MOVILIZACIÓN, DERECHOS Y GATOPARDISMO EN REGÍMENES PATRIMONIALISTAS: EL CASO DE SANTIAGO DEL ESTERO

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Descripción

SOCIETY FOR APPLIED ANTHROPOLOGY 2010 Reunión anual • Marso24-27

MOVILIZACIÓN, DERECHOS Y GATOPARDISMO EN REGÍMENES PATRIMONIALISTAS:

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DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA

HOMERO SALTALAMACCHIA

EL CASO DE SANTIAGO DEL ESTERO

Politics and Social Movements in Latin America

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SÍNTESIS

En Santiago del Estero la independencia del Poder Judicial no fue avasallada durante gobiernos civiles. Esto no impidió que los derechos ciudadanos fuesen violados; impunidad que fortaleció la reproducción de un sistema ante el que únicamente se opusieron pequeños grupos (entre las que se contaban las “Madres de dolor”) que inútil y solitariamente reclamaron, por años, una justicia que nunca llegó. Esa pasividad cambio relativamente a partir del 2003. El detonante fue el asesinato de dos muchachas de origen popular, que generó un inédito y prolongado movimiento de protesta en calles, medios de comunicación y tribunales y que incluyó la adhesión de la Iglesia y otras OSC. La ponencia se propone examinar los alcances de dicha movilización tanto desde la perspectiva de la cultura política, de las garantías legales y de la estructura de dominación vigente. Las preguntas son: ¿Pudieron las marchas lograr sus objetivos originarios? ¿Lograron impactar en la construcción de una ciudadanía y un régimen democráticos? ¿Quién pudo utilizarlas y por qué?

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SOCIETY FOR APPLIED ANTHROPOLOGY 2010 Reunión anual • Marso24-27 INTRODUCCIÓN

Las diferentes temporalidades, cambios y cristalizaciones que pueden observarse en distintas regiones de un país contribuyen incluso a que existen de hecho regímenes políticos y sustratos culturales que apenas son ocultados porque normalmente aprendemos la historia nacional y, dentro de ella, la escrita por aquellos que triunfaron en las unificaciones político territoriales y en las hegemonías culturales. La zona en que está situada la ciudad de Santiago del Estero (y con ella buena parte de la provincia) ya en período colonial comenzó una decadencia producto tanto del progresiva tala de sus bosques de madera dura y preciosa como por la baja inutilidad de sus productos artesanales ante el remozamiento de los transportes. Como consecuencia, sus elites originales, asentadas en una economía que se fue haciendo poco beneficiada por el clima y la infraestructura (lo que contribuyó contra su rentabilidad) fueron gradualmente coexistiendo, compitiendo y por fin asociándose a los miembros más afortunados o habilidosos de la corrientes migratorias (italianos y semitas centralmente). En ese contexto, la subsistencia económica de los santiagueños desde hace muchos años (con altibajos según el gobierno de turno) de los ingresos que el gobierno recibe en concepto de coparticipación federal. Santiago es una de las provincias argentinas con las tasas de actividad más bajas del país (López Belsué, M., 2005). Estructura que hace comprensible que alrededor del 80 % del ingreso provincial sea explicado por los ingresos que el Estado nacional provee en concepto de coparticipación federal1 (Allub, L., 2009). Dado ese sistema, el gobernador (y según sus recursos de poder, los demás integrantes del gobierno provincial), tienen un acceso directo al manejo de estos recursos financieros; los que, en el marco de este sistema, se convierten en capital de uso personal, pero también político, dado que es el adecuado ejercicio de la acción política lo que asegura la continuidad de ese goce. Se produce así una organización social, cultural, económica y política que mejor podría describirse como un abigarrado conjunto de cadenas y de redes de cadenas

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Desde la Constitución de 1853, como parte del Sistema Federal de Gobierno se configuró un sistema de distribución de recursos entre las unidades jurisdiccionales del Estado denominado Sistema de Coparticipación Federal de Impuestos. Como puede verse en la tabla en esta provincia constituye con mucho el principal ingreso (http://www.afip.gov.ar/).

