Minorías e Identidades, a través de la obra de Gª Pedraza

May 22, 2017 | Autor: Eloy Ortega | Categoría: Expulsion Moriscos
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Descripción

Eloy Ortega Rubio
Historiadores e historiografía del Mediterráneo occidental en la Edad Moderna









Minorías e identidades








Índice
Introducción 3
El concepto de vida religiosa morisca 3
La historiografía de los siglos XVI y XVII 4
Los autores del siglo XIX 5
Las corrientes del siglo XX 6
Las nuevas líneas de investigación durante la Transicion 7
Las reivindicaciones actuales 8
Consejos para hacer un nuevo trabajo sobre la materia 9
Conclusiones 11
Bibliografía 11














Introducción
A continuación, realizaremos un ensayo sobre la obra de Amalia García Pedraza titulada "Actitudes ante la muerte en la Granada del siglo XVI. Los moriscos que quisieron salvarse". Este libro nos ha servido para abordar el estudio de un tema como el de los moriscos granadinos del XVI y su vida religiosa, a través de las nuevas perspectivas y metodologías que nos ofrece la reciente corriente historiográfica de la Historia de las Minorías y de las Identidades. Es dentro de esta donde se encuadra todo el trabajo que hace nuestra autora y, mediante el cual, ha llegado a unas conclusiones que resultan novedosas y atractivas para los nuevos investigadores del asunto morisco y la expulsión de estos mismos. Pero antes de llegar a esto, García Pedraza, en su capítulo primero, el cual es la base de nuestro trabajo, hace un amplio repaso a toda la historiografía que ha habido sobre los moriscos, así como sus diferentes corrientes a lo largo de los siglos. Para ello, los ordenará cronológicamente, empezando por el siglo XVI, momento posterior a la toma de Granada, hasta alcanzar la actualidad, haciendo hincapié en aquellos que resultaron más importantes o influyentes entre sus contemporáneos y en las posteriores generaciones. Además de todo esto, la profesora García se permite dar una serie de instrucciones o consejos para todos aquellos que quisieran iniciarse en la investigación de este campo, advirtiendo de los errores y aciertos que se han producido en la historiografía y planteando nuevas propuestas que abarcar. Finalmente, expondrá sus conclusiones, novedosas como hemos dicho por la utilización de fuentes alternativas a las clásicas, como en su caso han sido los protocolos notariales y los testamentos, los cuales residían en determinados archivos a la espera de su estudio.
El concepto de vida religiosa morisca
Primeramente, cabe decir que la vida religiosa de la minoría morisca siempre ha sido un tema mimado por la historiografía de todos los tiempos, abarcándolo siempre desde la perspectiva de vida y tragedia de estos. Esta predilección por el tema ha tenido su justificación en el uso que se le ha dado como instrumento para diseccionar las características sociales, culturales y políticas de la España de los siglos XVI y XVII. Partiendo de esto, la minoría morisca será vista siempre como el residuo marginal de una civilización, utilizando para ello planteamientos positivistas.
En los últimos años se ha empezado a ver a la comunidad morisca como una realidad política, económica y cultural de primer orden, lo que ha llevado a la celebración de multitud de congresos y coloquios. Este interés, iniciado en los 70, se debió al afán general de buscar y rescatar el patrimonio cultural de cada territorio, junto a sus señas de identidad. También ha influido en esto el advenimiento de nuevas sociedades multirraciales y multiculturales, las cuales se están dando ya en nuestros tiempos, por la llegada de mano de obra procedente del llamado Tercer Mundo.
Aun así, es necesario señalar que el problema de la identidad morisca ha sido el ámbito más ajeno a innovaciones conceptuales y metodológicas, dentro de los aspectos de la comunidad, ya que la historiografía se ha limitado a debatir si hubo una islamización, por parte de estos, abierta o secretamente. Por esta razón, ha habido muchos autores que han contribuido a generar un estereotipo o idea de morisco islamizante. Los trabajos que a esto han ayudado solo se basaban en enumerar los ritos islámicos a modo de catálogo, dejando siempre en tercer plano las implicaciones económicas, políticas o sociales que tuvo la comunidad en su área de influencia. En la mayoría de estas obras, las conclusiones siempre afirmaban la preservación de la fe islámica por parte de los moriscos, de una manera general, como si de un bloque intacto se tratara. Las críticas más radicales a estos planteamientos se quedaron en el simple cuestionamiento sobre el grado de pureza del islam de la Península Ibérica frente al islam primigenio.
