Mujeres que sueñan. Sobre un tópico estético simbolista en Proust

July 22, 2017 | Autor: Alejandra Bertucci | Categoría: Paul Ricoeur
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Descripción

Mujeres que sueñan. Sobre un tópico estético simbolista en Proust1

El movimiento Pre-rafaelista tuvo un gran impacto no sólo en la evolución de la pintura inglesa posterior sino también en el arte europeo en general a través del amplio movimiento simbolista. Si bien sólo hace pocos años que este reconocimiento se ha llevado a cabo, antes se lo consideraba una anécdota dentro de la pintura victoriana, y generalmente se lo estudiaba en los departamentos de literatura inglesa por su referencia a la obra poética de Rossetti y Morris, y a la labor crítica de Ruskin; en la actualidad para algunos teóricos es tal vez el movimiento artístico inglés que mayor influencia ha ejercido en el arte posterior. Una de estas líneas, o cadenas de influencias nos lleva hasta Proust. El propósito del presente trabajo será rastrear estas influencias a partir de un tópico estético en particular que es la representación de mujeres durmiendo. 1848, año de revoluciones en Francia, Alemania e Italia, es también el año en que un grupo de jóvenes ingleses decide hacer su propia revolución en contra de la tradición académica; por la fuerza de unos grabados basados en los frescos de Benozzo Gozzoli en el Campo Santo de Pisa, ellos concluyeron que el arte había tomado un giro equivocado a partir de Rafael y decidieron volver a un método más directo, menos idealizado para pintar como antes de Rafael. El líder del movimiento fue Dante Gabriel Rossetti, hijo de un refugiado italiano devoto de Dante y tuvo entre sus principales miembros a John Everett Millais y William Holmant Hunt.2 Parte de la polémica que generó el grupo se debió a su decisión de crear una hermandad secreta por la cual todos firmarían sus obras con las siglas PRB (Pre –

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Primeras Jornadas de Estética del Centro de Investigaciones Filosóficas. “Filosofía y literatura” realizadas en la Universidad Torcuato Di Tella, Buenos Aires 8 y 9 de agosto de 2003. 2

El grupo original estaba formado, además de los ya mencionados, por James Collinson, Frederick George Stephens, Thomas Woolner (escultor) y William Michael Rossetti (hermano de Dante e historiador del grupo). Otro pintor relacionado con el grupo fue Ford Madox Brown quien había trabajado con Los Nazarenos, grupo que es considerado el antecedente directo de La Hermandad Pre-rafaelista. Para un pormenorizado recuento de la influencia de Los Nazarenos en la pintura victoriana ver Lionel Lambourne (1999) Victorian Painting, Phaidon, Hong Kong. En especial el capítulo 3: The fresco revival: mural painting.

Raphaelite Brotherhood)3. El miedo a las organizaciones secretas junto con la preocupación en la iglesia anglicana por el viraje al catolicismo romano del movimiento de Oxford puede ser parte importante en la explicación de la reacción en muchos casos violenta a los primeros cuadros pre-rafaelistas. Así las críticas a La anunciación (1849) de Rossetti, y el rechazo de Dickens al cuadro de Millais Cristo en la casa de sus padres (1849), reclamándole al autor un trato demasiado realista de la sagrada familia. La hermandad dura sólo cuatro años y para 1853 ya se ha disuelto, pero sus miembros siguen trabajando; a partir de allí se constituye un segundo periodo, alrededor de Rossetti, con la incorporación de Burne-Jones y William Morris. Si en la primera fase del movimiento la defensa de Ruskin los había encuadrado en el realismo y el contenido moral, en la segunda fase la amistad de Rossetti con Whistler4 dirigirá al movimiento hacia el esteticismo.5 Cuando Lionel Lambourne en Victorian painting trata de explicarnos cuales eran las características de la segunda etapa del prerafaelismo cita un fragmento de un poema en prosa: “Upon the waning of the night, at that time when the stars are pale, and when dreams wrap us about more closely, when a brighter radiance is shed upon our spirit, three saying of the wise King came unto me. These are they: “I sleep, but my heart waketh”; also “Many waters cannot quench love”; and again “Until the day break, and the shadows flee away;” and I fell to musing and thinking much upon them”6.