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cuyos eslabones se van haciendo más escasos, poderosos e interconectados en la medida en que se llega al extremo superior de dicho haz (en el que durante mucho tiempo se destacaba un eslabón representado por la figura del gobernador y en el que ahora se destacan dos eslabones: el gobernador y el principal empresario de la provincia). Si bien dicha metáfora reticular no es frecuente en los análisis sociopolíticos, espero que ahora tenga la virtud de evocar un sistema relaciones en las que las identidades se conforman, desde siempre, dentro una intrincada red de intercambio de favores; en las que, si bien hay claras jerarquías, todos establecen dependencias mutuas que se ponen a prueba en el transcurso del tiempo. Metáfora cuya pretensión es establecer las diferencias que existen entre lo observado y el supuesto liberal según el cual los individuos, libres e iguales por naturaleza, establecen relaciones y producen elecciones racionales con el propósito de optimizar los propios beneficios en todos los ámbitos, incluyendo el mercado político y el económico. Supuestos provenientes de la vieja filosofía mecanicista que, si bien nunca fueron adecuadamente reemplazados (en función de crear una teoría social que contemple la complejidad de las relaciones humanas) no han dejado de ser criticados por muchos. Tal es, por ejemplo, el caso de Castoriadis quien dice: No hay ser humano extrasocial; no existe ni la realidad ni la ficción coherente de un "individuo" humano como sustancia asocial, extrasocial o presocial. No podemos concebir un individuo sin lenguaje, por ejemplo, y no existe lenguaje más que como creación e institución social. Esta creación y esta institución no pueden ser vistas, a menos de caer en el ridículo, como resultado de una cooperación consciente de "individuos", ni tampoco de una suma de redes "intersubjetivas": para que haya intersubjetividad es necesario que haya sujetos humanos y la posibilidad de que se comuniquen. En otras palabras, debe haber seres humanos ya socializados y un lenguaje que no podrían producir ellos mismos como individuos (uno o muchos: "redes intersubjetivas"), sino que reciben necesariamente de su socialización. La misma consideración puede aplicarse a mil aspectos diversos de eso que se llama individuo. La "filosofía política" contemporánea -como también el núcleo de lo que pasa por ser ciencia económica- está fundada sobre esta ficción incoherente de un individuo¬ sustancia, bien definido en sus determinaciones esenciales, fuera o frente a toda sociedad: sobre este absurdo se apoyan necesariamente la idea de la democracia como simple "procedimiento" y el pseudo "individualismo" contemporáneo. Supuesto que sustenta el acto electoral, tal como se lo ha concebido hace mucho tiempo, y que constituye el pilar fundamental del régimen democrático, aun para aquellos que han reiniciado el giro hacia las posiciones elitistas de principios de siglo. Ahora bien, sin la pretensión de formular teorización alguna sobre las democracias liberales en general, no puedo menos que declarar que dichos individuos no fueron detectables durante la investigación de la cual esta ponencia es parte. Como tampoco fue detectable el carácter que se atribuye a los actos

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electorales en la organización sociopolítica. Lo detectable fue la ya aludida organización reticular sostenida en los siguientes rasgos:  el monopolio gubernamental sobre la administración de los Planes sociales (que eran presentados como favores del gobernador) y de la oferta de trabajo (tanto en las reparticiones gubernamentales como en las “autárquicas” intervenidas);  el control de la selección de los proveedores de servicios al estado2 y de las empresas adjudicatarias de la obra pública;  el control de los medios de comunicación, afianzado por acuerdos de elite y por el gasto en propaganda y anuncios oficiales;  un sistema de cooptación, delaciones3, represión policial4 y persecuciones judiciales que inhibe cualquier crítica;  una legitimidad de origen sustentada: o en los político por actos electorales (en los que el partido de gobierno provincial y los de los gobiernos municipales casi siempre obtuvieron una alta proporción de votos favorables) y o en lo social, por la satisfacción de las demandas que eran recibidas y “transportadas” hacia los organismos correspondientes por una compleja red de dirigentes sociales convertidos en punteros y, luego, de dirigentes políticos (normalmente empleados en alguna de las agencias del estado) que, de un modo u otro, se relacionaban con las estructuras burocráticas y de gobierno.  una estructura partidaria confundida con las estatales, que permitía y alentaba compromisos e intercambio de favores personales entre los miembros de los tres poderes, logrando borrar todo esbozo de control horizontal entre los mismos. Esto permitió que se ejerciera el poder sin violentar las normas constitucionales o, en todo caso, sin que las denuncias de inconstitucionalidad contra sus acciones fuesen confirmadas por un poder judicial bien controlado. Pero, más

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El clientelismo no se limitaba a la articulación política de los sectores de más bajos ingresos sino que incluyó a la mayoría de aquellos que se dedicaron a las funciones públicas o al usufructo de concesiones gubernamentales. 3 Creación de redes organizativas, cuyo mejor ejemplo fue la Rama Femenina del PJ. 4 Que dieron origen a las Madres del Dolor y otras organizaciones.

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aún, explicó dos aspectos que serán de gran importancia para comprender los sucesos que relataré. Por una parte, el que los ingresos estatales sean utilizados como un capital inescindiblemente político y económico (tanto en el momento de su gasto, en tanto compra o intercambio de favores, como en el de su consumo, en tanto demostración de poder) dentro del marco antes señalado explica la íntima conexión y permanente comunicación entre los representantes de diferentes escalones de las administraciones públicas y los dirigentes de los diferentes escalones jerárquicos del partido o del movimiento a cargo del gobierno. Del mismo modo que explica el activismo casi constante (propaganda, reclutamiento, alianzas y compromisos) que distinguen a estas fuerzas políticas de los denominados “partidos electorales” (que se movilizan en épocas de elecciones) y que, por otra parte, muestra las razones por las cuales esta peculiar forma de relación política es la vía principal y casi excluyente de ascenso o descenso social. En ese contexto, los actos electorales cobran un doble significado que de un modo u otro se extiende hacia la legitimación de las restantes instituciones en que se organiza el gobierno, cuya estructura formal es republicano-democrática, tal como lo exige la constitución nacional. Por una parte, como en todos los regímenes que se proclaman republicanos y democráticos, las elecciones le proveen a los gobernantes, como adelantara, legitimidad de origen. Pero no sólo ello. En tanto para la absoluta mayoría no existen recursos de poder cuyas fuentes fuesen ajenas a las de participación en algún área de la administración o de las relaciones con algún/os miembros de ella, la actuación política es además un medio para ganar posiciones dentro de esa estructura y, a la vez, un patrón de medida que permite a los dirigentes premiar o castigar a los militantes ayudándolos a subir, dejándolos en las posiciones que tenían o contribuyendo a su descenso. Se establece así una elite patrimonialista cuyas familias obtienen sus ingresos directa o indirectamente de las operaciones gubernamentales y que, en el intercambio de favores que las unifica, cuidan celosamente la estabilidad de las redes en que están insertas o en las que pueden llegar a insertarse. En ese contexto, pocos son los trabajadores cuenta propia, pequeños comerciantes y/o profesionales que pueden salir de ese molde omnipresente. La protesta contra el doble crimen de la Dársena, eje de esta ponencia, fue el primer desafío al gobierno proveniente desde fuera del sistema político. Pera dado que dicho movimiento ha sido ya analizado en otros trabajos, en éste me propongo esta indagar sobre algunas de las singularidades del régimen y reflexionar sobre algunos límites y posibilidades con las que se enfrenta la movilización ciudadana en ciertos contextos subnacionales dominados por una elite patrimonialista, asentada en formas de legitimidad jurídico políticas de tipo republicano democrático y de legitimidad social carismático asistencialista. Propósito para el que dividiré el trabajo en dos secciones. En la primera sintetizaré la movilización y en la segunda reflexionaré sobre lo descrito, haciendo referencia a la relación entre movilización ciudadana y conquista de derechos en el marco de un sistema para cuya descripción política el análisis institucionalista es claramente insuficiente.

