Molénat (J.-P.), En busca del relato de Aḥmad al-Rāzī sobre la conquista de al-Andalus

July 14, 2017 | Autor: Jean-Pierre Molénat | Categoría: Al-Andalus History, Islamic Historiography, Islamic conquest of Spain
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Descripción

Historiogrfía y representaciones III Estudios sobre las fuentes de la conquista islámica

Historiografía y representaciones III Estudios sobre las fuentes de la conquista islámica Editores científicos:

Luis A. García Moreno – Esther Sánchez Medina Lidia Fernández Fonfría

ISBN 978‑84‑15069-50-8

REAL ACADEMIA

DE LA HISTORIA

En busca del relato de A¬mad Al-Rāzī sobre la conquista de al-Andalus1 Jean-Pierre Molénat C.N.R.S. – I.R.H.T. Paris

Resumen En este trabajo se intenta reunir los extractos del relato de A¬mad al-Rāz÷ sobre la conquista de al-Andalus consignados en árabe por los autores posteriores (en especial Ibn ‘I²ārī y al-Maqqarī), y compararlos con la llamada Crónica del moro Rasis, que se presenta como traducida de la obra de al-Rāzī. La conclusión es que se dispone de trozos importantes del original, pero que no hay correspondencia con lo que dice la supuesta traducción, que no se puede considerar como tal. Se insiste además en la necesidad de ir a los textos árabes originales y no se limitar a las traducciones del siglo XIX y principios del XX, por la libertad con que se solía tratar en aquella época las obras árabes. Palabras clave: Conquista de al-Andalus, A¬mad al-Rāz÷, Ibn ‘I²ārī y al-Maqqarī, Crónica del moro Rasis, Pascual de Gayangos. Resumé Dans ce travail on a tenté de réunir les extraits du récit d'A¬mad al-Rāz÷ sur la conquête d'al-Andalus consignés en arabe par les auteurs postérieurs, en particulier Ibn ‘I²ārī y al-Maqqarī, et de les comparer Versión traducida al español por el autor, agradeciendo a la profesora María Jesús Viguera Molins las correcciones estilísticas, los errores subsistentes quedando evidentemente a nuestra culpa. 1

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avec la prétendue Crónica del moro Rasis, qui se présente comme une traduction de l'œuvre d'al-Rāzī. La conclusion est que l'on dispose de fragments assez importants de l'œuvre originale, mais qu'il n'existe pas de correspondance avec ce que dit la supposée traduction, qu'il n'est pas possible de considérer comme telle. On insiste en outre sur la nécessité d'aller aux textes arabes originaux et de ne pas se contenter des traductions du XIXe siècle et début du XXe, à cause de la liberté dont on usait à cette époque à l'égard des œuvres arabes. Mots-clés: Conquête d'al-Andalus, A¬mad al-Rāz÷, Ibn ‘I²ārī y alMaqqarī, Crónica del moro Rasis, Pascual de Gayangos.

No se va intentar averiguar aquí cuál de los varios relatos de la conquista ahora disponibles, es más conforme a la realidad histórica, o si alguno de ellos refleja, aun de manera distorsionada, tal realidad, o si todos, según ciertos autores defienden ahora, no son sino invenciones, acuñadas en Córdoba, durante el siglo X, al amparo del poder omeya, como justificación de éste2. En último lugar, Clarke, N., “Medieval Arabic Accounts of the Conquest of Cordoba: Creating a Narrative for a Provincial Capital", Bulletin of the School of Oriental and African Studies 74/1, 2011, 41-57. Uno de los errores más evidentes de este autor es hacer de Mugī£ al-Rūmī, el conquistador de Córdoba, un invento destinado a ensalzar la política del califa ‘Abd al-Ra¬mān III con respecto a los conversos de origen hispánico, cuando su figura se encuentra ya en los relatos del siglo IX, como en el de Ibn ‘Abd al-©akam, quien escribe: «Mugī£ al Rūmī, el servidor (gulām) de al-Walīd b. ‘Abd al-Malik, tenía el mando de la caballería de Æāriq. Dirigiose hacia Córdoba, cuando Æāriq marchaba contra Toledo» (ed. C. Torrey, 207, líneas 1-2; ed. y trad. francesa A. Gateau, 94-95; trad. española E. Lafuente Alcántara, 210. Aquí traducción propia). Lo que parece otro error del mismo sería escribir: «some three thousand Egyptians, led by Balj b. Bishr, apparently took part in the conquest of Iberia» (The Muslim Conquest of Iberia. Medieval Arabic narratives, Londres-Nueva York, 2012, 31, con referencia a M. ‘A. Makkī "Egypt and the and the Origin of Arabic Spanish historiography", 175). Makkī evidentemente no decía esto: no se trataba de la "conquista", sino del ejército llegado con Balŷ en 741, y considerado como formado por Sirios (Šāmiyyūn), 2

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El propósito va a ser solamente examinar si es posible reconstruir el relato verdaderamente fundador de la historiografía andalusí, el del Taþrīj mulūk al-Andalus, obra del segundo de los Rāzī, A¬mad b. Mu¬ammad, el historiador por antonomasia (al-taþrījī), muerto en 344 H/ 9553. El libro sigue estando perdido, como tantos de una producción literaria andalusí tan rica, pero disponemos de muchas citaciones y referencias de él tomadas, y incluso de traducciones antiguas al latín y a las lenguas romances de la Península Ibérica, señaladamente el portugués y el castellano. No hay que pensar que existieron otros libros de A¬mad al-Rāzī dedicados a la historia de al-Andalus, aparte del citado Taþrīj mulūk al-Andalus, pues de las cinco obras que se citan de este autor, las cuatro otras mencionadas son respectivamente de genealogía, de descripción de Córdoba, de geografía (que será la primera parte del Taþrīj mulūk) y del catálogo de «clientes» (mawālī), que encajan en el dicho Taþrīj 4. Existe por cierto un texto –conocido como la Crónica del moro Rasis– que suele considerarse como versión castellana de una traducción portuguesa de la obra de A¬mad al-Rāzī, hecha en tiempo del soberano lusitano dom Dinis (fines del s. XIIIprincipios del XIV), según declararon los supuestos traductores, quienes, para decir la verdad, ya erraron sobre el nombre del pretendido autor original, a quien denominaron «Mohamad» y no «Azmed» o «Hamete»5 como hubiera sido posible. Se aunque hubo entre ellos –a los menos antes de la derrota sufrida ante los beréberes en el Magrib–, 3.000 hombres sacados del ejército estacionado en Égipto (Ajbār Maŷmū‘a, ed. I. al-Abyārī, 36; trad. E. Lafuente Alcántara, 42). 3 Pons Boigues, F., Los historiadores y geógrafos arábigo-españoles, Madrid, 1898 (reimp. Amsterdam, 1972), n° 23, 62-66, tomando de Ibn alFaraÅī la fecha en que murió A¬mad al-Rāzī. 4 Pons Boigues, F., op. cit., 63, tomándolo de al-¾abbī y éste, en parte, de Ibn ©azm (cf. Bugyat al-multamis, ed. Codera, Madrid, 1885, n° 330, 140). 5 Sobre los variantes derivados del árabe A¬mad en portugués y castellano medieval, Molénat, J.-P., “Les noms des mudéjars revisités à partir de

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ha discutido mucho la cuestión de si esa crónica era o no «auténtica», sobre todo desde que, a mediados del siglo XIX, la publicó Pascual de Gayangos, quien la consideraba como verdadera traducción de la obra de A¬mad al-Rāzī. Es, sin duda, necesario distinguir bien entre las diversas partes de que se compone la Crónica del moro. Nos parece que, de hecho, es bien posible considerar que las dos primeras partes de la obra, con la descripción geográfica de la península, y la historia, en gran parte legendaria, de la Hispania anterior a la invasión del 711, reflejan lo que fue el libro del taþrījī cordobés. Tal es la opinión prevalente hoy día, y también la de sus últimos editores6. No vamos a detenernos en este punto, pues la cuestión que nos interesa aquí es el problema de la tercera parte de la Crónica del moro Rasis, que Diego Catalán y María Soledad de Andrés incorporan en su trabajo solamente como la «versión facticia e interpolada por Gabriel Rodríguez de Escabias, s. XVII»7, a pesar de que ellos ven, en la introducción de su trabajo, la autenticidad de la crónica como un problema superado, apoyándose para afirmarlo sólo en la dos primeras partes, y no en la que nos interesa aquí8. Gayangos consideraba

Tolède et de Lisbonne”, En la España Medieval 35, 2012, 75-98, y ahora en Müller, C. – Roiland-Rouabah, M. (eds.), Les non-dits du nom. Onomastique et documents en terres d’Islam. Mélanges offerts à Jacqueline Sublet, DamasBeyrouth, Presses de l’Institut français du Proche-Orient, 2013, 437-460, con un título ligeramente modificado: «Les noms des mudéjars revisités, à partir de Tolède et du Portugal». 6 Catalán, D. – De Andrés, Mª S., Crónica del moro Rasis, versión del Ajbār mulūk al-Andalus de A¬mad ibn Mu¬ammad ibn Mūsà al-Rāzī, 889955; romanzada para el rey Don Dionis de Portugal, hacia 1300 por Mahomad, alarife, y Gil Pérez, clérigo de don Perianes Porçel, Madrid, Gredos (Fuentes cronísticas de la historia de España III), 1975. 7 Op. cit., 285 y siguientes, el relato de la conquista a partir de la p. 347. 8 Op. cit., pp. XI-XII.

