Mundo, cosa y enunciado. Heidegger y la pregunta por el ser

September 3, 2017 | Autor: Iñigo Galzacorta | Categoría: Martin Heidegger, Heidegger, Hermenéutica, Ontologia
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Ontology Studies / Cuadernos de ontología 5/6 (2006), pp. 319–326

Mundo, cosa y enunciado: Heidegger y la pregunta por el ser World, Thing and Proposition: Heidegger and the Question of Being Iñigo Galzacorta M. Resumen: Partiendo de algunas objeciones que W. Bröcker hizo al planteamiento de Heidegger, el propósito fundamental de este artículo consiste en dilucidar el sentido que tiene en la obra de Heidegger el intento de «retomar la cuestión del ser». En este sentido, se pretende mostrar cómo el análisis de la articulación mundo-cosa-enunciado que en Ser y tiempo se mueve en un plano fenomenológico adquiere en otros trabajos una dimensión hermenéutica a la hora de interpretar la historia de la filosofía y su relación con el devenir histórico de nuestro mundo. Palabras clave: Heidegger; mundo; lógica; ser. Abstract: Starting from some objections that W. Bröcker poses to Heidegger, the basic aim of this paper entails to clarify the meaning of Heidegger’s attempt to “resume the question of being”. This way, we want to show that Heidegger’s analysis of the joint of world, thing and proposition that in Being and Time has basically a phenomenological character becomes in other works a hermeneutical dimension that should help us to understand the history of philosophy and their relation to the historical evolution of our world. Key words: Heidegger; world; logic; being.

Es sabido que Heidegger interpretó su propio pensamiento como un insistente y recurrente esfuerzo por retomar y replantear una única pregunta, la vieja pregunta por el ser. Frente a la autoridad exegética del autor, Walter Bröcker, uno de los muchos discípulos de Heidegger llamados a ocupar las cátedras alemanas de filosofía en el siglo XX, ha defendido que es el «problema del mundo», y no el del «ser», la cuestión que «realmente ocupa el centro del pensamiento de Heidegger». Según W. Bröcker, la causa de que a lo largo de la obra de Heidegger el desarrollo del verdadero problema central, el problema del mundo, se haya «enredado con el problema del ser», llegando incluso a parecer que esta última cuestión «ha tenido un papel más importante», radica en que «Heidegger confundió el carácter de la lógica». (W. Bröcker 1969, p. 300). En consecuencia, si creemos a Bröcker, la sobresaliente importancia que Heidegger concede a la cuestión del ser en el marco de su pensamiento tiene su origen, en última instancia, en una confusión respecto a la naturaleza de dicha cuestión, confusión motivada, a su vez, por un mala comprensión del carácter de la lógica. Para defender esta tesis W. Bröcker recuerda que el significado del verbo ‘ser’, cuando menos desde un punto de vista filosóficamente relevante, no es otro que el del «verbum purum». ‘Ser’ es el verbo puro, el verbo libre de todo contenido nominal. Para W. Bröcker, dicha determinación del verbo ‘ser’ como «verbo puro libre de todo contenido nominal» lejos de constituir, tal y como según éste habría mantenido Heidegger, el comienzo de una historia de decadencia, constituye uno de los mayores logros de la historia del pensamiento. La reflexión filosófica acerca del verbo ‘ser’ representa «el momento en el 1

