MOLINOS DE VIENTO EN EL CORREDOR DE ALMANSA Y LAS TIERRAS DE MONTEARAGÓN: Una aproximación desde la arqueología.

July 4, 2017 | Autor: J. Simón García | Categoría: Ethnography, Etnohistoria, Edad Media, Edad Moderna
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Descripción

PLEITA REVISTA DEL MUSEO MUNICIPAL “JERÓNIMO MOLINA” Jumilla · Murcia AÑO 17 · N.º 11 · 2014

REVISTA PLEITA · Año 17 · Nº 11 · 2014 MUSEO MUNICIPAL “JERÓNIMO MOLINA” Antiguo Palacio del Concejo · Pl. de Arriba s/n 30520 Jumilla (Murcia) Director: Emiliano Hernández Carrión Edita: Concejalía de Cultura y Turismo del Excmo. Ayuntamiento de Jumilla Intercambio y Correspondencia: arqueologí[email protected] · Tel. 968 757 973 ISSN: 1139 – 224 – X Dep. Leg.: MU – 1023 – 1998 Maquetación: Andrés Artacho Impresión: Imprenta Lencina · Tel. 968 78 01 66 (Impresa en papel ecológico) Fotografía portada: Pomo de tapadera de píxide. Foto: Andrés Artacho Dibujo portada: José Fajardo

ÍNDICE REVISTA DEL MUSEO MUNICIPAL “JERÓNIMO MOLINA” Jumilla · Murcia Año 17 - N.º 11 - 2014

Dep. Legal: MU - 1998 - ISSN: 1139-224-X

Editorial

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La iconografía del ave en la necrópolis del Poblado de Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla - Murcia).

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Rosa María Gualda Bernal Armas y armamento durante la edad media en Murcia.

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Ricardo Montes Bernárdez Jumilla a comienzos del siglo XX: Una mirada de cien años.

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Francisco Javier Salmerón Jiménez Segadores de sol a sol en el Alto Segura y en el Río Mundo.

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Juan Francisco Jordán Montés Cómo empezar una pleita de quince ramales.

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José Fajardo Rodríguez Molinos de viento en el corredor de Almansa y las tierras de Montearagón.

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José Luis Simón García

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MOLINOS DE VIENTO EN EL CORREDOR DE ALMANSA Y LAS TIERRAS DE MONTEARAGÓN: Una aproximación desde la arqueología. José Luis Simón García · Universidad de Alicante Revista Pleita Nº 11· p.p. 57-75 (2014) I.- INTRODUCCIÓN

E

l presente trabajo pretende aportar al territorio oriental de la provincia de Albacete el estudio de una serie de bienes etnográficos documentados en el trascurso de la realización de las Cartas Arqueológicas de los municipios integrados en el Grupo de Acción Local Monte Ibérico – Corredor de Almansa1. Pese a que el tema ya ha sido tratado por otros autores (Jiménez Ballesta, 2001 y Velasco Blázquez, 1990), esencialmente desde la perspectiva etnográfica o funcional, pretendemos ahondar desde el campo de la arqueología la contribución histórica que estos edificios pueden aportar a la hora de estudiar y comprender las sociedades en las cuales se vieron inmersos y las causas sociales y económicas que motivaron su construcción y posterior abandono. El Corredor de Almansa y las tierras de Montearagón abarcan la zona oriental de la actual provincia de Albacete, espacio en el que la estructura administrativa actual incluye el término municipal de Caudete, geográficamente perteneciente al Valle del Vinalopó. Se trata de un territorio de transición entre el litoral mediterráneo y el borde de la Meseta Sur, circunstancia que le confiere las características propias de un espacio de transición, donde se mezclan y aúnan elementos de ambos dominios geográficos2.

1. Las cartas arqueológicas han sido elaborados por un amplio equipo de profesionales que contó con la dirección del autor y la codirección de G. Segura y la participación de Francisco Tordera Guarinos, Fernando E. Tendero Fernández, Jesús Flor Francés y Francisco Aguado Vicedo. Dicho trabajo se efectuó por encargo del Grupo de Acción Local Monte Ibérico – Corredor de Almansa, en el año 2008-2009. Queremos expresar nuestro agradecimiento por la confianza y apoyo recibidos de la junta del citado organismo y por el personal técnico, encabezado por la Gerente Dña María del Carmen Talavera Tortosa. 2. En la actualidad forman parte de este territorio de forma administrativa los términos de Caudete, Almansa, Alpera, Higueruela, Hoya Gonzalo, Chinchilla de Montearagón, Pozo Cañada, Pétrola, Corral Rubio, Bonete y Montealegre del Castillo.

Se trata de un territorio que sin que podamos considerarlo como un valle o pasillo continuo, permite el tránsito entre sus relieves desde el litoral mediterráneo, esencialmente a través del Valle del Vinalopó, el Altiplano de Yecla Jumilla y en menor medida La Costera valenciana, con los Llanos de Albacete y a través de ellos, con el centro de la Meseta Sur. La disposición mayoritaria de los relieves, al menos en su mitad Sur, es esencialmente de SW a NE, lo que les adscribe a los últimos dominios septentrionales de las Prebéticas, mientras que los relieves de la mitad norte, con una dirección NE a SW les vincula a los últimos dominios meridionales del Sistema Ibérico. Entre ambos se abre mediante valles, como el de Almansa, fosas como la de Corral Rubio o la de Higueruela-Alpera, depresiones terciarias o triásicas como las Fuente La Higuera-Caudete y hoyas consecutivas, como las que se desarrollan hasta Chinchilla, un espacio esencialmente llano que desde la Prehistoria fue considerado como una zona de paso y tránsito de personas, animales y ganados. Esto no significa, como algunos investigadores han querido ver, que sea una zona exclusiva de paso, sino que se ha visto favorecida por la dificultad de tránsito de otras áreas colindantes como el Valle de Ayora, el Cañón del Júcar o las Hoces de Cabriel (Mora y López, 1988). Con respecto al tema que nos atañe aquí señalar que los vientos dominantes de la comarca son los de componente Noroeste y Oeste, de una intensidad relativamente constante a lo largo del año, de una altura homogénea y en algunos casos casi predecible por gentes acostumbradas a la observación meteorológica de tipo intuitivo, como es el caso de las sociedades preindustriales. Así los vientos resultantes de la térmica de verano, característicos de una franja horaria concreta, son fácilmente aprovechables desde las pequeñas elevaciones emplazadas en el centro del valle o el corredor, o desde las elevaciones que las circundan, por lo que no es de extrañar que con el paso de los siglos haya sido un lugar optimo para la instalación de parques eólicos en las últimas décadas. Además, el territorio es muy favorable al uso de la energía eólica por su topográfica muy llana, sin grandes masas de vegetación o construcciones antrópicas, que provocarían una rugosidad en el territorio, viéndose favorecido por unas alienaciones de relieves que encauzan las masas de aire por el centro del corredor (Bermejo-Baró, 1994).