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SISTEMA POLÍTICO, REDES Y MOVILIZACIÓN

Aunque ello no impidió que los derechos humanos fuesen violados, en Santiago del Estero la independencia del Poder Judicial nunca fue avasallada durante gobiernos civiles. Mientras que, antes del movimiento que me ocupa, solamente hubo dos episodios que fueron denominados “protestas populares”: uno de ellos organizado por el Partido Radical y el segundo, según todos los indicios, por un sector del PJ en lucha contra otro sector. Razón por la cual poca es la experiencia organizativa que ellos permitieron ganar en los componentes de otro tipo de organizaciones. (http://www.youtube.com/watch?v=IeIFRarE4hY) Esto es lo que cambió a partir del 2003. El detonante fue el asesinato de dos muchachas de origen popular que dio origen a un movimiento denominado Marchas por la verdad y la Justicia. LA PROTESTA

En el mes de febrero del año 2003, los medios de comunicación informaron sobre el hallazgo (en una zona despoblada relativamente cercana al conglomerado urbano de La Banda y Santiago del Estero, en el mapa: punto rojo cadáveres; punto amarillo centro ciudad) de los restos mortales de dos jóvenes de escasos recursos económicos, cuya desaparición había sido denunciada días antes. Encontrados los cadáveres, el rumor (forma privilegiada en la que se esparcen las noticias en la provincia) portó varias descripciones sobre el origen de las muertes y de las circunstancias en que ellas ocurrieran; versiones que más tarde adquirieron fuertes visos de credibilidad dados los movimientos hechos por las autoridades para que los supuestos autores fuesen desculpabilizados. En esos rumores, las versiones coincidían en que Leyla Bshier había sido invitada a participar en una fiesta organizada por los hijos de familias ricas de la ciudad capital y que allí murió; aunque se las versiones divergían al indicar la causa de esa muerte (consumo de drogas o acción violenta de alguno de los participantes). En cuanto a la otra joven, Patricia, se decía que fue asesinada porque se enteró del hecho (por los comentarios de uno de quienes fueron involucrados en el mismo). Sin embargo, pese a los rumores, la relación entre pobreza de

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recursos de los familiares y la abundancia de recursos de los supuestos asesinos hizo que, como en otras ocasiones, el chismorroteo no presagiara ninguna acción punitiva. Sin embargo, ocurrió algo distinto. Inmediatamente de descubiertos los cuerpos, el padre de la primera de las asesinadas, Younes Bshier, comenzó una protesta pública en la esquina de la Catedral, a la que se sumó parte de su familia, y luego parte de la familia de Patricia Villalva, la otra mujer asesinada y militantes sociales. La reacción fue inusitada; y la sorpresa no únicamente apareció porque ese desafío ocurriese como porque el gobierno no hiciese nada por acallarlo. Pero en los rumores a la protesta no dejaba de asignársele ciertas posibilidades, por dos razones: 1) que quien la comenzara no era nativo sino un palestino que decía contar con el apoyo de la embajada de su país de origen y 2) por los cambios ocurridos en el gobierno nacional desde la asunción del presidente Kirchner (Cheresky, 2008) y su ferviente defensa de los derechos humanos. Las preguntas se sucedían en la ciudad: ¿Qué significaba ese silencio?, ¿era una de las estrategia de amortiguación para luego decir que no había sido informado y resolver el caso en instantes?, ¿o era que el caudillo ya no gozaba de las capacidades que, desde el año 1949 le habían permitido gobernar o influir en los gobiernos partidarios? Muchos se hicieron esas preguntas sin poseer capacidades para resolverlas o emprender acciones de acuerdo con ellas. Pero, mientras tanto, miembros prominentes de la elite patrimonialista pensaron en la tercera de las alternativas y calladamente comenzaron a formar un núcleo, convertido en un secreto tercer actor, que delineó políticas tendientes a impedir que se asumiese con seriedad jurídica la investigación sobre las muertes antes citadas al mismo tiempo que se evitaba que el desgaste y eventual remplazo del viejo líder atentara contra el status quo5. ETAPAS Y ESTRATEGIAS

Según el promedio de personas e instituciones comprometidas en las marchas y otras formas de adhesión, en la Protesta se pueden distinguir cuatro etapas6.