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No hay que olvidar que la edad de los miembros de la hermandad oscilaba entre los 18 y 21 años; y que parte de sus decisiones parecen bromas o juegos juveniles, lo que no le resta importancia artística pero que si nos sirve para entender los orígenes del movimiento; un libro clave para ello es Victorian Painting del especialista Christopher Wood que contiene varios capítulos sobre prerafaelismo. Christopher Wood (1999) Victorian Painting, Londres, Weidenfeld & Nicolson. 4 Fue Whistler quien introdujo no sólo el esteticismo en Inglaterra sino también la moda por las estampas japonesas, ambas cosas importadas de Francia. 5 El cambio en la apreciación de Ruskin por la obra de Rossetti, da cuenta claramente de esta evolución hacia el esteticismo. De los elogios iniciales en Modern painters III (1856) y en The Three Colours of PreRaphaelitism (1878) a las críticas en The Art of England, publicación de sus clases de 1883 como Slade Professor en Oxford, donde valoriza a Holman Hunt, el más religioso de los pintores pre-rafaelistas, y critica a Rossetti por insinceridad, por pintar pasajes de la Biblia por ser historias hermosas y no por su valor verdad. También en el mismo sentido la posición de Pater a favor de Rossetti como respuesta a la posición de Ruskin. Para todo esto ver Kenneth Daley (2001) The Rescue of Romanticism. Walter Pater and John Ruskin. Ohio, Ohio University Press. En especial las páginas dedicadas a Rossetti, pp. 116-118. 6 Lambourne (1999) pág. 439. Una traducción aproximada sería “Cerca del desvanecimiento de la noche, en ese momento cuando las estrellas son tenues y cuando los sueños nos envuelven más estrechamente, cuando el resplandor más brillante es derramado sobre nuestros espíritus. Los tres dichos del Rey Sabio vienen a mí. Estos son: yo duermo pero mi corazón está despierto, también muchas aguas no pueden apagar el amor y de nuevo “hasta que el día despunte y las sombras huyan” y me quedo absorto y pienso mucho en ellos”.

Para Lambourne este pasaje del poema A vision of love revealed in sleep (1873) de Simeon Solomon, el poeta amigo de Pater y de Swinburne nos da los tópicos que dominaron a la segunda etapa del Pre-rafaelismo. El dormir, los sueños, el amor, la noche y la muerte. Rossetti como Solomon está obsesionado con los sueños y la muerte. Sus últimas obras son un claro ejemplo, en especial Dante´s dream at the time of the death of Beatrice (1871). Tal vez debido a un largo periodo de insomnio después de la muerte de su esposa Elizabeth Siddal y a las desventuras amorosas del triángulo que mantuvo con Jane Morris y William Morris. Sin embargo, ya antes de esto Rossetti había retratado mujeres que parecían dormidas o en trance como Beata Beatrix (1864-1870), de hecho Rossetti prácticamente no tiene otro tema en sus cuadros que no sean retratos de mujeres. Los sueños tipo trance que podemos encontrar en la obra de Rossetti se convirtieron en una preocupación mayor, al principio para los Pre- rafaelistas y después para el más amplio movimiento simbolista en Europa.

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Para apoyar estas afirmaciones podemos