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Fig.1

La presencia de molinos, tanto de viento como hidráulicos, se constata documentalmente en la zona a partir de la conquista cristiana, en 1242-1243, sin embargo, esto no excluye que existiesen con anterioridad, pero la falta de excavaciones arqueológicas y documentación textual impide por el momento atestígualos. Debieron de existir con toda seguridad en el cauce del río Júcar, pero sobre todo debió de ser corriente el molino de sangre, tirado tanto por animales como esclavos, o el empleo de morteros para el consumo de las pequeñas comunidades tribales de la zona (Fig.1). El profesor A. Pretel ya recogió en una de sus obras (1986) la primera documentación relativa a la autorización concedida en 1330 por don Juan Manuel, señor de estas tierras, para que el Concejo de Chinchilla pudiera levantar molinos de viento dentro de la villa de Chinchilla, pudiendo ser de su propiedad y arrendarlos o venderlos tal y como estimasen oportuno. Hay que 58

tener presente que de forma secular Chinchilla tuvo que sortear el problema del abastecimiento de agua de sus moradores a través de aljibes y el acarreo desde pozos emplazados en el llamo mediante reatas de mulas, conocido como el oficio de azacán, por lo que la molienda del grano debió de hacerse mediante molinos de sangre. Posteriormente en los grabados de Anton Van den Wyngaerde sobre Chinchilla de 1563, que realiza para el rey Felipe II, como anticipo al viaje que el rey efectúa a la Corona de Aragón, se aprecia en los alto del cerro donde se asienta la villa, en la cumbre del Cerro de San Blas, dos molinos de viento de cuatro aspas cada uno, junto a la ermita que da nombre al cerro (Fig. 2). Posiblemente sean estos los molinos construidos bajo la autorización de don Juan Manuel, lo cual nos los fecharía entre los inicios del siglo XIV y la mitad del siglo XV. La distancia respecto a la fortaleza les permitiría eludir los

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sitios que sufrió el castillo en la Guerra del Marquesado (1476-1480), lo que supuso el derribo o la destrucción parcial o total de edificios y barrios como el de San Juan (Pretel, 1992).

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población y uno posteriormente, además de un batán. En Montealegre se emplaza un solo molino junto a la Rambla del Agua Salada, mientras que en el resto de términos no existe constancia de molinos hidráulicos, tan solo habrá de viento. II.- LOS MOLINOS DE VIENTO II.1.- Molino de viento de Almansa. (UTM 6646474304506. Altitud 700 m.s.n.m.)3 El molino se emplazaba en el borde las últimas estribaciones meridionales del pie de monte del conjunto de Los Cabezos, al oeste de la población, en una zona elevada conocida como Las Eras, que en la actualidad ha quedado integrada en el ámbito urbano de la población, en concreto en el polígono Industrial de El Mugrón, en la confluencia de la Avenida de Ayora con Avenida don Juan Manuel, en la glorieta Francisco G. Rios. Aprovecharía por su altitud los vientos del oeste, en cuya dirección no existía caserío, vegetación o relieve de importancia, espacio por donde se encauzan los vientos del pasillo que crea El Mugrón por el norte y Los Cabezos por el sur.

Fig.2 El resto de la comarca, especialmente en los municipios de mayor tamaño y con algún tipo de cauce hídrico, parece que se inclinaron por lo molinos hidráulicos. En Caudete se aprovechó la Rambla del Paraíso o de San Vicente, donde se llegaron ha instalar hasta siete molinos y un batan, que posteriormente se reconvirtió en molino, y en la Rambla de Bogarra, donde se instalo uno más. En Almansa los molinos se emplazan en la Rambla de Zucaña, conocida posteriormente como de Los Molinos, donde se construyen hasta ocho molinos en línea, y tres más en la Rambla de los Charcones, dos con anterioridad al Pantano de Almansa, aprovechando el desvío de las aguas de Alpera por don Juan Manuel al unirlas con la Cañada del Charco, y uno tras el pantano, en la aldea de San Antón. En Alpera, junto al cauce de la Vega, se llegan a instalar cinco molinos antes de la

Actualmente la zona está sin edificar, lo que permite apreciar con claridad las eras abandonada desde finales de los años sesenta, algunos rulos y unas cimentaciones que podrían corresponder con el molino de viento, del cual apenas si queda rastro alguno. Sabemos del molino de viento por la cita que aparece en el Diccionario Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar de Pascual Madoz, redactado entre 1846 y 1850, donde en el apartado referido a la industria de la localidad señala la presencia de “un molino harinero impulsado por el viento”. Por el plano de Francisco Coello de 1876 sabemos de su posición, localizada en el ángulo superior izquierdo (Fig. 3), junto a un camino de herradura que parte del camino que en ese momento se le denomina como “Camino de la Cruz Blanca”, una de las cruces de jurisdicción emplazadas a las afueras de la población. 3. Las UTM se han tomado respecto al ETRS89. 59

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Fig.3 Dado que no se encuentra citado en el Catastro de Ensenada de 1752, aparece citado en el diccionario de Madoz de 1846 y no se posee dato alguno del mismo a principios del siglo XX, debemos suponer su construcción en algún momento del siglo XIX y su amortización a inicios del siglo XX. Por desgracia no se conserva, al menos hasta la fecha, fotografía del mismo, por lo que sólo podemos hacernos una idea de sus características por las resultantes del análisis del resto de los molinos de la comarca.

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II.2.- Molino de viento de Montealegre del Castillo (UTM 645659-4294414. 862 m.s.n.m.) El molino se encuentra sobre la cumbre de la Loma de Montealegre, nombre que recibe la elevación que se extiende al este de la población, la cual presenta dos cumbres, la septentrional conocida como el Cerro Aljezares o del Castillo, donde se emplazó la fortaleza medieval, y al sur la citada loma. Aprovecharía los vientos de la zona, especialmente del oeste, al extenderse una basta llanura sobre la que se eleva (Fig.4).

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Todo parece indicar que se ha conservado la torre casi en su totalidad, lo cual nos daría un edificio de dos alturas, muy similar a otros de la comarca, habiendo perdiendo el chapitel y la maquinaria interior, algunas de cuyas piedras se encuentran reutilizadas como mesas de recreo exteriores. Dispuso de dos puertas, una al norte y otra al sur, con una ligera desviación al noroeste, y un hueco en la planta superior, sobre la puerta sur, para subir y cambiar las piedras del molino, ya que tanto la maquinaria como las piedras estaban en la parte alta Por ahora no se ha registrado en las fototecas de la comunidad autónoma imágenes en donde aparezca el edificio, ya que todas se centran en vistas generales que tienen como fondo el castillo.

Fig.4 Actualmente se encuentra dentro de una finca particular, cuyo dueño lo restauró sin criterios técnicos, cegando la puerta del lado norte, acondicionado como ventana el hueco sobre la puerta sur, a la cual dota de una barandilla, encalando el edificio, colocando un chapitel de obra, y una carpintería de madera en la puerta y cuatro aspas de forja de una escala mucho menor al resto. Al acondicionarlo le han dotado de luz eléctrica y un pavimento interior de losas de piedra sujetas con cemento. La transformación exterior como segunda residencia ha hecho desaparecer las eras que en su entorno existían. De su aspecto original el molino se conserva su torre o estructura realizada en mampostería irregular trabada con mortero de cal, apoyada en una base o zapata de cimentación que a su vez apoya y regulariza el terreno. Posee en la actualidad 4’05 m de altura, una anchura de base de 5’30 y 4’76 en la parte alta, lo que de proporciona una sección algo trapezoidal. La puerta conservada, al sur, posee 1’85 m de altura y 0’93 m de ancho, con un espesor de muro de 1’25 m. Desde la puerta al hueco superior hay 1’08 m, y la ventana actual posee 1’20 m de ancho por 1 de alto.