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esta última parte también como auténtica9, es decir procedente de la traducción de A¬mad al-Rāzī. De forma casi unánime, la última parte de la Crónica del moro Rasis está citada, igual que las otras, como la obra del taþrījī. Mencionaremos sólo a los más recientes autores. Nicola Clarke escribe: «The Crónica de 1344 is largely based on the Castilian Crónica del Moro Rasis, which is itself based on an earlier Portuguese translation of al-Rāzī ‘s lost work»10, y José Eduardo López Pereira, último editor de la crónica latina del 754, dice: «El historiador árabe hispano más antiguo, cuya obra ha llegado hasta nosotros es Ahmad al-Razi (ca. 950-970), pero sólo disponemos de una traducción portuguesa realizada en torno al año 1300, la Crónica del moro Rasis»11. Dejando a un lado el hecho de que disponemos sólo de la traducción castellana de la supuesta traducción portuguesa, es afirmar que la obra de A¬mad al-Rāzī ha llegado hasta nosotros en su traducción. Está claro que los relatos sintéticos y verdaderamente históricos de la conquista de que se dispone (es decir, poniéndolos en el orden aproximado de su composición: los Ajbār Maŷmū‘a12, «Parte histórica, o sea historia de la España árabe, desde su conquista por Táriq ben Zeyyád hasta la muerte de Al-haquem Al-mostanser billah, noveno rey de Córdoba de la estirpe de Umeyya», en Memorias de la Real Academia de la Historia, Madrid, 1852, 67 y siguientes. Hay una separata anterior, Memoria sobre la autenticidad de la Crónica denominada del Moro Rasis, Madrid, 1850, con paginación igual. 10 Art. cit., nota 36. 11 López Pereira, J. E., Continuatio Isidoriana Hispana. Crónina Mozárabe de 754, León, 2009, 54. 12 Ed. y trad. Lafuente Alcántara, E., Ajbar Machmuâ. Crónica anónima del siglo XI, Madrid, Real Academia de la Historia, 1867 (reimp. fasc., Breinigsville -USA-, Kessinger Legacy Reprints, 2011). Ed. I. al-Abyārī, Beirut, Dār al-Kitāb al-Lubnānī (al-Maktaba al-Andalusiyya 1), 1301/1981. En adelante Ajbār Maŷmū‘a, ed. o trad. ELA, y ed. Abyārī. Se puede mencionar igualmente la traducción francesa parcial de Dozy, R. (en Recherches 9

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la parte relativa a la conquista de al-Andalus en el Kāmil fī al-taþrīj de Ibn al-A£īr13, las mismas partes del Bayān al-Mugrib de Ibn ‘I²ārī14, del De Rebus Hispaniae de Rodrigo Jiménez de Rada, de la denominada Crónica del moro Rasis, del Naf¬ al-Ðīb de A¬mad al-Maqqarī), no se inspiran, o solamente en algunos breves trozos, de los relatos más antiguos de la conquista que llegaron hasta nosotros, entre los cuales se encuentran la crónica latina anónima llamada Crónica del 75415, y entre los textos árabes el Futū¬ Mi½r wa-l-Magrib wa-l-Andalus del egipcio Ibn ‘Abd al-©akam16, el Kitāb al-Taþrīj del granadino sur l’histoire et la littérature de l’Espagne pendant le Moyen Âge, 3. ed., Leiden, 1881, t. 1, 40-57, y la traducción inglesa reciente de James, D., A History of Early Al-Andalus. The Akhbār Majmū‘a, GB, 2012. Nos parece necesario mantener el plural para mencionar la obra, con vista a lo heterogéneo de su composición. 13 Al-Kāmil fī al-ta’rīj, ed., Beirut, Dār ¼ādir-Dār Bayrūt, 13 vol., 196567. Trad. parcial, Fagnan, E., Annales du Maghreb et de l’Espagne, Alger, 1901 (reed. facs. GB, Elibron Classics, 2006). 14 Ed. Colin, G.-S. – Lévi-Provençal, É., Histoire de l’Afrique du Nord et de l’Espagne musulmane intitulée Kitāb Al-Bayān al-Mughrib par Ibn ‘Idhārī al-Marrākushī…, t. 2, Histoire de l’Espagne musulmane de la conquête au XIe siècle, Leyde, 1951 (reimp. Beirut, Dār al-¢aqāfa, 1980). Trad. E. Fagnan, Histoire de l’Afrique et de l’Espagne intitulée Al-Bayano’l-Mogrib, 2 vol., Argel, 1901-1904. En adelante BM2, ed. CLP, y trad. Fagnan. 15 Ed. y trad. López Pereira, J. E., Crónica mozárabe de 754, Zaragoza, 1980, y nueva edición, León, 2009. El nombre Crónica de 754, o Crónica latina de 754, nos parece la única manera correcta de designar ese texto, todas las formulas anteriores (Crónica de Isidoro de Beja, o Isidoro Pacense, Anónimo de Córdoba, Crónica mozárabe de 754) siendo respectivamente errada, aventurada o tendenciosa. El término «mozárabe», con su significado original de «arabizado», no nos parece poder aplicarse a un texto latino, además demasiado antiguo para que la arabización de los cristianos andalusís haya podido producir sus efectos. 16 Ed. Torrey, C., The History of the Conquest of Egypt, North Africa and Spain. Known as the Futū¬ Mi½r of Ibn ‘Abd al-©akam, New Haven (Connecticut), Yale University Press, 1922 (reimp. fac-sim., New York, Gorgias Press, 2006). Ed. y trad. francesas parciales, Gateau, A., Conquête

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Ibn ©abīb17, y el Kitāb al-imāma wa-l-siyāsa del seudo-Ibn Qutayba18, tres obras del siglo IX estrechamente emparentadas, a que se puede añadir la parte relativa a la conquista del Kitāb iftitā¬ al-Andalus de Ibn al-QūÐiyya, por el número de fábulas y leyendas que incluye a la vez que su brevedad sobre las etapas de la conquista19. de l’Afrique du Nord et de l’Espagne (Futûh’ Ifrîqiya wa’l-Andalus), Argel, Carbonel (Bibliothèque Arabe-Française 2), 2a ed. 1947. Ed. y trad. inglesa parciales Jones, J. H., The History of the Conquest of Spain, GoettingenLondres, 1858 (reimp. New York, 1969). Trad. española parcial y notas Vidal Beltrán, E., Ibn ‘Abd al-©akam. Conquista de África del Norte y de España, Valencia, Anubar, 1966. 17 Ed. Aguadé, J., ‘Abd al-Malik b. ©abīb (m. 238/853). Kitāb al-ta’rīj (La historia), Madrid, CSIC (Fuentes Arábico-Hispanas 1), 1991 [con estudio sobre la vida y la obra del autor, pero sin traducción]. Ed. parcial Makkī, M. ‘A., “Egipto y los orígenes de la historiografía arábigo-española”, RIEIM 5, 1957, apéndice, 221-243. Trad. parcial Martínez Antuña, M., “Notas de Ibn Abī Riqā’ de las lecciones de Ibn ©abīb acerca de la conquista de España por los árabes”, Cuadernos de Historia de España 1-2, Buenos Aires, 1944, 248-268. 18 Ed. J. al-Muna½½iq, Beirut, Dār al-Kutub al-‘Ilmiyya, 1997. Ed. y trad. parcial J. Ribera, en apéndice a Ibn al-QūÐiyya, Historia de la conquista de España, Madrid, 1926, 105-165: “Narración de la conquista de España, tomada del libro ‘al-Imamato ua As-siasato’, de Abencotaiba”. No sabemos por qué N. Clarke considera el autor anónimo de ese texto como «probablemente» andalusí (art. cit. 49), cuando M. ‘A. Makkī lo sitúa en Egipto («Egipto y los orígenes de la historiografía arabigo-española», Revista del Instituto de Estudios Islámicos en Madrid 5, 1957, 157-248; y versión inglesa, amputada de su apéndice con los capítulos relativos a la España musulmana de la historia de Ibn ©abīb, «Egypt and the Origins of Arabic Spanish Historiography: A Contribution to the Study of the Earliest Sources for the History of Islamic Spain», en Fierro, M – Samsó, J. (eds.), The Formation of al-Andalus, parte 2, Language, Religion, Culture and the Sciences, Ashgate, Variorum, 1998, 173-233). 19 Ed. y trad. Ribera, J., Historia de la conquista de España de Abenalcotía el cordobés, Madrid, Real Academia de la Histoira, 1926. Ed. I. al-Abyārī, Beirut-El Cairo, 1982. Ed. I. al-‘Arabī, Argel, 1989. Trad. D. James, Early Islamic Spain. The History of Ibn al-QūÐīya, Londres, Routledge, 2009.

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Sobre los orígenes de la conquista, tenemos un relato muy sintético en el Bayān al-Mugrib de Ibn ‘I²ārī, quien cita al-Rāzī, el cual utiliza la obra ahora perdida del medinés alWāqidī, difunto en 207 H/ 82220. Se ve en él, al califa omeya ‘Abd al-Malik nombrar a Mūsà Ibn Nu½ayr para el gobierno de Ifrīqiya, y a Mūsà colocar a Æāriq Ibn Ziyād como gobernador en Tánger. Yulyān, vecino de Æāriq «por la proximidad de Algéciras» se pone en contacto con él, y le propone hacerle penetrar, con su ejército, en la península. Æāriq, que tiene una tropa de 12.000 beréberes, determina hacer esta expedición, con el consentimiento de Mūsà21. Lo más notable y extraño en ese extracto de al-Rāzī es que no hay en él alusión alguna a las motivaciones de Yulyān, nada en particular sobre la historia de su hija y su violación supuesta por el rey Rodrigo, cuando la leyenda ya estaba presente en el primer historiador árabe de la conquista de al-Andalus, el egipcio Ibn ‘Abd al-©akam22, mezclada con las otras informaciones que iría recogiendo A¬mad al-Rāzī. El contemporáneo de éste, Ibn al-QūÐiyya (muerto en 367 H/ 977) menciona igualmente la historia, con ciertas variantes23, por no decir nada de los

Sobre Mu¬ammad b. ‘Umar b. Wāqid, al-Wāqidī, cuya obra es de la máxima importancia para los principios de la historiografía árabe, pero cuyo único libro preservado, el Kitāb al-magāzī, no trata del Occidente islámico, cf. Leder, S., “al-Wā±idī”, Encyclopédie de l’Islam, 2ª ed., t. 11, Leiden, 2003, 111-113. 21 Al-Bayān al-mugrib, t. 2, ed. CLP, 6; trad. Fagnan, 9. 22 Futū¬ Mi½r, ed. C. Torrey, 205; ed. y trad. A. Gateau, 90-91. El egipcio dice con más sobriedad que el rey dejó la chica preñada (a¬bala-hā). Damos la anterioridad a Ibn ‘Abd al-©akam (nacido hacia 187 H/ 803, difunto en 257 H/ 870-71) con respecto a Ibn ©abīb (nacido hacia 174 H/ 790, difunto entre 237 y 239 H/ 851-854), porque el último fue a buscar en Egipto, país del primero, las noticias más bien legendarias de que llenó su historia. 23 Taþrīj iftitā¬ al-Andalus, ed. J. Ribera, 8; ed. al-Abyārī, 34; ed. al‘Arabī, 22; trad. J. Ribera, 5; trad. D. James, 52. 20

