Mujeres alfabetizadas en la Sevilla del siglo XVI, La educación y la vida a través de las suscripciones. TFG Historia 2016

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UNIVERSIDAD DE SEVILLA

Mujeres alfabetizadas en la Sevilla del siglo XVI: La educación y la vida a través de las suscripciones.

TFG HISTORIA 2015/2016 Bárbara Freire del Castillo Tutora: Carmen del Camino Martínez

Mujeres alfabetizadas en el siglo XVI

ÍNDICE. 1. RESUMEN………………………………………………………………………..... 3 1.1 Palabras clave…………………………………………………………………….. 3 2. INTRODUCCIÓN: OBJETIVOS Y METODOLOGÍA………………….……... 4 3. CONTEXTO HISTÓRICO: CAMBIOS EN LA SOCIEDAD DE UN PRIMER RENACIMIENTO…………………………………………………………………… 9 3.1 Aprender a leer en la España del Antiguo Régimen; La educación…………. 12 3.2 Aprendiendo a ser mujer……………………………………… ………….….... 15 3.3 Sobre la alfabetización femenina ……………………………………….……… 19 3.4 El estatus jurídico de una mujer………………………………………….……. 21 4. LOS PROTOCOLOS NOTARIALES COMO FUENTE DE INVESTIGACIÓN…………………………………………………………………...24 4.1 El contenido del protocolo notarial………………………………………………25 4.2 Identificar a una persona en los protocolos notariales……………………….…27 4.3 Los protocolos notariales para la historia de la mujer……………………….… 29 5. ESTUDIO Y CLASIFICACIÓN DOCUMENTAL………………………….…... 31 5.1 La búsqueda y el recuento de documentos………………………………….…… 32 5.2 Análisis documental...……………………………………………………..…….… 35 5.3 Análisis de las grafías…………………………………………………………….... 37 5.4 Extracción social…………………………………………………………………... 40 6. CONCLUSIONES………………………………………………….…..…………… 46 7. APÉNDICE DE IMÁGENES: Gráficas e ilustraciones …..................................... 49 8. FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA……………………………………………….……. 60

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1. RESUMEN

Tomando como objetivo el conocer la situación de la educación y la enseñanza de las primeras letras en Sevilla durante el siglo XVI, concretamente desde una perspectiva de género, se profundizará acerca de los personajes femeninos de dicha época, y su actividad diaria desde niñas hasta adultas, y a continuación se realizará un análisis estadístico y una relación entre la cualificación social y la alfabetización de las mismas, y la participación en según qué tipo de documentos notariales. Con dicho propósito, en la segunda parte de este trabajo se realizará un estudio y análisis documental de una muestra de 95 documentos otorgados por féminas, correspondientes al año 1525 y procedentes del archivo de protocolos notariales de la ciudad de Sevilla. 1.1 Palabras clave.

Mujer; Género; Educación; Alfabetización; Siglo XVI; Protocolos Notariales

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2. INTRODUCCIÓN: OBJETIVOS Y METODOLOGÍA.

“No se considera a las mujeres sujeto del acontecer histórico, por ello sus acciones son insignificantes, y porque el discurso histórico se centra mayoritariamente en el hombre como sujeto vinculado al poder hegemónico público, del que se aleja a las mujeres. Las mujeres hacen historia, pero no la tienen, al estar silenciada por un discurso histórico androcéntrico.” María Carmen García-Nieto París, Universidad Complutense de Madrid. 1

El Renacimiento como franja de tiempo ha sido una de las más estudiadas en cuanto a temas de sociedad si miramos la respectiva bibliografía 2, aparte además de la cantidad de trabajos desde una perspectiva de género con los que, en estos últimos años nos encontramos, este trabajo pudiera quizás, parecer poco innovador; pero no obstante, por otro lado, también puede resultar cierto que hasta hace muy poco la mujer ha estado prácticamente ausente de los estudios históricos, ya que hasta los años 60 no se consolida su reconocimiento académico e histórico 3; por tanto, las mujeres del Renacimiento a las que se dedican estas páginas pueden haber permanecido al margen de todo ese material y estudios sobre la sociedad española moderna. Con esto no me estoy refiriendo a que los que se han dedicado a escribir nuestra historia hayan sido en su totalidad machistas o misóginos, aunque a ciencia cierta sabemos que los hubo en gran medida, lo que sucede es que la mayoría de nuestros libros de historia, incluso los escritos por mujeres, están escritos desde un punto de vista exclusivamente masculino y eso dificulta enormemente la labor de hacer una historia más correspondiente a la realidad. Menciona Pilar Folguera que, “las mujeres han sido ignoradas por la historia porque ésta se dedica a estudiar la sociedad del poder, y la acción femenina se localiza en el espacio privado, y por tanto sólo pueden aparecer si la historia es abordada desde la perspectiva de la vida co-

1

Ordenamiento jurídico y realidad social de las mujeres (siglos XVI-XX), Seminarios de Estudios de la Mu-

jer, Universidad autónoma de Madrid, 1986, p. 5. 2

3

Véase la bibliografía de este trabajo.

E. DE VEGA, La mujer en la Historia, Madrid, 1992, p. 4. 4

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tidiana”4. A esta reflexión, para entender el objeto de este trabajo, podemos sumarle el pensamiento misógino generalizado que durante el siglo XVI hubo hacia las mujeres, y que durante ese período de transición hacia la modernidad europea se fue creando en torno a ellas, y definiéndolas dentro del ámbito cerrado del hogar, subyugadas al sistema patriarcal y sometidas a un sistema impuesto desde el poder y la religiosidad, pero a su vez ampliamente extendido entre todas las mentalidades. Los siglos XV y XVI son vitales en este cambio y refuerzo de la subordinación bajo el dominio masculino, y aunque en aspectos formales la vida diaria se mantuvo semejante a etapas anteriores y apenas sufrió cambios, éstos sí que se notaron en el ámbito intelectual5. El conocimiento de las actividades diarias de esas mujeres dejadas al margen puede haber sido el incentivo, por no decir primer objetivo de este trabajo, adivinar en qué medida esas mujeres podían hacer, por así decirlo, lo que querían, y no debían verse obligadas a realizar tareas que quizá no les agradasen, o, por ejemplo, a casarse demasiado pronto y encauzar su vida por el camino que les tocaba, o, en otras palabras, que les imponía su entorno. Posteriormente comprendí que debía ser un poco más concreta con dicho objetivo, ya que deseaba que mi investigación resultara completa, y para ello necesitaba extraer datos. Por tanto, combiné dicho estudio “de género” por llamarlo así, con una parte de investigación real desde dentro del archivo, donde podría tocar con mis manos la propia y verdadera historia de esas mujeres que podían ser capaces de dejar constancia de una cierta parte de sus vidas en esos papeles; Precisamente mediante documentación notarial, concretamente buscando suscripciones y firmas, porque desde esa contabilización podría recibir mucha más información acerca de mi objetivo más concreto: estudiar un posible porcentaje de mujeres cercanas a la alfabetización. Martine Sonnet, dice que “La herramienta con la que un historiador puede contar para evaluar lo que la población femenina puede retener de la información que recibe durante la infancia son las firmas a pie de actas notariales. Una suscrip4 5

Cita extraída de: M. VIGIL, La vida de las mujeres en los siglos XVI y XVII, Madrid, 1994, pp. 1-4. C. SEGURA GRAÍÑO, “La transición del medievo a la modernidad”, en Historia de las mujeres en España,

FOLGUERA, P. et al. Madrid, 1997, p. 219.

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ción aporta el establecimiento de una relación precisa entre el saber descifrar la letra y el sentido de un texto escrito, y para manejar la pluma con un mínimo de habilidad para plasmar el nombre. Si bien es cierto que para aportar una firma no se tiene por qué conocer por completo el texto precedente, el saber firmar da testimonio de al menos un mínimo de aptitud para la lectura”6. Y con ello se localiza mi objeto de búsqueda aún más si cabe. Comenzó poco a poco a surgir así un objetivo que resultaba a su vez mucho más interesante para mí: estudiar la educación y la alfabetización, pero desde esta perspectiva de género, para el siglo XVI. Comprendo que un tema así tampoco ha podido ser muy tratado, ya que nuestras estimadas féminas en dicha época se encontraban bastante alejadas de las letras en general, y si las llegaban a aprender no se las relevaba de sus tareas, debían aprender también a cocinar y coser, claro está 7. Por otro lado, las evidencias históricas que podemos encontrar en protocolos notariales dejadas de puño y letra por personajes femeninos son bastante escasas, por no decir prácticamente inexistentes.

6

M. SONET, “La educación de una joven”, en Historia de las mujeres en Occidente, G. DUBY y M.PE-

RROT (Dirs.), Vol. 3, Del Renacimiento a la Edad Moderna, N. ZEMON DAVIS y A. FARGE (Dirs.), 1992, pp. 129-166. 7

Sobre las ocupaciones de las doncellas del Renacimiento, véase M. VIGIL, La vida de las mujeres, Madrid, 1994, pp. 18-50.

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Entonces directamente decidí contabilizar todas las participaciones que estas esposas, monjas, hijas, hermanas y madres realizaban dentro del oficio del notario, para poco a poco llegar a un objetivo claro para mi trabajo: el hacer historia mediante los distintos protocolos notariales clasificando social, económica, territorial, y gráficamente, en la medida de lo posible, a las distintas mujeres que querían o podían dejar dicha evidencia, pudiendo a su vez estudiar qué tipo de documentación nos sirve para este objetivo ya completamente concretado. Por lo tanto dentro del contenido de este trabajo se resumirán principalmente las siguientes cuestiones: un breve estudio sobre la educación y el tratamiento de las niñas en el siglo XVI, y de qué manera cambió la visión de la mujer de la Edad Media hasta llegar al encerramiento dentro del ámbito privado y doméstico durante todo el Renacimiento; además, junto con mi propósito de hacer historia el género femenino, dedico aparte unas páginas a introducirme en el uso de los protocolos notariales como fuente histórica, ya que ha sido la fuente principal para la realización de mi trabajo práctico. Por tanto, este trabajo constituye, o así he pretendido que sea, un resumen de varias cuestiones muy distintas, (sociedad, educación, ordenamiento jurídico, tipología y análisis documental) todas y cada una de ellas estrictamente relacionadas entre sí por un clarísimo nexo de unión: La mujer de a pie que vivió el siglo XVI sevillano. Para desgranar y resumir estas cuestiones y componer así el cuerpo de mi trabajo, he utilizado, principalmente, fuentes bibliográficas indirectas, como monografías, artículos, y ponencias en distintos congresos dedicados a la historia de la mujer y de la educación. Para la parte de investigación se han consultado tres legajos del Archivo histórico provincial de Sevilla 8. Además, he pretendido ofrecer un enfoque más visual y didáctico al aportar gráficas y tablas de creación propia a partir de los resultados investigados, para así también conseguir unas conclusiones finales mucho más claras acerca del tema que nos aborda. La obtención de datos dentro del archivo supuso una gran parte del tiempo dedicado al trabajo, pero gracias a ello resultó muy fructífera, y me ha permitido 8

En concreto los legajos número: 3259, 3260 y 3261, correspondientes al oficio 5, del notario Francisco de

Castellanos.