No aparece mencionado como tal en diccionario de Pascual Madoz, donde solo se señala la existencia de un “…molino harinero…” sin especificar si es el viento o el hidráulico. Por lo que deberíamos situarlo entre la segunda mitad del siglo XIX y el primer cuarto del siglo XX. Al parecer a mediados del siglo XX ya estaba abandonado, según fuentes de vecinos de la localidad. II.3.- Molino de viento de Bonete (UTM 6432504304357) 916 m.s.n.m El molino se encuentra sobre la cumbre del Cerro del Molino, conocido también como Cerro de la Solana y de las Eras del Norte. Antiguamente el cerro se encontraba unido a la loma sobre la que se sitúa la población, pero la construcción de la circunvalación en los años sesenta hizo que la actual autovía cortase mediante una zanja ambos relieves dejándolos totalmente separados (Fig. 5) Aprovecha los vientos dominantes de noroeste y oeste, que se desplazan por el llano que se extiende desde los altos de Mompichel hasta la elevación del molino. No posee vegetación ni construcción en su entorno, si bien en los últimos años se han instalado varias antenas de comunicación. Se encuentra abandonado, careciendo de chapitel y de la maquinaria interior, de la cual se encuentra algún fragmento de las piedras de molino, especialmente de la volandera. Su estado actual, sin restaurar, permite conocer sus elementos generales y su aspecto en el momento de abandono.

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cuando estaba en movimiento. Sobre la puerta sur se encuentra el hueco de subir y reemplazar las piedras, que en este caso se encuentra tabicado con una sola hilera de piedras para facilitar su apertura en caso necesario. En el enlucido de yeso interior se constatan graffitis, como círculos convergentes que forman formas geométricas o cuentas mediante trazos verticales. El molino no aparece citado ni en las Relaciones Topográficas de Felipe II de 1575-1579, ni en el Catastro de Ensenada, de 1752, pese a lo cual algún autor señala su existencia en 1750 (Velasco Blázquez, 1990). Tampoco aparece en el diccionario de Madoz, por lo que creemos que debió de levantarse a principios del siglo XIX, dejando de funcionar en las primeras décadas del siglo XX, al igual que el resto de los molinos de viento de la comarca. En la cartografía del Instituto Geográfico Nacional de 1895 aparece claramente identificado como “Molino de Viento” Fig.5 Conserva una torre realizada de mampostería irregular trabada con mortero de cal, que estuvo enlucida al exterior y al interior. Se apoya en una zapata construida sobre el terreno, de 0’90 m de altura y 0’15 m de ancho mayor que el resto del muro, sobre la cual se levanta la pared del molino, con una anchura algo mayor en sus primeras hiladas. Posee una base de 5,25 m, y un ancho en la coronación de 4,50 m, lo cual le da una sección algo trapezoidal, en especial a partir del piso de la planta superior. Tiene una altura de 5,49 m, y un espesor de muro de 1’65 m. Posee dos puertas, una al norte y otra al sur, de 2’15 m de alto por 1 m de ancho. En el interior, de 3’60 de diámetro, se aprecia la huella de la escalera que permitía el acceso a la planta superior, adosada al muro y en el sentido de derecha hacia la izquierda. En la planta baja se aprecian varios huecos, aprovechados como alacenas, para las pelotas de rotación del mecanismo del maquinillo, la bajante del grano molido y el libro de cuentas. En la parte alta se aprecian dos pares de huecos cuadrangulares en la parte superior de las puertas, donde se alojaban de las vigas o “marranos” que soportaban el peso del piso superior, donde estaban las piedras de moler y el resto de la maquinaria. En las citadas vigas se sujetaba el eje de rotación, que soportaban las vibraciones del conjunto 62

II.4.- Molino de viento de Corral Rubio (UTM 633316-4299433). 876 m.s.n.m. Los restos del molino se encuentran junto al actual depósito de aguas de la población, al oeste del caserío, aprovechando una pequeña loma elevada junto al camino de Corral Rubio a Pétrola y los vientos del noroeste y oeste que se desplazan por el llano (Fig.6). Tan solo se conserva la cimentación de parte de su base, de 5’40 m de diámetro exterior y 4 m de diámetro interior, realizado en mampostería trabada con mortero, de 1’40 m de ancho. En uno de sus extremos se aprecia un sillar cuadrangular con un hueco cuadrado en el centro, que parece responder a una reutilización del sillar, pues con las hiladas superiores quedaría completamente cubierta. Se conserva el hueco de la puerta sur, de planta abocinada, de 1’10 de ancho al exterior y 1’70 al interior. La única noticia que se tiene del mismo es su mención en el diccionario de Pascual Madoz de 1846-1850, en donde se señala “…un molino harinero de viento…”. Pese a las construcciones que se han realizado en las últimas décadas en su entorno aún quedan varias eras en la zona, con rulos abandonados. No se sabe cuando se derribo, pero seguramente sus piedras sirvieran para construir el depósito de agua.

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m de ancho en la base y 4’93 en la parte alta, lo que le proporciona una sección trapezoidal. La altura es 4’99 m y el muro posee un espesor de 1’60 m de ancho. Dispone de dos puertas, la norte, actualmente tapiada y la sur, en uso. La puerta posee unas dimensiones de 1’90 m de altura por 1 m de anchura, si bien al usarse como palomar se amplio en altura.

Fig.6 II.5.1.- Molino de viento de Pétrola 01 (UTM 625143-4298274). 909 m.s.n.m. Un conjunto de elevaciones emplazadas al sur de la Laguna de Pétrola, sirve para que en su vertiente meridional se desarrolle el caserío de la población y en su cumbre se emplacen dos molinos de viento y varias eras en su entorno, denominado esta parte alta como el Cerro de las Eras. Las estribaciones occidentales reciben el nombre de Cerro de San Gregorio y una hondonada entre ambas la Hoya María (Fig. 7). Dominando la altura y todo el espacio colindante se encuentra los restos de un molino, que en la actualidad sirve de soporte a un palomar, de ahí que la parte baja tenga una planta circular y la parte superior cuadrangular, con una cubierta a dos aguas. La torre del molino esta realizada con mampostería irregular trabada con mortero de cal, actualmente enlucida tanto al exterior como al interior, y encalada en blanco por su cara externa. Posee una zapata algo más ancha que el resto del muro, seguramente para apoyarse en el terreno de forma mas firme, de 0’40 m de alto y 0’15 m de ancho, a partir de la cual se levanta el muro. Tiene 5’75

Fig.7 El molino poseía dos plantas. En la inferior, de 3’45 m de diámetro, se aprecia la escalera que sube a la planta superior, hoy en día el palomar, dispuesta a la derecha de la entrada sur, y en cuya base se aprecia la reutilización de una de las piedras de moler. Junto a la puerta norte se abren en el muro un armario rectangular, posiblemente para el libro de cuentas y varios huecos para alacenas realizados mediante la excavación en el muro. Actualmente el piso es de losetas cerámicas rectangulares, apreciándose en el centro un hueco cuadrangular que podría ser para encajar el eje de las piedras de moler. La planta superior se sustenta en dos vigas de pino de sección, alojadas en sendos huecos 63

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sobre los dinteles de las puertas, de un amplio diámetro y entre las cuales se sujetaría el eje de rotación de las piedras de moler. Quizás se encuentren trasformadas por el palomar, que usa el piso superior y un recrecido de algo más de un metro. El enlucido exterior de cemento no permite apreciar los huecos superiores, especialmente los que permitían subir y cambiar las piedras del molino.

y su imagen en la fotografía del fondo Luis Escobar (01400-000020-003) anteriormente citada, en la cual y debido al punto de toma solo se aprecia el chapitel y el eje principal con su prolongación en el botalón (García Simó et alii 2008).

