Modos de vida en una comunidad alfarera de Chile Central

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Descripción

Universidad de Chile Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Antropología Especialidad de Antropología Física

Informe de Práctica Profesional

Modos de vida en una comunidad alfarera de Chile Central: sitio Fundo Esmeralda, San Pedro, Quillota

Alumna: Andrea Saunier S. Profesor guía: Eugenio Aspillaga F. Supervisor MHAQ: Hernán Ávalos G.

Octubre – Diciembre 2007 1

Dedicada a Nancy y Luis, mi más preciado ejemplo de amor, esperanza y sacrificio.

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Agradecimientos Al equipo del MHAQ, especialmente a Pamela y Herman, por su constante apoyo y sabios consejos, que me han hecho crecer personal y profesionalmente. A Rodrigo, sanpedrino de alma y corazón, vivo ejemplo de la fuerza de los primeros habitantes de su tierra. A Juanita y Mütty, por su inagotable paciencia e incondicional apoyo, en la palabra y en el silencio, y por encontrar siempre la manera de hacerme sonreír. A Hernán, por compartir sus inquietudes e inspirar las mías, soportando estoicamente interrogatorios interminables, por no rendirse en su tarea de maestro y por su generosidad a toda prueba.

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Índice 1. Introducción

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2. Antecedentes a. Antecedentes de la investigación b. Antecedentes del sitio y la Colección Fundo Esmeralda c. Antecedentes geomorfológicos de la zona estudiada d. Antecedentes arqueológicos de la zona estudiada e. Antecedentes bioantropológicos de la zona estudiada

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3. Problema de estudio

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4. Objetivos a. Objetivo general b. Objetivo específico

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5. Marco teórico a. La bioarqueología: estudios transdisciplinarios en arqueología y bioantropología. b. Estudio de Modos de Vida

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6. Material y Método

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7. Factores tafonómicos en el Sitio Fundo Esmeralda

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8. Medidas de Conservación en la Colección Fundo Esmeralda

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9. Resultados a. Procedimiento de rescate en terreno b. Perfil biológico c. Perfil paleopatológico

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10. Difusión 11. Discusión 12. Conclusiones 13. Bibliografía 14. Anexos

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Introducción El Museo Histórico Arqueológico de Quillota (MHAQ), en sus diez años de funcionamiento, ha reunido una amplia y prolífica colección de material patrimonial arqueológico, bioantropológico, antropológico y artístico de la zona, sus alrededores y el resto del país. Si bien casi todas estas áreas de investigación están bajo la supervisión y asesoramiento de profesionales especialistas, una de ellas se encuentra aún sin ser abordada sistemáticamente: la bioantropología. Dentro de los sitios arqueológicos investigados de manera sistemática y continua por el equipo del MHAQ destaca Fundo Esmeralda, del que proviene la colección bioantropológica más numerosa con la que cuenta el MHAQ. Desde el año 2001 hasta la actualidad se han realizado diversos salvatajes que han dejado al descubierto la existencia en el lugar de un denso cementerio ocupado por comunidades adscritas al Complejo Cultural Llolleo y a la Cultura Aconcagua. La cercanía espacial y temporal de ambas comunidades en el sitio plantea interesantes interrogantes en relación con los lazos biológicos y culturales que se establecieron entre ambos grupos y permite aproximarse al modo de vida de las comunidades alfareras que habitaron el curso medio del río Aconcagua, previamente a la llegada de los españoles. El rescate, análisis y conservación de los restos óseos humanos que se han recuperado en el sitio Fundo Esmeralda constituyen los objetivos de este trabajo de práctica para optar al Título de Antropólogo Físico, apuntando a la reconstrucción del modo de vida de la o las comunidades presenten en el sitio, bajo una mirada bioarqueológica. Esta investigación constituye el primer acercamiento al modo de vida de las comunidades alfareras del curso medio del río Aconcagua, y es también una primera mirada con énfasis analítico y comparativo a las colecciones bioantropológicas de la zona depositadas en instituciones museológicas.

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Antecedentes a. Antecedentes de la investigación El Museo Histórico Arqueológico de Quillota (MHAQ) ha reunido una amplia y prolífica colección de material patrimonial arqueológico, bioantropológico y antropológico de la zona central de Chile y el resto del país. Dentro de este conjunto destaca la colección de restos materiales y óseos humanos que se ha formado a partir de las reiteradas campañas de salvatajes llevadas a cabo en el sitio Fundo Esmeralda desde el año 2001 hasta la fecha. Considerando las características del conjunto de materiales y restos óseos que conforman la colección que se detallan más adelante, este sitio se constituye en un aporte fundamental para comprender la secuencia cronológicocultural de la zona. En su momento, los materiales bioantropológicos rescatados del sitio fueron estudiados por la arqueóloga Pamela Brito, pero desde el año 2003 a la fecha permanecen en el depósito del MHAQ, sin que se continuaran los análisis. Esta investigación se plantea el desafío de continuar la comprensión del modo de vida de las comunidades alfareras representadas en el cementerio de Fundo Esmeralda, tomando como punto de partida la información bioantropológica en el marco de la bioarqueología. En un trabajo conjunto con el equipo del MHAQ, se retoma el estudio del sitio también a partir del trabajo en terreno, continuando con las tareas de salvataje de los individuos que aún permanecen inhumados en el lugar.

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b. Antecedentes del sitio arqueológico y la Colección Fundo Esmeralda El sitio se ubica en el fundo homónimo, en la localidad de San Pedro, a unos 4 kilómetros al SW de la comuna de Quillota, en la región de Valparaíso. Se altitud es de 114 msm y sus coordenadas UTM son 6.356.534 N y 288.089 E, datum WGS 84 (Imagen 1).

Imagen 1: Ubicación del sitio Fundo Esmeralda (tomada de Google Earth)

Como se puede apreciar en la Imagen 1, el sitio se encuentra emplazado en tierras destinadas al uso agrícola. Por el borde este del mismo atraviesa un canal que discurre en dirección N – S, abastecido por las aguas del río Aconcagua, a través del canal Lo Ovalle, originado en la bocatoma de Pachacama en la comuna de La Calera. A fines del mes de agosto de 2001 se llevaron a cabo labores de ampliación del canal de regadío antes mencionado, que dejaron al descubierto el cementerio. El equipo del MHAQ, encabezado por el arqueólogo Hernán Ávalos, acudió al salvataje de los individuos y sus contextos. En aquella primera temporada se identificaron 4 inhumaciones prehispánicas (E1FE1, E2FE, E3FE y E4FE), a una profundidad de 50 cm, y en una extensión no mayor a los 20 m² (Imagen 2). Sólo dos de estos cuatro individuos fueron levantados (E1FE –entregado por trabajadores-, y E2FE; Imagen 3). El 1

Para una explicación de la denominación de los individuos del sitio, ver página 48 (Materiales y métodos)

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individuo E3FE aún permanece en el sitio. La imagen 4 muestra la disposición esquemática de los cuerpos junto a la acequia y el perfil de excavación. E1FE, que por su ofrenda cerámica entregada también por trabajadores del predio, pudo ser adscrito a la Cultura Aconcagua, fue analizado bioantropológicamente por la arqueóloga Pamela Brito, quien lo caracterizó como un individuo adulto (30 a 35 años), masculino. El sujeto habría desarrollado una considerable actividad física, y entre sus patologías se encuentra la manifestación de genu valgo, que generó un estrés en la articulación de la cadera y la rodilla, y un probable diagnóstico de treponematosis. Lamentablemente, con posterioridad a estos análisis el cráneo de E1FE se perdió, lo que impide confirmar este diagnóstico, y las características de los huesos largos no permiten sostener dicha afirmación (Brito, en Ávalos et al., 2001-2007).

Imagen 2: Condiciones en las que se encontraron los esqueletos 2, 3 y 4 por el equipo del MHAQ. Los trabajos de ampliación de la acequia de regadío dejaron a la vista los restos en el perfil W de la zanja. En la imagen, los restos de E3FE (Gentileza de H. Ávalos).

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Imagen 3: Individuo 2, despejado y listo para ser levantado. El canal de regadío discurre oblicuamente por la esquina superior izquierda (Gentileza de H. Ávalos).

N

Imagen 4: Disposición de los esqueletos del sitio, representados por números, junto a la acequia. T1 y T2 corresponden a las trincheras abiertas para las excavaciones

Una segunda campaña, a mediados de octubre del año 2000 permitió descubrir dos enterratorios más: los individuos E5FE y E6FE, acompañados de abundante material cerámico, malacológico y lítico. El contexto funerario permitió adscribir al primer individuo como perteneciente al Complejo Cultural Llolleo y, al segundo, a la Cultura Aconcagua. Tras el levantamiento de E5FE quedó al descubierto otra tumba, cuyo esqueleto se denominó E7FE, también Llolleo. El rebaje de la trinchera de este último hallazgo reveló la presencia de otro cuerpo, E8FE. Durante dicha tarea también quedó al descubierto, por el desmoronamiento de la pared, el individuo E10FE. Ambos fueron rescatados parcialmente (se terminaron de levantar en campañas posteriores). Los huesos del primero de éstos también fueron analizados por Brito, quien los caracterizó como pertenecientes a un individuo masculino, de entre 23 y 27 años, que habría

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consumido una dieta hortícola evidenciada en el leve desgaste dental y la presencia de caries oclusales. (Brito, en Ávalos et al., 2001-2007) Las tareas de salvataje se reanudaron el año 2003, etapa en la que se recuperó al individuo E7FE del cementerio, previamente descubierto (Imagen 5).

Imagen 5: Despeje y relevamiento de información del individuo E7FE (Gentileza de H. Ávalos)

A comienzos del año 2007 se continuó con el trabajo en el predio, esta vez con la intención de recuperar dos de los individuos identificados que aún se encontraban in situ; E4FE y E3FE. La apertura de una nueva trinchera dejó al descubierto dos enterratorios más, E9FE y E4FE, una mujer y un hombre adultos, ambos Aconcagua. Lamentablemente, la falta de recursos impidió continuar con el salvataje del sitio y aún permanecen en el lugar parte de los restos de los individuos E3FE y E10FE. El sitio tiene una extensión de unos 100 m de diámetro. No obstante, los trabajadores del predio recuerdan el hallazgo de otros enterratorios a poco más de 300 metros del área excavada, que corresponderían a otro sitio. Las descripciones indican que estos hallazgos podrían ser adscritos a la Cultura Aconcagua, lo que refuerza la idea de una fuerte ocupación de la zona por parte de estas comunidades y la importancia que pudo tener el lugar como área de cementerio.

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La Colección Fundo Esmeralda: Ofrenda y ajuar Si bien esta investigación se centra en el material bioantropológico, se considera clave el registro de la información arqueológica y medioambiental, pues ésta es fundamental en una aproximación bioarqueológica al estudio del modo de vida de las poblaciones representadas en Fundo Esmeralda. Todos los materiales recuperados durante las etapas de salvatajes, más las piezas entregadas por los trabajadores a lo largo de las cuatro temporadas de excavación se encuentran hoy en el Depósito del MHAQ. Ésta se compone de líticos, restos óseos zoológicos, malacológicos y piezas cerámicas completas y fragmentadas. Desde su recuperación, gran parte de ella ha permanecido intacta, mientras que sólo una parte se ha limpiado y registrado. Del conjunto de individuos, sólo dos han sido analizados por una especialista (Brito, en Ávalos et al., 2001 – 2007). La Figura 1 reúne las fichas que resumen el inventario de la ofrenda que acompañaba a los individuos rescatados en el sitio. En las fichas se resume el nº de registro MHAQ del esqueleto (Ind.), su adscripción cultural (Adsc.), la profundidad a la que se encontraba (Prof.), orientación (Orient.) y posición del cuerpo (Posc.2). Además se consignan algunas observaciones y las imágenes correspondientes a la ofrenda que acompañaba al esqueleto. Fundo Esmeralda · Ofrenda y Contexto Ind: E1FE Adsc.: Aconcagua Prof: - 65 Orient: NE - SO Posc: E Obs.: Restos óseos y cerámicos recuperados por trabajadores del fundo

Ofrenda

Puco Aconcagua Salmón, con Cuenco Rojo Engobado Fragmento malacológico trinacrio exterior; N y R s/B exterior - interior (C2FE; perforado (harneo) con tripartición interior (C1FE, C2E2) C1E1). Fechado (TL) en 980 ± 105 dC

Dibujo en planta 2

La clave de posición es: E = estirado; F = flectado; DCLD o DCLI = decúbito lateral derecho o izquierdo; DCD = decúbito dorsal; DCV = decúbito ventral.

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Fundo Esmeralda · Ofrenda y Contexto Ind: E2FE

Adsc.: PAT

Prof: - 72

Orient: E - O

Posc: FDCLD

Ofrenda

Tembetá Lasca entera con Lasca partida con Raedera (- 73 cm) A cerámico de modificación (-72 cm). modificación (-73 la derecha del botón con A la derecha del cm). A la derecha Individuo aletas Individuo del Individuo recuperado en harneo Obs.: Se recuperaron otros líticos asociados al cuerpo: 1 raedera, (olivita/piroxita), 4 lascas partidas sin modificación, 10 cantos rodados partidos sin modificación y 1 fragmento de mano de moler (-58 cm)

Dibujo en planta

Fundo Esmeralda · Ofrenda y Contexto Ind: E3FE Obs.:

Adsc.: PIT Prof: - 40 Orient: Posc: Este esqueleto aún no ha sido recuperado. Se encontró cuenta lítica de collar en harneo y una preforma de pendiente (Nivel: 40-50 cm). Su adscripción se realiza en base a fragmentos cerámicos recuperados en asociación a su fosa.

Ofrenda Dibujo en planta -

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Fundo Esmeralda · Ofrenda y Contexto Ind: E4FE Obs.: -

Adsc.: Aconcagua

Prof: - 95

Orient: NE - SO

Posc: EDCD

Ofrenda

Fragmentos de probable Olla Café alisado mediano exterior, café-rojizo alisado interior (C22FE; C1E4) a -73 cm de profundidad junto a la mano derecha del individuo

Dibujo en planta

Fundo Esmeralda · Ofrenda y Contexto 13

Ind: E5FE Obs.:

Adsc.: Llolleo Prof: - 95 Orient: NO - SE Posc: FDCV/FLI Aparentemente su inhumación disturbó la tumba del Individuo 8, que se encuentra por debajo de él.

Ofrenda

Jarro Café pulido con asa cinta unión cuello (?)-cuerpo (C11FE; C1E5- 110)

Micromortero lítico (- 74 cm)

Dibujo en planta

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Fundo Esmeralda · Ofrenda y Contexto Ind: E6FE

Adsc.: Aconcagua

Prof: - 100

Orient: N - S

Posc: EDCV/ FLD

Ofrenda

Puco Rojo alisado C7FE; C1E6 (-100 cm)

Puco Café alisado C3FE; C5E6 (-100 cm)

Puco Aconcagua Salmón con trinacrio exterior, y cuatripartición interior C8FE; C2E6 (-102 cm)

Jarro Café alisado con asa cinta unión cuello-cuerpo C9FE; C3E6 (-95 cm)

Puco Café-rojizo alisado C10FE; C4E6 (99 cm)

Jarro café-rojizo alisado, asa cinta unión labio-cuerpo C4FE; C6E6 (-91 cm)

Olla Café-rojizo Jarro Café-rojizo alisado, asa tipo alisado, asa cinta apéndice de maciza unión cuellosección cuerpo C6FE; C8E6 (subrectangular 92 cm) C5FE; C7E6 (-95 cm) Obs.: en el rebaje del esqueleto se encontró una punta de proyectil de sílex de base escotada (temprana)

Dibujo en planta

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Fundo Esmeralda · Ofrenda y Contexto Ind: E7FE Obs.:

Adsc.: Llolleo -

Prof: - 110

Orient: E - O

Posc: FDCD

Ofrenda

Jarro Café pulido con asa cinta unión cuello-cuerpo C12FE; C1E7 (-123). Fechado (TL) en 585 ± 140 dC

Pulidor de piedra (basalto)

Pulidor para cerámica

Dibujo en planta

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Ind: E8FE Obs.: Ofrenda

Fundo Esmeralda · Ofrenda y Contexto Adsc.: Llolleo Prof: - 115 cm Orient: ¿? Posc: ¿? Inhumación disturbada por el enterratorio del Individuo 5

Jarro Café pulido de paredes delgadas con base hendida C13FE; C1E7 (-119)

Jarro Café pulido con reborde en la base del cuello y asa cinta unión cuellocuerpo, base recta C14FE; C2E7 (-125 cm)

Dibujo en planta

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Fundo Esmeralda · Ofrenda y Contexto Ind: E9FE

Adsc.: Aconcagua

Prof: - 98 cm

Orient: NE - SO

Posc: EDCV

Ofrenda

Jarro Café alisado con 2 asas cintas macizas unión cuello-cuello C18FE; C1E9

Olla N, R y B s/Salmón, con 2 asas cintas unión labio-cuello C20FE; C3E9

Puco Aconcagua Salmón exterior; N, R y B s/Salmón interior C19FE; C2E9.

Jarro Rojo engobado con asa cinta pequeña unión cuello-cuello C21FE; C4E9. Fechado (TL) en 1300 ± 65 dC

Dibujo en planta

Fundo Esmeralda · Ofrenda y Contexto Ind: E10FE Adsc.: ¿PIT? Prof: - 95 cm Orient: ¿? Ofrenda

Posc: ¿?

Puco Aconcagua salmón sin decoración C15FE; C1E10

Jarro Café pulido, asa cinta unión cuello-cuerpo (¿Aconcagua?)

Puco Rojo engobado C16FE; C2E10

Olla (?) Café Alisado C17FE; C3E10

Obs.: Vasijas entregadas por Carlos Donoso, Administrador del predio Dibujo en planta 18

Las distintas campañas de salvataje permitieron determinar que el área hasta ahora intervenida contiene dos componentes de ocupación alfarera. Por una parte, una población del PAT, adscribible al Complejo Cultural Llolleo, que dada las características de ocupación registradas en el curso medio del río Aconcagua, se sabe que destinan un área para enterratorios dentro del área de habitación (Falabella y Stehberg, 1989), lo que explica la presencia de elementos aislados tempranos en los niveles harneados sobre los individuos. Y por otra, una población del PIT, la Cultura Aconcagua, que se caracteriza por destinar un área específica para cementerio independiente del área habitacional (Durán y Planella, 1989). No obstante, la totalidad de los ceramios recuperados completos o semifragmentados en el área excavada forman parte de contextos funerarios, de manera que reflejan más bien un ámbito ritual que uno cotidiano. A excepción de los individuos E2FE y E7FE, no es posible relacionar los materiales ofrendados con alguna práctica laboral en particular. En el caso de E2FE (masculino, 50+ años), los líticos que se encontraron asociados a su esqueleto podrían indicar que éste desarrollaba tareas de confección de instrumentos líticos y quizás la obtención de recursos alimenticios (¿caza?). En el caso de E7FE (mujer de 20 a 25 años) la presencia de dos pulidores sugieren que ésta manufacturaba cerámica y desarrollaba trabajos artesanales, tales como procesamiento en cueros y cestería. De la misma manera, los líticos recuperados junto a E5FE, como el micromortero sugieren que era un hombre que probablemente destinaba tiempo importante a la obtención y procesamiento de recursos de recolecta. En cuanto a la “calidad” de la ofrenda, destaca el individuo E6FE (femenino, 18 – 20 años) con 8 ceramios, a la que le sigue E9FE (femenino, 20 – 25 años), con cuatro ceramios (Tabla 1).

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Tabla 1: Resumen de la ofrenda y elementos asociados de cada esqueleto

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c. Antecedentes geomorfológicos de la zona estudiada La zona en estudio corresponde al curso medio de la hoya del río Aconcagua, que origina la última cuenca del sistema de valles transversales en el centro del país. Este curso de agua se origina en la cordillera andina, por la unión de los ríos Juncal y Blanco, y se extiende por 177 km hasta su desembocadura en Concón. Su extensión alcanza los 7163 km², con un gasto QM promedio de 39,00 m³/s. (Errázuriz et al., 1998) El curso superior del río Aconcagua se define entre la zona de San Felipe y Los Andes. El curso inferior lo hace entre Tabolango y la desembocadura del río en Concón. El curso medio del Aconcagua se extiende entre la zona de Los Andes y Tabolango (Imagen 6), por una llanura aluvial cubierta de una fértil capa de suelo agrícola (Fuenzalida, 1961 y Espinoza y Caviedes, 1972, ambos en Ávalos et al., 2007). A esta altura las aguas de este río discurren con excesiva turbiedad por cargas sedimentarias en suspensión y de arrastre de fondo (Ávalos et al., Ibid). En la actualidad el río Aconcagua es utilizado principalmente para regar más de 68.000 hás de tierras de uso agrícola.

Quillota

Los Andes Concón Tabolango

Imagen 6: El río Aconcagua. En azul se marca el curso superior, en aguamarina el medio y en celeste claro el curso inferior, con su desembocadura en Concón (Tomada de GoogleEarth).

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La zona de Quillota se encuentra a 120 msm, bajo un clima semiárido templado con lluvias invernales (200 mm anuales en promedio). La temperatura promedio en la estación de Los Andes es de 14,3 ºC (Errázuriz et al., 1998) Las modificaciones que se desarrollaron en la geomorfología de esta zona durante el Holoceno, afectaron de manera mucho más leve al curso medio que a la desembocadura del río (Ávalos, 2007). La pendiente del Aconcagua ha disminuido a lo largo del tiempo, aumentando la sedimentación en la zona (Ávalos et al., Ibíd). Esto, sumado a la consecuente formación de lagunas de agua dulce y pantanos, ha generado las condiciones ideales, en cuanto a la disponibilidad y riqueza de los recursos, para el asentamiento humano (Ávalos, Ibid).

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d. Antecedentes arqueológicos de la zona estudiada La cuenca del Aconcagua ha sido siempre un lugar atrayente para el poblamiento humano, así lo confirma la presencia de varios sitios prehispánicos que datan del Período Alfarero (300 aC al 1543 dC). No obstante, la investigación en la zona ha sido bastante irregular, tanto en relación con su constancia como con la distribución de las zonas estudiadas. Según Ávalos (2007): “Después de la síntesis efectuada en el Tercer Congreso de Arqueología Chilena (1964), sobre la Arqueología de la Zona Central, se produce una discontinuidad en los estudios del PAT en la cuenca del río Aconcagua, no sólo del curso inferior, sino del valle completo”. Pero, más aún, si se compara el desarrollo de la investigación arqueológica en el curso superior e inferior de la cuenca se hace evidente que en el curso medio ésta es deficiente y se han generado vacíos importantes, tanto en el estudio del PAT como del PIT. El curso superior de la cuenca ha sido abordado principalmente a través del estudio del Período Intermedio Tardío (Ávalos, 2007), pero las investigaciones del PAT han recibido un nuevo impulso en la zona a partir de los trabajos desarrollados en la zona por Pavlovic (Pavlovic, 2000), Sánchez, Troncoso y otros, en gran medida a través de Proyectos Fondecyt. Según estos investigadores, durante el PAT los contextos culturales de la zona se emparentan con contextos más propios de la zona del Choapa y de la vertiente oriental de Los Andes, a diferencia de lo que ocurre en el curso medio e inferior. En el Intermedio Tardío (PIT) se produciría una interdigitación cultural entre grupos afines a la Cultura Diaguita y otros más ligados a los grupos Aconcagua, con una fuerte presencia en el curso inferior del valle (Troncoso et al., 2000). No obstante, estas interpretaciones pierden cierta validez, pues carecen de estudios comparativos precisamente con los contextos arqueológicos conocidos para los cursos medio e inferior del río Aconcagua. En el curso inferior del Aconcagua, durante las décadas de los años ’50 y ’60 la investigación se concentró en una serie de prospecciones llevadas a cabo por iniciativa del Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad de Chile. En ellas se habrían distinguido cerca de 10 sitios, entre los que se contaba el sitio clásico Enap 3. Tras la excavación de éste a fines de 1962 y principios de 1963 (Berdichewsky, 1964), la investigación se detuvo. Durante la década del ’80 se realizaron dos rescates en Concón, uno llevado a cabo por J. M. Ramírez, Camino Internacional (Ramírez, 1984 y 1989 en Carmona et al., 2001), y otro por Jaime Vera, Concón 11 (Vera, 1995). Ambos corresponderían a un solo sitio que la arqueología hoy reconoce como Concón 11, que por años ofreció el único fechado para el Bato en el valle del Aconcagua: 420 ± 100 dC (Carmona et al., 2001). Tras estos rescates y sólo a fines de los ’90 la investigación se hace más sistemática y constante mediante el desarrollo de una serie de EIA que conducen a la excavación de los sitios Patio 2 (Carmona, 1998), S–Bato 1 (Seelenfreund y Westfall, 2000 en Carmona et al., 2001), Los Eucaliptus (Carmona et al., 2001),

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El Membrillar 1 y 2 (Ávalos et al., 2006) y la reexcavación de Enap 3. Estos trabajos han permitido reconocer una importante ocupación Bato en la desembocadura del río Aconcagua durante el PAT, así como una clara presencia de la Cultura Aconcagua durante el Período Intermedio Tardío. Por su parte, las primeras aproximaciones a la arqueología del curso medio del valle corresponden a las menciones hechas por Oyarzún sobre la cerámica y el cementerio de túmulos de Rautén (Oyarzún, 1934) y principalmente las excavaciones realizadas en el Estadio de Quillota por miembros de la Sociedad Fonck durante la década del ‘50 (Gajardo-Tobar y Silva, 1970). No es hasta fines de la década de los ’90 que, de la mano de los Museos municipales de La Cruz y Quillota, se reactiva parcialmente la investigación, a través del salvataje de varios sitios amenazados por el progreso, entre los que se cuentan Aspillaga (Ávalos, 1999), Arauco y Estadio de Quillota (Ávalos et al., 2007) en Quillota, Fundo Esmeralda en San Pedro y Santa Rosa, Calle Santa Cruz (Ávalos y Strange, 1999) y Carolina en la comuna de La Cruz. En esta breve revisión se hace evidente que la investigación en la zona del curso medio del río Aconcagua es un desafío. La riqueza de la misma, su alto poblamiento documentado desde el período alfarero temprano en adelante, su ubicación geográfica estratégica, que la configuran como una zona de frontera, de tránsito y contacto entre culturalidades del Norte Semiárido y de la Zona Central del país y las manifestaciones particulares que cada grupo adquiere en esta zona, hacen de ella un objeto de investigación fundamental para entender la articulación entre los grupos prehispánicos no sólo del curso superior e inferior de la cuenca, sino también de Chile Central. La secuencia cronológica – cultural del curso medio del río Aconcagua se inicia en el Período Alfarero Temprano, a través de la presencia de los Complejos Culturales Bato y Llolleo. La consolidación de las innovaciones culturales introducidas a fines del período arcaico en las comunidades de la zona central del país cristaliza en estos dos grupos. Según el conocimiento actual, ambos grupos habrían conformado en esta zona sociedades abiertas a la interacción, mezcla y traspaso de elementos culturales, lo que dificultaría reconocer unidades claramente diferenciadas (Ávalos, 2007). Por lo mismo, esta realidad no puede ser abordada a partir de elementos diagnósticos aislados, ya que los distintos materiales no se comportan de manera similar en términos de asociaciones recurrentes (Sanhueza, 2004). La Tradición Cultural Bato (hoy Complejo Cultural, sensu Carmona et al., 2001) fue definida a partir de los trabajos realizados por Falabella y Planella en la década de los ’80 en el sitio Arévalo 2, y de la sistematización por parte de las mismas autoras, de información proveniente de una serie de sitios excavados durante los años ’60 en la zona. Se le reconoce como una unidad politética que concentra una serie de elementos diagnósticos, como el uso de materiales locales para la fabricación de cerámica, la cual se distingue por vasijas alisadas y pulidas de paredes pardo, rojas y negras, de paredes gruesas y con perfiles 25

inflectados, asas mamelonares, gollete cribado, cuello cilíndrico estrecho, asa de suspensión, decoración en negativo sobre pintura roja, uso de hierro oligisto, motivos como el inciso lineal punteado, rellenado con pintura o con puntos, chevrones u otros elementos, uso de adornos corporales como tembetá, orejeras, adornos de concha e instrumentos de hueso; y un conjunto de herramientas líticas multifuncionales. A nivel de la funebria el Bato se caracteriza por la inhumación de individuos aislados, a veces incluidos en conchales, en posición flectada o hiperflectada (que sugiere enfardamiento), decúbito lateral y sin ofrenda cerámica entera, a excepción de fragmentos de vasijas intencionalmente quebradas alrededor de los cuerpos (Carmona et al., 2001; Ávalos et al., 2007). Si bien se ha definido la dispersión de los grupos Bato entre la desembocadura del río Petorca por el norte y la costa del río Maipo por el sur, Sanhueza (2004) sugiere que en el interior los rasgos Bato no superan el sector meridional de la Angostura de Paine. Sin embargo, para Ávalos (2007) los sitios adscritos a este complejo cultural se concentran entre el estero Los Molles, costa de La Ligua, por el norte y el río Maipo por el sur. Los fechados indicarían un momento inicial dentro del Complejo Cultural entre el 300 aC y el 30 aC, y una fase de consolidación entre el 30 aC y el 500 dC (Sanhueza, 2004). No obstante, sitios como Marbella 1, Los Coiles y Longotoma “reafirman las diferencias reconocidas respecto a sitios del Complejo Llolleo en la costa, validan la operatividad de la unidad Bato costera, y han permitido extender su rango cronológico en el litoral hasta el año 800 dC.”(Ávalos, 2007). La máxima concentración de sitios Bato en el curso del Aconcagua se registra en el área de desembocadura del río. En dicho conjunto destacan el sitio clásico Enap 3 (Berdichewsky, 1964), hoy en etapa de reexcavación, Concón 11 (Ramírez, 1984, 1989 en Carmona et al., 2001; Vera, 1995), Patio 2, Eucaliptus Huacho y La Vertiente (Carmona, 1998; Ávalos et al., 2007), Los Eucaliptus (Carmona et al, 2001), El Membrillar 1 y 2 (Ávalos et al., 2006). En el curso medio del Aconcagua se han registrado ocupaciones Bato en los sitios Aspillaga 1 (Ávalos, 1999; Ávalos et al., 2007), Estadio de Quillota (Gajardo Tobar y Silva, 1970), Chacra El Indio (Ávalos, com. pers.), Fundo Esmeralda y San Pedro 2. El primero de éstos, Aspillaga 1, fue excavado en 1997 por el equipo del MHAQ y en él se recuperaron 12 esqueletos incompletos, aún no estudiados. Las evidencias Bato las constituyen dos tembetás de piedra, una pipa de cerámica partida y fragmentos de cerámica decorados con pintura roja sobre hierro oligisto, hierro oligisto sobre pintura roja y decorados con incisos lineales y lineales punteados. El sitio también cuenta con un componente de ocupación y unidades de enterratorio Llolleo y Aconcagua (Imagen 7 y 8).