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ampliar gratamente las posibles conclusiones y explicaciones a sacar, ya que a los objetivos anteriormente explicados, se le añadieron otros que resultarían muy útiles en la parte práctica del dicho trabajo, como la realización de un apéndice gráfico explicativo que contuviera una clasificación social, profesional, residencial, y por último, un análisis documental y de las grafías9.

9

Para dicho análisis documental y clasificación se ha utilizado como principal fuente el trabajo de: A. MORENO TRUJILLO, J. DE LA OBRA SIERRA, y M. OSORIO PÉREZ, “Firmas de mujeres y alfabetismo en Granada”. Separata de: Cuadernos de Estudios Medievales y Ciencias y Técnicas Historiográficas, 16 (1991), pp. 99-124. Y también: F. GIMENO BLAY, “Analfabetismo y alfabetización femeninos en la Valencia de quinientos”, Estudis: Revista de Historia moderna, 19 (1993), pp. 59-102.

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3. CONTEXTO HISTÓRICO: CAMBIOS EN LA SOCIEDAD DE UN PRIMER RENACIMIENTO

Con la llegada de la modernidad europea y la época denominada “Renacimiento” se pusieron de manifiesto demasiados cambios dentro de la sociedad y las mentalidades europeas que ya desde la etapa anterior se atisbaban. Las posibilidades de mayor movilidad social tomaron parte de importantes cambios culturales y religiosos10. Por tanto, las renovaciones no vinieron de repente con el cambio de siglo, sino que ya desde la Edad Media se venían fraguando las bases de esa ruptura con la mentalidad medieval occidental, como si fuera un paréntesis dentro de la evolución. La misma palabra “Renacimiento”, se considera un “volver a nacer”, de una existencia que en algún momento había terminado, para comenzar una renovada con el comienzo del siglo XVI11. Sin embargo, este proceso mencionado anteriormente no significó un cambio total, ya que en muchos aspectos no se rompe con la cultura bajomedieval de repente; por ejemplo, hubo una continuidad en el predominio del mundo rural y agrícola, y la expansión del comercio siguió su curso hasta llegar al esplendor que hoy conocemos con el descubrimiento de América y el comercio colonial12. En cualquier caso, tanto los escritores y estudiosos medievales, como los humanistas del propio Renacimiento tuvieron esa conciencia propiamente dicha de ser ellos los que estaban a punto de experimentar un cambio de época, o una época de cambios. El modelo de sociedad de esa época era rígido y extremadamente jerarquizado, desigual jurídicamente y basado en una concepción patriarcal del mundo, fuertemente consolidado desde la Antigüedad. Estaba anclada en el hecho del privilegio de unos pocos, y dicho fundamento hacía recaer sobre los no privilegiados todas las responsabilidades y 10

G. DUBY, M. PERROT, y M. GALMARINI, Historia de las mujeres en Occidente, Vol. 2, Madrid, 2000, pp. 326.

11

J.E. SCHRÖDER QUIROGA, La educación en la Historia. Fragmentos articulados, Santiago de Chile, Es-

cuela de Educación, Universidad de las Américas, 2006, pp. 150-153. 12

E. DE VEGA, La mujer en la Historia, Madrid, 1992, pp. 28-30.

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obligaciones, tanto fiscales como productivas. Estas diferencias de las que hablamos fueron acusadas y percibidas por muchos, y si las desigualdades entre estamentos de la misma sociedad, etnias y religiones resultó muy acusada, mucho más resultó serlo en cuanto al género; y por tanto, la mujer procedió a ser controlada en mayor medida que en épocas anteriores, como consecuencia del susodicho incremento de acusaciones contra su identidad13. La población europea continúa en este período organizada estamentalmente según el nacimiento, y, además, condicionada todavía más según el sexo. A la nobleza, legada desde la Edad Media, privilegiada y característica por su riqueza de tierras, estructurada de manera jerárquica y generalmente hermética hacia el exterior, se opone la misma población de las ciudades, con las diferentes formas de autonomía municipal que van desarrollando (rasgos modernos de la vida urbana que se van afianzando, como la fiscalidad, la administración, etc.). Comienza a ser común, pero de forma muy paulatina, la emigración del campo a la ciudad, el enriquecimiento debido al comercio o la producción manufacturera, o la formación jurídica y literaria de sujetos externos al grupo eclesiástico y nobiliario14. La nobleza, a efectos políticos será el grupo más importante, y superior dentro de la estratificación social; y mientras ésta se mantiene hermética e intocable, el campesinado sufre de una gran diversidad de situaciones jurídicas y sólo unos cuantos permanecían libres de dependencia personal de los señores territoriales, nobles o eclesiásticos. Durante el siglo XVI, en muchos lugares se agudiza el contraste entre estamentos sociales, debido al auge de la ciudad y la producción manufacturera, que fue creando una clase alta urbana diferente de a nobiliaria15. Fue en este período cuando más comenzó a notarse el esplendor de la lucha por el poder territorial, y el contraste político y social por el que estuvo marcada esta época; 13

M. ORTEGA LÓPEZ, “La mujer en la España Moderna”, en Historia de las mujeres en España, P. FOL-

GUERA et al., Madrid, 1997, p. 250. 14

A. DOMÍNGUEZ ORTIZ, y A. ALVAR EZQUERRA, La sociedad española en la Edad Moderna, Madrid, 2005, pp. 183-191

15

Ibídem, pp. 58-64

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numerosas refriegas por las hegemonías sobre los nuevos Estados-Nación europeos (Francia, Italia, Inglaterra…) y las nuevas rutas comerciales con rumbo hacia nuevos mundos; por otro lado, el desarrollo y apogeo del comercio de esta época hizo cada vez más fuertes a los dos países con claros papeles de líderes financieros, los cuales eran Italia y Países Bajos16. Con este mencionado desarrollo se pudieron impulsar las obras de arte patrocinada por mecenas, y ya no exclusivamente por la iglesia, cosa que hizo que los artistas comenzaran a centrarse en la individualidad de sus obras, en sus clientes, y dejaran de lado al Dios, para concentrar la atención en el hombre, y en la propia capacidad de éste, concepto que, poco a poco, daría paso al Humanismo renacentista en todo su esplendor17. Entre 1520 y 1540 el terreno religioso de Europa convulsionó debido a los escritos que Lutero, Zwinglio, y más autores de la Reforma publicaban en forma de dura crítica al catolicismo y al Papa de Roma. La Iglesia católica intentaría cortar de raíz este proceso mediante una renovación de sus propios principios, y de esta forma combatir el protestantismo18. Toda esta convulsión que se estaba experimentando dio lugar a un progresivo cambio en los papeles de los individuos en sus propias casas y familias, un cambio de su ámbito de actuación, y un cambio en la vida diaria. El hombre era el encargado del sustento de la familia, y la mujer quedaría encerrada dentro de su casa, ocupándose de todo lo correspondiente a ésta (el alimento, los hijos, etc.)19. La mujer no tuvo, por así decirlo, un progreso real en éste período, ya que a éste “enclaustramiento” de su papel como fémina, contribuyó que se la excluyera del trabajo institucional de los gremios, por ejemplo, o que, con la moral cristiana en su apogeo después de la Contrarreforma, los escritores moralistas cristianos las restringieran mucho más en lo que debían ser y/o hacer20. 16

J.E. SCHRÖDER QUIROGA, La educación en la Historia, pp. 159-160.

17

Ibídem, p. 161.

18

Para más información acerca de la Reforma, véase H. LUTZ, y A. SÁEZ ARANCE, Reforma y Contrarreforma. Madrid, 1992.

19

E. DE VEGA, La mujer en la Historia, pp. 32-36.

20

Para una mayor profundización en este tema, véanse las obras sobre la instrucción femenina escritas por los

moralistas Juan Luis Vives, o Erasmo de Rotterdam, entre otros.

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Podría decirse que este cambio de valores en la sociedad no fue, ni mucho menos, ajeno, a la crisis económica y cultural que se produjo durante el final de la Edad Media21. La condición de la mujer como hija y esposa quedaba totalmente supeditada a la limitación de los recursos de su padre o tutor, y después del marido con el que pudiera casarse; la mujer por sí misma como ser independiente no se concebía en absoluto, no era natural y por lo tanto, era algo completamente a evitar22. Sabiendo todo esto, se entiende mucho mejor la infravaloración que sufrió el trabajo femenino en todo este contexto, y la restricción del ámbito de las mujeres al interior de su hogar. 3.1 Aprender a leer en la España del Antiguo Régimen No podemos decir que el modo de educar y enseñar a los niños diese un vuelco con el paso de la Baja Edad Media al Renacimiento, es más, no sufrió prácticamente ninguna gran variación desde la etapa anterior, así que se puede decir que, en aspectos generales, el sistema de educación se trataría de una prolongación del sistema de la época precedente23. Hablando brevemente sobre la Baja Edad Media, durante esos años, el número de alfabetizados en el ámbito urbano sufrió un aumento según un estudio del profesor Gimeno Blay24, y este hecho pudo suceder debido a una mayor generación de demanda de la escritura, por parte del comercio y el incremento de tránsito de gentes diferentes; por tanto comenzaron a aparecer poco a poco más enseñantes y lugares para el aprendizaje de las letras, lo cual desencadena en el hecho antes comentado de una mayor alfabetización. En cuanto a agentes y lugares de aprendizaje, el propio hogar se establece como primera escuela, y éste permanece así también en el tránsito a la modernidad; el ámbito familiar y la trasmisión oral de padres a hijos es el primer método de enseñanza para los hijos. Por otra parte, la iglesia también favoreció a la alfabetización en esta etapa previa al Renacimiento, 21

Ibídem, pp. 38-40.

22

H. OLWEN, “Mujeres, trabajo y familia”, en Historia de las mujeres en Occidente, Vol. 3, 1992 (Del Rena-

cimiento a la Edad Moderna), pp. 129-166. 23

24

J. E. SCHRÖDER QUIROGA, La educación en la Historia. p. 165 Para saber más acerca del tema, véase: F. GIMENO BLAY, “Aprender a escribir en la Península Ibérica, de la Edad Media al Renacimiento”, en Escribir y leer en Occidente, A. PETRUCCI, y F. GIMENO BLAY (eds.), Valencia, 1995, pp. 125-144.