No aparecen citados en las relaciones, catastros o diccionarios, por lo que no es posible disponer de datos sobre la fecha de su construcción. Pétrola carece de molinos hidráulicos, al igual que Corral Rubio, por lo que sus predecesores debieron de ser de sangre. En la fototeca de la Biblioteca Digital de Castilla-La Mancha, en el fondo de Luis Escobar4 (1887-1963), con el número 01400-000020-0035, se conserva una imagen panorámica de la población en la cual se aprecia sobre la cumbre los dos molinos. En primer plano el aquí descrito, con el palomar ya construido, en la parte posterior, asomando solo el chapitel con los restos del eje de palos, el otro molino de viento de la población. La imagen se fecha entre el segundo y tercer cuarto del siglo XX. En la cartografía del Instituto Geográfico Nacional de 1893 aparecen dos pequeños cuadrados en rojo con el término “Molinos” (Fig. 8). II.5.2.- Molino de viento de Pétrola 02 (UTM6250634298237). 904 m.s.n.m. A unos 60 metros al suroeste del anterior se emplazaba otro molino de similares características al anterior, del cual tan solo se conserva la base, cubierta de piedras 4. Luis Escobar López (1887-1963), fotógrafo ambulante, recorrió los pueblos y villas de Albacete, Ciudad Real y Cuenca de 1920 a 1960. Ha sido considerado como uno de los más importantes retratistas populares de España. Sus fotografías llenas de verdad, sin impostación alguna, han convertido a este autor en un clásico en la historia de la fotografía española. La mayoría de su legado se guarda en la Biblioteca de Castilla La Mancha. 5. Fotografía perteneciente a la Biblioteca Digital de Castilla-La Mancha. Fondo Luis Escobar. 64

Fig.8 II.6.1.- Molinos de viento del Cerro de San Blas. Chinchilla. (UTM 610185-4308734). 948 m.s.n.m. Tal y como señalamos en al principio del presente trabajo, en el grabado fechado en 1563 de Anton Van den Wyngaerde se aprecian claramente dos molinos en la cumbre del cerro de San Blas de Chinchilla, en el punto más alto de su vertiente occidental. Se encuentran entre la ermita, con su espadaña, que se dibuja a su lado derecho y el castillo, al izquierdo. Se trata de dos molinos de aspas, es decir, una torre cilíndrica y cuatro palas para aprovechar los vientos circulantes por los inmensos llanos oriental y septentrional. La rigurosidad y fidelidad de los grabados de Anton Van den Wyngaerde están ampliamente contrastada en múltiples estudios realizados sobre otras ciudades, como Cuenca, Madrid, Valencia o el Campo de Gibraltar (Kagan, 1986), por lo que si el autor plasma molinos de palas, no dudamos que así fueran, si bien en el boceto previo, que se conserva igualmente en la Österreichische Nationalbibliothek de Viena, uno de los molinos solo presenta palos y el otro palas. En el grabado “Vista Oriental de la Ciudad de Chinchilla”, Estampa nº 6 de 1786, realizado por

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Fig.9 Francisco Palomino para el Atlante Español de Bernat Espinalt y García (Fig. 9), cuya característica principal es su estilo esquematizado de la ciudad, los dos molinos de la cumbre del Cerro de San Blas, se han convertido en dos torres, pero a diferencia del resto, con la nomenclatura nº 8, no están cosidos a las murallas, sino asilados. Ambos están entre el castillo y la ermita, por lo que su posición es la correcta. La confusión pudo deberse a que los molinos por aquella época habían perdido el chapitel y las palas, conservándose solo la torre, lo cual indujo al dibujante, junto con la lejanía de la distancia para poder efectuar la vista, a confundirlos con torres del recinto amurallado. Sin embargo, el autor dibuja en la llanura dos molinos de aspas, diferenciando claramente su función, por lo que nos reiteramos en el hecho de que la confusión proviene del estado de abandono de los emplazados sobre la cumbre del cerro.

En la actualidad no se aprecian ni restos de los molinos ni de la ermita, si bien la zona ha sufrido una profunda alteración por el desarrollo de barriadas de casas cuevas durante los últimos siglos, que posteriormente se han abandonado, lo que ha conllevado el uso de la zona como vertedero. Solo una excavación arqueológica podría poner al descubierto los restos de los edificios. II.6.2.- Molino de viento de las Heras del Pozo de Murcia. Chinchilla. (UTM 610928-4307838). 855 m.s.n.m. Al sur de la población, junto a la Rambla del Pozo de Murcia, se conserva un molino de viento en la Finca de Los Molinos, actualmente separada de la parte urbana de Chinchilla por la autovía A-31. Antiguamente se situaba entre las casas de la parte baja de la población, 65

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la Ermita de San Antón, la aldea del Pozo de la Peña, la Vereda Real de Andalucía a Valencia y el Camino Real de Madrid a Valencia y Alicante (Fig. 10).

Fig.10 El molino se encuentra restaurado por la propiedad al modo de los molinos manchegos de aspas, enlucido en blanco, con una sola puerta, un chapitel de metal pintado en negro y unas aspas metálicas imitando de forma esquemática las de madera. Las construcciones de su entorno han terminado por adosarse al mismo, desfigurando su entorno original, que le permitía accionar su maquinaría aprovechando la elevación del terreno, remarcada por el cantil de la vertiente izquierda de la rambla, donde posteriormente se excavaron cuevas para la cría del champiñón en la década de los años cincuenta y sesenta del siglo XX. El molino posee dos puertas, la norte tapiada y la sur rehabilitada. Esta construido con mampostería irregular trabada con mortero de cal. Se asienta sobre el terreno y dispone de un muro de mayor grosor que el resto hasta una altura de 1 m. Tiene 5’80 m de anchura en la base y una altura actual de 8 m, dando la sensación de haber sido recrecido en la restauración. Posee dos alturas y en la actualidad posee seis pequeñas ventanas rectangulares orientadas a los vientos de la zona. 66

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Sobre el citado molino tenemos dos imágenes, la primera en el grabado de “Vista Oriental de la Ciudad de Chinchilla”, Estampa nº 6 de 1786, realizado por Francisco Palomino para el Atlante Español de Bernat Espinalt y García, el cual sitúa dos molinos de aspas entre las ermitas de la parte baja de la ciudad. En el plano de Francisco Coello de 1876 de Chinchilla aparecen las ermitas de San Antón o de San José, de Santa Elena, de San Cristóbal, de la Virgen de la Fuensanta y de Ntra Sra de las Nieves. En el ángulo inferior derecha se lee claramente “Camino de los Molinos”, lo cuales quedan fuera del plano de la ciudad. Uno de ellos podría corresponder a este molino, habiéndose perdido el otro. La segunda imagen es una fotografía de la fototeca de Luis Escobar6 sobre un “Oleo o acuarela representando una vista de Chinchilla de Monte-Aragón (Albacete) con un molino y el pueblo al fondo”. La fotografía del óleo viene firmada por J. Teigell y fechada en Chinchilla en 1925 (Fig. 11). En ella se identifica claramente el molino que se conserva en la actualidad con el representado, destacando que se trata de un molino de palos, ocho en concreto, donde se instalan las velas, con múltiples paralelos en los molinos de viento del litoral mediterráneo. En la puerta del molino aparece una piedra volandera y el molino esta orientado hacia los vientos procedentes del oeste, como no podría ser de otra manera. En base a estos datos el molino actual podría ser, junto al otro desaparecido, los molinos que a finales del siglo XVIII se documentan en el grabado de Palomino, y que son recogidos en el Catastro de Ensenada 1751-1753, en donde se cita que “…pertenecen a don Gerónimo de Robles, y el otro a don Antonio López de Haro, los que tienen arrendado a Antonio Calero Ramos en cuatrocientos reales de vellón cada uno...”, es decir, pertenecen a familias de la nobleza e hidalguía de la zona, especialmente los López de Haro, una de los clanes más poderosas de la zona en la época. Perduran a lo largo del siglo XIX, siendo citados por Madoz 1845 y recogidos en el plano de Francisco Coello de 1876 y dejan de funcionar seguramente a principios del siglo XX, con la electrificación y empleo 6. Fotografía nº 01400-000039-015 del Fondo fotográfico Luis Escobar de la Biblioteca Digital de Castilla La Mancha.

