Moriscos y marranos. Colaboración interesada de dos colectivados marginados en tiempos del Quijote

July 4, 2017 | Autor: J. Carrasco Vázquez | Categoría: Moriscos, Judeoconversos, Historia Moderna De España
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Descripción

Moriscos y marranos. Colaboración interesada de dos colectivos marginados en tiempos del Quijote. Jesús Carrasco Vázquez Publicado en La Orden de San Juan en tiempos del Quijote, edición a cargo de Francisco Ruiz Gómez y Jesús Molero García, 2010, Ediciones de la Universidad de Castilla – La Mancha, pp. 193-202.

1.

Introducción

Mi comunicación quiere mostrar un caso singular de colaboración entre moriscos y marranos1 en tiempos de la expulsión de los primeros. Tradicionalmente ambos colectivos vivieron al margen los unos de los otros. A pesar de ser percibidos como grupos marginados por la sociedad mayoritaria2, nunca desarrollaron una estrategia común que les permitiera mejorar su estado y es que sus objetivos eran tan distintos como dispar era su cultura. Los moriscos, cuyo número fue considerable, nunca dejaron de sentirse como un colectivo con identidad propia que, en general, se mostró refractario a la incorporación en la sociedad mayoritaria. Por el contrario los marranos hacía tiempo que habían dejado de ser una minoría numerosa –la expulsión de los judíos ya quedaba muy lejos- y, además, su estrategia era contraria puesto que su pretensión era formar parte de la sociedad cristiana dominante, para lo cual sus orígenes tenían que diluirse, ocultarse, debían, pues, soslayar las barreras selectivas que impusieron los estatutos de limpieza de sangre. En este trabajo se mostrará como los dos grupos y a pesar de sus diferencias, urdieron una colaboración, puntual ciertamente pero asociación al fin y al cabo, que resultó muy interesante para ambos y que tuvo un único perjudicado: la hacienda regia.

2.

Moriscos

Para el objeto de esta comunicación no hace al caso retrotraerse al momento en que se sublevaron contra la monarquía de Felipe II3, porque el verdadero interés del trabajo es 1

El término marrano designa a un converso de judío que vivió dentro de la sociedad cristiana mayoritaria y practicó una suerte de ritos que creyó eran fiel reflejo del judaísmo seguido por sus mayores; el uso del vocablo y todo lo relativo al mismo en Isaac REVAH, “Les Marranes”, Revue des Études Juives, vol. CXVIII (1959-1960), pp. 29-77. En Pilar HUERGA CRIADO, En la raya de Portugal, Salamanca, 1994, ver el capítulo V, “El marranismo”, para entender cómo aquellos individuos seguían los dictados de su cultura ancestral. Ese ritual era observado tanto por familias como por personas en solitario, para un ejemplo de esto último remito a mi artículo “Una familia de judeoconversos portugueses de Hita ante el tribunal de la Inquisición: el caso de María Núñez (1660-1661), Wad-alHayara, nº 27 (2000), pp. 85-100. 2 Una buena síntesis de la sociedad de los tiempos del Quijote en Antonio DOMÍNGUEZ ORTIZ, “La España del ‹‹Quijote››”, en Miguel de CERVANTES SAAVEDRA, Don Quijote de La Mancha, Madrid, 1998, 2ª edición, dirigida por Francisco Rico, pp. LXXXVII-CIV. 3 Hay abundante bibliografía sobre este asunto ya desde el primer momento, caso de los contemporáneos Luis de MÁRMOL CARVAJAL, Rebelión y castigo de los moriscos, Málaga, 1991, facsímil de la edición de la B.A.E. de 1946, con introducción de Ángel Galán Sánchez; Diego HURTADO DE MENDOZA, Guerra de Granada, Madrid, 1970, edición a cargo de Bernardo Blanco-González; Ginés PÉREZ DE HITA, La guerra de los moriscos (Segunda parte de las guerras civiles de Granada), Granada, 1998, facsímil de la edición de Cuenca de 1619, estudios y notas a cargo de Joaquín Gil Sanjuán. Más recientes y de obligada consulta serían las obras de Henry Charles LEA, Los moriscos españoles. Su Comunicación presentada al III Congreso sobre la Orden Militar de San Juan “Historia de la Orden de San Juan en tiempos del Quijote”, 24-26 febrero 2005 – Alcázar de San Juan - Página 1 de 10