La historiografía de los siglos XVI y XVII
Estas obras se limitaron a denunciar la permanencia morisca, aunque esto tiene su razón en el contexto que vivieron sus autores. Es por este motivo por el que sus escritos tuvieron como objetivo justificar las órdenes de expulsión. A partir de estos conceptos, nacerá el estereotipo, anteriormente mencionado, de la mujer o hombre infiel a la religión cristiana y traidor a su rey.
Algunos de los autores, del siglo XVI, que siguieron esta corriente fueron Diego Hurtado de Mendoza, Ginés Pérez de Hita y Luis de Mármol Carvajal. Este último, especialmente, defenderá siempre las decisiones reales, pero también acertó al percibir que la disidencia morisca no fue unánime. Por este planteamiento, será el primero que romperá con la idea del bloque homogéneo, siendo consiente en todo momento de que la tragedia morisca fue debida al proceso de adaptación a una sociedad que exigía una cohesión social, la cual tenía que ser a través de la adscripción de los súbditos a la fe católica.
Posteriormente, en el siglo XVII tendrá lugar un apogeo de la historiografía barroca, la cual traerá el auge de la elaboración de la historia de las ciudades y las villas. Los autores de estas historias eran eclesiásticos, por lo que sus textos estaban enormemente condicionados debido a sus cargos, teniendo como referencia los escritos de Bermúdez de Pedraza y Antolinez de Burgos. Sumado a esto, también surgirá en este siglo una historiografía apologética, cuyo objetivo será el de aplaudir, mediante sus obras, las ordenes de Felipe III, así como extenderlas con fines propagandísticos. Siguiendo estos preceptos escribirán Francisco Márquez de Villanueva y Jaime Bleda, los cuales se distanciarán de la prudencia de Mármol; Damián Fonseca, quien será el primer autor en hacer una lista de ritos y formas de vida musulmana de los conversos; Aznar Cardona, el cual será el máximo exponente de esta historiografía apologética; y Marcos de Guadalajara y Xavier.
Amalia Gª Pedraza afirma que uno de los mayores errores que cometerá la historiografía morisca nacerá en este momento, y será el de considerar la realidad de los moriscos igual en todos los reinos que se integraban dentro de la Península Ibérica. Aun a sabiendas de este hecho, el análisis sesgado que nutren estas obras no ha impedido que, a día de hoy, dichos autores y sus respectivas obras se sigan citando como una fuente fiable y objetiva. La importancia que se le tiene que dar a estos escritos debe de venir de su intencionalidad más que de su contenido, ya que dejan ver la necesidad patente que había, en este momento, de acallar un estado de opinión social.
Los autores del siglo XIX
Tras un siglo XVIII sin ninguna obra destacada sobre el tema morisco y con un silencio general frente al problema, en el siglo XIX diferentes autores retomarán la investigación sobre el tema. Aun así, los autores de este siglo serán herederos directos de los escritos apologistas, centrándose únicamente en el episodio de la expulsión de 1609, definiendo la misma como necesaria e irremediable, es decir, como un mal menor.
Los autores liberales la verán como un mal necesario, justificando para ello fines políticos, y tendrán en Lea su mejor representante. Fue este autor quien utilizaría para sus conclusiones los procesos inquisitoriales y los documentos del Archivo Histórico Nacional, cuya fuente nunca había sido abarcada con tal fin. Por otra parte, los conservadores verán la expulsión como un glorioso alarde de fe, teniendo a su representante en Boronat y Barrachina. Ambas interpretaciones se contextualizan dentro del proceso de colonialismo español en el norte de África, el cual hacia que estos sectores de la sociedad se sintieran identificados con los cristianos del siglo XVII. También se debían estos planteamientos a la necesidad, por parte de la burguesía, de asentar el nuevo régimen liberal sobre principios sólidos, es decir, sobre la pertenencia a una nación nacida de su lucha contra el islam, a la vez que reivindicaban su lucha como símbolo de pertenencia a Europa.