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Imagen 7: Materiales Bato recuperados del sitio arqueológico Aspillaga 1. Fragmento cerámico de pipa y un tembetá de piedra partido, uno de los dos recuperados en el sitio.

Imagen 8: Materiales Bato recuperados del sitio arqueológico Aspillaga 1. Dos fragmentos cerámicos con decoración típicamente Bato: banda decorativa roja gruesa y hierro oligisto.

Dos de los enterratorios recuperados durante la excavación del sitio Estadio de Quillota, a fines del año 1955 y principios de 1956, parece corresponder a un contexto funerario Bato, aunque su adscripción no fue explicitada por los autores. Éstos describen uno de los esqueletos (Individuo 3) como “… en posición genuflexa lateralizada sobre el lado derecho, con ambas manos sobre la cara, con la cabeza hacia el sur oriente y la cara hacia el oriente, a 75 cms. de profundidad. A su alrededor había sólo algunas piedras rodadas y ningún ajuar funerario” (Gajardo Tobar y Silva, 1970). Dichas características son consistentes con el patrón funerario Bato (Imagen 9).

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Imagen 9: Esqueleto 3 del sitio Estadio de Quillota. Su patrón de enterratorio es consistente con las prácticas Bato.

En el sitio Fundo Esmeralda, se recuperaron también evidencias Bato: un diente humano (incisivo central inferior izquierdo) con evidencias claras de uso de tembetá (desgaste en bisel proximo – distal y e inferosuperior; ver Munizaga, 1966-67), y fragmentos cerámicos con pintura roja y café pulido, más un tembetá partido (Imagen 10). Si bien estas evidencias se registraron en el material harneado, y nunca asociadas a un enterratorio en particular, son datos importantes considerando el comportamiento de la sitios arqueológicos del valle, donde se registran estratigráficamente muy cercanos, e incluso interdigitadas, ocupaciones Bato, Llolleo y Aconcagua. Este sería una característica propia de Bato y Llolleo al interior del valle (ver Ávalos et al., 2007) Recientemente se rescató en la localidad de San Pedro (3 km al suroeste del sitio Fundo Esmeralda) un cementerio Bato, se trata del sitio San Pedro 2. Según el equipo encabezado por Cristian Becker, se recuperaron más de 50 esqueletos, en su mayoría flectados y sin ofrenda cerámica. Las evidencias que se obtengan del estudio de este sitio aportarán en la comprensión de la dinámica del Complejo Cultural Bato hacia el interior del valle.

Imagen 10: Tembetá de cerámico de botón con aletas, partido, recuperado en Fundo Esmeralda.

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En el curso inferior del río Aconcagua la presencia Bato se ha fechado entre los años 40 y 915 dC. Lamentablemente, no existen fechas para las ocupaciones en el curso medio de la cuenca. Según Ávalos (2007) “Hacia el 200 dC, el registro arqueológico indica que se ha llegado a una situación social en la cual se producen cambios fundamentales para la subsistencia de algunos de estos grupos (Complejo Cultural Llolleo), ligados a mecanismos de diferenciación e identificación grupales, que se expresan fuertemente en la producción alfarera”. Para este autor, en ese momento empiezan a aparecer en el registro arqueológico elementos asociados a situaciones de identificación social, como el tembetá, y situaciones sociales específicas (pipa), evidencias de un proceso que se desarrolla lentamente y culmina con la presencia de dos entidades distintas hacia el 200 dC, Bato, ya mencionado y el Complejo Cultural Llolleo. Desde el punto de vista arqueológico, en Llolleo hay una definición de patrones culturales que se dan reiteradamente en el tiempo y el espacio, un estilo de alfarería, uso de adornos personales, patrón de entierro y explotación de recursos, que generan elementos culturales reconocibles y marcan una identidad. El Complejo Cultural Llolleo se definió a partir de la excavación de tres sitios habitacionales en la desembocadura del Maipo: Tejas Verdes, Rayonhil y Santo Domingo 2, con cerámica similar a la encontrada en otras localidades costeras como el cementerio Llolleo y el fundo El Peral. La fase inicial del sitio LEP-C evidencia los primeros grupos Llolleo, propios de una fase inicial del Complejo que se extendería entre el 200 y el 500 dC, versus una fase de consolidación entre el 300 y 900 dC (Sanhueza, 2004). Los elementos más diagnósticos de lo Llolleo son: a nivel de la cerámica, la manufactura de vasijas o contenedores grandes, ollas medianas y pequeñas de uso cotidiano, jarros simétricos y asimétricos y tazones. Las formas se caracterizan por perfiles compuestos, decoración de inciso reticulado oblicuo en las ollas, incisos delimitando campos con pintura roja, y varios tipos de incisos y modelados zoomorfos, fitomorfos y antropomorfos, con modelado continuo de cejas/nariz y ojos en forma de grano de café. A éstas se suman vasijas monocromas sin decoración, o con incisos, pintura roja sobre café y zigzagueo perimetral de banda o estrellado. La presencia de asas puente, entierros en urna y formas similares al jarro pato, que vinculan este Complejo con tradiciones del sur del país. El tembetá desaparece del conjunto de adornos corporales, pero se mantienen los collares y pulseras de cuentas de lutita, concha, cobre o malaquita, también aparecen figuritas zoomorfas como colgantes (Sanhueza, 2004). En paralelo al desarrollo de las comunidades Llolleo, el Bato mantendría un énfasis cazador recolector hasta finales del milenio. En el caso de los primeros, las evidencias arqueológicas sugieren una pérdida de la importancia 29

de la caza y un aumento de la tecnología de molienda, complementada con actividades agrícolas incipientes y nuevas técnicas de pesca (Ávalos, 2007; Sanhueza, 2004). Otra diferencia que se puede citar entre ambos grupos es el rol, más simbólico, que adquiere la cerámica entre los Llolleo, para los cuales es común ofrendar vasijas completas a los esqueletos depositados flectados, lateral o ventralmente (Sanhueza, 2004). La dispersión de los grupos Llolleo sería más amplia y en ocupaciones más densas que los Bato, abarcando una zona que va desde el valle del Choapa hasta las cercanías del Maule. Los fechados por TL indican una distribución de este Complejo entre los 200 aC y 900 dC (Ávalos, 2007). En la zona en estudio se han registrado ocupaciones Llolleo en los sitios Calle Santa Cruz (Ávalos y Strange, 1999) y Santa Rosa, en La Cruz, y Aspillaga, Fundo Esmeralda y San Pedro 2 en Quillota. Otras piezas Llolleo, recuperadas en San Pedro, se encuentran en el Museo de Historia Natural de Valparaíso. Ambos sitios de La Cruz, Calle Santa Cruz y Santa Rosa corresponden a enterratorios de mujeres adultas, con deformación craneana intencional, evidencias de quema en el caso del Sitio Santa Rosa, y acompañadas, cada una, de un ceramio completo y fragmentos del mismo material. Tanto el Sitio Calle Santa Cruz como Santa Rosa cuentan con dataciones por TL, las que arrojaron una fecha de 555 ± 140 dC para el primero, y de 680 ± 100 dC para el segundo.

Imagen 11: Fragmento de jarrito antropomorfo Llolleo recuperado en el sitio Aspillaga 1. Nótese la decoración ceja/nariz continua y el ojo de grano de café.

En el sitio Aspillaga se recuperaron cuatro vasijas Llolleo, de las cuáles sólo una (jarrito antropomorfo, Imagen 11) pudo relacionase a un enterratorio. El contexto funerario y su ubicación estratigráfica, justo encima del nivel de las crecidas del río, es un elemento que comparte este enterratorio Llolleo con los de La Cruz ya mencionados. El fechado por TL del jarrito antropomorfo arrojó una data de 140 ± 150 dC.

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Los análisis preliminares de los contextos y la materialidad recuperada de Fundo Esmeralda han permitido reconocer, al menos, tres enterratorios Llolleo (E5FE, E7FE y E8FE). La datación por TL de una pieza que acompañaba al Individuo 7 arrojó una fecha de 585 ± 140 dC. (Imagen 12)

Imagen 12: vasija Llolleo ofrendada a la cabeza del Individuo 7 de Fundo Esmeralda, fechada en 585 ± 140 dC.

Todas estas evidencias indican que Llolleo habitó tempranamente el valle de Quillota desde el 140 al 680 dC (Ávalos et al., 2007) Los estudios desarrollados en la zona del Aconcagua, particularmente a partir de la comparación de sitios del interior (curso medio y superior) con otros de la desembocadura del río han llevado a proponer que en el curso inferior, Bato y Llolleo, a pesar de coexistir, habitan espacios separados, por lo que se registran ocupaciones monocomponentes (por ej., Enap 3, Concón 11, Los Eucaliptus y Patio 2), pero hacia el interior, sus ocupaciones se interdigitan espacial y materialmente, como lo demuestra el contexto de Fundo Esmeralda y Aspillaga 1 (Ávalos, 2007) Hacia el año 800 dC se inicia un cambio en la dinámica cultural de la zona central de Chile, que lleva a la pérdida de los conjuntos culturales que caracterizaban a los Complejos Culturales Bato y Llolleo, segmentándose así el período conocido como Intermedio Tardío. Este drástico cambio lleva a la definición de una nueva entidad cultural para el período posterior al año 900 dC: la Cultura Aconcagua. Las últimas investigaciones realizadas en la desembocadura del río Aconcagua (Ávalos et al., 2007) han llevado a plantear la probable relación existente entre este evento y la ocurrencia de un cambio climático que se inicia hacia el 800 dC y se extiende hasta después del año 1200 dC, con un peak entre los años 1000 y 1100 dC, estructurando así un PAT templado y húmedo versus un PIT cálido y seco (Ávalos, Ibid; Saunier et al., 2007).

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Aún se desconoce cuál habría sido el principal aliciente para el cambio cultural que se observa a partir del 900 dC. La cerámica adquiere un rol identitario mucho más fuerte, la población se distribuye en núcleos más definidos y se observan en el registro evidencias de una mayor cantidad de población habitando la zona. Las comunidades son mucho más sedentarias y con una horticultura más establecida, habitando probablemente en conjuntos de familias extensas. Se nota una mayor homogeneidad en los contextos adscritos a este grupo ya sea en la costa como en el interior, aunque dicha coherencia se rompería al comparar los contextos del curso superior de la cuenca. De todas maneras, a pesar de la formatización de ciertos elementos, sobretodo de la cerámica, se evidencia una variabilidad interna (Sanhueza, 2004) No hay evidencias de la transición entre los grupos del PAT y del PIT, sin embargo, sitios como Estadio de Quillota, Aspillaga, Patio 2 y El Membrillar 1 y 2 evidencian que los grupos Aconcagua habrían estado habitando, al menos en el curso medio e inferior del Aconcagua, los mismos lugares que sus predecesores. Los elementos típicos de la Cultura Aconcagua, a nivel de la cerámica, son la fabricación de varios tipos formales definidos: tipo Aconcagua Salmón (pasta anaranjada con decoraciones en color rojo y negro), cuya forma más común es el puco Aconcagua, y el motivo de decoración más típico es el trinacrio; jarros y ollas que también pueden ser decorados con el trinacrio, o con decoración ajedrezada y bandas en el borde; tipo Aconcagua Rojo Engobado, con la misma variedad formal de pucos, ollas y jarros; y tipo Aconcagua Pardo Alisado cerámica doméstica sin decoración o con decoraciones plásticas. También se ha descrito el uso de quincha para hacer cerámica (Sanhueza, 2004). Otros elementos nuevos son introducidos a partir de la funebria: se destinan áreas particulares a la inhumación y los cuerpos son depositados en posición extendida, ya sea decúbito dorsal, ventral o lateral, comúnmente bajo túmulos. Se mantiene la ofrenda cerámica en los enterratorios. La extensión geográfica de las comunidades Aconcagua abarca desde la zona del valle del Aconcagua, por el norte, - aunque se han encontrado evidencias hasta el valle del río La Ligua (Ávalos et al., 1999-2000)- hasta el Cachapoal por el sur. La población parece concentrarse en el valle, siendo menos ocupada la zona costera y cordillerana. Temporalmente, las evidencias más antiguas de presencia Aconcagua corresponden al año 900. Las fechas más tardías se distribuyen hacia el año 1300 dC, momento previo a la llegada de los españoles a la zona, y en el cual estos grupos estaban recibiendo la influencia inca a través del contacto con comunidades Diaguita, lo que se evidencia por la aparición de la tricromía en la cerámica (Sanhueza, 2004). Los sitios de adscripción Aconcagua reconocidos en el curso medio del valle homónimo están representados por las ocupaciones más tardías de los sitios Estadio de Quillota, que correspondía probablemente a un cementerio de túmulos (Gajardo Tobar y Silva, 1970), donde el componente propio del PIT

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abarcaría desde Aconcagua hasta el momento de aculturación diaguita-incaica; Aspillaga, donde se recuperó un conjunto de cerámica decorada de los tipos negro sobre salmón, rojo engobada y tricroma engobada, pulidores de piedra y hueso para cerámica, puntas de proyectiles, piedras horadadas y morteros; y Arauco, sitio vecino a Estadio de Quillota, donde se encontraron 10 enterratorios Aconcagua. Una olla del sitio Aspillaga entregó una fecha de 1040 dC (Ávalos et al., 2007) De la misma manera, en el sitio Fundo Esmeralda hay abundantes evidencias de la presencia de grupos Aconcagua, habitando en el mismo sector donde antes lo habrían hecho los grupos Llolleo (Imagen 13).

Imagen 13: Puco Aconcagua ofrendado al Individuo 1 de Fundo Esmeralda, fechado en 980 ± 105 dC.

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Fechados El conjunto de fechados obtenidos (TL) en el sitio Fundo Esmeralda se presenta en la Tabla 2a y los fechados de otros sitios mencionados en el apartado anterior en la Tabla 2b. Tabla 2a: Fechados Sitio Fundo E1FE – Ceramio 1 (C1E1; C1FE) E7FE – Ceramio 1 (C1E7; C12FE) E9FE – Ceramio 4 (C4E9; C21FE Sitio Santa Rosa Calle Santa Cruz Aspillaga 1

Tabla 2b: Fechados Sitio Curso Medio del Aconcagua3 Adscripción Localidad Material La Cruz Llolleo Jarro

Fechado 680 ± 100 dC

La Cruz

Llolleo

Jarro fitomorfo

555 ± 140 dC

Quillota

Llolleo

Jarro antropomorfo

140 ± 150 dC

Aconcagua Llolleo

Ollita Jarro

1040 ± 100 dC 405 ± 170 dC

Aconcagua

Vaso tricromo Café pulido EM-1/3

1420 ± 45 dC

Estadio de Quillota

Quillota

El Membrillar 1

Concón

Bato

Concón

870 ± 120 dC

Bato

Urna / modelado acordelado Café alisado ext. – int.

Aconcagua

Café pulido / Esq. 5

750 ± 120 dC

Rojo engobado ext.

775 ± 120 dC

Cuello café pulido ext.

915 ± 100 dC

Aconcagua El Membrillar 2

Esmeralda 980 ± 105 dC 585 ± 140 dC 1300 ± 65 dC

1480 ± 55 dC 395 ± 160 dC

Rojo engob. banda negra 1100 ± 100 dC

Negro alisado ext.- int. 1145 ± 90 dC

Cuello evert. Café-roj. alis.

1370 ± 65 dC

Negro s/Salmón 1435 ± 45 dC 3

Tomado de Ávalos et al., 2007

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Patio 2

Concón

Concón 11 Los Eucaliptus

Concón Concón

Bato

Café pulido

210 ± 170 dC

Aconcagua Bato Bato

Rojo pulido pintado Concha Inciso lineal-punteado rojo

1195 ± 80 dC 420 ± 100 dC 40 ± 180 dC

Inciso punteado relleno blanco

180 ± 200 dC

Nivel asoc. a Esq. 1 Tembetá botón con aletas

450 ± 120 dC

Figura zoomorfa Rojo negativo Hierro oligisto s/Rojo

500 ± 100 dC 520 ± 100 dC 580 ± 100 dC

Calle 13

Concón

Bato

El Carrizo 1

Quintero

Llolleo

Café pulido C-13/1 Jarro asimétrico Esq. 1

785 ± 120 dC 465 ± 150 dC 575 ± 140 dC

e. Antecedentes bioantropológicos de la zona estudiada No se han registrado estudios de carácter bioantropológico en la zona estudiada, a excepción de los análisis preliminares realizados a dos esqueletos de Fundo Esmeralda (resultados nunca publicados) y a un análisis realizado por Joyce Strange a los restos recuperados en el sitio Calle Santa Cruz, en la comuna de La Cruz. Éste corresponde a la caracterización de una mujer Llolleo de entre 21 y 30 años, enterrada en posición flectada decúbito lateral derecho, con la cabeza orientada hacia el sur y los pies hacia el norte. No se observó en ella la presencia de deformación craneana intencional, pero sí de incisivo en pala. El desgaste que presenta es mínimo, lo que sugiere que ésta consumía una dieta blanda pobre en abrasivos, quizás con algún grado de contenido de carbohidratos, por la presencia de una caries oclusal en el primer molar inferior izquierdo. No se registraron patologías en el poscráneo, a excepción de la deformación de un cuerpo vertebral cervical. El aspecto general de los restos sugiere que corresponden a una mujer de baja estatura y no robusta (Ávalos y Strange, 1999).

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Problema de estudio La Colección Fundo Esmeralda que se encuentra actualmente depositada en el MHAQ es una de las más numerosas y completas que se han recuperado para la zona del curso medio del río Aconcagua. Su análisis es fundamental para entender: 1) El modo de vida (sensu Constantinescu, 1997-8) de una comunidad agroalfarera de esta zona de Chile Central, y 2) Las relaciones biológicas y sociales que se dieron entre dos comunidades culturales distintas, considerando que se encuentran en el lugar enterrados de manera interdigitada (en el plano horizontal y vertical) individuos de adscripción cultural Llolleo y Aconcagua. 36

Las evidencias que se puedan reunir respecto a estas dos interrogantes son fundamentales para llenar vacíos en la investigación sobre la prehistoria de la Cuenca del Aconcagua, la que se ha visto deprimida desde los años ‘60, y permitirá además conformar un cuerpo de información fundamental para establecer comparaciones con lo que está ocurriendo en las zonas geográficas aledañas, ya sea el Norte Chico, la Cuenca del Maipo/Mapocho y el curso Inferior y Superior del Río Aconcagua. El segundo problema citado es además una pregunta muy atingente en el desarrollo actual de la prehistoria de Chile Central, donde se está erigiendo como una de las grandes interrogantes de la misma el origen de la Cultura Aconcagua, y por ende, la naturaleza de sus relaciones con grupos próximos, ya sea geográfica o temporalmente (ver, por ejemplo, Cornejo 2006, en prensa). La hipótesis que guía esta investigación, es que la interacción de los individuos con el medio natural y cultural en el que se encontraban insertos, como comunidades biológicas, geográficas y temporalmente constituidas, dejó huellas en sus restos óseos, y que a través de un análisis científico de carácter bioarqueológico, y su interpretación, es posible aproximarse a su modo de vida.

Objetivos a. Objetivo general El objetivo de esta investigación es reconstruir el modo de vida (sensu Constantinescu, 1997-8) de una(s) comunidad(es) agroalfarera(s) del curso medio de la Cuenca del Río Aconcagua, a partir del análisis antroposcópico de sus restos óseos y de su interpretación bajo el alero de las evidencias antropológicas y arqueológicas con las que también se cuenta, con una perspectiva diacrónica y un énfasis comparativo. b. Objetivos específicos Para responder a la interrogante central de esta investigación se proponen los siguientes objetivos específicos:

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1. Elaborar un “estado del arte” de la Colección Fundo Esmeralda, en cuanto a sus restos bioantropológicos y arqueológicos. 2. Sistematizar la evidencia arqueológica y bioantropológica, con énfasis en esta última. 3. Participar en el rescate de los restos óseos de los individuos que aún no se han recuperado. 4. Análisis bioantropológico de los restos óseos recuperados. 5. Elaborar Fichas de Registro para el rescate de restos óseos, levantamiento de información y manejo de los mismos en Laboratorio. 6. Evaluar los factores tafonómicos y las medidas de conservación aplicadas a los restos óseos humanos en la zona objeto de estudio. 7. Aplicar medidas de conservación preventiva a los restos humanos de la Colección Fundo Esmeralda. 8. Comparar e integrar las evidencias obtenidas en un marco cronológico y geográfico, local y regional. 9. Difundir los resultados obtenidos dentro de la comunidad local.

Marco teórico a. Bioarqueología: bioantropología.

estudios

transdisciplinarios

en

arqueología

y

Tal como señalan Armelagos y Van Gerven (2003) “la identidad de nuestra disciplina [la bioantropología] está definida por aquel pequeño espacio en el cual lo posible se une a lo significativo”. La bioantropología, como una rama de la antropología, busca entender al hombre a partir del estudio de la interacción entre la cultura y la biología. Esta tarea puede abordarse tanto en poblaciones extintas como modernas, siendo las fuentes de información principales el material biológico humano, tejidos blandos, tejido óseo, y la producción cultural. En los anales del desarrollo de la antropología física, tanto en Estados Unidos como en Europa, el énfasis biométrico, taxonómico y descriptivo sentó las 38

bases para un desarrollo de la disciplina más centrado en el análisis biológico que en el cruce de información entre las evidencias duras y el sustrato cultural. En gran medida los análisis se orientaban a la descripción de casos particulares, lo que reflejaba la influencia histórica de la medicina en la disciplina. La bioantropología se convirtió entonces en una osteología, donde el grueso de la investigación se concentró en la descripción de esqueletos de diversos orígenes temporales y geográficos para establecer una clasificación racial, y la información cultural quedó relegada a un tercer plano (Armelagos y Van Gerven, Íbid). Incluso en Chile, hasta la actualidad, esta posición se mantiene, como bien lo expresa Constantinescu: “Al trabajar los esqueletos de un sitio arqueológico, el bioantropólogo sólo hace una breve referencia al período y cultura a que se adscribe el sitio y, a algunos datos de interés particulares. Continúa luego con la interpretación de la evidencia ósea en base a estas generalidades” (Constantinescu, 1997-8:48). La gran mayoría de los estudios de antropología física desarrollados en Chile ven a la disciplina y su potencialidad informativa como reducida exclusivamente a servir de apoyo al estudio médico o arqueológico, sin vislumbrar que es precisamente el énfasis integrador, multidisciplinario, interpretativo y propositivo que define a la bioantropología, el que le da sentido a su existencia como una disciplina independiente. Consciente del estancamiento descriptivo que aquejaba a la disciplina en USA, en 1951 Sherwood Washburn publicó un ensayo titulado “The New Physical Anthropology”, donde sugería que la introducción de la puesta a prueba de hipótesis y de los conceptos de adaptación y evolución al programa de investigación bioantropológico habrían de marcar un quiebre entre la “vieja práctica” y la nueva (Armelagos y Van Gerven, Ibíd.). El cambio fue un cuestionamiento al reducido conjunto de métodos y técnicas utilizados hasta el momento en la investigación, y la aceptación de nuevas opciones en dicho ámbito llevó a plantearse nuevas dudas o a replantearse viejos paradigmas, a fin de superar la mera osteología. Después de la reflexión teórica que implicó el manifiesto de Washburn, ya en la segunda mitad del siglo XX, surge el concepto de bioarqueología4 (Armelagos y Van Gerven, Íbid; Larsen, 1997; Luna, 2006), que reinterpreta la biología esqueletal como fuente de información. Esto fue a la par del arribo del concepto de “Nueva arqueología” en la arqueología, desde la década de los años ’60 en adelante, y así se superó el estudio de temas como la difusión y descripción histórico cultural simplista, para entender de qué manera los sistemas culturales se adaptaban al ambiente. De la misma manera que en antropología física, el énfasis en el uso del método científico en la arqueología marcó esta nueva mirada. 4

El término “bioarqueología” fue utilizado por primera vez por el arqueólogo Graham Clark en 1972, para designar el estudio de los huesos de animales de sitios arqueológicos, disciplina conocida hoy como zooarqueología o paleozoología. Jane Buikstra redefinió el concepto en 1977, y desde entonces se maneja como el estudio de los restos óseos humanos de contextos arqueológicos. No obstante, en Europa aún se usa la antigua acepción (Larsen, 1997).