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que lo lógico en toda su pureza es extraído del pensamiento de contenidos determinados» (W. Bröcker 1969, p. 299). De este modo, desde el origen mismo de la filosofía el problema del ser y la lógica quedan unidos en un fructífero vínculo. Del mismo modo que la determinación del verbo ‘ser’ como verbo puro es condición de posibilidad del surgimiento de la lógica, la aparición de la lógica significa el descubrimiento y la elaboración del verbo ‘ser’. En este sentido, recuerda W. Bröcker, tal y como tradicionalmente se ha venido mostrando desde la lógica, la cuestión del ser no es otra cosa que el problema de la subsunción de un objeto bajo un concepto, el problema de la subsunción de lo dado bajo una regla o determinación del pensamiento. Y así, sostiene, frente a las revisiones heideggerianas, la ontología tradicional habría planteado con la ayuda de la lógica la cuestión del ser de forma acertada. W. Bröcker ve un indicio de que el propio Heidegger percibía que algo fallaba en su planteamiento en el hecho de que a partir de los años treinta éste comience a escribir «Seyn» (con una grafía obsoleta) para nombrar el tema de su pensamiento (y que Bröcker identifica con el problema del «mundo»), dejando «Sein» (escrito correctamente) como término para nombrar la concepción heredada del ser. La objeción heideggeriana a la interpretación del ser desde la primacía de la lógica que ha caracterizado a la ontología heredada se funda en su tesis que afirma el «carácter derivado del enunciado» (Heidegger 1927, § 33). Tal y como el propio W. Bröcker recuerda, esta tesis se basa a su vez en la anterior discusión acerca del problema del mundo (Heidegger 1927, §§ 14-18). Aquí, Heidegger había acusado a la ontología tradicional de haber «pasado por alto el problema de la mundanidad» (Heidegger 1927, p. 65), interpretando el «mundo» como la mera suma de todas las cosas conocidas y por conocer. Frente a este planteamiento, Heidegger propone elaborar un nuevo concepto de mundo (mundanidad). Conforme a este nuevo concepto de «mundo», éste no debe equivaler a la suma de los objetos que nos hacen frente, sino más bien constituir un momento integral de la estructura de nuestra propia existencia. Según W. Bröcker, la confusión de Heidegger radicaría en haber creído que la lógica, y por tanto la concepción tradicional del ser, es solidaria de la concepción tradicional del mundo; esto es, el error de Heidegger consistiría en considerar que la interpretación heredada del problema del ser desde la primacía de la lógica es responsable de que la filosofía haya «pasado por alto el problema de la mundanidad». Es por esto, dice Bröcker, que Heidegger confunde el problema de la elaboración de ese nuevo concepto de mundo con el problema del ser y la crítica de la lógica. Para W. Bröcker, frente a lo que Heidegger creyó, la lógica es neutral respecto a la discusión del problema del mundo. «La estructura lógica S es P –sostiene– es la misma ya sea S una cosa o un útil, ya sea P una propiedad o un contexto explicativo (Bewandtnis)» (Bröcker 1969, p. 302).

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La discusión de estas objeciones-precisiones de Walter Bröcker tendrá por objetivo aclarar algunas cuestiones relativas a la propuesta filosófica heideggeriana. Más en concreto, se discutirán las siguientes cuestiones: a.) En primer lugar, si es cierto que, tal y como defiende Bröcker, el enunciado y la lógica es neutral respecto a la discusión sobre el problema del mundo. O dicho en los términos que el propio Bröcker utiliza, si es cierto que ‘P’ puede ser indistintamente una propiedad o una Bewandtnis. b.) La discusión de la cuestión anterior nos servirá para plantear si es cierto que, tal y como sostiene Bröcker, la discusión heideggeriana acerca del problema del mundo en nada afecta a la concepción heredada del problema del ser; y si, por tanto, es cierto que en problema que realmente ocupa el centro del pensamiento heideggeriano es el problema del mundo, y no el del ser. c.) Por último, examinaremos qué sentido puede tener el hecho de que Heidegger distinga entre «Seyn» y «Sein». Esto nos debe servir para ver cuál es el sentido que para Heidegger tiene «retomar el problema del ser», así como cuál es la relación de este planteamiento con la ontología heredada. 1. El carácter derivado del enunciado y el problema del mundo Tal y como Heidegger señala, «el análisis del enunciado ocupa en el marco de la problemática de la ontología fundamental [i.e., del proyecto de Ser y tiempo] un lugar destacado». Esto no podría ser de otro modo, ya que desde «los decisivos comienzos de la ontología antigua el lógos ha servido como único hilo conductor para el acceso a lo verdaderamente ente y para la determinación del ser de éste» (Heidegger 1927, p. 154). Es bien sabido, por otro lado, que a lo largo de la tradición el enunciado o la proposición simple (S es P) ha sido el hilo conductor a partir del cual se ha determinado el carácter de dicho lógos. De aquí el lugar central que la lógica, como estudio y análisis del enunciado y sus diferentes formas, ha tenido a lo largo de la historia de la ontología. El estrecho vínculo entre el enunciado (y su correlato mental, el juicio) y el problema del ser en tanto que objeto de la filosofía ha sido patente a lo largo de la historia de dicha disciplina. Baste recordar, por nombrar algunos lugares básicos, el papel del análisis de los modos de enunciación en la metafísica aristotélica, en la deducción kantiana de las categorías, en la Ciencia de la lógica de Hegel, o en el proyecto del empirismo lógico. En este sentido, la defensa heideggeriana del «carácter derivado» del enunciado se plantea como una revisión del hilo conductor básico para la determinación del objeto de la filosofía. 3