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Ajbār Maŷmū‘a24, de datación tan incierta, y de Ibn Jaldūn, muy posterior y que no da noticia de sus fuentes25. Del lado cristiano, la historia de la hija de Julián, ausente de la Crónica latina del 754 como del ciclo de las crónicas asturianas del siglo IX, no aparecerá sino en el siglo XI en la Chronica Gothorum Pseudo-Isidoriana26. Se puede suponer que pertenecía también a al-Rāzī, y a al-Wāqidī antes de él, el episodio siguiente, en que las tropas de Æāriq desembarcan en Gibraltar (Ŷabal Æāriq) en navíos de comercio, y el mismo Æāriq pasando el último27. La fecha indicada (lunes 5 raŷab 92/ 27 de abril 711) parece más o menos exacta, y el lunes 27 de abril de 711 corresponde exactamente al 4 de raŷab)28. Cuando el texto dice que Æāriq desembarcó en el monte «que llevan su nombre hasta nuestros días», da a pensar que su autor es realmente A¬mad al-Rāzī en el siglo Ajbār Maŷmū‘a, ed. E. Lafuente Alcántara, 5; trad. 19. Kitāb al-‘Ibar, ed. Dār al-Kutub al-‘Ilmiyya, Beirut, 1413 H/ 1992, t. 4, 140 y siguientes. Larga citación en al-Maqqarī, Naf¬ al-Ðīb, ed. IA2, t. 1, 232 y siguientes. Trad. O. Machado Mouret, “Historia de los árabes de España, por Ibn Jaldūn”, Cuadernos de Historia de España 4, Buenos Aires, 1946, 139. 26 Fogelquist, J. D., “Pedro del Corral’s Reconfiguration of La Cava in the Crónica del Rey don Rodrigo”, eHumanista: Monographs in Humanities 3, 1-76, en especial 13. Chronica Gothorum pseudo-isidoriana (ms. Paris BN 6113), ed. y trad. F. González Muñoz, La Coruña, 2000, § 19, 182-183. 27 En Ibn ‘Abd al-©akam, el relato es un poco diferente, pero parecido en el fondo (Futū¬ Mi½r, ed. C. Torrrey, 205-206; trad. A. Gateau, 91; trad. Jones, 19; trad. E. Lafuente Alcántara, 209). 28 El pseudo-Ibn Qutayba da igualmente el mes de raŷab, aunque el año difiere según las ediciones: 92 en la de Ribera (trad. 106, resultando evidentemente de una corrección, pues la ed. lleva de hecho 93: -121- fī raŷab sanat £alā£ wa-tis‘īn), 93 en la de al-Muna½½iq. Pero la indicación del lunes en al-Rāzī – al-Wāqidī prueba que la primera fecha es la correcta. El número de los soldados de Æāriq es más problemático: 12.000 beréberes en al-Rāzī – al-Wāqidī, 17.000 hombres en una versión del Imāma wa-l-siyāsa, 1.700 en la otra. El pseudo-Ibn Qutayba parece errado por exceso en un caso, por defecto en el otro, cuando al-Rāzī – al-Wāqidī quedan en los límites del razonamiento. 24 25

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IV / X, y no Ibn ‘I²ārī, contemporáneo de los almohades, pues se sabe que éstos intentaron cambiar el nombre por el de «el monte de la victoria» (Ŷabal al-fat¬)29. Se puede estimar que debemos a A¬mad al-Rāzī el relato de la primera expedición exploratoria, realizada el año anterior, en sea en ramaÅān 91 (3 de julio-1 de agosto 710), bajo la dirección de otro jefe denominado Æarīf, cuyo nombre se confundió frecuentemente con el de Æāriq. En efecto, en el Naf¬ al-Ðīb, el relato de esa primera expedición se termina por la frase: «Al-Rāzī dice: es Abū Zur‘a Æarīf b. Mālik al-Ma‘āfirī, el nombre [Æarīf] corresponde a la kunya [Abū Zur‘a]»30. Se podría, a primera vista, concluir de esas palabras que el relato que antecede no era del mismo autor. Pero hay antes unas líneas que proponen un relato distinto, con la afirmación de una segunda expedición exploratoria, mandada por cierto jefe beréber, de nombre Abū Zur‘a, diferente de Æarīf. Es esa segunda versión que invalida la frase atribuida a al-Rāzī, frase que no hace sino retomar la primera versión, que será efectivamente la de A¬mad al-Rāzī31.

Al contrario, Ibn Baškuwāl, también contemporáneo de los almohades, dice: «Ŷabal Æāriq, que el común designa como Ŷabal al-Fat¬» (Naf¬ al-Ðīb, ed. IA2, 1/230). Para Seybold y Huici Miranda el sitio se llamó Ŷabal al-Fat¬ o Ŷabal Æāriq y ‘Abd al-Mu’min edificó la ciudad que denominó Madīnat al-Fat¬ (EI2, t. 2, 1965, 362). 30 Naf¬ al-Ðīb, ed. IA2, 1/254. Traducción propia. 31 La Crónica latina del 754 resulta ambigua en su concisión, pudiendo dar a entender tanto que «Taric Abuzara» es uno solo personaje, como dos jefes distintos: «adversus Arabas una cum Mauros a Muze missos, id est Taric Abuzara et ceteros, diu sibi prouinciam creditam incursantibus…» (ed. López Pereira, 2009, n° 52, 224-225). La edición como la traducción («Taric Abuzara y otros») parecen adoptar la primera interpretación, al no insertar vírgula entre Taric et Abuzara. Lo entendemos como Æāriq Ibn Ziyād y Æarīf Abū Zur‘a. Aquí el texto árabe de A¬mad al-Rāzī citado en el Naf¬ al-Ðīb, permite interpretar correctamente la crónica latina. 29

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Los antecedentes de la batalla del Guadalete32, contados por A¬mad al-Rāzī, se encuentran en el Bayān al-Mugrib: «Relata al-Rāzī que, cuando Ru²rīq supo de la llegada de Æāriq y de los que iban con él, y del lugar donde se encontraban, mandó contra ellos tropas, destacamento detrás destacamento. Había nombrado como jefe de uno de ellos a un hijo de una hermana suya, llamado Banŷ, quien era el principal de sus hombres. Esos destacamentos fueron en cada encuentro puestos en derrota y exterminados. Banŷ fue matado y su ejército derrotado. Los musulmanes se hicieron fuertes y sus peones montaron los caballos (de los derrotados), pudiendo así alargar sus incursiones por las regiones que atravesaban. Pero luego Ru²rīq marchó contra ellos con todo su ejército, los grandes y los principales del reino, e iba sentado sobre su trono, como fue dicho antes»33.

Sigue la narración de la batalla, sin que encontremos indicio de que se interrumpa el relato citado de al-Rāzī: «Cuando llegó al lugar donde se encontraba Æāriq, le asaltó, y la batalla tuvo lugar en el río Lakka34, del distrito de Sidonia (min kūra Ša²ūna), el domingo dos días restantes del mes de ramaÅān (28 ramaÅān 92/ 19 de julio de 711), desde el momento en que se levantó el sol hasta que desapareció. El lunes, el combate siguió de la mañana hasta la noche, y continuó así hasta el domingo siguiente, durante ocho días. Dios hizo morir Ru²rīq y los suyos y dio al-Andalus a los musulmanes. No se

32 Sin querer entrar aquí en las discusiones sobre la localización precisa de la batalla, y la forma exacta del topónimo correspondiente, adoptamos tal nombre como manera convencional de designar el encuentro en que desapareció el soberano godo. 33 Al-Bayān al-Mugrib, t. 2, ed. CLP, 8. Trad. Fagnan, 12. Aquí traducción propia. 34 Ed. CLP: vocalizan «Lakkuh», pero señalan que un manuscrito lleva «Lakk». Trad. Fagnan: lee «Leka», pero lo corrige en «Beka», apoyándose en Ibn al-A£īr (trad. Fagnan, Annales, 44), y Saavedra (Estudio, 68).

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sabe dónde desapareció Ru²rīq, y no se encontró su cuerpo, sino solamente una bota plateada. Unos dicen que se ahogó, otros que fue matado. Dios es el que más sabe»35.

Se encuentra otro relato más breve de la misma batalla, atribuido también a al-Rāzī, en el Naf¬ al-Ðīb: «Dice al-Rāzī: el encuentro fue el domingo, dos noches restando del mes de ramaÅān, y el combate duró entre ellos hasta el domingo 5 de šawwāl (26 de julio de 711), después de ocho días completos. Dios derrotó a los infieles (al-mušrikūn), que fueron muertos en gran número. Sus huesos quedaron después durante mucho tiempo cubriendo la tierra»36.

La frase siguiente, dedicada al botín que consiguieron los vencedores en el campo de batalla, empieza por «unos dicen» (qālū), lo que nos indica que ya no se trata de las palabras del taþrījī. No hay contradicción entre los dos citas, y parece que son tomadas del mismo texto. Concuerdan sobre la fecha de la batalla, cuya exactitud está asegurada por la indicación que se trataba de un domingo, verificada por los cuadros de concordancia de los calendarios, islámico y cristiano, lo cual ocurre pocas veces. Ibn ©ayyān indica la misma fecha cuando sitúa la victoria conseguida sobre el soberano cristiano de al-Andalus igualmente al domingo 5 de šawwāl 92/ 26 de julio de 711, para indicar la duración del poder de los emires (dependientes) de al-Andalus hasta el triunfo de ‘Abd al-Ra¬mān I37. Ed. CLP y trad. Fagnan, ut supra. Traducción propia. Naf¬ al-Ðīb, ed. IA2, 1/259; ed. Dozy et al., Analectes, 163. Trad. ELA, Ajbar Machmuâ, 179. Adaptamos un poco la traducción de Lafuente Alcántara. 37 «Ibn ©ayyān dice: su duración (de los emires de al-Andalus) desde la fecha de la victoria conseguida sobre Lu²rīq, el soberano cristiano de alAndalus, el domingo 5 de šawwāl del año 92, hasta la derrota de Yūsuf b. 35

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Es de subrayar que el relato de la batalla del Guadalete, y sus antecedentes, no se encuentran en la parte de la Crónica del moro Rasis tratando de la historia de la conquista, que empieza inmediatamente después. Tanto en la versión portuguesa38 como en la castellana39, supuestamente derivadas de la parte perdida de la Crónica del moro Rasis, no es posible ver alguna correspondencia con lo que dicen los fragmentos salvados del texto árabe de A¬mad al-Rāzī en su versión original. Sigue, en el Naf¬ al-Ðīb, al relato de la batalla y del botín: «La gente del otro lado del estrecho oyeron de la victoria de Æāriq en al-Andalus y de la cantidad del botín obtenido, y acudieron de todas partes. Pasaron el mar en cuantas embarcaciones y barcas pudieron apoderarse, para juntarse con Æāriq. Los habitantes de al-Andalus entonces buscaron refugio en los castillos y fortalezas, abandonando las llanuras y alcanzando los montes»40.