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pero la suya fue una educación condicionada por la religión y la moralidad cristiana. Por último, los talleres de oficios y los maestros particulares constituyeron un tipo de educación que enseñaba el oficio procedente, y, además, alguna que otra noción de cálculo, lectura y escritura que daba al aprendiz la capacidad de llevar la gestión de su propio taller en el futuro. Hay que decir que esta capacidad de escritura que trasmitían los maestros de los gremios era bastante limitada, puesto que se trataba de un traslado del propio habla al escrito25. No obstante, si hablamos un poco de los estudios superiores, se puede ver una paulatina diferenciación entre los niveles de estudio bajomedievales con los del Renacimiento. Podemos afirmar que en contenido estos años estuvieron marcados, cómo no, por el humanismo y el protestantismo consecuente, reinante durante el comienzo de siglo que nos ocupa, y las escuelas humanistas nacientes en Italia, como por ejemplo la de Mantua, crearon nuevas cátedras de enseñanza como Historia, Ciencias, Geografía, Música, etc., con el propósito de abarcar todas las áreas del saber, dándoles, como es de esperar una especial importancia a la cultura y al saber de la Antigüedad, como el latín y el griego. Las sedes de las escuelas más importantes fueron Florencia y Roma26, ya que Italia se convirtió en el centro europeo de los estudios humanistas y filosóficos. Pero el aspecto que en realidad nos interesa es el estudio más “elemental”, ese primer aprendizaje que desembocaba en el saber escribir y leer. En cuanto a eso, podemos decir que durante el siglo XVI los hijos pasaban el tiempo con su madre, o una nodriza en su defecto, hasta al menos hubieran cumplido los siete años. Durante este período de infantes, su propia madre les trasmitía un breve conocimiento sobre religiosidad, y les proporcionaba cariño materno mediante juegos e historias. La madre por tanto es, la primera educadora, y es cierto que si ella conocía las letras, bien las trasmitía por defecto a sus hijos; no obstante, no resultaba tan importante para esas madres enseñar a leer como que sus hijos aprendieran un oficio mucho más útil, en el que a veces también actuaba como maestra27. 25

Ibídem, pp. 136-140.

26

J.E. SCHRÖDER QUIROGA, La educación en la Historia, p. 166.

27

H. OLWEN, “Mujeres, trabajo y familia”, pp. 129-166.

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Una vez pasado el tiempo considerado como infancia, la responsabilidad de la educación de los hijos varones pasaba al padre, que actuaba con severidad y dureza, ya que el cariño no se debía demostrar de ningún modo afectivo, considerándose esto un modo de actuar femenino, por tanto, propio de las madres con sus hijas féminas y nunca procedente para un ser racional como el hombre28. En cuanto a las niñas, habían de permanecer con su madre hasta saber las básicas aptitudes y los conocimientos necesarios sobre cómo ser buenas esposas; ellas recibían los conocimientos que su familia determinaba que necesitaban poseer. Las que tenían más interés o, por qué no, más suerte, podrían terminar su formación académica en un convento, estancia que duraba algunos meses, y posteriormente, las doncellas volvían a sus casas a intentar proporcionarse un buen esposo. Volviendo a la enseñanza de la lectura y a escritura como tales, según Francisco M. Gimeno Blay, no hubo modelo unificado ni concreto con el que todos los niños aprendieran, sino que la oferta de modelos y métodos se fue diversificando conforme avanzaba el tiempo, y con él los intereses de quien acababa recurriendo a estos estudios29. Se enseñaba a hacer las letras en tablillas de cera, y las fuentes de aprendizaje más comunes eran o bien el Salterio, o los manuales de lectura de Pedro Simón Abril y Juan de la Cuesta; y siguiendo el método de ejercitación constante se aprendían en primer lugar, el abecedario, a formar sílabas, y por último, formar frases30; todo esto mediante las técnicas pedagógicas tradicionales de memorización, repetición, y repasos constantes, aunque también recurriendo al uso de la vara si algún niño se mostraba desobediente31. En cuanto a las cifras de alfabetización para la Península se ha establecido que correspondería a un 10 o 15% del total de la población. Como es de esperar, dicho porcentaje perteneció mayormente a la nobleza, la oligarquía urbana y a los eclesiásticos,

28

M. ORTEGA LÓPEZ, “Las mujeres en la España moderna”, en Historia De Las Mujeres En España, P. FOLGUERA et al., Madrid, 1997, p. 257.

29

F. GIMENO BLAY, “Aprender a escribir en la Península Ibérica”, pp. 125-144.

30

Ibídem.

31

R. L. KAGAN, Universidad Y Sociedad En La España Moderna, Madrid, 1981, p. 51.

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pero el conocimiento se repartió de forma desigual32. Según Richard L. Kagan, la enseñanza básica en la España de los Austrias se organizaba dentro del ámbito privado, y podía realizarse de cuatro modos diferentes: En casa con la familia, mediante un “ayo” privado, que actuaba como profesor particular, pero era muy poco común, en tercer lugar mediante una “Escuela de primera letras”, y por último y lo menos común de todo, mediante una escuela de latín33. La educación más elemental no salía de la casa, ya que los lugares públicos de educación no existirían hasta el siglo XVIII34. Este sentido privado dado a la enseñanza de las letras favoreció el aspecto de esa educación reducida tan sólo para los grupos de la sociedad que se lo podían permitir, y a, por lo tanto, la baja alfabetización del cuerpo social.

32

33 34

F. GIMENO BLAY, “Aprender a escribir en la Península Ibérica”, pp. 134-136 R.L. KAGAN, Universidad y sociedad en la España Moderna, p. 46. M. ORTEGA LÓPEZ, Las mujeres en la España moderna, pp. 292-294.

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3.2 Aprender a ser mujer Lo único importante para las niñas era aprender las técnicas necesarias para actuar en la vida que le correspondía, por tano eran las cosas que se le debían enseñar, y las que sus madres estaban sugestionadas a enseñarles. La iniciación a dichos conocimientos se produce desde la infancia, de un modo empírico, y a cada paso se avanza cada vez más hacia una segregación de ambos sexos, para de ahí crear dos modos de pensamiento y actuación distintos, niños y niñas, con una acusada diferencia por sexos35. Resulta obvio que la religión ha ocupado un puesto predominante en temas de educación, aun sabiendo que ésta debería permanecer en terreno laico. No se puede olvidar que cada religión condiciona la vida de sus fieles, y en el caso de las tres religiones presentes en la ciudad de Sevilla durante el XVI, para cada una existían diferencias morales y de prácticas, pero en relación a la situación de las mujeres, la cosa no variaba demasiado de una a otra, todas las mantuvieron en un lugar secundario y sometidas a los hombres, tanto judías como musulmanas y cristianas, siendo éstas últimas en las que nos centraremos36. Las niñas pasaban con sus madres prácticamente todas las horas del día, para ellas no era necesario aprender oficios como los niños, ni que supieran leer, escribir, o aprender cálculo, ya que, debido a su propósito de convertirse en buenas esposas y madres en potencia, estos conocimientos para ellas se consideraban secundarios y nada útiles. A los siete años eran retiradas de los ámbitos públicos y dedicadas al aprendizaje de tareas, cocina, costura…etc. elementos básicos de una buena educación femenina37. Todo esto lo aprendían de una manera práctica según el modelo que les ofrecían las mujeres que habitaban en casa con ellas, madres, abuelas, tías, o incluso las criadas38. Junto con las 35

C. SEGURA GRAÍÑO. "La educación de las mujeres en el tránsito de la Edad Media a la Modernidad",

Historia de la educación: Revista interuniversitaria, 26 (2007), p. 71 36

Ibídem, p. 67

37

M. ORTEGA LÓPEZ, Las mujeres en la España moderna, pp. 290-292.

38

C. SEGURA GRAÍÑO. "La educación de las mujeres”, p. 75

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tareas ocupacionales, se les enseñaba el arte del saber estar y el disimulo, la compostura y la sumisión, y, en resumen, un comportamiento adecuado si querían cumplir con su propósito asignado de lograr casarse. Dentro de este ambiente está presente la idea generalizada de simpleza y debilidad como características principales de las mujeres, y resulta constatable tanto en los ordenamientos jurídicos como en los tratados morales difundidos durante la época39. El enseñar a una mujer cómo tenía que actuar, ya desde niña se encaminó a cumplir con el modelo que los moralistas difundían y que se estaba acuñando poco a poco: la doctrina cristiana y las labores hogareñas40. De hecho, autores morales como Juan Luis Vives41 afirman en su obra sobre la educación femenina que las doncellas debían permanecer castas, humildes y mesuradas, siendo siempre calladas y tímidas para facilitar a sus padres el guardarlas y vigilarlas42. “Todas las cosas que viere o hiciere la niña sean encaminadas a virtud de buena crianza, la cual toma el camino que ha de seguir adelante43.” Escritores como Vives no estaban en contra de los estudios intelectuales de las doncellas, es más, durante el XVI, en vez de infravalorar todavía más a las mujeres, este tipo de escritores se dedicó a tratar de educarlas y adaptarlas a su lugar doméstico mediante los modelos de comportamiento que difundían44. Si querían aprender letras, esto no debía alejarlas de sus obligaciones, debían aprender las tareas del hogar igualmente.45

39

40

Ibídem. R.M. CAPEL, y M. ORTEGA, “Época Moderna”, en Textos para la Historia de las mujeres en España, A. M. AGUADO (ed.), Madrid, 1994, p. 242.

41

42

Véase su obra: J.L. VIVES, Libro llamado Instrucción de la mujer cristiana, Madrid, 1936. M. VIGIL, La vida de las mujeres en los siglos XVI y XVII, Madrid, p. 30.

43

J.L. VIVES, Libro llamado Instrucción de la mujer cristiana, p. 42.

44

M. VIGIL, La vida de las mujeres, pp. 39-41.

45

Ibídem.

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Recomendaban solamente la lectura de algunos libros determinados, como los Evangelios, Epístolas, Hagiografías, y autores clásicos como Cicerón o incluso Platón46. “Cuando le enseñan a leer que sea buenos libros de virtud, porque toda agua no es de beber, nunca pierda el maestro ni la madre cuidado de tenerla siempre debajo de las alas de doctrina y crianza si no quieren que su ingenio se torne hueco47.” No obstante, también afirma Mariló Vigil que parece ser que la influencia de Vives en la P.I. penetró en las mentalidades de los españoles tan sólo superficialmente, no era lo normal criar a las hijas dentro de tal encierro48. Éste aspecto más que nada afectó a las doncellas de las clases más altas, en cambio en el campo, aunque había bastante control, las mozas no estaban enclaustradas. Eran las nobles las que tenían que resguardar su reputación y las familias solían ser más rígidas49. Toca ahora mencionar que posteriormente al Concilio de Trento50, surgieron nuevas posturas de otros moralistas que, como por ejemplo Fray Luis de León51 en su obra La Perfecta casada, negaban la capacidad intelectual de las féminas, y ponían de pretexto su irracionalidad tratando de fundamentar biológicamente su postura, asegurando que el encierro en el hogar era el verdadero fin de la mujer, limitando su vivencia y posible capacidad cultural52. Esta postura, mucho más desconfiada y radical que la de anteriormente, nos muestra la incidencia que tuvo la Contrarreforma en las mentalidades, y en consecuencia, el adoctrinamiento al que se sometió a la sociedad, creando un clima de desvaloración e inseguridad53. Las mujeres se consideraban peligrosas para los hombres 46

Ídem.

47

J.L. VIVES, Libro llamado Instrucción de la mujer cristiana, p. 56.

48

M. VIGIL, La vida de las mujeres, pp. 39-41.

49

Ibídem, p. 31.

50

Para profundizar sobre el tema, véase, por ejemplo: H. JEDIN, Historia del Concilio de Trento, S.L., 1972.

51

Véase L. DE LEÓN, La perfecta casada, España, 2002.

52

P. MARTÍNEZ-BURGOS, Bajo el signo de Venus: “La iconografía de la mujer en la pintura de los siglos

XVI y XVII”, en Historia silenciada de la mujer, A. SAINT-SAËNS, Y P. MARTÍNEZ-BURGOS GARCÍA, Madrid, 1996, p. 106. 53

R.M. CAPEL, y M. ORTEGA, Época Moderna, p. 233.

