Movimientos, multisectorialidad, ofensiva y estrategia política

July 16, 2017 | Autor: Lusbert García | Categoría: Movimientos sociales, Estrategia, Anarquismo
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Descripción

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Se permite la reproducción parcial y total, la copia y distribución de esta obra

Lusbert García Para Regeneración Libertaria

Nota preliminar: Este artículo es la fusión de tres artículos publicados en Regeneración: 1.- Movimientos y multisectorialidad. 2.- Multisectorialidad y ofensiva. 3.- Ofensiva y estrategia política.

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Al hacer un breve análisis de los movimientos sociales actuales, podemos observar que no trabajan de manera conjunta, es decir, de manera síncrona entre los movimientos que actúan en diferentes ámbitos de lucha. Antes que nada, decir que este artículo es un complemento de la traducción del artículo Un debate sobre la política de alianzas, donde trazaré unas pinceladas acerca de los numerosos ámbitos o sectores de lucha y pensar en cómo construir un movimiento multisectorial, es decir, un movimiento amplio formado por una red de movimientos sociales que trabajan coordinados en diferentes sectores y a la vez se articulen con base al denominador común de la autonomía, el feminismo y el anticapitalismo. Sabemos que la raíz de todos los problemas reside en el sistema capitalista y los Estados modernos que lo sustentan, y que con base en este sistema económico, político y social se sustenta un modelo productivo basado en la propiedad privada sobre los medios de producción y el beneficio privado como principio fundamental. Todo ello constituye lo que conocemos como lo estructural, y sus manifestaciones en todos los ámbitos de nuestras vidas, se conoce como lo coyuntural, lo que podríamos destacar principalmente: territorio, trabajo, servicios públicos, alojamieto y represión. Cuando analizamos el espacio político-social, debemos reconocer los problemas coyunturales que se manifiestan a consecuencia de la estructura material: —Dentro de la cuestión territorial se englobarían los ámbitos en los cuales los intereses de la clase dominante sobre el territorio entran en conflicto con los de la clase trabajadora. Es el espacio físico en el cual tendrán todas las luchas, así que podemos destacar los siguientes ámbitos: de barrio, vecinal o de distrito si hablamos de ciudades, rural y las luchas por la tierra si hablamos de zonas no urbanizadas o no industrializadas, e incluso podríamos incluir las luchas de liberación nacional por la autodeterminación de los pueblos frente al imperialismo. El ecologismo y la soberanía alimentaria entraría también dentro de esta categoría. —El trabajo aquí constituiría uno de los ejes principales del conflicto de clases. Es el campo de batalla donde se encuentran más directamente el capital y el trabajo. En este ámbito podemos mencionar el movimiento obrero que se articula en torno al sindicalismo. Aunque hemos de diferenciar entre el sindicalismo que aboga por la paz social, ese modelo que lleva siempre a la conciliación de clases traicionando a la clase obrera; y entre el sindicalismo revolucionario o de clase que aboga por la agudización del conflicto de clases en los centros de trabajo. —La lucha por la vivienda es un movimiento que se remonta atrás algo más de un siglo durante el éxodo rural provocado por el desarrollo industrial y la creación de barrios obreros. Hoy, con la reestructuración capitalista en marcha, de nuevo en los países capitalistas avanzados y los que están en desarrollo, el acceso a la vivienda vuelve a ser un problema social que afecta a la clase trabajadora al verse con menos capacidad económica para afrontar hipotecas y alquileres, así como acceso a una vivienda digna. Ante este problema, en numerosos países han surgido movimientos contra los desahucios y con algo más de anterioridad, el movimiento okupa.