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de motores para las nuevas fábricas harineras, como la Fontecha, inaugurada en 1917. En la cartografía del Instituto Geográfico Nacional de 1893 aparecen con la denominación de Molinos de Doña María.

1893 aparecen una edificación cuadrangular como Casa del Molino de Alhama, sin que junto a la misma aparezca símbolo alguno, bien por no estar en funcionamiento, su reducido tamaño o por el criterio del topógrafo de campo.

Fig.11

Fig.12

II.6.3.- Molino de viento de La Casa de Alhama. (UTM 624563-4304870). 918 m.s.n.m.

II.7.- Molino de viento de Higueruela. (UTM 6241554304791). 1029 m.s.n.m.

Sus restos se encuentran junto a la Vereda Real de Andalucía a Valencia, a unos dos kilómetros al este de la Casa Alhama, una finca que se remonta a la Edad Media y que siempre ha pertenecido a la oligarquía de la ciudad de Chinchilla. Se encuentra a media ladera de la Loma del Quemado, al este de los Altos de Chinchilla, aprovechando los vientos que descienden por su falda oriental (Fig. 12).

Los escasos restos del molino se emplazan en la cumbre de una loma sita al sureste de la población, la cual a su vez se emplaza en la ladera suroriental de la Sierra de Higueruela, sector central de la Sierra y Altos de Chinchilla.

Se conserva la mitad del primer piso del molino, realizado con mampostería irregular trabada con mortero del cal. Posee una puerta al noreste y otra al sureste, con jambas realizadas con seudosillares, una anchura de 1’20 m de ancho y 1’60 m de alto. Posee un zócalo sobre el que se asienta la pared, de 1’50 m de ancho, conservando una alzada la pared de 2 m y un diámetro de 5’10 m. El interior está relleno de piedras procedentes del derrumbe del cuerpo superior y en el exterior se conservan restos del enlucido. En la cartografía del Instituto Geográfico Nacional de

Del molino apenas queda un amontonamiento de piedras que ha sido rellenado con las extraídas de la limpieza de los bancales colindantes. Pese a ello se conserva el topónimo, tanto en la cartografía geográfica como catastral, si bien no aparece ni en relaciones, catastros, diccionarios, nomenclator o cartografias anteriores a 1950, por lo que debió de quedar reflejado en los cuadernos de campo de los topógrafos y no incorporarse hasta las ediciones más recientes. II.8.- Molino de viento de Hoya Gonzalo. (UTM 625068-4312843). 945 m.s.n.m. El molino se sitúa en la parte alta de una pequeña loma resultante de la erosión de una zona baja y algo deprimida 67

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de la vertiente meridional de la Sierra de Chinchilla. Se encuentra al sur del caserío de la población, sin arbolado o cualquier tipo de obstáculo para aprovechar los vientos dominantes. En la actualidad esta restaurado al modo de los molinos manchegos, es decir se ha elevado la torre, se le ha dispuesto un chapitel de metal, pintado en negro, se han abierto ventanillas seriadas en la parte alta y se le ha dotado de unas aspas metálicas simulando las de madera. Finalmente todo el molino esta enlucido y pintado de blanco (Fig. 13).

la puerta norte. Se encontraba enlucido tanto al exterior como al interior. Sus dimensiones son 4 m de diámetro en la base, 4,62 m de altura, un espesor de muro de 0’85 m, mientras que las puertas tienen 1’95 m de alto por 0’90 m de ancho. En la restauración se le recreció 1 m de altura. El molino aparece citado en el diccionario de Pascual Madoz de 1847, como “…un molino harinero de viento…”, sin embargo no aparece representado en las cartografías del Instituto Geográfico Español. En el Nomenclator de 1860 se le denomina como Molino de Gregorio Gómez. II.9.- Molino de viento Pozo Cañada. (UTM 6095544295407). 841 m.s.n.m. Se emplaza en la cumbre del Cerro del Molino, al oeste de la actual población, la cual ha expandido su caserío por la parte baja del cerro. Recientemente se ha restaurado, pero pudimos documentarlos con anterioridad a dichos trabajos. Al emplazarse sobre la cumbre del cerro el molino pude aprovechar los vientos dominantes de la zona, al igual que las eras de su entorno. Junto al mismo se aprecian varias piedras de moler, o fragmentos de ellas, así como rulos lisos y estriados de las eras y la piedra de rabote del mecanismo original. Una de las piedras de moler, seguramente la solera, posee un diámetro de 1’48 m y un grosor de 0’20 m (Fig. 14).

Fig.13 Antes de su restauración se podría apreciar que el molino estaba realizado de mampostería irregular trabada con mortero de cal, sin zapata ni engrosamiento en la base del muro. Tenía dos puertas, una al norte y otra al sur, habiéndose perdido parte de la cara sur al desplomarse el dintel de madera. Sobre la puerta norte se aprecia una ventana de forma cuadrangular que ha sido conservada en la restauración actual, replicándola sobre la puerta sur, y un hueco cuadrado a modo de ventanilla junto a 68

Fig.14

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Se conserva la torre del molino, realizada con mampostería irregular trabada con mortero de cal. La base cuenta con un engrosamiento para mejorar la estabilidad del edificio de 0’70 m de altura y 0’10 m de anchura, la base mide 5 m y la parte alta 4’65 m, lo que le da un cierto aspecto troncocónico. Posee una altura de 4’88 m, los muros tienen un espesor de 1’25 m y las puertas miden 1 m de ancho por 1’90 m de alto. Dispone de dos pequeñas ventanillas rectangulares en la parte alta orientadas al noroeste y al suroeste, de 0’25 m de ancho por 0’50 de alto, y sobre la puerta sur se aprecia un vano mayor tapiado que sería por donde se subirían las piedras de moler. Se encuentra enlucido tanto por el exterior como por el interior, donde se aprecian graffitis en varios puntos del molino, unos escritos con sangina en las jambas de la puerta sur y otros, tanto motivos geométricos como alineaciones de rallas para llevar algún tipo de contabilidad, por varias zonas del piso inferior. Como en otros molinos similares se aprecia la huella de la escalera que adosada al muro oriental y sube hasta la planta superior. En la planta baja, de 3’45 m de diámetro, se aprecian varios huecos, armario del libro de cuentas, alacena, pelotas de giro y los huecos de las vigas, dos pares de rollos redondos, que soportan el peso del piso superior. Las vigas o “marranos” se disponen sobre los dinteles de las puertas y en sentido de ambas, descargando el peso hacia los lados, donde lo soportan los muros. En la restauración la planta superior se ha puesto a 2’90 m y se ha recrecido la torre por el exterior 1 m, lo que le da un aspecto mas esbelto del que tenía. Se ha añadido una cubierta cónica de metal y unas aspas de palas. El molino aparece en el Nomenclator de 1860, adscrito al término de Albacete, y se encuentra en el mapa de 1893 del Instituto Geográfico Nacional, como “Molino de Viento”. Todo parece indicar que se construyo a mediados del siglo XIX y dejo de funcionar a principios del siglo XX. En una fotografía fechada en 1965, atribuida a Nicolás Valls Asensi, se ve el molino al fondo, con cubierta de tejas, por lo que tras ejercer sus funciones iniciales pudo utilizarse posteriormente como palomar o almacén de aperos.

