México: 100 años de migración

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Descripción

México: 100 años de migración Mario Cornejo Cuevas Abstract: Para hablar de migración y problemas fronterizos es necesario abordar el surgimiento de los Estados-nación occidentales a partir del siglo XVIII. En México este fenómeno no sucede sino hasta mediados del siglo XX con las políticas nacionalistas, institucionalizadas a través del partido hegemónico. Antes de ello, la migración era abordada como un evento singular cuya eventualidad sólo se presentaba uno o dos veces en la vida del migrante. La migración mexicana era itinerante, con un perfil laboral prefigurado. Hoy en día, tras el reconocimiento de la pluralidad cultural en nuestra Carta Magna, el nacionalismo liberal se muestra insuficiente para enfrentar los principales problemas que conlleva la defensa de los Derechos Humanos de los migrantes.

“La pregunta sobre México es inseparable de la pregunta sobre el porvenir de América Latina y ésta, a su vez, se inserta en otra: la del futuro de las relaciones entre ella y los Estados Unidos. La pregunta sobre nosotros se revela siempre como una pregunta sobre los otros.” Octavio Paz, LS

Introducción1 La importancia de un diálogo Intercultural

P

or definición toda frontera impuesta por el ser humano es arbitraria, su autoridad siempre será susceptible de ser cuestionada por otro individuo que posea razones de peso. Los Estados modernos no son inteligencias etéreas, ni están delimitados

por fronteras perennes e inamovibles. En sentido estricto no existe un límite infranqueable ni frontera impenetrable para la influencia de un ser humano sobre otro; de hecho, en más de una ocasión, es ese otro el que configura su modo de ser, sin que él pudiese hacer algo al respecto. En cierto modo, uno carece de sentido sin el otro, y viceversa. Nuestra gregariedad condiciona. Es por ello que, por más que una clase política se encuentre escindida del grueso de la población, ésta última puede exigir lo que, por derecho, todos los Estados deben garantizar sin importar sus características étnicas, sus creencias religiosas, la adscripción política o su procedencia nacional.2. Con sus respectivos bemoles e inconvenientes, esa es la ventaja de los regímenes democráticos. Sería difícil -pero no imposible- concebir un proyecto nacional democrático que no estuviera encabezado a su vez por un Estado; que represente el poder político y administrativo en una sola institución soberana, que se rija sobre un territorio y se reserve para sí mismo el monopolio de la violencia legítima. Empero, si una nación democrática sin

Estado resulta difícil, un Estado democrático que prescinda de escuchar los principales problemas que aquejan a sus ciudadanos es simplemente una contradicción de términos. Ello incluye la creciente industria privada, las organizaciones no gubernamentales, las asociaciones en pro de los derechos humanos, la prensa libre, etc. Por ejemplo, en lo que respecta los tiempos actuales, y a raíz de la modificación del artículo 4 de la Constitución Política de los Estado Unidos Mexicanos, que establece:

«La nación mexicana tiene una composición pluricultural, sustentada originalmente es sus pueblos indígenas. La ley protegerá y promoverá el desarrollo de sus lenguas, culturas, usos, costumbres, recursos y formas específicas de organización social, y garantizará a sus integrantes el efectivo acceso a la jurisdicción del Estado. En los juicios y procedimientos agrarios en que aquellos sean parte, se tomarán en cuenta sus prácticas y costumbres jurídicas en los términos que establezca la ley»3

Según esta reforma al artículo 4, el Estado debe garantizar esta pluralidad, respetando en la medida de lo posible los usos y costumbres propios de los pueblos autóctonos. Es así como el pluralismo, de cierto modo, va ganando terreno como paradigma epistémico, jurídico y cultural en más de una disciplina académica e institución política. Concebir al Estado como «un sistema de dominio que puede ejercerse sobre varias naciones o sobre una parte de una nación.»4 implica reestructurar los tópicos culturales de antaño desde una perspectiva epistémica no centralizada sobre una clase política, étnica, cultural o nacional sino en distintas opiniones que lleven al diálogo multicultural. Lo mismo debe acontecer con el concepto de «migración» tomando en cuenta los, ya casi, 100 años de nuestra Carta Magna. Respecto a lo anterior, algunos autores suelen distinguir a la multiculturalidad como un «término factual que se refiere a una realidad social en donde coexisten culturas diversas» en contraposición al multiculturalismo o «término normativo que se refiere a una política explícita»5 Imponer el propio marco normativo sea cual sea, implica de antemano violentar la perspectiva de ese «otro que no soy yo». Eso incluye a las sociedades liberales fundadas sobre el modelo Estado-Nación de antaño. Siguiendo a Parekh «Decir que la sociedad occidental contemporánea es liberal no sólo supone homogeneizar y simplificar, sino también dotar a los liberales del monopolio moral y cultural y considerar al resto como a intrusos ilegítimos y problemáticos».6