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—En cuanto a los servicios públicos estatales, ante esta fase de reestructuración capitalista, en dichos servicios públicos están los mercados metiendo cada vez más la mano en ellos a través de recortes presupuestarios, externalizaciones y privatizaciones. Aquí podremos mencionar: Educación, Sanidad, aguas y saneamiento, transporte público, pensiones, entre otros. Y los respectivos movimientos sociales que surgen como respuesta ante los recortes y privatizaciones, tales como el movimiento estudiantil, marea blanca y otras plataformas contra la privatización de las aguas, la subida contra las subidas de tasas en el transporte público, etc. —Por último y no menos importante, todos los movimientos contestatarios reciben la represión del Estado, por lo tanto, es importante que comencemos a ver la represión como un obstáculo y problema social que pretende frenar nuestras actividades sociales y políticas, a la vez que les sirve a la clase dominante para perpetuar su dominio. En este aspecto, debemos hablar de la cuestión antirrepresiva y afrontar la represión en colectivo y fuera de nuestros propios círculos militantes, como otro movimiento social más. Cabría decir que dentro de cada sector existirían subsectores. Por ejemplo, dentro del movimiento estudiantil, no será el mismo aquellos que se mueven en la Universidad que los de formación profesional y los de enseñanzas medias. En el mundo laboral, el movimiento obrero quedaría dividido entre las diversas ramas productivas tales como la construcción, el transporte, los servicios, etc. En otras palabras, las reivindicaciones de fondo del movimiento estudiantil serían las mismas sean del subsector que sean aunque difieran en cuestiones particulares y específicas. Esto se ve también dentro del movimiento obrero, en donde las reivindicaciones de fondo pueden ser el aumento del salario mínimo, reducción de jornadas, etc, y las reivindicaciones particulares serían mejoras en el convenio de sector, por ejemplo. No obstante, no debemos tomar todos estos sectores en lucha como elementos aislados, sino como un conjunto de frentes de batalla coyunturales que tienen origen en el sistema capitalista, y por tanto, conectados entre sí. Y aquí entra la cuestión principal: ¿cómo conectar estos sectores en lucha bajo un común denominador político-social que tenga como bases el anticapitalismo, el feminismo, el antirracismo y el internacionalismo? Buscar la conexión entre diversos sectores no es muy difícil. Veamos algunos ejemplos: —Los barrios y la lucha por la vivienda así como el movimiento okupa. —La soberanía alimentaria, el ecologismo y la lucha del campesinado por sus tierras. —El movimiento estudiantil y el movimiento obrero. Este ya es un clásico. —El movimiento contra la subida de las tasas del transporte público con las trabajadoras del sector. —Los frentes antirrepresivos con los barrios.

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En los ejemplos anteriores, podemos ver que tienen puntos en común entre sí, lo que puede llevarles a confluir y superar la sectorialidad, es decir, el trabajar aisladamente en un ámbito específico sin coordinación con el resto. Podemos ir incluso un poco más allá y conectar los movimientos barriales, la okupación, el antidesahucios con el municipio, con los movimientos obrero y estudiantil, constituyendo una red de movimientos que podrían unir lazos con el movimiento campesino e indígena (esto se daría en los países latinoamericanos principalmente, cosa que en Europa o EEUU sería muy difícil). Y puesto que todos esos movimientos sociales sufrirán la represión junto con los colectivos y organizaciones político-sociales, es importante que la lucha antirrepresiva sea articulada desde los barrios, las asociaciones vecinales, etc. Hace un siglo, en pleno desarrollo industrial, el movimiento obrero ocupaba el pilar central del conflicto social y de clases. Hoy en día ya no podemos seguir con esa premisa y ningún frente está cobrando mayor importancia que el resto, lo cual, nos lleva a desechar la jerarquía de las luchas para poner sobre la mesa la idea-fuerza de los movimientos en red. Llegados a este punto, es cuando debemos plantearnos la multisectorialidad, es decir, articular unos discursos comunes que permitan la alianza de los diversos sectores en lucha, respetando su autonomía pero manteniendo unas bases comunes sobre las cuales construir movimientos amplios, escalar los conflictos y pasar de la resistencia, es decir, las posiciones defensivas, a la ofensiva. Las limitaciones que tiene la sectorialidad, nos lleva a pensar en trascender las luchas de ámbito específico para articular movimientos más amplios para poder articular una ofensiva. La cuestión de la multisectorialidad precisamente lo desarrollé a raíz de las limitaciones que cada sector en lucha tenía, y por tanto, aisladamente no podrían ir más allá de la defensa de los problemas sociales que afectan específicamente a ese sector. Antes que hablar de la ofensiva, trataremos las limitaciones que tiene cada sector principalmente. —El ámbito laboral. En mi artículo anterior señalé que actualmente el movimiento obrero no es ya el eje central de las luchas, sino una más entre las tantas que hay pese a ser éste donde se encuentran más directamente enfrentadas el conflicto capital trabajo. La principal limitación en el movimiento obrero es el ámbito economicista. El sindicalismo en sí no puede convertirse en un movimiento revolucionario, sino que está limitado en el terreno del modelo productivo dentro del sistema capitalista. Sin embargo, el sindicalismo puede servir para la organización de la clase trabajadora y aspirar a tomar los medios de producción y autogestionarlos. No obstante, si los proyectos autogestionarios no salen de la economía de mercado, no supondrá una transformación de raíz. —Movimiento estudiantil. El ámbito educativo en donde actúan, los y las estudiantes encontrarán una gran limitación en cuanto a reivindicar un modelo alternativo al actual orientado cada vez más a los mercados. Así pues, los modelos educativos inspirados en la enseñanza libre dentro de una sociedad capitalista es muy limitado precisamente por las regulaciones de los Estados y la financiación que requieren. Es impensable un modelo educativo de esta índole en la sociedad de clases. —Los servicios públicos. En este ámbito tan polémico entre anarquistas, la limitación está ———————————————————————————————————————— 5 Movimientos, multisectorialidad, ofensiva y estrategia política