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III.- EL CONTEXTO HISTÓRICO Los datos documentales con los que se cuentan hasta la fecha indican que los primeros molinos de viento surgen en el espacio objeto de estudio a partir de la autorización concedida por el infante don Juan Manuel en 1330, en la cual permite a la ciudad de Chinchilla construir molinos dentro de la propia villa. Estos molinos se construirán en la cumbre del Cerro de San Blas, entre la ermita que da nombre al cerro y el castillo, orientada de sur a norte, lo que permitirá aprovechar las corrientes de aire que fluyan desde la inmensa llanura albaceteña. Su elevación sobre el llano y la potencia de los vientos, quizás explique su tipología, tal y como se percibe en el grabado de la ciudad realizado por Anton Van den Wyngaerde en 1563 (Fig. 2), similar al de los molinos de La Mancha, caracterizados por una torre cilíndrica elevada y robusta, un mecanismo movido por aspas rectangulares cubiertas con telas, con mayor o menor superficie en función de la intensidad del viento, frente a los molinos de palos o varas de velas triangulares mas bajos, de torre algo trapezoidal y característicos del litoral mediterráneo. Desde la Edad Media se van instalando, sobre todo en Almansa, Alpera y Caudete, molinos hidráulicos que aprovechan los cursos regulares de la comarca, como las aguas de la Vega de Alpera, desviadas posteriormente hacia el Pantano de Almansa por la Rambla de los Charcones, las aguas de Zucaña en Almansa y las de Bogarra y el Paraíso en Caudete, seguramente para dar respuesta a la mator producción y demanda cerealista y al incremento paulatino de la población a lo largo de los siglos, lo que hacía insuficiente la capacidad de los molinos de sangre empleados hasta el momento. Hasta el siglo XVIII, no parece que este tipo de molinos se extiendan fuera del alfoz de la villa de Chinchilla, tal y como quedan expuestos en el Catastro de Ensenada de 1752. Analizando el grabado de Palomino, de 1786, sobre la vista oriental de la ciudad de Chinchilla (Fig. 9), podemos determinar que los molinos surgidos en la cumbre del Cerro de San Blas se encuentran por esas fechas abandonados, lo que lleva al dibujante a interpretarlos como torres de la muralla perimetral de la villa, mientras que aparecen dos molinos de 69

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aspas dibujados entre las ermitas de la llanura, por lo corresponderían a los molinos de la Rambla del Pozo de Murcia, uno de los cuales ha llegado hasta nuestros días. Estos molinos se levantan a iniciativa de la nobleza o hidalguía de Chinchilla, como los López de Haro, que a su vez los arriendan a molineros locales, obteniendo de ello sustanciales rentas. En los términos donde sea posible, la baja nobleza local y la hidalguía invertirán en molinos hidráulicos, como Almansa, Alpera o Caudete, mientras que en el resto, aún como pedanías de Chinchilla, se seguirán empleando los molinos de sangre o se trasladará la producción a los molinos de viento de Chinchilla o los hidráulicos del cauce del río Júcar. Es a lo largo del XIX cuando nos encontramos en distintos documentos, como el diccionario de Madoz de 1845 y los Nomenclator de 1860, 1884 y 1892, y la edición en 1893 de las Hojas 1:50.0000 del Instituto Geográfico Nacional, la prueba de la existencia de los molinos de viento, los cuales se han extendido por localidades que consiguen en esos años sus segregación de Chinchilla, como Pétrola, Higueruela, Corral Rubio, Bonete y Hoya Gonzalo. Se plantea a partir de este momento cuestiones relacionadas con las causas históricas, sociales y económicas que motivan su construcción, quienes son sus impulsores, cuales son sus características tipológicas y las causas de su desaparición. Para ello sería necesario efectuar un rastreo de la documentación administrativa y fiscal en los fondos municipales o provinciales para sustentar con toda probabilidad las respuestas a dichas cuestiones. Sin embargo, y a la espera de esos estudios documentales, creemos que podemos plantear algunas hipótesis de trabajo. Tras el periodo de crisis que supuso la Guerra de la Independencia y los años inmediatamente posteriores, se produce a lo largo de todo el siglo XX un relativo crecimiento de la producción agropecuaria, especialmente cerealista y ganadera de las tierras de Albacete, con especial incidencia en el Corredor de Almansa, las tierras de Montearagón, los Llanos de Albacete y las tierras de La Roda y Villarrobledo. Ello 70

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conlleva una fuerte demanda de mano de obra, que se reflejara en los padrones municipales de las poblaciones, y en el crecimiento de las aldeas, caseríos y labores del territorio, llegando a desarrollarse en las poblaciones de la comarca barriadas de casas-cuevas que dan respuesta a los cada vez mas numerosos peones y aparceros, que de forma tradicional tienen unas tasas de natalidad muy elevadas. Las diferentes desamortizaciones, especialmente la de Ensenada de 1820 y la de Madoz de 1855, ponen en manos de una burguesía urbana y la nobleza caciquil, ahora con una nueva mentalidad capitalista, tierras en las que se incentivan dos actuaciones complementarias, una ampliación de la superficie cultivada, con tareas de acondicionamiento de superficies que hasta la fecha habían estado dedicadas al pasto del ganado, despedregando y arando estos campos marginales, y por otra intensificando el cultivo cerealista, lo que llevará a viajeros como Doré y Davillier a describir los campos albaceteños en 1862 como “…campos de trigo que se sucedían unos tras otros hasta el infinito..” (Requena Gallego, 1999). El aumento de producción hizo necesario la transformación en harina de los cereales cultivados, tanto para el consumo humano como para las bestias encargadas de los trabajos agrícolas y la arriería, las cuales habían aumentado notablemente al ser la única fuerza de trabajo, ante la falta de mecanización del campo. De este modo la molturación se convirtió en un buen negocio, en especial para aquellos que controlaban los molinos hidráulicos, que aumentaron su número al controlar el recurso básico, el agua, por lo que algunos emprendedores que no podían acceder a dicho recurso optaron, con la autorización de las nuevas corporaciones locales, por invertir en la construcción de molinos de viento, un recurso hasta ahora libre del dominio señorial o burgués (Requena Gallego, 1999). Es en el contexto histórico de las desamortizaciones, el económico, con el aumento de la producción, y el social, con una mayor disponibilidad de mano de obra y demanda de harina, es donde creemos que debe de situarse la construcción de los molinos de viento, es decir, en las décadas centrales del siglo XIX,