El declive del modelo hegemónico del Estado-nación, en las políticas públicas, como el único modo de concebir al propio Estado -y a través del cual el Estado se concibe a sí mismo- está orillando a las ciencias sociales hacia una nueva noción que escape de la homogeneidad nacional y considere la presencia de las minorías -migrantes o autóctonas7. Los fenómenos migratorios no son la excepción. En ese sentido podríamos ser más específicos al ampliar el panorama de diálogo cultural, dentro de las discusiones migratorias, no a un nivel inter-nacional y/o transnacional, sino a un nivel inter-étnico y/o trans-migratorio; que considere no sólo las fronteras nacionales, sino también las fronteras culturales producidas por las propias minorías a través de sus usos y costumbres que respete los Derechos Humanos de los migrantes. Sobre el presente texto Como ya lo había mencionado unos párrafos atrás, toda frontera impuesta por el ser humano es arbitraria y puede ser susceptible a discusión, con suficientes razones de peso. Las fronteras (temporal y espacial) del presente texto están subordinadas a un intervalo de 100 años, en un territorio nacional denominado: México, un territorio que circunstancialmente comparte frontera con una de las naciones más poderosas del planeta: Estados Unidos Decidí sacar de enfoque, arbitrariamente, al menos una década fuera del siglo XX y cerrar el intervalo de 1910 al 2010. Este intervalo de años es bastante significativo para la historia mexicana y sus secciones dejan bastante a la especulación sobre cómo se desarrollarán las políticas migratorias en años posteriores. Cada apartado de este siglo comprende aproximadamente 40 años. El primero comprende de 1910 a 1940, es decir, lo que va del estallido de la Revolución Mexicana hasta el fin de la gran Depresión estadounidense y el estallido de la II Guerra Mundial. El segundo comprende de 1940 a 1980, con la economía de guerra y el llamado “Contrato Bracero”; abarcando hasta la crisis del modelo paternalista mexicano y el ascenso de la tecnocracia al poder. Al final, 1980-2010, los primeros indicios de la globalización se hacen patentes con la IRCA, proyecto de ley estadounidense que legalizaba a todos los braceros indocumentados. Por último, concluyo con una breve reflexión sobre los retos más relevantes en torno a la migración en México

En general esa sería la estructura del texto. Lo que parece sencillo ha implicado un esfuerzo sobrehumano por compilar la información, pero ante todo remito a los especialistas en la bibliografía. Agradezco a Adán García, director académico del Museo Memoria y Tolerancia por la invitación.

De la Revolución Mexicana a la Gran Depresión: 1910-1940 Es necesario ofrecer primero una perspectiva histórica del fenómeno migratorio; pues si por migración comprendemos el simple desplazamiento geográfico de individuos o grupos, podríamos asumir que todas las consecuencias de este ‘desplazamiento’ siempre han existido desde que las primeras Ciudades-Estado ofrecieron su dominio y protección8. No obstante, es más complejo que eso. Los fenómenos migratorios, a partir de la génesis de los Estados-nación, poco o nada se asemejan a lo que fueron durante el establecimiento de las civilizaciones occidentales. No es posible hablar del establecimiento institucional del Estado-nación mexicano sino hasta mediados del siglo veinte. El nacionalismo mexicano fue un proceso que llevó siglos preparar. Autores como Brading9 son capaces de rastrear los primeros indicios desde el siglo XVI. No obstante, la manifestación ideológica

del nacionalismo mexicano,

institucionalmente hablando, sólo cobra importancia en el periodo posrevolucionario con la fundación del PNR, antecedente del actual Partido de la Revolución Institucional. Por supuesto la influencia de las instituciones coloniales tuvieron, y quizá todavía tienen, un papel determinante en la configuración del concepto de migración en México. La división de castas establece un modo particular de concebir la propia pluralidad étnica de la colonia. Por supuesto esto no beneficiaba al proyecto liberal, predominantemente criollo, que buscaba la unificación nacional mediante la asimilación de la “minoría” étnica10 Para 1910, todavía es bastante complejo elaborar una cifra precisa de cuánta era la población migrante mexicana de este lado de la frontera, ya no digamos la población indígena. El destino de mayor relevancia, por supuesto, siempre fue Estados Unidos; es por eso que los censos efectuados a partir de la fundación del US Federal Census Bureau (1903) son una valiosa fuente de información para conocernos a nosotros mismos. A eso último se podría objetar: debido a que la estancia laboral mexicana era muy poco estable, no era posible generar un censo detallado al respecto del total de la población