La parte que corresponde a eso en la Crónica del moro Rasis en la edición de Gayangos dice: «Et quando esto por los reyes de España fue sabido, todos fueron desacordados e desaconsejados, que non sopieron haver ‘Abd al-Ra¬mān al-Fihrī, y la obtención por ‘Abd al-Ra¬mān b. Mu‘āwiya al-Marwānī del trono de Córdoba, el día de la fiesta del sacrificio, 10 de ²ū l-¬iŷŷa del año 138 (15 de mayo de 756), fue de 46 años y 5 días» (Naf¬ al-Ðīb, ed. IA2, 1/299-300). Traducción propia. 38 Crónica Geral de Espanha de 1344, ed. L. F. Lindley Cintra, t. 2, cap. 201 «Como el rei dom Rodrigo ouve as novas da batallha», y 202 «Como el rei dom Rodrigo foy pellejar com os mouros e foy vençudo enna batalha», 327-332. 39 Crónica General de España de 1344, ed. D. Catalán – M. S. de Andrés, cap. 88 «Como llegaron al rei Rodrigo las nuevas de como fuera la batalla» y 89 «De como el rei don Rodrigo lucho contra los moros e fue vencido», 129-134. 40 Naf¬ al-Ðīb, ed. IA2, 1/259. Traducción propia, poco diferente de la de Lafuente Alcántara, 179.

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otro consejo, sinon que hermaron muchas villas, e allegaronse a las mas fuertes sierras que puedieron llegar, et fueron y morar muchos de ellos»41.

En la versión más recientemente editada de la misma crónica encontramos: «E vencida que fue la batalla ganaron los moros toda la tierra sin fallar quien se lo embargasse. E quando sopieron por España que Rodrigo e los suyos fueron vencidos e lo que el conde Iulian e don Opas ficieron en ayuda de los moros, fueron desacordados, e non sopieron aver otro consejo sinon que hermaron muchas villas e allegaronse a las mas fuertes sierras que podieron e moraron hi muchos dellos…»42.

Si la Crónica del moro Rasis, en la versión de Gayangos, es efectivamente la traducción de un texto árabe, lo cual nos sugiere el empleo extraño de las palabras «los reyes de España» para designar a los nobles visigodos, por un calque poco hábil del árabe mulūk43, en consecuencia el pasaje anteriormente citado del Naf¬ al-Ðīb podría ser la continuación de lo que contaba al-Rāzī, y la lo de la Crónica del moro Rasis, en la versión Gayangos, una «traducción» muy torpe del mismo. A continuación, según el Naf¬ al-Ðīb, Æāriq marchó sobre Sidonia, Carmona, Sevilla y Écija, en un pasaje de que no es

Memorias, 1852, 67. Catalán-De Andrés, Crónica del moro Rasis, 351, atribuyéndolo a Gabriel Rodríguez de Escabias. 43 El adaptador portugués de 1344, visiblemente despistado por tales supuestos reyes, prefirió suprimirlos: «Quando esto foy sabudo, todos ficarõ assi desconselhados que nõ sabyam aver outro acordo se nõ fugir aas fortes serras e despoboar as villas. E Tarife con sua jente entraron per Spanha e começaron de fazer quanto quiseron, sem nem hũu embargo» (Crónica Geral de Espanha de 1344, ed. L. F. Lindley Cintra, Lisboa, Imprensa NacionalCasa da Moeda, reimp. 1983-1984, t. 2, 333). 41

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evidente si prosigue el anterior atribuido a al-Rāzī44. Vemos a Æāriq tomar a viva fuerza la ciudad de Sidonia (madīnat Ša²ūna) y saquearla, evitar Carmona, someter a los habitantes de Sevilla al tributo (la ŷizya), y luchar contra los de Écija, reforzados por los restos del ejército de Lu²rīq, hasta vencerlos45. Se constata, en los Ajbār Maŷmū‘a como en Ibn al-A£īr, Ibn ‘I²ārī, y Jiménez de Rada, la ausencia de los nombres de Sidonia, Carmona y Sevilla que el texto de al-Maqqarī afirma haber sido respectivamente tomada, rodeada, y pacíficamente sometida por Æāriq entre la batalla durante la cual desapareció Lu²rīq y la toma de Écija. Plantea dificultad la repetición de los nombres de las ciudades que tomará, al año siguiente, Mūsà b. Nu½ayr, cuando el mismo texto de al-Maqqarī, entre otros, dice que Mūsà no quiso seguir el camino de Æāriq y prefirió conseguir ciudades todavía no tomadas y saqueadas por éste46. La solución del problema será probablemente decir que hay en tal punto un añadido de al-Maqqarī, tomado de donde no sabemos, y que no figuraba en la obra de A¬mad al-Rāzī. Ibn ‘I²ārī, en el Bayān al-Mugrib, salta directamente de la batalla del Guadalete a la de Écija, mencionando sólo que Æāriq entre tanto transitó por «el desfiladero de la Isla» (maÅīq al-ŷazīra)47, debiendo probablemente entenderse «la Isla» como Algeciras (al-ŷazīra al-jaÅrā’, «la Isla Verde»). Así el cronista magrebí del siglo XIII seguiría citando el texto del cordobés del X. El relato de la batalla de Écija y de la toma de la ciudad, concordante en el Bayān al-Mugrib y en la Crónica del moro

Ed. IA2, 260-261. Trad. ELA, 179-180. 46 Naf¬ al-Ðīb, éd. IA2, 269, en un parágrafo atribuido a Ibn ©ayyān y otros autores sin nombrar. Ajbār Maŷmū‘a, ed. ELA, 6, trad., 28. 47 BM2, ed. CLP, 8. Trad. Fagnan, 13. 44 45

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Rasis, aunque éste desfigura el nombre del lugar en el de Astorga48, se puede atribuir con probabilidad a A¬mad al-Rāzī. Después de la toma de Écija, Æāriq, aconsejado por Yulyān, divide su ejército entre cuatro cuerpos, mandando una tropa de 700 caballeros al mando de Mūgī£ contra Córdoba, otro destacamento hacia Málaga, otro a Granada, y él mismo marcha contra Toledo con el grueso del ejército. Tal es por lo menos la versión que dan tanto al-Maqqarī49, añadiendo que otros dicen que fue Æāriq quien marchó sobre Córdoba, como los Ajbār Maŷmū‘a50. Ibn ‘Abd al-©akam se limitaba a indicar la marcha de Mugī£ al-Rūmī sobre Córdoba51, en un pasaje que basta para invalidar la idea según la cual el personaje de Mugī£ habría sido una invención del siglo X, destinada a exaltar la imagen de los mawālī en el entorno de los califas de Córdoba. En lo que atañe a los consejos de Yulyān que llevaron a Æāriq a tomar tales disposiciones, el largo pasaje de la Crónica del Moro Rasis con el diálogo de Yulyān y Æāriq en Écija no puede evidentemente haber salido de la pluma de A¬mad al-Rāzī, por su sabor parecido a los libros de caballería de la Baja Edad Media, como ya señaló Gayangos52. Pero las líneas mucho más breves y casi idénticas de los Ajbār Maŷmū‘a53 y Como lo observaba Gayangos, hay de restablecer aquí el nombre de Écija en vez de Astorga (Memoria, 1850, 67-68). 49 Naf¬ al-Ðīb, ed. IA2, 260-261. Trad. Gayangos, MD, 1/277. Trad. ELA, 180. Al-Maqqarī dice «Málaga» y «Granada, capital (del distrito) de Elvira». 50 Ajbār Maŷmū‘a, ed. ELA, 10; ed. al-Abyārī, 19-20; trad. ELA, 23; trad. Dozy, Recherches, t. 1, 45. El texto dice: «la capital del (distrito de) Rayya», y «Granada, capital (del distrito) de Elvira». En ambos casos, traducimos el árabe madīna por «capital». 51 Futū¬ Mi½r, ed. C. Torrey, 207, trad. A. Gateau, 95; trad. D. Jones, 20; trad. ELA, 210. Torrey lee y vocaliza: «Mu‘attib al-Rūmī», pero señala que varios manuscritos llevan «Mugī£». 52 Memoria, 1850, 68, nota 3. 53 Ajbār Maŷmū‘a, ed. ELA, 10; trad. ELA, 23; trad. Dozy, Recherches, t. 1, 46. Según la trad. de ELA (modernizando la ortografía y la transliteración): 48

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del Bayān al-Mugrib54, a pesar de que Ibn ‘I²ārī aquí no indique referencia, podrían remitirse à A¬mad al-Rāzī. Lo sugiere igualmente el hecho de tales líneas encontrarse en el Bayān al-Mugrib inmediatamente después del relato de las batallas del Guadalete y de Écija, atribuibles, la una con certeza, y la otra con probabilidad, a A¬mad al-Rāzī, y, en contra del orden cronológico, antes de un relato de las conquistas de Æāriq en el año 92 que empieza con la ocupación del Ŷabal al-Fat¬ o Ŷabal Æāriq. La expresión empleada: «Ŷabal al-Fat¬ denominado Ŷabal Æāriq» asegura que el trozo que comienza así no puede venir del libro de A¬mad al-Rāzī, y tenemos con él un relato distinto del anterior, que salta directamente de la batalla del Guadalete, sin nombrarla, y con noticias distintas de las anteriores55, a la conquista de Córdoba por Mugī£. Al contrario de lo anterior, con las dos batallas y la división de sus tropas por Æāriq, se constituirá un bloque tomado de alRāzī por Ibn ‘I²ārī. La historia de la capitulación de Tudmir se encuentra en casi todas las crónicas56, y se atribuye por lo común a A¬mad al-Rāzī, por su presencia en la Crónica del moro Rasis. Sin embargo, Gayangos, quien consideraba como auténtica esa parte de la Crónica, admitió que: «aquí perdió ya la brújula el traductor», al hacer de Teodomiro un lugarteniente de Æāriq y «Entonces Julián se acercó a Æāriq, y le dijo: “Ya has concluido con España: divide ahora tu ejército, al cual servirán de guías estos compañeros míos, y marcha tú hacia Toledo”. Dividió, en efecto, su ejército desde Écija…». 54 BM2, ed. CLP, 9; trad. Fagnan, 13. «Yulyān, dejando su residencia de Algeciras, vino hacia Æāriq y le dijo: “Ya has conquistado al-Andalus. Toma guías de mis gentes, manda tropas con ellos y marcha tú mismo sobre Toledo!”. Y Æāriq dividió sus tropas desde Écija» (traducción propia). 55 Con los desacuerdos sobre la duración de la batalla (uno, dos u ocho días), y la muerte del rey godo (su cabeza traída a Æāriq, o la muerte por ahogarse). 56 Con excepción de la Crónica latina del 754.