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Sin entrar a examinar con detalle la argumentación en que se sustenta dicha afirmación, queremos destacar dos momentos fundamentales para la comprensión de dicha tesis. En primer lugar, (1) es preciso subrayar que allí mismo se reconoce que el enunciado, o la forma de apropiación de lo real fundada en la estructura propia del enunciado (i.e. la determinación de un objeto, el sujeto del enunciado, mediante la atribución expresa de un predicado) es la única forma posible algo así como un «puro mostrar mirando atentamente (reine[s] hinsehende[s] Aufweisen)» (Heidegger 1927, p. 158). Sólo mediante el hilo conductor del enunciado, mediante a expresa atribución de predicados a un sujeto, «lo presente con que nos topamos resulta determinado en su estar-presente-así-y-así» (Heidegger 1927, p. 158). En este sentido, en Ser y tiempo hay un reconocimiento de la necesidad y legitimidad de la estructura enunciativa como la forma propia de la apropiación cognoscitiva expresa de lo real. Sin embargo, a este reconocimiento del enunciado como condición de posibilidad de la atenta apropiación y determinación expresa de lo real, es preciso añadir un segundo momento. Pues Heidegger advierte (2) que al mismo tiempo que mediante la estructura del enunciado determinamos qué y cómo es aquello que en cada caso hacemos objeto de nuestra atención, con ello se «arranca y aisla [lo así determinado y conocido] de sus posibilidades de articulación de las relaciones referenciales de la significatividad que como tales constituyen el mundo entorno» (Heidegger 1927, p. 158). Dicho de otro modo, aunque también conforme a la peculiar terminología de Ser y tiempo, lo determinado, apropiado y expresado por la estructura propia del enunciado «ya no se apropia de lo entendido a partir de un contexto explicativo global (Bewandtnisganzheit)» (Ibídem). Veremos a qué se apunta con estas expresiones. Ciertamente, tal y como acertadamente observa W. Bröcker, esta tesis heideggeriana se sustenta en la previa discusión acerca del problema del «mundo». Pues en efecto, aquello de lo que, al decir de Heidegger, en la apropiación o determinación expresa de algo, es decir, en la conversión de ese algo en el sujeto de un enunciado, dicho sujeto en cuestión resulta «arrancado» o «aislado» (relaciones de referencia, contexto explicativo global) no es sino aquello que con anterioridad había quedado vinculado al concepto de «mundo». En dicha discusión, que como hemos visto W. Bröcker no duda en considerar la verdadera aportación de Heidegger, más allá de sus confusiones respecto al problema del ser, el fenómeno del «mundo» había sido asociado a cierta «totalidad permanentemente ya vislumbrada de antemano» (Heidegger 1927, p. 75). Lo característico de dicha «totalidad» y por tanto del fenómeno del «mundo», había dicho Heidegger, consiste justamente en que «está “ahí” antes de toda constatación y reflexión» (Heidegger 1927, p. 75). Es por ello que «mundo» no debe ser confundido con una totalidad formada, construida, por la suma de todas las partes, de éste y éste y éste y este otro objeto. Frente a toda posible construcción