precisamente en la financiación, que como mucho en esta sociedad capitalista, si no queremos que se privaticen la Sanidad, Educación, suministros y demás, dicha financiación solo podría venir de los presupuestos generales del Estado, sin permitir la injerencia de empresas privadas. Aunque en su gestión puedan darse más peso en la comunidad que en la administración del Estado. —La lucha antirrepresiva. Este es el ámbito donde más desgaste económico, físico y psicológico suponen por los pocos resultados que se consigue a pesar de los grandes esfuerzos invertidos. Es lo que tiene cuando supone un enfrentamiento contra una fuerza mayor, que es el brazo armado del Estado. Su principal limitación es la necesidad de redes de apoyo muy amplios para superar el aislamiento y la sobrecarga de la militancia así como los altos riesgos que corren. —Los movimientos rurales y campesinos. Hablar de tales movimientos en los países capitalistas avanzados no tendría mucho sentido más allá de pequeñas cooperativas de agricultura ecológica, cuya limitación reside en el poco peso que tiene el campo además de una ausencia total de movimientos campesinos. Pero no así suceden con los países latinoamericanos en los cuales existen movimientos campesinos e indígenas fuertes. Si bien el campesinado entraría dentro de la clase obrera, su ámbito de actuación no es el mismo que el del proletariado urbano, además de que los conflictos inmediatos en los campos no son los mismos que en las ciudades. Además, aunque los movimientos campesinos e indígenas consigan tierras y constituyan territorios autónomos, se encuentran en la periferia de los núcleos capitalistas que son las ciudades. —Las luchas por la vivienda y los barrios. Aunque uno de los puntos fuertes de estas luchas sean la construcción del tejido social local, su principal limitación es el territorial al darse en el ámbito local. No obstante, tiene una gran potencialidad si se conectan con otros sectores en lucha. Las limitaciones que vemos en cada sector en lucha hace que únicamente adopten una postura defensiva, tratando solamente de resistir las embestidas del neoliberalismo. Si miramos hacia el enemigo, podemos ver cómo desde los años ’70 el neoliberalismo desde que surgió como salida hacia delante de la crisis de entonces, está continuamente yendo a la ofensiva: atacando primero al bloque soviético y buscando alianzas con Estados europeos, atacando continuamente los derechos laborales y sociales, apoyando y promoviendo golpes de Estado en Latinoamérica y América Central, etc, hasta hoy en día con la implantación del euro y la UE, haciendo retroceder en materia de derechos laborales en cada reforma laboral, metiendo mano a los servicios públicos estatales como Educación, Sanidad, pensiones, aguas, etc, y ahora con el TTIP que permitirá menos regulación en protección medioambiental, más retrocesos en derechos laborales, más poder para las multinacionales y fondos de inversión con tribunales privados supranacionales que pueden juzgar a gobiernos que perjudiquen sus tasas de beneficios, entre otras cosas.

