (UU.EE. 204, 211, 213). De nuevo nos encontramos con un gran espacio abierto en el que tan sólo de manera localizada se han encontrado cúmulos de tejas, especialmente junto al muro definido por la U.E. 213. Las dimensiones de este espacio, documentado de forma incompleta, ya que no se ha detectado el límite Noroeste, son relevantes, por lo que consideramos que no pudo estar totalmente cubierto. Los límites estarían conformados por los muros UU.EE. 204, 211 y 213. El suelo (U.E. 207), muy mal conservado, se encontró junto al muro U.E. 204, al que se entregaba, estando pintado en color rojo y conformado por mortero de cal y arena. Lo reducido de los restos impide asegurar si cubría toda la estancia o quedaba reducido a un sector. Este mismo muro 204 mostraba igualmente algunos restos de enlucido en su cara Nordeste, posiblemente de color rojo. Espacio A3 (UU.EE. 211, 212). Este espacio es aún más desconocido que los anteriores. En buena parte de él se dispuso una rampa para la evacuación de tierra de ahí que no sepamos de forma precisa ni su extensión ni sus límites. Uno de ellos parece claro que estaría conformado por el muro definido por la U.E. 211, mientras que el suelo podría haber sido la U.E. 212, aunque este aspecto es aún más dudoso debido a que sólo quedaban algunos restos en el perfil Sur. En esta fase se amortizan las estructuras descritas en la fase anterior, tanto muros como pavimentos asociados a éstos, apreciándose cómo se replantea la topografía urbana de la zona. La documentación de las distintas unidades nos indica que el Espacio J es reutilizado a la vez que se mantiene en funcionamiento. Esto se puede apreciar a través de los muros (UU.EE. 584, 507 y 700) que amortizan las estructuras precedentes y reorientan dicho ámbito. Importante es la construcción de dos grandes crujías (UU.EE. 588, 599, 619 y 570) que rompen con sus cimentaciones los espacios destinados a alcobas en la fase anterior, y ocupan los espacios E, F, G y K. La construcción de ambos muros delimita un espacio rectangular orientado Noreste-Suroeste que es pavimentado mediante la nivelación de los derrumbes (UU.EE. 573, 575, 583, 586, 593, 597 y 620) de los muros de época califal que sellan los suelos de cal y arena. Esta pseudopavimentación, unida a la definida por la U.E. 583, conforma un espacio longitudinal que podría haberse utilizado como calle o adarve. Por lo tanto, pasamos de una ocupación doméstica privada a un posible uso público del espacio. Sin haber sido excavado, pudimos comprobar cómo al Sur del muro U.E. 570 aparecen una serie de estancias que delimitarían el nuevo espacio doméstico de esta fase. También al Sur de la U.E. 599 contamos, posiblemente, con el andén (U.E. 619) de un patio formado por lajas de calcarenita y bloques de caementicium En este momento se produce la transformación del muro U.E. 631, que es amortizado y sustituido por otro, algo más al Sur, manteniendo la misma orientación y cimentando sobre la U.E. 555. Junto a este muro se colocan atanores (UU.EE. 525 y 526) de recogida de agua que irían a desembocar al pozo U.E. 540, situado en el patio de la casa, cuya única sala documentada estaría al Este, [ 126 ]

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tras el muro U.E. 515. Este muro se mantiene en alzado hasta el arrasamiento de la fase islámica. En línea perpendicular al muro U.E. 507 pudimos constatar la existencia de un muro (U.E. 754) de sillarejos y mampuestos orientado Sureste-Noroeste, que rompe el rudus de época emiral. y que delimitaría otra estancia hacia el Este. Conjuntamente a estas estructuras, aparecen diversas unidades de estrato e interfacies de arrasamiento que completarían la secuencia ocupacional. Esta Fase fue datada en un momento medieval islámico postcalifal. – Fase 7 (contemporánea).- UU.EE. 501-504, 518, 519, 521-523, 544-548, 565, 603-605, 641, 642, 740, 741, 744, 745, 771-773. El límite de esta fase viene definido por la U.E. 505. Es un estrato de tierra de labor, de carácter húmico y color negro que constituye el estrato de transición entre los periodos históricos anteriores, caracterizados por una ocupación continuada, y el abandono de la zona, hasta las primeras décadas del siglo XX. En 1926, y como resultado del proyecto de edificación de Domínguez Espúñez, comienzan las obras de saneamiento y urbanización de la Escuela de Veterinaria. Se procedió a la apertura de una serie de pozos-registros con el fin de colocar en mina el colector de saneamiento, que debía de evacuar las aguas sucias del edificio y de la zona aledaña. Esta obra formaría parte de la construción de los distintos tramos de los colectores centrales de la ciudad realizados en los años 1927-1928. En zonas como Ronda de los Tejares, Arroyo de San Lorenzo o Plaza de Colón se utilizó el mismo sistema de pozos y galerías subterráneas para la infraestructura urbana. Esta circunstancia reveló la existencia de una serie de muros de sillares que los operarios cortaron en su actividad laboral. La cercanía en este entorno de Rafael Castejón, profesor de la Escuela de Veterinaria, salvó la memoria de los restos a través de la realización de un croquis de los muros exhumados y localizados bajo tierra. Probablemente este fuera el croquis utilizado con posterioridad por Santos Gener. Siguiendo el croquis de Santos Gener pudimos localizar una serie de pozos de registro (UU. EE. 503, 565, 603 y 604) que nos revelaban toda la secuencia historico-estratigráfica de la zona. Estos datos nos permitieron constatar la existencia de dichos muros y la escasa fiabilidad de la retícula de Santos Gener. La solución al trazado original del colector vino de la mano del descubrimiento del recorrido de dicha canalización. Este colector cruza el sector central de Este a Oeste (U.E. 641) desembocando en una cámara de registro (U.E. 604) que aflora en su lado Oeste. A esta cámara vierte aguas un ramal (U.E. 771) perpendicular con dirección Norte-Sur y buzamiento hacia el Sur. El colector central tenía un diámetro proximado de 0,80 m, mientras que la cámara se encontraba a -2,30 m bajo la rasante de la calle, con una altura interna de 2,00 y una longitud de 1,26 m. Bajo el piso de la cámara se abren dos medias circunferencias de 0,50 m que recogen las aguas de las conducciones adyacentes. El cuerpo de la cámara estaba realizado con cemento, mientras que la bóveda era de ladrillo recubierta en algunos puntos por lechadas de cemento muy compacto. La importancia de estas conducciones radica en que sus trazados nos mostraron la secuencia estratigráfica subyacente –documentada en los perfiles de las zanjas– y el posible ritmo de los muros romanos. También tuvo su parte negativa, pues no pudimos comprobar en la zanja del colector 771 la dirección del muro U.E. 694, que es cortado parcialmente por la U.E. 673. Otra conducción de saneamiento (UU.EE. 544-548) aparece cortando el registro arqueológico. Esta canalización más moderna, posiblemente de la década de los 70, se colocó con el objetivo de recoger las aguas pluviales de los imbornales situados en la calzada que circunda el edificio actual. Este colector U.E. 545 presenta un diámetro de 0,50 m aprox. y una dirección Este-Oeste, con un buzamiento hacia el Oeste, en el tramo documentado. Por último, documentamos en la excavación varias zanjas (UU.EE. 740-745) en el entorno de la estructura semicircular, U.E. 514, que rompían el rudus y estaban colmatadas por estratos de detritus y material constructivo. Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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Encima de todas estas unidades encontramos los estratos correspondientes a la preparación de la calzada que circunda el edificio: rellenos, gravas, hormigón y alquitrán. Cronológicamente, esta fase, pertenece al periodo contemporáneo.

Corte 6 (Fig. 73) La evolución de la investigación de campo que se estaba realizando en la excavación del Sector Central determinó el replanteo de dos nuevos cortes (6 y 7) en los antiguos “sótanos” 74 del edificio principal de la antigua Facultad de Veterinaria, con un doble objetivo: por un lado, cotejar la secuencia estratigráfica y la continuidad de una serie de estructuras que estaban apareciendo en dicho Sector Central; por otro realizar el registro estratigráfico de parte de los sótanos con el fin de determinar las posibles incidencias que los ascensores del nuevo Rectorado pudieran ocasionar al patrimonio arqueológico, permitiendo orientar las cautelas necesarias para las actuaciones previstas sobre el subsuelo del edificio. El Corte 6 se planteó en los sótanos del edificio principal, en la zona donde se encontraba la capilla. Para poder actuar sobre un registro sellado, dado que la constitución de estas dependencias soterradas supuso el vaciado de la zona sin control arqueológio, se consideró la apertura de un vano de 1 m de ancho por 1,75 m de altura en el muro Norte de la capilla. Así pudimos acceder a una zona donde el registro arqueológico se encontraba cerrado e inalterado por afecciones recientes. Esta cata tuvo una primera dimensión de 3 por 3 metros, ampliándose posteriormente hasta la crujía Este, lo que determinó un corte de 6 metros de longitud por 3 m de anchura. Los trabajos se iniciaron el día 31 de Marzo de 2003, pudiendo determinarse una secuencia histórica que dividimos en varias fases: – Fase 1 (romana altoimperial).- UU.EE. 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43, 44, 46 y 47. Está definida por la superposición de gran cantidad de estratos, apenas alterados por alguna interfacies de arrasamiento y que conforman una sucesión de capas de distintos colores, texturas y naturaleza, cuya característica común es su tendencia horizontal y la potencia media atribuible: unos 0,10 m. Nos encontramos al menos con dos horizontes de ocupación: el primero y más antiguo a una cota de 117,03 – 117,02 m.s.n.m., está definido por las UU.EE. 30 y 31 que nos muestran un posible suelo realizado con mármoles, arena y cerámica, todo muy compactado, sobre una preparación de greda, limo, mármoles y cerámica muy prensado. El segundo posible suelo se sitúa junto al límite Este del sondeo y se encuentra a una cota superior, 117,21 – 117,18 m.s.n.m. Sobre este estrato (U.E. 41) pudimos documentar dos pequeñas roturas no muy profundas con un relleno ceniciento que bien pudiera indicar la existencia de un hogar. La cerámica recogida en dichas unidades estaba compuesta por Africana A, cerámica de cocina y abundantes hispánicas que podrían fecharse en torno a la segunda mitad del siglo II. Podemos situar su cota de ocupación en 117,10 m.s.n.m. – Fase 2 (romana tardoimperial).- UU.EE. 6, 19, 23, 24, 25, 26, 27, 28 y 29. Las unidades que integramos dentro de este momento tienen las mismas características y similitudes físicas que las de las fase precedente, es decir, clara tendencia horizontal, diversos colores texturas y matrices y abundante material marmóreo y arenas. Las incluimos en una fase posterior por pura relación física de posterioridad respecto a las unidades anteriores, ya que el material cerámico es residual y poco relevante. Debemos destacar que estas unidades se encuentran emparedadas por dos unidades muy significativas que delimitan su cronología: la U.E. 32 y la U.E. 4. La U.E. 32 describe

74  Más que de sótano propiamente dicho se trata de un vaciado efectuado en los años setenta del siglo pasado del espacio existente entre la planta baja y las cimentaciones, excavando el terreno existente entre las mismas en una pequeña área limitada a la trasera del edificio principal.

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una interfacies de arrasamiento del suelo U.E. 30, por lo que esta unidad está dando una fecha post quem para dichas unidades superpuestas. El estrato U.E. 4 se define por una capa horizontal de matriz arenosa que configura el límite del periodo tardoantiguo con el primoislámico. La aparición de cerámica africana apunta una cronología romana tardoimperial. La cota de ocupación se puede situar en torno a los 118,00 m.s.n.m. – Fase 3 (tardoantigua/visigoda).- UU.EE. 4, 5, 10, 11 y 22. Este momento está representado por un posible horizonte de construcción (UU.EE. 4 y 5), un derrumbe de tégulas bajo estructuras islámicas y dos sillarejos sin conexión física clara. El posible horizonte es un estrato de albero o picadura de calcarenita que se extiende homogéneamente sobre toda la superficie del corte, sellando las unidades de época romana y configurando una plataforma para la ocupación islámica. Sobre esta superficie se deposita un estrato de tégulas, mampuesto y estucos, (U.E. 10) que está amortizado por la U.E. 18. Por último, contamos con dos sillarejos (U.E. 11) de calcarenita que se encuentran inconexos y sin una orientación estructural clara, pero embutidos en la U.E. 4. y sobre la U.E. 22. Documentamos una cota media de ocupación en torno a los 118,90 m.s.n.m. – Fase 4 (emiral).- UU.EE. 2, 3, 7, 8, 9, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 20 y 21. Los únicos restos constructivos documentados en este sector pertenecen a este periodo cronológico. Se trata de dos muros, varios derrumbes de tejas y tres zanjas que determinan una secuencia ocupacional definida por un posible ambiente doméstico. Los dos muros, realizados en mampuesto careado, se encuentran en el lado Este del sondeo, formando un ángulo recto que delimita un espacio hacia la esquina Noreste. En el lado Oeste nos encontramos una zanja (U.E. 12) rellena de detritus y un derrumbe de tejas; la esquina Sureste está ocupada por una zanja (U.E. 14) con materia orgánica descompuesta y material cerámico, mientras que en el espacio interno de los dos muros encontramos una pequeña zanja (U.E. 16). Esto nos hace suponer que el exterior de la edificación estaría hacia el Oeste. Perteneciente a este momento contamos con dos sillarejos (U.E. 18) colocados de canto y alineados sobre el derrumbe de tégulas (U.E. 10). La cota de ocupación media podemos situarla en los 119,10 m.s.n.m. Asignamos para esta fase una cronología primoislámica. – Fase 5 (contemporánea).- UU.EE. 1 y 45. Conforman la ocupación contemporánea del sondeo. La U.E. 1 define el estrato de humus y huerta que se encuentra sobre las primeras unidades históricas del sondeo, amortizando tanto la U.E. 4 como el arrasamiento y colmatación de la fase islámica. La U.E. 45 consiste en la cimentación del edificio de la antigua Facultad de Veterinaria, que corta todas las unidades soterradas. La cota media de ocupación es de 119,68 m.s.n.m. Cronología contemporánea.

Corte 7 (Fig. 74) Paralelamente a las labores de excavación del Corte 6 se procedió a la apertura de un vano en el muro Norte del sótano que acogía la antigua Capilla de la Facultad, aunque unos 10 m hacia el Este. Este vano adquirió unas dimensiones de 1 m de ancho por 1,70 m de altura dejando entrever un espacio, delimitado por muros de carga, con una longitud aproximada de 5 m y una anchura de 2,20 m. Es en este espacio donde comenzamos la excavación, precisamente donde se planteaba la instalación de un ascensor previsto en el nuevo proyecto de rehabilitación del edificio. La excavación se inició el día 14 de Abril de 2003. El estudio y documentación de la secuencia estratigráfica deparó una serie de fases: – Fase 1 (romano altoimperial).- UU.EE. 39, 40, 41, 42, 44, 45, 46, 47 y 48. La primera fase histórica documentada viene determinada por tres estructuras murarias y un estrato horizontal. Estas estructuras murarias tienen en común estar realizadas con mampuesto de calcarenita careado, trabado con arcilla, en el que aprecian también algunas piezas de caliza. El muro principal lo constituye la U.E. 46, con una orientación Este-Oeste y unas dimensiones de 2,10 m de Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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longitud y 0,80 m de anchura. A este muro se le entregan otros dos muros, uno por el Norte (U.E. 47) y otro por el Sur (U.E. 44). Tanto el muro Norte como el Sur se sitúan de manera perpendicular al muro U.E. 44. El muro U.E. 47 presenta mayor anchura que su correspondiente Sur y una ligera desviación hacia el Este; está realizado con mampuesto y serviría de cimentación para la colocación del muro U.E. 25. Por su lado el muro U.E. 44 está cortado por la cimentación del edificio universitario y muestra una tendencia hacia el Este, aunque con un retranqueo mayor que el muro U.E. 47, de manera que no están estrictamente alineados. Estas estructuras murarias delimitan sendos espacios al Norte y al Sur que se encuentran colmatados por las UU.EE. 45 y 48. Se trata de dos estratos de idénticas características: arcillas rojas con cenizas y albero que se entregan a los muros que las flanquean. La cota aproximada de la fase es de 117,28 m.s.n.m. La cronología asignada para esta fase es complicada, contándose únicamente con el material cerámico asociado y con la posición relativa en la secuencia estratigráfica, anterior al enterramiento infantil de la fase siguiente, en el que se reutiliza una placa relivaria de mármol con decoración de roleos. El contexto cerámico asociado a la colmatación y amortización de las estructuras de esta fase contiene cerámica de tradición ibérica, cerámica común, cerámica de imitación tipo Peñaflor (fuentes tipo Martínez III/Celti 1), ánforas tipo Haltern 70 y Dressel 2/4, sigillata gálica (Drag. 18, Ritt. 9 y Hermet 31), hispánica (formas 37 y 15/17 o 35/36), con una cronología centrada en la segunda mitad del s. I d.C. Podemos situar esta fase en un momento ligeramente posterior a la construcción del anfiteatro, debiéndose destacar que la secuencia estratigráfica documentada cambia redicalmente con la documentada para la misma época en la Fase 1 del inmediato Sondeo 6, lo que nos lleva a pensar que nos encontramos claramente fuera del monumental edificio romano que define esta fase en todo el entorno y con una funcionalidad referida a unidades de almacenamiento –dado el grosor de los muros– o de hábitat, muy posiblemente relacionados con el propio proceso de construcción del anfiteatro, siendo amortizadas tras la finalización de las obras del mismo, cuando quedan bajo el espacio abierto circundante del anfiteatro, a una cota que en este sector nororiental se situaría ligeramente por encima de la cota 117,28 m75. – Fase 2 (tardorromana).- UU.EE. 27, 32, 33, 34, 35, 36, 37 y 43. Aun cuando, en ocasiones, nos hemos encontrado con dificultades para poder identificar con claridad unas fases de otras, como es el caso del Sondeo 6, nos encontramos en este sondeo con un estrato que amortiza el arrasamiento de los muros 44, 46 y 47 y marca el límite secuencial entre una prístina fase romana altoimperial y una ocupación del espacio tardorromano. Este estrato U.E. 32 no sólo cubre estas estructuras, sino los estratos de ceniza, arcilla y albero utilizados probablemente como suelo. Sobre esta unidad se depositan las UU.EE. 32, 34, 35 y 37 que forman un paralelepípedo construido con losas de caliza nodulosa violácea y la reutilización de una laja relivaria de mármol blanco con motivo de roleo que podría fecharse en el siglo I d.C. Esta cista nos dejó el cadáver de un niño de escasos días que se encontraba sellado parcialmente por las UU.EE. 37 y 34, sin ajuar de ningún tipo. Desde la mitad del corte hacia el Norte nos encontramos un estrato arenoso de albero que pavimentaría parte de esta zona. Su asignación cronológica no está muy clara, aunque sabemos que lo rompen las estructuras situadas por encima (U.E. 16). Presenta una cota de ocupación en torno a los 117,85 m.s.n.m. Para esta fase podríamos asignar una cronología tardorromana, posiblemente en el tránsito del s. III al IV.

75  Esto es, 90 cm por encima de la cota del nivel de suelo en el acceso definido en la fachada del anfiteatro en el Sector Central.

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– Fase 3 (tardoantigua/visigoda).- UU.EE. 7, 10, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 24, 25, 26, 29, 30 y 31. La secuencia estratigráfica nos muestra unas relaciones de anterioridad y posterioridad en las vinculaciones físicas que hace que podamos considerar estas unidades de una fase posterior. En concreto contamos con dos muros, muy arrasados, que forman un ángulo recto desde la mitad del corte hacia el Norte. Ambos están realizados con mampuesto de calcarenita careado, que en ocasiones, dado el tamaño del nódulo, son casi rípios. El muro U.E. 25, con dirección Sur-Norte, se encuentra muy deteriorado y utiliza el muro U.E. 47 como cimentación, existiendo entre ambos una pequeña capa de tierra relacionada con la U.E. 32. Por su lado, con unas dimensiones algo mayores y orientado de Este a Oeste, el muro U.E. 29 está cimentado rompiendo las UU.EE. 31 y 32. A este muro se le entrega la U.E. 19 que cubre y sella las unidades de la Fase 3. Sendos muros darían lugar a un espacio cuadrado al Norte del Sondeo 7. En el lado Norte contamos con una canalización, orientada en sentido Suroeste-Noreste, y con un buzamiento hacia el Noreste. Está realizada labrando dos sillares de calcarenita, presentando el interior una capa de concreciones. Esta estructura ocasionó la ruptura de la U.E. 27, no presentando relación física con los muros UU.EE. 25 y 29. En la esquina Suroeste del sondeo se documentó una zanja con material cerámico y rellena de un estrato de matriz arenosa, castaño-anaranjado, con cantos, tegulae y cerámica. El conjunto de estructuras de esta fase delata un precario hábitat doméstico. La cota que define esta fase se encuentra a 118,10 m.s.n.m., adscribiéndose a un momento tardoantiguo. – Fase 4 (medieval islámica).- UU.EE. 2, 3, 4, 5, 6, 8, 9, 11, 12, 28 y 38. Este periodo está constituido por una serie de unidades cuya aparición supone la destrucción y amortización de las estructuras precedentes. Entre ellas las más destacadas son dos estructuras murarias (UU.EE. 4 y 5) que se encuentran enclavadas en la zona central del sondeo. Son dos muros realizados con mampuesto y ripio de calcarenita trabados con arcilla, muy deteriorados y con unas dimensiones reducidas. Forman un ángulo de 45 grados con la esquina exterior de dicho ángulo hacia el Noreste. Asociado a estos muros encontramos una sucesión de estratos nivelados y compactados que pudieron constituir su nivel de ocupación o pavimentación. Este suelo vendría definido por un paquete de ceniza (U.E. 6) que apoya directamente sobre un estrato pardo-claro definido por la U.E. 7. En la esquina Noroeste pudimos documentar una zanja rellena por un estrato de color gris, cenizas, resíduos y cerámica. Sólo un fragmento de cerámica vidriada permite encuadrar esta fase en la etapa medieval islámica, aunque no con total seguridad, pues la U.E. 11 está cortada por la zanja de cimentación del edificio del Rectorado y pudiera estar contaminada por los rellenos a él asociados. La cota de esta fase medieval islámica la podemos situar en torno a 118,70 m.s.n.m. – Fase 5 (contemporánea).- U.E. 1. Esta fase está definida por el estrato de huerta de color negro que sella la ocupación histórica de la manzana y por las estructuras de cimentación del edificio de la antigua Facultad de Veterinaria. Estos cuatro muros que delimitan el contorno del sondeo rompen a su vez la secuencia arqueológica hasta una profundidad constatada de 117,28 m.s.n.m. sin que pudieramos comprobar el final de dicha cimentación. Su cronología es contemporánea y su cota de inicio 119,85 m.s.n.m.

Corte 8 (Fig. 75) Este Corte, inicialmente no previsto, fue planteado al Sureste del Sector Central con el objetivo de evaluar la secuencia estratigráfica existente al exterior del anfiteatro. – Fase 1 (geológico).- UU.EE. 43 y 49. Los criterios seguidos para considerar estos estratos como geológicos son la ausencia de material antrópico y las características del sedimento encontrado: limos muy compactos de color castaño Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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claro. Bajo estos estratos es de suponer que existan los niveles de gravas que se han podido detectar en otros puntos de la excavación. Documentados a partir de la cota 114,57 m. – Fase 2 (romana altoimperial).- UU.EE. 19, 22, 26, 27, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 42, 44, 45, 46, 47, 48, 50 y 51. En esta fase destaca la presencia de una estructura (U.E. 36) de 1,35 m de ancho que sigue una orientación NW-SE. La estructura, que sólo se conserva a nivel de cimentación, se compone de dos hiladas de sillares de gran tamaño. La hilera Norte presenta los sillares dispuestos a soga; en cambio, la Sur, los muestra colocados a tizón, y parece algo más descuidada en su realización, lo que se deduce de la disposición de los sillares, con juntas más anchas entre ellos y la presencia de algunos elementos reutilizados –caso de una posible cupa o cualquier otro elemento arquitectónico– que adquieren ahora la función de simple sillar. Las dimensiones y técnica constructiva nos indican que podríamos estar ante un muro de entidad considerable, aunque debido al reducido ámbito de excavación no es posible ofrecer una interpretación más fiable. La funcionalidad de la misma también se nos escapa, aunque sí podemos afirmar que aún estando fuera de los límites del anfiteatro habría que ponerla en relación con el espacio adyacente, pues nos encontramos en un área relativamente cercana al gran edificio de espectáculos, lo que nos ayudaría a comprender la configuración de la zona en este sector de la ciudad. En este punto, es también interesante señalar la posible conexión que pudiera existir entre nuestros resultados y los obtenidos en la excavación próxima a este Corte llevada a cabo en la C/ Secretario Carretero esquina con C/ Antonio Maura, donde se han documentado restos de construcciones privadas, posiblemente de carácter no doméstico, y calles, entre ellas una de grandes dimensiones –unos 15 m de ancho–, de época romana, que coinciden en orientación con la estructura que venimos analizando. La fecha de construcción de este gran muro vendría determinada por el material recogido en la zanja de cimentación, un material, hay que decir, escaso y poco significativo; y por su posición en la secuencia estratigráfica. Sobre esta estructura se dispone una acumulación sucesiva de estratos de poca potencia y de una cronología más o menos homogénea. Entre los elementos documentados destaca la cimentación de un muro (U.E. 50), transversal a la gran estructura (U.E. 36) que venimos analizando, y cuyas medidas completas son imposibles de determinar al quedar embutido en el perfil. La cimentación la constituían una serie de ripios de mediano tamaño trabados con tierra. También se pudo documentar una ligera acumulación de tegulae y piedras (U.E. 35) correspondiente a un posible derrumbe, un suelo de gravilla (U.E. 33), algunos estratos de relleno, etc, lo que nos hace pensar en estos niveles como los vestigios de una ocupación de la zona durante, aproximadamente, los siglos I-II d.C., según parece deducirse de un primer análisis de la cerámica recogida. Ir más allá de estas deducciones es tarea difícil, siendo casi imposible diferenciar fases, ya que el área de excavación de estos estratos se reducía a un tacón triangular situado al NE de la estructura principal y cuyas dimensiones no sobrepasaban los 3,95 x 2,25 m. El problema se presenta cuando al documentar la zanja de saqueo de la gran estructura U.E. 36 advertimos que está rompiendo estos estratos, lo que impide tener una relación física directa entre ambos, pudiendo suceder que la construcción del muro (U.E. 36) pertenezca a la misma fase de estos niveles o a otra posterior. Ante esta disyuntiva nosotros abogamos por situar a la estructura (U.E. 36) en la misma fase, pues si su construcción se hubiera producido en un momento posterior la zanja de cimentación habría roto los niveles de ocupación de los siglos I-II d.C. a uno y a otro lado, cosa que no ocurre, ya que en el lado Sur no se han documentado niveles de ocupación parecidos a los del lado Norte. Además, tanto la zanja de cimentación de la estructura U.E. 36 como la cimentación del pequeño muro U.E. 50 que comentábamos anteriormente, con una disposición transversal a la estructura (U.E. 36) –como si en algún momento hubiera estado entregada a ella– se asientan sobre suelo geológico, lo que hace pensar que ambas pertenecen a los primeros asentamientos de la zona. [ 132 ]

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Tampoco es posible ofrecer una fecha exacta para la amortización de las estructuras pero ésta debió producirse en un momento anterior a la mitad del siglo III d.C., a tenor del material aparecido en un estrato de relleno (U.E. 22) que cubre este sector y que colmata la fase. – Fase 3 (emiral).- UU.EE. 17, 18, 19, 20, 21, 23, 24, 28 y 30. Sobre la fase anterior hace su aparición esta etapa, en la que destaca la presencia de un muro muy arrasado (U.E. 18), realizado con sillarejos regularizados con pequeños ripios y cantos rodados trabados con tierra, iguales a los documentados en el resto de la excavación y para los que también se ha propuesto una fecha pre-califal. A este muro se le asocia, por su cara Norte, un pavimento de gravilla (U.E. 21) cortado en la esquina NW por una fosa (U.E. 23) perteneciente a este mismo momento y que alcazaba los niveles anteriores romanos. La fosa no ha podido ser delimitada en toda su extensión, pues quedaba embutida en el perfil, pero por lo documentado podemos definir tres estratos diferentes: el más antiguo (U.E. 30), compuesto por materia orgánica en descomposición, nos indica su uso como fosa séptica, que fue amortizada en un determinado momento, sellándola con ripio, para continuar su uso como vertedero. Sobre el pavimento mencionado se documentó un segundo pavimento (U.E. 17), también de gravilla, que cubría la fosa descrita y que no llegaba a entregarse al muro emiral, pues estaba perdido en esa zona. Este segundo pavimento pudo deberse a una reforma posterior, pero perteneciente a la misma fase. – Fase 4 (taifa-almorávide).- UU.EE. 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 25 y 41. Sobre estratos que colmatan la fase anterior se asienta esta nueva fase en la que se han podido documentar varias estructuras murarias muy arrasadas, conservando todas una sola hilada correspondiente a la cimentación. Las zanjas de cimentación, de escasa potencia, fueron excavadas en el estrato de relleno de la fase anterior (U.E. 9). Tres de estos muros seguían una dirección E-W. El situado más al Norte (U.E. 15) estaba compuesto por sillares de calcarenita muy degradados y algunos cantos rodados. Hacia el lado Norte del muro encontramos un derrumbe de tejas del que sólo contábamos con una mínima representación, dada la cercanía de los perfiles del Corte. Paralelo a este muro, hacia el Sur y a poca distancia del mismo, se sitúa el segundo muro (U.E. 5), que destaca por la técnica constructiva, pues utiliza un sistema parecido al opus africanum que alterna grandes bloques de calcarenita bien escuadrada y, entre sillar y sillar, un mampuesto de sillarejo regularizado con ripios y tejas. La relación entre ambas estructuras es difícil de establecer, pues el espacio entre ellas es tan estrecho que ni siquiera podríamos hablar de un pasillo que sirviera de distribuidor de las distintas estancias de una vivienda. Si bien es verdad que nada impide pensar que pertenezcan a la misma fase, también es cierto que en un momento determinado alguna hubiera podido quedar amortizada o bien que pertenecieran a dos viviendas distintas. El tercer muro (U.E. 8), paralelo al anterior, se compone de una serie de bloques de calcarenita bien escuadrados, de gran tamaño, muy regularizados, con su cara superior bien labrada y alisada, lo que parece indicarnos que no llevaría más alzado, pudiendo conformar el posible andén de un patio. Este muro, aunque perteneciente a la fase taifa-almorávide, sería adecuado encuadrarlo en un momento de reformas posterior, algo que confirmaría la amortización bajo esta estructura de un pavimento de gravilla, documentado en la zona Sur del Corte. Entre estos dos últimos muros se dispone otro en dirección N-S (U.E. 7), que se entrega a ambos, configurando seguramente un muro de separación entre dos estancias. La disposición de esta estructura y su asociación con respecto a las dos anteriores, que nos conduce a una fecha posterior en su construcción, hace que podamos incluirla en el proceso de reforma que hemos mencionado anteriormente, momento en el que habría dividido una estancia anterior de mayores dimensiones. Hacia la mitad Sur del corte, como ya hemos indicado, se halló un suelo de gravilla de grandes dimensiones (4,80 x 4,10 m) amortizado bajo la estructura U.E. 8, lo que nos impide saber las Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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dimensiones totales y su posible asociación con otras estructuras, pues no ha podido ser localizado en ningún otro punto. Sobre dicho pavimento se asentaba un derrumbe conformado por tejas y estuco asociado a la U.E. 8 y por lo tanto perteneciente a la fase de reformas. Al no haber encontrado estructuras que dividan esta zona, podríamos encontrarnos ante un gran espacio abierto, un patio, tal vez, elemento característico de las viviendas de tradición hispano-musulmana; una funcionalidad que, además, podría verse corroborada al considerar la estructura U.E. 8 como un andén, elemento habitual de este tipo de espacios que podía aparecer en uno, varios o todos los lados del patio. En conclusión, nos encontramos ante unas estructuras que delimitan una serie de espacios, unos abiertos, otros cerrados, cuyas dimensiones completas y funcionalidades son difíciles de determinar dado el reducido ámbito de excavación, además, de las alteraciones producidas por el nivel de huerta de la fase siguiente. Por último, debemos resaltar el hallazgo de un esqueleto de asno encontrado en correcta posición anatómica sobre el derrumbe de tejas de este gran espacio, por lo que la deposición de este animal parece producirse en un momento inmediatamente posterior al abandono de la vivienda. – Fase 5 (moderna).- U.E. 3. Se compone de un primer estrato que constituye el paso de la fase anterior a la moderna, en el que aparece material mezclado de ambos momentos. Sobre éste adquiere carácter el nivel de huerta que ocupaba toda la zona durante el siglo XIX. – Fase 6 (contemporánea).- UU.EE. 1 y 2. Durante esta fase se llevaron a cabo obras de acondicionamiento urbanístico en este sector a las que pertenecen el hormigón y el acerado documentado, que está alterando el nivel de huerta anterior.

Segunda Campaña (2006-2008) La Segunda Campaña de Excavaciones se desarrolló entre julio de 2006 y Noviembre de 2008 en el marco de una Actividad Arqueológica Puntual para la puesta en valor y musealización del anfiteatro de Colonia Patricia Corduba, cuyo desarrollo se llevó a cabo conforme con lo previsto en el correspondiente Proyecto de Excavación. Este Proyecto se concibió como una primera fase de las actuaciones encaminadas a la recuperación del anfiteatro patriciense, en el marco del Convenio de Colaboración suscrito por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento de Córdoba, la Universidad de Córdoba y la Fundación PRASA. Los trabajos arqueológicos se han inscrito en el Convenio vigente entre la Gerencia Municipal de Urbanismo y el Área de Arqueología de la Universidad de Córdoba (Convenio GMU-UCO) para el desarrollo de la investigación arqueológica en el ámbito del PGOU de Córdoba, contando con la inestimable colaboración de una Escuela Taller promovida por la Gerencia Municipal de Urbanismo, el Servicio Andaluz de Empleo y el Fondo Social Europeo76.

76  Los trabajos arqueológicos de campo de esta Segunda Campaña fueron dirigidos por María del Carmen Rodríguez Sánchez, bajo la coordinación y supervisión del Dr. Juan F. Murillo Redondo, Jefe de la Oficina de Arqueología de la GMU. Participaron como técnicos las arqueólogas María Isabel Gutiérrez Deza, María Martagón Maesa, Sonia Vargas Santos y Liliana Hernández Lozano. Los trabajos de topografía y documentación planimétrica han sido realizados por el equipo técnico de documentación del Convenio GMU-UCO, coordinados por José L. Vaquerizo Gil. Finalmente, la inspección de la Actividad Arqueológica Puntual por parte de la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura recayó en la persona de D. Santiago Rodero Pérez. Debemos reseñar también, la colaboración y consejo que en el desarrollo de esta segunda campaña nos ofreció D. Maudilio Moreno Almenara, arqueólogo que dirigió la primera campaña de excavaciones que permitió la identificación del anfiteatro de Colonia Patricia, así como la de D. Raimundo Ortiz, director de las excavaciones en el solar de C/ Albéniz 2, donde de documentó otra pequeña sección del extremo noroccidental del anfiteatro. Igualmente debemos destacar la ayuda y docta orientación brindada en todo momento por los Dres. Desiderio Vaquerizo Gil y Alberto León Muñoz, así como por las Dras. Dolores Ruiz Lara y Silvia Carmona Berenguer.

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Con el fin de facilitar la planificación y desarrollo de los trabajos efectuados en la citada Actividad Arqueológica Puntual, dada la complejidad del registro arqueológico y su dilatada duración entre los años 2006 y 2008, hemos diferenciado tres fases de actuación. La Primera Fase de los trabajos consistió en la limpieza y adecuación del ámbito reservado para el futuro Parque Arqueológico (Fig. 34), con el fin de eliminar las estructuras y depósitos de cronología contemporánea que colmataban el solar. Dicha labor se inició el día 25 de julio de 2006 y finalizó el día 6 de septiembre de 2006, generándose una zona de actuación delimitada por la antigua Facultad de Veterinaria al Norte, un área de aparcamiento al Oeste, el límite de la excavación del 2002-2004 al Este y, por último, el Parque Municipal Juan Carlos I al Sur. De este modo, se definió un área de unos 2.400 m2 que presentaba un desarrollo curvo en su lado Sur-Sureste, con el fin de adaptarse a la planta del anfiteatro, constatado durante la Primera Campaña. A partir de esa fecha, se procedió a la excavación manual de los niveles arqueológicos, comenzando por el sector Noroeste del solar para continuar hacia el Este, Sur y Sureste (Fig. 35). Los primeros trabajos arqueológicos se centraron en la zona Noroeste del área de excavación, detectándose una serie de muros contemporáneos (UU.EE. 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13 y 14) que conformaban cuatro espacios, con una cota de arrasamiento comprendida entre 119,77 y 119,13 m.s.n.m. Dichas estructuras formaban parte de un edificio anexo a la Facultad de Veterinaria, que fue demolido en el año 2005. A esta misma fase, correspondían también varias fosas y basureros, una canalización muy arrasada (U.E. 58), así como la cimentación de un muro que separaba el aparcamiento de la antigua Facultad del sector ajardinado (U.E. 254). Al Sur de dichas cimentaciones y durante la limpieza manual del terreno, empezaron a aflorar dos potentes estructuras que, una vez delimitadas, se identificaron con dos muros de planta semicircular, construidos en opus vitattum mediante el empleo de pequeños bloques de caliza trabados con mortero de cal, alternando con sillares de calcarenita (Fig. 36). El situado al Este (U.E. 62) pudo ser documentado en su planta completa, contando con un diámetro interno de 6,50 m y una cota de arrasamiento de 118,30 m.s.n.m. El ubicado al Oeste (U.E. 51) fue excavado parcialmente, ya que su mitad occidental se introducía en el perfil de la excavación. En este caso, calculamos un radio interno de unos 3,30 m (lo que supondría un diámetro aproximado de 6,60 m) y un arrasamiento similar al de la estructura anterior, en torno a 118,25 m.s.n.m. El arranque oriental de la U.E. 51 se entregaba a un muro de opus quadratum, identificado con el podium del anfiteatro (U.E. 54) que, a diferencia del tramo localizado en la campaña de excavación 2002-2004, había conservado varias hiladas más de altura a una cota máxima de 118,21 m.s.n.m. Las estructuras que describimos son idénticas a una tercera más oriental, documentada durante la campaña de excavación 2002-2004 (U.E. 514 del SC/02-03), fechada en época tardoantigua, y formarían parte de una misma fase constructiva que generó al menos tres espacios semicirculares de la misma técnica edilicia, dispuestos entre sí a una distancia regular de c. 7,50 m. Entre las cimentaciones contemporáneas y estas últimas, se identificó una potente colmatación a base de arcillas mezcladas con ripios de caliza (U.E. 55), que también sellaba el interior de los muros semicirculares (UU.EE. 52 y 63), marcando esta superficie la cota final del sector Norte de la intervención arqueológica, aún sin excavar. A continuación, tras la eliminación de un estrato de colmatación general que se extendía por todo el solar (U.E. 2), se continuó con la excavación y limpieza del terreno hacia el Sur-Suroeste, documentándose una fase de ocupación postcalifal identificada con un arrabal perfectamente configurado. Las características generales de la urbanización del área que estudiamos son: – Planificación urbanística del arrabal, mediante una distribución organizada en manzanas regulares y espacios de tránsito (calles). – Distribución radial de los espacios, con una orientación general Noroeste-Sureste, cuyos muros presentan en numerosas ocasiones una suave curvatura y, en algunos casos, quiebros más acusados. Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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– Adaptación del arrabal a la fase constructiva precedente, fosilizando la planta del anfiteatro aunque con una ligera variación en la orientación de las estructuras islámicas hacia el Suroeste. – Arrasamiento general y uniforme, situado a una cota entre 118,94 y 117,79 m.s.n.m., si bien se observa un leve buzamiento hacia el SurSuroeste quizá como consecuencia de la topografía del terreno, lo que explicaría la diferencia de cotas.

Fig. 34. Ámbito de excavación de la Primera (arriba) y Segunda (abajo) Campañas de Excavación. © Convenio GMU-UCO.

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De forma paralela, se efectuaron varias actuaciones de distinta entidad. Por un lado, entre los días 6 y 8 de octubre de 2006 se excavó de forma manual un pequeño sector localizado junto al paraninfo del Rectorado, dentro del área de intervención de la Campaña 2002-2004. Los trabajos consistieron en la eliminación de los estratos contemporáneos que impedían la terminación del pavimento correspondiente al camino que circunda la nueva construcción, sin que en ningún momento se vieran afectados los depósitos arqueológicos. Por otro lado, entre los días 14 y 22 de noviembre de 2006 se procedió a la tala de varios árboles alineados en la zona central de la excavación, cuya presencia dificultaba el desarrollo de los trabajos arqueológicos e imposibilitaban la documentación de la franja de terreno que ocupaban. Tras su eliminación con medios mecánicos, fueron despiezados y desalojados del área de actuación. No obstante, en el extremo occidental se mantuvieron dos de estos árboles a la espera de recibir los permisos necesarios para su tala, generándose así una porción de terreno sin excavar de 20 x 6 m. Asimismo, el 21 de febrero de 2007 se comenzó a acondicionar un camino perimetral exterior al área de excavación, en los lados Oeste, Sur y Este, con el fin de conectar las dos zonas de trabajo relacionadas con la rehabilitación de la Facultad de Veterinaria. Este camino supuso la remoción del terreno en unos 0,40 m de profundidad y aunque la cota alcanzada no representó un riesgo de afección a estratos con interés arqueológicos, se realizó la correspondiente supervisión arqueológica, continuando los trabajos de forma intermitente hasta el día 12 de marzo de 2007. Unos meses más tarde, y también en relación con las obras de rehabilitación de la Facultad de Veterinaria, se realizó una rampa de acceso al Sur de la antigua Biblioteca, actual Cafetería, ubicada en el sector Noreste del complejo del Rectorado. Para ello, se procedió a la excavación de una zanja fuera de los límites de la intervención arqueológica y, ante la posible afección de depósitos arqueológicos, se efectuó una nueva supervisión. Los trabajos, iniciados el 19

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de septiembre de 2007, pusieron al descubierto los restos muy arrasados de un muro de sillarejos y mampuestos, orientado en sentido Noroeste-Sureste, fechado en época medieval islámica. Tras su correspondiente limpieza y documentación, la estructura fue protegida con geotextil y cubierta por una gruesa capa de tierra para asegurar su correcta conservación. Una vez recibidos los permisos correspondientes, el día 27 de febrero de 2007 se procedió a la tala definitiva de los árboles que aún se mantenían junto al perfil Oeste de la excavación. Igualmente, se preparó un camino de acceso a dicha zona que también serviría para la entrada y salida de los trabajadores, así como para la evacuación de los sedimentos generados por los trabajos de excavación arqueológica. Una vez finalizada esta labor, quedó delimitado y señalizado definitivamente el acceso al área de intervención. Por otra parte, dada la alta inestabilidad de los perfiles Oeste y Noroeste, se procedió a su refuerzo ante el riesgo de desprendimiento de materiales. Precisamente, la zona que mencionamos estaba ocupada por una escombrera contemporánea, cuya composición y escasa consistencia ponía en peligro la seguridad de los trabajadores, por lo que se adoptó esta medida para evitar posibles accidentes. El trabajo, realizado el 7 de mayo de 2007, consistió en la cubrición de las zonas más peligrosas mediante una malla metálica flexible que permitió contener los estratos de relleno, asegurando de este modo la integridad física de los operarios. Igualmente, la presencia de las cimentaciones contemporáneas mencionadas anteriormente, en el ángulo Noroeste de la intervención arqueológica, dificultaba la correcta documentación de dicho sector, por lo que se hizo necesario su desmantelamiento. Así pues, entre los días 14 y 28 de mayo de 2007 comenzaron a desmontarse con un martillo neumático hasta la cota máxima excavada, con el fin de evitar una imagen fragmentada de la intervención y facilitar el registro arqueológico de los espacios resultantes de estas cimentaciones. En una Segunda Fase, a partir del día 11 de julio de 2007, se procedió a la excavación de los diez sondeos proyectados, tanto en el área de actuación de la presente intervención (denominado Sector 1 / Corte 0), como en el Sector Central de la Campaña 2002-2004 (SC/02-03). Por un lado, en el primero de los sectores se situaron los Sondeos 1, 2, 3, 9 y el denominado “Espacio C”, resultante de la zona delimitada por las cimentaciones contemporáneas en el extremo Noroeste de la intervención. Por otro lado, en el segundo de los sectores mencionados se dispusieron los Sondeos 4, 5, 6, 7 y 8 (Fig. 37).

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Fig. 35. AFVET06. Inicio de los trabajos correspondientes a la Segunda Campaña de Excavación. © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 36. AFVET06. Estructuras semicirculares. © Convenio GMU-UCO.

El Sondeo 1, localizado en el extremo Noroeste del área de excavación, estaba delimitado por el podium del anfiteatro (U.E. 54) y por una de las estructuras semicirculares de época tardoantigua (U.E. 51) en sus lados Sur y Oeste, respectivamente. Presentaba una planta rectangular con unas dimensiones de 13,50 x 7,70 m, destacando un notable buzamiento en dirección Sureste-Noroeste. La excavación manual comenzó el día 22 de agosto de 2007, sobre una cota inicial de 118,21 m.s.n.m. en el muro del podium y 116,18 m.s.n.m. en la superficie de un estrato de colmatación tardoislámico (U.E. 5002), evidenciándose de este modo el acusado desnivel del terreno hacia el Noroeste. Tras la excavación de un basurero de cronología califal, su zanja (U.E. 5014) dejó al descubierto varias estructuras tardoantiguas y sus correspondientes cimentaciones, cuyo nivel de arrasamiento más alto se situó a 117,05 m.s.n.m. El fondo del basurero marcó finalmente la cota mínima del sondeo, estimada en torno a 114,49 m.s.n.m., coincidiendo con la documentación de un sedimento de carácter geológico (U.E. 5031) en los perfiles de la interfacies de excavación del mismo. Con fecha 11 de octubre de 2007 se dio por concluida la excavación de este sondeo. El Sondeo 2 se situó en el extremo Noreste del área de excavación, estando delimitado por un muro de mampuestos en su lado Norte (U.E. 80), una estructura de sillarejos en el lado Oeste (U.E. 81), una canalización contemporánea en el lado Sur (U.E. 58) y el propio perfil de la intervención en el extremo Este77. Presentaba una planta trapezoidal con una longitud y anchura máximas de 5,20 x 4,50 m. La excavación arqueológica se desarrolló entre los días 12 de julio y 29 de noviembre de 2007, a una cota inicial de 118,23 m.s.n.m. correspondiente a un estrato de colmatación general de cronología contemporánea (U.E. 4000). Tras la eliminación de este sedimento y de otros depósitos relacionados con la ocupación islámica de la zona, se documentó un tramo del podium del anfiteatro (U.E. 4024) a 117,71 m.s.n.m., así como dos zanjas de saqueo, una de ellas (U.E. 4019) –a 117,69 m.s.n.m.– asociada al muro romano y la otra (U.E. 4050) –con una cota máxima de 117,77 m.s.n.m.– a una estructura tardoantigua (U.E. 4020), localizada en el lado más oriental del sondeo. Paralelamente, en el ángulo Noroeste de la cata se detectó la presencia de un muro semicircular (U.E. 62) similar al del Sondeo 1 que, adosado al Norte del podium y conservado a una cota de 118,20 m.s.n.m., parecía conformar la cabecera absidal de un espacio de planta basilical, con desarrollo

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El lado Este limita con el perfil Oeste del Sector Central de la Campaña 2002-2004.

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hacia el Sureste y delimitado en su lado este por la estructura tardoantigua anteriormente mencionada. Los trabajos continuaron con la excavación de una serie de estratos que colmataban el espacio generado al Sur del podium hasta alcanzar el relleno constructivo de la posible proedria, identificado con un sedimento de calcarenitas descompuestas de gran compactación y horizontalidad (U.E. 4030) que, situado a 117,40 m.s.n.m., marcó la finalización del sondeo. El Sondeo 3, iniciado el día 24 de julio y concluido el día 7 de septiembre de 2007, se situó unos 7 m al Sur del Sondeo 2 y sus límites estuvieron constituidos por una serie de estructuras pertenecientes al arrabal postcalifal (UU.EE. 87, 89, 91, 4509, 4525 y 4526). Con unas dimensiones de 5,70 x 3,56 m, Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

Fig. 37. AFVET06. Plano con la localización de los Sondeos y Cortes excavados. © Convenio GMU-UCO.

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comenzó a excavarse a una cota inicial de 118,69 m asociada al nivel de colmatación general del espacio en época tardoislámica (U.E. 97). A medida que los trabajos avanzaron, se documentó una nueva fase de ocupación califal a una cota ligeramente inferior (entre 118,35 y 118,24 m.s.n.m.), representada por tres muros de mampuestos (UU.EE. 4504, 4509 y 4513), de funcionalidad imprecisa, dada las reducidas dimensiones del sondeo. La última fase excavada vino determinada por la presencia de dos muros tardoantiguos (UU.EE. 4512 y 4520) cuyos sillares, de factura romana, fueron posiblemente reutilizados a partir del saqueo del anfiteatro. La cota de arrasamiento de dichas estructuras se situó a 118,09 m.s.n.m., asociada a varios niveles de colmatación, el último de los cuales (U.E. 4522) marcó el fin de excavación a una cota de 117,53 m.s.n.m. No obstante, la cota final fue obtenida en el fondo de un basurero de época moderna (U.E. 4508), localizado en el extremo Noroeste del sondeo en torno a 116,96 m.s.n.m. El Sondeo 4, ubicado en el Sector Central de la Campaña de Excavación de los años 2002 y 2003 (SC/02-03), se situó en el espacio definido como ambulacrum, pasillo interno del anfiteatro que permitía a los espectadores recorrer el edificio por su interior y llegar a su localidad correspondiente. Este espacio estaba delimitado al Noroeste por el cuarto anillo de la cimentación (UU.EE. 37 y 98 del SC/02-03) y al Sureste por el quinto anillo (UU.EE. 1527 y 1549). Los trabajos arqueológicos en dicho sondeo, con una dimensiones de 6,30 x 6,50 m, se desarrollaron entre los días 9 de julio y 18 de septiembre de 2007, comenzando a una cota de 117,49 m.s.n.m. a partir de la superficie que marcó el final de la excavación de la Campaña 2002-2004 en este sector. Coincidiendo con el período de ocupación islámica de la intervención precedente, se detectó la presencia de varias fosas y un pozo encañado (U.E. 1534), con un arrasamiento en torno a 116,85 m.s.n.m. Su zanja alteró la estratigrafía de las fases previas, identificadas por un lado con el saqueo y colmatación de las zanjas de los muros romanos en un momento bajoimperial y, por otro, con el propio proceso constructivo del anfiteatro. Precisamente, se corresponden con esta última fase la hilada inferior del quinto anillo de la cimentación (U.E. 1549), a una cota de 116,45 m.s.n.m., así como una serie de rellenos constructivos sobre los que se dispondría la pavimentación de este espacio, hoy desaparecida. La superficie de un estrato de matriz limosa (U.E. 1542) que presentaba restos de calcarenitas compactadas a 116,48 m.s.n.m. determinó el final de la excavación, si bien la cota mínima alcanzada en este sondeo (116,03 m.s.n.m.) correspondió a la zanja de saqueo del quinto anillo (U.E. 1549). El Sondeo 5, proyectado unos 6 m al Este del Sondeo 4 en el Sector Central de la Campaña 2002-2004, estuvo delimitado por el perfil Norte de la excavación, así como por dos muros postcalifales (UU.EE. 160 y 166 del SC/02-03) al Oeste y Este respectivamente, generando una planta triangular de 7,60 x 5,60 m. El proceso de excavación se inició el 16 de julio de 2007 a una cota de 118,35 m.s.n.m., correspondiente a un nivel de abandono del arrabal (U.E. 3001), bajo el que se detectó una fase constructiva fechada en época tardoantigua. Dicha fase estuvo representada por tres muros (UU.EE. 3003, 3006 y 3030) cuyos arrasamientos, muy desiguales, se situaron entre 118,70 y 118,18 m.s.n.m. Estas estructuras podrían configurar dos espacios con desarrollo Noroeste-Sureste, sin que podamos determinar una funcionalidad clara dada las reducidas dimensiones de la cata. Finalmente, se documentaron una serie de estratos de gran horizontalidad y compactación asociados al proceso constructivo del anfiteatro, entre los que destaca un sedimento de calcarenitas descompuestas (U.E. 3009) a 117,90 m.s.n.m. Coincidiendo con la superficie del mencionado estrato concluyó la excavación el día 21 julio de 2007. El Sondeo 6 se situó inmediatamente al Sur del Sondeo 5, en una superficie de 3,90 x 3 m ocupada parcialmente por un espacio identificado con la alcoba lateral de una vivienda postcalifal (Espacio U del SC/02-03). Con posterioridad, la cata se amplió hacia el Sur en una franja de terreno rectangular con unas dimensiones de 4,60 x 2,50 m. De este modo, los límites quedaron establecidos por dos muros de mampuestos al Noroeste y Noreste (UU.EE. 166 y 168 del SC/02-03, respectivamente), el propio perfil Sur de la Campaña de Excavación 2002-2004, así como por dos cambios de nivel al Este y Oeste, quedando el mencionado sondeo a una cota sobreelevada respecto al espacio circundante. Partiendo de una cota inicial de 118,87 m.s.n.m., correspondiente al arrasamiento del [ 140 ]

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Espacio U del SC/02-03, se diferenciaron una serie de fases de ocupación islámica caracterizadas por numerosos pozos y zanjas, así como una fase constructiva representada por dos estructuras muy arrasadas (UU.EE. 1029 y 1030), a una cota máxima entre 118,51 y 118,13 m.s.n.m. De una fase previa, fechada en época tardoantigua, se documentaron varios muros de difícil interpretación (UU. EE. 1033, 1046, 1049 y 1080), dispuestos a una cota variable de 118,06 y 117,96 m.s.n.m. y probablemente relacionados con los detectados en el Sondeo 5. Un amplio muladar de cronología emiral (U.E. 1040), situado en la zona central del sondeo, a una cota de 118,24 m.s.n.m., rompía notablemente la estratigrafía preexistente, alcanzando los últimos niveles excavados. Éstos se dividieron en dos momentos cronológicos, uno de época romana bajoimperial, identificado con estratos de amortización y saqueo del anfiteatro a partir de 117,99 m.s.n.m. y, por último, otro altoimperial relacionado con el proceso constructivo del edificio romano. Tanto el muro de fachada –detectado en la Campaña 2002-2004 (U.E. 223 del SC/02-03)– como un sedimento de calcarenitas compactadas situado en el espacio interior del edificio (U.E. 1175), se asocian a la última fase que comentamos, cuya cota mínima quedó establecida en 116,40 m.s.n.m. El Sondeo 7, ubicado en el extremo oriental del Sector Central de la Campaña de Excavación 2002-2004, contó con una planta trapezoidal de 12,10 x 8 m y estuvo delimitado por los correspondientes perfiles de la intervención arqueológica al Norte, Sur y Este, así como por el posible muro de fachada del anfiteatro (U.E. 223 del SC/02-03) al Oeste. Los trabajos arqueológicos se desarrollaron entre los días 12 de julio y 31 de octubre de 2007, detectándose una secuencia estratigráfica compleja (debido a la gran cantidad de fosas y basureros de diversa cronología) que abarcó varias fases de ocupación y abandono, desde época romana bajoimperial hasta medieval tardoislámica. Ésta última coincidió con la cota de inicio del sondeo, situada a 118,25 m.s.n.m., asociada al arrasamiento de una serie de muros postcalifales que parecían conformar dos espacios rectangulares excavados parcialmente (UU.EE. 2008=211 del SC/02-03, 2021, 2023=1009 del SC/02-03, 2041 y 2058), cuyos arrasamientos se encontraban entre 118,48 y 118,36 m.s.n.m. Cubierta por una sucesión de sedimentos de composición variada, se detectó la presencia de un espacio fechado en época tardoantigua, destacando su pavimento de tegulae reutilizadas (UU.EE. 2056 y 2062) y un muro de sillares (U.E. 2077) que podría cerrar dicha estancia por su lado occidental. Esta fase constructiva, dispuesta en torno a 117,25 m.s.n.m., amortizaba otra anterior definida por una serie de estratos que cubrían a un último momento de ocupación de época romana bajoimperial. En este sentido, asistimos al arrasamiento y saqueo de la posible fachada del anfiteatro y a un incipiente proceso de reocupación del espacio exterior más próximo al edificio romano, sin que por ahora podamos determinar su funcionalidad con más precisión. Este momento constructivo estaba caracterizado por la existencia de un espacio con suelo de opus signinum (U.E. 2064) delimitado al Oeste por un muro de sillares (U.E. 2066). Junto a éste, se documentaron dos franjas longitudinales de greda, paralelas entre sí y con orientación Noreste-Suroeste (UU.EE. 2090, 2091 y 2093), que presentaban sendos pilares cuadrangulares de laterculi (UU.EE. 2094 y 2095) en el espacio generado entre ambas. La fase que mencionamos se situó a una cota media de 117,05 m.s.n.m., marcando de este modo el final de la excavación arqueológica en el sondeo que nos ocupa. El Sondeo 8, iniciado el día 24 de julio de 2007 y concluido el día 10 de septiembre de 2007, se situó en una franja rectangular de terreno de 17 x 2,20 m, estando definido al Norte por el perfil meridional de la Campaña de Excavación 2002-2004, al Oeste y Este por los muros de mampuestos UU.EE. 156 y 200, respectivamente, así como por un camino de acceso, al Sur. El inicio de los trabajos de excavación manual comenzó con la documentación de varias fosas de cronología contemporánea que rompían la estratigrafía preexistente, consistente en este primer momento en una serie de estratos de colmatación y abandono del arrabal tardoislámico, que marcaron una cota inicial entre 118,90 y 118,71 m.s.n.m. Tras el registro de esta fase de ocupación, se procedió al desmantelamiento de las estructuras que conformaban los espacios domésticos, detectándose a continuación otra sucesión de estratos previos a la construcción del arrabal, a 118,56 m.s.n.m. Éstos cubrían a una nueva fase de ocupación fechada en época tardoantigua, a una cota de arrasamiento de 118,33

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y 118,10 m.s.n.m., confirmando la continuidad de algunos muros documentados en la anterior campaña de excavación (por ejemplo, la U.E. 258 del SC/02-03), así como la presencia de una canalización (U.E. 3530) y dos estructuras murarias (UU.EE. 3513 y 3527), todas ellas muy arrasadas y sin relación estratigráfica directa. La última fase que supuso la finalización del sondeo correspondió a un estrato que se extendía en una amplia superficie y que se interpretó como un horizonte de saqueo del anfiteatro (U.E. 5324), marcando una cota final de 117,89 m.s.n.m. El Sondeo 9 se ubicó en el extremo Noroeste del área de excavación, estando delimitado por una canalización contemporánea (U.E. 58) y el arranque de una estructura semicircular de opus vitattum (U.E. 62) en su lado Norte, así como por un muro en su lado Oeste (U.E. 5506) de la misma técnica edilicia que el anterior. Esta cata presentaba una planta cuadrangular orientada Noroeste-Sureste, con unas dimensiones de 3,95 x 3,95 m. La excavación arqueológica se desarrolló entre los días 19 de septiembre y 7 de noviembre de 2007, a una cota inicial de 118,40 m.s.n.m. correspondiente a un estrato de colmatación general de cronología contemporánea (U.E. 5500). Tras la eliminación de este sedimento, se documentó la zanja de saqueo del podium del anfiteatro (U.E. 5503) al fondo de la cual, a una cota de 117,71 m.s.n.m., se situaba el muro romano in situ. Asimismo, dicha interfacies de saqueo cortaba a una sucesión de estratos que, desde 118,21 m.s.n.m., amortizaban una fase constructiva previa, fechada en época tardoantigua. Siguiendo un esquema idéntico al del Sondeo 2, se detectó el arranque de la misma estructura semicircular (U.E. 62) a 118,24 m.s.n.m., así como la presencia de un muro (U.E. 5506) orientado en sentido Noroeste-Sureste, que parecía delimitar por el lado occidental el mismo espacio de planta cuadrangular con cabecera absidal, descrito inicialmente en el desarrollo de los trabajos del Sondeo 2. Las labores de excavación continuaron con la excavación de una serie de estratos que colmataban el espacio generado al Sur del podium hasta alcanzar el relleno constructivo de la posible proedria, caracterizado por un sedimento de calcarenitas descompuestas de gran compactación y horizontalidad (UU.EE. 5519 y 5521) que, situado a 117,26 m.s.n.m., marcó la finalización del sondeo. El Espacio C se situó 5,50 m al Este del Sondeo 1, en el extremo Noreste del ámbito de la segunda campaña de excavación, estando delimitado por las cimentaciones de cuatro estructuras contemporáneas (UU.EE. 25, 26, 27 y 28) cuyas zanjas alteraron notablemente la secuencia estratigráfica de esta zona. Presentaba una planta de tendencia cuadrangular de 3,90 x 3,20 m, que comenzó a excavarse el día 20 de septiembre de 2007 a una cota de 117,48 m, coincidiendo con un estrato de colmatación de época tardoislámica (U.E. 32). Bajo otros sedimentos de la misma cronología que el anterior, se detectó una fosa (U.E. 522) a 116,87 m.s.n.m. que con toda probabilidad generó el saqueo de una fase constructiva más antigua. Ésta se encontraba colmatada por una sucesión de estratos a una cota máxima de 117,25 m.s.n.m., formados por la alternancia de capas de mampuestos de caliza a modo de rudus y de gravas rojas. Tras la excavación de dichos sedimentos, se documentó la presencia de varias estructuras tardoantiguas (UU.EE. 502, 509, 512, 513 y 515) que podrían conformar un espacio de difícil interpretación dada las reducidas dimensiones del sondeo. Las cotas finales estuvieron determinadas por el arrasamiento de estos muros, situado entre 117,20 y 116,47 m.s.n.m., evidenciando un marcado buzamiento hacia el Noroeste. Tras el registro arqueológico de esta última fase de ocupación, el día 23 de octubre de 2007 concluyó la excavación del sondeo. La Tercera Fase de excavación arqueológica realizada en el marco de esta Segunda Campaña en el anfiteatro patriciense se desarrolló entre los días 1 de agosto y 3 de noviembre de 2008. Durante este tiempo, procedimos a finalizar el registro de algunos espacios del sector Sureste del área correspondiente a la fase de ocupación postcalifal, la ejecución de la segunda fase de excavación del Sondeo 6, descrito anteriormente, así como la planificación y desarrollo de un nuevo sondeo, identificado como Sondeo 10. La excavación del Sondeo 10 se inició el día 23 de julio de 2008 y concluyó el día 8 de octubre de 2008, situándose al Sur y Oeste de los Sondeos 1 y 9, respectivamente. Sus límites estuvieron definidos por el podium del anfiteatro (U.E. 54) al Norte y por el muro de opus vitattum U.E. 5506 al Este, generándose un espacio rectangular de 7,40 x 4 m, con una orientación general Noroeste[ 142 ]

El anfiteatro romano de Córdoba y su entorno urbano. Análisis arqueológico (ss. I-XIII d.C.)