Un ejemplo de estos planteamientos lo vemos en Janer, quien se atreverá a cuestionar el hecho, justificando sus pérdidas en lo económico y social con las ganancias o el acierto en el plano religioso. Por otra parte, los textos de Matías Sangrador y Vitories o Fernández Guerra sirven para referenciar la existencia de conversos sinceros y el proceso de asimilación, el cual requirió de una nueva adecuación. Volviendo a la línea apologética, también encontramos algunos autores de este siglo como son José Muñoz y Gavira, Menéndez Pelayo, Modesto Lafuente, Circout o Manuel Danvila y Collado.
Las corrientes del siglo XX
Una vez entrado el siglo XX, se producirá una especie de letargo que durará casi 50 años, a lo que contribuyó la intención, por el bando vencedor de la Guerra Civil, de olvidar este suceso y mitificar la grandeza de los Austrias. Aun así, en la primera década de siglo, aparecerá la única biografía consagrada al tema religioso, de la mano de Pedro Longas. Este último, quien tuvo de maestros a Asin Palacios y a Julián Ribera, realizará su trabajo a partir de los textos aljamiados y los procesos inquisitoriales. Los errores que cometerá este autor serán la universalización de sus conclusiones, a partir de fuentes sectarias, así como la ignorancia en la valoración del alto nivel de mestizaje que se produjo.
Como hemos dicho, este letargo solo duraría 50 años, ya que en la misma década de los 50 se empezará a gestar un interés por las minorías y los sectores marginados, proveniente de la Escuela de Annales y a partir de la polémica sobre la realidad histórica de España de Sánchez Albornoz y Américo Castro. Con esto se abría una etapa de visión más científica, dejando de observar a los moriscos como aliados del turco para ser parte crucial de la nacionalidad española. Este fue el tiempo en el que se extendió el razonamiento del "entender más que condenar" en la historiografía.
Esta corriente será inaugurada por Joan Regla, quien, siguiendo a Annales, dirá que el islam español fue una fe contaminada por el cristianismo. No obstante, también habrán, en este momento, seguidores de Longas, como Antonio Gallego y Burin y Antonio Gamir Sandoval. Estos últimos acertarán al dar importancia a Martin Pérez de Ayala, que fue el primer prelado que convocó una asamblea consagrada al tema morisco, y por su utilización de gráficas. Lamentablemente, entre sus desaciertos estará la utilización mayoritaria de fuentes o documentación oficial, lo que les da una visión muy sesgada.
En este tiempo, Julio Caro Baroja también escribirá, siguiendo las corrientes arabistas y la línea de Braudel, un cuadro completo de la vida de Granada y sus habitantes. Esta obra fue la primera elaborada desde la interdisciplinaridad entre la antropología y la historia. El problema que tiene es que su análisis sobre la vida religiosa no se sustenta sobre fuentes de primera mano, sino sobre autores anteriormente citados. Por lo tanto, podemos decir que es la mejor síntesis de la visión estereotipada que ha dado la historiografía. Las críticas que ha tenido este trabajo han mostrado la complejidad que conlleva hacer un ensayo sobre este tema. Otro autor fue Darío Cabanelas, quien también analizó el tema siguiendo el Alcorán y la Alhambra, relacionándolos con el tema morisco. Este autor analizará, en una de sus obras, la vida religiosa de la minoría y su evangelización, siguiendo para ello las líneas marcadas por Longas y Ribera. Otros autores, por otra parte, también han abordado otros temas o puntos de vista relacionados, como fueron los textos plúmbeos o del Sacromonte, así como también la Compañía de Jesús o el Concilio Provincial de Granada.
Aun así, cabe decir que el auge de la historiografía morisca debe mucho a los investigadores extranjeros, tales como Garrad, Halperin-Donghi, Lapeyre o Braudel, quien hará el primer análisis del conjunto del problema morisco en conexión con la coyuntura internacional. Pero en nuestro territorio el auge o la Edad de Oro llegaría en los 70, con la bibliografía entorno a valencianos, castellanos y granadinos. Buena muestra de este esplendor serán los trabajos de Antonio Domínguez Ortiz y Bernard Vincent, aunque algo limitados por seguir a Longas.
Las nuevas líneas de investigación durante la Transición
Las líneas de investigación que, durante las décadas de los 70 y 80, aparecerán serán tres, es decir, a) el verdadero sentido de la toma de Granada (¿reconquista o conquista), inicio del problema; b) la revisión de las condiciones socioeconómicas de la expulsión; y c) la búsqueda de señas de identidad de los moriscos como colectivo frente a los cristianos viejos. Gracias a esta última que hemos mencionado se producirá la aparición de una nueva visión del morisco, viéndolo ahora como una realidad poliédrica y alejándose del estereotipo del criptomusulman.