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explícita de la idea de la totalidad de los objetos que conforman el mundo, con el concepto de «mundo» en Ser y tiempo se apunta a una «totalidad» que «está de antemano con todo lo que tratamos, aunque de forma atemática, siempre ya descubierta 1» (Heidegger 1927, p. 83). Lo peculiar del mundo radica en que está de antemano, antes de toda constatación expresa, en el trato con cada cosa, con los otros, incluso con nosotros mismos, de algún modo ya abierto como horizonte de toda posible comprensión. Es por tanto esta totalidad ya abierta en que siempre ya nos movemos antes de toda constatación expresa lo que es «arrancado», «aislado» en la estructura del enunciado. Dicho concepto de «mundo» se sustenta en su anterior y ya célebre «análisis del útil» (Heidegger 1927, 66-72). Allí Heidegger había mostrado que en nuestro cotidiano habérnoslas con las cosas, éstas sólo se muestran como aquello que en cada caso son, por ejemplo, esto como este bolígrafo, en la medida en que cada cosa en cuestión remite a aquello que con ella puedo hacer, a su para-qué (Wozu), en nuestro caso, escribir. En todo trato con el bolígrafo en tanto que bolígrafo, en donde apenas necesito reparar expresamente en la constitución del mismo, sino simplemente cogerlo y escribir, está presente aquello que puedo hacer con él, aquello para lo que él es. Pero a su vez, eso para lo que el bolígrafo es, el escribir, sólo se comprende en la medida en que igualmente está referido a aquello para lo que puedo escribir, por ejemplo, comunicar o recordar mis ideas. Esto, a su vez, también remite a aquello para lo que quiero comunicar o recordar mis ideas, digamos, el trabajo intelectual; que a su vez refiere a la universidad, el saber, una forma de vida, etc. Pero además, por otro lado, este bolígrafo es de un material concreto, en este caso de plástico En la mera comprensión aproblemática del bolígrafo como bolígrafo está implícito el material del que está hecho el bolígrafo (su de-qué, Woraus). En este caso, plástico, un material barato, hecho por cualquiera para cualquiera, aunque también podría ser de oro, que a su vez remite a la dificultad de su extracción, a su carestía, y con ello a la exclusividad de quien lo posee, etc. Conforme al planteamiento heideggeriano, en la mera comprensión cotidiana del bolígrafo estaría presente, sin necesidad de reparar expresamente en ella, toda esta totalidad de remisiones atemáticas a partir de las cuales el bolígrafo se comprende como el bolígrafo que es. Y así, cada vez que trato a este bolígrafo como este bolígrafo, éste se encuentra permanentemente referido a todo eso que, ciertamente, no está presente en él, y por tanto no puede comparecer cuando, «mirándolo con atención», lo «determinamos en su estar-presente-así-y-así». Y sin embargo, sólo comprendo esto como 1

El uso del término “descubierto” no es consistente con la terminología de Ser y tiempo. El término «descubrir» quedará posteriormente reservado para una posible relación con entes diferentes al propio Dasein, esto es, para las cosas que encontramos en el mundo. «Mundo», por el contrario, en tanto que elemento integral del Dasein, será «abierto» (Erschlossen) y no «descubierto» (cfr. al respecto, p. 85 y 132 y ss.).

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bolígrafo en la medida en que dicho objeto se encuentra inmerso en todo este tejido de remisiones, a todas estas relaciones de referencia, a ese contexto explicativo (escribir, comunicar, trabajo intelectual, saber, mi forma de vida; plástico, por cualquiera para cualquiera, etc.) que «está “ahí” antes de toda constatación y reflexión», conformando una «totalidad permanentemente ya vislumbrada de antemano», una totalidad, un mundo, que «está de antemano con todo lo que tratamos, aunque de forma atemática, siempre ya descubierto». Ciertamente, dirá Heidegger, si quiero convertir al bolígrafo en objeto expreso de mi atención (por ejemplo, cuando no escribe, pero también si quiero producir más bolígrafos), si quiero «mirarlo atentamente» y determinarlo en su «estar-presente-así-y-así», no puedo sino proceder mediante la estructura propia del enunciado. El bolígrafo es azul, sólido, cilíndrico, 15 cm. de longitud. 1 cm. de diámetro, etc. Si quiero definir, determinar el concepto de bolígrafo, no puedo proceder sino estableciendo cuáles son los predicados esenciales a todo bolígrafo. Y sin embargo, en ambos casos, nos dice Heidegger, el enunciado, la conversión de la cosa en cuestión en el sujeto de un enunciado o un juicio, sólo procede en la medida en que, al mismo tiempo, «aislamos», «arrancamos» la cosa en cuestión de sus «posibilidades de articulación de las relaciones de referencias», de su articulación en todas esas remisiones dentro de las cuales las cosa siempre ya era tomada como aquello que es, un bolígrafo, una mesa, papel, etc. Lo que en cada caso es comprendido o determinado es la cosa en cuestión; al «mundo», tal es la tesis de Heidegger, en tanto que totalidad abierta de antemano, en tanto que fondo sobre el cual u horizonte de la comprensión le es inherente permanecer latente, como un fondo oscuro en que se sostiene la presencia significativa de cada cosa. 2. El problema del ser: entre mundo y enunciado Una vez esbozadas las líneas básicas de la tesis heideggeriana acerca del carácter derivado del enunciado, podemos preguntar: ¿es cierto que, tal y como sostiene W. Bröcker, la estructura del enunciado ‘S es P’ es la misma sea P una propiedad o una Bewandtnis? Dicho con otros términos, ¿es cierto que el problema de la lógica es neutral respecto a la discusión heideggeriana acerca del «mundo»? Recordemos que para Heidegger un rasgo fundamental de la estructura propia del enunciado consistía en que dicha estructura «ya no se apropia de lo entendido a partir de un contexto explicativo global (Bewandtnisganzheit)». ¿En qué sentido puede decir Bröcker que dicha Bewandtnis puede ser el predicado de un enunciado? Para defender esta tesis Bröcker parte de una comprensión discutible del significado que adquiere el término Bewandtnis en el contexto de la discusión heideggeriana acerca del