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La bioarqueología ha sido definida como el estudio de los restos óseos humanos provenientes de contextos arqueológicos (Larsen, 1997). Su elaboración teórica y metodológica se funda en un acercamiento biocultural al análisis de los restos óseos humanos de manera sinérgica entre la bioantropología y la arqueología, para la evaluación de hipótesis de dicha naturaleza. En palabras de Armelagos y Van Gerven (op. cit.: 8): “La biología esqueletal incorporó metodología que comparte con la arqueología procesual para originar la bioarqueología (…) el poder de la bioarqueología deriva de la unión entre el análisis arqueológico y esqueletal” No obstante, ¿es la bioarqueología un hijo de la arqueología o de la antropología física? Es más bien un esfuerzo transdisciplinario en la medida en que se utilizan métodos y técnicas particulares de cada disciplina para obtener la misma información a partir de fuentes distintas, con el fin de probar hipótesis de índole cultural, que surgen históricamente en la arqueología, pero que en la actualidad le pertenecen tanto a ésta como a la bioantropología 5. En el concepto de bioarqueología que aquí se propone, ni la bioantropología ni la arqueología son exclusivamente instrumentos de análisis una de la otra. Como señala Constantinescu (op. cit.) ambas disciplinas carecen de un marco teórico apropiado para interpretar e incorporar la información que la otra puede ofrecer. Aún no está claro si el método de extrañamiento de los supuestos metodológicos y teóricos de la bioantropología al ámbito arqueológico que esta autora propone, es la solución más apropiada a este problema, ya que dicha medida reduce nuevamente la disciplina a una biología esqueletal humana como una técnica usada por la arqueología, tal como es la arqueobotánica o la paleozoología, excluyendo cualquier posibilidad de elaboración teórica por parte de la bioantropología, y desconociendo que la mirada culturalista, integradora y productora de nuevas síntesis es precisamente el rasgos distintivo de ésta. El análisis bioarqueológico se sostiene en tres pilares fundamentales: perspectiva poblacional, reconocimiento de la cultura como una fuerza medioambiental que afecta a, e interactúa con, la adaptación biológica y un método para testear hipótesis alternativas que involucren la interacción entre las dimensiones biológicas y culturales de la adaptación humana (Armelagos y Van Gerven, op. cit.). La perspectiva poblacional es clave para caracterizar patrones de comportamiento, estilo de vida, condiciones de salud y enfermedad y otros aspectos propios del fenómeno humano (Larsen, 1997) Conceptos como la adaptación y la evolución, implícitos en la interpretación bioarqueológica, la 5

Si se acepta la definición de bioantropología como el estudio del fenómeno humano a partir de la interacción entre la biología y la cultura, la bioarqueología se ubica dentro de la disciplina como la rama que estudia las sociedades pasadas, mientras que otras especialidades, como la antropología física de poblaciones vivas o la antropología forense (aún cuando su fin último se asienta en el campo legal), aborda las comunidades actuales. Otras ramas de la disciplina, como la paleopatología, demografía y biomecánica son más independientes, pudiendo abarcar indistintamente sujetos de estudio pasados o presentes, o incluso abordando cambios y tendencias en un rango temporal amplio.

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acercan a la Ecología Cultural, corriente interpretativa ampliamente criticada por el enfoque postprocesual, principalmente a través del rechazo postmodernista a la teoría evolutiva aplicada a las ciencias sociales y a las interpretaciones ecológicas. El probar hipótesis de manera objetiva, un pilar de la propuesta bioarqueológica, ha sostenido este enfoque casi intacto y aún respetado. Saul, en 1976, suma a este nuevo conjunto teórico los términos osteobiografía e historia de vida para dar cuenta del proceso interpretativo que permite inferir las características de morbilidad/mortalidad de las poblaciones pasadas a través del análisis de los grados de prevalencia de los indicadores estrés biológico a nivel esqueletal y dental, lo cual ofrece importante información sobre la interacción individuo/ambiente/ comportamiento en una perspectiva diacrónica. Esta aproximación parte de la idea de que los restos humanos arqueológicos pertenecieron in vivo a un sistema que estuvo en constante interacción con el ambiente natural y social (Luna, 2006). No obstante, todo indica que hasta el momento el desarrollo de las investigaciones bioarqueológicas se ha visto truncado en la práctica. No siempre es factible encontrar una muestra de análisis apropiado, en cuanto a número y conservación, muchas veces no es posible realizar todos los análisis necesarios, por tiempo y recursos. Más aún, en Chile se ha entendido muy tardíamente la importancia de la investigación cooperativa entre la arqueología y la bioantropología al abordar sitios arqueológicos con enterratorios o al proponer estudios de índole bioantropológica en muestras arqueológicas. Algunas aproximaciones al tema interesantes han sido los trabajos de Constantinescu sobre los restos óseos humanos recuperados del sitio 10 PM 014 Conchal Piedra Azul, correspondiente a un campamento base de poblaciones canoeras, cazadoras recolectoras y pescadoras de las cercanías de Puerto Montt (Gaete et al., 2004); de Andrade y Rebolledo (2006) en relación al modo de vida de los grupos cordilleranos del Cañón del Maipo, Chile Central y las investigaciones de Ávalos et al., (2008), respecto del modo de vida Bato en el curso inferior del río Aconcagua. No se han registrado investigaciones con un objeto de estudio similar al aquí ocupado, en gran medida por la convicción de que la conservación de los restos, por las condiciones del suelo y el trabajo agrícola que caracteriza la zona, son absolutamente deficientes en la zona e inhabilitan cualquier estudio de antropología física. El desafío que se plantea para el desarrollo de la disciplina en Chile parece ser insuperable a corto plazo, considerando las limitantes antes mencionadas, pero esto no debe ser excusa para detenerse en la investigación. La elaboración de un cuerpo de información apropiado, que se construye a través de aportes o investigaciones puntuales (siempre que se tengan presentes, en las interpretaciones de los sitios, las limitantes inherentes a cada muestra estudiada) permitirá luego síntesis e interpretaciones bioarqueológicas de mayor

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alcance. Larsen (1997) enfatiza la importancia de los estudios basados en muestras pequeñas, ya que “colectivamente, ayudan a reconstruir la imagen de la variabilidad biológica en las sociedades tempranas” (Larsen, op. cit.). No obstante, en nuestro país cada vez se hace más común obtener numerosas colecciones de restos óseos humanos, sobretodo bajo el desarrollo de EIA y la aplicación de la ley nº 17.288. Ejemplos de esto son los trabajos desarrollados el 2003 en el proyecto Las Brisas de Santo Domingo, en Quebrada Tricao, donde se recuperaron numerosos individuos adscritos a la Cultura Aconcagua, las excavaciones llevadas a cabo entre febrero del 2005 y marzo del 2006 en la Catedral Metropolitana, las excavaciones en El Mauro, en la zona de construcción de un tranque de relaves minerales de la Minera Los Pelambres y el rescate del sitio San Pedro 2, en las cercanías de Quillota, entre otros. Entendiendo las potencialidades y los alcances de una investigación, tanto los proyectos que adoptan un enfoque poblacional, como el trabajo con muestras pequeñas, se plantean como un aporte al desarrollo de la línea investigativa propuesta. En este trabajo se parte de la base que un acercamiento al conocimiento de las sociedades pretéritas, a partir de de su biología 6, no puede hacerse abstrayendo al objeto de estudio de su contexto cultural, aprehendido por la arqueología, a riesgo de practicar sólo biología; y que, como señala Borrero: “nuestro primer objetivo científico es explicar la formación del registro arqueológico (…) para poder aspirar a interpretarlo. Al plantear la arqueología como el estudio del registro arqueológico estamos incluyendo los restos humanos” (1995, en Constantinescu, op. cit: 32)

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Entendiendo que con este concepto se abarcan todas las técnicas y disciplinas de raíz biológica de las que se sirve la bioantropología: demografía, antropología genética, paleopatología, anatomía, fisiología, biomecánica, etc.

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b. Estudio de Modos de Vida En el marco de la bioarqueología el concepto de “modos de vida”, según lo elaborado por Constantinescu (1997-8), propone tomar el conjunto de métodos y teorías de la bioantropología y llevarlas al contexto de la arqueología, con el propósito de hacer de los restos óseos un nuevo tipo de fuente de información para la reconstrucción e interpretación del registro arqueológico. Dentro de éste, los sitios que corresponden a cementerios o que incluyen enterratorios ofrecen la instancia fundamental de incorporar ambos tipos de información, a fin de lograr interpretaciones interdisciplinarias mucho más fructíferas. De esta manera, el modo de vida se define como: “aquello que los miembros de un grupo humano determinado, pertenecientes a una cultura determinada hacen en su vida cotidiana” (Constantinescu, op. cit.). A través del reconocimiento de los patrones conductuales definidos por una comunidad cultural para operar en un ambiente físico determinado, se accede al reconocimiento de la cultura reflejada en el organismo humano, la meta final de la bioantropología y una instancia fundamental en la reconstrucción arqueológica. Se propone el concepto de “modos de vida” como uno de los pilares fundamentales de la investigación bioarqueológica, no sólo por el alcance de su

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análisis7, sino porque también puede abordarse indistintamente desde la bioantropología y desde la arqueología como una meta investigativa a la cual aportar desde instancias de trabajo más puntuales y de menor alcance interpretativo. Se ha planteado la necesidad de cumplir con cuatro criterios básicos para el estudio de modos de vida: el uso como fuente de información de esqueletos en buen estado de conservación para el análisis paleopatológico y morfofuncional, un acabado conocimiento del contexto arqueológico en el cual se insertan dichos restos e, idealmente, contar con información etnohistórica o histórica de la población en estudio, en el caso de los sitios de adscripción más tardía. Con esta base, la reconstrucción del modo de vida se centra en el estudio de los patrones de actividad a través del análisis de patologías morfofuncionales, demografía (perfil biológico: sexo, edad al morir, patrones de natalidad, mortandad y crecimiento poblacional, etc.), dieta y distancias biológicas o genéticas (Imagen 14) en un esfuerzo integrador para entender qué hacían dichas comunidades (Constantinescu, op. cit.). En palabras de Larsen (1997): “este enfoque es central en la perspectiva biocultural ofrecida por los antropólogos – debemos encontrar la manera de visualizar a las poblaciones pasadas como si estuviesen vivas todavía y entonces preguntarnos qué información, obtenida del estudio de su tejido óseo, nos permitirá entender cómo funcionaban, como seres humanos vivos y como miembros de una población” La sinergia entre la arqueología y la bioantropología se hace evidente al momento de reconstruir los patrones de actividad. Éstos se definen como las actividades reiterativas y culturalmente pautadas ejercidas por los miembros de 7

El concepto de “modos de vida”, como lo propone Constantinescu, abarca no sólo el estudio de los patrones de actividad, sino también otras dimensiones de la adaptación humana como la dieta, relaciones genéticas y demografía. En la escuela norteamericana el concepto de “lifestyle” hace referencia casi exclusivamente a los patrones de actividad, o sea, marcas que se registran en el esqueleto a partir de prácticas laborales (soldados, zapateros, etc.) o prácticas particulares relacionadas con la obtención y procesamiento de recursos (cazadores recolectores, chamanes, sacerdotes, moledoras, alfareros, pescadores, etc.) De esta manera ha sido también utilizado en el ámbito forense, a fin de poder identificar individuos a partir de las huellas esqueletales que han quedado por su trabajo. Un segundo término, que podría considerarse como acepción de “modos de vida” es el de lifeway, mucho más cercano a lo que se entiende por modo de vida en este trabajo, que ha sido usado principalmente para reflejar el estilo de vida de las comunidades indígenas de norteamericanas (ver p. e. Grim, 2001). Otro concepto similar, que refleja de mejor manera el modo de vida de una comunidad En Chile, el concepto de “estilo de vida”, otra acepción de lifestyle, hace referencia principalmente al modo de producción de la comunidad en estudio (cazadores recolectores, horticultores, agricultores), y aunque su análisis debería incorporar siempre otros criterios como las relaciones sociales, genéticas y adaptaciones biológicas, aunque sea de manera tangencial, no es la norma. Larsen (1997) propone un enfoque muy similar al estudio de modos de vida como “behavioral inference”, concepto central de su análisis bioarqueológico: “Mi discusión del comportamiento no se limita a la actividad física; por el contrario, se considera en una perspectiva más amplia, incluyendo (…) estrés fisiológico, exposición a agentes patógenos, heridas y violencia, actividad física, dieta y uso alimenticio y no alimenticio de la cara y la mandíbula, reconstrucción de la dieta e inferencia nutricional e historia poblacional” (Larsen, op. cit.: 5)

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una comunidad, generalmente asociadas a las labores cotidianas de subsistencia, obtención y preparación de alimentos (Merbs, 1983, Lai y Lovell, 1992, Aspillaga, com. pers.) Éstos no pueden ser interpretados cabalmente sin el contraste con la información artefactual de la comunidad estudiada (Peterson, 1996), categoría de datos ofrecida por la arqueología. No obstante, un instrumento puede ser utilizado de varias maneras y con distintos propósitos, y una aproximación más precisa a su significado dentro del sistema sociocultural del grupo se puede lograr a través del análisis de indicadores esqueletales. Lo mismo ocurre de manera inversa: en el análisis óseo se reconocen evidencias ambiguas de acciones reiterativas y enfermedades inespecíficas (dada la variedad limitada de respuestas posibles del tejido óseo), que pueden hacerse claras e informativas a través del cruce con información arqueológica. El estudio de los patrones de actividad, a partir del análisis esqueletal morfofuncional, es el punto de partida para la reconstrucción de los modos de vida. Es una categoría de información que permite conocer las actividades de subsistencia y obtención de recursos básicas y cotidiana, directamente relacionados con los regimenes adaptativos humanos (Larsen, 1997) La carga de trabajo y la actividad tiene grandes repercusiones en la historia demográfica de una población, actuando sobretodo en las tasas de fertilidad y en la calidad de vida (Larsen, op. cit.). No obstante, la reconstrucción del perfil biológico8 y su incorporación al perfil demográfico, si bien es un tipo de información fundamental para entender el tipo de adaptación de una comunidad a su medio, no es simple. En los sitios de cementerio los esqueletos recuperados no son siempre una muestra representativa de la comunidad a la que alguna vez pertenecieron, la mortalidad no es azarosa y la conservación de los restos tampoco (Wood et al., 1992; Wright y Yodder, 2003). Por lo mismo, las conclusiones a las que se llega pueden ser espurias y deben interpretarse teniendo en cuenta todas las observaciones teóricas realizadas, además de incorporar la información tafonómica que puede hacer evidente los sesgos en la muestra. El perfil paleopatológico, más allá de las enfermedades articulares y musculoesqueletales que se relacionan directamente con los patrones de actividad, informa sobre las tendencias que dieron origen a un determinado perfil demográfico, la genética de los individuos y, si es abordado con un énfasis clínico y forense, también da luces sobre la calidad de vida de los sujetos estudiados (Lai y Lovell, 1992) Se ha planteado una relación directa entre las condiciones de salud y enfermedad y la efectividad de la adaptación de una comunidad a su medio, social y cultural (Constantinescu, op. cit.).

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Se entiende aquí por perfil biológico la reconstrucción del sexo, edad, ancestría y estatura. Puede hacerse a partir de un solo individuo o de un conjunto de éstos, representativos de una comunidad viva o extinta (Saunier, 2007a Ms.)

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Los estudios orientados a reconstruir de dieta, ya sea a través de análisis arqueobotánicos, zooarqueológicos, de isótopos estables, elementos traza, patologías orales y dentales y estado nutricional, permite cruzar la información que ofrecen, sobre la subsistencia y adaptación, los patrones de actividad y artefactos recuperados en los contextos habitacionales. El estudio de las relaciones biológicas y genéticas mediante del análisis de rasgos no métricos y del material genético es quizás una de las ramas más apasionantes del estudio bioantropológico. Sin caer en el historicismo, este tipo de análisis se yergue como la contraparte biológica de la observación de instancias de difusión, movilidad, contacto y cambio cultural, ayudando precisamente a evaluar la naturaleza de las relaciones que se dan entre comunidades que geográfica y temporalmente conviven, pero que se distinguen desde la arqueología. Los cuatro pilares básicos de la reconstrucción de modos de vida (demografía, patrones de actividad, perfil biológico y perfil paleopatológico) corresponden a análisis bioantropológicos. Su contrastación con la información del universo material de la comunidad estudiada y la interacción con el medio natural del sistema cultural de la misma sientan las bases de la investigación bioarqueológica, una aproximación transdisciplinaria propia de las tendencias científicas actuales.

Demografía

Patrones de actividad

Cultura material

Hombre Perfil Paleo patológico

Perfil biológico Interacción con el medio

Modos de vida Imagen 14: Fuentes de información que permiten reconstruir el modo de vida de una comunidad arqueológica (según Constantinescu, 1997-8). La separación de las mismas no implica que correspondan a categorías excluyentes, sino más bien a distinciones operacionales para el análisis bioarqueológico (ver Saunier 2007a, Ms)

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Material y Método Los restos óseos humanos corresponden a la Colección Fundo Esmeralda, de naturaleza arqueológica y bioantropológica, que se encuentra resguardada en el Depósito del MHAQ. Ésta comprende los restos esqueletizados de al menos 11 individuos en distinto estado de conservación, de adscripción al Complejo Cultural Llolleo y Cultura Aconcagua, junto a los restos materiales obtenidos en el lugar, que incluyen restos cerámicos, líticos, malacológicos y arqueofaunísticos. Del total de los esqueletos se han considerado sólo ocho para la reconstrucción bioarqueológica del sitio, por ser los que cuentan con una contextualización apropiada, buen estado de conservación del tejido esqueletal y buena representatividad esqueletal. La Colección Fundo Esmeralda fue ordenada y sistematizada, renombrando los esqueletos como E (= esqueleto), X (nº de la Colección con el que se le reconoce) y FE (iniciales del sitio al que pertenece: Fundo Esmeralda). Es así como, por ejemplo, E1FE refiere al Esqueleto 1 del sitio Fundo Esmeralda. 47

Los restos óseos se analizaron antroposcópicamente a ojo desnudo, y en caso de ser necesario, con una lupa de un aumento máximo de 5X. Los datos fueron consignados en una ficha de registro de restos esqueletales (Ver Anexo 1), y cada observación relevante se acompañó de una fotografía tomada con una cámara Nikon Coolpix L4 o Sony Cibershot W80, en un tamaño estándar de 2 y 7 Mb, mejoradas con el programa editor de imágenes Picture Motion Browser 2.0.05.16060. La reconstrucción del perfil biológico de los individuos de la muestra siguió los estándares reseñados en Buikstra y Ubelaker (1994), Ubelaker (1984) y las propuestas resumidas por el Workshop of European Anthropologists (1980). La identificación e interpretación de la prevalencia de patologías de la comunidad en estudio siguió los criterios de Aufderheide y Rodríguez-Martín (1998), Brothwell (1981) y Larsen (1997, 2002). Tales autores también ofrecen herramientas para interpretar los patrones de actividad e indicadores laborales, además de Merbs (1983). La edad se estimó a partir de la observación antroposcópica del desarrollo dental, la fusión de las epífisis, cierre de las suturas craneales y condiciones generales del esqueleto. La precisión que alcanza la determinación de edad a partir de las suturas craneales ha sido ampliamente criticada (ver p. e. Hershkovitz et al., 1997), particularmente por la interacción que se da entre dicha estructura y las condiciones genéticas y de salud de los individuos analizados. No obstante, la existencia de métodos estandarizados (Buikstra y Ubelaker, 1994) sustenta su uso cuando no hay otras estructuras disponibles de analizar (Bass, 1971). Todas estas partes del esqueleto se consideran apropiadas para esta tarea tanto en especimenes arqueológicos como forenses (Buikstra y Ubelaker, 1994; Rodríguez Cuenca, 1994; Skeletal Inventory Form Guidelines del Arizona State Museum, 2004). La estimación de la ancestría se realiza observando principalmente las características craneales y dentales del individuo (Bass, 1971). El sexo de los individuos se estima según la forma del coxal, las características del cráneo y la robusticidad general de los huesos largos cuando las otras estructuras no están disponibles para un análisis apropiado. La estatura de los individuos se calcula siguiendo las tablas de Genovés (1967), sugeridas para población amerindia mexicana, corregidas por Del Ángel y Cisneros (2002). Cuando los huesos largos no se encuentran completos, se estima la estatura mínima (Ej. "El individuo X medía al menos 1,56 mt.). El perfil paleopatológico tiene que ver con una reconstrucción del historial de salud y enfermedad del individuo analizado. La tabla 3 presenta esquemáticamente las enfermedades que son posibles identificar o inferir del análisis antroposcópico de los restos óseos, según el grado de conservación de los esqueletos, en este sitio en particular. Al menos en la zona estudiada no se han

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registrado casos de momificación (preservación de tejidos blandos), por lo que se han excluido las patologías que se notan en éstos. A través de este conjunto de análisis podemos acceder a información sobre los patrones de actividad (enfermedades morfofuncionales) y la dieta, además de permitirnos reconocer ciertas características paleodemográficas o de la historia de vida (sensu Hill y Kaplan, 1999). Tabla 3: Patologías posibles de identificar en los restos óseo de Fundo Esmeralda, según las condiciones de conservación de los restos. Información modificada de Aufderheide y Rodríguez Martin, 1998. Condiciones traumáticas

Fracturas Dislocaciones Heridas Alteraciones corporales

Enfermedades Congénitas

Craniosinostosis Espina Bífida Escoliosis Dislocación congénita de la cadera Hipoplasias Hiperplasias

Desórdenes circulatorios

Aneurismas Osteocondritis Osteocondrosis Necrosis Osteoartropatía hipertrófica

Enfermedades articulares

DJD DISH Osteoartritis Gota AS

Enfermedades infecciosas

Tuberculosis Lepra Bacteriales

Treponematosis Osteomielitis

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Causadas por hongos Causadas por parásitos Enfermedades metabólicas

Deficiencia de vitamina D

Malaria Raquitismo Osteomalacia

Escorbuto Osteoporosis Desórdenes endocrinos

Gigantismo Acromegalia Enanismo Problemas a la tiroides

Desórdenes hematológicos

Anemia Mieloma múltiple

Displasias esqueletales

Acondroplasia Osteogénesis imperfecta

Neoplasias

Osteoma del conducto auditivo externo Osteoblastoma Osteosarcoma Condromas Tumores Lesiones metastáticos Cistas

Enfermedades de la dentición

Atrición TMJD Enfermedad periodontal Caries dental Hipoplasia del esmalte

Los patrones de actividad de los individuos se reconstruyen considerando los grupos musculares desarrollados (deducidos por las inserciones musculares más prominentes en el esqueleto), y la impronta que éstos han dejado en el esqueleto, además de las lesiones que pueden ser consideradas como derivadas de actividades laborales (ver, por ejemplo, Lai y Lovell, 1992). El análisis en

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conjunto de estas estructuras ayuda a extrapolar cuáles eran las actividades cotidianas y reiterativas de los individuos en cuestión (ej. caminar en terreno irregular, hiperextensión del antebrazo sobre el brazo, posición de sastre, etc.), al mismo tiempo que arroja luces sobre las tareas que desarrollaban (nado, carga de peso, uso parafuncional de la dentadura), y las intervenciones corporales de valor social que se producían. Por lo mismo la interpretación de los patrones de actividad debe necesariamente llevarse a cabo a la luz de las evidencias arqueológicas y medioambientales que contextualizan a la comunidad con la que se está trabajando (Merbs, 1983, Peterson, 1996, Lai y Lovell, 1992).

Figura 2: Criterio visual para distinguir el grado de desarrollo muscular de los individuos de la muestra. Inserción muscular del m. glúteo mayor en cara posterior del fémur izquierdo.

La evaluación del grado de desarrollo muscular de un esqueleto es claramente un problema metodológico muy importante de resolver para llegar a conclusiones apropiadas en cuanto al modo de vida de un grupo. Para efectos de esta investigación se ha elaborado una tabla, basada en criterios visuales (que no deberían causar problemas de comparabilidad, ya que se está trabajando un sólo sitio) para estimar el grado de desarrollo muscular (Figura 2). Esta se basa en el desarrollo de la inserción del m. glúteo mayor en el fémur y se distinguen tres estados (moderado, leve y alto) según la rugosidad y elevación de la superficie de inserción. El cruce de información de carácter biológico, paleopatológico y los patrones de actividad, sumado a las evidencias paleodemográficas, arqueológicas y medioambientales, ayudan a reconstruir de manera amplia, el modo de vida de la comunidad estudiada: su economía, subsistencia, relaciones sociales y culturales, roles sociales y de género, diferencias etarias y prácticas rituales (Larsen, 2002; Constantinescu, 1997-8; Merbs, 1983).

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Factores tafonómicos del Sitio Fundo Esmeralda La Tafonomía es el estudio de la transición de los restos biológicos, desde la muerte del individuo y a lo largo de toda su evolución post mortem. En el caso de la Tafonomía Forense, rama aplicada al estudio de los restos óseos humanos, se considera todo lo relacionado con la descomposición, transformación, conservación, transporte, desgaste e infiltración de los restos humanos desde la muerte biológica hasta su total desintegración o conservación natural o artificial, o hasta su fosilización (Reverte Coma, 1998) Al lidiar con restos bioarqueológicos, lo más apropiado es elaborar un perfil tafonómico que consigne los procesos que han sufrido y las situaciones que han pasado los huesos hasta el momento de ser descubiertos. Este paso es fundamental en la investigación para una entender las potencialidades informativas de los óseos, una discriminación en los análisis de las patologías y pseudopatologías, y una correcta interpretación de los patrones esqueletales en relación con el modo de vida. El Diagrama 1 presenta los factores extrínsecos e 52

intrínsecos que, actuando de manera sinérgica, determinan un grado de conservación particular de los restos bioantropológicos (Diagrama 1, según Reverte Coma, 1998). Diagrama 1: Factores tafonómicos a evaluar en muestras arqueológicas

Factores extrínsecos

Factores extrínsecos

Humedad Vegetación pH Química del suelo

Dieta Genética Consumo de sustancias Contexto funerario

El área excavada del sitio arqueológico se encuentra junto a un canal de regadío que data de hace más menos 100 años, de manera que el principal factor tafonómico que actúa sobre los restos óseos humanos recuperados es la humedad (Imagen 15 y 16). Un segundo factor es la presencia de pasto y maleza que crece en las paredes del canal y sobre la zona de los enterratorios, aunque la profundidad que alcanzan las raíces de éstas no supera los 30 cm. El campo vecino al sitio corresponde en la actualidad a un tomatal, y nunca ha sido ocupado con cultígenos cuyas raíces lleguen más abajo que dicho nivel.