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Es de hacer notar que sobre tales acciones solo tenemos indicios y testimonios parciales que cobran sentido al ser eslabonados y, en todo caso, iluminados por los sucesos ocurridos posteriormente en la provincia. 6 Silveti, M. I. (2006) contabiliza solo tres, pues termina su análisis en el momento de la Intervención Federal, la que produjo un rápido desgranamiento de las adhesiones a dichas marchas.

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La primera comenzó con el descubrimiento de los cadáveres y la acción pública de los familiares; la segunda comenzó cuando, por una parte, los medios de comunicación nacionales dieron publicidad a lo que estaba ocurriendo en la capital de Santiago del Estero y, por otra, el gobierno nacional nombró a una comisión encargada de investigar la vigencia de los derechos humanos en la provincia. Esas dos etapas se caracterizaron por el auge continuo. Lo que ya no ocurrió en la tercera etapa, que comenzó con el desaliento causado cuando el Parlamento Nacional no aprobó el pedido de Intervención a la provincia y terminó cuando, posteriormente, el mismo congreso dio el visto bueno a esa Intervención. Se termina sí el período juarista de las marchas y los antiguos militantes de éstas se incorporaron al gobierno interventor dejando fácticamente de lado las preocupaciones por “la verdad y la justicia” que antes proclamaron. Se inauguró entonces una cuarta etapa que en la que se luchó en vano porque el juicio llegase a otros culpables que aquellos que ya habían sido señalados; etapa casi exclusivamente personificada por la Familia Villalva y algunos acompañantes y con resistencia activa y pasiva, por intereses o por miedo, de parte de los abogados santiagueños y oros sectores de la población que dirigieron sus preocupaciones hacia otros rumbos. En ese marco: ¿en qué quedaron las iniciales esperanzas de que mediante la movilización se produciría una sociedad civil semejante a la que se pretende para los regímenes liberal democráticos?, ¿cómo comprender un triunfo tan rotundo de la estrategia gatopardista (que no solo logró de sus principales objetivos (la banalización del proceso judicial y la creación de un nuevo liderazgo) sino que, mucho más allá, obtuvo la cooptación de líderes y militantes que tanto hicieron por que las marchas tuviesen éxito?¿Qué puede indicarnos este acontecimiento sobre posibles cambios en el sistema socio-económico-político vigente en provincias como Santiago del Estero?, ¿es suficiente la división de poderes y la elección de los integrantes del Poder Ejecutivo y el Poder legislativo para hablar de una democracia republicana, una poliarquía o una democracia delegativa? Y si no lo es, ¿cómo encarar el estudio de este tipo de sociabilidades?, ¿son desviaciones dentro de un proceso de transición democrática o constituyen sistemas socio-políticos-económicos que tienen capacidad de reproducción, al menos mientras no cambie drásticamente su relaciones con el entorno? CONTEXTO, ACCIONES Y CAMBIOS ESTRATEGICOS

Desde el descubrimiento del crimen, el Ministerio público provincial tomó el caso con absoluta falta de escrúpulos; llegando al punto en que, ya en su primera visita al lugar en que fueron encontrados los restos dispersos de ambas mujeres, el juez de turno permitió borrar infinidad de rastros y posibles pruebas. Así, como ya había ocurrido en otras oportunidades, la aparición de los cadáveres y el que el rumor hiciese circular nombres y muchos otros datos que daban pistas (que en las insuficientes pesquisas que llegaron a efectivizarse dieron muestras de estar muy poco erradas), poco o nada podía alentar esperanzas sobre el esclarecimiento del hecho. Del mismo modo, la policía y los otros jueces intervinieron colaboraron en el oscurecimiento demorando todos los trámites usuales; mientras que los medios de comunicación escritos, radiales y televisivos provinciales (propiedad de miembros de la elite económica de la provincia) ignoraron el luctuoso hecho. Politics and Social Movements in Latin America

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Así, coexistieron en esos primeros meses dos tipos de acción. Por una parte la ignorancia y falta de colaboración de los tres poderes respecto al asunto y por otro las manifestaciones de protesta que, contra lo acostumbrado frente a desafíos mucho menores, no fueron prohibidas ni reprimidas7. La única limitación puesta por el gobierno fueron las advertencias para que los empleados o deudores no se sumaran a las marchas; certificadas por algunas cesantías a quienes ignoraron esas advertencias o a sus los familiares; razón por la cual, en su casi totalidad, las manifestaciones estuvieron a cargo de personas que no trabajaban ni en el gobierno ni en las empresas ligadas a éste. Razón por la cual, para muchos, el gobierno parecía controlar la situación sin que ella mellara su poder según parecía mostrase en los discursos de funcionarios y adictos8. En la primera etapa, quienes efectuaban las acciones destinadas a esclarecer el caso (marchas y reuniones con representantes del Poder judicial y la policía) fueron miembros de las familias de las víctimas y un pequeño grupo de dirigentes y militantes de la Pastoral Católica y algunas integrantes de Las Madres del Dolor y de agrupaciones de DDHH ligadas al Obispado. Pasado un tiempo y ante la inutilidad de aquellas acciones, la denuncia fue comunicada a miembros del parlamento nacional y a algunos periodistas gracias a que el señor Bshier viajara a Buenos Aires9. Debido a esa acción, la difusión nacional sobre las protestas y su razón incrementaron esperanzas en un posible éxito de las mismas y animaron a nuevos habitantes a participar en ella; entusiasmo que llegó al punto en que muchos de los espectadores y participantes llegaron a confiar en que dichas acciones podían constituirse en una de las primeras manifestaciones del fortalecimiento de una Sociedad Civil en Santiago del Estero. Entusiasmo que sin embargo no impedía observar dificultades. Por una parte, durante los primeros meses de su gobierno, el poder de Kitschner era balanceado por el del ex presidente Duhalde, de quien el caudillo Juárez era aliado histórico y gracias a lo que éste obtuvo cierto oculto apoyo. Sin embargo, dicho apoyo nacional no dejó tranquilos a aquellos que, con mayor independencia del poder de los Juárez, temían que una reestructuración no controlada del gobierno, o que una intervención al Poder Judicial Provincial, permitiesen revertir el modo en que se había manejado hasta el momento la causa por el doble crimen; o, peor aún, que se pusiese en descubierto las modalidades mediante las que se reparte el poder y las influencias en la

