MORENO MEGÍAS (2014) Formas que cambian, engobes que permanecen. Una visión diacrónica de las imitaciones de vajilla de tipo Kuass en el valle del Guadalquivir

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Descripción

COMER A LA MODA: IMITACIONES DE VAJILLA DE MESA EN TURDETANIA Y LA BÉTICA OCCIDENTAL DURANTE LA ANTIGÜEDAD (S. VI A.C. - VI D.C.)

Col·lecció INSTRUMENTA Barcelona 2014

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COMER A LA MODA

IMITACIONES DE VAJILLA DE MESA EN TURDETANIA Y LA BÉTICA OCCIDENTAL DURANTE LA ANTIGÜEDAD (S. VI A.C. - VI D.C.)

Francisco José García Fernández Enrique García Vargas (Eds.)

© PUBLICACIONS I EDICIONS DE LA UNIVERSITAT DE BARCELONA, 2014 Adolf Florensa, 2/n; 08028 Barcelona; Tel. 934 035 442; Fax 934 035 446. [email protected] 1ª edición: Barcelona, 2014 Director de la colección: JOSÉ REMESAL. Secretario de la colección: ANTONIO AGUILERA. Diseño de la cubierta: CESCA SIMÓN. Composición y maquetación: SERGI CALZADA. CEIPAC - http://ceipac.ub.edu Unión Europea: ERC Advanced Grant 2013 EPNet 401195. Gobierno de España: DGICYT: PB89-244; PB96-218; APC 1998-119; APC 1999-0033; APC 1999-034; BHA 2000-0731; PGC 2000-2409-E; BHA 2001-5046E; BHA2002-11006E; HUM2004-01662/HIST; HUM200421129E; HUM2005-23853E; HUM2006-27988E; HP2005-0016; HUM2007-30842-E/HIST; HAR2008-00210; HAR2011-24593. MAEX: AECI29/04/P/E; AECI.A/2589/05; AECI.A/4772/06; AECI.A/01437/07; AECI.A/017285/08. Generalitat de Catalunya : Grup de Recerca de Qualitat: SGR 95/200; SGR 99/00426; 2001 SGR 00010; 2005 SGR 01010; 2009 SGR 480; 2014 SGR 218; ACES 98-22/3; ACES 99/00006; 2002ACES 00092; 2006-EXCAV0006; 2006ACD 00069. Esta edición ha contado con la colaboración financiera de los Proyectos de Investigación: “La construcción y evolución de las entidades étnicas en Andalucía en la Antigüedad (siglos VII a.C.-II d.C.)” (HUM-03482), “Identidades étnicas e identidades cívico-políticas en la Hispania romana: el caso de la Turdetania-Betica” (HAR2012-32588) y “Sociedad y Paisaje. Alimentación e identidades culturales en Turdetania-Bética (Siglos VIII a.C. – II d. C.)” (HAR2011-25708/Hist), integrándose dentro de sus objetivos y difusión. Portada: Fotografía de plato de pescado de figuras rojas procedente de Apulia (ca. 350-325 a.C.) y conservado en el Museo del Louvre (Bibi Saint-Pol). Fotografía de plato de pescado en cerámica tipo Kuass procedente de la c/ Arellano 3 de Carmona (Sevilla) y conservado en el Museo de la Ciudad de Carmona (Violeta Moreno Megías). Composición original de Blanca del Espino Hidalgo. Impresión: Gráficas Rey, S.L. Depósito legal: ISBN: Impreso en España / Printed in Spain.

Queda rigurosamente prohibida la reproducción total o parcial de esta obra. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, transmitida o utilizada mediante ningún tipo de medio o sistema, sin la autorización previa por escrito del editor.

Índice General

Presentación (F.J. García Fernández, E. García Vargas)

9

Nomenclatura y taxonomía de las cerámicas de imitación hispanorromanas. A modo de psicoanálisis (D. Bernal Casasola)

13

Imitaciones en las vajillas de mesa en la Bahía de Cádiz desde la transición tardoarcaica hasta la época tardopúnica. Actualización de los datos y nuevas propuestas (A. Sáez Romero)

33

Oculto bajo el barniz. Aproximación inicial a las producciones grises de Gadir de época tardoclásica-helenística (siglos -IV/-III) (A. Sáez Romero)

79

El éxito de la vajilla helenística “tipo Kuass” ¿Resultado de la adopción de una moda estética o reflejo de transformaciones culinarias y comensales? (A.Mª Niveau de Villedary y Mariñas)

119

Formas que cambian, engobes que permanecen. Una visión diacrónica de las imitaciones de vajilla de tipo Kuass en el valle del Guadalquivir (V. Moreno Megías)

175

El peso de la tradición: imitación y adaptación de formas helenísticas en la cerámica común turdetana (siglos V-I a.C.) (F.J. García Fernández)

205

Las imitaciones de vajilla de barniz negro en el valle del Guadalquivir (Mª J. Ramos Suárez, E. García Vargas)

239

Las imitaciones locales de Terra Sigillata en la bahía de Cádiz (M. Bustamante Álvarez; E. López Rosendo)

271

Imitaciones béticas de sigillata: contextos del s. I a.C.-II d.C. en la Plaza de la Encarnación y el Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla (J. Vázquez Paz, E. García Vargas)

301

Imitaciones béticas de African Red Slip Ware: una sucinta aproximación a los contextos de Hispalis (J. Vázquez Paz)

323

7

La Terra Sigillata Hispánica Tardía Meridional (TSHTM): últimas producciones béticas de imitación para la mesa (J. Vázquez Paz, E. García Vargas)

333

Epílogo. Mil años de imitaciones: gusto, cultura e identidad (E. García Vargas, F.J. García Fernández)

353

Índices analíticos Índice topográfico Índice de materias Índice de formas cerámicas

371

Láminas

385

8

375 379

Formas que cambian, engobes que permanecen. Una visión diacrónica de las imitaciones de vajilla de tipo Kuass en el Valle del Guadalquivir Violeta Moreno Megías Universidad de Sevilla1 1. Introducción y objetivos Desde los primeros momentos de fabricación de la cerámica de tipo Kuass en los talleres gadiritas hacia finales del siglo IV a. C., esta vajilla de inspiración helenística conoció un importante éxito interregional que la llevaría a estar presente en las mesas de aquellas zonas participantes, desde una óptica comercial o cultural, de la influencia del “Círculo del Estrecho”. Las riberas del río Gua� dalquivir no se quedaron fuera de esta exportación, motivada por una demanda que potenció, incluso, la puesta en marcha de una producción local de imitación a imagen de los vasos llegados del área de Gadir. No se trata de las únicas manufacturas de tipo Kuass fuera de la Bahía de Cádiz, ya que están constatados talleres alfareros que dieron lugar a prototipos de la vajilla en diversos puntos del Norte de África. En nuestro caso, a pesar de la ausencia de hornos asociados a fallos de cocción u otras evidencias directas de elaboración local, las características formales, tecnológicas, composicionales y decorativas de muchas de las piezas registradas en núcleos del curso inferior del Guadalquivir han permitido detectar la existencia de una producción destinada a satisfacer la demanda más local, excediendo no obstante los límites de simples imitaciones esporádicas fruto de la experimentación

Este trabajo se ha realizado en el marco del Grupo de Investigación PAI “De la Turdetania a la Bética” (HUM-152) de la Universidad de Sevilla dentro del Proyecto: “Sociedad y Paisaje. Alimentación e identidades culturales en TurdetaniaBética (Siglos VIII a.C.-II d.C.)” (HAR2011-25708/Hist), gracias a una beca de Formación de Profesorado Universitario concedida por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. 1

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aislada de un alfarero. Esta relación de filiación con la cerámica de tipo Kuass gadirita nos obligará a realizar una comparación constante en todos sus aspectos entre los elementos originarios de la Bahía de Cádiz, que llegaban en forma de importaciones, y los productos locales puestos en circulación por las mismas comunidades turdetanas de las riberas del Guadalquivir. El área geográfica afectada por la presencia de manufacturas locales en la cuenca del río se circunscribe a un tramo inferior que se inserta en su totalidad en la actual provincia de Sevilla (fig. 1). Las únicas evidencias de cerámica de tipo Kuass en el curso medio o alto del Guadalquivir se reducen a los ejemplares de La Bobadilla, en Jaén (Peinado y Ruiz 2010). Además de aparecer en un contexto funerario en el que se incluyen como elemento de prestigio y sin valor funcional intrínseco, no son productos locales sino vasos gadiritas, llegados por las redes comerciales probablemente desde los centros turdetanos del Bajo Valle. Remontando el curso fluvial desde su paleodesembocadura, alcan� zamos a documentar verdaderas imitaciones desde Coria del Río hasta Alcalá del Río. Más hacia el interior, la Campiña sevillana ofrece abundantes ejemplos en Carmona, Mesa de El Gandul y Cerro del Cincho. En su totalidad forman un conjunto que por poco no dobla el volumen de las importacio� nes gadiritas documentadas en esta misma región. Su alta concentración en las tierras de la Campiña apunta hacia una localización presumiblemente próxima de los alfares encargados de su creación. El objetivo principal del análisis de la cerámica de tipo Kuass de imitación del valle del Gua� dalquivir se centra en el conocimiento de la verdadera dimensión de la vajilla engobada en el seno del entramado productivo local, frente al papel secundario que tradicionalmente se había adjudicado a la zona como receptora esporádica de un repertorio filtrado por los hábitos más tradicionales del ámbito doméstico turdetano (Niveau de Villedary 2003a, 243). Más concretamente, una serie de objetivos específicos fueron planteados para el estudio de la presencia de cerámica de tipo Kuass de origen local en el curso del río Guadalquivir: a) Registrar la totalidad de piezas de tipo Kuass documentadas en núcleos del entorno del río Guadalquivir. b) Determinar, mediante la observación y descripción de sus características morfológicas, funcionales y tecnológicas, la procedencia probable de cada uno de los ejemplares registra� dos. c) Establecer el marco cronológico y espacial en el que se documentan manufacturas locales de tipo Kuass en el área geográfica en cuestión. d) Detallar las categorías formales que fueron realizadas en talleres del Bajo Guadalquivir, atendiendo a la relación con la vajilla turdetana tradicional, así como valorar la ausencia de elementos presentes en el repertorio gadirita. e) Analizar la presencia de características morfológicas o perfiles inspirados en otros catálo� gos cerámicos ajenos al muestrario inicial de formas de filiación ática. f) Determinar la potencia de la demanda interna y la capacidad de los talleres locales para satisfacerla, insertos en la dinámica comercial a escala regional de este periodo.