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problema del mundo. Pues es cierto que, si nos mantenemos en el significado habitual de dicho término, más allá de la fijación terminológica propia de Ser y tiempo, una Bewandtnis es decir, una «circunstancia esencial para la explicación de algo» 2, puede ser atribuida a un objeto como predicado de un enunciado. Y así, pongamos por caso, podemos atribuir a este objeto, tal y como indica Bröcker, el ‘ser apropiado para escribir’. Pero lo esencial de dicho concepto en la discusión acerca del problema del «mundo» radica justamente, tal y como hemos visto, en el carácter de «totalidad previamente vislumbrada», que está siempre «ya ahí antes de toda constatación y reflexión», que está ya abierta de antemano en el trato y comprensión de todo objeto. En este sentido, señala Heidegger, «la Bewandtnis misma […] sólo resulta en cada caso descubierta sobre la base del previo haber sido descubierta una Bewandtnisganzheit (contexto explicativo global)» (Heidegger 1927, p. 85). Y es dicha Bewandtnisganzheit siempre descubierta de antemano, en la que se sostiene y a la que remite en cada caso cada Bewandtnis particular, la que «alberga en sí una referencia ontológica hacia el mundo» (Ibídem). Por eso, si bien es cierto que, tal y como señala Bröcker, una Bewandtnis particular puede ser convertida en el predicado de un enunciado, lo esencial en la discusión acerca del fenómeno del mundo es que a su vez toda Bewandtnis particular remite y es comprensible en su remisión a dicha totalidad, al mundo, al que justamente por su carácter de «totalidad que está ahí antes de toda constatación y reflexión» (pues toda constatación y reflexión sólo son posibles en la medida en que nos encontramos siempre ya inmersos en un mundo ya abierto) le es inherente permanecer latente, como un fondo oscuro en que se sostiene toda presencia significativa. Lo que en cada caso es comprendido es la cosa significativa en cuestión; el «mundo», la totalidad previamente abierta en que se sostiene dicha comprensión, se caracteriza por permanecer latente, atemático. En los años posteriores a Ser y tiempo Heidegger insistiría progresivamente en este rasgo, destacando que a toda presencia le es inherente el ocultamiento de aquello en que se sostiene su comprensión 3. Todo aquello que puede ser convertido en término de una proposición, todo aquello que puede ser mirado atentamente y determinado cuidadosamente en su «estar presente-así-y-así», remite a su vez a una «totalidad», a un «contexto explicativo global» que nunca puede descubierto en su (carácter de) totalidad, y no puede, por tanto, ser expresado como término de una proposición. En este sentido, una Bewandtnisganzheit no puede ser expresada como término de un enunciado; y por tanto, la discusión acerca del problema del mundo no es neutral respecto a la lógica.

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Duden. Deutsches Universalwörterbuch, Mannheim 1997. Cfr. al respecto, por ejemplo, «Vom Wesen der Wahrheit» (en: Wegmarken, Frankfurt a M. 1996), en especial p. 192 y s. 3