mexicana residente en Estados Unidos. Para entonces la economía mexicana estaba devastada y la estabilidad política del régimen porfirista pendía de un hilo lo que no explica la razón por la cual la población mexicana acostumbraba regresar, toda vez que las condiciones laborales eran superiores del otro lado de la frontera. Para 1910 el régimen porfirista encarcelaba o ejecutaba a sus oponentes políticos, obligándolos indirectamente a defenderse.11 Tras las fallidas elecciones federales en 1910, Francisco I. Madero convenció a las élites políticas de levantarse en armas ese mismo año. No hace falta decir que, en lo que resta de la década, deviene una hostil oposición insurgente; sofocada de momento en momento con el asesinato de un caudillo por otro, hasta recuperar cierta estabilidad política y social ya montados en los 20’s. Mucho de lo que se puede decir al respecto de la primera década del siglo XX se trata en suma, como una retrospectiva de los supervivientes. Aunque bien podríamos servirnos de los testimonios populares dejados por los corridos revolucionarios, como un documento etnográfico invaluable, estos no hablan demasiado de los fenómenos migratorios del México postrevolucionario. Verbigracia: Adiós mi patria querida: Yo ya me voy a ausentar, Me voy para Estados Unidos, Donde pienso trabajar, […] Pues yo no tengo la culpa Que abandone así mi tierra La culpa es de la pobreza Que nos tiene en la miseria.12

Además, por si la inestabilidad política no ofreciera suficientes razones para que una cantidad masiva de mexicanos emigraran al territorio estadounidense, estalla la Primera Guerra Mundial. En consecuencia, se desata una alta demanda de mano de obra para la explotación de los recursos agrícolas en territorio estadounidense con el objetivo de proveer de alimento al frente aliado a precios razonablemente bajos.13 Dos son los factores principales de atracción para el flujo migratorio: la revolución mexicana como un factor político o de expulsión, y la primera guerra mundial como factor económico o de atracción. Además de eso, la construcción del ferrocarril en el suroeste de los Estados Unidos y su coordinación del campesinado mexicano, entre la contratación de mano de obra ocasional y los ciclos agrícolas en México, generaron una migración itinerante entre las dos naciones14.

Para entonces los mexicanos representaban aproximadamente el 17% de la fuerza laboral en las líneas ferroviarias15 aunque su mayor concentración se limitaba en el Suroeste de los Estados Unidos. Según Suzanne Ruta, aproximadamente el 10% de la población emigró hacia el norte16 a razón del conflicto armado; la Revolución fue sólo uno de los factores que provocaron la inmigración mexicana a la nación vecina, ésta se encontraba nutrida predominantemente por una creciente migración europea.17 Nacidos en México

Total de nacidos en el extranjero

Población de EEUU

Datos censales publicados

% de la población de EEUU

Datos censales publicados

% de la población en EEUU

Datos censales publicados

1900

130, 393

0.14

10, 341, 276

13.61

75, 994, 575

1910

221, 913

0.24

13,515, 886

14.70

91, 972, 266

1920

486, 418

0.46

13, 920, 692

13.17

105, 710, 620

1930

641, 462

0.52

14, 204, 149

11.57

122, 775, 046

1940

377, 433

0.30

11, 594, 896

8.81

131, 669, 275

Fuente: US Census Bureau Mientras que para 1940 -por un lado- la población migrante, nacida en México, representaba menos del 1% del total bruto, -por el otro- había una significativa población mexicana nacida en territorio estadounidense18. Por supuesto, y como era de esperarse, dicha población fue en considerable aumento en las siguientes décadas. Durante este periodo, el número de mexicanos nacidos en Estados Unidos siempre fue equivalente al número de nacidos en México. Sin embargo, para el estallido de la gran depresión, la proporción casi fue superada por tres a uno. ¿Por qué? Esto se debió a que muchos de ellos ya eran descendientes de personas que –antaño- permanecieron en el mismo territorio, tras la asimilación de los Estados Unidos.19 Clases de migrantes y el nacionalismo mexicano Aquí es donde surge uno de los principales problemas interfronterizos, entre nación y nación: ¿Qué tipo de población-migrante representa esta clase de categoría adoptada por los nacidos tras la anexión estadounidense del territorio mexicano? Ciertos autores20 distinguen tres tipos específicos de poblaciones fronterizas de acuerdo a su adscripción étnica:

1) Los que comparten vínculos étnicos a través de la frontera (como es el caso de los mexicanos en la frontera México-Estados Unidos o los mayas entre MéxicoGuatemala) 2) Los que difieren en términos étnicos de los residentes en el propio Estado (como los hmong en Estados Unidos o los chinos en México) 3) Los que son miembros de la mayoría nacional en su Estado sin guardar vínculos étnicos en la frontera estatal (como los Swaps en Estados Unidos). No es casual que México resulte paradigmático en cuestión de conflictos interculturales fronterizos por su carácter poroso. Vayamos todavía más lejos. Desde las distintas clasificaciones migratorias, empleadas por el Estado americano, durante las primeras décadas del siglo XX, la migración masculina fue mucho más significativa, dado que la principal razón de migración era de orden laboral; esto nos llevaría a un indiscutible carácter de género en los fenómenos migratorios. Es preferible cuestionar el carácter singularmente migratorio del mexicano y sustituirlo por un carácter de orden migratorio-laboral. No es lo mismo un trabajado que sólo busca los medios de subsistencia y envía remesas a su familia (quienes permanecen en territorio nacional) al que en definitiva lleva consigo todas las pertenencias que puede cargar para establecer un nuevo espacio de residencia. Para entonces, y en términos generales, el mexicano promedio no se autoadscribía como residente definitivo sino como trabajador eventual, ya que el objetivo directo siempre fueron las ganancias económicas a corto plazo, seguido de una reintegración al territorio mexicano. En ese sentido no es lo mismo el migrante que es atraído por la bonanza económica del Estado vecino al refugiado político que huye del conflicto revolucionario. La migración era vista como un fenómeno singular, es decir que se experimentaba cuando mucho una vez en la vida. Tras haber adquirido los recursos económicos necesarios, el migrante retornaba a su lugar de origen. Hoy en día, el constante flujo migratorio nos hace pensar en la vigencia de dicha clase de migración singular, especialmente a la luz del tráfico indocumentado y la reincidencia migratoria ante el aumento de la pobreza nacional.21 La migración mexicana como un fenómeno singular, a principios del siglo XX, incrementó durante el par de décadas subsiguientes; hasta desplomarse después de 1929,

tras ser deportados por el propio Estado. Los trabajos académicos, que registran formalmente este periodo, del otro lado del río, son escasos. No obstante, destacan los esfuerzos de tres de los principales pioneros en los estudios migratorios actuales: Manuel Gamio y Robert Redfield22. Manuel Gamio y Robert Redfield Educados en EEUU, cada quien contribuye a establecer las claves metodológicas para los estudios migratorios subsecuentes. Para Redfield, por ejemplo, su objetivo se encontraba en describir pormenorizadamente las relaciones interétnicas de los migrantes en los espacios de vivienda y trabajo.23 Se las ingenia para registrar en su diario de campo inconcluso la manera en que los trabajadores mexicanos consideraban casi una ofensa ser naturalizado estadounidense.24 El nacionalismo mexicano se encontraba arraigado desde los estratos económicos más bajos, desde el más pelado hasta el más catrín. Gamio no es la excepción de la regla, de hecho es uno de sus mayores representantes.25 Volvamos sobre nuestros pasos, somos testigos mudos de los primeros retoños de la estructuración del Estado-nación mexicano. Según la perspectiva de Benedict Anderson «…el Estado-nación en Occidente fue conceptualizado como una agrupación de individuos y pueblos asociados por contrato, que acordaron someterse a un poder soberano y asumir una voluntad general entendida como conjunto de leyes que en teoría debería regir a todos por igual.»26. En ese sentido una nación se define de este modo: «una comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana.»27 En otras palabras, y siguiendo el pensamiento de Anderson, una Nación es imaginada porque, en la comunión de los distintos miembros, nunca habrá un contacto directo; es limitada por sus fronteras territoriales, más allá de las cuales hay otras naciones; es soberana ante la necesidad de un orden legítimamente jerárquico y, por último, se concibe como una comunidad porque sin importar la desigualdad natural, la nación es una especie de fraternidad horizontal. El principal objetivo es homogeneizar la diferencia con el objetivo de consolidar un proyecto unitario, mucho más sencillo de administrar. Dentro de este esquema, Manuel Gamio, uno de los padres fundadores de la escuela antropológica mexicana, opina que «la migración era un flujo predominantemente temporal, pautado por los ciclos de ciertas actividades económicas, en especial la

agricultura y la industria, en Estado Unidos, así como por las crisis y conflictos por los que había atravesado México.»28 Ello implicaba costos y beneficios por parte de los dos países. Gamio calculaba que, de un total de 583, 957 migrantes –de 1920 a 1928-, 697, 257 habían regresado a territorio mexicano, por lo que veía con bueno ojos la repatriación del migrante tras el enriquecimiento económico29. Su mayor opositor fue la iglesia católica, quien veía con malos ojos la migración, debido a la influencia protestante que esta acarrearía; promoviendo una constante propaganda antimigrante en todo el país. Por su parte, Gamio desestimaba la influencia de la cultura americana en los mexicanos. Para él, como para muchos otros más, la migración representaba un acontecimiento temporal, organizado a través de ciertos ciclos de actividades económicas – agriculturales e industriales, propias del país vecino- así como los conflictos armados. Tras el implemento de una nueva legislación, para 1921 la migración europea fue restringida a ciertas cuotas nacionales, lo que favoreció al uso de la mano de obra mexicana por su cercanía geográfica y facilidad de repatriación. Los mexicanos habían sido considerados como una migración laboral, cuyas características más importantes fueron su temporalidad y estacionalidad. Esto convenía a la nueva legislación pues no tenía que lidiar con la migración europea estacionaria. Sumado a que, tras la gran depresión, 345, 000 mexicanos fueron repatriados entre 1929-1930. El perfil que antecedía al migrante mexicano como temporal e itinerante, permitió la implementación de las relaciones bilaterales establecidas en el llamado Programa Bracero a partir de los años 40’s30