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el vencedor de su propio pueblo57. Si los supuestos traductores pudieron cometer tamaño error, contrario a todo los que dicen las crónicas árabes, e incluso Rodrigo Jiménez de Rada58 ¿cómo se podría fundar en ellos para ver el texto de A¬mad al-Rāzī en su obra? El único índice, por cierto muy débil, que permitiría entroncar la historia de Teodomiro con A¬mad al-Rāzī, se encuentra en el hecho de que en el Naf¬ al-Ðīb, o más bien en su edición más reciente, se situa al final de un pasaje muy largo, de varias páginas sin interrupción, empezando por la fecha que da al-Rāzī para la batalla del Guadalete, y seguido de la referencia a Ibn ©ayyān para la conquista de Toledo. ¿Se habrá de admitir, como lo pensamos al principio de este trabajo, que todo ese pasaje se podría atribuir a A¬mad al-Rāzī? Parece que la hipótesis sería muy aventurada, en ausencia de otro índice para confortarla. Al contrario, el ser tal pasaje entreverado de «se dice», «unos dicen» (qīla, qālū) indica que el texto no es de un autor único, es decir no integralmente de A¬mad al-Rāzī. Así, precede el relato de la toma de Córdoba por Mugī£, en el Naf¬ al-Ðīb59, un «se dice», que desaparece en las traducciones de Gayangos y Lafuente Alcántara60, pero que impone no ver allí una cita de A¬mad al-Rāzī. De la misma manera al-Maqqarī introduce la versión que sitúa en encuentro de Mūsà y Æāriq en Astorga por un «se dice que» (wa-qīla inna) anónimo, que no puede referirse a al-Rāzī61. Gayangos, Memoria, 1850, 70, nota 3. De Rebus Hispaniae, Libro III, cap. 24, ed. J. Fernández Valverde, Roderici Ximenii de Rada. Historia de rebus Hispanie sive Historia Gotica, Turnhout, 1987, 111; trad. J. Fernández Valverde, Historia de los hechos de España, Madrid, 1989, 155. Notar sin embargo que el nombre del «señor de Murcia» (dominus Murcie), quien supo engañar a los musulmanes, no está indicado. 59 Ed. Dozy et alii, Analectes, t. 1, 164; éd. IA2, t. 1, 261. 60 MD, t. 1, 277. Apéndice a los Ajbār Maŷmū‘a, 181. 61 Naf¬ al-Ðīb, éd. IA2, 271; trad. ELA, 189: «algunos dicen». 57

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Pero llama la atención el hecho de que en el relato de la capitulación de Tudmīr ofrecido tanto por los Ajbār Maŷmū‘a como por el Naf¬ al-Ðīb, la zona afectada viene designada por es el nombre de «Tudmīr», según él de su gobernador visigodo, Teodomiro, quien pactó con los conquistadores, y por el nombre de su capital, Orihuela, no apareciendo él de Murcia. Como se sabe que, si la ciudad de Murcia fue fundada por ‘Abd al-Ra¬mān II en 825, no se convirtió en capital de la región sino más de un siglo más tarde, durante el reinado de ‘Abd al-Ra¬mān III62, se podría ver en ello una indicación de que el relato en cuestión no sea posterior al tiempo del califato de al-Nā½ir63, o sea al siglo IV/X, y pueda constituir un fragmento de la obra de A¬mad al-Rāzī. En tal caso, el fragmento del 62 Gaspar Remiro, M., Murcia Musulmana, Zaragoza, 1905 (reimp., Murcia, 1980); Vilar, J. B., Orihuela musulmana (Historia de la ciudad de Orihuela, t. 2), Murcia, 1976; Pocklington, R., “Precisiones acerca de la fundación de Murcia”, en Flores Arroyuelo, F. J. (ed.), Murcia Musulmana, Murcia, 1989, 55-61; Frey Sánchez, A. V., El jardín de al-Andalus. Origen y consolidación de la Murcia islámica, Murcia, 2002; Rodríguez Llopis, M., Historia de la región de Murcia, Murcia, 2004, 44: «sólo a partir del siglo X se constata ya a Murcia como clara capital política y centro económico de Tudmir». 63 Se debe notar que en la «Descripción de España», cuya paternidad nadie ya deniega a A¬mad al-Rāzī, la kūra (el «district» en la traducción de Lévi-Provençal) sigue llamado de Tudmīr y que Murcia constituye una de sus ciudades (E. Lévi-Provençal, «La description de l’Espagne d’A¬mad al-Rāzī. Essai de reconstitution de l’original arabe et traduction française», Al-Andalus 18, 1953, 51-108, en particular 70), cuando en la versión de esa descripción que da al-Maqqarī, a propósito de la kūra de Tudmīr «la capital, después de Tudmīr, fue Murcia» (wa-½ārat al-qa½aba ba‘da Tudmīr Mursiya) (Naf¬ al-Ðīb, éd. IA2, 1/164). A. Carmona González demostró prudencia sobre la cuestión de la fecha en que la capitalidad de la kūra se transfirió de Orihuela a Murcia: «El nacimiento de Murcia supone (a más o menos largo plazo) la sustitución de Orihuela como capital» («Murcia ¿Una fundación árabe? (Historiografía de una polémica)», Miscelánea Medieval Murciana 11, 1984, 9-66, en particular 65).

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libro del taþrījī preservado par al-Maqqarī en el Naf¬ al-Ðīb resultaría todavía más largo. El hecho de que la Crónica Geral de Espanha de 1344, que se supone reproducir allí un pasaje de la Crónica del Moro Rasis ausente de la versión Gayangos, atribuye a «Belaazim», es decir ‘Abd al-‘Azīz b. Mūsà, pues con posteridad a la entrada de Mūsà b. Nu½ayr en la península, la concesión del llamado pacto de Tudmir, con fecha de 94 H/ 712-13, no contradice forzosamente la versión que se acaba de mencionar de la capitulación de Tudmir. El Naf¬ al-Ðīb refiere como un «se dice» (qīla) anónimo, en consecuencia probablemente no de al-Rāzī, que Mūsà mandó contra Tudmīr su hijo ‘Abd alA‘lā, quien la conquistó64. Se podría entender que, después de que se sometió Orihuela al destacamento enviado por Æāriq, quedaban núcleos de resistencia en lo que vendría a ser más tarde el Šarq al-Andalus, núcleos que fueron reducidos por el hijo de Mūsà, quien a la vez formalizó el acuerdo anteriormente concluido con Teodomiro, en lo que se conoce como el «pacto de Tudmir». Pero no hay nada para apoyar la suposición que el mencionado pasaje de la Crónica Geral pueda proceder indirectamente de A¬mad al-Rāzī, a través de un trozo perdido de la Crónica del moro Rasis. Al-Rāzī situa la fecha en que Mūsà pasó a la península en el mes de raŷab del año 93 (13 de abril a 12 de mayo de 712), añadiendo que Mūsà dejo su hijo mayor ‘Abd Allāh en el gobierno de Ifrīqiya y llevó consigo un ejército de 10.000 hombres. La noticia aparece en el Naf¬ al-Ðīb, con ocasión del regreso de Mūsà hacia el Oriente, y está mezclada con otras relativas al envío de Mūsà al Magreb por ‘Abd al-Malik durante su califato, las grandes conquistas conseguidas por él sobre los beréberes y los cautivos tomados de éstos y mandados Naf¬ al-Ðīb, ed. IA2, 1/275. Trad. ELA, 192, quien pone ‘Abd al-‘Azīz en lugar de ‘Abd al-A‘lā. Trad. Gayangos, MD 1/290. 64

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al mismo ‘Abd al-Malik, en número de dos veces 20.000, de quienes el califa se quedó maravillado65. Esas informaciones sobre la venida de Mūsà a al-Andalus ya se encontraban en Ibn ‘Abd al-©akam66. Ibn ‘I²ārī presenta en el Bayān al-mugrib otro extracto de A¬mād al-Rāzī contando cómo pasó Mūsà hacia la península, un poco más largo que el anterior, pero no contradictorio con él. Nos informa en él que la noticia de al-Razī procedía de alWāqidī, quien la tenía de Mūsà b. ‘Alī b. Rabbāh, y del padre de éste último. Vemos en ese extracto a Mūsà dejar Ifrīqiya enojado con Æāriq, con 10.000 hombres, y desembarcar en Algeciras. Rehúsa seguir el itinerario ya tomado por Æāriq y se hace indicar por los guías indígenas otro camino que empieza por la «ciudad de Sidonia» (madīnat Ša²ūna)67, «que tomó por la fuerza y fue su primera conquista»68. Vale la pena aquí examinar con cuidado las palabras del embajador marroquí del siglo XVII, Mu¬ammad al-Gassānī Naf¬ al-Ðīb, ed. IA2, 1/277. Trad. ELA, ap. a los Ajbār Maŷmū‘a, 193. La traducción de Gayangos (MD, 1/283) omite atribuir la noticia a al-Rāzī. La fecha difiere de la que da Ibn ©ayyān (Naf¬ al-Ðīb 1/269. Trad. ELA, 187), quien indica ramaÅān 93 (11 de junio a 10 de julio de 712) y otros autores anónimos (citados en Naf¬ al-Ðīb, ed. IA2, 1/2171) con mu¬arram 93 (19 de octubre a 17 de noviembre de 711). Las tropas llevadas por Mūsà suben a 18.000 soldados según Ibn ©ayyān. ‘Abd al-Wā¬id al-Marrākušī parece citar al-Rāzī, sin nombrarle (o empresta de Ibn ‘Abd al-©akam), dando la misma fecha de raŷab 93, y el nombramiento de ‘Abd Allāh para remplazar a Mūsà en Qayrawān (The History of the Almohads, ed. R. Dozy, 8. Trad. Fagnan, Histoire des Almohades, 9). 66 Futū¬ Mi½r, éd. Torrey, 207; ed. y trad. Gateau, 96-97; trad. ELA, 211. El egipcio daba además de las informaciones después mencionadas por alRāzī, otras diciendo que Mūsà fue acompañado por notables árabes, clientes y jefes beréberes (wuŷūh al-‘Arab wa-l-mawālī wa-‘urafā‘ al-Barbar), y ©abīb b. Abī ‘Ubayda al-Fihrī. 67 Hay que entender por esa expresión la ciudad capital del distrito de Ša²ūna. 68 BM2, ed. CLP, 13; trad. Fagnan, 20. Traducción propia. 65

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en su obra: «El viaje del embajador para la liberación de los captivos»69. Al-Gassānī citaba Mu¬ammad b. Muzayn, autor del siglo XI, quien decía haber encontrado una obra de Mu¬ammad b. Mūsà al-Rāzī, titulada El libro de los estandartes (Kitāb alrayāt), narrando la venida de Mūsà b. Nu½ayr y el número de los «estandartes», es decir de las unidades militares, que llegaron con él70. Sospechamos, pues no existe mención alguna de tal obra del padre de A¬mad al-Rāzī, que un eslabón pudo saltarse en la cadena genealógica constitutiva del nombre del autor y que hay que leer «A¬mad b. Mu¬ammad b. Mūsà al-Rāzī», y que el Kitāb al-rayāt era de hecho un capítulo de su gran obra histórica La historia de los reyes de al-Andalus (Æārīj mulūk al-Andalus)71, según la polisemia de la palabra kitāb, igual que la de «libro» ou «livre» en español y en francés. Sobre el itinerario que siguió Mūsà después de desembarcar en Algeciras, y conquistar la ciudad de Ša²ūna, no encontramos citas textuales de A¬mad al-Rāzī en los autores posteriores al taþrījī, hasta incluso el episodio del sitio de Mérida. El relato de éste sitio es más o menos igual, con el ardid de Mūsà quien se hace teñir la barba para impresionar a los sitiados sobre

69 Utilizamos para el texto árabe la más reciente edición: Ri¬lat al-wazīr fī iftikāk al-asīr (1690-1691), ed. Nūrī al-Ŷarrā¬, Abu Dabi, 2002. Existe también ed. y trad. parciales de Julián Ribera, en apéndice à Ibn al-Qūtiyya Historia de la conquista de España, Madrid, 1926, y otra ed. y trad. de A. Bustani, El viaje del visir para la liberación de los captivos, Tánger, 1940. La trad. francesa de H. Sauvaire, Voyage en Espagne d’un ambassadeur marocain (1690-1691), París, 1884, no incluye las páginas del manuscrito que tratan de la conquista de al-Andalus. 70 Ri¬lat al-wazīr, 2002, 139; trad. J. Ribera, 170. 71 Aunque conscientes de que la palabra rey-reyes es aquí una mala traducción del árabe malik-mulūk, que significa más bien algo como gobernante(s)/ jefe(s), sin alusión al título real, la conservamos a falta de una más adecuada.