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g) Postular las motivaciones económicas, sociales y culturales que impulsaron la implanta� ción de una demanda específica entre las comunidades turdetanas, la elección de las formas consumidas y, especialmente, el recurso a su imitación. Es por ello que el estudio de cerámicas de tipo Kuass se revela como una útil herramienta para profundizar en el proceso de integración de los asentamientos a orillas del Guadalquivir en el círculo cultural liderado por Gadir (Ferrer 1998; Chaves et al. 1998), que les lleva, en el caso de la cerámica de mesa, a modificar aspectos tecnológicos y formales de la vajilla utilizada para servir alimentos y bebidas con una frecuencia más cotidiana de lo esperado. 2. Caracterización formal, técnica y decorativa Las imitaciones turdetanas de cerámica de tipo Kuass se asimilan en gran medida a las ca� racterísticas definitorias de la producción de los talleres púnicos gadiritas, detalladas en el capítulo anterior de esta misma obra por Niveau de Villedary. Al igual que los modelos importados, la vajilla local se caracteriza por estar compuesta por elementos de mesa que reproducen los perfiles áticos de la cerámica de barniz negro, más como emulación de la producción protocampaniense de Gadir que como copia directa de los vasos griegos. Éstos últimos, aunque se generalizaron durante el siglo IV a.C. también entre las poblaciones turdetanas, no conocieron el mismo éxito en el interior del curso bajo del río que en Andalucía Oriental o la misma Cádiz (Cabrera 1994, 91-93). Además de la morfología, se mantienen fieles a las cerámicas de tipo Kuass originales los revestimientos, de nuevo engobes en tonos rojizos y castaños, generalmente peor conservados, y la decoración ocasional en forma de impresión de estampillas en el fondo de determinados recipientes. Éstos son los puntos comunes que permiten establecer una relación directa entre ambas producciones, de manera que po� dríamos considerar la vajilla local del Bajo Guadalquivir como la copia de una imitación anterior, es decir, de la propuesta gadirita que reinventa las lujosas formas de la cerámica ática de barniz negro. 2.1. Caracterización formal Los materiales que se reproducen son esencialmente elementos de uso doméstico y, por tanto, cotidiano, estando compuesto el catálogo en su mayoría por formas destinadas al consumo de líqui� dos o sólidos en pequeñas cantidades tales como páteras, cuencos globulares, copas o bolsales, junto a una importante presencia del plato de pescado, forma que se reproduce también en la cerámica común. Aún así, en el apartado de los platos el volumen de ejemplares se reduce, y la gama es menos variada que en los alfares de la Bahía de Cádiz. De manera general encontramos perfiles que se ajustan, en ocasiones de manera exacta y en otros casos libremente interpretadas, a las hormas de la tipología original de la cerámica de tipo Kuass. Aún así, ciertos elementos se alejan de este guión y proponen nuevas formas que, ya existen� tes en el repertorio de la cerámica común, se suman a la tendencia del revestimiento rojizo y pasan a formar parte de la vajilla guadalquivireña de tipo Kuass. Exceptuando estas pocas formas tomadas de la raigambre turdetana, la conformación del repertorio absorbe de manera sucesiva elementos de tres tradiciones: la influencia helenística de las importaciones áticas, tomada directamente de los alfares púnicos; las novedades itálicas introducidas con la expansión de la cerámica campaniense; y, por último, ciertos rasgos de las producciones itálicas del mundo de las sigillatas, que entroncan la fabricación de vajilla tipo Kuass en talleres turdetanos con las imitaciones de tipo Peñaflor y que, en última instancia, distancian del repertorio gadirita a lo que comenzó como una producción imitativa.

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Dejando a un lado las formas tomadas directamente y sin transformación aparente desde la tradición turdetana, que son las menos, morfológicamente se respetan muchos de los detalles adquiri� dos en su momento de las importaciones griegas, detalles que determinarán, al igual que sucedía con los prototipos gadiritas, los perfiles caracterizadores de esta vajilla. Destacan entre ellos la aplicación del pie anular, que se suma a la tendencia de la incorporación del pie desarrollado a distintas formas preexistentes en otros estilos cerámicos, sobre todo a vajillas de mesa barnizadas gaditanas a partir especialmente de la segunda mitad del siglo IV a.C. (vidi capítulo de García Fernández en esta obra; García y Sáez e. p.). Sin embargo, la tónica general de las formas es la propia del estadio más evolu� cionado de la producción gadirita, que ya deja de relieve la influencia de los productos de los talleres protocampanienses����������������������������������������������������������������������������� más recientes, ������������������������������������������������������������� fundamentalmente de la cerámica campaniense A. No sólo se de� tecta el impacto de los vasos itálicos en la modificación de atributos o detalles morfológicos, sino que también llegan a copiarse íntegramente formas que llegan por primera vez con la vajilla campaniense, como es el caso de las páteras, la forma estrella de la cerámica de tipo Kuass de fabricación turdetana. Esta continua evolución de los perfiles que moldean los alfareros, manteniendo siempre la tecnología del revestimiento, llega más allá en el caso de la vajilla del Bajo Guadalquivir. Ciertos ejemplares presentan modificaciones que, si no fuera por la presencia de decoraciones estampilladas y los pies de filiación ática con las transformaciones típicas de los vasos de tipo Kuass, serían fácilmente clasificables como cerámica sigillata de imitación tipo Peñaflor. De hecho, en el conjunto de cerámi� cas tipo Kuass documentado en la Mesa de El Gandul, íntegramente de imitación, aparecen detalles morfológicos únicos como ranuras, molduras y carenas muy marcadas que no tienen parangón en los prototipos helenísticos ni en las innovaciones gadiritas en la cerámica engobada. Hasta ahora, estas características han aparecido siempre en fragmentos amorfos, lo que nos impide incluirlos en la pro� puesta de ordenación tipológica. Con ellos, en todo caso, se observa el recorrido completo que parece entroncar las primeras realizaciones inspiradas en la vajilla que llegaba de Gadir con las aportaciones propias que intentan amoldar el producto a la competencia cerámica que iba asentándose en la zona, por la masiva llegada de mercancías desde las potentes redes comerciales del mundo romano. 2.2. Caracterización técnica En el aspecto técnico se observa una gran variabilidad en cuanto a la composición de pastas y la calidad de los revestimientos, que pueden estar indicando la existencia de distintos talleres ope� rando en diferentes puntos de la región. No obstante, la producción en su conjunto mantiene unas características fijas: la cocción oxidante, o en ocasiones realizada en atmósfera mixta a juzgar por el núcleo oscuro de algunas de las piezas, y la presencia de una cubierta en tono casi siempre rojo o anaranjado, siendo los menos los revestimientos castaños. Esta cobertura, al igual que en el caso de la vajilla gaditana, es un engobe de base arcillosa que no llega a vitrificar, por lo que no debe ser denominado barniz (Ferrer 2004, 294). Frente a las particularidades���������������������������������������������������������������� técnicas que suelen presentar los vasos de tipo Kuass ��������������� proceden� tes de los hornos gadiritas, por norma general las pastas cerámicas del Bajo Guadalquivir aparentan una calidad menos fina en cuanto a su depuración y compactación, sin que ello afecte en gran medida a la resistencia del recipiente o a la capacidad de modelado. No debe verse con ello ningún indicio de incapacidad por parte de los alfareros turdetanos, al igual que la ejecución esquemática de la decora� ción estampillada, como se tratará a continuación, tampoco evidencia una falta de habilidad artística (Moreno e. p. b). En todo caso, por su carácter de vajilla fina de mesa la calidad de los productos alcanza estándares elevados frente a la cerámica común de cocina o almacenaje de la misma área.

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Estas características macroscópicas hacen que las piezas locales sean relativamente fáciles de reconocer a simple vista, si bien un análisis más pormenorizado de la composición del material nos ha permitido realizar distintos grupos técnicos (ver Lám. VI) que parecen apuntar a varios centros productivos aún no identificados con exactitud (Moreno et al. 2014b). La mayoría de los contextos de consumo documentados presentan un abastecimiento heterogéneo de la vajilla de imitación des� de varios de estos puntos de origen, exceptuando el caso de Mesa de El Gandul, cuyo repertorio es mayoritariamente uniforme. Entre los grupos técnicos establecidos, uno de ellos (el Grupo 6) fue adscrito a la Campiña sevillana -con pastas de tonos intensos anaranjados y rojizos y una gran can� tidad de calcita y mica en su composición- mientras que otros tres (Grupos 7, 8 y 9) proceden con probabilidad de las riberas del Guadalquivir -por lo general pastas menos depuradas, con inclusiones de gran tamaño que pueden incluir microfósiles o fragmentos de conchas-. Un grupo particular lo conforman una serie de piezas extraídas del Cerro de San Juan, en Co� ria del Río. Su caracterización, muy homogénea, sugiere una procedencia my cercana al lugar donde fueron documentadas, ya que sus pastas recuerdan a las arcillas del paleoestuario del Guadalquivir utilizadas para la fabricación de las ánforas Haltern 70 en época imperial (Carreras 2001, 420), con elementos ferruginosos aplicados como desgrasante. Estas pastas del estilo de aquellas de las Maris� mas revelan una producción con mucha probabilidad local en el entorno de Caura, pero sin embargo sus formas y calidades remiten directamente a una dependencia de los talleres gadiritas. Es por ello que consideramos excluir los productos corianos de la vajilla de tipo Kuass de imitación y proponer un estatus de taller satélite de la red comercial de Gadir, como sede desde donde impulsar la distri� bución de los materiales de la Bahía de Cádiz para satisfacer la demanda (Escacena y Moreno 2014). Las técnicas arqueométricas aplicadas a diversas muestras de estas producciones para deter� minar su definición compositiva, si bien de carácter preliminar, han permitido extraer algunos datos complementarios que confirman que el tamaño de los clastos y la porosidad suelen ser mayores en los casos de las piezas de imitación respecto a sus homólogos gaditanos, aunque la porosidad intra� partícula se mantiene siempre en niveles bajos. Del mismo modo destaca la presencia de bioclastos observados mediante el análisis petrográfico (Moreno et. al. 2014b). 2.3. Caracterización decorativa El apartado estilístico es uno de los aspectos definitorios y por tanto esenciales de la vajilla de tipo Kuass del valle del Guadalquivir, si bien sólo un pequeño porcentaje de los recipientes (menos del 10%) son decorados mediante la característica ornamentación estampillada. Estas cifras son sin embargo muy superiores a la proporción de elementos decorados en otras regiones donde se registra la misma vajilla. Esto se debe, en gran medida, a que la investigación en nuestra zona de estudio ha estado sesgada por la facilidad para reconocer los fondos estampillados como cerámica de tipo Kuass, mientras que muchos fragmentos no decorados eran pasados por alto. Este porcentaje no de� bió ser, en cualquier caso, muy alejado al de las formas de Castillo de Doña Blanca, donde se detecta� ron unos 140 vasos decorados de entre un total de casi 5000 piezas (Niveau de Villedary 2000, 202). Esta decoración impresa mediante punzones incisos surge de la imitación de las estampillas gadiritas de la cerámica de tipo Kuass original, que a su vez se inspira en los modelos helenísticos de la vajilla de mesa ática. Es por ello que sus esquemas pueden reconducirse con facilidad a la clasificación propuesta por Niveau de Villedary (2003a, 117 ss.). No obstante, en nuestro caso sólo registramos un único motivo que, con ligeras variantes, se repite en el fondo de ciertos vasos abiertos distribuido en distintos patrones. Se trata de la palmeta en su versión más simplificada y esquemática,

