MoCaSE VC: La lucha por la tierra en Santiago del Estero (Argentina)

May 22, 2017 | Autor: Juan Mascaró | Categoría: Documentary Cinema, Slavoj Žižek, Reforma Agraria, Cine documental, Lucha Por La Tierra, Mocase
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Descripción

EL MOCASE Y LA LUCHA POR LA TIERRA EN SANTIAGO DEL ESTERO, APUNTES PARA UN DOCUMENTAL EN PROCESO Por Juan Mascaró (2005) Junto a un colectivo documental estoy realizando un trabajo junto al MoCaSE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero) que lleva un poco más de dos años y que ha dado frutos (una serie de cortometrajes documentales) surgidos del caminar en dirección a un largo documental (esa fue la idea original). Estas son algunas reflexiones motivadas por lo que ya ocurrió y lo que viene en este camino. El trabajo se propone determinar el vínculo con el espacio habitado por las comunidades campesinas de la zona centro de la provincia de Santiago del Estero, a partir de un breve recorrido histórico y del concepto “multiculturalismo” (Zizek, 1998, p 171). La investigación se enfocará sobre las comunidades campesinas de Quimilí, Pampa Pozo, Tintina y Pampa Charquina pertenecientes al MoCaSE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero), una organización que lleva más de una década luchando por los derechos de los pequeños productores familiares y que está integrado por 16 000 familias. Una serie de comentarios registrados a partir de entrevistas realizadas entre marzo de 2002 y noviembre de 2004 dan cuenta de distintas expresiones de los campesinos en torno al problema de la tierra y su forma de considerarla. La presente investigación se desarrollara a partir de la lectura de material bibliográfico, que encontrará complemento en las entrevistas realizadas en las comunidades nombradas, aplicando la masa de información recabada a un propuesta de realización documental.

Hay dos variaciones posibles para la infame declaración de Joseph Goebbels: “cuando oigo la palabra cultura, busco mi pistola”. Una es “cuando oigo la palabra cultura busco mi chequera”, pronunciada por el cínico productor cinematográfico del filme Mepris (El desprecio) de Godard, y la inversa, izquierdista e iluminada, “cuando oigo la palabra revolver busco la cultura” (Slavoj Zizek Multiculturalismo o la lógica cultural del capitalismo multinacional)

INTRODUCCION En nuestro tiempo, el capitalismo casi no tiene necesidad de una violencia en los términos en que se la consideró durante las primeras décadas del siglo XX, reemplaza la violencia con la disciplina, una forma más económica y subterránea de la imposición. Más acá el mercado realiza la tarea de destruir la cultura (“cuando oigo la palabra cultura busco mi chequera”) con una efectividad asombrosa. Al contrario de lo expresado por Zizek, la respuesta progresista pareció históricamente encaminada a buscar el revolver cuando la derecha lo buscaba y a quedarse sin armas para la batalla cultural que la estrategia tardía del capitalismo propuso: la proposición posmoderna de la no-ideología, poniendo el acento en una lógica económica “objetiva”, despolitizada, dejando atrás las pasiones políticas “irracionales e inmaduras” (la lucha de clases, por ejemplo) para dar paso al pragmatismo y la negociación, como modo de enmascarar las relaciones de producción imperantes. Es en ese marco que tiene sentido rescatar la propuesta del MoCaSE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero), una organización que apuesta a su propio crecimiento a partir de una construcción de base, democrática y participativa, por fuera de las estructuras partidarias o sindicales tradicionales. En cuanto a la producción teórica, existen por lo menos dos textos que revisan los conceptos de tierra y territorio desde una perspectiva histórica. Uno es Renato Ortiz, (1996) en Otro territorio, Buenos Aires, Universidad de Quilmes. Desde la sociología de la cultura, Ortiz introduce la necesidad de