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centrar el asunto en el momento de su expulsión de Castilla (1610), espacio geográfico sobre el que concito mi interés. Es bien sabido que, tras el levantamiento, los moriscos fueron dispersados por todo el reino castellano y sometidos a una estrecha vigilancia que, en última instancia, recaía sobre las autoridades locales, artífices de llevar a cabo el cumplimiento de las directrices del monarca. Los diferentes intentos por conseguir una verdadera integración del colectivo morisco dentro de la sociedad cristiana mayoritaria se estrellaron contra la realidad de los hechos y, ante el fracaso de la asimilación, pues en definitiva de eso se trataba, y el rechazo que los cristianos sentían hacia unas gentes que eran vistas con recelo, temor y convencimiento de su inadaptación4, las autoridades entendieron que la solución al problema pasaba por la exclusión física de la minoría refractaria. Por esa razón, en tiempos de Felipe III, se llevó a cabo el plan que puso fin a la existencia en suelo hispano de gentes procedentes de la cultura islamita. El proyecto de expulsión ya había sido considerado en tiempos del Rey Prudente que, finalmente, eludió tomar esa traumática decisión, a pesar de ser el momento en que más apretaban los enemigos de la Monarquía Hispánica, tanto en Flandes como en el sur de Francia, sin olvidarnos de la amenaza turca en el Mediterráneo, ya más atenuada tras

conversión y expulsión, Alicante, 1990, estudio y notas de Rafael Benítez Sánchez-Blanco; Antonio DOMÍNGUEZ ORTIZ y Bernard VINCENT, Historia de los moriscos. Vida y tragedia de una minoría, Madrid, 1978, sigue siendo la obra de carácter general de obligada referencia. Una síntesis del levantamiento en Bernard VINCENT, “La cuestión morisca. La sublevación de 1568-1570”, en Felipe II. Un monarca y su época, Madrid, 1998. pp. 285-289. Mikel de EPALZA, Los moriscos antes y después de la expulsión. Madrid, 1992. Además existe una abundante bibliografía que analiza al colectivo morisco desde diferentes perspectivas: sociológicas, locales, antropológicas, etc. cuya cita escapa al objeto de este trabajo. Interesante por la visión que aporta es la obra póstuma de Gregorio MARAÑÓN, Expulsión y diáspora de los moriscos españoles, Madrid, 2004, publicación que incorpora trabajos de Luis Suárez Fernández, Joseph Pérez y Gonzalo Anes. 4 Miguel de CERVANTES SAAVEDRA, Don Quijote de La Mancha, ob. cit., a lo largo del libro expone algunas opiniones sobre el parecer que los cristianos viejos tenían de los moriscos; a este propósito consultar Parte I, cap. XXXIII, pp. 381-382 donde deja ver lo impermeable que resultaban ser a la catequización “… a los cuales no se les puede dar a entender el error de su secta (…) y aun con todo esto no basta nadie con ellos a persuadirles las verdades de nuestra sacra religión.”. Lo expuesto no implica, necesariamente, que fuera la opinión personal del propio Cervantes que parece querer mostrarse afectado con la tragedia de los moriscos y por eso, dedica un capítulo entero mostrando una visión más humana hacia aquellos desgraciados, algo que deja traslucir en el encuentro de Sancho con su antiguo vecino y tendero, el morisco Ricote, Ibidem, Parte II, capítulo LIII; sobre este particular ver el análisis de Antonio DOMÍNGUEZ ORTIZ y Bernard VINCENT, ob. cit., pp. 252-253. Comunicación presentada al III Congreso sobre la Orden Militar de San Juan “Historia de la Orden de San Juan en tiempos del Quijote”, 24-26 febrero 2005 – Alcázar de San Juan - Página 2 de 10

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Lepanto5. Sea como fuere, los moriscos lograron ver el advenimiento de la nueva centuria en suelo hispano aunque, pronto, se volvió a reverdecer el viejo proyecto. Parece ser que el autor intelectual, al menos uno de ellos, fuera don Juan de Idiaquez6, uno de los pocos hombres que habiendo servido estrechamente a Felipe II sería utilizado por Lerma en su valimiento7. Los primeros intentos no fraguaron y parecía que las cosas quedarían en mero esbozo sin concreción alguna, hasta que las razones militares se impusieron sobre las de cualquier otra consideración y se ordenó su salida de España, y es que los contactos que dirigentes moriscos estaban llevando a cabo con el rey francés, Enrique IV, abría de nuevo la amenaza gala, junto con la creencia de que franceses y turcos formarían un frente común que contaría con la valiosa colaboración de los moriscos asentados en España8, colectivo que, no lo olvidemos, alcanzaba la nada despreciable cifra de 300.000 almas. El Consejo de Estado impuso sus razones con un Duque de Lerma como paladín de la medida y la orden de expulsión se concretó en las oportunas disposiciones oficiales que abarcan distintas fechas según afectasen a los residentes en el reino de Valencia, año 1609, a los afincados en Castilla, Extremadura, Andalucía y Murcia, primeros del año de 1610; en la primavera del mismo año se ordenó la salida de los residentes en Aragón y Cataluña9. Además de las fechas, las disposiciones indicaban el destino de los bienes, tanto de los que podían llevarse como de la hacienda que debían dejar, de tal manera que los bienes raíces en Valencia se entregarían a los señores para compensar, así, la pérdida que produciría la expatriación en sus haciendas. En el caso de los afincados en Castilla pasaría a engrosar los bienes de la Hacienda Pública. Además y para ambos colectivos, se prohibió la salida con mercaderías susceptibles de ser utilizadas por los enemigos de la Monarquía Hispánica, así