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circunstancia que explicaría su aparición documental en el diccionario de Madoz de 1845, de forma amplia y coetánea, y su ausencia en el Catastro de Ensenada. Quizás su similitud tipológica este en el hecho de que construyan en un lapso de tiempo muy corto. Todos se encuentran a las afueras del núcleo habitado, entre los 500 metros y un kilómetro, junto a uno de los caminos de salida de la población y en una zona elevada, pero sin optar por puntos excesivamente elevados. En su entorno se construyen varias eras que aprovechan el viento para las labores de espigar las mieses. Constructivamente todos, al menos los conservados, poseen una torre baja, de tan solo dos pisos, con cierta tendencia trapezoidal, realizados con mampostería irregular trabada con mortero de cal y enlucidos tanto al exterior como al interior. El hecho de que tan solo tengan dos plantas, la de triturar o moler en la parte superior y la de ensacar en la inferior, imposibilita la de cerner la harina, al menos como se realiza en la planta intermedia del molino manchego de tres plantas. Poseen dos puertas orientadas al norte y al sur. Sobre la puerta, normalmente la sur, hay una gran ventana o hueco que permite subir las muelas al primer piso, donde se encuentra la maquinaria. No poseen ventanillas para detectar la dirección del viento, tal y como ocurre con los molinos manchegos. Solo el molino de Pozo Cañada dispone de una ventanilla al noroeste y otra al noreste. En el interior poseen una escalera adosada al muro oriental que lleva hasta el piso superior, sustentado por dos gruesas vigas llamadas “marranos” (García Simó el alii, 2008) apoyadas sobre el dintel de las puertas. Su principal misión es soportar el peso de las muelas y sus apoyos y la vibración que ejercen al estar en movimiento. Permiten el soporte del forjado de la planta superior y el hueco de la escalera. En ningún caso se ha conservado el piso superior y la maquinaria, al igual que el chapitel o los palos de las aspas. En los muros del piso inferior se aprecian alacenas, huecos varios, algunos para el mecanismo del “maquinillo”, un regulador centrífugo conocido desde finales del siglo XVIII, cuya función principal era “… la de alivio automático, es decir, liberar al molinero de la constante regulación manual del mecanismo del alivio ante cambios inesperados en la

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velocidad del viento. El regulador centrífugo consiste en un paralelogramo deformable que, al girar según una de sus diagonales, hace que sus masas inerciales (pelotas en el vocabulario popular) colocadas en los extremos de los brazos o prolongaciones de los lados se eleven por la acción de la fuerza centrífuga, desplazando el vértice inferior en sentido vertical por el mismo eje de giro en función de la velocidad o número de revoluciones del paralelogramo…” (Rojas-Sola y Amézcua-Ogáyar, 2005). En Bonete, Pétrola y Pozo Cañada se han podido documentar un buen número de graffitis sobre los enlucidos de yeso de jambas de puertas, paredes y escaleras, que merecerían su calco. Dado que todos tienen las mismas características y son similares a los fotografiados en Fuente Álamo y Albacete a finales del XIX o inicios del XX (Jiménez Ballesta, 2001) (Fig 15 y 16), tanto en tamaño como en el restos de características constructivas, creemos que todos, excepto los medievales de Chinchilla, serian molinos de palos, frente a los molinos de aspas manchegos, circunstancia que se ve confirmada en el dibujo fotografiado por Luis Escobar de 1925 del Molino de la Rambla del Pozo de Murcia de Chinchilla. Este sistema de velas explicaría el menor tamaño de la torre, su menor altura y por tanto el hecho de que tan solo tengan dos pisos.

Fig.15 El sistema de velas triangulares está muy extendido por el litoral mediterráneo, y los molinos del Corredor de Almansa y las tierras de Montearagón pudieron recibir 71

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esta influencia por proximidad geográfica, por el origen de los constructores, por su menor conste de realización, al tener menor altura y diámetro, y quizás por los tipos de vientos de la zona, que hacían necesario o adecuarse a ellos, siendo suficientes para mover la maquinaria con una menor superficie de vela. Varios autores han estudiado las características mecánicas de este tipo de velas, determinando que “…al actuar el viento sobre una superficie curva genera una fuerza que tiende a dirigirse hacia arriba y contra el viento. La ventaja del arqueado llega a ser más notoria cuando el viento incide sobre la superficie desde abajo o cuando el plano es movido contra el viento en una posición inclinada. En esta posición, la superficie curva desarrolla el doble de fuerza que una plana, como ocurre con las aspas de los molinos de La Mancha…” (Rojas-Sola y AmézcuaOgáyar, 2005) (Fig 17).

unas 12 fanegas en días de brisa algo más moderada, con velocidades de la piedra volandera entre 40 y 45 rpm. A fin de cuantificar el trabajo necesario para moler 1 kg de trigo, se asumió que en un buen día con viento parejo podían molerse en torno a 1000 kg de cereal, algo más de 22 fanegas…” (Rojas-Sola y Amézcua-Ogáyar, 2005).

Fig.17

Fig.16 Sus necesidades de potencia podrían también estar relacionadas con el tamaño de las muelas, que por el diámetro interior de los molinos parecen algo menores a las de los molinos manchegos. En molinos similares de Nijar (Almería), si bien con vientos marítimos, “…un buen día de viento de levante parejo, que permitiera unas 50 revoluciones por minuto (rpm) en la volandera, podían molerse, entre el día y la noche, de 20 a 25 fanegas de trigo, siendo cada fanega de trigo equivalente a 45 kg. Cuanto más viento y más fuerte soplara mejor, pues supondría más horas de trabajo y mayor tasa de producción en la molienda. Sin embargo, lo normal era moler en torno a la mitad, 72

Creemos que este tipo de molinos se extendió más allá del territorio aquí estudiado. En Barrax, una fotografía anterior a la restauración del molino, donde se ve al pintor Benjamin Palencia junto a otras autoridades, apunta en la misma dirección, tanto por su altura, como por la línea homogénea de su coronación y dimensiones. Algo similar podría darse en el molino de Peñas de San Pedro, en los molinos de Pozo Hondo y el Pozuelo, La Nava de Arriba, Munera, Minaya y Mahora, circunstancia que cambia en las tierras de Villarrobledo, donde se atestigua fotográficamente molinos de aspas desde finales del siglo XIX (Amador de los Ríos, 1912). El final de los molinos de viento estuvo ligado a la implantación en la comarca de maquinaria impulsada con turbinas de vapor o gas y mediante el uso de la electricidad, que en Albacete arranca en 1887 y que posibilitaron en la primera década del siglo XX las primeras fábricas harineras, como la Harinera San

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Francisco de Albacete, luego Fontecha, finalizada en 1916 y puesta en funcionamiento en 1917, la Harinera de José Sánchez López SC de Almansa7, que está en funcionamiento en 1921, y la de Alpera, un antiguo molino hidráulico electrificado, a las que le seguirán otras como la de Higueruela.

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Paradójicamente en las causas de su origen están las de su desaparición, el final de las sociedades preindustriales, los primeros pasos de la sociedad urbana e “industrial” albaceteña, aquilatando el término industrial a una sociedad caciquil, y la llegada de los primeros avances tecnológicos, como la electricidad, la fuerza motriz y los edificios fabriles, junto al ferrocarril.