Del “Contrato Bracero” a la crisis económica mexicana: 1940-1980 Con una economía devastada, Estados Unidos buscó establecer una industria que aprovechara los acontecimientos bélicos de la Segunda Guerra Mundial. Es por ello que requería de mayor fuerza de trabajo, a condición de una inversión mínima. Ello implicaría sostener el flujo migratorio anterior sin la ampliación de nuevos centros urbanos para su residencia. Es aquí donde el migrante mexicano cobra suma importancia para la economía americana, puesto que su cercanía geográfica permitiría una repatriación sencilla. El acuerdo pactado entre los gobiernos mexicano y estadounidense denominado Programa Bracero establece la contratación legal de trabajadores mexicanos, sin precedentes en ambos Estados. De esa manera se solventaba la escasez de mano de obra, al

nutrir de soldados el frente europeo. Según García y Griego31 el Programa Bracero se caracteriza, entre otras cosas, por ser la primera vez que mexicanos fueron reclutados por el Estado, para laborar legalmente en territorio estadounidense, tanto en actividades agrícolas como no agrícolas. Además de ser un periodo de extraordinario crecimiento económico y gran demanda laboral en los EEUU. Aunado a ello, también representó el único periodo en el que el gobierno mexicano parece haber llevado la batuta en las negociaciones. Este Programa no finalizó sino después de ciertos problemas diplomáticos entre los gobiernos de EEUU y México; sumando al fin de la guerra y el comienzo de acciones policiales, como Operación Espaldamojada. De ese modo se da por terminado el programa en 1964 con una duración aproximada de 22 años.32 El legado de Kennedy: 1965 El actual sistema legal de inmigración data del año 1965 y significó un cambio radical con las políticas migratorias en los Estados Unidos.33 La migración laboral, para la década de los 70’s, goza de una serie de características dispares al Programa Bracero.34 La Ley de Inmigración y Nacionalidad abolió las cuotas de inmigración gestionadas por países europeos al considerarlas ‘casi intolerables’ según declaraciones del presidente Kennedy. Las reformas legadas por Kennedy a las políticas migratorias fueron abriendo las puertas a la inmigración por el pacífico, priorizando la reunificación familiar de los migrantes residentes. Para 1980 el perfil general del migrante mexicano era el siguiente: 1) Aquellos mexicanos que habían trabajado en una o más ocasiones en estados Unidos, no procedían de todos los estados del país, ni siquiera de los más cercanos al territorio estadounidense; tampoco eran originarios de las entidades más pobres. 2) La mayoría de los migrantes procedía de las zonas rurales. 3) La generalidad eran hombres solteros jóvenes. 4) Casi todos tenían empleo en México, principalmente en la agricultura. 5) El promedio de escolaridad era bajo, aunque ligeramente más alto que el prevaleciente en las comunidades de origen. 6) Para la mayor parte de quienes habían ido al menos una vez a trabajar a Estados Unidos, su inserción laboral en aquel mercado era temporal y esporádica, es decir,

que habían hecho pocos viajes laborales a lo largo de su vida y en cada uno permanecían solamente algunos meses. 7) La mayor parte de los lugares de destino de los migrantes temporales mexicanose concentraban en dos estados de la Unión Americana: California y Texas, aunque existían también contingentes importantes en Illinois y los estados del noroeste. 8) El número de mexicanos indocumentados que trabajaban temporalmente en Estados Unidos se calculaba en esos años entre 0,48 y 1,22 millones.

Las crisis políticas de fin de siglo a la actualidad: 1980-2010 Hay dos factores por la que los índices migratorios tengan un considerable cambio a partir de la década de los 80’s. El primero es la transformación étnica mayoritaria del flujo migratorio (se abrieron las puertas a la migración proveniente de Asia y el Caribe) y segundo el incremento de la modalidad y el volumen. Para 1986 la cifra de indocumentados había alcanzado un nivel tope de 1,7 millones según el Statistical Yearbook of the Immigration and Naturalization Service35. Según el US Federal Census Bureau, del total de 248,7 millones de habitantes en EEUU, 9% eran de procedencia hispana con 5.4% de origen mexicano y 4,3 millones (1.7%) nacidos en México.36 Para entonces, los mexicanos ya habían alcanzado el 63% del total de la población hispana (31,798, 258 aprox.). Con este drástico incremento de población, en consecuencia se deriva los principales problemas de racismo en la población local. La cantidad de inmigrantes en Estados Unidos entre 1981-1990 fue la más grande de los últimos 70 años. Es por ello que la preocupación más relevante para los ciudadanos estadounidenses fue la inmigración indocumentada. Al dejar de existir el Programa Bracero la producción del campo se satisfacía a través de esta clase predominantemente agrícola.37 Debido a diferentes factores de presión al gobierno de los Estado Unidos, surgió el proyecto de ley conocido como la IRCA38. El objetivo de esta ley era el de legalizar a la población indocumentada desde 1982 y ofrecer cierto rango de amnistía laboral al sector de trabajadores del campo (Special Agricultural Worker). Además de lo anterior también se estableció una Patrulla Fronteriza que controlara el ingreso por la frontera sur. La IRCA fue aprobada en 1986 y comenzó a hacer efecto para el año de 1987.