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Pese a que algunos grupos adictos a la gobernadora intentaron algunas provocaciones que legitimasen la represión policial. 8 Lo que puede constatarse mediante una revisión del periódico El Liberal, durante esa primera época, aún preocupado por crear la imagen de una estructura gobernante sin fisuras. 9 Lo que por entonces fue unánimemente considerada una acción audaz y sacrificada debido a la falta de medios económicos para financiar el viaje y la falta de contactos con los que comunicarse al llegar a Buenos Aires. Aunque, dadas ciertas actitudes asumidas hacia el final de las marchas por dicho señor, no es imposible conjeturar que dicho viaje y los encuentros con diputados sensibles a sus denuncias podrían haber estado secretamente patrocinados por algún miembro de la conspiración gatopardista; lo es difícilmente comprobable.

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provincia. Ante esa eventualidad a un sector importante de la elite le pareció preferible endilgar todas las responsabilidades a Juárez y al comisario Musa Azar, su Secretario de inteligencia, famoso por su crueldad y venalidad. Razón por la cual, pese a que ninguno de sus miembros auténticos hicieron nunca alguna demostración de adhesión a las marchas, siempre trataron de que éstas se dirigiesen hacia el caudillo, en tanto gobernador, y no hacia el poder judicial que encarnaba el objetivo original. Maniobra para lo cual los medios de comunicación, controlados por esa elite, comenzaron un fino trabajo de creación de opinión y de construcción de contactos, negociaciones y presiones sobre integrantes del gobierno nacional y aun de miembros del sistema político local. Pese a varios testimonios, aún carecemos de información sobre el modo en que se entretejieron esas redes de intereses. De todas maneras, esa falencia no impide intuir su existencia a partir de una cuidadosa reconstrucción de retazos de informaciones obtenidas durante la vida cotidiana en la provincia y algunos pasajes de ciertas entrevistas. De acuerdo con esos indicios, es posible conjeturar que la maniobra tendía a lograr que, si había intervención Federal, ésta no involucrase al Poder Judicial (impulsándolo a investigaciones efectivas) sino al Poder Ejecutivo. Para lo que era imperioso que la lucha y las consignas de las marchas cambiasen sus objetivos virando desde el pedido de justicia hacia el pedido de defenestración de los Juárez y el juicio a su Secretario de Inteligencia y otros personajes menores. Para eso, las acciones fueron astutas y pacientemente tejidas mediante la construcción de representaciones que, apoyadas en historias anteriores del juarismo, fueron hábilmente remozadas por diferentes medios de producción de opinión. Mientras tanto, la acción de quienes encarnaban la protesta no cesaba. Por el contrario, los hechos políticos provenientes del contexto nacional y el denodado trabajo de sus organizadores produjeron otras adhesiones a la protesta. Así, en el cuarto mes comenzó el apoyo activo de las asociaciones santiagueñas preexistentes (de antiguo antagonismo con Juárez) y de organizaciones de alcance nacional tales como: 1) familiares de víctimas de “gatillo fácil” 2) las Madres de Plaza de mayo y otras organizaciones de derechos humanos, 3) diversos movimientos piqueteros, 4) organizaciones políticas, etc.. A su vez, dichos apoyos contribuyeron a retroalimentar la participación de los habitantes de la ciudad de Santiago y La Banda (directamente o mediante aportes pecuniarios), de otras ciudades de la provincia y hasta de algunas integrantes de La Rama Femenina del Partido Justicialista (sobre cuyo apoyo se sustentaba fuertemente el gobierno) quienes proveyeron información a los líderes del movimiento. Solo el Partido Radical y el Justicialista se abstuvieron de toda manifestación de apoyo a las marchas y sus objetivos.