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alejada ya en gran medida del canon griego originario que representaba aquellos árboles de palma profusamente adornados. Es más, la simplificación llega a ser tal que el motivo se reduce en ocasio� nes a lo que parece ser un óvalo u otros elementos geométricos surcados por líneas simétricas que les dan aspecto de hoja o incluso de espina de pescado (Lám. V sup. b). Esta esquematización no es exclusiva de nuestra área geográfica de referencia, ya que las últimas investigaciones en complejos productivos alfareros gadiritas han permitido registrar sellos muy similares en los últimos momentos de su actividad comercial (Niveau de Villedary y Sáez e. p.). Se presentan tanto composiciones de varias palmetas enfrentadas o repartidas desigualmente - siempre cuatro en los casos en que contamos con el fondo completo - como una sola estampación aislada en el centro del recipiente. Una característica típica de estos sellos, además del evidente ca� rácter esquemático, es la ausencia de cartelas, festoneadas u ovaladas, que rodeen el motivo, ya que es el mismo borde de la estampilla el que marca el límite del perfil de la palmeta. El culmen de la simplificación termina por ser la agrupación de varias palmetas reducidas al máximo en un solo ele� mento geométrico dividido en cuatro partes (Lám. V sup. a). Contamos con dos ejemplos, uno pro� cedente de Sevilla con forma redonda y otro ovalado de la Mesa de El Gandul que, a pesar de haber sido interpretado en alguna otra ocasión como dos palmetas opuestas (Garrido 2007, 134), creemos corresponda a este mismo esquema de un sólo sello dividido en cuatro sectores que representan el patrón tradicional de las cuatro palmetas enfrentadas. El resto de motivos decorativos que se emplean en la vajilla púnica original no tiene rastros entre los productos de los talleres turdetanos. Las rosetas, que sin ser tan frecuentes como las palmetas eran un motivo recurrente en Gadir, no aparecen en nuestra vajilla, como tampoco lo hacen otras deco� raciones más raras como la impresión de figuras de cangrejos, los apliques antropomorfos, la decoración engallonada o el punteado del engobe rojo. De hecho, ninguno de estos detalles aparece tampoco entre las importaciones que se comerciaban desde la Bahía de Cádiz entre las comunidades del Guadalquivir. Solamente la palmeta en su versión esquemática es la única ornamentación hasta ahora encontrada en un repertorio que se inclina más hacia una vertiente funcional que hacia el ornato y la suntuosidad. Los alfareros turdetanos parecen no dejar de emplear el punzón durante toda la perduración de la producción, ya que se han encontrado ejemplos de muy variadas cronologías, siempre coin� cidentes con el último estadio de la fabricación gadirita durante el cual se vuelven tendencia estas impresiones tan simples. En los últimos momentos, cuando el desarrollo formal empieza a declinar hacia la influencia de otros estilos cerámicos, se introducen sencillos detalles decorativos que no van más allá de finas acanaladuras y discretas molduras que, sin embargo, no son exactamente iguales a las conocidas en el repertorio de la Bahía de Cádiz. 3. Antecedentes Es evidente que el estudio de la cerámica de tipo Kuass de imitación del valle del Guadalqui� vir sienta sus bases en los fundamentales trabajos de Niveau de Villedary que contribuyeron a la ca� racterización y sistematización de la vajilla gadirita original. Un momento clave en la investigación de esta clase cerámica fue la publicación de su Tesis Doctoral (2003), en la que tomaba el testigo que Ponsich había dejado pendiente tras su intervención arqueológica en Kuass (Marruecos) en la década de 1960 (Ponsich 1968; 1969) en la cual individualizó la producción y la asoció a imitaciones de la cerámica ática o campaniense. Tras los avances en la definición del panorama de los barnices negros mediterráneos (Sparkes y Talcott 1970; Morel 1981a y b) y la definición de los denominados ta� lleres protocampanienses (Adroher y López 1995), el impulso definitivo para el conocimiento de la

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cerámica de tipo Kuass fue su consideración como producto originario de la Bahía de Cádiz, su ca� racterización detallada y la propuesta de una tipología para su correcta identificación y clasificación (Niveau de Villedary 2003a; 2004a; 2004b). Por otro lado, la investigadora desarrolló interesantes trabajos acerca del papel de esta ce� rámica como elemento definidor para el área de influencia de Gadir (2008a) además de analizar los contextos funcionales en los que hace aparición la vajilla, con especial hincapié en su asidua presen� cia en las necrópolis púnicas (2003b; 2006; 2009; 2010). Después de este desglose completo de todos los aspectos referentes a la cerámica de tipo de Kuass gadirita, comenzó a proliferar la identificación de piezas a lo largo de una extensa área de distribución y, para el caso que nos ocupa, también en distintos puntos de las riberas del Guadalquivir, gracias a la ya ampliamente aceptada clasificación tipológica propuesta por la autora. Respecto a las imitaciones en el valle del Guadalquivir, de manera previa a la sistematiza� ción de la cerámica de tipo Kuass hubo una serie de investigaciones que serían esenciales para la comprensión del fenómeno: el estudio de la cerámica campaniense en Andalucía occidental de la mano de Ventura. En su Tesis Doctoral (1990) documentó varias piezas particulares para las que proponía un origen local, que serían recogidas posteriormente como vasos de tipo Kuass por Niveau de Villedary en su propio trabajo de tesis. Una vez que la vajilla de tipo Kuass fue siendo más cono� cida como producción diferenciada, el mismo Ventura fue consciente de la posibilidad de identificar piezas de esta clase cerámica o sus imitaciones entre aquellas que reunió en su primera recopilación de campanienses (2000, 184). Observaba similitudes entre las formas áticas de barniz negro y una serie de cerámicas que, si bien cambiaban en su revestimiento, mostraban una clara influencia o ins� piración por parte de las primeras, especialmente en cuanto a los cuencos de borde reentrante, platos de pescado, páteras, copas o bolsales. Ventura, incluso, apuntó ya a posibles talleres turdetanos que habrían realizado imitaciones tras el hallazgo de ciertas piezas aisladas en zonas del interior del curso inferior del Guadalquivir, en Carmona, Cerro Macareno y la Mesa de El Gandul (Ventura 2001). En la misma línea, Garrido (2007, 117) relacionó una serie de cerámicas frecuentes en la Mesa de El Gandul (Pellicer y Hurtado 1987) con las manufacturas locales registradas por Ventura, y a su vez las entroncaba ya, conociendo los estudios de Niveau de Villedary, con la vajilla de tipo Kuass. Bajo estas premisas, y uniéndonos a la tendencia que ha revisado distintas áreas geográfi� cas y su relación con la cerámica de tipo Kuass -el yacimiento de Kuass, con la revisión de Kbiri (2007), el estudio de Lixus (Aranegui 2001 y 2005) y, sobre todo, el estudio del Algarve de Sousa (2009)- realizamos un estudio monográfico sobre la presencia de esta vajilla en el Bajo Valle del Guadalquivir (Moreno 2012). Niveau de Villedary ya apuntaba, desde la realización de su Tesis Doctoral (2003a, 244), la necesidad de una línea de investigación que aislara, delimitara y definiera todas las producciones existentes relacionadas con este tipo de cerámica, a fin de contribuir a la caracterización de este periodo y profundizar en los centros de producción intermedios, así como Ventura invitaba, unos años antes, al estudio monográfico de cada una de las facetas de este horizonte cerámico (2000, 185). Niveau de Villedary señalaba, asimismo, la falta de estudios rigurosos sobre las piezas consideradas “imitaciones turdetanas” (2008b, 145-146). El desarrollo de una investigación centrada en el valle del Guadalquivir intentó dar respuesta a esta necesidad (Moreno et al. 2014a). Hasta el momento, la manifestación de cerámica de tipo Kuass de factura gaditana fuera del área estricta de su fabricación se había constatado únicamente en comu�

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nidades costeras. Los ejemplares procedentes de asentamientos del interior del valle del Guadalquivir fueron considerados únicamente producciones locales (Ventura 2001; Niveau de Villedary 2003a, 247), sin que se hubiera tenido en cuenta el rol comercial redistribuidor que parec��������������������� ía������������������� n sugerir los últi� mos hallazgos en núcleos como Alcalá del Río (Ferrer y García 2007, 122). Se hacía necesario por tanto discriminar entre la distribución comercial de la vajilla de mesa en la zona y la producción local de imitación que parecía indiscutible. La confirmación de una serie de talleres locales que planificaran una producción a la escala necesaria para abarcar su área de influencia demostraba la existencia de una demanda específica, una necesidad para el uso cotidiano y unos gustos muy influidos por el ámbito púnico occidental. Además, la presencia de este tipo cerámico en lugares como El Gandul (Alcalá de Guadaíra) o el Cerro del Cincho (Carmona), centros no tan directamente conectados con las comuni� dades costeras, se relacionó con un empleo bastante generalizado de la vajilla engobada. En definitiva, se propuso una actualización de los circuitos de distribución de la cerámica de tipo Kuass en la que el Bajo Guadalquivir avanzara a la primera línea del consumo y aceptación de esta vajilla de mesa y, en cuanto a la existencia de complejos industriales dando lugar a imitaciones, el reconocimiento de las profundas huellas que dejó el contacto con las producciones púnicas gadiritas (Moreno e. p. a). 4. Propuesta tipológica y funcional El referente para la sistematización de la cerámica de tipo Kuass de imitación del valle del Guadalquivir (Lám. V inf.) es, necesariamente, la clasificación propuesta para la vajilla púnica de la cual se toman la mayoría de perfiles y demás aspectos definitorios. La tipología de Niveau de Ville� dary (2003a; 2004a), de probada operatividad, se ajusta con facilidad al repertorio documentado, si bien será necesario realizar algunas matizaciones que adapten el esquema a los productos turdetanos. Un sector importante de los ejemplares documentados, sobre todo los fragmentos de pie, presentan atributos que son compartidos entre distintas formas de cuenco o de vasos para bebida, por lo que hay un porcentaje de recipientes que no ha podido diferenciarse entre las diversas opciones posibles aunque pueda apuntarse para ellos una probable función de elemento para bebida. En cuanto al aspecto funcional, las diferencias son muy significativas entre la zona de fabri� cación originaria de la Bahía de Cádiz, muy variada en contextos, y los asentamientos de las riberas del Guadalquivir. La ausencia de determinados conjuntos de formas incide sobre la disparidad fun� cional entre ambas regiones aunque, como veremos, determinadas pautas se mantienen uniformes. 4.1. Clasificación tipológica Denominaremos cada una de las formas documentadas según su paralelo en la tipología de Niveau de Villedary, cuando exista, mientras que para los perfiles ya más tardíos e inspirados en los prototipos de cerámica campaniense optamos por la tipología de Morel (1981a y b). Por último, los escasos fragmentos que remiten a artefactos de la cerámica común turdetana son clasificados según una ordenación tipológica general (Ferrer y García 2008), para cuya profundización remitimos al capítulo correspondiente a la vajilla común del valle del Guadalquivir en esta misma obra. 4.1.1. Forma II (Fig. 2, 1-6) La Forma II (Niveau de Villedary 2003a, 46 ss.) corresponde al plato de pescado, un re� cipiente abierto ampliamente extendido por el Mediterráneo helenístico y que no es extraño en la cerámica común turdetana (Ferrer y García 2008, 208), en la que corresponde a la Forma II-C de Escacena (1987). Se trata de un plato de tendencia más o menos horizontal cuyas paredes terminan de