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Sureste. La cota de inicio en este sondeo se situó a 118,39 m.s.n.m., coincidiendo con un estrato de colmatación general (U.E. 104), bajo el cual se detectaron varias zanjas de saqueo. La situada más al Norte (U.E. 5004), a 118,17 m.s.n.m., se identificó con el desmantelamiento del podium romano, provocando la discontinuidad del muro entre los tramos UU.EE. 54 y 5507. En la zona central del sondeo, se diferenció una nueva zanja paralela a la anterior que, con una orientación Este-Oeste, parecía corresponder al saqueo del segundo anillo del anfiteatro (U.E. 5555). Finalmente, en el extremo Sureste del sondeo, apareció una tercera interfacies vertical (U.E. 5557) dispuesta Norte-Sur, probablemente relacionada con la extracción de los sillares de una de las riostras de la imma cavea. La cota máxima de la U.E. 5555, a 118,33 m, era similar a la de la U.E. 5557, a 118,37 m.s.n.m., por lo que tal vez el saqueo de ambos muros se produjo en el mismo momento. Las mencionadas interfacies cortaban a una serie de estratos de colmatación que no llegaron a excavarse, de modo que las cotas finales del sondeo estuvieron marcadas por el fondo de aquéllas, a una cota mínima de 117,31 m.s.n.m.

Reconstrucción de la secuencia estratigráfica78 (Tabla 1) Sector 1 / Corte 0 Período IV: Islámico – Fase 1. Postcalifal (configuración del arrabal). UU.EE. 80, 81, 83, 87, 89, 91, 93, 95, 107, 109, 111, 114, 116, 117, 119, 121, 123, 125, 132, 134, 135, 136, 138, 140, 142, 147, 149, 152, 154, 156, 158, 161, 163, 173, 174, 179, 182, 185, 189, 190, 192, 196, 198, 200, 205, 210, 218, 220, 222, 224, 229, 231, 234, 242, 243, 244, 247, 249, 259, 261, 263, 274, 278, 280, 283, 286, 288, 294, 302, 303, 304, 307, 310, 311, 312, 313, 315, 317, 320, 322, 324, 326, 328, 330, 332, 334, 336, 338, 344, 346, 351, 353, 355, 357, 362, 368, 370, 375, 377, 378, 379, 383, 384, 425, 432, 449, 452, 453, 454, 467, 468, 469, 471, 475, 478, 479, 480, 482, 483, 493, 540, 544, 548, 550, 552, 554, 580, 581, 2021, 2023, 2030, 2058, 4509, 4525 y 4526. La fase más antigua documentada hasta el momento en el área de excavación, excluyendo las secuencias estratigráficas de los Sondeos 1 a 10 que serán analizadas de forma independiente, corresponde a la urbanización del solar en un momento islámico tardío. El proceso edilicio que se genera en la zona no surge de una creación espontánea sino que las unidades constructivas que lo configuran, identificadas con espacios domésticos de un arrabal, responden a una planificación urbanística mediante una distribución organizada en manzanas regulares y zonas de tránsito (calles). Uno de los rasgos más significativos del arrabal se basa en la distribución radial de los espacios, con una orientación general Noroeste-Sureste, cuyos muros presentan en numerosas ocasiones una suave curvatura y, en algunos casos, quiebros más acusados. Esta disposición se debe a la adaptación del arrabal a la fase constructiva precedente, fosilizando la planta del anfiteatro aunque con una ligera variación en la orientación de las estructuras postcalifales hacia el Suroeste.

78  La individualización de las UU.EE. se ha efectuado mediante una numeración correlativa, evitando la repetición de los números asignados. Esto ha permitido la agilización del trabajo de campo y su posterior procesamiento en el laboratorio, la fácil localización de dichas Unidades Estratigráficas y ha impedido su duplicación en los distintos sondeos excavados. De este modo, la numeración definitiva ha quedado organizada de la siguiente forma: Sector o Corte 1 (open area): N.os 1-499 y 540583. Corte 1 - Espacio C: N.os 500-532. Corte 1 - Sondeo 1: N.os 5000-5041. Corte 1 - Sondeo 2: N.os 4000-4050. Corte 1 - Sondeo 3: N.os 4500-4529. Sector Central - Sondeo 4: N.os 1500-1550. Sector Central - Sondeo 5: N.os 3001-3046. Sector Central - Sondeo 6: N.os 1001-1178. Sector Central - Sondeo 7: N.os 2001-2106. Corte 1 - Sondeo 8: N.os 3501-3557. Corte 1 - Sondeo 9: N.os 5500-5533. Corte 1 - Sondeo 10: N.os 5551-5567. Por último, indicar que en la Tabla 1 hemos establecido una correlación entre las fases definidas en los distintos Cortes y Sondeos excavados en ambas Campañas.

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Vaquerizo, D. / Murillo, J. F. (Eds.)

Tabla 1 Período

Fase

C-1

I. Geológico

Geológica Altoimperial II. Romano (construcción del anfiteatro) Niveles de suelo  (uso del anfiteatro) Estructuras  (exterior anfiteatro) Bajoimperial  (saqueo del anfiteatro) III Tardoantiguo Tardoantigua (ábside) Tardoantigua  (estructuras arena) Estructuras opus africanus Enterramiento infantil Estructuras mampostería Arrasamiento estructuras (e. visigoda) Indeterminada (???), arrasamiento edificios Indeterminada (???) saqueo del podium Suelo de tegulae / pavimentos Ocupación lumpénica IV Islámico “Colmatación general” Emiral (muladar) Emiral (edificaciones) Islámica indeterminada (destrucción y colmat.) Emiral / califal  (fosa de saqueo y basurero) Islámico indeterminado (pozo y fosas) Califal (saqueo cimentaciones imma cavea) Califal (edificaciones) Destrucción y colmatación (s. X/XI) Postcalifal  (configuración del arrabal) Postcalifal  (reformas en el arrabal) Postcalifal (pozos y fosas) Tardoislámica  (abandono y colmatación) Construcción de un muro delimitador muladar Moderna  V Moderno (fosas y basureros) Contemporánea (colmatación VI Contemporáneo general) Contemporánea  (Facultad de Veterinaria)

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S-1

S-2

S-3

S-4

S-5

S-6

S-7

S-8

S-9 S-10 S-C

C-3 C-4/5 C-6

C-7

1 2

C-8

1 1

1

1

1

1

1

1 1y2 1

2

1

2

1

2

1 2

2

3

2

2 3

1 1 2 2

3

2

4 4

3

5

4

2

4

3

¿3? 2

3

3

4

4

2y 3 4

3

2

3 3

5

5 5 6

4

3

7 6 8y 9

3

5 3

4

4 1

6

3

5

4

6

5

7

¿4?

4

5

10

5

4

11

6, 7 y8

5

4

2 5 3

7

6

6

4

7

5

8 4 5

9

7

6

10

8

7

6

8

7

6

5

5 5

6

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Fig. 38. AFVET06. Planimetría general (Fase 1, Postcalifal I). © Convenio GMU-UCO.

Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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Vaquerizo, D. / Murillo, J. F. (Eds.)

Fig. 39. AFVET06. Sector 1. Vista general del Espacio 2 antes (dcha.) y después (izq.) de la excavación de su estrato de colmatación (U.E. 96). © Convenio GMU-UCO.

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Descripción de espacios (Fig. 38) Espacio 1 (UU.EE. 80, 81, 83 y 107). Se trata de un gran patio de planta rectangular de 13,30 x 9,90 m, delimitado por muros de mampostería que se encuentran muy deteriorados en su mitad occidental. Este arrasamiento está en relación con el sistema de saneamiento de la Facultad de Veterinaria, cuyas zanjas rompen claramente las estructuras que mencionamos. Casi la totalidad del espacio fue excavado durante la Primera Campaña –identificado con el Espacio J– si bien, tras la ampliación del área de intervención en la Segunda Campaña, hemos podido documentar su cerramiento Noroeste y Suroeste. El límite Noroeste está constituido por los muros U.E. 80 y UU.EE. 507 y 700 del SC/02-03, el Sureste por la U.E. 588 del SC/02-03, el Noreste por varios tramos discontinuos de muro (UU.EE. 622, 1111 y 1112 del SC/02-03) y el límite Suroeste por las UU.EE. 81 y 83. Precisamente, en el ángulo Suroeste se documenta una compartimentación del espacio principal, definido por el muro U.E. 107, aunque su alto nivel de arrasamiento no nos permite conocer por el momento su funcionalidad. La técnica edilicia de estas estructuras es muy homogénea, mediante el empleo generalizado de mampostería que alterna con algunos sillarejos aislados. No obstante, el muro U.E. 81 presenta un aparejo diferente, estando formado por una hilada superior de sillarejos de calcarenita que apoya sobre una cimentación de mampuestos trabados con arcilla. Espacio 2 (UU.EE. 87, 107, 109, 111, 4509 y 4526). Estancia de planta rectangular de 3 x 2,35 m, delimitada por los muros de mampuestos U.E. 107 al Noreste, U.E. 109 al Noroeste, U.E. 111 al Suroeste y UU.EE. 87, 4509 y 4526 al Sureste. Presenta un mayor arrasamiento en su límite Noreste, habiendo desaparecido parte de la estructura U.E. 107, mientras que los muros que delimitan el espacio por el lado Sureste reaprovechan una estructura previa (U.E. 4509), a la que se entregan con posterioridad las UU.EE. 87 y 4526. La zona de unión entre los muros UU.EE. 111 y 4526 está cortada por la zanja de un basurero (U.E. 171), mientras que otra fosa de menor tamaño (U.E. 101) afecta a las hiladas de los muros UU.EE. 87 y 4509. En el ángulo Noreste de esta estancia se observa un sillarejo cuadrangular en el que traban perfectamente los muros UU.EE. 87 y 89, de manera que sirve como refuerzo de la esquina del espacio (Fig. 39). Espacio 3 (UU.EE. 87, 89, 91, 4509, 4525 y 4526). Estancia rectangular de 4,80 x 2,50 m, definida por los muros de mampostería UU.EE. 87, 4509 y 4526 al Noroeste, U.E. 89 al Noreste, la estructura U.E. 91 al Sureste y el muro U.E. 4525 al Suroeste. Algunas de estas estructuras están cortadas por varias El anfiteatro romano de Córdoba y su entorno urbano. Análisis arqueológico (ss. I-XIII d.C.)

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Fig. 40. AFVET06. Sector 1. Vista general del Espacio 3 después de la excavación de su estrato de colmatación (U.E. 97). © Convenio GMU-UCO.

Fig. 41. AFVET06. Sector 1. Vista general del Espacio 4 antes (arriba) y después (abajo) de la excavación del derrumbe asociado (U.E. 170). Se aprecia una cimentación de sillería correspondiente a una fase anterior. © Convenio GMU-UCO.

fosas y basureros, como el U.E. 171, que rompe el extremo Suroeste de la U.E. 4526, el basurero U.E. 216, que provoca la desaparición del la mitad Noroeste del muro U.E. 4525, la fosa U.E. 4528, que corta la unión de los muros UU.EE. 91 y 4525 y la fosa U.E. 101, que destruye parte de la U.E. 89. Aunque el aparejo utilizado es muy homogéneo, mediante hileras exteriores de mampuestos de mayor tamaño bien alineados y un relleno central más irregular, documentamos otros elementos pétreos como el sillarejo de refuerzo entre los muros UU.EE. 87 y 89 (descrito en el Espacio 2), y otro de las mismas características en la zona central del muro U.E. 91, marcando el arranque de una nueva estancia situada al Sur de ésta (Fig. 40). Espacio 4 (UU.EE. 91, 121, 123, 125 y 185). Estancia prácticamente cuadrangular de 2,20 x 2 m, constituida por los muros de mampuestos U.E. 91 al Noroeste, UU.EE. 121 y 185 al Noreste, U.E. 123 al Suroeste y U.E. 125 al Sureste. Las estructuras que la definen presentan el mismo aparejo que las estancias anteriores, si bien el lado Sureste se encuentra más arrasado, habiendo desaparecido parte de la hilada superior del muro U.E. 125. Bajo el estrato y el derrumbe que colmataban este espacio (UU.EE. 127 y 170 respectivamente), se documentó una cimentación de sillares a soga pertenecientes a una estructura más antigua sobre la que, una vez amortizada, se construyeron los muros del arrabal tardoislámico. No obstante, durante esta misma fase, se produce una Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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Fig. 42. AFVET06. Sector 1. Vista general de los Espacios 5, 6, 7 y 8 tras la excavación de los estratos que los colmataban. © Convenio GMU-UCO.

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reforma en la zona que describimos y se construye un nuevo muro de mampostería (U.E. 128), que rompe las UU.EE. 121 y 185 y reutiliza como cimentación al muro de sillares de la fase anterior al arrabal (Fig. 41). Espacio 5 (UU.EE. 229, 231 y 234). Pequeña estancia rectangular parcialmente excavada, que tiene unas dimensiones provisionales de 2,25 x 1,50 m. Está delimitada por los muros de mampostería U.E. 229 en el lado Suroeste, U.E. 231 en el lado Sureste y U.E. 234 en el lado Noreste, sin que por el momento hayamos detectado el muro de cierre del lado Noroeste. En este último extremo del espacio se detecta una fosa circular de pequeño tamaño y escasa potencia (U.E. 252), que ha podido contribuir a un mayor arrasamiento de dicho sector (Fig. 42). Espacio 6 (UU.EE. 224, 229 y 231). Estancia de planta rectangular de 4,25 x 2,25 m, definida por los muros de mampuestos U.E. 224 al Suroeste, U.E. 229 al Noreste y U.E. 231 al Sureste, sin que hayamos documentado el muro que cerraría el espacio por el Noroeste, al igual que ocurre en el Espacio 5. La mitad Suroeste del muro U.E. 231 se encuentra en un estado de conservación pésimo, estando cortado por la zanja de un pozo circular de una fase posterior (U.E. 227). En cuanto al aparejo de los muros, no difiere del resto de los espacios, utilizándose hileras de mampuestos exteriores perfectamente alineados y un relleno interno irregular (Fig. 42). Espacio 7 (UU.EE. 218, 220, 222 y 224). Estancia rectangular con unas dimensiones de 3 x 2,25 m, cuyos límites están constituidos por las estructuras U.E. 218 al Noroeste, U.E. 220 al Suroeste, U.E. 222 al Sureste y U.E. 224 al Noreste. La unión de los muros UU.EE. 220 y 222 ha desaparecido como consecuencia de la cimentación de hormigón de un muro contemporáneo (U.E. 254), encontrándose igualmente el ángulo Noroeste del espacio muy arrasado, sin que se pueda determinar la relación estratigráfica entre los muros UU.EE. 218 y 220. Precisamente el aparejo de este muro está muy alterado por las raíces de un árbol, talado durante el proceso de excavación, de manera que éstas han contribuido al alto nivel de deterioro de la estructura (Fig. 42). Espacio 8 (UU.EE. 91, 123 y 218). Hemos interpretado este amplio espacio como un posible patio, apenas excavado, que contaría con una planta rectangular y unas dimensiones aproximadas de 6,90 x 5,65 m. La prolongación del muro U.E. 91 marcaría su límite Noroeste, al igual que la U.E. 123 por el lado Noreste y la U.E. 218 por el límite Sureste, sin que sepamos aún dónde cerraría

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Fig. 43. AFVET06. Sector 1. Vista general del Espacio 9 antes (izquierda) y después (derecha) de su excavación y pozos negros documentados en el Espacio 9 (izquierda) y un tercero (derecha) en el perfil Sur del Sondeo 2. © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 44. AFVET06. Sector 1. Vista general del Espacio 11 y de su colmatación U.E. 144 antes (arriba) y después (abajo) de su excavación, documentándose bajo éste el derrumbe U.E. 187. © Convenio GMU-UCO.

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el lado Suroeste. Los indicios que nos inducen a pensar que se trata de un espacio abierto están basados fundamentalmente en su disposición centralizada respecto a los espacios 3, 4, 5, 6 y 7, constituyendo éstos las crujías Norte, Este y Oeste de la misma unidad doméstica. Asimismo, aunque esta zona está sin excavar, se intuye en el terreno de la parte central el posible encañado de un pozo y los indicios de una canalización de atanores, elementos característicos de los patios. Espacio 9 (UU.EE. 89, 93, 95, 107, 121, 132, 134, 135, 185 y 234). Calle con orientación Noroeste-Sureste, delimitada al Suroeste por los muros UU.EE. 89, 107, 121, 185 y 234 y, al Noreste por las UU.EE. 93, 95 y 132. Cuenta con una longitud aproximada de 18 m y una anchura media de 1,80 m, habiéndose detectado una pavimentación muy sencilla, a base de una capa arcillosa de color rojizo muy compactada (UU.EE. 134 y 135). A lo largo de este espacio longitudinal se documentan tres pozos negros, junto a un cuarto localizado en el perfil Sur del Sondeo 2, que confirman el carácter público de la vía. Aunque difieren respecto a la planta –uno de ellos circular (U.E. 116) y los dos restantes elípticos (UU.EE. 119 y 453)–, presentan sus respectivos encañados de mampostería (UU.EE. 114, 117 y 454), dispuestos en varias hiladas. Bajo el estrato de colmatación de la calle (U.E. 120), se documentó la continuación de la cimentación de sillares descrita en el Espacio 4 que, como explicamos anteriormente, se amortiza con anterioridad a la construcción del Espacio 9. No obstante, a lo largo de la fase de ocupación postcalifal, la vía queda cerrada parcialmente mediante dos muros de mampuestos (UU.EE. 128=130 y 443) que, en el extremo Sureste, reutilizan como cimentación a la estructura de sillares de la fase anterior al arrabal (Fig. 43). Espacio 10 (UU.EE. 93, 95 y 467). Estancia longitudinal, sin interpretación precisa, con planta rectangular de 13,40 x 2 m. Casi la totalidad del espacio fue excavado durante la Campaña 2002-2004 –identificado con el Espacio I– si bien, tras la ampliación del área de intervención en la Segunda Campaña, hemos podido documentar el cerramiento del ángulo Suroeste. El límite Noroeste está constituido por la U.E. 588 del SC/02-03, el Noreste por un muro muy arrasado (U.E. 594 del SC/02-03), el Sureste por las UU.EE. 570 y 599 del SC/02-03 y la U.E. 93 y, finalmente, el lado Suroeste está delimitado por el muro U.E. 95. El aparejo de los muros de cerramiento Noroeste y Sureste se puede diferenciar claramente puesto que, mientras que en el primer caso se utilizan mampuestos de pequeño tamaño, el segundo incluye mampuestos más grandes y algunos sillare-

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jos de calcarenita. Pensamos que el alzado de estas estructuras se encontraría revestido en el interior de la estancia, habiéndose conservado sólo un fragmento en el extremo del muro U.E. 93, donde se distingue una fina capa de mortero de cal U.E. 467. Espacio 11 (UU.EE. 93, 132, 136 y 469). Estancia rectangular de 3,40 x 2 m cuyos límites están definidos por los muros de mampuestos U.E. 93 al Noroeste, U.E. 132 al Suroeste, U.E. 136 al Noreste y U.E. 469 al Sureste. La unión de los muros UU.EE. 93 y 132 ha desaparecido, al igual que la conexión entre las UU.EE. 93 y 469 en su extremo opuesto, como consecuencia del alto nivel de arrasamiento de la zona Suroeste del espacio. Precisamente este lado limita con el Espacio 9 (interpretado como una calle), si bien no se ha conservado el acceso a la estancia desde la zona de tránsito. El muro que delimita su extremo Noreste (U.E. 136) cuenta en la zona central con un vano de 0,65 m de longitud, delimitado por dos sillarejos de calcarenita a ambos lados. Este mismo muro está parcialmente cortado por una fosa posterior (U.E. 183). Bajo el muro U.E. 132, se vuelve a detectar la continuación de la estructura de sillares documentada en los Espacios 4 y 9, que pertenecería a una fase previa a la construcción del arrabal (Fig. 44). Espacio 12 (UU.EE. 136, 138, 140, 147, 149 y 182). Estancia de planta rectangular de 5,15 x 3,60 m, excavada casi en su totalidad durante la Campaña 2002-2004 –identificada con el Espacio R– si bien, tras la ampliación del área de intervención en la Segunda Campaña, hemos podido documentar el cerramiento del ángulo Suroeste. Está definida al Noroeste por los muros de mampostería UU.EE. 570 y 599 del SC/02-03 y la U.E. 93, al Noreste por las UU.EE. 109 y 111 del SC/02-03 (identificadas con las UU.EE. 147 y 149), al Suroeste por la U.E. 136 y al Sureste por la U.E. 112 del SC/02-03 y U.E. 140. Se trata de una estancia cubierta y compartimentada en su lado Suroeste por un muro de sillarejos de calcarenita (U.E. 138), que genera un pequeño espacio de 3,60 x 0,80 m entre este último y el acceso a través del muro U.E. 136. La estancia presenta dos tipos de pavimentación, una de cantos rodados entre los muros UU.EE. 136 y 138, y otra de mortero de cal entre las estructuras UU.EE. 138, 147 y 149, de la que sólo se ha conservado un pequeño fragmento junto al muro 138 (Fig. 45). Espacio 13 (UU.EE. 140, 142 y 471). Estancia parcialmente excavada, de la que sólo se ha definido el ángulo Noreste mediante los muros de mampuestos UU.EE. 140 y 142, ya que el resto del espacio se encuentra bajo el camino de excavación. Únicamente se advierte el arranque de otro muro en el lado Suroeste

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Fig. 45. AFVET06. Sector 1. Espacio 12, en el que se ha conservado parte de un pavimento empedrado (U.E. 209). © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 46. AFVET06. Sector 1. Espacios 14, 15 y 16, con su colmatación U.E. 217 (arriba) y niveles de suelo tras su excavación (abajo). © Convenio GMUUCO.

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(U.E. 471), que nos proporciona una anchura aproximada para este espacio de 1,50 m, sin que conozcamos por el momento sus dimensiones totales ni una interpretación precisa. Espacio 14 (UU.EE. 140, 142, 147, 149, 189, 274, 278 y 280). Estancia rectangular de 4 x 1,60 m, cuyo ángulo Noreste se excavó en la Campaña 2002-2004 –identificada con el Espacio N–. Sus límites están definidos por los muros de mampostería U.E. 112 del SC/02-03 (igual a U.E. 140) al Noroeste, la U.E. 142 al Suroeste, las UU.EE. 147 y 149 al Noreste y el muro UU.EE. 278 y 280 al Sureste. Originalmente se encontraría cubierto, como pone de manifiesto el derrumbe de tejas que cubría el espacio. El muro UU.EE. 278 y 280 cuenta en su parte central con un vano de 0,90 m de longitud que aún conserva dos quicialeras en los laterales, una tallada en un ladrillo y otra sobre un fragmento de losa de mármol blanco. Al interior del espacio se documenta una compartimentación de 1,60 x 0,80 m, mediante un muro formado por sillarejos alineados (U.E. 274), que podría delimitar una zona de hogar a juzgar por los restos de madera carbonizada y cenizas asociados al estrato U.E. 189 (Fig. 46). Espacio 15 (UU.EE. 147, 149, 179, 242, 243, 278, 280 y 294). Patio de planta rectangular de unos 3,80 x 2,40 m parcialmente excavado, ya que el ángulo Suroeste se encuentra bajo el camino de acceso a la obra. Está definido al Noroeste por el muro UU.EE. 278 y 280, al Noreste por las UU.EE. 147 y 149, y al Sureste por el muro U.E. 179. Las estructuras UU.EE. 147 y 149 están cortadas por una fosa elíptica de una fase posterior (U.E. 175), al igual que el muro U.E. 179, que ha perdido parte de la hilada superior por la zanja de otra fosa circular (U.E. 177). Este espacio presenta en la mitad oriental un pozo circular con encañado de mampostería (U.E. 294), utilizado probablemente para el abastecimiento de agua a la vivienda (Fig. 46). Espacio 16 (UU.EE. 147, 149 y 179). Estancia parcialmente excavada, de la que sólo se ha definido el ángulo Noreste mediante los muros de mampuestos UU.EE. 147, 149 y 179, ya que el resto del espacio se encuentra bajo el camino de acceso a la obra. Aunque suponemos que contó con algún tipo de cubierta, dada la presencia de un derrumbe de tejas en el ángulo excavado, por el momento desconocemos sus dimensiones totales y su funcionalidad (Fig. 46). Espacio 17 (UU.EE. 147, 149, 152, 154 y 173). Estancia rectangular de 4,50 x 2,25 m, excavada casi en su totalidad durante la IAU del 2002-2004 –identificada con el Espacio M– si bien, tras la ampliación del área de intervención en la Segunda Campaña, hemos podido documentar el cerramiento del án-

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gulo Suroeste. Está delimitada por los muros de mampuestos U.E. 110 del SC/02-03 al Noroeste, la U.E. 107 del SC/02-03 y la U.E. 154 al Noreste, las UU.EE. 109 y 111 del SC/02-03 (identificadas con las UU.EE. 147 y 149) al Suroeste y la U.E. 152 al Sureste. El acceso a este espacio se sitúa en el muro U.E. 107 del SC/02-03 (igual a 154) y, con una longitud de 0,78 m, está delimitado por dos quicialeras laterales. Estaría comunicado con el Espacio C/Q de la Campaña 2002-2004, interpretado como un patio secundario. Se ha podido documentar el pavimento asociado a la estancia, compuesto por una capa arcillosa de color rojo mezclada con gravas muy compactas U.E. 173. Espacio 18 (UU.EE. 147, 149, 152, 154, 156, 158 y 174). Estancia de planta rectangular de 2,90 x 2,30 m parciales, ya que el ángulo Sureste se encuentra bajo el camino de acceso a la obra. Su límite Noroeste está definido por el muro U.E. 152, el Suroeste por las UU.EE. 147 y 149, y el extremo Noreste por las UU.EE. 154, 156 y 158. Precisamente, por esta zona se accedería al espacio, a través de un vano de 0,87 m de longitud (U.E. 158) practicado en el muro UU.EE. 154 y 156. El vano está formado por un sillar de calcarenita dispuesto longitudinalmente y, a una cota inferior hacia el interior del espacio, dos hileras de mampuestos definiendo un acceso escalonado, quedando la estancia más baja que el espacio precedente (denominado Espacio C/Q de la I.A.U. 2002-2004). Al igual que en el caso anterior, se observa un pavimento de arcillas mezcladas con gravas apisonadas de color rojizo U.E. 174. Espacio 19 (UU.EE. 156, 161, 210 y 244). Estancia de tendencia cuadrangular de 2,70 x 2,65 m parciales, cuyo ángulo Suroeste se sitúa bajo el camino de acceso al Parque Arqueológico. Está delimitado por el muro U.E. 210 al Noroeste, la U.E. 161 al Noreste y la U.E. 156 al Suroeste, desconociendo cuál sería el cerramiento al Sureste. La técnica edilicia de los muros es similar a la documentada en los restantes espacios del arrabal, a base de mampostería trabada con arcilla, si bien observamos la reutilización de materiales en el muro U.E. 210. En este sentido, se documenta el fragmento de la esquina inferior derecha de una inscripción romana, en la que pueden leerse dos líneas del texto “HIC (…) / Q MA”. El espacio estaría cubierto, como se deduce del derrumbe de tejas excavado durante el proceso de campo, y contaría con un pavimento de tierra apisonada U.E. 244. Espacio 20 (UU.EE. 163, 190, 192 y 205). Estancia rectangular excavada parcialmente por la presencia del camino de acceso, que discurre por su ángulo Suroeste. La prolongación de los muros que conforman este espacio nos da unas dimensiones aproximadas de 5,50 x 3,20 m. Sus límites están definidos por los muros de mampuestos U.E. 163 al Noroeste, U.E. 205 al Noreste y la U.E. 192 al Sureste, si bien desconocemos el límite Suroeste como consecuencia del alto nivel de arrasamiento provocado por una gran fosa contemporánea (U.E. 165). El ángulo Noreste, formado por la prolongación de los muros UU.EE. 163 y 205, ha desaparecido igualmente, por lo que desconocemos cuál fue el acceso a dicha estancia. No obstante, en la parte central de muro U.E. 192 se disponen dos sillarejos cuadrangulares que podían formar parte de un posible vano, hipótesis que por el momento no podemos confirmar. Se observa asimismo una compartimentación interna del espacio en su extremo Noreste, mediante la presencia de un murete de mampuestos alineados en una sola hilera (U.E. 190), que genera un reducido espacio de unos 3,20 x 1,20 m. Espacio 21 (UU.EE. 192, 205, 286 y 346). Estancia parcialmente excavada, de la que sólo se ha delimitado el ángulo Noreste mediante los muros de mampuestos UU.EE. 192 y 205, ya que el resto del espacio se encuentra bajo el camino de acceso. Aunque suponemos que contó con algún tipo de cubierta, dada la presencia de un derrumbe de tejas en el ángulo excavado, por el momento desconocemos sus dimensiones totales y su funcionalidad. A modo de hipótesis, pensamos que contaría con un desarrollo hacia el Sureste, por lo que los muros UU.EE. 286 y 346 podrían constituir el cerramiento en el ángulo extremo, aportando unas dimensiones aproximadas para este espacio de 5,60 x 2,65 m. Espacio 22 (UU.EE. 286, 288, 310, 346 y 475). Estancia prácticamente cuadrangular de 2,20 x 2 m, definida por los muros de mampostería U.E. 346 al Noroeste, U.E. 286 al Noreste, U.E. 288 al Suroeste y 475 al Sureste. Tanto la estructura U.E. 346 como la U.E. 286 se encuentran muy arrasadas, habiendo desaparecido la unión con los restantes muros de este espacio. El aparejo de los muMonografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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Fig. 47. AFVET06. Sector 1. Vista general del Espacio 22 y de su colmatación U.E. 290, antes (arriba) y después (abajo) de su excavación. © Convenio GMU-UCO.

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ros UU.EE. 286, 346 y 475 es diferente que el de la U.E. 288, ya que mientras los tres primeros usan mampuestos de mayor tamaño y algún sillarejo, el cuarto muro que mencionamos es más regular, en la que los materiales se disponen careados al exterior y con un relleno central. El derrumbe de tejas que colmataba la estancia nos indica que en el momento de uso estaría cubierta e igualmente contaría con un pavimento sencillo de tierra apisonada U.E. 310 (Fig. 47). Espacio 23 (UU.EE. 261, 283, 288, 307 y 311). Estancia de planta rectangular, de 3,20 x 2 m, delimitada por los muros de mampuestos U.E. 307 en su extremo Noroeste, la U.E. 288 en el Noreste, la U.E. 261 en el Suroeste y la U.E. 283 en el Sureste. Todas las estructuras presentan el mismo tipo de aparejo, muy regularizado y careado al exterior, si bien dos de ellas cuentan con elementos que destacan del resto. Nos referimos, por un lado, a la presencia de un vano de 0,77 m de longitud en la zona central del muro U.E. 283, que consta de dos sillarejos laterales dispuestos a modo de dintel y una losa plana entre ambos marcando el umbral. Este vano comunica la estancia por el Sureste con el Espacio 31, identificado con una calle secundaria o adarve. En el cierre Noroeste de la estancia, en el extremo opuesto (U.E. 307), también se documenta un vano de 0,72 m de largo con unas características similares al descrito en el Espacio 18. En este caso está compuesto por una línea de dos sillarejos dispuestos a soga a una cota más alta que una alineación de mampuestos, situados a un nivel inferior. De ello se deduce que la estancia se encontraría más baja que el espacio precedente (Espacio 24) y que el acceso se realizaría mediante escalones. Al igual que el Espacio 22, éste también contaría con una cubierta y con un pavimento de similar composición, formado por arcillas compactadas U.E. 311 (Fig. 48). Espacio 24 (UU.EE. 368, 370 y 384). Posible patio del que sólo se ha excavado su ángulo Suroeste, formado por los muros de mampostería UU.EE. 368 y 384. Bajo la colmatación de este espacio de dispone un pavimento de mortero que presenta una alta proporción de gravilla (U.E. 370), generando una superficie más bien tosca y poco alisada. Las reducidas medidas del ángulo excavado no nos permiten aportan más información por el momento sobre las dimensiones totales y la funcionalidad de este espacio, si bien su disposición centralizada alrededor de varias estancias y la ausencia de cubierta nos inducen a pensar que se trata del patio o zona abierta de una unidad doméstica (Fig. 48).

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Espacio 25 (UU.EE. 261, 307, 368 y 384). Estancia rectangular parcialmente excavada, muy estrecha y alargada que, por el momento, nos da unas dimensiones de 2,80 x 0,90 m. Está delimitada al Noreste por los muros UU.EE. 368 y 284, al Sureste por el muro U.E. 307 y al Suroeste por la U.E. 261, desconociendo cuál sería su límite Noroeste ni su funcionalidad (Fig. 48). Espacio 26 (UU.EE. 196, 205 y 286). Calle con orientación Noroeste-Sureste, delimitada al Suroeste por los muros UU.EE. 205 y 286 y, al Noreste por la U.E. 196. Cuenta con una longitud aproximada de 10,25 m y una anchura media de 2,20 m. La zona central de este espacio se sitúa bajo el camino de acceso a la obra, por lo que sólo se han excavado los extremos Noroeste y Sureste, sin que por el momento hayamos documentado pozos negros o restos de infraestructura de saneamiento, cuya presencia no descartamos cuando continúen los trabajos. Espacio 27 (UU.EE. 196, 198 y 200). Estancia de planta rectangular de 2,90 x 1,85 m, cuya mitad Noroeste fue excavada durante la Campaña 2002-2004 –identificada con el Espacio W– si bien, tras la ampliación del área de intervención en la Segunda Campaña, hemos podido documentar el cerramiento del ángulo Suroeste. Está definida al Noroeste por el muro de mampostería U.E. 167 del SC/02-03, al Noreste por la U.E. 210 del SC/02-03 y la U.E. 200, al Suroeste por la U.E. 209 SC/0203 y la U.E. 196 y, finalmente, el límite Sureste está definido por el muro U.E. 198. La parte central de los muros UU.EE. 196 (igual a U.E. 209 SC/02-03) y 200 (igual a U.E. 210 del SC/02-03) prácticamente ha desaparecido, por lo que desconocemos cuál sería el acceso de este espacio. Espacio 28 (UU.EE. 196, 198 y 200). Estancia parcialmente excavada de 1,95 x 1,30 m, de la que sólo se ha delimitado el ángulo Noreste mediante los muros de mampuestos UU.EE. 196, 198 y 200, ya que el resto del espacio se encuentra bajo el camino de acceso. Esta circunstancia nos impide conocer sus dimensiones totales y su funcionalidad. Espacio 29 (UU.EE. 2008, 2021, 2023, 2030, 2039, 2041, 2046, 2050 y 2058). Estancia rectangular parcialmente documentada durante la Campaña 2002-2004 –identificada con el Espacio A03–, así como durante la Segunda Campaña, formando parte de la secuencia estratigráfica del Sondeo 7. Está delimitada al Noroeste por el muro de tapial U.E. 2021, al Noreste por la U.E. 2023 (igual a U.E. 1009 del SC/02-03) y al Sureste por la U.E. 2058, sin que conozcamos el cerramiento Suroeste del espacio. Por tanto, contamos con unas dimensiones parciales de 4,85 x 2,55 m para su ángulo Noreste. En la anterior excavación arqueológica se documentó, asociado a este espacio, un posible pavimento de mortero Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

Fig. 48. AFVET06. Sector 1. Vista general de los Espacios 22, 23, 24 y 25, tras la excavación de los estratos que los colmataban. © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 49. AFVET06. Sector 1. Nivel de suelo del Espacio 31 (U.E. 312), tras la excavación del estrato de colmatación U.E. 285. © Convenio GMU-UCO.

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(U.E. 212 del SC/02-03), aunque tras completar la excavación de esta zona hemos comprobado la presencia de un nuevo nivel de suelo más fiable que el propuesto con anterioridad. Para ello, contamos con los argumentos proporcionados por el revestimiento interior de los muros y el suelo de ocupación de la estancia (U.E. 2050) en el que se observan los restos de dos hogares (UU.EE. 2039 y 2046). En un momento posterior se produce una reforma del espacio, mediante el refuerzo del muro U.E. 2021 con dos hiladas de sillares de calcarenita (U.E. 2008, numerado como U.E. 211 del SC/02-03) y la ampliación del espacio hacia el Noreste. Esta modificación supone el arrasamiento de la estructura U.E. 2023 y la construcción de un nuevo muro de tapial (U.E. 2041), que mantiene la misma orientación que el anterior aunque desplazado hacia el Este, haciendo esquina con el muro U.E. 2058. La estancia debió estar cubierta, a juzgar por el derrumbe de tejas que se extendía por el espacio, y contó con un pavimento muy sencillo de tierra apisonada, como hemos comentado más arriba. Espacio 30 (UU.EE. 2023, 2030, 2040 y 2041). Estancia parcialmente excavada durante la Campaña 2002-2004 –identificada con el Espacio A06–, así como durante la Segunda Campaña, formando parte de la secuencia estratigráfica del Sondeo 7. Sólo se ha podido documentar el ángulo Noroeste, pues el resto del espacio se introduce en el perfil oriental del área de intervención. Sus límites están definidos por los muros de mampuestos U.E. 2030 al Noreste y por el 2023 al Suroeste, presentando un retranqueo provocado por el arrasamiento del muro U.E. 2023 y la edificación de uno nuevo de tapial (U.E. 2041), como hemos explicado en el Espacio 29. Las dimensiones parciales que tenemos para este ámbito son de 2,20 x 1,35 m, estando pavimentado con un suelo muy simple, a base de arcilla más o menos compactada U.E. 2040. Espacio 31 (UU.EE. 247, 283, 312 y 475). Calle secundaria o adarve, con orientación Noreste-Suroeste, delimitada al Noroeste por los muros UU.EE. 283 y 475 y, al Sureste por la U.E. 24, estando notablemente alterado el extremo Suroeste por la presencia de un pozo de registro contemporáneo (U.E. 272). Este espacio cuenta con una longitud aproximada de 6,75 m y una anchura media de 1 m, conectando su extremo Noreste con otra calle principal (Espacio 26). El derrumbe de tejas que se extendía por esta zona procedería posiblemente de las cubiertas de las viviendas circundantes, pudiendo documentarse bajo él una pavimentación muy sencilla de arcillas compactadas (U.E. 312). El Espacio 23 tendría acceso directo a este adarve a través de un vano situado en el centro del muro U.E. 283 (Fig. 49). Espacio 32 (UU.EE. 247, 261, 263, 304). Estancia de planta rectangular de

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5,40 x 2 m, definida por los muros de mampostería U.E. 304 al Noroeste, U.E. 261 al Noreste, U.E. 263 al Suroeste y U.E. 247 al Sureste. La mitad oriental de este espacio se encuentra muy alterada por la presencia de una canalización y un pozo de registro contemporáneos (UU.EE. 269 y 272), que han provocado la desaparición del extremo Noroeste del muro U.E. 304. No obstante, en la zona central de este mismo muro conserva un vano de 0,83 m de largo delimitado por dos sillarejos de calcarenita. Se trata por tanto de una estancia conectada por su ángulo Noreste con el Espacio 31, identificado con una calle secundaria o adarve, así como con otro espacio situado al Noroeste y por el que se accedería a través del vano descrito. Espacio 33 (UU.EE. 259, 261, 263, 302, 303, 304 y 357). Patio cuadrangular de 5,35 x 5,25 m, prácticamente excavado salvo su ángulo Noreste, que se encuentra bajo el camino de acceso. Sus límites están constituidos por los muros de mampostería U.E. 259 al Noroeste, la U.E. 261 al Noreste, la U.E. 261 al Sureste y la U.E. 263 al Suroeste. Las estructuras que conforman este espacio se encuentran notablemente alteradas por la presencia de varios elementos contemporáneos, como la canalización y el pozo de registro descritos en el Espacio 32 (UU.EE. 269 y 272), dos basureros (UU.EE. 265 y 297), así como por la cimentación de un muro de hormigón orientado en sentido EsteOeste (U.E. 254), cuya zanja corta la estratigrafía de la zona por la que discurre. En este caso, la interfacies ha afectado al ángulo Noroeste del espacio, rompiendo los muros UU.EE. 259 y 263. En el interior del patio se observan tres estructuras que podrían conforman un andén perimetral (UU. EE. 302, 303 y 357), situadas en los lados Noreste, Sureste y Suroeste. Están formadas por una alineación de mampuestos calzados entre sí con fragmentos de tejas y ladrillos, que se disponen en tres hiladas superpuestas generando una zona de tránsito de unos 0,65 m de anchura. El posible pavimento de este espacio aún no ha sido documentado, si bien se encontraría a un nivel inferior que el andén. El acceso al patio se efectúa desde el lado Sureste mediante el vano existente en el muro U.E. 304, descrito en el espacio anterior. Espacio 34 (UU.EE. 247, 313 y 315). Estancia rectangular parcialmente documentada, ya que su ángulo Sureste está embutido en el perfil de la intervención arqueológica. Esto nos proporciona unas dimensiones aproximadas de 6 x 2,50 m, estando definido su límite Noroeste por el muro U.E. 247, el Suroeste por la U.E. 313 y el Sureste por la U.E. 315. El aparejo de los muros es bastante regular aunque en el muro U.E. 247 se usan materiales pétreos de mayor tamaño; por el contrario, en los dos restantes (UU.EE.

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Fig. 50. AFVET06. Sector 1. Vista de los Espacios 34, 35, 36 y 37 tras la excavación del estrato de colmatación U.E. 251. © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 51. AFVET06. Sector 1. Derrumbes de tejas asociados al Espacio 36 (UU. EE. 318 y 319) y colmatación del Espacio 37 (UU. EE. 380 y 381). Abajo, nivel de suelo del Espacio 36 (U.E. 383) tras excavar los estratos de derrumbe. © Convenio GMU-UCO.

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313 y 315) encontramos hiladas formadas por mampuestos careados al exterior y un relleno central más irregular (Fig. 50). Espacio 35 (UU.EE. 315, 375, 377 y 483). Posible patio del que sólo se ha documentado el ángulo Noroeste, estando delimitado en dicho punto por el muro de mampostería U.E. 315 y, al Suroeste, por el muro de tapial U.E. 375. Este último conserva una capa de revestimiento de mortero de cal (U.E. 377), a la que se entrega una estructura de sillares de calcarenita (U.E. 483) que podría interpretarse como los restos de un andén perimetral. No obstante, las reducidas dimensiones de la zona excavada nos impiden conocer con más exactitud las dimensiones y funcionalidad de este espacio (Fig. 50). Espacio 36 (UU.EE. 247, 249, 313, 315, 317 y 383). Estancia de planta rectangular de 5,80 x 2,65 m, delimitada por los muros de mampuestos U.E. 247 al Noroeste, el muro U.E. 313 al Noreste, la U.E. 249 al Suroeste y la U.E. 315 al Sureste. Las estructuras que conforman este espacio están muy bien conservadas a excepción del muro U.E. 247, que ha perdido parte de sus hiladas en algunos tramos. Interiormente, la estancia estaría cubierta, a juzgar por los derrumbes de tejas que se extendían por el espacio, y presentaría un pavimento muy sencillo de tierra apisonada (U.E. 383), en cuyo ángulo Noroeste se conservan los restos de una zona de combustión, identificada con un hogar. Cuenta además con una compartimentación en el lado Suroeste mediante la presencia de un murete de mampuestos (U.E. 317), generando un espacio de 2,65 x 1 m. El acceso a la estancia se realiza desde el muro U.E. 315, donde se observa parte de un vano de 0,68 m de anchura, delimitado por dos sillarejos y una quicialera de mármol blanco (Fig. 51). Espacio 37 (UU.EE. 249, 315, 375, 378, 379, 468, 478 y 479). Patio de tendencia rectangular que tiene unas dimensiones parciales de 6 x 2,55 m. Sólo se ha documentado la mitad Noroeste, quedando el resto del espacio embutido en el perfil de la excavación, lo que nos impide determinar cuál sería su cerramiento Sureste. Los lados restantes están definidos por los muros de mampostería U.E. 315 al Noroeste, la U.E. 249 al Suroeste y el muro de tapial U.E. 375 al Noreste. En la zona de unión de los muros UU.EE. 315 y 375 se observan restos de mortero de cal (UU.EE. 378 y 379), por lo que deducimos que el interior de este espacio se hallaría originalmente enlucido. Cuenta también en el extremo Noroeste con un andén perimetral de sillares, del que se han conservado

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dos tramos discontinuos (UU.EE. 468 y 478) como consecuencia de un basurero contemporáneo (U.E. 348), que rompe parte de la estructura. Ésta se entrega por su extremo Suroeste a un murete de mampuestos formando una sola línea (U.E. 479), que genera una compartimentación de 2,55 x 1,30 m en el patio. Tanto en este pequeño espacio como en la zona ocupada por el andén se excavaron sendos derrumbes de tejas, lo que significa que el patio posiblemente contaría con una cubierta parcial. El vano documentado en el muro U.E. 315 lo pondría en contacto con la estancia situada al Noroeste (Espacio 36), descrita en el párrafo anterior (Fig. 51). Espacio 38 (UU.EE. 249, 336, 338, 344 y 432). Estancia rectangular de 5,30 x 2,60 m, delimitada por los muros de mampuestos U.E. 336 al Noroeste, la U.E. 249 al Noreste, la U.E. 338 al Suroeste y la U.E. 432 al Sureste. Las estructuras que definen este espacio tienen un nivel de arrasamiento muy alto, provocado en parte por la presencia de numerosas fosas y basureros de cronología moderna y contemporánea. El aparejo de los muros UU.EE. 249, 336 y 432 es de similares características, mediante hiladas de mampuestos careados al exterior y un relleno central; mientras, el muro U.E. 338 presenta una disposición de los materiales que difiere de los tres primeros. En este caso, está formado por cajones regulares de 0,90 x 0,50 m delimitados por sillarejos y rellenos por ripios de pequeño tamaño trabados con arcilla. La estancia conserva un vano de acceso en la zona central de muro U.E. 432 así como los restos de un pavimento de mortero de cal (U.E. 344), que se encuentra en muy mal estado de conservación, advirtiéndose una superficie muy fragmentada y desigual, con elevaciones y rehundimientos. Espacio 39 (UU.EE. 249, 432, 480 y 544). Posible patio parcialmente excavado, cuyo ángulo Sureste se introduce en el perfil de la excavación, aportando unas dimensiones aproximadas de 5,20 x 2,20 m. Su límite Noroeste está definido por el muro U.E. 432, el Noreste por la U.E. 249 y el Suroeste por la U.E. 480. Éste se encuentra muy arrasado, habiendo desaparecido la mitad de la estructura. Aunque el pozo del mencionado patio aún no ha sido documentado, contamos con un elemento que nos permite apuntar la posible funcionalidad de este espacio, consistente en los restos de un andén perimetral que se ha conservado en los extremos Noroeste y Suroeste. La estructura que se dispone en el primero de los lados está realizada con mampuestos careados al exterior y un relleno de tejas, formando una superficie horizontal (U.E. 544), mientras que de la segunda, más arrasada, sólo se intuyen dos sillarejos cuadrangulares. En el estrato que colmataba el espacio se distinguieron fragmentos de revestimiento y de tejas, procedentes del enlucido de los muros y de la cubierta parcial que pudo cubrir al andén. Espacio 40 (UU.EE. 334, 336, 338, 362 y 425). Estancia de planta cuadrangular de 5,50 x 2,50 m, delimitada por los muros de mampuestos U.E. 336 al Noroeste, la U.E. 338 al Noreste, la U.E. 334 al Suroeste y la U.E. 362 al Sureste. Los muros están formados por hiladas de mampuestos careados al exterior y con relleno central más irregular salvo la estructura U.E. 338, que está compuesta por cajones de sillarejos. Por otra parte, el muro U.E. 362 alterna sus hiladas con una de tejas y probablemente contó en su parte central con un vano del que se ha conservado in situ la correspondiente quicialera. El suelo de la estancia es muy sencillo, mediante un sedimento arcilloso compactado U.E. 425 (Fig. 52). Espacio 41 (UU.EE. 334, 362, 365, 367, 448, 480, 489, 491 y 496). Patio rectangular de 5,65 x 3,75 m, cuyos límites están marcados por los muros de mampostería U.E. 362 en su extremo Noroeste, U.E. 480 en el Noreste, U.E. 334 en el Suroeste y U.E. 496 en el Sureste, quedando este último embutido parcialmente en el perfil del área de intervención. Algunos de ellos tienen un nivel de arrasamiento alto, como consecuencia de varios basureros contemporáneos que cortan directamente a las estructuras. En este sentido, una de estas fosas (U.E. 410) rompe a los muros UU.EE. 362 y 480, provocando la desaparición de la zona de unión entre ambos. Aunque ya apuntamos con anterioridad que el arrabal tenía un desarrollo radial, fosilizando la planta del anfiteatro romano, en este espacio resulta evidente la curvatura que presentan sus muros, sobre todo si observamos el extremo Sureste de la U.E. 334. Interiormente, el patio contaría con un posible andén, del que hemos identificado una estructura de mampostería en el extremo Noroeste (UU.EE.

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Fig. 52. AFVET06. Sector 1. Posibles niveles de suelo de los Espacios 40 y 41 (UU.EE. 425 y 448) y pozo y pavimento empedrado del Espacio 41 (UU. EE. 365 y 448). © Convenio GMU-UCO.