A finales del siglo, de los tres millones de solicitudes, 1,8 fueron aceptadas bajo amnistía general y 1,2 por el programa de agricultura.39 Las condiciones que generó la IRCA, resultaron un factor determinante para que los trabajadores mexicanos optaran por permanecer en territorio estadounidense con sus familias; ya no temporal sino en definitivamente. Según estadísticas del US Federal Census Bureau40, para principios del 2000 el 11% de la población total estadounidense nació en el extranjero. De ellos el 52% en Latinoamérica. Para el 2010, el total de la población migrante en Estados Unidos se acerca al 13% de la población pese al recrudecimiento de las políticas migratoria estadounidenses, tras el atentado de las torres gemelas. De ese porcentaje el 53.1% en Latinoamérica, con un total del 29.3% mexicanos. Estas estadísticas no suelen diferenciar si el migrante en cuestión cuenta con una adscripción étnica que haga más vulnerable su permanencia en el extranjero o si es capaz de establecer vínculos entre las comunidades externas o internas del país. Esos serán dos de los retos del porvenir migratorio. ¿Y del otro lado del río? Los retos de las políticas migratorias Desde inicios del Siglo XX el gobierno mexicano se caracterizó por un constante centralismo y una institución presidencial paternalista fundamentada en un partido hegemónico (PRI). Como habíamos mencionado, la influencia que el colonialismo había tenido en la administración estatal mexicana no es un factor despreciable cuando se habla de conflictos migratorios. El racismo implícito en la estructura de castas configuró las concepciones axiológicas del grueso de la población mexicana, si no es que todavía las llegue a configurar hoy en día. Dicha estructura postra cierta clase privilegiada a través de factores supuestamente biológicos y hereditarios que legitiman su dirección política, a diferencia otras democracias latinoamericanas, con excepción de Argentina, Uruguay y Chile. El primer reto de las sociedades democráticas, en torno a las políticas migratorias tiene relación con el factor étnico de la población migrante. Nada hace más patente esta clase de segregación que las políticas públicas en torno del indígena, a quien se le aprecia sólo a través del Mexican Curious; es decir lo meramente folclórico y extravagante.

El segundo reto se establece a través del desvanecimiento de las fronteras políticas cuyo carácter fáctico es rebasado por carácter cultural o ‘simbólico’, por decirlo de alguna manera. Esto se debe al avance que han tenido las nuevas ‘Tecnologías de la Información y la Comunicación’ (TIC), además del libre acceso que la población tiene de ellas. En consecuencia, es posible hablar de nuevos escenarios para la convivencia humana.41 La idea de que «existe una búsqueda de invisibilidad de los migrantes indocumentados, como una forma de escapar al control de su movilidad» debe ser acotada por ser, en cierto sentido, una condicionante para el Estado y no para los individuos; especialmente cuando se trata de la defensa de sus Derechos Humanos, lo que hace intrascendente la nacionalidad que le respalde. Autores como Néstor García Canclini ya hablaban de la clase de fenómenos culturales de hibridación producidos por los fenómenos migratorios.42 Para Canclini el migrante tiene que atravesar una transición peculiar, de lo tradicional a lo moderno. Para ellos lo culto, lo popular y lo masivo son categorías que se entrelazan para producir medios de subsistencia. La migración ha dejado de ser un evento singular, se ha reconfigurado a sí misma, del mismo modo que ha reconfigurado nuestra forma de vivir y sobrevivir en las sociedades plurales; interpelando nuestros prejuicios de antaño y generando nuevas maneras de interpretar nuestra realidad.43 Los fenómenos migratorios nos orillan a reconsiderar nuestras concepciones de la diversidad, tanto en asuntos factuales como en asuntos cognitivos, éticos y estéticos. Es necesario un constante diálogo intercultural en el que el significado de los conceptos y valores sean redefinidos a la luz de los fenómenos migratorios. A manera de conclusión: El lobo en la puerta Hoy en día, Europa se enfrenta a lo que algunos medios denominan la «peor crisis migratoria y humanitaria, después de la Segunda Guerra Mundial»44. México, lejos de verse eximido de toda responsabilidad, se encuentra comprometido ante la Organización de las Naciones Unidas a brindar refugio en épocas de necesidad. La Cámara de Diputados formuló un exhorto al Ejecutivo para fijar una postura pública en torno a esta crisis. Mientras que en Europa se teme la infiltración terrorista entre los migrantes, en México se teme la infiltración del narco. Esto agrava la situación de los migrantes, tanto en