diferenciar las lógicas unificantes de la globlalización económica de las que mundializan la cultura. Pues sostiene que esta ultima no opera desde un afuera sobre esferas dotadas de autonomía como lo nacional o lo local. "La mundialización es un proceso que se hace y deshace incesantemente. Y en ese sentido seria impropio hablar de una "cultura-mundo" cuyo nivel jerárquico se situaría por encima de las culturas nacionales o locales. El proceso de mundialización es un fenómeno social total, que para existir se debe localizar, enraizarse en las prácticas cotidianas de los hombres". (Ortiz, 1996, p 105) El otro, Slavoj Zizek, “Multiculturalismo o la lógica cultural del capitalismo multinacional” incluido en una compilación llamada Estudios Culturales, reflexiones sobre el multiculturalismo, editada en Barcelona en 1998. El resto de los textos escritos sobre el tema se limitan a un recorrido histórico por los conflictos más sobresalientes del campesinado y los obreros rurales a nivel nacional, ni siquiera focalizando la cuestión en la provincia de Santiago del Estero, salvo Dargoltz, Raúl E. “El movimiento campesino de Santiago del Estero” en Taller Vol.2 No. 4, Santiago del Estero, Agosto de 1997, texto en el que, sin embargo, solo se recorre la historia del movimiento y de algunas caracterizaciones que no incluyen los conceptos de tierra y territorio. Por el lado de la producción audiovisual, se destacan históricamente una serie de trabajos, tanto del género documental como de la ficción, realizados en torno al problema de la tierra y el campesinado, desde diversas ópticas y contextos. La Línea General (o “Lo viejo y lo nuevo”, 1929) de Sergei Eisenstein, trata el tema de la política del Partido Comunista acerca de la colectivización de la agricultura soviética, cuya historia de rodaje (interrumpida varias veces por la urgente reafición de “Octubre”, 1927) deja bastante de lado los trucos de cámara que habían caracterizado el cine del realizador hasta ese momento y apela a métodos simples de filmación directa, de cuidada composición y utilizando actores no profesionales. La tierra, de Aleksandr Dovchenzo (1930), está inspirada también en la colectivización de tierras en la Rusia soviética. En ella, un grupo de jóvenes campesinos de una aldea ucraniana desean comprar un tractor y los kulaks (pequeños propietarios) temen por la unidad y el crecimiento del grupo. Uno de ellos mata al joven comisionado aldeano y se desencadena el conflicto, que finalmente transforma el tema de coyuntura en una interesante visión sobre la vida y la muerte, expresada a través de un marcado lirismo. Las Hurdes: tierra sin pan de Luis Buñuel (1933), se enfrenta al espacio que la región de Las Hurdes había ocupado en el imaginario español a partir de viajes "paternalistas" que ocultaban el atraso y la miseria de la comarca y al proyecto de "civilizar" la región por parte de la Iglesia, la escuela y el Estado moderno. Para generar esa visión crítica, sin embargo, Buñuel se hace de las herramientas más clásicas del documental expositivo: una voz en off que “cuenta” la verdad.

Tierra de España de Joris Ivens (1937), cuyas imágenes le deben mucho, por un lado, a la experiencia anterior del realizador en el campo del documental etnográfico, y por otro a la enorme influencia de la escuela soviética. Las vistas de las inmensas extensiones de la meseta castellana se alternan con imágenes de la actividad de los campesinos y escenas de la vida cotidiana en la localidad de Fuentedueña, en el contexto de la batalla en el frente de Madrid de la guerra civil (1936-39) Más cerca, la mayoría de los trabajos documentales realizados en la última etapa de la vida social y política argentina han reflejado fenómenos urbanos o suburbanos, como la toma y control obrero de fábricas, las asambleas vecinales o las experiencias de los movimientos de desocupados en la periferia de los grandes centros metropolitanos. El mundo rural, sus necesidades, la voluntad por construir una realidad radicalmente diferente en el marco de los conflictos por la tierra, constituyen un fenómeno singular, no por eso lejano al resto de las luchas, pero aún inexplorado como resultante de un primer impulso de trabajos documentales luego de diciembre de 2001. A partir del 2003, una serie de trabajos, que podrían ubicarse bajo el mote de “videoinformes” dan cuenta de algunos conflictos aislados y recogen el fenómeno de la organización comunitaria, sobre todo a partir de entrevistas filmadas con integrantes de movimientos campesinos en Misiones, Córdoba, Mendoza y Santiago del Estero. Grupos y realizadores independientes se incluyen en esta serie.