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sus poderes mágicos, en los Ajbār maŷmū‘a72, en Ibn ‘I²ārī73, en la Crónica del moro Rasis74, en Jiménez de Rada75, para no mencionar otra vez el Naf¬ al-Ðīb76, cuando Ibn al-A£īr, en su Kāmil fī al-Taþrīj, da una versión notablemente aligerada, despejada de la historia, evidentemente legendaria, de la barba de Mūsà77, e Ibn al-ŠabbāÐ despacha el sitio y la capitulación de Mérida en una frase única78. ¿Podemos decir, con Claudio Sánchez-Albornoz79, que tenemos el texto de A¬mad al-Rāzī sobre lo de Mérida, en su versión primitiva árabe en Ibn ‘I²ārī, y en su traducción al idioma romance en la Crónica del moro Rasis? Para decir la verdad, ni en el Bayān al-mugrib, ni en los Ajbār maŷmū‘a, donde las fuentes no son nunca mencionados, no aparece para ese episodio el nombre de al-Rāzī, y no se puede atribuir a éste el relato del sitio y la capitulación de Mérida, a menos que se admita la autenticidad de la supuesta traducción que constituyera, para la historia de la conquista, la Crónica del moro Rasis. Varios elementos nos inducen a ponerlo en duda. Ajbār Maŷmū‘a, ed. ELA, texto, 16-17, trad. 29-30; trad. R. Dozy, Recherches, 1882, t. 1, 54-55; ed. al-Abyārī, 25-26; trad. D. James, 55. 73 BM2, ed. CLP, 14-15; trad. Fagnan, 21-22. 74 CMR, ed. Gayangos, Memoria, 1850, 76-78; ed. Catalán — De Andrés, Crónica de 1344, 149-152. 75 DRH, Libro III, cap. 24; ed. Fernández Valverde, 112-113; trad. Fernández Valverde, 156-157. 76 Naf¬ al-Ðīb, ed. IA2, 1/269-271; trad. Gayangos, MD, 1/284-285; trad. ELA, 188-189. 77 Al-Kāmil, ed. Dār al-Kutub al-‘Ilmiyya, 1987, t. 4, 269-270; trad. Fagnan, Annales, 47-48. 78 Kitāb ¼ilat al-simÐ, ed. A. M. al-‘Abbādī, “QiÐÿa fī wa½f al-Andalus… li-Ibn al-ŠabbāД, RIEIM 14, 1967-68, 99-163, especialmente 120; trad. E. de Santiago Simón, “Un fragmento de la obra de Ibn al-ŠabbāÐ (s. XIII) sobre al-Andalus”, Cuadernos de Historia del Islam 5, 1973, 7-90, especialmente 57. 79 «Fuentes de la historia hispano-musulmana del siglo VIII», en En torno a los orígenes del feudalismo, t. 2, Buenos Aires, 1974, 127, nota 67. 72

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En primer lugar, como la compilación final de los Ajbār maŷmū‘a se suele considerar como fechada del siglo XI, o final del siglo anterior80, en todo caso anterior al De Rebus Hispaniae y al Bayān al-Mugrib81, ¿por qué no pensar que los autores de esas dos obras, el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada e Ibn ‘I²ārī hubieran podido encontrar en los Ajbār, o en su fuente desconocida, la inspiración de su relato de la capitulación de Mérida, como los supuestos traductores portugueses de la Crónica del moro Rasis pudieron hacerlo en el Bayān, en los Ajbār, o en cualquier otra obra anterior, que no sea necesariamente la de A¬mad al-Rāzī? Después de la conquista de Mérida, Mūsà se dirige hacia Toledo donde Æāriq ya se encuentra, y hay de nuevo en aquel momento una cita de al-Rāzī en el Bayān al-Mugrib: «AlRāzī cuenta que Æāriq, cuando supo que Mūsà se acercaba, dejó Toledo para ir a su encuentro y coincidió con el cerca de Talavera. Pues Mūsà, cuando hubo terminado con lo de Mérida, había tomado la dirección de Toledo. Æāriq salió en su dirección para honrarle y demostrarle su obediencia…»82. Si se compara los textos de Jiménez de Rada e Ibn al-A£ir, que se suelen considerar como reflejando A¬mad al-RaÞī, sobre ese episodio, se constata que el primero «hincha» el discurso, cuando el segundo al contrario le reduce al mínimo. Así el

80 Se verá, en una literatura muy abundante sobre los Ajbār maŷmū‘a, en último lugar, los trabajos de Dolores Oliver Pérez, quien propone, para la «compilación final», el tiempo de al-©akam II [962-976] («Ajbār Maŷmū‘a», Biblioteca de Al-Andalus, t. 1, Almería, 2012, 57-77). 81 Con excepción de Luis Molina, quien afirma que los Ajbār, difícilmente podrían haber sido redactados antes del comienzo del VI/XII, pareciéndole probable que sean, cuanto menos, un siglo más tardíos («Los Ajbār Maŷmū‘a y la historiografía árabe sobre el período omeya en al-Andalus», Al-QanÐara 10, 1989, 513-542, en particular 541). 82 BM2, ed. CLP, 16; trad. Fagnan, 23. Traducción propia.

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prelado sitúa el encuentro en la ribera del Tiétar 83, cuando el iraquí no indica el lugar84. Los Ajbār Maŷmū‘a amplifican igualmente con respecto a la cita que da Ibn ‘I²ārī, colocando el escenario en un lugar sin identificar por nosotros (topónimo escrito sin puntos diacríticos en el manuscrito) del distrito de Talavera85. El relato de la Crónica del moro Rasis es completamente diferente, saltando directamente del desembarco de Mūsà en «Algecirat Alhadra», eso es Algeciras, a su llegada a Toledo, sin decir una palabra sobre lo de Mérida (en este lugar, pero sí, muy largamente, después), el encuentro en los alrededores de Talavera (si no en Toledo) y la humillación de Æāriq86. Sospechamos, sin que se pueda probar, que lo que sigue en el texto del Bayān al-mugrib, es decir la humillación del latigazo dado por Mūsà a Æāriq, y el regreso de los dos jefes hacia Toledo, sigue siendo de la pluma de A¬mad al-Rāzī. En los diversos relatos de la campañas que efectuaron Mūsà y Æāriq a partir de Toledo para completar la conquista en la mitad septentrional de la península, no encontramos menciones ni citas de A¬mad al-Rāzī. No se vuelve a encontrar la huella de la obra del taþrījī sino en el momento en que el enviado del califa al-Walīd transmite a Mūsà la orden de regreso hacia el Oriente: «Al-Rāzī dice: él que hizo salir Mūsà de al-Andalus fue el mensajero de alWalīd, Abū Na½r, quien tomó la rienda de su montura, y le puso en el camino del retorno. Regresaron con Mūsà los que prefirieron revenir a Oriente, pero la mayor parte de la gente se DRH 3, 23, ed. 113, línea 96; trad. 157, líneas 96-97. Al-Kāmil, ed. 1987, 4/269; trad. Fagnan, Annales, 48. 85 Ajbār maŷmū‘a, ed. ELA, 18; ed. al-Abyārī, 26; trad. ELA, 30; trad. D. James, 56: «at a place called BābÅ (?)». La ed. ELA lleva: , pero leemos en el ms. más bien sin punto diacrítico alguno (BnF, mss. orientaux 1867, f° 58 v°). 86 CMR, ed. Gayangos, Memoria, 1850, 73-74; ed. Catalán – De Andrés, 355-356. 83 84

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estableció en el país de al-Andalus por su bondad, y quedó en el»87. Eso no se encuentra en la Crónica del moro Rasis, sino solamente: «Embió Mirabemolin por Muça et por Tarife, et por Moget los que ganaron a España, et eran de ella señores»88, o sea que el califa hizo regresar Mūsà, Tāriq y Mugi£, quienes habían conquistado al-Andalus y eran dueños del país. Se constata en la Crónica del moro Rasis en primer lugar que el nombre mismo del primer conquistador queda desfigurado de Æāriq en «Tarife», lo que no se producía en los relatos anteriores al fin de siglo XIII, fecha de la supuesta traducción que resultó en tal texto, por ejemplo en Jiménez de Rada, que escribía correctamente «Taric». Más bien que de una confusión entre Æāriq y Æarīf, su predecesor en la invasión de la península, se debe suponer que se trata de una mala lectura del texto árabe utilizado, por un intérprete (o intérpretes), tan poco conocedor de la historia contada como de las sutilezas de la grafía magrebí y andalusí, confundiendo el qāf y el fā’ en posición final, donde las dos letras no necesitan de puntos diacríticos para distinguirse89. Por otra parte, el texto de la Crónica del moro Rasis, aun que a veces parece un resumen de lo que pudo ser la obra histórica de A¬mad al-Rāzī, mucho más frecuentemente se evidencia como una ampliación retórica, con poquísimas noticias concretas añadidas, siendo el caso más patente la llegada 87 Naf¬ al-Ðīb, ed. IA2, 280. Traducción propia. Resulta imposible identificar con certeza el pasaje en la traducción de ELA. Parece corresponder a la p. 193, con supresión de la referencia a al-Rāzī. 88 CMR, ed. Gayangos, Memoria, 1850, 80. 89 Debemos esta observación a nuestro amigo y colega del Institut de Recherche et d’Histoire des Textes, Lahcen Daaif, buen conocedor de la letra árabe tradicional en Marruecos. Nos parece más pertinente aquí que la confusión entre las grafías del qāf y del fā’ en el Occidente islámico y el Oriente. ¿Porqué vendría a leerse en Portugal, u otro lugar cristiano de la Península Ibérica, un escrito árabe a la manera oriental?