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Sin embargo, y esto será importante en la evolución posterior, no todas las adhesiones positivas fueron incondicionales. Por el contrario, muchas de las organizaciones opositoras antes citadas (ignorando que pudiese existir una estructura de poder y una cultura política que trascendiese la maquinaria juarista y que era compartida por gran parte de la población incluidos los militantes y dirigentes de los principales partidos políticos) consideraban que el autoritarismo era obra exclusiva de Carlos Juárez; razón por la cual siempre pugnaron porque la Protesta dejase de exigir justicia al Poder Judicial para pedir la expulsión del caudillo y su esposa. Según sus afirmaciones ellos eran los responsables no solo de la falta de justicia ante esos crímenes sino todas las otras muestras de autoritarismo e impunidad; argumento que si bien era en sentido estricto irrebatible, pecaba por confundir a los representantes y líderes políticos de una elite con la propia elite; cuyo régimen pretendería que se mantuviese pese a cambios en la conducción gubernamental. Razón por la que esa propuesta, que por su aparente radicalidad mostraba como limitados a los objetivos originarios de la Protesta, terminó acoplándose a los planes gatopardistas e impidiendo que una intervención al Poder Judicial pusiese al desnudo sus delitos sin tener que depender, para ello, de la burocracia del gobierno local. Postura que pese a su inteligencia, no logró competir con la otra, que por ser aparentemente más radical y enraizada en luchas anteriores, dejaba como reformistas a quienes la propugnaran. Por otra parte, dados los escasos recursos de los primeros dirigentes, el apoyo de esas otras organizaciones era indispensable por la necesidad de incrementar sus recursos en militantes, locales de reuniones y dinero. Dada esa compleja coyuntura, los dirigentes originales tendieron a diluir las denuncias contra la policía y el Poder judicial e incrementaron las críticas contra la Gobernadora y su marido (pidiendo la intervención federal) y exigiendo que se imputase por los crímenes a Musa Azar y a un diputado (presunto implicado en el doble asesinato). Cambio que no impidió que, en el momento, el movimiento siguiese creciendo. Por lo que, dentro de ese nuevo clima los dirigentes de la Protesta prepararon una nueva marcha, que por azar abría de coincidir con la fecha en que la Ciudad de Santiago del Estero cumplía sus 450 años de existencia. Para ese aniversario, el gobierno municipal y “las fuerzas vivas de la ciudad” habían organizado festejos, que fueron propagandizados con el propósito de atraer turistas y la difusión en Politics and Social Movements in Latin America

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medios de comunicación nacionales. Sin embargo ese día, encabezada por los familiares y otros dirigentes, la marcha comenzó en la ciudad de La Banda, mientras que unos cincuenta sacerdotes, con el Obispo Maccarone a la cabeza y vestidos con la indumentaria religiosa de mayor solemnidad, se situaron en el extremo del puente que une ambas ciudades. Así, cuando la columna entró al puente (que aparece en la foto), los religiosos formaron un gran arco blanco y silencioso que abrazó a los integrantes de aquella, para luego ubicarse en su vanguardia. Producido el encuentro, la columna, portando velas en medio de una oscuridad que inundaba las calles10, continuó la marcha en silencio y, embargados por un estado de sobrecogimiento, sus integrantes llegaron a la Iglesia Catedral donde el obispo oficiaría la misa de conmemoración. En esa ocasión el sermón fue una pieza memorable. Pues, a viva vos, el obispo unió la conmemoración con la denuncia de las injusticias reinantes y vertió duros conceptos hacia desdén de los tres poderes del estado en relación a los reclamos tendientes a develar quiénes habían sido los asesinos de Leyla y Patricia. De ese modo, la protesta trastocó los planes oficiales destinados a la celebración de los 450 años sin que, asombrosamente, ninguna autoridad hiciese nada efectivo por oponerse11. Connivencia que llegó a tal punto que, en los días siguientes, los medios de comunicación provinciales gráficos y televisivos dejaron de ignorar las marchas 12 y se sumaron a la difusión de lo ocurrido durante ese acto, tal como lo hicieran los medios de comunicación nacionales. El éxito parecía completo. Sin embargo, desde los resultados posteriores, ese ápice en la protesta debe ser evaluado desde otro punto de vista. Pues, pese a la conciencia y a la voluntad de sus organizadores originarios, la Protesta se había convertido en parte de la operación gatopardista. Es en ese contexto que caben las siguientes preguntas: ¿cuáles son las posibilidades de transformación en regímenes patrimonialistas, tal como el que más adelante terminaré de describir? Dicho cambio en los objetivos ¿contribuyó al logro de justicia y a la puesta

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Esos cortes de energía ya habían sido efectivizados gracias a las instrucciones, nunca públicamente reconocidas, de las autoridades municipales. 11 En esos días, Juárez y la gobernadora dejaron la provincia, lo que no podía ser menos que interpretado como falta de apoyos políticos. 12 Incluso El liberal, propiedad de miembros prominentes de la elite patrimonialista, dedicó al suceso media página, calculando que la concurrencia había sido de aproximadamente de 15.000 personas.