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racionales, y por esto debía mantenérselas alejadas del poder y del conocimiento (considerado un arma de poder al alcance de pocos)54. Y en la realidad sí que fue muy bajo el nivel cultural de las mujeres en el XVI, debido a que ellas tampoco se mostraban interesadas en las letras, y mucho menos rebeldes contra lo que debían hacer55. No obstante, ya desde el siglo XV se había estado comenzando a controlar y a limitar el espacio vital de los personajes femeninos. Por ejemplo, se las excluyó de los trabajos gremiales y sectores artesanales en general, y a su vez su formación resultó duramente limitada. Poco a poco se fue consolidando el hecho de que la mujer pertenecía a su casa y a su marido, y nada más, por tanto, su vida debía permanecer de puertas para adentro por completo. Sus esfuerzos por tener una cierta independencia fracasaron, ya que los hechos históricos que acontecieron al siglo afianzaron aún más su situación discriminada, como antes se ha explicado, y en consecuencia a partir de entonces y cada vez más, la mujer sólo podría ayudar a su marido o a su tutor. Todo lo relacionado con la casa y la familia es su rol natural, y su función es también la alimentación de los miembros de su casa, y la limpieza de la vajilla y de la ropa56.

54

M. VIGIL, La vida de las mujeres, pp. 39-41.

55

Ibídem, p. 52.

56

C. OPTIZ, “Vida cotidiana de las mujeres en la Baja Edad Media (1250-1500)”, en Historia de las mujeres en Occidente, Vol. 2, La Edad Media, 1992, C. KLAPISCH-ZAUBER (Dir.), pp. 321-400.

19

Mujeres alfabetizadas en el siglo XVI

3.3 Sobre la alfabetización femenina En los grupos sociales donde la escritura se considera un bien limitado y al alcance de pocos, no se considera un bien común. Teniendo este detalle en cuenta, es de esperar que en una sociedad como la de esta época que mantiene a las mujeres sumisas y encerradas bajo el yugo masculino, resulta muy difícil que las mujeres se expresen mediante la escritura, una contradicción incluso57. No resultaría en absoluto necesario enseñar a la mujer para que ésta pudiera llegar a equipararse al hombre, y cuando esta condición se convierte en el privilegio de una clase o grupo, el hombre pude llegar a poseer todo el conocimiento deseado, mientras que a la mujer se le reserva “lo menor”. Según este razonamiento, cuanto más sentido valioso tenga el conocimiento de la escritura, más se alejará del ser peligroso y por tanto, la amenaza que la mujer constituye para el hombre58. El siglo XVI da la impresión de ser de crucial importancia para el aprendizaje intelectual femenino. Los expertos coetáneos españoles se mostraban permisivos al recomendar para las doncellas el uso de la lectura, pero eso sí, determinados libros que no perjudicasen sus ideas (como se ha visto en el punto anterior); sin embargo, para cuando se llegase a fines de siglo se habría producido un cambio tan rotundo que, como ya hemos mencionado, debido a la difusión de la Contrarreforma, terminó por prohibir incluso la lectura al considerarla innecesaria para las mujeres. En este final de siglo, serán los eclesiásticos los que ahora se ocupen de la instrucción de los infantes, preferentemente varones, que son los llamados a ejercer funciones públicas59, y para las féminas, la iglesia difundirá en estos momentos el modelo de la Virgen María como ejemplo a seguir en su papel como mujer en el mundo: progenitora, madre y guardiana del valor de la familia, es decir, una perfecta casada60. A través de la pintura se enseña este mundo femenino tan limitado, y se representa a María dentro del encierro que la sociedad reserva para las de su género61. 57

G.R. Cardona explica cuestiones sobre el origen de la escritura y la valorización de ésta. Para más informa-

ción, véase G. R. CARDONA, Antropología de la escritura, 1994, Barcelona. 58

59

Ibídem, pp. 91-93. F. GIMENO BLAY, “Analfabetismo y alfabetización femeninos”, p. 50.

60

P. MARTÍNEZ-BURGOS, “Bajo el signo de Venus”, pp. 94-123

61

F. GIMENO BLAY, Analfabetismo y alfabetización femeninos, p. 104.

20

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En el siglo XVI lo que vemos es una transformación paulatina de valores; no es una negación rotunda del aprendizaje de la lectura, sino que, como vemos en las obras de los primeros moralistas, hay una clara comparación entre éstos y los que escriben a final de siglo, y esta contraposición es la prueba del cambio ideológico al que nos referimos: En las anunciaciones españolas de principios de siglo que toman las italianas como modelo, solemos ver a la Virgen con el libro abierto e inmersa en su lectura cuando el Ángel la sorprende (IMAGEN 1)62, mientras que conforme sentimos el avance de la Contrarreforma, la veremos más ocupada en la costura que en la lectura (IMAGEN 2)63. La mujer que sabe escribir con un modo de ejecución más perfecto, y no sólo firmar su nombre, bien pertenece a la nobleza, bien a la burguesía urbana 64. Estas señoras, al poder hacer uso de su conocimiento, tienen aparte un interés especial por demostrarlo y no necesitar de intermediarios, lo que también resulta una excusa para intentar alejarse socialmente de las clases inferiores, hombres y mujeres por igual. Por lo tanto, el saber escribir les aporta cierto orgullo y satisfacción resulta una afirmación propia e individualización social, como persona alfabetizada65.

62 63 64

Véase en el Apéndice, IMAGEN 1 Ibídem, IMAGEN 2 F. GIMENO BLAY, Analfabetismo y alfabetización femeninos, pp. 79-82. Gimeno Blay desarrolla amplia-

mente en este trabajo cuál es la extracción social a la que pertenecen las mujeres que escriben, en qué documentos participan y por qué se vieron obligadas a hacerlo. 65

Ibídem.

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3.4 El estatus jurídico de una mujer La condición jurídica de cada uno refleja lo que una persona puede hacer pública y privadamente según el concepto que socialmente se tiene de su capacidad personal para realizar actos que implican el uso de sus facultades y el desarrollo de su actividad como ser de derecho66. Ya que la ley de un pueblo es una proyección de este mismo, es supuesto que los códigos legales de la época reflejan la situación discriminada de la mujer que ya hemos explicado, de tal manera que ésta queda subordinada al hombre (padre o marido). Por tanto, también son una buena fuente de información los sistemas jurídicos para averiguar cómo se debía encontrar una mujer en diversos aspectos de la vida. En los primitivos sistemas sociales ibéricos, la mujer permanecía bajo condición servil, o tutela, como es el caso del Derecho Romano o el Germánico, y esa situación prácticamente no varía hasta el Código Civil de 1889. La condición del hombre como ser superior quedará patente también durante toda la Edad Media y Moderna, y lo veremos plasmado por ejemplo en las Partidas (1254-1265) y también en las Leyes de Toro (1505)67. Las bases del Derecho medieval castellano mezclan las tradiciones españolas con el espíritu del Derecho Romano, y como se ha dicho, permanecen así hasta el siglo XIX. Aquí se concibe a una mujer que es mala por naturaleza, para nada indefensa, lo que hay es que guardarse de ella. Posteriormente, durante la Edad Moderna, la Nueva Recopilación de 1567 habrá alguno cambios, pero todavía muy leves, y leyes muy duras como por ejemplo el cierre de las mancebías y la condena de las “mujeres perdidas”68. La ley siempre insistirá en la diferencia entre solteras, casadas y viudas, siendo la viuda la más “libre”, por permanecer dueña de sus bienes en casi todos los casos. Pero la principal diferencia que veremos estará en el entorno social, donde las nobles y las pertenecientes a la aristocracia, poseedoras de bienes y títulos, tenían la posibilidad de realizar el acuerdo matrimonial con separación de bienes, por ejemplo, y más libertades; mientras que

66

P. CEPEDA GÓMEZ, “Situación jurídica de la mujer durante el Antiguo Régimen y el Régimen Liberal”, en M. C. GARCÍA-NIETO PARÍS, Ordenamiento jurídico y realidad social de las mujeres, Madrid, 1986, pp. 181-193.

67

Ibídem, p. 185

68

Ibídem, p. 188.

22

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las mujeres de las clases bajas son las que quedarán más desamparadas, sin función social y anuladas por sus esposos, además de sin medio económicos, desprotegidas por la sociedad y la ley69. Hablando de su condición dentro del matrimonio, la legislación de la época Moderna sobre este aspecto tampoco se diferencia de las leyes medievales. Por ejemplo, en las Leyes de Toro, la ley 52 afirma que, si un matrimonio se disolviese, la mujer tenía derecho a la mitad de lo que el esposo le hubiera dado antes de que el matrimonio se consumara, pero si alguno muriera, el otro tenía derecho a la dote por completo 70. Por un lado, se ve como la propiedad de la mujer queda legalmente protegida, pero por otro nunca tenía derecho a disponer de ella como ella misma considerase, ni firmar un contrato sin aprobación o un poder legal pertinente. Vemos a veces un ápice de libertad, pero también se ve como enseguida ésta queda truncada por la supervisión del marido. Esto quedará de nuevo expresamente recogido en la ley con la Nueva Recopilación de las leyes de Castilla de 1569, donde se contempla: “La muger, durante el matrimonio, sin licencia de su marido, como no puede fazer contrato alguno, ansimismo no se pueda apartar, ni desistir e ningún contrato que a ella toque, ni dar por quito a nadie del, ni pueda fazer casi contrato, ni estar en juyzio, faziendo, ni de fendiendo, sin la dicha licencia de su marido: y si estuviere por si, o por su procurador, mandamos, que no vala que fiziere71”.

La mujer sufrirá de esta impotencia causada por su condición social y además empeorada por su condición legal; perdió estatus y privilegio, y las leyes matrimoniales terminaron por restringir aún más si cabe su libertad como persona y su capacidad como esposa. Se podría decir, resumiendo, que los siglos XVI y XVII son los siglos culminantes de la misoginia, vista tanto en la mentalidad de la sociedad, como en el código legal puesto por escrito72.

69

Ibídem, p. 192

70

Leyes de Toro. Ley 52, en Leyes De Toro, Estudio preliminar y transcripción de M. S. Arribas; presenta-

ción de R. F. Rodríguez, Madrid, 1977. 71

La Nueva Recopilación, libro V, título III, ley 2º, véase http://bibliotecadigital.jcyl.es/i18n/consulta/registro-

.cmd?id=8419, consultada el 4/5/2016 a las 18:55 p.m. 72

N. ZEMON DAVIS, “City women and religious change”, en Society and culture in early Modern France,

Stanford, 1975, p. 94.

23

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Sin embargo, y a modo de conclusión sobre este asunto, se puede decir que los códigos legales modernos no nos revelan una visión completa de la situación de la mujer en todos sus aspectos jurídicos. De modo que, mediante la ley de su época, solamente podremos saber una visión parcial acerca de la casada o a viuda, y siempre detalles poco claros. De la situación de la soltera no podremos saber prácticamente nada, por ejemplo, y mucho menos hasta qué punto podía actuar sola dentro de su sociedad.