mencionar de Burne-Jones The Rose Bower, perteneciente a The Briar Rose en Oxfordshire; los cuadros de Albert Moore, pintor ligado al prerafaelismo, Dreamers (1882) y Midsummer (1887). Este último se considera la inspiración para el cuadro más famoso de mujeres durmiendo de la era victoriana Flaming June (1895) de Frederic Leighton.8 En Inglaterra, en el mismo periodo, incluso fotógrafos tomaron el tema, como Lady Hawarden quien realizo estudios de sus hijas durmiendo en un cuarto vacío. El motivo también fue adoptado por artistas del movimiento simbolista en Francia y Bélgica como Fernand Khnopff. Nuestra hipótesis es que el tópico estético de la representación de mujeres durmiendo con sus asociaciones al dormir, los sueños, el amor, la noche y la muerte, que vimos surgir, según el recuento que acabamos de dar, en la segunda fase del Pre-rafaelismo y que se extendió por toda Europa, está presente en la obra de Proust. “Casi tan influyente fue la fascinación por el tema de las mujeres flotando, iniciada por Ophelia de Millais y continuada por the Lady of Shalott de Waterhouse, estas dos grandes obras influyeron mucho en el emergente movimiento simbolista que se obsesiono con el tema de los ahogados y las mujeres ahogadas”. Lionel Lambourne (1999), pág. 447 8 Otras obras de Albert Moore con este tópico son las tres variaciones de Apples, A sofa y Beads. Por otra parte, obras de Frederic Leighton, quien pertenece dentro del movimiento esteticista al revival clásico, con mujeres durmiendo son: Odalisque (18629, Cymon and Iphigenia (1884), The garden of Hesperides (1894). También In the Tepidarium (1881) de Alma Tadema 7

En La prisionera Proust, dedica unas páginas a la descripción de Albertina durmiendo. En este punto de la novela el héroe ha logrado llevar a vivir a Albertina a su casa, donde la mantiene oculta de sus amistades; y todo el volumen está dominado por las reflexiones del protagonista en torno a la definición de su relación con su amada. En este contexto Marcel nos dice que significaba para él ver a Albertina durmiendo: “Cuando ella dormía, yo no tenía que hablar, sabía que ella no me miraba, ya no tenía necesidad de vivir en la superficie de mí mismo.”9 En el mismo sentido, Lambourne arriesga que el hecho de que la representación de durmientes y en especial de mujeres durmientes se haya convertido en un tema tan atractivo para el arte simbolista tiene que ver con que “al dormir los problemas de las relaciones entre hombres y mujeres son pospuestos. El erotismo está, por supuesto, presente en las poses relajadas de las modelos, pero es mitigado por el respeto que sienten los despiertos al mirar a aquellos que duermen, una reticencia a introducirse en la privacidad de los sueños del durmiente”10 El pasaje de La Prisionera del cual extrajimos la cita de Proust parece ratificar la hipótesis de Lambourne, los problemas de comunicación desaparecen y queda el erotismo; no sólo por las poses relajadas sino sobre todo por el grado de familiaridad que implica poder ver a una persona dormir. Dice Proust: “Escuchaba el murmullo de aquella emanación misteriosa, dulce cómo un céfiro marino, mágica como un claro de luna, que era su sueño. Mientras éste duraba, yo podía soñar en ella, y mirarla, sin embargo, y cuando su sueño era más profundo, tocarla, besarla.”11 Pero estas descripciones de Albertina que estamos analizando desbordan la explicación de Lambourne y nos llevan a percibir, en la misma estructura narrativa, las asociaciones que la imagen de mujer durmiente tiene como tópico estético. Así, todo el pasaje es estructurado por Proust de una manera pictórica, comienza diciéndonos “...muchas veces un amor no es más que la asociación de una imagen de muchacha (que sin esto nos resultaría muy pronto insoportable) con las palpitaciones de corazón inseparables de una espera interminable, vana, y de un engaño en que la señorita nos ha hecho caer.”12

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Marcel Proust (1997) En busca del tiempo perdido, tomo 5. La prisionera. Madrid, Alianza. pág 73. Lionel Lambourne (1999). pág. 450. 11 Marcel Proust (1997), pág 73. 12 Idem pág. 69. 10