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en evidencia de las connivencias entre el Poder Judicial y las elites gobernantes?, ¿cuál era la causa probable de la subestimación de la fuerza transformadora que podía tener la solicitud de intervención del Poder Judicial si, al mismo tiempo, se dejaba a los Juárez prácticamente solos en la palestra mediática que los acusaba?, ¿acaso no era ya evidente que la intervención al Poder Judicial podía descubrir los innumerables delitos de tipo económico y político nunca bien juzgados?, luchar contra el régimen patrimonialista ¿no implicaba descubrir quiénes se beneficiaban de los fallos que emergían de ese poder judicial incluso en el caso del doble asesinato, pero también en el arbitrario manejo de los fondos públicos?, esa intervención ¿no crearía discordias entre los sectores dominantes de las que podrían salir nuevas pruebas?, ¿no se lograría que el gobierno fuese derrocado por un juicio político?, al reducir el foco de intervención ¿no sería más sencillo evitar que todo el aparato del estado provincial se constituyese en defensor de sus antiquísimos privilegios? Aunque ni los observadores ni los militantes las evaluamos, esas preguntas no eran de difícil contestación. Intervenir el Poder Judicial significaba quitarle el poder a Jueces que siempre respondieron a las alianzas naturales con los miembros de los estratos patrimonialistas de los que ellos mismos participaban. Solamente la fuerza de renovado aprendizaje mostraba como naturales dichas actitudes13. En dichas condiciones, el peligro de esa intervención no era corrido simplemente por los autores del doble asesinato; también lo era por sus encubridores y otros miembros de la elite, a los que el poder judicial había favorecido en muchos otros conflictos14. Dada la intrincada y extensa trama de redes que unificaban gran parte de las voluntades de sus integrantes, examinar el edificio corrupto sin quedar preso por él (como luego ocurrió con el gobierno interventor) hacía correr peligro a muchos. Por lo que, para las elites y sus aliados nacionales, impedir esa maniobra implicaba alejar un peligro mucho mayor que el que pudiese significar la intervención a los tres poderes; pues en este caso, era posible, por ejemplo, el sabotaje de los empleados de los aparatos burocráticos (“caballos de Troya” que la intervención no pudo desbaratar y que actuaron informando a los posibles perjudicados por cualquier acción de quien fuese designado interventor) y, por otro, porque saliendo de la observación de los medios nacionales de comunicación, la negociación entre algunos miembros de la intervención y los representantes de la elite santiagueña pudo ser mucho más amplia y menos controlable por quienes auténticamente se interesaron en producir un cambio en el sistema de dominación vigente en esa provincia. De hecho, que el gobierno nacional estuviese con un pie dentro de la provincia y otro fuera de ella hubiese facilitado: a) resquebrajamientos en el frente interno

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Que, por ejemplo, permitían que no se viese con espanto las explícitas manifestaciones de amistad demostradas entre los miembros de esos poderes y, al menos, uno de los empresarios que más capital había concentrado durante los últimos gobiernos de Juárez y de su esposa. 14 En una “sistema complejo de sociabilidades” con rasgos tradicionales, a lo que se suma lo relativamente pequeño de quienes están en condiciones de formar parte de la elite y, por otra parte, fuertemente entrelazada por redes de tipo parental, económico, de amistad y hasta de representaciones semejantes sobre el poder era y es absolutamente posible que existan grupos capaces de actuar en todos los ámbitos de la vida defendiendo lo que ellos consideraban adecuado a sus intereses y modos de vida.

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y b) mantener flujos de información a los que era mucho más fácil acceder a los medios de comunicación o a ciudadanos interesados en el tema. Esto y la posterior cooptación a que dio lugar el manejo del gobierno de la intervención fue lo que no supieron ver los líderes del movimiento de protesta cuando cambiaron o dejaron que fuese cambiado el eje de sus demandas. Presos de una errada caracterización del sistema socio, económico y político vigente, les parecía estar antes instituciones democráticas imperfectas que eran aprovechadas por dirigentes ensoberbecidos por el afán de acumular poder. Siendo así la materia sobre la que estaban actuando, bastaba con intervenir la provincia y lograr la caída de esos dirigentes para abrir un camino que habría de llevar a la mayor democratización de las estructuras del gobierno provincial. Esa fue la dirección triunfante, reafirmada cuando el gobierno nacional envió a la provincia una delegación destinada a investigar las denuncias contra el gobierno. Dicha delegación estuvo integrada por funcionarios importantes y de moralidad indiscutible, tales como: 1) Eduardo Duhalde (líder histórico en la defensa de intereses populares y a la sazón Secretario de Derechos Humanos de la Nación); 2) Pedro Lanusse (representante del Ministerio de Justicia, que actuara con gran valentía en una causa anterior); y 3) dos miembros de la Comisión de DDHH de la Cámara de Diputados de la Nación15. Las cuidadosas actuaciones de esas comisiones produjeron informes que, más tarde, dieron lugar a que el gobierno nacional permitiese que una Comisión de la OEA realizase una investigación que habría de internacionalizar la denuncia de las violaciones de derechos humanos en la provincia mediante el “Informe de Prensa de Funcionarios de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA”. Con esa llegada, la protesta involucró fácticamente a la propia Universidad Católica, que llegó a convertirse en la anfitriona de los enviados designados para hacer investigaciones sobre violaciones de derechos humanos. Pero el efecto fue que las atrocidades denunciadas y probadas hicieron pasar a un segundo plano la responsabilidad judicial sobre todos esos hechos, obscurecida por la personalización de las responsabilidades. Así, la exigencia de justicia, que comenzaba por el pedido de la destitución del Juez Federal (que muchas veces favoreciera a aquellos a quienes debía juzgar) y que seguía con el pedido de intervención al Poder Judicial quedó definitivamente abandonado. Así, cuando en la marcha número 50 los propios integrantes de la familia Villalba fueron quienes criticaron que no se decretase o impulsase en el parlamento la Intervención Federal a la Provincia, el Gobierno nacional se encontró frente a un dilema: intervenir la provincia sabiendo que no podrían garantizar que la Intervención realmente gobernase o sufrir críticas que, ante la opinión pública, lo colocaría en una aparente connivencia con el gobierno de los Juárez. Así las cosas, el gobierno optó por la Intervención dando el encargo a Pablo Lanuse, un abogado que pese a sus dotes, poca experiencia tenía en las artimañas de los expertos en la

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Sobre el tema ver Silveti (2006) y Saltalamacchia y Silveti (2009).