24

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4. LOS PROTOCOLOS NOTARIALES COMO FUENTE DE INVESTIGACIÓN A la hora de hacer una investigación histórica sobre un tema concreto, la selección de las fuentes constituye un paso decisivo de gran importancia, ya que éstas son las que proporcionan la información y los datos para determinar la forma en la que dicha investigación puede terminar. La documentación notarial representa una fuente excepcional para conocer detalles sobre la vida de personajes importantes de una época, o la veracidad de un acontecimiento histórico; aparte resulta útil también para investigar la historia de los documentos y las notarías públicas, y cada vez más se están convirtiendo en centro de atención para investigadores, que amplían su funcionalidad para la construcción del discurso histórico narrativo. El uso que se le ha dado generalmente a este tipo de documentos ha estado relacionado con la historia de las mentalidades, o la vida cotidiana, por tanto, resultarían muy válidos para reconstruir la historia social de una comunidad determinada, en un momento concreto, sabiendo, eso sí, seleccionar con exactitud tanto el método de extracción de datos, como la información que se pueda deducir de ellos 73. Consecuentemente a este aspecto, a un historiador que pretenda hacer discurso histórico centrado en el recuento de acontecimientos, esta fuente no le servirá para los datos puntuales que requiere74. Siendo evidente que la selección de la fuente determina el método de obtención de datos e información que se deben usar para el análisis de lo que se obtenga, su estudio nos permitiría, por un lado, si pretendemos analizar un fenómeno de larga duración en el tiempo, realizar un análisis diacrónico, y por otro lado, un análisis puntual para conocer el alcance de determinados comportamientos o acontecimientos; también es posible seleccionar la información a analizar, bien desde su tipo, bien en razón de la información que aporten75. Estos métodos condicionarán también los resultados obtenidos, y por consiguiente el resultado del trabajo, por tanto, nuestro trabajo, que toma como fuente la documentación notarial, depende no sólo de la metodología que usemos para el análisis de la

73

R. M. CAPEL MARTÍNEZ, “Los protocolos notariales en la Historia de la mujer en la España del Antiguo

Régimen”, en Ordenamiento jurídico y realidad social de las mujeres, Madrid, 1986, pp. 167-179. 74

Ibídem.

75

Ibídem, pp. 178-179.

25

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información que se obtenga, también de cómo realicemos el proceso de obtención de los datos76. De todos modos, encontraremos una gran cantidad de documentos que nos aporten información útil, incluso sabiendo que con el tiempo se ha perdido mucho en contenido y cantidad, pero no obstante, podremos seleccionar incluso la información que queremos extraer de varias maneras para así dar orden al trabajo: se puede hacer bien una consulta exhaustiva o bien varios muestreos que clasifiquen los datos según algunas variables (como por ejemplo el notario, la fecha, o el tipo de escritura)77. 4.1 El contenido del protocolo notarial El protocolo notarial es el resultado puesto por escrito de los actos jurídicos realizados en las notarías, las cuales no han visto modificados sus procedimientos de actuación a lo largo de la historia, y la facultad que poseen estos documentos de dejar plasmado por escrito lo que se ha producido ante el notario es capaz de fijar lo sucedido para el tiempo futuro como un testimonio claramente acontecido78, además, dicho testimonio se refuerza con la actuación de testigos que confirman la veracidad del hecho. El notario bien puede realizar su trabajo dentro de su oficio, o en el lugar donde el hecho se ha producido; su oficial pone por escrito el documento en un borrador y siguiendo unas pautas previamente determinadas, después el documento resultado se queda guardado junto con todos los demás documentos elaborados durante un mismo año, confeccionando los registros notariales con toda sus cláusulas en extenso79. El protocolo normalmente contiene todos los documentos testificado durante un año, con las firmas autógrafas de sus contratantes y testigos, o en su defecto, la indicación de que no saben escribir80. 76

M. J. PEDRAZA GRACIA, “La Documentación Notarial: fuente para la investigación de la historia el li-

bro, la lectura y los depósitos documentales”, Documentación de las Ciencias de la Información, 24 (2001), pp. 79-103 (91). 77

78

R. M. CAPEL MARTÍNEZ, “Los protocolos notariales en la Historia”, pp. 178-179. M. J. PEDRAZA GRACIA, “La Documentación Notarial”, p. 83.

79

Ibídem, p. 84.

80

Ibídem.

26

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Desde muy poco después de su creación, enseguida se estableció una clasificación de tipologías que ayudarían a hacer formularios con los diferentes actos testificados por los notarios, que servían precisamente para no perderse dentro de las innumerables cláusulas que diferencian a una tipología de otra. Lo que más nos interesa de esta tipificación es que para el período que estudiamos los diferentes tipos documentales no superaban los veinte, y muchos de ellos se relacionaban entre sí, siendo por ejemplo consecuencia unos actos de otros81. De aquellos que pueden resultar especialmente útiles para analizar la historia femenina, se pueden destacar desde testamentos, inventarios post-mortem, contratos matrimoniales, cartas de dote, y lo más frecuente, poderes 82. La representatividad de estos documentos es limitada, es decir, sólo permanecen documentados aquellos hechos que sus contratantes quisieron dejar por escrito ante notario, ya que resulta evidente que no se puede representar todo lo que ocurre en un determinado momento, los protocolos notariales no son lo mismo que un diario. Es lo normal, pero es a la vez frustrante, ya que priva de información. A su vez, el notario da una visión objetiva de lo que sucede delante de él, actúa como filtro entre la realidad y lo que plasma por escrito 83. Por otro lado, debemos tener en cuenta que el fin primero por el que se crea este tipo de documentación es sobre todo económico, y que el grueso de documentos más comunes e importantes lo constituyen los contratos, las compraventas, arriendos, etc. Aparte de la información económica, hay que saber buscar la información personal y social que contienen. La documentación de este calibre es la correspondiente a las actividades que trascienden a la vida privada y familiar de los individuos, es por este motivo por el que resultan una fuente de primera mano y excepcionalmente importante para estudiar el tema que nos ocupa84. Se trata por tanto de saber comprender las decisiones privadas de sus otorgantes y sacar de ahí la información pertinente sobre la vida cotidiana de éstos. 4.2 Identificar a una persona en los protocolos notariales 81

Ibídem, p. 86.

82

R.M. CAPEL MARTÍNEZ, “Los protocolos notariales en la Historia”, p. 174

83

M. J. PEDRAZA GRACIA, “La Documentación Notarial”, p. 87.

84

Ibídem, p. 89. Según lo dicho aquí, en el siguiente punto estudiaremos la participación de las mujeres sevi-

llanas de 1525 en este tipo de documentos y la información que nos pueden aportar sobre su educación.

27

Mujeres alfabetizadas en el siglo XVI

Para darle el uso que pretendemos a la fuente una vez seleccionada, resulta un paso inevitable el identificar a los otorgantes y testigos que aparecen en los documentos; saber quiénes son y quiénes actúan es algo que ayuda y favorece el proceso de estudio de una determinada comunidad, como en nuestro caso sería la comunidad femenina. Estos datos identificativos serían los primeros que podemos extraer de dicha documentación, ya que es evidente que el primer dato para la identificación de alguien es conocer su nombre y apellidos, que es lo que situaría al individuo dentro de un grupo familiar. No obstante, pueden ocurrir confusiones para asociar a alguien con su familia, debido a que algunos individuos hayan cambiado su nombre a lo largo de su vida por diferentes motivos que vayan desde la toma de los hábitos, la adopción de apellido del marido o su conversión al femenino, o como se da en otros casos, la adopción de apodos y sobrenombres en el lugar del propio apellido, o incluso como nombre de pila 85. Además de todo esto, puede crear confusión en la identificación de un personaje que presente el mismo nombre que un progenitor y que ejerza su misma profesión, cosa que dificulta un poco más el proceso de clasificación social, ya que es muy común que alguno de los hijos reciba el nombre del padre, e incluso el apodo, si éste tenía. Para estos casos nos facilita mucho la confirmación de la identidad del individuo la presencia de algún otro individuo de la familia en el acto jurídico. En segundo lugar, se observaría el lugar de residencia. Con este detalle es posible comprobar que en los protocolos notariales no se representa solamente al conjunto poblacional de una sola ciudad, sino que a un mismo oficio acude gente de muy diversa procedencia. En el caso de Sevilla, a veces se observa gente que llega de pueblos y villas cercanas, como por ejemplo el Aljarafe, y también de zonas más alejadas como Jerez o Málaga, por temas relacionados con el comercio de Indias y la navegación; aparte, los comerciantes extranjeros residentes en la ciudad también participan del uso de las notarías públicas86. Ya que en cada documento aparece indicada, también podríamos recopilar como dato geográfico la collación en la que reside cuando todos pertenecen a la misma ciudad,

85

Ibídem, p. 99.

86

Ibídem.

28

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esto permitiría también clasificar y concentrar grupos de oficios o diferentes niveles de riqueza según la zona urbana. A continuación, podríamos clasificar a la población también debido a su tratamiento y profesión, o en el caso de las mujeres, por la de sus esposos 87. Esto permitiría clasificar nuevamente la población mediante un método cuantitativo, definiendo las clases sociales que acuden a la notaría pública para según qué asuntos, o agrupando según profesión y riqueza a las distintas capas de la población. En el trabajo que aquí se procede a realizar, este criterio será utilizado junto a otros, para medir la alfabetización y proceder a clasificar la población según su clase y pertenencia a un grupo social más o menos adinerado y, por lo tanto, con más o menos acceso a una educación.

87

Ibídem.

29

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4.3 Los protocolos notariales para la historia de la mujer Si tenemos en cuenta que las mujeres han permanecido lejos de los acontecimientos importantes del mundo público, los protocolos notariales resultarán una fuente muy útil para construir su historia social y familiar, pues la mujer era el pilar más importante dentro de la casa. Por lo tanto, conforme avancemos hacia atrás en el tiempo, la consulta de este tipo de fuente se hará mucho más imprescindible para averiguar detalles sobre las mujeres, de forma que el interés histórico para época moderna resulta fundamental 88. Podremos llegar a averiguar gracias a ellos cuántas participan de los actos notariales, cómo pasan el tiempo, cómo es su casa y qué tienen en ella, etc. Ya se ha mencionado en puntos anteriores las tipologías que pueden resultar más idóneas para hacer este tipo de investigación y que nos pueden aportar detalles más interesante sobre vida cotidiana como testamentos o inventarios (que muestran objetos y posesiones personales de las mujeres que los otorgan), y en su mayoría, se puede apreciar que en estos documentos participan mujeres de las capas más altas del Estado llano, las más acomodadas y por supuesto, las mujeres de la nobleza y la aristocracia, aunque podríamos encontrar alguna que otra de las capas sociales inferiores, aunque es lo más raro. En los documentos otorgados por mujeres, su situación social se analiza en relación a su estado civil, o más sencillo, la ocupación de su cónyuge o su padre, es decir, el responsable de éstas. Es lo más lógico si sabemos que en este tipo de sociedad es obvio que la situación de la mujer está derivada de su condición de hija o de esposa, y que siempre dependen de un hombre que responda por ellas89.

88

R.M. CAPEL MARTÍNEZ, “Los protocolos notariales en la Historia”, p. 172

89

Ibídem.