un lado como en el otro. No es extraño que el racismo y la xenofobia sean consecuencias de la sobresaturación de migrantes desplazados en las fronteras de Europa y México. Según un documento publicado por la DEA. El gobierno estadounidense se muestra preocupado por la expansión de los cárteles mexicanos en territorio nacional. La seguridad y la soberanía de ambas naciones se ve comprometida, tanto en un lado de la frontera como en el otro. Pero la desconfianza mutua no permite establecer políticas duraderas respecto al resguardo y vigilancia de las fronteras; en lo referente al tráfico de droga, personas, armas, etc. Es difícil conciliar lo que nos depara en un futuro respecto a los fenómenos migratorios, pero mientras nuestro presente sea turbio el futuro no parece presentar posibilidad alguna de aclararse. Todo es más complejo que simplemente separar al migrante del refugiado en categorías dicotómicas. Es momento de emprender el diálogo transnacional que no sólo involucre los intereses económicos neocolonialistas.

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Peter G. Brown y Henry Sue (comps.) (1991): The Border that Joins', Mexican Migrants and U.S. Responsability, Totowa, Nueva Jersey: Rowman and Littlefield Pew Research (2014): Sobre el cambio de flujo de inmigrantes a Estados Unidos: http://www.pewresearch.org/fact-tank/2014/05/27/a-shift-from-germany-to-mexicofor-americas-immigrants/ (Consultado el 3/09/15) Pries, Ludger (2002): “La migración transnacional y la perforación de los contenedores de Estados-nación” Estudios Demográficos y Urbanos, Vol. 17, No. 3 (51) (Septiembre - Diciembre), pp. 571-597 Reisler, Marc (1980), By the Sweat of Their Brow: Mexican Immigrant Labor in The United States: 1900-1 940, Westport Conn: Greenwood Press Ruta, S.(1999): North towards Home (reseña de John Phillip Santos, Places Left Unfinished at the Time of Creation. Nueva York: Viking, 1999), en New York Times Book Review Salcedo, Alejandro (2001). Multiculturalismo. Orientaciones filosóficas para una argumentación pluralista. México: UNAM-FES Acatlán U.S. ins Immigration and Naturalization Service (1992), Statistical Yearbook of the Immigration and Naturalization Service, U.S. Government, Printing Office, Washington, D.C. Velazco Ortiz, Laura (2008): Migración, fronteras e identidades étnicas transnacionales. México: Miguel Ángel Porrúa. Verduzco Igartúa, Gustavo (1995): “La migración mexicana a Estados Unidos: recuento de un proceso histórico” Estudios Sociológicos, Vol. 13, No. 39, (Septiembre - Diciembre), pp. 573-594 Wilson, Thomas y Hasting Donan (2000): Border Identities. Nation and State at international frontiers.. Cambridge: Cambridge University Press Womack (1991): The Mexican Revolution en: Bethel, Leslie (1991): Mexico since Independence. Cambridge. New York.

