México y la maldición de Frankenstein

June 20, 2017 | Autor: Lourdes Castañon | Categoría: Frankenstein, Octavio Paz, Literatura mexicana, La inteligencia mexicana
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Descripción

México y la maldición de Frankenstein
Por Lourdes Castañón V.

Octavio Paz y Frankenstein, el solitario
En su ensayo "La inteligencia mexicana", Octavio Paz nos plantea toda una
serie de características respecto a qué significa o qué es ser mexicano.
Encontré varios puntos que él aborda comparables con un personaje ficticio
creado en Inglaterra en el siglo XIX: Frankenstein. Así, México es una
suerte de Frankenstein a la latinoamericana. Caminamos a la deriva y en
completa soledad. Si recordamos la novela de Mary Shelley, nos toparemos
conque uno de los rasgos distintivos de la historia (considerada por muchos
como la obra cumbre del gótico del siglo XIX y romántica por antonomasia)
es precisamente la soledad que sufre la criatura hecha por el científico
loco Frankenstein. La novela fue para muchos el reflejo de la revolución
industrial y un símbolo inequívoco de modernidad. Así podríamos situar a
México, como ese ente moderno que, a falta de un proyecto concreto sobre el
cual construir un camino, vaga en un mar de incertidumbres, entre un aquí y
allá, pero lo hace solo. Como decía Octavio Paz "el mexicano se sitúa ante
su realidad como todos los hombres modernos: solo" (Paz, 2004: p.185). Pero
además este ente, al igual que el legendario monstruo, tiene un disfraz,
una máscara. Posee una cara que quizá no era la suya. Y con esa careta
artificial es que nos movemos por el mundo. Existe otro punto de conexión
entre México y la criatura abominable. En la historia de Shelley, el
también llamado nuevo Prometeo, busca incesantemente su sentido de la vida
a través de los demás, de saberse humano y así tener un lugar en el mundo.
Se tropieza con el rechazo de la sociedad, hecho que lo conduce a un fatal
destino. En el caso de México, esa búsqueda continúa pero pareciera que lo
hace de una manera errónea, que el mexicano no acaba de encontrarse a sí
mismo. Respecto a ello, Paz dice lo siguiente: "la mexicanidad es una
oscilación entre varios proyectos universales trasplantados o impuestos y
todos hoy son inservibles. La mexicanidad es una manera de no ser nosotros
mismos. En suma, a veces una máscara y otras, una súbita determinación por
buscarnos." (Paz, 2004, p.183). Como el monstruo de Frankenstein y como la
asevera Paz, México es un ente aislado que aún sigue en su búsqueda
portando esa máscara terrible, compuesto por pedazos de cadáveres ajenos,
extraños, que no le son propios.
Prometeo, entre la rebeldía y la conciliación
Otro punto de contacto entre el personaje de Shelley y el mexicano se pone
de manifiesto en la relación hombre/historia. El punto de conexión entre el
nuevo Prometeo y la historia lo encuentra justamente Liliana Weinberg al
hablar del mítico personaje y sus numerosas reinterpretaciones: "El nuevo
Prometeo se manifiesta como uno de los grandes mitos contemporáneos: la
relación del hombre con la historia, la cultura y el sentido. " (Weinberg,
p. 11). El mexicano, dentro de ese mar de oscilaciones en el cual no se ha
encontrado a sí mismo, ha tomado distancia de su propia historia a la cual
niega y de la cual reniega. Ha querido dejar de lado el pasado local y
sentirse a sí mismo como un ser universal. Y dentro de ese sentirse
universal, se encuentra, como Frankenstein, solo, sin un centro. Dentro de
esa universalidad, y al igual Frankenstein, los mexicanos pareciéramos ser
"creaciones" de alguien más. Como diría Paz, somos seres pensados por
alguien, somos una utopía de los europeos. Somos hijos de esos europeos
utópicos, pero también de una civilización mesoamericana, contra la cual
nos rebelamos interponiendo esa distancia con nuestra propia historia. Sí,
la historia, ese pariente incómodo del mexicano. La criatura monstruosa, al
rebelarse y querer obtener la independencia de su amo, de su creador,
encuentra a su paso hostilidad y por consiguiente, soledad. El mexicano, al
renegar de su pasado indígena (que constituye cierta clase de rebelión) y
querer enterrarlo para situarse como un ser universal, lo hace navegando en
su aislamiento, dando tropiezos sin ton ni son, aún sin encontrar su
camino, su propio proyecto.

Si bien es cierto que Weinberg aplica la figura del nuevo Prometeo en el
quehacer ensayístico, en el concepto del ensayo como género, se puede
aplicar perfectamente para lo que Paz trata de definir como mexicano
respecto a lo universal, mencionado anteriormente. Este punto de conexión
lo encontré en la siguiente cita: "En el Prometeo encadenado hay una
búsqueda de enlace entre lo particular y lo universal". (Weinberg, 2009: p.
11). Weinberg nos ofrece aquí una visión del Frankenstein diferente.
Mientras Octavio Paz nos presenta en "la inteligencia mexicana" a México
como ese solitario monstruo de careta horrible, Weinberg retoma a esa misma
figura (recordemos que a Frankestein se le conoce también como el moderno
Prometeo) para hablar del ensayo, idea que me permito retomar para
aplicarlo a México. Quizá, sin proponérselo, Weinberg nos propone un punto
de partida dentro de ese mar de oscilaciones. Ella habla de un modo de
vinculación y articulación entre mundos diferenciados y opuestos. En este
sentido ¿por qué no proponer un modo de vinculación entre ese ser universal
en el que el mexicano se sitúa y ese pasado contra el cual se rebela, del
cual reniega para encontrar su centro, su camino, su proyecto? Pero
Weinberg no se detiene ahí. Dice que este Prometeo es un educador. Como
personaje que roba el conocimiento a los dioses para dárselo a los
mortales, ese Prometeo moderno, en México, tuvo su reencarnación en Alfonso
Reyes al mencionarlo como ese héroe de afán prometeico por excelencia. En
este punto coincide con Paz cuando éste menciona que Reyes es una lección
de claridad y transparencia que nos enseña a pensar y que se busca y se
modela a sí mismo. Reyes es un personaje que adquiere para ambos autores
una gran importancia en cuanto al rumbo que tomó el país después de la
Revolución. Sin embargo, ese rumbo que ya tomaba cierto camino, para Paz
fue algo efímero y no representó a la larga un proyecto de nación.

¿Qué haría falta entonces? Considero que primero debemos ser conscientes de
que somos un Frankenstein que vagamos solitarios por el mundo y a partir de
eso buscar ese otro lado del Frankenstein, el apasionado por la luz del
conocimiento, para buscar en la historia, la que hemos negado, ese camino
para iniciar un proyecto como país, de lo contrario, seguiremos a la
deriva, sin encontrar nuestro verdadero lugar, tal como le pasó a
Frankenstein.


Bibliografía

- Garza Saldívar, Norma, "El ensayo como una poética del pensamiento,
entrevista a Liliana Weinberg" en Andamios, volumen 4 núm. 7, diciembre
2007, pp. 271-287.
- Paz, Octavio, "La 'inteligencia' mexicana" en El Laberinto de la soledad,
México, FCE, 2004.
- Weinberg, Liliana, Pensar el ensayo, México, Siglo XXI Editores, 2009,
pp. 225.
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