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Esta breve y un tanto apresurada discusión debe servir para abordar un problema de mayor calado, a saber, en qué sentido dicha discusión sobre el problema del mundo afecta al problema del ser; y por tanto, para examinar si es cierto que el verdadero problema en Heidegger es el desarrollo de un concepto suficiente de mundo, y no el replanteamiento del problema del ser. Ya hemos visto, siquiera a grandes rasgos, en qué sentido el concepto heideggeriano de mundo afecta al problema del ser. Pues en efecto, conforme al planteamiento de Ser y tiempo, la determinación expresa de en qué consiste ser-A o ser-B no puede efectuarse sino mediante la estructura del enunciado; no puede operar sino fijando, determinando expresamente cuál es el concepto de A o de B; cuál es la regla o determinación de pensamiento que permite discernir si esto es A o B, y no cualquier otra cosa. Pero al mismo tiempo, a ello, a la determinación expresa del concepto, de la regla de pensamiento, es inherente «arrancar» o «aislar» la cosa así determinada del contexto explicativo global en que mi comprensión inmediata de la cosa en cuestión (en su singularidad: este bolígrafo y no el bolígrafo en general) siempre ya se mueve. A toda determinación del concepto le es inherente arrancarse de la red relaciones referenciales en que se sustenta la presencia significativa de cada cosa. Ahora bien, el sentido en que dicha reflexión acerca del problema del «mundo», o mejor, acerca del problema de la articulación mundo-cosa-enunciado, afecta al problema del «ser» posee una dimensión que va más allá del planteamiento de Ser y tiempo, o cuando menos de la parte publicada de Ser y tiempo. 3. El problema del ser: «Sein » vs. «Seyn» Hemos visto que para Bröcker la reflexión griega sobre el verbo ‘ser’, el verbo puro libre de todo contenido nominal que se constituye como marca de la pura lógica, de la pura estructura del pensamiento, lejos de constituir, como según éste Heidegger habría defendido, el comienzo de una historia de decadencia, constituye uno de los grandes logros de la historia del pensamiento: la determinación de la estructura del propio pensamiento: todo pensar es juzgar, todo juzgar consiste en la determinación de lo dado mediante concepto. Ahora bien, ¿es cierto que, conforme al planteamiento heideggeriano, esta historia debe considerarse una «historia de decadencia»? No debemos olvidar que al introducir la tesis que defiende el carácter derivado del enunciado subrayamos que un momento esencial de dicha tesis radicaba en el reconocimiento expreso de la estructura del enunciado como única forma posible de lo que allí se denominaba «mostrar mirando atentamente», de la determinación de cada objeto en

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su «estar-presente-así-y-así». En este sentido, en el planteamiento de Heidegger hay un reconocimiento tanto de la legitimidad del enunciado como estructura fundamental de la apropiación y determinación expresa de lo real, como de la ontología fundada en la lógica en tanto que reflexión sobre dicha estructura. Ahora bien, como hemos visto, el reconocimiento de la legitimidad del enunciado como única forma posible de la apropiación cognoscitiva expresa de lo real es acompañado de la observación de que a dicha apropiación expresa de lo real al hilo de la estructura enunciativa le es consustancial «arrancar [la cosa así determinada] de su posibilidad de articulación de las relaciones referenciales de la significatividad». Mediante la estructura enunciativa la cosa es determinada en su aspecto (eîdos), en su forma (morphe), en su presencia; la cosa es cuidadosamente determinada desde sí misma y por sí misma Pero al mismo tiempo, conforme al planteamiento de Ser y tiempo, es esencial a dicha determinación aislar, arrancar la cosa así apropiada del mundo, del fondo sobre el cual en cada caso se sostiene la irreductible significatividad de cada cosa. De suerte que, una vez aislada la cosa de su «articulación de las relaciones referenciales» ¿dónde se sustenta la significatividad de cada cosa? En este sentido, conforme al pensamiento de Heidegger, el resultado de la primacía de la lógica en la ontología tradicional no radica sólo en aislar la estructura propia del pensamiento (i.e. de la apropiación expresa de lo real) frente al pensamiento de contenidos concretos, sino que con ello, al mismo tiempo, se otorga cierta primacía ontológica a lo que en cada caso puede determinarse como presente en la cosa misma: lo que primaria y básicamente hay, lo que «verdaderamente es», es todo aquello que puede ser determinado, fijado mediante el enunciado. Sin embargo, como se había mostrado en la discusión sobre el concepto de «mundo», la presencia significativa de cada cosa se funda en su articulación con todo aquello que se caracteriza por no poder ser expresado desde el enunciado (por no estar presente en la cosa misma: totalidad relaciones de referencia; contexto explicativo global, mundo). En la medida en que lo que primaria y básicamente hay es lo determinable en el enunciado, lo que primaria y básicamente hay son cosas asignificativas: mera presencia. Y así, el significado, la consistencia de cada cosa, no radica en sí misma y en su propia remisión o articulación dentro de un contexto explicativo global, sino que ahora se tiene por algo «añadido» a la presencia primariamente asignificativa. Que dicho «añadido» provenga del «mundo de las ideas», de Dios, o que sea «puesto» por el propio hombre, ahora convertido en «sujeto», en el subiectum, remite en definitiva a la historia de la filosofía, es decir, a las diferentes formas en que desde la ontología tradicional, esto es, desde la primacía de la lógica y de la presencia asignificativa, se ha tratado de pensar la consistencia de las cosas, aquello que las cosas, en definitiva, son.