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Ibidem, cap. 3, para los temores a un levantamiento morisco y sus conexiones con los enemigos del exterior; también en John H. ELLIOT, La España imperial (1469-1716), Barcelona, 1986, 5ª ed., pg. 332. 6 Rafael BENÍTEZ SÁNCHEZ-BLANCO, “Las relaciones moriscos-cristianos viejos: entre la asimilación y el rechazo”, en Antonio Mestre Sanchis y Enrique Jiménez López (eds.), Disidencias y Exilios en la España Moderna, Alicante, 1997, pg. 343. 7 Antonio FEROS CARRASCO, El Duque de Lerma. Realeza y privanza en la España de Felipe III, Madrid, 2002, pg. 131. 8 Luis SUÁREZ FERNÁNDEZ, “Repercusiones políticas de la cuestión morisca” en Gregorio MARAÑÓN, Expulsión y diáspora de los moriscos españoles, ob. cit., pg. 153. 9 Antonio DOMÍNGUEZ ORTIZ y Bernard VINCENT, ob. cit., pg. 179 y sgtes. para los detalles y fechas de ejecución de la expulsión. Luis CABRERA DE CÓRDOBA, Relaciones de las cosas sucedidas en los reinos de España desde 1599 hasta 1614, Madrid, 1857, pg. 380 y sgtes., para seguir los avatares según los vivieron los contemporáneos. Comunicación presentada al III Congreso sobre la Orden Militar de San Juan “Historia de la Orden de San Juan en tiempos del Quijote”, 24-26 febrero 2005 – Alcázar de San Juan - Página 3 de 10

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como con oro, joyas y dinero10. Aquí precisamente, en la evasión de este tipo de bienes, es donde los moriscos encontraron unos aliados de conveniencia. 3.

Marranos

En el momento de la expulsión de los moriscos en Castilla vivían y hacían negocios, numerosos portugueses que, al amparo de la unión de las dos coronas desde 1580, se habían asentado en territorio castellano11 aunque su llegada ya se había hecho notar algunas décadas antes y fue fruto de la crisis económica que vivía Portugal desde mediados del XVI12. Aunque muchos no eran de origen judeoconverso, lo cierto es que bastantes tenían esas raíces y se hallaban afincados en Castilla por diferentes razones, entre las que caben citarse un menor rigor represivo de la Inquisición en comparación con la portuguesa, la comentada crisis13 y, por qué no, las mayores oportunidades de negocio que brindaba la Monarquía Hispana. Ya desde principios del XVII los conversos portugueses, experimentados en materias comerciales y de administración de rentas, empezaron a encabezar asientos financieros con la nueva administración lermista. Es el caso de Juan Núñez Correa para el asiento de la Avería; Pedro Gómez Reynel, para el de los Almojarifazgos Mayor y de Indias; Pablo Serra y Manuel de Freitas arrendaron los Puertos Secos de Castilla y Aragón; Manuel Gómez de Acosta responsable del apresto de la Armada del Mar Océano14; sólo por citar algunos de los más destacados. 10