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forma brusca formando una característica pestaña colgante. Su otro atributo definitorio lo conforman el fondo rehundido en forma de cazoleta y el ancho pie anular. Nos encontramos ante la segunda forma más modelada en los talleres del Guadalquivir. La variación formal de este plato es grande, lo que permitió diferenciar varios tipos entre el repertorio gadirita. Las imitaciones turdetanas sólo reproducen los tipos II-A, II-B y II-C, siendo curiosa la au� sencia del Tipo II-D que corresponde precisamente al perfil de los platos de pescado turdetanos, más profundos y con una pestaña apenas señalada. El Tipo II-A corresponde a la forma más común de los platos gadiritas, reconocible por la acana� ladura que rodea el extremo superior del borde así como la orilla del pocillo central, mientras que los de� talles de bordes y pies son diversos. Encontramos ejemplares con diámetros normales entre 18 y 20 cm, si bien uno de los platos ronda los 15 cm, sensiblemente menor que los modelos púnicos de tipo Kuass. El plato II-B es el más frecuente entre las imitaciones del Guadalquivir, caracterizado en la Bahía de Cádiz por carecer de acanaladura en el borde y contar con pestañas anchas que conforman diámetros de grandes dimensiones. Entre nuestras imitaciones, sin embargo, sólo se respeta el perfil, ya que las dimensiones son variables y en ocasiones, de nuevo, muy reducidas (entre los 16 cm del ejemplar más pequeño y los 22 cm que corresponden a la media de los prototipos gadiritas). Por último, el Tipo II-C, ya sin ranuras, está formado por platos de poca profundidad cuyas pa� redes terminan en pestañas cortas y de tendencia vertical, con pies denominados de Tipo 2 según la cla� sificación de fondos de plato de pescado de la misma investigadora (Niveau de Villedary 2003a, 52). Está atestiguado entre las manufacturas turdetanas gracias a un único pie de unos 9 cm de diámetro. 4.1.2. Forma IV (Fig. 2, 7) La Forma IV (Niveau de Villedary 2003a, 57) se describe como platos de borde simple de perfil ancho y bajo que pueden aparecer con o sin acanaladura en el interior del borde. Entre los productos turdetanos sólo se ha detectado un fragmento de un borde de grandes dimensiones que, no obstante, puede reconducirse con seguridad a esta forma, en particular a la va� riedad sin acanaladura (IV-B). En la Bahía de Cádiz es una forma muy escasa. Fue interpretada como una adaptación de perfiles típicos de la cerámica fenicia de engobe rojo por la dificultad de entroncar� la con los platos de barniz negro. De igual forma nos resulta fácil relacionar este tipo de bordes con los remates de los platos de pescado turdetanos con borde simple y apenas diferenciado de la pared (Ferrer y García 2008, 209, fig. 1.5), aunque en este caso la pared debería ser de tendencia mucho menos horizontal de lo que se observa. 4.1.3. Forma V (Fig. 2, 8) La Forma V (Niveau de Villedary 2003a: 58) recoge otro de los elementos menos comunes de la vajilla. Se trata del plato de borde cóncavo y ancho, algo más profundo que la tendencia general de los platos de esta cerámica. En nuestro caso contamos con un fragmento de borde de algo más de 22 cm de diámetro que se asimila al Tipo V-B, cuyo perfil es mucho menos cóncavo y que se relaciona más con la herencia de los platos de engobe rojo que con los perfiles de la cerámica campaniense A. Se trata en todo caso

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de un tipo de borde que no es ajeno al estilo habitual de los platos de la cerámica turdetana, ya que es frecuente encontrar este tipo de terminación, más o menos combada, en distintas variantes de formas abiertas (Ferrer y García 2008, 209). La falta de algún ejemplar completo nos impide relacionar el único ejemplar con una u otra tendencia. El revestimiento de esta pieza sí es particular, ya que, de manera distinta a todos los demás elementos de tipo Kuass de manufactura local, presenta un trata� miento parecido al bruñido sobre la aplicación del engobe. 4.1.4. Forma VII (Fig. 3, 1-3) La Forma VII de Niveau de Villedary (2003a, 59 ss.) engloba los vasos denominados bolsa� les, unos recipientes profundos de paredes rectas con carena a mitad del cuerpo, borde simple y pie generalmente elaborado. Es una de las formas que puede presentarse decorada con estampillas y/o ir acompañada de una o dos asas horizontales a los lados. Dado que sólo hemos podido registrar fragmentos de bases que sean pertenecientes con se� guridad a esta forma, no es posible definir a qué variante corresponden, pues éstas se deciden por la ausencia o presencia de asas o por las dimensiones del diámetro de la boca. La existencia, sin em� bargo, de un tipo de pie característico para estos recipientes (conocido expresamente como “pie de bolsal”) junto con la similitud de sus diámetros nos permite relacionar los vasos turdetanos con esta forma de origen ático, mezcla de copa de pie bajo y escifo. El “pie de bolsal” es muy característico y fácilmente reconocible por su perfil saliente, la curva continua por el interior y el ángulo agudo que interrumpe la ondulación del exterior, un esquema de clara filiación ática. En los talleres turdetanos se prefiere aplicar el pie de la variante 3-a (Niveau de Villedary 2003a, 107), saliente y sin uña, con unas dimensiones dentro de la normalidad de la forma, entre 5 y 8 cm. Frecuentemente los bolsales de imitación se nos presentan estampillados, tanto con cuatro palmetas como con una sola, incluyendo el símbolo circular dividido en cuatro partes que representa la unión de las cuatro palmetas tradicionales. La falta de perfiles completos nos impide conocer la existencia de asas, que no han sido detectadas en ningún caso en elementos de vajilla de tipo Kuass del Guadalquivir. 4.1.5. Forma VIII (Fig. 3, 4-6) Las copas de la Forma VIII (Niveau de Villedary 2003a, 64 ss.) presentan un típico perfil abierto de doble curva señalada por una carena en la parte baja del cuerpo, de relativa profundidad. Se asientan sobre pies anulares altos y es frecuente encontrar decoración estampillada en el fondo. Se trata de un elemento tomado de la cerámica ática que perdurará posteriormente en las vajillas campanas, por lo que se asocia a la forma Lamboglia 28/29 (1952, 177 ss.) y a la serie 2600 de Morel (1981a, 189 ss.). Los modelos de imitación son bastante respetuosos respecto a los originales gadiritas. Los diá� metros de base se sitúan entre 5 y 6 cm, y sus perfiles se identifican con dos variantes distintas: el Tipo VIII-A y el Tipo VIII-C, reconocido en un solo ejemplar por las dimensiones y tendencia del borde. La copa VIII-A es el modelo más común también en la vajilla púnica, representando un ta� maño medio y una altura profunda (unos 11 cm de diámetro de boca y 4,4 cm de altura), si bien sólo hemos registrado bases en nuestro caso. Son pies de cuenco de las variantes 2-b (ancho y abierto) o 2-c (pequeño y engrosado al centro) (Niveau de Villedary 2003a, 102 ss.), estampillados en todos los casos con una palmeta sola o, al menos, dos, ya que no todos los fondos están completos.

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El Tipo VIII-C, por el contrario, es una forma más ancha y menos profunda. El borde pre� senta una tendencia continua de corte biselado que ya encontramos con asiduidad en cuencos de tradición turdetana (Ferrer y García 2008, 209, fig. 1.16). 4.1.6. Forma IX-A (Fig. 4, 1-6) El cuenco globular de la Forma IX-A es uno de los vasos más exitosos de la cerámica de tipo Kuass de imitación del valle del Guadalquivir. El perfil original tiende a una relativa profundidad armonizada por la constancia de sus proporciones, bordes poco diferenciados y fondos de aspecto macizo que nunca se estampillan (Niveau de Villedary 2003a, 71), algo más estilizado en alguna de sus variantes. La tendencia del borde o ciertas peculiaridades formales permitieron separar cuatro variantes, con diferencias mínimas excepto el perfil mucho más esbelto del cuenco IX-A-4. Sólo un ejemplar turdetano de este último modelo, junto con otro del cuenco IX-A-1 caracterizado por su borde reentrante, son idénticos a la vajilla gadirita, mientras que el resto de cuencos globulares regis� trados no han podido ser adscritos a una variante concreta dentro de la forma debido a la ausencia de bordes que nos permitan observar los criterios discriminantes de la clasificación. Aún así, se trata de pies muy homogéneos que se ajustan a las características típicas de estos cuencos sin grandes variaciones. Encontramos pies de cuenco de los tipos 2-a (macizo), 2-c (pequeño y engrosado al centro) y 2-d (medio y más esbelto) (Niveau de Villedary 2003a, 102 ss.), por su� puesto sin decorar. Los diámetros de la base están entre 4 y 6 cm aunque, al igual que sucede en las producciones gadiritas, la mayoría de los ejemplares estudiados se ciñen a 4-4,5 cm. La boca también se circunscribe a las dimensiones habituales, entre 11 y 8,4 cm. A pesar de ser una forma arcaica que no tuvo gran representación en los talleres protocam� panienses (Niveau de Villedary 2003a, 77), en el curso bajo del Guadalquivir tiene una gran acep� tación. Los vasos de casquete esférico son muy habituales en los repertorios tradicionales; y además los cuencos globulares de tipo Kuass tienen cuerpos de perfil suave que pueden asimilar muy posible� mente la función de los cuencos turdetanos clasificados en la Forma VI-A de Escacena (1987, 352). 4.1.7. Forma IX-B (Fig. 4, 8-12) Otro modelo de cuenco, esta vez de perfil ancho y bajo, está recogido bajo la Forma IX-B (Niveau de Villedary 2003a, 71 ss.). Su menor profundidad y mayor diámetro de boca los hacen contar con paredes menos espesas y poder presentar, en ocasiones, decoración estampillada en el fondo. En el caso de estos cuencos es muy característico el estudio del borde, que puede presentar una tendencia reentrante, carenada o vertical, cada vez menos vuelto al interior según evoluciona la forma. Las tres variantes de borde, denominadas IX-B-1, IX-B-2 y IX-B-3, son imitadas en los talleres turdetanos. Los diámetros superan en cierta medida las dimensiones usuales de los cuencos gadiritas: oscilan entre los 10 y los 16 cm cuando en la Bahía de Cádiz no medían más de 14,2 cm, pero no son diferencias excesivas. En cuanto a los pies, se documenta el pie de cuenco del Tipo 2-b, ancho y abierto, que es el más característico de la forma con un diámetro de unos 7 cm. Desconocemos la posibilidad de que estos cuencos hubieran sido decorados en el caso de las imitaciones, ya que, aunque es frecuente en las producciones púnicas, ninguno de nuestros ejempla� res conserva íntegro el fondo. Esta forma está muy relacionada con otras que veremos más adelante y que no encuentran paralelos por el momento en la tipología de Niveau de Villedary: las páteras de

