Morín, Edgar (1995) “De la reflexión sociológica” en Sociología. Ed. Tecnos, Madrid, pp. 23-61.

Control de Lectura – Morín, Edgar (1995) "De la reflexión sociológica" en Sociología. Ed. Tecnos, Madrid, pp. 23-61.
Francisco Javier Mireles Alonso – Seminario de Etnografía – Maestría en Antropología Social

Edgar Morín (1921-actualidad) es un sociólogo y filósofo francés que ha incursionado en distintas áreas de investigación. Es más conocido por su aporte teórico al que denomina 'pensamiento complejo', en el que hace patente la complejidad de los sistemas y se aleja de la perspectiva que afirma la unidad de las ciencias, reafirmando la importancia del desorden y el error como factores importantes en el desarrollo de una investigación y la comprensión de la realidad como fenómeno complejo.
Comienza su reflexión considerando que existen dos tipos de sociología: una científica y otra ensayística. La primera –considerada vanguardia– utiliza un modelo mecanicista y determinista que establece relaciones causales, unívocas y lineales mediante las cuales busca descubrir leyes y reglas generales, eliminando el contexto del objeto; este aislamiento es una imposibilidad experimental y provoca la irresponsabilidad del investigador sobre el conocimiento que genera. La segunda –considerada retaguardia– se visibiliza el sujeto que investiga, los actores sociales, la intervención sociológica como agente de formación de consciencia y el contexto del objeto; pero carece de un fundamento 'científico'.
Sin embargo, Morín cuestiona este fundamento científico como algo anticuado, pues la rehabilitación científica del concepto de autonomía (desligado de la metafísica) y de finalidad (desligado de la teología) han redimensionado el papel del observador en la investigación bajo una lógica relativa y de incertidumbre, donde no existe la 'observación pura'. El concepto de ciencia es también un producto histórico, y lo que hoy se entiende como 'científico' quizás en un mañana ya no sea entendido de esa manera. Además, la ciencia no se ha podido desligar de su origen antropocéntrico de dominio de la naturaleza, y se ha convertido en universal sin dejar de lado su carácter occidental.
En este sentido, Morín argumenta que la objetividad radica en los datos y no en las teorías, pues las primeras no cambian mientras que las segundas son producto de sus condiciones. Con respecto a los límites del conocimiento, argumenta que son biocerebrales (orgánicos y fisiológicos) pero también socioculturales (los condicionamientos de los que somos objeto).
En cuanto al papel del observador, éste se encuentra perturbado por la sociedad, la cual actúa en el inclusive aunque éste no se de cuenta de ello; razón por la cual no es factible nombrar un punto de vista como algo particular cuando la manifestación de él sea algo colectivo. En este sentido, la biología contemporánea ha permitido reafirmar el papel del sujeto como una entidad que actúa con base en la información, en la comunicación y el procesamiento de las dos anteriores (a lo que denomina 'computación'), legitimando la necesidad de reintegrar al observador-sujeto como elemento autocrítico en las ciencias sociales, dando por sentada la relación recursiva indisoluble entre individuos y sociedad.
En consideración con esto, Morín argumenta que una teoría no es un reflejo de la sociedad, sino una construcción de ideas que se aplica al fenómeno que se pretende interpretar, exponiendo que el carácter de científico se obtiene mediante la aceptación del consenso así como del antagonismo y el conflicto, siendo una teoría tipificada como científica en tanto provenga de datos ciertos, óptica bajo la cual ninguna disciplina poseería el monopolio de la 'cientificidad'.
Finalmente, el autor expone que en la sociología hace falta una flexibilidad y complejidad que permitan exponer potencialidades circulantes, transgresoras y/o ambivalentes de los actores-sujetos; también existe la necesidad de introducir categorías más complejas entre el catálogo de las categorías ya elaboradas de una manera menos rígida y que conciba también el error y la conflictividad.
En suma, el problema de la sociología es la toma de consciencia de que estamos autoinscritos en la sociedad y que es imposible desarraigarse de ella, pero que nos podemos distanciar para poder buscar la objetividad.