Ibidem, pg. 393, las indicaciones fueron modificadas en marzo de 1610, por pragmatismo, concediéndoles la mitad de los bienes y quedando el resto para la Corona, Ibidem, pg. 399. Antonio DOMÍNGUEZ ORTIZ y Bernard VINCENT, ob. cit., cap. 9. Mikel de EPALZA, ob. cit., pg. 127 y sgtes. 11 Todo lo relativo a la unión de las dos coronas en Fernando BOUZA ÁLVAREZ, Portugal en la Monarquía Hispánica (1580-1640), 2 tomos, Madrid, 1986, tomo I, pg. 14 y sgtes. Joaquim Veríssimo SERRÃO, Portugal e a Monarquia Hispânica: causas próximas e remotas da União Ibérica em 1580”, en O tempo dos Filipes em Portugal e no Brasil (1580-1668), Lisboa, 1994, pp. 245-260; Manuel FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, Felipe II y su tiempo, Madrid, 1998, pg. 515 y sgtes. También y como un ejemplo de oportunidad, ver mi trabajo “Los judeoconversos portugueses, la Corona de Castilla y la renta de Canarias: el caso de Antonio Rodríguez Lamego”, Coloquio Internacional Canarias y el Atlántico, 1580-1648. Las Palmas de Gran Canaria, 1999, pp. 609-626. 12 Remito a mi artículo ““Los conversos lusitanos y la Unión Ibérica: oportunidades y negocios. El caso de Juan Núñez Correa (1543-1625)”, en Política y Cultura en la época Moderna (cambios dinásticos. Milenarismo, mesianismos y utopías), Alfredo ALVAR et al (ed.), Alcalá, 2004, pp. 763-774, Rafael CARRASCO, “Preludio al ‹‹siglo de los portugueses››. La Inquisición de Cuenca y los judaizantes lusitanos en el siglo XVI, Hispania, nº 166 (1987), pp. 503-559. 13 J. Lúcio de AZEVEDO, Épocas de Portugal Económico, Oporto, 1988, 4ª edición, pg. 129. 14 Jesús CARRASCO VÁZQUEZ, La minoría judeoconversa en la época del Conde Duque de Olivares. Auge y ocaso de Juan Núñez Saravia (1585-1639), Tesis Doctoral (inédita), Universidad de Alcalá, 2005, en particular parte III. También Ildefonso PULIDO BUENO, La Real Hacienda de Felipe III, Huelva, 1996; Juan E. GELABERT GONZÁLEZ, La bolsa del Rey. Rey, Reino y fisco en Castilla (1598-1648), Barcelona, 1997. Comunicación presentada al III Congreso sobre la Orden Militar de San Juan “Historia de la Orden de San Juan en tiempos del Quijote”, 24-26 febrero 2005 – Alcázar de San Juan - Página 4 de 10

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Cómo ya dije en la introducción, los dos colectivos debieron tener relaciones que sin poderlas definir como personales, sí podemos afirmar que fueron comerciales, pues actuaban en ámbitos mercantiles complementarios, lo que no descarta ni colisión ni competencia al dedicarse a los mismos intereses, como el comercio al por menor. Una de las actividades donde mejor manifestaban sus cualidades los moriscos era en el trabajo de la seda, por supuesto sin olvidar sus capacidades como agricultores y que tan buenos rendimientos económicos daban sobre todo en Valencia y Aragón15. A propósito de la seda hace al caso comentar, por su significación, el asentamiento de un grupo de desterrados granadinos en la villa ducal de Pastrana, cupo solicitado personalmente a Felipe II por el Príncipe de Éboli y Duque de Pastrana desde 1572, que vio en estos afanados y experimentados trabajadores, la oportunidad de lograr una fuente de riqueza para su señorío, aprovechándose de sus buenas relaciones con el poder16; el contingente lo podemos cifrar en doscientas casas17, que sumaron unas 2.000 personas18, llegando a representar un 30% del total de la población de la villa19, cantidad que cuadriplicaba a la repartida entre la ciudad de Guadalajara y su Tierra20, lo que da idea de la firmeza de la apuesta del Duque que, para completar su proyecto, trajo también familias de artesanos especializados de Milán, Génova y los Países Bajos. Precisamente en Pastrana tendrá lugar una de las aproximaciones comerciales entre moriscos y marranos portugueses que tuvo como eje vertebrador la confección y comercialización de tejidos de seda, para lo cual se adquiría la materia prima en la propia

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Antonio DOMÍNGUEZ ORTIZ y Bernard VINCENT, ob. cit., cap. 6. Gonzalo ANÉS, “La expulsión de los moriscos. Su influencia en los cultivos, cosechas y oficios”, en Gregorio MARAÑÓN, Expulsión y diáspora de los moriscos españoles, ob. cit., pp. 187-208, muestra una visión actualizada del papel económico jugado por este colectivo con detalle de sus actividades mercantiles. 16 José MARTÍNEZ MILLÁN, “Familia real y grupos políticos: la princesa doña Juana de Austria (15351573)”, en José Martínez Millán (dir.), La Corte de Felipe II, pp. 73-106. 17 José Manuel PRIETO BERNABÉ, “Aproximación a las características antropológicas de la minoría morisca asentada en Pastrana en el último tercio del XVI”, Wad-al-Hayara, nº 14 (1987), pg. 355. Mariano PÉREZ Y CUENCA, Historia de Pastrana, Pastrana, 1997, edición comentada por Esther Alegre Carvajal sobre la de Madrid, 1871. 18 Henry LAPEYRE, Geografía de la España morisca, Valencia, 1986, pg. 214, cifra el número de personas en el momento de la expulsión en 2.214. 19 Aurelio GARCÍA LÓPEZ, “Moriscos andalusíes en Pastrana. Las quejas de una minoría marginada de moriscos con noticias sobre su paralelismo con el reino de Granada”, Sarq al-Andalus, nº 12 (1995), pg. 163. 20 Ibidem, Moriscos en Tierras de Uceda y Guadalajara, Guadalajara, 1992, pg. 173, censo de marzo de 1571, que arroja un saldo de 457 moriscos. Comunicación presentada al III Congreso sobre la Orden Militar de San Juan “Historia de la Orden de San Juan en tiempos del Quijote”, 24-26 febrero 2005 – Alcázar de San Juan - Página 5 de 10