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489 y 491), así como un pozo de agua que permitiría cubrir las necesidades básicas de la vivienda. Este elemento está sellado mediante dos grandes losas de calcarenita y pizarra (U.E. 365), así como un rebosadero formado por un pavimento empedrado de 2,85 x 1,70 m (U.E. 448), cuyo perímetro exterior presenta un reborde soreelevado con losas de caliza micrítica gris. El interior del pozo está encañado (U.E. 367), no colmatado y alcanza una profundidad aproximada de 7 m. Este espacio estaría comunicado con el Espacio 40 a través del vano practicado en el muro U.E. 362 (Fig. 52). Espacio 42 (UU.EE. 326, 332 y 334). Calle parcialmente excavada, con orientación Noroeste-Sureste, y delimitada al Noreste por los muros UU.EE. 326, 332 y 334. El límite opuesto, al Suroeste, está conformado por los muros de varios espacios que aún no se han excavado y sólo se han definido en planta. Por tanto, la calle cuenta con una longitud aproximada de 18 m y una anchura media de 1,80 m. Esta anchura es idéntica a la que presenta la calle identificada con el Espacio 9, al igual que su orientación, por lo que pensamos que se trata del mismo espacio de tránsito que podría tener una longitud total de 37 m. Por el momento no hemos documentado pozos negros o restos de infraestructura de saneamiento, cuya presencia no descartamos cuando continúen los trabajos. Espacio 43 (UU.EE. 332, 336 y 550). Calle secundaria o adarve en proceso de excavación, con orientación Noreste-Suroeste, delimitada al Noroeste por los muros UU.EE. 332 y 550, y al Sureste por la U.E. 336. Este espacio cuenta con una longitud aproximada de 5,50 m y una anchura media de 1 m, conectando su extremo Suroeste con otra calle principal (Espacio 42) y desembocando por el extremo opuesto en un amplio espacio abierto que describiremos a continuación (Fig. 53). Espacio 44 (UU.EE. 320, 336, 351, 452, 482 y 548 y 550). Patio de grandes dimensiones, con una planta rectangular de 7 x 4,50 m. Su límite Noroeste está definido por el muro U.E. 320, el Noreste por la U.E. 351, el Suroeste por la U.E. 550 y el Sureste por la U.E. 336. Estas estructuras tienen un arrasamiento desigual, encontrándose prácticamente desaparecido el muro que cerraría el extremo Noroeste a continuación de la U.E. 550. Igualmente, el ángulo Noreste del espacio ha desaparecido por la construcción del muro contemporáneo U.E. 254. Los muros presentan el aparejo observado en la mayoría de los espacios del arrabal, mediante hiladas de mampuestos careados al exterior

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y relleno central. Un caso singular es el de los muros U.E. 351 y 550, que presentan sendos vanos entre el patio y dos estancias laterales. En el primer caso, se trata de un vano de 0,85 m de longitud con doble quicialera de caliza micrítica gris y nodulosa violácea, delimitada en sus extremos por dos sillarejos. Éstos presentan un rebaje en forma de ángulo o mocheta, a fin de encajar en ellos el marco de la puerta. En el segundo caso, se observa un acceso marcado por el extremo enlucido del muro U.E. 550 y un sillarejo cuadrangular situado en el extremo Noreste del muro U.E. 552. El espacio generado entre ambos aporta unas dimensiones de 0,65 m para el vano. Interiormente, el patio cuenta con un andén perimetral, documentado en dos de sus lados. En el lado Noreste se han conservado dos tramos de una estructura formada por una hilada de sillarejos de calcarenita (UU.EE. 452 y 482), que define un pasillo de unos 0,50 m. Por el contrario, en el lado Noroeste se distinguen los restos muy arrasados de otro posible andén, compuesto por una línea exterior de mampuestos y una superficie interna de grava compactada de unos 0,90 m de ancho. El patio aún se encuentra en proceso de excavación, por lo que no hemos confirmado la presencia de un pozo ni del nivel de suelo original. Lo que sí suponemos es la existencia de una cubierta parcial, como puede deducirse de la concentración de tejas en el lado Sureste del espacio (Fig. 54). Espacio 45 (UU.EE. 259, 263, 351, 353 y 355). Estancia rectangular de 5 x 1,55 m, definida al Noroeste por el muro U.E. 259, al Noreste por la U.E. 263, al Suroeste por la U.E. 351 y al Sureste por la U.E. 353. Los muros del ángulo Noreste se encuentran muy arrasados por la zanja de un muro de hormigón contemporáneo (U.E. 255), así como por las raíces de un árbol talado durante el proceso de excavación, que afecta igualmente al muro de cierre del lado Sureste. Este espacio estaría cubierto, como puede deducirse del derrumbe de tejas que lo colmataba, y bajo él se dispondría un pavimento de mortero de cal (U.E. 355), conservado en buenas condiciones. A través de un vano practicado en el muro U.E. 531, la estancia estaría en contacto con el patio de la vivienda, identificado con el Espacio 44 (Fig. 54). Espacio 46 (UU.EE. 247, 263, 351 y 353). Estancia de planta cuadrangular y pequeñas dimensiones, estimadas en unos 2,25 x 1,40 m. Sus límites están marcados por los muros de mampostería U.E. 353 en su extremo Noroeste, la U.E. 263 en el Noreste, la U.E. 351 en el Suroeste y la U.E. 247 en el Sureste. En general, tienen un alto nivel de arrasamiento provocado por las raíces de un

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Fig. 53. AFVET06. Sector 1. Vista general del Espacio 43, sin excavar. © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 54. AFVET06. Sector 1. Espacios 44, 45, 46, 47, 48, 49, 50 y 51 antes de la excavación de sus estratos de colmatación (arriba) y tras su excavación (abajo). © Convenio GMU-UCO.

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árbol, lo que ha alterado la disposición de los materiales en las estructuras (Fig. 54). Espacio 47 (UU.EE. 550, 552, 554, 580 y 581). Estancia en proceso de excavación, de la que sólo se han definido sus extremos Noroeste, Noreste y Suroeste, quedando oculto el lado Sureste bajo un derrumbe de tejas que colmata el espacio. Tiene unas dimensiones muy reducidas, en torno a 1,20 x 1,20 m, y está delimitado por los muros de mampuestos U.E. 552 al Noroeste, la U.E. 550 al Noreste y la U.E. 554 al Suroeste. Algunas de estas estructuras, como las UU.EE 550 y 552, presentan restos de mortero de cal, lo que indicaría que la estancia estaría enlucida al interior. Precisamente esta última conserva el revestimiento en su extremo Noroeste, marcando la jamba de una puerta que pondría en contacto este ámbito con el Espacio 44, patio de la vivienda (Fig. 54). Espacio 48 (UU.EE. 326, 328, 332, 493, 540 y 554). Estancia de planta rectangular de 2,80 x 2 m, cuyos límites están definidos por los muros de mampostería U.E. 493 al Noroeste, las UU.EE. 328 y 554 al Noreste, la U.E. 326 al Suroeste y la U.E. 332 al Sureste. El lado Noreste del espacio presenta un retranqueo a partir de un sillarejo situado en el muro U.E. 328, desde el cual se desarrolla otro muro siguiendo la misma orientación pero más al Este (U.E. 554). En el extremo opuesto, en la zona central de la U.E. 326, se dispone un vano de acceso a la estancia, que la pone en contacto con la calle principal (Espacio 42). Este vano, muy arrasado por la presencia de varios basureros, conserva una quicialera de caliza micrítica gris. Al interior, la estancia debió estar cubierta, como lo pone de manifiesto un extenso derrumbe de tejas, bajo el cual se disponía el pavimento correspondiente, compuesto por gravas de tonalidad rojiza muy compactadas (U.E. 540). En el ángulo Noroeste se documentan dos fragmentos de celosía, reutilizados en dicho suelo (Fig. 55). Espacio 49 (UU.EE. 328 y 552). Pequeña estancia de tendencia rectangular que se encuentra en proceso de excavación y tiene unas dimensiones aproximadas de 1,20 x 1 m. Sólo se han documentado los muros de cierre de los lados Suroeste (U.E. 328) y Sureste (U.E. 552), sin que podamos determinar sus límites Noroeste y Noreste. Por tanto, por el momento desconocemos su funcionalidad precisa, si bien podría tratarse de un espacio auxiliar (Fig. 54). Espacio 50 (UU.EE. 320, 326, 330 y 493). Estancia rectangular de 2,25 x 0,90 m delimitada por los muros de mampostería U.E. 320 al Noroeste, la U.E. 330 al Noreste, la U.E. 326 al Suroeste y la U.E. 493 al Sureste. En general, estas estructuras se encuentran muy arrasadas e incluso completamente El anfiteatro romano de Córdoba y su entorno urbano. Análisis arqueológico (ss. I-XIII d.C.)

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destruidas en algunos casos, como por ejemplo la mitad Noroeste del muro U.E. 330. A pesar de ello, se ha podido constatar la presencia de un vano de acceso de 1,40 m de largo en el muro U.E. 326, del que se conserva la correspondiente quicialera. Esto implicaría la existencia de una puerta que conectaría el ámbito público de la calle (Espacio 42) con el espacio que describimos (Fig. 54). Espacio 51 (UU.EE. 320, 328, 330, 449 y 493). Estancia de planta cuadrangular que tiene unas dimensiones aproximadas de 2,35 x 2,35 m. Se encuentra en el alto nivel de arrasamiento, habiendo desaparecido los muros que cerraría el espacio por su extremo Noreste y el ángulo Sureste. Los lados restantes están marcados por la U.E. 320 al Noroeste, la U.E. 330 al Suroeste y las UU.EE. 328 y 493 al Sureste. El interior presenta un pavimento de mortero de cal (U.E. 449) que está cortado por la zanja de cimentación de una estructura más moderna (U.E. 450), afectando de forma notable al suelo de la estancia que describimos (Fig. 54). Espacio 52 (UU.EE. 320, 322, 324 y 326). Estancia rectangular de 3,40 x 2,20 m, delimitada por los muros de mampuestos U.E. 324 al Noroeste, la U.E. 322 al Noreste, la U.E. 326 al Suroeste y la U.E. 320 al Sureste. El ángulo Noreste del espacio está cortado por la zanja de cimentación de un muro contemporáneo (U.E. 454), por lo que desconocemos la relación estratigráfica de los muros UU.EE. 322 y 324. Igualmente, el muro U.E. 322 consta de un rebanco más ancho que podría corresponder a su cimentación. El estrato que colmataba este espacio contenía gran cantidad de tejas, de las que deducimos que estuvo cubierto (Fig. 56). Espacio 53 (UU.EE. (320 y 322). Estancia rectangular parcialmente excavada, ya que su mitad Noreste se sitúa bajo el camino de acceso al área de intervención. Por tanto, sólo conocemos los muros de cerramiento Suroeste (U.E. 322) y Sureste (U.E. 320) que nos aportan unas dimensiones aproximadas de 2,90 x 1,50 m. Estos muros también están cortados por la zanja de cimentación del muro contemporáneo (U.E. 254), que ha contribuido en la alteración y arrasamiento de dichas estructuras. Finalmente, al igual que el espacio anterior, éste también estaría cubierto, como se deduce del derrumbe de tejas que colmataba su interior (Fig. 56). Al margen de los espacios que hemos descrito, en la mitad Suroeste del área de intervención se intuyen en superficie numerosas estructuras pertenecientes al arrabal, aún en proceso de excavación. Presentan las mismas características que las analizadas anteriormente, como su desarrollo radial, fosilizando la planta del anfiteatro romano, y la técnica edilicia de sus muros, formada por hiladas de mampostería.

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Fig. 55. AFVET06. Sector 1. Derrumbe de tejas (U.E. 541) asociado al Espacio 48 (arriba), y nivel de suelo (U.E. 540) definido bajo él (abajo). © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 56. AFVET06. Sector 1. Espacios 52 y 53 tras excavar los estratos (UU. EE. 341 y 342) que los colmataban. © Convenio GMU-UCO.

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– Fase 2. Postcalifal (reformas en el arrabal). UU.EE. 128, 130, 443, 450, 451, 2008 y 2041. La configuración urbanística del arrabal se va a mantener, en líneas generales, durante esta siguiente fase, de manera que en un corto espacio de tiempo no se van a producir cambios sustanciales en las unidades constructivas que lo integran. Únicamente, se documentan algunas reformas puntuales en determinados espacios, localizadas fundamentalmente en una de las calles, así como en varias estancias de dos unidades domésticas (Fig. 57). Por un lado, el ámbito público de la calle (identificada con el Espacio 9) pierde dicho carácter mediante su cerramiento en los dos extremos opuestos. Prueba de ello es la construcción de sendos muros, uno en el lado Noroeste (U.E. 443) y otro en el lado Sureste (UU.EE. 128 y 130). El primero de ellos, muy arrasado, está formado por varias hiladas de mampostería y aunque su relación estratigráfica ha desaparecido, posiblemente conectó por el Noreste con la U.E. 95 y, por el Suroeste, con la U.E. 107. El segundo muro provocó la destrucción parcial de la estructura UU.EE. 121 y 185, entregándose por el otro extremo a un muro preexistente (U.E. 132). De esta forma, la calle quedó parcialmente ocupada por las estructuras domésticas, generándose un nuevo espacio de 6,25 x 1,80 m (Fig. 43). Por otro lado, se produce una reforma en los Espacios 29 y 30, localizados en el extremo oriental del área de actuación arqueológica. Ésta consiste en el refuerzo del muro Noroeste (U.E. 2021), mediante el recrecido parcial de la estructura original con dos hiladas de sillares (U.E. 2008, numerado como U.E. 211 del SC/02-03), así como la ampliación del Espacio 29 hacia el Noreste, en detrimento del Espacio 30. Dicha modificación supuso el arrasamiento de la estructura U.E. 2023 y la construcción de un nuevo muro de tapial (U.E. 2041), manteniendo la misma orientación que el anterior aunque desplazado hacia el Este, haciendo esquina con el muro U.E. 2058. No obstante, desconocemos cuales sería las dimensiones definitivas de ambas estancias, puesto que están embutidas bajo el perfil de la excavación. Por último, documentamos la amortización del Espacio 51 a través de la construcción de una nueva estructura (U.E. 450) que presenta una ligera variación de orientación hacia el Sureste y que difiere del resto por el aparejo utilizado. En este caso, está formada por un sillar de calcarenita en su extremo Noroeste y por sillarejos en el desarrollo del muro, que se conserva en una longitud de 1,88 m. Su zanja de cimentación (U.E. 251) corta directamente al pavimento de mortero de la fase anterior (U.E. 449), quedando el espacio original subdividido en dos. Las reducidas dimensiones de las estancias que se generan a ambos lados de esta estructura dificultan en gran medida su interpretación en el contexto general de la vivienda, por lo que desconocemos cuál pudo ser la funcionalidad de ambas (Fig. 58). El anfiteatro romano de Córdoba y su entorno urbano. Análisis arqueológico (ss. I-XIII d.C.)

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– Fase 3. Tardoislámica (abandono y colmatación del arrabal). UU.EE. 31, 32, 33, 34, 36, 37, 39, 46, 47, 49, 50, 69, 97, 98, 99, 113, 120, 127, 134, 135, 144, 145, 146, 151, 159, 160, 167, 168, 169, 170, 181, 187, 188, 194, 195, 202, 203, 204, 207, 208, 209, 214, 212, 217, 226, 233, 236, 237, 245, 246, 251, 267, 282, 285, 290, 291, 292, 293, 299, 300, 301, 306, 309, 318, 319, 340, 341, 342, 343, 345, 350, 356, 361, 364, 368, 374, 380, 381, 382, 386, 409, 416, 425, 426, 486, 495, 541, 542, 543, 546, 547, 556, 557 y 3508. La destrucción del arrabal es muy homogénea y generalizada, estando representada por la superficie de arrasamiento de los muros descritos en las fases anteriores (U.E. 465), así como por una serie de estratos que colmatan los diversos espacios. Estos sedimentos se depositan en el interior de las estancias y en las zonas abiertas, presentando unas características estructurales que varían en función de los espacios a los que colmatan. En este sentido, se documentan sedimentos de matriz arcillosa, de tonalidad castaña y con escasos restos de tejas (UU.EE. 97, 98, 99, 113, 120, 127, 134, 135, 144, 145, 146, 151, 159, 160, 167, 168, 181, 194, 195, 202, 203, 204, 212, 217, 226, 233, 236, 246, 251, 267, 282, 292, 299, 306, 309, 343, 345, 350, 356, 361, 364, 368, 386, 409, 416, 425, 426, 486, 495, 542, 543), que parecen corresponder a los derrumbes de tapial de los muros, así como a las colmataciones de calles y patios. Por otro lado, se detectan estratos formados por grandes acumulaciones de mampuestos de calizas, cantos rodados y calcarenitas (UU.EE. 170, 187, 209, 214, 245, 300, 301, 374 y 3508), igualmente identificados con la destrucción de las estructuras. Finalmente, destacan los sedimentos que presentan una alta concentración de tejas (UU.EE. 169, 188, 207, 208, 237, 285, 290, 291, 293, 318, 319, 340, 341, 342, 380, 381, 382, 541, 546, 547, 556 y 557), que indican la existencia de techumbres no sólo en las estancias de las viviendas sino también en zonas que deberían estar a cielo abierto, tales como calles y patios, de lo que se deduce que estaban parcialmente cubiertos. Ejemplos que demuestran esta hipótesis los encontramos en el Espacio 31, identificado con una calle secundaria o adarve, y en algunos patios, como los Espacios 15, 37, 39 y 44. La presencia de tejas en estos últimos sería consecuencia de la cubrición de sus andenes perimetrales, cuya cubierta podría asentarse sobre pies derechos de los que no ha quedado huella. Los restos cerámicos recopilados son abundantes, algunos de ellos en muy buen estado de conservación, entre los que distinguimos ollas carenadas similares a las constatadas en Guadalajara y fechadas a lo largo del siglo XI (SERRANO RAMOS et alii, 2004, 88) o en Niebla y fechadas en la 1.ª mitad del siglo XII (BENABAT y PÉREZ, 2004, 248). Los ataifores se componen de formas de borde engrosado y carenado, o bien de pie anular remarcado, reposaderos, bases con escotadura, candiles, lebrillos bruñidos, tapaderas con asidero de pedúnculo que se documentan desde época califal en Madinat al-Zahra (tipo II de VALLEJO y ESCUDERO, 1999). En nuestro caso el borde de este tipo de tapaderas se encuentra biselado al interior, de forma similar a los recuperados en época tardoislámica en la propia Córdoba (SALINAS y MÉNDEZ, 2008, 265 ss.). En conclusión, podemos decir que el grueso del material cerámico presente en estos contextos se fecharía grosso modo en el siglo XII d.C., indicando el momento álgido de uso del mismo. Asimismo, en numerosos espacios del arrabal se han recuperado elementos numismáticos y metálicos, destacando entre estos últimos varios husos de telar (Fig. 59). Aunque los materiales cerámicos descritos anteriormente son abundantes, conviene reseñar que el proceso de colmatación se prolongará en el tiempo hasta época almohade, hecho constatado por la recuperación de tinajas y candiles estampillados, y un singular ejemplo de fuente gallonada decorada con vedrío y estampillas. En este último contexto podemos incluir un muro documentado en el extremo Noroeste de la excavación (UU.EE. 34 y 39), de aspecto muy precario e irregular, compuesto por varias hiladas de calizas y cantos rodados trabados con arcilla, estando la cara Noroeste mejor alineada que la opuesta. Pensamos que podría tratarse de un muro de contención del terreno, dado el notable buzamiento del área Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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Fig. 57. AFVET06. Planimetría general (Fase 2, Postcalifal II). © Convenio GMU-UCO.

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en que se ubica; contendría a una serie de estratos que se van depositando en la zona. Estas colmataciones (UU.EE. 31, 32, 33, 36, 37, 46, 47, 49, 50 y 69) se extienden al Sureste de la estructura UU.EE. 34 y 39, de lo que se deduce que dicho sector debió usarse como vertedero (Fig. 60). El material recuperado denota una cronología más tardía con la constatación de cazuelas de costillas, tinajas estampilladas y pies anulares de ataifores muy elevados y altos que remiten a una cronología tardoalmohade (SALINAS, 2007, 315 ss.). Período V: Moderno – Fase 4. Moderna (fosas y basureros). UU.EE. 101, 103, 171, 175, 177, 183, 216, 227, 252, 359, 371, 387, 389, 393, 397, 399, 401, 403, 405, 407, 412, 423, 430, 433, 435, 437, 439, 441 y 498. Tras la colmatación del arrabal se documentan numerosas interfacies verticales que rompen la estratigrafía preexistente e incluso, en determinadas ocasiones, los propios muros postcalifales. En líneas generales, se trata de pequeñas fosas de planta circular o elíptica rellenas con sedimentos de matriz arcillosa y color grisáceo o negruzco, con numerosos fragmentos cerámicos y restos óseos animales. Sus dimensiones son reducidas, oscilando entre 0,40 y 0,86 m de diámetro y tienen escasa potencia, que no supera los 0,40 m de profundidad. Algunas de ellas presentan un tamaño mayor (UU.EE. 172, 215 y 388), identificándose con basureros que llegan a medir 2,79 x 1,19 m y 0,66 m de potencia, como en el caso de la U.E. 172. La cerámica asociada a estos estratos consiste en fragmentos vidriados, otros comunes y loza blanca de cronología bajomedieval y moderna.

Fig. 58. AFVET06. Sector 1. Pavimento del Espacio 51 (U.E. 449), que es amortizado en la Fase 2 por el muro U.E. 450. © Convenio GMU-UCO.

Período VI: Contemporáneo – Fase 5. Contemporánea (colmatación general). UU.EE. 2, 96 y 105. Las fases anteriores quedan cubiertas por una sedimentación general del solar, formada por un estrato homogéneo de

Fig. 59. AFVET06. Sector 1. Selección de materiales asociados al arrasamiento y colmatación del arrabal tardoislámico (Fase 3). © Convenio GMU-UCO.

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matriz arcillosa, color grisáceo y consistencia compacta (UU.EE. 2, 96 y 105) que presenta abundantes fragmentos cerámicos y otros de distinta naturaleza (tejas, ladrillos, vidrio, escoria de metal, fauna, etc.) que nos aportan una cronología post quem de época contemporánea. Este sedimento, excavado parcialmente con medios mecánicos, se identifica con el uso que ha tenido el solar desde el abandono del arrabal postcalifal hasta la construcción de la Facultad de Veterinaria, habiéndose destinado a las labores agrícolas en un período de tiempo muy dilatado.

Fig. 60. AFVET06. Sector 1. Muro de contención U.E. 34, localizado en el Espacio A de las cimentaciones contemporáneas y fechado en época tardoislámica (arriba). Muro de contención U.E. 39, localizado en el Espacio D de la cimentación contemporánea y fechada en época tardoislámica (abajo). © Convenio GMUUCO.

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– Fase 6. Siglo XX (basureros, construcción de estructuras y sistema de saneamiento de la facultad de veterinaria). UU.EE. 1, 3, 4, 5, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 56, 57, 58, 60, 71, 75, 76, 78, 79, 85, 86, 165, 166, 254, 255, 269, 270, 271, 272, 297, 298, 348, 349, 391, 392, 395, 396, 410, 411, 414, 415, 456, 457, 458, 459, 460, 461, 462, 463 y 464. Los estratos más recientes que colmatan el solar se disponen sobre la U.E. 2 y consisten en distintos aportes antrópicos de naturaleza muy variada. El más superficial se localiza en el ángulo Noroeste de la excavación y consiste en un vertedero muy inestable (U.E. 456), compuesto por una gran concentración de fragmentos de caliza, cantos rodados y numerosos materiales constructivos de época contemporánea. Debajo de éste se localiza un macroestrato de matriz arcillosa, color castaño oscuro y consistencia muy compacta que presenta abundantes nódulos de calcarenita, cantos rodados y gravas (U.E. 1). Aparecen asociados a este sedimento abundantes artefactos de cronología contemporánea, tales como cerámica, metal, vidrio, tejas, restos de madera, fauna, plásticos y materiales constructivos, así como otros más antiguos (una moneda de bronce, una moldura de mármol y un fragmento de ataurique), claramente descontextualizados. Seguidamente se documenta una fina capa de calcarenitas descompuestas (U.E. 458), posiblemente identificada con una antigua pista deportiva que se ubicaba en la zona, que cubre a su vez a tres estratos arcillosos de tonalidad rojiza (UU. EE. 457, 459 y 462), dos de los cuales presentan una alta concentración de gravas (UU.EE. 459 y 462). Todos estos sedimentos han sido excavados con medios mecánicos, por lo que solamente han quedado registrados en los perfiles de la intervención arqueológica (Fig. 61). La estratigrafía descrita en el párrafo anterior se encuentra cortada por varias interfacies verticales que alteran la secuencia estratigráfica incluso hasta los niveles arqueológicos más antiguos. Por un lado, se detecta la existencia de algunas fosas de pequeño y mediano tamaño, colmatadas por materiales muy El anfiteatro romano de Córdoba y su entorno urbano. Análisis arqueológico (ss. I-XIII d.C.)

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diversos. La U.E. 76, de 2,69 x 2,19 m y 0,58 m de profundidad, se sitúa al Norte del podium y está rellena por varios estratos que presentan numerosos fragmentos de ladrillos, cantos rodados, algunos fragmentos de uralita, así como escasos fragmentos cerámicos de dudosa adscripción cultural (UU.EE 75, 78 y 79). También algunas estructuras del arrabal están cortadas por otros basureros de planta elíptica y circular, como los identificados con las UU.EE. 165, 297, 348, 391 y 395 (Fig. 62), que se colmatan con unos sedimentos de similares características y contienen una alta concentración de fragmentos de hierro (UU. EE. 166, 298, 349, 392 y 396). Por último, se detectan otras fosas circulares (UU.EE. 410 y 414) rellenas de restos óseos animales de gran tamaño (UU. EE. 411 y 415), procedentes casi con total seguridad de las instalaciones de la antigua Facultad de Veterinaria. Por otro lado, durante el proceso de excavación se han localizado los restos del sistema de saneamiento del edificio de Veterinaria (Figs. 63 y 64). El primero se localiza en el sector Noroeste de la intervención y consiste en la zanja de una tubería de aguas residuales (U.E. 56). Esta interfacies, orientada Este-Oeste en un trazado de 15,70 m de longitud, está colmatada por una capa de arena en su base (U.E. 4004) sobre la que se dispone una losa de cemento (U.E. 71), con el fin de afianzar la tubería de uralita que discurre a lo largo de la zanja (U.E. 58). Cuenta en su extremo oriental con un pozo de registro (U.E. 60) del que sólo se ha conservado la base de cemento. Por último, un estrato de matriz arcillosa, color castaño oscuro y consistencia suelta (U.E. 57) colmata la interfacies y cubre la tubería. La segunda canalización (U.E. 269) se sitúa en el extremo Sureste de la excavación y se trata de una estructura de ladrillos trabados con cemento que, dispuestos de Norte a Sur, desembocan en otro pozo de registro de gran profundidad (U.E. 272). La zanja de esta obra hidráulica (U.E. 270) se rellena mediante un sedimento de gravas rojas que presenta algunos fragmentos de cerámica de cronología contemporánea (U.E. 271). Asimismo, debemos mencionar la presencia de otras estructuras relacionadas con la Facultad de Veterinaria. Concretamente nos referimos a la cimentación del Edificio Este, anexo a la antigua Facultad, demolido durante la Campaña de Excavación 20022004. El sistema constructivo seguido para la realización de estas cimentaciones consiste en la excavación de una serie de zanjas corridas que sirven de entibación al hormigón, vertido en estado líquido (UU.EE. 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29 y 30). Dichas zanjas, identificadas con las UU.EE. 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21 y 22 presentan un desarrollo lineal, eje vertical recto y paredes

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Fig. 61. AFVET06. Sector 1. Estratigrafía general del perfil Norte (arriba) y del ángulo Noroeste (abajo) de la excavación (UU.EE. 1, 2, 456, 457, 458 y 462). © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 62. AFVET06. Sector 1. Basurero contemporáneo U.E. 165, que corta a los muros postcalifales UU.EE. 161 y 163, antes (arriba) y después (abajo) de su excavación. © Convenio GMU-UCO.

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rectas, si bien desconocemos tanto la delineación del fondo como su potencia máxima. Asociados a estas estructuras se han documentado cuatro espacios (Fig. 65); el Espacio A, definido por los muros UU.EE. 7, 11, 13 y por el perfil Norte de la excavación; el Espacio B, delimitado por las UU.EE. 8, 9, 10 y 11; el Espacio C, integrado por los muros UU.EE. 9, 10, 11 y 12; y el Espacio D, limitado por las UU.EE. 9, 11, 12 y 14. El primero de estos espacios se sitúa al Norte de los restantes y tiene unas dimensiones de 15,40 x 6,30 m mientras que los otros tres, adosados al anterior por su lado Sur, presentan una planta casi cuadrangular de 3,85 x 3,70 m, 3,85 x 3,15 m y 3,85 x 3,50 m, respectivamente. Los muros cuentan con una técnica edilicia muy homogénea, mediante hiladas de ladrillos y mampuestos de calcarenita trabados con cemento, en las que alternan dos hiladas de mampuestos con dos de ladrillos y nuevamente otras dos de mampuestos en la base de las estructuras (UU.EE. 7, 8, 9, 11, 13 y 14). Los que se sitúan entre los espacios B, C, y D (UU. EE. 10 y 12) se componen de hiladas de mampuestos de mediano tamaño trabados con cemento, dispuestos en dos hileras exteriores y un relleno interno. Este aparejo difiere del primero que hemos descrito y puede deberse a la funcionalidad de las dos últimas estructuras, actuando como muros internos del edificio. En relación con este último, se documentan dos interfacies verticales relacionadas con la infraestructura del edificio, que sólo se han conservado en el perfil Norte de la excavación. La primera (U.E. 3) se encuentra rellena por una estructura de ladrillos trabados con cemento (U.E. 4). Presenta una planta de tendencia rectangular, de 2,50 x 1,80 m, y un pequeño saliente cuadrangular en su ángulo Suroeste, que tiene unas dimensiones de 0,90 x 0,73 m. Su interior se colmata con un estrato de color grisáceo y consistencia suelta (U.E. 5) compuesto por numerosos fragmentos de cemento, ladrillos, madera y mampuestos de caliza. La segunda zanja (U.E. 460), situada al Oeste de la que hemos descrito, tiene unas dimensiones más reducidas y se rellena con un sedimento grisáceo en el que se distinguen fragmentos de hierro (U.E. 461). Al Sur de la tubería U.E. 56, se desarrolla un muro de mampostería muy arrasado (U.E. 85) y aislado del resto de construcciones, por lo que desconocemos su funcionalidad. Tiene una orientación Noreste-Suroeste, unas dimensiones

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de 5 x 0,48 m y sólo conserva una hilada irregular de ripios de pequeño tamaño. Igualmente, en la zona central del área de excavación se localiza otro muro contemporáneo en una longitud de 46 m que, dispuesto en sentido Este-Oeste, separaba la zona de aparcamiento de la facultad del sector ajardinado. La técnica edilicia es similar a la del edificio demolido, mediante hiladas de mampuestos trabados con cemento que no superan 1 m de altura. El alzado ha sido excavado con medios mecánicos y apoya sobre una gruesa capa de hormigón muy compacta (U.E. 254) que rellena a la zanja de cimentación (U.E. 255). Dicha interfacies corta la estratigrafía preexistente, afectando incluso a las unidades estratigráficas de la fase postcalifal. Por último, en el extremo Noreste de la excavación se detecta la zanja de uno de los sondeos practicados en la IAU desarrollada durante el 2002-2004, identificada con la U.E. 463, posteriormente colmatada con un estrato muy heterogéneo (U.E. 464) tras la finalización de dicha intervención, para la posterior edificación del paraninfo.

Fig. 63. AFVET06. Planimetría general (Fase Contemporánea). © Convenio GMU-UCO.

Sector 1 / Sondeo 1 (Fig. 76) Período I: Geológico – Fase 1. Terreno geológico. U.E. 5031. La fase más antigua del Sondeo 1 se localiza a 114,96 m.s.n.m. y se encuentra representada por un estrato de matriz arcillosa, color rojo intenso y consistencia muy plástica y compacta, que presenta numerosos nódulos de caliMonografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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zas y gravas de pequeño-mediano tamaño (U.E. 5031). Este sedimento ha sido documentado de forma vertical en los perfiles ocasionados por un basurero califal de grandes dimensiones (U.E. 5014), sin que la cota de excavación haya alcanzado la profundidad a la que aparece dicho estrato. La ausencia de materiales arqueológicos asociados y las características estructurales de este sedimento nos inducen a pensar que se trata de un nivel geológico sobre el que se depositan los demás estratos antrópicos de la secuencia. Período II: Romano

Fig. 64. AFVET06. Sector 1. Zanja y colector de la antigua Facultad de Veterinaria, y detalle de los estratos de relleno de la tubería de fibrocemento (UU. EE. 59 y 70). © Convenio GMU-UCO.

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– Fase 2. Altoimperial (construcción del anfiteatro). UU.EE. 54, 5016. A esta fase corresponde la presencia de dos elementos estructurales del anfiteatro romano. Uno de ellos es el podium (U.E. 54), muro más inmediato a la arena y que marca la separación entre el espacio central del edificio –destinado a las luchas gladiatorias–, y la cavea. Se encuentra en un excelente estado de conservación, habiéndose detectado a una cota de 118,21 m.s.n.m., punto más elevado en comparación con los tramos localizados en los sondeos 2 y 9, a 117,71 m.s.n.m., así como en el sector excavado en la Campaña 20022004, a 115,45 m.s.n.m. Aunque la longitud excavada en este sondeo es de 5,04 m, se aprecia una ligera curvatura con el fin de adaptarse a la planta elíptica del edificio. Se trata de una sólida estructura construida en opus quadratum, formada por una sucesión de sillares de calcarenita que tienen un módulo homogéneo de 0,95 x 0,90 m. Estos elementos están trabados a hueso, aunque en el sobrelecho (cara superior) de la hilada conservada se observa una fina capa de arcillas rojizas que proporcionaba una mayor cohesión entre las hiladas del muro. Algunos de estos sillares presentan orificios en el sobrelecho, indicándonos el uso de palancas para arrastrarlos hasta su posición definitiva. Los sillares del podium muestran, tanto a interior como a exterior, un acabado desigual, ya que mientras el perfil Noroeste no aparece alineado, el perfil Sureste si está perfectamente careado y rematado mediante un borde biselado. El otro elemento relacionado con el edificio de espectáculos es un estrato (U.E. 5016) que, localizado a una cota de 115,72 m.s.n.m., se deposita directamente sobre el nivel geológico. Consiste en un potente sedimento de matriz arcillosa, color rojizo y consistencia compacta que, al igual que el anterior, ha

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sido cortado por la zanja de un basurero califal (U.E. 5014). La cota excavada en el Sondeo 1 está marcada por la superficie de esta unidad estratigráfica, posiblemente identificada con un aporte sedimentario de carácter antrópico, que bien ha generado un nivel de suelo para la arena del anfiteatro bien constituye un estrato preparatorio para nivelar y regularizar el terreno. Período III: Tardoantiguo – Fase 3. Tardoantigua (abandono y amortización del anfiteatro y construcción de nuevas estructuras). UU.EE. 51, 5017, 5018, 5020, 5023, 5035, 5036, 5039, 5040. Tras el abandono y amortización del anfiteatro, se producen una serie de modificaciones estructurales que afectan al sector de la arena, perdiendo la funcionalidad para la que fue concebida. La transformación de esta zona se evidencia con la construcción de unas estructuras de gran firmeza, que difieren de la edificación romana tanto en la técnica edilicia como en el aparejo utilizado. La primera de ellas (U.E. 51) se localiza en el extremo Suroeste del sondeo, a una cota de 118,25 m.s.n.m., sirviendo como elemento delimitador del mismo. Se trata de una estructura de planta semicircular si bien no está completamente documentada en planta –puesto que el extremo Oeste queda oculto bajo el perfil que delimita el área de excavación en este sector–, y está realizada en opus vitattum, formando una sólida obra arquitectónica. Para su construcción se han empleado pequeños bloques paralelepipédicos de caliza y lechadas de mortero de cal, de color rosáceo, que presenta una alta proporción de gravilla muy fina mezclada con arena y cal. Este aparejo se dispone mediante cajones separados entre sí por pilares de sillares de calcarenita, posiblemente reutilizados. Como decimos, su trazado define una estructura semicircular con un diámetro de 6,80 m y una anchura de 1,04 m. Se observa claramente cómo su extremo Suroeste se entrega al podium, retallando uno de los sillares de éste para que ambas construcciones queden perfectamente ensambladas entre sí. Esto nos indica que no sólo el muro romano mantenía cierta altura sino que también fue reutilizado en la nueva construcción tardoantigua. El resto de estructuras, más arrasadas que la anterior, han sido detectadas en los perfiles y en el fondo del basurero califal U.E. 5014, presentando un notable saqueo que sólo nos ha permitido documentarlas de forma parcial. La mejor conservada es la U.E. 5017 (a 117,05 m.s.n.m.), que mantiene parte del alzado a una altura de 1,15 m, y la cimentación completa. En este caso, nos encontramos ante un muro de 0,75 m de anchura que se apoya sobre una potente cimentación que alcanza una profundidad de 1,38 m, desde una cota inicial de Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

Fig. 65. AFVET06. Sector 1. Vista general de las cimentaciones del edificio anexo a la antigua Facultad de Veterinaria, demolido en 2005. © Convenio GMU-UCO.

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115,91 m.s.n.m. La técnica edilicia es similar a la descrita anteriormente, una obra de opus vitattum compuesta por nódulos de caliza trabados con mortero de cal muy compacto. La cimentación (U.E. 5035), más ancha e irregular que el muro, parece haberse ejecutado mediante un sistema de zanjas que funcionarían de encofrado para el vertido de fragmentos de caliza trabados con mortero, lo que le otorga una mayor consistencia y robustez. Su aspecto actual, escalonado, parece indicar el saqueo de los sillares que formarían parte de ella. Precisamente estos cimientos, que tienen una orientación Noroeste-Sureste, se encuentran trabados con los de la siguiente estructura (U.E. 5023) formando un ángulo de 90.º. Dicha unidad constructiva, identificada a 115,92 m.s.n.m., tiene las mismas características estructurales que la anterior, pudiendo interpretarse como la cimentación de otro muro que, en este caso, no se ha conservado. Nuevamente se observa un cambio en la orientación de los cimientos para girar en dirección Noroeste-Sureste hacia un nuevo muro (U.E. 5039) a 115,52 m.s.n.m., trabado perfectamente con el anterior. En esta ocasión, también encontramos una sección escalonada en los restos conservados, posiblemente como fruto del desmantelamiento de los sillares situados al Suroeste; no obstante, en su extremo Noroeste se observa la presencia de un pilar de sillares de calcarenita que nos confirma su utilización en el aparejo. Presentan un módulo de 1,20 x 0,60 m que coincide en dimensiones con el hueco hallado en el extremo Sureste de la estructura, en contacto con el muro U.E. 5023, lo que parece confirmar la extracción intencionada de estos elementos. Las zanjas practicadas en el terreno (UU.EE. 5018, 5036 y 5040), de gran entidad a juzgar por la potencia de las cimentaciones, rompen la estratigrafía preexistente hasta alcanzar el nivel geológico, dato que hemos podido confirmar en la sección del basurero U.E. 5014. Por último, en el perfil Oeste del sondeo, se observa el arranque de otro bloque de mortero (U.E. 5020) que no tiene ninguna relación estratigráfica directa con las estructuras anteriores. Aunque presenta la misma técnica edilicia, su acabado más irregular y la cota de excavación alcanzada –que sólo deja en superficie a la parte superior de esta unidad estratigráfica (116,43 m.s.n.m.)– nos impiden conocer por el momento si se trata de un muro o de un derrumbe asociado a la amortización de esta fase. – Fase 4. “Visigoda” (arrasamiento y colmatación de la fase tardoantigua). UU.EE. 52, 5000, 5008, 5009, 5019, 5022, 5024 y 5041. En un momento indeterminado se produce el arrasamiento de las estructuras tardoantiguas, hecho que provoca el abandono y colmatación de este sector de la arena del anfiteatro. La amortización de las estructuras está representada por las superficies de arrasamiento de los muros y cimentaciones UU.EE. 52, 5019, 5022, 5024 y 5041 a una cota variable entre 118,25 y 115,52 m.s.n.m., quedando cubiertas por una sucesión de estratos muy homogéneos que poseen una potencia máxima de más de 2 metros. Precisamente, la sección Sur del basurero califal (U.E. 5014) nos ha permitido observar la secuencia estratigráfica de estos sedimentos, dispuestos alternativamente en capas arcillosas con una alta concentración de nódulos calizos y niveles de gravas. La secuencia que describimos se ha podido comprobar mediante la excavación de los niveles más superficiales, desde la U.E. 5000 –a una cota de 118,28 m.s.n.m.–, formada por un estrato de matriz arcillosa, color rojo intenso y consistencia muy compacta que presenta numerosos nódulos de caliza, dispuestos a modo de rudus. Este estrato cubre a otro de gravas de la misma tonalidad (U.E. 5008), que a su vez se deposita sobre un sedimento (U.E. 5009) de similares características al primero, siguiendo esta alternancia que mencionábamos. En líneas generales, estas colmataciones presentan un notable buzamiento en dirección SuresteNoroeste, cuya pendiente se inicia desde el podium y que marcaría el desnivel existente entre el alzado del muro romano y el posible nivel de suelo de la arena. La presencia del basurero califal cortando estos estratos, explica la constatación de algunos ejemplares cerámicos vidriados asociados a un material romano muy escaso y rodado, por lo que se hace harto complicada la datación de esta fase. [ 174 ]

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– Fase 5. Saqueo del podium. UU.EE. 5004 y 5005. Una vez que el sector de la arena queda colmatado por los aportes sedimentarios anteriores, asistimos al desmantelamiento parcial del podium. Esta acción destructiva está determinada por la excavación de una zanja de saqueo (U.E. 5004) que afecta, a una cota de 118,17 m.s.n.m., a la estructura romana en el extremo Sureste del sondeo. La zanja está rellena por un estrato de calcarenitas descompuestas y consistencia suelta, cuya composición puede deberse al despiece de los sillares in situ (U.E. 5005). Esta circunstancia motivaría la abundante presencia de material residual, fenómeno que se evidencia en los Sondeos 2 y 9 para esta misma fase. De momento desconocemos la potencia, dimensiones totales y cronología de esta unidad estratigráfica, ya que sólo ha sido excavada parcialmente. El único criterio de datación sería la fecha post quem que proporciona la propia zanja, pues al romper los niveles de colmatación de las estructuras tardoantiguas nos sitúa en una fase inmediatamente posterior. Período IV: Islámico – Fase 6. Califal (saqueo de estructuras tardoantoguas). UU.EE. 5012, 5014, 5015, 5025, 5026, 5027, 5028, 5037 y 5038. A esta fase corresponde la excavación de una amplia zanja (U.E. 5014) que, documentada a una cota inicial de 116,09 m.s.n.m., tiene unas dimensiones de 4,44 x 3,66 m y 1,57 m de potencia, planta con cierta tendencia circular, eje vertical inclinado, sección vertical troncocónica invertida, paredes rectas y fondo recto, así como una serie de sedimentos antrópicos que lo colmatan. Los primeros en depositarse en la zona más cercana a las paredes de la zanja son varios estratos de distinta composición: limos negruzcos (U.E. 5038), gravas mezcladas con nódulos de caliza (U.E. 5037), arcillas rojizas (UU.EE. 5026, 5027 y 5028) y limos castaños (U.E. 5025), que en general poseen escasos materiales arqueológicos asociados. Sobre ellos, se dispone un estrato de relleno de matriz arcillosa, color grisáceo y consistencia suelta (U.E. 5015) que, a diferencia de los anteriores, presenta gran cantidad de fragmentos cerámicos y restos óseos animales. Por último, un sedimento con numerosas calizas y cantos rodados (U.E. 5012) cubre al nivel anterior, colmatando completamente la zanja de saqueo. Los materiales cerámicos recogidos durante el proceso de excavación, sobre todo los asociados a la U.E. 5015, aportan una cronología califal. Fundamentalmente aparecen ollas, por lo que podemos plantear que una vez extraídos los sillares de las estructuras tardoantiguas, la fosa se destinó al vertido de útiles culinarios. Los fragmentos cerámicos recogidos corresponden a ollas de cuerpo globular, cuello exvasado y borde redondeado, distinguiéndose también, en menor proporción, ollas de borde moldurado, cuello recto y cuerpo abombado que se corresponden al tipo 1.1.A de Cercadilla (FUERTES, 2002, 29). Los ataifores se encuentran vidriados, decorados en manganeso y ataifores con decoración en verde-manganeso de borde sencillo o indiferenciado. En cuanto a la cerámica pintada, se documentan fragmentos atípicos de jarras con la decoración característica de dedos de Fátima. La zanja corta a los estratos preexistentes en la zona, alcanzando el nivel geológico (U.E. 5031). – Fase 7. Tardoislámica (basureros). UU.EE. 5011, 5013, 5029 y 5030. En una etapa islámica tardía, la zona que analizamos sigue abandonada, documentándose en ella un uso residual. Nos referimos con esto a la presencia de dos nuevos basureros de dimensiones no muy grandes y escasa potencia. El primero (U.E. 5030), localizado parcialmente en el perfil Norte del sondeo, a 115,85 m.s.n.m., tiene una planta elíptica de 0,92 x 0,74 m y escasa potencia, estando relleno por un estrato negruzco que presenta algunos fragmentos cerámicos y restos óseos animales (U.E. 5029). Al Oeste de él, a 115,98 m.s.n.m., se dispone una segunda fosa irregular (U.E. 5013), de 1,47 x 1,40 m y poca profundidad, colmatada por un sedimento grisáceo de consistencia suelta mezclado con fragmentos de tejas y escasos fragmentos cerámicos (U.E. 5011). Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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La cronología de estos basureros parece circunscribirse al siglo XII, mediante la presencia de ollas y cazuelas vidriadas sólo al interior, ataifores en verde manganeso con pie anular de tamaño grueso, cazuelas de borde horizontal y carena marcada. También se reconocen candiles de piquera de sección cuadrangular, y jarros de borde exvasado y sección triángular recubiertos de un engobe rojo, pintados con líneas asimétricas, que se fechan en el siglo XII en Mértola (TORRES, 1988), extendiéndose hasta época almohade. – Fase 8. Tardoislámica (colmatación general). UU.EE. 64, 5002, 5003 y 5010. A este momento tardoislámico corresponde la colmatación de las fases anteriores, estando representado por varios niveles de notable similitud. Estos cuatro sedimentos, identificados con las UU.EE. 64, 5002, 5003 y 5010, presentan unas características estructurales similares en cuanto a color, composición, textura y materiales arqueológicos asociados, por lo que los hemos unificado en un mismo conjunto estratigráfico, si bien observamos una concentración más significativa de tejas en la U.E. 5003. El macroestrato que mencionamos, de matriz arcillosa, color castaño claro y consistencia compacta, se extiende por toda la superficie del sondeo y presenta un buzamiento significativo con dirección Suroeste-Noreste a una cota absoluta entre 117,56 y 116,18 m.s.n.m., como consecuencia de la disposición de los niveles inferiores, que determinan el desnivel del terreno. Los restos cerámicos relacionados con estas colmataciones son abundantes y representativos, situándonos en una fase claramente tardoalmohade (finales del siglo XII y primer tercio del siglo XIII), aunque también se documenta abundante material residual de época califal. Respecto al material adscrito a la etapa tardoalmohade, se constatan ataifores de pies anulares de tamaño grueso, tapaderas de asidero, cerámica estampillada, cazuelas de costilla, un candil de pie alto vidriado en color verde y candiles de piquera de sección cuadrangular (tipo 1 de Cercadilla), junto a bases con escotadura, y trípodes de braserillo gallonado. Materiales afines están constatados en nuestra propia ciudad, con el ejemplo del vertedero de Santa Marina (SALINAS, 2007, 315-355) o en el recinto fortificado de la Calahorra (SALINAS, MARTIN y LEÓN, 2009, 1035-1040). – Fase 9. Tardoislámica (construcción de un muro). UU.EE. 5006 y 5007. Sobre los sedimentos anteriores, se construye un muro de aspecto bastante precario (U.E. 5006), que rellena a su zanja de cimentación (U.E. 5007). Tiene unas dimensiones de 1 x 0,80 m, una potencia total de 0,38 m, y está formado por varias hiladas de caliza, cantos rodados y calcarenitas de mediano tamaño. Los mampuestos están trabados con arcilla y algunos fragmentos de tejas y cerámica, si bien desconocemos el tipo de aparejo utilizado en la construcción de esta estructura debido a su mal estado de conservación. Tanto la orientación, en sentido Noreste-Suroeste, como la técnica edilicia y la cota conservada (117,07 m.s.n.m.) nos permiten igualarlo con dos tramos conservados al Noreste y que corresponden a las UU.EE 34 y 39, conformando una misma unidad constructiva, posiblemente diseñada para actuar como muro de contención de los estratos que colmatan la zona que estamos analizando. Período VI: Contemporáneo – Fase 10. Contemporánea (arrasamiento y colmatación general). UU.EE. 2 y 5032. La amortización de la Fase 9 está representada por la superficie de arrasamiento del muro descrito en el apartado anterior (U.E. 5032) así como por un estrato de matriz arcillosa, color grisáceo y consistencia compacta (U.E. 2) que, desde una cota de 118,42 m.s.n.m. en este sector, presenta abundantes fragmentos cerámicos y otros de distinta naturaleza (metal, vidrio, fauna, etc.) aportándonos una cronología post quem de época contemporánea. Este sedimento se identifica con el uso que ha tenido el solar desde el abandono del arrabal postcalifal hasta la construcción de la Facultad de Veterinaria, habiéndose destinado a las labores agrícolas en un período de tiempo muy dilatado. [ 176 ]

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– Fase 11. Siglo XX (Fosas y sistema de saneamiento de la Facultad de Veterinaria). UU.EE. 56, 71, 5001, 5033 y 5034. A la fase más reciente registrada en el Sondeo 1 corresponde la excavación de una pequeña fosa rectangular (U.E. 5033) junto al muro U.E. 51, rellena con un sediento arcilloso de color negruzco (U.E. 5034), así como los restos de la zanja de una tubería de aguas residuales (U.E. 56), relacionada con el sistema de saneamiento de la Facultad de Veterinaria. Esta interfacies, documentada parcialmente en el sondeo a 117,99 m.s.n.m., fue excavada con medios mecánicos, por lo que sólo se ha conservado la base de la zanja, colmatada por una capa de arena (U.E. 5001) sobre la que se dispone una losa de hormigón (U.E. 71). Sector 1 / Sondeo 2 (Fig. 77) Período II: Romano – Fase 1. Altoimperial (construcción del anfiteatro). UU.EE. 4024, 4030 y 4031. La fase más antigua está representada por la presencia de dos elementos estructurales del anfiteatro romano. Uno de ellos es el podium (U.E. 4024), también localizado parcialmente en los Sondeos 1, 9 y en la zona de excavación de la Campaña 2002-2004 (U.E. 699 del SC/02-03). En este caso, se encuentra en muy buen estado de conservación, habiéndose detectado a 117,71 m.s.n.m., cota que coincide con el tramo descubierto en el Sondeo 9 y que demuestra su desmantelamiento en un mismo momento de saqueo. La longitud excavada en este sondeo es de 3,75 m, observándose un ligero cambio de orientación hacia el Noreste a medida que la curva del muro se va cerrando hacia uno de los lados menores del edificio. Se trata de una sólida estructura construida en opus quadratum, formada por una sucesión de sillares de calcarenita cuyo módulo no es homogéneo. En este sentido, encontramos unos sillares más estrechos –entre 0,35 y 0,40 m– lo cual puede explicarse por la necesidad de imprimir al muro una curva más cerrada que la descrita en los Sondeos 1 y 9. Estos elementos están trabados a hueso, aunque entre unas hiladas y otras se documenta una fina capa de arcillas rojizas que proporcionan mayor cohesión a la obra. Algunos de ellos presentan orificios en el sobrelecho, indicándonos el uso de palancas para arrastrar los sillares hasta su posición definitiva. El acabado de las caras de los sillares es desigual, ya que mientras el perfil Sureste se encuentra perfectamente terminado a bisel –luciendo incluso almohadillado–, el perfil Noroeste está peor trabajado y ofrece una alineación menos regular. El otro elemento relacionado con el edificio de espectáculos se identifica con el relleno constructivo para la disposición de la proedria, lugar destinado a las personalidades más destacadas de la comunidad. Consiste en una superposición de estratos bastante homogéneos y regularizados que determinan una superficie de gran horizontalidad, colmatando el espacio generado entre el primer y segundo anillo del graderío. El nivel inferior (U.E. 4031) sólo ha sido documentado en la zona de contacto con el muro que define el podium, consistiendo en un sedimento de matriz arcillosa que presenta numerosos fragmentos de calcarenita, posiblemente fruto de la retalla de los sillares utilizados en el momento de construcción. Sobre él, a una cota de 117,40 m.s.n.m., se dispone un estrato de escasa potencia (U.E. 4030) formado por calcarenitas descompuestas –picadura de sillar– muy apisonadas, generando una superficie de gran firmeza. En ella se observa una serie regular de surcos paralelos, poco profundos y separados entre sí aunque no equidistantes, que podrían interpretarse como marcas de rodaduras relacionadas con el proceso de compactación del estrato, tal vez realizado con la ayuda de rodillos. El sistema constructivo que hemos descrito, basado en la superposición de sedimentos con el fin de colmatar los cimientos de la imma cavea, es idéntico al localizado en el Sondeo 9, donde se observa la misma secuencia estratigráfica e incluso las huellas que presenta la superficie, que también se disponen de forma paralela siguiendo idéntica orientación que éstas. Es reseñable el escaso material cerámico, fechable en época altoimperial, y más concretamente hacia la primera mitad del s. I d.C. (Tiberio) con la presencia de dos galbos de sigillata Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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itálica identificables con una copa Conspectus 17 –con carena decorada a ruedecilla y producida desde la última década del siglo I a.C. hasta época de Tiberio (CONSPECTUS, 1990, 80)– y un plato Conspectus 18 –introducida en la última década del siglo I a.C. y desarrollada hasta el reinado de Tiberio (CONSPECTUS, 1990, 82)–. El resto de fragmentos es de cerámica común, junto a un atípico de ánfora. Esta datación contrasta con la constatada en el Sondeo 9, en el que se ha recuperado abundante sigillata itálica mediante formas más avanzadas, asociadas a un ejemplar en sigillata hispánica de Tricio que retrasaría la cronología de dicho sondeo hasta época neroniana (vid. Sondeo 9, Fase 1). Período III: Tardoantiguo – Fase 2. Tardoantigua (abandono y amortización del anfiteatro y construcción de nuevas estructuras). UU.EE. 62, 4020 y 4022. Tras el abandono y amortización del anfiteatro, se producen unas modificaciones estructurales que no sólo afectan al sector de la arena, como hemos visto en el Sondeo 1, sino también a la zona de la imma cavea. Estas transformaciones se evidencian con la construcción de unas estructuras de gran firmeza, que difieren de la obra romana tanto en la técnica edilicia como en el aparejo utilizado. La primera de ellas (U.E. 62) se localiza en el extremo Noroeste del sondeo, a una cota de 118,26 m.s.n.m., y corresponde al extremo Sureste de una estructura de planta semicircular realizada en opus vitattum, formando una sólida obra arquitectónica. Presenta las mismas características estructurales que la documentada en el Sondeo 1, si bien en este caso se ha podido documentar su planta completa. El aparejo utilizado, compuesto por hiladas de fragmentos de caliza y lechadas de mortero de cal, se dispone en cajones limitados por pilares de sillares de calcarenita, formando un muro curvo de 6,50 m de diámetro interno y 1,04 m de anchura. Ambos extremos se entregan al podium por su lado Norte (el extremo Sureste lo localizamos en el Sondeo 2, mientras que el Suroeste se documentó en el Sondeo 9), adaptando su orientación a la curvatura de dicho elemento e indicándonos su reutilización en esta fase. La segunda estructura (U.E. 4020), situada a una cota de 117,72 m y a 1,70 m al Este de la anterior, se entrega al podium por su lado Sur y tiene unas características constructivas similares a las descritas más arriba, mediante hiladas de mampuestos aglutinados con mortero de cal. Presenta una orientación Noroeste-Sureste, una longitud de 2,70 m y una anchura de 0,55 m, siendo ligeramente más estrecha que la U.E. 62 (un muro de igual morfología y paralelo a éste se localizó en el perfil Oeste del Sondeo 9). Se cimenta en la zanja U.E. 4022, de idénticas dimensiones que el propio muro, cortando al relleno constructivo descrito en la Fase 1. – Fase 3. “Visigoda” (arrasamiento y colmatación de la fase tardoantigua). UU.EE. 77, 4010, 4013, 4017, 4021, 4026, 4027, 4028, 4029, 4032, 4033, 4040, 4044 y 4045. En un momento indeterminado se produce el arrasamiento de las estructuras tardoantiguas, acción que provoca el abandono y colmatación de la arena y de la proedria en el sector que analizamos. La amortización de las estructuras está representada por las superficies de arrasamiento de los dos muros documentados (UU.EE. 77 y 4021), que quedan colmatadas de forma desigual. Al Norte del podium, encontramos una colmatación similar a la documentada en los Sondeos 1, 9 y Espacio C, compuesta por una sucesión de estratos muy homogéneos, que se disponen alternativamente en capas arcillosas con una alta concentración de nódulos calizos y niveles de gravas. La secuencia que describimos se ha podido comprobar mediante la excavación de los niveles más superficiales, desde la U.E. 4010 –a 118,10 m.s.n.m.–, formada por un estrato de matriz arcillosa, color rojo intenso y consistencia muy compacta que presenta numerosos nódulos de caliza, dispuestos a modo de rudus. Este estrato cubre a otro de gravas de la misma tonalidad (U.E. 4013), que a su vez se deposita sobre un sedimento de calcarenitas descompuestas (U.E. 4032). Debajo, se [ 178 ]