A partir de este momento, se empezará a estudiar siguiendo los textos inquisitoriales, como signo de la repercusión que tuvo la polémica religiosa, y la literatura aljamiada, para reconstruir la religiosidad de la comunidad teóricamente, alejándose siempre de la anterior historiografía. Con la llegada de la obra de Cardaillac se acabará con la contradicción de estudiar la religiosidad conversa sin tener en cuenta las sensibilidades o las vivencias. Este autor concluirá que los moriscos supieron combatir al agresor con sus mismas armas, y acierta al dejar al descubierto los escollos insalvables que tuvieron los moriscos para aceptar la nueva fe. Estos fueron a) el dogma trinitario, b) la no aceptación de la divinidad de Jesús y c) la idea de la Iglesia como una estructura humana creada sobre ella misma. Desafortunadamente, la limitación que tienen sus fuentes utilizadas, sumado a la universalización que hace de estas, genera que no se consideren el espacio ni el tiempo o las condiciones socioeconómicas.
Aun así, la utilización de estas fuentes diversas ha llevado a la producción de una bibliografía específica sobre la literatura aljamiada y sobre la documentación inquisitorial, teniendo a Rafael Benítez como gran representante de esta última. También se han producido una serie de numerosos encuentros científicos, desde la década de los 70, que han repercutido directamente en la investigación de la religiosidad morisca. Estos han propiciado la creación de un centro de estudios moriscos, como el CIEM, que en la actualidad ha cambiado su nombre por FETERSI. Además, a raíz de estos encuentros, Gloria López de Plaza escribió un artículo en el que abordaba el problema de la minoría morisca desde el papel de las mujeres. Aunque López de Plaza es consciente del estereotipo acabará cayendo en él, y verá a las mujeres como guardianas y transmisoras de las pautas culturales arabo-islámicas. En esta misma línea del género, otra autora, como Margarita Birriel Salcedo tomará como tema de investigación el papel que la historiografía morisca ha dado a la mujer.
Las reivindicaciones actuales
En general, todos los investigadores actuales han pretendido sacar a la luz la multiplicidad de las situaciones que el colectivo converso vivió en la Península. Este cuestionamiento del estereotipo se ha traducido en una historiografía que reivindica la historia local, siendo pionero en este campo Serafín de Tapia; llama a la interdisciplinaridad, incorporando para ello técnicas de otras áreas científicas; y utiliza fuentes alternativas, lo que hoy en día sigue siendo una asignatura pendiente.
Siguiendo con el cuestionamiento, las revisiones criticas de Márquez Villanueva y García Arenal han tenido un gran calado entre los investigadores actuales. Por una parte, Márquez Villanueva desenmascaró la visión negativa e interesada de la historiografía del siglo XIX, referida a los mitos de la unanimidad del rechazo español al morisco, el mito del morisco inasumible y el mito conspiratorio del morisco como traidor. Para ello afirmó que estos eran producidos por la utilización de fuentes "envenenadas". Por otra parte, García Arenal planteó una renovación de los estudios sobre el colectivo, además de hacer una llamada a la interdisciplinaridad. También nos muestra el origen del problema, que es el saber que define al grupo y no limitarse a hacer un inventario de características morfológicas de la cultura.
Con todo lo dicho hasta el momento, cabe añadir que la vida religiosa de los moriscos de la capital granadina es la gran asignatura pendiente de la historiografía granadina actual, aunque, para algunos, este escalafón ya está superado. Mientras tanto, el acercamiento a la vida social y religiosa, es cierto, está superando el reinado del absoluto estereotipo. En este sentido, Javier Castillo, Ángel Galán, Enrique Soria Mesa o Enrique Pérez Boyero han sido los primeros en demostrar la existencia de segmentos sociales implicados en el proceso de castellanización del reino, es decir, de colaboracionistas que jugaron un papel clave como agentes de la Corona. Esto último es una realidad, que actualmente se reivindica pero que tradicionalmente ha sido silenciada por los diferentes intereses que habían. Ángel Galán, especialmente, será pionero en contextualizar el problema morisco dentro de la formación de los Estados Modernos, lo que lleva a interpretar las conversiones como una medida creada desde imperativos económicos y políticos, situando a la religión donde le corresponde.