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localidad gracias a la producción sedera que empezó a obtenerse en La Pangía21, una zona húmeda irrigada por el río Arlés, situada entre Pastrana y Yebra y donde la Princesa de Éboli asentó a un pequeño colectivo de moriscos, entre cuarenta y cincuenta vecinos, para cultivar la morera y producir gusanos de seda22. La baja calidad de la materia conseguida obligaba a suministrarse género en otros lugares, caso de Madrid, adonde se acudía para tal fin y en donde los intermediarios lusos actuaban ventajosamente dada la tupida red comercial tejida por toda España23.

4.

Expulsión de los moriscos. Un drama humano transformado en negocio por los marranos

Una vez que se firmó la Real Cédula que ordenaba la salida de los moriscos de tierras de Castilla, las propias condiciones restrictivas del decreto sobre la hacienda que se podían llevar al exilio, ya comentadas en el punto 2, nos hacen pensar que por parte de los distintos agentes involucrados en el proceso, afectados por el decreto y autoridades, se arbitrarían las medidas pertinentes para que cada grupo alcanzara sus objetivos que, como es natural, eran diametralmente opuestos: los moriscos porque intentarían sacar con ellos todas las joyas y el dinero que pudieran llevarse y las autoridades tomando medidas para impedirlo. Para ese efecto la Corona había situado un control en Burgos, paso obligado hacia Francia, bajo responsabilidad del Conde de Salazar, cuyo fin era requisar el patrimonio que los exiliados pudieran llevarse de manera ilegal. Esa baza, en forma de amenaza, es la que jugaron convenientemente los conversos lusos24. 21

Relaciones topográficas de España. Relaciones de pueblos que pertenecen hoy a la provincia de Guadalajara, edición a cargo de Juan Catalina García López y Manuel Pérez Villamil, publicado dentro de la colección Memorial Histórico Español, tomo XLVI, Madrid, 1912, pp. 325-326, respuesta de Yebra. El hecho de que estos vecinos citaran como responsable del asentamiento en La Pangía a la Princesa de Éboli se debe a que, para la fecha de la declaración, ya había fallecido el propietario del título, Ruy Gómez de Silva, que murió en julio de 1573. 22 La seda de Pastrana, de baja calidad, era mezclada con la de mejor factura, lo que reportaba buenos beneficios al productor, ver Hilario RODRÍGUEZ DE GRACIA, “El negocio sedero toledano en la segunda mitad del siglo XVII (1650-1700), en Francisco José Aranda Pérez (coord.), La declinación de la Monarquía Hispánica en el siglo XVII, Cuenca, 2004, pg. 527. 23 Archivo Histórico de Protocolos de Madrid (en adelante A.H.P.M.), protocolo nº 4.392, fos. 434r/437r, 557r/560r, 561r/564r y 565r/568r; diferentes operaciones de venta de seda efectuadas por Juan Núñez Saravia a conversos portugueses vecinos de Pastrana por mediación de Simón Gómez de Olivera, apoderado de ellos para estas operaciones. Ibidem protocolo nº 4.014, fos. 186r/186v, venta de 293 libras de seda a Antonio Enríquez, vecino de Pastrana. 24 Archivo Histórico Nacional (en adelante A.H.N.), Inquisición, leg. 62, exp. 5, fos. 91v y sgtes., de este asunto me hice eco tangencialmente dentro del episodio del contrabando de moneda de vellón que, por aquellas fechas, era una actividad muy lucrativa; ver mi artículo “Contrabando, moneda y espionaje (el negocio del vellón: 1606-1620)”, Hispania, LVII/3, nº 197 (1997), pp. 1.095-1096. Comunicación presentada al III Congreso sobre la Orden Militar de San Juan “Historia de la Orden de San Juan en tiempos del Quijote”, 24-26 febrero 2005 – Alcázar de San Juan - Página 6 de 10