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dispone un estrato de matriz arcillosa y color rojizo (U.E. 4033), cubriendo a un nuevo nivel de rudus (U.E. 4040), que presenta unas características similares al primero de la secuencia, siguiendo esa alternancia que mencionábamos. Como decimos, estas colmataciones son idénticas a las documentadas en los mencionados sondeos y, aunque también en este caso se extienden desde el podium en dirección a la arena, los límites que hemos establecido para el Sondeo 2 nos impiden advertir el buzamiento de dichos estratos. La secuencia estratigráfica analizada al Norte del podium es completamente distinta a las colmataciones que se depositan al Sur del muro romano. Por otra parte, la estructura de opus vitattum U.E. 4020 actúa como un elemento delimitador entre los estratos que se disponen a uno y otro lado de ella. Así pues, al Este de dicha unidad estratigráfica se disponen varios estratos superpuestos; el más alto (U.E. 4017), a 117,74 m.s.n.m., consiste en un nivel de limos castaños que presenta numerosos restos de mortero de cal y abundante material cerámico; le sigue otro depósito de similares características pero tonalidad más oscura (U.E. 4044) que cubre a un último sedimento arcilloso con numerosos fragmentos de adobes con huellas de rubefacción (U.E. 4045), posiblemente relacionado con la destrucción de un nivel de suelo asociado a la fase tardoantigua. El sector al Oeste del muro U.E. 4020 se colmata con varios sedimentos que también se entregan al podium por su lado Sur. El más superficial (U.E. 4027) se dispone a una cota de 117,63 m.s.n.m. y consiste en un estrato de limos, de color amarillento y consistencia no muy compacta con numerosos fragmentos cerámicos. Éste cubre a otro de matriz arcillosa, color rojo intenso y consistencia compacta (U.E. 4026) que presenta algunos nódulos de caliza de mediano tamaño. Asociados a este sedimento, se documentan numerosos fragmentos de cerámica común, terra sigillata, fragmentos de ánforas, metal, fauna, etc. Finalmente, cubiertos por el anterior encontramos dos pequeñas colmataciones, una de color negruzco con restos de carbón y material cerámico (U.E. 4028) en la zona de contacto con el podium, y otra con restos de calcarenitas descompuestas (U.E. 4029) en el extremo opuesto, junto al perfil Sur del sondeo. Las unidades estratigráficas identificadas con las UU.EE. 4026, 4028 y 4029 se depositan directamente sobre el relleno constructivo de la proedria, amortizando dicha fase constructiva. – Fase 4. Saqueo del podium y del muro U.E. 4020. UU.EE. 4018, 4019, 4023, 4025, 4034, 4035, 4036, 4037, 4038, 4039, 4046 y 4050. Una vez que la zona queda colmatada por los aportes sedimentarios anteriores, asistimos al desmantelamiento parcial del podium, así como al saqueo de la estructura tardoantigua que se le entrega por su lado Sur. La acción destructiva que supone el saqueo del podium está determinada por una superficie de arrasamiento (U.E. 4025) hasta la cota de los sillares conservados in situ, así como por la excavación de una zanja (U.E. 4019) que, desde la cota 117,69 m.s.n.m., afecta a la estructura romana en el extremo Sureste del sondeo. La zanja, excavada parcialmente, está rellena por una sucesión de estratos homogéneos y bastante horizontales, perfectamente visibles en la sección originada por el propio perfil Noroeste del área excavada en la Campaña 2002-2004. El más superficial de estos rellenos consiste en un sedimento de limos (U.E. 4018) de color castaño claro y consistencia suelta que cubre a un nivel de limos, con abundantes lascas de mármol (U.E. 4035). Debajo se depositan dos pequeñas acumulaciones de escasa potencia sin conexión estratigráfica directa entre ambas, una de matriz arcillosa y color castaño claro (U.E. 4037) y otra de la misma composición, color rojizo y con fragmentos de adobes (U.E. 4038). Cubierto por los estratos anteriores, se localiza un sedimento arcilloso de color castaño oscuro (U.E. 4039), a una cota estimada de 117,52 m.s.n.m. Al Norte del podium, rompiendo la colmatación de la Fase 3 en este sector de la arena, también se documenta otra interfacies (U.E. 4036) probablemente relacionada con el mismo saqueo del muro romano. Está rellena por dos sedimentos superpuestos, uno superior (U.E. 4034) a 117,69 m.s.n.m., compuesto por abundante material de retalla –fundamentalmente calcarenitas–, y otro Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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inferior (117,45 m.s.n.m.) de matriz limosa, que también presenta numerosos restos de calcarenitas descompuestas (U.E. 4046). Las reducidas dimensiones de esta zanja, casi embutida en el perfil Norte del sondeo, nos impiden conocer su relación estratigráfica con la otra interfacies de saqueo (U.E. 4019), si bien en el extremo opuesto corta claramente a la colmatación de la fase anterior. Este momento de destrucción también afecta al muro tardoantiguo (U.E. 4020), junto al cual se excava una zanja para facilitar su desmantelamiento (U.E. 4050). Dicha unidad estratigráfica, situada a una cota de 117,77 m.s.n.m., tiene unas dimensiones de 2,70 x 0,45 m y está colmatada por un sedimento de limos (U.E. 4023), de color castaño claro y consistencia suelta que presenta numerosos fragmentos de mortero de cal, algún canto rodado y algún nódulo de caliza, correspondientes a los desechos constructivos de la estructura adyacente. Período IV: Islámico – Fase 5. Colmatación general. UU.EE. 4005, 4009, 4012, 4014, 4015 y 4016. En un momento previo a la fase postcalifal se produce la colmatación de este sector mediante la acumulación de diversos estratos antrópicos que cubren tanto al podium romano como al muro tardoantiguo, extendiéndose por toda la superficie del sondeo. El primero de ellos (U.E. 4009) consiste en un estrato de matriz arcillosa, color rojizo y consistencia muy compacta que presenta numerosas gravas y otros materiales arqueológicos asociados, como cerámica, tejas, metal, escoria, vidrio, etc. Aparece a una cota de 117,97 m.s.n.m. y cubre a otro de similar composición pero de tonalidad más amarillenta (U.E. 4005), bajo el que se deposita a su vez un tercer sedimento (U.E. 4012) de matriz arcillosa y color rojizo con nódulos de calcarenitas, y cantos rodados de pequeño tamaño. La secuencia continúa con dos nuevos estratos cubiertos por el anterior, aunque sin conexión estratigráfica directa entre ambos, el primero localizado en el extremo Oeste del sondeo (U.E. 4014) y el segundo en el extremo este (U.E. 4015). Aunque su composición es idéntica, la U.E. 4014 está formada por limos muy homogéneos sin apenas material asociado y la U.E. 4015 se compone de limos mezclados con abundantes fragmentos de calcarenita, algunos de ellos muy descompuestos. Una última capa de arcillas rojas (U.E. 4016) se deposita debajo de los anteriores, en la que se distinguen otros componentes como nódulos de caliza, cantos rodados de mediano tamaño y algunos fragmentos cerámicos. – Fase 6. Postcalifal (construcción de nuevos muros). UU.EE. 80, 81, 82, 4001, 4002, 4003 y 4011. Sobre los sedimentos de la Fase 5 se construyen tres muros cuyas zanjas rompen la estratigrafía preexistente. El primero se localiza en el ángulo Noreste del sondeo y consiste en una estructura de mampuestos de aspecto bastante precario (U.E. 4002), que rellena a su zanja de cimentación (U.E. 4003). Aparece a una cota de 118,78 m.s.n.m., tiene una orientación Noroeste-Sureste, unas dimensiones de 0,92 x 0,47 m y está formado por una sola hilada de escasa potencia con ripios de caliza, cantos rodados y calcarenitas de mediano tamaño. Los mampuestos están trabados con arcilla, si bien desconocemos el tipo de aparejo utilizado en la construcción de esta estructura debido a su mal estado de conservación. El segundo muro de esta fase (U.E. 80) se sitúa al Oeste del anterior a 118,25 m.s.n.m. y marca el límite del sondeo en su lado Norte. Con una orientación Noreste-Suroeste, mide 3,60 x 0,34 m y está formado por una alineación de mampuestos de caliza de mediano tamaño en una sola hilada, rellenando a su zanja de cimentación (U.E. 4001). La última estructura que describimos (U.E. 81) se ubica en el lado Oeste del Sondeo 2, a 118,27 m.s.n.m., utilizándose como elemento delimitador del mismo. Se trata de un muro de sillarejos que tiene una orientación Noroeste-Sureste y unas dimensiones de 1,94 x 0,47 m. Presenta dos hiladas, la superior –correspondiente al alzado–, compuesta por cuatro sillarejos de calcarenita, y la inferior –formando parte de la cimentación– con mampuestos de mediano tamaño, cuyas medidas oscilan en torno a 0,25 m de longitud. Esta cimentación rellena a una zanja (U.E. 82) más ancha [ 180 ]

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que el propio muro, por lo que el espacio sobrante se colmata con un estrato de matriz arenosa, color castaño claro y consistencia no muy compacta (U.E. 4011) que presenta escasos materiales arqueológicos asociados. Debemos hacer hincapié en la acción destructiva de las zanjas de los muros UU.EE. 80 y 81, que rompen a la estructura U.E. 62 por su extremo este, como así lo evidencia claramente el rebaje que se observa en su superficie. Período VI: Contemporáneo – Fase 7. Contemporánea (arrasamiento y colmatación de la fase anterior). UU.EE. 4000, 4047, 4048 y 4049. La amortización de la fase tardoislámica está representada por la superficie de arrasamiento de los muros descritos en el apartado anterior (UU.EE. 4047, 4048 y 4049) así como por un estrato de matriz arcillosa, color grisáceo y consistencia compacta (U.E. 4000) que presenta abundantes fragmentos cerámicos y otros de distinta naturaleza (tejas, ladrillos, vidrio, escoria de metal, fauna, etc.). Este sedimento, situado a 118,45 m.s.n.m., nos aportan una cronología post quem de época contemporánea, identificándose con la U.E. 2 y por lo tanto con el uso que ha tenido el solar desde el abandono del arrabal tardoislámico hasta la construcción de la Facultad de Veterinaria, habiéndose destinado a las labores agrícolas en un período de tiempo muy dilatado. – Fase 8. Siglo XX (fosa y sistema de saneamiento de la Facultad de Veterinaria). UU.EE. 56, 57, 58, 71, 4004, 4007, 4008, 4041 y 4042. A la fase más reciente registrada en el Sondeo 2 corresponde la excavación de una pequeña fosa circular (U.E. 4007) rellena con un sediento arenoso de color castaño oscuro (U.E. 4008), así como los restos de la zanja de una tubería de aguas residuales (U.E. 56), relacionada con el sistema de saneamiento de la Facultad de Veterinaria. Esta interfacies, documentada en el extremo Sur del sondeo a 118,32 m.s.n.m., está colmatada por una capa de arena en su base (U.E. 4004) sobre la que se dispone una losa de cemento (U.E. 71), con el fin de afianzar la tubería de fibrocemento que discurre en sentido Este-Oeste a lo largo de la zanja (U.E. 58). Por último, la interfacies se rellena con un estrato de matriz arcillosa, color castaño oscuro y consistencia suelta (U.E. 57) que presenta algunos fragmentos cerámicos y materiales constructivos de época contemporánea. Finalmente, debemos destacar la presencia de otra zanja en el perfil este del sondeo (U.E. 4041), que corta parcialmente a los estratos que rellenan la zanja de saqueo del podium. Se colmata con un sedimento arcilloso de tonalidad rojiza (U.E. 4042), posiblemente relacionado con el relleno del colector de la Facultad que discurre en esta zona de Norte a Sur, documentado en la Campaña de Excavación 2002-2004. Sector 1 / Sondeo 3 (Fig. 78) Período III: Tardoantiguo – Fase 1. Tardoantigua (construcción de estructuras). UU.EE. 4512, 4519 y 4520. La fase más antigua documentada en este sondeo se corresponde con un momento constructivo fechado en época tardoantigua e identificado con los muros UU.EE. 4512 y 4520. El primero de ellos (U.E. 4512), se dispone en sentido Este-Oeste junto al perfil Sur del sondeo, en una longitud de 2,20 m y a una cota de 118,09 m.s.n.m. Se trata de un muro de opus africanus, constituido por dos sillares dispuestos a soga que alternan con un relleno de mampostería, a base de ripios de calcarenita, nodulosa violácea y algunos fragmentos de mármol. Aunque uno de los sillares se introduce en el perfil Oeste del sondeo, el otro se conserva completo, presentando unas dimensiones de 1 x 0,64 x 0, 50 m, que se adaptan perfectamente al módulo romano. Este hecho, junto a los restos de almohadillado que se observan en uno de los laterales del paralelepípedo, indicaría la reutilización de los materiales constructivos del anfiteatro en fases posteriores, como la que estamos anaMonografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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lizando. Su zanja de cimentación (U.E. 4519), aún en proceso de excavación, cortaría la estratigrafía preexistente, que coincide a grandes rasgos con la cota final del sondeo, en torno a 117,51 m.s.n.m. Como vemos, la técnica edilicia de este muro difiere de la utilizada en las estructuras situadas junto al podium y en la zona de la arena, hecho evidenciado por la ausencia de mortero rosáceo y gravilla en el aparejo. Tampoco se asemeja a los muros detectados en el Sector Central de la Campaña 2002-2004, formados por hiladas de mampostería (UU.EE. 154 y 258 del SC/02-03), y fechados en esta misma fase. Si comparamos el mencionado muro con otros pertenecientes a la fase emiral, tanto en el Sector Central de la Campaña 2002-2004 (U.E. 114) como en la A.A.P. de la C/ Albéniz 2 (U.E. 9), podríamos pensar que corresponden al mismo momento constructivo. Sin embargo, la anchura del muro U.E. 4512 y el tamaño de su aparejo contrasta con estos últimos, por lo que debemos encuadrarlo, provisionalmente, en un momento previo a dicha fase islámica. La segunda estructura (U.E. 4520) presenta un nivel de arrasamiento aún mayor que la anterior, conservándose a una cota de 118,02 m.s.n.m. Tiene una orientación Norte-Sur, ligeramente desplazada al Oeste y podría definir un muro de 1,07 x 0,70 m dispuesto de forma perpendicular a la U.E. 4512. Aunque queda embutido parcialmente en el perfil Sur del sondeo, se distingue un aparejo formado por dos sillarejos de calcarenita dispuestos de forma vertical que delimitan un posible vano, de 0,60 m de longitud, marcado por otro sillarejo colocado horizontalmente. Las reducidas dimensiones del sondeo y la complejidad de la secuencia estratigráfica, con la presencia de numerosas estructuras y fosas que han afectado notablemente a esta fase constructiva, nos impide interpretar por el momento la funcionalidad de ambos muros. Período IV: Islámico – Fase 2. Califal (arrasamiento y colmatación de la fase tardoantigua). UU.EE. 4501, 4503, 4506, 4516, 4517, 4518, 4521 y 4523. En este momento se produce el arrasamiento de las estructuras anteriores y la colmatación de la zona. Este proceso de amortización está representado por las superficies de arrasamiento de los muros (UU.EE. 4518 y 4521), quedando cubiertas por una sucesión de estratos relacionados con el abandono de la zona. Esta secuencia, que difiere de la localizada junto al podium y la zona de la arena, se inicia a una cota máxima de 118,35 m.s.n.m., correspondiente a un estrato arcilloso de color castaño claro (U.E. 4506) que presenta algunos fragmentos de mortero, tejas y cerámica. Bajo él se dispone un pequeño sedimento de arcillas rojas, a 118,33 m (U.E. 4503), que cubre a su vez a una acumulación de cantos rodados y ripios de calcarenita (U.E. 4501). Estos sedimentos se depositan sobre otro estrato, detectado en torno a 118,18 m, compuesto por arcillas castañas oscuras (U.E. 4516), que cubre a un nuevo nivel de colmatación (U.E. 4517), situado a una cota de 117,92 m.s.n.m. Finalmente, coincidiendo con la cota marcada por la U.E. 4517 y cubierto parcialmente por dicha unidad, se detecta un pequeño derrumbe de ripios de calcarenita (U.E. 4523), que evidencia el abandono de la fase de ocupación previa. En líneas generales, estas colmataciones presentan un notable buzamiento en dirección Noreste-Suroeste, de modo que el estrato U.E. 4517 amortiza el arrasamiento de la estructura U.E. 4520, mientras que el sedimento U.E. 4516 cubre al arrasamiento del muro U.E. 4512, quedando la zona definitivamente colmatada mediante el estrato U.E. 4506. Asociadas a los estratos que describimos, se observan formas cerámicas de cronología califal, fundamentalmente vidriadas y con decoración en verde manganeso, aunque también aparecen otros materiales residuales de época romana, sigillata itálica e hispánica de Tricio, barniz rojo pompeyano y algún fragmento de lucerna. – Fase 3. Califal (construcción de nuevos muros). UU.EE. 4500, 4504, 4507, 4509, 4511, 4513 y 4515. [ 182 ]

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Tras la colmatación documentada en la fase anterior, se produce una nueva etapa constructiva, representada por los muros UU.EE. 4504, 4509 y 4513. En un primer momento, las estructuras UU.EE. 4509 y 5413 delimitarían los lados oriental y meridional de un espacio cuyas dimensiones totales desconocemos. Situadas a una cota entre 118,50 y 118,24 m.s.n.m., presentan un aparejo formado por dos hileras exteriores de mampuestos de mayor tamaño y un relleno central más irregular. Esta disposición de los materiales únicamente se ha observado en la U.E. 4509, ya que el muro U.E. 4513 se encuentra casi totalmente embutido en el perfil Sur del sondeo, pudiendo apreciarse sólo una de las caras exteriores. En esta misma fase asistimos a una pequeña modificación del espacio construido, consistente en su ampliación hacia el Este. Para ello, se lleva a cabo el desmantelamiento parcial de la estructura U.E. 4509 y se construye otra (U.E. 4504) a 118,35 m.s.n.m., que mantiene la misma orientación que la precedente. El nuevo muro, del que sólo se ha podido documentar la última hilada de su cimentación, está compuesto en su mayor parte por cantos rodados careados al exterior y un relleno irregular. Asociado a la estancia que describimos, se documenta un pavimento (U.E. 4500), dispuesto a una cota de 118,42 m.s.n.m., e identificado con una superficie de cantos rodados mezclados con otros materiales. La única relación estratigráfica directa la mantiene con el muro U.E. 4504, al que se entrega, ya que el alto nivel de arrasamiento de dicho suelo ha provocado su desaparición en el resto del espacio. Por último, debemos destacar que las zanjas de cimentación de las tres estructuras (UU.EE. 4507, 4511 y 4515) han cortado la estratigrafía preexistente y, en el caso de la zanja U.E. 4513, incluso ha supuesto el rebaje del muro U.E. 4512 descrito en la Fase 1. – Fase 4. Arrasamiento y colmatación de la fase anterior. UU.EE.106, 4505, 4510 y 4514. La amortización de la fase 3 se identifica con las superficies de arrasamiento de los muros (UU. EE. 4505, 4510 y 4514) así como por una colmatación generalizada del espacio (U.E. 106) que, situada a una cota de 118,65 m.s.n.m., genera un estrato de abandono de matriz arcillosa con gran cantidad de cantos rodados. La composición de esta unidad nos induce a pensar que se trata de un derrumbe de las estructuras previas. – Fase 5. Postcalifal (configuración del arrabal). UU.EE. 87,88, 89, 90, 91, 92, 4524, 4525, 4526 y 4529. Durante la etapa tardoislámica se produce la auténtica urbanización de la zona, como así lo ponen de manifiesto las numerosas estructuras que configuran un extenso arrabal que, en el caso que nos ocupa, se distribuye por la práctica totalidad del área de excavación. Precisamente, en este contexto podemos situar la construcción de una serie de muros que conforman una estancia (identificada con el Espacio 3 del arrabal), cuyos límites definen el propio Sondeo 3. Se trata de una crujía con planta rectangular de 4,70 x 2,40 m orientada Noreste-Suroeste y delimitada mediante los muros UU.EE. 87, 89, 91, 4509, 4525 y 4526. La cota máxima de estas estructuras se sitúa entre 118,83 y 118,60 m.s.n.m. La técnica edilicia de estas estructuras se caracteriza por su gran homogeneidad, utilizándose un aparejo de mampostería que se dispone en hileras exteriores bien careadas donde se usan ripios de mayor tamaño, así como un relleno central más irregular. Resulta significativo el empleo de sillarejos en los ángulos de los muros, posiblemente con el fin de reforzar las zonas de unión, pudiendo observarse claramente en la conexión entre las UU.EE. 87 y 89 y entre las UU.EE. 91 y 123. Las zanjas de cimentación de los muros (UU.EE. 88, 90, 92, 4524 y 4529) cortan la estratigrafía de las fases precedentes e incluso, en algunos casos concretos, a otras estructuras más antiguas, como la zanja del muro 91 (U.E. 92), que provoca el arrasamiento de la U.E. 4513 adscrita a la fase 3. – Fase 6. Tardoislámica (arrasamiento y colmatación del arrabal). UU.EE. 97 y 465. Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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Después de la amortización de la fase anterior, se produce el arrasamiento generalizado de los muros (U.E. 465) y la colmatación del espacio mediante un estrato de matriz arcillosa y color castaño claro que presenta abundantes fragmentos cerámicos (U.E. 97), cuya cota máxima se sitúa a 118,69 m.s.n.m. Siguiendo la tónica general del momento de abandono del arrabal, se documenta en este estrato material cerámico fechable en el siglo XII, si bien aparece revuelto tanto con cerámica romana como califal. En cuanto a los contextos del siglo XII, se han documentado cazuelas vidriadas con carena marcada y borde engrosado, ataifores con pies anulares de tamaño grueso y vidriados sólo al interior. Periodo V. Moderno – Fase 7. Moderna (fosas y basureros). UU.EE. 102, 103, 171, 172, 215=4502, 216=4508, 4527 y 4528. Tras el abandono y colmatación del arrabal, se documentan una serie de fosas correspondientes a basureros que demuestran el uso residual de la zona que analizamos. Tres de ellos (UU.EE. 103, 171 y 4528) son de pequeñas dimensiones y potencia, presentando una planta de tendencia circular que se rellena con estratos arcillosos, de consistencia suelta y color grisáceo o negruzco en los que abundan los restos de fauna y fragmentos cerámicos (UU.EE. 102, 172 y 4527). La primera fosa (U.E. 103) se localiza en el ángulo Sureste del sondeo, a 118,67 m.s.n.m., rompiendo parte del muro U.E. 89; la segunda (U.E. 171) se ubica en la zona central del límite Noroeste de la cata a una cota de 118,48 m, provocando el arrasamiento de los muros UU.EE. 111 y 4526; la tercera (U.E. 4528) se documenta en el perfil Suroeste a 118,51 m.s.n.m., cortando a los muros UU.EE. 91 y 4525. El último basurero se identifica con la U.E. 216, igualada durante el proceso de excavación con la 4508, y difiere de los anteriores tanto en tamaño como profundidad, encontrándonos en este caso ante una fosa con planta de tendencia ovalada de 2,10 x 0,80 m, que detectada a una cota de 118,42 m.s.n.m., tiene una potencia de 1,46 m. Periodo VI. Contemporáneo – Fase 8. Contemporánea (colmatación general). U.E. 2. La fase más reciente está caracterizada por la presencia de un estrato muy homogéneo que colmata la totalidad del área de excavación. Este sedimento, excavado parcialmente con medios mecánicos, se identifica con la U.E. 2 y por lo tanto con el uso del solar desde el abandono del arrabal tardoislámico hasta la construcción de la Facultad de Veterinaria en el siglo XX, habiéndose destinado a las labores agrícolas en un período de tiempo bastante dilatado. Sector Central / Sondeo 4 (Fig. 79) Período II. Romano – Fase 1. Altoimperial (construcción del anfiteatro). UU.EE. 1508, 1527, 1528, 1542 y 1549. Este momento se corresponde con la construcción del edificio de espectáculos romano. Durante la excavación se han observado una serie de estratos de matriz arcillosa y color rojo intenso (UU.EE. 1508 y 1528) que alternan con otro estrato de color amarillo (U.E. 1542), resultante de la retalla de los sillares que conformaban las estructuras (UU.EE. 152779, 1549 y 37, 97 y 98/SC-02-03). Esta misma alternancia se observa claramente en los casetones situados entre el segundo y tercer anillo. La presencia de estos rellenos constructivos, en un espacio diáfano como el ambulacrum, se explica por el hecho de que este tipo de edificios no contaban con un único nivel de suelo general, sino que dependiendo del sector y utilidad del espacio variaba el nivel de suelo.

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Esta estructura se corresponde con la U.E. 188 de la Campaña 2002-2004.

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La disposición de los sillares localizados en el ángulo Suroeste del Sondeo 4, inicialmente excavados en la Campaña 2002-2004, parecen indicarnos, a priori, que nos encontramos ante un pilar, similar al documentado en la unión de la tiranta situada más al Noreste del Sector Central (U.E. 38 del SC/02-03) con el cuarto anillo (U.E. 37 del SC/02-03). Si esto fuera así, debería existir una nueva tiranta al Sureste de la estructura U.E. 1527, ya que el espacio resultante al Noroeste del mismo corresponde al ambulacrum. No obstante, la U.E. 1549, es decir, el desarrollo del quinto anillo hacia el Este presenta una anchura de + 1,60 m, superior a la del cuarto anillo, que mide en torno a 1,20 m. Esta circunstancia hace que nos planteemos otra interpretación y que la disposición de los sillares U.E. 1527 formen parte del anillo Sur (U.E. 1549) del ambulacrum, el cual presenta un espesor mayor que el resto de anillos documentados, ya que debe soportar el peso de la summa cavea. Entre el material cerámico recopilado se distingue la forma de sigillata itálica Conspectus 23, fechada en torno al segundo y tercer cuarto del siglo I d.C. (CONSPECTUS, 1990, 92), sigillata gálica, paredes finas con decoración de ruedecilla y ánforas Haltern 70. En definitiva podemos hablar de un horizonte cronológico próximo a mediados del siglo I d.C. con la introducción ya de la sigillata gálica. – Fase 2. Bajoimperial (abandono y saqueo de las estructuras romanas). UU.EE. 1501, 1502, 1505, 1506, 1507, 1509, 1510, 1511, 1512, 1513, 1514, 1515, 1517, 1518, 1519, 1524, 1525, 1526, 1530, 1531, 1533, 1535, 1537, 1538, 1539, 1543, 1544, 1545, 1546, 1547, 1548, 1550 y 1551. Tras el abandono del anfiteatro como edificio de espectáculos comienza un rápido proceso de expolio de su decoración y estructuras murarias. Este fenómeno se observa más claramente en el sector Sureste de la intervención, donde las estructuras presentan un nivel de arrasamiento mayor. Durante la intervención se han detectado un conjunto de estratos de matriz arcillosa (UU.EE. 1501, 1502, 1509, 1511, 1512, 1531, 1537, 1538, 1544, 1545 y 1546), entremezclados con restos de picadura de sillar (UU.EE. 1506, 1515, 1525, 1526, 1539 y 1543). El proceso de saqueo del edificio, una vez desmantelada la superestructura de la fachada y el graderío, fue más dilatado y complejo, como demuestran algunos estratos de basurero (U.E. 1524) cuya acumulación se produjo simultáneamente a la extracción de los sillares. Los niveles de saqueo, en este punto, se documentaron a una cota inicial de 117,49 m.s.n.m., alcanzando hasta los 116,85 m.s.n.m. en el espacio central. El expolio y reutilización de materiales de edificios abandonados es un fenómeno común a lo largo de la historia. Durante el Bajo Imperio se hizo necesario editar normativas que regularan el reaprovechamiento de los materiales de las construcciones abandonadas, concediéndose permiso a empresas especializadas en estos trabajos. También era frecuente la instalación de un taller marmolista en estos lugares, como se documentó en el Teatro. En los estratos UU.EE. 1505, 1513 y 1514, a una cota entre 117,38 m.s.n.m y 117,26 m.s.n.m., se detectan numerosos restos de retalla de mármol: lascas, placas y fragmentos de mármol trabajados (marcas de cortes de piezas en alguno de sus lados). Los materiales marmóreos mayoritariamente registrados son caliza nodulosa violácea, caliza micrítica gris, mármol blanco y porta santa, aunque también se han localizado pequeños fragmentos de breccia coralina, giallo antico y africano entre otros. Las estructuras romanas (UU.EE. 1527 y 1549) presentan un nivel de arrasamiento y saqueo muy importante. La cota de arrasamiento es mayor en el quinto anillo (116,38 m.s.n.m.), el cual se halla cubierto por varios estratos de relleno (UU.EE. 1507, 1510, 1519 y 1547), resultantes del expolio y la intensa actividad que se ha concentrado en esta zona. Una huella indiscutible de este hecho es la presencia de un hogar (U.E. 1533) con un diámetro de 0,70 metros con restos de metal, cerámica y restos óseos animales junto con carbón y ceniza debido a su cremación. En estos estratos Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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también se documenta numeroso material cerámico y abundantes lascas marmóreas y fragmentos de mármol trabajado. Entre el material recogido destaca una placa circular de mármol blanco en la que se observan dos monteas. En la cara inferior el artista ha trazando, con poca profundidad, las líneas guías de un dibujo (flor hexapétala) con diversas correcciones80. En la cara superior se repite el dibujo aunque con trazos más profundos, seguros y sin correcciones. Esta pieza, unida a los materiales recopilados durante la Campaña 2002-2004 nos hacen pensar en la instalación de un taller marmolista para reaprovechar el material expoliado del edificio romano. Otro hallazgo interesante se localiza en la U.E. 1546, en el ángulo Este del sondeo, y se trata de una punta de lanza que incluso conserva un fragmento del mango de madera. El conjunto cerámico es muy heterogéneo, debido probablemente a la alteración de la secuencia estratigráfica por la existencia de varias fosas de cronología posterior. Esto implica la presencia de cerámicas islámicas vidriadas junto a materiales romanos como paredes finas Mayet XXXVII, un ejemplar de marmorata Drag. 37 y cerámica africana “A” y “C”. En concreto, este último ejemplar nos introduciría en el segundo y tercer tercio del siglo III d.C. Período IV. Islámico – Fase 3. Islámica indeterminada (construcción de un pozo y fosas). UU.EE. 1503, 1516, 1520, 1521, 1522, 1523, 1529, 1534 y 1536. Para esta fase apenas se han documentado estructuras, tan solo un pozo (UU.EE. 1503 y 1536) de 1,61 m de diámetro, planta circular y un encañado (U.E. 1534) de mampuestos de calcarenita, a una cota de 116,85 m.s.n.m. También se localizan tres fosas o pozos negros de diverso tamaño y perfil irregular. Al Sureste se sitúan dos de ellas (UU.EE. 1520 y 1522); la primera de 1,10 x 1,18 m, planta ovalada con fondo redondeado y la segunda de 1,03 x 0,75 m, planta alargada, paredes rectas y ángulos redondeados. Una fosa más meridional (U.E. 1516) fue excavada en la Campaña 2002-2004. En el ángulo Noreste del sondeo nos encontramos un gran pozo tardoislámico, numerado durante esta intervención como U.E. 1529, que se corresponde con la U.E. 137 del SC/02-0381. Sector Central / Sondeo 5 (Fig. 80) Período II. Romano – Fase 1. Bajoimperial (saqueo del anfiteatro). UU.EE. 3009, 3044 y 3045. Perteneciente al proceso de saqueo y amortización del anfiteatro se documenta el estrato U.E. 3009, un sedimento muy horizontal compuesto por picadura de sillar altamente compactada y de gran resistencia, dispuesto a una cota de 117,90 m.s.n.m. Bajo él se dispone un estrato de lascas de mármol blanco (U.E. 3044) e inmediatamente debajo se deposita un nuevo estrato de matriz

80  El motivo de la flor hexapétala aparece de manera constante en casi todas las culturas mediterráneas. Se ha interpretado como la representación de un símbolo celeste, la divinidad, ensayos de aprendiz, elemento decorativo… Es frecuente su aparición en composiciones musivarias, dado lo sencillo de la ejecución de su diseño, consistente en el trazado con compás de diversos arcos que se cruzan. No obstante contamos con algunos ejemplos de época romana en los que este elemento aparece inciso en caras ocultas de piezas arquitectónicas, como en algunos bloques marmóreos pertenecientes al anfiteatro de S. M. Capua Vetere. Este diseño geométrico, realizado a escala 1:1 ha sido interpretado como el modelo iconográfico utilizado por los artistas encargados de la decoración a estuco del anfiteatro de Capua, fechado en el siglo II d.C. (INGLESE, 2000, 189, Fig. 153). Igual dibujo se encuentra en un bloque lapídeo perteneciente al Templo C de Selinunte datado en 580-570 a.C. Esto nos indica la perdurabilidad de un motivo geométrico, sencillo pero elegante, que pronto formó parte de los programas decorativos del mundo romano. 81  Esta renumeración se ha llevado a cabo, pues su realización afectó al conjunto de estratos excavados durante esta intervención.

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arcillosa y color castaño claro (U.E. 3045). Ambos estratos han sido documentados en el perfil del basurero U.E. 3027. El intenso proceso de spolium y amortización que experimenta el anfiteatro y la constante alteración de rellenos y niveles de suelo, hace sumamente compleja la diferenciación clara entre paquetes constructivos y de saqueo. Prueba de ello es la cerámica recuperada de estos sedimentos, muy heterogénea, en la que encontramos formas romanas e islámicas, fruto de un proceso que debió afectar notablemente a la estratigrafía original. Período III. Tardoantiguo – Fase 2. Tardoantigua (amortización del espacio y construcción de nuevas estructuras). UU.EE. 3003, 3006 y 3030. Tras el arrasamiento de este sector del edificio romano, se produce un proceso de transformación espacial de la zona. Como prueba de ello, se construyen diversas estructuras relacionadas con las documentadas al Oeste de este sondeo durante la Campaña 2002-2004 (UU.EE. 142, 153, 154 y 258), y caracterizadas por utilizar un aparejo de mampuestos irregulares de mediano y gran tamaño. Esta disposición de los materiales en los muros difiere de la observada en las estructuras de la misma fase, localizadas en los Sondeos 1, 2 y 3, anteriormente descritas. La estructura U.E. 3003 compuesta de mampuestos, con dirección Noreste-Suroeste, de la que apenas se conserva una hilada (118,21 m.s.n.m.), se corresponde con la estructura U.E. 1033 del sondeo 682. El muro U.E. 3006, igualmente realizado con mampuestos, sigue una dirección Noroeste-Sureste (118,18 m.s.n.m.). Apenas se conserva la última hilada, con mampuestos careados al exterior y relleno irregular. Por último, se documenta la cimentación U.E. 3030 (118,04 m.s.n.m.), compuesta de mampuestos de gran tamaño y disposición más irregular que el alzado (U.E. 3029), que corresponde a un recrecido del muro en época califal. En el conjunto cerámico de esta fase se constata la presencia de materiales residuales, como algunos ejemplares de paredes finas, junto a sigillata hispánica de Andújar forma 15/17 y local, africana de cocina, imitaciones Ostia I.261 y Hayes 23 B y africana “A”. Período IV. Islámico – Fase 3. Islámica indeterminada (arrasamiento de las estructuras tardoantiguas). UU.EE. 3001, 3002, 3008, 3012, 3016, 3031, 3032, 3037, 3042 y 3046. En este momento se produce el arrasamiento de las estructuras tardoantiguas, representado por las UU.EE. 3002, 3008, 3012, 3016 y 3031, y la colmatación del espacio mediante los estratos UU.EE. 3001, 3042 y 3046, definiendo una cota de +118,21 m.s.n.m. Además localizamos dos zanjas o fosas. La primera (U.E. 3032), de 0,50 x 0,18 m afecta al muro UU.EE. 3029 y 3030, quizá para realizar una cimentación o para saquearla. La segunda (U.E. 3037), de 0,30 m de diámetro, arrasa el extremo Sur del muro de mampuestos UU.EE. 3029 y 3030. – Fase 4. Califal (construcción de nuevos muros). UU.EE. 3011, 3014 y 3029. Delimitando el sondeo al Oeste, encontramos la estructura U.E. 3029, formada por mampuestos de gran tamaño con dirección Noroeste-Sureste (118,60 m.s.n.m.). Se conservan cuatro hiladas de su alzado, aunque se encuentra muy arrasada y apoya sobre la cimentación de la fase constructiva precedente (U.E. 3030). Al Norte del sondeo encontramos otra estructura de sillarejos y mampuestos (U.E. 3011) con dirección Noreste-Suroeste (118,70 m.s.n.m.). Junto al perfil septentrional, al Norte de la unidad 82 

Su interpretación se desarrollará en el sondeo siguiente.

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estratigráfica anterior y con dirección Noroeste-Sureste, se localiza un nuevo muro de mampuestos de mediano y gran tamaño del que sólo se conservan dos hiladas de su alzado (U.E. 3014). – Fase 5. Tardoislámica (pozos y fosas). UU.EE. 3021, 3022, 3023, 3025, 3026 y 3027. Con posterioridad al arrasamiento de la zona se produce una nueva urbanización, aunque no se han documentado estructuras en ella. Sólo contamos con diversos pozos negros (UU.EE. 3021, 3023 y 3025) y una posible fosa de saqueo (U.E. 3027), concentradas especialmente en el lado Oeste del sondeo. La fosa U.E. 3021, de pequeño tamaño (0,20 x 0,10 m), se sitúa en el ángulo Noroeste del sondeo. La zanja U.E. 3023 (3,15 x 1,20 m) se corresponde con una gran fosa con dirección Este-Oeste que afectaba a casi la totalidad del espacio. Finalmente, la fosa U.E. 3027 (2,89 x 0,80 m) es una gran zanja situada al Este de la estructura U.E. 3029, que posiblemente corresponda al proceso de saqueo de las estructuras de períodos anteriores. Sector Central / Sondeo 6 (Fig. 81) Período II: Romano – Fase 1. Altoimperial (construcción del anfiteatro). UU.EE. 1175 y 2017=223 del SC/02-03. Esta primera fase está directamente relacionada con el proceso de edificación del anfiteatro romano, y está representada por la presencia de dos elementos estructurales. Uno de ellos se corresponde con el posible muro de fachada (U.E. 2017=223 del SC/02-03), documentado en la Campaña de Excavación 2002-2004, en el que se distinguió un pilar y dos vanos que conservaban in situ las correspondientes quicialeras. Estos umbrales aportaron una cota de suelo al interior del edifico entre 116,38 y 116,21 m.s.n.m., presentando un resalte al exterior con el fin de encajar las respectivas puertas. El segundo elemento (U.E. 1175), identificado durante la Segunda Campaña, viene a completar la información relativa a la zona de fachada, y se interpreta como un relleno constructivo que presenta las mismas características estructurales que los excavados en los Sondeos 2 y 9. Se trata de una superficie de 3,63 x 2,90 m formada por una picadura de sillar muy compactada que se entrega a la fachada del anfiteatro por su lado interno. Este sedimento presenta un buzamiento Noroeste-Sureste, lo que determina una cota variable entre la zona más alejada del muro, a 116,76 m.s.n.m. y la que está en contacto con él, a 116,40 m.s.n.m. La diferencia de cota del estrato que describimos se puede interpretar como una evidencia del buzamiento que el terreno experimenta hacia la línea de fachada del edificio romano y podría determinar la presencia de una posible rampa de acceso al edificio, hecho documentado en otros anfiteatros como el de Capua. Este acceso en pendiente facilitaría la distribución del público hacia una altura media, quizá entre la summa y media cavea, de modo que pudiera acceder desde éste a los asientos de ambas zonas. – Fase 2. Bajoimperial (amortización y saqueo de la summa cavea del anfiteatro). UU.EE. 1043, 1065, 1079=1085=1087, 1169, 1171, 1172, 1173, 1174, 1177 y 1178. El espacio resultante entre el quinto anillo y el muro de fachada del anfiteatro experimenta a lo largo del tiempo una profunda transformación, iniciada por la intensa actividad de expolio y saqueo que ha sufrido este sector. Como consecuencia de esta labor destructiva, se generaron de forma paralela una serie de depósitos, más o menos horizontales y de escasa potencia, que pueden apreciarse en la estratigrafía de los perfiles Este y Oeste del presente sondeo83. La secuencia que describimos se inicia a una cota de 118,15 m.s.n.m., representada por un estrato arcilloso no muy compacto (U.E. 1065) que cubre a otro de picadura de sillar (U.E. 1043),

83  La mitad Sureste del Sondeo 6 se encuentra situada en una porción de terreno sobreelevada entre dos catas realizadas en la Campaña de Excavación 2002-2004, lo que nos permite observar la estratigrafía de la zona que aún no se ha excavado.

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situado a 118,05 m. Bajo él se disponen tres unidades estratigráficas que presentan las mismas características estructurales (UU.EE. 1079, 1085 y 1087), extendiéndose por toda la superficie. Estos sedimentos, documentados a una cota de 117,86 m, tienen una composición arcillosa, de color rojizo y consistencia compacta y marcan el final de la cota excavada en el Sondeo 6, generándose a ambos lados sendos perfiles que nos permiten observar el resto de la estratigrafía. De este modo, bajo las anteriores colmataciones se observa un estrato de lascas de mármol y restos de talla (U.E. 1169) a 117,55 m.s.n.m., otro arcilloso de mayor potencia (U.E. 1177) a 117,41 m, un nivel de gravas (U.E. 1171) a una cota de 117,03 m, otro de pequeñas lascas de mármol (U.E. 1178) a 116,92 m, y por último, tres niveles superpuestos de arcillas rojas (U.E. 1172), carbón (U.E. 1173) y arcillas castañas claras (U.E. 1174), marcando una cota final de 116,85 m.s.n.m. Esta estratigrafía se extiende por una amplia superficie y se dispone en una sucesión de capas horizontales, depositándose directamente sobre el muro de fachada del anfiteatro y el relleno constructivo descrito en la Fase 1 del Sondeo 6. Las características de estos estratos y su disposición en la secuencia, en la que alternan niveles de retalla de mármol, calcarenita e incluso posibles niveles de incendio, nos permiten interpretarlos como paquetes de saqueo de los elementos constructivos y decorativos del edificio romano. No obstante, la fase que describimos se encuentra notablemente alterada por la presencia de varias interfacies verticales posteriores, identificadas con un gran basurero (U.E. 1040), un pozo de agua (U.E. 1063) y dos fosas (UU.EE. 1083 y 1095) que cortan a los depósitos de esta secuencia. Período III: Tardoantiguo – Fase 3. Tardoantigua (construcción de nuevas estructuras). UU.EE. 1046=3030=216 del SC/02-03, 1033, 1049, 1080, 1081 y 1093. Sobre los niveles de relleno que se formaron en este sector del edificio romano se construyeron diversas estructuras que, por su técnica edilicia nos llevan a adscribirlas a un momento tardoantiguo, sin poder precisar más la cronología de su construcción. La estructura U.E. 1046, conservada a 117,96 m.s.n.m. con unas dimensiones de 2,50 x 1,28 m, se sitúa en el extremo Noroeste del sondeo orientada Noroeste-Sureste y continúa en el Sondeo 5 (U.E. 3030) donde podemos analizar mejor su técnica constructiva. En este sentido, el muro se compone de mampuestos de mediano y gran tamaño y la inserción puntual de algún sillarejo, siendo su anchura mayor en la cimentación. En la Primera Campaña de excavación se puso en relación con la estructura U.E. 258 del SC/02-03, con la que conformaría un ángulo recto, si bien esta última no coincide en alineación con la estructura U.E. 1033 (igual a la U.E. 3003 del Sondeo 5) que, con igual orientación, está formada por mampuestos de mediano tamaño algo irregulares. Este hecho y la circunstancia de que el muro U.E. 258 del SC/02-03 termine en un sillarejo, nos hace pensar que quizá no formaba ángulo con el muro U.E. 3029, sino que éste formaría ángulo recto con la estructura U.E. 1033, quedando entre ambos espacios, definidos por los muros citados (UU.EE. 151=258 del SC/02-03 y 1033=3003), un espacio abierto, que podría definir un callejón o corredor. Por otro lado, se documenta una segunda estructura muy arrasada (117,99 m.s.n.m.) al Suroeste de la anterior, conservándose apenas un tramo de 0,63 x 0,58 m, del que únicamente se aprecia un sillarejo de calcarenita (U.E. 1080). En este caso, se encuentra alineada con el muro U.E. 1046, lo que podría indicarnos que bien pertenece a dicha estructura y las afecciones posteriores del espacio han ocasionado su desaparición, bien está marcando el ángulo de unión de ésta con un nuevo muro, actualmente desaparecido, con desarrollo Noreste-Suroeste y paralelo al muro U.E. 1033, por el Suroeste. Este hecho no sería extraño si tenemos en cuenta que en las estructuras tardoantiguas presentes en el yacimiento se observa como uso frecuente la inserción puntual de sillarejos en su desarrollo, especialmente en los ángulos, con el fin de proporcionar mayor consistencia y estabilidad a la construcción. Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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Finalmente, el muro U.E. 1049, situado a 118,45 m.s.n.m., tiene un desarrollo Noroeste-Sureste y se entrega al U.E. 1033 por su cara Sureste, con el que forma ángulo recto. Se encuentra muy arrasado, conservándose apenas los restos de una segunda hilada, que presenta unas dimensiones de 1,84 x 0,52 m y está realizada con mampostería de mediano y pequeño tamaño, alineada al exterior. La discontinuidad de los muros descritos, provocada por la presencia de numerosas fosas y basureros, así como el alto nivel de arrasamiento que presentan, nos impiden definir por el momento la delimitación de los espacios que configuran, si bien demuestran la amortización y urbanización parcial de la summa cavea en esta fase. – Fase 4. “Visigoda” (arrasamiento de las estructuras y colmatación del espacio). UU.EE. 1035, 1038, 1050, 1051, 1054, 1069, 1078, 1088 y 1099. En un momento posterior, las estructuras de la Fase 3 se arrasan (UU.EE. 1035, 1038, 1050, 1054 y 1088) y el espacio queda colmatado con diversos estratos de poca entidad. El estrato U.E. 1051 (118,25 m.s.n.m.) se encontraba bajo el pavimento de grava situado al Noroeste del Espacio U (Campaña 2002-2004), su tonalidad es castaño claro, está formado por arcillas y limos y su consistencia es alta. Al Sureste de dicho espacio (Campaña 2002-2004) se localiza un nuevo estrato (U.E. 1069), bajo la U.E. 1062, de color castaño y consistencia media. Otro estrato castaño (U.E. 1078) se sitúa al Suroeste del Espacio U (Campaña 2002-2004). Por último, se deposita un estrato de grava muy arrasado (U.E. 1099), que posiblemente corresponda a la preparación de la pavimentación de un espacio de una fase anterior. Período IV. Islámico – Fase 5. Emiral (muladar). UU.EE. 1040, 1041=1053 y 1176. Tras la colmatación de la zona descrita en la fase anterior, se excava un gran basurero o muladar (U.E. 1040) del que hemos obtenido unas dimensiones parciales, condicionadas por los límites del sondeo, que ronda los 6,45 x 2,90 m. Presenta una planta de tendencia circular y eje vertical inclinado que se estrecha a medida que gana profundidad. La cota de inicio del muladar se sitúa en torno a 118,24 m.s.n.m., coincidiendo con la superficie del estrato que lo rellena (U.E. 1041=1053), compuesto por arcillas castañas oscuras y consistencia suelta de gran espesor, alcanzando 1,61 m de potencia. Bajo él, en uno de los laterales de la zanja a 116,85 m, se localiza un nuevo aporte sedimentario (U.E. 1176) de similar composición y tonalidad rojiza. Este muladar se fecharía en el período emiral ante la presencia de cuencos emirales, jarros trilobulados, tapaderas emirales tipo 4 de Cercadilla, tinajas, ollas de borde engrosado y fragmentos espatulados. Material afín lo encontramos en la propia Córdoba, en yacimientos como Cercadilla, o Miraflores (CASAL et alii, 2005, 189 ss.). Conviene reseñar un interesante jarro cuyo perfil recuerda a un cangilón por las estrías que se desarrollan en la pared. Presenta decoración de dedos de Fátima. El desarrollo del borde engrosado y la ausencia de carena en la base nos remiten a formas emirales y califales, no hallándose paralelo alguno para este tipo de recipiente. La gran potencia de esta interfacies vertical, cuya cota mínima se sitúa a 116,40 m.s.n.m., afectó notablemente a las estructuras y paquetes de saqueo de las fases previas, llegando incluso a provocar el arrasamiento parcial del estrato constructivo U.E. 1175. – Fase 6. Emiral (construcción de nuevas estructuras). UU.EE. 1027, 1028, 1029, 1030, 1039 y 1071. Durante esta nueva fase de ocupación se construyen las estructuras UU.EE. 1029 y 1030, mediante el empleo de cantos rodados y mampuestos de calcarenita. El muro U.E. 1029, documentado a 118,51 m.s.n.m., tiene orientación Noroeste-Sureste y apenas conserva algunos cantos rodados en su extremo Sureste. Igualmente, la estructura U.E. 1030 cuenta con un arrasamiento similar al anterior, en torno a 118,13 m.s.n.m., conservándose sólo una hilada de su alzado con la misma dirección que el anterior. Aunque la unión de ambas estructuras se ha perdido por la sucesiva amortización de [ 190 ]

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este espacio, pensamos que puede tratarse de un mismo muro, del que se ha podido detectar parte de su zanja de cimentación (U.E. 1027) y del relleno de la misma (U.E. 1028). Al Este de la estructura que describimos se localiza una pequeña fosa de tendencia circular (U.E. 1071) de 1 x 0,88 m que, colmatada por un sedimento arcilloso de color castaño oscuro (U.E. 1039), corresponde a un pequeño basurero excavado durante el período de urbanización del sector. – Fase 7. Califal (amortización de las estructuras emirales y colmatación de la zona). UU.EE. 1032, 1037, 1038, 1063, 1064, 1066, 1067, 1068, 1070, 1077, 1082, 1083, 1090, 1091, 1094, 1095, 1096, 1097 y 1098. Durante esta fase, el muro UU.EE. 1029 y 1030 es arrasado (U.E. 1038) y saqueado mediante la realización de una zanja (U.E. 1037). Tras el saqueo de la estructura y la colmatación de la zona (UU.EE. 1032, 1077 y 1098), se realizan una serie de pozos o fosas (UU.EE. 1067, 1083, 1095 y 1097) y sus correspondientes rellenos (UU.EE. 1066, 1068, 1082, 1091, 1094 y 1096). Las interfacies de estos pozos cortan a los estratos anteriormente mencionados (UU.EE. 1077 y 1098) que se localizan en el ángulo Sureste del sondeo, pudiendo indicar un nuevo momento constructivo que queda oculto en dicho perfil. Igualmente relacionado con estos sedimentos podríamos situar el pozo (U.E. 1067) de 0,90 x 1,03 m en el que se han documentado los restos de un capazo de esparto (U.E. 1091) relleno de cal, localizado a una cota de 117,98 m.s.n.m. En un momento posterior, este pozo U.E. 1067 (117,71 m.s.n.m.) es amortizado por el encañado de un nuevo pozo (U.E. 1066 y 1068), de 1,23 x 1,05 m, situado a 118,09 m.s.n.m. muy arrasado en el momento de la documentación. También se ha detectado una fosa o basureo de planta ovalada, con una extensión de 2,26 x 0,96 m que no ha sido excavada (U.E. 1083). En esta misma fase, se realiza un gran pozo de agua (U.E. 1063) a una cota de 118,01 m.s.n.m. y una profundidad –hasta el momento documentada– de 2 m, del que se conserva buena parte del encañado (U.E. 1064), formado por mampuestos de mediano tamaño trabados con arcilla y cuya cota superior no ha sido alcanzada durante el proceso de excavación. Quizá deberíamos considerar relacionado con la realización de este pozo, el suelo de mortero de cal U.E. 1090 (118 m.s.n.m.), situado en el ángulo Sureste del sondeo, el cual se encontraba bastante arrasado. En el contexto cerámico asociado a las colmataciones de esta fase aparecen formas pintadas de cronología califal, así como un borde de ataifor vidriado decorado en verde manganeso y engrosado. Destaca la cerámica pintada, entre la que sobresale un ejemplar con decoración romboidal cuyo paralelo más cercano lo hallamos en el yacimiento de Cercadilla (FUERTES, 2002, 162 Fig.115.1). – Fase 8. Califal (colmatación del espacio y realización de pozos). UU.EE. 1024, 1026, 1052, 1062, 1074, 1084 y 1092. En un momento inmediatamente posterior se observa un nuevo fenómeno de abandono y colmatación de la zona. A este momento corresponden los estratos UU.EE. 1024, 1026, 1052 y 1062, situados al Suroeste del Espacio U. El estrato U.E. 1024 presentaba una consistencia media y color castaño oscuro, al igual que la U.E. 1026; por otra parte el estrato U.E. 1052 presenta una consistencia mayor y un color rojo intenso, favorecido por la mayor presencia de arcilla en su composición. Finalmente, el estrato U.E. 1062 tiene una tonalidad castaña oscura con manchas verdosas, fruto de las filtraciones del pozo U.E. 1063. El material recuperado presenta un aspecto califal, con la presencia de jarros decorados con dedos de Fátima, lebrillos de borde engrosado, cerámica con decoración en verde-manganeso, ataifores de borde triangular sin carena, candiles de piquera redondeada, etc. No obstante, la presencia de alguna base con escotadura nos pudiera llevar a un momento más avanzado, de época postcalifal. En el sector Sureste del sondeo se realiza una modificación del pozo de agua (U.E. 1063). Se excava una nueva fosa (U.E. 1092) que corta el pozo previo y su encañado, y se disponen una serie de cantos rodados (118,04 m.s.n.m.) a modo de rebosadero (U.E. 1084). Sus paredes parecen haber sido revestidas con greda (U.E. 1074). Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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– Fase 984. Postcalifal (colmatación y excavación de dos pozos negros). UU.EE. 1004, 1009, 1010, 1011, 1012, 1013, 1014, 1018, 1023, 1044 y 1045. La zona Sureste del Sondeo 6 se colmata con una serie de estratos (UU.EE. 1044 y 1045) que amortizan los pozos realizados en las fases precedentes. Sobre ellos, se depositan los sedimentos UU.EE. 1013, 1014, 1018 y 1023; el primero corresponde a un estrato de consistencia media y color castaño con mayor presencia de limos, mientras que el segundo (U.E. 1014) presenta una gran concentración de grava que pudiera haber sido aportada de manera antrópica para nivelar el terreno. La U.E. 1018 se corresponde con un estrato de color castaño claro y consistencia media, a diferencia del estrato U.E. 1023, que presenta una mayor consistencia y un color rojizo, lo que nos indica que está formado mayoritariamente por arcillas. El material recuperado se compone de ataifores de borde sencillo, con carena suave, de ala horizontal, que se encuadran en la segunda mitad del siglo X e inicios del XI (FUERTES, 2002, 66), candil con piquera decorada con goterones, tinajas, tapaderas de asidero con borde biselado al interior, ollas de cuerpo carenado –similares a las constatas en Guadalajara y fechadas a lo largo del siglo XI (SERRANO RAMOS et alii, 2004, 88), o en Niebla y fechadas en la primera mitad del siglo XII (BENABAT y PÉREZ, 2004, 248)–, cazuelas de borde biselado con tan sólo un ejemplar, y otro de cuerda seca total. En general apreciamos que estamos en un momento avanzado del siglo XI, pudiéndose introducir en el XII. De forma paralela, se excavan dos nuevos pozos negros (UU.EE. 1004 y 1011) rellenos por estratos arcillosos de baja consistencia (UU.EE. 1010 y 1012), uno de mayores dimensiones (U.E. 1004) situado al Oeste del sondeo. La interfacies del pozo U.E. 1004 originó el hundimiento de parte de los pavimentos UU.EE. 1002 y 1005, correspondiente a la fase siguiente. – Fase 10. Postcalifal (configuración del arrabal). UU.EE. 165 del SC/02-03, 166 del SC/0203, 167 del SC/02-03, 168 del SC/02-03, 1002, 1005, 1009, 1015, 1017, 1022, 1055 y 1056. Tras el largo proceso de colmatación y uso residual de la zona que analizamos, a partir de la etapa postcalifal asistimos a la auténtica urbanización del solar, construyéndose una serie de muros que definen el Espacio U, excavado en el Sector Central de la IAU 2002-2004 e identificado con la alcoba lateral de una vivienda. Las estructuras UU.EE. 166 del SC/02-03 y 167 del SC/02-03 (118,64 m.s.n.m.), se corresponden con los muros que delimitan el mencionado espacio al Noroeste y Sureste, mientras que el muro U.E. 1022 (118,83 m.s.n.m.) se sitúa al Oeste de la U.E. 167 del SC/02-03. Aunque estas dos últimas UU.EE. forman parte del mismo muro, entre ambas queda un espacio de 0,79 m de longitud en el que la estructura ha desaparecido, de ahí la necesidad de haberle asignado una nueva U.E. La cimentación de esta última (UU.EE. 1022 y 1055) se ha podido localizar durante la presente actividad arqueológica, a una cota de 118,69 m.s.n.m. Interiormente, la alcoba presentaba un pavimento de mortero de cal (UU.EE. 1005 y 1009), pero su deterioro obligó a realizar un nuevo suelo pintado a la almagra (U.E. 1002, antigua U.E. 165 del SC/02-03). En el ángulo Noroeste del Espacio A01 del SC/02-03, identificado con un patio, se localiza una estructura de sillarejos (U.E. 1015) que discurre paralela al muro U.E. 167 del SC/02-03. Durante la anterior campaña de excavación, se documentó en el extremo opuesto del patio una estructura de similares características perteneciente a un andén (U.E. 203 del SC/02-03), por lo que pensamos que ésta formaría parte del mismo corredor perimetral. – Fase 11. Tardoislámica (arrasamiento y colmatación del arrabal). UU.EE. 1001 y 1021. Finalmente este sector es arrasado y se colmata. En esta campaña hemos podido documentar únicamente el derrumbe U.E. 1021 de cantos rodados situado al Suroeste del muro U.E. 167/SC02-03 y dispuesto parcialmente sobre el muro U.E. 1015, ambos situados al Suroeste del Espacio U 84  A partir de esta fase, la secuencia se centra en la mitad norte del Sondeo 6, ya que al comenzar nuestra fase de actuación, la mitad sureste se encontraba a 118,31 m.s.n.m.