El documental “CAMPESINOS” (52 minutos), de Miguel Magud está centrado en las organizaciones campesinas MoCaSE (Santiago del Estero) y APENOC (Córdoba), el corto fotodocumental “MOCASE” (5 minutos) de Marcelo Otero, Eleonora Menutti y Juan Mascaró, introduce información de contexto sobre la lucha por la tierra en el MoCaSE, “Sólo se escucha el viento” (21 minutos), de Alberto Fernández Moujan describe los efectos de la tala indiscriminada en la zona del Chaco. Sobre una cuestión comunicacional vinculada al MoCaSE como son las radios campesinas de Tintina y Quimilí, existe un trabajo documental (15 minutos) realizado por un grupo documental de FM La Tribu, que colaboró en la instalación de las emisoras y el corto documental “Sacha

Huayra, una experiencia de comunicación comunitaria” (10 minutos) de Juan Mascaró y Marcelo Otero. Por último, “Viaje a la tierra de los Sin Tierra” (60 minutos), del colectivo AmXR Mediactivismo avanza sobre la experiencia del MST (Movimiento sin Tierra) de Brasil, para muchos una suerte de madre de las organizaciones campesinas en América Latina. LA LUCHA POR LA TIERRA: DEL DESEO A LA POLITICA Desde el comienzo, la conformación del MoCaSE se vinculó a una noción del espacio y sus límites, de la extensión. Raimundo Gómez, uno de los fundadores del MOCASE explica en forma muy particular el inicio de la organización y las motivaciones que lo movieron a participar activamente. “Yo busque... o sea, hay un horizonte allá lejos. Yo tenía la esperanza de llegar ahí… Pero para que buscaba eso, con fin de que. ¿Que buscaba llegando al horizonte? ¿Un paraíso, un algarrobo, una camioneta? Nadie sabía que buscaba yo. Pero sí yo sabía que buscaba. Yo buscaba la felicidad, y la felicidad de mis compañeros, de mi pueblo, y de mi barrio...” (Dargoltz, 1997, p 166). La expresión “felicidad” está en las entrevistas siempre cerca de la palabra “vida” y juntas son repetidas infinidad de veces cada vez que se habla de la tierra. Gabriel, integrante del MoCaSE (Quimilí) aporta, también, una concepción de “uso” de la tierra, al comentar: “Hay muchas familias que tienen, ponele que tengan 500 hectáreas y hay 10 familias, conozco muchos casos, y conozco también empresarios que tienen de 15000 a 20000 hectáreas de tierra y es una sola familia. Yo les pregunte varias veces para que quieren tanta tierra, y dicen que es para dar progreso a la gente. Compran, y a las familias que están adentro los sacan como animales. Algunos, más violentos, les matan los animales. También hubo compañeros baleados. ¿Por qué?, Estamos defendiendo nuestro derecho. Es defender el territorio. Porque la tierra es vida para los campesinos.” (Entrevistas Otero, Mascaró, Menutti, 2002-2004) La lucha por la tierra en Santiago del Estero excede la experiencia del MoCaSE pero encuentra en esta organización su herramienta más útil y efectiva. La idea de una tierra que no debe ser comprada ni adquirida, “que siempre fue” impone para muchos de los campesinos entrevistados una mirada acerca del terrateniente como alguien que se está interponiendo entre la tierra y ellos, distinto en ese sentido a la instancia de toma de conciencia que se pensó históricamente desde el marxismo para el trabajador urbano (el obrero industrial, por ejemplo) donde la liberación pasaba por romper con la tradición de la relación de poder imperante, un proceso que podría sintetizarse con la frase: lograr que el obrero comprendiera que la fábrica es de él. Aquí tal proceso no existe, pero existen tensiones resultantes de la conveniencia económica. María explica que algunos campesinos decían: “…yo me voy a poner del lado del terrateniente porque el terrateniente me va a pagar… voy a trabajar una semana - pero aclara - tenemos que ver que ese terrateniente viene, sí, me va a dar trabajo y voy a trabajar y voy a ganar mi plata… pero mientras tanto, nos van cagando porque nos van quitando las tierras.” (Entrevistas Otero, Mascaró, Menutti, 2002-2004)