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Nada más promulgarse el decreto los lusitanos se desplazaron hacia las localidades donde se concentraban importantes núcleos de desgraciados moriscos como Toledo, con 3.789 personas; Valladolid, con 1.119, Alcalá de Henares, con 1.206; Ocaña con 1.51825; Ávila, con 1.390 personas26; Pastrana, con 2.21427 y Madrid, con una población en torno a las 389 personas28, a los que ofrecieron sus servicios haciéndoles creer que las disposiciones regias eran una añagaza de las autoridades para que, confiadamente, marchasen con toda la hacienda y en el control burgalés serles decomisada, quedando sin ninguna oportunidad de salvar la incautada. Pero ahí estaban los diligentes marranos portugueses para hacerse cargo del patrimonio y situarlo a salvo en Francia29. Naturalmente este servicio tenía un coste que se cifró entre un 20% y 30% del valor a evadir y, con objeto de vencer la desconfianza de los moriscos, los lusos dieron garantías que, para el caso que nos ocupa, fueron emitidas por Francisco de Valencia30, un morisco asentado en San Juan de Luz y rico comerciante que mantenía un importante tráfico comercial con Marruecos donde apoyaba la causa de Muley Zidan en su pugna por hacerse con el trono, algo que finalmente conseguiría, frustrando las expectativas hispanas que apoyaban a sus hermanos31.

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Henry LAPEYRE, ob. cit., apéndices IX y X. Gil GONZÁLEZ DÁVILA, Teatro Eclesiástico de España…, Teatro de Ávila, cit. por Antonio DOMÍNGUEZ ORTIZ y Bernard VINCENT, ob. cit., pg. 192. 27 Supra nota 18. 28 Repartidas en 123 familias, ver Antonio de LEÓN PINELO, Anales de Madrid (desde el año 447 al de 1658), Madrid, 1971, edición a cargo de Pedro Fernández Martín, pg. 197. Estos datos difieren de los publicados por Henry Lapeyre, ob. cit., apéndices IX y X. 29 Muchos portugueses vieron en la expulsión una excelente oportunidad para hacer buenos negocios, conocemos varios nombres de entre los que destacan por su posterior notoriedad Juan Núñez Saravia, según veremos y Fernando Montesinos que fue detenido en Valladolid en 1610 y llevado a la Corte donde se le instruyó un proceso, junto con otros paisanos y familiares, entre ellos su hermano Juan López Téllez por haber sacado hacienda de los moriscos, ver Bernardo LÓPEZ BELINCHÓN, Honra, libertad y hacienda (hombres de negocios y judíos sefardíes), Alcalá de Henares, 2001, pg. 67, 30 A.H.N. Inquisición, lg. 62, exp. 5, fos 91v/93v, la información la facilitó poco tiempo después Gabriel de Carmona Vanegas un morisco, natural de Almagro, que trabajaba como espía para la corona española y que fue testigo de toda la operación. Este Valencia debió ser uno de los ricos comerciantes moriscos que se adelantó en el tiempo a la expulsión optando por salir voluntariamente y consiguiendo así pasar mejor su hacienda, al respecto ver Antonio DOMÍNGUEZ ORTIZ y Bernard VINCENT, ob. cit., pg. 178. 31 A.H.N. Inquisición, lg. 62, exp. 5, fos. 85r/93r. En Anthony SHERLEY, Le ‹‹Peso Político de todo el mundo›› ou un aventurier anglais al service de l’Espagne, Xavier A. Flores (ed.), París, 1963, pp. 107-111, para conocer los avatares del conflicto marroquí. Luis CABRERA DE CÓRDOBA, ob. cit., passim, donde se puede seguir con detalle la dispar suerte que los contendientes van corriendo durante la guerra y el sentir español al respecto. 26

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Es fácil imaginarse las tribulaciones de los afectados ante la propuesta de los conversos lusos, por un lado estaban las disposiciones conminatorias, duras, exigentes, que les obligaban a desprenderse de una parte importante de su patrimonio, de perderlo para siempre. Por otro la oferta de los portugueses, tentadora pero no exenta de riesgo, recelo obligado por la desconfianza. Ante tamaña disyuntiva se vieron los moriscos quienes, al final, se decantaron por aceptar la propuesta que les hacían y entregaron sus joyas y su dinero para ser situado en Francia.

5.