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de Yulyān a Écija (Astorga en la Crónica) y el diálogo entre el conde y «Tarife». Es imposible, como se lee a veces90, que Jiménez de Rada haya utilizado la Crónica del moro Rasis, pues ésta, eso es la obra de los supuestos traductores portugueses del tiempo del rey Dom Dinis, es posterior de casi un siglo a la del arzobispo de Toledo. Queda, al contrario, probable que éste haya tenido acceso, directamente o por intermedio de los clérigos o notarios91 toledanos arabohablantes de su tiempo, a la obra auténtica de A¬mad al-Rāzī, en su versión árabe original. En consecuencia, el relato que da de la conquista de la península por los musulmanes, beréberes y árabes, irá a constituir, a falta de los fragmentos mayoritarios que no llegaron hasta nosotros del texto árabe del historiador cordobés, un elemento importante de su restitución, más de fiar, porque anterior, y sobre todo menos prolijo, que el discurso de los supuestos traductores, Gil Peres y Mahomad Alarife. Pero, al mismo tiempo, el Toledano, quien no menciona sus fuentes, mezcla con lo que empresta de A¬mad al-Rāzī, elementos que vienen de otras crónicas de lengua árabe, y notablemente de los Ajbār maŷmū‘a, a no ser que el compilador de la primera parte de éstos los haya tomado del fundador de la historiografía andalusí.

90 Fernández Valverde, J., introducción a su edición del De Rebus Hispaniae, p. XL. Nos parece también dudosa la afirmación según la cual el llamado Toledano era conocedor de la lengua árabe (ibid.), por escribir él barbaridades como la explicación de la palabra «mozárabes» (evidentemente derivado del árabe musta‘rib) por «mixti arabes», o la desfiguración del título del Príncipe de los creyentes (amīr al-mu’minīn) en «Amiramomenin», dos casos muy comunes para los hispanos de lengua romance, pero imposibles para un mediano conocedor del árabe. 91 Molénat, J. P. , “Le problème de la participation des notaires mozarabes de Tolède à l’œuvre des traducteurs”, La España Medieval 18, 1995, 39-60.

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¿Se puede considerar la parte relativa a la conquista de la Crónica del moro Rasis como una traducción de la obra de Ah. mad al-Rāzī? Sin duda, se puede encontrar en el relato de la conquista que ofrece la Crónica del moro Rasis episodios, elementos o simplemente expresiones que parecen traducciones de una obra anterior redactada en árabe, en particular de los Ajbār maŷmū‘a, y posiblemente del Taþrīj mulūk al-Andalus perdido de A¬mad al-Rāzī. Podemos dejar de lado la desfiguración de los nombres propios que resulta a la vez de lo difícil que resulta para las orejas portuguesas o castellanas oír los fonemas del árabe, incluso en la variante andalusí de éste, pero igualmente del evidente mal dominio de la lengua árabe que demuestra el intérprete, supuestamente mudéjar, Maestre Mahomad Alarife, como se manifiesta con la transformación ya mencionada del nombre de Æāriq en Tarife. Aun que la confusión ya se encuentra en la Primera Crónica General de España, eso no exonera a Mahomad Alarife y Gil Peres del error o de la mentira, pues o bien efectivamente tradujeron un texto del árabe, y llevan la culpa del error, o bien lo copiaron de la Primera Crónica General, y no realizaron una auténtica traducción, como lo pretendieron. Largos trozos de la Crónica del moro Rasis no pueden constituir traducciones del árabe y se parecen más bien a los libros de caballería de la baja Edad Media cristiana, notablemente las arengas atribuidas a uno u otros de los protagonistas de la historia, el conde Julián, Mūsà b. Nu½ayr o ‘Abd al-‘Azīz b. Mūsà, con ya lo notaba Gayangos, cuya observación: «Prescendiendo de este razonamiento entre Táriq y don Julián, que nos huele a libro de caballería»92, podría aplicarse a otros pasajes, como 92

Memoria, 1850, 68, nota 3.

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las frases de los de Mérida y de Mūsà durante el sitio de la ciudad93. En los textos auténticamente árabes de la conquista, cualquier que sea su autor, las palabras supuestamente referidas de los personajes del relato, son siempre mucho más breves, a excepción del discurso que daría Æāriq a sus tropas antes de la batalla que va a librar contra el rey godo, según el seudoIbn Qutayba, de que nadie pensaría que sea históricamente auténtico94. Hay también en la Crónica del moro Rasis incongruencias cronológicas que no pueden dejar de llamar la atención. La más gorda sería de ver que «Abelmagi fijo de Abibe», quien Gayangos identifica sin pestañear al jurista e historiador ‘Abd al-Malik Ibn ©abīb, vivo como dice el mismo erudito español decimonónico en los años 240 de la hégira, o sea hacia 850, escriba al «Mirabobelin», que se entiende como el amīr almu’minīn, el califa (omeya de Damasco), para darle noticia de las victorias de Æāriq en 92 H/ 711. Los autores que trataron de la cuestión ven en ese punto de la Crónica una cita de Ibn ©abīb por A¬mad al-Rāzī95. Pero el texto deja poco lugar a Memoria, 1850, 76-77. Al-imāma wa-l-siyāsa, ed. al-Muna½½iq, 237-238; ed. Ribera, 122-123; trad. Ribera, 106-107. Cf. Herrero Soto, O., “La arenga de Æāriq b. Ziyād: un ejemplo de creación retórica en la historiografía árabe”, Talia dixit 5, 2010, 45-74, artículo reproducido en Melo Carrasco, D. – Vidal Castro, F. (eds.), A 1300 años de la conquista de al-Andalus (711-2011): Historia, cultura y legado del Islam en la Península Ibérica, Coquimbo (Chile), Centro Mohammed VI para el Diálogo de Civilizaciones, 2012, 15-46. La arenga de Æāriq a sus hombres, que no se encuentra en Ibn ‘Abd al-©akam, es mucho más breve en Ibn ©abīb que en el pseudo-Ibn Qutayba (Kitāb al-taþrīj, ed. J. Aguadé, 136; trad. M. Martínez Antuña, “Notas de Ibn Abū Riqā’”, Cuadernos de Historia de España 1-2, Buenos Aires, 1944, 254). 95 Luis Molina (“Un relato de la conquista de al-Andalus”, Al-QanÐara 19, 1998, 39-65, en especial 61), haciendo referencia a la versión de la Crónica del moro Rasis conocida como La Crónica de 1344. Ver ed. Gayangos, Memoria, 1850, 73 y Crónica de 1344, 143. 93 94

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la duda sobre su significación, cuando, después de hablar de la toma de Toledo por «Tarife», añade: «Luego Abelmagi fijo de Abebe embió su escrito a Mirabobelin et quando el fijo de Nasayr sopo el bien et la mercet que Dios ficiera a Tarife …», diciendo sólo una versión: «Cuenta Abelmagi, fijo de Abibe, en la estoria de Miramamolin, que quando Muça, fijo de Donacayde, sopo…», y en portugués, en la Crónica Geral de Espanha de 1344: «Conta Abelmagdi, filho de Abibe, enna estoria de Miraamolim, que quando Muça, filho de Nocaide, soube …»96. ¿Sería esto la versión correcta? ¿Pero, en tal caso, que es esa Historia del Príncipe de los Creyentes, con autoría de Ibn ©abīb, de que nunca se ha oído hablar en otro sitio? Nos preguntamos: ¿como el sentido relativamente aceptable de las dos últimas versiones pudo transformarse en el sinsentido de la primera? Hay un disparate más en este pasaje, con «Mirabobelim, que era entonces en Marruecos», quien contesta a las cartas de «Abelmagi fijo de Abebe», con evidente confusión entre el califa omeya de Damasco del siglo II de la hégira / VIII de la era cristiana, y el califa almohade de Marrākuš (Marrakech) de los siglos VII-VIII / XII-XIII. Un error tan craso, sólo la pudieron cometer semi-analfabetos viviendo como más pronto en el siglo XIII. Hay también lagunas muy grandes en el relato. Vimos cómo la Crónica del moro Rasis salta directamente de la conquista de Mérida por Mūsà y la recuperación de Sevilla por su hijo ‘Abd al-‘Azīz («Abelhacin») a la conquista de Zaragoza97, sin decir nada de la marcha de Mūsà desde Mérida hasta Toledo, y su encuentro difícil con Æāriq, como de la entrega de la supuesta «Mesa de Salomón» por Æāriq a Mūsà, cuando tenemos a lo menos la referencia explícita de Ibn ‘I²ārī a al-Rāzī sobre que los dos coincidieron en las cercanías de Talavera. 96 97

Ed. L. F. Lindley Cintra, t. 2, 338. CMR, ed. Gayangos, Memoria, 1850, 73, 80.

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Sorprende también mucho ver en la Crónica del moro Rasis el personaje de Teodomiro presentado como un renegado conduciendo el ejército invasor contra Orihuela, cuyos habitantes luchan contra él98: «et la hueste que embiaron (los musulmanes) con Tudemir, aquel que fuera cristiano que embiaron sobre Orihuela, et quando los de Orihuela esto vieron, ante que a ella llegase, salió gente de Orihuela et vinieronles tener el camino en una vega, et lidiaron con la gente de Tudemir et quiso Dios que venció Tudemir…», cuando todas las versiones árabes que tenemos de la conquista de «Tudmīr» presentan con tal nombre el hombre que gobernaba la ciudad, y según la mayoría de ellas pactó con el ejército de los conquistadores99. Queda claro que no puede tratarse de una error de traducción, sino de una historia distinta de la de los textos árabes a nuestra disposición y también, probablemente, de la A¬mad al-Rāzī100, pues, en otro caso, ¿cómo explicar que no aparezca en otro sitio, e incluso en el De Rebus Hispaniae y la Historia Arabum de Rodrigo Jiménez de Rada?101 Conclusión Nuestra conclusión será doble, a la vez positiva y negativa. Del lado positivo, no se puede negar de que disponemos de fragmentos del texto árabe de A¬mad al-Rāzī sobre la conquista CMR, ed. Gayangos, Memoria, 1850, 70-71. Naf¬ al-Ðīb, éd. IA2, 1/264; trad. Gayangos, MD, 1/28; trad. Lafuente Alcántara, 183. Ajbār Maŷmū‘a, texto ELA, 12; trad. 26. 100 No parece aceptable la opinión de L. A. García Moreno, según la cual la versión que presenta a Teodomiro como el atacante de Orihuela sería la auténtica de A¬mad al-Rāzī, y la historia contraria resultar de mala lectura o error de traducción (“Teodomiro de Orihuela y la invasión islámica”, en Mundos Medievales. Espacios, sociedades y poder. Homenaje al Profesor José Ángel García de Cortazar y Ruiz de Aguirre, Santander, Universidad de Cantabria, 2012, t. 1, 529-544, en especial 539). 101 Rodrigo Jiménez de Rada. Historia Arabum, edición de J. Lozano Sánchez, 2ª ed., Sevilla, 1993, 17, donde el episodio incluso no se menciona. 98 99