Notas al texto: 1

El carácter general del presente texto no me permite profundizar demasiado en la temática sin descuidar su envergadura. Ruego al lector que, si llega a considerar insuficiente el estudio crítico que expongo aquí, me conceda al menos remitirlo a la bibliografía especializada que me respalda en cada uno de los apartados. En términos generales, todo el texto se subordina al título: 100 años de migración en México; lo que implica un intervalo de un siglo, más o menos dividido en los periodos que conforma cada apartado. Desde ya conviene aclarar que me concentraré en el proceso de migración de México-EEUU, lo que, desafortunadamente y por motivos de extensión dejaría de lado las migraciones internas, la crisis de refugiados en la II Guerra Mundial, los refugiados judíos, libaneses, armenios; así como también las migraciones centroamericanas provenientes de Belice, Guatemala, el Salvador, etc y los casos específicos de indígenas mayas, tzotziles, mixtecos, afrodescendientes, etc. Quizá estas sean omisiones imperdonables para quien pretenda abordar la temática de la migración en México a través de 100 años. Ello ameritaría un posterior estudio crítico de mayor profundidad y alcance. 2 Como bien lo señala Miguel Alberto Bartolomé «La noción de frontera es un concepto polisémico». Tanto establece un límite político como una discontinuidad existente para diferenciar «el género, la posición generacional, la cultura u otros aspectos considerados relevantes.» en Velasco Ortíz, (2008) 3 Las cursivas son mías. La modificación del artículo sucede el año de 1992 y se encuentra disponible en: http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/ref/dof/CPEUM_ref_122_28ene92_ima.pdf (última consulta: 29/08/15) 4 Salcedo, (2001): p. 27 5 Olivé, L., & Villoro, L. (1996): p.124 6 Parekh, (2005) 7 Para ampliar esta propuesta recomiendo las reflexiones colectivas publicadas en: Alcalá, R. & Gómez, M., (2013) 8 Toda especulación sobre la fundación del Estado primitivo, esconde meras especulaciones míticas. No podemos afirmar ni negar nada sin suficiente evidencia al respecto de las primeras migraciones humanas, ni cuando el hombre primitivo concibió la compleja idea de propiedad. De lo que podemos estar seguros es que los fenómenos migratorios actuales deben comenzar específicamente a finales del siglo XVIII con la fundación de los Estados-nación modernos. Siguiendo esta hipótesis, podríamos afirmar que los principales rasgos que caracterizan la migración en la actualidad, no tendrían más de trescientos años de existencia. 9 Brading, (1988) 10 Decir minoría es relativo. El papel del indígena en las políticas públicas del siglo XVIII y gran parte del XIX es casi nimio; se puede resumir en una serie rebeliones campesinas y por supuesto las pétreas figuras de don Benito Juárez e Ignacio Manuel Altamirano. Para principio del siglo XX su figura cobra mayor importancia, no obstante el indígena se sigue viendo tras el cristal del paternalismo criollo para quien el indígena no representa otra cosa sino un relativo “menor de edad” que debe ser guiado por sus congéneres mestizos y de raza blanca. 11 Womack, 1991: The Mexican Revolution 1910-1920 en Bethel, (1991) 12 Corrido rescatado del libro: Herrera (1993). Lo tomo prestado del artículo: Los efectos demográficos de la revolución mexicana en Estados Unidos. Myron P. Gutmann, Robert McCaa, Rodolfo Gutiérrez-Montes, Brian Gratton y Lucrecia Orensanz. (2000) 13 Alanis Enciso, (2010) 14 Alanís Enciso, Op.Cit. 15 Reisler, (1980): p. 18 16 Ruta, (1999) 17 Específicamente alemana según la grafica publicada por Pew Research, sobre el cambio de flujo de inmigrantes a Estados Unidos: http://www.pewresearch.org/fact-tank/2014/05/27/a-shift-from-germany-tomexico-for-americas-immigrants/ (última consulta: 3/09/2015) 18 Fuente: datos del US Census Bureau tomados de: Myron (et al.) (2000): p. 149 19 Sobre inmigración por anexión de territorio mexicano a los Estados Unidos 20 Wilson & Hasting, (2000): p.17 21 Para cuando escribo estas palabra el diario economista publica: « El número de personas en pobreza subió a 46.2% de la población el año pasado desde el 45.5% registrado en el 2012. La cifra equivale a unos 55.3

millones de personas en 2014, frente a las 53.3 millones en el informe del 2012, según cifras del Coneval.» Fuente: http://eleconomista.com.mx/sociedad/2015/07/23/dos-anos-se-sumaron-dos-millones-personas-lasfilas-pobreza-mexico (última consulta: 13/09/15) 22 Arias, (2011) 23 Arias & Durand (2008) 24 Arias & Durand, Op Cit.. 25 Gamio, (1916) 26 Anderson, (1993) 27 Anderson, Op.Cit.: p.23 las cursivas son mías. 28 Gamio en: Durand, (1991) 29 Durand, 1991: Op.Cit. 30 García y Griego, (1981) 31 García Griego, Manuel, Op. Cit.: pp. 13 y ss. 32 García y Griego, op. Cit. 33 Artículo Web: http://www.npr.org/templates/story/story.php?storyId=5391395 última consulta: 13/09/15 34 Las tomo directamente de Verduzco Igartúa, (1995) 35 U.S. ins Immigration and Naturalization Service (1992) 36 http://www.census.gov/main/www/cen1990.html Sobre la población hispánica: http://www.census.gov/prod/cen1990/wepeople/we-2r.pdf última consulta: 12/09/15 37 De estos tiempos data la labor activista de César Chávez en California como líder sindical. 38 39

Immigration Reform and Control Act en Verduzco Igartúa, Op. Cit: 581

Verduzco Igartúa, Op. Cit. US Census Bureau, “The Foreign-Born Population in the United States: 2010”, en Unided States Census 2010. https://www.census.gov/prod/2012pubs/acs-19.pdf Última consulta: 31/08/15 41 Comento esto a colación de un extracto de Fátima Mernissi, seleccionado como epígrafe por Miguel Alberto Bartolomé en su ensayo: “Fronteras Estatales y fronteras étnicas en América Latina. Notas sobre el espacio, la temporalidad y el pensamiento de la diferencia” contenido en Vel08 que transcribo Sobre este planteamiento Javier Echeverría tiene mucho que aportar a la discusión en: [Echeverría, (2005)] y [Echeverría, (2000) disponible en: http://www.rieoei.org/rie24a01.htm (última consulta el 31/08/15)] 42 García Canclini, Néstor (1989) 43 Pries, (2002) 44 http://mundo.sputniknews.com/europa/20150912/1051356355.html última consulta: 13/09/15 40

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