Conclusión

La expulsión de los moriscos supuso una pérdida muy señalada para la economía española que no podemos cuantificar pero de la que conocemos su impacto a través de distintas opiniones vertidas por los contemporáneos, Cabrera de Córdoba, sin criticar la medida, expone su temor a que baje el valor a recaudar por las alcabalas y otros ingresos fiscales32, lo que, sin decirlo, se puede interpretar como un sentimiento de interesado pesar puesto que aquello con lo que no contribuyesen los exiliados saldría de los demás. J. H. Elliot no duda en vincular la orden de destierro con un mecanismo político de compensación para consumo interno y lavar de este modo la gestión de gobierno del Duque de Lerma: se firmó la Tregua de los Doce Años y el mismo año se publicó la expulsión33, a lo que debemos de añadir la difícil coyuntura que, a partir de 1606 y en materia de política interior, estaba viviendo el valido con la prisión de don Pedro de Franqueza, conde de Villalonga; el licenciado Alonso Ramírez de Prado y el portugués Pedro Álvarez Pereira, miembro del Consejo de Estado de Portugal y de su Junta de Hacienda; tres de sus más estrechos colaboradores que se encontraban detenidos respondiendo a los cargos de corrupción y, junto con ellos, los financieros lisboetas Juan Núñez Correa y Pedro Gómez Reynel34. Sea como fuere, lo que sí podemos afirmar es que la salida de los moriscos significó una enorme sangría económica35. 32

Relaciones de las cosas sucedidas en los reinos de España…, ob. cit., pg. 399. La España imperial…, ob. cit., pp. 331-335. 34 Remito a mi Tesis Doctoral, La minoría judeoconversa en la época del Conde Duque de Olivares…, ob. cit., parte III, cap. V, “Malas compañías” donde analizo toda la situación de corrupción tejida por las hechuras de Lerma y la oposición política a su gestión. También Antonio FEROS CARRASCO, El Duque de Lerma, ob. cit., cap. 8. 35 Ver el análisis del problema en Antonio DOMÍNGUEZ ORTIZ y Bernard VINCENT, ob. cit., cap. 10. No hay duda de que los gobernantes de la época de Felipe IV ya sufrían las consecuencias de la medida; al respecto ver la opinión de su confesor real quien, en 1633, le indicaba “Muy poco tiempo ha que se hizo la expulsión de los moriscos, que causó en estos reinos tales daños que fuera bien tornarlos a recebir, si ellos se allanaran a recibir nuestra Santa Fe”, en Elkan N. ADLER, “Documents sur les Marranes d’Espagne et de 33

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Moriscos y marranos. Colaboración interesada de dos colectivos marginados en tiempos del Quijote. Jesús Carrasco Vázquez Publicado en La Orden de San Juan en tiempos del Quijote, edición a cargo de Francisco Ruiz Gómez y Jesús Molero García, 2010, Ediciones de la Universidad de Castilla – La Mancha, pp. 193-202.

En cuanto a los conversos portugueses cabría preguntarse por qué estaban en condiciones de colocar en Francia la hacienda de los moriscos. Para responder a esta pregunta es necesario tener presente la amplia retícula que habían tejido en el suroeste francés donde se habían ido acomodando huyendo de los rigores de la Inquisición. Las localidades fronterizas con España fueron el lugar preferido de asiento y, por esa razón, zonas como San Juan de Luz, Biarriz, Bayona, y algo más al norte, Burdeos, recibieron un numeroso contingente de lusitanos de origen judeoconverso36. Precisamente, ese amplio despliegue de portugueses avecindados en Francia que nunca perdieron contacto con sus familiares y paisanos situados en España, les permitió mantener estrechos vínculos, desde los personales hasta los comerciales, y formando compañías, se intercambiaron productos demandados en sus respectivos mercados. Los unos y los otros practicaban actividades complementarias y los situados en suelo galo se convirtieron en la pieza clave para dirigir hacia el interior de España toda suerte de géneros centroeuropeos, entre ellos la moneda falsificada de vellón, asunto del que ya me ocupé en el artículo citado. Finalmente los objetivos de ambos colectivos se lograron y la hacienda de los moriscos fue puesta a salvo por los marranos portugueses que, en general, atendieron a satisfacción los compromisos contraídos con sus clientes. En todos los casos, a juzgar por la testificación que hiciera el espía de la Corona, el morisco Gabriel de Carmona37, los contratos se cumplieron aunque hubo excepciones de las que conocemos algunos casos, como el de Miguel de Sosa que tras haber pasado gran cantidad de hacienda no devolvió lo pactado; tampoco lo hizo Fernando Gómez Lobo y ante el pleito que le pusieron sus víctimas ante el gobernador de Bayona, Conde de Agramont, huyó de San Juan de Luz y se instaló en Madrid.