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corrupción, con los que debería tratar diariamente. Al mismo tiempo, entre los enviados se incluyó a personas con antecedentes que hacían prever su disposición a negociar con los miembros de la elite provincial. Producida la decisión, dentro del grupo organizador de las Marchas se concretó una división que venía anunciándose. Por una parte, los Villalba consideraron a la Intervención como un éxito de las marchas y expresó su apoyo. Mientras que, por el otro, Bshier, en la marcha correspondiente al día en que Santiago fue intervenido, rompió con la marcha de los viernes e inauguró su propia marcha que, por un breve tiempo, ocurrió los días miércoles16. Quizá, porque el derrocamiento de Juárez se había logrado y seguir marchando era, dados los dirigentes principales de ésta, una amenaza de presión hacia otros objetivos, que el interventor podría asumir apoyándose en ellas. Entramos así en el final de esta tercera etapa, cuya culminación se concretó en el acto de mayor fuerza propia producido hasta entonces por las organizaciones de la sociedad civil. En dicha manifestación, una serie muy grande de OSC produjo y difundió un comunicado de veinte puntos, con un diagnóstico de cuáles deben ser las primeras disposiciones de la Intervención para asegurar la democratización de Santiago. Manifiesto que dirigieron a los miembros de Gobierno Interventor, solicitando que se comprometiesen a ejecutarlos durante su gestión. Luego, algunos de los dirigentes de las organizaciones que habían colaborado con la protesta aceptaron ser contratados por la Intervención, ocupando diversas funciones y abandonaron la denuncia. Con lo que los pedidos de justicia quedaron en manos de Olga Villalva y un grupo de personas. Por su parte, la Intervención federal se dividió en dos facciones. Una de ellas, como se preveía, entabló negociaciones con la dirigencia local para mantener el estatus quo; mientras que la otra fue prácticamente aislada por un entramado burocrático que poco margen de acción les dejó. Dada esa división, la Intervención terminó, sin pena ni gloria, colaborando en la organización de un llamado a elecciones en las que triunfó ampliamente una coalición en la que se incorporó gran parte del Partido Radical y del partido justicialista, produciendo un conglomerado de las elites que antes parecía imposible aunque por primera vez puso completamente en evidencia la estructura de intercambio de favores existente, lo que permitió una solución que impidiese cualquier peligro17. Ya por entonces, era claro el triunfo político logrado por el gatopardismo; y en ese contexto, sus gestores solo se ocuparon de completar su obra destruyendo a dos dirigentes. Por una

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Revelan que el "abogado del padre de Leyla Nazar", fue abogado de Juaréz, Asesor de la Cámara de Diputados, y que se enriqueció mediante tierras fiscales. Además, nos revelan la sospecha que el Padre de Leyla, habría recibido "dinero para cambiar o desviar la investigación. Por otro lado , el Padre , que había renunciado al resarcimiento económico en principio, demando 20 días después al Estado por 1.8 millones de pesos. (SEPRIN On Line, Febrero 13, 2004 1:13. 17 Mientras los Juárez, por su parte, fueron condenados a terminar sus respectivas vejeces en su casa de Santiago del Estero.

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parte, al Obispo Maccarone, uno de los soportes más encumbrados de lo que fueran las Marchas de Protesta (posiblemente ante el temor de que si Maccarone continuaba en su posición, pudiera insistir sobre la necesidad de gestionar un juicio serio e imparcial respecto al doble crimen18); y por otra a quien, desde su puesto de Rector de la Universidad Católica de Santiago del Estero (UCSE), cediese el lugar donde, sin estar sometidas al espionaje de los empleados gubernamentales, pudieron trabajar las Comisiones destinadas a investigar las violaciones de derechos humanos ocurridas en la provincia. Por último, a fines de mayo del corriente año terminó el juicio oral en el que con diferentes grados de responsabilidad, fueron penados tres policías que hacía tiempo estaban presos por otros delitos, un carnicero que era amigo de una de las asesinadas y el ex Subsecretario de Informaciones Mussa Asar, quien por razones de edad gozará de prisión domiciliaria. Así, la operación gatopardista culminó totalmente exitosa19.

BIBLIOGRAFÍA Allub, L. (2009) Coparticipación en Santiago del Estero: Un análisis a nivel provincial y municipal. Centro de estudios e investigaciones de Santiago del Estero (C.E.I.S.E) http://ceise.org/index.php?option=com_content&task=view&id=54&Itemid=30.Consultado el 2l de enero del 2009. Castoriadis C. La democracia como procedimiento y como régimen. Saltalamacchia, H. y Silveti, M. (2009). Movilización popular y Régimen Político en Santiago del Estero. En El Protector Ilustre y su régimen: redes políticas y protesta en el ocaso del juarismo. Silveti, M. (Compiladora). Ediciones CICYT-UNSE. Santiago del Estero. Argentina. Silveti, M.(2006). Crimen sin castigo: Espacio público y régimen político Santiagueños entre el 2003 y 2004. Por. En Ciudadanía, Sociedad Civil y Participación Política. Isidoro Cheresky (compilador). Miño y Dávila. Ediciones Buenos Aires. Argentina.

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El Obispo fue víctima de una celada hecha por profesionales en la materia. Celada que consistió en lograr que un adulto, con quien ese obispo mantenía relaciones sexuales, filmara escenas que inmediatamente fueron divulgadas por el canal perteneciente a un encumbrado empresario. Hecha esa denuncia, la jerarquía de la Iglesia católica, acompasando su accionar a los nuevos tiempos que se vivían en Santiago, decidió reemplazarlo y enviarlo a un lugar desconocido por la mayoría de los santiagueños. 19

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