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Imágenes 15 y 16: Paso del canal de regadío junto al área excavada. La primera imagen corresponde a la situación del área excavada y del canal de regadío en el año 2001 (Gentileza de H. Ávalos) En la segunda imagen las flechas color naranjo señalan el canal de regadío (a la derecha) y el curso accesorio para el paso del agua a los camellones del tomatal (a la izquierda). Al centro de la imagen, en el polígono naranjo se destaca la zona intervenida para el rescate de los individuos E4FE y E9FE

La humedad actúa sobre los restos biológicos propiciando la pululación y desarrollo de algas, moho, hongos y alterando la consistencia, aspecto y color del hueso. Los restos óseos hundidos en tierra húmeda generalmente se impregnan del color de la matriz que los rodea o acaban por destruirse, ya que los cambios por la humedad son intensos, haciendo al tejido óseo frágil, friable y con la consistencia de una caña seca. El periostio puede adquirir un color oscuro por las algas, moho y hongos (Reverte Coma, 1998). Los cursos de agua también pueden conducir a la pérdida total o parcial de los esqueletos, removiendo segmentos de éstos. Es probable que esto haya ocurrido en el sitio, aunque parece ser la mantención del canal de regadío (limpieza y ampliación) la práctica que ha llevado a una pérdida más significativa de contextos funerarios. Efectivamente los esqueletos más deteriorados por la humedad son E2FE, E7FE E8FE y E6FE, que se encuentran inhumados más cerca del curso de agua. La excepción parece ser E4FE, que tiene un buen estado de conservación a pesar de que su perfil toca con la pared de la acequia. Al menos en los cuatro primeros es notoria la exfoliación del periostio y la presencia de manchas verdosas y negruzcas producidas por la humedad (Imagen 17). A excepción del Individuo 6 54

todos los otros mencionados han sido adscritos al Complejo Cultural Llolleo, y es interesante notar un grosor diferencial de los huesos de éstos sujetos versus la de los Aconcagua. Esta situación se debería principalmente a la acción de la humedad en el tejido óseo, pero no se descarta que la nutrición y otras diferencias propias del modo de vida de ambas comunidades incidan también. Adicionalmente, la fragilidad de los huesos, que ha llevado a su alta fragmentación, ha dificultado el cálculo de la estatura y la observación de atributos claves para reconstruir el perfil biológico y paleopatológico de los individuos.

Imagen 17: tercio proximal del húmero izquierdo de E7FE, que muestra las manchas oscuras causadas por la humedad de la matriz en la que se encontraba depositada. Nótese además en el extremo derecho la delgadez del hueso, a causa del deterioro en el tejido óseo producido probablemente por el mismo factor tafonómico

Los individuos afectados por una remoción y pérdida de segmentos del esqueleto post depositación son E1FE, E2FE y E8FE. En el caso de los dos primeros sujetos, se deduce por su ubicación que las labores de ampliación del canal de regadío arrasaron con la cabeza, el tórax y la extremidad superior izquierda en el caso del primero, y la pérdida de la cabeza en el segundo. Esta situación fue, precisamente, la que permitió descubrir el sitio, al quedar expuestos los esqueletos en el perfil del canal. E8FE presenta una remoción post mortem, aparentemente provocada por la inhumación del individuo E5 sobre él, que se suma al deterioro de los huesos por la humedad. Las raicillas y las ramitas de pasto y maleza no han causado daño significativo en los esqueletos. Sí se ha observado la ocurrencia de coloración diferencial de los huesos en relación con la posición en la que fueron inhumados. Al respecto, destaca el caso de E9, mujer de 20 a 25 años depositada en posición estirada decúbito ventral, cuya cara, hundida en la tierra húmeda, tiene una coloración más oscura que el resto de sus huesos (Imagen 18).

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Imagen 18: La línea punteada marca una diferenciación de color en la cara de E9FE, más oscura. Esta porción se encontraba hundida en la tierra húmeda, lo que determinaría su tono distinto

En cuanto a los factores tafonómicos intrínsecos distinguidos entre los esqueletos recuperados se puede mencionar la probable pérdida de restos de individuos subadultos, debido a la alta fragilidad de éstos, sobretodo en ambientes con alta humedad. Junto al individuo E10FE se encontraron restos de subadulto9, lo que lleva a sospechar que en el sitio también se inhumaron individuos de dicho rango etario. No es posible descartar, sin embargo, que ducho hallazgo sea azaroso y que haya un área de enterratorio diferenciada para los niños en el sitio, aún no descubierta. Respecto del grosor de los huesos, llama la atención que los individuos de adscripción Llolleo exhiban un tejido óseo más fino que sus símiles Aconcagua. Se consideró la posibilidad de que esto se deba a un factor genético pero, considerando que son los esqueletos más afectados por la humedad y que fragmentos de ellos que se encontraban en buen estado presentaron una condición del hueso similar a los Aconcagua, esta posibilidad se descartó. La tabla 4 resume los factores tafonómicos extrínsecos e intrínsecos que actuaron sobre los esqueletos recuperados. Tabla 4: Factores tafonómicos que actuaron diferencialmente sobre los esqueletos y estado de conservación de los mismos Individuo E1FE

Factores tafonómicos Pérdida de parte del esqueleto por trabajos en el canal de regadío

Estado de conservación Los huesos presentes tienen muy buena conservación

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E11FE, no considerado en este análisis por la ausencia de un contexto claro y el deterioro de los huesos.

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E2FE E3FE E4FE E5FE E6FE E7FE E8FE

E9FE E10FE

Pérdida de parte del esqueleto por trabajos en el canal de regadío No excavado Su fosa se encontraba junto a la pared de la acequia, alteraciones por efecto de la humedad Su fosa se encontraba junto a la pared de la acequia, alteraciones por efecto de la humedad El esqueleto fue depositado en tierra húmeda, recibió la influencia de la humedad Su fosa se encontraba bajo la acequia, alteraciones por efecto de la humedad Su esqueleto fue disturbado por la inhumación de E5. El esqueleto fue depositado en tierra húmeda, recibió la influencia de la humedad El esqueleto fue depositado en tierra húmeda, recibió la influencia de la humedad No excavado

Los huesos presentes tienen una conservación regular Los huesos presentes tienen muy buena conservación Los huesos presentes tienen una conservación regular Los huesos presentes tienen una conservación regular Los huesos presentes tienen una conservación regular Los huesos presentes tienen una conservación regular

Los huesos presentes tienen muy buena conservación -

Medidas de conservación aplicadas a la Colección Tras el rescate de los individuos en las distintas campañas de salvataje llevadas a cabo en el sitio entre el año 2001 y el 2003, no todos los restos pudieron ser limpiados ni recibieron medidas de conservación. Dos de éstos (E5FE y E6FE) se encontraban en bloque desde su levantamiento en el 2001 hasta la fecha actual. La dureza que adquirió la tierra de los bloques que contenían a los individuos E5FE y E6FE hizo necesario despejarlos humedeciendo dicha matriz y removiendo la tierra con brochetas de bambú. Luego los huesos fueron limpiados con agua potable y un cepillo fino, o pinceles en el caso de las piezas más pequeñas. Los restos se dejaron secando a la intemperie, a la sombra (Imagen 19 y 20). 57

Imagen 19: limpieza de los restos óseos que se encontraban en bloque

Imagen 20: secado de los restos tras su lavado.

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Dichos huesos, así como los de otros individuos que habían sido limpiados previamente (E2FE, E7FE, E8FE, E10) fueron restaurados usando acetato de polivinilo (APV) diluido como adhesivo. Las piezas dentales no fueron pegadas a los alvéolos correspondientes, para evitar que el polímero (APV) y el solvente alteren el material genético que puede recuperarse de ellos. Por la misma razón, se evitó aplicar consolidante a menos que el hueso se encontrara altamente deteriorado y dicha condición dificultara la restauración de las piezas. Así, en caso de ser necesario, se usó APV diluido en acetona al 20% (Imagen 21).

Imagen 21: Aplicación de consolidante a las piezas en las cuales el tejido óseo está muy deteriorado

En el caso de los dos últimos individuos rescatados E4FE y E9FE, parte de sus huesos, especialmente las costillas, esternón y coxis, fueron consolidados parcialmente antes de ser levantados. El resto del procedimiento fue el mismo reseñado previamente. Una vez limpiados y restaurados los esqueletos, se procedió al fotografiado de las piezas óseas en tomas generales y destacando alguna característica particular de los huesos. Tras esto se procedió al embalaje y rotulación de las piezas óseas. Los huesos de los individuos que presentaban un buen estado de conservación fueron embalados en bolsas de plástico transparente, separados según segmento anatómico (brazo, antebrazo, muslo, pierna), con cédulas de identificación como la de la imagen 22. Región: Valparaíso Provincia: Quillota

Nº de inventario: Nº correlativo:

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Comuna: Quillota Área: Este Ruta 60 Sitio: FUNDO ESMERALDA Sector: Unidad: Nivel: Capa/depósito: Procedencia: Salvataje Responsable: H. Ávalos Fecha de obtención: / / Fecha de Ingreso: / /

Nº de Caja: Nº Bolsa: Material Observaciones:

Imagen 22: Cédula utilizada para la identificación de los restos recuperados en terreno

Los esqueletos más deteriorados fueron dispuestos en cajas de cartón forradas por dentro con polietileno microperforado y acondicionadas con bandejas de polietileno expandido de 10 mm. En éstas se delinearon los contornos de los huesos para depositar allí las piezas (Imagen 23). También se incluyó una cédula como la de la imagen 22 para identificar los óseos. Finalmente, todos los huesos, almacenados en bolsas o cajas son dispuestos en cajas de cartón individualmente, rotuladas y depositadas en el depósito del MHAQ.

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Imagen 23: cajas de conservación en las cuales se almacenaron los restos óseos más frágiles

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Resultados Procedimiento de rescate de los restos óseos Durante las dos campañas de terreno llevadas a cabo a comienzos de 2007 por el equipo del MHAQ se participó en el salvataje de los restos óseos de dos individuos inhumados en el sitio: E4b y E9. 1ª Campaña (7 al 10 de febrero de 2007): Se abrió una trinchera de 1 m x 2 m, de orientación norte – sur, junto a la acequia que cruza el sitio, en la pared ubicada inmediatamente al sur de las excavaciones hechas con anterioridad. Se procedió a excavar la unidad mediante niveles artificiales de 10 cm, que fueron harneados por separado con malla de 4 mm (Imagen 24, 25 y 26).

Imagen 24: Delimitación de la trinchera excavada. Junto a ésta se aprecia la acequia que discurre junto al sitio. 1ª Temporada

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Imágenes 25 y 26: Delimitación y apertura de la trinchera excavada. Junto a ésta se aprecia la acequia que discurre junto al sitio. 1ª Temporada

A los – 20 cm se encontraron los restos de un esqueleto (brazo, antebrazo y costilla), dispuestos en posición anatómica. Tras ser despejados y haber comprobado que no se encontraba el resto del esqueleto, se procedió al 63

levantamiento de los huesos. Fueron almacenados en bolsas separadas, con una cédula como la que se muestra en la Imagen 22. Se rebajó cuidadosamente la tierra alrededor para descartar la presencia de más restos óseos. Al rebajar la trinchera a los - 30 cm de profundidad se encontró un segundo conjunto de restos aislados, esta vez dos fragmentos de cráneo y un fragmento de coxal. Se siguió el mismo procedimiento de despeje, levantamiento y embalaje que en el caso anterior. A - 85 cm de profundidad, en el extremo norte de la trinchera, se encontraron los pies de un individuo (falanges, tarso, metatarso y extremidades distales de ambos pies, más la tibia y fíbula izquierda. Imágenes 27, 28 y 29). Tras marcar y fotografiar dicho hallazgo, los huesos se cubrieron con plástico y tierra, para despejarlos y levantarlos más adelante.

Imagen 27: hallazgo de los pies del individuo E4FE, rescatados en la segunda campaña de terreno

A una profundidad de - 90 cm, en el borde sur de la trinchera se hizo evidente la presencia de un cráneo y piezas cerámicas junto a éste. Tras despejar parcialmente dicha pieza, se continuó con la cabeza humeral, brazo, antebrazo, escápula y se determinó que el esqueleto se encontraba decúbito ventral, orientado diagonalmente dentro de la trinchera, en dirección NE – SO.

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Imagen 28 y 29: Ubicación y despeje de los restos óseos correspondientes a E4FE, en el extremo norte de la trinchera. En la imagen 13 se señala su ubicación con una flecha roja

Se procedió a ampliar la cuadrícula transversalmente, abriendo una superficie de 1 m x 2 m, con orientación E-O, partiendo del borde sureste de la trinchera ya excavada. Se continuó rebajando esta trinchera cada diez centímetros, hasta alcanzar el nivel del esqueleto. A continuación se delimitó el contorno del esqueleto, despejando superficialmente los huesos. Se delimitó una base de unos 20 cm de ancho promedio, por 10 cm de alto en torno al esqueleto y se rebajó toda la cuadrícula hasta los 111 cm de profundidad, dejando al individuo sobre una “torta” de tierra (Imágenes 30 y 31).

Imagen 30: delimitación de la torta sobre la que quedó el individuo rescatado.

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En seguida se procedió a despejar el esqueleto. El individuo, adulto femenino (según coxal), se encontraba decúbito ventral, estirado, con las manos cerradas a la altura de la cadera, en orientación N70ºE. Junto al cráneo se encontraron 3 ceramios (- 94, - 95 y – 98 cm de profundidad) y uno más junto a los pies (- 88 cm). Adicionalmente, la mujer tenía un trozo de cráneo sobre la columna vertebral (T10 – T12), fragmentos cerámicos en la cadera y una concha de loco sobre la rodilla izquierda por posterior (Imágenes 32, 33 y 34).

Imagen 31: delimitación de la torta sobre la que quedó el individuo rescatado

Tras haber realizado todas las mediciones de profundidad, orientación, distancia y el dibujo en planta del individuo, el esqueleto se fotografió y se levantó. Cada hueso fue empaquetado en bolsas individuales con su respectiva cédula. Manos, pies y cráneo fueron recuperados en bloque para ser despejados luego en el laboratorio (Imágenes 34 y 35).

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Imágenes 32 y 33: despeje del individuo E9FE

Imagen 34: despeje del esqueleto del individuo E9FE

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La base donde se encontraba depositado el esqueleto se retiró cuidadosamente y se harneó para descartar la presencia de más huesos u otros elementos asociados.

Imagen 35: Esqueleto del Individuo E9FE despejado.

Imagen 36: Dibujo en planta del mismo sujeto

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2ª campaña (2 al 4 de marzo de 2007): Se planificó el salvataje del esqueleto descubierto en el extremo norte de la trinchera realizada en la campaña anterior. Se amplió la trinchera mencionada en una extensión de 2 m x 1 m a partir del borde norte de la misma. Se rebajó esta ampliación por niveles artificiales, cada 10 cm, harneando la tierra según esta división (Imagen 37). Una vez alcanzado el nivel del esqueleto, se delimitó su contorno, despejando superficialmente los huesos. Se determinó que los restos correspondían a un individuo adulto masculino (por coxal), el cual se encontraba estirado, decúbito dorsal, con una orientación NE-SO (Imagen 38).

Imagen 37: ampliación de la trinchera excavada

Se dejó una base de tierra de 20 cm de ancho por 10 cm de alto y se rebajó el resto de la trinchera hasta los – 110 cm. La cabeza, el brazo izquierdo y el hombro derecho del individuo quedaron insertos en el perfil este de la excavación, por lo que fue necesario, considerando que esta porción de tierra se topaba con el cauce de la acequia, excavar una pequeña “gruta” en forma de “L” de 60 cm de largo, 35 cm de alto y 30 cm de profundidad (Imágenes 39 y 40).

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Imagen 38: proceso de despeje del esqueleto del individuo E4FE

Tras despejar el esqueleto se pudo comprobar su identificación, posición y orientación. El individuo se encontraba a – 93 cm de profundidad, con orientación N55ºE, distando sus pies aproximadamente 2 m al noreste de la cabeza del individuo rescatado en la campaña anterior (E9FE). El cuerpo se encontraba decúbito dorsal, con las manos junto a la cadera y la cara levemente desviada al oeste. Los ceramios que lo acompañaban, si es que los había, se perdieron o fueron removidos por la acequia, pues sólo se encontraron restos fragmentados. Sobre su hombro izquierdo tenía un fragmento cerámico tubular estriado, y junto a su mano derecha, restos de un ceramio y una piedra. Sobre el tobillo derecho tenía depositada un asa cerámica. La patela derecha se encontró por debajo de la articulación de la rodilla del mismo lado.

Imagen 39: despeje del cráneo y hombros del individuo E4FE.

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Imagen 40: despeje del cráneo y hombros del individuo E4FE.

Una vez registrados estos datos, tomadas las fotografías y realizado el dibujo en planta se procedió a levantar el esqueleto. Cada hueso fue almacenado en una bolsa individual, con una cédula identificatoria como la que figura en la Imagen 22 (Imágenes 41 y 42).

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Imagen 41: Esqueleto del individuo E4FE completamente despejado

Imagen 42: dibujo en planta del Individuo E4FE

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Perfil biológico Si bien la Colección bioantropológica Fundo Esmeralda está compuesta por 11 individuos formalmente distinguidos, se han considerado para este análisis sólo 8 sujetos, pues no se cuenta con información de carácter bioantropológico para E3FE y E10FE, y los huesos aislados recuperados en los distintos salvatajes (por ejemplo, E11) no cuentan con una asociación suficiente.

Sexo El sexo se determinó a partir de la morfología del coxal, cuando éste se encontraba presente y en buen estado, y del cráneo en segundo lugar. En el caso de E2FE el sexo se estimó mediante la seriación de las piezas óseas. Del total de los individuos, 3 son femeninos (37,5 %) y 5 masculinos (62, 5 %). Si se considera la adscripción de cada uno, se nota que hay 2 hombres y 2 mujeres pertenecientes a la Cultura Aconcagua, y 3 hombres y una mujer del Complejo Cultural Llolleo (Gráfico 1).

Gráfico 1: Distribución por sexo de la muestra

Hombres 62%

Mujeres 38%

Hombres Mujeres

Edad La edad se estimó a partir de la erupción y desgaste dental, cambios degenerativos a nivel de la sínfisis púbica (Suchey – Brooks, en Buikstra y Ubelaker, 1994), sínfisis costal (Iscan y Loth, 1986 en White, 1991) y desgaste articular sistémico. Dentro de la muestra analizada no se registraron individuos subadultos. La edad fue expresada en intervalos de 5 años (ej., 15 – 20 años, 25 – 30 años), a excepción del individuo mayor de la muestra, en el cual la

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representatividad de los segmentos óseos craneales hizo imposible precisar su edad y esta se consignó sólo como “50+”, indicando que el individuo probablemente tenía más de 50 años de edad al morir. La edad promedio se calculó considerando la marca de clase. Entre la muestra, la edad al morir promedio fue de 29,3 años. La edad promedio de las mujeres es de 21,3 años y la de los hombres de 34 años. La edad promedio de los individuos del Complejo Cultural Llolleo es de 33,1 años, mientras en el caso de los individuos Aconcagua es de 25,3 años.

Estatura La estatura se calculó usando las fórmulas de Del Ángel y Cisneros (2002) que corresponden a las correcciones de aquellas elaboradas por Genovés para el cálculo de la estatura en aborígenes amerindios10. La medición considerada corresponde al largo máximo de la pieza ósea medida (de preferencia el fémur izquierdo). En caso de no encontrarse huesos completos, se calcula la estatura mínima según el largo máximo de la pieza ósea más completa que se haya recuperado. Las mediciones obtenidas se presentan en la Tabla 5. Tabla 5: Mediciones óseas para el cálculo de la estatura y resultados obtenidos Individuo E1FE E2FE E4FE E5FE E6FE E7FE E8FE E9FE

Hueso medido Fémur izquierdo Fémur izquierdo, incompleto Fémur izquierdo Fémur izquierdo Fémur izquierdo incompleto Húmero derecho, incompleto Húmero izquierdo, incompleto Fémur izquierdo

Medición (cm) 43,2 27,4 42,3 43,8 33,8 29,3 32,8 38,2

Estatura (m) 1,61 + de 1,25 1,59 1,62 + de 1,34 + de 1,39 + de 1,60 1,46

Lamentablemente la mitad de la muestra no reúne las condiciones apropiadas para el cálculo de la estatura, de manera que los promedios, a pesar de haberse obtenido, pueden resultar espurios. Para la submuestra femenina, el único individuo que presentaba piezas completas fue E9FE. Sería inútil comparar este dato con las mediciones obtenidas en el resto de los individuos femeninos, por lo que se considerara como dato único para la estatura femenina el de 1,46 m. No obstante, la estatura calculada del resto de las mujeres, a partir de restos incompletos, es bastante concordante con dicho dato.

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La muestra utilizada para la elaboración de estas ecuaciones corresponde a indígenas mexicanos.

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Entre los hombres el cálculo de la estatura promedio fue complicado por la misma razón ya citada para las mujeres, pero la estimación fue posible por la existencia de tres individuos con un buen estado de conservación. De esta manera, la estatura promedio para los hombres se calculó en 1,60 m. En la submuestra Aconcagua, considerando sólo los datos obtenidos a partir de los individuos que presentaban piezas completas para la estimación requerida, la estatura promedio es de 1,55 m si se consideran a los dos hombres y a la mujer Aconcagua, y de 1,60 m si se consideran sólo a los hombres. En el caso del Complejo Cultural Llolleo se cuenta con un solo dato: 1,62 m de estatura (individuo masculino).

Ancestría La totalidad de la muestra presentó indicadores étnicos amerindios, siendo el más ampliamente registrado el diente en pala (Palomino y Palomino, 2004; Imagen 43). Otros rasgos craneales no pudieron ser registrados en todos los sujetos debido a que no estaban completos los esqueletos.

Imagen 43: vista caudal del maxilar de E9FE, en el que se aprecia un notorio diente en pala en los incisivos centrales y laterales superiores.

Es importante destacar que en los restos parcialmente recuperados del individuo E10FE, que no se incluyó en la muestra analizada por su pobre conservación, se identificó el rasgo de diente en barril (Imagen 44; grado 7 dentro de la clasificación de Turner et al., 1991), una variante más pronunciada del diente en pala, que es una elevación extrema de los márgenes linguales de los incisivos y ocasionalmente del canino (Turner et al., op. cit.). 75

Imagen 44: diente en barril en el incisivo lateral del maxilar derecho del individuo E10FE.

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Perfil paleopatológico 1) Enfermedades de la dentición Entre las enfermedades de la dentición registradas macroscópicamente se cuentan: el desgaste dental, osteoartritis en la ATM (TMJD), enfermedad periodontal, caries dental e hipoplasia del esmalte. Las condiciones de desgaste dental observadas en la muestra se resumen en la Tabla 6. Tabla 6: tipo y grado de desgaste dental en la muestra analizada.

Individuo E1FE E2FE E4FE

Perfil biológico Sexo Edad M 25 – 30 M 50 + M 30 – 35

Adscripción

Descripción

Aconcagua Llolleo Aconcagua

Datos no disponibles. Datos no disponibles. Desgaste moderado tipo plano, más pronunciado a molares. Desgaste moderado a severo tipo plano en los dientes anteriores y en semicopa en los poscaninos. Desgaste leve a moderado plano en los dientes anteriores y en semicopa en poscaninos. Desgaste moderado a severo plano en lo dientes anteriores y en copa en poscaninos. En las piezas presentes se registra un desgaste moderado tipo plano y en semicopa en los poscaninos, con una leve depresión en la unión del primer y segundo molar inferior derecho. Desgaste moderado tipo plano, más pronunciado a molares.

E5FE

M

35 – 40

Llolleo

E6FE

F

18 – 20

Aconcagua

E7FE

F

20 – 25

Llolleo

E8FE

M

20 – 25

Llolleo

E9FE

F

20 – 25

Aconcagua

La atrición es el desgaste fisiológico de los tejidos dentales duros, que resulta del contacto diente con diente durante la masticación y aumenta progresivamente con la edad. Cuando en este proceso intervienen agentes mecánicos anormales o sustancias abrasivas, pasa a denominarse abrasión (si el agente erosivo es un material exógeno, como la comida; Larsen, 1997) o erosión (si el material abrasivo es un agente químico; Aufderheide y Rodríguez Cuenca, 1998). Larsen (1997) ofrece un buen resumen de la fisiología del desgaste dental.

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De los seis individuos que fue posible analizar (E1FE y E2FE no cuentan con el cráneo), uno (E6FE) presenta un desgaste leve a moderado, tres un tipo moderado (E4FE, E8FE, E9FE) y dos uno moderado a severo (E5FE y E7FE). En el caso de E6FE su tipo de desgaste se asocia claramente a su corta edad, ya que éste se pronuncia el paso de los años. No se descarta, sin embargo, que se asocie a un patrón de actividades particular, ya que la pérdida dental que presenta a nivel de los molares sugiere que su trabajo incidió en el estado de su dentadura. Algo similar podría ocurrir con E8FE, aunque la baja cantidad de pieza dentales recuperadas en su caso dificulta esta interpretación. E4FE y E9FE presentan un desgaste más leve que los individuos restantes, lo que sugiere el consumo de una dieta más blanda o quizás más procesada. En E5FE y E7FE, si bien el grado de deterioro podría asociarse a la edad, el tipo de dieta y el patrón de actividades desarrollado por ellos, particularmente en el caso de E7FE, respalda cierta conexión entre las características del desgaste y la labor desarrollada cotidianamente. E7FE presenta una pérdida dental simétrica, que hace sospechar que la utilizó como una herramienta o “tercera mano” en sus labores cotidianas. E5FE, por su parte, exhibe un desgaste severo y mucha fractura dental, que puede ser explicada por un uso extramasticatorio para la dentadura, una maloclusión o por un desgaste asociado a la edad de individuo y al tipo de dienta consumido. El tipo de desgaste, plano, en copa o semicopa (Larsen, 1997), permitió segregar la muestra en tres grupos: los que presentan un desgaste plano en toda su dentadura (E4FE y E9FE), los que presentan un desgaste plano en los dientes anteriores y en semicopa en los poscaninos (E5FE, E6FE y E8FE) y quien presenta un desgate en copa (E7FE). En el primero de los grupos este tipo de desgaste sugiere formas similares de uso de la dentadura entre ellos, que se condicen con el consumo de una dieta blanda. Quienes presentan un desgaste plano/semicopa son dos hombres Llolleo (E5FE y E8FE) y una mujer Aconcagua (E6FE). En el caso de ella, el diagnóstico fue complicado porque su desgaste dental es muy leve. E7FE, cuyo patrón de desgaste es plano, manifestaría este rasgo en asociación a la severidad del mismo y, como ya se dijo, en relación con un uso parafuncional de la dentadura o las posibles complicaciones que le trajo la pérdida de los molares antes de la muerte. Dando más peso a las similitudes entre E4FE y E9FE se encuentra el desgaste inclinado hacia inferior a distal, que se suma a un prognatismo de la zona alveolar en ambos, configurando un aparato dental protruyente. E5FE, por su parte, también exhibe este bisel en la dentadura poscanina. La ATM (articulación temporomandibular) es una articulación sinovial que se forma entre la cabeza del cóndilo mandibular y la fosa mandibular del h. temporal del cráneo. Ambas carillas articulares están cubiertas de cartílago y entre ellas se dispone un menisco. El desarrollo de artritis degenerativa en esta articulación (TMJD por sus siglas en inglés) se asocia a un deterioro de la misma

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por la edad, no obstante también se reconoce a la pérdida dental antemortem, que altera la función masticatoria, como un aliciente. Shore (1959 en Aufderheide y Rodríguez Martín) define la TMJD como “una artropatía que resulta del estrés crónico en una alteración no infecciosa, degenerativa, de la superficie de los tejidos, que resulta de un microtrauma repetido e intrínseco a los tejidos articulares”. El movimiento anormal suele ser a posiciones extremo laterales o protrusivas, generándose pequeñas subluxaciones en la articulación. El desgaste dental parafuncional suele correlacionarse con el desarrollo de osteoartritis en la ATM (Larsen, 1997). La osteoartritis en la ATM se pudo registrar a nivel de la mandíbula y el temporal sólo en el caso de 5 individuos, ya que el resto no presentaba las estructuras mencionadas. E5FE presentaba sólo la fosa mandibular disponible para evaluar este indicador. Se registró esta manifestación en todos los individuos observados. El caso más leve corresponde a E7FE, con un pequeño aumento de la forámina en el cóndilo derecho, lo que llama la atención ya que la condición de sus dientes sugiere un uso parafuncional de los mismos y un mayor estrés mecánico aplicado a su dentadura. El caso más severo es E5FE, con formación de labiación y un grave aumento de la microporosidad en la fosa mandibular (Imagen 45 y 46).