Para luego pasar a relatar cuales son las imágenes que tiene de Albertina y por lo tanto de sus distintos amores hacia ella. Básicamente hay dos imágenes de Albertina, la primera de su primera visita a Balbec donde Albertina es asociada al grupo desconocido de muchachas que pasean y juegan en el atardecer frente al mar y; la segunda, cuando en su siguiente visita a Balbec, Albertina consiente una noche en ir a dormir al hotel. La imagen o cuadro como la llama Proust (pag.71) de la primera temporada, donde Albertina no tiene contornos definidos, cambia en la segunda porque Albertina ya se ha corporizado. Proust explica este cambio de imagen “...pues los seres, incluso aquellos con los que hemos soñado tanto que nos parecían una imagen, una figura de Benozzo Gozzoli que se destaca sobre un fondo verdoso, y cuyas variaciones estábamos dispuestos a creer que se debían únicamente al punto en que estábamos situados para mirarlas, a la distancia que nos separaba de ellas, a la luz, esos seres, a la vez que cambian en relación a nosotros, cambian también en sí mismos; una figura que antes fuera sólo un perfil sobre el mar era más rica ahora, más sólida, más acusado su volumen”. 13 Este fragmento precede a la descripción de Albertina durmiendo y tiene como dato significativo la mención de Benozzo Gozzoli, el pintor florentino (1420-1498) que inspiró a la hermandad pre-rafaelista. La siguiente línea nos introduce de lleno en nuestro tema: “Por otra parte, no era sólo el mar al atardecer lo que vivía para mí en Albertina, sino a veces el mar dormido en la arena las noches de luna. Porque a veces, cuando me levantaba para ir a buscar un libro al despacho de mi padre, mi amiga, que me había pedido permiso para echarse en la cama mientras tanto, estaba tan cansada por la larga excursión de la mañana y de la tarde, al aire libre, que, aunque yo hubiera pasado sólo un momento fuera de mi cuarto, al volver encontraba a Albertina dormida y no la despertaba. Tendida cuan larga era, en una actitud de naturalidad que no se podía inventar, me parecía como un tallo florido que alguien dejara allí; y así era: el poder de soñar que yo sólo tenía en ausencia suya, volvía a encontrarlo en aquellos momentos a su lado, como si, dormida, se hubiera convertido en una planta. De este modo, su sueño realizaba, en cierta medida, la posibilidad

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Marcel Proust (1997), pp 72 –73.

del amor: solo podía pensar en ella, pero me faltaba ella, no la poseía; presente, le hablaba, pero yo estaba demasiado ausente de mi mismo para poder pensar.”14 Aquí tenemos el amor, el sueño, la noche, la luna y sobre todo el mar. El mar que representa a Balbec es inseparable de las imágenes de Albertina, el mar al atardecer de A la sombra de la muchachas en flor y el mar con luna de La prisionera. El mar en estas asociaciones parece remitirnos al poema de Solomon, a la presencia del agua en la cadena de símbolos: “Su sueño ponía a mi lado algo tan sereno, tan sensualmente delicioso como esas noches de luna llena en la bahía de Balbec, quieta entonces como un lago, donde apenas se mueven las ramas, donde, tendidos en la arena, escucharíamos sin fin el romper de las olas.”15 Y también más adelante: “Yo gustaba su sueño con un amor desinteresado y sedante, de la misma manera que permanecía horas escuchando el batir de las olas.”16 La imagen de Albertina durmiendo se presenta al héroe como la más potente, la más significativa: “He pasado noches deliciosas hablando, jugando con Albertina, pero nunca tan dulces como cuando la miraba dormir, jugando a las cartas, tenía esa naturalidad que una actriz no hubiera podido imitar; pero la naturalidad que me ofrecía su sueño era más profunda, una naturalidad de segundo grado.”17 En el conjunto de asociaciones en torno al tópico de las mujeres durmiendo nos falta un tema para completar el correlato que queremos establecer: es la muerte. Proust habla en toda su obra del dolor y de los peligros que encierran intrínsecamente las relaciones amorosas, pero el mayor dolor y el mayor miedo de todos es la ausencia del ser amado; la posibilidad de que no esté es más aterradora que cualquier disgusto que nos puede causar su presencia. Y, no hay una ausencia más definitiva que la muerte, la que nosotros sabemos en el futuro, Albertina va a morir dentro de poco, y que Marcel parece predecir en sus intentos infructuosos de posesión: “Teniéndola bajo mis ojos, en mis manos, me daba la impresión de poseerla por entero, una impresión que no sentía cuando estaba despierta. Su vida me estaba sometida, exhalaba hacia mí su tenue aliento.”18

Alejandra Bertucci. 14

Idem. pág. 73. Idem. pág. 74. 16 Idem. pág. 77. 17 Idem. pp. 74-75. 18 Idem. pág 74. 15

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