Consejos para hacer un nuevo trabajo sobre la materia
En este sentido cabe decir que cualquier intento de abrir una nueva vía de investigación requiere de una acotación conceptual de la religión. Esta se produce teniendo en cuenta que las creencias y las normas morales eran una serie de instrumentos de regulación del comportamiento social de los individuos. También, deben interesar las practicas rituales, viéndolos como instrumentos para mantener y renovar las mismas creencias y normas morales. Todo este conjunto nos incumbirá en nuestro trabajo solo en la medida que afectan a los cambios políticos, sociales y culturales del tiempo histórico que estamos tratando.
Además, habrá de ser conscientes de que la religión fue un instrumento de cohesión, pero también de disgregación, lo que originaría en multitud de ocasiones enfrentamientos y represión. Esto nos traslada la idea de los moriscos que, siendo fieles a su religión, tomaron el instrumento de la religión cristiana para parecer cristianos, más que para serlo, pudiendo así quedarse en una tierra de la que eran naturales. Esta relación de los moriscos con los ritos cristianos, que tomaron o les fueron ofrecidos para este fin, es lo que debe de investigarse actualmente. Tras este estudio, se mediría el grado de adecuación de los moriscos a este discurso, en comparación constante con el de los cristianos, y teniendo en cuenta el tiempo de adecuación, que puede traer consigo momentos de tensión y/o negociación.
Una vez hecho esto, el estudio requiere recurrir a las fuentes parroquiales, municipales o a los protocolos notariales. También habremos de acotar el análisis a un tema concreto, ya que este campo tiene una larga cronología. En el caso de Gª Pedraza, la autora acotó sobre "el análisis de la actitud ante la muerte", ya que mucho se ha hablado sobre esta necesidad de estudio dentro de la nueva Historia de las Mentalidades. El tema de la muerte le permite contemplar la vida de los individuos en sociedad, combinando lo individual con lo colectivo, así como de igual forma lo local con lo regional. Sumado a las fuentes citadas, casi todos los trabajos, dentro de esta corriente de la Historia de las Mentalidades, requieren la utilización de otras muy diversas, que son las que se han llamado "subtipologías metodológicas". La predilección entre unas u otras dependerá de las preguntas que nos hagamos y de las respuestas que busquemos encontrar.
Además, se tendrá que hacer un recorrido que, partiendo del modelo teórico de buena muerte mostrado por la Iglesia a la minoría y de los mecanismos utilizados para su propaganda y aceptación, observe la respuesta dada por el colectivo converso. En primer lugar, será necesario conocer el sistema de ideas que ha dado pie a los ritos que los moriscos debían de asumir. También habrá que conocer el modelo de muerte anterior a 1500 que tenían los moriscos. Para todo esto, será pertinente investigar en los textos sagrados de referencia. Tras consultarlos, habrá que saber la respuesta dada a estos mediante los testimonios hallados en archivos, en testamentos o en protocolos notariales. Son estos los que tienen virtudes como su masa documental, su globalidad a la hora de representar todos los testamentos y su carácter cuantitativo. Pero, aun así, no se puede tomar esto como único referente, ya que, aunque tiene grandes virtudes, no debemos olvidar que son documentos privados escritos por un organismo público.
Conclusiones
Finalmente, Amalia García Pedraza, tras su investigación, llega a unas conclusiones sobre el problema morisco y su estudio. En ellas, nos argumenta que, recurriendo al testamento, se ve la diferencia entre el ser una cosa y parecer otra. Este fenómeno fue el que aprovecharon algunos moriscos para construir una particular forma de ser y estar en la sociedad, conectando a su vez el pasado con su presente. También nos advierte de que la historia de la minoría no debe de seguir definiéndose mediante los términos utilizados de "disidencia" y "fracaso", sino que, en la lucha por construir un espacio nuevo y cristiano, fueron los moriscos quien buscaron aclimatarse en la sociedad castellana, al mismo tiempo que se defendían de ellas. Todas estas ideas son fruto de la investigación con los testamentos, ya que es aquí donde se ve como progresivamente se va interiorizando el sistema ideológico sobre el que se sustentó la sociedad castellana, traduciéndose esto en la adopción de las manifestaciones culturales castellanas por parte de los moriscos.
Bibliografía
GARCIA PEDRAZA, A., Actitudes ante la muerte en la Granada del siglo XVI. Los moriscos que quisieron salvarse, Granada, 2002, vol. 1, pp. 23-122 y vol. 2, pp. 915-918.
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