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Y es justamente a partir de este contexto, a partir del análisis de las diferentes formas en que en la filosofía occidental se ha tratado de dar respuesta a la pregunta por el ser, como debemos comprender el sentido que tiene en la obra de Heidegger el intento de retomar dicha cuestión. Con ello no se trata de dar una nueva respuesta a dicha pregunta, una nueva respuesta o determinación del ser más allá de la lógica. Más bien, y esto es algo que va ganando claridad en la década posterior a Ser y tiempo, el sentido de su intento por pensar la cuestión del ser radica en el esfuerzo por pensar ese acontecimiento histórico en que consiste la historia del planteamiento y desarrollo de dicha pregunta, así como sus consecuencias para la historia de Occidente. Precisamente a este planteamiento se apunta con la distinción entre Seyn» y «Sein». «Sein», dirá Heidegger, es justamente aquello que, como decía W. Bröcker, la filosofía ha pensado de forma acertada: la subsunción de lo dado bajo concepto: «la determinación de la entidad (i.e. la indicación de las “categorías” de la ousía)» (Heidegger 1989, 76). Frente a esto, como hemos indicado, Heidegger no pretende dar una nueva repuesta a la pregunta por el ser; de aquí el cambio de grafía para escribir la palabra «ser». Para él, «ser», escrito ahora «Seyn», «no es ni respuesta ni ámbito de respuesta». Más bien, y aquí radica lo esencial del planteamiento heideggeriano, «ser» ahora debe ser «abierto como dominio» (Ibídem). La reflexión heideggeriana acerca del sentido del ser no pretende dar una nueva determinación de «en qué consiste ser», sino más bien pensar, descubrir, las consecuencias que ha tenido y tiene la historia del ser, es decir, la historia en que, desde la filosofía, la determinación de «en qué consiste ser» se ha venido constituyendo como respuesta. Ciertamente, para que el problema del «ser», tal y como Heidegger sostiene, realmente sea «abierto como dominio», habrá que mostrar que dicho dominio va más allá del ámbito estrictamente filosófico. Habrá que mostrar que dicho dominio «no es sólo efectivo dentro de la filosofía», sino que «penetra en todo saber, hacer y decir» (Heidegger 1998, p. 72), es decir, en todo el saber y el decir a partir del cual Occidente se comprende a sí mismo, en todo hacer a partir del cuál Occidente se va construyendo a sí mismo. En cualquier caso, más allá de la discusión acerca de problemas concretos en la interpretación de los diferentes lugares de la historia de la filosofía y su expansión hacia otros ámbitos del saber y del hacer 4, discusión que sólo puede tener lugar a partir de la lectura detenida de textos, una cosa debería quedar clara: que la confrontación heideggeriana con la historia del ser no debe ser comprendida como un rechazo o un desafío a la concepción heredada del ser, sino más bien como un esfuerzo por comprender, 4

En este sentido, la cuestión de la relación mundo, cosa y enunciado sólo constituiría un lugar concreto en la interpretación heideggeriana de la filosofía, más en concreto de la constitución griega de la filosofía. Al respecto se puede leer, en especial en lo que concierne al paso de la concepción del lógos como ensamblaje o articulación entre cosa y mundo a la concepción del lógos como enunciado, y su relación con el esplendor y disolución del mundo griego, en Heidegger 1998, pp.90-148.

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a partir de la reflexión sobre la historia de este concepto, tanto el devenir histórico de Occidente como el de las categorías a partir de las cuales Occidente ha comprendido y comprende dicho devenir. Iñigo Galzacorta M. Universidad del País Vasco [email protected] Bibliografía - Bröcker, W., «Heidegger und die Logik» en: Pöggeler, O., Heidegger. Perspektiven zur Deutung seines Werkes, Köln-Berlin 1969. - Heidegger, M., Sein und Zeit [1927] Tübingen 1993. - Einführung in die Metaphysik [SS 1935], Tübingen 1998. - Beiträge zur Philosophie (Vom Ereignis) [1936-38] Frankfurt am Main 1989.

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