30

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5. ESTUDIO Y CASIFICACIÓN DOCUMENTAL Queriendo poner a prueba toda la teoría narrada a lo largo de este trabajo, así como mis propias capacidades de elaboración original e investigación sobre el mismo, y a su vez desarrollando las ganas por adentrarme en la vida popular del siglo XVI, quise completar lo anteriormente explicado con datos tangibles y reales, es decir, realizando un estudio de suscripciones femeninas como fuente sobre la alfabetización en protocolos notariales. Mi objetivo con este proceso es aproximarme en la medida de lo posible a unos porcentajes claros basados en un muestreo significativo de documentos notariales protagonizados por mujeres, correspondientes a un mismo oficio y año, para así proceder a analizar los resultados por tipología documental, análisis gráfico, estado civil, residencia, y el oficio o cargo del marido. En las páginas que a continuación prosiguen intentaré desarrollar lo máximo posible tanto el proceso de búsqueda y extracción de datos, como la interpretación y clasificación a su vez que cada tipo de información nos permite realizar; siempre tratando de llegar a unas conclusiones generales que puedan llegar a servir de punto de partida para próximas investigaciones sobre el tema. He querido acompañar cada una de las explicaciones con gráficas ilustrativas sobre el resultado que ha supuesto el estudio de los datos, para dejar aún más claras las conclusiones a desarrollar al final de este trabajo. El disponer de las suscripciones de los otorgantes en los protocolos notariales es posible gracias a la Pragmática de Alcalá de 1503, en la que se obligó a firmar de su puño y letra al otorgante que supiera, y si no fuera posible, que diera permiso a un testigo o cualquiera de los escribanos para firmar por ellos90. De este modo, podemos afirmar que los escribanos nos están dando la posibilidad de diferenciar dentro de grupo de otorgantes, entre escribientes y no, o mejor expresado, firmantes y no firmantes, ya que la firma no tiene por qué resultar indicación de alfabetización en todos los casos91 , sin embargo sí 90

91

J. RAMÍREZ., Libro de las Bulas y Pragmáticas de los Reyes Católicos, Madrid, 1973, CCCLXII.

C. DEL CAMINO, “Alfabetismo y cultura escrita en las fuentes notariales”, en P. OSTOS SALCEDO y M.L. PARDO RODRÍGUEZ, En torno a la documentación notarial y a la Historia. Sevilla, 1998, p.

31

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puede indicarnos cierta cultura gráfica o “semialfabetismo”92, considerando el completo alfabetismo como la capacidad para construir un discurso escrito. Por lo tanto, la firma no puede indicar un alfabetismo total, aunque sí nos sirve como un indicador fiel y útil de dicho alfabetismo, ya sea parcial o completo93. A través de las suscripciones encontradas en las fuentes de las que dispondremos, por tanto, nos será posible conocer, en primer lugar, la difusión de la escritura entendida en todos sus niveles (alfabetismo completo o semialfabetismo, comprendido éste último como la sola capacidad de realizar la firma) de una forma cuantitativa, y por otro lado la cultura gráfica que cada una de las suscripciones reflejan, es decir, el nivel de ejecución que éstas presentan realizando un estudio cualitativo, para a su vez relacionar el nivel gráfico con el grupo social y la procedencia. 5.1 La búsqueda y el recuento de documentos El total de documentos que se manejaron para realizar el estudio fueron 1491 para ser exactos, todos ellos repartidos entre los meses de febrero y octubre de 1525; contenidos en tres legajos correlativos pertenecientes a un mismo notario, Francisco de Castellanos. De esos tres legajos seleccionados se cribó en primer lugar lo que interesaba trabajar, es decir, los folios que estaban protagonizados u otorgados por mujeres, ya fuera mujeres “solas” o viudas, o fuesen acompañadas por sus maridos, padres o incluso por sus hijos; una vez clasificados éstos, se cribarían los que contuvieran suscripción directa. De entre todos, solamente se obtuvieron 95 documentos con esas características. Tenemos ahí por lo tanto un primer detalle donde podemos detenernos a hacer un primer análisis, y es que del 100% de documentos consultados, tan sólo hay un 6% con participación femenina activa, si bien esto significa que actuaron como otorgantes. Esto nos indica hechos evidenciados anteriormente a lo largo de nuestro trabajo: que la mujer estaba excluida de toda actividad legal, y de las pocas facultades jurídicas de las que gozaban, ya que, tal vez

99. 92

Ibídem.

93

Ibídem.

32

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alguna que otra de ellas se hubiera visto hasta forzada y llevada a realizar el contrato contra su propia voluntad, y obligada por un hombre. A continuación, se muestra un gráfico que ilustra un poco más este porcentaje, que como se puede apreciar, resulta prácticamente insignificante94.

Acerca del porcentaje de suscripciones, veremos cómo únicamente el 18% de ellas suscriben los documentos, frente a un 82% de analfabetismo, (17 firmas de entre 95 documentos, pertenecientes a diversas tipologías que más adelante se analizarán), es un porcentaje que resulta bastante escaso, aunque variable, si tenemos en cuenta que ni todos los contratos se realizaban ante notario (eran verbales), ni todas las otorgantes se veían obligadas a firmar cuando participaban con licencia del marido, presuponiendo que supieran firmar, claro está, y que también algunas mujeres otorgan más de un documento a la vez. Aparte de esto, cabe mencionar que los resultados que se han obtenido corresponden a una franja muy reducida de tiempo y espacio, ya que se trata de un solo oficio notarial, por lo tanto, sería la nuestra una simple muestra bastante reducida que proporcionaría datos parciales, los cuales habría que completar con un muestreo de datos más amplio, y dedicarles algunas páginas más en futuros estudios. Resulta evidente con el ejemplo que aquí aportamos, que el aprendizaje de las letras y su dominio no estaba para nada generalizado, y que solamente unas pocas podían permitirse el disfrutar del prestigio que les proporcionaba el saber depositar su firma a la hora de otorgar un documento, del tipo que fuera, teniendo en cuenta de por sí que el 94

Gráfico de elaboración propia, a partir de los datos extraídos del AHPS.

33

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otorgar un documento ante notario tampoco era una acción común, ni al alcance de todo el mundo, pero ese aspecto se analizará más adelante. En la gráfica que se adjunta95, podemos observar como el porcentaje de alfabetizadas no alcanza a ser ni siquiera un cuarto del total de nuestra muestra. Podemos afirmar observando ambos gráficos que los datos obtenidos se corresponden con nuestro concepto de extensión de la alfabetización en mujeres del año 1525, y a su vez también podríamos decir que en la realidad sevillana de principios del siglo XVI era obvia la escasa, o prácticamente inexistente participación femenina en el mundo legal o lo asuntos económicos y jurídicos de su casa y su vida, y su poca capacidad de decisión en situaciones acerca de la economía familiar, ellas no participaban en asuntos de la vida pública.

De manera informativa para el lector de este trabajo, y también para que actúe de forma aclaratoria a lo largo del análisis de datos que a continuación procedo a comentar, en el apéndice gráfico se podrán consultar todos los datos de cada uno de los documentos con los que se trabajaron, así como lo datos personales de sus otorgantes, siendo así mucho más fácil localizar un documento o individuo concreto, sobre todo a la hora de realizar el análisis de grafías96.

95

Gráfico de elaboración propia, a partir de datos del AHPS.

96

Véase, por tanto, el apéndice de documentos e ilustraciones para una información más aclaratoria. Apéndice

de imágenes, CUADROS 1, 2 y 3.

34

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5.2 Análisis documental A continuación, se ha procedido a organizar el total de documentos de nuestra muestra por tipologías. Para ello, se han contabilizado los diferentes tipos de documentos que disponíamos, y dentro de todos ellos, tan solo los hemos podido dividir en 11 tipologías diferentes, de las cuales se adjunta un gráfico explicativo con la medida en la que nos han aparecido cada una de ellas justo a continuación97.

Como primer punto a destacar, por resultarnos más obvio dentro del gráfico, se puede ver cómo se obtuvo una clara mayoría de poderes. Cabe decir que estos estaban realizados casi siempre en favor de familiares varones como hijos o tíos, pero también, otras veces, favorecían a un procurador previamente nombrado al servicio de la otorgante, o a un clérigo que actuase como tal, en nombre de la mujer otorgante para posteriores actuaciones documentales o legales. Ya que la mujer estaba sometida al padre o tutor, y más tarde al marido, ésta era su condición “natural”, y, por tanto, no se la tomaba nunca en consideración autónoma dentro de la sociedad. Por este motivo, pocas mujeres solas o viudas podían tomar a su cargo la resolución de sus negocios, y por ello la mayor parte de los documentos que otorgaban solían ser poderes a otros varones98.

97

Gráfico de elaboración propia según los datos del AHPS.

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Viendo el repertorio documental en el que la mujer actúa como validadora, podríamos clasificarlo en tres grupos: Intervenciones que fueran necesarias para el marido; Intervenciones que estuviesen justificadas por la ausencia del marido; y, por último, actuaciones independientes de la mujer. El primer grupo contiene las actuaciones hechas sobre bienes dotales de la mujer, o bien las que obligaban a realizar el contrato de forma conjunta. En el segundo estarían las gestiones que puede hacer la mujer con un poder de su marido o de otro varón, y en el último grupo, pondríamos aquellos casos donde una mujer sola gestiona sus pertenencias, como podía ocurrir en el caso de viudas, o en las que ningún dato de estado civil se menciona en el documento. Como se puede apreciar gracias al gráfico anterior, otra cuestión relevante es que casi todas las tipologías agrupadas en dicha imagen pertenecen al ámbito económico, y de gestión del capital (como ventas, arrendamientos, cartas de pagos, reconocimientos u obligaciones de deudas, e incluso cartas de dote…), o bien poderes para una posterior realización de alguno de estos contratos a cargo de terceras personas. Las excepciones a estos documentos económicos serían, por ejemplo los testamentos, que constituía el único tipo de documento socio-jurídico que, para su realización, la mujer no necesitaba permiso de ningún hombre99, y, por otro lado, las cartas de aprendizaje, que siempre nos han aparecido otorgadas por viudas, y esto lleva a deducir que en los casos que el marido estuviera vivo, era éste el que otorgaba un documento de este calibre, ya que era el responsable y factor de todos los hechos jurídico-administrativos de carácter público relacionados con la familia, y sobre todo de todo lo relacionado con los hijos. De lo que la mujer sí que era dueña era de sus bienes dotales, pero donde se daba el problema era en la capacidad mayor o menor que ésta pudiera tener a la hora de gestionar sus propios bienes, que, por otra parte, solían ser escasos, como algunos muebles de la casa, animales, o a veces pequeñas propiedades100, y por tanto casi todas dejaban a los maridos li98

El análisis documental se ha llevado a cabo siguiendo el modelo presente en el trabajo de: A. MORENO TRUJILLO, J. DE LA OBRA SIERRA, y M. OSORIO PÉREZ, “Firmas de mujeres y alfabetismo en Granada”, pp. 99-124.