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de al-Andalus. Se puede decir más: de una parte relativamente importante de ese texto, posiblemente más amplio de lo que se podría suponer al adoptar el criterio más crítico, con la relación de la marcha de Æāriq, desde la batalla del Guadalete hasta en vísperas de la ocupación de Toledo, y la de Mūsà hasta que se encuentre con su cliente. Ese relato se caracterizaría por su sobriedad, y en particular la ausencia de todo maravilloso y la discreción en la utilización de episodios aparentemente legendarios o de topoi literarios. Sin embargo hay dos ejemplos de ellos: la historia de la barba de Mūsà, teñida de colores sucesivamente diferentes para espantar a los habitantes de Mérida venidos para parlamentar durante el sitio de la ciudad, y el ardid de Teodomiro de Orihuela, poniendo mujeres en la muralla de la ciudad para hacer pensar a los sitiadores en un mayor número de defensores. Por lo menos, en este último caso, ya R. Dozy mostró la presencia del tema en la historia de la conquista árabe en Oriente102, y se puede encontrar algo parecido, aunque no exactamente similar, en la historia de la Antigüedad clásica103. Es cierto que la presencia de un topos en la historia de un episodio no indica forzosamente que todo Dozy, R., Recherches, 3 ed., Leyden, 1881, t. 1, 50, nota 1. Pausanias, Periegesis, livre 2, XX, 9 (trad. Gédoyn, Voyage historique de la Grèce, Paris, 1794: [En 510 ante J. C., cuando el ataque de Argos por los Lacedemonios:] «Ce fut alors que Télésille entreprit de défendre la ville, elle en fit sortir les esclaves et toutes les bouches inutiles, prit dans les temples et dans les maisons particulières tout ce qui y était resté d’armes, les distribua à toutes les femmes qui lui parurent assez fortes pour s’en servir, se mit à leur tête, et les mena elle-même à l’endroit par où elle savait qu’il était le plus aisé d’entrer dans la ville. Ces femmes encouragées par un si bel exemple ne s’étonnèrent ni de l’approche ni des cris de l’ennemi ; elles soutinrent même l’assaut avec tant de valeur, que les Lacédémoniens, faisant réflexion que s’ils remportaient la victoire ce serait une victoire odieuse, et que s’ils étaient repoussés, leur honte serait éternelle, ils levèrent le siège et se désistèrent de leur entreprise»). Relato parecido en Poliano (Polyen, Ruses de guerre, Paris, 1840, Libro 8, cap. 33). Ver también Delpech, F., “Pilosités 102 103

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el episodio sea inventado104. Pero no es evidente, y incluso cuestionable fuertemente, que los dos episodios de Mérida y de Orihuela salgan de la pluma de A¬mad al-Rāzī. Del lado negativo, aparece que ya no es posible seguir considerando la presunta Crónica del moro Rasis como una «traducción» de la obra de A¬mad al-Rāzī, por lo menos en lo referente a la conquista árabe de al-Andalus, y mucho menos utilizándola como tal, incluso si se concede al concepto de traducción, en el período medieval, una extensión mucho más larga que la que tenemos hoy día. La extensión de concepto medieval de traducción sobrepasa aun la que vemos en aplicación en el siglo XIX, notablemente en la obra de Pascual de Gayangos, History of the Mohammedan Dynasties in Spain, donde se puede constatar que el gran erudito español no sólo trasladaba trozos del texto traducido, el Naf¬ al-Ðīb de al-Maqqarī, sino que incluso introducía explicaciones suyas, sin que nada los distinguiera tipográficamente, o suprimía indicaciones del original sobre el autor de quien procedían las noticias mencionadas. Se podría alegar, a descargo del trabajo de Pascual de Gayangos, que se fundamenta en un manuscrito único que utilizó el autor antes que se hubiera publicado la primera edición de la obra de al-Maqqarī, a cargo de R. Dozy y sus colegas. Hay quien piensa que el manuscrito de Gayangos era distinto de los usados después para la varias ediciones del Naf¬ al-Ðīb105. Curiosamente, la introducción a la edición de Dozy y sus colegas no indica, entre los manuscritos de que se aprovecharon él que poseyó, o sólo manejó, Gayangos. El sabio holandés califica lo que produjo el español de «traducción abreviada», y

héroïques et femmes travesties: archéologie d’un stratagème”, Bulletin Hispanique 100/1, 1998, 131-164. 104 Heather, P., La caída del Imperio Romano (The Fall of the Roman Empire, Oxford University Press, 2005), Barcelona, Crítica, 2011, 386. 105 Carmona, A., art. cit.

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de «insuficiente para apreciar por completo el carácter verdadero del libro de al-Ma±±arī»106. Todavía más que para las Mohammedan Dynasties de Gayangos, obra que resulta imposible utilizar directamente y que es preciso confrontar sin cesar con las versiones editadas de la obra de al-Maqqarī, y para la historia de la conquista, en menor grado, la traducción española parcial de Emilio Lafuente Alcántara, no es admisible utilizar la Crónica del moro Rasis, o sus varios derivados portugueses o castellanos, como la transposición fiel, es decir la traducción en el sentido actual de la palabra, del Taþrīj mulūk al-Andalus, para el período de la conquista. Por cierto se encontrarán en la Crónica del moro Rasis, y sus derivados, reflejos de lo que pudo ser la obra de A¬mad al-Rāzī, posiblemente a través de intermediarios desconocidos, pero con ellos historias distintas, amplificaciones retóricas, que no llevan por lo común información concreta, sino que «hinchan» el efecto, y errores tan manifiestos, en el caso que se trate de una traducción, que estamos en presencia de otra historia, de que se desconoce el origen, así con la presentación de Teodomiro cómo un renegado conduciendo los musulmanes contra los cristianos de Orihuela. En una palabra, resulta imposible utilizar la llamada Crónica del moro Rasis, y sus derivados, para intentar conocer cuál fue la obra del taþrījī. Es en advertir contra tal tentación que reside todo el sentido de esta comunicación, que esperamos seguir y ampliar en trabajos ulteriores.

106

Analectes, reimp. Amsterdam, 1967, pp. VI-VII. Traducción propia.

ÍNDICE Págs. Prólogo.................................................................................

7

La conquista de Al-Andalus: Sus representaciones Historiografía La Historia preislámica de al-Andalus en Ibn Jaldýn, Luis A. García Moreno (Real Academia de la Historia. Madrid).............................................................................. 15 Visigodos y árabes: encuentros anteriores a 711, José Ramírez Del Río (Universidad de Córdoba)...............

37

En busca del relato de A¬mad Al-Rāzī sobre la conquista de al-Andalus, Jean-Pierre Molénat (C.N.R.S. – I.R.H.T. Paris).................................................................... 57 ¿Retórica en el campo de batalla? Reflexiones sobre la transmisión y conservación de arengas militares en las fuentes históricas a través del caso de Æāriq b. Ziyād, Omayra Herrero (CCHS-CSIC)....................................

91

711 En la Historia urbana: representaciones y realidades, Christine Mazzoli-Guintard (Universidad de Nantes)

119

La conquista de al-Andalus desde el positivismo del siglo XIX, María Jesús Viguera Molins (Universidad Com plutense. Madrid)..............................................................

157

666

ÍNDICE

Págs. La expansión musulmana por el Norte de África y la Península Ibérica en historiadores marroquíes, Mostafa Ammadi (Universidad Hassan II. Casablanca)...............

175

La conmemoración estudiosa en torno al 711 y la conquista musulmana de al-Andalus, María Jesús Viguera Molins (Universidad Complutense. Madrid).................

193

Arqueología e Iconografía El símbolo de la estrella en las primeras acuñaciones andalusíes, Rafael Frochoso Sánchez (Real Academia de Córdoba Académico correspondiente)...... 215 La cultura islámica medieval ante los restos del mundo clásico hispano, Jaime Gómez de Caso Zuriaga (Universidad de Alcalá)...................................................

233

Literatura Richiami al passato classico nella poesia mozarabica. Alcune note su Paolo Alvaro di Cordova, Chiara O. Tommasi Moreschini (Università di Pisa).................... 289 La

imagen del moro en la literatura y la historiografía de Alfonso X, Esther Sánchez Medina (Deutsche Archäologische Institut Kommission für Alte Geschichte und Epigraphik. Múnich)................................................. 305

Æāriq en la literatura árabe actual, Rajaa Dakir Universidad Hassan II. Casablanca).....................................................

339

ÍNDICE

667 Págs.

La Conmemoración del Pacto de Tudmir, 713-2013 Ciudades y topónimos del Pacto de Tudmīr, Luis A. García Moreno (Real Academia de la Historia. Madrid)........

357

De nuevo sobre los defensores de Teodomiro. Tópicos histo riográficos en los relatos de am×n, Omayra Herrero (CCHS-CSIC)....................................................................

375

Le pacte de Tudm÷r dans l’œuvre géographique d’al-©im yar÷: la mémoire de la conquête et de la paix, Christine Mazzoli-Guintard (Université de Nantes. CRHIA)....

405

Otros espacios mediterráneos y otras conquistas La Numidia preislámica, María Elvira Gil Egea (Universidad de Alcalá)..........................................................................

427

África disputada: los últimos años del África bizantina, José Soto Chica (UGR-C.E.B.N.Ch.)............................

459

Los bereberes judíos de Ibn Jaldún. La leyenda y su utilización, María Elvira Gil Egea (Universidad de Alcalá).......

517

Egipto, los árabes y la conquista de la Libia Marmárica, Pentápolis y Tripolitania. 642-698, José Soto Chica (UGR-C.E.B.N.Ch.)...........................................................

543

El

control de la población en el Egipto pre y protoárabe, Sofía Torallas Tovar – Amalia Zomeño (University of Chicago - Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CCHS-ILC)).................................................. 609

668

ÍNDICE

Págs. El pago del andrismos en Egipto ¿una forma de conquista?, María Jesús Albarrán Martínez (Universitat Pompeu Fabra)................................................................................

625

La

645

piratería andalusí de comienzos del siglo IX en Alejandría y Mi½r en la Historia de los Santos Patriarcas de Ibn al-Muqaffa‛, obispo de Ashmunayn, Soha AbboudHaggar (Universidad Complutense. Madrid)................

Historiogrfía y representaciones III Estudios sobre las fuentes de la conquista islámica

Historiografía y representaciones III Estudios sobre las fuentes de la conquista islámica Editores científicos:

Luis A. García Moreno – Esther Sánchez Medina Lidia Fernández Fonfría

ISBN 978‑84‑15069-50-8

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DE LA HISTORIA

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