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Es por ello que nos preguntaremos, ¿cómo puede ser que continuamente el neoliberalismo esté a la ofensiva mientras que los movimientos sociales estamos siempre a la defensiva? Y esto es un problema que viene dado, principalmente, de la falta de políticas de alianza entre sectores construídos bajo un denominador discursivo común, es decir, una hoja de ruta con propuestas y reivindicaciones que permitan avanzar, no solo resistir. Y este avance solo puede venir por la articulación de un movimiento popular multisectorial, pues solo así podemos superar las limitaciones que vienen en cada sector en lucha. Decir que esto solo son pequeñas pinceladas con la pretensión de que sirvan como aporte de cara a construir futuras hojas de ruta y que posiblemente me deje muchas cosas en el tintero. Pondré a continuación unos breves ejemplos: —Comenzaremos pues con el movimiento estudiantil, que tiene muchas conexiones con el mundo laboral puesto que la mayoría de estudiantes entrarán, después de su formación, al mercado laboral. Cada vez la línea se hace más difusa entre el mercado laboral y la formación, que se ve en las prácticas de empresa tanto de FP como de Universidad. Además, con este nuevo panorama laboral en el cual se introdujo la formación continua y los conceptos de recualificación, en realidad suponen la necesidad de “reciclarse” de las trabajadoras para seguir las demandas de competencias en el mercado laboral. Es por ello que necesariamente el movimiento estudiantil tenga que tener conexiones con el sindicalismo (de clase). —Ahora, ante la precariedad laboral, el paro y la disminución del poder adquisitivo de la clase trabajadora, el acceso a una vivienda digna también se ve dificultada, así como el problema de los desahucios, por lo que necesariamente tendrán que conectarse con las luchas por la vivienda y también contribuir a construir un tejido social que rompa el aislamiento y poner en práctica así el apoyo mutuo y la solidaridad en los barrios. También, debido a la gentrificación que sufren los barrios por la especulación inmobiliaria y la conversión de los barrios en espacios de ocio consumista, se plantea la necesidad de abrir espacios políticos y sociales que contrarresten la cultura consumista e hiperindividualista de las sociedades capitalistas y constituyan focos de resistencia. —Y puesto que todo movimiento contestatario recibirá la represión del Estado, es imprescindible que la cuestión antirrepresiva tenga inserción en todos los sectores y sea visibilizado como un problema que afecta a todas y que todas pueden sufrirlo. Una estrategia de ofensiva pasa primero por reconocer que cada ámbito de lucha y sus problemas no son problemas separados y específicos, sino que tienen origen en una estructura material común, que es el capitalismo en su fase neoliberal y los Estados modernos que lo sustentan. Dicha estrategia ofensiva no consiste en el ataque a los símbolos del capitalismo y al Estado ni en las posiciones vanguardistas de una minoría militante, sino que debe surgir por la articulación política de todo el movimiento popular, que no solo sea capaz de arrancar victorias en cada sector, sino que tenga capacidad para materializar alternativas que trasciendan el propio sector. Así por ejemplo, para poder poner en marcha proyectos educativos alternativos, son necesarios no solo tomar los centros para la gestión comunitaria, sino también tener inserción en los