99

M.I. MARTÍNEZ MIRA, “La mujer a través de los testamentos del siglo XVI en protocolos notariales del

archivo provincial de Murcia”, MVRGETANA, 124 (2011), p. 11. 100

A. MORENO TRUJILLO, J. DE LA OBRA SIERRA, y M. OSORIO PÉREZ, “Firmas de mujeres y alfa-

betismo en Granada”, p. 104.

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bres para llevar la administración tanto de sus bienes dotales como de los gananciales que la pareja hiciera en común. Los esposos, cuando tenían que gestionar los bienes de la esposa, otorgaban mancomunadamente en compañía de ella casi siempre, por ello es muy frecuente encontrar dobles otorgamientos en documentos de compraventas de tierras o casas101. 5.3 Análisis de las grafías Acercarnos a hacer un estudio sobre la alfabetización de la mujer sevillana de la primera mitad del siglo XVI a partir de las grafías de las suscripciones que se han clasificado, no es un proceso fácil, si tenemos en cuenta la escasa cantidad de información acerca del tema, a pesar de lo interesante del mismo y de la importancia que unos buenos resultados pueden aportar a la historia de la cultura de las mujeres españolas, considerando lo apartadas que han permanecido de los acontecimientos importantes de la historia de España, y de la controvertida situación femenina para el siglo del que hablamos. La información que se ha podido recoger en este trabajo es demasiado escasa para lo que se menciona, pero no obstante ha servido para realizar un pequeño estudio que podría funcionar a su vez de iniciativa para posteriores estudios de más profundidad. La escasez de documentos consultados para la realización de este trabajo (un total de 95), ha contribuido también a que se obtenga un porcentaje muy pequeño de suscripciones, pero este era un hecho de esperar por un hecho ya explicado: el bajo espectro de alfabetización y educación en las niñas de esos años. Se ha querido agrupar una suscripción de cada una de las mujeres alfabetizadas que han aparecido en nuestra muestra de documentos102(alguna de ellas firma en más de un documento, pero sólo aportamos un ejemplo de cada mujer), en total 11 firmas que van acompañadas de signatura y transcripción, para, teniendo en cuenta tan sólo esas firmas, sea posible hacer una clasificación de los distintos tipos de escritura y niveles gráficos presentes en ese grupo de mujeres. Por lo tanto a continuación se procederá a construir un análisis de cada una de esas firmas y a establecerlas dentro de un determinado nivel o grado que va desde lo más elemental al más culto y sofisticado103.

101

Ibídem.

102

Véase en el Apéndice, IMÁGENES 4-14.

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Comenzaríamos por el modelo denominado de escritura imitativa, efectuado por aquellas mujeres que han recibido una educación mínima y no han alcanzado la capacidad de escribir, pero son capaces de realizar trazos y letras siguiendo un modelo, aunque con formas primitivas, un módulo desproporcionado y unos caracteres mayores que otros; las firmas de estas características faltan de una rúbrica que las acompañe, manifestando que han sido realizadas de forma muy primaria104. En este tipo de niveles gráficos es frecuente un cambio o inversión en el orden o la ejecución de alguna de las letras, mostrando una especie de dislexia; un ejemplo claro puede apreciarse en la firma de Beatriz Caldera105, que cambia el orden de las letras i y r de su nombre de pila. Dentro del segundo nivel de ejecución de la escritura se encuentra el denominado Básico, dentro del cual podríamos enumerar dos etapas evolutivas, que corresponderían a la etapa elemental y la etapa de dominio106. Este nivel es atribuido en general, a mujeres que poseen una instrucción algo mayor que las del primer grupo y son capaces de ejecutar una escritura por sí solas, es decir, sin imitar ni copiar modelos. En la etapa elemental se distinguen letras separadas y con trazos algo toscos, y poca unidad en el módulo aún; como ejemplo de escritura básica elemental citamos la firma de Catalina de Segura107, o la de Inés Brava108. Es curioso el caso de María Núñez109, cuya firma también ubicaríamos en éste nivel básico elemental, pero cuya caligrafía en vez de corresponder al modelo documental habitual, corresponde a un modelo librario, de gran módulo además, aunque su ejecución no es perfecta y es por ello por lo que deducimos que su instrucción no era tan elevada. En cuanto a la firma de Ana de Castellanos, o Ana de Santo Domingo, la única religiosa de nuestro grupo de firmantes, hay que aclarar que por desgracia no se ha podido aportar una imagen de la suscripción debido al mal estado del documento, pero ella correspondería 103

La gradación de niveles se ha establecido según la presente en el estudio de: A. MORENO TRUJILLO, J.

DE LA OBRA SIERRA, y M. OSORIO PÉREZ, “Firmas de mujeres y alfabetismo en Granada”, p. 108. 104

Véase en el Apéndice, IMÁGENES 6, 11 y 13.

105

Ibídem, IMAGEN 13.

106

A. MORENO TRUJILLO, J. DE LA OBRA SIERRA, y M. OSORIO PÉREZ. “Firmas de mujeres y alfa-

betismo en Granada”, p. 109. 107

Véase en el Apéndice, IMAGEN 8.

108

Ibídem, IMAGEN 12.

109

Véase en el Apéndice, IMAGEN 9.

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también a este grupo de ejecución básica elemental, que harían las letras separadas y temblorosas. Por el contrario, un nivel superior, en la que denominamos etapa básica de dominio podríamos apreciar una evolución hacia las formas ligadas, no separadas, más seguras y fluidas, y con un módulo notablemente más pequeño; la firma de Aldonza de la Caballería110, presentaría éstas características de formas minúsculas y más enlazadas. Un aspecto a destacar sobre esta suscripción es que sólo aparece el nombre y el tratamiento (“Doña Aldonça”), indicador de que se trataba de una señora importante en su círculo, y omitiría su apellido al firmar, bien por no saber escribirlo, bien por no considerar necesaria su escritura. El tercer nivel se ha denominado nivel Usual, siendo el ultimo estadio dentro de la técnica ejecutiva de la escritura, caracterizado por figura suaves y fluidas y un estilo propio en cada una de las suscripciones, perteneciente a mujeres más cultas y por tanto de un estrato social más elevado. Dentro de éstas destacamos las firmas, por ejemplo, de Mencía de Salazar111, Juana Fernández de Solórzano112 y María de Ribera113. Podría ser frecuente el uso de nexos o abreviaturas, pero en estos casos aparecen los nombres escritos por completo; lo que sí observamos es la cursividad presente en dichas rúbricas, enormemente diferenciadas de las de nivel inferior mencionadas anteriormente, y que muestran un dominio de la escritura muy poco común dentro del grupo de mujeres sevillanas de la época. Habiendo, finalmente, tenido en cuenta el mayor o menor dominio de la técnica de escritura por parte de las firmantes y realizando la clasificación a respecto, concluimos con la deducción de que no tiene por qué existir relación directa entre los niveles gráficos con los niveles socioeconómicos a los que pertenecen las mujeres constituyentes de nuestro estudio. Un ejemplo de esto puede ser que varias mujeres cuyos maridos ostentan oficios de gran categoría (Como un doctor, un criado del arzobispo, o un jurado de la ciudad)114 110

Ibídem, IMAGEN 10.

111

Ibídem, IMAGEN 5.

112

Ibídem, IMAGEN 7.

113

Ibídem, IMAGEN 14.

114

Véase el Apéndice, en la tabla clasificatoria.

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demuestran que no conocen la escritura, mientras que algunas de las que sí la conocen y hemos visto en este apartado, no tienen por qué ser de la capa noble de la sociedad necesariamente.

5.4 Extracción social Mi intento de hacer una consulta correcta a este tipo de fuentes con el objetivo de que me resultara lo más provechosa posible, recomendaba reunir toda información que me fuera posible conseguir, junto con todos los detalles que pudieran ayudar a tal investigación. Por tanto, la información se completó con todos los datos que pudieran resultar identificativos para la persona, el tipo de documento y su grado de actuación en el mismo, y aquellos datos que ayudasen a clarificar el status familiar, económico y social, de estas mujeres. Cabe aclarar que en algunos casos este apartado quedó en blanco por la falta de datos de este tipo para determinados individuos. Pero cuando el documento lo ha permitido, he señalado las circunstancias personales relativas a la vida y familia en la que estaba integrada cada una de las mujeres115, porque mediante esta información se pude cubrir toda aquella otra que este tipo de documentación deja en silencio acerca de su personalidad individual. Lo que no se puede pretender en un estudio tan reducido como el mío, es realizar a partir de estos datos recogidos un estudio completo de la realidad socioeconómica del grupo femenino sevillano del siglo XVI, pero lo que sí he intentado es plantear, a partir de la estructuración y el análisis de la información reunida gracias a la muestra de 95 documentos otorgados por féminas que se seleccionó, algunos aspectos de su situación para ponerlos en conjunto, y así resulten de ayuda para una mejor comprensión de las condiciones y motivos que las llevaron a obtener un mayor o menor grado de alfabetización. Lo primero que haremos constatar con una gráfica, para que nos sea de más facilidad comprender el análisis, será el estado civil de las otorgantes y el porcentaje en el que aparece cada uno de ellos116. 115

Dentro de los Cuadros 1, 2 y 3 del Apéndice de imágenes, consúltense los siguientes apartados: Estado ci-

vil, residencia, y datos del marido o padre. 116

Gráfico de elaboración propia según los datos de AHPS.

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Se han querido representar 4 grupos diferentes, incluyendo las huérfanas, aunque no es un “estado” por así decirlo, nos pareció oportuno aclararlo, debido también a la falta de más datos clarificativos en los casos en los que, por ejemplo, otorgaba una mujer indicando que sus padres eran difuntos, y no se especificaba nada más en el documento. También cabe mencionar la falta de datos en gran mayoría de los documentos, ya que, como se puede ver, un 14% de estas mujeres no especifican si eran casadas o viudas. Lo más evidente del cuadro es que un enorme porcentaje corresponde a mujeres viudas, cosa que consideramos muy importante, ya que, como antes se ha explicado, casi todas realizaron poderes a favor de sus hijos varones, o de algún procurador, para que realizase por ellas los contratos relativos a la administración de sus bienes económicos. Pero además de las que otorgan poderes, hay muchas otras que, pertenecientes a las élites de poder ciudadanas, o relacionadas con miembros cercanos al gobierno municipal (Como por ejemplo Aldonza De la Cavallería, viuda de Cristóba Pinelo, Jurado Fiel Ejecutor de la ciudad de Sevilla)117, sí que realizan gestión propia de sus posesiones y propiedades, como compraventas o arriendos, y casualmente de éste tipo de mujeres es de las que más suscripciones tenemos.

117

Véase en el Apéndice, IMAGEN 10.

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En segundo lugar están las casadas, que corresponden a un 20% del total, y por consiguiente actúan en menor medida que las viudas, pero eso no quita que no sea un porcentaje remarcable, debido a que las mujeres casadas de la época no actuaban por su cuenta, sino de forma mancomunal con su esposo, o en algunos casos reducidos, actuaban obligadas porque por algún motivo resutara beneficioso para el marido. Encontramos muchos documentos relacionados con el arrendamiento de alguna propiedad, o por ejemplo obligaciones de pagos de deudas, pero también por igual vemos otorgamientos de poderes, así como testamentos, ya que para ese caso la mujer sí que podía actuar sola. Haremos mención especial, ya que la merece, a la única religiosa que nos apreció en este grupo de otorgantes, y es el caso de Ana de Santo Domingo. Por desgracia no pudimos aportar su firma a este trabajo, pero sabemos que conocía la escritura, y que posiblemente estuviera relacionada con la familia del escribano Francisco de Castellanos, este dato junto a que sabemos que habitaba en un convento indicaría cierto nivel cultural para ella, mayor que el de otras mujeres no religiosas. Un detalle que nos pareció extraño fue que ella fuese la única monja presente en un grupo de documentos tan grande.