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la serie de Morel. De hecho, sólo han sido documentados, tanto los cuencos IX-B como las páteras, en un mismo yacimiento, la Mesa de El Gandul, certificando la relación entre ambos perfiles quizás como evolución diacrónica de un mismo elemento originario. 4.1.8. Forma X El bol de la Forma X es un vaso hemisférico que se diferencia por su mayor tamaño del resto de formas abiertas con perfil similar en la vajilla (Niveau de Villedary 2003a, 78 ss.). La tendencia de las paredes es semiesférica, no reentrante, aunque los bordes de varios tipos se presentan ligera� mente curvados hacia el interior. También se encuentran bordes apuntados de tendencia vertical o incluso paredes abiertas con bordes exvasados. El pie anular de filiación ática es el atributo que ver� daderamente diferencia a estos vasos de ser muy similares a los cuencos turdetanos de la forma Esca� cena I (1987, 131 ss.), ampliamente utilizados y de larga perduración (Ferrer y García 2008, 208). Solamente conocemos la existencia de un ejemplar de imitación en el valle del Guadalquivir, que no deja de ser relevante dada la ausencia, hasta ahora, de ningún ejemplar importado del prototi� po gadirita. Se trata de un fragmento de base decorado con, al menos, una palmeta (dibujo en Ramos 2012, 97). Su diámetro alcanza los 10 cm, excesivamente grande para lo que se apunta en el área de Gadir, con bases sobre 5,2 cm. La ausencia de bordes nos impide clasificar nuestro ejemplar en cualquiera de las variantes que se ofrecen para esta forma. Aunque las dimensiones sean claramente superiores al prototipo gadirita, que reproduce una forma ya típicamente campaniense, encuadramos este ejemplar como bol de la Forma X por ser el vaso que mayores dimensiones presenta para el re� pertorio de recipientes que tienen este tipo de perfiles. Como se ha visto, las imitaciones turdetanas no siempre respetan las medidas de los vasos púnicos y, en numerosas ocasiones, realizan recipientes más estrechos o más anchos de lo normal. 4.1.9. Serie 2255 y 2256 de Morel (Fig. 5, 1-7) Las páteras de inspiración campaniense clasificables como integrantes de las series 2255 y 2256 (Morel 1981b, 40-41) sólo han sido identificadas hasta la fecha en el yacimiento de la Mesa de El Gandul, una intervención que arrojó resultados sorprendentes para un pequeño sondeo de sólo 2x2 m de superficie. Contando únicamente con las piezas aparecidas en este reducido corte suponen ya, con diferencia, el elemento más fabricado entre las imitaciones del Bajo Guadalquivir. Corresponden al Tipo III propuesto por Garrido para la cerámica turdetana del sitio (2007, 112). Fueron definidas como formas abiertas de gran diámetro, con paredes rectas de tendencia algo curva y bordes engrosados y entrantes. Mantienen un perfil muy marcado y repetido, sin diferencias remarcables como para poder distinguir va� riantes. Sus características las hacen también asociables con las páteras Lamboglia 5/7 (1952, 146-148). Estas formas no tienen aún paralelos recogidos en la tipología de Niveau de Villedary. Sousa (2009, 65) identificó en los niveles romanos republicanos de Faro un ejemplar de tipo Kuass que clasificó como pátera 2256 de Morel ante la imposibilidad de asociarlo a ninguna de las variantes existentes en la clasificación de Niveau de Villedary. En el momento de su investigación no se había detectado ninguna otro ejemplar análogo. Recientemente, sin embargo, se han documentadas entre las últimas producciones gadiritas versiones locales de la forma itálica de Lamboglia 5 (Niveau de Villedary y Sáez e. p.). Estos contextos tardíos, inmersos en el más moderno estadio de evolución de los talleres gaditanos, hacia los años 200-100/75 a.C., muestran la evolución del catálogo según el aumen� to de las influencias itálicas en el panorama cerámico de la península. Salta a la vista su similitud con la Forma IX-B de la clasificación tradicional (Niveau de Villedary 2003a, 71-73), el cuenco ancho y

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bajo de tendencia hemisférica que frecuentemente aparece estampillado y que se ha relacionado, en ocasiones, con contextos particulares de ámbitos rituales (Niveau de Villedary 2004a, 183). No obstante, más allá del modelado general del perfil, estas páteras encuentran ciertas dife� rencias con los cuencos bajos IX-B. Para empezar, el diámetro de la boca es sensiblemente mayor en el caso de las primeras, cuyas dimensiones medias están muy cercanas a los 19 cm. Sólo uno de los ejemplares, el de menor diámetro, se encuentra en torno a los 15 cm, una medida que es la apertura máxima que ha llegado a encontrarse en un cuenco perteneciente con seguridad a la Forma IX-B de Niveau de Villedary. La media de estos últimos, de hecho, se sitúa en torno a los 12,2 cm. La altura no puede ser comparada, ya que carecemos de ejemplares de páteras completas. El fondo, en cualquier caso, parece mantenerse en ambos casos en torno a los 7 cm de diámetro. Otra diferencia morfológi� ca evidente es la tendencia del borde, en ambos casos más o menos vertical según el ejemplar pero mostrando en las páteras una repetida tendencia exvasada hacia el exterior. El punto de inflexión de la pared nunca supera el diámetro de la boca, como en cambio sí sucede en los cuencos IX-B o IX-C, cuyos bordes son siempre reentrantes o, en todo caso, de tendencia vertical. Estos dos parámetros, el diámetro de la boca y la tendencia de los bordes, nos han servido para diferenciar entre aquellas formas que sí podemos considerar imitaciones regulares de la Forma IX-B y aquellas páteras que, efectivamente, parecen copiar los modelos de las formas Lamboglia 5 y 7, correspondientes al grupo 2250 en la tipología de Morel (1981b, 40-41), concretamente las formas 2255 o 2256 (páteras de poca profundidad y de borde exvasado) según tamaño e inclinación del borde. 4.1.10. Cuenco turdetano (Fig. 5, 8) Un pequeño fragmento de borde es el único testimonio que tenemos acerca de un interesan� te fenómeno que parece materializarse entre las producciones de imitación de la cerámica de tipo Kuass: la reproducción de formas locales pertenecientes a la tradición de la vajilla común turdetana, que nunca antes habían sido modeladas con la tecnología del engobe rojo al estilo de los productos púnicos importados. Se trata de un claro borde de un cuenco abierto, con paredes de tendencia exva� sada que terminan en un borde indiferenciado pero cortado a bisel, una forma que pervive durante los primeros siglos de la ocupación romana. Su diámetro es especialmente ancho; el arco del fragmento del que disponemos es pequeño como para proponer unas medidas exactas, pero el diámetro de la boca debió de ser superior a los 20 cm. Esta forma encuentra fácilmente paralelos entre los reper� torios comunes o pintados de comunidades turdetanas (Ferrer y García 2008, 209, fig. 1.16). Su aparición nos indica una posible adaptación de una forma habitual y demandada al refinamiento que suponía la aplicación del revestimiento rojizo. 4.2. Análisis funcional En términos generales, las piezas que se producían localmente eran aquellos elementos de la va� jilla de tipo Kuass de uso doméstico y empleo frecuente, reducidas a formas funcionales para el servicio mínimo de mesa pero con gran variedad, utilizando distintas versiones de vasos y platos. La mayoría de los elementos debieron de mantener la misma funcionalidad que les había sido adjudicada en la configu� ración de la vajilla originaria gadirita, si bien la falta de ciertos contextos frecuentes en el área de Gadir (vid. 5) condiciona que la vajilla fuera aplicada en gran medida al servicio doméstico de alimentos y bebidas. En cualquier caso no se trata de un conjunto muy descuidado en su factura, al menos cuenta con una elaboración más trabajada que la cerámica común, por lo que su empleo podría haberse reservado para ocasiones o espacios particulares donde se prefiriera a los vasos sin decorar o pintados.