Imagen 45: Focos de osteoatritis (círculos) en la superficie ósea anterior a la fosa mandibular en el temporal del individuo E9FE.

Imagen 46: vista superior de la mandíbula del individuo E6FE. Se aprecia el desarrollo de un proceso osteoartrítico en el cóndilo mandibular izquierdo, con labiación y aumento de la microporosidad en la carilla articular.

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La enfermedad periodontal es un proceso inflamatorio agudo o crónico (crónico en el caso de afectar al tejido óseo) que afecta de manera progresiva y destructiva a uno o más de los cuatro componentes del periodonto (gíngiva, ligamento periodontal, cemento y hueso alveolar) de manera localizada o generalizada. Se manifiesta como una reducción horizontal del alto del hueso alveolar, que expone las raíces dentales a los fluidos orales (Aufderheide y Rodríguez Martin, op. cit.). Ésta observó sólo en tres individuos de la muestra, pues en el resto no se conservó tejido óseo alveolar suficiente como para aproximarse a este indicador. Esta se manifestó como labiación horizontal en la zona alveolar (lo que correspondería a un estadio intermedio dentro de la enfermedad; Aufderheide y Rodríguez Martin, op. cit.) en E4FE y E9FE, y como labiación con engrosamiento del borde del alvéolo y formación de pequeños surcos en torno a la pieza dental en el caso de E5FE, a nivel maxilar y mandibular. La enfermedad periodontal está firmemente asociada al desarrollo de caries dental (Larsen, 1997). La caries dental es una enfermedad infecciosa multifactorial y multibacterial, siendo el principal agente infeccioso alguna sepa de S. mutans. Es contagiosa y progresiva, que se caracteriza por la desmineralización de la porción inorgánica y la destrucción de los componente orgánicos de los dientes. La distribución de la caries puede ser en la sección coronal o de la raíz del diente (Aufderheide y Rodríguez Martin, op. cit.) a lo que se suma la caries cervical (unión cemento enamel). La zona más propensa a la caries coronal es la superficie oclusal, sobre todo en el caso de los dientes poscaninos, por la cantidad de irregularidades que pueden atrapar comida en dichas piezas dentales. Cuando las bacterias alcanzan la raíz, el canal vascular y los tejidos blandos alrededor, pueden iniciar un proceso necrótico que deriva en la formación de un abceso periapical. Éste es altamente peligroso, ya que cualquier perforación de un canal vascular de la zona llevará a la diseminación por la sangre de los agentes patógenos, provocando bacteremia y eventualmente septicemia, pudiendo generar abcesos en otras partes del cuerpo y causar la muerte. La caries radicular está determinada por la exposición de esta zona a las bacterias y fluidos orales, de manera que la caries radicular siempre se inicia en la unión cemento – esmalte (línea amelo dentinaria), y puede continuar rodeando el diente hasta exfoliarlo. El desarrollo de caries dental se encuentra más relacionado con la enfermedad periodontal que con el consumo de una dieta rica en carbohidratos. La manifestación de caries dental se registra en las tablas 7a y 7b. Allí se consignan también las piezas dentales perdidas con anterioridad a la muerte, un hecho relacionado firmemente con el desarrollo de caries y la enfermedad periodontal (Larsen, 1997). La caries dental sólo fue observable en tres individuos femeninos y tres masculinos, ya que el resto no presentaba piezas dentales.

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Tablas 7a y 7b: Diagrama de piezas cariadas y perdidas en los individuos de la muestra Diagrama de piezas cariadas y perdidas (dentadura superior), y su ubicación por individuo. Individuo Femeninos E6FE E7FE E9FE Masculinos E1FE E2FE E4FE E5FE E8FE

Edad 18 – 20 20 - 25 20 – 25 25 50 30 35 20

- 30 + – 35 – 40 - 25

Diagrama de piezas cariadas y perdidas (dentadura inferior), y su ubicación por individuo. Individuo Femeninos E6FE E7FE E9FE Masculinos E1FE E2FE E4FE E5FE E8FE

Edad 18 – 20 20 - 25 20 – 25 25 50 30 35 20

- 30 + – 35 – 40 - 25

Piezas presentes

Piezas perdidas en vida

Piezas perdidas en excavación

Caries oclusal

Caries cervical

Piezas con abcesos

Entre las mujeres, la más afectada, en cuanto a número de caries es E6FE, con seis caries radiculares (cervicales) en las piezas 1, 2, 3, 15, 16 y 20, además de la pérdida de los molares, segundos premolares e incisivos mandibulares, probablemente también a causa de la caries, o por un uso parafuncional de la dentadura. A esta le sigue E7FE, con el desarrollo de caries oclusales en las piezas 5 y 29, caries cervicales en la 19 y 30, pérdida dental antemortem de los segundos y terceros molares superiores e inferiores derechos y del canino, premolares y segundo molar inferior izquierdo. Además esta mujer desarrolló un 81

abceso en la pieza 3. Finalmente, E9FE presenta tres caries oclusales en 1, 30 y 31. En el caso de las dos primeras, la pérdida dental puede asociarse a un uso parafuncional de la dentadura, y la distribución de la caries a nivel cervical, en el caso de E6FE, si bien puede asociarse con el desarrollo de una enfermedad periodontal que no se observó a nivel alveolar, también puede hacerse en relación con una dieta rica en carbohidratos, y blanda, y a la ausencia de técnicas de limpieza oral. La ubicación de la caries en E9FE es la más esperable, debido a la morfología de los molares, como ya se mencionó. En el caso de los hombres, la caries dental parece ser mucho más severa. E8FE resultó ser un individuo poco informativo debido a la mínima conservación de piezas dentales, aunque se puede rescatar de él la pérdida del tercer molar inferior derecho en vida y la ausencia de caries, a pesar del severo desgaste de la dentadura. E5FE, aunque perdió en vida varios dientes, quizás por un uso parafuncional de ellos, tampoco presenta caries. Destaca entonces el caso de E4FE, que desarrollo una caries cervical y una oclusal, en las piezas 21 y 29, respectivamente, y probablemente dos abcesos dentales: uno en torno a las piezas 3 y 31, y otro junto a las 18 y 17 (Imagen 47).

Imagen 47: abceso dental formado en torno al segundo molar inferior derecho del individuo E4FE, que compromete también al tercer molar. Nótese la labiación en el hueso alveolar del primer molar inferior derecho, signo del desarrollo de periodontitis, y el sarro acumulado en el cuello de los dientes.

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La hipoplasia del esmalte se define como un defecto en la estructura del esmalte dental que deja una marca en el diente a causa de la detención de la acción de los ameloblastocitos por un estrés fisiológico. Se le considera un indicador del estado nutricional y de salud de los individuos durante el período de crecimiento en el que se forma el esmalte. Múltiples líneas sugieren eventos múltiples de estrés. No se afectan todos los dientes, sino principalmente los incisivos centrales maxilares y caninos mandibulares, que son aquellas piezas en las cuales la amelogénesis es más activa tras el nacimiento. Algunos factores medioambientales que se han postulado como causales de este tipo de lesiones son enfermedades hemolíticas en los recién nacidos, parto prematuro, infecciones febriles, deficiencias alimentarias de vitamina A, C y D, hipoxia del recién nacido y otras. La causa citada más comúnmente es la malnutrición, episódica más que constante o las infecciones que acarrean un mal estado nutricional (Larsen, 1997) La observación macroscópica de los incisivos y caninos superiores e inferiores permitió distinguir con una lupa de aumento 5X leves líneas de hipoplasia del esmalte horizontales en los incisivos centrales superiores en dos individuos femeninos Aconcagua: E6FE y E9FE (Imagen 48). Aparte de ellas, los otros individuos donde las piezas dentales permitían esta observación fueron E7FE y E5FE, pero en ellos no se observaron estos surcos. Tanto E6FE como E9FE presentaban dos líneas, a 2 y 2,5 mm de la unión cemento-enamel la primera y a 2 y 3 mm la segunda. A partir de las tablas de Walker et al. (1991) se estima que los episodios de estrés fisiológico puntual que reflejan dichas líneas habrían ocurrido entre los 3 años 4 meses y los 3 años 6 meses para E6FE, y entre los 3 años y 3 años 3 meses para E9FE. Esto es coincidente con el momento del destete, ampliamente documentado a nivel etnográfico. En este momento se produce un cambio en la dieta de los niños, desde una basada en el consumo de leche materna a una centrada en alimentos ajenos, quizás carbohidratos.

Imagen 48: líneas de hipoplasia del esmalte en los incisivos centrales y laterales del individuo E9FE. Se han destacado con una línea dichos desarrollos en el incisivo central superior izquierdo.

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2) Enfermedades articulares Esta patologías desarrollo separado a

categoría es la más representada en la muestra, luego de las del aparato estogmatognático. Se encontraron evidencias del de osteoartritis (o DJD) y osteofitosis, que se documentan por pesar de corresponder a la misma patología (Larsen, 1997).

La osteoartritis es una enfermedad crónica, no inflamatoria, progresiva, que se caracteriza por la pérdida del cartílago articular y la lesión subsecuente que resulta del contacto interóseo directo en articulaciones diartrodias. Se clasifica en idiopática o primaria, cuando su causa no es evidente y secundaria cuando la articulación ha sido alterada por otra enfermedad u evento (Aufderheide y Rodríguez - Martin, 1998) Todos los individuos de la muestra en los cuales fue posible analizar la ocurrencia de esta patología presentan signos de OA (se excluyeron los individuos E3, E7 y E10, pues no presentaban una conservación apropiada). La artritis se manifiesta en varias articulaciones, pero la más afectada es la art. iliofemoral (6 casos). A esta le siguen la art. tibiofibular distal (5 casos), la articulación del codo (particularmente la art. humerocubital) y la articulación de la rodilla, ambos con cuatro casos; luego, las articulaciones intertarsianas (2 casos) y en último lugar, las art. intercarpianas, la art. radioulnar distal, la art. glenohumeral y la art. esternoclavicular, con un caso cada una. El codo se ve afectado de la misma manera tanto en hombres como en mujeres. En el resto de las estructuras afectadas, los primeros superan ampliamente a las últimas. E5FE es quien presenta un proceso osteoartrítico leve en las articulaciones intercarpales, intertarsales e interfalángicas de ambas manos. La labiación observada en dichas articulaciones se asocia a un sobreesfuerzo desarrollado con las manos, evidenciado en la hipertrofia de las inserciones de los ligamentos de los m. flexores de los dedos y m. interóseos. Los m. interóseos separan o aproximan al eje de la mano los dedos, flexionando la falange proximal y extendiendo las otras dos. Lai y Lovell (1992) han documentado esta característica en la población mestiza indígena de la bahía del Hudson, en Canadá, dedicada a las labores en un puesto de intercambio de pieles, en la cual lo interpretan como un efecto de la carga de peso contra resistencia. Rouvière (2004) señala que las aletas tendinosas del lig. interóseo palmar y la porción palmar del lig. interóseo dorsal aseguran una presión particularmente fuerte para poder asir y sujetar sólidamente un objeto de cierto volumen gracias a una acción conjunta de flexión – abducción que debe separar los dedos para dar eficacia a la acción de asir. Los m. interóseos flexionan adecuadamente las falanges proximales, y constituyen el elemento que mantiene en equilibrio la cadena articular digital gracias a la fuerza diagonal que ejercen entre el sistema muscular flexor y el extensor. De esta manera, el desarrollo de labiación en las superficies articulares intercarpales, intertarsales e interfalángicas se asociaría a

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un sobreesfuerzo de dichas articulaciones en la mano, situación respaldada por el desarrollo de los músculos involucrados en la acción de asir. En el pie la OA se observó en la art. subastragalina o art. astrágalo calcánea posterior de ambas extremidades del individuo E5FE, a manera de una labiación en las carillas articulares. La movilidad de esta articulación es mínima, pero sirve de base a los movimientos de torsión medial y lateral del pie, efectuados por las art. astrágalocalcáneas y transversa del tarso. Esto se relaciona con el refuerzo ligamentoso observado a nivel de la cadera en el mismo individuo, interpretándose estos indicadores en su conjunto como propio de la necesidad de mantener el equilibrio al desplazarse en terrenos irregulares y/o cargando peso. La misma explicación se ofrece para esta manifestación en el individuo E2FE, en el cual también se observa entesis en la cadera y labiación leve en las articulaciones del pie. E9FE presenta desarrollos asteoartríticos en la muñeca y el hombro. La art. radioulnar distal derecha presenta una labiación leve en la inserción del ligamento radiocarpiano palmar. Este robusto ligamento, luego de su inserción en la ulna y el radio, se expande en forma de abanico hacia la primera fila del carpo. Es probable que esta labiación se asocie con la hipermovilidad de la articulación radiocarpiana en sinergia con la primera línea del carpo. En el mismo individuo se observa además un aumento de la microporosidad en la incisura troclear derecha y en el hombro izquierdo (fosa glenoidea). Mientras que la primera situación parece asociarse a un sobreesfuerzo en la articulación del codo, la segunda se presenta en conjunto con un notable desarrollo de los músculos dorsales del mismo lado, lo que sugiere en estrés aplicado a dicha articulación. Estas tres manifestaciones podrían relacionarse directamente con la patología observada a nivel de las clavículas: la pieza del lado izquierdo presenta una curvatura menor que la del lado opuesto, a raíz de lo cual se desarrollo osteoartritis en las carillas esternales y acromiales de ambas piezas. Las inserciones del lig. coracoclavicular, en ambas piezas, presenta una entesopatía más pronunciadas en el lado derecho. Hay aumento de la microporosidad en el borde superior de la pieza y avulsión en el extremo esternal de la clavícula izquierda. Este síndrome podría relacionarse con ciertas manifestaciones de osteofitosis en la columna vertebral torácica. El codo afectado por incipiente osteoartritis (aumento de la microporosidad) es otra característica que esta mujer comparte con E6FE, E4FE y E5FE. No obstante, E6FE y E9FE (mujeres) tienen involucrada la art. humerocubital a nivel de la tróclea, mientras que E4FE y E5FE (hombres) lo presentan a nivel de la fosa olecraneana y el olécranon. La art. humerocubital permite los movimientos de flexión y extensión del antebrazo sobre el brazo. De esta manera, en las mujeres la OA parece desarrollarse por la hipermovilidad de la articulación, y en los hombres por una extensión más pronunciada y constante.

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E6FE presenta una hipertrofia y excavación anormal del surco capitulotroclear, que se eleva por menos de un mm y se curva hacia el capítulo, acompañándose esto de una pequeña microporosidad. No se ha registrado en la literatura referencia alguna de esta manifestación, y no se observó alguna anormalidad en la tróclea o el olécranon, a excepción de la microporosidad referida. Puede entonces esa manifestación representar una microfractura de la articulación durante la etapa de desarrollo, que al momento de morir se encontraba totalmente reparada o corresponder a una variante anatómica no patológica. No hay evidencia en otros individuos del cementerio de una característica similar. E4FE presenta una ampliación de la fosa olecraneana probablemente por la hipertrofia de la cabeza medial del m. tríceps braquial, aumento de la microporosidad en el tubérculo radial y entesis en el mismo (más pronunciado en lado izquierdo). E5 también registró un aumento de la microporosidad en la inserción del m. tríceps braquial en el olécranon y en la fosa coronoidea. Aufderheide y Rodríguez – Martin (op. cit.) señalan que es raro ver afectada esta articulación a menos que sea secundario a un trauma, probablemente en el contexto de las patologías laborales. Cuatro individuos de la muestra presentan un desarrollo osteoartrítico en la rodilla (E1FE, E4FE, E5FE y E9FE). E9FE es la única mujer con esta articulación afectada, probablemente por la expansión de la cara rotuliana en el fémur hacia lateral, debido a una flexión constante de la pierna sobre el muslo. La patela derecha de la misma mujer exhibe una carilla accesoria en su borde lateral superior. Es probable que esta manifestación se deba al estrés aplicado a la articulación en la misma posición antes mencionada, apoyando la pieza, a través de la piel, en una superficie plana. E1FE presenta un patrón similar, aunque en su caso las diferencias se deben al genu valgo que exhibe. En su caso se nota también la presencia de espículas en el platillo tibial con consecuente exostosis en los cóndilos femorales. E4FE tiene un aumento de la microporosidad en la cara lateral de la patela derecha y carilla articular patelar del fémur del mismo lado. E5FE tiene microporosidad en los cóndilos femorales y en la extremidad lateral de la cara rotuliana del fémur a lateral. Esta articulación suele ser la más afectada por osteoartritis, sobretodo en el caso de las mujeres (Aufderheide y Rodríguez Martin, op. cit.), generalmente a causa del sobreuso en el contexto laboral, aunque en esta muestra los casos son muy menores y se encuentran asociados también a enfermedades congénitas. Cinco individuos de la muestra presentan daño osteoartrítico en el tobillo: E1FE, E4FE, E5FE, E8FE y E9FE. Éste se manifiesta como un aumento de la microporosidad en las carillas articulares del tobillo y la tibia, y desarrollo de pequeñas entesis en las inserciones de las fibras del lig. interóseo tibioperoneo. Sólo E4FE presenta una leve labiación en lugar de evidenciar una separación de las superficies articulares. Consecuentemente a lo expresado por Aufderheide y Rodríguez Martin (op cit), la osteoartritis en esta articulación suele ser

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secundaria a un trauma, probablemente una subluxación de tobillo. Esta habría sido más severa en el caso de E8FE, ya que se acompaña de un desgarro ligamentoso, osificación de una porción de los ligamentos desgarrados. La etiología de la subluxación se describe en el acápite de condiciones traumáticas. Finalmente, 6 individuos presentan osteoartritis leve en la cadera. E1FE presenta un leve aumento de la microporosidad en el acetábulo y un refuerzo en el aparato ligamentoso sacrotuberoso y sacroespinoso, y también en el lig. iliofemoral e isquiofemoral (porción tibioastragalina posterior de la cápsula articular de la cadera). En su caso, la osteoartritis se asocia a las patologías observadas a nivel de la columna vertebral y los miembros inferiores del sujeto (genu valgo). E2FE presenta una pequeña entesis en torno a la inserción de la cápsula articular de la art. iliofemoral. E4FE, E5FE y E9FE también presentan un refuerzo ligamentoso en la zona de inserción de la misma cápsula y leve entesis en la zona del ligamento de la cabeza del fémur. En el caso de E9FE también se nota un desarrollo incipiente de espículas en S1, que podría asociarse al sobreesfuerzo de la cadera. E8FE, por su parte, presenta microporosidad en el borde anterior de la cabeza del fémur izquierdo. Todas estas manifestaciones se interpretan como un sobreuso de la articulación, exigiendo la mantención de la integridad de la misma en la realización de variados ejercicios o movimientos. La osteofitosis vertebral (o enfermedad degenerativa de la espina) se produce por la degeneración de los discos intervertebrales, alteración de los ligamentos espinales y degeneración de las articulaciones de la columna vertebral, que llevan a compresión de nervios o vasos sanguíneos. Son cambios asociados a la edad, progresivos, y más comunes después de los 30 años. Los osteofitos son nódulos de nuevo hueso que se forman por la estimulación del periostio a partir de la irritación que producen en éste el contacto entre los márgenes de las vértebras. Donde los nódulo alcanzan gran tamaño pueden fusionar distintas vértebras, sobretodo a nivel de los segmentos más flexionables de la columna. Esta patología puede acompañarse de degeneración articular apofisial, y hernia del disco intervertebral (Aufderheide y Rodríguez – Martin, 1998). El registro de osteofitosis se consigna en la Tabla 8 y una descripción más detallada en Tabla 9. Se nota una relación evidente y esperable entre el desarrollo de osteofitosis y la edad, de manera que E6FE, el individuo más joven, no presenta signos en el segmento cervical de su columna que se conserva, mientras que E2FE, el individuo mayor de la muestra es quien exhibe más severidad en la manifestación de esta patología. No obstante su corta edad, E7FE presenta una avanzada osteofitosis que llevó incluso a la unión de las láminas vertebrales derechas de C2 y C3 (Imagen 49). Lamentablemente, el alto deterioro de sus huesos impide correlacionar esta lesión con alguna otra manifestación a nivel costal o a nivel de la cintura escapular. De esta manera no es posible descartar que se deba a una patología

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de origen traumático o infeccioso. Sin embargo, el segmento cervical restante y el torácico alto, presenta gran labiación y aumento de la microporosidad, que puede asociarse al trabajo desarrollado en vida por esta mujer. La manifestación de OF en E9FE es muy leve, y puede correlacionarse con la lesión de la cara lateral del cuerpo vertebral de T3 y con la patología ya descrita a nivel de las clavículas. Algo similar ocurre en el caso de E5FE, aunque en éste la osteofitosis se pronuncia a distal (vértebras torácicas bajas y lumbares), en un patrón típico de carga de peso, al igual que E2FE y E4FE. En los esqueletos de estos individuos existen otros indicadores que permiten correlacionar la artritis vertebral con carga de peso y mucho desplazamiento. Tabla 8: Manifestación de osteofitosis en los individuos de la muestra (Imagen tomada de http://ricardi.webcindario.com).

Clave:

Ausente OF severa

Normal ¿Trauma?

OF leve Osificación

OF moderada

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Tabla 9: Desarrollo de osteofitosis en los individuos de la muestra (detalle) Individuo E1FE E2FE

Perfil biológico Sexo Edad M 25 - 30 M 50 +

Adscripción

Descripción

Aconcagua Llolleo

Datos no disponibles. Cervical presente medianamente afectada (compresión del cuerpo, labiación y aumento de la microporosidad en el mismo) Segmento T11 a L5 presenta muchos osteofitos, a ambos lados del cuerpo, y desarrollo de artritis en las apófisis articulares, con ostefitos y aumento de la microporosidad en las carillas. Buenas condiciones generales, pequeña labiación y aumento de la microporosidad en el segmento torácico bajo y lumbar. Cavitación en la cara lateral izquierda del cuerpo de T4. Labiación y aumento de microporosidad de T5 a L5, con más daño a distal. Segmento cervical en muy buen estado

E4FE

M

30 – 35

Aconcagua

E5FE

M

35 – 40

Llolleo

E6FE

F

18 – 20

Aconcagua

E7FE

F

20 - 25

Llolleo

E8FE E9FE

M F

20 - 25 20 - 25

Llolleo Aconcagua

Labiación y aumento de la microporosidad en segmento cervical y torácico alto, y quizás trauma que unió C3 y C4 Datos no disponibles. Cavitación en cara lateral de T3, leve labiación en torácicas quizás con asociación a esta lesión.

Imagen 49: vista posterior de C2 y C3, osificadas a nivel de las láminas derechas, del individuo E7FE

3) Condiciones traumáticas 89

La principal condición traumática observada es la subluxación de tobillo. La luxación de una articulación representa una pérdida estructural de su estabilidad, ya sea por un fallo de tensión en los componentes óseos de la articulación o en la cápsula fibrosa y los ligamentos. La fuerza causal del fallo de tensión suele ser una lesión indirecta en la que la fuerza inicial es transmitida a través de los huesos de la articulación afectada. La subluxación se define por ser un grado medio de inestabilidad articular, en el cual las superficies articulares han perdido su relación normal pero todavía conservan un contacto mutuo considerable. La inestabilidad articular asociada y el estiramiento de las estructuras lesionadas causan dolor y espasmo muscular, además de una limitación funcional de la parte afectada. Los ligamentos desgarrados sólo se cierran con tejido cicatrizal fibroso, con lo que el ligamento siempre queda alongado y relativamente debilitado (Salter, 1995). Se registraron cuatro casos (E1FE, E5FE, E8FE y E9FE) de subluxación del tobillo (art. tibiofibular distal), descritas en el acápite de las lesiones articulares. Todos los casos son manifestaciones leves, donde se nota un aumento de la microporosidad en la articulación, que se relaciona con un probable hematoma en la zona afectada por el desgarro de los ligamentos. En ninguno de los individuos afectados se observó algunas de las complicaciones descritas para este tipo de lesiones: artritis séptica, necrosis avascular, inestabilidad articular oculta, artropatía degenerativa post traumática, osteoporosis post traumática o miositis osificante post traumática (Salter, 1995). Un segundo tipo de trauma está representado por las huellas de parto en la sínfisis púbica de E9FE. El aumento de la microporosidad en la cara posterior (interna) de dicha articulación puede relacionarse con la ocurrencia de desgarros en la misma durante el parto (Holt, 1978)

4) Enfermedades congénitas

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E1FE es el único individuo de la muestra en el que se han registrados huellas de una enfermedad congénita: genu valgo. Esta patología es una consecuencia de la laxitud articular propia del la estructuras juveniles, de manera que es más común observarla en niños y jóvenes. El genu valgo es, particularmente, una laxitud pronunciada de los ligamentos colaterales de la rodilla (lig. colateral tibial y peroneo), más evidente cuando el individuo se encuentra de pie, pues las rodillas se juntan mientras los pies permanecen separados. Puede acompañarse de torsión femoral interna y tibial externa, sobretodo si se produce por el hábito de sentarse en el suelo con las rodillas por delante y los pies separados hacia fuera. En la etapa del desarrollo esta patología puede producir una deformación ósea secundaria a causa del crecimiento irregular de la lámina epifisiaria en la región de la rodilla, o viceversa, puede ser provocado por esta deformación de origen congénito. Aparentemente en E1FE el genu valgo se relacionó con la adopción de una postura constante, como la “de sastre”, que pronunció la deformidad en el sujeto, y que ya en la vida adulta se potenció por la necesidad de mantener el equilibrio del cuerpo al desplazarse por terrenos irregulares. Se pueden vincular de esta manera el refuerzo ligamentoso de la cadera, el desarrollo de entesopatias en la rodilla (platillo tibial) y la subluxación del tobillo observada. La carilla articular accesoria que se reconoce en el borde lateral de su patela derecha podría incluso ser explicada por la adopción de la posición de sastre (sensu Salter, 1995, sentado con las piernas cruzadas) que en la actualidad se recomienda clínicamente para corregir las malformaciones del genu valgo en los individuos en desarrollo y para aliviar las molestias (dolores en la cintura pélvica y miembro inferior) que puede producir la misma patología.