A continuación, también se quiso constatar la residencia de cada una de las otorgantes, para que esta informacion contribuyera a ubicarlas dentro de un grupo social más fácilmente. Por tanto se recogieron todos los lugares mecionados en los documentos, ya fueran éstos municipio, villa o collación (en el caso de que fuesen de Sevilla) siempre que fuera mencionado en el documento. En este caso el gráfico que podemos porporcionar118, quizá resulte menos claro que los anteriores, pero para que resultase completo y pudiera proporcionarnos una visión de conjunto y más generalizada, los barrios y municipios fueron ordenados de mayor a menor según el porcentaje de aparición dentro del grupo de documentos. La primera cuestión que se debe mencionar es la gran cantidad de lugares que aparecen, y esto se debe a que hemos querido recoger cada detalle correspondiente a cada uno de los documentos que hemos consultado, para, ya que nuestra recogida de datos ha sido bastante limitada, en cualquier caso se extrajese el 100% de la información que nos interesaba; por 118

Cuadro de elaboración propia según los datos del AHPS.

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tanto, en este apartado nos aparecerá la cantidad de 26 lugares de residencia diferentes, divididos en barrios sevillanos, villas del término municipal de Sevilla, y otras ciudades o villas más alejadas, y, aparte de todo esto, una gran cantidad de otorgantes de las cuales no se ha podido identificar el lugar de residencia. Debemos destacar como, claramente, la mayoría de las mujeres que acuden al oficio notarial residen en las más variadas collaciones de Sevilla, cosa que resulta lógica, pero también podemos ver como hay algunas otorgantes que proceden de pueblos cercanos a la ciudad como Coria, Carmona o Alcalá de Guadaíra, e incluso aparecen algunas de sitios algo más lejanos como la población de Usagre ( hoy en Extremadura), o Málaga. Curiosamente ésta última por su procedencia de ciudad portuaria podría parecernos que se desplazan a la capital para realizar contratos relacionados con el comercio marítimo, o porque son esposas de algún patrón de nao, pero no es este el caso, ya que todas realizan o bien poderes, o bien su testamento. Por otro lado, es evidente que la gran mayoría de ellas residen en barrios del centro religioso, económico y político de la ciudad, como Santa María, seguida por el Salvador, La Carretería o La Magdalena, lugares donde residía la gran mayoría de la población, por tanto se encontraba gente de todas clases procedencias, pero eran lugares generalmente con concentración de artesanos y mercaderes, como los toneleros de la Carretería, de los cuales aparece alguna esposa. Después en el orden hay agunas mujeres que residen en barrios como San Vicente, sitio que a lo largo del sitio experimentó un notable crecimiento, y donde la nobleza sevillana prefería residir, pero también habitaban bastantes artesanos y marineros. Es extraño el caso de Triana, pues era uno de los barrios que concentraba mayor parte de la población, si bien constituía en sí mismo un arrabal, pero tan sólo aparecen 2 personas residentes aquí, pero por otro lado este hecho resultaría lógico teniendo en cuenta que sólo se ha consultado una parte de la documentación de un solo oficio situado en el centro de la ciudad, por tanto, es de esperar que los resultados hayan mostrado mayor actividad en estas zonas.

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En último lugar, los que presentan menor actividad en el oficio notarial serían los barrios algo más alejados del centro neurálgico de la ciudad, que como se puede apreciar, aparecen en minoría dentro de nuestro gráfico, dichos barrios, por ejemplo, serían Omnium Sanctorum, Santiago, San Román o San Martín, varios de ellos estaban situados en zonas más pobres y con gran cantidad de poblacion flotante. Como anteriormente ya se ha mencionado en este trabajo, no se ha detectado una conexión entre el nivel socioeconómico de la otorgante y su mayor o menor conocimiento de la lectura y la escritura, o incluso su nivel gráfico a la hora de suscribir. De hecho también hemos observado bastantes testimonios de mujeres que, a pesar de poder pertenecer a un estamento elevado de la sociedad, o cuyos esposos tuvieran mejores trabajos, informan al notario acerca de su desconocimiento de cualquier forma de escritura119.

119

A. MORENO TRUJILLO, J. DE LA OBRA SIERRA, y M. OSORIO PÉREZ. “Firmas de mujeres y alfa-

betismo en Granada”, p. 109.

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6. CONCLUSIONES. Para finalizar con el desarrollo del trabajo afirmaremos algo que ha quedado de manifiesto de forma bastante clara, ya que es algo que hemos venido afirmando a lo largo de todas estas páginas: que la mujer casi siempre ha quedado invisible para la historia de su época. Se ha visto que la educación es algo que se extiende cada vez más desde la Edad Media, y a lo largo de todo el Renacimiento, y con ello la sociedad es verdad que ganó, pero si nos centramos en las mujeres, habría que decir que éstas salieron perdiendo durante esos años, porque poco a poco se irá viendo cómo pierden las pocas libertades que habían ido consiguiendo durante la Baja Edad Media, y ésta será, en definitiva, una avanzadilla para volver a retroceder. Después, la consecuencia más obvia vendrá con un siglo XVII demasiado oscuro e infausto para todas ellas. En cuanto a la alfabetización, hay que decir que desgraciadamente, hemos podido ver que todavía en el siglo XVI no todo el mundo consideraba la escritura como algo tan valioso y a la vez común al conjunto de la sociedad; en ese sentido, a medida que ha pasado el tiempo, la sociedad ha tenido la suerte de darse cuenta que todos pueden y deben aprender a leer y a escribir para que el mundo avance. Considero que la realización de un estudio sobre este tema ha resultado sumamente interesante, ya que, como mujer, he podido acercarme un poco más a otras mujeres desconocidas y lejanas a mí, y gracias a ello he sido capaz de sacar a la luz un atisbo de lo que fue su historia, que, como ya hemos dicho, permaneció bastante escondida a lo largo del siglo XVI. El hecho de estudiar mediante los documentos notariales pudiera parecer al principio complicado, y es posible que a medida que se plasmaban aquí los resultados, se hayan dejado bastantes cosas en el tintero, pero habrá sido siempre con vistas a continuar investigando dentro del tema; por otro lado, ha resultado ser la fuente que más me ha ayudado a ver la realidad y aproximarme tanto al siglo XVI que podía tocarlo con mis manos, por tanto, idónea. El trabajo de selección y transcripción de documentos quizá fue lo más complicado y trabajoso de realizar, ya que, como se ha visto, el espectro de búsqueda tuvo que ser bastante ampliado para dar con datos que resultasen útiles y suficientes, para que fuese po46

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sible realizar las comparaciones. Resultó sorprendente la cantidad de documentación contenida en esos archivos notariales, así como la escasa proporción de alfabetizados para tal cantidad de documentos (hablando en este caso tanto de varones como de mujeres), y eso que mucha información por desgracia se ha perdido. A pesar de tal cuantía de datos, se pudo ver también lo escasas que fueron las visitas de las mujeres, incluso de las más poderosas, a los lugares de ejecución de contratos jurídicos y económicos. Además de esto, hemos podido ver en la parte práctica que los datos revelaron una mínima participación femenina dentro del mundo notarial y documental en general, tan sólo un 6 por ciento en un total de casi dos mil documentos. Dentro de esa escasa participación, también hemos visto una reducidísima alfabetización, que, expresada de nuevo en porcentajes, no llegaba ni al 20 por ciento del total, con lo cual aquí dedujimos lo evidente, que las mujeres, en general vivían bastante alejadas de la escritura. Para completar nuestro estudio sobre mujeres alfabetizadas, también hemos querido comprobar mediante el análisis gráfico de sus suscripciones y a la vez un breve estudio sobre su residencia, el tipo de contrato que estaban realizando y la ocupación de sus maridos que, de ese reducido grupo de firmantes, la mayoría pertenecerían a la capa alta de la sociedad, dejando en basta minoría a la clase media, contemplando dentro de ésta a las esposas de artesanos y mercaderes, ya que se ha corroborado que algunas de éstas sabrían escribir, pero muy excepcionalmente. En cuanto a los objetivos de este trabajo, al comienzo del mismo fui realizando una pequeña lista de cuestiones que pretendía relacionar entre sí mediante el nexo común que serían las propias mujeres, para que al final de éste quedase un resumen que hablara, en la medida de lo posible, de la relación femenina con una actividad habitualmente reservada a los hombres, como era la escritura. Hay que decir, por tanto, que no he querido extenderme demasiado al explicar cada cuestión, para así ofrecer una visión más generalizada del modelo de historia que está presente en el tipo de fuente seleccionado, que ha sido la documentación notarial. Quedará patente, por lo tanto, el desenlace que ya habíamos supuesto al principio; como es que la alfabetización femenina durante el siglo XVI existió, claro está, pero de una forma tan restringida e insuficiente que provocó la ignorancia y sumisión por parte de las mismas mujeres ante la que podría haber sido una forma de libertad. Es un he47

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cho que ha quedado claro, porque a lo largo del trabajo se van corroborando las hipótesis que a su comienzo se planteaban, y la teoría comparada con la realidad presente en el archivo histórico deja como evidencia algo que las mujeres ya sabemos, y estoy segura de que muchas de las mujeres que vivieron y sufrieron el siglo XVI también sabían. A lo largo del siglo se truncó el desarrollo y las capacidades de las mujeres de tal manera que ellas mismas asumieron por completo un papel asignado, y que muchas, lógicamente, no tuvieron oportunidad de elegir, por consiguiente, y sabiendo todo esto, me hago una pregunta, ¿pudo ser el siglo XVI la oportunidad que perdieron las mujeres para adelantar su “despertar” y liberarse antes de su yugo dentro de la historia?, si esto hubiera ocurrido, posiblemente el cambio hubiera llegado hasta nuestro siglo, y hoy en día quizás viviríamos en una sociedad algo distinta. Como colofón a estas páginas, y a modo de conclusión personal, podré decir que con la relectura de este trabajo he podido reflexionar y deducir que muchos problemas actuales acerca de la igualdad de género, tanto en terreno jurídico, como en terreno doméstico son consecuencia de unos antecedentes y un devenir histórico marcado por estas características. Es en este siglo cuando la mujer va a permanecer más invisible y sumisa a la voluntad de los que mandan sobre las que deberían ser sus propias decisiones, que siempre son los hombres. Aparentemente, la época del Renacimiento, para las mujeres no supuso una renovación como tal, sino que el propio “renacimiento” de éstas no se produjo hasta mucho después, cuando se alcanzó el fin de dicha época y se respiraron tiempos nuevos; de todos modos, y para finalizar, pienso que el gran paso hacia la igualdad de género es algo de lo que la sociedad europea de nuestros días todavía no puede estar orgullosa de decir que ha conseguido al cien por cien.

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