Portugal sous Philippe IV”, Revue des Études Juives, vol. 51 (1906), pg. 120, cit. por John H. ELLIOT, ob. cit., pg. 335 y nota 56. 36 Julio CARO BAROJA, Los judíos en la España Moderna y Contemporánea, 3 vols. Madrid, 1986, 3ª edición, en particular vol. 1, pg. 270 y sgtes. J. Lúcio de AZEVEDO, História dos cristãos-novos portugueses, Lisboa, 1989, 3ª edición, pg. 372 y sgtes. 37 A pesar de ser un colaborador de la Corona terminó ante el tribunal de la Inquisición toledana donde se le instruyó una causa de fe por hereje, acusado por testigos marranos portugueses; fue sentenciado a abjurar de vehementi, a recibir cien azotes y a servir en las galeras durante tres años. Las causas de todo ello en mi artículo ya citado; la documentación inquisitorial relativa a este hombre en A.H.N. Inquisición, lg. 191, exp. 2; Ibidem, lg. 2.106, el primero es el proceso que sufriera ante el Santo Oficio, el segundo es un resumen del mismo que consta en las Relaciones de Causas del citado tribunal correspondiente a 1620. Comunicación presentada al III Congreso sobre la Orden Militar de San Juan “Historia de la Orden de San Juan en tiempos del Quijote”, 24-26 febrero 2005 – Alcázar de San Juan - Página 9 de 10

Moriscos y marranos. Colaboración interesada de dos colectivos marginados en tiempos del Quijote. Jesús Carrasco Vázquez Publicado en La Orden de San Juan en tiempos del Quijote, edición a cargo de Francisco Ruiz Gómez y Jesús Molero García, 2010, Ediciones de la Universidad de Castilla – La Mancha, pp. 193-202.

Mención especial por la notoriedad que alcanzaría años más tarde es el caso que protagonizara Juan Núñez Saravia y de la que se hace eco el informante. Saravia tenía establecida relaciones comerciales con su padre, Antonio Fernández Ferreirín y su hermano, Fernando López Saravia, afincados en el suroeste francés adonde llegaron desde su Trancoso natal, allá en la Beira lusitana. Según contara Carmona a las autoridades, el portugués se había comprometido a situar 100.000 ducados en Francia avalado por Francisco de Valencia. Llegado el momento de devolver la hacienda a sus clientes, las dilaciones y excusas en la entrega del dinero hicieron que los afectados, entre los que se encontraban Francisco Toledano y su yerno, Gabriel de Lasarte, acudieran al avalista apremiándole para que se cumpliese lo prometido. El conflicto se agravó porque los depositarios se negaban a cumplir su parte. Finalmente el asunto se saldó con un pacto entre el avalista y Saravia, que se había desplazado, expresamente, hasta San Juan de Luz para componer el acuerdo y que consistió en la entrega de sólo 50.000 ducados, es decir la mitad de la hacienda a evadir, lo que elevó su comisión a la nada despreciable cifra del 50% del patrimonio recibido, pero en esta componenda hubo otro beneficiado, el propio avalista, Francisco Valenciano, que no dudó en perjudicar a sus correligionarios en beneficio propio. A la postre esta operación resultó ser un bonito negocio para Saravia38 que por aquel entonces desarrollaba su actividad al margen del amparo y servicio de su tío, Juan Núñez Correa y bajo la tutela de Diego Pereira. Aún estaba lejos el momento en el que, sustituyendo a Correa al frente de los negocios, pasara a liderar al grupo familiar y llegara a convertirse, en 1627 y bajo el decidido impulso del Conde Duque de Olivares, en un asentista de Felipe IV; en ese momento los hijos de Diego, Simón y Lorenzo Pereira, le acompañarían en la nueva andadura39.

38

A.H.N. Inquisición, lg. 62, exp. 5, fº. 93v. Ibidem, fº 43r y sgtes., testimonio de Martín de Arizmendi para conocer otras situaciones. 39 Al respecto remito a mi tesis doctoral ya citada que versa sobre la familia Correa-Saravia, en particular Parte III, cap. VII “Contrabando de moneda. El peligroso beneficio de los negocios ilícitos”. Sobre Saravia también ver, Antonio DOMÍNGUEZ ORTIZ, “El proceso inquisitorial de Juan Núñez Saravia, banquero de Felipe IV, Hispania, LXI, (1955), pp. 559-581; Julio CARO BAROJA, ob. cit., vol. 2, pp. 67-75. James C. BOYAJIAN. Portuguese bankers at the Court of Spain 1626-1650, New Jersey, 1983, passim, Nicolás BROENS, Monarquía y capital mercantil: Felipe IV y las redes comerciales portuguesas (16271635), Madrid, 1989, passim. Comunicación presentada al III Congreso sobre la Orden Militar de San Juan “Historia de la Orden de San Juan en tiempos del Quijote”, 24-26 febrero 2005 – Alcázar de San Juan - Página 10 de 10

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