5) Enfermedades infecciosas

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Pamela Brito describió en relación con el cráneo de E1FE que: “ se observan además múltiples fragmentos de parietales y occipital muy erosionados y porosos con evidencia de proceso infeccioso que provocó múltiples abcesos y cloacas de infección. Estas características son similares a las que se presentan en casos de sífilis (…) un segundo molar muy deteriorado, como se observa en casos de sífilis en donde el paladar se ve muy afectado (…) La patología más destacada la constituye el proceso infeccioso en las paredes craneales que además se hace evidente en las piezas dentales encontradas; estos rasgos son compatibles con sífilis avanzada, la cual pudo ser la causa de muerte muy probablemente”. (Ávalos et al., 2001-7) Efectivamente los signos descritos por Pamela Brito en el cráneo de E1FE son consistentes con un caso de treponematosis (por la asociación con el molar de Hutchinson). La treponematosis es una enfermedad crónica o subaguda causada por un tipo de espiroqueta denominada treponema. Dentro de sus cuatro variedades descritas (sífilis venérea, sífilis endémica, yaws y pinta) las características descritas por Brito sugieren que el individuo habría padecido sífilis congénita. La sífilis congénita es transmitida de madre a feto por medio de la placenta (vía hematógena). El feto suele morir y es abortado en la primera mitad del embarazo, o nace enfermo y muere al poco tiempo. La sífilis puede afectar el desarrollo de varios órganos y sistemas, a lo que se suma osteocondritis, periostitis, osteomielitis diafisial. Las espiroquetas inhiben la osteogénesis y degeneran los osteoblastos. Hay osteocondritis en la zona de osificación endocondral, aunque los huesos planos, tubulares y las vértebras también pueden verse afectados en casos extremos. La separación epifisial y la periostitis extensiva son comunes (Aufderheide y Rodríguez Martin, 1998). La forma temprana de la sífilis congénita, cuando el parto llega a término, afecta las metáfisis y se engruesa la diáfisis de los huesos tubulares de los recién nacidos, a causa de la periostitis. Ésta es común en la metáfisis medial de la tibia (Signo de Winberger) y en una forma difusa en el tercio proximal de la tibia y epífisis distal del fémur. Un tercer signo es la osteomielitis diafisial u osteitis. Los estadios tempranos de sífilis congénita pueden confundirse con raquitismo y escorbuto. En las primeras manifestaciones de esta infección es esqueleto no suele verse afectado, sino sólo hasta después de los 2 años de vida, y sigue al desarrollo de la sífilis venérea: hay periostitis y gumma. Los huesos más comúnmente afectados son la tibia (en vaina de sable), el radio y la ulna. Otros signos son la dactilitis, el molar de Hutchinson (primeros molares), y aunque muy poco frecuente, la artritis sifilítica. Las lesiones óseas se vuelven crónicas, las deformidades constantes y son pocos los huesos involucrados. La osteomielitis gumatosa y no gumatosa resulta en una hiperostosis difusa en las piezas involucradas. Las lesiones más típicas de la sífilis venérea y congénita son aquellas que se producen en el cráneo, afectando generalmente el parietal y el frontal, y la

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cara. En los estadios tempranos la periostitis craneal es transitoria. Las regiones predilectas de infección, en orden de frecuencia, son las tibias, el frontal y parietal, la región nasopalatina, esternón, clavículas, vértebras, fémures, fíbulas, ulnas y radios (Aufderheide y Rodríguez Martin, op. cit.). No obstante lo anterior y, considerando la edad de E1FE (30 – 35 años), llama la atención que no se encuentran afectados los huesos largos, como debería ocurrir según la descripción hecha. Lamentablemente los fragmentos de cráneo mencionados en el estudio de Brito no se han conservado como para reevaluar sus conclusiones, por lo que, en base a los restos presentes, no es posible respaldar su diagnóstico. Por otra parte, no se registró en ningún otro individuo de la muestra alguna otra evidencia de esta infección, lo que habría sido esperable considerando la alta agresividad de esta infección.

7) Desórdenes hematológicos

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Los desórdenes hematológicos consideran el desarrollo de enfermedades de las células sanguíneas, eritrocitos o leucocitos, y aberraciones de la coagulación (Aufderheide y Rodríguez Martin, op. cit.). Se encontrón evidencia en la muestra sólo de un desorden a nivel de las células rojas de la sangre, los eritrocitos: anemia. Los dos signos de anemia considerados en el análisis son hiperostosis porótica y la criba orbitalia. Estas tres manifestaciones pueden presentarse de manera conjunta o sinérgica, o bien aisladamente. La hiperostosis porótica se caracteriza por lesiones poróticas craneales distribuidas de forma simétrica, que involucran la tabla externa de los huesos frontal y parietal y, en menor medida, del hueso occipital. Las lesiones craneales suelen engrosar el cráneo al expandir el diploe y la tabla externa, una vez que la lesión se ha reparado. La criba orbitalia es muy similar a la hiperostosis porótica, pero las lesiones se ubican en el techo de la órbita, sobretodo en la porción anterolateral de ésta y de manera bilateral. Las lesiones orbitales serían un signo de los estadíos iniciales de la hiperostosis porótica (Wapler et al., 2004). Se considera a estas lesiones como indicadores de anemia, ya que se manifestarían ante la deficiencia de hierro por un bajo consumo de éste (Wapler et al., 2004; Aufderheide y Rodríguez – Martin, 1998), una absorción deprimida por la interacción entre dicho elemento y otros componentes de la dieta, como fitatos o tanantos (Larsen, 1997); por la presencia de parásitos intestinales (Faccini et al., 2004) y como mecanismo evolutivo, por el secuestro del hierro en el organismo para evitar la proliferación de enfermedades bacterianas (Aufderheide y Rodríguez Martin, 1998). Según Larsen (1997) la mayoría de los casos de hiperostosis porótica o criba orbitalia en los adultos se observan remodeladas y sanadas, lo que indica no sólo que las lesiones se formaron durante episodios de anemia de la infancia, sino también porque los espacios medulares en los niños y jóvenes están completamente ocupados con médula productora de eritrocitos. Tabla 10: desarrollo de hiperostosis porótica y criba orbitalia Individuo E1FE E2FE E4FE

Perfil biológico Sexo Edad M 25 - 30 M 50 + M 30 – 35

Adscripción

Descripción

Aconcagua Llolleo Aconcagua

Datos no disponibles. Datos no disponibles. Criba orbitalia reparada Hiperostosis porótica reparada Criba orbitalia reparada Criba orbitalia reparada

E5FE E6FE

M F

35 – 40 18 – 20

Llolleo Aconcagua

E7FE

F

20 - 25

Llolleo

E8FE E9FE

M F

20 - 25 20 - 25

Llolleo Aconcagua

Hiperostosis porótica leve Criba orbitalia en reparación Hiperostosis porótica leve Datos no disponibles. Criba orbitalia activa

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Hiperostosis porótica activa

Como es factible apreciar a partir de los datos resumidos en la Tabla 10, los indicadores de anemia tuvieron una alta frecuencia en la muestra: todos los individuos analizados presentan hiperostosis porótica y criba orbitalia reparada, a excepción de E9FE, cuya manifestación, de ambos signos, se encuentra activa. Aparte de ella sólo E6FE y E7FE presentan lesiones activas (individuos femeninos), lo que puede indicar cierta diferenciación a nivel de la nutrición en relación con el género del individuo, de manera que los hombres presenten una mejoría en su estado nutricional al alcanzar la adultez, no así las mujeres.

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8) Modificaciones óseas no patológicas En este apartado se han incluido aquellas modificaciones esqueletales no patológicas que nos informan sobre las acciones cotidianas – o posiciones cotidianas de los individuos – en la medida en que suelen reflejar posturas habituales, como arrodillarse o ponerse en cuclillas. Las demandas mecánicas sobre las articulaciones generan modificaciones distintivas, que pueden ser ampliación de las carillas articulares y el desarrollo de carillas accesorias para recibir estructuras o superficies que normalmente no deberían estar en contacto. El registro de estos indicadores se hizo cualitativamente. En el individuo E1FE se registró una extensión de la base de las patelas y la formación de una carilla adicional en el borde lateral de la pieza derecha (Imágenes 50 y 51). Otro individuo en el que se registró la ampliación del borde superior de la patela fue E6FE, quien también presentaba un aumento de la microporosidad en el borde lateral del mismo hueso. E9FE también exhibió carillas articulares accesorias en el borde lateral de ambas patelas, aunque más notoria a la derecha. Se observaron facetas de acuclillamiento en los individuos E1FE, E4FE, E8FE y E9FE. La posición de acuclillamiento es una postura de descanso que involucra la hiperflexión de la cadera y las articulaciones de la rodilla y una hiperdorsiflexión del tobillo y las articulaciones subtalares. Estas carillas se describen en la superficie superior del cuello del astrágalo y en la porción articular correspondiente del margen anterior del extremo de la tibia (Oygucu y Sendemir, 2003). E4FE, E6FE y E9FE presentan un agujero septal bilateral pronunciado a nivel de la epífisis distal del húmero por la actividad de hiperextensión del brazo.

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Imagen 50: Faceta articular accesoria en el borde lateral de la patela derecha del individuo E1FE.

Imagen 51: facetas de contacto accesorias en el borde lateral de las patelas de E9FE

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Desarrollo muscular El grado de desarrollo muscular es un indicador fundamental para la interpretación de los patrones de actividad, y así aproximarse al modo de vida de las poblaciones pretéritas. La tabla 11 resume los músculos cuya inserción se ha encontrado hipertrofiada en los individuos analizados (según la tabla 4 de Materiales y Métodos). Lamentablemente este registro se ha visto muy afectado por el grado de conservación de los esqueletos. De hecho, los individuos E2FE y E7FE han sido excluidos de la muestra porque el estado de sus huesos no permite un análisis del grado de desarrollo muscular. En otros casos el esqueleto se recuperó parcialmente y faltan estructuras, por lo que la determinación de lateralidad es complicada. La pobre conservación de los restos óseos también dificulta la individualización de los músculos cuya inserción se encuentra hipertrofiada. Por eso se debe entender que su mención en la tabla 13 no implica que estén actuando aisladamente, generalmente los sinergistas de un músculo se encuentran menos desarrollados pero ejercen una acción igual de importante en un movimiento. Se observó un evidente dimorfismo sexual en el grado de desarrollo muscular de los individuos, presentando los hombres un grado mucho más pronunciado que el de las mujeres. Se observaron también diferencias cualitativas el cuanto a la masa muscular inferida de las mujeres, al comparar a E6FE y E9FE, ambas mujeres Aconcagua. Esto puede representar la acción de distintos factores genéticos, de dieta o patrones de actividad. A nivel del miembro superior la hipertrofia en algunos individuos de las inserciones de los músculos dorsal ancho (E9FE), m. redondo mayor (E6FE, E8FE), m. pectoral mayor (E4FE, E5FE, E6FE, E8FE y E9FE) y m. tríceps braquial (E4FE) sugieren un énfasis en la aducción del brazo, acción realizada cuando es necesario mantener un objeto pesado o voluminoso contra el tronco, o cuando es necesario apretar fuertemente el brazo contra el tronco, como al trepar. Estos músculos, junto al m. deltoides y m. infraespinoso, cooperan en la rotación lateral del brazo, y en menor medida, en la rotación medial. La flexión del antebrazo sobre el brazo está marcada, entre una serie de varios músculos (m. bíceps braquial, m. braquiorradial, m. pronador redondo y músculos flexores y extensores radiales largos y cortos del carpo) por el m. braquial (desarrollado en E4FE, E5FE, E6FE y E9FE), que actúa sobretodo en los movimientos fuertes y rápidos. No obstante, la acción conjunta de estos músculos hace de la flexión un movimiento menos mecánico y más preciso. El m. tríceps braquial es el que ejerce la extensión del antebrazo (desarrollado en E4FE).

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La pronosupinación del antebrazo involucra la acción del m. bíceps braquial m. supinador, m. braquiorradial, m. abductor largo del pulgar, m. extensores largo y corto del pulgar, y m. extensor del índice. Los músculos pronadores, en cambio, son más potentes que los supinadores, asegurando la prensión en conjunto con los músculos flexores de las manos. De entre los portadores el más activo el m. pronador redondo, ayudado por el m. flexor radial del carpo, m. braquiorradial y m. pronador cuadrado. La membrana interósea integra solamente el radio y el cúbito en la pronosupinación cuando el miembro superior debe sobrellevar un esfuerzo, pero no desempeña una función concreta en la pronosupinación. Entre los individuos que tienen parcialmente desarrollados estos grupos musculares se encuentran E1FE, E4FE, E5FE, E6FE y E9FE. El movimiento del carpo se produce gracias a los músculos flexores, extensores y abductores radiales o cubitales del carpo y de los dedos. Los músculos de abducción radial y cubital tiene muy poca fuerza, pero la flexión de la mano es potente en prensión. La acción de los músculos flexor y extensor cubitales del carpo permite los “golpes de hacha” con el borde cubital de la mano. Entre los individuos que tienen parcialmente desarrollados estos grupos musculares se encuentran E1FE, E5FE y E6FE. Finalmente, la flexión de los dedos de la mano está marcada por la acción de los m. interóseos y m. lumbricales, además de un aparto muscular propio para cada dedo de la mano y los músculos flexores profundo y superficial de los dedos. La extensión, por su parte, está dada por la acción de los m. extensor de los dedos, m. extensor del meñique y extensor del pulgar. Los m. interóseos son los músculos que mantiene la integridad de la cadena articular digital flexionando las falanges para separar o acercar los dedos, asegurando una presión particularmente fuerte para asir y sujetar sólidamente objetos de cierto volumen. Se encontraron ampliamente desarrollados los músculos asociados a la marcha y al mantenimiento de la postura erecta. En relación con el movimiento de flexión y extensión del muslo se registró la hipertrofia de los m. ilipsoas, m. recto femoral, m. glúteo menor y m. pectíneo en E1FE. Estos músculos participan de la flexión activa del muslo, actuando de manera sinérgica con el m. tensor de la fascia lata y m. sartorio. Este movimiento está limitado por los lig. iliofemoral e isquiofemoral. La extensión del muslo está dada por la acción de los músculos glúteos, el m. semimembranoso, m. semitendinoso y m. bíceps femoral. Consecuentemente, el individuo 1 tiene un fuerte desarrollo de estos también. El m. ilipsoas y el m. recto femoral son importantes sobretodo en movimientos de flexión que requieren de fuerza, como el correr o saltar. Los individuos E4FE, E5FE, E6FE, E8FE y E9FE exhiben un patrón de desarrollo muscular similar, aunque no se da la misma asociación que en E1FE (ver Tabla 11). Se evidencia una amplia distribución de este patrón muscular entre los

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individuos de la muestra, estando más marcado el desarrollo muscular en los sujetos masculinos. Otro conjunto de músculos bien desarrollado en los individuos mencionados en el párrafo anterior es el conjunto de los músculos abductores, el m. glúteo mayor y m. glúteo menor. El movimiento de abducción del muslo suele asociarse a la rotación lateral y la extensión del mismo y del tronco, con lo que este último y la cadera pueden adaptarse a la locomoción en terreno escarpado. El movimiento de aducción está apoyado también por los músculos glúteos y los mencionados en el párrafo anterior en relación con la extensión del muslo. El m. cuadríceps femoral también juega un rol importante en la extensión de la pierna sobre el muslo, actuando junto al m. ilipsoas y m. tensor de la fascia lata en la marcha. Músculos como el m. semitendinoso y el m. gastrocnemio, en cooperación con el m. semimembranoso, m. bíceps femoral, m. sartorio permiten la flexión de la pierna sobre el muslo. El m. semitendinoso, hipertrofiado en el caso de E9FE participa en la mantención del equilibrio durante la marcha y en la rotación independiente de la rodilla, que ayuda a la adaptación del miembro inferior a las irregularidades del terreno en la marcha. El m. tríceps sural, junto a los músculos peroneos, limita la flexión de la pierna en posición vertical (de pie) evitando la caída anterior del cuerpo. El m. tríceps sural interviene además en la flexión plantar del pie, junto al m. tibial posterior, m. flexor largo de los dedos y m. flexor del dedo gordo. La flexión dorsal del pie está dada por la acción de los músculos, m. tibial anterior, m. extensor largo del dedo gordo y m. extensor largo de los dedos.

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Acción Rotación interna y aducción con retroversión del brazo Aducción y rotación interna (medial) del brazo Abducción, aducción, rotación externa e interna, flexión y extensión del brazo Pronación de l mano y el antebrazo y flexión del codo Flexión del antebrazo sobre el brazo Abducción radial y flexión dorsal en la art. carpometacarpiana del pulgar; supinación Flexión dorsal y abducción cubital de la muñeca Abducción, flexión y extensión de la cadera Flexión de la cadera y extensión de la rodilla, rotación lateral y aducción del muslo Extensión, rotación externa, aductor y abductor de la pierna Flexión de la rodilla, flexión plantar y supinación del pie Flexor plantar y supinador del pie, flexor de los dedos Flexión dorsal, pronación del pie y extensión de los dedos Extensión, rotación interna, aducción del muslo; flexión y rotación interna de la pierna

Músculo

M. redondo mayor

M. pectoral mayor

M. deltoides

M. pronador redondo

M. braquial

M. abductor largo del pulgar

M. extensor cubital del carpo

M. abductores

M. cuadriceps femoral

M. glúteo mayor

M. tríceps sural

M. flexor largo de los dedos

M extensor largo de los dedos

M. semitendinoso

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E1FE

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E4FE

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E5FE



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E8FE



E6FE

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E9FE

Tabla 11: Músculos desarrollados en los individuos de la muestra, según hipertrofia de las inserciones.

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Flexión de la rodilla y rotación interna de la pierna Eleva el mentón y lo gira al lado opuesto Dorsiflexión y rotación medial del brazo Flexión dorsal y supinación del pie Flexión plantar y supinador del pie Supinación de la mano y el antebrazo Pronación del antebrazo y l a mano Flexión de los dedos y de la mano sobre el antebrazo Extensión del antebrazo sobre el brazo y aducción del hombro Rotación interna (medial) del brazo Abducción del muslo Rotación lateral del muslo Flexor y rotador lateral de la pierna, extensor del muslo sobre la pelvis Abducción y rotación lateral del pie Eleva la mandíbula y la lleva hacia atrás Flexión, anteversión, rotación externa e interna del muslo Rotador externo, abductor y aductor de la cadera Flexor plantar y pronador del pie

M. poplíteo

M. esternoclestomastoideo

M. dorsal ancho

M. tibial anterior

M. tibial posterior

M. supinador

M. pronador cuadrado

M. flexor prof. y sup. de los dedos M. tríceps braquial

M. subescapular

M. glúteo menor

M. obturador interno

M. bíceps femoral

M. temporal

M. psoas ilíaco

M. gemelos

M. peroneo largo

M. peroneo corto

Acción

Músculo

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E1FE

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E4FE

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E5FE

E6FE



E8FE

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E9FE

Relaciones biológicas entre los individuos La distancia biológica o “biodistancia” es la medida e interpretación de las relaciones o divergencias entre las poblaciones, o subgrupos dentro de éstas, obtenidas según el análisis de rasgos esqueletales poligénicos y características dentales (Larsen, 1997). El análisis de biodistancia es complejo, y la estimación de una cercanía biológica sólo puede establecerse en base a una alta o muy baja frecuencia de rasgos particulares entre los individuos analizados (Larsen, op. cit., Ubelaker, 1981) Lamentablemente las características de la muestra analizada en esta investigación no permiten un análisis de biodistancia informativo. El número de esqueletos disponibles para comparar, dada las condiciones de conservación de los mismos, es muy pequeña (11 individuos, de los cuales dos no tienen cráneo y otros dos han sido recuperados en menos de un 10 %). Por lo mismo, es complicado interpretar las relaciones que se dan entre los individuos del cementerio extrapolando estas conclusiones a una comunidad mayor. Además es complicado, con una muestra tan pequeña, evaluar que características esqueletales corresponden a una influencia del ambiente y cuáles responden netamente al bagaje genético de los individuos. Por esta razón se ha preferido comparar los individuos de la muestra de una manera cualitativa simple, centrándose en la forma del cráneo y de la mandíbula. Se dejó de lado la comparación de rasgos dentales pues el desgaste en éstos y la pérdida de piezas dentales antemortem y en el proceso de excavación nublarían los resultados. Tanto los cráneos Llolleo disponibles para el análisis (E5FE, E7FE) como los Aconcagua (E4FE, E6FE y E9FE) tiene una forma braquicéfala, con un leve aplanamiento no intencional del inion común en los cráneos adscritos al Complejo Cultural Llolleo11. El cráneo de E5FE, único individuo Llolleo del cual se conserva la cara (aún sin restaurar, Imagen 50) presenta una nariz corta y ancha, pómulos salientes y órbitas amplias y redondeadas. El macizo facial en su conjunto sería bajo. Esta misma observación podría extrapolarse del análisis del cráneo de E7FE, que es bajo. La mandíbula de E5FE es fina, con los arcos rectos y una leve escotadura transversal al eje de la pieza justo antes de gonion (Imagen 52 y 53). Desde una vista craneal se presenta como una hipérbole, vale decir, la orientación de los arcos amplía la mandíbula hacia posterior. La misma característica se aprecia en E7FE, mujer que también presenta las ramas mandibulares inclinadas hacia posterior y se nota una escotadura por el borde inferior del cuerpo mandibular antes de gonion (Imagen 54).

11

Esta observación puede verse alterada por el hecho que E7FE presenta una marcada plagiocefalia post depositacional, que puede estar asociada o no a una deformación por cuna.

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Imagen 52: vista lateral derecha de la mandíbula de E5FE

Imagen 53: vista craneal de la mandíbula de E5FE

Entre los individuos Aconcagua se observan diferencias que permiten segregar dos tipos de morfología craneofacial y mandibular. En primer lugar, E6FE presenta un cráneo pequeño, de proporciones muy similares a E7FE. Se observa igualmente un inion deprimido. La mandíbula es fina, de ramas mandibulares inclinadas, y en general, similar a la de E5FE y E7FE. Es distinta de lo observado en los individuos E4FE y E9FE. En éstos se nota la misma forma del

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cráneo, redondeada, aunque con una leve proyección de los parietales hacia lateral en ambos casos, que configura un cráneo más ancho hacia posterior que en el macizo facial. La mandíbula de estos dos individuos es ancha y cuadrada, y los molares se disponen de manera paralela y no divergente como en los individuos Llolleo y en E6FE, aunque las ramas sí se abren a posterior. Es probable que esta sea la causa de la osteoartritis en la ATM de los sujetos Aconcagua y también de los Llolleo: una orientación de los cóndilos mandibulares excentrica a la fosa mandibular de los temporales en el cráneo. La rama mandibular de los individuos E4FE y E9FE se orienta perpendicularmente al eje de la pieza, y sólo en E4FE se nota una escotadura antes de gonion. Tanto E4FE como E9FE exhiben un marcado prognatismo alveolar maxilar, menos pronunciado en la mandíbula, pero que de todas manera configura un perfil prognato, más pronunciado que en los individuos Llolleo. No es posible evaluar este rasgo en E6FE. La cara de ambos individuos Aconcagua en los que esta estructura se ha conservado (E4FE y E9FE) es baja, presenta una nariz ancha y baja, y órbitas semicuadradas y caídas.

Imagen 54: vista craneal de la mandíbula de E7FE

A nivel del cráneo, tanto E6FE como E9FE presentan impresiones ectocraneales, de la a. supraorbitaria en el caso de la primera y de la a. temporal superficial en el caso de la segunda. 105

Difusión A lo largo de la investigación desarrollada en el MHAQ se desarrollaron diversas instancias de difusión de los avances obtenidos: charlas a colegios y otras instituciones que visitaron el museo (Imágenes 55, 56 y 57), y apoyo a la Exposición Itinerante “Conociendo la prehistoria de Quillota” del Círculo de Amigos del MHAQ “Grupo Aspillaga” con la charla “Bioantropología de los primeros pobladores del Valle de Quillota” (Imágenes 58, 59 y 60). En las charlas a estudiantes se expusieron los avances en la investigación obtenidos en relación con el conocimiento de los primeros habitantes de Quillota y sus alrededores, a partir de la investigación llevada a cabo en esta Práctica Profesional, además de generalidades sobre la disciplina bioantropológica y su desarrollo en Chile.

Imagen 55: Charlas ofrecidas a estudiantes de 4º Medio del Colegio Robert and Rose de Quillota que visitaron el MHAQ.

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Imagen 56: Charlas ofrecidas a estudiantes de 4º Medio del Colegio Robert and Rose de Quillota que visitaron el MHAQ.

Imagen 57: Charla ofrecidas a estudiantes de Enseñanza Media del Colegio Valle de Quillota que visitaron los laboratorios del MHAQ.

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Imagen 58: Portada de la Charla “Bioantropología de los primeros habitantes del Valle de Quillota”, ofrecida como apoyo a la Exposición Itinerante del MHAQ

Imagen 59: Charla ofrecida en el Colegio Niño Jesús de Praga de Quillota como apoyo a la Exposición Itinerante del MHAQ

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Imagen 60: Charla ofrecida en el Colegio Francisco de Miranda de Quillota como apoyo a la Exposición Itinerante del MHAQ

La exposición “Bioantropología de los primeros habitantes de Quillota” tomaba como centro el concepto de modo de vida (Constantinescu, 1997-8) para fundamentar la investigación bioantropológica y su trabajo cooperativo con la arqueología; y, finalmente, para orientar la exposición de los avances obtenidos en relación con el perfil biológico, paleopatológico, demográfico y su cruce con la información arqueológica, de los primeros habitantes de Quillota, ejemplificados en la comunidad de Fundo Esmeralda.