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barrios y en el mundo laboral fomentando los valores de lo común para que no queden en proyectos marginales. A partir de este punto, la articulación política de los movimientos debería enfocarse en programas que respondan a las necesidades del momento y ponerlas en marcha en cada contexto, teniendo como bases el anticapitalismo, el apoyo mutuo y la solidaridad, la autonomía y la horizontalidad, así como los feminismos, el internacionalismo y el antirracismo. Somos conscientes de que todavía estamos muy lejos de poder plantar una estrategia ofensiva contra el sistema capitalista, y esto es precisamente a que, como anarquistas en particular, no estamos construyendo las bases sociales que serían la fuerza social que nos permita articularnos como fuerza política. Por eso, debemos plantearnos la inserción social como primer paso para la ambiciosa tarea de transformación social revolucionaria. Debemos ser capaces de dar respuestas a los problemas inmediatos y potenciar los movimientos sociales como estrategia a corto plazo para arrancar pequeñas victorias y acumular fuerzas a partir de ello para poder aspirar a objetivos mayores. La ofensiva implica el combate político-social directo contra el sistema capitalista y la agudización de la lucha de clases impulsada por un movimiento popular amplio y articulado políticamente. Para que cualquier movimiento popular pueda pasar a la ofensiva, es imprescindible también que tengan hojas de ruta y estrategia política. ¿Y qué es la estrategia política? La estrategia, en general, es un conjunto de tácticas orientadas a lograr un objetivo en un entorno complejo donde entran en escena multitud de factores. Y específicamente, la estrategia política tiene que partir del análisis de coyuntura, herramienta por el cual se extrae información detallada del entorno que nos rodea para poder intervenir en el escenario político y social con el fin de lograr una serie de cambios, permitiéndonos avanzar hacia la consecución de nuestras metas finales. Desde ese necesario análisis de coyuntura, podemos ver que nuestras metas finales son actualmente inalcanzables, siquiera en el medio y largo plazo, lo que lleva a plantearnos metas intermedias y más alcanzables, que nos permitan avanzar posiciones. Aquí es donde entra en escena la cuestión de la estrategia política. La ausencia de estrategia polícia hace que los movimientos tiren por inercia, es decir, se muevan a la defensiva ante la necesidad de parar los ataques de la clase dominante sin saber contraatacar. En otras palabras, son forzados por la coyuntura y no impulsados desde una perspectiva de confrontación. La expresión “algo hay que hacer” ilustra perfectamente este problema, que se manifiesta en la realidad a través de las metodologías de acción-reacción, es decir, de responder solo cuando hay un ataque significativo, de propuestas vagas y muy generalistas o conservadoras de querer volver a una fase anterior o mantener el estado actual de las cosas. Las consecuencias principales de la falta de estrategias políticas son que los movimientos se encuentren desorientados y yendo a la deriva (esto en los peores casos), estando siempre influenciado por la coyuntura, encontrándose con callejones sin salida y llevando encima la volatilidad y vueltas a empezar de cero. Dentro del propio movimiento libertario, la dinámica es similar, aunque ya se está intentando superar con las nuevas iniciativas que surgieron recientemente. La falta de estrategia política nos ha condenado a la marginalidad y al aislamiento.