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(Campaña 2002-2004), ya que fue en este punto donde se interrumpieron los trabajos arqueológicos en la Campaña 2002-2004. Sector Central / Sondeo 7 (Fig. 82) Período II. Romano – Fase 1. Altoimperial (construcción del anfiteatro). UU.EE. 2012 y 2017. A esta fase pertenecen las unidades estructurales del anfiteatro romano, definidas en este sondeo por el posible muro de fachada U.E. 2017 y su correspondiente zanja de cimentación U.E. 2012, el cual fue excavado en la Campaña 2002-2004 (U.E. 223). – Fase 2. Bajoimperial (arrasamiento y amortización de la zona exterior del anfiteatro). UU.EE. 2064, 2066, 2076, 2090, 2091, 2093, 2094, 2095, 2096 y 2099. La segunda fase documentada demuestra la pérdida de funcionalidad del anfiteatro romano, aunque no podemos definir el grado de arrasamiento que presentaba este muro de fachada dadas las numerosas afecciones posteriores, representadas por un gran número de fosas y basureros. En cuanto a la amortización del espacio exterior, contamos con la presencia de varias estructuras cuya funcionalidad desconocemos por el momento, que ponen de manifiesto una fase constructiva y de uso inmediatamente posterior al abandono del anfiteatro. En este sentido, se documenta un pavimento de signinum (U.E. 2064) que se localiza a una cota media de 116,90 m.s.n.m. Este nivel de suelo tiene unas dimensiones parciales de 2,85 x 2,46 m, introduciéndose en los perfiles Norte y este del sondeo 7 y presenta una serie de reformas a base de arcillas compactadas (UU.EE. 2076, 2096 y 2099). La U.E. 2076 se entrega al muro U.E. 2066, compuesto por tres sillares de calcarenita y un relleno de mampostería compactado con mortero. Esta estructura tiene un desarrollo Noreste-Suroeste y unas dimensiones parciales de 1,26 x 0,45 m, ya que su extremo Noreste se introduce en el perfil Norte del sondeo. Al Oeste del pavimento se documentan otras estructuras que parecen conformar una serie de muros de tapial con un alto contenido en greda (UU.EE. 2090, 2091 y 2093). Estos muros discurren de forma paralela al muro U.E. 2066, razón por la cual (además de la posición estratigráfica) podemos adscribirlos a la misma fase. Resulta significativa la presencia de dos estructuras cuadrangulares situadas entre los muros UU.EE. 2090 y 2091 que, con unas dimensiones de 0,50 x 0,50 m, están construidos con laterculi (UU.EE 2094 y 2095) y se encuentran separados entre sí 2,75 m. La U.E. 2095 no se conserva completa debido a que está cortada por un pozo de una fase posterior. Período III. Tardoantiguo – Fase 3. Tardoantigua (arrasamiento y colmatación de la zona). UU.EE. 2067, 2068, 2072, 2074, 2087, 2088, 2089, 2092, 2100, 2101=2102 y 2105=2078. En esta fase documentamos el arrasamiento y colmatación de las estructuras anteriores. La unidad general de arrasamiento está definida por la U.E. 2074, a una cota que oscila entre 117,15 y 116,91 m.s.n.m. Esta interfacies horizontal está cubierta por varios estratos de colmatación (UU. EE. 2067, 2068, 2072, 2101=2102 y 2105=2078) de matriz arcillosa que contienen abundante material cerámico, en su mayor parte residual: destaca la cerámica africana de cocina (Hayes 197, 23 B, 181) e imitaciones de africana de cocina (Ostia I.261), así como ánforas Beltrán II B, y la presencia de cerámica espatulada y bruñida, junto a un ejemplar de sigillata africana “D” forma Hayes 91, fechada en torno al 450-500 d.C. (HAYES, 1972, 144). Los restantes sedimentos pertenecientes a esta fase (UU.EE. 2087, 2088, 2089, 2092 y 2100) están relacionados con la colmatación de las estructuras de tapial de la fase 1 (UU.EE. 2090, 2091 y 2093). El estrato U.E. 2087 se entrega a la U.E. 2093, mientras que la U.E. 2088 hace lo propio con las estructuras UU.EE. 2091, 2094 y 2095. Bajo él se dispone la U.E. 2100, nivel de Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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carácter antrópico compuesto en su mayor parte por calcarenitas de pequeño tamaño y forma irregular que generan una capa uniforme y compacta. Al Oeste de la estructura U.E. 2090 el espacio queda colmatado por la U.E. 2089, compuesta por arcillas de tonalidad castaña mezcladas con pequeños nódulos de cal. La cronología del material cerámico que acompaña a estas colmataciones se sitúa entre los siglos I y III d.C., lo que nos indica palmariamente su carácter absolutamente residual, derivado del expolio del edificio de espectáculos adyacente. – Fase 4. Tardoantigua (construcción de pavimento). UU.EE. 2056=2062, 2059, 2063 y 2077. Tras la colmatación generalizada de la zona exterior del antiguo edificio romano descrita en la fase anterior, se produce una nueva etapa constructiva representada por la presencia de un suelo de tegulae reutilizadas (U.E. 2056=2062), que se dispone a una cota estimada en 117,26 m.s.n.m. Dicha pavimentación, que tiene unas dimensiones medias de 3 x 2 m, está delimitada al Oeste por un pequeño muro (U.E. 2077). Con una orientación Norte-Sur, se sitúa a una cota máxima de 117,24 m.s.n.m. y está constituido por tres sillarejos de calcarenita de tamaño medio. No obstante, las múltiples fosas islámicas que cortan a las estructuras de esta fase hacen difícil interpretarlas en su conjunto. En algunas de las mencionadas fosas hemos hallado una serie de sillares (U.E. 2063) desplazados de su lugar de origen, apareciendo como parte del relleno de éstos basureros. No descartamos la posibilidad de que los paralelepípedos perteneciesen en su origen a la estructura asociada al pavimento, si bien el hecho de que se encuentren descontextualizados no nos permite confirmar esta hipótesis. De igual modo, en la fosa U.E. 2049 se documenta una pilastra de calcarenita acanalada (U.E. 2059) que sólo presenta la cara frontal trabajada, por lo que pensamos que se dispondría adosada en alguna construcción quizá doméstica o funeraria. Período IV. Islámico – Fase 5. Califal (amortización del espacio y saqueo de los cimientos de la fachada del anfiteatro). UU.EE. 2001, 2002, 2003, 2013, 2014 y 2082. En un momento indeterminado entre la fase anterior y la construcción del arrabal postcalifal, asistimos a la amortización del pavimento de tegulae, estando representado el abandono por su correspondiente superficie de arrasamiento (U.E. 2082), en torno a una cota de 117,26 m.s.n.m. Sobre él, se depositaría una sucesión de estratos cuya identificación no ha sido posible dado el alto nivel de alteración del registro arqueológico, como consecuencia de la gran cantidad de basureros que se extienden por todo el espacio. En algunos casos, sus zanjas llegan a afectar incluso a la estratigrafía de las fases precedentes, a cotas que alcanzan los 116,72 m.s.n.m. Por ello, los estratos de colmatación que debieron depositarse durante esta fase están totalmente destruidos por las interfacies que mencionamos. En concreto, el suelo de tegulae U.E. 2056 se encuentra parcialmente destruido por la zanja del basurero U.E. 2060, aportándonos su estrato de relleno (U.E. 2061) una cronología próxima al siglo XI, por lo que el pavimento tuvo que estar en uso en un periodo de tiempo intermedio entre el siglo III –cronología del estrato que tiene inmediatamente debajo– y el XI, fecha en la que es cortado por la interfacies del basurero. De forma paralela a la colmatación de la zona exterior del anfiteatro romano, se produce el saqueo intencionado de algunas hiladas de la cimentación del antiguo muro de fachada. Para ello, se excava una zanja de 1,90 x 0,80 m (U.E. 2013) que, situada a una cota máxima de 118,01 m.s.n.m., se colmata con dos estratos arcillosos de características similares (UU.EE. 2003 y 2014) que contienen material cerámico de finales del siglo X y principios del XI. Finalmente, debemos apuntar que durante los trabajos de campo en este sondeo se desmontó el muro postcalifal U.E. 204 del SC/02-03, lo que permitió documentar la existencia de dos estratos (UU.EE. 2001 y 2002) previos a su construcción, de idéntica cronología que los anteriores. [ 194 ]

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– Fase 6. Postcalifal (construcción de nuevas estructuras). UU.EE. 204 del SC/02-03, 2008=211 del SC/02-03, 2009, 2016, 2021, 2023=1009 del SC/02-03, 2027, 2030, 2032, 2037, 2038, 2039, 2040, 2041, 2042, 2043, 2046, 2050, 2058, 2069, 2070, 2071, 2075 y 2103. Tras el proceso de expolio y colmatación llevado a cabo en la fase precedente, vamos a asistir a la etapa de construcción más intensa desarrollada en este sector. En la mitad Norte del sondeo, se dispone un espacio abierto definido por tres muros de mampostería, que fue documentado en la campaña de excavación 2002-2004 e identificado con el Espacio A02. El muro que cierra su lado Sureste difiere de los restantes por su técnica edilicia, habiéndose empleado para su construcción barro en forma de tapial (U.E. 2021). Su presencia, a 118,33 m.s.n.m., ha podido ser constatada por el revestimiento de cal que presentan ambas caras (U.E. 2016 al Sureste y U.E. 2043 al Noroeste). Dentro de los límites del Espacio A02 podemos encuadrar la presencia de un pozo (U.E. 2071), en el que aún se puede observar parte de su encañado de mampostería (U.E. 2070). Esta interfacies vertical corta a la estratigrafía de las fases precedentes, llegando incluso a afectar a las estructuras bajoimperiales UU.EE. 2091 y 2095). Los materiales presentes en el relleno del pozo (U.E. 2069) nos aportan una cronología adscrita al siglo XI. Al Sur de este muro, se dispone una crujía compartimentada en dos espacios, que han sido parcialmente excavados puesto que se introducen en los perfiles de la excavación. En la Primera Campaña fueron identificados con los Espacios A03 y A06, mientras que en la Segunda Campaña se les han asignado los n.os de espacio 29 y 30. El Espacio 29 (antiguo Espacio A03) está delimitado al Noroeste por el muro de tapial U.E. 2021, al Noreste por la U.E. 202385 (igual a U.E. 1009 del SC/02-03) y al Sureste por la U.E. 2058, sin que conozcamos el cerramiento Suroeste del espacio. Por tanto, contamos con unas dimensiones parciales de 4,85 x 2,55 m para su ángulo Noreste. En la anterior excavación arqueológica se documentó, asociado a este espacio, un posible pavimento de mortero (U.E. 212 del SC/02-03), aunque tras completar la excavación de esta zona hemos comprobado la presencia de un nuevo nivel de suelo más fiable que el propuesto con anterioridad. Para ello, contamos con los argumentos proporcionados por el revestimiento interior de los muros y el suelo de ocupación de la estancia (U.E. 2050), localizado a una cota de 117,81 m.s.n.m., en el que se observan los restos de dos hogares (UU.EE. 2039 y 2046). En un momento posterior se produce una reforma del espacio, mediante el refuerzo del muro U.E. 2021 con dos hiladas de sillares de calcarenita (U.E. 2008), numerado como U.E. 211 del SC/02-03), y la ampliación del espacio hacia el Noreste. Esta modificación supone el arrasamiento de la estructura U.E. 2023 y la construcción de un nuevo muro de tapial (U.E. 2041), que mantiene la misma orientación que el anterior aunque desplazado hacia el Este, haciendo esquina con el muro U.E. 2058. La estancia debió estar cubierta, a juzgar por el derrumbe de tejas que se extendía por el espacio, y contó con un pavimento muy sencillo de tierra apisonada. Del Espacio 30 (antiguo Espacio A06), sólo se ha podido documentar el ángulo Noroeste pues el resto de la estancia se introduce en el perfil oriental del área de intervención. Sus límites están definidos por los muros de mampuestos U.E. 2030 al Noreste y por el 2023 al Suroeste, presentando un retranqueo provocado por el arrasamiento del muro U.E. 2023 y la edificación de uno nuevo de tapial (U.E. 2041), como hemos explicado en el párrafo anterior. Las dimensiones parciales que tenemos para este espacio son de 2,20 x 1,35 m. El suelo es muy simple, a base de arcilla más o menos compactada (U.E. 2040).

85  De este muro sólo se ha conservado su mitad sureste, habiendo desaparecido el extremo opuesto; no obstante, se observa en el terreno parte de su zanja de cimentación (U.E. 2027) y el relleno de la interfacies (U.E. 2103), sobre el que asientan las hiladas del alzado.

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Esta fase podría encuadrarse en el siglo XI por la presencia de ataifores de ala horizontal tipo 3.3. de Cercadilla (FUERTES, 2002, 66), y reposaderos con similar cronología (SALINAS, 2009, 1032). – Fase 7. Tardoislámica (arrasamiento y colmatación de estructuras). UU.EE. 2005, 2006, 2010, 2019, 2022, 2026, 2028, 2029, 2031, 2033, 2047, 2055, 2073 y 2080. La amortización de las estructuras anteriores es desigual, oscilando entre la cota 118,48 y 117,91 m.s.n.m. Está representada por las superficies de arrasamiento de los muros (UU.EE. 2010, 2026, 2031, 2047, 2073 y 2080). Una vez que las casas quedan abandonadas, se inicia el proceso de colmatación de los espacios. En el Espacio 29 se documenta el derrumbe de la cubierta correspondiente (U.E. 2022), en el que aparecen numerosos fragmentos de tejas, quedando cubierto por un sedimento arcilloso (U.E. 2028); mientras, el Espacio 30 se colmata con un estrato de similar composición (U.E. 2029). Igualmente, entre el muro de tapial UU.EE. 2008=2021 y esta última estancia, se genera un pequeño espacio que queda cubierto por un estrato de similar composición (U.E. 2033). Asimismo, el Norte de ambos espacios, en el denominado Espacio A02 de la campaña de excavación 2002-2004, queda colmatado por una sucesión de sedimentos de diversa composición (UU. EE. 2005, 2006, 2019 y 2055) y cronología algo posterior a los anteriores, situándose concretamente en el siglo XII. No obstante, esta zona está muy alterada por la presencia de numerosos basureros posteriores, que cortarán a los mencionados estratos. El material cerámico está compuesto por candiles de piquera de sección cuadrangular, jarras de cuerpo carenado, borde exvasado y de sección triángular fechados en el siglo XII en Mértola (TORRES, 1988), y un fragmento de jarro trilobulado vidriado en verde metalizado; lebrillos de borde engrosado y bruñidos al interior tipo 5.1.A. de Cercadilla, que se fechan desde época califal pero se extienden en el yacimiento hasta la fase de ocupación del siglo XII (FUERTES, 2002, 85, nota 32); reposaderos y ataifores carenados, y ollas vidriadas sólo al interior, materiales éstos últimos que indican una cronología próxima al siglo XII. – Fase 8. Tardoislámica (basureros). UU.EE. 2004, 2007, 2010, 2011, 2024=2044, 2025, 2045, 2048, 2049, 2051, 2052, 2053, 2054, 2057 y 2081. Esta nueva etapa está determinada por la presencia de varios basureros (UU.EE. 2004, 2011, 2025, 2049, 2052, 2054 y 2081) que cortan tanto estructuras como estratos de fases anteriores. Sus cotas máximas oscilan entre 117,91 y 117,41 m.s.n.m. Algunas de estas fosas alcanzan incluso niveles de cronología bajoimperial, como en el caso de la U.E. 2025. Los rellenos de todos los basureros (2007, 2010, 2024=2044, 2045, 2048, 2051, 2053 y 2057) pueden adscribirse con total seguridad a una cronología tardoislámica (siglo XII), aunque en algunos casos el material aparezca mezclado con el procedente de los estratos a los que cortan sus interfacies. De este modo distinguimos cazuelas de borde biselado al interior y vidriadas con asa, cuyos paralelos se fechan en época almohade en la provincia de Murcia, en el siglo XIII (NAVARRO, 1986, 126); en Mértola aparecen desde mediados del XII e inicios del XIII. También se detectan candiles de piquera cuadrangular fechados hacia mediados del siglo XI en Mértola (TORRES, 1987, 27) y principios del XII en Badajoz (VALDÉS et alii, 2001, 377 ss.). – Fase 9. Tardoislámica (colmatación del sector ocupado por basureros). U.E. 2020. La fase más reciente documentada en el Sondeo 7 está representada por un único estrato de colmatación (U.E. 2020), cuya superficie se sitúa a una cota de 118,25 m.s.n.m. Se trata de un estrato de matriz arcillosa y color castaño claro que cubre parcialmente a algunos de los basureros de la fase anterior. [ 196 ]

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Sector Central / Sondeo 8 (Fig. 83) Período III. Tardoantiguo – Fase 1. Tardoantigua (amortización del espacio). U.E. 3534. El estrato final documentado en este sondeo (U.E. 3534) se extiende por toda la superficie a una cota de 117,89 m.s.n.m. y está formado por material diverso, tanto por fragmentos pétreos de mármol, caliza, calcarenita y pizarra, como por restos orgánicos, ya sean carbones, restos óseos animales, malacofauna (ostiones), material cerámico (tegulae y cerámica) y vidrio. Todo ello nos indica que estamos ante un nivel de saqueo y amortización del edificio romano. – Fase 2. Tardoantigua (construcción de nuevas estructuras). UU.EE. 3513, 3527, 3530, 3538=258 del SC/02-03. En el extremo oriental del sondeo, se localizan los restos de una canalización (U.E. 3530) con un buzamiento Noreste-Suroeste cuyas cotas máximas y mínimas se sitúan entre 118,10 y 117,96 m.s.n.m. Dicha estructura, de 1,10 x 0,40 m, está formada por cuatro sillarejos de calcarenita calzados con pequeños cantos rodados. Los restos de mortero que se observan en su superficie nos indican que tenía cubierta, hoy perdida. Junto a la canalización, se conservan apenas dos hiladas de un posible muro muy arrasado (U.E. 3527), a 118,20 m.s.n.m., cuyo aparejo se compone de cantos rodados de desigual tamaño, pequeños mampuestos y fragmentos de tejas trabados entre sí. Se dispone de forma paralela a la primera estructura, con una orientación Noreste-Suroeste. También en el ángulo Noreste del sondeo se localiza una estructura igualmente muy arrasada (U.E. 3513) a 118,35 m.s.n.m., de la que sólo se observa un “pilar” de mampuestos de calcarenita con dirección Noreste-Suroeste. Su trazado queda interrumpido por una fosa situada al Noreste, excavada previamente en la Campaña 2002-2004. Hacia la mitad del sondeo, se pudo documentar parte de la cimentación del muro de mampostería previamente excavado en el Sector Central de la Campaña 2002-2004, numerado en su momento como U.E. 258 y en la Segunda Campaña como U.E. 3538. La estructura, orientada Noreste-Suroeste, tiene unas dimensiones totales de 3,80 x 0,70 m y está formada por hiladas de mampuestos de mediano tamaño. En el aparejo encontramos, formando parte de su cimentación, un gran fragmento de caementicium reutilizado, material que se halla con mayor frecuencia en este sector del edificio romano respecto a otras zonas. El extremo Suroeste está cortado por una fosa posterior (U.E. 3535), habiendo desaparecido cualquier relación estratigráfica directa con otras estructuras. Como vemos, el alto nivel de arrasamiento, así como la dispersión de los elementos estructurales de esta fase, dificultan su interpretación general, que tendremos que analizar de manera conjunta con los resultados de los sondeos restantes. – Fase 3. Colmatación del espacio. UU.EE. 3501, 3502, 3505, 3506, 3507, 3509, 3510, 3511, 3512, 3514, 3515, 3516, 3519, 3520, 3523, 3524, 3525, 3528, 3531, 3532, 3533, 3535 y 3536. La amortización de las estructuras de la fase anterior está representada por las superficies de arrasamiento correspondientes (UU.EE. 3520, 3528 y 3531), tras las cuales se inicia un proceso de abandono y colmatación de la zona. El abandono del que hablamos va a provocar el derrumbe de los muros U.E. 3538=258 del SC/02-03 y U.E. 3532, observándose una acumulación de materiales procedentes de sus aparejos (UU.EE. 3532 y 3527). La misma concentración de mampostería se localiza en extremo Oeste del sondeo (U.E. 3533), así como una serie de estratos (UU.EE. 3505, 3514, 3515, 3516, 3519, 3523, 3524 y 3525) fruto de la colmatación del espacio y previos a la realización de los muros de cronología islámica, que nos sitúan a unas cotas máxima y mínima de 118,56 y 118,28 m.s.n.m. para el proceso que describimos. Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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Sobre estas colmataciones, se documenta una serie de fosas a una cota media de 118,34 m.s.n.m. con materiales de desecho, que rompen la estratigrafía anterior, y que son igualmente el reflejo del abandono que hemos advertido en esta zona. Se trata de pozos negros de pequeño tamaño y planta circular (UU.EE. 3501 y 3511) cuyos rellenos presentan material cerámico poco significativo (U.E. 3502), así como restos de fauna y carbones (U.E. 3512). Junto a éstos, se localizan otros de mayores dimensiones y planta más alargada e irregular (UU.EE. 3506, 3510 y 3535) que se colmatan con sedimentos de composición arcillosa y tonalidad castaña oscura (UU.EE. 3507, 3509 y 3536). Período IV. Islámico – Fase 4. Postcalifal (configuración del arrabal). UU.EE. 156, 161, 163, 190, 192, 196, 198, 200, 201, 205, 210 y 244. Tras el proceso de colmatación de la zona descrito en la fase anterior, nos encontramos ahora ante la auténtica urbanización del solar. Dadas las características del Sondeo 8, que cuenta con un desarrollo longitudinal y estrecho en forma de trinchera, somos conscientes de la dificultad para definir espacios y funcionalidades de las estructura de esta fase, si bien, el hecho de analizarlas en el contexto general del arrabal nos ha permitido diferenciar seis espacios numerados de forma conjunta con los documentados en el Sector o Corte 1. El primero de ellos es el denominado Espacio 19, de 2,70 x 2,65 m parciales, cuyo ángulo Suroeste se sitúa bajo el camino de acceso a la obra. Está delimitado por el muro U.E. 210 al Noroeste, la U.E. 161 al Noreste, y la U.E. 156 al Suroeste, desconociendo cuál sería el cerramiento al Sureste. La técnica edilicia de los muros es similar a la documentada en los restantes espacios del arrabal, a base de mampostería trabada con arcilla, si bien observamos la reutilización de materiales en el muro U.E. 210. El interior estaría cubierto, como se deduce del derrumbe de tejas excavado durante el proceso de campo, y contaría con un pavimento de tierra apisonada (U.E. 244). A continuación se dispone el Espacio 20, también excavado parcialmente por la presencia del camino de acceso, que discurre por su ángulo Suroeste. La prolongación de los muros que lo conforman nos da unas dimensiones aproximadas de 5,50 x 3,20 m. Sus límites están definidos por los muros de mampuestos U.E. 163 al Noroeste, U.E. 205 al Noreste y la U.E. 192 al Sureste, si bien desconocemos el límite Suroeste como consecuencia del alto nivel de arrasamiento provocado por una gran fosa contemporánea (U.E. 165). El ángulo Noreste, formado por la prolongación de los muros UU.EE. 163 y 205, ha desaparecido igualmente. Se observa una compartimentación interna en ese extremo, mediante la presencia de un murete de mampuestos alineados en una sola hilera (U.E. 190), que genera un reducido espacio de unos 3,20 x 1,20 m. A Sur del anterior, se intuye el ángulo Noreste del Espacio 21, formado por los muros de mampuestos UU.EE. 192 y 205, ya que el resto de la estancia se encuentra bajo el camino de acceso a la obra. Aunque suponemos que contó con algún tipo de cubierta, dada la presencia de un derrumbe de tejas en el ángulo excavado, por el momento desconocemos sus dimensiones totales y su funcionalidad. Seguidamente, se sitúa el Espacio 26, identificado con una posible calle con orientación Noroeste-Sureste, delimitada al Suroeste por los muros UU.EE. 205 y 286 y, al Noreste por la U.E. 196. Por último, al Este del anterior, encontramos los Espacio 27 y 28, siendo el primero de ellos la continuación del Espacio W de la Campaña 2002-2004. Está definido al Noroeste por el muro de mampostería U.E. 167 del SC/02-03, al Noreste por la U.E. 210 del SC/02-03 y la U.E. 200, al Suroeste por la U.E. 209 SC/02-03 y la U.E. 196 y, finalmente, el límite Sureste está definido por el muro U.E. 198. Al Sur se documenta la otra estancia, de 1,95 x 1,30 m parciales, de la que sólo se ha delimitado el ángulo Noreste mediante los muros de mampuestos UU.EE. 196, 198 y 200, ya que el resto del espacio se encuentra bajo el camino de acceso. Esta circunstancia nos impide conocer sus dimensiones totales y su funcionalidad. [ 198 ]

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– Fase 5. Tardoislámica (arrasamiento y colmatación del arrabal). UU.EE. 167, 194, 195, 202, 203, 204, 207, 208, 212, 245, 465 y 3508. Tras el abandono del arrabal, las estructuras quedan arrasadas (U.E. 465) y los respectivos espacios se colmatan mediante sedimentos de diversa composición. Por un lado, se documentan estratos con una alta concentración de tejas (UU.EE. 207 y 208), procedentes de las respectivas cubiertas, así como otros más arcillosos y compactos (UU.EE. 167, 194, 195, 202, 203, 204, 212, 245, 465 y 3508). Período VI. Contemporáneo – Fase 6. Contemporánea (fosas y basureros). UU.EE. 165, 166, 359=3503 y 360=3504. Tras la colmatación del arrabal se documentan dos interfacies verticales que rompen la estratigrafía preexistente e incluso a los propios muros postcalifales. Una de ellas (U.E. 165), situada a una cota de 118,88 m.s.n.m., está rellena por un estrato de matriz arcillosa, color negro y consistencia suelta que presenta numerosos fragmentos de hierro, restos óseos animales y algunos fragmentos cerámicos (U.E. 166). La zanja tiene 0,58 m de potencia, y ha provocado la destrucción parcial de los muros UU.EE. 161 y 163. La segunda fosa (U.E. 359=3503), a 118,81 m.s.n.m., es de dimensiones más reducidas, y se colmata con un sedimento arcilloso de color grisáceo sin materiales asociados (U.E. 360=3504). – Fase 7. Contemporánea (colmatación general). U.E. 2. Las fases anteriores quedan cubiertas por un sedimento homogéneo de matriz arcillosa, color grisáceo y consistencia compacta (U.E. 2) que presenta abundantes fragmentos cerámicos y otros de distinta naturaleza (tejas, ladrillos, vidrio, escoria de metal, fauna, etc.) que nos aportan una cronología post quem de época contemporánea. Este estrato, excavado parcialmente con medios mecánicos, se identifica con el uso agrícola del terreno tras el abandono del arrabal hasta la construcción de la Facultad de Veterinaria.

Sector 1 / Sondeo 9 (Fig. 84) Período II. Romano – Fase 1. Altoimperial (construcción del anfiteatro). UU.EE. 5507, 5519, 5520, 5521, 5523, 5528, 5529, 5532 y 5533. Este momento se corresponde con la construcción del edificio de espectáculos romano. Se realiza una estructura de sillares de calcarenita (U.E. 5507) en la que se observa una ligera curvatura en su trazado y que corresponde al podium del anfiteatro. Los sillares, con unas dimensiones medias de 0,95 x 1 m y una potencia de 0,45 m han sido localizados a una cota de 117,70 m.s.n.m. Muestran, en su cara Norte, un tratamiento un tanto rústico, poco cuidado y bastante irregular, tanto en la alineación como en el remate de la cara de los ángulos de los sillares. Por el contrario los sillares presentan en su cara Sur un extremado cuidado en la definición de su contorno, ligeramente achaflanado para facilitar la unión entre bloques, así como un almohadillado grueso pero bien definido, remarcado por un rebaje +10 cm. Este almohadillado ha sido retallado en algunos casos para su eliminación. Las dimensiones de los bloques son variables ya que, la necesidad de ir trazando un muro curvo requiere incluir cada cierto tramo uno o varios sillares más estrechos que el resto. Al Sur del podium se ha documentado una secuencia estratigráfica caracterizada por la alternancia de estratos de matriz arcillosa y color rojo (UU.EE. 5520, 5521, 5523, 5528, 5531, 5533), y de estratos de matriz limosa con fragmentos de calcarenita de diverso tamaño y color amarillo (UU. EE. 5519, 5529, 5532), resultante de la retalla de bloques de calcarenita. Es decir, nos encontramos Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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ante unos paquetes de relleno similares a los documentados en otros sectores de la imma y media cavea, y virtualmente idénticos a los ya descritos para el Sondeo 2. Especial atención requiere la U.E. 5519 (117,26 m.s.n.m.), un estrato compacto de color amarillo en el que se ha incluido un bloque de calcarenita, seguramente descartado durante el proceso de construcción de este sector del edificio y situado en el ángulo Noroeste del sondeo, al Suroeste del podium. El resto del estrato está compuesto por fragmentos de calcarenita de mediano y pequeño tamaño compactados con picadura de sillar. Estas dos “capas” del estrato se han podido observar claramente en la zona más próxima al podium; esto es debido al sistema utilizado para la compactación del estrato. En la superficie de dicho estrato U.E. 5519, que presenta una claro buzamiento hacia el Noroeste-Sureste, se observan una serie de surcos o hundimientos dispuestos más o menos paralelamente al podium –los cuales se han localizado igualmente en el Sondeo 2–, que pueden corresponder a la huella dejada por un rodillo de compactación. Este sistema de apisonado del terreno permitiría compactar fuertemente el estrato, si bien, la zona más próxima a la estructura del podium quedaría algo más suelta, ya que el almohadillado de los sillares dificulta la labor de apisonado. El material cerámico procedente de esta fase se compone de cerámica de tradición ibérica, terra sigillata itálica –Conspectus 8.2, 8.1.3, 18, 19, 20.4, 33 y 36–, sigillata hispánica precoz, gálica, sigillata hispánica de Tricio –borde de Drag. 36– y lucerna de disco encuadrable en los tipos Dressel 9 u 11. Entre la sigillatas itálicas merecen una especial mención las formas Conspectus 18 –plato que se introduce a partir de la última década del siglo I a.C. hasta el reinado de Tiberio, momento en el que evoluciona hasta la forma 20– Conspectus 19 –fechado en época avanzada, hacia finales de época augustea y principado de Tiberio– Conspectus 20.4 –plato muy común a mediados del siglo I d.C., siendo todavía frecuente en contextos de Domiciano en Ostia–, Conspectus 33 –forma frecuente desde Augusto tardío y Tiberío, aunque se extiende en el tiempo, de modo que las variantes más tardías llegan hasta finales del siglo I y principios del siglo II d.C.–, Conspectus 36 –copa que se fabrica desde inicios de época augustea en sus versiones más antiguas, desarrollándose especialmente en época de Tiberio, y pudiendo extenderse a lo largo del tiempo hasta finales del siglo I d.C.– (CONSPECTUS, 1990, 82-110). En lo que atañe a la sigillata itálica, podemos decir que predominan formas julioclaudias, especialmente de época de Tiberio y Claudio, que junto con la presencia de algún ejemplar en sigillata gálica, introducida en los años finales de Tiberio y principalmente en época de Claudio, junto a la asociación de sigillata hispánica de Tricio (con un solo ejemplar de una copa posiblemente forma 36), hicieran apuntar en este último caso una cronología extensiva al reinado de Nerón, puesto que dicha forma en su variante gálica tiene su momento de producción en este reinado (segunda fase del alfar desarrollada a partir de los años 60-70 d.C.). Si atendemos a las lucernas, el galbo recuperado podría adscribirse tanto al tipo Dressel 9 como al 11. En el primer caso este tipo se extiende desde finales siglo I a.C. y época julio-claudia (AMARÉ, 1988, 58); mientras que en el segundo obtenemos una cronología bastante más amplia, desde finales del siglo I a.C. hasta época de Adriano. No obstante, parece tener su mayor desarrollo en época flavia (BAILEY, 1978, 244). Período III. Tardoantiguo – Fase 2. Tardoantigua (amortización del espacio y construcción de nuevas estructuras). UU.EE. 62, 5506, 5518, 5522, 5525, 5526, 5530 y 5534. En un momento en el que el podium del edificio romano aún conserva una altura considerable, este sector experimenta una profunda transformación. Se construyen unas estructuras de opus vitattum (UU.EE. 62, 5506, 5525, 5526) que se adosan al muro romano documentado en este sondeo. El muro del podium (U.E. 5507) conservaba más altura de la que hoy vemos ya que, las estructuras tardoantiguas UU.EE. 62 y 5506 se entregaban perfectamente a la construcción romana (U.E. 5507), como se aprecia en el punto de contacto. Parece que se rebaja la altura del relleno constructivo U.E. 5534 y se crea un nuevo espacio de 11,8 m de anchura, delimitado al Oeste por el muro [ 200 ]

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U.E. 5506 (118,37 m.s.n.m.) y al Este por el muro U.E. 4020 (117,41 m.s.n.m.) documentado en el Sondeo 2. Creemos que este nuevo nivel (117,39 m.s.n.m.) queda definido por el estrato U.E. 5518, el cual muestra restos del mortero que revestía la cara este del muro U.E. 5506. Pertenecientes a este momento de construcción, encontramos la U.E. 5522 (117,39 m.s.n.m.) correspondiente a un hogar, quizá realizado por los operarios implicados en el proyecto edilicio. Finalmente, el estrato U.E. 5530 (117,9 m.s.n.m.), localizado junto al perfil Sur del sondeo, debe ponerse en relación con la construcción de las estructuras tardoantiguas, ya que constituye un estrato de mortero, similar al empleado en las construcciones tardías. – Fase 3. “Visigoda” (arrasamiento y colmatación de las estructuras tardoantiguas). UU.EE. 5501, 5504, 5505, 5508, 5509, 5510, 5511, 5514, 5515, 5516 y 5517. La diferencia secuencial entre los estratos situados al Norte y al Sur del muro U.E. 5507 es evidente; mientras en el lado Sur se acumulan una serie de estratos de matriz arcillosa, con presencia de cal, mortero, adobes, cerámica y restos de picadura de sillar; al Norte se dispone un gran estrato formado por pequeños mampuestos de caliza, trabados con arcilla de manera muy compacta, que forma una capa de rudus (UU.EE. 55, 63 y 5510), que no sólo cubre el espacio entre el muro de podium U.E. 5507 y la estructura de opus vitattum U.E. 62, sino que se extiende más allá, formando una gran plataforma, generada por sucesivos niveles de “rudus” compactado. En un segundo momento se produce el arrasamiento (U.E. 5505) de las estructura tardoantigua U.E. 5506 y del espacio delimitado al Este por la estructura U.E. 4020 del Sondeo 2. Esta colmatación viene definida por un estrato de derrumbe de adobes U.E. 5516 (117,77 m.s.n.m.) y un conjunto de estratos, que parecen mantener una alternancia de arcillas y picadura de sillar, por lo que deben ser fruto del saqueo de este sector. Así encontramos estratos de colmatación de color castaño y consistencia limosa (U.E. 5504), otros de color amarillo por su alto contenido de picadura de sillar (UU.EE. 5509, 5510, 5513 y 5514) y otros de color rojo por su composición a base de arcillas (UU. EE. 5501, 5508, 5511, 5515 y 5517) con abundante presencia de cerámica terra sigillata y restos de revestimiento pictórico parietal. – Fase 4. Saqueo del podium. UU.EE. 5502 y 5503. En un momento posterior al arrasamiento de las estructuras tardoantiguas, no definido, se produce el expolio del muro del podium. Se abre una zanja (U.E. 5503) poco más ancha que la estructura romana –3,92 x 1,65 m y una potencia de 0,66 m– para poder llevarse los bloques necesarios para otras construcciones. A la par se forma un estrato (U.E. 5502) de matriz arcillosa de color amarillo con algunas tonalidades rojizas que presenta abundantes fragmentos de sillares descompuestos, plaquitas de mármol y cerámica, y por tanto ha sido interpretado como el resultante del saqueo de esta estructura U.E. 5507. Período VI. Contemporáneo – Fase 5. Contemporánea (colmatación general). U.E. 5500. Esta zona del yacimiento presenta un estrato inicial U.E. 5500 (igual a U.E. 105), documentado una vez retiradas la mayor parte de las estructuras contemporáneas pertenecientes a las dependencias de la antigua Facultad de Veterinaria.

Sector 1 / Sondeo 10 (Fig. 85) Período II: Romano – Fase 1. Altoimperial (construcción del anfiteatro). U.E. 54=5507. Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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Esta primera fase está representada por la presencia del podium del anfiteatro, ya documentado y descrito en la secuencia estratigráfica de los Sondeos 1 y 9, que en el sector que analizamos constituye el límite septentrional del presente sondeo. El tramo documentado en el Sondeo 1 (U.E. 54) se conserva a una cota de 118,21 m.s.n.m. y tiene una longitud de 5 m, mientras que en el Sondeo 9 observamos otro tramo (U.E. 5507) de 3,75 m de largo a 117,71 m.s.n.m. Esta diferencia de cotas y la discontinuidad de dicha estructura responde al saqueo intencionado del muro, habiéndose conservado una hilada a mayor altura en el primer sondeo. Período III: Tardoantiguo – Fase 2. Tardoantigua (abandono y amortización del anfiteatro y construcción de nuevas estructuras). U.E. 5506. Durante la etapa tardoantigua, el anfiteatro se encuentra prácticamente amortizado, si bien parte de sus elementos estructurales continúan en uso y constituyen, junto con la construcción de diversas estructuras, nuevos espacios funcionales. Este es el caso del podium, que en esta fase se mantiene en pie, y que sirve de sostén para el arranque de una serie de muros tanto al Norte como al Sur del mismo. En este sentido, debemos mencionar que en el sondeo que analizamos se detecta una estructura de opus vitattum (U.E. 5506), anteriormente descrita en el Sondeo 9, cuya presencia constituye el límite oriental del Sondeo 10. Presenta una orientación Noroeste-Sureste y una longitud parcial de 3,30 m, ya que su extremo Sureste está cortado por una zanja de saqueo de época califal (U.E. 5555). – Fase 3. Arrasamiento y colmatación de las estructuras tardoantiguas. UU.EE. 73, 5505 y 5551=5552. En un momento indeterminado se produce el arrasamiento del podium y de las estructuras tardoantiguas dispuestas sobre la imma cavea en el sector que analizamos. La amortización está representada por las superficies de arrasamiento del podium (U.E. 73) y de la estructura de opus vitattum (U.E. 5505), quedando colmatado el espacio entre ambos muros por un gran derrumbe (U.E. 5551=5552). Éste, situado a una cota de 118,34 m.s.n.m., se extiende por una amplia superficie y está formado por numerosos fragmentos de calizas mezclados con mortero de cal, de color rosáceo, que presenta una alta proporción de gravilla de granulometría fina. Tanto al Norte como al Sur, dicho sedimento se encuentra cortado por dos zanjas de saqueo, observándose en sus secciones la potencia del mencionado derrumbe, que alcanza 0,65 m de espesor hasta la cota excavada. – Fase 4. Saqueo del podium del anfiteatro. UU.EE. 5004=5503, 5005= 5502, 5553 y 5559. Una vez que el espacio queda colmatado por el aporte sedimentario anterior, asistimos al desmantelamiento parcial del podium. Esta acción destructiva, descrita igualmente en los Sondeos 1 y 9, está determinada por la excavación de una zanja de saqueo (U.E. 5004=5503) que afecta, hasta una cota de 118,17 m.s.n.m., a la estructura romana en el extremo Norte del sondeo. La zanja está rellena por un estrato de calcarenitas descompuestas y consistencia suelta, cuya composición puede deberse al despiece de los sillares in situ (U.E. 5005=5502). De momento desconocemos la potencia, dimensiones totales y cronología de esta unidad estratigráfica, ya que sólo ha sido excavada parcialmente y no se han detectado materiales arqueológicos asociados al sedimento que lo rellena. El único criterio post quem lo proporciona la propia zanja, pues al romper los niveles de colmatación de las estructuras tardoantiguas nos sitúa en una fase inmediatamente posterior. Con el fin de facilitar la extracción de los sillares se acondiciona un espacio inmediatamente al Sur del podium, constituyendo un claro horizonte de saqueo. Esto supone la excavación de una zanja relativamente amplia (U.E. 5559), de 3,55 x 2,10 m y escasa potencia que corta al derrumbe documentado en la Fase 3. Sobre dicha superficie, a 118,25 m.s.n.m., se realiza el trabajo de despiece [ 202 ]

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de los sillares, generándose un estrato de matriz arenosa y consistencia muy suelta que presenta numerosos fragmentos de calcarenitas y picadura de sillar (U.E. 5553). Asociado a este momento distinguimos un borde muy rodado de una Hayes 64 en Africana D, forma que se fecha a principios y mediados del siglo V d.C. (HAYES, 1972, 109-111), junto a imitaciones de cerámica africana. Período IV: Islámico – Fase 5. Califal (saqueo de los cimientos de la imma cavea del anfiteatro). UU.EE. 5554, 5555, 5556, 5557, 5558, 5560, 5561, 5562, 5563, 5564, 5565, 5566 y 5567. A esta fase corresponde el saqueo del segundo anillo del anfiteatro y de una de las tirantas que se dispondría entre este último y el tercer anillo de cimentación. La zanja de saqueo del 2.º anillo (U.E. 5555) discurre con la misma orientación que el podium a 4 m al Sur y cuenta con unas dimensiones parciales en este sondeo de 4,90 x 1,60 m. Está colmatada por una sucesión de estratos de composición variable que comienza con un nivel superficial (U.E. 5554), a 118,33 m.s.n.m., formado por un sedimento arcilloso que presenta numerosos fragmentos de calcarenitas, posiblemente pertenecientes a los sillares extraídos. Bajo él se sitúa un estrato de arcillas rojas a 118 m.s.n.m. (U.E. 5565), que sólo se extiende, desde el extremo Oeste del sondeo hasta la mitad de la zanja. Le sigue otro nivel de calcarenitas mezcladas con arcillas a 117,86 m (U.E. 5564), que cubre a otro de escasa potencia formado por calizas y mortero de cal rosáceo muy disgregado (U.E. 5566). Finalmente, a 117,54 m se documenta un estrato de color amarillo y escasa consistencia (U.E. 5567) en el que se distingue picadura de sillar y numerosos restos de carbón. En el extremo oriental de la zanja, coincidiendo con el arrasamiento de la estructura tardoantigua U.E. 5506, se dispone una superposición de sedimentos de pequeña potencia, depositados entre las UU.EE. 5554 y 5564. Identificados con las UU.EE. 5560, 5561, 5562 y 5563, presentan un buzamiento Norte-Sur y están formados por capas de arcillas grisáceas, calcarenitas descompuestas, arcillas castañas oscuras y mortero de cal respectivamente. La segunda zanja de saqueo documentada en esta fase está relacionada con el desmantelamiento de una tiranta, situada entre el segundo y el tercer anillo de la cimentación de la imma cavea (U.E. 5557). Tiene unas dimensiones de 2,40 x 0,88 m, quedando embutida parcialmente en el perfil Sureste del sondeo, por lo que estimamos que su anchura total debe ser mayor. En este caso, la cota máxima de la interfacies corresponde a la superficie del estrato que la rellena (U.E. 5556), compuesto por arcillas castañas oscuras a una cota de 118,37 m.s.n.m. Durante el proceso de excavación se alcanzó una cota de 117,31 m en la zanja U.E. 5555, y de 117,90 m en la U.E. 5557, sin que se detectaran los sillares que componían los respectivos muros. Esto demostraría el profundo saqueo de los materiales romanos en dicho sector a diferencia de la zona del podium, que conserva varias hiladas más de alzado. Los materiales cerámicos asociados a ambas interfacies aportan una cronología tardía, donde se mezclan formas islámicas con otras bajomedievales. Destacan ataifores de borde sencillo de época califal, reposaderos, lebrillos bruñidos, cazuelas de borde biselado al interior, bases y otras intrusiones posteriores como escudillas y platos medievales cristianos. Por último, en relación con el proceso que describimos se observa un estrato delimitado por las zanjas UU.EE. 5555 y 5557 que pudo constituir el correspondiente horizonte de saqueo (U.E. 5558), formado por numerosos fragmentos de sillares y calcarenitas descompuestas, fruto del trabajo de despiece de los materiales pétreos extraídos de los muros. – Fase 6. Tardoislámica (colmatación). U.E. 104. En época tardoislámica asistimos a la colmatación general de la zona, sellando las fases anteriores bajo un estrato de matriz arcillosa y color castaño claro (U.E. 104), que presenta algunos fragmentos de caliza, cantos rodados y materiales cerámicos de diversa cronología, desde época romana hasta época bajomedieval. Este sedimento se documenta a una cota de 118,39 m.s.n.m. Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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Período VI: Contemporáneo – Fase 7. Contemporánea (colmatación general). U.E. 2. El último aporte sedimentario se identifica con la U.E. 2 que, desde una cota de 118,53 m.s.n.m. en este sector, presenta abundantes fragmentos cerámicos y otros de distinta naturaleza (metal, vidrio, fauna, etc.) aportándonos una cronología post quem de época contemporánea. Este sedimento se identifica con el uso agrícola del solar desde el abandono del arrabal tardoislámico hasta la construcción de la Facultad de Veterinaria. Sector 1 / “Espacio C” (Fig. 86) Período III: Tardoantiguo – Fase 1. Tardoantigua (construcción de nuevas estructuras). UU.EE. 502, 509, 512, 513 y 515. La fase más antigua documentada en el “Espacio C” está representada por la presencia de unas estructuras de gran firmeza e idénticas a las localizadas en los Sondeos 1, 2 y 9 –tanto en la técnica edilicia como en el aparejo utilizado–, lo que nos permite asignarles la misma cronología que las mencionadas anteriormente. Se trata de tres estructuras dispuestas en ángulo que forman la esquina de un edificio, si bien resulta muy difícil realizar una interpretación sobre su funcionalidad por las reducidas dimensiones del sondeo. La primera de ellas (U.E. 502), a una cota de 116,95 m.s.n.m., se dispone en sentido Noroeste-Sureste y tiene unas dimensiones de 2,40 x 0,75 m. Está trabada en su extremo más meridional con otro muro conservado a la misma profundidad (U.E. 513), que se desarrolla en dirección Noreste-Suroeste; tiene una longitud de 0,77 m y una anchura de 0,75 m. Nuevamente se observa un cambio en la orientación de la estructura, con la presencia de un tercer muro (U.E. 512) a 116,95 m.s.n.m. que, con un desarrollo Noroeste-Sureste, queda casi completamente embutido en el perfil Sur del sondeo. Así pues, sólo se ha podido documentar en una longitud de 0,90 m, presentando una anchura de 0,75 m, idéntica a los dos anteriores. La técnica edilicia empleada es un opus vitattum en el que se han utilizado hiladas de mampuestos de caliza y lechadas de mortero de cal, de color rosáceo, que presenta una alta proporción de gravilla muy fina mezclada con arena y cal. La zona de unión de las estructuras UU.EE. 512 y 513 ha desaparecido como consecuencia de un saqueo intencionado, si bien las huellas que se advierten en sus extremos y los restos de calcarenitas adheridos al mortero nos indican que originariamente se debieron disponer sillares en dicho ángulo, con el fin de reforzar la esquina. Prueba de ello es que, a 116,43 m.s.n.m., se aprecia el sobrelecho de un sillar cuadrangular de 1 x 0,97 m conservado in situ. Por último, en el extremo Norte del sondeo y entregándose al muro U.E. 502 por sus lados Noreste y Suroeste, se documentan dos bloques de mortero identificados con las UU.EE. 509 y 515. Aunque presentan la misma técnica constructiva que las demás estructuras de esta fase, su acabado más irregular y la cota de excavación alcanzada –que sólo deja en superficie a la parte superior de estas unidades estratigráficas– nos impiden conocer por el momento si se trata de dos muros o de sendos derrumbes asociados a la amortización de dicha etapa. – Fase 2. “Visigoda” (arrasamiento y colmatación de la fase tardoantigua). UU.EE. 506, 507, 510, 511, 516, 517, 518, 520, 523, 524, 525, 526, 527, 528, 529, 530, 531 y 532. En un momento indeterminado se produce el arrasamiento de las estructuras tardoantiguas, acción que provoca el abandono y colmatación de la arena del anfiteatro en el sector que analizamos. La amortización de las estructuras está representada por las superficies de arrasamiento de los muros documentados (UU.EE. 529, 530, 531 y 532) y están cubiertas por una sucesión de estratos muy homogéneos, que presentan unas características estructurales similares a los que se depositan al Norte del podium en los sondeos 1, 2 y 9. Sin embargo, aunque también se extienden desde di[ 204 ]

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cho muro en dirección a la arena, las reducidas dimensiones del Espacio C nos impiden advertir el buzamiento de estos sedimentos. Por un lado, en el espacio generado por los muros UU.EE. 512 y 513 encontramos una secuencia entre 117,24 y 116,59 m.s.n.m. formada por varios estratos de matriz arcillosa y color rojo intenso con numerosos nódulos de caliza dispuestos a modo de rudus (UU.EE. 507, 511, 525 y 528), que alternan con otros niveles de gravas (U.E. 516) y de calizas descompuestas de escasa potencia (UU.EE. 524, 526 y 527). Por otro lado, el espacio resultante de las estructuras UU.EE. 502, 512, 513 y 515 también se colmata mediante una sucesión de estratos de rudus (UU.EE. 506, 510 y 518), capas de gravas de tonalidad rojiza (U.E. 517) y otras arcillosas con mayor o menor presencia de calizas descompuestas (UU.EE. 520 y 523), en una superposición entre 117,28 y 116,43 m.s.n.m. muy similar a la del primer espacio descrito. No obstante, la colmatación del segundo se encuentra notablemente alterada como consecuencia del posterior saqueo de los muros, que provoca la destrucción de una parte de la estratigrafía preexistente. – Fase 3. Saqueo de los muros tardoantiguos. UU.EE. 514, 519, 521 y 522. Una vez que la zona queda cubierta por los aportes sedimentarios anteriores asistimos al desmantelamiento parcial de las estructuras tardoantiguas UU.EE. 512 y 513, concretamente al saqueo de los sillares que se disponen en la zona de unión entre ambos muros. Esta acción destructiva, que también afecta a los estratos de la fase anterior, está definida por la excavación de una zanja (U.E. 522) de 3,30 x 2,10 m y 0,44 m de potencia, que ofrece una planta con cierta tendencia circular documentada a 116,87 m.s.n.m., así como una serie de sedimentos que la rellenan. Los primeros en depositarse en la zona más cercana a las paredes de la zanja son dos niveles sin conexión estratigráfica directa y de distinta composición, uno de gravas rojizas (U.E. 519) y otro de limos castaños mezclados con abundantes ripios de caliza (U.E. 521), que en general poseen escasos materiales arqueológicos asociados, tan sólo podemos reseñar un atípico de ánfora africana que nos remitiría a un horizonte cronológico bastante amplio pero encuadrable desde el siglo III hasta el VI. Sobre ellos, se dispone un único estrato de matriz arcillosa y color castaño-amarillento (U.E. 514) que sella el interior de la interfacies. Período IV: Islámico – Fase 4. Tardoislámica (colmatación). UU.EE. 32, 46, 47, 49, 500, 501, 503, 504 y 505. A este momento tardoislámico corresponde la colmatación de los estratos, estructuras e interfacies de las fases anteriores. El primero de ellos (U.E. 32), situado a una cota de 117,48 m.s.n.m., consiste en un sedimento arcilloso, de color castaño claro y consistencia compacta que presenta numerosos fragmentos de tejas, ladrillos y cerámica común, verde-manganeso, formas almohades y otras residuales de época romana, como terra sigillata gálica y africana. Debajo se dispone otro de similar composición pero de tonalidad más negruzca y escasa potencia (U.E. 46), que cubre a su vez, a una cota de 117,24 m, a otro sedimento de matriz arenosa, color rojizo y consistencia no muy compacta (U.E. 47), asociado a abundantes restos de cerámica, vidrio, metal y fauna. La secuencia continúa con un nuevo estrato de arcillas y nódulos de calizas (U.E. 49), localizado junto al perfil Sur del Espacio C, que cubre a un sedimento de reducidas dimensiones (U.E. 504) formado por calcarenitas descompuestas que apenas presenta materiales arqueológicos asociados. Una última capa de arcillas castañas rojizas (U.E. 505) se deposita debajo de los anteriores, a 117,22 m.s.n.m., en la que se distingue abundante cerámica, algunas tegulae fragmentadas y dos elementos constructivos, uno de ellos consistente en una baldosa de mármol. Finalmente distinguimos la colmatación que se dispone al Norte del posible muro U.E. 515, identificada con una capa de arenas castañas oscuras (U.E. 501) y delimitada en un reducido espacio de 1,23 x 1,20 m a una cota de 116,73 m.s.n.m., así como la superposición de dos estratos entre los muros UU.EE. 502, 509 y 513, el superior, a la misma cota que el anterior, compuesto por un sedimento de arena (U.E. 500) y el inferior, a 116,30 m, de arcillas rojizas (U.E. 503). Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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Fig. 67. AFVET02. Secuencia estratigráfica general del Sector Central. © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 68. AFVET02. Sector Central / Fase 1. © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 69. AFVET02. Sector Central / Fase 2. © Convenio GMUUCO.

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Fig. 70. AFVET02. Sector Central / Fase 3. © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 73. AFVET02. Corte 6. © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 74. AFVET02. Corte 7. © Convenio GMUUCO.

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Fig. 75. AFVET02. Corte 8. © Convenio GMUUCO.

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Fig. 77. AFVET06. Sondeo 2. © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 79. AFVET06. Sondeo 4. © Convenio GMUUCO.

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Fig. 80. AFVET06. Sondeo 5. © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 81. AFVET06. Sondeo 6. © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 82. AFVET06. Sondeo 7. © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 83. AFVET06. Sondeo 8. © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 84. AFVET06. Sondeo 9. © Convenio GMUUCO.

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Fig. 85. AFVET06. Sondeo 10. © Convenio GMUUCO.

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Fig. 86. AFVET06. “Espacio C”. © Convenio GMU-UCO.

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En lo que atañe a la cronología distinguimos bastantes atípicos de cerámica vidriada decorada en manganeso y cerámica verde manganeso. Podemos reseñar una jarrita de borde exvasado, sección triángular, recubierta de un engobe rojo y pintada con líneas asimétricas. Este ejemplar se fecha en el siglo XII en Mértola (TORRES, 1988) y se extiende hasta época almohade. Período VI: Contemporáneo – Fase 5. Contemporánea (colmatación general). U.E. 2. La amortización de la fase almohade está representada por un estrato de matriz arcillosa, color grisáceo y consistencia compacta (U.E. 2) que, localizado en torno a 117,68 m.s.n.m. en este sector, presenta abundantes fragmentos cerámicos y otros de distinta naturaleza (tejas, ladrillos, vidrio, escoria de metal, fauna, etc.) que nos aportan una cronología post quem de época contemporánea. Este sedimento, excavado parcialmente con medios mecánicos, se identifica con el uso agrícola del solar desde el abandono del arrabal tardoislámico hasta la construcción de la Facultad de Veterinaria. – Fase 6. Siglo XX (construcción del edificio anexo a la Facultad de Veterinaria). UU.EE. 9, 10, 11, 12, 17, 18, 19, 20, 25, 26, 27 y 28. A la fase más reciente registrada en el Espacio C corresponde la construcción de un edificio anexo a la Facultad de Veterinaria y demolido en el año 2002, del cual hemos documentado sus potentes cimentaciones. Parte de estos cimientos han definido el espacio que hemos escavado y las zanjas practicadas en el terreno han cortado la estratigrafía descrita en las fases anteriores. Dichas zanjas, identificadas con las UU.EE. 17, 18, 19 y 20, presentan un desarrollo lineal, eje vertical y paredes rectas, si bien desconocemos tanto la delineación del fondo como su potencia máxima. Una primera capa de cemento (UU.EE. 25, 26, 27 y 28) se deposita en la base de estas interfacies y sobre ella apoya el arranque de los muros. Los situados al Norte y al Sur del sondeo (UU.EE. 9 y 11) se conservan a una cota de 119,14 m.s.n.m. y están formados por seis hiladas de ladrillos y mampuestos de calcarenita trabados con cemento, alternando dos hiladas de mampuestos con dos de ladrillos y nuevamente otras dos de mampuestos en la base de la estructura. Los que se sitúan al Este y Oeste (UU.EE. 10 y 12) se sitúan entre 119,51 y 119,38 m.s.n.m. y se componen de cuatro hiladas de ripios de mediano tamaño trabados con cemento, dispuestos en dos hileras exteriores y un relleno interno. Este aparejo difiere del primero que hemos descrito y puede deberse a la funcionalidad de las dos últimas estructuras, actuando como muros internos del edificio.