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De manera particular, diferenciamos entre formas destinadas a contener alimentos sólidos y otras más idóneas para bebida o contención de líquidos. En cuanto a los platos, son elementos que con certeza no serían utilizados para beber, dado que existen formas más adecuadas para ello. El caso del plato de pescado es interesante, ya que podría cumplir alguna de las diversas funciones que se han propuesto en otros tipos cerámicos para su característico perfil con pocillo central, dedicado al consumo de salazones o derivados del pescado en forma de salsas (Niveau de Villedary 2003a, 55). Las formas IV y V, por su parte, tendrían como cometido la contención de sólidos. Respecto a los vasos para beber, el bolsal de la Forma VII se considera recipiente de bebida por su perfil profundo y recto y por la presencia de asas en otras tipologías (Niveau de Villedary 2003a, 64), atributo éste que en nuestro caso no ha sido documentado. La copa de la Forma VIII, por su parte, pudo haber comenzado como contenedor de alimentos sólidos (Ruiz 1995, 188), si bien su evolución morfológica parece adaptarla al consumo de bebidas (Niveau de Villedary 2003a, 71). El cuenco globular IX-A proviene de la forma denominada saltcellar o salero en el Ágora de Atenas (Sparkes y Talcott 1970, 132 ss.), pero en el caso de la vajilla de tipo Kuass ya existe una forma ex� presa que parece recoger la función de contener pequeñas cantidades de sólidos preciados, la Forma XI de Niveau de Villedary, que aparece en Carmona en forma de importaciones de Gadir. Siendo el cuenco un elemento tan versátil, es probable que sus usos fueran muy variados según las necesidades, aplicados a las distintas acciones domésticas incluida la de vaso para bebida, entre otras. De hecho, tanto este perfil como el del cuenco bajo IX-B se confundía en ocasiones, antes de la divulgación de la tipología de Niveau de Villedary, con los cuencos-lucerna considerados elemento de iluminación básico en las comunidades turdetanas (Luzón 1973, 58-59). Los cuencos IX-B, al igual que las páte� ras, debieron ser en el caso de las imitaciones elementos de vajilla de mesa, también para consumo de líquidos o, al ser más bajos, quizás para contener pequeñas cantidades sólidas. Aunque la Forma IX-B sea considerada típica de ambientes suntuarios o incluso rituales en el área gadirita (Niveau de Villedary 2004a, 183) no tenemos argumentos para suponer ningún uso particular para estas for� mas en las mesas turdetanas más allá del servicio al comensal. El bol de la Forma X, al igual que el ejemplar de cuenco turdetano, serían recipientes con mayor capacidad en los que contener sustancias líquidas o igualmente alimentos sólidos, siendo polivalentes para las necesidades domésticas. Otros grupos funcionales tales como los vasos cerrados (por ejemplo las jarras para servir), las llamadas formas singulares (saleros, soportes, etc.) o las lucernas están ausentes entre las manufactu� ras locales, si bien las últimas aparecen fabricadas en cerámica común turdetana con idénticos perfiles a las lámparas abiertas gadiritas. La mayoría de estos recipientes, exceptuando las lucernas, aparecen en raras ocasiones en los núcleos del Bajo Valle del Guadalquivir, por lo que podemos considerar que no se habían integrado en los usos cotidianos de la población autóctona o no respondían a las necesi� dades y gustos habituales. Esta reducida serie de vasos no debe confundirse con un desconocimiento o falta de necesidad del resto de elementos de la vajilla de tipo Kuass, tanto por una importación in� completa como por una selección según el filtro tradicional turdetano, ya que las importaciones desde Gadir aportan la mayoría de formas existentes y rechazan que el Bajo Guadalquivir fuera una zona de recepción irregular o discriminante de las formas ajenas a la cerámica común más popular. 5. Contextos de uso y cronología El análisis contextual de la cerámica de tipo Kuass en el Guadalquivir se hace complicado debi� do a una serie de factores circunstanciales que han marcado los avances en su investigación. En primer lugar, muchas de las actividades arqueológicas que proporcionaron testimonios de esta vajilla fueron realizadas bastante tiempo atrás, en momentos en que la documentación no era tan exhaustiva ni se

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recogían tantos datos respecto a la posición relativa de los artefactos en la secuencia ocupacional. Otras intervenciones presentan importantes carencias en el registro de materiales disponible, que en algunos casos están pendientes de publicación, sino se ha renunciado ya a ello. Por otro lado, en muchos yaci� mientos en los que se han encontrado ejemplares de tipo Kuass más recientemente sólo contamos con contextos secundarios������������������������������������������������������������������������������� muy posteriores como fosas de cimentación o pozos en los que aparecen materia� les de todo tipo y cronología; también son frecuentes los hallazgos superficiales o en niveles descritos como revueltos y alterados por ulteriores construcciones. Con los datos disponibles, hemos intentado establecer una cronología de aparición para las imitaciones de tipo Kuass al menos para sus contextos de consumo, ya que nos resulta imposible proponer un arco de fechas para el periodo de su producción. 5.1. Contextos de uso Los contextos en los que este tipo de recipientes aparece en niveles de uso parecen ser prin� cipalmente espacios domésticos y de tránsito o, en cualquier caso, sin rasgos de monumentalidad o registros materiales particulares que apunten a una especial funcionalidad. El único ámbito inusual en el que se ha detectado esta cerámica es el complejo hipogeo de San Felipe 1A en Carmona, cons� truido en época romana republicana (Belén y Lineros 2001, 125 ss.). Este espacio consistía en tres cámaras excavadas en la roca que incluían nichos, bancos y un horno interior. Sin duda, un contexto particular en el que destacó la presencia de una base de vaso de tipo Kuass de fabricación local. En algunos yacimientos determinados, la cantidad de importaciones itálicas o púnicas es ma� yor frente al porcentaje de cerámicas locales, pero en líneas generales los materiales cerámicos que acompañan a la vajilla de tipo Kuass de imitación son siempre los mismos, abarcando un amplio espectro cronológico dada la perduración en el tiempo de estos vasos: cerámica común y pintada tur� detana, cerámica campaniense, terra sigillata (en número sensiblemente menor), formas comunes y de cocina de tradición púnica y un gran repertorio de ánforas, como los contenedores locales Pellicer B-C o D, los tipos T-8.1.1.2, T-8.2.1.1, Mañá C2, Mañá D o importaciones grecoitálicas y Dressel 1A. En el caso de la cerámica de tipo Kuass nos encontramos ante una situación muy similar a la que se experimenta al estudiar la presencia de importaciones de barniz negro ático en Andalucía occidental fuera de los núcleos púnicos (Cabrera 1994, 91-93). La ausencia de determinados con� textos en los que la vajilla de tipo Kuass es muy frecuente y en los que parece jugar un importante papel relacionado con rituales religiosos funerarios, como los pozos de la necrópolis púnica de Gadir (Niveau de Villedary 2009), nos presentan una imagen incompleta de lo que fue el uso de esta vajilla por parte de los vecinos púnicos que la pusieron en circulación por primera vez. Al igual que en el caso de los vasos áticos, en el área gadirita la cerámica fina de tipo Kuass aparece relacionada con po� sibles presentaciones de ofrendas rituales, banquetes funerarios colectivos y realización de libaciones que, en nuestro caso, no podemos comparar por la completa ausencia de estructuras funerarias para las comunidades turdetanas. No obstante, el catálogo formal es mucho más cercano a los espacios domésticos de la zona púnica costera, en los que las diferencias son patentes respecto al registro ma� terial de la necrópolis púnica de Gadir, con formas distintas a las habituales, de factura más cuidada y decoradas en su mayoría (Niveau de Villedary 2003b, 11; 2009, 100-102). Es por ello que, por el momento, la única contextualización posible para estos vasos es la del uso de servicio para la mesa. Este panorama se ve corroborado por la ausencia de determinados elementos entre las manufacturas locales de las riberas del Guadalquivir. Si recordamos los grupos de la vajilla gadirita que no tienen representación en los productos turdetanos, coinciden con muchas de las formas para las que se propone una función ritual (Niveau de Villedary 2008b, 252). Esta falta del repertorio

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material necesitado en los contextos particulares de Gadir puede ser indicativo del carácter doméstico o, en todo caso, profano, de la mayoría de los espacios excavados a lo largo del valle del Guadalquivir con presencia de esta vajilla, guardando todas las distancias requeridas para evitar extraer del registro mate� rial antiguo conclusiones precipitadas acerca del carácter sagrado o no de cualquiera de sus elementos. En el tramo alto del curso del Guadalquivir también hay constancia de cerámica de tipo Kuass, concretamente en Cortijo de la Campanera Baja de La Bobadilla (Jaén) (Peinado y Ruiz 2010), pero en este caso no son imitaciones, corresponden al intercambio de productos gadiritas. Puede observarse que las implicaciones de su presencia son totalmente distintas, ya que estos ejem� plares dispersos son colocados como ajuar funerario en una clara declaración de prestigio que nunca se manifiesta en el curso bajo del río. 5.2. Cronología de uso La delimitación del marco cronológico en que aparecen las imitaciones turdetanas de tipo Kuass es en muchos casos difusa, debido a la enorme variedad temporal con la que se registra esta vajilla en los distintos puntos donde se ha documentado. En repetidas ocasiones la observamos pre� sente a lo largo de extensos lapsos de tiempo en la secuencia estratigráfica, abarcando la segunda mi� tad de la II Edad del Hierro, la época romana republicana y los primeros siglos de la Roma imperial. En ocasiones, la datación del registro material de una determinada unidad estratigráfica es atribuida al siglo III a.C. precisamente por la presencia de elementos de cerámica de tipo Kuass (un ejemplo en Ortiz 2009, 4375), considerándolos casi fósiles guía para esta centuria por su carácter recurrente y característico en contextos de dicha cronología en el área púnica costera (Niveau de Villedary 2003a, 174). Pero en muchos casos los materiales aparecen contextualizados en un espectro crono� lógico muy amplio que no se corresponde con el marco establecido para yacimientos excepcionales como Castillo de Doña Blanca u otros centros púnicos, en los que se basó la propuesta inicial de cronología de Niveau de Villedary para la cerámica de tipo Kuass: ello nos hace tomar con cautela las propuestas cronológicas que se infieran de las dataciones de cada uno de sus contextos. En todo caso, ya desde finales del siglo III a.C. se documentan imitaciones de la vajilla gadirita gracias a los ejemplares de Cerro Macareno. Para explicar el surgimiento en este momento de imitacio� nes locales que sigan las formas y características técnicas de la cerámica de tipo Kuass, podemos apun� tar dos posibilidades: a) una producción que nazca a imitación de la gaditana, intentando reproducir sus mismas formas, decoraciones y recubrimientos, lo que implicaría una extendida aceptación previa en esta zona; o b) una producción hasta cierto punto planificada pero de alcance exclusivamente local que surja, al igual que el resto de talleres protocampanienses, de un impulso propio para cubrir la demanda de vajilla ática, caracterizada por el revestimiento en rojo del mismo modo que sucede en Gadir. Esta disyuntiva es la cuestión de los talleres intermedios, señalada como interesante línea de investigación para el estudio de esta clase cerámica (Niveau de Villedary 2003, 243). Dado que encontramos tam� bién piezas de factura gadirita en momentos previos y en relación con los materiales de procedencia local, la primera de las opciones parece más factible, lo que indicaría una rápida respuesta por parte de las comunidades turdetanas para aportar su propia versión de la vajilla de inspiración ática. Continuando con la evolución cronológica de esta producción, entre finales del siglo III a.C. y principios del siglo II a.C. comenzaba para el área gaditana una etapa de simplificación y disminución paulatina de la actividad de los talleres. Por lo que respecta al Bajo Valle del Guadalquivir, durante el siglo II a.C. encontramos numerosas evidencias de estos vasos (sin tener en cuenta su procedencia) en prácticamente todos los núcleos analizados, tales como Las Cabezas de San Juan, Sevilla, Itálica, Cerro