A diferencia del concepto territorial de algunas comunidades originarias , la tierra es incorporada desde una dimensión productiva (aunque alejada del concepto de explotación industrial que sustentan las empresas que ejercen, por ejemplo, el monocultivo de soja en amplias regiones del sur de la provincia, dejando la tierra inutilizable por años). Es un concepto fuertemente ligado a una historia signada por el despojo: “El modelo agro exportador que rigió durante un siglo la vida económica de la Argentina consagro el desequilibrio estructural entre la región del puerto y del litoral y las provincias empobrecidas del interior, condenadas al atraso y estancamiento. (…) Lejos de revertir esta situación el proceso de industrialización del país, al asumir la característica de sustitución de importaciones de bienes de consumo, privilegió como forma de localización de industrias la proximidad de los mercados consumidores, por sobre el origen de los insumos (…). La inserción en esa economía agro exportadora la realizó la provincia de Santiago del Estero a través de la explotación forestal destructora de más de 10 millones de hectáreas de bosques vírgenes. Los ferrocarriles ingleses y franceses necesitaban de los durmientes extraídos del quebracho colorado santiagueño para reemplazar los de metal originariamente utilizado. (Dargoltz, 1997, p 154) La tierra es menos una posesión que un espacio de contención y desarrollo amplio, que otorga bienestar ahora y siempre, un espacio por el cual es preciso, preferible, luchar. María concluye: “No queremos patrones, queremos trabajar nosotros las tierras, y esas tierras que queden para nuestros hijos, para nuestros nietos, y los que vengan después…” (Entrevistas Otero, Mascaró, Menutti, 2002-2004)

De esta forma y a partir de los desalojos compulsivos de tierras que se vienen dando cada vez con más fuerza, el panorama se presenta muy alejado de la idea de la tierra como algo que hay que “tomar” o “ganarse”: “Antes nadie nos molestó. Hace como cinco años comenzaron a venir unas personas que decían: ¡Nosotros aquí somos dueños de estos campos! Queremos que nos reconozcan y que ustedes cuiden los campos. Mas adelante apareció otro. Este ya vino con la policía. Nos intimaba, quería que paguemos por haber vivido tantos años en estas tierras” (Dargoltz, 1997, p 158) comenta “Chuca” Ledesma, de Los Juríes. En esta instancia interviene el carácter esencialmente ideológico de la experiencia, que toma como punto de partida esta necesidad vital, la desplaza al campo de la crítica universal al modelo de sociedad que género la ausencia de derechos territoriales y comienza a poner en tela de juicio el concepto de propiedad privada. “La lucha por la hegemonía ideológica y política es siempre, por lo tanto, la lucha por la apropiación de términos que se sienten espontáneamente como apolíticos, como si trascendieran las fronteras políticas” (Zizek, 1998, p 142) Cabe preguntarse si en el caso del MoCaSE y muchas otras organizaciones sociales en América Latina puede hablarse de búsqueda de la “hegemonía” política. De todas formas, Zizek realiza un aporte sustantivo a este mecanismo siempre presente en la luchas políticas, habla de la “articulación del deseo” agregando que “en cierto sentido la ideología no es sino el modo de aparición, la distorsión o el desplazamiento formal de la no-ideología” (Zizek, 1998, p. 140), La idea de “zona liberada” por la política tradicional esta muy ligada a este desarrollo más libre de un aprendizaje político que se distancia de las estructuras tradicionales. Refiriéndose a los inicios del movimiento, Dargoltz refiere que “Los pobladores (…) comenzaron a organizarse y formaron comisiones de trabajo y de resistencia. Y también despertaron de golpe a la política, pues ni los punteros locales ni el gobernador de la provincia, que nunca los recibió, se preocupaba por la suerte de estas 39 familias” (Dargoltz, 1997, p 161). Una serie de fenómenos, como el conocimiento y contacto directo de la gran mayoría de los integrantes del movimiento con otros procesos de lucha del país y del mundo o las discusiones sobre el rol de la mujer en las luchas y la vida cotidiana tienen que ver con este proceso. Podrían distinguirse entonces, de un modo un tanto simplificador, dos instancias en el proceso: 1. la aparición de una resistencia a las condiciones de producción instauradas por el capital (siguiendo la idea de que poder y contrapoder se generan mutuamente) 2. la organización de esa resistencia como vehiculo de lucha por la modificación de esas condiciones de producción. En toda la provincia, la confrontación entre los campesinos que ocupan las tierras y los terratenientes que dicen ser sus dueños asume formas similares. El terrateniente llega a la zona con títulos de propiedad de las tierras (falsos o