LA SECUENCIA HISTÓRICA DEL ANFITEATRO El área objeto de nuestra investigación arqueológica se ha situado históricamente en la periferia occidental de la ciudad, quedando extramuros del perímetro amurallado y sufriendo una evolución a lo largo de los siglos que ha ido marcando el cambio de funcionalidad del espacio suburbano. En época romana, el sector occidental de Colonia Patricia conformó uno de los suburbia que se extendían al exterior de la ciudad, acogiendo diversas actividades vetadas intramuros por su carácter nocivo o insalubre86 y desarrollando una paulatina urbanización a medida que la población fue aumentando. Fruto de este proceso se fue configurando un vicus, integrado por numerosas unidades domésticas que convivieron con instalaciones industriales y con otras áreas destinadas a enterramiento (Fig. 87).

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Cfr. en el segundo volumen de esta monografía el trabajo de B. García Matamala.

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En este sentido, las vías de comunicación jugaron un papel fundamental en la organización del espacio ya que conformaron los ejes vertebradores y articuladores del mismo. El principal itinerario que discurría por el sector que analizamos se identifica con la vía Corduba-Hispalis cuyo trazado, resultado de la prolongación del Decumanus Maximus, se iniciaba en una de las puertas occidentales de la ciudad romana (conocida desde época medieval cristiana como Puerta de Gallegos y en época islámica como Bab ‘Amir) y, con una orientación Este-Oeste, partía hacia la capital del conventus hispalensis (MELCHOR, 1995, 129 ss.). Asociada a este importante eje viario conocido tradicionalmente como Camino Viejo de Almodóvar (que, con un desarrollo Noreste-Suroeste se ha fosilizado en la actual calle Antonio Maura), se fue generando una de las necrópolis más antiguas de la ciudad, ya en funcionamiento desde el siglo I a.C. (GARCÍA MATAMALA, 2002, 291; MURILLO et alii, 2002, 264). Los diversos enterramientos que con el paso de los años se han ido descubriendo en este sector son una prueba del carácter monumental del espacio funerario, y su variedad tipológica constituye un reflejo de la sociedad romana, de su afán de autorrepresentación y de su deseo de inmortalidad87. Las tumbas más significativas corresponden a los monumentos funerarios del Paseo de la Victoria, dos grandiosas construcciones circulares que flanquean la vía justo frente a la puerta úrbica, dejando constancia de la destacadísima condición del comitente y contribuyendo a definir, desde el ámbito privado, la imagen urbana de este flanco de la ciudad (MURILLO et alii, 2001b, 218). No obstante esta presencia tan impactante junto a una de las puertas del eje Este-Oeste de Colonia Patricia88, los enterramientos privilegiados también se extienden, ya a cierta distancia del pomerium, a lo largo del Camino Viejo de Almodóvar en cuyo entorno se recuperaron, entre otras tumbas más modestas, un hipogeo situado hoy día en la Puerta de Sevilla (ROMERO DE TORRES, 1941, 181 ss.), así como la colección más importante de inscripciones gladiatorias de toda Hispania, contabilizándose un total de dieciséis lápidas cuya concentración podría estar indicando la existencia de un collegium funeraticium, que contaría con un recinto funerario exclusivo en la zona que nos ocupa (SÁNCHEZ MADRID, 2001b, 189-190). A lo largo del siglo I d.C., parte de la necrópolis occidental terminó siendo amortizada por la incipiente urbanización del espacio suburbano, configurándose un vicus integrado por construcciones de tipo residencial, como las localizadas en el Parque Infantil de Tráfico89, con la presencia del peristilo y el triclinium de una vivienda (CASTRO, PIZARRO y SÁNCHEZ, 2006, 103-118), o en el mismo Paseo de la Victoria, donde se documentó una estancia perteneciente al cubiculum de la domus de Thalasius, cuyo pavimento representaba a su dueño a caballo en una escena venatoria (MURILLO, CARRILLO y RUIZ, 1999, 69-83; MORENO ALMENARA y VARGAS, 2003, 78-79). No podemos dejar de mencionar el importante sector excavado en la C/ Secretario Carretero esquina con A. Maura, integrado por una espectacular calle porticada de 15 m de anchura, un sistema de cloacas destinado a la recogida de las aguas residuales, así como diversas estructuras, posiblemente de tipo comercial90. Junto a las unidades domésticas del vicus también se constata la existencia de otros espacios destinados a los servicios, las denominadas tabernae, sobre todo concentradas junto a las vías principales. Precisamente en el caso de la vía Corduba-Hispalis, en el sector extramuros de la Puerta de Gallegos, se localizaron pequeños espacios (algunos pavimentados con mosaicos), que se adaptaron al cilindro de uno de los monumentos funerarios. Una de estas tabernae presentaba el umbral de una puerta corredera cuyo cerramiento se realizaba mediante la disposición de tablones, siendo un esquema habitual es este tipo de establecimientos (MURILLO et alii, 2002, 266).

Cfr. la colaboración de A. Ruiz en el segundo volumen de esta monografía. Sobre el significado del eje Este-Oeste, definido por el doble decumano máximo como articulador del principal itinerario monumental de Colonia Patricia a partir de época julio-claudia, cfr. Murillo, 2004 y 2010. 89  Cfr. en el segundo volumen de esta monografía el trabajo monográfico de A. Cánovas. 90  Cfr. el estudio de F. Castillo, M. I. Gutiérrez y J. F. Murillo contenido en el segundo volumen de esta monografía. 87  88 

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Del mismo modo, en el solar de la C/ Secretario Carretero esquina con la C/ Antonio Maura los espacios excavados no se estructuraban claramente como casas, ni tampoco han aparecido mosaicos o pavimentos relacionados con ámbitos domésticos al uso. Este hecho permite plantear la posibilidad de que en algunos sectores de este vicus occidental pudieran localizarse zonas comerciales y de servicio no necesariamente dependientes del uso residencial. Por último, debemos hacer referencia a las instalaciones industriales ubicadas en el sector que analizamos, cuya presencia, muy escasa hasta el momento, sólo se ha constatado en las excavaciones realizadas en el Paseo de la Victoria, donde se detectaron restos de escorias de metal, que podrían estar indicando la existencia de un pequeño núcleo fabril relacionado con la actividad metalúrgica (MURILLO, CARRILLO y RUIZ, 1999, 69-83). En mitad del entramado urbano que hemos descrito tiene su razón de ser el anfiteatro de Colonia Patricia, emplazado en el espacio generado por la bifurcación de la vía Corduba-Hispalis y un diverticulum Norte de la misma. El hecho de que se integrase en el vicus occidental es de crucial interés por cuanto se trata de un edificio que urbanísticamente daba servicio a la ciudad y, derivado de ello, debió insertarse en el tejido urbano, bien desde un principio, bien como consecuencia de un paulatino proceso de urbanización de la zona tras su construcción. Si a la necesidad de espacio para su ubicación añadimos la proliferación de edificaciones a su alrededor para los servicios relacionados con el propio anfiteatro, especialmente en lo que se refiere a los gladiadores y a trabajadores para el mantenimiento y servicio del edificio y de los ludi, es evidente que de forma paulatina se comenzó a estirar el tejido urbano hasta conectar indefectiblemente el vicus, surgido entre las puertas urbanas situadas donde las posteriores de Almodóvar y Gallegos, con el edificio de espectáculos. No obstante, a estos factores debemos sumar el foco de atracción que debió ejercer dicha construcción sobre la población, de forma que fue generando en su entorno inmediato un creciente desarrollo. Precisamente en la parcela excavada en la C/ Secretario Carretero esquina con la C/ Antonio Maura, ha podido comprobarse que la construcción de tres cloacas bajo la vía principal no se hizo al mismo tiempo, sino que la cloaca central, tanto por su tamaño como por su cota, se relaciona con la evacuación de aguas del anfiteatro, mientras que las otras dos tenían como función evacuar las aguas pluviales de los pórticos que enmarcaban la calle. Se deriva de ello que primero se construyó el anfiteatro y su red de saneamiento y con posterioridad se urbanizó el entorno sobre la base de ejes viarios preestablecidos.

La construcción del anfiteatro Esta fase constituye, históricamente, el momento más importante del yacimiento, ya que condicionará de manera ineludible la ulterior evolución edilicia y funcional. Bien es cierto que, el conocimiento y estudio del edificio romano queda condicionado y altamente sesgado por dos condicionantes: lo limitado de los sectores excavados, y las afecciones subsiguientes a su pérdida de funcionalidad, principalmente centradas en el reaprovechamiento espacial y modificaciones arquitectónicas de época tardoantigua. No obstante estas limitaciones, en las siguientes páginas expondremos el estado actual de las investigaciones, que sin duda nos pueden llevar a comprender de una manera más precisa la fisonomía original de este gran edificio romano91. Como ya se apreció en la Primera Campaña, la fase postcalifal–tardoislámica, aun cuando sigue fosilizando la planta del edificio romano con pequeñas variaciones, no mantiene una conexión 91  En el análisis que proponemos hay cuestiones que quedan por el momento sin resolver y que sería preciso concretar conforme avance la investigación. Ciertamente, estas carencias pueden servir de acicate para futuras campañas de excavación, de forma que alcancemos, en un futuro lo más próximo posible, un mayor nivel de conocimiento de este singular edificio. Sin lugar a dudas, la comprensión global y exhaustiva del anfiteatro altoimperial será fundamental para la correcta interpretación de su evolución posterior y de las fases que se le superponen.

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directa con las estructuras del anfiteatro. El saqueo irregular de la construcción romana, así como la constante reocupación del espacio, dificulta en numerosas ocasiones la distinción clara entre los niveles constructivos y aquellos otros frutos del saqueo de sus estructuras, ya que los componentes que forman estos estratos son altamente similares. La labor de estudio realizada a partir de los resultados obtenidos durante la Campaña 2002-2004, permitió establecer una hipótesis aproximada de la fisonomía que tendría el edificio de espectáculos. Así, tomando como premisa estos datos, la Segunda Campaña se desarrolló al Oeste y Suroeste del sector excavado anteriormente, y se acometieron una serie de sondeos –2, 3, 4, 5, 6, 7, 8– encaminados a dar respuestas, en la medida de lo posible, a algunas cuestiones que no habían podido ser resueltas completamente en la Primera Campaña. Desafortunadamente, problemas tan interesantes como la presencia de una fossa bestiaria han quedado aún sin resolver, pues la mayor parte de la arena queda bajo el edificio del nuevo Rectorado (antigua Facultad de Veterinaria) y en la zona intervenida la presencia de la fase tardoantigua ha impedido, por el momento, alcanzar la superficie vinculada con el uso del anfiteatro92. Por otra parte, la

Fig. 87. Las áreas suburbanas de Colonia Patricia. © Convenio GMU-UCO.

92  Ya hemos avanzado que el sector intervenido es una pequeña franja del cuadrante Sureste del graderío, por lo que poco podemos decir de la arena en la actualidad, tan sólo que se encuentra bajo la esquina Suroeste del edificio de la antigua Facultad de Veterinaria, a una profundidad con respecto a la rasante actual superior a los 5 m. No contamos con datos que nos informen sobre la posibilidad de que hubiese una fossa bestiaria, pero es más que probable que así sea. Es normal

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orientación que, en principio, presenta el edificio –Noroeste-Sureste– y el hecho de que la fossa bestiaria constituye, principalmente, un corredor que discurre por el eje central del edificio y que se ensancha en el centro, formando un amplio espacio que puede estar cubierto con bóvedas o una estructura de madera, hace que este sector del anfiteatro quede fuera de nuestra zona de actuación. El nivel de arena debe situarse a una cota cercana a los 115 m.s.n.m. ya que el terreno geológico ha sido documentado, en el Sondeo 1, a una cota de 114,96 m.s.n.m., en tanto que en el sondeo realizado al interior de la primera estructura semicircular, en el “Sector Central” de la Campaña 2002-2004, sendos estratos geológicos, de arcillas y de gravas, se localizaron a la cota 115,39 y 115,18 m.s.n.m. La cota excavada en el Sondeo 1 está marcada por la superficie de la U.E. 5016, posiblemente identificada con un aporte sedimentario de carácter antrópico que, o bien ha generado un nivel de suelo para la arena del anfiteatro, o bien constituye un estrato preparatorio para nivelar y regularizar el terreno. Una futura intervención en este sector del yacimiento quizá nos pueda aportar mayor información sobre la arena93. A continuación analizaremos de forma pormenorizada las distintas zonas del anfiteatro, desde el muro que separaba la zona de espectáculo (arena) hasta el muro de fachada. El estudio detallado de los diversos elementos documentados en las dos campañas de excavación hasta el momento realizadas, así como diversos hallazgos producidos en actuaciones arqueológicas cercanas, nos permiten avanzar en la comprensión de este edificio. El muro que separaría la arena del graderío, el denominado podium, fue ya documentado en la Primera Campaña, aunque en un grado de conservación pésimo como consecuencia de los ulteriores procesos de transformación del edificio (Fig. 88). En la Segunda Campaña ha sido documentado en el Sondeo 2 (U.E. 4024), Sondeo 9 (U.E. 5507) y sector W del Corte 1 (U.E. 54), conservado en un estado muy próximo al original. La anchura media de este anillo, es de 3 pedes (+ 0,91 m), compuesto por sillares de dimensiones variables, entre 0,30 y 0,90 m de anchura, motivado por el trazado elíptico de la estructura. De manera constante debían hacerse correcciones en los bloques de calcarenita para configurar los muros curvos de modo que se adaptasen a la planta elíptica del edificio. Este hecho queda reflejado en la obra por la irregularidad de sus sillares, ya que de vez en cuando era necesario inser-

que bajo la arena de los anfiteatros de mayores dimensiones se localice la fossa bestiaria siguiendo el prototipo y la moda instaurada por el Colosseo de Roma (RAMALLO, 2002, 111). Estas fosas, que habitualmente se configuran como un corredor que recorre el edificio por su eje central, suelen tener un espacio más amplio justo en el centro. Este sótano solía estar cubierto por una bóveda, aunque a veces sólo se disponía sobre él una estructura de madera que no se conserva en la actualidad. En muchas ocasiones combinan ambas técnicas, permitiendo así que, en determinado punto de la arena, se pudiese levantar la estructura de madera para hacer salir a las fieras. La combinación de elementos pétreos y lígneos cuenta con un ejemplo paradigmático en el Coliseo romano (BESTE, 2000, Figs. 5, 8 y 11). Del mismo modo, y si tenemos en cuenta la consideración de Ramallo (2002, 111) respecto al Coliseo como modelo para estas fossae, la supuesta para el anfiteatro de Córdoba pudo deberse a un momento posterior a la construcción del edificio que así se adaptaba de forma idónea a los servicios que el desarrollo y preparación de los espectáculos requería. Sin embargo, una de las máximas autoridades mundiales en este tipo de edificios, J. C. Golvin, no se muestra tan categórico en esta cuestión, y aunque señala la no presencia de estas dependencias subterráneas en los anfiteatros republicanos, data el momento de aparición de las fossae bestiariae como muy pronto en época augustea y como muy tarde a finales de época julio-claudia, siempre con anterioridad al Coliseo (GOLVIN, 1988, 330 ss.) y dentro del margen cronológico que en la actualidad planteamos para el momento fundacional del anfiteatro patriciense. 93  Aun cuando en las dos campañas de excavación hasta ahora realizadas la documentación del terreno geológico previo a la construcción del anfiteatro sólo ha sido posible de un modo muy puntual, contamos con datos suficientes, en combinación con la información obtenida en intervenciones arqueológicas del entorno, para aproximarnos con cierta seguridad a la paleotopografía de la zona. Así, en la zona de la arena encontramos las arcillas rojas cuaternarias características de la tercera terraza fluvial sobre la que se asienta el anfiteatro a una cota de c. 114,96 m. En el sector del ambulacrum, Junto a la que hemos identificado como posible fachada del anfiteatro, el terreno geológico aparece a una cota de 114,70 m.

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Fig. 88. El podium del anfiteatro. © Convenio GMU-UCO.

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tar bloques más estrechos, que permitiesen realizar estas modificaciones del trazado de una forma sencilla y casi imperceptible. Un buen ejemplo de ello lo encontramos en el Sondeo 2 (U.E. 4024), cuyos sillares son significativamente más estrechos que los documentados en el Sondeo 9 y en el sector occidental del Corte 1. Observando detenidamente el muro (UU.EE. 4024, 5507 y 54) comprobamos que dos parejas de sillares sobresalen de la línea general hacia el Norte, circunstancia que podría estar indicando la presencia de pilares o pilastras adosadas hacia la arena (Fig. 89). Esta articulación del muro de la arena lo encontramos igualmente en Capua (TOSI, 2003, Tav. III-Fig. 28), donde se han dispuesto de manera equidistante varios pilares94. Por otra parte, podrían ser también indicadores de la presencia de vanos o entradas, que dieran paso desde la arena a las zonas de servicio del edificio. En los tramos documentados en el Sondeo 2 y Sondeo 9, hemos podido analizar la cara Sur del muro que, presenta un extremado cuidado en la definición de su contorno, ligeramente achaflanado para facilitar la unión entre bloques, así como un almohadillado grueso pero bien definido, remarcado por un marco rebajado de ±10 cm, a modo de anathyrosis95. Este almohadillado ha sido retallado en algunos casos, aunque nunca ha sido eliminado. En el sobrelecho de la estructura se documentó asimismo una fina capa de arcilla, como si se tratara de una lechada. Esta arcilla tendría una doble funcionalidad, facilitar el desplazamiento horizontal de los sillares hasta ser colocados en su lugar definitivo dentro de la hilada, y la cubrición de las pequeñas irregularidades que pudieran presentar los sillares y así facilitar la unión de las hiladas. La cara Norte, por el contrario, no ha podido documentarse en alzado, mostrándonos, en principio, un perfil algo más irregular en el Sondeo 9 y más homogéneo en el Sondeo 2 y en el tramo documentado en el Corte 1. Este hecho probablemente responda a los efectos del saqueo y amortización sobre este frente visto. Respecto al alzado del muro que separaba la arena del graderío poco podemos decir aparte de la hipótesis establecida en la Campaña 2002-2004 de que su altura vista se situaría en torno a los 2,5 m96. Normalmente suele estar coronado por una cornisa y pretil (balteus), estando frecuentemente decorado con escenas tanto pictóricas como relivarias alusivas a los espectáculos desarrollados en el edificio. Uno de los mejores ejemplos hispanos de estas representaciones lo encontramos en Mérida (ÁLVAREZ y NOGALES, 1995, 267-269). La actuación desarrollada durante la Campaña 2002-2004, localizó en su extremo más noroccidental la presencia de numerosas esquirlas de caliza micrítica gris y caliza nodulosa violácea. Aunque no se ha localizado ninguna pieza que pueda ser adscrita al coronamiento del podium97, este estrato (U.E. 564 del SC/02-03) evidencia, de forma clara, el trabajo de retalla que los marmorarii desarrollaron durante el proceso de “marmorización” del podium o las zonas más próximas a la arena. Este sector del edificio, por albergar a un público de más alto nivel social, presentaría sin duda una riqueza mayor en sus materiales que el resto del graderío. Durante la Segunda Campaña de excavación, gran parte de los trabajos se han desarrollado al Oeste del sector donde se localizó la abundante retalla de caliza micrítica gris, sin que se documentara un estrato de similares características. Este hecho es debido, en parte, a que al Norte del muro del podium –lugar donde se hallaron estas esquirlas en la campaña precedente– no se ha alcanzado

94  Siguiendo este ejemplo itálico y atendiendo a la situación de las dos parejas de sillares sobresalientes, podríamos establecer una premisa por la cual, cada 10 pedes se establecería un pilar, hipótesis ésta que deberá ser tenida en cuenta en la próxima campaña de excavación. 95  Un tratamiento similar de los sillares se observa en el anfiteatro de Itálica (ROLDÁN, 1994, 216, Fig. 3, Lám. 4). 96  Estos 8 pies suele ser la altura de los podia de numerosos anfiteatros (Casinum, Syracusae, Carthago, Aventicum, Thysdrus, Lupiae, Forum Iuliae, Roma, Nemausus). La altura media sin balteus se sitúa en 2,63 m, y con balteus en 2,90 m (cfr. GOLVIN, 1988, 315, Pl. 35). 97  Debemos tener en cuenta las sucesivas y constantes afecciones que presenta este sector del edificio y la escasa proporción excavada respecto a la totalidad del edificio.

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la cota de 117,59 m.s.n.m. –nivel en el que se documentan los fragmentos marmóreos–, y en parte, por las profundas transformaciones experimentadas por el sector durante el período tardorromano. De la cornisa que coronaba el muro de la arena no se ha conservado ninguna pieza que nos pueda indicar su perfil. Ésta debería estar realizada en calcarenita o más probablemente, y atendiendo a la abundante presencia de lascas de piedra de mina (U.E. 564 del SC/02-03) localizadas junto al muro de podium en la Campaña 2002-2004, en este marmor local. No sería extraña la utilización de este material para la realización de la moldura del podium, ya que la zona de la proedria, de los edificios de espectáculos, recibía una mayor decoración y marmorización, resaltando así el lugar de preferencia. La utilización de piedra de mina como elemento arquitectónico ornamental, cuenta con otros precedentes en Colonia Patricia. En el teatro, realizado unos años antes, se localizan cornisas de caliza micrítica gris de doble frente como remate del graderío (MÁRQUEZ MORENO, 1998a, 183, Lám. 57.1). En el estrato U.E. 564 del SC/02-03, también se localizaron numerosas lascas de caliza nodulosa violácea; éste material no era utilizado habitualmente, para la realización de cornisas, dada su naturaleza exfoliante, lo que la relegó casi desde el primer momento a basamentos y pavimentación. El hallazgo de estos fragmentos de caliza marmórea en el ambulacrum98, situado entre el cuarto y el quinto anillo, nos hace pensar que éste fue el material elegido para la pavimentación de los principales pasillos de distribución, ya que en la zona del ambulacrum interno, se documenta un estrato formado únicamente por retalla de este material (vid. infra). En Colonia Patricia es habitual encontrar placas de caliza nodulosa violácea en la confección de pavimentos, el ejemplo más destacado es, quizá, la plaza superior del Centro de Culto Imperial de la C/ Claudio Marcelo. También contamos con algún ejemplo de su utilización como basamento, en el Mausoleo de Puerta de Gallegos, donde presentan un juego de molduras muy simple, dada la dificultad de labra de este material. Desde el podium hasta la fachada se desarrollaba todo el graderío. Los asientos estaban distribuidos por maeniana, según la categoría social de los espectadores. Atendiendo a los ejemplos tarraconense y emeritense, en el que las gradas se dividen en tres niveles, y dado el grado de arrasamiento en el que se halla nuestro edificio, nada nos impide imaginar una situación similar en el caso cordobés. Estos tres niveles de asientos (maeniana), estaban separados entre sí por unos corredores de distribución (praecinctiones) y por un sistema de barandillas (balteus), de tal modo que el sector inferior era el más estrecho, ya que estaba reservado a la élite social, y el superior era el más amplio, para albergar a la plebe y los esclavos (MELCHOR y RODRÍGUEZ, 2002, 149). Aunque en la Segunda Campaña no se han detectado nuevas estructuras pertenecientes a las substructiones del edificio –exceptuando parte del anillo del podium y la zanja de saqueo de una tiranta entre el segundo y tercer anillo–, sí se han obtenido datos relevantes que permiten aquilatar la interpretación ya propuesta a partir de los resultados de la Primera Campaña. Un dato significativo, que ha podido ser comprobado ahora, es la ausencia de tirantas entre el muro del podium y el segundo anillo, y la presencia de un gran estrato de calcarenita (UU.EE. 4030, 5519, 705 del SC/02-03) que se extiende al Sur del muro del podium de una manera uniforme, a una cota media de 117,30 m.s.n.m. Este estrato formado por la retalla de los sillares de calcarenita presenta una rodaduras tanto en el Sondeo 9 como en el Sondeo 2 que pueden interpretarse como la huella de la herramienta utilizada para su asentamiento, compactación y nivelación. Los grandes proyectos edilicios de época romana, conllevaban toda una serie de complejidades en su realización, lo que motivó que sus constructores buscaran y desarrollasen toda una suerte de herramientas y métodos de trabajo, adaptables a diversas situaciones y espacios. En el caso de la compactación de paquetes sedimentarios o gravas finas, se recurría a los pisones y a grandes rodillos. 98  Estas lascas se han detectado en un nivel, aparentemente de saqueo, formando un estrato uniforme, en el que únicamente se encuentra ese material.

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Fig. 89. Planta correspondiente a las estructuras del anfiteatro excavadas en la Primera y Segunda Campañas. © Convenio GMUUCO.

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Ante estos hechos, cabría plantearse varias hipótesis. Por un lado, podríamos pensar que al Sur del podium, se dispuso un primer ambulacrum que permitiera coser, mediante una bóveda, el muro del podium al siguiente anillo. Los empujes y las cargas de los edificios de espectáculos adoptan direcciones diferentes, lo que dificulta sobremanera la erección de sus subestructuras. A los empujes verticales, típicos de toda edificación, se unen una serie de cargas diagonales, generadas por la colocación de los asientos de los espectadores. El graderío, con su disposición ascendente desde la arena hacia el muro de fachada, genera un empuje inverso, de manera que si el muro del podium no estuviese cosido de alguna forma al siguiente anillo, éste acabaría vencido por las presiones acumuladas. La localización de dos ambulacra nos permitiría pensar, por otra parte, en un sistema de distribución de los espectadores estructurado en función del nivel social al que pertenecen. Debemos suponer que la élite patriciense penetraría en el edificio por puertas diferentes a las de la plebe; estos accesos los conducirían directamente hacia la imma cavea. El resto de la población sería conducida por otras puertas hacia el primer ambulacrum y desde ahí, a través de diversos vomitoria hacia los praecinctiones que separaban los maeniana. Los vomitoria estarían articulados de una manera rítmica, aunque no consecutiva, de modo que pudieran intercalarse zonas de servicio, necesarias para el funcionamiento de los diferentes espectáculos que se llevaban a cabo en el edificio lúdico. Pero de admitir semejante hipótesis, ¿para qué se nivelaron y compactaron tan firmemente los sedimentos al Sur del muro del podium? Es más, ¿cómo explicar el hecho comprobado de que estos rellenos constructivos se sitúen a una cota de más de 2 m por encima del plausible nivel de suelo de la arena? ConsiEl anfiteatro romano de Córdoba y su entorno urbano. Análisis arqueológico (ss. I-XIII d.C.)

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deramos que la existencia de un segundo ambulacrum perimetral entre el muro del podium y la imma cavea debe ser rechazado ante la evidencia arqueológica disponible, lo que obliga a reconsiderar las peculiaridades de esta parte del edificio. La inexistencia de elementos de trabazón entre el podium y las substructiones de la imma cavea nos indica que sobre aquél no debía recaer la presión del graderío, constituyéndose en un elemento formal pero no estructural, independiente del resto del edificio. Esto nos lleva a identificar este espacio como la proedria, el lugar destinado a las personalidades con mayor honor dentro de la comunidad. Si esto fuera así, tendría perfecta lógica tanto la ausencia de muros transversales como la existencia entre el muro del podium y el segundo anillo de un gran relleno constructivo, similar al de los casetones. El nivel de arrasamiento que presenta el anfiteatro cordobés hace que, hoy por hoy, la restitución del graderío sea una hipótesis. No obstante, observando la disposición de los anillos que se han podido documentar y prolongando su trazado para tener una mayor perspectiva del desarrollo de las substructiones, comprobamos como, al igual que en los demás anfiteatros del Imperio, la separación entre anillos va aumentando conforme nos aproximamos al muro de fachada (Fig. 89 y Tabla 2). Tabla 2

Podium Proedria “Segundo anillo” Primer casetón “Tercer anillo” Segundo casetón “Cuarto anillo” Ambulacrum “Quinto anillo” Tercer casetón “Sexto anillo”/Puertas (*)

metros 0,910 3,922 1,132 3,202 1,142 8,563 1,329 4,164 1,468 12,771 1,149

pedes (0,303 m) 3 12,94 3,75 10,56 3,76 28,26 4,38 13,75 4,85 42,14 3,79

∑m 0 4,832 5,964 9,166 10,308 18,871 20,2 24,364 25,832 38,603 39,752

∑ pedes 0 15,94 19,68 30,25 34,01 62,28 66,66 80,40 85,25 127,40 131,19

Los anillos y tirantas que conformaban las substructiones del edificio de espectáculos se realizaron en opus quadratum, si bien, sobre un basamento de opus caementicium, tal y como ya observara Santos Gener (cfr. VENTURA, 1996b, Fig. 131), procedimiento utilizado seguramente para nivelar y acondicionar el terreno (Fig. 91). Una práctica similar se documenta en el Complejo de Culto Imperial de la C/ Claudio Marcelo. La utilización generalizada de la calcarenita, tanto para la decoración ornamental de edificios como para el levantamiento mural de los mismos se debió sin duda, a la proximidad de este material a Córdoba. La piedra calcárea utilizada en la edificación romana de Colonia Patricia responde a la compactación y cementación de sedimentos marinos ocurridos en el Mioceno. En la conexión de Sierra Morena con el valle del Guadalquivir son frecuentes esos afloramientos de calcarenita en forma de bancadas, existiendo en el entorno de Córdoba una zona realmente extensa. Algunas canteras documentadas se hallan en Sta. María de la Albaida, Cuevas Romanas y Carrera del Caballo, si bien sobreexplotadas en épocas posteriores (PENCO, MORENO y GUTIÉRREZ, 2004, 233). La calcarenita empleada en el edificio se clasifica, según sus cualidades físicas (ADAM, 1989, 23 ss.), como una piedra blanda de fácil labra pero igualmente resistente, aunque en numerosas ocasiones recibía un revoco que permitiera una decoración pictórica y una protección frente a las inclemencias atmosféricas. La utilización masiva de sillares de calcarenita para la edificación en Colonia Patricia fue una constante. Tanto es así que sus constructores, aunque conocían el opus camenticium, preferían ediMonografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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ficar con piedra y relegaban a éste para un papel secundario. El caementicium (Fig. 92) es utilizado en la capital de la Provincia Baetica como elemento regularizador del terreno, como núcleo de una escalera o para la realización de cisternas, pero no para el alzado de un edificio. Los sillares de las tirantas del anfiteatro muestran unas dimensiones más homogéneas que los dispuestos en los anillos, como se pudo comprobar en la riostra U.E. 762 del SC/02-03, documentada entre el tercer y cuarto anillo. Sus dimensiones medias son de 3 x 3 pedes, aunque en ocasiones se insertaban sillares más estrechos (U.E. 38 del SC/02-03) dependiendo del trazado de los anillos. El segundo y tercer anillos estaban “cosidos” mediante estas riostras (Fig. 93), como ya se pudo documentar en la Primera Campaña (UU.EE. 657 y 682). En la Segunda Campaña no hemos podido documentar dichas estructuras, pero sí, parcialmente, la zanja de saqueo de una de ellas en el Sondeo 10. El proceso constructivo llevado a cabo para la realización de las substructiones del anfiteatro es similar al seguido durante la edificación del Complejo de Culto Imperial de la C/ Claudio Marcelo. Ambos conjuntos arquitectónicos establecen sucesivos horizontes constructivos, de modo que el desplazamiento de los sillares hasta su lugar definitivo dentro de la obra fuera horizontal. La ausencia de merlones para angarillas, orificios en sus caras laterales para recibir tenazas, o mortajas para castañuela en su sobrelecho que permitieran su elevación con una maquina tractorae y la constante presencia de líneas de replanteo y orificios de avance en el sobrelecho de los sillares, apunta a un sistema de trabajo establecido de forma horizontal (Fig. 94). Este método de trabajo generaba una serie de rellenos entre los muros de sillares, siempre y cuando dicho espacio no estuviese destinado a albergar una habitación o un vomitorium (Fig. 95). Estos casetones, se caracterizan por la alternancia de estratos de arcillas rojas y de picadura de sillar, generada por su retalla, los cuales suelen coincidir con la disposición de las hiladas. No obstante, a partir de un determinado nivel, el proceso constructivo sería necesariamente transformado y comenzarían a utilizarse elementos para la elevación de los bloques, ya que el edificio se componía de múltiples espacios y corredores para el tránsito de operarios y espectadores. En el pilar de unión entre las estructuras UU.EE. 762 del SC/02-03 y 37 del SC/02-03, el punto más alto documentado de las substructiones del edifico, se aprecia claramente la mortaja para una castañuela. Esto nos indica que a partir de un nivel de 118,47 m.s.n.m., al menos en el espacio comprendido entre el cuarto anillo y el muro de fachada, se requirió de maquinae tractorae para el desarrollo de los trabajos. La utilización de grúas en grandes proyectos edilicios es un hecho frecuente en el mundo romano. El tipo más utilizado era la cabria, que permitía una basculación del mástil de 35º respecto a la vertical, aunque no proporcionaba el giro (TAYLOR, 2003, 160). Dado el movimiento que podían realizar estas grúas, debía dejarse una distancia mínima entre éstas y los muros, de modo que pudiesen circular los carros que transportaban los sillares o, al menos, los bloques ceñidos por ruedas de madera. Alcanzamos así la zona del ambulacrum, un espacio de c. 4,20 m (14 pedes) de anchura, que circundaría todo el edificio para facilitar el tránsito de la mayor parte del público asistente (Fig. 96). En este sector se documentaron, ya en la Campaña 2002-2004, una serie de piezas que, por su morfología, fueron identificadas como dovelas de una bóveda de cañón (MORENO ALMENARA et alii, 2004, 211 y 230), las cuales se hallaban entremezcladas con grandes fragmentos de opus caementicium (Fig. 94). Durante la presente intervención, no se han detectado más piezas de este tipo en este sector, exceptuando la reutilización de algún fragmento de caementicium en la cimentación de estructuras posteriores. No obstante, en el extremo Suroeste de la zona delimitada como Parque Arqueológico, una vez retiradas las capas contemporáneas, se pudo observar un gran derrumbe que presenta un conjunto de piezas muy similares a las documentadas durante la Primera Campaña. Dichas piezas, corresponden a grandes bloques de calcarenita de perfil adovelado y diversos entalles pertenecientes al despiece de una bóveda de dovelas engatilladas, las cuales se hallan en[ 258 ]

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tremezcladas con grandes fragmentos de caementicium pertenecientes a la preparación del graderío. Dicho derrumbe no ha sido excavado, por lo que su estudio se ha realizado de manera superficial y esperamos que en próximas intervenciones se pueda documentar de manera más completa esta acumulación de piezas –entre las que se aventura la situación de un pilar correspondiente al quinto anillo–, que pudiera estar cubriendo el nivel de suelo de este gran corredor. Estos datos, unidos al derrumbe documentado en la intervención arqueológica llevada a cabo en C/ Albéniz 2 (ORTIZ URBANO, 2009) (Fig. 97), nos describen un gran espacio anular cubierto por una bóveda de sillería de extrema laboriosidad. La utilización de dovelas engatilladas en la construcción de la bóveda y la ausencia total de mortajas para grapas en ellas, establecen un complejo puzle tridimensional, en el que la geometría constituyó un elemento fundamental a la hora de plantear su realización. Las dovelas engatilladas permiten que la fábrica sea autoportante, estableciendo un sistema solidario que repartía de manera equilibrada los grandes empujes verticales hacia los muros laterales del espacio (anillos cuarto y quinto). Estos anillos, por su parte, tenían todo un sistema de contrafuertes, riostras y casetones, los cuales harían que, aunque se establecieran determinados espacios de tránsito, las cargas de los pisos superiores, en concreto la gran cama de caementicium sobre la que se disponían las gradas, fueran repartidas a lo largo de toda la estructura, impidiendo así que la bóveda terminara hundiéndose por el peso que soportaba. Para la realización de cubiertas abovedadas los romanos utilizaron cimbras de madera, que permitieran el apoyo de los bloques pétreos durante el proceso constructivo. Estos armazones estaban constituidos, principalmente, por dos arcos de madera, triangulados y unidos por un tablero semicilíndrico, denominado manto de cimbra. Toda esta estructura era apuntalada con postes o mediante una tiranta al nivel de la imposta, por lo que pudieron estar fijados a la pared, para una mayor estabilidad del andamiaje (ADAM, 1989,189-191). Aunque en nuestro caso no contamos con una altura de paramento suficiente para documentar los orificios de anclaje de las cimbras, existen algunos ejemplos en este aspecto, como es el caso de Itálica (ROLDÁN, 1994, 222-223, Figs. 9, Lám.12) (Fig. 98). En nuestra intervención no se han detectado elementos arquitectónicos pertenecientes a la ornamentación interna del ambulacrum, no obstante, en la excavación llevada a cabo en C/ Albéniz 2, se documentó una cornisa de caliza, algo fragmentada, formada por un listel, y una cima reversa (Fig. 99). Sus dimensiones, próximas al medio metro, nos llevan a plantear la posibilidad de que se trate de la línea de imposta de la bóveda de cañón que cubría el ambulacrum, o de uno de los arcos que daban acceso desde éste hacia otros espacios, ya fuera un vomitorium o una habitación. En el anfiteatro de Segobriga encontramos una cornisa con un despiece similar en uno de los vomitoria que daban acceso a la segunda praecinctio (ALMAGRO y ALMAGRO, 1995, Fig. 10). Igualmente, en la Campaña 2002-2004 se documentó otra cornisa de calcarenita muy deteriorada, cuyo juego de molduras consiste en un listel, una cima

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Fig. 90. Tramo del podium (U.E. 4024) documentado en el Sondeo 2.

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Fig. 91. Técnica edilicia empleada para la construcción del anfiteatro. © Convenio GMU-UCO.

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recta, y dos nuevos listeles. Sin duda formaba parte de la decoración del edificio, aunque su localización dentro de él es algo confusa. La pieza se halló en un nivel revuelto y, por sus dimensiones, podría pertenecer a una zona interna o al desarrollo de la fachada exterior del anfiteatro. La decoración interna del edificio debió ser muy variada. En diversos niveles, se localizan fragmentos y lascas de mármoles de color, especialmente en la zona del ambulacrum, donde, aparte del estrato compuesto por lascas de caliza nodulosa violácea (vid. supra), se han documentado potentes niveles de saqueo con abundante material marmóreo (Fig. 100). En estos paquetes, generados por el spolium del edificio, se han hallado placas con huellas de corte, fruto, sin duda, de la labor de una officina marmórea (GUTIÉRREZ DEZA, 2004, 565-569). Entre el ambulacrum y el muro de fachada se aprecia un gran estrato de picadura de sillar, dispuesto sobre arcillas geológicas, con un buzamiento Noroeste-Sureste que da como resultado una diferencia de cota entre ambos espacios de 0,60 m (117,00 a 116,38). Esto nos puede estar indicando que, en este punto, el acceso al interior del edificio se hacía mediante una suave rampa99, la cual también evitaría que ante una acumulación de agua al exterior, ésta penetrara en el interior del edificio. Llegamos así al muro que definía la posible fachada (U.E. 2017), documentado únicamente en la Campaña 2002-2004, y del cual sólo conocemos dos pilares de 2,66 m que enmarcaban sendos vanos cerrados mediante puertas, de las que se han conservado las quicialeras talladas en los sólidos umbrales de sillería, que muestran además un resalte al exterior para servir de tope (Fig. 101). Este detalle demuestra que las puertas, que cerraban un vano de 3,015 m (10 pies), sólo podían abrir hacia el interior del edificio. De acuerdo con las características del tipo de anfiteatro en el que se encuadraría el de Córdoba (vid. infra), no es previsible que la fachada estuviera articulada por un frente continuo de vanos, pues ello obligaría a la disposición de un ambulacrum externo, cubierto por una bóveda, para el que no contamos con la menor evidencia. Por el contrario, la solución más plausible sería una fachada mayoritariamente ciega100 en la que sólo se abrirían vanos de acceso coincidentes con los cuatro extremos de los ejes mayor y menor, a los que se sumarían otros

Fig. 92. Bloques de opus caementicium empleados en la cavea del anfiteatro. © Convenio GMUUCO.

99  También el nivel del suelo en el acceso al vomitorium desde el ambulacrum se disponía a una cota de c. 117,10 m. 100  Este carácter “ciego” sería de aplicación a nivel de un número limitado de accesos desde el exterior, por cuanto la gigantesca fachada debió estar animada por un juego de pilastras y arcos que enmarcarían las vías de acceso al interior del edificio dotándola de una plástica arquitectónica, en tanto que los tramos entre los accesos posiblemente estarían articulados, como en Mérida, por grandes pilares.

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Fig. 93. Cimentaciones de la imma cavea del anfiteatro. © Convenio GMU-UCO.

intermedios, en número de cuatro, ocho o, más probablemente dadas las dimensiones de nuestro anfiteatro, de doce (cfr. Fig. 111). Esto elevaría a dieciséis el número hipotético de accesos al anfiteatro de Colonia Patricia, como encontramos en el de Emerita Augusta, uno de los más próximos por su tipología, planta y características al nuestro. Una vez analizadas las subestructuras y estructuras documentadas durante las intervenciones arqueológicas llevadas a cabo en el yacimiento, debemos centrarnos ahora en el graderío. Como ya apuntamos más arriba, sobre los casetones de rellenos constructivos delimitados por muros de sillería y los espacios de tránsito con cubierta abovedada que constituían el esqueleto del edificio, se disponía una gruesa cama de opus caementicium que cerraba por arriba, a modo de epidermis, todo el conjunto (Fig. 92), de un modo similar a como ocurre en Mérida (BENDALA y DURÁN, 1994, 251). Se definía así una superficie uniforme e inclinada, para la disposición, sobre ella de los asientos (subsellia), al igual que ocurre en el teatro (VENTURA, 1996b, 179-180). No obstante, también cabe la posibilidad de que la superficie generada fuera ligeramente escalonada, y los asientos fueran de sección cúbica, o que, al menos, su plano de apoyo no fuera inclinado. Todos los fragmentos de caementicium recuperados presentan idénticas características. Un grueso rudus entremezclado con abundante cal, formando una capa de c. 25 cm, sobre la que se dispone una segunda capa muy depurada de argamasa, la cual ha sido perfectamente alisada y regularizada, para ofrecer así una superficie uniforme. Sobre este caementicium se dispusieron los bloques o piezas que servían de asiento a los espectadores.

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La disposición de los anillos y el sistema de tirantas establecido para su “cosido”, unido a las dimensiones medias estimadas para un asiento –0,50 m de alto, 0,45 m de desarrollo lineal y 1 m de profundidad–, nos permiten aventurar el número de filas que pudieran tener las distintas maeniana. Así pues, la imma cavea ocuparía aproximadamente 28 pedes y albergaría entre 3 y 6 filas de asientos, la media cavea, c. 30 pedes, con 8 filas de asientos y la summa cavea, en torno a 44 pedes y 12 filas de asientos. Estas 26 filas mínimas de asientos estables de las que pudo disponer nuestro anfiteatro pudieron verse incrementadas en determinadas ocasiones con otras 5 filas dispuestas en una summa cavea in ligneis (cfr. infra Figs. 111 y 112 y Tabla 3). Tabla 3

Proedria (*) Imma cavea Media cavea Summa cavea Summa in ligneis (**)

Anch. (m.) 4,19 4,19 + 4,39 9,04 13,25 5,96 36,83

Pedes Filas Metros/fila 14 (*) 14 + 14 3 - 6 1,43 30 8 1,13 44 12 1,10 20 5 1,19 122 31 1,18

Fig. 94. Diferentes sistemas de elevación de bloques pétreos y machinae tractorae utilizadas en época romana (arriba) y dovelas engatilladas empleadas para la bóveda del ambulacrum, con detalle de una mortaja para castañuela de elevación (abajo, derecha). © Convenio GMU-UCO.

Las gradas estarían separadas por praecinctiones cuya anchura puede ser variable, sin que tengamos datos concretos para asegurar unas medidas determinadas. No obstante, pensamos que la praecinctio inmediatamente posterior a la imma cavea quizá fue más ancha que la que separaba la media y summa cavea, para marcar distancia con las clases altas. Hacia este corredor llegaba un vomitorio que arrancaba del ambulacrum situado entre media y summa cavea, y que fue documentado en la Campaña 2002-2004. Por desgracia, no conservamos restos de los subsellia de la media y summa cavea, dado el nivel de arrasamiento que se documenta en este sector excavado del anfiteatro. No obstante, tras analizar detenidamente las partes de las que se compone un edificio tan complejo como éste y a tenor de los hallazgos próximos –a los que quizá podemos aplicar un criterio de cercanía–, podríamos aventurar una hipótesis sobre determinados asientos localizados en la zona de la proedria. El nivel de arrasamiento que generalmente presentan los anfiteatros hace que, en la mayor parte de las ocasiones, apenas si se pueda estudiar el graderío de una manera completa y pormenorizada. La división de los maeniana por las praecinctiones queda reflejada en el edificio, tanto en la distribución de sus subestructuras, como en el desarrollo del graderío, ya que entre los distintos niveles se dispone este corredor, más ancho, para facilitar el tránsito de los asistentes. Otros elementos claramente visibles son los vomitoria, que daban acceso desde el interior del edificio

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Fig. 95. Cimentaciones de la media cavea del anfiteatro. © Convenio GMU-UCO.

Fig. 96. Cimentaciones del ambulacrum entre la media y la summa cavea. © Convenio GMU-UCO.

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hacia el gradus, y las scalariae, que dividían la zona de asientos en sectores, denominados cunei. Pero dentro de todas estas generalidades referentes al sector dedicado a los espectadores, en la imma cavea, se dispusieron uno o varios espacios destacados. Éstos, no sólo sobresalían respecto a la media y summa cavea, sino que también quedaban resaltados frente a los restantes de la imma cavea, donde se situaban. En los teatros, en el sector de la proedria –asientos de honor, reservados para los sacerdotes y notables de la ciudad– o en las gradas bajas que rodean el balteus, se disponía una serie de bisellia –asientos para invitados distinguidos–, los cuales podían estar diferenciados del resto de localidades de la imma cavea por su mayor elaboración o por quedar enmarcados por un murete que los separaba del resto del gradus. Esta separación podía implicar asimismo, que el trazado de estos asientos no siguiera el mismo que desarrollaban los de la proedria, como puede verse en diversos ejemplos, como ocurre en el teatro romano de Hierapolis (Turquía). Este conjunto de plazas “notables” o tribunalia, podían disponerse sobre las entradas laterales al edificio, dando lugar a unos palcos suplementarios que aislaban a los espectadores alojados en ellos del resto de asistentes situados en el mismo nivel. Estas plazas estaban reservadas para algún invitado de gran renombre, para quien había sufragado el espectáculo y sus invitados, o quizá para algún representante de la familia imperial o de la autoridad local101 (BELTRÁN y PINA, 2003, 45). Esta última, presidía el espectáculo desde un lugar centrado y principal, la tribuna, que podría constituir un espacio independizado del resto del graderío, como es el caso del mencionado teatro de Hierapolis (Fig. 102). Este teatro presenta, en el eje central del graderío, un palco semicircular, con un banco corrido con alto respaldo, que individualiza el espacio del resto de los asientos cercanos. Estos “palcos” no eran exclusivos del teatro; en los circos encontramos, igualmente, un gran palco de honor (Fig. 103), el cual podía albergar un desarrollo arquitectónico ricamente ornamentado102 (REGGIANI, 1988, 152-154, Figs. 9 a 12). Desde este lugar, la autoridad y representantes de la oligarquía local o imperial, presidían los espectáculos. El pulvinar o tribuna presidencial de los circos, se situaba en el centro del graderío de uno de sus lados. Es decir, los grandes edificios lúdicos, reservaban una zona para las autoridades, patrocinadores de los espectáculos y grupos sociales destacados, marcando una separación física y social respecto al resto de la comunidad. Al estudiar detenidamente los distintos anfiteatros repartidos por el Imperio, se observa con frecuencia la existencia de uno o varios palcos, insertos en la imma

Fig. 97. Acumulación de elementos pétreos pertenecientes al saqueo del ambulacrum del anfiteatro, documentados en la excavación de la C/ Albéniz, 2. Fotografía: R. ORTIZ.

101  Suetonio nos cuenta que las vestales tenían un lugar reservado frente a la tribuna del pretor (BELTRÁN y PINA, 2003). 102  En diversos relieves podemos ver representadas carreras de cuadrigas o venationes en las que, en segundo plano, se aprecia una estructura con personajes asomados, que ha sido interpretada como la gran tribuna presidencial (HUMPHREY, 1986).

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Fig. 98. Para la realización de arcos y bóvedas se utilizaron cimbras de madera. Los andamios podían fijarse al suelo, a la pared o a ambos para facilitar su estabilidad (arriba). Detalle del muro U.E. 38/SC-02-03, donde se observan un conjunto de orificios que pudieran ser la huella de andamios. © Convenio GMU-UCO.

Fig. 99. Cornisa hallada en el derrumbe de la C/ Albéniz, 2 (Fotografía: R. ORTIZ) y cornisa perteneciente al arco de un vomitorio del anfiteatro de Segóbriga (ALMAGRO y ALMAGRO, 1994).

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cavea. Este espacio, quedaba bien delimitado por un murete que lo individualizaba de los asientos circundantes. En el Coliseo de Roma se dispusieron dos grandes palcos, coincidentes con el eje menor del edificio, uno destinado al emperador y otro a la emperatriz. El primero, denominado pulvinar, albergaba al emperador, sus familiares varones e invitados de honor. En las gradas de enfrente se situaba la tribuna editoris, reservada para la emperatriz, su séquito femenino, las vestales y los magistrados o patrocinadores (editoris) del espectáculo (BOMGARDNER, 2000, 9). Estos palcos se documentan igualmente en otros anfiteatros provinciales (Fig. 104). En el ámbito hispano contamos con el ejemplo de las otras dos capitales de provincia: Emerita Augusta (DURÁN, 2004, 134) (Fig. 105) y Tarraco (RUIZ DE ARBULO, 2006). La tribuna principal estaría destinada para el gobernador, el procurador y el flamen provincial, los dos duoviros de la colonia y en caso de que estuviesen en la ciudad, los patronos de la ciudad y la provincia. En la tribuna opuesta, se situaba el patrocinador del espectáculo y las mujeres de las autoridades (RUÍZ DE ARBULO, 2006, 39-40, 209). En cuanto al resto de provincias romanas, contamos con numerosos ejemplos, como Arelate, Putteoli, Capua, Salona, Augusta Raurica… Una vez constatada la presencia de un espacio destacado dentro del discurso del graderío de la imma cavea, debemos tener en consideración el conjunto de piezas aparecidas al Norte de nuestra intervención. En la excavación realizada en el antiguo Cuartel del San Rafael, situada a escasos doscientos metros del anfiteatro cordobés (Fig. 106), se halló una gran acumulación de piezas arquitectónicas realizadas en materiales diversos (mármol blanco, piedra de mina, caliza nodulosa violácea y calcarenita) cuyo destino principal podría haber sido su reutilización en el cercano complejo monumental de Cercadilla (FUERTES, RODERO y ARIZA, 2007; TORRERAS, 2009, 469). En un reciente trabajo, Torreras (2009, 461-482) nos habla de la posibilidad de que todas ellas pertenezcan a uno o varios edificios, aunque también indica que deben pertenecer al centro monumental de la ciudad, desde donde habrían sido transportadas. No obstante, y a falta de evidencia alguna que avale dicha suposición, no encontramos obstáculo alguno para que dichas piezas, o al menos una parte de ellas, puedan pertenecer al expolio del cercano anfiteatro. Entre el conjunto pétreo, destacan 15 piezas realizadas en caliza micrítica gris, con perfil formado por una gran gola y listel inferior (Fig. 107). Suponiendo que todas ellas pertenecieran a un mismo conjunto, estaríamos ante un banco corrido de planta cóncava. Esta tipología se

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encuentra frecuentemente en edificios como teatros, odeones, scholae… Pero en este caso podemos ir más allá, pues una de las piezas conservadas, pertenece a uno de los ángulos de remate de un banco. Aunque estamos de acuerdo con la interpretación de Torreras (2009, 461-482) de que estas piezas en cuestión pertenecen a un banco corrido, analizándolas detenidamente, se pueden observar una serie de rebajes en su sobrelecho, próximos a la cara trasera, que, según la disposición expuesta en su gráfico, no tienen una plena correspondencia entre las piezas tal y como han sido dispuestas en la reconstrucción. Quizá no todas ellas pertenezcan a un mismo banco corrido, y el conjunto estaba formado por un número mayor de piezas103. Junto al muro del podium del anfiteatro cordobés se documentó, en la Campaña 2002-2004, un estrato con abundante retalla de piedra de mina y en otros puntos del edificio se han documentado estratos de saqueo con gran cantidad de material marmóreo, ya sea de carácter local o foráneo (vid. supra). Por otra parte, las tribunas del anfiteatro, situadas en la proedria, debieron contar con asientos para que las autoridades contemplaran el espectáculo, o incluso en la imma cavea, pudo haber asientos sobresalientes en su labra, respecto al resto de la fila, como se puede apreciar en numerosos teatros. Sí sabemos con certeza que había loca reservados a diversas comunidades o a personajes que habían sido honrados con una plaza en el edificio para así poder disfrutar de los munera, como es el caso de Philippianus (Fig. 108), un esclavo público de Colonia Patricia que, a finales del siglo II o principios del III recibió un locus en el anfiteatro (MORENO ALMENARA et alii, 2004, 234). Es cierto que, en el sector excavado del anfiteatro, no se ha localizado ninguna pieza similar a éstas, pero quizá eso sea debido a varias circunstancias. Por un lado, la zona documentada se ubica en las proximidades del eje mayor, por lo que nos encontramos a cierta distancia de las tribunas, tanto principal (pulvinar) como editoris. En segundo lugar, las piezas fueron trasladadas a las proximidades del edificio de destino en el que iban a ser reutilizadas, por lo que, teniendo en cuenta el nivel de expolio al que fue sometido el anfiteatro, unido a esta acumulación de materiales, no sería descabellado pensar que pudieron pertenecer, originariamente, a este conjunto edilicio. Otro elemento interesante del “basurero arquitectónico” del Cuartel de San Rafael es, sin duda, la inclusión en él de dos dovelas engatilladas (Fig. 107, abajo) realizadas en calcarenita (TORRERAS, 2009, 478-479). Al hallarse en el mismo conjunto que las piezas del banco corrido de caliza micrítica gris, lo más razonable es pensar que proceden del mismo lugar o zona. Por otra parte, sabemos que el anfiteatro patriciense dispuso de un ambulacrum cubierto con una bóveda de sillería en la que se emplearon dovelas

Fig. 100. Nivel de saqueo con abundante retalla de marmor y piezas con huellas de corte de sierra documentadas en el Sondeo 6. © Convenio GMU-UCO.

103  En una excavación cercana, situada al norte del Cuartel de San Rafael, se documentaron dos piezas de estas características insertas en un muro, formando parte de su aparejo (ARIZA, 2006).

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Fig. 101. Puertas pertenecientes al posible acceso en el extremo oriental del eje mayor del anfiteatro patriciense. © Convenio GMU-UCO.

Fig. 102. Teatro romano de Hierapolis (Turquía).

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engatilladas (Figs. 94 y 109). A él debemos sumar un número indeterminado de vomitoria. De modo que si sabemos que la bóveda del corredor documentado en nuestro anfiteatro fue realizada con dovelas engatilladas, las cuales también han sido localizadas en el n.º 2 de la C/ Albéniz, no sería descabellado pensar que las halladas en el basurero arquitectónico del Cuartel de San Rafael pertenecieran a la cubierta del ambulacrum o de uno de los pasillos internos o vomitoria del gran edificio de espectáculos, convertido en cantera en un momento cercano a la construcción del complejo arquitectónico de Cercadilla. Y si aceptamos esta procedencia para las dovelas, consideramos que la hipótesis más lógica obliga a admitir idéntico origen para la mayor parte de los spolia aquí localizados, entre ellos las piezas de caliza micrítica pertenecientes a un banco corrido que, en nuestra opinión, pudo situarse en una de las tribunas dispuestas en la imma cavea del anfiteatro patriciense. Recapitulando lo hasta ahora expuesto, y siempre de acuerdo con los resultados de las dos campañas de excavación hasta el momento realizadas, sabemos que el anfiteatro se situaba extramuros, a poco más de 300 m de la Puerta de Gallegos (Fig. 110), en la horquilla conformada por los caminos históricos de San Jerónimo (actual Avenida de Medina Azahara) y Viejo de Almodóvar (actual C/ Antonio Maura). El terreno sobre el que se alzó tenía una ligera pendiente en sentido Noroeste-Sureste, determinada por la propia terraza cuaternaria, y, tal vez, una mínima vaguada en la zona sobre la que se dispuso la arena. Dado el desnivel de poco más de dos metros existente entre las mitades Noroeste y Sureste del anfiteatro104, todo apunta a que la fachada pudo ser varios metros más alta en éste, enfrentado a la ciudad, que en aquél. De ser así, y teniendo en cuenta que el ambulacrum debía encontrarse a una cota bastante homogénea en todo su recorrido, cabría plantear la hipótesis de que los accesos a la imma y media cavea se situaran preferentemente en el sector oriental y meridional, en tanto

Fig. 103. Representaciones del pulvinar que presidía los ludi circences y relieve (Museos Vaticanos) con una representación de éstos.