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Macareno, Alcalá del Río, Carmona y El Gandul. La mayor parte de las imitaciones tienen lugar entre el siglo II a.C. y el siglo I d.C., por lo que podemos encontrarnos ante el despunte de una producción local mucho más intensa y que se extiende hasta bien entrada la influencia romana. Llama la atención cómo, en ocasiones, esta cerámica sólo empieza a ser numerosa en los niveles donde ya hay presencia de otras vajillas romanas como las importaciones campanienses, como puede observarse en Pajar de Artillo o en El Gandul, éste último un núcleo que sólo conoce, hasta el momento, ejemplares de imitación. Son cada vez más los hallazgos que evidencian la fuerte continuación del uso o fabricación de cerámica de mesa siguiendo las directrices formales y tecnológicas de la vajilla engobada púnica. Desde finales del siglo II a.C. hasta, incluso, niveles revueltos del siglo II d.C., son mayoría los ejemplos datados en fechas teóricamente fuera del espectro tradicional de pervivencia de la cerámica de tipo Kuass, que según los últimos datos alcanzaría, al menos, el primer cuarto del siglo I a.C. en la Bahía de Cádiz (Niveau de Villedary y Sáez e. p.). La evolución de los talleres púnicos parece estar acompaña� da por transformaciones muy similares en el caso de los alfareros turdetanos, que van incorporando las modificaciones externas fruto del contacto con nuevas clases cerámicas. La presencia tardía de estas manufacturas más allá del cambio de era no es un hecho aislado, ya que está registrada en la Mesa de El Gandul, Coria del Río y Pajar de Artillo, dejando de lado la aparición residual en contextos dudosos como la fosa de cimentación del siglo II d.C. de Las Cabezas de San Juan. En época romana republi� cana ya se han constatado también vasos de tipo Kuass fuera del área original de fabricación, aunque de factura gadirita, en el Algarve (Sousa 2010, 524) y el Norte de África (Aranegui 2005, 92 y 95). Por tanto, el marco cronológico para el uso de cerámica de tipo Kuass de imitación en el valle del Guadalquivir puede situarse, en el estado actual de la investigación, entre finales del siglo III a.C. y la primera etapa de la época romana imperial. 6. Implicaciones económicas, sociales y culturales El estudio de las imitaciones de cerámica de tipo Kuass ha cambiado el circuito de asimilación de la vajilla, para el cual el Bajo Guadalquivir había sido considerado un área secundaria (Niveau de Villedary 2003a, 244 ss.). Al calibrar la verdadera huella que la cerámica gadirita dejó entre los mercados turdetanos, comienza a revelarse el enorme impacto que produjo en la cultura material local, tanto respecto a la aplicación de un determinado estilo tecnológico (revestimientos engobados en tono rojizo incluso para formas que son locales y que están disponibles en cerámica común) como a la aceptación y asimilación de unos perfiles que se hacen parte de la producción propia y esconden cuestiones de gusto y costumbre. A partir del siglo IV a.C. se produjeron cambios en la composición y morfología del repertorio turdetano, especialmente respecto a la cerámica común y la pintada, acelerándose entre finales del siglo III a.C. y principios del I a.C. (vidi capítulo de García Fernández en esta misma obra; García Vargas y García Fernández 2009). El origen de estas modificaciones debe buscarse, en primer lugar, en el ámbito púnico, responsable de la introducción de una tímida influencia helenística. Por otro lado, tras la conquista romana se adoptaron formas y decoraciones del mundo ibérico gracias a la reactivación del comercio con el Levante peninsular, mientras llegaban las primeras producciones itálicas, tanto vajilla de lujo como cerámica de cocina. Todo ello daría lugar a un conjunto de elementos original adaptado a las nuevas necesidades sin perder de vista la tradición local. Es en este repertorio de finales de la Edad de Hierro y principios de la ocupación romana en el que debemos situar el empleo de la vajilla de tipo Kuass y comprender el impacto que tuvo la propuesta púnica de reinterpretar el barniz negro ático.

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Socialmente, la expansión de las cerámicas de tipo Kuass supone la popularización del uso de cerámicas engobadas que, visto el éxito relativo de los barnices negros griegos, no parecían muy asentadas en la población. Este proceso es algo posterior pero análogo al que se experimenta en Gadir (Niveau de Villedary 2003a, 172), aunque en el caso de la metrópolis púnica se materializa en un boom comercial que genera justamente esta democratización de la vajilla de mesa engobada para un área extensa. Junto a este refinamiento del gusto se introducen nuevos hábitos en el servicio y consumo de alimentos en la cotidianeidad de las comunidades turdetanas. Un ejemplo de ello es la alta representatividad que presenta el plato de pescado entre las imitaciones de tipo Kuass. Su introducción en el repertorio común turdetano es, sin embargo, tardía, en los siglos III – II a.C., y minoritaria (García Fernández y García Vargas 2010, 126) frente al plato turdetano por excelencia (Escacena 1987, 238-239) que perdura hasta el siglo I d.C., luego es a través de la vajilla engobada que esta forma se asienta en mayor medida en los ámbitos domésticos. Desde el punto de vista material no podemos dejar de señalar que la existencia de estas manu� facturas de imitación supone también un escalón más en la filtración de la influencia de la cerámica helenística en los repertorios locales de todo el Mediterráneo, que aquí se manifiesta con la reproduc� ción de formas tomadas directamente de la vajilla ática. De nuevo, el valle del Guadalquivir conoce una internacionalización de sus repertorios, tras un paréntesis en el cual la región se había encontrado bastante más aislada de las influencias externas. Es ésta una helenización que llega indudablemente filtrada por Gadir, como escala intermedia que digiere la cerámica de barniz negro y crea un pro� ducto que mantiene muchas de las innovaciones formales pero que es asimilable por las poblaciones del interior. Y éstas, a su vez, seleccionan aquello que tiene éxito en sus propios mercados mientras incluyen sus propias adaptaciones para proporcionar una versión personal y reinterpretada de aquello que, en un principio, llegaba siglos atrás en forma de importaciones de lujo. No obstante, cabe preguntarse si la adopción de nuevas formas y el entusiasmo por el re� vestimiento engobado entre las producciones locales se debió a un verdadero cambio general en las costumbres y gustos por influencia del comercio o, por el contrario, son la prueba de la presencia de múltiples grupos étnicos y culturales que conforman una sociedad cada vez más compleja partiendo de la base de la población del área turdetana, heterogénea de por sí (García 2012). Cartagineses e itálicos serían las últimas aportaciones a este crisol cultural, ligado al devenir del mundo helenístico del Mediterráneo central y occidental que alcanza el Bajo Valle del Guadalquivir, casi siempre, a través del tamiz de Gadir. Éste es el sentido en que podemos entender el concepto “gaditanización” propuesto por Chic (2004), como un filtro por el que pasan todo tipo de influencias hacia las comu� nidades turdetanas y sin el cual es imposible comprender la introducción de la vajilla de tipo Kuass. Esta función catalizadora por parte de Gadir estaría refrendada por la presencia de poblaciones de origen púnico o muy punicizadas que debían de ser habituales en los emporios comerciales del Lacus Ligustinus y el valle del Guadalquivir (Ferrer 1998), posibles consumidores de los vasos engobados en los primeros momentos de difusión comercial desde los centros artesanales púnicos de la costa. Los motivos económicos para el surgimiento de una producción de imitación pasan también por considerar las características de la difusión comercial de la cerámica de tipo Kuass originaria de Gadir, que no fue objeto de una exportación cuantitativamente significativa entre los núcleos del curso bajo del Guadalquivir, dado su probable carácter secundario entre mercancías alimenticias. Las comu� nidades que accedían de manera secundaria a las redes principales de comercialización de productos foráneos dependían de los centros redistribuidores para apropiarse de estos bienes, que alcanzarían con menor intensidad el resto de núcleos urbanos. Sin embargo, la exigencia de cerámica engobada existía, y no pasaría mucho tiempo hasta que se emplearan los recursos disponibles para poner en

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marcha una producción propia a la manera de los alfares púnicos costeros. Fuera con el objeto de ela� borar una mercancía más barata y accesible que las importaciones, o por una verdadera escasez en el abastecimiento del mercado, las formas fueron copiadas en prácticamente todos sus detalles con una variabilidad de dimensiones, decoraciones y revestimientos que demuestra la participación de más de un taller. Los alfareros turdetanos contaban con todos los recursos necesarios para ello por cuanto eran herederos de una larga tradición artesanal, paralela en muchos aspectos con el mundo púnico costero, que llevaba en marcha desde el periodo orientalizante (García Fernández y García Vargas 2012). La convivencia de cerámicas campanienses y de tipo Kuass en cronologías republicanas tiene también importantes implicaciones sociales, ya que podríamos encontrar aquí un indicativo de un fuerte conservadurismo de ciertos sectores de la población que se mantienen apegados a esta cerá� mica engobada como vajilla de mesa algo más fina que la común, frente a la clara preferencia por las importaciones campanas de los nuevos contingentes poblacionales itálicos que se van asentando en las distintas comunidades turdetanas. Quizás podemos plantear una dicotomía entre los gustos de los inmigrantes procedentes de la península itálica y las tendencias conservadoras de los habitantes autóctonos. El primer grupo habría sido el principal consumidor de la vajilla campaniense, así como de la cerámica de cocina de origen itálico y centromediterráneo, relacionada con sus propios hábitos culinarios (García 2012, 732-733). En cambio, la población nativa mantuvo su repertorio de cerámica pintada tradicional aún por varios siglos, y durante este tiempo continuó contado con las piezas de la vajilla de tipo Kuass como elementos de semilujo para los contextos menos cotidianos. En ningún momento llega la cerámica campaniense a sustituir a las producciones locales de tipo Kuass. En todo caso, las potentes redes comerciales romanas pudieron tener más alcance y éxito que la distribución a escala local de la vajilla engobada, además de contar con un público de consumidores cada vez más romanizados que, aunque lentamente, irían dejando atrás la tradición material turdetana a favor de otra claramente itálica. Así se observa a través del menaje común y pintado local, que sólo se vería poco a poco sustituido a lo largo del siglo I d.C. para ser residual ya en el siglo II d.C. (Vázquez 2006, 1664). Esta misma distinción entre los objetivos comerciales de la cerámica campaniense y de la vaji� lla de tipo Kuass puede observarse en el recorrido que siguen otras producciones locales inspiradas en las formas gadiritas. Un ejemplo elocuente lo constituyen una serie de piezas localizadas en Orippo, que Ventura (1985, 128) considera imitaciones de formas campanienses recubiertas en color castaño y decoradas con estampillas de emblemas losángicos. Niveau de Villedary (2003a, 185-186) afirma que estos recipientes, de entre la segunda mitad del siglo II y el siglo I a.C., son afines a las pervivencias posteriores de los talleres que generaban vasos de tipo Kuass, unas producciones que realmente no deben ser tan tardías según las últimas revisiones cronológicas de los centros alfareros en el entorno de la Bahía gaditana (Niveau de Villedary y Sáez e. p.). Sus características nos impiden incluirlas en la clase de la cerámica de tipo Kuass, pues se modifican sus típicos revestimientos y los originales perfiles áticos, pero podrían sin duda haber heredado un gusto generalizado que también impactó en Orippo. Una vez finalizada la etapa de la elaboración a gran escala de vajilla de tipo Kuass en Cádiz, los alfares tanto púnicos como turdetanos pasan a modelar formas inspiradas en los barros campa� nienses, en ocasiones con superficies rojas de acuerdo con el gusto local, lo que da lugar a elementos como las páteras documentadas en la Mesa de El Gandul, y en otras negras o grises según la moda imperante, y es en este último ámbito en el que podríamos enmarcar las piezas de Orippo recogidas por Ventura. Otras referencias a estas producciones híbridas las encontramos en varios puntos de Itá� lica, entre ellos Pajar de Artillo (Ventura 1985a: 129), con tonos que cada vez se hacen más oscuros y apuntan hacia el mundo de las imitaciones de cerámica campaniense sensu stricto.