adquiridos en otra parte) y exige a la familia campesina que abandone el lugar. Durante muchos años, el campesino veía ante sí a un enemigo demasiado poderoso, que contaba no sólo con dinero sino con el apoyo de los jueces y de la policía. El trabajo del MOCASE en la concientización de los campesinos ha sido decisivo y cada vez son menos los que ceden a las presiones y aceptan la negociación individual. En muchas ocasiones, ante el fracaso de estos intentos, los terratenientes acuden a la fuerza, con herramientas proporcionadas por el poder judicial y el aparato represivo de la Provincia. Desde la carpa negra, levantada el 12 de octubre de 1998 en el paraje La Simona, existen hoy en toda la provincia 12 carpas de resistencia. La dura represión de que han sido objeto los campesinos no ha conseguido quebrantar la voluntad de lucha de las comunidades.

El siguiente “dialogo”, registrada a la entrada de un campo “recuperado” por el MoCaSE, entre un oficial de policía y un campesino del MoCaSE describe en alguna medida el modus operandi de las fuerzas del orden en la provincia. “Oficial Beliz: Buenas Noches, veníamos hasta la casa a dejar cosas. Rosendo: Nosotros tenemos previsto no dejar pasar más a nadie. Anoche ha pasado, pero ahora no dejamos pasar más a nadie. Oficial Beliz: Bueno, muchachos, eh... Rosendo: Perdone, pero la cosa es así. Esto es bien claro. Oficial Beliz: Yo quiero aclarar que vengo por mi cuenta. Rosendo: Muy bien, eso es todo lo que podemos decir. No hay más pasada para nadie. Aquí estamos todos. La gente que ha vendido el campo acá no tiene más nada que ver. Han vendido, bueno. Sabrán lo que tienen que hacer. Acá estamos nosotros al frente. Así de claro... Así que usted piense, compañero Beliz... Oficial Beliz: No, si esto no tiene que ver con mi trabajo, yo he venido, caballeramente, con respeto... a hablarles. Este no es mi trabajo. Yo termino mi