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La necesidad de superar el “algo hay que hacer” pasa por tener una visión estratégica, esto es, superar los aires derroteros que suponen las movilizaciones por inercia y poner sobre la mesa estrategias de actuación e intervención en el escenario político y social. Por ello, hemos de preguntarnos algo que en su día lo hizo Lenin: “¿qué hacer?”, que adaptándolo a nuestra coyuntura serían: ¿qué hacer con cada problema de ámbito sectorial (vivienda, servicios públicos, trabajo, educación, territorio…)? ¿Qué hacer ante la inoperancia y descrédito de otras fuerzas políticas rivales —que no enemigas porque las enemigas son las fuerzas políticas de la dominante que se haya en confrontación directa contra nosotras—? ¿Qué hacer ante los recortes en derechos sociales en general y la continua ofensiva neoliberal? ¿Qué hacer ante el oportunismo y el auge del fascismo?… cuyas respuestas serían las que sirvan de base para realizar hojas de ruta y programas enfocados en la intervención social. Desde esta visión estratégica, veremos las diversas opciones políticas como fuerzas, cuya fuerza real residirá en la legitimación que se les dé desde las bases. También hay que tener en cuenta que las fuerzas políticas tenderán a ocupar todo el espacio que puedan, o sea, que si una fuerza política abandona el espacio, será otra que lo ocupe. Así pues, si no se plantean alternativas fuera de las instituciones que apuesten por la autonomía, la confluencia y coordinación, y la radicalización de los movimientos sociales bajo discursos comunes que apunten a la superación del capitalismo y otras formas de dominación; no tardarán dichos movimientos en ser cooptados por partidos políticos que adecúen su discurso para llevar los movimientos sociales a las urnas, con su consiguiente desmovilización y asimilación por el sistema. Y esto es lo que está pasando actualmente. Por ello, el planteamiento de la ofensiva no solo pasa por construir un movimiento multisectorial, sino también por adoptar estrategias políticas que permitan el avance de todo el movimiento popular. La ofensiva es inseparable de la estrategia política, de hecho, es desde la estrategia política lo que nos lleva a plantearnos estas premisas de ofensiva y multisectorialidad. E incluso añadiría que la visión estratégica debe partir desde el primer momento en que aspiramos a una transformación radical de la sociedad, que debe apuntar a construir, fortalecer y fomentar la autonomía de los movimientos sociales, que una vez realizado esta tarea aspire a la articulación de la multisectorialidad y por consiguente, construir una fuerza política con fuerza real capaz de conseguir cambios no solo en esta coyuntura, sino que aspire a transformar lo estructural (relaciones de producción capitalistas, neocolonialismo, heteropatriarcado, supremacismo blanco, etc…). En general, que esté enfocada en aumentar nuestra fuerza como clases sociales oprimidas. Antes de terminar, para ilustrar mejor el concepto de estrategia política, podríamos tomar un supuesto práctico en el que, por un lado, los sindicatos mayoritarios pasen por un descrédito generalizado y vayan en decadencia por la pérdida de afiliaciones, de desencanto y desconfianza de la clase trabajadora, y su pérdida de capacidad de convocatoria; y por otro, el porcentaje de trabajadoras sindicadas sea relativamente bajo (alrededor del 10% vamos a suponer). Ante esta coyuntura en que una fuerza rival se esté debilitando, debemos aprovechar ese descrédito para llenar los huecos que han dejado. En este supuesto, sería acertado que los sindicatos de clase y alternativos se muestren como herramientas funcionales para la defensa de los intereses de la ———————————————————————————————————————— 9 Movimientos, multisectorialidad, ofensiva y estrategia política

clase trabajadora, que fomente la participación de la afiliación y de simpatizantes, que sepa responder ágilmente ante la precariedad laboral, la temporalidad y la subcontratación en todos los sectores productivos, tanto desde la pequeña empresa como hasta la gran empresa y, sobre todo, que arranque victorias, aunque sean pequeñas, pero que las consigan, las mantentan y aspiren a otras mayores. También podríamos escalar este supuesto práctico y llegar hasta la confluencia del movimiento obrero y el sindicalismo combativo con las luchas estudiantiles y las luchas por la vivienda digna así como con el movimiento okupa. Y otro supuesto práctico, ya dentro de los ámbitos libertarios, sería el aparcar en todo lo posible a un lado el enfrentamiento ideológico con otras tendencias políticas dentro de la izquierda y optar por salir de la marginalidad y superarles en fuerza real antes que las otras tendencias, lo que nos lleva a trabajar en el terreno social a través de la inserción en los movimientos sociales, responder ante los problemas sociales inmediatos e impulsar las luchas, para conseguir la necesaria base social que impulse realmente los movimientos populares y que éstos tengan un carácter lo más libertario posible, capaz de plantar cara al sistema capitalista a través de la creación de alternativas de confrontación. En resumen, la estrategia política apunta a empujar mediante la creación de alternativas políticas que aspiren a superar el orden existente. La estrategia política además implica algo de astucia y mucha ambición, insertarnos en la realidad material, aprovechar las oportunidades que se nos presentan e intervenir o atacar, pero no atacar simbólicamente, sino de manera sistemática y planeada; tener constancia en nuestras actividades políticas y sociales, y no dejarlo todo a la improvisación; acumular las experiencias y no tener que empezar de cero; y no atacar a través de la fuerza bruta, sino con la fuerza emanada desde la autoorganización popular y su articulación política. En este sentido, la estrategia política es la que da contenido a la ofensiva.

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