VI.- CONCLUSIONES Los molinos de vientos responden a una época, la preindustrial, con una maquinaría de madera basada en principios básicos de la mecánica y la física, que si bien se constatan en la comarca, en concreto en Chinchilla, desde mediados del siglo XIV, será durante el siglo XIX cuando se extiendan por el sector oriental de la actual provincia de Albacete, esencialmente por la iniciativa privada de particulares de clases populares y al amparo de unas circunstancias históricas y socioeconómicas muy concretas, relacionadas con el paso de propiedades concejiles o eclesiásticas a manos de terratenientes, oligarquías rurales y burguesía urbana, fruto de los procesos de desamortización y aprovechando el crecimiento poblacional, especialmente en la segunda mitad del siglo XIX, que permitió aumentar las tierras cultivadas e intensificar las existentes, dedicándolas a un producto básico par ala sociedad de la época, el cereal. La necesidad de aumentar la capacidad de trasformación del grano en harina, tanto para consumo humano como animal, especialmente el de tiro, supuso una inversión no sólo en molinos hidráulicos, allí donde era posible, como Almansa, Caudete y Alpera, sino también en molinos de viento, que hasta la fecha habían estado constreñidos a Chinchilla y su entorno próximo. Las limitaciones inversoras de sus promotores, características de su estrato social, queda patente en la propia tipología de los molinos, con solo dos plantas, reduciendo su altura al suprimir la intermedia donde se efectúan las tareas de cernido, por lo que se plantea la posibilidad de que su mayor producción se orientase hacia el molido de pienso para las caballerías, o que el cernido se efectuaba en otra lugar o instalación, lo que suponía un trabajo extra solo asumible en una economía donde el valor de la fuerza de trabajo humana está muy devaluada. 7. Agradecemos el habernos facilitado los datos a D. Miguel Pereda Hernández.

Los molinos de viento de las comarcas del Corredor de Almansa y las tierras de Montearagón, son el testigo de una época, tanto en aspectos sociales como económicos, que merecen su conservación y adecuación para su disfrute, pero es necesario que su recuperación se realice en base a datos históricos y científicos, no en bienintencionados impulsos que terminan por desfigurarlos, y en ocasiones, dañarlos de forma irremediable. Creemos necesario que si se plantea la recuperación de los molinos de viento de Bonete, Pétrola y Montealegre, únicos que quedan en su estado primigenio, sea en base a estudios y datos científicos e históricos, de lo contrario desapareceráncomo hitos de un pasado concreto (Fig. 18)

Fig.18 73

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V.- BIBLIOGRAFÍA Amador de los Ríos, R. 1912: Catálogo de los monumentos históricos de la provincia de Albacete. Facsímil del manuscrito (1912). Instituto de Estudios Albacetenses “Don Juan Manuel”. Clásicos albacetenses nº 12. Albacete. Bermejo-Baró, M. 1994: Mapa eólico nacional: resúmenes, energéticos por comunidades autónomas. Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medioambiente. Madrid, España. Clemente Alvarez, 2006: Energía Eólica. Manual de Energías Renovables nº 3. Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía. Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. Madrid. Cortes Ibáñez, E. (Coord) 2008: Cartas familiares de Tomás Navarro Tomás: la infancia revivida. Al-Basit nº 51-52. Albacete, págs. 116-179. Espinalt y García, B. 1786: El Atlante español ó Descripción general Geográfica, Cronológica, e Histórica de España, por Reynos, y Provincias: De sus ciudades, Villas, y Lugares más famosos: de su Población, Ríos, Montes, &c. Adornado de estampas finas, que demuestran las Vistas perspectivas de todas las Ciudades: Trajes propios de que usa cada Reyno, y Blasones que les son peculiares. Madrid. Imprenta de Antonio Fernández, 1778-1795, 14 vols. en octavo. García Simó, I, Redondo López, M.A., López Romero, J.J. y Cerón García, J. 2008: Molinos de Viento en la región de Murcia. Tipología, pautas y criterios de intervención. Murcia. Ibáñez Martínez, P.M. 2007: La vista de Cuenca desde la Hoz del Huecar (1565) de Van de Wyngaerde. Diputación Provincial de Cuenca. Jiménez Ballesta, J. 2001: Molinos de Viento en Castilla-La Mancha. Ed. Llanura. Ciudad Real. Kagan, R.L.1986: Ciudades del Siglo de Oro. Las vistas españolas de Antón Van Den Wyngaerde. Ed. El Viso. Madrid. Krüger, F. 1950: Geographie des traditions populaires en France. Cuadernos de Estudios Franceses. Universidad Nacional de Cuyo. Mendoza, Argentina. Madoz e Ibañez, P. 1987: Diccionario GeográficoEstadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Vol. II. Reed., 1847, Madrid. Pardo González, J.C. 1998: El campo de 74

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000020-003, Biblioteca Digital de Castilla-La Mancha). Fig. 9.- Grabado “Vista Oriental de la Ciudad de Chinchilla”, Estampa nº 6 de 1786, realizado por Francisco Palomino para el Atlante Español de Bernat Espinalt y García. Fig. 10.- Molino de las Heras del Pozo de Murcia. Fig. 11.- Fotografía de Luis Escobar de “Oleo o acuarela representando una vista de Chinchilla de Monte-Aragón (Albacete) con un molino y el pueblo al fondo”. 1925 (01400-000039-015, Biblioteca Digital de Castilla-La Mancha). Fig. 12.- Molino de la Casa de Alhama. Fig. 13.- Molino de viento de Hoya Gonzalo. Fig. 14.- Molino de viento de Pozo Cañada. Fig. 15.- Molinos de Fuente-Álamo (Jiménez Ballesta, 2001). Fig. 16.- Molinos de Albacete (Jiménez Ballesta, 2001). Fig. 17.- Vista isométrica de un molino de viento de velas del Campo de Nijar (Almería) (Rojas-Sola y Amézcua-Ogáyar, 2005). Fig. 18.- Restitución hipotética del molino de Bonete, ejemplo de los molinos de la Comarca del Corredor de Almansa y las tierras de Montearagón. Fig 19.- Dibujo de Tomás Navarro Tomás de una de sus cartas mecanografiada con firma manuscrita, enviada desde Northampton, Massachusetts, el 26 de enero de 1971 Cortes Ibáñez, E. (Coord) 2008.

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No he sabido tampoco soslayar el dibujo de manera que pudiera verse la palanca. La puerta era de tamaño regular, aunque parezca pequeña comparada con las dimensiones del edificio y de las aspas. Ver éstas a toda marcha era un magnífico espectáculo, sin duda el más extraño y atractivo del pueblo. Su movimiento iba acompañado de los crujidos del recio eje interior y de los largos mástiles a los que las velas iban atadas. Las aspas de los molinos de Criptana parecen grandes brazos de gigante, como imaginó don Quijote. Las del molino de La Roda sugerían más bien el vuelo vistoso de un gran barco velero, anclado en la colina. En la carta manuscrita de 23 de marzo de 1970 (Northampton) cita el nombre del molino ….”Me gustaría saber si se conservan aún restos del molino de viento de los Terreros y si se guarda el recuerdo de la trágica muerte del pobre molinero que lo administraba en los últimos años del siglo pasado. Era un molino diferente de los de Criptana y otros lugares; las aspas, de lona blanca como velas de barco; verlas girar era el espectáculo más impresionante y atractivo para los que entonces éramos muchachos.

ADDENDA Fig. 19.- Dibujo de Tomás Navarro Tomás de una de sus cartas mecanografiada con firma manuscrita, enviada desde Northampton, Massachusetts, el 26 de enero de 1971 (Al-Basit, nº 51-52, 2008) El dibujo se acompaña del texto siguiente…”El dibujo que te envío da una idea aproximada de cómo yo recuerdo al molino de viento. Me ha faltado habilidad para representar la construcción circular o más bien cilíndrica del edificio. Las aspas eran seis velas de lona triangulares. No eran de tablas movibles co[mo] las de los molinos de Criptana. La cubierta, que apenas se ve en el dibujo detrás de las aspas, era cónica, giratoria, de madera. Se movía, para enfrentar las aspas con el viento, mediante una gran palanca ajustada a la cubierta por la parte opuesta a las aspas.

Fig.19 75

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