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A la vista de los nuevos datos disponibles, tales como la cantidad de páteras encontradas en la Mesa de El Gandul que siguen el perfil de la serie 2255 o 2256 de Morel con un perfecto engobe rojo, o los fragmentos del mismo yacimiento que presentan molduras, ranuras y otras características novedosas que se acercan cada vez más a las producciones de tipo Peñaflor, creemos poder señalar la existencia de dos tendencias divergentes. Una tomaría de las importaciones itálicas sólo una cierta influencia morfológica mientras mantiene las características técnicas de las producciones locales ins� piradas en la vajilla gadirita, lo que nos hace poder continuar denominándola cerámica de tipo Kuass, hasta entroncar con el triunfo de las imitaciones de terra sigillata con la producción de tipo Peñaflor. La otra, en cambio, se ve mucho más marcada por los vasos campanienses -comercializados a me� nor coste y con mejores sistemas de distribución-, por lo que adopta otros tonos y decoraciones para transformar las repetidas formas áticas hacia un aire mucho más itálico, quizás destinado a un público diferente que pretende acercarse al repertorio material de las comunidades foráneas que conviven con la población local en los primeros siglos de la presencia romana en el curso bajo del Guadalquivir. El repertorio de la Mesa de El Gandul ejemplifica con claridad la posible evolución continua que desemboca en las primeras fabricaciones de imitaciones de terra sigillata tipo Peñaflor. Ya Ni� veau de Villedary se cuestionaba (2003a, 186) si algunas de las producciones tardías, según sus da� taciones ya posteriores a la interrupción de la fabricación generalizada de cerámica de tipo Kuass en los talleres gadiritas, podrían considerarse “presigillatas”, si bien creemos que este sería un nombre desafortunado dada la ausencia de relación directa entre estas piezas de inspiración helenística y las aretinas rojas posteriores como la investigadora sugería. Las campanienses de barniz negro, que según Ventura debieron dejar de ser recibidas en An� dalucía Occidental hacia mediados del siglo I a.C. o algo después (2000, 189), perdieron rápidamente su importancia bajo el empuje de los nuevos modelos a molde en tonalidades rojizas (Vázquez 2006, 1644), que entroncaban en esta zona con la tradición previa de inspiración helenística a la que perte� nece la cerámica de tipo Kuass. Los alfares no tendrían dificultades en adaptar sus modelos, cambian� do los pies áticos por las características bases itálicas, los perfiles de unas piezas por las nuevas for� mas de la terra sigillata. Si se pudiera comprobar que fueron los mismos centros artesanales los que dieron continuidad a la producción dando el salto a la imitación de las primeras terras sigillatas, por ejemplo localizando los hornos que dieron lugar a los últimos prototipos de tipo Kuass y comparando sus características composicionales con aquellos de tipo Peñaflor (o viceversa), estaríamos ante la prolongación de una tradición que se apropia de las tonalidades rojizas y de un proceso tecnológico concreto para ir modificando las formas en función de las tendencias del momento, estableciendo un tipo de artefactos con los que la tradición local podía identificarse frente a la arribada masiva de importaciones destinadas a los nuevos pobladores llegados con la conquista romana. De hecho, la profusión de la imitación de tipo Peñaflor se entiende como un proceso de cambio que, a partir del conocimiento técnico prerromano ya demostrado en las cerámicas engobadas de tradición turdetana (y, según nuestra propuesta, en la imitación de tipo Kuass), responde a las nuevas realidades eco� nómicas y comerciales de la Bética romana y a los nuevos productos de importación que se estaban distribuyendo por el valle del Guadalquivir (Vázquez et al. 2005: 318). En definitiva, con los datos disponibles en estos momentos puede considerarse que la llegada y manufactura (tanto la temprana como la tardía) de la cerámica de tipo Kuass no es ni por asomo tan esporádica como se creía. Si los procesos de imitación de tipo Peñaflor pueden interpretarse como prueba de una alta aceptación de la terra sigillata itálica y el barniz rojo por parte de la población residente, de la misma manera podríamos aplicar este criterio para la fabricación de la vajilla de tipo Kuass en el Bajo Valle del Guadalquivir. Por tanto, esta perduración en el uso de estos elementos de

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mesa o, al menos, su fuerte inspiración para la fabricación de piezas locales, no parece deberse a la marginalidad de la región respecto a la zona originaria de esta vajilla sino más bien a todo lo contra� rio: la fuerte presencia de ciertos gustos y tendencias en la cerámica de mesa que calan en la pobla� ción hasta el punto de perpetuar el uso del engobe rojizo y las formas áticas, mientras las cerámicas campanienses llegaban ya en cantidad a los mismos núcleos de población. Al igual que se planteaba en el capítulo anterior para la cerámica de tipo Kuass generada en Gadir, se nos plantea en última instancia la duda de considerar la profusión de estas formas en el Bajo Guadalquivir como una integración de las modas imperantes en los circuitos comerciales de vajilla de mesa o si, realmente, nos encontramos ante un verdadero cambio social que afecta a los modos cotidianos que regulan la alimentación dentro de un código cultural generalmente aceptado. Los capítulos en esta misma obra sobre las imitaciones de barniz negro, por parte de Ramos Suárez y García Vargas, y sobre las imitaciones de terra sigillata, de Vázquez Paz y García Vargas, contribui� rán a arrojar luz sobre la evolución de las producciones locales y sus implicaciones socio-culturales en el seno de las comunidades del curso bajo del Guadalquivir. 7. Bibliografía A. M. Adroher Auroux; A. López Marcos, Las cerámicas de barniz negro. I. Cerámicas áticas y protocampanienses, Florentia Iliberritana 6, 1995, 11-53. C. Aranegui Gascó (ed.), Lixus - Colonia Fenicia y Ciudad Púnico-Mauritana; Anotaciones sobre su ocupación medieval (Sagvntvm Extra 4), Valencia 2001. C. Aranegui Gascó (ed.), Lixus - 2 Ladera Sur. Excavaciones arqueológicas marroco-españolas en la colonia fenicia. Campañas 2002-2003 (Sagvntvm Extra 6), Valencia 2005. M. Belén Deamos; R. Lineros Romero, Quince años de Arqueología en Carmona, en: A. Caballos Rufino (ed.), Carmona Romana. Actas del II Congreso de Historia de Carmona, Carmona 2001, 109-133. P. Cabrera Bonet, Cádiz y el comercio de productos griegos en Andalucía Occidental, Trabajos de Prehistoria 51, 2, 1994, 89-102. C. Carreras Monfort, Producciones de Haltern 70 y Dressel 7-11 en las inmediaciones del Lacus Ligustinus (Las Marismas, bajo Guadalquivir), en: Actas del Congreso Internacional “Ex Baetica Amphorae. Conservas, aceite y vino de la Bética en el Imperio Romano”, vol. 1, Écija 2001, 419-426. F. Chaves; E. García; E. Ferrer, Datos relativos a la pervivencia del denominado “Círculo del Es� trecho” en época republicana, en: M. Klanoussi; P. Ruggeri; C. Vismara (eds.), L’Africa Romana. Atti dell’XII convegno di studio, vol. 3, Sassari 1998, 1307-1320. G. Chic García, La Gaditanización de Hispania, en: Actas de los XVI Encuentros de Historia y Arqueología. Las industrias alfareras y conserveras fenicio-púnicas de la bahía de Cádiz, Córdoba 2004, 39-62. J. L. Escacena Carrasco, Cerámicas a torno pintadas andaluzas de la II Edad del Hierro (Tesis Doctoral microfilmada), Cádiz 1987. J. L. Escacena Carrasco; V. Moreno Megías, Cerámica de tipo Kuass procedente de Caura: ¿testi� monios de un nuevo centro de producción?, Archivo Español de Arqueología 87, 2014. E. Ferrer Albelda, Suplemento al mapa paleoetnológico de la Península Ibérica: los púnicos de Iberia, Rivista di Studi Fenici 26, 1, 1998, 31-54. E. Ferrer Albelda, Reseña de “Niveau de Villedary y Mariñas, A.Mª. (2003): Las cerámicas gaditanas “tipo Kuass”: bases para el análisis de la Bahía de Cádiz en época púnica”, Spal 13, 2004, 293-296.

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Figura 1. Mapa de los asentamientos del valle del Guadalquivir en los que se ha documentado cerámica de tipo Kuass de imitación.

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Figura 2. Platos de pescado: 1 y 3 (Cerro Macareno), 2 y 5 (Coria del Río), 4 (Alcalá del Río), 6 (Cerro del Cincho); plato de borde simple: 7 (Mesa de El Gandul); plato de borde cóncavo: 8 (Mesa de El Gandul).

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Figura 3. Bolsales: 1 (Mesa de El Gandul), 2 (Sevilla), 3 (Carmona); copas: 4 (Itálica), 5 (Cerro del Cincho), 6 (Mesa de El Gandul).

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Figura 4. Cuencos globulares: 1 (Cerro del Cincho), 2 (Mesa de El Gandul), 3 y 7 (Itálica), 4 y 5 (Cerro Macareno), 6 (Coria del Río); cuencos anchos y bajos: 8-12 (Mesa de El Gandul).

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Figura 5. Páteras: 1-7 (Mesa de El Gandul); cuenco turdetano: 8 (Mesa de El Gandul).

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