horario de trabajo y yo tengo mi rebusque, como tiene todo el mundo, yo no vengo por mi trabajo. Rosendo: Si, así nos rebuscamos todos, pero no ser intruso, en esta forma de hacer venta trucha. ¿Me entiende? Así es Don Beliz... No vaya ser que usted también ande pagado, diciéndoles "Le damos tanto y..." Oficial Beliz: Noooo... por favor. Rosendo: Siempre va a haber respeto. Siempre que ande de día también. Porque a esta hora que sabemos quién está en el auto. A lo mejor andan unos delincuentes. No sabemos. Nosotros estamos aquí, firmes, y vamos a estar firmes toda la vida. (...) Que vengan los que han comprado, no ellos. Ellos no tienen nada que hacer aquí, que vayan a donde quieran, adonde Dios los manda. Píenselo, aquí no pasa más nadie. Nosotros sabemos respetar pero cuando no respetan. Nuestro sonido, tiene una voz que a veces nadie le hace caso pero va a responder... va a responder. Oficial Beliz: Bueno, muchachos, disculpen el haber molestado...” (Entrevistas Otero, Mascaró, Menutti, 2002-2004) Luego de aquella “charla”, la retirada del oficial se festejó como un triunfo, pero lo peor estaba por venir: las topadoras no tardarían en llegar. Algunas batallas se han ganado y otras no pero esa es la constante de la lucha campesina en la provincia. Ñato Gómez explica porque los policías vienen de civil a expulsar a los campesinos, relatando que “…en todo esto hay un aliado político de Juárez, es el alcahuete máximo de Juárez. Ese maneja la policía, maneja todo. Si este le dice a los milicos: "Chavo, acompáñale a los changos", los milicos vienen con los peones, sino a estos dos (por peones que malvendieron el campo), nadie les va a dar pelota. (...) Todos están ligados. Todos. Abogados, jueces, los agrimensores. Todos son la misma cosa. (Entrevistas Otero, Mascaró, Menutti, 2002-2004) MULTICULTURALISMO Zizek distingue dos instancias del capitalismo que son en principio complementarias, pero hoy se hallan en tensión y, hasta cierto punto, contrapuestas, por tratarse de un periodo histórico de frontera entre ambas: . La del Estado - Nación, con la consecuente idea de intercambio económico y cultural entre estados soberanos e imperialistas con sus colonias. . La era del capitalismo global, que “rompe la oposición estándar entre metrópolis y países colonizados. (…) y trata a su país de origen como otro territorio que debe ser colonizado” (Zizek, 1998, p. 170). Esta es la situación vivida hoy entre las comunidades campesinas santiagueñas y las empresas sojeras. Pero ¿Por qué esto dista de ser una “convivencia pacífica”?. Si el estado nación cerraba fronteras y desplazaba o integraba coercitivamente minorías en su objetivo de generar una identidad fuerte, la empresa global opera desde una forma de racismo negada, incluye al otro de forma condescendiente, manteniendo una distancia que “se hace posible gracias a su posición global privilegiada”. (Zizek, 1998, p 170)

Zizek llama a esto multiculturalismo. “La forma ideal de la ideología de este capitalismo global es la del multiculturalismo, esa actitud que, desde una suerte de posición global vacía trata a cada cultura local como el colonizador trata al pueblo colonizado (…) El respeto multiculturalista por la especificidad del “otro” es precisamente la forma de reafirmar la propia superioridad.” La conclusión a la que llega Zizek es que “la coexistencia híbrida de mundos culturalmente diversos es el modo en que se manifiesta la problemática opuesta: la presencia del capitalismo como sistema mundial universal” (Zizek, 1998, p.175) El multiculturalismo es entonces la nueva estrategia de dominación. Muchas “minorías” (étnicas, sexuales) caen así en la trampa del bienestar: sentirse cómodos en un sistema que los generó como tales. Este mecanismo de adaptación necesita el paso previo del individuo o el grupo por la instancia histórica anterior, la del estado – nación. Hegel describe esta progresiva adaptación al medio a partir de los conceptos de comunidad orgánica primordial y secundaria: “ en principio, el sujeto esta inmerso en la forma de vida particular en la cual nació (la familia, la comunidad local); el único modo de apartarse de su comunidad orgánica primordial, de romper los vínculos con ella y afirmarse como un individuo autónomo es cambiar su lealtad fundamental, reconocer la sustancia de su ser en otra comunidad secundaria, que es a un tiempo universal y artificial, no espontánea sino mediada, sostenida por la actividad de sujetos libres independientes. Así hallamos la comunidad local versus la nación; una profesión en el sentido moderno del termino (un trabajo en una compañía grande, anónima) versus la relación personalizada entre el aprendiz y su maestro artesano; (…) academia versus la sabiduría tradicional transmitida de generación en generación, etc.” (Citado en Zizek, 1998, p 165). Si bien Hegel no completa el camino de la dominación hacia la posmodernidad, deja claras las condiciones de un espacio vacío que luego llena el marcado a través de la “aldea global”. Las teorías según las cuales el atraso, el primitivismo, la falta de modernidad (entendida en los términos de los países dominantes) estaban encarnadas en el componente aborigen y eran las causas de la desigualdad de desarrollo, se han trasladado a la visión del campesinado en algunas regiones de America Latina. Estos grupos son también desplazados por un proyecto de estado nación que no lo contempló y sigue sin hacerlo. EL ESPACIO TERRITORIAL EN LA POSMODERNIDAD Tierra es extensión. La respuesta a la pregunta ¿Cómo ocupar el espacio? define una serie implícita o explícita de opciones ideológicas. Zizek trabaja esta idea a partir del ejemplo del ciberespacio (concepto absolutamente ligado a la posmodernidad) para manifestar que el impacto “no deriva directamente de la tecnología sino que depende de la red de relaciones sociales, es decir, la forma en que la digitalización afecta nuestra propia experiencia esta mediada por el marco de la economía de mercado globalizada del capitalismo tardío.