104  En efecto, en tanto que en el ámbito de nuestra excavación (Sector Suroriental) el terreno geológico aparece a una cota comprendida entre 114,97 y 114,70 m, en el extremo Noroeste lo encontramos entre 116,20 y 117,50 m.

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Fig. 104. Relieves pertenecientes al monumento funerario de C. Lusius Storax (Museo Nacional de Chieti), y detalle del panel superior en el que se aprecia claramente una tribuna con dos filas de asientos que rodean a la autoridad que preside los munera que se desarrollan en el panel inferior.

Fig. 105. Tribuna del anfiteatro de Emerita Augusta.

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que los corresponientes a la summa cavea lo hicieran en el occidental y septentrional (Figs. 111 y 112). Esto, además de facilitar, como se pretendía, una segregación en el público, habría permitido un considerable ahorro en las necesarias cajas de escalera, al accederse directamente a la praecinctio existente entre la media y la summa cavea105. Igualmente, la imma cavea del sector noroccidental debió disponerse en el terreno previamente excavado, destinándose el material extraído a la elevación de la superestructura del sector suroriental, donde encontramos arcillas y gravas cuaternarias alternando con desechos de talla de calcarenita en los rellenos de los casetones. Las dimensiones del anfiteatro debieron ser ciertamente notables, pues aunque aún tengamos algunas dudas sobre su planta y exacta orientación106, dado lo reducido de las zonas excavadas, el hecho afortunado de que tanto la excavación en la antigua Facultad de Veterinaria como las dos intervenciones realizadas en sendos solares de la C/ Albéniz esquina con la Avenida de Medina Azahara se sitúen en las inmediaciones de los dos extremos del eje mayor de la elipse que define su planta, permiten calcular la longitud de este último entre un mínimo de 164 m (desde el muro de “fachada” del extremo Sureste hasta el muro externo del ambulacrum del extremo Noroeste) y un máximo de 178 m (desde el muro de “fachada” del extremo Sureste hasta su simétrico del extremo Noroeste)107.

105  Solución muy frecuente en este tipo de anfiteatros de “estructura maciza”, en la que la disposición de los accesos era un problema directamente proporcional a sus dimensiones. De nuevo, encontramos la misma solución en Emerita Augusta, si bien aquí el desnivel existente entre su sector oriental y occidental era superior al de Córdoba (cfr. GOLVIN, 1988, Pl. XXX.2). 106  Hemos efectuado, con ayuda de un programa CAD, innumerables ensayos con la orientación y dimensiones del anfiteatro, comparando los vestigios hasta el momento conocidos del anfiteatro cordobés con las plantas y características de diversos anfiteatros romanos, y especialmente con los de dimensiones comparables: Coliseo, Carthago (2.ª fase), Italica, Emerita Augusta y Capua. Finalmente, la hipótesis más plausible, de acuerdo con la totalidad de las evidencias hasta ahora conocidas, es la que reflejamos en nuestra Fig. 111. 107  Estas dimensiones se obtienen considerando que los dos sectores conocidos del anfiteatro se sitúan en las proximidades de los extremos de su eje mayor, dispuesto con una orientación Noroeste-Sureste. Una segunda hipótesis consistiría en situarlos en las proximidades de los extremos del eje menor, con lo que la orientación del anfiteatro pasaría a ser Noreste-Suroeste. Sin embargo, en esta segunda hipótesis, las dimensiones serían, respectivamente, de c. 173 y de c. 198 m, sin duda totalmente desproporcionadas, al convertir al anfiteatro patriciense en el mayor de los construidos en el mundo romano, superando de largo al propio Coliseo.

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Tras múltiples cálculos y análisis, en los que nos hemos apoyado fundamentalmente en los estudios y directrices proporcionados por Golvin (1988, 283 ss.), hemos conseguido una propuesta de planta de nuestro anfiteatro que, con todas las reservas y dudas ya expresadas, consideramos una hipótesis de trabajo válida al aunar la coherencia geométrica de este tipo de edificios con la fría evidencia arqueológica, que encuentra perfecto acomodo en la misma. Esta planta, insistimos que hipotética pero con alta verosimilitud a nivel de disposición de los cimientos, es la que presentamos en la Fig. 111 y sobre la que será necesario profundizar y reflexionar en las futuras campañas de excavación y estudio. Adelantemos, que la aplicación de los análisis morfométricos definidos por Golvin (1988, 283 ss.) para la amplísima serie de anfiteatros por él estudiada, presenta a nuestro anfiteatro como el segundo mayor hasta ahora conocido en el mundo romano, inmediatamente por detrás del Amphitheatrum flavium. Se trata de un anfiteatro con una planta elíptica regular (cumple las tres relaciones de igualdad a tal fin definidas), lo que demuestra que el trazado se atuvo al diseño establecido para este tipo de edificios. La superficie de la arena es de 5.576 m2, la superficie total de 21.452 m2, la superficie de la cavea de 15.875 m2, el perímetro de la arena de 268 m y el perímetro de la fachada de 540 m. Nuestro anfiteatro presenta la particularidad de la gran superficie destinada a la arena, que es la mayor hasta ahora conocida en un anfiteatro, seguido por el anfiteatro militar de Aquincum (4.589 m2). Esta particularidad tiene una fácil explicación, derivada de su morfología, pues esta elevada superficie se debe a una baja relación entre el eje mayor y el eje menor de la arena, que en ambos edificios es de 1,31 y 1,32 respectivamente, en tanto que, por ejemplo, en el Coliseo es de 1,68, lo que se traduce en una arena de sólo 3.000 m2.

Fig. 106. Localización del “basurero arquitectónico” del Cuartel de San Rafael respecto al anfiteatro cordobés y a Cercadilla. © Convenio GMU-UCO.

Fig. 107. Piezas pertenecientes al “basurero arquitectónico” del Cuartel de San Rafael (Córdoba). © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 108. Placa marmórea reutilizada con reserva de asientos para Philippianus, esclavo público de Colonia Patricia (finales s. II). © Convenio GMU-UCO.

Fig. 109. Dovelas engatilladas de la bóveda del ambulacrum del anfiteatro y empleo de ese mismo tipo de dovelas en el puente de Villa del Río. © Convenio GMU-UCO.

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También la superficie de la cavea está sólo por debajo de la del gran anfiteatro de Roma (20.007 m2), si bien es muy similar a la de otros grandes anfiteatros como el de Capua (14.757 m2), Carthago (13.818), Italica (13.719), Limonum (13.300), Augustodunum (12.876), Mediolanum (12.660), Thysdrus (12.229) o Verona (12.107). Esto se explica por la menor superficie de la arena en estos últimos (2.737, 1.865, 2.752, 2.669, 2.848, 2.557, 1.966 y 2.640 m2 respectivamente). Todos los casos reseñados, excepto el de Mediolanum, corresponden a anfiteatros de grandes dimensiones del tipo más evolucionado “à structure creuse” y con una anchura de cavea comprendida entre 38,45 m (Verona) y 54,2 m (Roma). Es precisamente la anchura de la cavea el factor crítico que acabó por hacer inviable la construcción de grandes anfiteatros “à structure pleine”. En efecto, el anfiteatro patriciense, con sus 40,5 m de anchura de cavea tiene idéntica dimensión que el de Mediolanum, del mismo tipo, siendo los mayores de los sólo ocho anfiteatros “macizos” que superan los 30 m de anchura de cavea, junto a los de Segodunum (34,25), Caesarodunum Turonum (38,5), Emerita Augusta (30,9), Syracusae (38,5), Nuceria (33,5) y Mediolanum Santonum (30,6). El caso de Colonia Patricia es aún más extraordinario si tenemos en cuenta que prácticamente toda su estructura se encuentra sobre el nivel del terreno, apoyándose sólo muy limitadamente en la suave ladera de la terraza cuaternaria. Por el contrario, veintiún anfiteatros del tipo “à structure creuse” cuentan con una cavea cuya anchura es superior a los 30 m (35,59% frente a un 8,25% de los edificios conocidos del tipo “à structure pleine”). La conclusión es clara: en Colonia Patricia, en época julio-claudia avanzada (Claudio o inicios del reinado de Nerón), se decide construir un anfiteatro de Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

Fig. 110. Localización del anfiteatro en relación con la ciudad romana. © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 111. Propuesta de restitución de la planta del anfiteatro de Colonia Patricia sobre la base de los vestigios documentados. © Convenio GMU-UCO.

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enormes dimensiones, dentro de un colosalismo local ya ensayado en el teatro, y en un momento en el que en otras ciudades del Imperio se está experimentando con un nuevo tipo de anfiteatro que facilita el acceso y circulación y que al mismo tiempo permite incrementar las dimensiones de la cavea más allá de los 40 m, que era la limitación que los rellenos contenidos por los casetones imponía. El anfiteatro de Colonia Patricia pudo alcanzar estas grandes dimensiones gracias a la multiplicación de muros radiales, que confinaron los rellenos en unos casetones relativamente pequeños, incluso bajo la summa cavea. No obstante, la altura de la fachada de estos anfiteatros estaba limitada por la presión de los rellenos, por lo que raramente superaban la veintena de metros, y cuando lo hacían, como en Mérida (25 m), debieron disponer de una serie de contrafuertes en el contacto de los muros radiales con el de fachada. El anfiteatro romano de Córdoba y su entorno urbano. Análisis arqueológico (ss. I-XIII d.C.)

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Fig. 112. Hipótesis de reconstrucción de la sección longitudinal (por el eje mayor) del anfiteatro patriciense. © Convenio GMU-UCO.

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Es la de la fachada una de las cuestiones menos conocidas de nuestro anfiteatro, pues si nos parece satisfactoria la hipótesis de disponer una serie de tres pilares en el acceso axial suroriental, con cuatro vanos de 3 m que, como en el Coliseo, fueron dotados de sus correspondientes puertas con apertura sólo hacia el interior, desconocemos tanto el número total de accesos (hemos sugerido un mínimo de dieciséis), como la altura de la fachada y su aspecto. La altura de la fachada es una cuestión importante, pues junto con la altura del podium en relación con la cota de la arena permite establecer los cálculos del aforo de la cavea. A falta de este dato, hemos establecido los parámetros más bajos (1,08 m de anchura de grada en la imma cavea y 0,95 en media y summa) de acuerdo con los criterios de Golvin (1988, 341381) y los hemos aplicado a la reconstrucción hipotética de la sección de nuestro anfiteatro que ofrecemos en la Fig. 112. Con una disposición de tres gradas en el podium, otras tres en la imma cavea, ocho en la media y doce en la summa, incluyendo una praecinctio entre podium e imma, otro entre imma y media, un tercero entre media y summa, y aún un cuarto por encima de esta última para acceder a un amplio ático en el que, en determinados casos, podría montarse una cavea provisional en madera, con otras cinco gradas. La altura total de la fachada hasta el ático sería de 17,20 m, que con el añadido de la summa in ligneis alcazaría poco más de veinte metros. Un total de 26 filas estables, por debajo de las 45 del Coliseo, 43 de Thysdrus, 39 de Pompeya, 35 de Mediolanum, 34 de Nemausus y de Arelate, 32 de Verona y 28 de Salonae. De aplicarse el conocido coeficiente de 2,5 espectadores por metro cuadrado establecido por Golvin, nuestro anfiteatro, con una cavea de 15.875 m2, tendría un aforo de 39.688 espectadores. Esta cifra es notablemente inferior a la del Coliseo (50.000) y equiparable a la de otros grandes anfiteatros como Capua (36.893), Carthago (34.549), Italica (34.544), Limonum Pictonum (33.250), Augustodunum (32.189) o Mediolanum (31.649). De acuerdo con las técnicas constructivas y tipología de sus sistemas de circulación, el anfiteatro se encuadraría en el tipo que Golvin (1988) denomina “à structure pleine”, caracterizado por su carácter macizo, con muros que delimitan casetones para contener rellenos sobre los que se levantan los graderíos, y con un, en principio, limitado circuito de acceso y circulación. En este tipo se encuadrarían anfiteatros como los de Pompeya, Mérida, Ancona, Carsulae, Siracusa, Lyón, Segobriga, Padua, Ampurias, Cartago, Saintes, Conimbriga y otros muchos distribuidos a lo largo y ancho del Imperio, desde el Danubio al Norte de África (Fig. 113). El de Colonia Patricia debió constituir uno de los ejemplos más monumentales de este tipo de anfiteatro, que cayó en un cierto desuso tras la puesta a punto, a finales de época julio-claudia, del tipo “à structure creuse”, caracterizado por la eliminación de los rellenos para soportar la cavea y su sustitución por un sistema de muros “anulares” y “radiales” sobre los que se desarrollan bóvedas. Esto origina una estructura hueca, mucho menos maciza que en el tipo anterior, que supone un considerable ahorro de materiales y aumenta notablemente los espacios destinados al acceso y circulación. Este monumental anfiteatro108 se convirtió desde muy pronto en un referente urbano que propició el desarrollo del vicus occidental de Colonia Patricia, algunos de cuyos sectores estuvieron dotados de unas infraestructuras urbanas y de unas viviendas que poco tenían que envidiar a la de los barrios más privilegiados situados dentro del pomerium de la ciudad (MURILLO, 2010).

108  Como ya apuntó R. Corzo, los anfiteatros de la Bética son de dimensiones muy notables. La intuición de este investigador le lleva a pensar que el colosalismo alcanzado en Italica podría deberse a cierto afán por superar a los otros anfiteatros existentes en el enntorno, especialmente el de Hispalis (CORZO, 1995, 244). Aun cuando las dimensiones de este último las desconocemos por el momento, si podemos aproximarnos a las del de Corduba, encontrándonos con un gigante que pudo llegar a ser en su día el más grande del Imperio. Ciertamente esta magnitud pudo, como bien apuntaba Corzo, haber propiciado el colosalismo de los anfiteatros béticos, contando de esta forma con un modelo próximo, el de su capital, que serviría en algunos aspectos como elemento constructivo de referencia para los demás.

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El abandono y expolio del anfiteatro La reutilización de espacios, edificios y materiales constructivos y decorativos, ha sido y es una constante en el desarrollo de la arquitectura. La amortización de éstos es directamente proporcional al estado de conservación de la construcción y a la calidad de los materiales que conserva. En la Antigüedad, cuanto mayor era el conjunto edilicio y la variedad de sus materiales, antes comenzaba el proceso de amortización, expolio y reciclaje. No obstante, este proceso de transformación de un edificio que ha perdido su funcionalidad original en un redivivus, también dependía de la demanda de materiales y de espacio útil para una nueva función (MORENO y GUTIÉRREZ, 2008, 67-82). Los continuos y rápidos acontecimientos políticos, económicos e ideológicos ocurridos durante el Bajo Imperio ejercieron una huella profunda en la urbanística y edilicia de las ciudades romanas.109 Fueron las construcciones públicas las que más claramente sufrieron los efectos de los spolia110, ya que proporcionaban no sólo una gran variedad de materiales, sino además espacios edilicios que podían ser reconvertidos para otra funcionalidad (CARRILLO et alii, 1999, 56-58). El fenómeno de reutilización111 se incrementó como consecuencia de la existencia de edificios deteriorados, de complicada y costosa reparación o en desuso, de tal forma que, en algunos casos, el abuso propició un desmantela-

Fig. 113. Planta (a la misma escala) de anfiteatros del mismo tipo que el de Colonia Patricia. © Convenio GMU-UCO, a partir de GOLVIN, 1988.

109  La crisis de la ciudad comienza a detectarse ya en el siglo II d.C. y se debió, en buena medida, a que el evergetismo espontáneo y la autonomía de las curias se fue deteriorando frente a las crecientes ingerencias del poder imperial y de sus representantes. 110  El C.I. 8.10.6 habla de civitate spoliata y el C.Th. 15.1.19 de spoliatae aedes. (VIZCAÍNO, 2002, 208). 111  En Colonia Patricia puede resultar paradigmático de este proceso el caso del circo, integrante del Complejo de Culto Imperial de la Provincia Bética, que tras su abandono a finales del s.

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miento indiscriminado y masivo de varios tipos de construcciones, lo que obligó al Estado a emitir una serie de leyes que prohibieran obtener mármoles, esculturas o columnas a través de la demolición de edificios112. No obstante, las autoridades acabaron regularizando y aceptando esta actividad, como demuestra un bloque de columna perteneciente al peristilo del Templo de Marte en el Foro de Augusto en Roma, que presenta la inscripción “PAT DECI”. Este epígrafe hace referencia a un Patricius Decius de la familia de los Flavi Caecina Basili Deci, que en los primeros años del siglo VI d.C. obtuvo permiso para expoliar el foro (PONTI, 2003, 540-541). Dentro de este panorama urbano y edilicio se encontraba el anfiteatro en el tránsito del s. III al IV. Como se pudo documentar en la Campaña 2002-2004, algunas partes de su fábrica se reforman y amortizan para una nueva función. Se reparan espacios y se elevan nuevas construcciones en las que se reutiliza material del edificio de espectáculos, como se aprecia en el muro U.E. 3538=258 del SC/ 02-03. El estado de conservación del edificio debía ser muy desigual en este momento, ya que la mayor parte del edificio fue desmantelado en un corto espacio de tiempo. Mientras que la zona del ambulacrum parece que había sufrido el hundimiento de su cubierta tras el desmantelamiento de la summa y media cavea, los espacios internos del edificio, como pequeñas habitaciones, pasillos y vomitoria, enmarcados por gruesos muros, se mostraban aptos para una reocupación o remodelación ad hoc. La zona de la fachada sufre también una profunda transformación, documentándose nuevas estructuras de diversa funcionalidad. Se construye un pavimento de opus signinum (U.E. 2064) y un muro de sillares (U.E. 2066) con orientación Noreste-Suroeste, así como unas estructuras de tapial con alto contenido en greda (UU.EE. 2090, 2091, 2093), paralelos a éste. Entre los muros de tapial UU.EE, 2090 y 2091 se localizan dos pequeños pilares de laterculi. Incluso encontramos un tambor de pilastra acanalada, realizado en calcarenita, cuya procedencia podría estar en la amortización de los espacios funerarios que experimenta este sector suburbano de la ciudad113. A lo largo de la primera década del el siglo IV d.C., cuando algunas partes del edificio, como las de su extremo noroccidental, ya habían sido desmontadas hasta los cimientos (ORTIZ URBANO, 2009, 35), el edificio se convertirá en cantera, sometido a una intensa y rápida mutilación que tendrá su momento epigonal en época postcalifal, cuando se realizan varias zanjas para extraer sillares de las propias cimentaciones. Contamos, pues, con evidencias arqueológicas que demuestran significativas transformaciones en nuestro edificio de espectáculos a partir del tránsito del s. III al IV. Ahora bien, ¿a qué procesos históricos responden estas mutaciones? Durante décadas, fue un lugar común en la historiografía relacionar el fin de los munera gladiatorios con el progresivo ascenso y triunfo del Cristianismo. Sin embargo, en 1960, y haciendo uso de un análisis sistemático de las fuentes escritas de la época, G. Ville cuestionó tal interpretación y puso el acento en el desmesurado coste de los munera como principal causa de su desaparición (VILLE,

II (MURILLO et alii, 2003a) fue inmediatamente convertido en cantera, reciclándose en pocos años más de 10.000 m3 de piedra. 112  Aunque con un contenido ideológico diferente, puede resultar ilustrativa de esta resistencia del poder a aceptar la desaparición de los grandes edificios urbanos la abundante legislación imperial relativa a la necesidad de preservar la integridad física de los templos, aún cuando desde el triunfo del Cristianismo su carácter cultual había quedado en entredicho (cfr. ARCE, 2006; MAC MULLEN, 1984). Por otro lado, el abandono y pérdida de funcionalidad de edificios sagrados no debe ponerse únicamente en relación con la acción cristiana (cfr. v. gr. PIGANIOL, 1972, 58 ss.; FERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, 1981, 141-142; para la especificidad Hispana, LÓPEZ QUIROGA y MARTÍNEZ, 2006), pues la realidad del mundo antiguo fue muy compleja. Así, debemos recordar el estado de abandono en el que se encontraban numerosos templos de la propia Roma a finales de la República y la restauración que de fábricas y cultos hizo Augusto (GROS, 1976; ZANKER, 1992), o los testimonios de Plinio relativos al abandono de templos ya en su época: “iam desolata templa (…) et sacra sollemnia diu intermissa (Ep. X, 96.10). 113  En la Campaña 2002-2004, en el Sondeo 7 se documentó una tumba cuya cista se había realizado con material reciclado (U.E. 34/SC 02-03).

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1960), tesis en la que también han incidido French (1985) y Ward Perkins (1989) a propósito de la pérdida del patrocinio imperial, sin olvidar un cambio en los gustos del público (CAMERON, 1976) como consecuencia de la rareza en la que acabaron deviniendo los munera (DEVOE, 1990), lo que generó una espiral que posibilitó la paulatina desaparición de los juegos gladiatorios a lo largo del s. IV (TEJA, 1995). Más allá de la teórica prohibición de los juegos promulgada por Constantino en 325, reconociendo probablemente la realidad de un proceso previo que estaba suponiendo un cambio en la voluptas civium (contra la que sí se empleó a fondo la ideología cristiana a través de sus portavoces), la medida pudo tener un efecto colateral decisivo, al eliminar las últimas vías de aprovisionamiento de los juegos: el suplicio de los condenados mediante la damnatio ad bestias (FORLIN, 1983)114. Como podemos apreciar, la variedad de matices introduce al mismo tiempo nuevas perspectivas a la investigación y complejidad en las interpretaciones, como pone de manifiesto la actual tendencia de una parte de los especialistas a reivindicar el protagonismo de la influencia cristiana en la desaparición de la gladiatura a través de un decisivo cambio en las mentalidades y gustos del público, que llevaría, finalmente, a una discreta retirada del apoyo imperial (VILLE, 1979; VEYNE, 1999). Sin embargo, resulta tremendamente complicado obtener un consenso sobre las razones y los momentos concretos en los que la desaparición de los munera acabó por hacer innecesarios los altamente especializados edificios a ellos dedicados, siendo conveniente diferenciar las distintas realidades subyacentes a Roma de las del resto de ciudades del Imperio, donde los ritmos y procesos pueden haber sido sustancialmente diferentes. Es aquí donde el análisis arqueológico pormenorizado a nivel local resulta crucial. En un exhaustivo análisis sobre la relación existente entre el poder imperial y los espectáculos durante la Antigüedad Tardía, Jiménez Sánchez (2002) ha demostrado tanto el uso que los emperadores cristianos hicieron de los espectáculos circenses, teatrales y gladiatorios, como el progresivo proceso de desacralización de los mismos, hasta acabar convirtiéndose en una mera manifestación política y propagandística de un culto imperial despojado de muchas de sus connotaciones paganas con el fin de no chocar en exceso con la jerarquía cristiana. Este fenómeno explica el hecho probado de que los ludi circenses y determinadas manifestaciones de los theatrici (especialmente la pantomima) sobrevivieran a la desintegración del Imperio Romano de Occidente y mantuvieran su popularidad en Constantinopla y en algunas cortes de los nuevos reinos bárbaros (JIMÉNEZ SÁNCHEZ, 2002, 528-550). Sin embargo, los munera, centro de las más furibundas críticas cristianas, acabarán desapareciendo de todas las ciudades del Imperio a lo largo del s. IV como consecuencia de los problemas económicos de los municipios115 y del desinterés evergético116. La única excepción fue Roma, donde continuaron hasta posiblemente el 440-450, aunque sumidos en una acusada decadencia y limitados a la editio quaestoria durante algunos días de diciembre (JIMÉNEZ SÁNCHEZ, 2002, 153-186 y 551-560). En cuanto al otro tipo de espectáculos desarrollados en el anfiteatro, las venationes, la última documentada en Roma data del 523, cuando el rey ostrogodo Teodorico, pese a su desagrado, 114  Debemos recordar que el patrocinio imperial sobre el ludus gladiatorius llegó a su fin con el cierre del mismo en el año 399, lo que dejaría la formación y entrenamiento de los ya escasos gladiadores en manos de lanistas privados, con el consiguiente detrimento de la calidad del espectáculo (VILLE, 1960, 322). En cuanto a la conmutación de determinadas condenas que implicaban la ejecución en el anfiteatro por el trabajo forzado en las minas, con un resultado a la postre similar, es necesario indicar que la damnatio ad gladium en el anfiteatro no desapareció totalmente en Roma, como lo prueba la tardía ejecución del monje Almachius a finales del s. IV. 115  Para Gallia e Hispania Jiménez Sánchez (2002, 570) destaca la inexistencia de cualquier tipo de testimonio (textual, epigráfico o arqueológico) a partir del s. IV, “lo que posiblemente nos indica una aún más temprana desaparición”. 116  Sobre el coste de los munera, sin duda el espectáculo más caro de cuantos podían celebrarse según atestigua, para mediados del s. II, la oratio pretiis gladiatorum minuendis, hallada en Italica (CEBALLOS y CEBALLOS, 2003, 62); cfr. CEBALLOS (2007).

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autoriza al nuevo cónsul Máximo la edición de una venatio117. En Africa, las venationes florecieron durante el reino vándalo, favorecidas tanto por el patrocinio de los bárbaros como por la facilidad en el suministro de fieras (BERTRANDY, 1987). Sin embargo, los testimonios procedentes de Gallia e Hispania son extremadamente escasos y poco concretos, por lo que el indicio más explícito para evaluar el final definitivo de los espectáculos puede ser la fecha de amortización de los anfiteatros, cuestión por otro lado complicada. En efecto, los mejor conservados de los anfiteatros hispanos, Emerita e Italica, fueron objetos de excavaciones muy antiguas, estando necesitados de una urgente revisión que permita conocer la historia de tan excepcionales edificios118. Para el primero, se plantea un abandono a lo largo del s. IV (JIMÉNEZ SÁNCHEZ, 2002) o incluso en el s. V (CEBALLOS y CEBALLOS, 2003), en tanto que para el bético se supone una amortización ya en el tránsito del s. III al IV (CORZO, 1995; CEBALLOS y CEBALLOS, 2003). Mejor informados estamos para el anfiteatro de Tarraco, donde las últimas excavaciones realizadas por el TED’A permitieron fechar el relleno de las fosas de la arena en la primera mitad del s. V y la ulterior construcción, a finales del s. VI, de una basílica en honor de los mártires locales (DUPRÉ, 1995). No obstante, esto únicamente nos proporciona una fecha ante quem para el abandono y pérdida de la funcionalidad originaria del anfiteatro, que podía estar carente de uso ya en un momento impreciso del s. IV (CEBALLOS y CEBALLOS, 2003), en línea con los cambios operados en la topografía de la ciudad, tanto en el antiguo complejo provincial (MACIAS y REMOLÁ, 2004) como en el suburbium cristiano de San Fructuoso (MACIAS, 2000; LÓPEZ VILAR, 2006). A finales del s. IV, un violento incendio destruyó lo que aún subsistía del pequeño anfiteatro de Bobadela, en el Norte de Portugal (FRADE y PORTAS, 1995), que por aquel entonces ya debía llevar tiempo abandonado (CEBALLOS y CEBALLOS, 2003). También un incendio puso fin al uso del anfiteatro de Segobriga a finales del s. III (ALMAGRO y ALMAGRO, 1995), dando paso a la ocupación de la arena con un barrio de casas a lo largo de la segunda mitad del s. IV (SÁNCHEZ LAFUENTE, 1995). En época tetrárquica, en el tránsito del s. III al IV, se data también el abandono y amortización del anfiteatro de Conimbriga, que es utilizado como cantera para la construcción de una muralla que se le superpondrá parcialmente (CORREIA, 1995). De nuevo en la Bética, el anfiteatro de Carmo sería abandonado en un momento similar, pues ya en los primeros años del s. IV se encuentra amortizado como necrópolis (JIMÉNEZ SÁNCHEZ, 2002). Comprobamos por tanto que cuando contamos con evidencia arqueológica mínimamente fiable, la data del tránsito del s. III al IV aparece como la más repetida para el abandono de los anfiteatros hispanos (Tabla 4), corroborando lo conocido para otras áreas del Imperio y demostrando que es la ya señalada falta de interés y apoyo económico de las élites locales hacia unos juegos desmesuradamente onerosos, encuadrado en las transformaciones operadas en la vida local a lo largo de todo el s. III119, el factor clave a la hora de explicar el final de los munera y la pérdida de funcionalidad de unos edificios excesivamente especializados y de costoso mantenimiento. Esta situación coincide plenamente con la ahora conocida para el anfiteatro de Colonia Patricia, donde las evidencias directas disponibles, aunque parcas, indican una pérdida de uso del anfiteatro 117  Pese a todo, este mismo rey estaba restaurando por los mismos años las gradas del anfiteatro de Ticinum, obras que culminó en 528-529 su sucesor Atalarico. Sin embargo, y como prueba de la diversidad de situaciones, en 511 los habitantes de Catania obtuvieron autorización de Teodorico I para reaprovechar los materiales de construcción de su anfiteatro, abandonado e inservible desde hacía años. 118  Ésta es especialmente necesaria para el anfiteatro de Italica, excavado entre la segunda mitad del siglo XIX y el primer tercio del s. XX sin que contemos aún con un estudio de conjunto más allá del pionero de Demetrio de los Ríos en 1862. Para Emerita, excavado por J. R. Mélida en el primer cuarto del s. XX, contamos con la reciente monografía de R. Durán (2004), en la que se revisan las excavaciones antiguas sin aportar nueva evidencia para las cuestiones que aquí nos interesan. 119  Debemos recordar que la crisis financiera de las curias locales y del evergetismo cívico será uno de los principales problemas a los que tratará de buscar soluciones la política tetrárquica.

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en el tránsito del s. III al IV, iniciándose a continuación un rápido proceso de expolio y transformación del edificio. Esta datación, proporcionada por los contextos cerámicos asociados a la secuencia estratigráfica, podría ser aquilatada si aceptamos la muerte ad gladius del mártir local Acisclo en el anfiteatro, como sostiene su passio120, sentenciado por el praeses Dion durante la persecución de Diocleciano en 303-304. Este hecho, acaecido cuando Osio ya era obispo de Córdoba121, debió tener una honda repercusión en la comunidad cristiana cordubense, incrementado por el coetáneo martirio de Zoilo y de los denominados Tres Coronas (Fausto, Genaro y Marcial). Tabla 4

Ciudad Emporiae

s. II Ceballos 2003

s. III

ss. III-IV

Tarraco Segobriga

Ceballos 2003

Italica

s. V

Ceballos 2003

Dupré 1995 Jiménez 2002

Almagro 1995 Jiménez 2002 Corzo 1995 Ceballos 2003

F. Chicarro 1975 Ceballos 2003 Jiménez 2002

Carmo Corduba Astigi Vergi Augusta Emerita

s. IV

Murillo 2004

Ceballos 2003

Ceballos 2003 Ceballos 2003 Jiménez 2002

Conimbriga

Correia 1995 Jiménez 2002 Ceballos 2003

Bobadela

Ceballos 2003

Ceballos 2003

Frade 1995 Jiménez 2002

Sin embargo esta situación que encontramos en el anfiteatro no es diferente a la que conocemos para otros señeros edificios y espacios urbanos de la Córdoba romana. Colonia Patricia había concluido su proceso de monumentalización y de dotación de todo el equipamiento propio de una capital provincial con la instauración de la dinastía flavia, momento a partir del cual la capital de la Bética, convertida en simulacrum Romae, actuará como espejo en que se miren el resto de ciudades de la provincia, precisamente cuando la promoción jurídica promovida por la nueva dinastía llevará a sus élites locales a la puesta en marcha de programas edilicios propios (MURILLO, 2010). Una vez establecida la imagen urbana de Colonia Patricia, no volveremos a encontrar un nuevo gran programa edilicio hasta la construcción del complejo monumental de Cercadilla. Sin embargo, durante los siglos II y III asistimos, además de al mantenimiento y reparación de los grandes edificios públicos, a una serie de transformaciones (primero de pequeño calado a finales del s. II, y de mayor incidencia desde mediados del s. III) que irán alumbrando una transformación del modelo de ciudad clásica. Veamos los principales hitos de este proceso (Fig. 114):

120  La versión más extensa está contenida en el denominado Pasionario Hispánico, de mediados del s. X. Con anterioridad, contamos con las citas del Martirologio de Adon de Vienne, de mediados del s. IX, del Oracional de Verona, de finales del s. VII, del Martyrologio Hyeronymiano, de mediados del s. V, y con el testimonio de Prudencio (Peristephanon, IV, 19-20, ed. Goold, 156), que nos transmite a finales del s. IV la nómina completa de mártires locales: “Corduba Acisclum dabit et Zoellum. Tresque coronas”. 121  Él mismo se calificaba de confessor, habiendo sufrido persecución bajo Diocleciano y Maximiano Cfr. Clerq, 1954.

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Fig. 114. Localización de las principales transformaciones operadas en la topografía urbana de Córdoba entre los siglos III y IV. © Convenio GMU-UCO.

Tránsito del s. II al III: − Abandono del circo. − Desmantelamiento del pavimento de la plaza intermedia del Complejo de Culto Imperial. − Cierre del lado oriental de la plaza de la terraza superior mediante un muro cuya cimentación se adosa a la de las anterides y que, posiblemente, soportaba un cuarto pórtico. − Al mismo tiempo, se construyen al menos dos nuevas arae ante el templo (dada su posición, posiblemente eran tres). − Nuevo nivel de pavimentación de la plaza. − Ocupación con tabernae del pórtico oriental de la plaza de la Puerta del Puente (MURILLO, CASAL y CASTRO, 2004). − Para la construcción de una fuente en una domus privada (?)122 excavada en el patio del Colegio Santa Victoria, se emplearon varias placas de cipollino decoradas con canales y contracanales (CASTRO y CARRILLO, 2005). Dado su gran tamaño, debían proceder de la decoración de un pórtico monumental. 122  El hallazgo, durante el seguimiento de las obras posterior a la excavación arqueológica, de diversas estructuras relacionadas con un hipocaustum podrían apuntar a la consideración de estas construcciones como parte de unas termas, adyacentes al cardo máximo de la colonia y conectadas con el teatro situado inmediatamente al Sur mediante un kardo minor.

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Segunda mitad del s. III: − Hacia el tercer cuarto de siglo, se produce el derrumbe del muro de aterrazamiento que separaba dos de las plazas que articulaban la conexión entre la vetus y la nova urbs, permitiendo al mismo tiempo el acceso al interior del teatro (VENTURA, 2004b). Los excavadores lo interpretan como resultado de un terremoto. No se reconstruyó el muro de aterrazamiento ni se eliminó el escombro (no se reutilizan los sillares); simplemente se dispone sobre él una rampa terriza para permitir la continuidad del tránsito. − A principios del s. IV se está saqueando ya el propio teatro, seguramente abandonado en el siglo anterior. − Posiblemente el saqueo se inicia por el interior, respetando la fachada, que acabará por derrumbarse a comienzos del s. V. − En el tránsito del siglo V al VI está funcionando un horno de cal en el espacio de separación entre la imma y la media cavea. − En el s. VI, el teatro había desaparecido bajo un barrio de casas (VENTURA et alii, 2002).

Tránsito del s. III al s. IV: − Se ha desmontado el pavimento y parte de las columnas del pórtico que rodeaba la plaza ocupada por el templo de la C/ Claudio Marcelo (JIMÉNEZ y RUIZ, 1999). − En el supuesto “Templo de Diana”, en el también supuesto “Foro de Altos de Santa Ana”, que en realidad es el kardo maximo de la colonia (MURILLO, 2004), se procede a ocupar parte de su espacio con una construcción cuyo pavimento estaba conformado por losas de cipollino obtenidas de fustes de columnas (de nuevo cipollino reutilizado, como en la domus del Colegio de Santa Victoria). Muy poco después, ya en el siglo IV, el edificio se abandona y su espacio es ocupado por una humilde construcción doméstica. − Desde finales del s. III y ya claramente en el s. IV, se constata la falta de mantenimiento en algunas calles, desapareciendo los pavimentos bajo depósitos procedentes del derrumbe de los edificios públicos. Tal vez, más que falta de mantenimiento de las calles deberíamos de hablar de falta utilidad de las mismas, ante el abandono de las edificaciones vecinas y su corversión en solares: − Kardo minor del antiguo Convento del Corpus Christi (SORIANO, 2003), inmediatamente al Noreste del teatro: Entre finales del s. III y el s. IV, se produce el derrumbe de la casa colindante sobre la calle. No se retiraron los escombros y se mantuvo el tránsito sobre la superficie irregular de los escombros. El edificio se encontraba muy degradado, con parches en la fachada, en el momento de su derrumbe, lo que demuestra que no se trata de un terremoto, sino de un proceso de abandono y falta de mantenimiento. − Patio del Colegio Santa Victoria (CASTRO y CARRILLO, 2005), también en las proximidades del teatro: En un momento avanzado del s. III se produce el derrumbe de las edificaciones vecinas sobre el trazado de un kardo minor. El espacio quedará abandonado sin volver a ocuparse durante siglos.

Siglo IV: − Hacia la segunda mitad del s. IV, el área del templo de la C/ Claudio Marcelo ha sido totalmente transformada, siendo ocupado por construcciones domésticas para cuya construcción se reutilizan materiales del propio templo (JIMÉNEZ y RUIZ, 1999). − En la plaza de la Puerta del Puente, tras la remodelación de finales del s. II por la que el pórtico oriental es ocupado por tabernae, se documenta ahora su amortización, con un derrumbe en el que se constata la presencia de fragmentos del propio pavimento de la plaza, en un momento impreciso del s. IV-V (CARRASCO et alii, 2003). Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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Fig. 115. Tumba tardía documentada en el Corte 7 de la Campaña 20022004. Inhumación infantil en cista con bloques marmóreos de decoración arquitectónica reutilizados en sus paredes. © Convenio GMU-UCO.

Fig. 116. Antefixa personata reutilizada en una tumba tardía localizada en 1927, durante la construcción de la Facultad de Veterinaria.

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− Continúa el proceso de abandono en el mantenimiento de determinadas vías públicas y se vislumbra idéntica situación con tramos de la red de saneamiento y de distribución de aguas: En algunos casos se constata el saqueo de las losas de pudinga que pavimentaban las calles, al tiempo que los pórticos se ocupan con construcciones privadas que invaden el espacio público como es el caso del decumanus documentado en la C/ Ramírez de las Casas Deza (HIDALGO, 1993; 1994). Como reflejo de lo que está pasando en la superficie, las cloacas también comienzan a colmatarse. Los lacus que distribuían el agua limpia en la ciudad también dejan de funcionar, como se constata en la C/ Ramírez de las Casas Deza y en el Colegio Santa Victoria. − En el Foro Colonial contamos con documentación epigráfica que constata el mantenimiento de sus funciones de representación hasta mediados del s. IV, con pedestales honoríficos de estatuas dedicadas por: Octavius Rufus, praeses de la Bética, a Constancio Cloro (CIL II2/7, 261) y a Constantino (CIL II2/7, 2204). Egnatius Faustinus, praeses de la Bética, a Constantino I o Constantino II (CIL II2/7, 264). Decimus Germanicus, consularis de la Bética, a Constancio II (CIL II2/7, 265). − En el tránsito del s. IV al V se constata la colmatación del pavimento de la plaza bajo vertidos, sobre los que poco después se disponen edificaciones para las que se emplea material arquitectónico reutilizado (cfr. APARICIO y VENTURA, 1996; CARRASCO, 2001). Como podemos comprobar, nos encontramos con un proceso global de transformación que afecta no sólo al anfiteatro sino a la totalidad de la ciudad. Lejos del manido concepto de “crisis” hay que hablar más bien de transformación, de mutación de la ciudad clásica hacia otra cosa, ni mejor ni peor, sencillamente diferente: la ciudad cristianizada primero y la madina islámica después (cfr. CARRILLO et alii, 1999; MURILLO et alii, 1997; 2004 a y b; HIDALGO, 2005; LEÓN y MURILLO, 2009).

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Reutilización del anfiteatro durante la Tardoantigüedad En 2004, en nuestra Memoria de la Primera Campaña de excavaciones en el anfiteatro, concluíamos que comenzábamos a “vislumbrar claramente que al menos el sector suroriental del anfiteatro fue reutilizado en época tardorromana y tardoantigua más allá de su uso como cantera” (MORENO ALMENARA et alii, 2004, 271). Tras la Segunda Campaña de excavaciones, estamos en condiciones de afirmar que nuestro nivel de conocimiento sobre esta reutilización del anfiteatro patriciense durante la Antigüedad Tardía ha experimentado un apreciable avance, permitiendo aquilatar tanto los ritmos dentro de la secuencia relativa del yacimiento, como la impronta de la misma. El ámbito de la reutilización continúa limitado al cuadrante suroriental del anfiteatro, pues en el sector noroccidental, intervenido en dos excavaciones realizadas en sendos solares de la C/ Albéniz esquina con la Avda. de Medina Azahara, ésta no ha sido constatada (Fig. 114). Tampoco se documenta una reutilización sensu stricto en el cuadrante nororiental, pues los Cortes 6 y 7 de la Campaña de excavación 2002-2004 sólo documentaron aquí una sepultura en cista (en cuya construcción se emplearon spolia de decoración arquitectónica), en la que fue inhumado un individuo infantil123, así como toscos y débiles muretes relacionados con una ocupación lumpénica de la zona próxima a la fachada del anfiteatro (Fig. 115). Una ocupación en precario se constataría también en el Sondeo 7 de la Segunda Campaña, con la presencia de un nivel de suelo configurado por fragmentos de tegulae que amortizan un pavimento previo de opus signinum y diversos muretes de tapial, todo ello a una cota situada entre 116,90 y 117,26 m, muy por encima del nivel de acceso al anfiteatro (situado a c. 116,40 m en los umbrales de las puertas

Al menos otra tumba (“sepulcro de mampostería”) fue documentada muy cerca de la nuestra, al construirse la Facultad de Veterinaria y “frente al Cuartel de la Victoria”, a 5,5 m de profundidad, como atestigua la donación al Museo Arqueológico de una máscara trágica fabricada en piedra caliza que se encontró reutilizada en dicha tumba (cfr. SANTOS, 1927, 81-82). La pieza, que representa a un demon (Fig. 116), se fecharía a mediados del siglo I d.C. y corresponde a una antefixa personata, remate decorativo de carácter arquitectónico muy característico de los anfiteatros, como constata la amplia colección procedente del de Capua. Contamos con otras referencias al hallazgo de sepulturas, e incluso sarcófagos de plomo, en las proximidades del anfiteatro, aunque todos ellos corresponden a obras realizadas en el tercer cuarto del siglo pasado sin ningún tipo de control arqueológico. 123 

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Fig. 117. Primera fase de reocupación del anfiteatro (inicios del s. IV). © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 118. Segunda y tercera fases de reocupación del anfiteatro (¿mediados del s. IV a mediados del s. VI?). © Convenio GMU-UCO.

Fig. 119. Estructuras semicirculares adosadas en el s. IV al muro del podium del anfiteatro de Colonia Patricia. Vista desde la situada en el extremo oriental. © Convenio GMU-UCO.

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de la fachada), que en estos momentos se encontraba saqueado y parcialmente sepultado (cfr. supra Fig. 82). Las características de la reutilización del anfiteatro, tal y como podemos definirla en el estado actual de la investigación arqueológica, se circunscribe a los siguientes elementos. Junto al ambulacrum interno (Fig. 117) se ha localizado una estancia, aún no excavada en su totalidad, que muestra señales inequívocas de pertenecer a esta fase. En su interior, y en un momento indefinido, se procedió a rebajar el nivel de suelo original para ganar altura, se estucaron las paredes y se construyó una escalinata con elementos desmantelados de la bóveda del ambulacrum y piezas marmóreas, presuntamente también del edificio. La bóveda de este espacio podría corresponderse con el conjunto de sillares localizados en su interior (U.E. SC762), de modo que cabría interpretar este conjunto de grandes bloques de calcarenita local, más o menos ordenados, con el derrumbe del techo de este espacio. Sobre este depósito pétreo se documentó una interesante estratigráfica que nos ilustra sobre el proceso de transformación y obliteración de este sector del anfiteatro. El primer depósito (U.E. SC671), que colmata los bloques de calcarenita, debe fecharse en la primera mitad del s. IV por la presencia de la forma Hayes 197, de cerámica africana de cocina, y, especialmente, de la forma Hayes 58 en Africana C, que aporta una cronología acotada entre el 290/300 y el 375. Este desplome de la bóveda y la consiguiente ruina de la media cavea, fue necesariamente posterior al desmantelamiento de la bóveda del ambulacrum y, consiguientemente, de toda la summa cavea. Nos encontraríamos ante un proceso, bastante lógico por lo demás, de expolio y desmantelamiento de la superestructura del anfiteatro desde el exterior hacia el centro del edificio. Iniciado con seguridad ya en la primera década del s. IV, habría alcanzado rápidamente el ambulacrum en-

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tre la summa y media cavea, procediéndose en este momento a la adaptación de una estancia, con acceso desde el corredor y dispuesta junto a un vomitorium. Esta reutilización se percibe por el rebaje del nivel de suelo en unos 50 cm124 y por la colocación de varios peldaños (que incorporan elementos reutilizados de una bóveda y fragmentos marmóreos), así como por el enlucido de los muros de sillería con un grueso estuco. La funcionalidad de este espacio se nos escapa, pudiendo ponerse en relación tanto con el proceso de desmantelamiento del anfiteatro como con un hipotético uso cultual, dado el relativo esmero puesto en la adaptación del espacio, que en todo caso se aleja de las ocupaciones lumpénicas detectadas en otros puntos más periféricos. Un segundo conjunto de edificaciones lo encontramos sobre los restos de lo que fue summa cavea (“Sector Central” de la Campaña 2002-2004 y Sondeos 5 y 8 de la Segunda Campaña), donde se han documentado dos muros de mampostería (UU.EE. SC154 y SC216) con una longitud conservada próxima a los 8 m. Presentan una orientación NW-SE ligeramente divergente respecto a la de los muros radiales del anfiteatro y en sus respectivos extremos forman esquina con otros muros (SC258 y 1049/3003), definiendo un corredor o espacio abierto de 2,60 m de anchura. Es posible que debamos poner en relación con estas estructuras a los muros UU.EE. SC142, SC153 y SC 759, dispuestos a similar cota de c. 118 m. De ser así, tendríamos como indicador cronológico relativo la disposición de este último muro sobre el estrato U.E. SC625, que representa el último momento del proceso de colmatación de la antigua estancia abovedada en una fecha que habría que situar a mediados del s. V. Con ello se definiría una nueva fase en el complejo proceso de readaptación del anfiteatro125. El último sector en el que se ha documentado una reutilización del anfiteatro, indudablemente las más clara y emblemática, es junto al podium y en la zona adyacente de la arena (Fig. 118). Adosadas al podium, encontramos tres estructuras semicirculares que muestran una edilicia inusual en Córdoba. Se trata de una fábrica de opus vittatum trabado con un mortero de cal de tonalidad rosácea que incluye pequeñas partículas de gravilla (Fig. 119). Esta mampostería regular de piedra caliza se refuerza con cuatro sólidos pilares de sillería dispuestos de modo radial. La anchura de los muros es de c. 1 m y han sido documentados en una altura superior a los 2 m. El diámetro de las tres estructuras es de c. 8,30 m, siendo la separación de 6,34 m entre la oriental y la central, y de 7,58 m entre esta última y la occidental (Fig. 120). En la estructura oriental, la única cuyo interior ha sido parcialmente excavado, podemos comprobar que la nueva edificación absidal fue “cosida” al muro del pódium del anfiteatro, lo que obligó a desmontar puntualmente varios sillares del mismo con el fin de trabar ambas estructuras (Fig. 121). El interior también se encontraba relleno con una potente secuencia de capas alternas de mampuestos de pequeño y mediano tamaño y de arcillas y gravas rojas. Este mismo material ha sido documentado sobre la interfacies de arrasamiento de los muros semicirculares (UU.EE. SC/514, S2/062 y S1/051) y al exterior de los mismos, razón que nos lleva a plantear que, originariamente, estas estructuras absidales encerraban un espacio hueco entre ellas y el podium, extremo éste que deberá ser contrastado en las próximas campañas de excavación. Estas construcciones adosadas al podium del viejo anfiteatro no se encontraban aisladas, sino que formaban parte de un conjunto más complejo, como lo demuestran los muros, de idéntica 124  La intensidad que alcanzó el desmantelamiento del anfiteatro y las ulteriores implantaciones en el denominado “Sector Central” de la Campaña 2002-2004 suponen un serio obstáculo para una reconstrucción segura de los niveles de circulación en el interior del edificio. No obstante, contamos con algunas pistas. En primer lugar, el umbral de la puerta de acceso al anfiteatro se sitúa a 116,38 m, en tanto que la entrada al vomitorium de la media cavea se ubicaría por encima de la cota 117,10 m. Ello implicaría que el nivel de suelo del ambulacrum, del que no se ha localizado la menor huella, debía situarse a una cota muy similar a la del vomitorium, por lo que nos encontraríamos con un desnivel, entre éste y el exterior del anfiteatro, de c. 0,70 m a lo largo de un eje de 18 m. 125  El momento de su abandono no es claro, aunque la edificación se encontraba ya amortizada en época emiral, cuando se le superpone un muro (U.E. SC148) muy deteriorado por las ulteriores implantaciones de época califal y tardoislámica.

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Fig. 120. Estructuras semicirculares adosadas en el s. IV al muro del podium del anfiteatro de Colonia Patricia. Vista desde la situada en el extremo occidental. © Convenio GMU-UCO.

Fig. 121. Detalles constructivos de la estructura semicircular oriental. © Convenio GMU-UCO.

edilicia, documentados en los sondeos 2 (U.E. 4020) y 9 (U.E. 5506). Estos muros, dispuestos sobre la proedria e imma cavea del coliseo patriciense (Fig. 122), definen un espacio cuadrangular con una anchura de 11,60 m y una longitud que por el momento desconocemos, al haberse limitado su excavación a sondeos de reducidas dimensiones126. No se ha obtenido la menor evidencia de los posibles pavimentos ni de su preparación lo que podría apuntar a que se encontraban por encima de la interfacies de arrasamiento de los muros, habiéndose perdido por tanto. Si hasta aquí el conjunto de construcciones tardoantiguas que estamos describiendo ya configurarían por sí mismas un grupo arquitectónico de enorme interés, la documentación de más muros con idéntica técnica edilicia en la arena, introduce un factor añadido de complejidad. En efecto, y aunque nuestro conocimiento sea enormemente limitado, los muros parcialmente excavados en los Sondeos 1 y C permiten definir la presencia de edificios de gran entidad construidos en la arena del anfiteatro (Fig. 123). Las zanjas de cimentación de estos muros cortan el terreno geológico127, definiendo unos cimientos de 1,20 m de anchura en los que alterna una fábrica de mampostería con recios pilares de sillería. A partir de la cota 115,91, esta banqueta de cimentación da paso al alzado del muro, construido en opus vittatum trabado con el característico mortero rosáceo, que reduce su anchura a 0, 75 m (Fig. 124). Es muy posible que el nivel de suelo de estos edificios coincida con la del pavimento de mortero localizado en el Sondeo 2 de la Campaña 2002-2004 a una cota de 116,11 m.

126  Los muros UU.EE. 4512 y 4520 documentados en el Sondeo 3 y adscritos provisionalmente a una fase tardoantigua no formaron parte de este edificio, como evidencia su diferente edilicia. Cabría la posibilidad de ponerlos en relación con las construcciones ya descritas a propósito de la reocupación del sector del ambulacrum y de la summa cavea, adscribibles a una fase posterior a la que nos ocupa. 127  Que en este sector de la arena se encuentra a una cota de 114,96 m.

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Fig. 122. Muros documentados en los Sondeos 2 y 9, sobre la imma cavea, pertenecientes a la misma fase constructiva que las estructuras semicirculares adosadas al podium. © Convenio GMU-UCO.

Fig. 123. Estructuras tardoantiguas excavadas en el “Sector C”, entre las cimentaciones de hormigón de uno de los edificios de la antigua Facultad de Veterinaria. © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 124. Estructuras tardoantiguas excavadas en el Sondeo 1 de la Segunda Campaña. Corresponden a la esquina de un edificio saqueado a comienzos del s. X mediante una gran fosa posteriormente colmatada. © Convenio GMU-UCO.

De este modo, nos encontraríamos con dos conjuntos de edificaciones pertenecientes a un mismo proceso edilicio (Fig. 118): − Sobre la antigua arena del anfiteatro, dos edificios de los que conocemos sendas esquinas, de planta indefinida dadas las reducidas dimensiones de los sondeos, y con un nivel de suelo probablemente situado en torno a la cota 116 m. − Sobre la proedria e imma cavea del anfiteatro se erigen al menos tres edificios con idéntica planta: estructura absidal de c. 8,30 m de diámetro adosada al podium y espacio cuadrangular de más de 12 m de anchura y longitud por el momento indeterminada. Su nivel de suelo se encontraba por encima de la cota 118,20 m, lo que determinaba una posición sobreelevada varios metros respecto a las edificaciones de la arena. La cronología de estas edificaciones permanece por el momento imprecisa, especialmente en lo relativo al momento de construcción. En efecto, no hemos alcanzado las zanjas de fundación de las estructuras semicirculares en la arena, donde seguramente encontremos la secuencia de uso y abandono de la misma, así como contextos relacionados con la construcción de las edificaciones tardoantiguas, que a falta de criterios directos debemos situar en una fecha posterior al abandono e inicio del expolio del anfiteatro (en las primeras décadas del s. IV) y anterior al momento en que se procede a su abandono, demolición y amortización bajo un “túmulo” de escombros que, por el contexto cerámico presente en la U.E. 693, estrato documentado en el sondeo practicado al interior de la estructura absidal oriental y presumiblemente formado sobre la superficie de la arena del anfiteatro, podría fecharse a partir de finales del s. V o primera mitad del s. VI

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por la presencia de algunos fragmentos de ollas hechas a mano y la significativa ausencia de cerámica africana. Hasta aquí la información, muy parcial aún, de la que disponemos sobre las transformaciones operadas en el anfiteatro cordubense entre comienzos del s. IV y finales del s. VI. Ahora bien, cuál es el sentido y la función de las ocupaciones detectadas, y especialmente del monumental complejo arquitectónico erigido en la arena y sobre la cavea del viejo anfiteatro ya desmantelado en su mayor parte. En el estado actual de la investigación, los procesos de transformación de los edificios romanos de espectáculos, y especialmente de los anfiteatros, responden a un reducido número de modelos. Así, y dejando a un lado adaptaciones excepcionales, como la del teatro de Carthago Nova, reconvertido en el s. V en un mercado articulado por una gran exedra porticada (RAMALLO y RUIZ, 1998, 43-48)128, lo normal será la adaptación del anfiteatro a una funcionalidad defensiva, bien incorporándolo a una muralla urbana, bien convirtiéndolo en un baluarte extramuros129. Para el caso concreto del anfiteatro de Colonia Patricia, el grado de expoliación que ya había experimentado desde inicios del s. IV no hace factible una funcionalidad de este tipo, pues el desmantelamiento de la fachada, summa y media cavea había privado al edificio de la mayor parte de su volumen arquitectónico. Por otro lado, la hipotética consideración de las estructuras semicirculares como torres choca con su ubicación interna, en la arena. Una reutilización del anfiteatro con una funcionalidad defensiva habría dispuesto estos “refuerzos” en la fachada, nunca en el podium.

Fig. 125. Capilla martirial dispuesta en un vomitorium del anfiteatro de Durres (antigua Dyrrachion). El ábside se adosa al muro del podium, como en Corduba.

128  Reemplazado a su vez por un barrio comercial “bizantino” que se le superpone, fechable desde la segunda mitad del s. VI hasta finales del primer cuarto del s. VII (RAMALLO y RUIZ, 1998, 40). Para el anfiteatro de Segobriga ya hemos indicado la ocupación de la arena con un barrio de casas (de características indefinidas dado el modo en que fue excavado) durante los siglos IV y V. 129  Tal será el caso de varios anfiteatros italianos y galos, siendo uno de los más conocidos el de Caesarodunum (Tours), donde el anfiteatro fue incorporado al recinto amurallado del s. IV.