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Discusión El sitio Fundo Esmeralda ofrece la posibilidad de analizar las relaciones culturales y biológicas que se dieron entre dos comunidades alfareras de la zona central de Chile: el Complejo Cultural Llolleo y la Cultura Aconcagua, en el curso medio del río Aconcagua. El Complejo Cultural Llolleo se asienta en el Período Alfarero Temprano, y es lógico pensar a partir de la evidencia arqueológica que en él comienzan a gestarse los procesos sociales novedosos que más tarde se registran en la materialidad Aconcagua. No obstante, las comunidades culturales y sus individuos son también entes biológicos, y cada manifestación cultural tiene su correlato en dicha dimensión. En esta investigación se ha intentado reconstruir el modo de vida de la comunidad alfarera inhumada en el sitio Fundo Esmeralda, con una perspectiva diacrónica y comparativa, para entender por una parte, cómo vivían dichos individuos, cómo se relacionaban entre sí, y evaluar si las diferencias materiales que se observan en sus contextos funerarios tienen un parangón en el bagaje genético de los mismos y en su modo de vida. En otras palabras ¿podemos distinguir a las comunidades Llolleo y Aconcagua no sólo a partir de la cultura material, sino también desde su biología y modo de vida? La mayor dificultad que ha enfrentado este estudio es el bajo número de individuos que compone la muestra – lo que hizo infructuoso un tratamiento estadístico de los datos. No obstante, los análisis llevados a cabo han probado ser informativos respecto al perfil biológico (sexo, edad, estatura, ancestría), paleopatológico, dieta, patrones de actividad y relaciones genéticas de los individuos estudiados, demostrando que los factores tafonómicos que tradicionalmente se identifican como los responsables del deterioro esqueletal en la zona central de Chile, la humedad y el trabajo agrícola, no son tan serios como para invalidar estudios bioantropológicos. Se comprende también que cada investigación realizada, ya sea en muestras numerosas o no, pueden incorporarse a una base de datos mayor que luego permita abordar el estudio de la prehistoria de la zona central de Chile a un nivel macroregional y diacrónico. Las conclusiones de esta investigación aún deben ser complementadas con otros estudios y pueden considerarse como hipótesis de trabajo para una aproximación a la bioarqueología de la zona de Chile Central.

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El análisis de los restos materiales recuperados en el sitio (vasijas completas, fragmentería cerámica, líticos, restos óseos zoológicos y malacológicos) ha permitido distinguir a Fundo Esmeralda como un sitio bicomponente, con una ocupación adscribible al Período Alfarero Temprano – el Complejo Cultural Llolleo – y otra al Período Intermedio Tardío, la Cultura Aconcagua. Adicionalmente se ha recuperado en el sitio materialidad adscribible al Complejo Cultural Bato. El patrón de asentamiento de las comunidades Llolleo indica que éstas estarían enterrando a sus individuos en el mismo lugar de habitación (Falabella y Stehberg, 1989), lo que permite distinguir dos funcionalidades del sitio en los momentos de ocupación Llolleo: un área de habitación, de la cual provienen elementos como la cerámica fragmentada, restos líticos, óseos y malacológicos, y una función funeraria, de cuyos contextos se recuperaron la mayoría de las vasijas completas. Se estima que los restos cerámicos y adornos corporales adscribibles a Bato provendrían del área de habitación Llolleo, aunque queda abierta la pregunta de qué rol jugaban allí y cómo llegaron a incorporarse a la misma. En cuanto a la Cultura Aconcagua, su patrón de asentamiento sugiere un área de cementerio distinta a la de habitación (Durán y Planella, 1989), de lo que se desprende que a nivel de esta ocupación se estarían registrando principalmente contextos funerarios. Los enterratorios Aconcagua se caracterizan por poseer una señalización externa que corresponde a un túmulo, de planta circular, ovoidal o elíptica, con un diámetro de entre siete y veinte metros y alturas entre 1 y 1.5 m, agrupados en un número variable. La cantidad de individuos inhumados dentro de cada montículo correspondería a uno o varios sujetos dispuestos en un mismo nivel, o en distintos niveles superpuestos, que sugerirían una reutilización del túmulo a través del tiempo (Durán y Planella, Ibíd.). El análisis de la disposición de los cuerpos en el área excavada permite distinguir al menos tres concentraciones de cuerpos, que han sido denominados Túmulos 1, 2 y 3, por la distribución de los enterratorios Aconcagua (Imagen 61). En el Túmulo 1 se encontrarían inhumados individuos Aconcagua al norte de los enterratorios Llolleo, sin disturbar a estos últimos. Los individuos Llolleo allí depositados, de más profundo a superficial son E8FE, E7FE y E5FE. Los individuos Aconcagua corresponderían a E6FE y E1FE. Fuera de la zona del Túmulo 1 se encontraría E2FE. El segundo túmulo (nº 2) estaría representado parcialmente por E4FE y E9FE, y el tercero (nº 3) por el individuo E3FE, aún no rescatado.

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Área de habitación y enterratorio Llolleo

Túmulo 2

N Túmulo 1

Túmulo 3

Imagen 61: distribución de los individuos en el área excavada de Fundo Esmeralda. Disposición probable de los túmulos Aconcagua.

Al analizar esta disposición de los enterratorios en el sitio surgen interesantes observaciones. En primer lugar, destaca la cercanía de los enterratorios Llolleo y Aconcagua del Túmulo 1, sin que haya una disturbación de los primeros por parte de los segundos. Esto podría sugerir la existencia de un conocimiento, por parte de los Aconcagua, de la zona de habitación y lugar específico de inhumación Llolleo, y la reutilización del mismo para elaborar un túmulo allí y segregar el área como de cementerio. Por otra parte, y ya que se ha sugerido que cada túmulo Aconcagua podría ser ocupado por una unidad familiar particular, es interesante constatar que a partir de la comparación de la morfología craneofacial de los individuos del cementerio, se evidencia una gran similitud entre los sujetos dispuestos en el Túmulo 1, independiente de su adscripción a Llolleo o Aconcagua. Lo mismo ocurre en el Túmulo 2, de manera que los dos Aconcagua de dicho túmulo se diferencian tanto del individuo E6FE del Túmulo 1, como de los Llolleo que le acompañan. Estos datos apoyan la idea de los túmulos Aconcagua como construcciones de uso familiar. ¿Qué significa entonces la similitud morfológica craneofacial y mandibular entre E6FE, mujer Aconcagua y el resto de los Llolleo inhumados en el Túmulo 1? ¿Está indicando una continuidad biológica entre ambas entidades culturales? La reunión de un número mayor de individuos adscribibles a ambos complejos, que conformen un corpus de información bioantropológica más sólido y que permita su análisis con métodos estadísticos, sumado a la aplicación de métodos de medición de biodistancia (aDNA, mtDNA), complementado con un análisis fino de las características culturales de las comunidades estudiadas permitirá avanzar en la resolución de dicha pregunta, fundamental para la prehistoria de Chile Central. A excepción de E11FE (fragmento de coxal y de cráneo; no considerado en los análisis principales), no se recuperaron otros restos de subadulto en el sitio. Se pueden ofrecer dos explicaciones a esta situación: que los factores tafonómicos, principalmente la humedad, hayan contribuido a la pérdida de los esqueletos de niños, o que exista un sector diferenciado para la inhumación de

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subadultos dentro del cementerio, que aún no ha sido descubierto. Esta última opción parece ser la más certera, sobretodo si consideramos los restos de E11FE recuperados y que los esqueletos adultos, aún cuando se encontraban bajo el curso de agua, pudieron ser rescatados. En otros sitios del curso medio del Aconcagua se han recuperado restos de niños (sitio Aspillaga, sitio Arauco), aunque en muy baja frecuencia (Saunier 2007b, Ms). El promedio de edad al morir, cercano a los 30 años, es una observación común a otras comunidades alfareras del curso medio e inferior de la cuenca (Ávalos et al., 2008). Sin embargo, la edad al morir promedio de la muestra masculina, cercana a los 35 años, prolonga la esperanza de vida para este grupo por sobre el caso de las mujeres (cuyo promedio de edad al morir ronda las dos décadas) y plantea una situación interesante: si comparamos estos datos con información obtenida de otros análisis (Gráfico 2. La composición de la muestra utilizada se señala en el pie de página 12) realizados en colecciones del PIT (sitio Escuela de Placilla, La Ligua) se hace patente que la edad al morir se estaría retrasando en las comunidades del Intermedio Tardío (Saunier et al., 2007), versus lo observado en el Alfarero Temprano (Ávalos et a., 2008).La muestra utilizada en esta investigación es de tamaño limitado, por lo que estas observaciones pueden ser espurias, pero las tendencias observadas sugieren hipótesis a tener en cuenta en el futuro. La edad promedio al morir se considera un reflejo de la supervivencia de la comunidad estudiada y de la condición de salud de ésta, de manera que, a una mayor edad al morir, la condición sanitaria de los individuos es mejor. Otra posición sugiere que la presencia de individuos más jóvenes en la muestra esqueletal arqueológica representaría un mayor “ingreso” de individuos a la población, a través de una mayor fertilidad, independiente de la presencia o no de subadultos en el cementerio (Larsen, 1997). En el Gráfico 2 es posible apreciar como la edad al morir se va haciendo más tardía desde las comunidades Bato analizadas hacia las Llolleo, decreciendo luego hacia los grupos PIT y Aconcagua. La única excepción sería el subgrupo correspondiente a las mujeres PIT, que exhiben una edad al morir levemente mayor que la muestra femenina en general. Los riesgos a los que se expone una mujer en edad fértil pueden ser factores importantes en la modulación de la mortalidad femenina, y aunque también despenden del estado de salud de los individuos, pueden fluctuar según las condiciones del medio. El Gráfico 3 y 4 presentan los datos para los mismos grupos culturales separados por sexo. En ambos se nota la misma tendencia, aunque en el caso de las mujeres la edad más tardía se registra en grupos del PIT, y en el caso de los hombres, en Llolleo. Evidentemente la incorporación de un mayor número de individuos a la muestra, sobretodo en el caso de Llolleo y Bato, puede aclarar el panorama respecto de esta situación. Sería interesante también evaluar si la disminución en la edad promedio al morir, como correlato de las condiciones de

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salud de los individuos, tiene algo que ver con los cambios climáticos registrados en la zona hacia el año 1000 dC, que coincide con la aparición de los contextos Aconcagua en la zona (Ávalos et al., 2007; Saunier et al., 2007, Ávalos et al., 2008). Gráfico 2: Edad al morir registrada en diversas muestras del PAT y PIT de la zona central de Chile12 Edad 40 35 30 25 20 15 10 5 0 Bato femenino

Bato masculino

Bato femenino Llolleo femenino FE PIT masculino

Llolleo femenino

Llolleo femenino FE

Llolleo masculino FE

PIT femenino

Bato masculino Llolleo masculino FE Aconcagua femenino FE

PIT Aconcagua Aconcagua masculino femenino masculino FE FE

Grupo

Llolleo femenino PIT femenino Aconcagua masculino FE

Según la información obtenida en Fundo Esmeralda las condiciones de salud de los individuos (a partir del análisis de los indicadores de estrés nutricional) registraban una mejora de la salud desde la infancia a la vida adulta (presencia de líneas de hipoplasia, criba orbitalia e hiperostosis porótica reparadas). No obstante, y sobretodo al comparar los individuos Aconcagua de Fundo Esmeralda y los adscritos al PIT de Escuela de Placilla, hay una diferencia en relación a la edad al morir, más temprana en el caso de la comunidad aquí estudiada, pero que estaría afectando principalmente a la submuestra femenina. Aún es necesario ampliar las investigaciones, y sobretodo ampliar el tamaño de las muestras analizadas, para evaluar el significado de estos resultados.

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La muestra Bato está compuesta por 12 individuos recuperados en el curso inferior de la cuenca del río Aconcagua, provenientes de los sitios El Membrillar 1 (2), El Membrillar 2 (3), Concón 11 (2), Los Eucaliptus (1), Calle 13 (4), en Ávalos et al., 2007 y 2008. Los datos para la submuestra Llolleo corresponden a 2 mujeres rescatadas de El Carrizo 1 (Saunier, 2007 Ms) y Calle Santa Cruz (Ávalos y Strange, 1999). La muestra PIT corresponde a los individuos rescatados en el sitio Escuela de Placilla, adscrita a una comunidad cultural local con influencias Diaguita y Aconcagua. La muestra de Fundo Esmeralda corresponde a FE.

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Gráfico 3: Edad promedio al morir del grupo femenino en comunidades PAT y PIT Edad

35 30 25 20 15 10 5 0 Bato

Bato

Llolleo

Llolleo

Llolleo FE

Llolleo FE

PIT

PIT

Aconcagua FE

Aconcagua FE

Gráfico 4: Edad promedio al morir del grupo masculino en comunidades PAT y PIT Edad

40 35 30 25 20 15 10 5 0 Bato

Bato

Llolleo FE

Llolleo FE

PIT

PIT

Aconcagua FE

Aconcagua FE

La relación entre hombres y mujeres en Fundo Esmeralda da preferencia numérica a los primeros, pero la desproporción entre ambos sexos sólo se haría patente entre los Llolleo (tres hombres versus una mujer). Bien puede esta situación responder a factores azarosos, de muestreo, ya que la posibilidad de una mortalidad diferencial entre uno y otro sexo debiera reflejarse en el cementerio. No obstante es importante tener en cuenta que el embarazo y el puerperio conllevan un aumento de los factores de riesgo en las mujeres de edad fértil, lo que puede conducirlas a una muerte más temprana y al menos una de las mujeres del cementerio muestra evidencias de haber tenido al menos un parto (E9FE).

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La comparación de la estatura ha sido otro punto de análisis interesante en la muestra, entre los individuos Llolleo y los Aconcagua. Si bien este dato fue difícil de obtener, debido a la fragmentación y pérdida parcial de los huesos largos, la información fue suficiente como para establecer comparaciones con comunidades Bato, Llolleo y Aconcagua (ver pie de página 12). La estatura, aunque determinada por las condiciones del medio como determinantes de la salud y nutrición, también depende del bagaje genético de una comunidad. Las poblaciones mejor nutridas expresarán todo su potencial genético en cuanto a la estatura (altura máxima), mientras que en un grupo malnutrido o enfermo los individuos variarán su estatura según la energía de la que su cuerpo dispone (Larsen, 1997). Se observó una coherencia en cuanto a la estatura de los individuos masculinos Bato, Llolleo y Aconcagua, que varía entre 1.60 y 1.62 m. En el caso de las mujeres hay una variación mayor, determinada quizás por el número menor de individuos a comparar de los que se dispone y por la mala conservación de los restos esqueletales. La mujer Llolleo más alta corresponde al individuo rescatado de El Carrizo 1 (Los Maitenes), que mide 1.64 m. El promedio de estatura de las mujeres de Fundo Esmeralda bordea 1.46 m (E9FE, único individuo femenino completo), y es también inferior a lo registrado en la submuestra femenina Bato (1.48 m) y PIT (1.53 m). Puede que esto refleje condiciones de salud y nutrición, pero quizás de manera aún más interesante, puede estar dando cuenta de diferencias genéticas entre las comunidades y a nivel de género. No obstante, la muestra es muy pequeña como para establecer generalizaciones y estas observaciones se mantienen sólo como tendencias dentro de la misma. El estudio de la dieta y la subsistencia es clave para entender condiciones de salud y nutrición de una comunidad, y así acceder a qué factores incidieron en el crecimiento y desarrollo de los miembros de la misma, qué patologías los afectaban y qué diferencias o relaciones sociales estableció la comunidad en relación con el alimento consumido. El indicador macroscópico usado para recabar esta información, en muestras esqueletales, ha sido por excelencia el estado y las características de la dentadura (Larsen, 1997). En la muestra analizada se distinguieron varias características del aparato masticatorio: grado y patrón de desgaste, caries y enfermedad periodontal, líneas de hipoplasia y artritis en la ATM. La interpretación de estos indicadores sugiere que los individuos de adscripción Llolleo del cementerio tendrían un desgaste más severo de la dentadura, probablemente por el consumo de una dieta más dura o abrasiva, mientras que los Aconcagua consumirían una dieta más blanda o menos abrasiva. El patrón de desgaste también muestra diferencias: los individuos Llolleo presentan en su mayoría un desgaste plano en los dientes anteriores y en semicopa o copa en los poscaninos. Entre los Aconcagua inhumados en el Túmulo 1 se observa un desgaste plano en los dientes

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anteriores y en semicopa en los poscaninos, mientras que los del Túmulo 2 exhiben un desgaste plano en toda la dentadura. Larsen (1997) sugiere que el desgaste plano es típico de sociedades cazadoras recolectoras, donde el consumo de alimentos crudos o preparados en morteros de piedra incorpora elementos abrasivos en la dieta que desgastan la dentadura más allá de la simple atrición. Entre los grupos horticultores o agricultores el patrón de desgaste el plano en los dientes anteriores y en semicopa en los posteriores, porque la dieta es más blanda y menos abrasiva, ya sea por la costumbre de ocupar morteros de otro material, como madera, por ejemplo, o por cocer los alimentos. La interpretación del grado y patrón de desgaste observado en los individuos de Fundo Esmeralda sugiere que la comunidad Llolleo estaba consumiendo una dieta hortícola y, probablemente, que aún incorporaba varios alimentos recolectados. El moler los alimentos en morteros de piedra habría incorporado partículas abrasivas a la dieta. Aconcagua estaría consumiendo plantas domesticadas, aumentando probablemente el consumo de carbohidratos, pero el cambio principal se habría producido a nivel de la preparación de los alimentos: por ejemplo, cociéndolos en vasijas cerámicas. Falabella et al. (2006, Ms) indican que se considera que el patrón dietético de los grupos Llolleo se caracterizaría por un consumo generalizado de vegetales silvestres (peumo, cocos de palma chilena, poáceas) y domesticados (quinoa, maíz, calabazas, zapallo), caza de animales terrestres y recursos marinos y de terrazas litorales en la costa. Vásquez (2000, en Falabella et al., 2006Ms) registra un producción más intensiva de harinas, y los análisis de elementos traza confirman el consumo de maíz. De esta manera, los autores caracterizan a los grupos Llolleo como “horticultores con cierto grado de sedentarismo” (Falabella et al., op cit) Entre los grupos Aconcagua se registraría un sistema dietético basado en la horticultura complementada con caza y recolección vegetal y animal, accediendo a recursos disponibles cerca de sus caceríos. Se registran las mismas especies de plantas domesticadas que en los contextos del PAT, aunque la variación de tamaño sugiere un mayor manejo de las plantas. La producción cerámica, con continentes más grandes, respaldaría la idea de mayores cosechas, necesidad de almacenamiento y cocción de alimentos, dada la mejor conductividad de las ollas. Planella (2005) realizó análisis un análisis arqueobotánico de un contexto funerario Llolleo y un fogón Aconcagua, ambos recuperados del sitio Tejas Verdes 4 y 1, respectivamente (desembocadura del río Maipo) para evaluar la presencia de cultígenos en ambos contextos. En la urna Llolleo recuperó restos de molle, quinoa, calabaza y maqui, aunque reconoce que su uso podría no ser necesariamente para el consumo, también podría estar en dicho contexto por una función ritual. No obstante, la presencia de éstos sugiere que los Llolleo ya habían adquirido un conocimiento sobre estos primeros cultígenos. En el fogón Aconcagua aumentó la representatividad del maíz y la quinoa, y aparecen los

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porotos. Estos últimos no pueden ser consumidos crudos, lo que sumado a la alta conductividad de las ollas Aconcagua (Falabella, 2000, en Planella, op cit) estaría indicando una cocción de los alimentos en los grupos Aconcagua. Al complementar estos estudios con análisis de isótopos estables en restos humanos provenientes de los mismos sitios se observó un consumo alto de peces y mariscos, y poca importancia del maíz, mientras que en los individuos Aconcagua la proporción se invirtió y se deduce al aumento del consumo de porotos. De esta manera, se concluye que los grupos Llolleo habrían manejado desde temprano la existencia de los cultígenos como el maíz y la quínoa, que habría un cambio en la funcionalidad de los vegetales registrados (de ritual a consumo) de Llolleo a Aconcagua, y un aumento en la importancia del maíz en la dieta, así como la incorporación de otros alimentos, como los porotos, en los Aconcagua. Este cambio se habría acompañado por una modificación en la manera de preparar los alimentos, incorporándose la cocción en los contextos más tardíos. Estos y otros estudios (Planella y Tagle, 2004) respaldan las observaciones hechas en la colección estudiada. La prevalencia de caries dental y el desarrollo de enfermedad periodontal y abcesos respaldan un cambio en la dieta, de Llolleo a Aconcagua en Fundo Esmeralda, no sólo a nivel de los alimentos consumidos, sino también según la manera de prepararlos. Los individuos Llolleo masculinos (E5FE y E8FE) no presentan caries, lo que podría explicarse por una limpieza mecánica de la dentadura por los elementos abrasivos de la dieta, mientras que la mujer Llolleo (E7FE) presenta severas caries. Esta característica puede dar indicios sobre una movilidad diferencial de los distintos sexos, que permita el acceso a distintos tipo de alimento y al procesamiento de alimentos por parte de las mujeres (p. e., chicha) que exponga su dentadura a sustancias cariogénicas. El patrón de E6FE (mujer Aconcagua) es muy similar al de E7FE, sólo el desgaste es más leve. Se puede interpretar esto como evidencia de que fue en el grupo femenino en el cual se iniciaron los cambios de dieta, como incorporación de alimentos ricos en carbohidratos, como la quinoa o el maíz, o preparación de alimentos de manera que queden blandos y pegajosos13. Esto explicaría la alta prevalencia de caries entre la mujer Llolleo y la Aconcagua. Entre los Aconcagua, una dieta blanda, probablemente por la cocción de los alimentos, estaría generando el desgaste leve y plano de la dentadura, ubicándose las caries dentales en los dientes poscaninos, que siempre son más susceptibles al desarrollo de las mismas por la serie de depresiones que poseen en la superficie oclusal, ideales para la acumulación de alimento y el desarrollo bacterial. La acumulación de restos de comida, dulces y pegajosos en el espacio interdental de los dientes posteriores sustentaría el desarrollo de enfermedad periodontal, caries cervicales y formación de abcesos, observados en los individuos del Túmulo 2. 13

Kelley et al. (1991 en Castro y Aspillaga, 2004) sugieren que la incorporación de alimentos dulces, pegajosos y masticables a la dieta sería el factor determinante de un aumento de la caries dental, no sólo el consumo de alimentos ricos en azúcares.

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En cuanto a los nutrientes que pueden aportar los elementos antes mencionados a la dieta destacan los efectos negativos que puede tener la incorporación del maíz a la misma. Éste es deficiente en los aminoácidos esenciales lisina, isoleucina y triptofano, por ende es una fuente de proteínas muy débil. La niacina además se encuentra poco disponible, lo que también reduce la absorción de hierro. Ciertas técnicas de procesamiento de los alimentos, como remoción de la cáscara de los cultígenos, pueden reducir aún más las propiedades nutritivas de los mismos (Larsen, 1997). Esta situación pudo llevar a la reducción de la estatura en poblaciones que comenzaron a consumir maíz (Larsen, op. cit.) y podría explicar la disminución de la estatura registrada en Fundo Esmeralda y en otras poblaciones del PIT. Las enfermedades carenciales registradas en Fundo Esmeralda, principalmente a través de la hipoplasia del esmalte, criba orbitalia e hiperostosis porótica indican que los individuos Aconcagua, particularmente las mujeres, sufrieron de leves episodios de estrés fisiológico, sobretodo en la etapa de desarrollo (en torno a los tres años) y que ésta se mantuvo, al menos en el caso de E9FE hasta la vida adulta. No se registraron otros indicadores en adultos Llolleo o Aconcagua. La inclusión en la dieta de productos marinos mejora la absorción de fierro en comunidades consumidoras de maíz, aportando una variedad de nutrientes a la dieta. Fundo Esmeralda se encuentra a 23 km de la costa en línea recta y, considerando además los indicadores de desplazamiento que se observan en el desarrollo muscular de los individuos masculinos, es probable que miembros de la comunidad representada en Fundo Esmeralda se hayan desplazado hacia la desembocadura del río Aconcagua a fin de conseguir, intercambiar o comprar, recursos costeros. Se distinguió también un probable uso parafuncional de la dentadura tanto en los individuos Llolleo como los Aconcagua, pero sólo en el Túmulo 1 (E6FE y E7FE). Éste se encuentra relacionado con la alta prevalencia de artritis en la articulación temporomadibular, observada en todos los individuos del cementerio, a excepción de E7FE, y probablemente también se relacione con una pérdida dental simétrica a nivel de los molares en ambas mujeres antes individualizadas, aunque no hay una relación unívoca entre esta característica y el uso de la dentadura como herramienta. En E9FE se registra un desgaste más pronunciado en los dientes superiores que en los inferiores, patrón que para Larsen (1997) podría representar una preparación de los alimentos con la dentadura, ubicando el alimento a preparar entre la lengua y los dientes superiores. Este podría deberse, por ejemplo, a la preparación de chicha, que como se mencionó previamente también debió incidir en la prevalencia de caries. Sin embargo, no toda la osteoartritis en la articulación temporomandibular se explica por un uso parafuncional de la dentadura. Más aún la maloclusión como mordida bis a bis, prognatismo alveolar maxilar, o por pérdida dental antemortem y discordancia entre las superficies articulares del cóndilo

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mandibular y el estrés aplicado a la articulación serían alicientes del desarrollo de artritis en la ATM, al forzar a los individuos a movimientos protruyentes o extremo laterales que generan un tipo de subluxación en dicha articulación. Es importante tener en cuenta la posibilidad de que la discordancia observada entre las estructuras anatómicas que conforman la ATM se deba también a efectos tafonómicos, como deformación post mortem, y no a una variante anatómica. No se observaron claras diferencias de género en cuanto a la nutrición, excepto la prevalencia de caries en la mujer Llolleo y la Aconcagua en el Túmulo 1. Como ya se mencionó, esto puede indicar un consumo mayor por parte de estos individuos de una dieta cariogénica, rica en carbohidratos. Muy ligado con el tema de la dieta y la nutrición se encuentra el análisis de los patrones de actividad. La iteración de la actividad día tras días dejará huellas en el tejido blando y en el óseo, dejando un registro claro en el hueso según la cantidad de presión ejercida sobre la estructura anatómica: anormal por un corto período o normal por un largo tiempo (Merbs, 1983). Una aproximación a los patrones de actividad es el estudio de las modificaciones estructurales (modificaciones no patológicas: carillas articulares accesorias, defectos corticales, entesopatías, hipertrofia muscular), articulares (DJD, OA) y musculares que se observan en el esqueleto (Larsen, 1997). Dado el bajo número de la muestra se ha preferido esta última aproximación a la interpretación de los patrones de actividad, con un énfasis clínico y forense. En base a los indicadores de osteoartritis y el desarrollo muscular se sugiere que los individuos del sitio Fundo Esmeralda tenían un patrón de actividades generalizado, vale decir, no se daban diferencias significativas entre las labores desarrolladas por hombres y mujeres, o según la adscripción cultural de los sujetos. Esto da cuenta además de una cierta continuidad en las actividades dedicadas a la obtención y procesamiento de recursos, entre Llolleo y Aconcagua. Principalmente entre la muestra masculina se documentó la ocurrencia de indicadores de desplazamiento (desarrollo de grupos musculares asociados a la marcha y destinados a mantener la postura erecta), quizás por terreno irregular o escarpado, lo que provocó el hiperdesarrollo de estructuras destinadas a adaptar el pie a la superficie irregular (art. subastrgalina o astrágalocalcánea y art. transversa del tarso; E2FE y E5FE), o el muslo (m. abductores). Esta misma situación sería la causante de una alta prevalencia de osteoartritis en el tobillo (E1FE, E4FE, E5FE, E8FE y E9FE), incluso llegando a producirse subluxaciones de tobillo con desgarro ligamentoso, o microdesgarros en esa articulación que pueden asemejar la osteoartritis antes mencionada. Se notó además una alta coherencia entre el desarrollo de los músculos destinados a la mantención de la postura erecta, e involucrados en la marca, con los individuos que presentaban osteoartritis en la cadera y desarrollo de refuerzos ligamentosos en la misma (E1FE, E2FE, E4FE, E5FE, E8FE y E9FE).