Con frecuencia, Bill Gates ha celebrado el ciberespacio, considerando que este abre la posibilidad de lo que él llama un capitalismo libre de fricción” (Zizek, 1998, p. 154) Esta concepción es complementaria del recorrido que Marx trazo acerca de la disposición material de un emplazamiento (fabrica, por ejemplo) del capitalismo del siglo XIX, en este caso se “materializa directamente la relación de dominación capitalista. El trabajador aparece como un mero apéndice subordinado a la máquina que posee el capitalista. Al contrario, el ciberespacio se presenta como un espacio no definido, abstracto, libre de “fricción” (en el sentido de borrar la relación de clase entre quienes intervienen en ese espacio, y el conjunto de decisiones políticas que lo hacen funcionar). LAS RETOMAS Y LA “SUSPENSIÓN DE LA LEGALIDAD” “En oposición al centro liberal que se presenta a sí mismo como neutral y post ideológico respetuoso de la vigencia de la ley, debería reafirmarse el antiguo tópico izquierdista acerca de la necesidad de suspender el espacio neutral de la ley. (…) Tanto la derecha como la izquierda tienen su propia forma de considerar la suspensión de la ley, teniendo en cuenta un interés más alto o más importante. (…) La derecha (…) como un sacrificio doloroso que se hace por el bien de la nación (…) la izquierda (…) suspende el marco moral abstracto o – parafraseando a Kierkegaard – realiza una suspensión política de la ética” (Zizek, 1998, p. 184)

En la medida en que también ser neutral implica asumir una postura “… la persona de izquierda no viola simplemente la neutralidad imparcial liberal, lo que alega es que no existe tal neutralidad. (…) El cliché del centro liberal es que ambas suspensiones (…) apuntan, en definitiva, a lo mismo, a la amenaza totalitaria a la vigencia de la ley. La consistencia de la izquierda estriba en

mostrar que, por el contrario, cada una de las dos suspensiones sigue una lógica distinta. Mientras que la derecha legitima la suspensión de la Ética desde una postura antiuniversalista (…) en la perspectiva de izquierda aceptar el carácter radicalmente antagónico (político) de la vida social (…) es la única forma de ser efectivamente universal.” (Zizek, 1998, p. 185) En este punto, lo legal y lo legitimo se disocian y las “retomas” (recuperación de los campos desalojados) implican causas penales para muchos de los campesinos que participan en ellas. Dargoltz, en su referencia al movimiento campesino en la provincia incluye las distintas variantes de la lucha en una visión de conjunto: “La defensa legal, como la extrajurídica, se hizo sobre la base de la consigna sesentista, pero de plena vigencia en Latinoamérica: la tierra es de quien la trabaja” (Dargoltz, 1997, p 161) “La tierra para quien la trabaja” es, como dice Dargoltz, una reivindicación histórica, pero tiene sentido aclarar que en Santiago del Estero, a diferencia de, por ejemplo, el Chaco con las Ligas Agrarias en los 70, no hay antecedentes de lucha de los pequeños productores y el campesinado. Esto confiere a la experiencia organizativa un carácter novedoso que, sin embargo, retoma otras experiencias en varios sentidos. a. en el eje temporal – histórico a partir de viejos militantes que se han integrado o han tenido interacción con el movimiento b. en el eje transversal - contemporáneo a través de un fluido intercambio de base con organizaciones como el MST (Movimiento sin Tierra) de Brasil, la Vía Campesina y varios MTD (Movimientos de Trabajadores Desocupados) en el Gran Buenos Aires,