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Fig. 126. Planta del anfiteatro de Durres con localización de las Capillas I y II (BOWES y HOTI, 2003).

Descartada la funcionalidad defensiva de la transformación130, nos resta la religiosa, generalmente vinculada con el lugar en el que sufrieron martirio los primeros cristianos. Tal mutación es conocida tanto por las fuentes como por la propia investigación arqueológica, si bien su formalización adopta diferentes fórmulas. En Hispania contamos con el precioso ejemplo del anfiteatro de Tarraco, en cuya arena se construyó, en el s. VI, una basílica martirial en recuerdo del obispo San Fructuoso y de sus diáconos Augurio y Eulogio, que fueron quemados vivos en ese mismo lugar en el año 259 (DUPRÉ, 1995, 84; GODOY FERNÁNDEZ, 1995, 184 ss.). Una mutación de estas características parece mucho más probable para nuestro anfiteatro, máxime si tenemos en cuenta que contamos con un paralelo casi exacto en el anfiteatro de Dyrrachion (la actual Durres, en Albania), con un ábside adosado al podium y una nave, dispuesta sobre un vomitorium de la imma cavea (Figs. 125 y 126), definiendo una pequeña capilla decorada con mosaicos que forma parte de un complejo cristiano mucho más amplio, que incluye una segunda capilla decorada con frescos y dispuesta sobre la media ca-

130  El que rechacemos, por las razones expuestas, una reutilización con fines defensivos del anfiteatro en una primera instancia, no implica que el nuevo complejo arquitectónico resultante no pudiera acabar desempeñando ciertas funciones defensivas en el suburbium occidental, a modo de fortín o baluarte y en un contexto histórico preciso y diferente al del s. IV, como es el de la lucha por el mantenimiento de la autonomía política cordubense, bajo la égida de sus obispos y oligarquía urbana, frente a la presión expansionista del reino visigodo de Toledo, al que asistiremos desde un momento avanzado del s. V y, fundamentalmente, durante la primera mitad del s. VI (cfr. GARCÍA MORENO, 1995).

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vea131, un supuesto baptisterio y una extensa necrópolis que ocupa tanto la arena como otros sectores de un anfiteatro ya abandonado y ruinoso (BOWES y HOTI, 2003)132. Tanto la cronología del momento de su construcción como la de las ulteriores reformas, incluyendo un vasto programa decorativo con frescos y mosaicos, está poco clara debido a las deficiencias que rodearon su excavación y a la virtual ausencia de la publicación de los resultados de la misma (MIRAJ, 2003). No obstante, el proyecto de investigación actualmente en curso por la Universidad de Parma, que incluye la reexcavación, restauración y creación de un parque arqueológico en el anfiteatro, promete un sustancial cambio en la situación (SANTORO, 2003). A este respecto, parece probable que la construcción de la capilla, supuestamente consagrada a un mártir local, el obispo Astion, y a S. Stefano, se realizara con motivo de la restauración de la ciudad en el último cuarto del s. V por el emperador Anastasio I, natural de Dyrrachion (SANTORO y HOTI, 2008). Comenzamos a vislumbrar modelos en los que situar la dinámica de transformación de nuestro anfiteatro en un centro de culto cristiano, probablemente de carácter martirial. No obstante es necesario demandar prudencia en las interpretaciones en tanto nuevas campañas de excavación no nos proporcionen un conocimiento más profundo, tanto de las características arquitectónicas de estas edificaciones, como de su horizonte cronológico y posibles usos. Ampliando la escala en nuestro nivel de análisis, no debemos olvidar que las ruinas del anfiteatro que sirvieron de cobijo a una nueva realidad material e ideológica no constituyen un elemento aislado dentro de las áreas suburbanas de la Corduba tardoantigua, y especialmente de su extenso suburbio occidental. Así, sabemos que el acueducto que surtió de agua al anfiteatro, que es el localizado en los sótanos de la Estación de Autobuses, mantuvo su uso en el tramo romano desde los siglo IV al X (MORENO ALMENARA et alii, 1997, 18), lo que deja claro que esta reutilización, fuese del carácter que fuese, contó con agua corriente durante la Tardoantigüedad y que incluso debieron realizarse periódicas labores de limpieza en el mismo para garantizar su uso, ya que no existen en el acueducto depósitos pertenecientes a esta época. Esta cronología tan amplia coincide en buena medida con la aportada para la reutilización del anfiteatro. Tanto la magnitud de alguna de las obras emprendidas en la reutilización del anfiteatro, como es el caso de las monumentales estructuras semicirculares adosadas al podium y, muy probablemente, las erigidas en la arena, indican claramente una obra de envergadura, de importancia para movilizar la acción de un poderoso evergeta cuando no de toda la comunidad, lejos de connotaciones lumpénicas o espontáneas, carentes de planificación. De gran interés para dilucidar el carácter de esta ocupación tardoantigua nos parece la ubicación del anfiteatro. El edificio de espectáculos contó con una extraordinaria red de caminos en sus aledaños que sirvieron para que pudiera llenarse o vaciarse de espectadores en poco tiempo. Este hecho es usual en la mayoría de los edificios romanos de estas características pues hablamos de una capacidad de muchos miles de espectadores, que de otra forma habrían tardado mucho en acceder al recinto. Por el Norte, se disponía la vía Corduba-Hispalis, excavada años atrás frente a la Puerta de Gallegos. Por el Sur, el Camino Viejo de Almodóvar, camino tradicional que se ha mantenido prácticamente hasta nuestros días. Además de estas dos vías de acceso a la ciudad, el anfiteatro generó un camino propio, una importante calzada de 15 metros de anchura que lo conectaba directamente con la Puerta de Almodóvar133. Una vez abandonado el edificio y dado que los dos caminos se mantuvieron en uso en época tardoantigua, el anfiteatro quedó en este estratégico espacio del sector Occidental de la ciudad flanqueado por estos dos caminos y con uno que lo conectaba directamente con el extremo Sur del Y tal vez una tercera, localizada apenas a 15 m de esta segunda (cfr. BOWES y HOTI, 2003, Fig. 4). Una reutilización como lugar de culto cristiano está también atestiguada en el anfiteatro de Salona, con una cronología del s. VI-VII (cfr. DYGGVE, 1933, 55). 133  Cfr. en el segundo volumen de esta monografía el trabajo de F. Castillo, M. I. Gutiérrez y J. F. Murillo. 131  132 

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Fig. 127. Los suburbia de Corduba durante la Antigüedad Tardía. © Convenio GMU-UCO.

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recinto amurallado, que fue en el que se concentró la mayor parte de la población, y sobre todo los nuevos centros de poder de la ciudad (MURILLO et alii, 1997; CARRILLO et alii, 1999, 59). Otra referencia de interés que nos habla de hallazgos adscribibles a esta etapa en el entorno de la antigua Facultad de Veterinaria es la noticia sobre la aparición de gran cantidad de ladrillos decorados en los terrenos ocupados por la fundición la Cordobesa, que estuvo situada a escasos doscientos metros al Noroeste (CARRILLO et alii, 1999, 61). Estos ladrillos suelen ponerse en relación con iglesias paleocristianas fechables entre los siglos IV-VI d.C. Siguiendo el esquema habitual de interpretación de estos hallazgos se ha venido suponiendo la existencia de una basílica tardoantigua en las proximidades de la antigua Facultad de Veterinaria (SÁNCHEZ RAMOS, 2002, Fig. 1), de acuerdo con el conocido esquema de transformación de muchos edificios romanos dedicados a deportes y espectáculos en iglesias cristianas (TEJA, 2002, 165)134. Más parca es la noticia relativa a la aparición de varios enterramientos en sarcófagos de plomo en la Avenida de Medina Azahara, que fueron expoliados y cuya fisonomía desconocemos (MARTÍN URDIROZ, 2002b, 312). No obstante, es más que probable que se localizasen a lo largo de la vía Corduba-Hispalis de un modo similar a los enterramientos con cubierta de tegulae localizados junto a la Puerta de Gallegos, sin que necesariamente hubiesen de guardar relación con la posibilidad de que existiese un centro de culto cristiano en las inmediaciones de la Facultad de Veterinaria. En definitiva, nos encontramos con un probable nuevo centro cultual cristiano, a unir a los ya planteados para Cercadilla (HIDALGO, 2002), Cortijo de Chinales (SANTOS, 1955; MARFIL, 2001a) e, incluso, el Parque Infantil de Tráfico (CASTRO et alii, 2009), mostrándonos de un modo paradigmático el proceso de cristianización del que ya desde época altoimperial (Fig. 87) se constituyó como el más importante suburbio de la ciudad, y que ahora define una extensa área suburbana que desde Cercadilla hasta el Cementerio de la Salud flanquea la muralla occidental de Corduba (Fig. 127)135.

Ocupación del área del anfiteatro en época islámica Durante la primera etapa islámica, la mayor parte de los conquistadores se asentará en el interior del recinto amurallado de la Madina, coincidente a grandes rasgos con el de la ciudad romana altoimperial, y fundamentalmente en las proximidades del antiguo complejo episcopal cristiano y del centro del poder civil, localizados en el sector inmediatamente adyacente a la Puerta del Puente (cfr. LEÓN y MURILLO, 2009). No obstante, el protagonismo de la capital y su carácter de sede del nuevo Estado van a resultar decisivos para hacer de la Madina un polo de atracción de la población, hasta tal punto que en pocas décadas se empiezan a superar los límites marcados por la muralla. 134  Otro ladrillo con la inscripción F(lavii) Chioni v[ivas?] fue hallado reutilizado en una edificación absidada documentada en el seguimiento arqueológico de la intervención desarrollada en el solar de C/ Antonio Maura esquina con C/ Secretario Carretero, junto a la antigua vía porticada que conducía al anfiteatro y a escasos 200 m de sus, ya por entonces, ruinas. Esta edificación, muy destrozada por la posterior fase islámica, aprovechaba y readaptaba diversas estructuras previas, de época romana. Es el primer ladrillo de este tipo documentado en Corduba, muy frecuente en el conventus astigitanus, donde se conocen más de veinte ejemplares con decoración epigráfica referente a Chionius. Presentan diversas variantes: inscrito en una o en varias caras, con o sin monograma de Cristo, en solitario, o acompañado de la fórmula “vivas”, como en nuestro ejemplar. Estos ladrillos cristianos inscritos se vinculan a edificaciones singulares como basílicas, martiria o memoriae. En Corduba conocemos los ladrillos con la leyenda Ex off(icina) Leonti, hallados en el entorno de la basílica de San Vicente (NIETO, 1998, 40 ss.), los que preentan la inscripción Vivas in deo, relacionados con un supuesto monumento funerario cristiano en las cercanías de Madinat al-Zahra (HIDALGO, 1996, nota 40), o los de Sollemnis procedentes del edificio cultual cristiano de Cercadilla (HIDALGO, 2002, 347 ss.). Stylow (CIL II2/7), tiende a fecharlos genéricamente en los siglos VI y VII, excepto los de Chionius, para los que establece como término post quem la posible identificación de este personaje con un obispo, posiblemente astigitano, del s. V. 135  Áreas suburbanas tardoantiguas de gran extensión comienzan a ser conocidas en otras capitales hispanas, como Emerita y, fundamentalmente, Tarraco, donde el complejo cristiano del Francolí encierra un panorama muy similar al de Corduba (LÓPEZ VILAR, 2006).

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Así pues, pronto se inicia la expansión extramuros con el asentamiento de los primeros grupos de población en las áreas suburbanas y periurbanas, conformándose arrabales destinados básicamente a un uso residencial y doméstico. En este proceso de ocupación de los arrabales, resulta una constante su formación y consolidación junto a los caminos históricos que vertebraban la trama viaria, a las almunias de personajes principales, o a edificios píos, como mezquitas, baños o cementerios, que sirvieron como motor para el futuro desarrollo del urbanismo califal (ACIÉN y VALLEJO, 1998, 121 ss.; MURILLO, FUERTES y LUNA, 1999, 137; MURILLO, CASAL y CASTRO, 2004, 260). Al mismo tiempo, en el entorno extramuros se van a mantener las áreas religiosas cristianas (mozárabes) vinculadas a las iglesias y los monasterios construidos en época tardoantigua y visigoda, en torno a las cuales se aglutinaron los contingentes dimmíes. En el área occidental, el principal enclave que permanece activo es el antiguo complejo de Cercadilla, que genera un barrio mozárabe tras la conquista islámica, del que desconocemos si tuvo su origen en algún suburbium de cronología tardorromana (FUERTES y GONZÁLEZ, 1994a y 1994b; HIDALGO y FUERTES, 2001; MURILLO, CASAL y CASTRO, 2004, 258-259). Como vemos, la urbanización de la zona que nos ocupa va a tener un desarrollo muy destacado en la etapa emiral, documentándose solamente algunos indicios de ocupación aislada en áreas que debieron mantenerse mayoritariamente como huertas (MURILLO, CASAL y CASTRO, 2004, 266). No obstante, la localización del Alcázar en el ángulo Suroeste de la Medina debió funcionar como un foco de atracción de la elite islámica en busca del prestigio que ofrecía la proximidad a la corte, habitando residencias palatinas y almunias de alto rango que debieron proliferar en esta zona, y dibujando un paisaje característico del entorno inmediato extramuros. Así lo ponen de manifiesto los restos de estructuras domésticas documentados en el emplazamiento del Zoológico Municipal, donde se han registrado varias fases de época emiral y califal asociadas a una gran propiedad o almunia (RUIZ LARA et alii, 2008, 198). En este contexto que describimos, podemos incluir los escasos restos de ocupación emiral documentados en el anfiteatro, destacando fundamentalmente la presencia de varios muros aislados y algunos basureros de la misma cronología. Las mencionadas estructuras, localizadas únicamente en el Sondeo 6, se encuentran muy arrasadas por la posterior urbanización del espacio, de forma que resulta muy difícil interpretar la funcionalidad que tuvieron en su momento de construcción y uso. Precisamente, la ausencia de más edificaciones en el entorno demuestra la hipótesis de que un amplio sector suburbano se destinó a zonas de huertas, abarcando grandes espacios abiertos que además se utilizaron para fines residuales, como ponen de de manifiesto algunos basureros excavados en nuestro área de intervención. A partir de la etapa califal, Madinat Qurtuba experimentará un acusado crecimiento demográfico y urbanístico, plasmado en el desarrollo y expansión de un denso tejido suburbano alrededor de la Madina. Este hecho implicará la necesidad de abordar nuevos proyectos urbanísticos, en esta ocasión promovidos por el Estado, que culminan con la fundación de una nueva ciudad palatina, emplazada al pie de Sierra Morena, a unos cinco kilómetros al Oeste de Qurtuba. Como bien ha sido interpretada, Madinat al-Zahra es concebida como “la plasmación arquitectónica del triunfo del nuevo Estado califal” (VALLEJO, 1995). Actuando como un foco de atracción para la población, la nueva sede del poder califal modificará considerablemente la fisonomía urbana, generándose a lo largo de los caminos que la comunicaban con la Medina numerosos arrabales (BERMÚDEZ, 1993a, 259-294). El conocimiento del cinturón de arrabales de la ciudad islámica, especialmente en cuanto a la etapa califal, estaba basado en la interpretación de las fuentes literarias musulmanas dada por los distintos investigadores que se han ocupado de este tema (CASTEJÓN, 1929; LÉVI-PROVENÇAL, 1957; ZANÓN, 1989). A pesar de las frecuentes referencias por parte de algunos investigadores locales, como R. Castejón o M. Ocaña, de los hallazgos islámicos que durante la primera mitad del siglo XX se han estado efectuando en el entorno occidental de la ciudad, e independientemente de noticias dispersas (SANTOS, 1955; LUZÓN y RUIZ, 1973; MARCOS, 1978; MARCOS y VICENT, [ 296 ]

El anfiteatro romano de Córdoba y su entorno urbano. Análisis arqueológico (ss. I-XIII d.C.)

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1986), la documentación de los arrabales occidentales de la Córdoba islámica no se produce hasta finales de los años ochenta y, sustancialmente, durante la década de los noventa, como consecuencia del proceso de urbanización desarrollado a partir del PGOU de 1986. Así, frente a una idea única de desorden urbano, con plantas laberínticas y calles estrechas, la realidad arqueológica actual nos ofrece también una imagen bien distinta, que nos muestra una ciudad islámica basada en una planificación urbanística predeterminada, de trama ortogonal, con calles amplias y perpendiculares, y con un sistema de saneamiento perfectamente integrado. Los únicos datos sobre urbanismo islámico de que disponíamos hasta hace algunos años se recogían en los estudios de las fuentes literarias, traducidas y analizadas por numerosos investigadores a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Como resultado de todo ello, sabíamos que Qurtuba llegó a tener veintiún arrabales, a los que se accedía a través de las siete puertas dispuestas por todo el recinto de la Medina. Dos de ellos se sitúan en la orilla izquierda del río Guadalquivir, en la Axerquía surgen seis nuevos arrabales y al Norte se crean, en torno a sendas almunias de época emiral, tres arrabales más. El sector occidental de la ciudad, en el que ya existían edificaciones construidas durante el mandato de al-Hakam I y Abd al-Rahman II, alcanza ahora su máximo desarrollo, construyéndose hasta nueve arrabales que se extienden incluso más allá del perímetro occidental de la Córdoba actual (CASTEJÓN, 1929, 296 ss.). La profusión de intervenciones en esta zona durante los últimos veinte años –y más concretamente a partir de la aprobación del PGOU 2001– ha permitido ampliar el volumen de la información arqueológica, sobre todo en lo referente a los arrabales de época califal. Los restos exhumados en este amplio sector permiten comprobar cómo el ensanche de la ciudad hacia Occidente responde a un esquema urbanístico parcialmente planificado y regular, organizado en manzanas de viviendas estructuradas por calles principales y secundarias (adarves), algunas de ellas con redes de evacuación para las aguas residuales. Además de los edificios eminentemente privados, los arrabales se completaban con otros de carácter público que les proporcionan cierta autonomía con relación a la Medina, mezquitas y zocos que se disponían en plazas, y cementerios que se fusionaron con el entramado urbano como un elemento más. En contraste con el panorama que hemos descrito en los párrafos anteriores, los resultados obtenidos en las excavaciones del anfiteatro difieren notablemente de la tónica general del sector occidental de Qurtuba. En este sentido, sólo se documenta una ocupación parcial del espacio, concentrada fundamentalmente en la mitad Oeste del Sector Central de la I.A.U. 2002-2004 y en el Sondeo 3 de la Segunda Campaña. Esta fase constructiva, muy arrasada por la estratigrafía posterior, está formada por una serie de estancias alrededor de un posible patio con pozo de agua, pudiendo formar parte de una unidad doméstica. Los muros que delimitan estos espacios están constituidos por hiladas de mampuestos de pequeño tamaño, careados al exterior, en los que también se insertan algunos sillarejos aislados. El resto del área excavada hasta ahora queda libre de construcciones adscribibles a esta fase, si bien no descartamos la aparición de nuevas estructuras en futuras campañas. Pero lo cierto es que, al menos de momento, la zona que nos ocupa debió mantenerse como un espacio poco urbanizado, con huertas y vertederos también durante el Califato, como así lo demuestra la existencia de varias fosas colmatadas con materiales fechables en el siglo X, localizadas en los Sondeos 1 y 7.

Fase Postcalifal La ruptura de los artificiosos fundamentos simbólicos y propagandísticos sobre los que estaba sustentado el estado califal se produce a principios del siglo XI, durante la fitna acaecida entre 1009 y 1013. Los contingentes militares que atacan la ciudad, en especial las tropas beréberes que asediaron Córdoba en 1010, saquearán los arrabales occidentales, provocando una diáspora de población y el repliegue de los habitantes que permanecieron en la capital al interior de las antiguas murallas de la Medina. Tan sólo los arrabales orientales parecen haberse mantenido ocupados, aunque muy menguada su poblaMonografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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ción, gracias a la fortificación de su perímetro con una elemental muralla desde las primeras décadas del siglo XI (BERMÚDEZ, 2005b). A pesar de esa contracción poblacional hacia el interior de los recintos amurallados, aún persistirán, tras la desintegración del Califato omeya andalusí, zonas urbanizadas en el extremo opuesto de la ciudad, hacia la zona occidental. De hecho, son varios los lugares en los que se ha detectado la existencia de auténticos arrabales de cierta entidad de esta época, que testimonian un nuevo proceso de urbanización. Tal es el caso del solar situado entre las calles A. Maura, Virrey Caballero Góngora, Gonzalo Ximenez de Quesada y Secretario Carretero (CASTILLO PÉREZ DE SILES, 2003a) o en el propio Parque Infantil de Tráfico CASTRO, PIZARRO y RUIZ, 2009). De esta forma, hoy tenemos constancia de que en el sector más cercano al recinto amurallado de la ciudad, se desarrolló un arrabal en época postcalifal en contra de lo que se podía pensar y pese a lo sostenido por la investigación hasta ahora (ZANÓN, 1989, 36). En las dos excavaciones a las que hemos hecho alusión se documentaron restos de varias viviendas y una calle perteneciente al arrabal, que debió de extenderse al menos desde el actual Paseo de la Victoria hasta la confluencia de la C/ Albéniz con la C/ Antonio Maura. Los resultados más recientes sobre este tema proceden de la propia excavación del anfiteatro, donde se documentó, ya durante la Primera Campaña de excavación, un arrabal dispuesto en sentido radial que fosilizaba la planta del anfiteatro romano. Como corroboración de ello, en la nueva zona excavada durante la Segunda Campaña, ha podido constatarse la continuación de las estructuras documentadas en la anterior intervención, de manera que henos podido completar de un modo significativo la información relativa a la configuración urbanística del arrabal postcalifal. En líneas generales, podemos diferenciar las siguientes características aplicables al conjunto de edificaciones que configuran este sector extramuros (Fig. 128): − Planificación urbanística del arrabal, mediante la distribución organizada del espacio en manzanas regulares y espacios de tránsito (calles). − Distribución radial de los espacios, con una orientación general Noroeste-Sureste, cuyos muros presentan en numerosas ocasiones una suave curvatura y, en algunos casos, quiebros más acusados. − Adaptación del arrabal a la fase constructiva precedente, fosilizando la planta del anfiteatro aunque con una ligera variación en la orientación de las estructuras islámicas hacia el Suroeste. − Arrasamiento general y uniforme, si bien se observa un leve buzamiento hacia el Sur-Suroeste como consecuencia de la topografía del terreno. Los ejes que articulan este sector urbanizado se identifican con dos calles principales (Espacios 9=42 y 26), así como con sendas calles secundarias o adarves (Espacios 31 y 43) que se desarrollan a partir del viario principal. Dichos elementos van a delimitar tres manzanas de viviendas de diversa tipología, que analizaremos más adelante. Como decimos, contamos con dos vías principales paralelas entre sí, una situada al Oeste (Espacios 9=42) y otra al Este (Espacio 26). La primera de ellas ha podido ser excavada parcialmente, por sus extremos Noroeste y Sureste, en dos tramos que nos aportan una longitud total en torno a 37 m, mientras que su anchura máxima no excede los 1,80 m. Su pavimentación, muy sencilla, se compone de una capa arcillosa más o menos apisonada, siendo la única zona en la que se han detectado varios pozos negros asociados a la infraestructura de la calle. Esta vía parece desembocar por su extremo Noroeste en una zona abierta de grandes dimensiones, excavada durante la Primera Campaña e identificada como un gran patio (Espacio J). No obstante, el alto nivel de arrasamiento de dicho sector nos impide conocer con seguridad la conexión entre ambos espacios, por lo que dejamos esta interpretación a modo de hipótesis. [ 298 ]

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Fig. 128. Planta del arrabal postcalifal. © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 129. Arrabal postcalifal superpuesto al anfiteatro romano. © Convenio GMU-UCO.

Fig. 130. Planta general de la Casa 1. © Convenio GMU-UCO.

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La segunda vía, situada unos 25 m al Este de la anterior, cuenta con una longitud aproximada de 10,25 m y una anchura algo mayor que ronda los 2,20 m, presentando un pavimento similar de tierra apisonada. En la manzana de casas que se genera en el espacio resultante entre ambas vías, discurren dos calles secundarias perpendiculares a aquéllas, que servirían de nexo de unión entre las calles principales y las unidades domésticas de esta zona. Ambos adarves presentan la misma orientación Noreste-Suroeste y similar anchura, estimada en torno a 1 m. En el caso del adarve Este (Espacio 31), se desarrollaría en una longitud de 6,75 m y daría acceso a la Casa 7, mientras que desde el adarve Oeste (Espacio 43), de 5,50 m de largo, se penetraría en la Casa 6. La pavimentación de ambos espacios es idéntica a la de las calles principales, a base de una capa compacta de arcillas. En cuanto a las viviendas del arrabal, debemos resaltar la gran dificultad que supone su correcta interpretación por el alto nivel de arrasamiento que presentan las estructuras (sobre todo en el extremo septentrional del área de afección), así como por la documentación de la fase constructiva más reciente. Asimismo, el trabajo de campo concluido hasta ahora ha supuesto la excavación de la mitad oriental del futuro Parque Arqueológico, quedando pendiente la continuación de los trabajos en la zona occidental (Fig. 129). Teniendo en cuenta estos condicionantes, hemos interpretado de manera preliminar algunas de las unidades domésticas que integraban el arrabal, si bien somos conscientes de la parcialidad de los resultados actuales, que podrán ser completados en un futuro. De este modo, diferenciamos al menos diez viviendas que pasaremos a describir. La Casa 1 (Fig. 130) se corresponde con la tipología más básica documentada en la zona de excavación, estando formada por una crujía Sur, de la que sólo se ha documentado el muro de cerramiento Noroeste, patio central y crujía Norte, al fondo de la vivienda. El patio (Espacio 41), de 21,18 m2, consta de un pozo de agua sellado con dos losas y su rebosadero correspondiente, formado por un pavimento empedrado y un reborde perimetral de caliza micrítica gris. Este espacio estaría comunicado con la crujía Norte (Espacio 40) a través de un vano de acceso muy arrasado, del que se ha conservado una quicialera in situ.

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Dicha habitación (13,75 m2) se podría identificar con la sala principal de la vivienda y estaría pavimentada con un suelo muy sencillo de tierra apisonada. La casa que estamos analizando está flanqueada al Suroeste por una de las calles principales (Espacios 9 y 42) y al Noroeste por un adarve (Espacio 43), sin que encontremos en ninguna de las dos vías entrada alguna a esta vivienda. Por ello suponemos que su correspondiente fachada se encontraría al Sur, lo que implicaría la existencia de otro eje viario que delimitara y organizara desde dicha zona el acceso a esta unidad doméstica así como a las número 2, 3 y 4. La Casa 2 (Fig. 131) se sitúa al Este de la Casa 1 y ha sido documentada parcialmente ya que se introduce en el perfil meridional de la excavación. Al igual que la vivienda descrita anteriormente, parece seguir el mismo esquema constructivo, con crujía Sur correspondiente a la fachada, patio central y crujía Norte, destinada a salón-alcoba. La crujía de fachada no ha podido ser documentada porque queda fuera del área de actuación, mientras que el patio sólo ha podido excavarse parcialmente por la misma razón. Éste, identificado con el Espacio 39, carece de pozo aunque dicha ausencia podría explicarse por hallarse en la zona no excavada. Sí cuenta con los restos de un andén perimetral, del que se conservan dos sillarejos en el lado Suroeste y un murete de mampostería en el Noroeste. El alzado de los muros debió estar enlucido y techado, a juzgar por los numerosos fragmentos de revestimiento y tejas que cubrían el espacio. La crujía Norte (Espacio 38) se comunica con el patio a través de un vano, practicado en la parte central del muro que delimita ambos espacios. La mencionada crujía se corresponde con el salón de la vivienda, de 13,78 m2, y presenta el pavimento característico de este tipo de habitaciones, es decir, un suelo de mortero de cal que, en este caso, se encuentra muy arrasado por varias fosas posteriores. La Casa 3 (Fig. 132) se ubica al Este de la anterior, quedando embutida parcialmente en el perfil Sur de la zona de excavación. Creemos que también podría agruparse en la misma tipología que las casas 2 y 3, con crujía Sur de fachada, patio central y crujía Norte en el fondo de la vivienda. Del patio (Espacio 37) sólo se ha excavado su ángulo Noroeste, donde se distinguen los restos de un andén perimetral formado por una sucesión de sillares de calcarenita. No se han hallado indicios de pozo ya que la mayor parte del espacio queda fuera del área de excavación, si bien suponemos que debió existir con el fin de cubrir las necesidades básicas de abastecimiento de agua a la vivienda. A diferencia de los patios de las casas 1 y 2, éste presenta una compartimentación interna en el ángulo Noroeste, a través de un murete de escasa entidad que podría conformar un espacio auxiliar. Se conservan restos de enlucido en algunos muros, así como derrumbes de tejas cerca del andén, de lo que se deduce que la zona perimetral debió contar originalmente con una techumbre. La crujía Norte (Espacio 36) se identifica con la sala principal de la vivienda y estaría en contacto con el patio a través de un vano, delimitado por dos

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Fig. 131. Planta general de la Casa 2. © Convenio GMUUCO.

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Fig. 132. Planta general de las Casa 3 y 4. © Convenio GMU-UCO.

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sillarejos y una quicialera de mármol blanco. Interiormente ronda los 15,37 m2, presentando en el extremo Suroeste un reducido espacio separado del resto de la grujía mediante un murete de mampostería. Esta compartimentación podría identificarse en principio con una alcoba lateral; sin embargo, durante el proceso de excavación se recogieron numerosos fragmentos de lebrillos y tinajas, por lo que se trataría más bien de una zona de almacenamiento. La sala principal está pavimentada de manera muy sencilla, mediante una capa arcillosa compactada, detectándose asimismo en la zona de contacto con el pequeño almacén, restos de cenizas y arcillas rubefactadas de un hogar. La Casa 4 (Fig. 132) se dispone al Este de la anterior, siguiendo el mismo esquema constructivo en el que presumimos la existencia de crujía de fachada al Sur, patio central y salón con alcoba al Norte. El patio (Espacio 35) queda embutido casi completamente en el perfil del solar, por lo que sólo se ha documentado su ángulo Noroeste en una superficie de 1,25 x 0,90 m. Interpretamos la funcionalidad de este espacio por la presencia de varios sillarejos que podrían formar parte de un andén perimetral. La sala principal de la vivienda (Espacio 34) se sitúa al Norte del patio, proporcionándonos un tamaño aproximado de 15 m2. Hasta el momento no se ha detectado ninguna compartimentación interna de este espacio ni su posible nivel de suelo, quedando pendientes de confirmar estas cuestiones con la continuidad de los trabajos de excavación. Como hemos mencionado más arriba, la inexistencia de vanos de acceso a estas cuatro casas desde el Noreste, Noroeste y Suroeste implicaría la posibilidad de que la entrada a estas unidades domésticas se efectuara desde el Sureste, existiendo obligatoriamente allí una calle.

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Al Noroeste de las cuatro anteriores se dispone la Casa 5 (Fig. 133), cuya interpretación resulta muy compleja por las numerosas reformas que afectan a los espacios que la integran. En principio, se intuyen al menos dos fases constructivas, una inicial que correspondería a la tipología de las casas 1, 2 ,3 y 4 –con crujía Sur de fachada, posible patio central y crujía Norte al fondo de la vivienda–, y otra fase posterior en la que dichos espacios se amortizan y pasan a formar parte de la Casa 6. La unidad doméstica de la primera fase estaría flanqueada en su extremo Suroeste por una de las calles principales (Espacios 9 y 42), así como por un adarve (Espacio 43) en su extremo Sureste. El acceso a la vivienda se realizaría desde la calle principal, a través de un vano del que se han conservado los restos de una quicialera. A modo de hipótesis pensamos que la crujía Sur (Espacios 47, 48 y 49) conformaría un espacio unitario de 9,50 m2, que se comunicaría con el posible patio central (Espacios 50 y 51), de unos 10 m2. Al Norte de éste, se dispondría una sala principal no muy grande (Espacio 52), que rondaría los 7,50 m2. En una segunda fase edilicia, los tres espacios originales se compartimentarían y quedarían integrados en la vivienda 6, formando parte de sus correspondientes crujías Norte y Oeste. La Casa 6 (Figs. 134 y 135) sufre una evolución similar a la anterior, si bien en el primer momento constructivo nos encontramos ante una vivienda de mayores dimensiones que las ya descritas, estando formada por patio en el lado Oeste, crujía este y crujía Norte. El acceso a esta vivienda se realizaría desde una de las calles principales (Espacios 9 y 42) a través un adarve de unos 5,50 m de longitud (Espacio 43), que desemboca en un patio de grandes dimensiones (Espacio 44), con un área de 31,5 m2. La identificación de este último espacio ha sido posible gracias a la presencia de un andén perimetral, documentado hasta el momento en sus lados Noreste y Noroeste, que originariamente presentaría una cubierta parcial en su perímetro. El pozo, no detectado hasta ahora, debió situarse presumiblemente en la zona central, dato que falta por confirmar. Desde el patio se abre el correspondiente acceso a la crujía lateral, que en este caso se halla subdividida en dos estancias de tendencia rectangular. La primera de ellas (Espacio 45) conserva un vano de acceso con doble quicialera, siendo éste el punto de conexión con el espacio precedente. Se trata de una estancia de 7,75 m2 que presenta un pavimento de mortero de cal bien conservado. En su extremo Sureste se documenta un muro muy arrasado que

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Fig. 133. Planta general de la Casa 5. © Convenio GMU-UCO.

Fig. 134. Planta general de la Casa 6 (Fase I). © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 135. Planta general de la Casa 6 (Fase II). © Convenio GMU-UCO.

Fig. 136. Planta general de la Casa 7. © Convenio GMUUCO.

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la separa de la segunda estancia. Ésta, identificada con el Espacio 46, mide 3,15 m2, y podría interpretarse como una alcoba lateral o un espacio auxiliar, sin duda relacionado con el anterior, que lo dobla en dimensiones. Al Norte del patio se encuentra otra crujía (Espacio 53), de la que sólo se ha excavado su ángulo Suroeste. Desconocemos por el momento sus dimensiones totales, sin que tampoco se haya conservado ningún vano entre ambos espacios. Lo único que sabemos es que contó con una cubierta de tejas y que se pavimentó de forma muy sencilla, mediante una capa de arcillas más o menos compactas. Como hemos explicado anteriormente, parece que esta vivienda sufre una serie de reformas en un segundo momento constructivo, que consiste fundamentalmente en la agregación de parte de la Casa 5. De esta forma, el patio ocupa ahora un lugar centralizado en la vivienda, mientras que el Espacio 52 (antigua crujía septentrional de la casa 5) se convierte en una estancia lateral de la crujía Norte de la casa 6. Por su parte, la crujía Oeste va a sufrir una serie de compartimentaciones internas; por un lado, el antiguo patio se colmata y se divide en dos, una estancia cuadrangular con pavimento de mortero de cal (Espacio 51) y otra más estrecha al fondo (Espacio 50). La crujía Sur de la casa 5 se divide en tres espacios, dos pequeñas estancias en la zona más cercana al patio (Espacios 47 y 49), con acceso desde el mismo, y otra sala algo mayor al fondo de éstos (Espacio 48). Un muro medianero separaría por el Este la Casa 6 de las dos siguientes, a las que se accedería desde la otra calle principal (Espacio 26) y su correspondiente adarve (Espacio 31), situados en el extremo Noreste de la manzana de viviendas que describimos. En la Casa 7 (Fig. 136) volvemos a encontrar la misma distribución espacial que en las cuatro primeras unidades domésticas, siguiendo un modelo básico de crujía de fachada Sur, patio central y crujía Norte al fondo de la vivienda. El acceso a esta vivienda se realizaría de forma similar a la Casa 6, esto es, desde una de las calles principales (Espacio 26) a través de un adarve de unos 6,75 m de longitud (Espacio 31), que desemboca en una estancia rectangular de 10,80 m2 (Espacio 32). Esta crujía Sur se comunica a través de un vano con un patio de 28 m2, situado en el centro de la casa (Espacio 33) en el que, si bien no se ha podido constatar la presencia de pozo, sí hemos detectado los restos de un

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andén en tres de sus lados. Dicho pasillo perimetral, sobreelevado respecto al centro del patio, está formado por una hilera de mampuestos calzados entre sí con fragmentos de tejas y ladrillos, que se disponen en tres hiladas superpuestas generando una zona de tránsito de unos 0,65 m de anchura. La crujía Norte, de la que sólo se ha documentado parcialmente el muro que la comunicaba con el patio, estaría situada en el fondo de la vivienda, identificándose probablemente con el salón-alcoba. No obstante, actualmente se ubica bajo el camino de acceso al área de excavación, por lo que poco podemos aventurar sobre sus dimensiones, configuración interna y funcionalidad. La Casa 8 (Fig. 137) también ha sido excavada parcialmente aunque, a modo de hipótesis, podría tener una distribución basada en crujía de fachada en el lado Sur, crujía lateral en el lado Este, patio en el lado Oeste y crujía Norte en el fondo de la vivienda. Al igual que la anterior, el acceso a esta casa no se realizaría de forma directa desde la calle principal (Espacio 26) sino a través de una calle secundaria (Espacio 31). Hemos podido confirmar este hecho gracias a la documentación de un vano en la parte central del muro de fachada, por el que se penetraría en la crujía Sur. Ésta, identificada con el Espacio 23, mide 6,40 m2 y está pavimentada de forma sencilla con una capa de arcillas apisonadas. El muro opuesto a la entrada de la vivienda cuenta igualmente con otro umbral escalonado, por el que se accede al patio (Espacio 24). De él sólo hemos detectado un pavimento de mortero no muy cuidado y el posible arranque de un andén perimetral en su extremo Suroeste (Espacio 25), que generaría una zona de tránsito de 0,90 m. Al Este del patio se sitúa una crujía de desarrollo longitudinal (Espacio 21), de la que sólo se intuyen sus ángulos Noreste y Suroeste. Tendría un tamaño aproximado de 14,85 m2, sin que por el momento podamos aportar más información sobre su configuración interna debido a su situación bajo el camino de acceso a la excavación. En su extremo Sureste se documenta un muro que la separa de otra estancia más pequeña (Espacio 22), que presenta un pavimento de tierra apisonada. Esta sala, de 4,4 m2, debió usarse como espacio auxiliar de la vivienda. En el lado Norte de la casa, se abriría una amplia sala de 17,60 m2 (Espacio 20), que po-

Fig. 137. Planta general de la Casa 8. © Convenio GMU-UCO.

Fig. 138. Planta general de la Casa 9. © Convenio GMU-UCO.

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Fig. 139. Planta general de la Casa 10. © Convenio GMU-UCO.

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siblemente constituyó la habitación principal de esta unidad doméstica. En su extremo Noreste se observa una compartimentación del espacio mediante un murete de mampostería que genera una reducida zona de 3,84 m2, pudiendo interpretarse como una posible alcoba. Las ocho viviendas que hemos descrito hasta ahora conforman una manzana central, delimitada por el Noreste y Suroeste por sendas calles principales (Espacios 9, 26 y 42), aunque presumimos la existencia de una calle al Sureste que permitiría el acceso a las casas 1, 2, 3 y 4. La Casa 9 (Fig. 138) es la única documentada por ahora al Oeste de la calle principal identificada con los Espacios 9 y 42. Si bien está parcialmente excavada, al menos se intuye la configuración general de su planta, siendo una de las más completas del área de intervención actual. En este caso, constaría de patio central y tres crujías laterales, aunque no descartamos la existencia de una cuarta. De esta forma, el patio (Espacio 8) ocuparía una posición centralizada en la vivienda. De momento no podemos definir sus dimensiones totales ni determinar la existencia de un andén perimetral. Aun así, hemos observado en la superficie del terreno los restos de una tubería de atanores que partiría de la zona central del patio hacia su ángulo Suroeste, lo que podría indicarnos la presencia de un pozo del que este canal recogería el agua sobrante. La crujía Sur se encuentra en un estado de arrasamiento muy alto y consta de una estancia central (Espacio 6) y dos laterales de menores dimensiones (Espacios 5 y 7). La sala central es de mayor tamaño que las laterales, midiendo 9,56 m2, frente a éstas, de 3,35 y 6,75 m2, respectivamente. Las reducidas dimensiones del Espacio 5 podrían indicarnos que nos encontramos ante una pequeña alcoba dispuesta en el lado Noreste del Espacio 6. De la crujía Este sólo hemos constatado la presencia de una estancia en la mitad Noroeste (Espacio 4), sin que descartemos la existencia de otra al Sureste de la anterior. Se trata de un espacio cuadrangular de 4,40 m2 cuya funcionalidad desconocemos. En el lado Norte de la casa se documenta otra estancia de mayores dimensiones (Espacio 3) cuyo pavimento ha desaparecido. Esta sala tendría un tamaño de 12 m2, algo superiores al del Espacio 6, sin que sepamos cuál fue su función en el momento de uso de la vivienda. La última unidad doméstica identificada en el solar es la Casa 10 (Fig. 139), situada al Noroeste de la Casa 6 y delimitada por una de las calles principales al Suroeste (Espacios 9 y 42). Sólo ha sido excavada par-

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cialmente, diferenciándose una crujía Sur, patio central y crujía Norte; no obstante, el arranque de unos muros junto a esta última nos induce a pensar que pudo contar con una crujía lateral Oeste, dato que falta por confirmar. De los espacios que conocemos, se documenta el ángulo Noreste de la crujía Sur (Espacio 16), de dimensiones imprecisas. Al Norte de ésta se sitúa un patio de 9,12 m2 (Espacio 15) en el que se observa un pozo con encañado, que se debió utilizar para cubrir las necesidades de agua de la vivienda. A la crujía Norte se accedía mediante un vano practicado en la zona central del muro que separaba ambos espacios. Este umbral, de 0,90 m de longitud, cuenta con una doble quicialera, una tallada en un ladrillo y otra sobre un fragmento de losa de mármol blanco. Interiormente, el Espacio 14 tiene unas dimensiones de 6,40 m2 y se podría identificar con la sala principal de la vivienda. Al igual que hemos observado en otras casas del arrabal, la estancia que describimos presenta en el lado Noreste una pequeña compartimentación. Se trata de un murete de sillarejos que podría delimitar una zona de hogar, a juzgar por los restos de madera carbonizada y cenizas asociadas al estrato que lo colmataba. La conexión de la casa con el ámbito público de la calle es aún incierta; a modo de hipótesis podríamos aventurar la existencia de una crujía de fachada al Sur (Espacio 16), cuyo acceso no estaría vinculado a la calle principal sino a un posible adarve lateral que podría reproducir el mismo esquema de las viviendas 6 y 7. Además de las viviendas descritas, cuyas plantas han sido identificadas con relativa facilidad, existen en el solar otros espacios interconectados, que debieron configurar varias construcciones de carácter doméstico y que se localizan en el área excavada durante la Primera Campaña así como en la mitad Suroeste de la zona de intervención en la Segunda Campaña. No obstante, en el primero de estos ámbitos la interpretación resulta muy compleja debido al alto nivel de arrasamiento de las estructuras, mientras que la segunda zona aún no ha sido excavada, lo que nos impide definir con claridad ambos sectores del arrabal. Desde el punto de vista constructivo, las estructuras postcalifales presentan unas características comunes que pasaremos a describir seguidamente. Por un lado, debemos subrayar la gran homogeneidad de la técnica edilicia utilizada, destacando el uso de muros de mampostería con una anchura media de 0,50 metros. Los materiales empleados son muy variados, aunque se observa un predominio de los mampuestos de caliza y los cantos rodados, seguidos de calcarenitas, calizas micríticas grises, calizas nodulosas violáceas y pudingas, en menor proporción. Además de los materiales de construcción anteriores, se advierte de forma muy puntual la reutilización de algunos elementos romanos, como bloques de opus caementicium de diverso tamaño (U.E. 234), sillares de calcarenita (UU.EE. 93 y 469) e incluso un fragmento de inscripción latina (U.E. 210). También podemos encontrar otra variante de los muros de mampuestos, en la que se combinan hiladas de piedra con otras de tejas, aunque los ejemplos de este tipo son muy escasos en las estructuras excavadas. En casos muy concretos se documentan otras técnicas constructivas, como un muro de sillarejos (U.E. 81) y otros de tapial (UU.EE. 375, 2021 y 2041). Normalmente, estas estructuras estaban revestidas con un enlucido de mortero de cal pintado a la almagra, si bien en el área de excavación sólo se ha constatado en los muros de tapial a los que hemos aludido. Los restos de dichos enlucidos se encuentran en un estado de conservación muy precario, habiéndose conservado una altura que no supera los 0,10 m. La disposición de los materiales en los muros es bastante uniforme, destacando el aparejo formado por dos hileras exteriores muy bien alineadas de mampuestos de mayor tamaño, y un relleno central más irregular, compuesto por piedras más pequeñas. Como aglutinantes, observamos el uso de arcilla mezclada en numerosas ocasiones con fragmentos de cerámica y de tejas. Aunque éste es el aparejo más frecuente, también se documentan los formados por cuatro o cinco hileras de mampuestos del mismo tamaño, sin relleno interno (U.E. 111); otro a base de cajones de sillarejos –delimitando un espacio de 0,50 x 0,20 m–, que se rellenan con mampuestos de pequeño tamaño

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trabados con arcilla (U.E. 338); o los que se componen de simples alineaciones de mampuestos, que suelen marcar alguna división interna de las crujías (UU.EE. 317 y 479). Los vanos suelen estar definidos por dos sillares cuadrangulares situados a ambos lados del dintel (UU.EE. 136 y 315), algunos de los cuales presentan un rebaje en forma de ángulo entrante a modo de mocheta, con el fin de encajar el marco de la puerta (U.E. 351). Una variante consiste en la presencia de dos sillares laterales, como en el caso anterior, y otro central dispuesto a modo de losa (U.E. 283). También encontramos algunos ejemplos de vanos escalonados, constituidos por uno o dos sillares en un plano superior y una o dos hileras de mampuestos en un plano inferior que, formando un escalón, permiten el acceso al interior de la crujía (UU.EE. 158 y 307), situada a un nivel más bajo que el espacio que la precede. La anchura de los vanos varía entre 0,65 y 1,40 m y normalmente se localizan en la parte central del muro. Muchos de estos accesos conservan in situ las quicialeras, que son en numerosas ocasiones piezas de mármol reaprovechadas, aunque también se utilizan otros materiales como caliza micrítica gris, nodulosa violácea e incluso ladrillo (U.E. 278). En la mayoría de los casos que hemos documentado, estos umbrales sólo cuentan con una quicialera en uno de sus extremos, salvo en un par de ejemplos en los que encontramos dos de estos elementos (UU.EE. 278 y 351). La conservación de pavimentación es escasa en el área excavada, aunque los restos encontrados nos permiten, en determinados casos, conocer el uso y características de los espacios. Uno de los suelos más utilizados es el de tierra apisonada (UU.EE. 173, 174, 244, 310, 311, 312 y 383), asociado a estancias cerradas, que posteriormente estaría cubierto por esteras o alfombras, de uso bastante común. Un segundo tipo es el de cantos rodados (U.E. 448), localizado en un espacio identificado con un patio; y por último el más elaborado, realizado con mortero de cal y enlucido a la almagra (UU.EE. 182, 344, 355, 370, 429 y 449), que suele aplicarse al salón-alcoba de la vivienda. Algunos de los patios documentados cuentan además con un andén sobreelevado, que se dispone en uno o en varios de los lados que lo delimitan. Normalmente se trata de unas estructuras de sillarejos de calcarenita, con unas dimensiones medias de 0,40 x 0,35 m, dispuestos en una hilada (UU.EE. 452, 468, 478 y 482). En algunos de estos espacios se observa un andén diferente, formado por hiladas de mampuestos de mediano tamaño alineados en una sola hilera que genera un corredor normalmente pavimentado con tierra apisonada o gravas. El arrabal contó con un sistema hidráulico tanto para el abastecimiento de las viviendas como para la evacuación de las aguas residuales. Los ejemplos más representativos del primer tipo se documentan en dos patios dentro del área de excavación y consisten en sendos pozos de agua destinados al consumo privado y a las actividades domésticas. El primero (U.E. 294) presenta un encañado realizado con seis hiladas superpuestas de mampuestos trabados con arcilla, fragmentos de tejas, cerámica y ladrillos. La hilada superior es la peor conservada, documentándose sólo cinco o seis mampuestos, mientras que las tres siguientes utilizan mampuestos de pequeño tamaño –de 0,12 x 0,10 m– y la quinta está formada por sillarejos de 0,34 x 0,25 m. La última hilada excavada, al fondo del pozo, combina cantos rodados y pequeños mampuestos. El segundo ejemplo (U.E. 367) posee un encañado similar al que hemos descrito con anterioridad, alcanzando una profundidad de 7 m, y se cubre con un sillar de 1,12 x 0,43 m y una losa de esquisto que mide 0,74 x 0,49 m (U.E. 365) dispuestos de forma paralela sin ningún tipo de aglutinante, sellando el pozo. Asociado a él encontramos un pavimento de planta rectangular construido con cantos rodados (U.E. 448), cuyo perímetro exterior presenta un reborde sobreelevado. Teniendo en cuenta estos datos podría interpretarse como un rebosadero que serviría para embellecer el pozo y destacarlo dentro del patio y evitar que el agua se extienda por el resto del espacio, si bien lo más habitual para este tipo de estructuras es el uso de losas de calcarenita. La presencia de pozos negros es más numerosa, documentándose tres de estos elementos en un espacio abierto identificado con una calle (Espacio 9). Aunque suelen estar relacionados con letrinas dispuestas en el interior de las viviendas, el nivel de arrasamiento que ha sufrido el sector [ 308 ]

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del arrabal no nos ha permitido comprobar la existencia de dichas estructuras. No obstante la disposición de dos de estos pozos junto a la cara exterior de los muros parece confirmar este uso. No ocurre así con el tercero (U.E. 114), situado en el centro de la vía y cuya relación con las estructuras cercanas desconocemos. Como decimos, tienen unas características estructurales similares a los pozos de agua, contando con un encañado de mampuestos, dispuesto en hiladas consecutivas. Las formas y dimensiones son variables; encontramos un pozo de planta circular (U.E. 114) aunque la planta predominante es la elíptica (UU.EE. 117 y 454) y los diámetros interiores oscilan entre 0,50 y 0,80 m. El uso de canalizaciones para el transporte de agua limpia y de atarjeas para la evacuación de las residuales fue bastante frecuente en los arrabales islámicos, si bien el nivel de consecución de los trabajos arqueológicos hasta el momento en el área de intervención no ha proporcionado indicios de la existencia de estas obras hidráulicas. A lo largo de la segunda mitad del siglo XII, el arrabal documentado en el solar de la antigua Facultad de Veterinaria y que acabamos de analizar es abandonado, hecho que constatamos gracias a los materiales asociados a los derrumbes de las cubiertas así como a las respectivas colmataciones de los espacios. De esta forma, la zona que mencionamos es arrasada y se convierte en un despoblado apto para el vertido de desechos, tal y como se ha comprobado en el extremo Noroeste de la excavación. Precisamente en dicho sector, aparecen materiales cerámicos algo más tardíos, fechados en el primer tercio del siglo XIII, dato que demuestra que ya en vísperas de la conquista cristiana no hay rastro alguno de construcciones. No obstante, debemos matizar que la amortización del arrabal en esta fecha se produce en la zona del actual Rectorado, ya que en zonas próximas sí se han documentado casas tardo-almohades que permiten avanzar esta cronología de abandono hasta la conquista cristiana, acaecida en 1236. En concreto nos referimos a la excavación desarrollada en el solar de la C/ Secretario Carretero esquina con C/ Antonio Maura, donde se han documentado varias casas con pinturas muy similares a las del palacio de Orive y pozos de planta octogonal que, además de los conjuntos materiales, nos informan de una cronología más avanzada para estas unidades domésticas.

Transformaciones entre LOS SIGLOS XIV y XX A partir de las etapas bajomedieval y moderna, la zona extramuros al Oeste de la ciudad va a quedar prácticamente despoblada, lo que supone el abandono y la amortización de los antiguos arrabales islámicos, así como la proliferación de huertas que perdurarán hasta las primeras décadas del s. XX. No obstante, en la zona más cercana a la muralla, las áreas de cultivo conviven con algunos conventos y monasterios, como el santuario de Ntra. Sra. de las Huertas, nombre que fue sustituido por el de Ntra. Sra. de la Victoria por los Reyes Católicos. En 1509, los terrenos del santuario se donaron para la creación de un nuevo monasterio, si bien mantuvo su anterior nombre. De hecho, en documentos conservados en el Palacio Episcopal, con fecha del 18 de febrero de 1510, se consignaron las palabras “Monasterium tituli Sanctae Mariae de Victoria de hortis de cetero nuncupandum”. La fundación monástica perduró más de tres siglos hasta el año 1836, cuando Francisco García Hidalgo lo compró y, años más tarde, lo vendió al Ayuntamiento para la ampliación de recinto Ferial (RAMÍREZ DE ARELLANO, 1998, 317 ss.). Junto al citado monasterio, en la segunda mitad del siglo XVIII va a comenzar el proceso de formación del Paseo de la Victoria, afectando en un principio al tramo situado al Norte de la Puerta de Gallegos, con el fin de eliminar los focos de infección causados por el estancamiento de las aguas, hecho que generó el diseño de una alameda, finalizada en 1776, delimitada por el Arroyo del Moro al Oeste (MARTÍN LÓPEZ, 1992, 81 ss.). En 1853, se construye un paseo de salón en la alameda de la Victoria, obra del arquitecto municipal Pedro Nolasco Meléndez, y unos años más tarde (en 1866), Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (Vol. I)  Córdoba 2010  isbn 978-84-932591-8-1

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se añadirá un jardín con los terrenos del haza y tejar de la Agricultura, proyectado por el arquitecto municipal Rafael de Luque y Lubián. El auge que adquiere la popular Feria de Ntra. Sra. de la Salud, que desde 1820 se venía celebrando en la parte meridional del Paseo de la Victoria, provocará la destrucción y desmonte del paseo de salón (1868) con el fin de dar mayor desahogo a la feria, quedando este espacio además sensiblemente ampliado con los terrenos que a tal fin adquiere el Ayuntamiento (ex convento de la Victoria y varias hazas en el pago de la Salud). Así pues, todo el proyecto comprendido desde la Puerta de Almodóvar y el comienzo de la Ronda de los Tejares quedará convertido en una extensa explanada. Pasados unos años, en 1892, se decide construir unos nuevos jardines que recibirán el nombre de Duque de Rivas. Este amplio cinturón verde va a contar con sucesivas reformas en los jardines, entre las que cabe destacar las proyectadas en el año 1926, que le proporcionan su actual aspecto (MARTÍN LÓPEZ, 1994, 244). Por todo lo dicho, los terrenos excavados en el actual Rectorado se convertirán en un auténtico descampado hasta comienzos del siglo XX, cuando tiene lugar la urbanización de este sector, que se prolonga hasta mediados del mismo. En este momento se edifica la Facultad de Veterinaria y los cuarteles que se disponían al otro lado de la Avenida de Medina Azahara, lo que nos indica que la reurbanización de este sector de la ciudad se produce como consecuencia de un cierto diseño de las autoridades, al dar uso público a las nuevas construcciones. Con motivo de las obras se procederá a la nivelación del terreno, hecho que conlleva el aporte de una importante cantidad de escombros que configuran un estrato de más de 1 m. de potencia. Igualmente, la zona quedará afectada por una serie de colectores documentados durante la Primera Campaña, cuya continuidad hemos podido constatar, así como por la realización de un muro de separación entre el edificio y la zona trasera de jardín. Juan F. Murillo M.ª Isabel Gutiérrez M.ª Carmen Rodríguez Dolores Ruiz Lara

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Con la colaboración de MINISTERIO DE Ciencia e Innovación

vio la luz en 1994, es una serie de carácter temático publicada por el Grupo de Investigación Sísifo (P.A.I., HUM-236), de la Universidad de Córdoba, y la Gerencia Municipal de Urbanismo de esta misma ciudad,

cordobesa

en el marco de su convenio de colaboración para la realización de actividades arqueológicas, que dirigen

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el Prof. Dr. Desiderio Vaquerizo Gil y el Dr. Juan Fco. Murillo Redondo. MgAC surge como instrumento para dar a conocer de forma monográfica propuestas de interpretación arqueológica desarrolladas por Investigadores de dicho Convenio, que someten así, de manera periódica, su trabajo al juicio crítico de la comunidad científica internacional, así como temas de especial relevancia para el avance de la investigación arqueológica española y cordobesa.

Vaquerizo, D.; Murillo, J. F. (Eds.) El Anfiteatro Romano de Córdoba

[ monografías de arqueología cordobesa ] 2010

Vol. II

Monografías de Arqueología Cordobesa (MgAC), que

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monografías de arqueología

Imagen de portada: Vista aérea del Rectorado de la Universidad de Córdoba, con la superposición de las diversas fases documentadas arqueológicamente. Destaca, entre todas ellas la inmensa mole del anfiteatro patriciense. (Elaboración: R. Ortiz; © Convenio GMU-UCO).

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