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No obstante, la observación de facetas de acuclillamiento en dos hombres Llolleo (E5FE y E8FE) y tres individuos Aconcagua (dos hombres y una mujer: E1FE, E4FE y E9FE) sugiere que en algunos casos la OA en la cadera y los refuerzos ligamentosos podrían haberse formado por la necesidad de mantener la postura erguida y el equilibrio al estar en cuclillas. Al desarrollo de estas facetas articulares accesorias se suman el desarrollo de osteoartritis en la rodilla (E1FE, E4FE, E5FE y E9FE), expansión de la cara rotuliana del fémur (E1FE y E9FE), exostosis en los cóndilos femorales (E1FE y E5FE) y microporosidad en la cara lateral de la patela (E4FE y E5FE) que se consideran indicadores de una hiperflexión de la pierna sobre el muslo, propio de la adopción de la posición en cuclillas extrema. Sin embargo, la formación de facetas “articulares” accesorias en el borde lateral de las patelas de E1FE (sólo pieza derecha) y E9FE (bilateral) sugiere que estos individuos estaban adoptando una posición en cuclillas intermedia entre la posición extrema y el arrodillamiento, que los llevó a apoyar las rodillas en alguna superficie dura, que generó una faceta de contacto accesoria a través de la piel. Otra posibilidad es que ambos individuos hayan adoptado la posición de meditación (piernas cruzadas y cadera abierta) o de sastre, y ésta les causó dichas marcas, aunque las facetas de acuclillamiento parecen ser indicadores más obvios. La labiación en las articulaciones del tarso también pueden deberse a la necesidad de mantener el equilibrio en posición acuclillada. De esta manera, se sugiere que las mujeres (representadas por E9FE) adoptaban la postura en cuclillas de una manera más constante, en el desarrollo de una actividad estacionaria que pudo incluir el apoyo de las rodillas, mientras que los hombres lo hacían más ocasionalmente, probablemente para descansar, preparar su equipo o los recursos trasladados, entre excursiones. A nivel del miembro superior también se registran indicadores de carga de peso y/o sujeción de elementos pesados o contundentes. El desarrollo de los músculos dorsales, braquiales y de la mano respalda esta hipótesis. No obstante, en los individuos Llolleo en los que se registra este patrón (E5FE y E8FE) están más desarrollados los grupos musculares ligados a la acción de atraer un objeto hacia el cuerpo, o trepar, y la acción de carga de peso contra resistencia a nivel de las manos, mientras que en los individuos Aconcagua se hace más evidente la acción de asir un objeto. Los individuos E2FE, E4FE y E5FE presentan también osteofitosis en las lumbares bajas, un patrón típico de la carga de peso. Llama la atención que no se haya observado un evidente aplanamiento de las clavículas y el desarrollo de osteofitosis en la columna cervical, lo esperable si se sospecha de carga de peso por parte de los individuos estudiados. La hipermovilidad de la articulación del codo se manifiesta en un aumento de la porosidad en dicha estructura en los individuos E4FE, E5FE, E6FE y E9FE. No obstante, en E6FE y E9FE la parte afectada es la art. humerocubital, lo que indica una flexión y extensión del antebrazo sobre el brazo reiterativa, ligada al desarrollo de agujero septal bilateral, hipertrofia de los músculos encargados de la pronosupinación del brazo y antebrazo y flexión/extensión de la mano. Más

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aún, la porosidad en el hombro izquierdo y el desarrollo de los músculos dorsales de E9FE, sumado a las facetas articulares accesorias en las patelas, facetas de acuclillamiento y modificaciones en la rodilla, indicarían que esta mujer desarrollaba labores de molienda. El desgaste de su dentadura sugiere además que E9FE estaba preparando alimento con sus dientes. Otra interpretación que se puede hacer a partir del desarrollo articular y muscular de E9FE, y sobretodo si se considera que la osteoartrits en la art. glenohumeral y el desarrollo de los músculos dorsales es unilateral, es que ella haya estado desarrollando labores agrícolas como las descritas para los Aconcagua: cavando un pequeño hoyo en la tierra con una mano o con alguna herramienta, y depositando en él semillas con otra mano (Durán y Planella, 1989). En el caso de los individuos masculinos se observa una hiperextensión pronunciada de la art. humerocubital, debido a una excavación de la fosa olecraneana y un aumento de la microporosidad a nivel del olécranon. Se asocia esto a la movilidad de la articulación con mucha fuerza, asociada también a la pronosupinación y al desarrollo de agujero septal bilateral en el caso de E4FE. En el caso de E5FE la combinación de estos desarrollos con la hipertrofia de los músculos flexores y extensores del carpo podría tener relación con el hallazgo en su ofrenda de un micromortero, depositado junto a su cadera, y con la práctica de talla lítica. Por último, el desarrollo de un uso parafuncional de la dentadura, observado sobretodo en los individuos E6FE y E7FE se condice con el desarrollo de osteoartritis severa en C2 y C3 en el caso de esta última, vértebras que se osificaron a nivel de las láminas. La osteofitosis se extiende por el resto de su columna vertebral. No está clara la relación entre el uso parafuncional de la dentadura y el desarrollo de osteoartritis en la ATM, pues precisamente E7FE, que presenta las características ya mencionadas, tiene una OA en la mandíbula más leve. Aparte de las patologías dentales y osteoarticulares y mencionadas no se registró la ocurrencia de otras patologías a excepción de genu valgo, una malformación congénita que se arrastró hasta la vida adulta en E1FE, y que no fue factible de distinguirse en otros individuos de la muestra, y el desarrollo de hiperostosis porótica activa en el caso de E6FE y E7FE. Si bien se discute si la hiperostosis porótica y la criba orbitalia son indicadores de anemia (Wapler et al., 2004), se sabe que al menos esta es una de las causas. El hecho de la mayoría de los individuos del cementerio exhiba hiperostosis porótica y criba orbitalia reparada sugiere una mejora en las condiciones ambientales y nutricionales desde la niñez a la vida adulta, y el que éstas se mantengan en E6FE y E7FE indican quizás un tratamiento diferencial hacia ellas, quizás por su género, o por las condiciones que le imponía su actividad. Por ejemplo, de ser

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alguna de ellas una horticultora incipiente, es probable que se haya centrado en un monocultivo que disminuyó, inintencionalmente, la calidad de su dieta. En cuanto a las enfermedades infecciosas, se descartó la presencia de sífilis. No se encontraron evidencias claras de la causa de muerte de los individuos, por lo que se hipotetiza que ésta debió ser causada por alguna patología aguda que no dejó evidencias en el tejido esqueletal.

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Conclusiones El estudio del material bioantropológico recuperado del sitio Fundo Esmeralda ha permitido acercarse al modo de vida de la comunidad allí representada. Este constituye el primer acercamiento bioarqueológico a la prehistoria del curso medio del río Aconcagua, en un intento por integrar la abundante información arqueológica recuperada en la zona desde mediados del siglo pasado hasta la actualidad, con una fuente de información poco abordada: los restos esqueletales humanos provenientes de contextos arqueológicos. Se plantea así la posibilidad de poner a prueba clásicas hipótesis sobre el desarrollo de los primeros habitantes de la zona en relación a su subsistencia, e interrogantes siempre presentes, como las relaciones biológicas y sociales que se establecieron entre las entidades culturales que habitaron el lugar y el eventual surgimiento de éstas en el panorama cronológico cultural de la misma. El sitio Fundo Esmeralda se encuentra emplazado en tierras destinadas al uso agrícola. El daño que pudieron producir estas tareas, incluso a través de la exposición a la humedad de los esqueletos por el transcurso de un canal de regadío junto a la zona de los enterratorios, probó no ser suficiente como para obstaculizar de manera significativa el análisis bioantropológico. El factor que más dificultó las interpretaciones fue el bajo número de la muestra, lo que hizo infructuosa la aplicación de métodos estadísticos en dicha tarea, pero sin duda que este corpus de información es factible de ser luego incorporado a una base de datos más amplia, que permita aproximarse a la prehistoria de la zona central de Chile abarcando un espacio geográfico y temporal más amplio. Por otra parte, esta investigación permitió plantear una serie de explicaciones tentativas a ciertas preguntas fundamentales sobre la prehistoria de Chile Central, como las relaciones biológicas entre las distintas comunidades culturales descritas, factibles de contrastar con una muestra mayor. A partir de los materiales culturales recuperados del sitio en contextos funerarios y habitacionales se pudieron distinguir dos momentos de ocupación, uno adscrito al PAT a través del Complejo Cultural Llolleo, que ha sido fechado en 585 ± 140 dC (E7FE), con un área de habitación y enterratorio; y una segunda ocupación, correspondiente al cementerio adscrito a la Cultura Aconcagua, que cuenta con dos fechados: 980 ± 105 dC (Túmulo 1; E1FE) y 1300 ± 65 dC (Túmulo 2; E9FE). En el material de superficie y del área habitacional se reconocieron también elementos típicos del Complejo Cultural Bato (tembetá, cerámica decorada con pintura roja y hierro oligisto), pero su escasez y relativa descontextualización hace difícil esbozar qué significa su presencia en el sitio. Las investigaciones desarrolladas en la zona demuestran que en el curso medio del Aconcagua los Complejos Culturales Bato y Llolleo habitan espacios cercanos y de manera interdigitada, por lo que sería esperable encontrar en Fundo Esmeralda un área de habitación Bato (Ávalos, 2007)

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Según la disposición de los cuerpos en el área excavada se pudo distinguir la existencia de tres túmulos en el cementerio Aconcagua (ver Imagen 58) cuya visualización externa habría sido destruida por el tiempo y el trabajo agrícola en el predio. El Túmulo 1 se interdigita hacia el sur con el área de habitación y cementerio del Complejo Cultural Llolleo. A partir de los fechados obtenidos, se sugiere que el Túmulo 1 sería más temprano que el Túmulo 2. El Túmulo 3, deducido de la presencia del E3FE al norte de la zona de enterratorios aún no ha podido ser sondeado, y se planifica su futura excavación. En el Túmulo 1 los contextos funerarios Llolleo y Aconcagua se encuentran adyacentes (Ver Anexo 2: Planos del cementerio), estratigráfica y espacialmente, si disturbarse. Esto sugiere que quizás los individuos Aconcagua manejaron cierto tiempo de conocimiento (¿tradición oral?) sobre el lugar de enterratorio de los Llolleo y, aún más interesante, que dispusieron su cementerio en torno a él. También es sugerente el hecho que en la comparación de la morfología craneal y mandibular de los individuos del cementerio la mujer Aconcagua inhumada en el Túmulo 1 sea más similar a los individuos Llolleo, particularmente a la mujer, E7FE, que se encuentra próxima a ella. El uso parafuncional de la dentadura y la pérdida dental antemortem pudo generar cierto grado de semejanza entre ellas a partir de factores ambientales, sin embargo, otras características como la forma de las ramas de la mandíbula y la orientación de las arcadas dentarias tendrían que ver más con sus características genéticas. El estudio preliminar de la ofrenda cerámica de E9FE da cuenta de una influencia Diaguita Inca en la decoración cerámica, respaldada también por las fechas TL obtenidas para uno de sus cacharros. ¿Estaría indicando esto una continuidad biológica entre Llolleo y Aconcagua? ¿Estaría incorporándose un nuevo bagaje genético a la población Aconcagua local con la llegada de nuevas influencias culturales? ¿Quién era E6FE dentro de la comunidad, una adolescente con pocas patologías y marcas de estrés laboral, y con una ofrenda tan abundante, de ocho vasijas? Hasta el momento, los estudios efectuados sugieren una respuesta afirmativa a la primera de dichas interrogantes. No obstante, se precisa ampliar los análisis, utilizando esta pregunta como una hipótesis de trabajo para corroborar esta impresión preliminar. Idealmente, el fechado de parte de la ofrenda cerámica (TL) de E6FE y de sus huesos (C14), y un estudio genético (mtDNA) de los individuos del cementerio sería fundamental para evaluar la transición entre Llolleo y Aconcagua desde la biología de dichas poblaciones. El estudio de los patrones de actividad sugiere una continuidad en la manera de obtener recursos y relacionarse con el medio natural en los individuos Llolleo y los Aconcagua, y un patrón de actividades generalizado en ambos casos. En ambos grupos se aprecian indicadores de desplazamiento por terreno irregular y carga de peso entre los hombres, y de trabajo artesanal, molienda y uso parafuncional de la dentadura entre las mujeres. La posición en cuclillas se documentó en ambos sexos y grupos culturales, y en dos individuos Aconcagua, el desarrollo de facetas de contacto accesorias en las patela sugiere cierto apoyo al

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realizar tareas en cuclillas o en posición de sastre. El grado de desarrollo muscular es pronunciado, y se nota un dimorfismo sexual entre hombres y mujeres, siendo éstas mucho más gráciles. A excepción de los indicadores de práctica de molienda y preparación de los alimentos con la dentadura, no se hallaron otras evidencias musculoesqueletales de prácticas hortícolas incipientes o establecidas descritas para Llolleo y Aconcagua en la literatura arqueológica (Duran y Planella, 1989; Sanhueza, 2004). Sin embargo, a nivel de la dentadura, se documentó un cambio en el tipo y/o preparación de los alimentos. En los Llolleo un alto desgaste dental y la ausencia de caries en varios individuos sugiere el consumo de una dieta dura y abrasiva, probablemente por el consumo de alimentos preparados en morteros líticos que incluían partículas abrasivas a la comida. Entre los individuos Aconcagua, el desgaste más leve y la mayor prevalencia de caries indicaría el consumo de una dieta más blanda y pegajosa, quizás con un mayor contenido de carbohidratos. Es probable, como señala Planella (2005), que hayan estado cociendo los alimentos consumidos, y eso le daba dichas características a los mismos. Las patologías dentales y osteoarticulares, particularmente osteoartritis y osteofitosis, fueron las más representadas en la muestra, lo que indica un modo de vida físicamente demandante para los individuos. Las enfermedades carenciales se encontraron escasamente representadas, reparadas en los individuos adultos, a excepción de las mujeres del Túmulo 1, E6FE y E7FE. Esto podría representar cierto tratamiento diferencial hacia el género femenino en la comunidad representada en el sitio, aunque sus manifestaciones son tan leves que es difícil utilizarlas como evidencia válida. La riqueza de la zona en cuanto a recursos vegetales e hídricos habría permitido a los habitantes del lugar mantener una dieta equilibrada rica en nutrientes. La costa se encuentra a 23 km del sitio en línea recta, por lo que no se descarta que hayan incursionado hacia la zona de Concón (desembocadura del río Aconcagua) para complementar la dieta. En E9FE y E6FE, mujeres Aconcagua, se registraron líneas de hipoplasia del esmalte en los incisivos superiores, ligándose dicha característica con el destete, ya que el evento de estrés fisiológico habría ocurrido hacia los tres años. No fue posible determinar la causa de muerte de los individuos. Dado que no se encontraron huellas de eventos traumáticos, se estima que ésta ocurrió por alguna patología aguda que no dejó marcas en el hueso. No se descarta que los abcesos alveolares observados en algunos individuos hayan podido constituir un factor determinante o hayan tenido incidencia en su deceso. Este primer acercamiento a la bioarqueología de los primeros grupos que habitaron parece dejar planteadas más interrogantes que respuestas. El curso medio del río Aconcagua es una zona muy rica en cuanto a recursos hídricos y vegetales, y siempre se le ha reconocido como tal (Venegas, 2005). Su poblamiento debió ser abundante, y pudo configurarse como una zona de

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frontera entre los desarrollos del Norte Chico y del resto de Chile central. Sin embargo, la arqueología de la zona se encuentra bastante deprimida desde la década de los años ’60, sobretodo si se compara con los trabajos realizados en el curso superior e inferior de la cuenca. Esta zona es fundamental para entender la articulación cultural y biológica de los grupos de las zonas aledañas mencionadas y para precisar las conclusiones que se sugieren sobre las entidades del PAT y PIT de la zona central que se suelen ofrecer a partir de estudios centrados en valles aledaños, como el Maipo – Mapocho, mucho más investigado, y que se extrapolan a toda esta macrozona geográfica. Se espera que las interrogantes que surgen de este trabajo estimulen el desarrollo de nuevas investigaciones en la zona y la continuación y profundización de las líneas de trabajo ya existentes.

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133

Anexo 1: Fichas de registro e inventario FICHA DE INVENTARIO PARA EL REGISTRO DE RESTOS ESQUELETALES SITIO: ____________________________ Nº DEL ENTIERRO: __________________ Nº DEL ESQUELETO: _________________

OBSERVADOR: ________________________ FECHA: ______________________________ Nº DE REGISTRO: ______________________

SITIO: _________________________ LOCALIZACIÓN: ____________________ PERÍODO: ______________________ TIPO DE SITIO: _____________________ RECUPERACIÓN: ________________ DATA: ____________________________ RESPONSABLE: _________________ DEPÓSITO: ________________________ REFERENCIAS: ____________________________________________________________________ _________________________________________________________________________________ _________________________________________________________________________________

RESUMEN SEXO: __________________________ EDAD: ____________________________ BIOTIPO: ________________________ DCI: ______________________________ PATOLOGÍAS: _______________________________________________________________ ____________________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ CONSERVACIÓN: __________________________________________________________________

Procedimiento. 1) Siempre registre su nombre, fecha, hora de inicio y quienes participaron en la manipulación de los restos. 2) Conserve algunos huesos en estado original. Si es necesario, lave el resto. 3) Respalde su trabajo con imágenes. 4) Disponga el esqueleto por lateralidad, lleve a cabo el inventario (gráfico y presencia /ausencia), luego el inventario dental (gráfico y presencia/ausencia) 5) Fotografíe el esqueleto con número de identificación y unidad métrica. 6) Numere o distinga número mínimo de individuos. 7) Deje constancia de la condición de los restos (intactos y sólidos, erosionados y quebrados, chamuscados o cremados, etc.) 8) Lleve a cabo identificación preliminar: edad, sexo, raza y estatura; fundamente y tome fotografías que respalden dichas conclusiones. 9) Lleve a cabo identificación individual: busque pruebas de destreza, cambios patológicos, traumas y anomalías en el desarrollo. Fundamente y tome fotografías que respalden dichas conclusiones. 10) Distinga lesiones y fotografíelas. 11) Identifique probables procesos taxonómicos. 12) Conserve muestras para análisis posteriores. 13) Deje constancia de las muestras guardadas, rotuladas (número, fecha y nombre de quien tomó la muestra.

134

I.

REGISTRO ESQUELETAL. 1) Registro resumido de las piezas esqueletales presentes.

135

Imágenes: Skeletal inventory form guidelines. Arizona State Museum.

Sitio: _______________ Registro: __________ Observador/Fecha: ___________ 2) Registro detallado. a. Cráneo:

136

Parietal: (i) __ (d) __ Lagrimal: (i) __ (d) __ Palatino: (i) __ (d) __ Frontal: ___ Occipital: ___ Osículos: ___ b.

c.

Temporal: (i) __ (d) __ Cigomático: (i) __ (d) __ Nasal: (i) __ (d) __ Maxilar: (i) __ (d) __ ATM: (i) __ (d) __ Mandíbula: __ Esfenoides: ___ Etmoides: ___ Vómer: ___ Hioides: ___ Tiroides: ___ Cricoides: ___

Esqueleto axial: C1: ___ C2: ___ C3 – C6: (#) ___ ___ C7: ___ T1- T9: (#) ___ ___ T10: ___ T11: ___ T12: ___ L1: ___ L2: ___ L4: ___ L5: ___ Sacro: ___ Coxis: ___ Costillas derechas: (#) ___ ___ Costillas izquierdas: (#) ___ ___ Esqueleto apendicular: Escápula: (i) ___ (d) ___ Glenoides: (i) ___ (d) ___ Esternón: (manub) _____ (cuerpo): _________ Ileon: (i) ___ (d) ____ Aurícula: (i) ___ (d) ____ Pubis: (i) ___ (d) ____ Sínfisis: (i) ___ (d) ____ Isquion: (i) ___ (d) ____ Acetábulo: (i) ___ (d) ____ Patella: (i) ___ (d) ____ Húmero: Radio: Ulna: Fémur: Tibia: Fíbula:

(i) __________________ (i) __________________ (i) __________________ (i) __________________ (i) __________________ (i) __________________

Escafoides: _________ ___________ Lunate: _________ ___________ Trapezoide: ________ ___________ Trapecio: _________ ___________ Capitate: _________ ___________ Hamatate: _________ ___________ Triquetal: _________ ___________ Pisiforme: _________ ____________ Metacarpos 1 ___ ___ 2 ___ ___ 3 ___ ___ 4 ___ ___ 5 ___ ___ Falanges Proximales ___ ___ Medias ___ ___ Distales ___ ___ Sesamoideos ___ ___

L3: ___

Clavícula: (i) ___ (d) ___ Xifoides: _____________

(d) ____________________ (d) ____________________ (d) ____________________ (d) ____________________ (d) ____________________ (d) ____________________ Calcáneo: _________ _________ Talus: _________ _________ Cuboide: _________ _________ Navicular: _________ _________ Cuneiforme medial: __________ Cuneiforme intermedio: _______ Cuneiforme lateral: _ _________ Metatarsos 1 ___ ___ 2 ___ ___ 3 ___ ___ 4 ___ ___ 5 ___ ___ Falanges Proximales ___ ___ Medias ___ ___ Distales ___ ___ Sesamoides ___ ___

Clave: 1 = más del 75% presente; 2 = entre el 50 y el 75% presente; 3= entre el 25 y el 50% presente y 4 = menos del 25 % presente. O = ausente Sitio: _______________ Registro: __________ Observador/Fecha: ___________

137

EDAD. 1) Sínfisis púbica. Método: ____________________ Método: ____________________

Estimación: ________________________ Estimación: ________________________

2) Superficie auricular: Método: ____________________

Estimación: ________________________

3) Cierre Sutural Sutura: _____________________ Sutura: _____________________ Sutura: _____________________ Sutura: _____________________ Sutura: _____________________

Estimación: ________________________ Estimación: ________________________ Estimación: ________________________ Estimación: ________________________ Estimación: ________________________

4) Cierre epifisiario Epífisis: _____________________ Estimación: ________________________ Epífisis: _____________________ Estimación: ________________________ Epífisis: _____________________ Estimación: ________________________ Epífisis: _____________________ Estimación: ________________________ Epífisis: _____________________ Estimación: ________________________ Epífisis: _____________________ Estimación: ________________________ ESTIMACIÓN DE EDAD: ________________________________________________ COMENTARIOS: ____________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________________________________ II.

SEXO:

1. Pelvis: Arco ventral: ___________________ Concavidad subpúbica: ___________ Ramo isquipúbico: _______________ Escotadura ciática my: ____________ Surco preauricular: _______________

2. Cráneo: Cresta nucal: _______________________ Proceso mastoideo: __________________ Margen supraorbital: _________________ Glabela: ___________________________ Eminencia mental: ___________________

Estimación: _____________________

Estimación: ________________________

SEXO: _______________________________________________________________ COMENTARIOS: ____________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________________________________ ________________________ Sitio: ____________ Registro: __________ Observador/Fecha: _____________

138

4. DENTADURA:

Imágenes: Skeletal inventory form guidelines. Arizona State Museum.

COMENTARIOS: ____________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________________________________ _____________________________________ Sitio: ____________ Registro: ____________ Observador/Fecha: _____________

139

PATOLOGÍAS ORALES:

Imágenes: Skeletal inventory form guidelines. Arizona State Museum.

OBSERVACIONES: ____________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________________________________ COMENTARIOS: ____________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________________________________ ____________________________________________________________________________________ Sitio: ____________ Registro: ____________ Observador/Fecha: _____________

140

ANEXO PARA TRABAJO EN TERRENO SITIO: ____________________________ Nº DEL ENTIERRO: _________________ Nº DEL ESQUELETO: _______________

OBSERVADOR: ________________________ FECHA: ______________________________ Nº DE REGISTRO: ______________________

SITIO: _________________________ LOCALIZACIÓN: ____________________ PERÍODO: ______________________ TIPO DE SITIO: _____________________ RECUPERACIÓN: ________________ DATA: ____________________________ RESPONSABLE: _________________ DEPÓSITO: ________________________ REFERENCIAS: ______________________________________________________________ ___________________________________________________________________________ _________________________________________________________________________________ RESUMEN SEXO: __________________________ EDAD: ____________________________ BIOTIPO: ________________________ DCI: ______________________________ PATOLOGÍAS: _______________________________________________________________ ____________________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ CONSERVACIÓN: __________________________________________________________________

ESTRATIGRAFÍA Y TERRENO

Dibujo nivel:

NIVEL: _______________________ ESTRATO (Desc.): ______________ ______________________________ ______________________________ UBICACIÓN EN SITIO: ___________ ______________________________ ______________________________ Dibujo ubicación

Sitio: _______________ Registro: __________ Observador/Fecha: ___________

141

CARACTERÍTICAS DEL ENTERRATORIO: Tipo de enterratorio: Tipo de depósito

[ ] Individual [ ] Múltiple

[ ] Nº de individuos

[ ] Primario [ ] Secundario [ ] Disturbado

Funebria

[ ] Estructura funeraria [ ] Tratamiento postmortem [ ] Ofrenda / Ajuar [ ] Elementos asociados

_______________________ _______________________ _______________________ _______________________ _______________________ _______________________ _______________________ _______________________ _______________________

Orientación y disposición del esqueleto Cabeza: ___________ Pies: _____________ Cara: _____________ Manos: ____________ Piernas: ___________ [ ] Flectado

[ ] Hiperflectado

[ ] Estirado [ ] Decúbito _______________

Observaciones: _______________________________ ____________________________________________ ______________________________________________ ______________________________________________ ______________________________________________ ______________________________________

Conservación [ ] Desarticulado [ ] Articulado [ ] Disturbado

Factores tafonómicos: ______________________ ________________________________________ ________________________________________ ________________________________________ ________________________________________

Observaciones: _______________________________________________________________________________ _______________________________________________________________________________ _______________________________________________________________________________ _______________________________________________________________________________ _______________________________________________________________________________ _______________________________________________________________________________ _______________________________________________________________________________ _______________________________________________________________________________ __________________________________ Sitio: _______________ Registro: __________ Observador/Fecha: ___________

142

Anexo 2. Plano del Sitio Fundo Esmeralda

143

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