EL SINTOMA A partir del concepto hegeliano de “síntoma” (Citado en Zizek, 1998, p 176) queda demostrado que la exclusión social en la sociedad moderna “no es un resultado accidental de una mala administración social, de medidas gubernamentales inadecuadas o de la mala suerte en el plano económico. La dinámica estructural propia de la sociedad civil necesariamente da origen a una clase que está excluida de los beneficios (…) privada de derechos humanos elementales y consecuentemente, tampoco tiene deberes hacia la sociedad. Se trata de un elemento dentro de la sociedad civil que niega su principio universal. Un especie de NO RAZON inherente a la RAZON misma. En pocas palabras, su síntoma”. (Zizek, 1998, p. 177) A partir de la identificación con el síntoma, entonces, cualquier relato reafirma la excepción que contradice “la universalidad concreta existente” (Zizek, 1998, p. 186).

HIPOTESIS

Cuestionar el orden universal en nombre de su síntoma, en el caso de nuestro discurso audiovisual, sería decir: “somos todos campesinos”. Esta es la postura antagónica al “multiculturalismo” expresado por Zizek. Por lo tanto, la dimensión política adquiere relevancia sobre el carácter “periodístico”, “observacional” o “antropológico” que podrían guiar el encuentro con una cultura (campesinado) alejada a la nuestra (realizadores documentales de clase media urbana). El objetivo primordial, entonces, es instalar en la sociedad la revalorización de la tierra desde lo social y no desde lo económico, como bien común y no privado. El universo desde el cuál esa problemática será narrada es el de la organización campesina con la que hemos elegido trabajar. El MoCaSE lleva más de diez años funcionando y creciendo la cantidad de familias que lo integran a partir de una lógica de progresión que no está regida por un calendario de éxito o fracaso político tradicional (acumulación de poder, elecciones ganadas o perdidas, etc…) sino que subsiste mientras exista la necesidad de tierra y trabajo. Al contrario de lo que supone la mirada ajena, la organización no genera la lucha sino que la organiza, la articula con otras organizaciones, hace circular saberes. La lucha por la tierra está incorporada en el campesino a partir de una idea de tiempo ininterrumpido donde los que ya lucharon son el mismo y donde no tiene sentido dejar de luchar porque sería desperdiciar el esfuerzo hecho hasta hoy día. Como dice “El gordo”, de una comunidad cercana a Quimilí: “Se ha vivido ya, prácticamente, van a ir tres generaciones, que se va vivir en esta tierra y es lo único que tenemos, y, bueno, tendremos que luchar para que nuestros hijos algún día tengan adonde vivir y para poder trabajar, porque no podemos ir a vivir en una villa adonde no tenemos nada, siendo que toda la vida se ha luchado para tener esto. Y no les podemos dar a ellos, porque ellos tengan esa prepotencia de venir a arrebatar, no le podemos entregar todo lo que se ha hecho durante dos o tres generaciones, prácticamente…” (Entrevistas Otero, Mascaró, Menutti, 2002- 2004)

BIBLIOGRAFIA DARGOLTZ, RAÚL E., 1997. El movimiento campesino de Santiago del Estero, en AAVV, Taller Vol.2 No. 4. UNSE, Santiago del Estero. HENDERSON, BRIAN, Two Types of Film Theory, en NICHOLS, HILL. Movies and Methods, Los Ángeles-Berkeley, UCLA Press, 1976 (pp. 388-400) (traducción E. Russo) ORTIZ, RENATO, 1996. Otro Territorio. Buenos Aires, Universidad de Quilmas. ZIZEK S., 1998. Multiculturalismo o la lógica cultural del capitalismo multinacional. JAMESON F. y ZIZEK S., Estudios Interculturales. Reflexiones sobre el multiculturalismo. Paidós. Barcelona. OTERO, MARCELO. MASCARÓ, JUAN. MENUTTI, ELEONORA. 2002-2004. Entrevistas. Quimilí, Pampa Pozo, Tintina y Pampa Charquita, comunidades pertenecientes al MoCaSE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero)

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